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¿Cómo se ve el futuro cercano de la Argentina? Escritores opinan.

Pablo Baler, novelista

Argentinian Psycho

Hay algo más que una circunstancial afinidad entre las imágenes de Javier Milei blandiendo la
motosierra y esa memorable escena en American Psycho donde un Christian Bale arrebatado
persigue, motosierra en mano, a una despavorida mujer semidesnuda. Con este símbolo de la
violencia suma hoy Argentina una cuenta más al largo collar de metáforas del desmembramiento
de su cuerpo político.

En Estados Unidos, desde el ascenso de Trump al escenario público, la frase que más se repitió
como reacción ante sus abominables payasadas era: “sería cómico si no fuera aterrador”. Lo
dijeron, por ejemplo, cuando recomendó inyectar lavandina para combatir el COVID, cuando
propuso que los molinos de viento causan cáncer, o cuando sugirió que también entre los nazis se
puede encontrar buena gente. Milei suscita una reacción similar. El ascenso de este nuevo
chantapufi de feria, monstruo con peluca y patillas de caudillo menemista sería cómico si no fuera
aterrador.

El miedo no radica en sus hiperbólicas promesas de campaña (riñones al por mayor y venta de
algún que otro pibe, dolarización de la economía o supresión del Banco Central) sino en la
revitalizada coalición de autócratas, oligarcas y ultraliberales, hoy irónicamente alineados tras el
outsider anticasta. Con el incauto aval de la mitad de la población, esta pandilla de latifundistas se
prepara a relajar leyes laborales, revertir regulaciones, desbaratar el precario entramado de
asistencia social, privatizar los recursos del Estado y eliminar ministerios como el de Salud o
Educación. Y esto sin mencionar el espíritu militar con el que defenderán, en nombre de Dios y
María Santísima, los inalienables derechos de las grandes multinacionales y la mesa chica.

Llamar al grupo que lideró este batacazo electoral de noviembre La Libertad Avanza es el sumun
del doublespeak orwelliano. Ni “avanza”, ni “libertad”. Peor aún, al doublespeak del siglo XX le
subieron la apuesta con el renovado gesto político del siglo XXI: el gaslighting. No basta hoy con
que los conceptos tergiversen la realidad; ahora las víctimas deben ser responsabilizadas por las
indecencias de los victimarios. A la flamante vicepresidenta Victoria Villarruel, apologista del terror
de Estado, se le cae la saliva pensando en las futuras represiones. El mesiánico Milei, rodeado de
banalizadores del Holocausto judío como Martin Krause, no vacila en presentarse como un
dedicado estudioso de la Torá. Y estos tránsfugas que hoy nos venden el globo del “cambio”,
sueñan con las viejas políticas implementadas por Martínez de Hoz, descendiente de una de las
familias ganaderas más antiguas de la Argentina y precursor de nuestro histórico derrumbe
económico. Naturalmente, quienes señalan todas estas veleidades, son criticados por promover
una “campaña del miedo”.

Claro que los padres de la derrota no se quedan atrás. Todos los avatares del peronismo se
resumieron en otras versiones del gaslighting: Massa, el pusilánime capitán del naufragio, nos
levanta el pulgar desde el fondo del océano, y la Cristina (presencia ubicua, ubicuamente
desaparecida) dejó un país hundido en la indigencia mientras con la boquita estirada por el bótox
nos repite: “La patria sos vos”.

¿Cómo termina la escena de American Psycho? Mal. La mujer espantada baja y baja por una
escalera circular que desciende fractalmente hacia el infinito. Christian Bale, que casualmente
interpreta el papel de un banquero de Wall Street, lanza la motosierra con tal buena puntería que
la alcanza. Ella queda despedazada en el piso, sumergida en un charco de sangre que no termina
de expandirse. Tras la victoria electoral, Trump felicitó a Milei compartiendo un mandato que es
también un deseo: “Make Argentina great again!” La Argentina, sin embargo, en su infinita
misericordia, siempre encuentra la forma de estar peor. Si acaso ese es nuestro destino, no hay
que perder las esperanzas.

