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MARÍA CAMILA ESPINOSA GOEZ

11-1
LA ÚLTIMA CARTA

Una noche… Mi última noche. Estaba seguro de que era la


última. Toda esperanza se había esfumado de mi ser al creer que
podría regresar a casa. Pero no, la situación era aún más
complicada de lo que yo creía.
Caía una fuerte lluvia esa noche, indicando el final.
Me encontraba en una trinchera que apenas lograba protegerme
de la gran lluvia en ese lugar.

Escuchaba a lo lejos cómo aquellos cañones retumbaban en mis


oídos, y no solamente eso. También podía escuchar disparos que
iban en diferentes direcciones.

Mi vista podía observar a muchos de mis compañeros soldados


con graves heridas, e incluso algunos gritaban de desesperación
para que los pudieran ayudar. Aún así… ¿Quién podría
ayudarlos? Era claro que nadie, absolutamente nadie podría.

Era algo imposible, claro, pero lamentablemente no se podía


hacer mucho. ¿Y me duele? Por supuesto, ya que pasamos muy
buenos momentos juntos mientras batallábamos, como hace solo
días atrás. Una de esas noches frías, aunque el ambiente era
alegre, los soldados estaban felices a pesar del clima frío.
Hicimos un mini festín que incluía comida, historias, chistes y
risas. Sí, aunque era un suceso muy reciente, se me hizo un
recuerdo muy agradable a mi parecer.

Era desgarrador, lo sé, porque sé que no podría ayudarlos, a


pesar de que en estas batallas nos dábamos una mano. Siempre
nos apoyábamos, pero este era uno de los momentos en los
cuales tenías que sobrevivir sin importar lo demás, claro, eso sí
lograbas sobrevivir.

Pero era algo completamente imposible. Me encontraba mal, no


tenía más fuerzas para dar lo último de mí… El enemigo esta vez
era el doble o incluso el triple más fuerte que nuestro batallón.

Lo único que se me ocurrió en aquel momento desesperante fue


sacar una libreta pequeña, algo dañada, para poder escribirle una
carta al amor de mi vida.

Sí, tengo una maravillosa mujer que me espera en casa.

Lamentablemente no podré llegar.

Con mis manos temblorosas, abrí la libreta.

Saqué un pequeño lápiz que tenía en uno de los bolsillos del


pantalón que llevaba puesto para empezar a escribir…
Para mi querida Alana:

Mi amor… La que le da luz a mi vida.

Lamento demasiado no poder cumplir mi promesa. Sé que te dije


que volvería a casa a salvo, pero sé que estoy destinado a morir.
Lo he reconocido, no hay salida.

De verdad hice lo que pude para sobrevivir, para poder volver


contigo, pero no vi una salida para esta situación, no pude
encontrar aquella luz al final del túnel.

A pesar de lo mal que la estoy pasando en este momento, mi


mente no ha dejado de pensar en ti en ningún momento, ni el
más mínimo segundo.

Entonces me gustaría dejarte en esta carta lo mucho que has


significado para mí y cómo cada recuerdo contigo ha iluminado
mi vida en medio de las sombras de la guerra.

Mi primer recuerdo es aquel día en el que nos conocimos…


(… )
Me encontraba en el salón de clases algo aburrido. Veía a mi
alrededor a diferentes compañeros que estaban en grupos, y en
cada uno de ellos, tenían un tema de conversación diferente.
Sin nada más, suspiré y me dediqué a ver por la ventana, ya que
mi asiento estaba ubicado en una esquina que daba lugar a una
pequeña ventana.

Al visualizar lo que había después de esta, solo se podía


observar un gran patio con una gran variedad de flores y
animales. Era un lugar que no era muy habitado por los
estudiantes, sin duda. Aún así, era mucho mejor que estuviese
solo para que este pudiera conservar su belleza.

En el momento en que observaba cada flor que se podía ver allí,


vi como una figura femenina se adentraba al patio para poder
admirar esa gran multitud de flores.

Yo a través de la ventana, solo la observaba con cierta


curiosidad, ya que analizando su rostro se podía ver un tipo de
fascinación por lo que pude mirar en sus facciones, porque en
cierto punto, el lugar era precioso, ya que contrataban a alguien
para hacerle mantenimiento y cuidar aquel lugar.

Ella, mientras admiraba el lugar, se percató de mi mirada, en un


solo segundo giró su cabeza en dirección para saber quien la
observaba, lo que su vista dio al salón y me pudo observar
fijamente a través de la ventana. Para ella solo fue un momento,
pero para mí fue la eternidad, quedé sorprendido por su belleza
irreal.
Tenía un rostro que, a mi parecer, era simplemente único.

