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PLANTAS, PIEDRAS Y ANIMALES

Formas de vida
en la poesía argentina actual

Celeste Diéguez
Mayo 2023

1
POESÍA & PLANTAS
GABI LUZZI

LEÍ UN POEMA DE DRUMMOND DE ANDRADE

que se impregnó por la oficina


todo parece artificial y me
resulta más hermoso
las hojas de los árboles
que veo desde mi escritorio
¿serán un cuadro?
¿serán de papel?
pero a la vez
todo lo plástico
me hace creer que está a punto de cobrar vida.
Se mueven las hojas
como las manos de una bailarina de jazz
y esconden el movimiento de los autos
que pasan al otro lado de la plaza.
El aire
que nos separa
a mis compañerxs
a mí

****

Mamá sigue diciendo incoherencias. Viajo durante treinta minutos en colectivo para ir a verla,
pero me dice, cuidado con la ruta, como si fuera en auto, y cree que vivo en el delta del Tigre.
Me dice, también, que duerma en su cuarto. Por los detalles, sé que es el cuarto de otra casa,
cerca de la laguna del cacique Chiquichano.
En esa casa, su cuarto era el lugar más silencioso, los demás ambientes daban al frente. Desde
ahí se veían los ranchos que, a la vera de la laguna yo identificaba con el fenómeno “del campo
a la ciudad”: la maestra nos había explicado que el asentamiento estaba formado por familias
que habían llegado buscando
oportunidades en el parque industrial, para esa época ya abandonado. Se escuchaba la música
de las fiestas, gritos de borrachos, o, al amanecer, cómo cantaban los gallos.
Mamá recuerda a todos sus muertos, dice que tiene cincuenta años, y en verdad tiene sesenta
y dos. No sabía si explicarle o no que las personas que menciona, ve o espera, están muertas.
Entonces le leí una poesía de Roberta Iannamico que dice: “Todas las madres/ guardan la
memoria de la primera” y otras
de Laura Wittner: “Todas las ideas que se me ocurren/ no solo se le ocurrieron a alguien
antes:/ también fueron llevadas al cine”. Después le pregunté por el nombre de los yuyos,
árboles y animales que habitan la cordillera. Hice una lista con lo que me dijo y escribí poemas
con esas palabras, para regalárselos.

2
*
Arranco ramitas
como buscando
algo nuevo,
junto un atado de yuyos
poleo, paico y canchalagua
todos los sabores
de la naturaleza
envueltos en mi remera.
Es verano
armamos la carpa
cerca del sauce.
Mi hermana canta.

*
Las canchalaguas
son como ramitas
pero salen a la superficie del agua
hay que hundirse un poco en los mallines
para alcanzarlas
tienen flores violetas
como estrellas de anís
y otras son los ojos
de una lechuza recién nacida.

Gabriela Luzzi. Nació en Rawson, Chubut, en 1974. Publicó El resto de los seres vivos, Editorial Conejos
(2016), Warnes, Eloísa Cartonera (2016), Un alhajero sin terminar, Santos Locos (2016), Liebre, Ediciones
Vox (2015), La enfermedad, incluida en la colección “Leer es Futuro” del Ministerio de Cultura de la
Nación (2015) y Garfunkel, Eloísa Cartonera (2014). Lleva adelante el sello Paisanita Editora.

ROBERTA IANNAMICO
FRONDA

Hay plantas
que ponen toda su fuerza
en la raíz
otras en dar hojas
o crecer para arriba
yo sería de las que se van en hojas
muy desarrollada a simple vista
pero cualquier vientito y chau.

Roberta Iannamico nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1972. Ha escrito libros de literatura infantil. Es
cantautora y coordina talleres de composición de canciones para niños y adultos. publicó El zorro gris, el
zorro blanco, el zorro colorado (1997), Mamushkas (1999), Tendal (2000), El collar de fideos (2001),
Celeste perfecto (2005), Dantesco (2006), Muchos poemas (2008), El día nuevo (2013), Nomeolvides
(2015) y Qué lindo (2015).

3
DIEGO VDOVICHENKO
MIENTRAS RIEGA

La verdad es infinita
Leopoldo Marechal.

Es para las plantas me dice, agua dulce para mis plantitas,


mete la jarra de jugo en el tanque de agua viejo que tenemos en el patio
y riega las plantas en el verano.
Lo que pasa que con este calor sufren mucho
y el agua de la lluvia les hace bien a las plantitas.

¿Viste que lindos que están los claveles?


Hoy les voy a comprar una maceta más grande,
para que estén más cómodos.

Y todavía la veo levantándose de la siesta, poniendo el agua para cebarle unos verdes al viejo
que viene cansado de laburar.
A veces riegan juntos el patio, ¿no Diego?
Él pone la manguera y ella sigue sacando agua de su tanque.

Con el tiempo mi padre le consiguió un barril de 200 litros,


de esos negros donde guardan aceite en la obra.
Se lo llevó y ella chocha. Hizo acomodarlo debajo de una canaleta,
para juntar un poco más, para mis plantitas,
y se ríe.

¿Cuál es el propósito de un escritor?


Ahora ya pasaron sus cincuenta y me habla por teléfono. Me llama gratis porque quiere saber
cómo estoy y cómo está el clima. Cuando llueve se pone contenta y me dice que tiene un
montón de agua en los tanques, como para un mes.

Sin embargo los malvones no soportaron la helada del invierno pasado.


Un amigo me dijo que desde los noventa para acá los poetas escriben bajo el mismo tutor,
nacen todos de la misma raíz.
¿Acaso alguno de ellos vio a mi vieja regar las plantas desde los veranos del noventa hasta el
día de hoy? ¿Alguien escuchó a mi viejo cuando desde la mesa le grita a mi vieja cuando me
llama por teléfono si fui a la cancha a ver cómo perdió Racing?
¿Cómo se escribe un poema donde se cuente que el día en que mi vieja volvió de enterrar a su
madre en Entre Ríos se trajo de herencia unos crisantemos para cultivar y una foto de cuando
mis abuelos eran jóvenes? ¿No será que los poetas del noventa en vez de estar atados a
tabiques de madera están sumergidos en los tanques de agua en distintos patios?

Y ella se ríe mientras riega.


A veces baila,
A veces canta.

4
SOY UN ÁRBOL QUIETO
alto
frondoso
vas a poder decir
olmo
abeto
gomero.
Estoy acá
para que hagas de mi tronco un color
que crezca en la tierra plana
desértica
como esta hoja
Podés imaginarme completo
cerca de un río
con familias de pic nic
o lejos de todo
en la soledad del sur
entre las piedras y los pastos.
Vengo a llenar de bosque tu cabeza
de madera, raíces y ramas
frutos tendré para cuando gustes comerlos.
En el horizonte el cielo claro,
el sol como una mancha,
las nubes que no están,
rejas en la ventana de la siesta.
El calor húmedo del barrio
mi cuerpo enraizado a la tierra
que es el pasto
las huellas
los bichos.
Vení, sentate acá cerca y contame algo
tengo miedo de quedarme dormido.

Diego Vdovichenko nació en Rosario del Tala en 1985 pero creció en Bahía Blanca. Publicó La fresca
(2010), Hasta acá (2012), Creo en la poesía (2015), Las Piedras (2015), Volver a la escuela (2015), La
canción que más nos gusta (2015), Esos pájaros (2017), Cuaderno Verde(2018) y El Perla(2020).

MERCEDES ARAUJO

EN EL FRÍO DE AGOSTO

con el cuerpo tibio


respirabas como un corcel.

Sobre una vereda rota


tiritando dije
qué puede
salirnos mal

5
no te conozco
ni vos a mi

una vida sencilla quiero


pintar dos días
un larguísimo cordón de blanco
yo elegí dormir
durante un siglo

en la diferencia
nace el amor
y la pelea sin fin
aspereza y cuerpo
tarde o temprano se alisan.

Hablaste de tu madre
yo de la mía
(de qué si no)
cuando nací pasó una gitana
y sus maldiciones echó
contaste, tiritar
y decir gitana
el frío, el viento, un abuelo
en el campo salitrado
al borde del mar.

En un desierto
reseco al borde del cielo
allí nieva poco pero denso
un abuelo en un viñedo
la savia es el agua
-respondí.

Al fin nos entregamos


a la providencia
un día, lo que la vida traiga
y lo trae
la evocás
y brota o caen
agua y alimentos
y cuando no
puro equilibrio
entre fuerzas opuestas
será.

Dijiste me gustan
los árboles gruesos
a su alrededor crecen
yuyos en sombras
tienen la belleza
que el día no les da.

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No hay cimientos eternos.
Cada noche anudar las ramas
y desatarlas con la luz del día
los pastos son llanura
hierba, morada
hasta que no lo son.

Flores, manantiales
bestias temibles
hay que posarse allí
en sus lomos

¿y después?

el rastro
las escamas traslucidas.

¿Y el amor?

El amor es el peso del mundo


sin amor no hay descanso
tampoco creas
que tenemos una mínima
incidencia
sobre las iluminaciones
o los venenos
de semejante hiedra.

Mercedes Araujo Nació en Mendoza, en 1972.Publicó los libros de poesía: Ásperos Esmeros (Editorial
Del Copista,2003), Duelo (Ediciones En Danza,2005), Viajar sola (Abeja reina,2009), La isla (Bajo la luna,
2010) y la novela La hija de la Cabra (Bajo la luna, 2012).Recibió el Primer premio del Fondo Nacional de
las Artes en novela en 2011, el Tercer premio FNA en poesía en 2009, el Premio diez poetas jóvenes de la
Fundación El Libro en 2000 y la Beca Bicentenario FNA en Letras en 2016.

NÉSTOR PERLONGHER
ASCESIS FORESTAL: el agua sólo como excusa o cauce para el entroncamiento del tronco en el
ramaje, sutileza fluvial, el fluir de la canoa por el divertimiento de las ramas, haciéndole de
concha al sibilante estuche, chispas de borravino nacían del encuentro amoroso del codo de la
piragua con el nudo del árbol adamado, inclinado a enguantar o feminar sus redes, al otro lado
del arroyo, envuelto, vegetales que entraban en el agua, un devenir ácueo del palo, navegan en
el bosque.

Néstor Perlongher (Avellaneda, 1949-San Pablo, 1992) fue un poeta, escritor, periodista, sociólogo y
militante LGBT argentino, radicado en Brasil desde 1982. Fue uno de los fundadores y referente
principal del Frente de Liberación Homosexual argentino, una de las primeras organizaciones LGBT del
mundo. En poesía publicó: Austria-Hungría(1980), Alambres(1987), Hule(1989), Parque Lezama(1990),
Aguas aéreas(1990), El chorreo de las iluminaciones(1992). Entre sus obras más destacadas se encuentra
el poema épico «Cadáveres», en el que denuncia los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la
última dictadura militar argentina, escrito durante su exilio a Brasil en 1981.

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JUAN L. ORTIZ
PARA QUE LOS HOMBRES
Para que los hombres no tengan vergüenza
de la belleza de las flores,
para que las cosas sean ellas mismas: formas sensibles
o profundas de la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
por penetrar el mundo,
con el semblante emocionado y pasajero de nuestros sueños,
o la armonía de nuestra paz en la soledad de nuestro pensamiento,
para que podamos mirar y tocar sin pudor
las flores, sí, todas las flores
y seamos iguales a nosotros mismos en la hermandad delicada,
para que las cosas no sean mercancías,
y se abra como una flor toda la nobleza del hombre:
iremos todos hasta nuestro extremo límite,
nos perderemos en la hora del don con la sonrisa
anónima y segura de una simiente en la noche de la tierra.