Diego L. García, poeta y ensayista

Que llegue al gobierno alguien que dice que “la justicia social es una aberración”, negacionista del
terrorismo de estado (ha hablado del “curro de los derechos humanos”), alguien que afirma que
“todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas”, con diputados que
comparan los derechos LGBTQ+ con una discapacidad, haciendo gala de una personalidad
psicopática de manual, genera una tristeza que supera toda búsqueda de explicaciones. Uno ya
tiene claro que vivimos en una época donde la coherencia y la razón han quedado atrofiadas por el
resentimiento; el combustible: una cultura de arquetipos virtuales y violencia discursiva sumada al
deber del éxito egoísta como único reconocimiento (donde el otro es sólo un like, una silueta que
aplaude, nunca una persona). Se suspenden los valores básicos. Emerge el fascismo como espíritu
antihumano y –paradójicamente- antipatriótico (es este un fascismo financiero). Ahí precisamente
estamos hoy en la Argentina.

Con respecto a la literatura: será sin dudas una resistencia necesaria. Ayer pensaba que la poesía
puede resguardarnos del “lenguaje de la crueldad”, porque nunca podrán entrar en ella. Nunca la
entendieron ni la entenderán. Al menos estos personajes nuestros, bastante bizarros y ridículos,
chatos, que encaran con escasa inteligencia la destrucción de lo común. A eso apuntan: a disolver
el tejido social, a vaciar de sentido todo deseo fuera del consumo. Será un tiempo para pensar con
más intensidad, para escribir con más intensidad, y para amar y educar del mismo modo.

Abel Gilbert, compositor, periodista y ensayista

Hay algo francamente perturbador en la victoria de Javier Milei y que puede proyectarse hacia
otros países latinoamericanos. El fracaso del socialismo realmente existente –por llamarlo de una
manera benévola- y las vertientes progresistas no habilita salidas superadoras por izquierda. La
derecha y ultraderecha ganan entre otras razones porque exhiben las ruinas y desarreglos como un
espectáculo disciplinador y alienante. Queda asociado al “comunismo” hasta la discusión sobre el
papel del Estado en la regulación de la economía. El exilio venezolano, mal pago en sus trabajos,
precarizado hasta la médula, ha sido un propagador boca a boca de ese sofisma en Argentina. Lo
ha legitimado con la propia experiencia. “Yo estaba ahí, nadie me lo ha contado”.

A Milei lo eligieron los millonarios, deseosos de terminar con el populismo, la clase media
furiosamente antiperonista y millones de pobres que habían dejado de creer en nada porque lo
han perdido todo: trabajo, educación, seguridad. Todos pasaron por alto sus excentricidades: la
condición de enviado celestial, la especialidad en sexo tántrico, la comunicación telepática con los
perros y su flamante novia imitadora de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Había
una herida previa, capaz de obnubilar toda razón política. La devaluación del peso argentino
arrastró a las palabras. Cómo no azorarse de la confesión del ultraderechista en Córdoba, cuando
explicó hasta dónde llegaba su compromiso afectivo con la provincia si su perro Conan era oriundo
de ella. Si es capaz de decir eso y ser aclamado, ¿no se puede a estas alturas enunciar cualquier
cosa, hasta la más brutal? El campo de la cultura dijo NO a Milei casi en bloque. Pero no pudo
hacer nada. Eso muestra hasta qué punto está partida la sociedad y qué poco pueden interesarles
los bienes simbólicos a millones de pobres, necesitados de un nuevo mesías.

Daniel Lipara, poeta y traductor

Quizás por primera vez en este país, un presidente ganó diciendo lo que verdaderamente va a
hacer. El plan es transparente, y se puede consultar en su plataforma electoral. Eliminar el peso
argentino y dolarizar la economía; privatizar la educación y la salud pública; abrir la libre venta de
armas, de órganos y de bebés; negar el cambio climático; derogar el derecho al aborto y al
matrimonio igualitario; privatizar las empresas del Estado, incluyendo las que administran recursos
estratégicos como el petróleo, el gas y el litio; privatizar –cito– las ballenas y el mar. El presidente y
vicepresidenta electos revindicaron la última dictadura militar; cuestionan abiertamente la cifra de
desaparecidos; niegan que haya habido un plan sistemático de desaparición y de tortura y de
asesinatos y de robo de bebés en centros clandestinos de detención mientras las abuelas de esos
bebés siguen buscándolos. Nadie podrá sorprenderse: Milei ya avisó.

