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LA INFANCIA EN EL ANTIGUO EGIPTO A TRAVÉS

DE LA ICONOGRAFÍA
Irene López-Goñi
Universidad Pública de Navarra
Mª Luz Mangado Alonso
Fundación Dinastía Vivanco-Museo de la Cultura del Vino miembro de la Misión
Arqueológica Hispano-Egipcia en Oxirinco Universidad de Barcelona

INTRODUCCIÓN
En el presente estudio tratamos de realizar un breve análisis de la infancia egipcia a tra-
vés del legado iconográfico del Antiguo Egipto. Cuatro son los aspectos en los que vamos
a focalizar nuestra atención:
1.- La educación de la infancia noble y real
2.- Los juegos
3.- Prácticas de crianza y trabajo infantil
4.- Escuela y formación
Entre las antiguas culturas, la egipcia nos ofrece una magnífica oportunidad para realizar
un análisis iconográfico de la infancia debido a la profusión de imágenes relativas a este
periodo de la vida. Efectivamente, el Valle del Nilo nos brinda un excelente legado desde el
arte. La arquitectura, la estatuaria, los bajorrelieves, la pintura, la decoración, la orfebrería y
otras artes menores nos trasmiten el conocimiento y la maestría técnica de esta civilización
en la creación artística. Además, los niños y las niñas tienen gran importancia en la vida
social del antiguo pueblo egipcio y, por esa razón, serán representados en su vida cotidiana.
Debido al énfasis de su religión en la inmortalidad, la mayor parte de las imágenes que ana-
lizamos fueron realizadas para templos y tumbas con el objetivo de acompañar a la perso-
na fallecida al Más Allá (el Amduat para los egipcios). El convencimiento que existe en el
Antiguo Egipto de que lo que se entierra con la persona difunta se lleva a la nueva “vida” se
proyecta también a los objetos simbólicamente representados, iconos, relieves, dibujos, pin-
turas, esculturas e inscripciones presentes en la tumba. En el intento de reproducir la vida
posterior la civilización egipcia representa también a sus niños, y es especialmente este
material, por lo abundante, el que nos va a servir como soporte de estudio.

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En el primer apartado analizamos qué se esperaba de los niños príncipes y qué tipo de
educación recibían aquellos de los que se confiaba que fueran reyes o reinas. Posteriormente
y a través tanto de la iconografía como de los restos arqueológicos encontrados hasta ahora,
concluimos el tipo de juegos existentes en ese periodo de la historia. El tercer apartado lo
dedicamos a describir brevemente algunas prácticas de crianza y focalizamos nuestra aten-
ción iconográfica en el trabajo infantil. Por último dedicamos un apartado especial a la cues-
tión de la formación y, específicamente de la institución escolar.
La infancia en el Antiguo Egipto ha sido hasta ahora tratada desde la Historia general
y especialmente desde la Egiptología1. El trabajo que presentamos ha sido realizado que-
riendo aportar a la Historia de la Educación desde la perspectiva iconográfica un análisis
que todavía no se ha realizado con profundidad desde nuestra área. Además pretende inte-
grar los conocimientos que las autoras tenemos desde nuestros dos campos del saber, esto
es, la Egiptología y la Pedagogía, aportando además algunas imágenes inéditas.
Este estudio es un embrión del trabajo que ambas hemos comenzado a desarrollar
sobre este periodo de la historia y sobre la temática de la infancia y que esperamos poder
ofrecer a la comunidad universitaria brevemente.

