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DERECHO
1. Actualidad
1
Respecto a los repertorios bibliográficos anteriores a la nueva etapa que empieza en los años se-
tenta, es preciso mencionar: Calhoun y Delamere 1927; Berneker 1968. Para el período posterior, se pu-
blica una reseña periódica («Chronique des droits de l'Antiquité») en la revista RD a cargo de diversos
autores, de forma más sistemática a partir de 1980.
2
Tal vez un tercer inconveniente sea la limitada dedicación en España al Derecho Griego, lo que me
ha empujado a redactar esta exposición como una introducción a los grandes temas, a la par que actua-
lizaba la bibliografía. De otro lado, mi condición de filólogo probablemente me haya llevado a poner un
énfasis mayor en los aspectos textuales.
F.R. Adrados, J.A. Berenguer, E.R. Luján y J.R. Somolinos (eds.), Veinte años de Filología Griega
(1984-2004), Manuales y Anejos de «Emerita» XLIX, Madrid, CSIC, 2008, pp. 699-714
ISBN:978-84-00-08750-0
700 JOSÉ MARÍA LUCAS DE DIOS
y cuya Ponencia de apertura, a cargo de Hans Julius Wolff 1975, comenzaba desta-
cando cómo ésa era «la primera vez que se habían unido filólogos clásicos, histo-
riadores del mundo antiguo y juristas en el empeño común de estudiar el Derecho
de las ciudades griegas y helenísticas de la Antigüedad». Tales reuniones científi-
cas siguieron celebrándose con regularidad, y en 2003 ha tenido lugar la decimo-
cuarta. De otro lado, es también definitorio de los nuevos tiempos el programa de
trabajo que Wolff 1982 presentaba como fundamento de la nueva etapa: publicar el
corpus de inscripciones jurídicas con el debido comentario, sin olvidar la inclusión
de un léxico de términos jurídicos en cada volumen. Los primeros frutos son el Re-
pertorio de Hübner 1993 relativo a la Tróade y Misia con excepción de Pérgamo3, y
el volumen de inscripciones arcadias sobre derecho procesal a cargo de Thür y
Taeuber 1994.
También es perceptible el cambio en el terreno de los Manuales. Siguen siendo
útiles, por los datos y la información que aportan, obras como Beauchet 1897 sobre
el Derecho privado; Lipsius 1905-15; Bonner y Smith 1930-38; Biscardi 1982; Harri-
son 1968-71. Pero adoptan los conceptos, las categorías y el esquema expositivo del
Derecho Romano, cuya realidad jurídica se diferencia profundamente del Griego:
hay una preferencia por el Derecho positivo y una postergación del procesal, así
como una superioridad del privado sobre el público. La obra de MacDowell 1978
supuso un cierto cambio, pero habría que esperar a Todd 1993 para encontrar un
Manual en consonancia con el nuevo acercamiento.
También el mundo de las Revistas ha experimentado alteraciones. Es bien sabi-
do que había algunas con cierta especialización: la alemana ZRG: Romanistische
Abteilung (Zeitschrift der Savigny-Stiftung für Rechtsgeschichte); la francesa RD (Revue
historique de Droit français et étranger); o la belga RIDA (Revue internationale des Droits
de l' Antiquité). En 1982 apareció la alemana RJ (Rechtshistorisches Journal), pero des-
de 1998 disponemos de una revista específica: Dike (Rivista di storia del Diritto Greco
ed Ellenistico), publicada en Milán y dirigida por Eva Cantarella y en cuyo Comité
científico se encuentran los grandes estudiosos actuales del Derecho Griego.
Dentro de este primer acercamiento externo es necesario mencionar la elabo-
ración de Antologías de textos legales, que son un provechoso material de trabajo.
Así, Arnaoutoglou 1998 agrupa diversos tipos de fuentes (discursos forenses, ins-
cripciones) en varios apartados legales4.
En este campo tienen una importancia especial las Enciclopedias, en las que
pueden consultarse los artículos correspondientes a los conceptos o realidades ju-
rídicas. A las bien conocidas RE y Daremberg-Saglio hay que añadir el Novísimo Di-
3
Para una nota informativa, cf. Behrend 1994.
4
Pospongo la referencia a las recopilaciones exclusivamente epigráficas para cuando trate el apar-
tado de las inscripciones como fuentes jurídicas.
26. DERECHO 701
gesto Italiano (25 vols.), en el que se recogen colaboraciones de Paoli, Biscardi, Can-
tarella, Lepri, y otros.