Números. El 70% de las medidas económicas que propone el gobierno electo coinciden con las
políticas económicas impulsadas por Cavallo, Menem y de la Rúa que llevaron al país a uno de los
estallidos sociales, económicos y políticos más virulentos de la historia reciente, dejando un saldo
de 41 muertos, millones de personas en la pobreza indigencia y una economía quebrada donde los
bancos se quedaron con los ahorros de miles. Números. El 68% de las medidas económicas de
Milei coinciden con las del ministro de Economía de la dictadura, Martínez de Hoz. Hay cuatro
diferencias: dolarizar, váuchers para la educación, quitar la redistribución de ingresos entre
provincias y prender fuego el Banco Central.

Imaginemos un país apoyado sobre unos pocos resortes flojos. El vaivén puede tirar, literalmente, a
millones de personas a la pobreza o la indigencia en un par de días. Nunca sé muy bien cómo
explicar esto para personas que viven en otros países. Parece ciencia ficción, y lamentablemente
no lo es. Los resortes flojos son inflacionarios. Están atados a una relación complejísima –
económica y psicológicamente hablando– con el dólar. Si el dólar sube, suben automáticamente
los precios. Si se cree que va a subir el dólar, suben los precios por las dudas, disparando el costo
de vida. Pero el salario no sube. La economía argentina es un botón con un asiento eyectable. Son
vitales las regulaciones, desde las tarifas hasta el transporte, el control de la tasa de cambio, las
políticas de derechos laborales y de jubilación digna, y un gobierno que tenga cierta sensibilidad
social para que la especulación financiera no se lleve puesto al que apenas llega a fin de mes.
Quiero decir, el impacto y las consecuencias del arsenal de medidas económicas que viene
anunciando Javier Milei no va a ser a largo plazo. No va a ser una curva lenta de transformación
macroeconómica. Él lo sabe y está anunciando un programa para contener la protesta social
inminente: palos y tiros.
El domingo de las elecciones, mi pareja y yo preparamos chilaquiles (sí, chilaquiles porteños) y
caminamos hasta la otra punta de la ciudad, donde está la escuela en la que voto. Nos tomamos
un Uber de regreso. El conductor tenía unos sesenta años. Sin quitar los ojos del retrovisor, me dijo
muy tranquilo que acá en Argentina no hubo treinta mil desaparecidos. Que “terrorismo interno”,
hubo. Este es el futuro inmediato de la Argentina; perder un consenso básico a cuarenta años de la
recuperación de la democracia; demonizar y destruir a los organismos de derechos humanos que
son para nosotres el faro más potente del mundo; empujar la conversación pública a la derecha
extrema y al negacionismo. Me pregunto qué impacto tiene este desplazamiento en el campo de la
acción. Esto es lo que veo en el futuro inmediato para la Argentina. Violencia contra las
diversidades identitarias y los colectivos LGTBIQ, contra la ola verde del feminismo, contra el
ambientalismo, contra los movimientos populares y los partidos de izquierda. Veo un gobierno
alineado con el genocidio en Palestina. Veo más homofobia, xenofobia, transfobia, machismo,
sexismo, racismo y delitos de odio. Veo camiones hidrantes. Veo el humo de los gases
lacrimógenos y personas corriendo con la remera tapándoles la nariz. Veo robocops con escudos y
escopetas apuntándole a mi tío, a mi hermana, a mis amigues. Eso veo.

Florencia Lobo, poeta

En Argentina quienes estamos en la vereda opuesta (ética, moral, ideológicamente) de lo que


propone el gobierno electo sentimos que cambiamos futuro por pasado. Y miedo, incertidumbre.

