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Esta lista de herramientas y mecanismos para poner en práctica durante las crisis está basada
en experiencias de pacientes reales, lo cual no significa que tenga que ser de utilidad para
todo aquel que los ponga en práctica en un determinado momento. Cada sujeto tiene la
responsabilidad de explorar las diferentes opciones con la intención de conocer cuáles
reducen la intensidad emocional en su caso, aunque solo sea parcialmente. Es posible
transformarlos y modificarlos para adaptarlos a tu caso. Utiliza la creatividad.
No siempre funcionarán porque el éxito dependerá de la gravedad de la crisis y de la forma
en que se lleven a cabo los ejercicios. En ocasiones se necesita cierto tiempo para instaurar el
hábito y así saber si son adaptativas o no. Recordar que el objetivo no es erradicar
repentinamente el sufrimiento sino reducirlo para hacerlo más tolerable y dar la
oportunidad a nuestro organismo de habituarse sin necesidad de hacer uso de mecanismos
desadaptativos como compras compulsivas, conductas autolesivas, abuso de sustancias,
episodios de rabia o atracones de comida que suponen un problema añadido en el largo plazo
y que no permiten a nuestro organismo hacerse fuertes antes el sufrimiento que genere
cualquier emoción intensa, impidiendo la habituación a los estímulos internos.
El objetivo final es que cada persona construya su propio ritual personalizado combinando
varias estrategias adaptativas anticrisis, instaurando este ritual como hábito en la mayoría de
las crisis y aumentando gradualmente la seguridad ante la gestión de las mismas.
- Llanto y grito: estar atentos a las señales que indican la necesidad de expresar
mediante el llanto para no reprimirlo de forma inconsciente. Ignorar ese miedo a
dejarte llevar por un episodio depresivo si te permites llorar. El llanto es una
herramienta temporal que podemos utilizar cuando lo consideremos oportuno y que
nos regula emocionalmente. El grito, especialmente cuando el sufrimiento se siente
en la garganta, es un mecanismo de regulación muy útil que el entorno no suele
permitir. Lo conveniente es tener un lugar natural cercano y no concurrido donde
poder gritar sin ser escuchado. En todo caso, a riesgo de ser escuchado y etiquetado
como “loco”, lo recomiendo igualmente. El autocuidado está por encima del juicio
ajeno. Si no te convence, otra opción es tratar de gritar sin emitir ruido, combinado,
por ejemplo, con el ejercicio de apretar los puños.
- Expresión artística catártica: danzar o bailar sin reglas y sin prestar atención a la
técnica, dejando que tu cuerpo se adecue a la música de forma libre y aceptando la
posible vergüenza desencadenada por el autojuicio. Pintar o dibujar para expresar lo
que sientes, cantar o cualquier actividad artística que permita expresar la locura que
experimentamos cuando la crisis nos invade, con el objetivo de relativizar lo sucedido
y permitirnos la regulación organísmica. Puede parecer absurdo pensar en realizar
estas actividades cuando estamos inmersos en una crisis, pero funciona. Posibilitamos
nuevamente la unión entre cerebro y cuerpo.
- Imaginación: hay diferentes ejercicios que utilizan la imaginación. Imaginar con todo
lujo de detalles tu lugar ideal, la cara de una persona querida, una situación positiva
del pasado o incluso imaginar que estás realizando el comportamiento desadaptativo
(atracón, compra compulsiva, consumo de sustancia, etc.) para engañar a tu cerebro.
Esta última opción no es aconsejable en todos los casos. Hay que consultar con el
psicoterapeuta previamente.
- Distracción: ver una película/ serie, escuchar un podcast o jugar a videojuegos puede
valer para sobrellevar una crisis, pero no hay que olvidar que es una forma de evitarla,
por tanto, no se puede abusar de esta estrategia. Debe utilizarse como un descanso
temporal en la exposición a la crisis, no como única vía para gestionarla.