1. LA EDUCACIÓN DE LA INFANCIA NOBLE Y REAL


La familia real egipcia cumple los cánones de la familia nuclear. A menudo aparecen los
faraones representados con los hijos en actitudes hieráticas pero durante el Imperio Nuevo,
así como en el reinado de Anjnaton, cambia este tipo de figuración en la que podemos obser-
var al faraón con su esposa y sus seis hijas en actitudes muy afectuosas. Durante el Imperio
Nuevo, se nombra la figura del “corregente” que recae sobre el hijo mayor del faraón, futu-
ro rey. Frecuentemente se representa al hijo corregente, junto con su padre reinante.
Aunque la herencia de la corona recaía sobre el varón, debemos poner en relieve que
la figura de la reina como futura esposa real era de suma importancia para legitimar el
acceso al trono del futuro mandatario. De hecho, por ejemplo Tutamjamon, hijo de una
esposa secundaria de Anjnaton, se casó con la primogénita de Anjnaton y Nefertiti para
poder ser nombrado rey.
En las imágenes familiares de nobles y reyes vemos habitualmente animales de com-
pañía como perros, gatos y babuinos que formaban parte del ambiente hogareño de la casa
egipcia.
Una figura que adquiere relevancia social en la primera infancia de los príncipes y
nobles es la de la nodriza. Efectivamente, después de su nacimiento se les asignaba una
nodriza durante aproximadamente tres años. El papel que estas ejercían en la educación de
los jóvenes príncipes les valía una importante posición en la corte. Cuando el joven faraón
subía al trono regalaba a su nodriza una tumba y era habitual su representación en las
paredes de las sepulturas de los reyes y reinas amamantándoles2. Es el caso de Senefer3,
1 Capítulos relacionados con la infancia podemos encontrar en las obras de historia de prestigiosos egiptó-

logos como Gardiner, Sauneron, Montet, Goyon, Vernus, Barry-Kemp, Bresciani, Donadoni, Wilkinson, etc.,
aunque es un tema sumamente interesante que merecerá en el futuro un estudio monográfico, para lo que la
ciencia de la pedagogía podrá ampliar y profundizar el campo de la egiptología.
2 Una imagen habitual es las esculturas en bronce de la diosa Isis sedente con su hijo Horus en brazos,

amantándolo, el cual representa al faraón. Cf., MANGADO, M. L. El vino de los faraones, Fundación Dinastía
Vivanco, Logroño, 2003.
3 Para la escritura de los nombres propios egipcios hemos seguido la transliteración de los signos jeroglífi-

cos de acuerdo con la fonética española.

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dignatario del reinado de Tutmosis III el cual estuvo casado con tres nodrizas reales: Siani,
Seneiah, Senetnefer4.
Cuando las nodrizas finalizan su papel, se inicia el trabajo de tutores e instructores para
preparar al joven en todas las artes de la vida. Esta figura del instructor adquiere también
relevancia en la vida de palacio. En el caso de que el niño sea el hijo del faraón, el ins-
tructor lo educa en la ética del palacio, la comida, el vestido, comportamiento, la lectura
y escritura, la oratoria, etc. sin olvidar la instrucción militar.
Se les estimula en el acrecimiento de una serie de valores como la valentía, el honor o
la autoridad. El joven príncipe recibe a su vez una especial enseñanza en el campo mili-
tar, la teología, las costumbres, tradiciones y la historia de sus antepasados.
Conocemos algunos nombres de instructores del Imperio Nuevo (1540-1070 a. C.)
como Senimes, instructor del príncipe Uasmes, hijo de Tutmosis I o Jequerneheh, instruc-
tor del faraón Amenhotep III5.

Escultura de
Anjnaton con
su hija

Matrimonio del Imperio Nuevo


con su hijo en el centro

Estela familiar de Anjnaton


con Nefertiti y sus hijas

4 SALAMA, S. y MANGADO M.L., Moisés y el éxodo a la luz de las fuentes sagradas y de la egiptolo-

gía, Grafite Ediciones, Bilbao, 1998, pp. 156-157.


5 Ibidem nota 3, pp. 157-158.

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Escena de caza de un Tutanjamon con su
príncipe con el león. esposa y un león.

Relieve de Isis amamantando a Horus.

2. LOS JUEGOS
La importancia que tiene el Nilo para la economía y la vida en general de los egipcios
queda también reflejada en la influencia que tiene en los primeros años de la infancia de
sus habitantes. Los niños crecían en las riberas del río y de los oasis, donde se bañaban
con frecuencia y participaban en juegos relacionados con el agua. Debemos suponer que
aprendían a nadar en una edad temprana. Así mismo paseaban con frecuencia por el río en
barcas de papiro.
Como podemos comprobar, los niños son representados completamente desnudos
hasta la pubertad. Solían llevar el pelo rapado y una coleta a un lado de la cabeza. Es curio-
so comprobar como no existen ilustraciones de bebés, efectivamente la edad a partir de la
cual la infancia aparece representada es en torno a los cuatro o cinco años.
La iconografía, así como los restos arqueológicos nos demuestran la existencia de tres
tipos de manifestaciones lúdicas.

