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04 Literatura.

La poesía culta
Sobresalen tres poetas: el marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique.
4.1 EL MARQUÉS DE SANTILLANA (1398-1458)
Íñigo López de Mendoza fue un poeta cortesano de gran cultura (dominaba varias
lenguas) perteneciente a la nobleza. En sus Serranillas, narra su encuentro con
bellas serranas («La vaquera de la Finojosa», «La moza de Bedmar», etc.), personaje
del que presenta una visión idealizada. También escribió unos Sonetos fechos al
itálico modo, que son los primeros escritos en castellano. Su falta de dominio del
endecasílabo hizo que estos no tuvieran trascendencia alguna en ese momento,
pero demuestra la influencia que ya ejercía la cultura italiana renacentista.
Los Cancioneros
Eran colecciones de poesía culta de diversos autores. Sobresalen el Cancionero de
Baena (1445) y el Cancionero de Estúñiga (1560). La mayoría son poemas
amorosos (aunque también los hay sobre la muerte, el paso del tiempo, poemas
satíricos…) y siguen el estricto código del amor cortés. Este tipo de poesía cortesana
es de gran artificiosidad, y posee unas normas muy estrictas. Abundan las antítesis,
las paradojas y los juegos de palabras.
4.2 JUAN DE MENA (1411-1456)
Secretario y cronista del rey Juan II de Castilla, fue autor de El laberinto de Fortuna
o Las trescientas, llamada así por el número de coplas de las que consta. Esta obra
es un poema alegórico sobre el tópico de la fortuna y su variabilidad.
4.3 JORGE MANRIQUE (1440-1479)
Poeta perteneciente a la nobleza, al linaje de los Lara, luchó en varias campañas
militares y murió en el asalto al castillo de Garci Muñoz (Cuenca), defendiendo la
causa de Isabel la Católica frente a los partidarios de Juana, la Beltraneja.

Aunque escribió poesía amorosa (siguiendo el modelo de la época), es, sin duda, el
poeta más importante del periodo por sus Coplas por la muerte de su padre. Esta es
una elegía sincera constituida por cuarenta coplas y dividida en tres partes que,
partiendo de una reflexión general sobre la vida y la muerte, llega a esbozar un
retrato de la figura paterna.

Las obra está escrita en coplas de pie quebrado o manriqueñas, una combinación
de 12 versos tetrasílabos y octosílabos distribuidos en dos sextillas con este
esquema: 8a 8b 4c 8a 8b 4c / 8d 8e 4f 8d 8e 4f.
Coplas I-XIII
Reflexiona sobre la fugacidad de la vida y sobre la fugacidad de los bienes
materiales. Insiste en la importancia de la vida eterna.

Coplas XIX-XXIV
Emplea el tópico del ubi sunt (‘¿Dónde están?’) para tratar el tema de la muerte con
ejemplos concretos de la vida terrena (vida mortal) y aborda el tema de la fortuna.

Coplas XXV-LX
Se centra en la figura de su padre, Rodrigo Manrique, hombre lleno de virtudes (vida
de la fama) que acepta como buen cristiano la llegada de la muerte, con la que
dialoga.

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