Esta hermosa mujer irradiaba una gran belleza serena. Su piel se


veía realmente suave como un pétalo de una rosa, un tono como
el de la misma nieve, una infinidad de pecas que rodeaban todo
aquel bello rostro. Sus ojos, profundos y expresivos, eran de un
azul intenso que parecía reflejar el propio cielo. Unas largas
pestañas y cejas pobladas. Su nariz ligeramente respingada, y su
boca, con labios carnosos y sonrisa encantadora, parecía capaz
de iluminar incluso los días más oscuros. Su mentón, elegante y
definido, completaba la armonía de su rostro. Además su
cabello… Ondulado y de tono rojizo, al exponerse ante el sol, su
cabello parecía una gran llama radiante, simplemente hermoso.

Ella inmediatamente giró su cabeza algo avergonzada al ver que


yo la observaba y decidió salir de aquel lugar.

Ella sin duda me había flechado.

Siento unas palmaditas en mi hombro— Hey bro, ¿qué veías?—


mencionó mi amigo con curiosidad.

—Realmente nada interesante solo estaba algo aburrido y decidí


ver la nada—dije mientras solté una pequeña risa por no decirle
lo que exactamente veía y solo me miraba con molestia por no
decirle—si bueno como digas, igual no me lo vas a contar.
Cambiando de tema, si quieres puedes venir conmigo que estoy
con los demás,
Estamos jugando mientras el maestro viene, ¿te apuntas?—Me
miró con ojos de cachorro para que dijera si.

—Va, igual no estoy haciendo nada—Grito emocionado y me


levanté para ir donde se encontraban los demás.
(…)
Esa fue la vez que pude conocerte, aunque no soltamos ni una
palabra. Solamente nuestras miradas, eso fue lo suficiente para
dejarme enamorado, porque ese día pude admirar por primera
vez tu gran belleza. El mismo día que mi vida iba a cambiar para
siempre debido a tu simple presencia.

Se que fue al tiempo después en el que tuve el valor suficiente


para poder hablarte y fue lo mejor que pude hacer, porque si tu
belleza era de por sí, increíble, tu personalidad ni podría definir lo
que va más allá de lo extraordinario.

También recuerdo aquella vez donde te pedí ser mi novia…


(…)
Me sentía sumamente nervioso, pero, ¿por qué lo estaría?, todo
este caos era por una simple razón.

Alana, ella era la razón, era ella la que causaba tanto caos en mi
interior, es que ella era la única persona que ponía mis
emociones y sentimientos como una montaña rusa y estaba aún
más alterado porque pensaba declararme y pedirle que fuera mi
novia, ya que había entablado una muy bonita relación con ella
desde que la conocí en aquel día, desde entonces no nos
separamos— decía mientras me terminaba de organizar— se
que todo va a salir bien— lo decía mientras me miraba en el
espejo para darme ánimos.

Caminaba junto a ella, en la arena, porque ese día la invitaba a la
playa. Era un día bastante tranquilo, incluso no había muchas
personas merodeando el lugar.

—No te parece que hoy el día está hermoso— me decía ella con
aquella voz dulce que tanto me encantaba escuchar.

—Claro, hoy es un día estupendo, y este lugar lo hace ver aún


más hermoso— la miré y le solté una pequeña sonrisa.

—Si es verdad, gracias por traerme, me gustaría que viniéramos


acá más seguido, es increíble admirar estos lugares—decía ella
con emoción—Claro, prometo traerte todas las veces que tú
quieras— le di mi más sincera sonrisa.

Era el momento o me acobardaría—Emm… Alana— le hablé algo


nervioso mientras seguíamos caminando por la playa.

—¿Sí? —volteó a verme para poner toda su atención en mí.


—Quiero decirte algo desde hace un tiempo, pero no me dan las
palabras— Dije mientras agachaba la cabeza algo nervioso.

Me miró algo preocupada—¿qué pasa?, cualquier cosa no dudes


en decírmelo—me dijo con ánimo mientras seguíamos
caminando.

—No te preocupes, no es algo malo, solo que no sé cómo decirte


esto— me quedaba sin palabras por lo nervioso que estaba, pero
ella estaba atenta a cualquier movimiento mío para dar entender
que tenía su atención.

Tomé una bocanada de aire para después expulsarlo


suavemente.

Tomé sus manos y las entrelacé con las mías.

Lo cual ella confundida y preocupada a la vez, se me quedó


mirando para poder escuchar mis palabras que iban a salir de mi
boca.

— Tú me gustas, Alana, y mucho. Me he enamorado de ti


desde que te conocí en aquel día, a pesar de que no
tuvimos nuestra primera conversación aquella vez, sabía
que de alguna forma tu persona estaría en mi vida para
mejorarla y cambiarla. Y realmente me gustaría estar
contigo porque eres una mujer maravillosa y grandiosa,
además quiero ser el hombre del cual quiere hacerte sentir
amada y valorada. En resumen de todo esto… ¿Quieres ser
mi novia? De seguro te haría muy feliz y te amaría como tú
no tienes idea— dicho esto, mi corazón latía acelerado,
mientras esperaba una respuesta de esa bella mujer.