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Por una parte, los juguetes propiamente dichos son incentivadores del juego simbólico
infantil. En muchos yacimientos se han encontrado reproducciones de animales de made-
ra, carros de terracota para ser tirados con cuerda, juegos de bolos, muñecas. Se han
encontrado multitud de representaciones de figuras femeninas, que pueden ser o bien
muñecas o bien imágenes de concubinas. Estas figuritas, habitualmente de madera, tenían
el cuerpo en forma de espátula, los brazos apenas formados y pelucas hechas de bolitas de
barro o de fragmentos de lino o lana. Algunas poseían brazos y piernas articuladas, por lo
menos en época grecorromana. Parece ser que existía una fábrica de muñecas en Kahun.
También se encontró, en la tumba número 100 de Nagada un juego completo de nueve
bolos de calcita y mármol con cuatro pelotas y una pequeña puerta hecha de tres barras de
mármol a través de la cual tenían que pasar las pequeñas esferas.
Por otra parte, se practicaban juegos de habilidad física, tanto los niños como las niñas.
En los relieves vemos que los niños ejercitaban su cuerpo con la gimnasia, con posiciones
acrobáticas, la sokatira y juegos de habilidad con movimientos gráciles para los que
empleaban pelotas6. Ya en los textos de las pirámides del Imperio Antiguo se menciona un
juego de pelota para entretener al difunto. Era frecuente encontrarlos saltando en ratos de
asueto y entreteniéndose en algo parecido a lo que hoy llamamos “el caballito”. Las niñas
seguían auténticas lecciones de acrobacia para preparar las demostraciones rituales de
panegirias, los ritos fúnebres y la participación en fiestas populares.
En tercer lugar los juegos de estrategia. Existen numerosos relieves en los que se repre-
sentan juegos de mesa como el senet o el juego de la serpiente, muy habituales en el
Antiguo Egipto7. Estos juegos, además de ejercer una función lúdica, favorecen el des-
arrollo intelectual debido a la necesidad de aprendizaje y utilización de numerosas reglas
diferentes. Para ambos juegos se emplean peones en forma de alfil (para el juego de la ser-
piente) y leones y leonas (para el juego del senet). En ambos se emplean dados.
La pugna entre los anfitriones consiste en avanzar por las diferentes casillas respetan-
do las reglas establecidas, hasta un total de catorce en el caso del senet, intentando derro-
car al adversario.

Fresco de familia noble


Escultura de princesa
paseando por el Nilo
real del Imperio Nuevo

6 Sobre el juego de la pelota, Cf. BOMBÍN FERNÁNDEZ, Luis, Historia Ciencia y Código del Juego de
la Pelota, Barcelona, Lauro, 1946, pp. 21-22.
7 En esta línea El programa educativo de la Fundación Culturas Millenium, en colaboración con el

Ayuntamiento de Pamplona titulado “Joven Horus”, enseña a los niños estos juegos, que aprenden con gran
habilidad.

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Juguetes de madera: caballito con ruedas y gato.

El enano Senet con su esposa e hijos.

Relieve de niñas haciendo Niños practicando el juego de la sokatira.


equilibrio.

Niñas practicando el juego de la pelota.

