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El horror económico y la doctrina

del shock

Por Gustavo Veiga

15 de diciembre de 2023 - 02:04







. Imagen: AFP
Hay algunos libros que explican la descomunal transferencia de ingresos de los
pobres y la clase media a la punta de la pirámide social que anunció Luis Caputo. El
ministro de Economía es el exbanquero del JP Morgan, el Deutsche Bank y
endeudador serial que opacó a Bernardino Rivadavia y su empréstito de la Baring
Brothers tomado en 1824 y que la Argentina terminó de pagar en 1947. Egresado del
colegio Cardenal Newman como Mauricio Macri, demuestra la insensibilidad de la
clase acomodada a la que pertenecen. Beneficiaria de la crisis que profundizaron
ambos y replicaron la mayoría de los gobiernos democráticos sin ponerle freno a su
codicia.

Son bucaneros del siglo XXI, cuyos antecedentes y perfiles parecen sacados de
ensayos de alto impacto, no estrictamente académicos, pero sí que hicieron escuela
al describir la rapiña de esta clase de empresarios y financistas al servicio de su
majestad: el mercado. Un puñado de cretinos que siempre pescan en río revuelto.
Sobre todo cuando las economías pauperizadas van camino al hundimiento.
No es un mercado como La Salada, el Central de La Matanza o la feria de cualquier
barrio. Es más intangible. No se ven señoras ni señores con changuito padeciendo
los precios. En los mercados que “hablan” --así los personifican sus voceros
periodísticos-- solo se percibe su presencia en un formulario de Excell, cuando
los traders tocan la tecla enter de un celular o una computadora para transferir sus
ganancias a un paraíso fiscal o cuando aparecen los fondos buitre como Black Rock,
el principal acreedor del país que reclama una mayor porción de la torta.

Los libros de fácil lectura que describen estas conductas y sería propicio releer en
estos tiempos de angustia colectiva son El horror económico, tal como lo definió la
novelista Vivian Forrester en 1997 o Una extraña dictadura, de la misma autora
francesa fallecida en 2013. También La doctrina del shock de Naomí Klein, que la
periodista canadiense publicó en 2007. Por supuesto, hay más obras. Escritas antes y
después. Algunas muy eruditas como El capital del siglo XXI, de Thomas Piketty,
que se publicó en 2013. En ellas se puede rastrear la voracidad de estos señores de
cuello duro y guante blanco que no dudarían en convertir en material descartable al
propio presidente, Javier Milei. Digamos, sin sutilezas, su bisturí o el fusible de la
motosierra.

Esta que vivimos parece la crónica de un ajuste anunciado en textos muy pretéritos,
que incluyen a los propios autores donde abreva el personaje de las ideas y el pelo
revuelto. Dos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, se creó la
sociedad de Mont Pelerín. Lleva ese nombre porque la crema liberal-ortodoxa de la
época se reunió en un hotel de esa localidad suiza. Temían no solo al colectivismo.
Además a las ideas keynesianas sobre el estado de bienestar. El encuentro lo
financiaron banqueros de ese país que habían ocultado las fortunas robadas por los
nazis a la colectividad judía víctima del Holocausto en las llamadas cuentas
durmientes. Los dos referentes ideológicos de Milei, los economistas austríacos Von
Hayek y Von Mises, estuvieron presentes. El primero ya había escrito en 1944 su
libro Camino de Servidumbre, que reivindica al dios mercado por sobre toda
manifestación de vida humana en el planeta.
Escribió Von Hayek: “Es la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del
mercado lo que, en el pasado, hizo posible el desarrollo de una civilización que sin
esto no habría podido hacerse; es por la sumisión que participamos cotidianamente
en la construcción de algo más grande que lo que todos nosotros podemos
comprender plenamente”.

Subordinación es lo que persiguen en el gobierno de la casta no tan casta. Rendirse


ante la fuerza invisible del mercado como si el mercado no fuera movido por
propuestas que Piketty, la india Jayati Ghosh y otros economistas de prestigio,
llamaron “simplistas” y sin “evidencia comparativa o histórica seria”.

El 8 de noviembre, el diario británico The Guardian y el español El País, por citar


un par, divulgaron la declaración firmada por 108 economistas titulada: “Los
peligros del programa económico de Javier Milei en la Argentina”. No se
equivocaron.

Cuando se refiere al verdadero poder, que “no es el Estado”, dice Forrester en El


horror económico que “estas clases (o castas) jamás dejaron de actuar, suplantar,
acechar. Tentadoras, dueñas de las seducciones, siempre fueron objeto de
incitaciones. Sus privilegios siguen siendo objeto de las fantasías y los deseos de la
mayoría, incluso los de aquellos que dicen sinceramente que los combaten”. Una
descripción semejante a la que dieron los economistas el mes pasado sobre la élite y
el objetivo que persigue Milei: “La visión económica que subyace a estas propuestas
aboga supuestamente por una intervención mínima del gobierno en el mercado, pero
en realidad se basa en gran medida en políticas estatales para proteger a los que ya
son económicamente poderosos”.

El análisis de Forrester se completó tres años después con la publicación de Una


extraña dictadura en la que señala cómo se gestó una política de vocación totalitaria
que destruye la economía en beneficio de la especulación. Crítica de la
globalización, dice que ideas como las de estos depredadores “marginan a sectores
crecientes y al mismo tiempo conservan las formas democráticas”.
En La doctrina del shock, Klein aporta la definición de “capitalismo del desastre”.
Aquella que pregona cómo detrás de una tragedia siempre hay una oportunidad. Y
enumera ejemplos desde el golpe militar de Pinochet contra Salvador Allende con
apoyo de EE.UU. hasta la destrucción de Nueva Orleáns por el Huracán Katrina en
2005. El libro de la canadiense fue llevado al cine documental en 2009 por los
directores británicos Michael Winterbottom y Mat Whitecross.

A Von Hayek se le atribuye una frase distópica sobre aquel Chile de 1973: “Un
dictador puede gobernar de manera liberal, así como una democracia gobierne sin el
menor liberalismo. Mi preferencia personal es una dictadura liberal y no un gobierno
democrático donde todo liberalismo esté ausente”.

El ultraderechista empobrecedor que gobierna desde el domingo e insultaba al por


mayor en campaña electoral firmó el acta de defunción del peso cuando lo llamó
“excremento”. La moneda en que cobran sus ingresos millones de argentinos.
Recibió acusaciones por practicar terrorismo económico y hasta el expresidente
Alberto Fernández --en franca retirada mucho antes de cumplir su mandato-- lo
denunció penalmente.

Hoy volvemos a vivir lo que es el horror económico, la doctrina del shock y una ya
--no tan extraña-- dictadura del mercado regenteada por los mismos de siempre.
Nostálgicos de los Chicago Boys, Margaret Thatcher, José Alfredo Martínez de Hoz,
Carlos Menem y Domingo Cavallo, el integrante más notorio de la vieja casta
endeudadora que tiene de imitador y discípulo al ministro Caputo.

gveiga@pagina12.com.ar

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