El origen de nuestros símbolos numéricos: una

mirada a su evolución
(The origin of our numerical symbols: a look at their evolution)
Por Blanca Olivia Vite del Ángel

Instituto Tecnológico Superior de Álamo Temapache. Km. 6.5 Carretera Potrero del Llano-Tuxpan, Xoyotitla. Municipio de Álamo
Temapache, Veracruz, México.

E-mail: blanca.vd@alamo.tecnm.mx

(Recibido el 05/06/2021; aceptado el 21/10/2021)

Tlahuizcalli, No. 21, septiembre-diciembre 2021, Tecnológico Nacional de México-CIIDET

Tema: “La evolución de los números”. Fuente: elaboración propia

Resumen

Desde que llegamos a este mundo nos familiarizamos con los números, nos los presentaron desde pequeños en nuestros hogares y
nos enseñaron a decir “cuántos años teníamos” e incluso utilizamos nuestros dedos de la mano como una herramienta de conteo.
De hecho, este fue nuestro primer acercamiento a lo que posteriormente conoceríamos como símbolos numéricos. No fue sino hasta
que iniciamos nuestra vida escolar que nos dimos cuenta, de manera muy general, que los números tuvieron una evolución y que
hubo una diversidad de culturas detrás de tales construcciones simbólicas. Como ejemplo concreto de lo anterior se puede citar la
invención del cero y su proceso histórico de asimilación cultural. En este sentido, el presente trabajo intenta hacer un recorrido breve
sobre una particular historia, de las muchas que hay, de los símbolos numéricos.

Palabras clave: Símbolos, Números, Historia de la matemática.

Abstract

Since we came into this world we have become familiar with numbers, they were introduced to us from a young age in our homes
and we were taught to say “how old we were” and we even used our fingers as a counting tool. In fact, this was our first approach to
what we would later know as numerical symbols. It was not until we started our school life that we realized, in a very general way, that
numbers had an evolution and that there was a diversity of cultures behind such symbolic constructions. As a concrete example of
the above, the invention of zero and its historical process of cultural assimilation can be cited. In this sense, the present work tries to
make a brief journey on a particular history, of the many that there are, of the numerical symbols.

Keywords: Symbols, Numbers, History of math.