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3. PRÁCTICAS DE CRIANZA Y TRABAJO INFANTIL
Hasta la edad de aproximadamente tres años los niños eran alimentados por la madre o
nodriza, que se ocupaba de su temprana educación. Los niños corrían serios peligros durante
los primeros años ya que la mortandad infantil era muy alta como nos demuestra la cantidad
de tumbas infantiles durante todos los periodos de la historia de Egipto. Para protegerlos de
los innumerables peligros que les acechaban, se les colocaba al cuello todo tipo de amuletos,
uno de los más habituales era el “Ojo de Horus” o el “Dios Bes”, protectores de la infancia8.
Es necesario destacar en este apartado el tema de la adopción. El primer documento
que tenemos es de la época de Tutmosis III, en el que se recomienda a un hombre sin hijos
adoptar a un huérfano. Otro caso es el del reinado Ramses XI, referente a la dama Renefer
y su esposo Nebnefer9, o bien ya siguiendo la tradición bíblica, Moisés fue adoptado por
la hija del faraón y educado como un príncipe real10.
La civilización egipcia es fundamentalmente campesina y fluvial. Serán los trabajos
relativos a estos dos campos los más representados. La cuestión del trabajo infantil es uno
de los apartados más novedosos de los que aquí hemos expuesto ya que no hemos encon-
trado ningún estudio ni referencia previa al respecto. Tras la revisión de todas las imáge-
nes de relieves del Imperio Antiguo relacionadas con los productos de consumo cotidia-
no, hemos identificado algunas donde figuran niños participando en diferentes tareas. Sin
duda el trabajo que realizaban los pequeños ayudaba a completar la división del trabajo
existente, tan perfectamente organizada en la antigüedad faraónica.
Los relieves relacionados con la producción o elaboración de los productos de consu-
mo cotidiano son los más frecuentes ya que suponen la base de la economía egipcia. A tra-
vés de la recogida y posterior manipulación de estas materias primas se ponía en marcha
toda la maquinaria de la administración faraónica. Efectivamente estos productos de con-
sumo, muy codiciados, propiciaban la actividad de la economía del Estado al posibilitar el
intercambio de los mismos, al incentivar la mayor parte de la actividad de comercio, tanto
en el plano local como de exportación, el cual era dirigido por el administrador del Estado.
Los productos son los siguientes: el pan, la cerveza, la carne, el pescado, la leche, los fru-
tos y las hortalizas, la uva y el vino, el aceite, la miel, el papiro11, el loto, la piel y los teji-
dos. El estudio de todas las imágenes de relieves del Imperio Antiguo (2.695-2.173 a.C.)
relacionadas con los productos de consumo cotidiano que hemos mencionado, nos permi-
ten concluir que el niño egipcio participaba habitualmente en el trabajo adulto. En las
labores que más colaboraban los niños eran en ordeñar vacas, vendimiar, recolectar frutos
de los árboles, y en el trabajo del trenzado de la cuerda. Esporádicamente también inter-
venían en la producción del pan modelando panecillos. Todos estos trabajos no requerían
un gran esfuerzo físico y era una ventaja su baja estatura. Es frecuente encontrar algún
menor en presencia de su padre o madre contemplando estas tareas12.

8 Horus es una divinidad representada como un niño junto con su madre Isis. El Dios viene habitualmente

representado por un ojo, el llamado “Ojo de Horus”. Bes es una divinidad de aspecto amorfo que protegía a los
niños y a la familia.
9 GARDINER, H.A., “Adoption extraordinary”, Journal Egyptian Archaeology, 26 (Londres, 1940), 23 y ss.
10 Exodo 2, 7-10.
11 El papiro tiene gran importancia en la vida egipcia. La planta egipcia que se llama cyperus papyrus era

utilizada tanto para la alimentación como para cantidad de manufacturas.


12 MANGADO ALONSO, M. L. Estudio de los Relieves Egipcios del Imperio Antiguo relacionados con

los productos de consumo cotidiano, Barcelona, Tesis doctoral, n.p., 1996.

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Mujer dando a luz ayudada por la diosa Mujer recolectando frutos y
Hathor a cada lado. amamantando a su hijo.

Niño segando el trigo. Niño ordeñando una vaca.

4. ESCUELA Y FORMACIÓN
La principal fuente de la formación en el Antiguo Egipto es una variada producción
literaria de tipo científico-religioso, sapiencial, didáctico y moralizante13.
De este depósito del saber que supone la literatura sapiencial se desprenden los valo-
res que imperan en la sociedad egipcia. Parece que entre las características que tiene que

13 Entre ellos: Los 42 Libros de Thot, especialmente el conocido como El Libro de los muertos; Instrucción
de Ajtoi, rey del Alto y Bajo Egipto, para su hijo Merikare, heredero de la corona; Instrucción del Príncipe
Hordjedef; Instrucción de Ani; Instrucción de Amenemopet. De otra naturaleza son los siguientes textos en los
que prima su carácter más hedonista: El canto del arpista, El canto de la tumba del sacerdote Nofrihotpu o El
canto de la tumba de Antef. Pero quizá el documento pedagógico egipcio más antiguo que sepamos (fechado
entre el año 2800 y el 2300 a. de C.) es el de Las Enseñanzas de Ptahhotep escritas para su hijo en un intento
de ofrecer a este un compendio de sabiduría práctica. Entre la literatura sapiencial por la reputación de la que
gozaron en la formación de escribas destacamos: el Himno al Nilo, las Enseñanzas de Duauf y las Enseñanzas
del rey Amenemhet.