Pequeñas lágrimas salían de su hermoso rostro, sin embargo no


eran de tristeza, sino de felicidad— Sí, sí quiero ser tu novia, tú
también me has gustado desde hace un tiempo— dicho esto se
abalanzó hacia mí y me dio un gran beso.
(…)
Y eso que solamente son uno de los miles recuerdos que
tenemos. Mencionaría miles, pero igual no tengo mucho tiempo,
pero para esta carta me gustaría recordarte cosas simples.

Por ejemplo, las tardes en el parque, paseando de la mano,


conversando de cosas triviales, diciéndonos miles de cosas
hermosas. También hablando de cómo nos queríamos ver a
futuro con una bella casa, con nuestros hijos, una buena
estabilidad económica y emocional, muchas cosas y planes que
queríamos hacer juntos. De verdad, mi amor, yo quería hacer
todas esas cosas contigo, incluso pensaba que apenas terminara
toda esta mierda, iría para comprar una bella casa e irnos lejos
para terminar de hacer nuestras vidas.

También recuerdo nuestras noches íntimas.


Cuando aquella vez íbamos a hacer eso por primera vez, vi
inseguridad y nerviosismo en tu cuerpo y rostro al no saber qué
tenías que hacer. Yo simplemente te dije palabras para calmarte,
ya que quería que no tuvieras ese tipo de inseguridades, además
quería que sintieras que estarías a salvo conmigo porque sería la
última persona en esta tierra en hacerte daño.

Realmente fue una experiencia increíble, ya que pude conocer


cada parte de ti y admirarlo, y decirte lo hermosa que eres, y no
solamente de cuerpo sino de alma.

También recuerdo aquella vez en que nos casamos…


(…)
Estaba muy emocionado, porque me iba a casar con la mujer de
mis sueños, ya en tan solo unos minutos iba a ser mi esposa, era
lo que siempre esperé desde el primer momento.

Estaba yo en ese momento esperándola en la ceremonia. Había


demasiadas personas a mi alrededor también esperando a verla.

Cuando sonó la música, la vi tan bella como siempre con aquel


vestido… Se veía sumamente hermosa, era un momento tan
increíble, que se me hizo inevitable no llorar.

Cuando el padre de ella me la entregó para escuchar lo que diría


el padre. Se me acercó antes.
—Cuida bien de mi hija, te estoy dando mi confianza para que la
ames y la respetes— me lo dijo al oído— claro que lo haré —
respondí seguro de mis palabras. Sé que no la cambiaría por
nada. Vi que él se retiró y se sentó en una de las bancas.

—Entonces, Alana, ¿aceptas a Arthur como tu esposo en la salud


y en la enfermedad hasta que la muerte los separe? —mencionó
el padre.

—Sí, acepto —me miró con gran seguridad y un brillo se le


reflejaba en esos bellos ojos.

—Arthur, ¿aceptas como tu esposa a Alana en la salud y en la


enfermedad hasta que la muerte los separe? —Dijo el padre.

—Sí, acepto —le devolví la mirada con una gran sonrisa.

—Entonces, Arthur, puedes besar a la novia —dijo por último el


padre.

Recibí en mis brazos a esa bella mujer mientras le daba un gran


beso para sellar nuestro gran amor, mientras amigos y familiares
celebraban.
(…)
Desde ese día, saber que serías mía para siempre fue el mayor
regalo que la vida me pudo dar.

Tuvimos muchos grandes momentos. Es triste pensar y me duele


demasiado no poder cumplir con todo lo que te prometí.

Recuerdo también ese día en que el conflicto se estaba


complicando. Decidí ir a ayudar a mi país, uniéndome al ejército,
cuando tú me suplicaste que no me fuera porque no querías
quedarte sin mí y mencionaste más cosas para convencerme, a
lo cual yo, muy terco, no te hice caso. De verdad lo lamento
demasiado. Debí hacerte caso. Si no hubiese sido por mi
terquedad y ganas de ayudar, no te hubiera puesto a sufrir así.
Sé incluso que en este momento lloras por mí y esperas a cada
momento mi llegada, pero tristemente no podré cumplir. El
regreso que tanto esperas. Solamente me queda decirte que te
amo demasiado y si esta carta te llega, solo pido que no sigas
sufriendo por mí y mejor hagas tu vida con una persona mejor
que yo, lo cual sí te pueda cumplir todo lo que yo no te pude dar.

CON AMOR: TU AMADO ARTHUR.

Después de terminar de escribir la carta, solamente me recosté


en el barro. Estaba agotado y no daba para más. Me valía si
había un gran caos a mi alrededor. Igual ya no importaba. Mi
cuerpo exigía un descanso.
Cerré los ojos lentamente para lograr descansar.

FIN

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