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– ¿Oxidar?
– Sí. Estoy seguro que has visto el metal expuesto al agua y al ambiente por mucho
tiempo, ¿verdad?
– Sí.
– Y has sentido ese mismo óxido en tus dedos, como el de la hoja de la daga que
olvidaste un día en el jardín, o lo has escuchado en los goznes de aquella vieja puerta que
daba al invernadero, también lo percibiste ese peculiar olor cuando limpiamos las arandelas
del hogar, y lo probaste cuando usaste esa misma daga olvidada cuando cortaste una
– Lo sé, eres joven aún. Pero yo conocí a alguien que tenía el corazón así.
– Sólo me lo dijo.
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– ¿Por qué no me lo dices tú ahora? Estaremos toda la noche aquí.
– Está bien. Sólo déjame acercarme al fuego, porque hace un poco de frío ¿no lo
sientes?
– Ah, entonces soy yo. Bien, ella era una vieja amiga de la familia, y a mis padres les
gustaba invitarla a las fiestas que hacían, llenas de gala y lujos, ¿las recuerdas?
– Sí, claro.
– Ella iba muy a menudo, era amable y de sonrisa cordial, muy hermosa. Era unos
varios años mayor que yo; no obstante, algo en ella me atraía mucho y me provocaba estar
a su lado, aunque no de manera romántica… lo que me gustaba de ella era otra cosa, tal vez
que lucía elegante y refinada: recuerdo muy bien sus largos vestidos y su inmutable figura,
su cabello recogido hacia atrás con sus broches de piedras, los camafeos heredados de su
abuela, sus largas y gruesas capas cubriendo sus hombros, y su rostro afable envuelto en
– Sus ojos… eran lo más enigmático y triste de ella. Yo siempre lo supe, de una manera
u otra siempre supe que estaba triste, aunque en ese entonces no pudiera decir que era eso
lo que la caracterizaba.
Una vez, cuando yo era joven todavía, sólo un poco más joven que tú; mi padre hizo
una gran fiesta, una celebración, algo por lo que todos teníamos que estar alegres. Hubo
muchos invitados, y como es obvio, ella estaba entre toda esa gente que asistiría.
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Yo estaba emocionado, algunos de mis mejores amigos, que dejaban, junto conmigo, la
adolescencia, irían a ese baile; y la ocasión prometía diversión, música y baile… pero
Fue una de las primeras en llegar, yo ansiaba verla, siempre me había gustado admirarla
y escucharla platicar con mi madre, aunque yo nunca participara de sus asuntos. Pero esa
vez fue diferente, porque yo ya no era un niño. Arribó a nuestra mansión unos días antes de
la fiesta, una mañana, y eso me dio oportunidad de estar con ella por un buen tiempo y
Esta vez, cuando la vi llegar, me impresionó su belleza, habían pasado unos cinco años
desde que la había visto por última vez, pero parecía que no envejecía. Su sonrisa era la
misma y sus ojos seguían reflejando esa misma irresistible belleza triste. Lo único diferente
era su cabello pues dos franjas grises adornaban cada lado de su frente. Cuando bajé a
recibirla me saludó efusivamente y reconoció que yo había crecido y que era apuesto…
recuerdo que me sonrojé y me sentí avergonzado por ello. Después regresé a mis
ocupaciones aún apenado por el cumplido. Ese día por la tarde decidí salir a caminar en el
jardín, el crepúsculo del día se antojaba cálido y una suave brisa corría por entre las flores
liberando su suave perfume, era la época en que las plantas de nuestros jardines florecían.
Todo estaba envuelto en ese sutil y delicado aroma de los nuevos brotes y las flores recién
abiertas.
Caminé sin rumbo por los jardines un rato; para mi sorpresa ella había salido a caminar
al igual que yo, supongo que también para disfrutar de la agradable tarde. “¿Puedo
brazo después de algún tiempo. Anduvimos por un largo rato antes de que dijéramos nada.
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De pronto, comenzó a hablar conmigo. Me preguntó si sabía lo que era un corazón oxidado
– El corazón de una persona se oxida cuando las lágrimas que llora son silenciosas.