Es muy triste y preocupante que justo en el año en que se cumplen cuarenta años de la
recuperación de la democracia en Argentina, sube a gobernar electo por el propio pueblo un
equipo que pone en tela de juicio algunos de los consensos alcanzados después de tantas luchas y
que niega o relativiza los crímenes de la última dictadura cívico-militar.

Es triste ver a tantas personas eufóricas con el resultado, que no reparan en que de un momento a
otro serán parte de las afectadas por las políticas que el nuevo gobierno quiere llevar adelante. En
ese sentido, es tan dolorosa como cierta la imagen que circuló por ahí de alguien dándose un tiro
en el pie, contentísimo.

Y es preocupante la escalada de acciones de índole fascista, de dichos antidemocráticos, por parte


de algunos seguidores de Milei, fomentada (y esto es lo peor) por él y su propio círculo.

Si el presidente electo realmente lleva adelante todo lo que se propone, va a ser una tragedia para
el país (me refiero a la privatización de la educación, de la salud, de “todo lo que se pueda
privatizar”, como él mismo dijo; a la quita de subsidios de todo tipo, a la liberación despiadada del
mercado). En principio, hay que ver si efectivamente puede hacerlo, porque lo cierto es que no
tendrá mayoría en el Congreso. Si respeta la democracia y allí se le pone un freno, no le será tan
fácil, espero. Más que nunca los espacios que ahora pasan a ser oposición deberán estrechar lazos,
unirse, mantenerse firmes para defender tantos derechos conquistados, las cosas que más o
menos funcionaban a pesar de la crisis.

Escuché decir ayer a Álvaro García Linera que los anacronismos neoliberales como este tienen
patas cortas. Ojalá sea así. Habrá que resistir y recuperar el rumbo cuanto antes.

Nick Cave decía tiempo atrás en su blog The Red Hand Files que no existe el problema del mal. Lo
que existe es el problema del bien. (Siglos de pensarse esto filosóficamente al revés).
En realidad, el mundo es un lugar cruel, injusto. La naturaleza lo es, no es raro que todo lo que es
parte de ella tienda a serlo (¿por qué no lo haría?). Lo loco, entonces, es que en ese entorno
naturalmente hostil y caótico exista la búsqueda del bien, una y otra vez, una y otra vez. ¿Por qué
un mundo que tan a menudo es cruel insiste en ser bello y en ser bueno?, se pregunta Cave, y no
aparece respuesta.

Pero, qué duda cabe, existe la gente que puja por el bien, por el bien común, a pesar del entorno
hostil (donde el egoísmo existe, los negacionistas existen, la injusticia existe...).

No sé si el amor vence al odio. Todo es mucho más complejo y caótico. Pero sí sé que sería
imposible vivir en el mundo sin tener la certeza, aunque mínima a veces, de que, a pesar de todo,
la búsqueda del bien común sigue teniendo un lugar acá entre nosotros. Y que a pesar de las
tormentas siempre eso resiste. Necesito pensar en cosas así hoy. Y, para enfrentar lo que viene,
para no bajonearse, es urgente tener más presente que nunca a gente como Nora Cortiñas o Estela
de Carlotto, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que ya deberían haber dado nombre a
alguna unidad de medida para definir lo bueno del mundo. Habrá que agruparse bajo paraguas así
en esta lluvia que empieza. Bajo pañuelos así.

Ernesto Picco, periodista

Lo que tenemos en frente es mucho más que un cambio de presidente. Incluso más que un cambio
de época. Crisis económicas graves hemos vivido unas cuantas en Argentina. Y la lucha por la
memoria hay que darla siempre. El cambio más profundo, que ya tomaba forma antes de la
elección, es ontológico.

La Libertad Avanza propone institucionalizar desde el gobierno un sistema de valores que reserva
las condiciones de existencia a lo que cada uno/a tenga para el mercado. En que todo se puede
comprar y vender. En el que cada quien compite por su cuenta para sobrevivir. Quienes se
identificaron con la energía arrasante de Milei, creyendo quizás en una especie de vengador de los
hastiados, le han puesto fin a un gobierno que ha fracasado, sin haber podido cumplir aquel lema
de volver mejores. Ahora veremos a qué le han dado comienzo.