Esta actualidad ha tenido su efecto también en España. La labor pionera de Ál-
varo D'Ors 1948 no logró entonces crear un foco activo de trabajo, y sólo aparecie-
ron trabajos aislados (p.ej., Sánchez de la Torre 1962). Pero en los últimos tiempos
la situación ha cambiado radicalmente, y tenemos figuras notables como Fernán-
dez Nieto, participante asiduo y coeditor de varios de los Symposia ya menciona-
dos, así como miembro del Comité de Redacción de Dike, y cuya dedicación al cam-
po del Derecho Griego arranca ya desde su Tesis doctoral (1975)5. Incluso hay una
atención cuidada al estudio filológico de los textos (p.ej., Calero Secall 1997; Martí-
nez Fernández 1997; Navarrete Orcera 1995, y otros).
5
Por derroteros semejantes Troncoso 2001.
702 JOSÉ MARÍA LUCAS DE DIOS
así, tras una muy útil parte introductoria, empieza la descripción por el Derecho
procesal, sector que ocupa una lugar incuestionablemente destacado en la elabo-
ración jurídica griega.
Existe al menos una tercera variedad, en este caso determinada por la diversi-
dad de ámbito. Según esto podemos encontrarnos con un acercamiento puramente
descriptivo dentro del campo estrictamente jurídico. Sus rasgos podrían ser: estudio
técnico de la realidad jurídica en cuestión; al tiempo, filológico, o sea, fundamen-
tado en el análisis de los textos legales al respecto; analítico-formalista; y cerrado
en sí mismo. Y a este tipo pertenece buena parte de la producción científica desde
sus comienzos hasta los años ochenta del siglo pasado. Pero últimamente ha reci-
bido diversas críticas (Finley 1986; Cohen 1989, 1991a, b y 1995), que consideran
que este tipo de análisis es falsamente objetivo, al tiempo que ponen en duda la va-
lidez del uso de los testimonios tardíos así como la reconstrucción histórica hacia
atrás. Frente a este enfoque netamente técnico está el método antropológico sensu
lato, que estudia la materia jurídica como una realidad ineludiblemente unida a otras
disciplinas como la antropología general, la antropología legal, la historia social, la
historia legal, el comparativismo de diverso tipo (antropológico, legal, social, etc.).
Es la gran innovación de los últimos decenios en el campo del Derecho Griego, y en
no pequeña medida ha sido una aportación del mundo anglosajón (Gagarin, Cohen,
Todd, etc.), aunque en la Europa continental hay importantes representantes, co-
mo Eva Cantarella entre otros. Realmente el iniciador de esta nueva corriente fue
ya el gran maestro francés Louis Gernet (Gernet 1955, 1968), cuya Tesis doctoral
data de 1917, y ha sido reeditada recientemente con una inteligente nota introduc-
toria de Eva Cantarella. En las aplicaciones modernas a veces nos encontramos con
ciertos problemas, como cierta inadecuación puntual de datos externos a la reali-
dad de la cultura griega, o una postergación ocasional de los datos antiguos, o el
desconocimiento del funcionamiento del proceso cultural en el Mundo antiguo, y
en el griego en concreto. De todas formas, este nuevo acercamiento se revela, a mi
juicio, claramente enriquecedor6.
6
En la pasada década de los noventa ha sido frecuente la práctica de publicar volúmenes colectivos
en esta línea de establecer lazos entre el Derecho Griego y otras áreas del Mundo Antiguo (p. ej., Car-
tledge, Millett y Todd 1990; Foxhall y Lewis 1996; Hunter y Edmondson 2000).
26. DERECHO 703
que no debemos olvidar que la materia jurídica no es más que una parte de realia
de la Historia general del mundo griego.
Pero no debemos pasar por alto su relación con otros campos. Y en primer lu-
gar está, lógicamente, la historia, y sobre todo la historia política: un ejemplo entre
mil es Ostwald 1986, donde se describe la evolución del concepto de soberanía de
la mano de la progresión del Derecho político. También muy atractivo es Bauman
1990, catálogo de procesos judiciales a los que Bauman aplica el calificativo de «po-
lítico» en el doble sentido de proceso surgido en defensa de la seguridad del Esta-
do, pero también como arma política. Y en esta recopilación se recogen causas ju-
diciales tan famosas como la habida contra el poeta Frínico en el 493, o los diversos
juicios por impiedad organizados contra el entorno de Pericles, o el del propio Só-
crates, entre otros.
Otra parcela en estrecho contacto es la historia del Pensamiento, en la que el
concepto de ley ocupa un lugar a tener en cuenta en la evolución de la reflexión
intelectual griega. La gran obra a este respecto comienza a publicarse a principios
de los años cincuenta (Wolf 1950-67), y aplica su análisis a todas las zonas de la Lite-
ratura griega. En fechas más recientes, y de forma más circunscrita a la especulación
filosófica, han aparecido algunas obras importantes: Romilly 1971, Triantaphylo-
poulos 1985 y Hoffmann 1997.