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tener el buen alumno, la docilidad y el saber escuchar ocuparían un lugar primordial14, así
como el dominio de las pasiones15. Entre las virtudes a fomentar encontraríamos la modes-
tia, circunspección, honestidad y fiabilidad.
Respecto al carácter de la formación, la mayor parte de los autores que han trabajado
esta cuestión desde la perspectiva de la Historia de la Educación subrayan el carácter prác-
tico y utilitarista de la formación en la civilización egipcia16. Sin embargo, es innegable el
papel fundamental que ejerce la religión en materia de formación y como ejemplo nos sirve
el hecho de conocer que existe un grupo sacerdotal encargado de la transmisión del saber.
Sobre el currículo de la formación parece que una gran parte del tiempo escolar se
dedicaría al aprendizaje de la escritura en sus tres vertientes jeroglífica, hierática y demóti-
ca. Es de suponer que debido a la dificultad que entraña el aprendizaje de estos tipos de escri-
tura su papel en el currículo de la formación también sería de un gran peso específico.
Además de la escritura y lectura, el cálculo supondría a su vez otra de las áreas importantes
de los contenidos del mismo. Las matemáticas parecen ser aplicadas y ligadas a realidades
concretas, especialmente a la agrimensura y arquitectura. Los seis dones de Thoth formarí-
an, así mismo, parte del currículo de algunos planes de formación, estos son: además de la
escritura, el lenguaje, el culto a los dioses, la música, la astrología, y el cuidado del cuerpo.
En relación a la metodología didáctica el proceso que con más grado de desarrollo
conocemos es el relativo al aprendizaje de la escritura. Parece ser que ese proceso se
comenzaba de forma muy temprana. Primeramente los alumnos aprenderían los glifos,
luego las sílabas y finalmente las palabras. Efectivamente, los niños primeramente escri-
bían en restos de piedra caliza, trozos o placas de calcárea o cerámica conocidas con el
nombre de ostraca. Aquí realizaban ejercicios de copia ejecutados con tinta negra. El con-
trol tanto sobre el tipo de ejercicios como la responsabilidad de su corrección recaían sobre
el maestro quien, en muchas ocasiones corregía con tinta roja. Cuando los ejercicios de
copia de manuscritos eran ya aceptables, se pasaba a escribir en tablillas cuya superficie
se enyesaba para la ocasión. Estas tablillas podían ser reutilizadas mojándolas para borrar
los caracteres impresos. Por último, parece que el material sobre el que se registraban
cuestiones de la administración y sobre los que sólo los escribas y los alumnos más aven-
tajados escribirían sería el papiro, material de mayor coste que los dos anteriores.
Después de que los alumnos aprendieran a realizar copias, pasarían a los dictados para
posteriormente memorizar y recitar los párrafos escritos. Al analizar las tablillas se ha podi-
do determinar las composiciones más estudiadas por los alumnos en este período: las ins-
trucciones de Amenemhat, las instrucciones de Jeti, hijo de Suauf, y la Canción del Nilo17.
Está demostrado que el castigo corporal era uno de los incentivos que utilizaban para
conseguir un mejor aprendizaje, especialmente el bastón en la espalda. En la literatura
pedagógica se habla en varias obras de que “escuchan las orejas de la espalda” en clara
referencia al golpe del bastón18.
14 Enseñanzas de Ptahhotep.
15 Instrucción de Ajtoi, rey del Alto y Bajo Egipto, para su hijo Merikare.
16 J. BOWEN, Historia de la Educación Occidental, vol. I, Barcelona, Herder, 1985, pp. 62 y 63. A. CAPITÁN,

Historia del Pensamiento pedagógico en Europa, Madrid, Dykinson, 1984, p. 33. M.A. GALINO, Historia de la
Educación, p. 96; I. MARROU, Historia de la Educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, p.12 y ss. Sólo
REDONDO y LASPALAS no subrayan este carácter práctico y sí la finalidad ético-religiosa de la formación egipcia, Cf.
E. REDONDO y J. LASPALAS, Historia de la Educación. Edad Antigua, Madrid, Dykinson, 1997, pp. 131-132 y ss.
17 Estas tres obras literarias pertenecen al Imperio Medio (1991-1785 a.C.).
18 Biblioteca Aegyptiaca VII, pp. 23-24; 35.