Cuando las lágrimas no resbalan por tus mejillas y parece que eres feliz aunque por dentro
– Es nocivo para el corazón que las lágrimas no salgan, porque hacen que el corazón se
oxide sin poder evitarlo. Eres joven, querido amigo, no sabes aún lo que es el dolor… – dijo
principia siendo bello, divino, sublime; y un buen día, sin saber cómo, te enamoras
perdidamente, y no hablo sólo del amor hacia una persona, puede ser amor a la vida, a lo
que inunda todo tu cuerpo, que te fortalece y te hace sentir completo; y eso está bien; pero
resquebraja, y entonces lloras, pero como no quieres ver tu sufrimiento, lloras hacia
adentro, sin que las lágrimas mojen tus mejillas, porque eres fuerte y soportas cualquier
dolor. Y tu corazón comienza a absorber toda la humedad que se queda dentro… ¿sabes
cómo se siente? Duele, duele mucho, primero duele el pecho cuando tomas aire, cuando
comes, cuando despiertas, cuando ves tu vida pasar frente a ti… eso es lo primero que se
siente, y pasas mucho tiempo con ese dolor, el dolor más puro que pueda haber, cuando ya
“Luego dejas de sentir, nada te hace sentir… ni siquiera los seres más queridos evocan
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desconocido, o una pequeña flor que se abre paso entre la nieve puedan darte un poco del
calor que te da el sentir, pero es sólo momentáneo, nada permanente y en cuanto la flor se
marchita, el sol se oculta y la sonrisa se borra, el frío vuelve a ti, porque debido a la falta de
sentir, llega el frío, un frío que invade tu ser, y que aunque te cubras con las mantas más
gruesas no se quita, y se hace crónico. Poco a poco, sientes que tu cuerpo se entumece, las
manos, los pies, los dedos… el corazón, por supuesto, todo en ti se entumece; y el resultado
Repliqué diciendo que ella parecía disfrutar de las reuniones y de los bailes y de la
compañía de la gente.
maneras posibles, apenado por lo que acababa de decir, y me sentí de esa manera hasta que
caminando. Me pidió que no me sintiera mal y me dijo que ella parecía alegre, pero que
sólo era un recuerdo de cuando podía sentir, no algo que sintiera dentro de su corazón.
Guardé silencio, tratando de asimilar lo que me acababa decir. Ella también se quedó
Le pregunté qué se sentía no poder sentir y al haber dicho esto me di cuenta de que la
– Cuando puedes sentir es cuando tu corazón reacciona ante algo, por ejemplo… el olor
de las flores llenando tus pulmones… una bella vista del mar… la brisa de verano… una
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Contesté que mi corazón se aceleraba y que una calidez muy agradable invadía mi
– Exactamente eso, eso es sentir… imagínate cómo sería si nada pudiera hacerte sentir
esa calidez.
Me observó con atención. Contesté que eso me haría muy infeliz. Bajó la vista y siguió
caminando a mi lado.
Ese día me había explicado qué era un corazón oxidado, y fue en ese momento que me
di cuenta de que ese era el motivo de sus ojos tristes. Me pregunté entonces por qué tendría
su corazón así. La miré discretamente y sentí pena por el dolor que sentía.
acostumbrado a vivir con el dolor y el frío, aunque todavía me cuesta trabajo aceptar que no
puedo sentir nada. – Puso con delicadeza su mano sobre la mía, estaba fría. Nos miramos y
A partir de ese día la vi con distintos ojos. Nos hicimos amigos cercanos y participó de
muchas de mis alegrías y logros, dolores y fracasos. Nos frecuentábamos mucho y conoció
– ¿Estuviste?
– Sí, desgraciadamente perdí ese amor; pareciera que los corazones cálidos dejan de
latir antes de tiempo dejando a los otros corazones para oxidar. Hace poco mi querida
amiga también corrió la misma suerte. Al fin descansa y ya no sufre por el frío ni por el
dolor. Pero ahora ya no podré escuchar más sus historias, ni caminar con ella por los
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jardines de mi antigua mansión, ni bailar con ella, ni ver sus bellos ojos tristes para consolar
– ¿Qué fue?
– Me dio las gracias por ayudarla a quitar un poco de herrumbre de su viejo corazón
olvidado un poco de ella. “Cuando quieras llorar, hazlo hacia fuera, no dejes que tus
Pero ahora que se fue, creo que mi corazón se está oxidando… ya siento el dolor dentro
sentir. Cuando eso llegue, no volveré a sentir nunca más. ¿Sabes? siempre que deseo llorar
lo hago… porque me he dado cuenta de que, como ella me dijo, son las lágrimas silenciosas