He leído en algún lado que el gobierno del Frente de Todos perdió políticamente con el amague y
la marcha atrás frente a Vicentín. Y socialmente con la foto de la fiesta de Alberto en Olivos en
plena pandemia. Creo que es así. Y que nos va a salir carísimo.

El desafío de la época que comienza va a ser no deshumanizarnos todavía más con el modelo de
país que se viene, que asocia la libertad con el individualismo salvaje. Habrá que recuperarse de la
tristeza, reordenarse, y trabajar para construir nuevos sentidos comunes. Sobre todo, habrá que
rescatar la idea de la libertad. Y reconstruir su lazo, que está en las raíces de la democracia
moderna, con la igualdad y la fraternidad. Porque nadie se salva solo. Ojalá podamos.

Matías Méndez, poeta

Es un poco difícil pensar el futuro tan rápido, creo que la mayoría estamos en shock a pesar de que
sabíamos que lo más probable era este resultado. Creo que el miedo más grande está en lo que
habilita esta victoria de Milei, que habilita violencias hacia minorías, principalmente, y había
ámbitos, personas, proyectos que no planteen como su principal fuerza, su principal ventaja, la
idea de ganancia, la idea de mercancía.

Y creo que todes quienes nos manejamos desde otros valores tenemos bastante miedo de que esa
violencia se vea más legitimada, aunque quizá no venga desde Milei directamente. Creo también
que el miedo está más en el programa que hay detrás de Milei, tanto de Mauricio Macri como de
Victoria Villarroel, su vicepresidenta, que sí tiene vínculos más directos con los militares, por
ejemplo.

En cuanto a lo personal, el trabajo relacionado a la literatura, a las editoriales, bueno, vemos aún
más difícil sobrevivir en estos ámbitos, en donde ya estaba difícil con como venía siendo todo, y
pinta un poco más difícil.

Al mismo tiempo, hay que reconocer que ganó de manera democrática, entonces tampoco quiero
compararlo directamente con otros momentos más oscuros del país. Tenemos miedo, pero creo
que es un poco el shock del momento, y creo que, a medida que pasen las primeras semanas,
vamos a poder dilucidar un poco más cuál es el plan de este próximo gobierno.

Milagros Porta, narradora y editora

La situación en Argentina está muy delicada. Para empezar, diría que es la primera vez que un
partido político anuncia desde la campaña electoral con tanta explicitud sus políticas de ajuste
brutal y su posicionamiento ambiguo ante el pasado histórico, hasta rozar la reivindicación de la
última dictadura cívico-militar argentina.

Llama la atención esta explicitud que convive con un discurso lleno de inconsistencias, donde los
diferentes representantes de La Libertad Avanza se dicen y se desdicen sobre propuestas que van
desde la venta de órganos hasta la libre importación y circulación de armas. Todo esto en un
contexto, por supuesto, de posverdad y de levedad del organismo capitalista que sustenta esta
discursividad no sólo violenta, sino plagada de noticias falsas, que desplaza la discusión pública (si
es que hay algo que podamos llamar así) hacia la derecha.

La victoria de Milei no sólo canaliza un estado generalizado de impotencia por el 40% de pobreza y
el 120% de inflación que hay en Argentina, sino que también sintoniza con el modo en que las
políticas progresivas de un gobierno peronista que no pudo cumplir las expectativas económicas
son asociadas con esta decadencia generalizada y precarización de las condiciones de vida. De
modo que la gente vota políticas culturales y sociales opuestas a las que pueda asociar con el
oficialismo en curso.

Entre otras causas, no podemos olvidar la pandemia del COVID que generó también resquemor
social, las políticas de confinamiento (que en lo personal me parecieron uno de los logros del
gobierno actual), que generaron mucho malestar, además de las muertes, por supuesto. Y no
podemos dejar pasar cómo se articulan estos partidos de ultraderecha que empiezan a surgir en
todo el mundo, como el bolsonarismo o el trumpismo, con el poder económico, el poder mediático
y el poder judicial.