Juan L. Ortiz (Entre Ríos, 1896-Paraná, 1978) Publicó entre otros: El agua y la noche, El alba sube (1937).
El ángel inclinado (1938), La rama hacia el este (1940), El álamo y el viento (1948), El aire conmovido
(1949), La mano infinita (1951), La brisa profunda (1954) El alma y las colinas (1956) y De las raíces y del
cielo (1958). En el aura del sauce (1971), su obra completa se publicó en 2005. Falleció en 1978 en la
ciudad de Paraná, a los 82 años de edad.

GERMÁN ARENS

En un árbol pude identificar


ciento trece variedades de plantas.
El exceso de humedad y las altas temperaturas
hacen que desde las bases, diversos estratos vegetales,
busquen la luz que solo alcanzan gigantes.

Sentí especial curiosidad por


una pequeñísima planta del tamaño de una hormiga
que así y todo posee un estambre y un pistilo.
Otra, de aspecto poco agradable, parece una
cabeza de pato en carne viva. Aquí todo es extraño.
Podría contarles de plantas parasitarias que crecen
bajo el suelo y solo sus flores, permaneciendo abiertas
dos mil quinientos años, son visibles.

Germán Arens, Bahía Blanca, 1967, publicó Pueblada (2008), Versos de Gabino (2009), Los ojos del
cordero (2010), En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra
(2011), Siempre creí que los zombis eran los protagonistas de un subgénero del cine de terror clase B
(2013), Cinco pájaros de un tiro (2014), Cagliero (2015), Agitando el insecticida (2015), Desiderio (2016),
¡Oh, qué lugar más bello! (2017).

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DIANA BELLESI

HE CONSTRUIDO UN JARDÍN…

He construido un jardín como quien hace


los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.


Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su


eterno movimiento de partida. Flores, semillas
y plantas mueren para siempre o se renuevan.
Hay poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín.
Pero hacer gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena.
Gota regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you

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were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.

Diana Bellessi, Zavalla, Santa Fe, 1946, publicó quince poemarios, entre ellos, El jardín, título que
inspiraría el documental sobre su vida, El jardín secreto. Trabajó en las redacciones de Revista
Feminaria y Diario de Poesía. Fue una de las fundadoras de la cooperativa editorial Nusud. Escribió
ensayos y realizó traducciones de obras como el trabajo junto a la escritora estadounidense Ursula K. Le
Guin en 1996 con The Twins, the Dream: Gemelas del sueño. También tradujo a poetas norteamericanas
en Contéstame, baila mi danza, de 1984. Su poesía reunida, Tener lo que se tiene, se publicó en 2009. Su
último libro es Fuerte como la muerte es el amor, de 2018.

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POESÍA & PIEDRAS

CLAUDIA MASIN
ROCAS SEDIMENTARIAS
El lento suspiro del pasado
al convertirse en materia,
súbitamente olvida las palabras
y su memoria pasa a ser puro espíritu,
es decir, una piedra.

ORO
No hay otra manera, debes hacerte como la piedra
cuando rondas su compañía
Yorgos Seferis
Permanecías callada, tu infancia entera un juego
de perseverancia en el silencio. Callada: definición de alguien
por lo que no dice. Como si tomáramos la sombra de un ser
y con ella construyéramos la imagen,
completando su cuerpo con la idea de lo que allí falta.
O como cuando decimos de un paisaje: es árido,
suponiendo que algo que debería estar creciendo en él
ha decidido, misteriosamente, ausentarse.
¿Pero y si se tratara de riqueza
y no de pérdida esa ausencia de frutos, árboles, palabras?

Tu casa estaba construida en un paisaje árido.


Lo recorrías con el entusiasmo de los buscadores de oro,
segura de la existencia de ese tesoro y de tu decisión
de hallarlo. La aridez era tan bella
como la visión que, imaginabas, se tenía del océano
desde los barcos: una extensión de luz vacía,
todo un país para ser habitado y a su vez una magnífica
excusa para el futuro exilio.

Cierta vez te advirtieron del peligro de vivir entre piedras:


-vas a terminar convirtiéndote en una de ellas.
No pensaste entonces en la quietud,
en la invariable tristeza. Pensaste en cambio: de las piedras
se arrancan las palabras, de la minúscula entraña
de las cosas calladas.

Claudia Masin nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Es escritora, docente y psicoanalista.
Vive desde 1990 en Buenos Aires. Coordina talleres de escritura. Publicó los libros de poesía: Bizarría,
Geología, La vista, Abrigo, La plenitud, El secreto, El verano, La siesta, La materia sensible, La cura entre
muchos otros.

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JORGE LEONIDAS ESCUDERO
VENTURA

Fue lejos lejos. Me daba por las piedritas


desas bonitas que juntaba para
todavía tener algunas.

Niño cuidate decía mi mamá, no


traigás más porque algún día
buscándolas en el campo te vas a perder.

Así fue una vez. Buscando,


a los cerros de Zonda subí sin darme cuenta
y como bajar es difícil
se me hizo noche sin luna.

Me quedé ncerrao
y unos zorros ladraban susto grande pero
con la luz del día pude bajar.
Al volver a la casa me esperaba
un gran revuelo de gente en el camino,
todo el barrio había salido a si me hallaba.

Esa fue la primera gran ventura


por amor a las piedras cosa rara
porque todavía no se me cura.
Ahora camino en plena ciudá
mirando el suelo a ver si.

¿QUÉ PASÓ?

Manera de quererte piedra pelada, digo


hasta perdérseme la vista
en azules oeste,
cerros lagartos donde subí
para en sus crestas verme como nunca.

Esto me abunda en quererlo decir desde


qu’estuve encaramado en pórfidos estuve
y en cuanta roca sin motivo otro
que verme ahí.

Y en cierta vez recuerdo una escalada


que terminó en adoración. No sé,
no supe bien, o qué, o eso
inexplicable cuando llegué a una altura donde
cielos y cumbres me abrazaron,
caí de rodillas y lloré.

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CERROS ABAJO

¿Qué te aflige hoy?


¿Qué te arruga las arrugas?
¿Has visto algún mal modo en el aire?
Veo un murciélago en tu cabeza,
¿vas a espantarlo?

Buen amigo me entero qué ¡carajo!


Lo esperado no anduvo. Entiendo:
el tiempo te castigó y la mujer deseada
en vez de incorporarte besos, cariciarte,
agarró distancia de vos.

Y hora no te alcanza la palabra


para decir las uvas están verdes sino
que quisieras morirte.

Y si gritaras eso hacia la Cordillera


los guanacos dispararían asustados;
y acaso algún amigo desos viejos allá,
levantaría las cejas incrédulo: ¿Cómo
sos vos el mismo firme que ayer
buscaba oro nestas piedras? No –diría–, no
puede ser él tienen que ser
quejas del viento.

Jorge Leonidas Escudero, San Juan, (1920-2016). Realizó estudios de Agronomía, pero dejó la
universidad para dedicarse a la minería en la cordillera sanjuanina, publicó: La raíz en la
roca (1970); luego siguieron más de veinte libros. En la última década: Endeveras (2004),
Divisadero (2005), Tras la llave (2006), Caza nocturna (2007), Dicho en mí (2008), Aún ir a unir
(2010), Poesía Completa (2011), Atisbos (2012) y Sobrevenir (2013). Hay un documental
sobre su obra que está en la web, Oro nestas piedras.

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GABI LUZZI
Salí a comprar zapallitos
para la cena
y en el camino vi
la mitad de una piedra.
No pude saber
si su otro lado estaba roto
posiblemente
no, o al menos
no
es el entierro el que
desintegra una piedra, distinto
si fuera una merluza
ahí ya estaría a medio cocinar.
La piedra
sería como un hueso
que lima el
agua y el viento.
Una parte de ella
se parece a

las dos tenemos
sombra: la mía
vuela como
una llamarada y
la de ella siempre
inmóvil a pesar de ser
más chica.
Es blanca, negra y con
una parte de color.
Lo mismo yo.

Gabriela Luzzi. Nació en Rawson, Chubut, en 1974. Publicó El resto de los seres vivos, Editorial Conejos
(2016), Warnes, Eloísa Cartonera (2016), Un alhajero sin terminar, Santos Locos (2016), Liebre, Ediciones
Vox (2015), La enfermedad, incluida en la colección “Leer es Futuro” del Ministerio de Cultura de la Nación
(2015) y Garfunkel, Eloísa Cartonera (2014). Lleva adelante el sello Paisanita Editora.

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ANAHÍ MALLOL
PIEDRA

hay que ser como una piedra-me dijiste


y lo tomo porque creo
que sos una persona inteligente-
pero así y todo tengo
más preguntas que respuestas
porque ser
cómo
cuál
piedra?
una piedra completamente cerrada sobre sí
compacta, durísima, casi impermeable?
una piedra rugosa que permita
la adherencia de tierra saliva semillitas ínfimas
otra sustancias?
o una piedra completamente lisa y huidiza
una piedra con piel de seda
bella inasible dotada
de un movimiento y una vida propios
desde el primer empuje?
o una de esa piedras que tiene
un agua clara dentro
y se rompen y dejan
al desnudo su corazón y muestran
entonces que no eran de piedra entera sino de agua
que fluye y modifica y se deja ser
se deja estar
en ese irse de las aguas hacia no se sabe dónde?
una piedra, dijiste-
y una piedra quiero ser.
pero, qué piedra, querés
vos
que yo sea?

LA MATERIA

no la piedra grande
colosal
que las personas viajan para ver en su esplendor
ni siquiera la piedra llamativa
por lisa o colorida por rara
o por parecerse a algo más
que un nene recoge en una playa
en el borde inexacto entre arena y agua
sino la piedra
perdida entre la hierba
piedra que nadie ve
que no tiene casi ni color
me gustaría ser
ahí medio enterrada

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viendo pasar los caracoles en su raro apareamiento
los bichos bolita las hormigas
su rara persistencia que no ceja
los hongos creciendo alrededor en otoño
los bichos de luz que se ocultan entre la humedad del rocío
piedra y pasto en el verano
u oyendo el rumor el griterío
de ranas y cigarras y grillos
cada vez más profunda en el seno de la tierra
esa piedra quiero ser
ésa que es también un ser viviente.

Anahí Mallol nació en La Plata en 1968. Publicó los libros Postdata (1998, Siesta) Polaroid (2001, Siesta),
Óleo sobre lienzo (2004, Colección Chicas de Bolsillo, UNLP); Zoo (Paradiso, 2009) Querida Alicia (La
Sofía Cartonera, 2012), como un iceberg (Paradiso, (2013), Una ciudad (27 Pulqui, 2016), piedras,
(ediciones prebanda, 2018), Historias de amor no, (Bajo la luna, 2021) y Tanto hielo cobijó ese fuego(
Nebli, 2021).

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POESÍA & ANIMALES
ROBERTA IANNAMICO
Vinieron el zorro blanco, el zorro gris, el zorro colorado.
Me olisqueaban Los dedos de Los pies.
Yo levantaba una pata y la otra como una flamenca.
Entonces vinieron el zorro azul, el zorro plateado, el zorro verde.
No sabían hablar pero se hacían entender clarísimo
con movimientos de sus colas.
Después aparecieron el zorro naranja, el zorro overo y el zorro violeta.
Se acercaban con falsa timidez.
Más atrás el zorro negro, el zorro púrpura, el zorro de agua.
Hacían pis para marcar el territorio.
Yo me senté en el pasto y, antes de que empezaran a comerme
poco a poco, me puse a tejer una cola para igualarlos en belleza.
Vino la tormenta y los zorros empezaron a correr en círculos.
No podían pasar las fronteras que ellos mismos habían marcado.
Me agaché, agarrándome las rodillas hice pis, y se abrió una puerta.
Salieron los zorros.
Me llevaban en andas sobre sus lomos como una princesa.
La lluvia los desconcertaba. Los ponía loquitos.