La relación con el área de la Literatura propiamente dicha es especialmente
importante, dada la peculiaridad de las fuentes de la Cultura griega. La Oratoria y
la Retórica tienen una relevancia especial, y no me refiero ahora a su papel de
fuente, sobre cuya realidad y problemática volveré después, sino como mecanismo
mental que se va haciendo más elaborado con el desarrollo de la praxis jurídica.
Un buen ejemplo es Johnstone 1999, donde se analizan con pormenor las diversas
estrategias retóricas empleadas en los tribunales, puesto que —y ésta es la idea úl-
tima del autor— es en el contexto judicial donde las leyes realmente adquirían su
rango de autoridad en la democracia ateniense.
4. El plano filológico
Es necesario detenerse en cada uno de los dos grandes planos arriba mencio-
nados. El primero, lógicamente, es el filológico, o sea, el estudio de los textos. Y en
este punto hay dos cuestiones centrales: las fuentes y la comprensión de los textos
de dichas fuentes. Vayamos por partes.
Las fuentes. Este punto tal vez tenga más complejidad de lo que a primera vista
pueda parecer. Nuestro cometido es concretar qué fuentes nos aportan informa-
ción, el grado de importancia entre ellas, y el índice de fiabilidad en cada caso7.
7
A título general cf. Gernet 1938; Paoli 1958; Biscardi 1982; Todd 1993.
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La fuente primera son las inscripciones, que, en nuestro caso, son documentos
oficiales, lo que supone el más alto grado de fiabilidad. Pero también aquí encon-
tramos puntos negros. Primero están los problemas estrictamente textuales: la lec-
tura e interpretación iniciales de una piedra a veces han dado carta de naturaleza
a términos técnicos, que luego por diversas razones se han revelado inexistentes
(p. ej., Rodríguez Somolinos 1999); sin olvidarnos de la ausencia de contexto, lo que
con frecuencia dificulta la comprensión. Luego están las deficiencias materiales:
conservamos pocas leyes; por el contrario, numerosos decretos, cuya utilidad es
mucho menor dado que una importante mayoría son honoríficos; y a todo esto se
añade una reducida sistematización de los testimonios, de forma que hay parcelas
jurídicas ricas en documentación y otras con escaso aporte.
El trabajo filológico en este campo ha sido intenso en las últimas décadas: el
ideal es la fusión de una cuidada edición, una precisa traducción y un rico y escla-
recedor comentario (p. ej., Willets 1967, o Stroud 1998, entre otros muchos). Y al
lado de estas ediciones individuales está la labor continua de los grandes corpora y
de las publicaciones periódicas especializadas8, para lo que me remito a la exposi-
ción sobre Epigrafía en este mismo volumen9. Aquí me ceñiré al material específi-
camente jurídico. En la tarea de reagrupar el material epigráfico de contenido ju-
rídico sigue siendo provechosa la benemérita obra de Dareste, Haussoullier y
Reinach 1894-1904, y mucho más próximos son los trabajos de Sokolowski 1955-69
sobre las leyes sagradas. Pero habrá que esperar a los últimos tiempos para asistir
a la reactivación del trabajo en la línea ya mencionada de Wolff 1982: en este sen-
tido hay que mencionar a Koerner 1993 y, sobre todo, la recopilación de Van Effen-
terre y Ruzé 199510. Finalmente, debemos hacer una somera alusión a las antologías
de inscripciones históricas, donde con frecuencia se da entrada también a material
jurídico: Tod 1933-48 hizo una selección dividida en dos períodos (hasta el final del
s. V y del 403 al 323); Meiggs y Lewis 19882 procederán a una actualización del pri-
mer bloque de Tod, y últimamente Rhodes y Osborne 2003 han hecho lo propio con
el correspondiente al siglo IV11.
En segundo lugar está el campo de la cultura material (arqueología, numismática,
etc.), con frecuencia descuidado, pero que en numerosas ocasiones proporciona
una ayuda excelente para entender mejor los textos, e incluso aporta una informa-
ción que en aquéllos es claramente insuficiente. Su lado positivo es la incuestiona-
8
Me limito aquí a mencionar, por su frecuente olvido, los Studia et Documenta Historiae et Iuris
(SDHI), que recogen siempre un apartado titulado «Epigrafia giuridica greca e romana».
9
Para la etapa anterior, cf. Serrano Aybar 1984.