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Respecto a las instituciones educativas hay que señalar que la primera institución era
la familia, donde el niño o la niña recibían los primeros contenidos de carácter ético-reli-
gioso. Además, aunque parece que la sociedad egipcia era abierta y permitía el cambio de
clase social, los distintos grupos sociales constituían una pirámide en la que la inmensa
mayoría de la población, aquella iletrada, se ocupaba de las labores de labranzas u oficios
varios que aprenderían en el seno familiar.
La escuela del Antiguo Egipto constaba de dos niveles:
A-La escuela elemental que abarca los estudios primarios
B-La enseñanza superior, para la progresión y ampliación de estudios académicos des-
pués de la superación de la etapa básica.
Respecto a la escuela elemental, los antiguos egipcios la conocían con el nombre de
Per-Anj, esto es, la Casa de la Vida19. Las Escuelas o Casa de la Vida dependían de los
templos. Los niños ingresaban a la edad de 5 ó 6 años y aprendían a escribir, gramática y
literatura antigua.
En el complejo del Ramesseum existía una importante escuela. En las proximidades se
descubrió un buen número de ostraca de los estudiantes de la misma ya que los alumnos,
una vez utilizados estos ostraca, los tiraban.
Las escuelas estaban ya perfectamente organizadas desde el Imperio Antiguo. El cen-
tro más destacado en este momento es la Escuela de Menfis. Desde el inicio, los jóvenes
que ingresaban en el centro estaban orientados hacia las artes o hacia la función de escri-
ba, por lo que la formación era diferente en relación con esta orientación inicial del alum-
nado. Los artistas aprendían a dominar el dibujo, la escultura y la pintura. Las bases de su
formación eran la iconografía y la escritura como arte. Para los que ejercían la función de
escriba la formación era fundamentalmente lingüística, gramatical y literaria.
Los profesores eran sacerdotes y además el contenido de los textos, especialmente las
Enseñanzas, que los alumnos copiaban y aprendían, suponía que estas escuelas eran al
mismo tiempo centros de enseñanza de la ética social egipcia.
Cuando los alumnos letrados concluían la formación básica, entorno a la edad de 15 ó
16 años, estaban preparados para ponerse a trabajar, la mayoría de ellos en la administra-
ción. Hay que tener en cuenta que la escala de funcionarios egipcios era enorme. Aquellos
más aptos, como los escribas, podían seguir estudios superiores para completar su forma-
ción lingüística y literaria, o bien los maestros del arte, podían perfeccionar sus conoci-
mientos en las áreas artísticas. Estas escuelas superiores se ubicaban habitualmente en los
templos. Los estudiosos más sabios llegarían a ser lo que los griegos llamaron hiero-
grammatas, verdaderos sabios de la Antigüedad que dominaban todas las áreas del saber.
Uno de los más destacados de su tiempo fue Imhotep.
La tarea fundamental de estos eruditos consistía en la interpretación de los escritos reli-
giosos y mágicos, en restablecer los textos de los papiros mutilados y en elaborar nuevos
textos y conjuros según las necesidades.
Los preciados papiros de las Escuelas de la Vida se guardaban en las bibliotecas. Como
estantes se utilizaban unos nichos excavados en las paredes de los templos. Una de las
bibliotecas más importantes la tuvo la ciudad de Heliópolis la cual fue posteriormente tras-
ladada a Alejandría.

19 Escuelas de vida, Casas de Instrucción o Escuelas de Escriba son términos equivalentes que podemos

encontrar como sinónimos en la bibliografía sobre Historia de la Educación y Egiptología.

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El gran templo de Horus en Edfú tuvo una importante Casa de la Vida; además es el
mejor conservado en Egipto, por haber permanecido sepultado bajo las arenas hasta la
época reciente. En una de sus paredes hallaron una lista de libros sagrados, el reglamen-
to del templo, los inventarios de sus propiedades, los calendarios religiosos, y numerosas
obras de magia.

Escena de danza y música. Niña sirviendo a una dama.

Relieve del Imperio Antiguo que representa a los maestros enseñando


la escritura en las Escuelas de la Vida.

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