Roberta Iannamico nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1972. Ha escrito libros de literatura infantil. Es
cantautora y coordina talleres de composición de canciones para niños y adultos. publicó El zorro gris, el
zorro blanco, el zorro colorado (1997), Mamushkas (1999), Tendal (2000), El collar de fideos (2001),
Celeste perfecto (2005), Dantesco (2006), Muchos poemas (2008), El día nuevo (2013), Nomeolvides
(2015) y Qué lindo (2015).

MARIE GOUIRIC
ESTE AMOR TAN GRANDE QUE ALGUIEN EXPLIQUE

Hola bollito de rulos


pelo de bebé hediondo
perfume a barro y suciera pura.
Habrás estado haciendo lío puro
ya iré descubriendo las maldades,
roturas y destrozos
que hiciste cuando no estaba.
Pero ahora mientras me agacho
vení, beso, otro y oleme
para comprobar que soy quien te dice
mi luna mi cielo mi sol mi nube
un arco iris directo desde mi corazón
hasta tu corazón, que va y vuelve.

Marie Gouiric nació en Bahía Blanca, en 1985. Es Profesora de Artes Visuales de vocación y profesión.
Publicó los poemarios Tramontina (2012); Botafogo (2014); Un método del mundo (2016), Este amor tan
grande (2021); y las novelas De dónde viene la costumbre (2019) y Ese tiempo que tuvimos por corazón
(2023). Actualmente vive en Buenos Aires y trabaja como docente en talleres literarios y en distintas
escuelas públicas de la ciudad

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JORGE SPINDOLA

YA LO SÉ

yo ya sé
lo que es el amor.

yo aprendí a beber vino


cuando trabajaba
en la pampa de salamanca
al borde de la ruta 3.

aprendí a beber callado


mirando las martinetas
que se iban siguiendo la alambrada.

de vez en cuando un camión


como un incendio perforaba la tarde
y pasaba
dejando un suspiro en las retinas
de los perros.

a lo lejos había
un molino negro
el viento agitaba sus pedazos

molino deshecho
sin aspas para el vuelo
chaperío sin alas
llorando en pozo de la noche.

yo bebí borracho en las alturas


a mí no me digan nada.

perdí una camisa


buscando ovejas en la nieve

perdí los sentidos


mareado en una torre
que se alzaba como un sueño
en la chatura de la estepa
un mirador creo que era.

y ya sé lo que es el amor

(por las noches yo dormía


en un catre adentro de una casilla)
después de apagar el alumbrado

(un lister a todo culo)

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desaté los perros
y me quedé bebiendo
con los ojos mezclados con la noche

con la piel hecha un silencio


como un solo cuerpo enmudecido por la pampa.

en la pieza brillaban
por la luna
las latas de aceite supermóvil multigrado/
el viento ladraba a la ventana.

el viento es un perro desgraciado


aullando en las orejas del insomnio.

los vehículos pasaban en la ruta


con ráfagas de luz en esa pieza.

y por eso
yo ya sé lo que es el amor

yo recé borracho el padrenuestro


para que
un auto con dardos veloces pasara iluminando
el cuerpo de thelma tixou
que brillaba en el almanaque
de aquella noche de aquel invierno
de esos años.

thelma estaba espléndida en esas soledades


tenía un vestido rojo
que ardía ante mi boca
cuando las luces
la encendían como llama en pleno vuelo.

yo ya sé lo que es la sangre
cuando arde como aceite en la penumbra.

el cuerpo de ella era un planeta


girando en el abismo
y yo su único habitante/
me ataca como una sed cada vez que me acuerdo de
esa diosa.

el amor es como apretar una foto de thelma tixou


en la garganta de la noche/
o el amor es otra cosa
animal que se espanta
que vuela lejos
y uno
no ha tenido el gusto.

19
Jorge Spíndola (Comodoro Rivadavia, 1961). Ha vivido en distintos lugares de Argentina y del sur
delcontinente. Reside en Chubut, su provincia natal. Publicó los poemarios Matame si no te
sirvo (1995), Calles laterales (2002) y Jerez volcado (2009). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía del XVI
Encuentro de Escritores Patagónicos 1994, Fondo Nacional de las Artes. Su libro Calles laterales fue
finalista del Premio Internacional de Poesía del Festival de Medellín, 2007. Integra diversas antologías.

GERMÁN ARENS

El cuchillo verijero
que se adentró en la agonía
de los ojos del cordero
que en una Gilera 200
desde el cuadro de los tamariscos
al corral de las lecheras arreara,
es además de la rodilla
que sujeta la paleta
y la inútil mano izquierda
que despeja la garganta
corriendo la carretilla
quien me ha iniciado
en los misterios de la muerte.

Germán Arens, Bahía Blanca, 1967, publicó Pueblada (2008), Versos de Gabino (2009), Los ojos del
cordero (2010), En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra
(2011), Siempre creí que los zombis eran los protagonistas de un subgénero del cine de terror clase B
(2013), Cinco pájaros de un tiro (2014), Cagliero (2015), Agitando el insecticida (2015), Desiderio (2016),
¡Oh, qué lugar más bello! (2017).

20
CLAUDIA MASIN

POTRILLO

Cada uno carga su familia como los mendigos sus bolsas raídas,
esas cosas que ya no sirven para nada,
pero no se pueden abandonar: son parte del propio cuerpo,
del camino recorrido. Es difícil soltar lo que nos ha acompañado
tanto tiempo, aunque lastime y agobie, y la espalda se incline
bajo el peso. Como si fuéramos la muesca diminuta
sobre el arma que alguien disparó en un pasado remoto,
en una tierra desconocida decidieron por nosotros, antes
de que naciéramos, hasta los muertos a los que tendríamos que llorar.
Pero si nos acompaña una multitud a cada paso, pienso,
el aislamiento no resuelve nada. Ni construir una cabaña
con las propias manos en el monte impenetrable,
darle la espalda al mundo y a los demás, volverse un paria
que ha rechazado su lugar entre los otros
para quedar libre de una deuda
que de todas maneras va a tener que pagar. Entonces,
si todos los cuerpos reunidos al principio
quedan atados por un nudo que atraviesa el tiempo
y es increíblemente firme, imposible de desatar,
¿cómo ser en la vida algo más que una especie
de fenómeno natural: un latigazo del cielo, un rayo,
que destroza sin razón y sin sentido, o al revés,
una lluvia suave que reverdece el campo seco y trae alivio
a los cultivos moribundos? Es decir,
¿cómo ser algo más que un impulso ciego
que actúa sin voluntad de hacer el bien ni el mal, por pura inercia
desprendida del pasado, de los deseos, los terrores,
las pasiones de la tribu? A veces creo, pero es una cuestión de fe,
no sé si es cierto, que se puede construir una familia
a partir de cosas ínfimas
que no forman parte de la historia que nos fue contada
a través de las palabras o del cuerpo de los que amamos.
Que podríamos descender en el tiempo
hasta el instante en que aún no habían empezado ni la fealdad
ni el miedo, a través de una memoria física que nos devuelva
la humilde y pura gracia de respirar. Hablo
de atarnos a detalles tan insignificantes
que no serían jamás parte del drama y por eso mismo no podrían
convertirse en el hueso de tu infelicidad. Sería tan distinto, claro,
si tu familia fuera el día en que conociste el verano,
la primera experiencia de alegría bajo un chorro de agua en el sopor
pesado de la siesta, el olor de la tierra mojada y el contacto
del pasto en los pies descalzos. La risa, levantándose
como la bruma del calor hacia lo alto. Si fuera tu destino ese punto
del pasado, ese resplandor que quedó grabado a fuego,
clavado en tu carne como la herradura en la pata de un caballo joven,
de un potrillo que en el momento de entrar al establo se retoba y corre
y es capaz de fugarse de la vida que le espera.

21
LAGARTO

Pero estoy a punto de volver a los días donde me quemaba


al sol, un lagarto comiéndose el calor, con la boca dirigida al cielo
y los ojos cerrados, el cuerpo rugoso y pesado
plácidamente sostenido en la rompiente del verano, justo en el punto
donde alcanza su máximo poder para después empezar
a declinar. Es ahí donde estoy llegando: al tiempo en que nada
había empezado todavía a marchitarse, cuando entre los yuyos
del fondo crecía una flor salvaje, y verla daba miedo y alegría,
porque era espléndida, de una belleza que no se parecía en nada
a la de las flores nacidas y criadas en el jardín, que apuntaban
altaneras hacia la lejanía pero eran domésticas,
no sabían de los montes desmesuradamente
fértiles en que los árboles de troncos deformes, los animales
hoscos vivían por el sólo placer de seguir vivos, de respirar
el aire que quedaba a salvo de la polvareda y la sequía. Estoy
empezando a sentir lo que sentí entonces, el trueno que sacude
a las criaturas amansadas a la fuerza, el silbido en el aire
que precede a la caída de la fusta sobre el lomo, el segundo
en que empieza a cultivarse la posibilidad de la revuelta
que va a ir filtrándose en la médula y en los huesos
como un líquido parecido a una savia espesa esparciéndose
desde el corazón implacable de un árbol cuya madera es tan fuerte
que resiste sin daño el ataque de los hacheros. Estoy llegando al día
anterior a que empezara el desorden y se diseminara el dolor
hasta cubrirlo todo, una ráfaga de humo fétido capaz de entrar
en el alma hasta confundirse con ella para siempre. Entonces,
justo entonces, ahí me quedo, en el momento en que supe
que llevará toda la vida encontrar la forma de existir sin someterse
ni hacer daño, pero que vale la pena:
ni la mansedumbre ni la violencia pueden
contra ese peso que cae sobre la espalda de todos desde que se termina
el ínfimo tiempo en que está permitido vivir fuera de la ley
según la cual lo enfermo habrá de ser salud y viceversa.
Estoy, por fin, entrando al torrente de la siesta donde me dormí
sin conocer todavía el soplo de ese mal en la frente, sin temerlo.
La niñez es un temporal que pasa rápido, y rápido hay que seguir
la estela que dejó para no perderla. Si hay algo que está intacto
tendrá que haber quedado ahí y hay que encontrarlo: el animal
feliz que al llegar la crudeza del invierno se sintió acosado y solitario,
y se metió en la sombra después de haber absorbido toda la luz,
esa es la bestia castigada a la que hay que dejar suelta,
para que se cure las heridas sola, y sola salga a correr
hasta que pueda abandonar su ferocidad y su miedo monte adentro.

Claudia Masin nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Es escritora, docente y psicoanalista.
Vive desde 1990 en Buenos Aires. Coordina talleres de escritura. Publicó los libros de poesía: Bizarría,
Geología, La vista, Abrigo, La plenitud, El secreto, El verano, La siesta, La materia sensible, La cura entre
muchos otros. Su poesía reunida se llama La desobediencia.

22
JORGE LEONIDAS ESCUDERO

AMIGO ÍNTIMO

Era noche de viento anoche cuando


desvelado oí al gato amigo, el perdido,
llamándome.
Su quejumbre apagada oí e el impulso
tuve de abrir todas las puertas a recibirlo.

Veinte días ya,


y si no lo mató un perro viene ahí.
Salte de la cama y corrí a la ventana
ver si lo veía y hacerlo entrar
acariciarlo darle comida. Sucio, flaco
estaría después e tanta ausencia.

Entonces otra vez oí el llamado;


pero mi di cuenta no era el gato,
era una persiana que con el viento hacía
tal quejumbre.