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Año 7 Núm. 21 septiembre-diciembre 2021 Tlahuizcalli ISSN: 2448-7260
E
s extenso, y ambicioso a la par, decir que
los seres humanos, desde que nacemos y
nos desarrollamos, hemos crecido bajo un
concepto de historia muy bien cimentado
sobre el desarrollo de nuestro lenguaje numérico
que simboliza todo el mundo material que
habitamos, así como su evolución a lo largo de
distintas civilizaciones y culturas.
No obstante, si indagamos un poco por
curiosidad podemos conocer cronológicamente
cómo es que se asentó nuestro sistema de
numeración actual en su forma decimal y
posicional. No sólo eso, también sabemos que son
parte de nuestra vida cotidiana cuando en
nuestra niñez nos preguntaban sobre nuestra
edad, o queríamos saber el precio de un producto,
o cuando en clases de geografía nos platicaban
sobre la natalidad en nuestro país y seguramente
en días como los actuales los niños son informados
hasta de la cantidad de variantes que existen
actualmente de COVID-19. Toda esta simbología
numérica se encuentra presente para todos y en
todo momento.
Los números
Según Sergio Parra “los números son sílabas de un
lenguaje esclarecedor, las rimas del poema del
discernimiento, el código con el que el universo ha
cifrado todas sus claves.” (p.1, 2009)
La invención de los números cambió también la
existencia de los seres humanos. Los números no
son tan sólo una parte de nuestro lenguaje oral o
escrito, sino que son una herramienta fundamental
en nuestra sociedad que permiten, por ejemplo,
medir, establecer una ubicación física o temporal,
contar, ordenar y clasificar, comprar y vender; de
hecho, desarrollar toda la economía o codificar, si
hablamos de su papel en la presente era digital. Su
creación necesitó también de un significativo
proceso de abstracción que le llevaría varios
milenios a la humanidad.
Pero, además, se produjo un avance
significativo hacia el concepto de número, porque
el ser humano introdujo una familia de objetos de
referencia, ya fuesen estos los dedos de las manos,
piedras, nudos en una cuerda, muescas en el
suelo, en un palo o en un hueso, para poder
asociar cualquier cantidad de animales, plantas u
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objetos con el mismo número del conjunto de
referencia. Así, dos ovejas se correspondían con
dos dedos, dos muescas con dos piedras, cinco
personas con cinco muescas. Éste fue el origen del
primer concepto de número desarrollado por la
humanidad, así como el proceso de contar
asociado, operación que consiste en añadir un
objeto de referencia más por cada nuevo sujeto a
contar. Esos elementos de referencia “inventados”
se podían utilizar para “contar” cualquier conjunto
de objetos y eran manejados por todas las
personas de una misma zona.
Los inicios
Las primeras evidencias de registros numéricos son
de hace más de 30,000 años: un hueso (peroné)
de babuino con 29 muescas y un hueso (tibia) de
lobo con 57 muescas, agrupadas de 5 en 5.
Tengamos en cuenta que si se utilizaban partes del
cuerpo humano o materiales degradables el
registro desaparecía.
Figura 1. Hueso de Ishango. Es un hueso (peroné) de
babuino del periodo paleolítico superior (aprox. 20,000
años antes de nuestra era) que contiene tres grupos de
muestras, quizás como parte de un proceso de contar
animales u objetos o una referencia calendárica.
Fuente: Institut Royal des Sciencies naturelles de
Belgique, Bruxelles (Wikimedia Commons) [f1].
Georges Ifrah, en Historia universal de las cifras
(1994), narra la historia de un pueblo de
Madagascar que para contar el número de
soldados de su ejército, éstos pasaban en fila y
cada uno depositaba un guijarro (piedra) en una
pequeña zanja en el suelo. Cuando llegaba el
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décimo soldado, éste extraía las diez piedras de la
misma y en su lugar colocaba otra piedra en una
segunda hendidura, reservada para las decenas.
Raúl Ibáñez en su libro Los secretos de la
multiplicación. De los babilonios a los ordenadores
(2019) establece lo siguiente:
“Hacia el final de la prehistoria de la humanidad, el
ser humano empezó a asentarse, abandonando su
vida nómada, y con los asentamientos inició el
desarrollo de la agricultura y la ganadería, y fruto de
todo ello se originó el comercio, primero el
intercambio de productos y, posteriormente, la
compra-venta. Después empezó a vivir en grandes
asentamientos, en ciudades, lo que llevó a la
organización y gobierno de las mismas, y de otras
estructuras socioeconómicas más amplias, a la
creación de servicios y a un mayor comercio. Los
números y la aritmética se hicieron fundamentales en
estas sociedades, fue el origen de la contabilidad,
incluso existieron profesionales dedicados a las
labores aritméticas y de registro contable y de
diferentes informaciones estadísticas, como los
abaquistas sumerios o los quipucamayos del Imperio
inca.” (Ibáñez, 2019)
Figura 2. Ilustración del intercambio de productos como
el origen del comercio [f2].
Los sumerios
Los primeros números que utilizaron los sumerios o
los elamitas fueron “cálculos”, objetos de barro de