En Argentina está todo este asunto del lawfare la persecución judicial a cuadros políticos de
relevancia del progresismo. Y en cuanto al poder mediático, medios como Clarín han asumido
abiertamente haber hecho un periodismo de guerra frente al gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner durante mucho tiempo.

Entonces, hubo una difusión de la figura de Javier Milei muy arraigada en un personalismo, en la
excentricidad del personaje, por supuesto en el contexto del giro subjetivo de la política a nivel
global, que le dio una visibilidad inédita y colaboró, por supuesto, con el crecimiento de su
popularidad y su valoración positiva, al darle programas en prime time.

Y, bueno, del poder económico qué decir, es clarísimo que las políticas de ajuste neoliberales que
viene a plantear Milei le son convenientes a ciertos sectores para la concentración de la riqueza y a
ciertas empresas, etc.

Y, finalmente, entre las causas que se me vienen ahora a la cabeza es importante analizar cómo su
partido, La Libertad Avanza, interpretó las tecnologías de construcción de la subjetividad
contemporánea: las redes sociales, Tik Tok… Bueno, hay un trabajo ahí que tanto las izquierdas
como el peronismo, el kirchnerismo y otros sectores de centro no han podido comprender del
todo y con el cual han empezado a experimentar en una fase muy avanzada de la campaña. Por
ende, en el terreno de la juventud han ganado lo que ellos llaman la batalla cultural contra el
marxismo cultural y la ideología de género y todo eso, por el modo en que intervienen en las
subjetividades que recién están en formación, de adolescentes que no consumen televisión,
noticias en diarios, sino en Twitter, en Tik Tok, en Instagram, etc.

También es interesante la apelación a esta idea de mesianismo en todo este discurso de “las
fuerzas del cielo” que están apoyando para que ganara Milei que venía a ser un enviado bíblico
casi.

Lo que viene es un experimento anarcocapitalista, de esa raigambre liberal-libertaria


estadounidense, con un proyecto económico neoliberal impuesto a fuerza de represión,
debilitamiento de los movimientos sociales y estigmatización de la lucha callejera y la movilización
popular. Ya el expresidente Mauricio Macri, que es una de las cabezas detrás del triunfo de Javier
Milei, ha hecho en una entrevista una apología de la guerra civil, porque está incentivando a que lo
que él llama “los jóvenes” salgan a frenar a quienes llama “los orcos”, cuando salgamos a
manifestarnos. Hay una monstrificación del otro político, del adversario convertido en enemigo,
que pasa a ser “un orco”. No es ninguna novedad en la política argentina, ni en la política
latinoamericana en general.

En cuanto a la cultura, ya dijeron que piensan degradar el ministerio de cultura en secretaría. Y


toda su energía va a estar puesta en el recorte. Tienen la idea de hacer un 33% de reducciones que
pueden implicar muchos despidos.

Estamos en estado de movilización permanente y tratando de organizarnos no sólo por las políticas
culturales y económicas, sino por las políticas de memoria, verdad y justicia. Porque los represores
que pidieron en masa votar a La Libertad Avanza ya le están pidiendo impunidad a través de una
carta al próximo presidente Javier Milei.

Por ende, estamos bien despiertos, bien despiertas, y a la espera de novedades, porque la
inconsistencia que caracteriza el proceder de este partido ahora se articula también con la fusión
que han hecho con una gran parte del Pro Juntos por el Cambio, que responde a una derecha más
tradicional. Y vemos este tironeo entre el expresidente Mauricio Macri y el futuro presidente Javier
Milei por diferentes puestos, designaciones, ministerios. Entonces, ni siquiera sabemos si nos
espera efectivamente este proyecto anarcocapitalista o si nos espera la continuación del macrismo
que ya conocemos y que el pueblo no eligió, porque ni siquiera decidió presentarse a la elección
para presidente Mauricio Macri sabiendo que no tenía ninguna chance de ganar. Y sin embargo ahí
lo tenemos armando designaciones y planes de gobierno. Vamos a estar muy atentos.

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