Cerré la ventana.
Fui a mirarme al espejo ver qué cara
le queda a uno después de desilusionarse.
Y en esas vecindades de viento engañador
y ladridos nocturnos
volví a la cama a no poder dormir. Acaso
¿esto es mucho decir sobre la ausencia de un gato?

CONFIAR

Señor gato este blanco y negro este


que duerme a mi lado y suelta las patas
seguro de que no voy a incomodarlo. Descansa
como un trapo caído en el suelo
no vi más entrega como así un bebé
cerrar los ojos y dormir
ajeno a las traiciones del mundo
sí, porque la desconfianza lógica
entre nosotros los animales,
ver a este dormir tan feliz
me da la sensación expansiva
de que todos los seres deberíamos ser así.
E ante este sentir le agradezco
al cariñoso gato
porque por lo menos mientras lo veo dormir
me siento amoroso con todo el mundo.

23
Jorge Leonidas Escudero, San Juan, (1920-2016). Realizó estudios de Agronomía, pero dejó la
universidad para dedicarse a la minería en la cordillera sanjuanina, publicó: La raíz en la
roca (1970); luego siguieron más de veinte libros. En la última década: Endeveras (2004),
Divisadero (2005), Tras la llave (2006), Caza nocturna (2007), Dicho en mí (2008), Aún ir a unir
(2010), Poesía Completa (2011), Atisbos (2012) y Sobrevenir (2013).

LAURA FORCHETTI

AGOSTO

quisiera describir las notas de los pájaros


como hace Hudson

decir: un la corto
suavísimo
dos notas más largas
graves
y tres agudas que vibran
encendidas
toda
la tarde

8 ESTÁNDAR
como un par de guantes deshechos
S. Plath
fuimos a ver el cadáver
en la playa
ese gran objeto azul
carne casi negro
que arrojó el mar
con un gesto de maestro
de ceremonias
su gran reverencia
a nuestros pies

el olor era el único pensamiento

imaginaba que quedaría ahí


para siempre
en la arena
no habría forma
de quitarla devolverla
tal vez cortar en trozos
la grasa
el cuero oscuro
los huesos cúbicos
los arcos perfectos
y el cráneo largo donde hubo
olfato mirada orientación

24
un extravío que el mar
bañaría en cada marea

pero no quedó nada


estuvo para nosotras
una sola tarde
bajo el sol

llegamos en excursión
por el entusiasmo de mi padre
de llevar a las nenas a ver
una ballena
de cerca

un cachalote –dijo

no me gustó esa palabra


me gustaba llamarla
ballena azul ballena
ondulaba alrededor de mi boca

la gente subía al cuerpo desnudo


lo recuerdo-
como si no hubiera estado
vivo

hubo que lavar las zapatillas después


también las nuestras
aunque no intentamos subir

toda la playa estaba llena


de su materia derramada
canales en la arena
que el mar no alcanzaba
a lavar

mi padre hacía fotografías


pero ninguna quería detenerse
posar frente a esa cosa
pudriéndose en medio de la
fiesta

nadie se daba cuenta


que ya no respiraba
su gran pulmón de flores
de agua
árboles de oxígeno brillante
vuelto una bolsa arrojada
en la orilla
secándose como una cáscara

25
el revuelo de las aves
hambrientas
en medio de las cabezas
de los hombres
como recién creadas para esa
avidez

¿qué vimos esa tarde?

Laura Forchetti (Coronel Dorrego, 1964). Publicó: Libro de horas (Bajo la luna, 2017. Primer Premio Poesía
del Fondo Nacional de las Artes 2016); Pájaros o reinas (Hemisferio derecho, 2017); Temprano en el
aire (Vacasagrada, 2012); Cartas a la mosca (El suri porfiado, 2010); Un objeto pequeño (Vacasagrada,
2010) y Cerca de la acacia (Vox, 2007). Participó de las antologías 23 chichos bahienses (Vox, 2005)
y Poetas Argentinas 1961-1980 (Editorial del Dock, 2007). Obtuvo el VII Premio Internacional de Poesía
Infantil Ciudad de Orihuela, España, en 2014, con Donde nace la noche (Kalandraka, 2015).

SUSANA VILLABA

LA PANTERA

Matar al animal
requiere un animal
sin sombra.
Vas caminando por un monte
o te parece, no sabés dónde estás;
creés que lo sabías
cuando llegaste.
Ese negro
bien puede ser una pantera
o mujer,
no te das cuenta.
La mirada salvaje te gusta,
no, te calienta.
No, te mira
como quien no comprende
dónde está.
Ya estás perdida,
tendrías que llevarla a tu casa
pero sabés cómo termina:
un animal herido
siempre ataca.
Tendrías que matarla,
ahora,
antes de que sea tarde
o por piedad.
Pero esa mirada es una trampa,
si es pantera
sabe matar mejor
que vos.
Nadie sabe tu nombre
aquí

26
y ahora él
o mujer te da la espalda.
Pensás en un Remington
liviano
de distancia corta.
Pero nadie escucharía,
Red Hot los distrae,
a vos también.
Y no se mata por la espalda,
lo viste en las películas
o creés en eso.
Matar
es otra cosa.
Ahora te mira y ya sabés,
vas a llevarla a tu casa.
Está tocado por la gracia,
está a la vista
o vos lo ves, no estás segura,
o tiene algo
que creés comprender.
Y sin embargo
sabés cómo termina:
no sabés cómo
te hirió si te quería.
No querés acercarte,
te mira como miran los gatos
cerrando los ojos.
Es un hombre
por la manera de fumar,
se apoya en la barra
frente a vos,
los dos están perdidos.
Pensás en el Remington,
nunca tuviste uno.
Matar es otra cosa.
Nadie parece comprenderlo,
el negro tampoco pero ve
que tenés un cigarrillo
en la mano
y otro ardiendo
en el cenicero;
se acerca y lo fuma.
Estás perdida,
creés saber cómo termina
y volvés a equivocarte,
apaga el cigarrillo
y se va.
Ahora nadie
se parece a tu deseo.
Y es que no se parecía.
Una pantera perdida
en su memoria

27
o forma de mirar
o lo que fuera
que no vas a saber.
Tomás un taxi pensando
demasiada belleza no es el móvil,
es la coartada.
Para matar a una pantera
hay que cerrar los ojos.

Susana Villalba es poeta, dramaturga, periodista, crítica teatral y docente de poesía en la carrera de
Dramaturgia. Publicó: Oficiante de sombras (1982), Clínica de muñecas (1986), Susy, secretos del
corazón (1986), Matar a un animal (1995), Caminatas (1999), Plegarias (2002), La bestia ser (2018), la
antología Sin pelaje, sin sombra (2019) y participó de varias antologías. Escribió -y dirigió- algunas obras
de teatro. Recibió el 1º Premio Nacional en Poesía, otorgado por la entonces Secretaría –ahora
Ministerio de Cultura de la Nación.

MICAELA PIÑERO
EN EL RÍO
Los perros corren salvajes,
se meten entre los juncos,
abren umbrales con su velocidad.
Nosotras vamos caminando,
siguiendo el sendero
que construyeron los hombres.
Los perros sortean el camino,
dibujan en el aire
círculos infinitos de amor.
La velocidad de sus carreras paraliza el tiempo
paraliza el sol,
paraliza todo.
Yo estoy estática y los miro,
son lo único que se mueve,
atravesando cañas
y juncos llegan al pantano,
donde la vegetación acuática flota
y se moviliza sobre el agua.
Sus raíces perforan la tierra suavemente,
son una caricia al agua.
El sol resplandece sobre el agua,
las mareas cambian,
y los tipos de corrientes se manifiestan
haciendo crecer el río
y dejando la playa cubierta,
y con ella nuestros pies que ya encontraron el agua.
En ese momento los perros ya estaban ahí,
saltaban y corrían.
Nosotras estábamos coronadas,
porque ellos nos defenderían de todo.
Pero eso fue solo un sentimiento,

28
saber que estaban con nosotras,
por las caricias y el amor,
porque comprendíamos
que el amor que podíamos dar era enorme,
y que eso nos devolvía más amor.
Estábamos en éxtasis
viendo a los perros
saltando entre el agua,
la orilla y los juncos nuestros,
y a nadie más.

Micaela Piñero, artista visual, escritora y docente. Publicó los fanzines Desde Adentro (2011), Siempre
hay un vacío (2011), Ofrenda (2013), Transformaciones (2014) y Abundancia (2016). Fundó en el 2012 el
colectivo de poesía Las Pibas. Poemas suyos se publicaron en la antología de poesía Van llegando
(Mansalva, 2017), Australes y peligrosas (Cohuína, CDMX, 2018) y en Universidad de la violencia
(Mansalva, 2018).

VALERIA TENTONI
Tuvimos peces. Se murieron
panza arriba, inflamados
de alimento. Eran tres y eran siniestros.
Todos los peces son siniestros.
No confío en nadie que no pueda cerrar los ojos.

FLAMENCOS

Dicen que esos son flamencos


pero no me alcanza la vista. Dicen
que hay que tener cautela
con lo que puja y dicen que es espuma
pero yo veo un rebaño,
lomos surtidos de marrón glacé.

Lo que se acerca, ungulado,


y arrastra la arena.
El animal líquido
sobre la lona
granulada de la costa

caracoles
apenas enteros.

Nadie que sepa bracear debería


irse demasiado lejos. El que conoce su fuerza
es el que sabe medir
primero la ajena.

29
Valeria Tentoni (Bahía Blanca 1985). Reside en Buenos Aires. Publicó los libros de poesía
Batalla sonora, Ajuar, Antitierra, Hologramas y Piedras preciosas, así como los libros de relatos
El sistema del silencio y Furia diamante. Fue incluida en distintas antologías, como Nuevas
narradoras argentinas (Función lenguaje, 2017) y Penúltimos. 33 poetas de Argentina 1965-
1985 (UNAM, 2014). Actualmente es editora del blog de Eterna Cadencia y periodista
freelance.

ANA CLAUDIA DÍAZ


LAS ORCAS

El océano inmenso nos rodea acá para todos los costados. Atlántico sobre el manto. Esta
mañana había aparecido una tortuga marina gigante de carey, quedaba solo su caparazón en
la orilla que baña mi costa, cuando llegué. El resto del naufragio la trajo hasta acá. A veces las
olas son tan altas que tapan el muelle. Yo siempre pienso que iré a abrazarte corriendo cuando
venga el maremoto. Seguro lo anuncien en la radio o en algún programa del cable. Y me
quedaré ahí con vos, hasta que las aguas lo cubran todo. Si nos agarra de sorpresa, subiremos
a los techos y ahí ya no sé, capaz te vea de lejos, con suerte. Desde el mangrullo se ve mejor el
mar, se ve más adentro. Pero no más profundo para saber si las placas están chocando o si
aquel movimiento pertenece a las orcas que avanzan hacia al sur en bandadas iguales.
Cincuenta orcas a lo largo de mi mar. Cincuenta orcas para ver pasar antes de dormir, para
contarlas. Sus cantos de noche de sirenas de altamar. La música que tiene la playa, casi como
el sonido de adentro del caracol. Pero ahora, cincuenta orcas están nadando sueltas y juntas,
sin ninguna red cerca que les atrape la libertad. Sopla fuerte el viento a veces y rompe todo,
desde adentro pareciera como si la costa se desarmara en mil fragmentos, retazos del sol que
caen como rayos. Yo siempre vuelvo hasta la orilla. Pienso que algún día quizás salga un
monstruo marino y me lleve a vivir allí adentro, con ellas al final y sin soltarte la mano.