diferentes formas y tamaños que utilizaron tanto
para representar los números como para realizar
con ellos las operaciones aritméticas. Su
antigüedad se remonta, al menos, al milenio IV
antes de nuestra era.
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Figura 3. Cifras básicas sumerias que consisten en una
serie de “cálculos” de arcilla con diferentes formas.
Fuente: De Las cifras, historia de una gran invención (p.
128) por Ifrah Georges, 1994, España: Alianza Editorial.
Numeración Egipcia
Sin embargo, parece ser que los egipcios se
adelantaron en casi un milenio, ya que en tiempos
de la primera dinastía este pueblo contaba con
un sistema decimal funcional que podía seguir el
cómputo de hasta millones de unidades (a ello se
le denomina sistema numeral hierático). Existían
una serie de símbolos o signos separados para
cada número hasta el nueve y para cada
potencia de 10. No obstante, ellos no conocieron
el número cero.
Figura 4. La forma de los números egipcios [f3].
Numeración babilónica
La numeración primitiva no era decimal, no tenía
como base la decena. El sistema babilónico
utilizado aproximadamente sobre el 1,800 a. C.
tenía como referente el número 60, y fue por ello
por lo que el cómputo del tiempo se ciñó a esa
unidad de medida (recordemos que inicialmente
no existía el número cero).
La ciudad de Babilonia, que era una ciudad-
estado de los pueblos de Mesopotamia, alcanzó
gran importancia y se sabe de una gran cantidad
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de tablillas de arcillas (un millón
aproximadamente) que han sido recuperadas de
las arenas del valle de Mesopotamia. De esa gran
cantidad de tablillas unas pocas (se cuentan en
cientos) tratan de astronomía y matemáticas, lo
que muestra que dicha cultura tenía un gran
dominio de estas disciplinas. En especial eran
astrónomos expertos que desarrollaron un
simbolismo sistemático y sofisticado para los
números que utilizaron para sus cálculos
astronómicos (Stewar, 2012).
El gran matemático y divulgador Ian Stewart nos
cuenta lo siguiente en su maravilloso libro Historia
de las matemáticas en los últimos 10,000 años
(2012):
“Los símbolos numerales babilónicos van mucho más
allá de un simple sistema de recuento, y son los más
antiguos símbolos conocidos en hacerlo. Se utilizan
dos tipos diferentes de cuña: una cuña delgada y
vertical para representar el número 1, y una cuña
gruesa horizontal para el número 10. Estas cuñas se
disponían en grupos para indicar los números 2-9 y 20-
50. Sin embargo, esta pauta se detiene en 59, y la
cuña delgada toma entonces un segundo
significado, el número 60. Se dice por ello que el
sistema de numeración babilónico es de «base 60», o
sexagesimal. Es decir, el valor de un símbolo puede
ser un número, o 60 veces dicho número, o 60 veces
60 veces dicho número, dependiendo de la posición
del símbolo. En esto es similar a nuestro familiar
sistema decimal, en el que el valor de un símbolo se
multiplica por 10, o por 100, o por 1.000, dependiendo
de su posición.”
Figura 5. Numeración de los babilonios [f4].
Los griegos
Los helenos motivados por los avances egipcios y
fenicios, crearon los números griegos buscando
perfeccionar los sistemas numéricos existentes en
ese momento. De hecho, este método numeral
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que emplean las letras del alfabeto griego se
siguen usando hoy en día para escribir los números
ordinales.
Figura 6. Numeración de los griegos [f5].
El primer sistema de números griegos se
desarrolló aproximadamente en el año 600 a. C.,
siendo un mecanismo de base decimal que
usaba símbolos para representar las cantidades.
Así, estas grafías se empleaban de manera aditiva
para completar una cifra.
Al este respecto, para escribir la unidad y los
números hasta el cuatro se utilizaban trazos
verticales; adicionalmente, la letra inicial de las
palabras πεντε o pénte para el 5, δεκα o déka para
el 10, ηεκατον o hekatón para el 100, χιλιοι
o chílioi para el 1000, y μυριας o myrías para el
10,000. Por esta razón, este sistema recibió el
nombre de ático o acrofónico.
Hacia el 500 a. C. los griegos utilizaban ya,
como números, las letras de su alfabeto. De este
modo, la letra 𝛼 equivalía al número 1. Este sistema
carente de ceros se empleó durante mil años. Los
judíos primero y los árabes más tarde lo adaptaron
a sus propios alfabetos.
Ya por aquel tiempo, al no existir todavía las
calculadoras, las cuentas se hacían con en
el ábaco, un aparato manual consistente en varias
hileras de pequeñas piedras móviles ensartadas,
de donde derivó el término “cálculo”, del
latín calculus o «piedrecita».
Los chinos
La civilización de la antigua China se asentó del
año 2000 a. C. hasta el 200 d. C. Ocuparon la zona
del sureste asiático, en la zona ocupada ahora por
países como China, Japón, Corea, Taiwan y
Vietnam.
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 Esta civilización inventa, entre otras cosas, la
pólvora, la tinta y el papel y tiene un sistema de
numeración posicional multiplicativo de base 10
(también usaban un ábaco para las operaciones).
Figura 10. Números chinos. Fuente: composición a partir
de la Figura 8.