10
Como lógicamente hay coincidencias entre los materiales de Koerner y Van Effentere y Ruzé, Fell
1997, con buen criterio, confecciona unas útiles listas de correspondencias.
11
En este caso, además, se incluye una traducción de los textos. De todas formas Rodhes ya había
elaborado en 1971 (2.ª ed, 1986) una selección de los años 359-323.
26. DERECHO 705
ble objetividad; su zona oscura, el silencio con que rodea su información. Un ejem-
plo. Si uno consulta el término κληρωτήριον en el Liddell-Scott-Jones se nos
habla de «urna de votar», «sala donde se procedía al sorteo de jurados» sobre
todo, o «lista de ciudadanos»; pero el auténtico valor de «aparato para el sorteo
de miembros de los tribunales o para elegir magistrados» lo debemos al descu-
brimiento arqueológico en el ágora de Atenas de un ejemplar del mismo12. Por
semejantes derroteros transita la obra colectiva editada por Boegehold 1995.
La tercera fuente son los discursos de los oradores. Pero su grado de fiabilidad
ha sido objeto de debate. Los detractores relativizan la certeza de la información
jurídica trasmitida, y se basan en diversas circunstancias: la pretensión del orador
es ganar el caso, lo que puede llevarles a alterar la realidad legal, dada la escasa
formación jurídica de los tribunales y la ausencia de un juez profesional; luego está
la diferencia entre el discurso pronunciado y el editado, que es el que realmente ha
llegado hasta nosotros; y no hay que olvidar que el texto trasmitido nos ha llegado
como pieza literaria, lo que implica un desinterés por los hechos de realia; final-
mente, conservamos un texto aislado, sin el oportuno dossier legal completo, sin el
discurso de la parte contraria13, y sin la sentencia, que certificaría la oportunidad ju-
rídica o no de la pieza en cuestión. Pero desde hace ya varios decenios han surgido
voces en defensa de la utilidad de los oradores (p. ej., Paoli 1958, desde la óptica de
un historiador del Derecho; Todd 1990, desde el punto de vista de un filólogo clási-
co). Y en su apología insisten en el hecho de que el discurso es algo vivo, en el que
se funden lo estrictamente legal, las tácticas legales al respecto y los argumentos
suasorios; y ponen énfasis en que el texto escrito es leíble repetidas veces, lo que
permite una valoración más precisa que la versión expuesta oralmente.
Dentro de este campo de la fiabilidad es preciso mencionar el problema de «los
textos de las leyes» recogidos a veces en los discursos de los oradores. Frente a una
crítica generalizada, que los consideraba interpolaciones tardías en la tradición ma-
nuscrita, ya Drerup a finales del s. XIX postulaba que no debía adoptarse un criterio
general sino que el análisis debía basarse en la forma y el contenido de cada docu-
mento en particular, y este criterio es el que sigue sustentando MacDowell 1990.
El trabajo estrictamente filológico en este campo de la Oratoria ha tenido un
importante desarrollo en los últimos decenios. Han empezado a aparecer varias
series bilingües (UTET de Turín, y la serie inglesa de Aris & Phillips); traducciones
(La Biblioteca Clásica Gredos de Madrid, completa; la Oratory of Classical Greece,
coordinada por Gagarin y publicada en Univ. of Texas Press, bastante avanzada); y,
12
El descubrimiento se recogía en Hesperia, Supl. 1 de 1937. La rectificación se incluyó en el Supple-
ment al LSJ de 1968, aunque todavía con vacilación, y ya de forma segura en el Revised Supplement de 1994
(ed. Glare y Thompson).
13
Excepciones seguras: Esquines 2 / Demóstenes 19; Esquines 3 / Demóstenes 18; probables: Lisias 6
/ Andócides 1; Demóstenes 43 / Iseo 11.
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14
En este contexto no debemos olvidar la Ath. Pol. de «el viejo oligarca» de finales del siglo V.
26. DERECHO 707
veces obtenemos información valiosa, pero tratarlos aquí con pormenor me lleva-
ría muy lejos.
Para terminar es preceptivo aludir a la importantísima fuente de los papiros de
época helenística y romana, en especial lógicamente los documentales, que están
en la base de la indagación del Derecho Griego postclásico (helenístico y romano).
Pero esta etapa es terriblemente compleja y prefiero eludirla en estas páginas, en
las que sólo pretendo una introducción conceptual y bibliográfica al campo del De-
recho Griego15. De todas formas, para los neófitos mencionaré la figura, en los úl-
timos tiempos, de J. Modrzejewski, cuya intensa e inteligente actividad científica
es una ayuda inestimable para dar los primeros pasos en ese mundo complejo del
Egipto helenístico y romano, en el que conviven varias colectividades (primero,
indígenas con griegos; luego, el mundo romano; y sin olvidar la presencia de judí-
os) cuyas relaciones jurídicas suponen una enorme complejidad16.