LA PRIMAVERA

Un mandala gira
asoma al silencio
en la huella sigilosa de tu mirada
ajada
ahí, suena la espuma del mar
pescadora
mi mano se acalambra y fuga
el último pétalo de una flor

me pierdo
la mañana se vuelve un columpio sobre el tiempo
o un surco en el relumbre intangible del vuelo de un pez
chispas, centelleos
un animal que vacía su pureza sobre el mal

30
el alivio del mundo se resuelve
en una estela de pronto, repentina de vos
en los febriles hilos de las palmas de nuestras manos
que se escurren sin tocarse, como oro, como la arena

la lava del caracol


cóncava, cristalina, se me enreda en los pies
estalla en el fondo de mi juventud
y me habla de una demora que ignora un rastro que nadie ve
la sed común, la razón más negra

la estepa de la noche boca abajo


fresca entre las algas
es un puente al revés para navegar
en la impronta primitiva de los grillos
algo brilla, fluorescente, amarillo a lo lejos
¿sos vos?

el néctar de las medusas se disuelve en lo volátil del río


resurge el litoral
la playa se llena de pelícanos rojos
de colibríes ecuatoriales que emigran hasta acá
insumisa, los persigo para apartar el invierno
tu torso de espaldas como una estatua de sal
bajo la palmera, olvida al bosque, la meseta
y tiembla desnudo entre médanos de océano
llevo una isla de arrepentimientos encima mío

me asustan los desmoronamientos


me aturde el graznido de los bichos, de los insectos
sus alas como hélices puntiagudas en retaguardia
sus picaduras en la piel
los círculos
y trato de evitar el trance o no estar donde sucede

te das vuelta, me ves


siento que la tierra me hunde en su vientre
como un imán gigante
pero igual voy hasta vos
por un camino finito de hojitas de menta
y en el calor del sol que las cuece
reverbero

en el viaje, una hilera de cangrejos me guía los pasos


me alumbra la ola que se alza como un espejo gigante al lado mío
ahora es fácil, ruedo
soy una orla prendida a vos.

31
Ana Claudia Díaz nació en Santa Teresita, en 1983. ha publicado en poesía limbo (2010 y 2012),
Conspiración de perlas que trasmigran (2013), Una cartografía de la insolación (2015), El hemisferio del
lado en que quedamos (2018), Tapera y Sinsépalo(2022). Compiló la antología Yacer en el Tuyú (2020).
Desde 2014 coordina talleres de poesía y clínicas de obra. http://www.anaclaudiadiaz.blogspot.com/

DIANA BELLESSI
LA DESAPARICIÓN DE TALITA KUMI

¿No voy a acariciar más tu orejitas suaves de color


té con leche? ¿y tu barbita feroz y el flequillo rebelde
que te oculta los ojos? ¿y tus piernas elegantes y erguidas
y esas caderitas que te gusta las friegue y al lomo
donde se aposentan las pulgas? ¿no vendrás a dormir
junto a mis costillas ahora que refresca y llega el otoño?
¿no te comerás los trocitos de pollo que guardo para vos
ni veré tu dormir tranquilo con la pata levantada
o el gemido del sueño que de tanto en tanto te ataca?
¿no oiré tus ruiditos por la casa ni esa manera de venir
a saludarme esté donde esté de vez en cuando? ¿ni felices
saldremos a caminar por el sendero verde de la isla,
vos chocándote con mis piernas en estos meses de ceguera?
La casa está vacía y yo, una bolsa vieja que se llena
con mis lágrimas, Talita Kumi, que escapaste al monte
o caíste al río a las siete de la tarde del día once
de abril cuando cortaba una caña de ámbar reluciendo
blanca en el costado de Appenssel como una tentación
de las flores al anochecer. Te he buscado noche y día
mi bebé, mi amiga, mi familia como siempre te decía
te acordás? Te he llamado en voz alta, bajito y entre lágrimas
y te llamo por escrito de todas las maneras en que sé
y ahora siento que estás lejos y no te veré acercarte, sucia,
asustada y alegre como otras veces en tus escapadas
monteras tras los cuises y comadrejas, ¿qué deshace
Shiva?, deshaceme a mí, no a ella, mi inocente, o acaso
desaparecés en tu ley, Talita Kumi, y libre de la rienda
que siempre te protegía, con ella a cuestas pero libre
al fin, la rienda roja, pequeña reina mía, mi Aquiles
diminuto... tus aventuras son leyenda por aquí...
Me habían prometido dieciocho años juntas, ¿habrás
soportado el agua fría de la noche, los días sin
comer en el monte? No sé, no sé, que no sufras, compañera,
para eso estoy yo...

LA APARICIÓN DE TALITA KUMI

Río y no me salen palabras frente a vos,


Talita Kumi,
las patas embarradas y sangre en las orejas

32
estás de vuelta
en casa, tres días sin comer perdida en los juncales
del río al frente
y como loca te acaricio sacándote
la rienda roja
sucia de barro y nadie me entiende como si fuera
una Casandra
que dice sortilegios de alegría y de amor
mi campeoncita
nadaste contra corriente y sos mi adalid
mi heroína
de odisea salvándote del mal y las sirenas
por tu fuerza
y tu sublime inteligencia, pequeña mía
cómo te amo
cómo agradezco a Shiva y a todo el panteón
que nos da una chance
de volvernos a juntar en esta orilla que ahora
brilla en tu presencia,
y sin que medie nada te vas a tu canasta
para dormir
hasta mañana y recién entonces me lamés
la cara, misión
cumplida dice la inocente austera, afuera
de la noche y el mal...

Diana Bellessi, Zavalla, Santa Fe, 1946, publicó quince poemarios, entre ellos, El jardín, título que inspiraría
el documental sobre su vida, El jardín secreto. Trabajó en las redacciones de Revista Feminaria y Diario
de Poesía. Fue una de las fundadoras de la cooperativa editorial Nusud. Escribió ensayos y realizó
traducciones de obras como el trabajo junto a la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin en 1996
con The Twins, the Dream: Gemelas del sueño. También tradujo a poetas norteamericanas
en Contéstame, baila mi danza, de 1984. Su poesía reunida, Tener lo que se tiene, se publicó en 2009. Su
último libro es Fuerte como la muerte es el amor, de 2018.

MARÍA EUGENIA LÓPEZ


A DE ANIMAL
Un animal es algo que no puede cagar en ningún lado. Alguien de cuyo excremento debe
hacerse cargo otro, juntarlo, invisibilizarlo. Si llamamos objetivación a la materia fecal
expulsada del cuerpo, un animal es pura subjetividad. Hablo de animales domésticos.
Un animal, recubierto de pelos o plumas (nacidos de su propio cuerpo), describe una
trayectoria de un punto a a un punto b. En el medio, muere aplastado por la tecnología. Su
exterior aflora del asfalto como una planta. Se ha perdido la forma, la intención, el contenido
de la víctima. Se ha borrado el recorrido. Esta figura con aspecto vegetal es un ser nuevo
posibilitado por el choque, pero sin raíces. Hablo de animales no domésticos.

33
E DE ESCRITURA
Aquí hay digo tiene que haber un elefante. Es una estructura dentro de una estructura dentro
de un poema. Es el cuerpo que está en la casa que rodea la voz. Un elefante es un ser opaco al
tacto y me encierra. Tiene capas de piel, de olores que salen de los poros, olores de otras cosas
que no son el elefante, olores de poca luz, de vegetales arrancados suavemente. Es uno de
esos que tienen un ojo del tamaño de tu ojo y te mira y cuando te ves reflejado tan pequeño
es como caerse en ese huequito en medio de tanta cabeza. Un elefante es una estructura de
cosas blandas pero firmes que tienen forma y contenido. El contenido es la voz y se siente
húmedo y tantea las paredes porque está oscuro. Un elefante no es un niño ni es una palabra
en cualquier lengua. Es absolutamente todo porque afuera sólo están los pelos que son parte
de él y de los que podés agarrarte para no caer. No es un animal porque sino sería algo que
está dentro y podría moverse y no porque es algo rígido o semirrígido que cubre todo el resto.
Entonces todo poema es un elefante y yo soy un niño.

María Eugenia López (La Plata, 1977). Publicó Bonkei (La Plata, 2004; Sâo Paulo, 2014), Sybille Schmitz
(plaquette, Santiago de Chile, 2007), Arena (México, 2009), Jirones de París (Barcelona, 2014), Carlinga
(La Plata, 2016), Arena (Malisia, 2018) Para una historia de los alimentos (Zindo & Gafuri, 2018)) y en
más de quince antologías de Argentina, Chile, Perú, México, USA..., revistas y sitios web. Algunos
poemas suyos fueron traducidos al portugués, francés, inglés y catalán. Participó en numerosos
festivales internacionales. Ha dictado talleres de literatura en la Unidad Penitenciaria Nro. 18 de La
Plata.

MERCEDES ARAUJO
UNA MUJER Y UNA PERRA

corran bajo la luz


del sol tibio del invierno
todos diremos
el animal terrestre
más bello del barrio
cuando en travesía
las veamos pasar

es que el zarandeo
acompasado beneficia
la justa armonía de los lomos
y esas melenas reunidas
parecen
de un león bifronte
una negra manchada y cana
la otra bermellón
como el cielo en la pampa

dos lobas
que avanzan al amparo
del montón de primos
y se reconocen
a la primera husmeada.

34
Esta perra tan vieja
no la reconocerías
-has llorado-
no me oye ni salta ni ladra.

Es cierto, puede ser


que el ritmo de la marcha
cambie con los años
y las estrategias
se vuelvan lentas
los sueños breves
pero formar así
un par tan diverso
o ser parientes
sin haberse dicho
una palabra
en la vida entera
y andar mezcladas
una en otra
como se enreda
en la bondad la firmeza.

Corran bajo la luz


de la tarde del invierno
yo las miraré venir
tan idénticas: una
con ecuaciones en la cabeza
y otra, en el festejo cabal
de la carne cruda.

Corran que a todos nos gusta


esta vida mientras más
se parece
al canto de la sangre
cuando destella

bajo la luz dorada salten


los alambrados a ciegas
galopen

dos furias en una.

Mercedes Araujo Nació en Mendoza, en 1972.Publicó los libros de poesía: Ásperos Esmeros (Editorial Del
Copista,2003), Duelo (Ediciones En Danza,2005), Viajar sola (Abeja reina,2009), La isla (Bajo la luna, 2010)
y la novela La hija de la Cabra (Bajo la luna, 2012).Recibió el Primer premio del Fondo Nacional de las
Artes en novela en 2011, el Tercer premio FNA en poesía en 2009, el Premio diez poetas jóvenes de la
Fundación El Libro en 2000 y la Beca Bicentenario FNA en Letras en 2016.

35
SOFÍA DE LA VEGA
SOY UNA DE LAS ZORRITAS QUE ESTROPEAN LAS UVAS

Hace días llueve y sale el sol


como un ciclo cósmico imparable.
Salgo de casa para comprar lechuga y tomate
porque tengo carne y unas hamburguesas.
Alrededor, la fauna se expande y con un sonido imperceptible
todo comienza a crecer,
reproducirse en pleno centro de la ciudad.
Piso a todo lo que me bordea
y se mete en mi camino.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
quedan restos violetas y rojos en mi boca,
blanca despúes de comerlas
y avanzo, porque la ebullición sigue.
La gente está de ojotas y su piel es verde,
son animales de otro corral.
Caminan con la mirada hacia abajo
y cruzan mal la calle a pesar de que hay muchos autos.
Cada vez que llego a la verdulería miro al costado
esperando ver tus pies por debajo de la cortina de plástico.
Tus piernas son macizas y fuertes, aparentan una vida deportista
que nunca tuviste.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
melosa huelo tu pelo en mi mente
y llego a casa.