Es posicional multiplicativo. Las unidades a la

izquierda se van colocando a medida que crece
el número.

Figura 7. Ilustración del ábaco. Fuente: elaboración

propia.

La numeración de esta cultura estaba formada

por 14 signos fundamentales que designan las Figura 11. Descripción de una cantidad en números
nueve unidades y las primeras cinco potencias de chinos. Fuente: composición a partir de la Figura 8.
10. Los números restantes se obtienen combinado
estos números fundamentales. Los romanos

Los romanos mejoraron el sistema numérico

introduciendo nuevos números, como por ejemplo
el 5, el 50 y el 500 que corresponden a las letras V,
L y D, respectivamente.

Establecieron asimismo una novedad

Figura 8. Los símbolos numéricos chinos [f6].
Para escribir un número realizaban su
descomposición y luego reemplazaban por el
número correspondiente. Veamos algunas de las
propiedades que tenían tales números.
importante: la colocación de un símbolo delante o
detrás de otro de mayor valor restaba o se sumaba
a éste: XL era 50−10, y LX era 50 + 10.
Pero este sistema de dar a las letras valor
numérico dificultaba la realización de operaciones
aritméticas, y multiplicar grandes cantidades
resultaba imposible.

Es aditivo. Para formar una cantidad se suman

los símbolos básicos: para poner 20 se pone el 2 y
luego el símbolo de las decenas, que sería como
decir 2·10 (multiplicativo) y luego se añade el
símbolo 5.

Figura 9. Descripcion china del numero 25. Fuente:

composición a partir de la Figura 8.

Es decimal. Usa símbolos para las potencias de

10. Es decir, cuando llegamos al 9 añadimos un Figura 12. Numeración romana [f7].
símbolo a la izquierda que significa 10 del orden
inferior.