Hasta aquí he venido describiendo la cuestión de las fuentes. Ahora entraré en
el segundo gran aspecto en el plano filológico del Derecho Griego, la comprensión
del texto. En este punto la ayuda que aporta el acercamiento filológico, es puesta
de relieve una y otra vez. Un buen ejemplo es Rosen 1982.
Empezaré haciendo una breve referencia al problema de la traducción: dada la
enorme divergencia entre el sistema jurídico griego y el nuestro, se hace muy difí-
cil traducir —y utilizar sólo traducciones— un texto legal. Tenemos, primero, pro-
blemas de imprecisión: al verter δίκην λαγχάνειν simplemente por «poner un plei-
to», estamos prescindiendo del componente de realia jurídica del necesario sorteo
previo para conseguir que se aceptara una causa contra alguien. Luego están los
problemas de terminología, del tipo de equiparar δικασταί a nuestros «jueces» o al
«jurado». Pero más complicado y sutil es el problema conceptual que nos plantea,
por ejemplo, el uso de δικαστήριον, cuya función última no era nuestro «llevar a
cabo el cumplimiento objetivo de la justicia» sino más bien el «llegar a un acuerdo
entre partes enfrentadas» (Todd y Millett 1990, p. 14).
Pero tal vez el aspecto filológico más importante sea el estudio del vocabulario,
cuya trascendencia ya destacaba Wolf 1982 como parte primordial en la nueva
etapa que se abría para el Derecho Griego17. En este campo se trabaja bastante, co-
mo puede verse en los repertorios bibliográficos generales o específicos (cf. Boned
15
Sobre el Derecho en esta etapa postclásica hay algunos Manuales de referencia: Taubenschlag
19552; Seidl 19622; H.J. Wolff tenía planeado escribir una nueva obra complexiva (Das Recht der griechis-
chen Papyri Aegyptens in der Zeit der Ptolemäer und des Prinzipats) en tres volúmenes, de la que se han llega-
do a publicar los vol. I (Wolff 1978) y II (Rupprecht [ed.] 2002).
16
Para una delimitación general del problema son básicos los trabajos de Modrzejewski 1966, 1970,
1983a, 1989. Igualmente son muy provechosos sus constantes informes bibliográficos sobre esta etapa
del Derecho Griego y sobre papirología jurídica, como la que aparece periódicamente en AfP.
17
Al poco tiempo yo mismo hacía un acercamiento filológico al nacimiento y desarrollo del vocabu-
lario jurídico griego (Lucas 1986).
708 JOSÉ MARÍA LUCAS DE DIOS
18
En la Universidad de Granada el Prof. José Luis Calvo dirige un equipo de trabajo en este sentido,
que ha llevado a cabo algunas Tesis doctorales, pero sin publicar, que yo sepa. De todas formas un pe-
queño léxico jurídico puede consultarse en Todd 1993.
19
Podría añadir más bibliografía (Piccirilli, Camassa, etc.), pero puede consultarse toda ella en el in-
teligente trabajo de R. Thomas.
20
Sobre el problema de la naturaleza de estos contenidos volveré más abajo.
21
Se alude una y otra vez a la noticia de Ateneo 619b, donde se nos informa de que las leyes de Ca-
rondas eran cantadas por los atenienses.
22
Como testimonio de esta doble realidad simultánea se alude siempre al caso de Espensitio, ese es-
criba cretense de en torno al 500 a.C. cuyas funciones son «recoger por escrito y recordar». Un nuevo
apoyo es la reciente inscripción de Teos (cf. Merkelbach 1982).
23
Cuestión más debatida es la relativa a los documentos privados (cf. Maffi 1988, p. 203 ss.).
26. DERECHO 709
5. El plano histórico
24
Mitteis la fundamentaba en la afinidad racial (Stammesverwandtschaft).
25
La primera manifestación del rechazo de la unidad del Derecho Griego tal vez sea la reseña que en
1952 hizo a una obra Pringsheim sobre legislación comercial. Pero la formulación más sistemática es
Finley 1977 (versión revisada de un trabajo de 1963).
26
Ante esta situación será interesante el tratamiento que dará Gagarin a este punto en el inminente
Gagarin y Cohen (eds.).
710 JOSÉ MARÍA LUCAS DE DIOS
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714 JOSÉ MARÍA LUCAS DE DIOS