II

Todo lo que tienes que hacer,


Zorrita, está en ese papel:
sonreí siempre aunque tus dientes estén sucios
pintate las uñas aunque las patas te pesen
sé siempre muy complaciente.
A nadie le gustan las zorritas que estropean las uvas,
manchan todo y crean un caos.
¿Acaso no te diste cuenta lo que pasa cada vez que te movés?
Deberías quedarte en casa o ir al supermercado
deberías acicalarte el pelo
deberías tener olor a lavanda.
La vida es un deber para las zorritas no un derecho.
Deberías saberlo.
Tus caminatas se extienden cada vez más,
en realidad corrés y ganás espacio.
Sos un tornado con algún nombre precioso de mujer,
¿será, Zorrita, que la naturaleza nunca es masculina?
Sigue creciendo todo a tu paso,
crees que ya llegaste al tope, al vacío,

36
pero eso no llega ni va a llegar.
Sabés que podés meterte en los campos,
robar a esos personajes verdes toda su fruta
y también su amor.
Eso no tenías que hacer,
no estaba en el papel.

Sofía de la Vega: San Miguel de Tucumán, Argentina, 1993. Es Profesora de Letras por la Universidad
Nacional de Tucumán y organizadora del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT) desde 2015.
Ha publicado dos libros de poesía: Blancas y plateadas (Ediciones Neutrinos) en 2018 y en España La idea
es vivir cerca pero no encima (Ediciones Liliputienses) en 2019. Además coordina talleres literarios para
niños y adultos.

DIEGO VDOVICHENKO

SOBRE LA POSIBLE EXISTENCIA DE LA MALA SUERTE (UN POEMA PARA DIBUJAR)


Abracé la ruda, le pedí por vos
felino hermoso, dios de mi corazón
fui al banco, me hice un nuevo dni
y por el teléfono de la esquina
di de baja la de débito.

No tengo un mango y voy igual


a recorrer los caminos que haya
y si hay que ocultar algo lo haré,
por vos felino hermoso, dios
de mi corazón.

Le prendí una vela a San Roque


y al resto de estampitas que encontré
busqué tierra de la plaza
hice pollo y pescaditos para vos.
Cuando subiste al techo pensé,
en cómo ibas a bajar,
hasta me subí con la mochila para ayudarte

ahí estabas
te vi
solo,
sobre las hojas secas que el jacarandá dejó,
te vi
me miraste,
miradas atravesadas por la duda y el amor,
¿vas a bajar?
cerraste y abriste los ojos
te dejé solo.

Cuando anocheció del todo

37
volví a buscarte y no estabas
te encontré más tarde en mi cama
que siempre fue nuestra

que en el abrazo te dije volviste, te amo, cómo estás


miau decías, miau miau

que sigas más tiempo


que vuelvas muchas noches más
que la tormenta te lleve cuando quieras
pero no mezclemos las cosas,
la suerte entre nosotros no existe,
somos mucho más
que esa pequeña circunstancia.

Diego Vdovichenko nació en Rosario del Tala en 1985 pero creció en Bahía Blanca. Publicó La fresca
(2010), Hasta acá (2012), Creo en la poesía (2015), Las Piedras (2015), Volver a la escuela (2015), La
canción que más nos gusta (2015), Esos pájaros (2017), Cuaderno Verde(2018) y El Perla(2020).

MILTON LÓPEZ
COSTA A COSTA

Llanura de arena, mar crispado.


una hilera de cañas, tanzas sumergidas
y moscas de todos los colores.

La costa desde el médano es


una explanada resplandeciente
que achica los ojos y hace
flotar, en el aire salado
la música de los objetos.

La costa de arriba:
enrollan la línea y sale
un pez raya grandísimo
corvinas, gatusos.
En las redes langostinos, cornalitos
y algunas aguavivas que los nenes
se abalanzan a juntar.
Saben cómo agarrarlas,
en los baldes ponen las cruz rojas
con agua de mar y les echan
pececitos que los hombres dejaron.

La costa de abajo: atracan lanchas


y a los peladores le pasan la pesca.
Con un cuchillo raspan las escamas;

38
una incisión desde el ano hasta la boca
del estómago arrastra entera la entraña.

Al caer el sol, se regresa al hogar:


echan a freír los cornalitos en marinera.
De las parrillas también llegan bandejas:
una corvina por cabeza…
En la mesa se come callado.
De vez en cuando alguien se mete la mano
y saca una espina, un grano de arena.

Milton López nació en Bahía Blanca en 1987. Publicó Impreso en papel vegetal (La Propia Cartonera,
Montevideo, 2011), El quinto sueño (Ivan Rosado, Rosario, 2012; Julieta Cartonera, Toulouse,
2013), Vermouth (Chuy ediciones, Bahía Blanca, 2013) y Hablar como los animales (Eloisa Cartonera, Bs.
As., 2014). Estudia Letras y da clases en escuelas provinciales.

JOSÉ VILLA
IVÁN

La pupila suele ir
a la pupila del agua:
un camión se aleja
por la playa, un camión
del que se des
moronan manzanas
verdes

Los caballos se acercan


a comer de esas manzanas
Entre cañas quemadas
trato de silbar como
los pájaros que oigo

Rostro de yerba hecha


polvillo sobre mi cara
El silbido roza, ondula
la superficie del agua
naturaL

José Villa (Martín Coronado, Pcia. Bs. As., 1966) es poeta, editor y crítico literario. En los años noventa,
fue director de la revista 18 Whiskys y codirector de Ediciones del Diego. En los años dos mil, fue editor
de la revista digital Atmósfera y del sitio PoesíaArgentina. Actualmente edita el sitio literario op.cit.
(opcitpoesia.com). Publicó los siguientes libros: 10 poemas, 2019 (2020), Escombro (2015), Camino de
vacas (2007), Es un Campo (2006), Poemas largos (2006), Wu, (2000), 8
poemas (1998), Cornucopia (1996).

39
RICARDO DANIEL PIÑA

VUELVE A CASA PEQUEÑO PERRO

Algo nos dice siempre de volver


como perros.
Los ojos tristes, la cabeza caída, el pelo...

Mucho tiempo fuera de casa, deteriora.

Volver
es cotejar la suerte que creíamos tener
con los propios ojos de perro:
la primera vez hundidos en una lluvia de verano,
la primera ves corridos por una jauría de niños,
la primera mano con caricias nuevas,
los primeros desperdicios celestiales como alimento,
y el primer nocturno: la cara en la baldosa.

Nunca habíamos tenido tanta suerte


con mi banda de perros.

Yo no había sido el único.


Comenzamos a juntarnos en las calles,
despojados de nuestros nombres de mascota.
Nunca tanta suerte nueva,
y en ese volver a casa,
que nos dice siempre perros,
nos volvía esa vieja sensación de agachar el lomo
y lamer la mano que te alimenta.
Mis muchachos eran increíbles.
Ninguno contaba su historia anterior.
Éramos una masa de pelos de colores y sonidos vicerales.

Éramos entrenadores de la suerte.

La “otra puerta”
de aquellas que habían sido nuestras casas,
se llamaba: s u e r t e.
Y no nos animamos a pasar por allí,
salvo cuando nos echaron.
Y en ese momento,
nuestros colores empezaron a ser los colores de la suerte,
nuestros ojos, nuestros olores, nuestros sentimientos bestiales,
la f o r m a de la suerte.

Antes creí que la suerte tocaba o no,


a la puerta principal.
Y hoy descubro que sólo era atravesar
la puerta de servicio.

40
No demos explicaciones a nadie -bestias amigas-
porque nadie nos mira.
Somos el corazón de la periferia.
Somos el cementerio de los deseos de entrecasa.

¡ Cuántos de nosotros creyó no ser un perro !


Tendidos en un living en el invierno
y cerca de una estufa.
Dejábamos de ser una bestia,
para convertirnos en algo del deseo de los dueños.

Nos sentíamos como niños ocupando lugares privilegiados


y nos fuimos alejando de la bestia.
Es la misma voz que nos decía:
vuelve a casa pequeño perro.
Muerdo el sufrimiento de mirarme definitivamente
en mi grupo de solitarios en masa.
Somos esto: p e r r o s.

Perros alejados a los golpes por la puerta de servicio,


olvidados en algún paraje también olvidado,
donde nos duele: “vuelve a casa pequeño perro”.

Todo lo que hemos vivido luego


de esa puerta abierta a la suerte:
los jardines que hemos roto,
las flores disueltas en nuestros revolcones,
las primera lluvias,
la mordedura del semejante,
y el amor primero que nos lleva por la noche,
primera caricia solitaria,
primera vez el campo para mi nuevo cuerpo de bestia,
primera vez que digo que no,
primera vez que no estoy solo.

¡ Nunca más volver de esta alegría terrible !


¡ Este mundo de calles solitaria me esperó lo suficiente !

Seré el perro que me dicta mi voz.


Ese otro perro con rabia y enfermo de resentimiento
huyendo de todo contacto que me patee
al pasado que no existe.
Solamente me queda un color nuevo de tormentas
y hambre y deshechos.

Seré lo que vaya descubriendo:


Un problema, una palabra perro, un grito o lástima.
Un puente hacia el mundo de los perros.
Seré dueño de algo que vaya descubriendo.

Y hundido en una mañana


caminando por esta alegría bestial,

41
me diré: nunca vuelvas a casa, pequeño animal.
Nunca vuelvas al centro para ser pequeño animal.
O al menos intenta decir: n u n c a.

Un amor nuevo ladrando nunca.


Somos como países en cualquier sitio
devorando todo a su paso.
Intenta no ser esa voz de pequeño animal del regreso.
Otras voces de perros en las calles en los baldíos
en los andenes en la terrazas en los balcones
están llorando nunca.

Gritan n u n c a.

Cuántos nos miran con desprecio o con lástima


por habernos alejado para siempre.
Se apiadan de nosotros.
No saben que ladramos de alegría : n u n c a.
Les ladramos infinito ante sus puertas.
Ladramos en la basura que nos sostiene.
Lloramos nunca.
Ladramos miseria ante sus propios ojos.

Lloramos su propio llanto.

Somos nunca regresar para ser pequeño perro.


nunca

Ricardo Daniel Piña, poeta, nació en Buenos Aires en 1962, aunque hace varios años que desarrolla su
tarea en Salta. Ha publicado Provocación de la infancia, Primera Antología Encargada por Washington
Cucurto, Sentimiento Bielsa, Guerrero del imperio, Instrumentos y cuerdas, Frágil, La poesya ese
synthoma y Debajo animal. Ha desarrolado una amplia y diversa experiencia en ediciones de libros
cartoneros. Presentó a fines de 2018 el libro denominado Trilogía sentimental, poesía sobre fútbol.

42
FRANCO RIVERO
PULSO

la armonía es escuchar que un grillo


no se superpone a un sapo
ni a una rana
y uno entiende
sin dificultad
sapo
rana
grillo
yo
que no tengo armonía
algo que hago siempre
es acostarme de noche
boca arriba en la ruta
casi nadie pasa aquí
pero no hay silencio
y sobra vía láctea
acostado así
entonces mi corazón
late pequeño entre todo
y soy un anfibio
un insecto más
que entona
por instinto
mi soledad me vuelve afín
me pone en la misma dirección
que el campo
pulso del mundo
suena tan bien
lato tan bien de anfibio
o de insecto
en el mundo

Franco Rivero (Ituzaingó, Corrientes, 1981). Publicó: Situación desbridamiento (Ananga Ranga,
2010); Vos ahora voz (Deacá, 2014); la plaqueta Nudo de agua en el viento (Madre Agua, 2016)
y ud no viaja asegurado (2° Premio en el género Poesía del Concurso del Fondo Nacional de las
Artes) editado por Editorial Deacá, 2016. Su poemario Disminuya velocidad obtuvo el Primer
Premio del Concurso de Letras 2017 del Fondo Nacional de las Artes.