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 Los romanos realizaron una importante
aportación como es el uso de la notación numeral
que se encuentra actualmente en las
calculadoras, es la notación científica para
números muy grandes o muy pequeños.
Históricamente, su creación se le adjudica al
matemático Arquímedes. El primer intento de
representar números demasiado grandes fue
descrito en su obra El contador de Arena en el siglo
III a. C. Él ideó un sistema de representación
numérica para estimar cuántos granos de arena
existían en el universo, y lo curioso es que
Arquímedes estimó que había un total de 1063
granos… ¡parece que se quedó muy corto en su
cálculo!
Hablando de notación científica (que
necesariamente tiene que ver con exponentes), se
sabe que la raíz etimológica de la palabra
“exponente” proviene del latín exponentis («el que
pone a la vista»), cuyas componentes son ex
(«hacia afuera») y ponere («poner»), que al usarse
en matemáticas como una manera abreviada de
escribir cifras muy grandes es “muy notoria” su
simbología (por ejemplo: 26 ).
Los mayas
En la civilización amerindia de los mayas la base
era el número 20 al emplear los dedos de pies y
manos. Fue el primer pueblo en emplear el 0, que
más que un número era un concepto no
operativo.
Los números mayas se leían de abajo arriba, se
escribían en columnas y utilizaron la base 20. No se
conoce representación gráfica de su numeración
anterior al siglo III de nuestra era.
Figura 14. Numeración maya [f8].
La palabra “cero” es sánscrita y proviene
de sunya («nada»), y se indicaba con una coma.
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Los árabes, tras conocer sus posibilidades, lo
llamaron sifr («vacío»). Posteriormente fue
“latinizada” por Leonardo de Pisa con el
término zephirum, de donde derivó el vocablo
castellano “cero”.
Numeración hindú
El origen de nuestro actual sistema fue iniciado
hace 1,200 años por los hindúes. Los árabes, en sus
viajes comerciales por la India, se encontraron con
un libro sobre aritmética escrito por un hindú y
tradujeron el sistema para usarlo ellos. El libro llegó
finalmente a Europa y fue traducido al latín. Como
fue escrito a mano y en su representación este
sistema era más difícil de usar que el romano, el
sistema no fue asumido rápidamente y por ello
sufrió considerables cambios con las diferentes
copias manuscritas que se iban haciendo.
Finalmente, en 1415, se inventó la imprenta
haciendo menos fácil el cambio de los símbolos.
Con el aumento del trabajo científico se convirtió
en una necesidad para el cálculo que
anteriormente no lo era con la contabilidad. Un
segundo aporte del sistema hindú es la
introducción del cero.
Los números indoarábigos usados hoy día
realmente son originarios de la India. Esta
civilización, por cuenta propia, hizo grandes
avances científicos. Por ejemplo, los astrónomos
indios sabían que la tierra giraba sobre su eje y que
se movía alrededor del sol, hecho que en Europa
sólo se conoció más de mil años después gracias a
los trabajos de Copérnico. También calcularon el
diámetro de la tierra con un error inferior al 1% del
aceptado actualmente y fueron los primeros en
describir las deudas acompañando las cifras con
un signo (el menos).
Sin lugar a dudas, uno de los aportes más
grandes de esta civilización fue su sistema de
numeración que se desarrolló hacia el siglo V.
Existen grandes diferencias entre el sistema de la
India y los provenientes de Grecia, Egipto y Roma.
Una de ellas es que este sistema distinguía el
número cero, mientras que en los demás dicho
número no existía. Esta diferencia, que en principio
parece trivial, es muy importante. Gracias a ella se
deriva otra de gran importancia: con sólo diez
símbolos y, usando la posición en la que se
escriben, el sistema indoarábigo tiene la
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capacidad de representar cantidades
grandes o pequeñas como se quiera.
Los números como los conocemos hoy en día
Los números actuales aparecieron en la India,
donde se inventó hacia el siglo V la aritmética de
posición decimal y el uso del 0. El primer ejemplo
del uso de la numeración decimal data del 595, en
que se incluye el uso funcional del 0 (un punto
como símbolo). Fue allí donde se comenzó a
contar del 1 al 10, como lo hacemos en la
actualidad. Existe referencia concreta a
la numeración indostánica en una nota escrita por
el obispo Severus Sebokht hacia el 650, que habla