43
LARISA CUMIN
MOJARRAS

Una para vos


ésta se la guardamos al Fede
que vino, tiró y piró
y esta otra para el pibito
que nos pidió el boguero
éstas que coletean vivarachas
se la damos a los gatos
la que hace la muertita
va derecho a la fritanga
la escapista también,
la que pisó el Gonza
vemos
en qué estado
llega a casa,
esa chiquita
que quedó panza arriba en el balde
va a estar riquísima
limón y directo al buche,
ni ahí se le van a sentir las espinas.
Cuidado
con el doradito
que nos cortó la línea
no quiere compartir su cena
con estos que deliran cualquier cosa.
Ese cuarto menguante
es un dorado de coté
capturado en el momento del salto
refracta el sol de otro lado
antes de caer
de vuelta al agua y perderse
entre la espuma de las nubes
y el monoblock.

Larisa Cumin nació en 1989 en Santa Fe. Publicó Flaquito (Corteza, Santo Tomé, 2014), Ela
Acorda (4ojos, Santa Fe, 2015). Integra la colección Dos poemas (Ediciones Arroyo, Arroyo
Leyes, 2016) y las antologías Van Llegando (Mansalva, Bs As, 2017, premio bienal de Arte
Joven), Poesía de la Región Centro (CFI, 2018), entre otras. Se desempeña como narradora oral
y dicta talleres de lectura y escritura. Se graduó de Profesora de Letras en la UNL en 2013,
actualmente reside en Buenos Aires y cursa la Maestría de Escritura creativa de la UNTREF.
Forma parte del equipo de mediadores de la lectura Lectobus y del grupo de poesía La
Chochan.

44
ARNALDO CALVEYRA

El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron
desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar
y yo con la mirada. Venía con las alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no
alegraba una mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el resto:
una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de tren que siguió.
La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en
mancarrón.
Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires. Casi a
mediodía entró el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar a cuanta
cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando.
En el ferry fue tan lindo mirar el agua. ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron
que cantara.
Arnaldo Calveyra 1929, Mansilla, Entre Ríos. Vivió en su provincia natal Entre Ríos y cursó
estudios en 1943 en Concepción del Uruguay, y Filosofía en la UNLP. Obtuvo una beca en Paris
en 1960 donde conoció y trabajó junto a Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik entre otros. Publicó
los libros de poemas Cartas para que la alegría, Iguana, iguana, El hombre del Luxemburgo,
Diario del fumigador de guardia y Libro de las mariposas; la novela La cama de Aurelia; el libro
de relatos El origen de la luz; y el ensayo Si la Argentina fuera una novela.

OLGA OROZCO
CANTO A BERENICE XVI

No invento para ti un miserable paraíso de momias de ratones,


tan ajeno a tus huesos como el fósil del último invierno en el desván;
ni absurdas metamorfosis, ni vanos espejeos de leyendas doradas.
Sé que preferirías ser tú misma,
esa protagonista de menudos sucesos archivados en dos o tres memorias
y en los anales azarosos del viento.
Pero tampoco puedo abandonarte a un mutilado calco de este mundo
donde estés esperándome, esperando,
junto a tus indefensas y ya sobrenaturales pertenencias
-un cuenco, un almohadón, una cesta y un plato-,
igual que una inmigrante que transporta en un fardo el fantasmal resumen del pasado.
Y qué cárcel tan pobre elegirías
si te quedaras ciega, plegada entre los bordes mezquinos de este libro
como una humilde flor, como un pálido signo que perdió su sentido.
¿No hay otro cielo allá para buscarte?
¿No hay acaso un lugar, una mágica estampa iluminada,
en esas fundaciones de papel transparente que erigieron los grandes,
ellos, los señores de la mirada larga y al trasluz,
Kipling, Mallarmé, Carroll, Eliot o Baudelaire,
para alojar a otras indescifrables criaturas como tú,
como tú prisioneras en el lazo de oscuros jeroglíficos que las ciñe a tu especie?
¿No hay una dulce abuela con manos de alhucema y mejillas de miel
bordando relicarios con aquellos escasos momentos de dicha que tuvimos,
arrancando malezas de un jardín donde se multiplica el desarraigo,
revolviendo en la olla donde vuelven a unirse las sustancias de la separación?
Te remito a ese amparo.

45
Pero reclamo para ti una silla en la feria de las tentaciones;
ningún trono de honor,
sino una simple silla a la intemperie para poder saltar hacia el amor:
esa gran aventura que hace rodar sus dados como abismos errantes.
El paraíso incierto y sin vivir.

Olga Orozco, Toay, (1920 -1999). Poeta y cuentista argentina. Publicó los libros de poemas Desde
lejos (1946), Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), Museo salvaje (1974), Veintinueve
poemas (1975), Cantos a Berenice (1977), Mutaciones de la realidad (1979), La noche a la
deriva (1984), En el revés del cielo (1987) y Con esta boca, en este mundo (1984). Escribió también dos
libros de relatos autobiográficos, La oscuridad es otro sol (1962) y También la luz es un abismo (1995) y
una obra de teatro: Y el humo de tu incendio está subiendo (1971).

WASHINGTON CUCURTO
GRANJA DE POLLOS

Otro que no soy yo


-ni mi hermano Cacho-
montó una granja de pollos
en un gran descampado rodeado de álamos.
Piensa venderle pollos a todo Florencio Varela
y hacerse rico.
Suceden pequeños acontecimientos antes de que un desastre
se desencadene.
Sucesos mínimos, pollos por la noche, que desencadenan
un huracán.

MI GATO SE COMIÓ AL CISNE

El gato de mi hija
-ni siquiera es gato, sino gata pulguienta
y pacífica- se comió al cisne
que se apoyó en la mesa.
¡Oh, salvaje e inexplicable naturaleza!
La gatita más buena del mundo
se come al cisne blanco de cuello perfecto.
Oh, la gatita de una niña llamada Margarita.
Negras margaritas con olor a sangre
de cisne flotan en el aire.
Es todo lo que quedó.
Me hubiera gustado torcerle el cuello al real
cisne nicaragüense,
pero en cambio la vida me asaltó con esto:
el suelo gris y pedregoso, las hojas verdes y amarillas,
y una pluma encima de una maceta.

46
CUERVO

Carver tuvo su cuervo.


Poe tenía un cuervo,
Borges tenía su cuervo.
Elvira Hernández tomaba café en el bar El Cuervo.
Teillier también.
Lemebel también bebía en el bar el cuervo.
Cortázar vio al mundo convertido en un cuervo gigante
cuando se le fue Carol Dunlop.
Marechal decía que Perón era un cuervo justiciero y social.
Hoy se me apareció un cuervo
frente a la facultad de odontología
mordía una extraña soga blanca,
se me acercó dando pasitos inofensivos.
Ni me miró.
Cuando quiso levantar vuelo
le pegué un mochilazo que lo dejó tonto.
Un viejo me gritó: ¡no es un cuervo, es un tero!
Y se murió.

Wáshington Cucurto, (Nacido Santiago Vega, Quilmes, provincia de Buenos Aires, 1971).
Poeta, narrador, editor, artista plástico y gestor cultural. Codirige la editorial Eloísa Cartonera.
Publicó: Zelarayán, 1996, La máquina de hacer paraguayitos, 1997, Veinte pungas contra un
pasajero, 2003, Hatuchay, 2005, Como un paraguayo ebrio y celoso de su hermana, (2005,)
Upepeté. Noticias del Paraguay, (2009), El tractor, (2009), Poeta en Nueva York, (2010), Nada
me espera en la ruta, (2018) y varias novelas.

MARIANO BLATT
KEVIN

Voy en motito a comprar pan


son como las diez de la mañá
tal que pienso un poco en dios
tal que pienso un poco en Kevin
paro en la plaza y saludo de manos con los chicos
tomo mate me preguntan qué hacés
pienso en Kevin
digo
ah no compro pan me confundí
ja pum cualquiera
Kevin me sonríe
Kevin te sonrío
enciendo la moto son como las diez treinta
compro pan y en regreso al barrio veo a Kevin junto a un alambrado
luego camino de pinos se me cruza una vaca
me saluda la saludo diez cuarenta el sol es mi amigo

47
pum pincho goma qué fortuna
miro para atrás viene Kevin a caballo
me saluda lo saludo se baja hablo con el caballo
Kevin dice está pinchada ¿tenés pan?
tuc le doy pan
nos sentamos a la sombra
la sombra también es mi amiga
viene una gallina me saluda la saludo
tuc le doy pan pum saca un finito del bolsillo
le digo gallina sos copada me dice gracias buen pan
Kevin me sonríe
Kevin te sonrío
diez cincuenta y cinco se arma fogata
pasa la vaca viene el caballo
pasan los chicos no se quedan
diez de la mañá de nuevo
buenísimo el tiempo corre para atrás
el tiempo también es mi amigo
crece el pasto se mueven las nubes
Kevin es mi amigo
le digo me gusta tu pelo
me dice me gustan tus ojos
le saco la remera se va la vaca se va el caballo
diez treinta se va la gallina copada
me saca la remera me desata las zapatillas
crece el pasto se mueven las nubes
Kevin me sonríe
Kevin te sonrío
se saca las zapatillas me dice te las cambio
cuánto calzás pum como pan me pongo las zapas de mi amigo
me gusta tu campera me gusta tu caballo
diez y cuarto el sol es mi amigo
crece el pasto se mueven las nubes
nace un dios llueve en el pueblo
veo a Kevin contra un alambrado
hablo con dios me dice seguí así seguí asá
dios es mi amigo este barrio es mi novio
un camino de tierra me abraza esta mañana
vuelvo arrastrando la moto Kevin se me ríe
somos amigos me gusta su pelo
dobla dos cuadras antes
doblo dos cuadras después
gracias por las zapas me dice
gracias por tu pelo le digo.

Mariano Blatt nació en Buenos Aires en 1983. Poeta y editor. Publicó, entre otros, Increíble (Ediciones
Stanton, Bs. As., 2006), Nada a cambio (Belleza y Felicidad, Bs. As., 2011), No existís (Determinado
Rumor, Bs. As., 2011), Hielo locura (Ediciones Stanton, 2011), Alguna vez pensé esto (Triana, Bs. As.,
2015) y Mi juventud unida (Mansalva, Bs. As., 2015). Codirige el sello editorial Blatt & Ríos.

48
FRANCISCO MADARIAGA
LÁGRIMAS DE UN MONO
Yo quiero cautivar tu desesperación, oh mono
adiós.
Tiemblas tanto en tus islas negras, oh mono
adiós.
En los embarcaderos el color encendido en tus
ojos tiene tanta fe.
Oh mono, retén el equilibrio de tu asombro.
Yo ya tiemblo en tus islas, mono adiós.
Tu odio virginal es idéntico a cuando se cruza
mi alma con el mundo.

PUENTE FLORENCIA
I
Todo se olvida.
El rumor es un puente.
El color es un puente.
La mirada de un ciervo que olfatea un
tesoro,
es un puente,
y vuela con el ave que se aleja del
invierno natal.
Vuelan todos los puentes.
Las comunicaciones estallan en fuego y
transparencia.
Sólo nos queda el puente del olor del
infinito,
la pasarela para el tigre de los sueños.
II
Ya se aproxima el viejo invierno
con su canción de baja zona;
el horizonte eleva un puente
con el terror de una paloma.
En el estero hay una brisa
con una garza que reposa
sobre la escarcha de una selva
que al agua entra y se desfonda.
Tiene el sonido una esperanza
de libertad, y un fuego de oro.
Olor a ciervos que olfatean
entre las pajas un tesoro.