de “los nuevos signos”.
A finales del siglo VIII se trasladaron a Bagdad
unas tablas astronómicas en las que ya podían
verse los nuevos números. En la China del siglo IX,
el 0 empezó a representarse de la misma forma
que hoy: un circulito
De la India tomaron el sistema los árabes. En el
año 825 Muhammad ibn Musa al-Khwarizmi
publicó en Bagdad su tratado de álgebra (de su
apellido deriva la palabra guarismo). El librito de al-
Khwarizmi sería traducido al latín por Adelardo de
Bath tres siglos más tarde.
Figura 15. Ilustración de Muhammad ibn Musa al-
Khwarizmi [f9].
Al-Khwarizmi
Matemático y astrónomo árabe. Su principal
aportación fue la de introducir a los matemáticos
europeos en los numerales indoarábigos y en los
principios fundamentales del álgebra.
Al-Khwarizmi vivió en Bagdad bajo los califatos
de al-Ma'mum y al-Mu'tasim, en la edad de oro de
la ciencia islámica. Su obra Kitab al-jabr wa al-
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tan muqabalah fue traducida al latín en el siglo XII
dando origen al término "álgebra". En ella se
compilan una serie de reglas para obtener las
soluciones aritméticas de las ecuaciones lineales y
de las cuadráticas; su método de resolución de
tales ecuaciones no difiere en esencia del
empleado en nuestros días.
Figura 16. Ilustración de Al-Khwarizmi [f10].
Otra obra de este insigne matemático árabe,
de la que sólo se conserva su traducción al latín,
es Algoritmi de numero Indorum, de la que se
derivó a su vez el término "algoritmo".
En la ciudad española de Córdoba se conocía
ya tal novedad en el 976. De este año se conserva
un valioso manuscrito que contiene los nuevos
símbolos numéricos.
Es claro que estos adelantos llegaron al resto de
Europa a través de España hacia el siglo X, fecha
en que viajó a Córdoba el monje francés Gerbert
de Auvergnat, que en el 999 fue proclamado Papa
con el nombre de Silvestre II. Fue el Papa que más
contribuyó a difundir la nueva numeración,
aunque tardó en imponerse.
La ciencia árabe, más avanzada que la
cristiana en la Edad Media, no tardó en abrirse
paso, y hacia 1200 Leonardo de Pisa escribió
su Liber Abaci. La numeración de diez cifras estaba
ya consagrada, pero de ninguna manera quería
decir que tuvieran una acogida universal, pues se
sabe que en la Europa de 1300 estaba prohibida
la numeración arábiga en las transacciones
comerciales, ya que se podían falsificar los
números con mayor facilidad que la numeración
romana.
Leonardo Fibonacci
Leonardo Bigollo, también llamado Leonardo
Fibonacci, Leonardo Pisano, Leonardo Bonacci o
Fibonacci (Pisa, actual Italia, 1175-1240), fue un
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matemático italiano que difundió en occidente los
conocimientos científicos del mundo árabe, los
cuales recopiló en el Liber Abaci («Libro del
ábaco»). Popularizó el uso de las cifras árabes y
expuso los principios de la trigonometría en su
obra Practica Geometriae («Práctica de la
geometría»). Cronológicamente hablando,
Fibonacci es considerado como el primer
algebrista de Europa y el introductor del sistema
numérico árabe.
Su apodo, Fibonacci, significa filius Bonacci o
«hijo de Bonacci». Fibonacci fue educado en el
norte de África (Argelia) donde aprendió "el
ábaco, al uso de los indios". Su padre, Guillermo,
tuvo un puesto diplomático (era funcionario de
aduanas). El trabajo de su padre era representar a
los comerciantes de la república de Pisa que
operaban en Bugia, más tarde llamada Bougie y
ahora llamada Bugía.
Debido a la labor de su padre, por razones de
tipo comercial, Fibonacci tuvo la oportunidad de
conocer todo lo que de esta ciencia se enseñaba
en Egipto, en Siria, en Sicilia y en Provenza. Al
material así reunido le dio un orden, una unidad de
método y una claridad de enseñanza en el Liber
Abaci, que, como modelo de texto universitario,
sirvió también, por su caudal de ejemplos, para la
compilación de manuales de aritmética para uso
de los comerciantes. Escrita en 1202 y ampliada en
una segunda redacción en 1228, la obra contiene
quince capítulos en donde se expone la
numeración de las nueve cifras que Fibonacci
llama "indias" y que, en efecto, son diez, porque es
necesario añadirles el cero Quod arabice
zephirum apellatur.
Figura 17. Ilustración de Leonardo de Pisa [f11].
Del Cero al infinito
Ese simple símbolo disparó la capacidad de los
matemáticos para operar con números tan
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grandes como quisiesen. Pero los grandes sabios