49
LLEGADA DE UN JAGUAR A LA TRANQUERA

Desciende, agua criolla.


Paraje, desciende, ¡pero muy bien montado!,
con apero del oro de las guerras
y los rodeos en llanuras gateadas.
Espartillo, áspera y delicada cabellera del
terror correntino,
canta una canción de hada de llanura.
Desciende, palmeral del borde del estero,
para beber la luminaria caída de la tormenta
de la raza.
Entrégate, oh el antiguo, ex guerrero, ahora
cuatrero, vengador de la estancia delicada,
solitaria en el llano del llanto,
llano del aguacero,
y pon tu estribo de oro y de reserva
para bajar a beber miel y estero:
Que ha llegado un jaguar a la tranquera.

Francisco Madariaga (Buenos Aires, 1927-2000) A los 14 días de vida fue llevado al Paraje Estancia
Caimán, Tercera Sección, del Departamento de Concepción en la Provincia de Corrientes, Argentina. Hasta
los 15 años de edad vivió entre esteros, lagunas, palmeras salvajes y los gauchos más arcaicos que aún
quedan en la Cuenca del Plata. Desde 1954, año en que apareció su primer libro de poesía El pequeño
patíbulo, se suceden 18 obras, entre las cuales se destacan Las jaulas del sol (1959), El delito natal (1963),
Los terrores de la suerte (1967), El asaltante veraniego (1968), Tembladerales de oro (1973), Llegada de
un jaguar a la tranquera (1980), Resplandor de mis bárbaras (1985), El tren casi fluvial (segunda obra
reunida 1988), País garza real (1997), Aroma de apariciones (1998), Criollo del universo (1998), Solo contra
dios no hay veneno (1998).

50
DANIEL DURAND
VIEJA DEL AGUA
Destornillador tornillo música y un pececito
nadando bajo el agua, visto a través de antiparras,
por arriba pasa la corriente, el pececito, vieja del agua,
nada en un remanso redondo,
un hoyo basáltico, por arriba pasa la correntada
que viene así cristalina del brasil de hace dos meses.

Escucho el ruido de los chorros, el agua cae constante


en el tanque redondo que hay arriba del techo,
veo a la vieja nadar adentro del hoyo,
prenderse a los musgos y chuparlos,
la correntada me resbala por el cuerpo,
me infla la maya, millones de globos blancos
salen de abajo de las piedras:
aire que embucha la cascada y acá abajo revienta,
busca salir desesperadamente para arriba,
abro las orejas abajo del agua y escucho
el martillazo acuático de dos piedras que se tocan.

Viene Palito y me dice sacándome la antiparra


no ves boludo que todos te están buscando,
llora mi madre,
del miedo que tuvo y de la rabia que tiene,
mi hermana llora porque llora mi madre,
el perro ladra porque llora mi hermana,
los pájaros se vuelan porque ladra el perro,
los hijos de Pusterla le tiran piedras a los pájaros,
una piedra cae al agua y la vieja se espanta,
se muda de comedero.
(…)
yo miro a la vieja del agua, está chupando unas babas
que envuelven una piedra marrón,
apenas coletea para que el agua no la saque del lugar,
succiona, me prendo con las manos a las piedras de abajo
y avanzo por el fondo en contra de la corriente,
después saco la cabeza más adelante y la gente se impacta,
cómo puede ser que el agua no lo arrastre y le gane a la corriente,
será el mismo, se preguntan, pero hago trampa, avanzo por el fondo
agarrándome con las manos a las salientes de las piedras,
los turistas vienen de visita a ver la correntada,
es muy fácil ilusionarlos,
engañados los turistas, como un lector.

Daniel Durand (Concordia, 1964). Poeta y editor. Cofundó la editorial Deldiego y la revista 18 whiskys.
Codirige la editorial Colección Chapita. Publicó, entre otros: La maleza que le crece (1997), El Krech (1998),
Segovia (1999), Vieja del agua (2000), El Estado y él se amaron (2006), El cielo de Boedo (2005), Ruta de
la inversión (2009), Cabeza de Buey (2017).Desde 2009 dirige la Escuela de Poesía y Edición.

51
FERNANDO CALLERO

DESDE LAS PRIMERAS HORAS A LOS PÁJAROS

Este es un poema dedicado a esos seres nerviosos y discretos


que llevan su vida en las alturas, una dimensión que el hombre
casi no utiliza.

Hablan un lenguaje extraño.


Su velocidad de estar es otra.
Los anima una energía
que hace saltar los fotogramas.

Qué vértigo convertirme en uno,


sentirme sedoso,
redondo,
picarme un piojo y salir volando.

Dije que este era un poema para los pájaros,


pero es mentira porque ellos jamás van a leerlo.
Sigue habiendo pájaros más allá de estos versos;
cantan en mi ventana cuando me voy a dormir.

Fernando Callero Concordia, (1971-2020). Vivía en Santo Tomé, provincia de Santa Fe. Publicó entre
otros: Ramufo Di Bihorp, El espíritu del joven Borja, Joya, y Al rayo del sol, que reúne su obra poética
entre 1999 y 2013, Una destrucción muy fina (2012), Soledad Col (2015). Dirigió desde 2008 junto a
Santiago Pontoni la editorial Diatriba. Con edición de Daiana Henderson, Caleta Olivia publicó Un
delicado temblor se coló como un ladrón en la naturaleza, el libro sus últimos poemas.

FRANCISCO GARAMONA
Hay una chica que se duerme
envuelta en una manta rosa…
Ay, tantas cosas que olvidé,
pero igual me digo que recordarlas
es parte de lo mismo.
Porque muchas situaciones se entremezclan…
Estos meses pasan de costado,
se persiguen sin llegar a lo que son,
pura estación, pura semilla
que pronto plantaremos en un patio.
Siempre pienso en árboles que tiemblan
fijos en la vecindad de otras especies.
Hoy un amigo me hablaba de un caballo
que era suyo y él había criado
y que se murió en el campo, levemente

52
como un mueble que se pudre resistiendo su templanza.
Pienso en ese caballo, triste, amiga,
y creo que no hay otro animal ahora
que descifre con nosotros lo que quiera
porque el también fue abandonado
por una vieja tropa que no supo quererlo o valorarlo.
¿Y qué podemos decir de nosotros esta vez?
Que la manta era de seda y que por ella
corría un soplo inextinguible de animal muy perezoso
que se mecía para hacerte perder lo que tenías,
lo que guardabas de un miedo original,
sí, suave y tremendo, invalidado
en la parte de sombra de esas ramas
que iban a señalar tu valentía.
Marcia tomó un vino barato que le pintó la boca
de morado. Se limpió con una servilleta imperial
que estaba sola como ella.
La vimos por la ventana siempre limpia del estío,
escuchamos su risa inolvidable.
Pero nos fuimos los dos imperturbables,
tratando de robar una pala
para enterrar nuestros secretos.
(El caballo desnudo se había plegado en un helecho).
Sí, ya sé amor, hace frío en el polvo
que pronto será del aire otra substancia
en los frentes de las casas que nunca habitaremos.
Ahora te digo que con la piel de ese caballo
yo podría si querés hacerte un buen sombrero,
para que me ocultes la mirada.
Porque no quiero ver cuando tus ojos
descubren todo lo que nos separa.

Francisco Garamona, nació en Buenos Aires en 1976. Es escritor, editor, librero y músico. Dirige la editorial
Mansalva Publicó más de 30 libros en distintas editoriales latinoamericanas, entre otro: Parafern (2000);
Carcarañá (2002); Pequeñas urnas (2003); Cuaderno de vacaciones ( 2003); Que contiene láminas (2005);
La leche vaporosa (2006); Cosas encontradas en un pupitre, (2008); Pueblo y ciudad llanos, (2009),Odio la
poesía objetivista ( 2016) y Voy a decirte algo en secreto ( 2018).

GABRIEL RECHES
1
Mi perro es muy viejo
de cachorro el pelo siempre
le crece no hay forma
de mantenerlo limpio
sin nudos no hay forma
de mantenerse en pie
tres pasos para el perro
mío ya muerto diría

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en un bosque parecido
al vientre de su madre
preso vive en la casa
el perro vive en la mía
tiene el pelo lleno de nudos
no sabe lavarse
cuando lo saco a pasear
se choca con los postes de luz
las ramas de los árboles
las tiradas
las cosas que no deberían
estar allí ninguna cosa
debería
ayer volvió con alambres
en la barba
de las pezuñas colgaba
una cinta adhesiva llena
de tierra había hecho pis
en todos los arbustos y
cuando pasamos frente a la puerta
de Sepelios Mérida veo
su lomo quedó lleno
de florcitas blancas

3
Mi perro está ladrando
porque le duelen las piernas
cuando le corto los nudos
y me detengo mi perro ladra
porque se puso contento
ahora lo dejo en paz
y come su alimento
balanceado mi perro
pierde el equilibrio
se excita está ladrando
porque no puede subir
la escalera lo miramos
desde la terraza le arrojo
huesos no pobre así no
lo llevo a upa lo llevo con nosotros
mi perro ladra fuerte
porque está con nosotros
todo termina
ya no hay carne bajamos
a tomar tes
mi perro está ladrando
porque no logra bajar
me llama dice no
me dejes
busco a mi perro parte de mi
perro está ladrando
porque lo pongo en mis brazos

54
el agua caliente se enfría
dicen y no hacemos caso
entramos al cuarto de sonido
grabo su voz gritamos cosas
mi perro y yo ladramos juntos.

Gabriel Reches, escritor, director y guionista, trabajó en múltiples proyectos audiovisuales para la TV
Pública, como "Borges por Piglia" y la adaptación de Los siete locos y Los lanzallamas de Arlt. Su labor
fue reconocida con dos premios Martín Fierro. Reches es también el autor, entre otros, de la novela La
caja (Interzona) y del poemario Es el fin del mundo tía Berta.

LUCÍA CALETA
Las acacias le dijeron a la pastora a dónde
construir la casa
estaba en el agua
y cuando salía caminaba sobre ella
pidan a los animales y que ellos las instruyan, canta,
mi casa está en el agua y cuando salgo camino
sobre ella. Soy una serpiente de pocos pasos,
un coral dentro del arrecife
sus cachorras aúllan y la pastora
canta: soy la planta
porque las plantas
no conocen fronteras.

(…)Saben las exploradoras que lejos


de la costa, de las nubes
de humo, de las fábricas de plástico
de las redes de nylon, del látex que chupa de los árboles
del bullicio, del papel, saben
que el mar es la promesa de un desierto, un misterio piramidal

de cangrejos azules y amarillos, de perlas


de rosadas perlas, de calamares, de peligrosos
calamares, una sierra nevada
una reacción
en cadena y un conjunto. Una masa de vapor
que absorbe todos los rayos

Lucía Caleta nació en Córdoba y vive y trabaja en La Boca, Buenos Aires. Estudió Letras en la UBA y
Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York, donde también fue profesora. Estudió taxidermia y
botánica. Publicó: Adam G y Nieva en todas las estaciones (Ed. Cencerro) Una reacción en cadena y un
conjunto (Ed. Palabras Amarillas) y cuentos en revistas (Vice, Matera, Crónica Ambiental, Viceversa Mag,
Precog y Endémico). Coordina desde 2020 el taller de Literatura y Ecología, "Las cosas naturales".
Es docente del seminario de Ecocrítica en la Universidad de la Patagonia Austral y de Literatura
Latinoamericana en la Universidad de General Sarmiento.

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