del período clásico de las matemáticas en la
India fueron mucho más allá. No sólo usaron el
cero como una simple cifra, con la cual completar
su sistema numérico posicional, sino que lo
convirtieron en un número independiente y con
entidad propia que comenzaron a emplear en
operaciones aritméticas (suma, resta,
multiplicación y división). Apoyados en ese
concepto del cero, aquellos sobresalientes
matemáticos realizaron durante casi mil años (del
siglo IV al XIII) una sosegada revolución
matemática.
Herederos de los griegos, los indios recogieron su
testigo en la historia de las matemáticas para
profundizar en la aritmética —separándola de la
geometría— y sentar las bases del álgebra (que
luego desarrollaron los árabes). Entre esos
matemáticos destacaron Aryabhata (siglo VI),
Brahmagupta (siglo VII), Mahavira (siglo IX) y
Bhaskara II (siglo XII). En torno al año 500,
Aryabhata ideó un sistema decimal de
numeración posicional que describe en su
tratado Aryabhatiya, un poema escrito en
sánscrito compuesto por 121 versos. Aunque no
propone todavía un símbolo para el cero, sí escribe
la palabra kha («vacío») en su lugar.
El sistema decimal posicional con la inclusión del
cero —el que usamos hoy en día— tiene la ventaja
de permitir escribir cualquier número con sólo 10
dígitos diferentes (0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), lo
que facilita operar con cantidades muy grandes
frente, por ejemplo, al sistema numérico romano
(basado en las letras I, V, X, L, C, D y M, que
representan los números 1, 5, 10, 50, 100, 500 y
1.000).
En un sistema posicional, el valor de cada dígito
depende de su posición dentro del número.
Para números enteros, comenzando de derecha a
izquierda, el primer dígito se corresponde con las
unidades, el segundo corresponde a las decenas,
el tercero a las centenas y así sucesivamente (por
ejemplo: 5, 876 = 5,000+800+70+6). En los sistemas
no posicionales (como el romano) un símbolo
siempre tiene el mismo valor, sin importar la
posición que ocupe —lo cual requiere tal cantidad
de símbolos para los números grandes que los
hace poco prácticos para realizar operaciones
con ellos (por ejemplo: en números romanos, 5, 876
es MMMMMDCCCLXXVI).
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 En el siglo VII, los escritos del
matemático Brahmagupta fueron los primeros
conocidos en los que se considera el cero como
un número (no sólo un dígito marcador de
posición) y la manera de operar con él. Este
matemático lo definió como el resultado de restar
un número de sí mismo y apuntó algunas
propiedades del nuevo número: cuando el cero se
suma o se resta a una cantidad, ésta permanece
inalterada. Brahmagupta también introdujo los
números negativos en sus escritos para indicar
deudas, mientras los positivos representaban
fortunas. Así, por ejemplo, explica que una deuda
menos el cero es una deuda, una fortuna restada
del cero es una deuda o el producto de dos
deudas es una fortuna.
Figura 18. Comparación de diferentes
numéricos [f12].
Pero Brahmagupta se encontró con un
problema cuando trató de dividir uno entre cero.
¿Qué número multiplicado por cero es igual a
uno? La solución requeriría de un nuevo concepto
matemático que es motivo de otro artículo: el
infinito.
Figura 19. Ilustración del símbolo infinito [f13].
Como podrá ver apreciado lector, la historia de
las matemáticas no es lineal y progresiva como
podría pensarse, sino que se va modificando en la
medida en que las obras de los hombres
involucrados son tomadas en cuenta y difundidas
según las necesidades particulares de un contexto
Año 7 Núm. 21 septiembre-diciembre 2021
histórico, es decir, la matemática es un producto
de las culturas y los consensos humanos.
Blanca Olivia Vite del Ángel
Docente en el Instituto Tecnológico Superior de Álamo
Temapache.
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Tlahuizcalli ISSN: 2448-7260
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numeros-mayas/
[f13] shorturl.at/vSWZ4
[f9] shorturl.at/pvL27

[f10] shorturl.at/joCOU

[f11] shorturl.at/bhBLN

De acuerdo con el Estilo APA 6,

Se sugiere citar este artículo de la siguiente manera:

Vite, B. (2021). El origen de nuestros símbolos numéricos: una mirada a su evolución. Tlahuizcalli, 7(21), 34-43.
https://sites.google.com/site/eaecbpublicaciones/

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Tlahuizcalli ISSN: 2448-7260 Año 7 Núm. 21 septiembre-diciembre 2021