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Este documento resume el libro de cuentos cortos "Microficciones" de Adolfo Flores. Describe la imaginación sorprendente de Flores y su habilidad para crear mundos, personajes e intrigas en relatos breves. Los cuentos presentan elementos como mundos imaginados, dioses extraños, destinos inciertos y sueños reveladores. El volumen muestra el vuelo creativo de Flores y su capacidad para generar emoción artística.
Este documento resume el libro de cuentos cortos "Microficciones" de Adolfo Flores. Describe la imaginación sorprendente de Flores y su habilidad para crear mundos, personajes e intrigas en relatos breves. Los cuentos presentan elementos como mundos imaginados, dioses extraños, destinos inciertos y sueños reveladores. El volumen muestra el vuelo creativo de Flores y su capacidad para generar emoción artística.
Este documento resume el libro de cuentos cortos "Microficciones" de Adolfo Flores. Describe la imaginación sorprendente de Flores y su habilidad para crear mundos, personajes e intrigas en relatos breves. Los cuentos presentan elementos como mundos imaginados, dioses extraños, destinos inciertos y sueños reveladores. El volumen muestra el vuelo creativo de Flores y su capacidad para generar emoción artística.
2ª edicion - junio 2020, Ornitorrinco Editores –¿¿Qué podrías pedirle, habiéndote de- vuelto la vida? –Que me devuelva mis pecados –suspiró el hombre.
La dicha de vivir, Leopoldo Lugones
Imprecisiones del sueño
El hombre sono ser un dra-
gon, soberano y aventurero, capaz de acariciar las nubes. Siempre era el mismo sue- no, un símbolo de belleza en su vida, una experiencia que las palabras no lograban des- cribir. Pero había una situa- cion desagradable en esa be- lleza que lo aturdía: retornar a la realidad, pues el sueno lo expulsaba bruscamente como si no lo deseara ahí por mu- cho tiempo. El dragon se es- trellaba contra el suelo. Siem- pre trato de tomar el control, pero lamentablemente no de- pendía de el. Sus ansias de tomar el con- trol, lo llevaron a despojarse de sus visitas oníricas. Tres noches le bastaron para lle- gar a las cuevas donde se re- fugiaba la bruja de la isla. So- lo ella podía ayudarlo a tomar el control, a dar fin al sufri- miento onírico y así rescatar su cuerpo de dragon. Sin pe- dirle nada a cambio, la mujer marchita accedio a su ruego, pues era su ultimo día en el mundo terrenal de la isla. Al parecer, la solucion era senci- lla para la bruja, pues miro el bosque y le dijo: «Suena con ese dragon una vez mas y al morir te convertiras en ello». Al instante, la mujer se volvio una mariposa negra. Ante sus ojos, volaba la prueba feha- ciente de la materializacion de cuerpos oníricos. Desesperado, ocupo la casa de la bruja y cubrio todo es- pacio que dejara filtrar el sol. Se acosto con delicadeza co- mo si tuviera miedo de arrui- nar el consejo de la bruja. In- tento volver a sonar con el dragon, pero los suenos no daban en el blanco o quiza el dragon de su interior no deseaba salir. Cansado de intentar su ob- jetivo, latidos antes de su muerte, volvio a sonar con el dragon. Era una lastima, sin embar- go. La criatura había muerto por la ausencia del hombre, extraviado de camino al sue- no. Vigencia del fuego
Los exploradores tropeza-
ron con la aldea roja, propie- dad de los dioses, donde resi- día el corazon de un dios des- conocido en forma de fuego. No hubo problema para ex- traer la flama de tumba de piedra. Solo se sobresaltaron al presenciar la caída de algu- nos de ellos sobre el fuego, pues sus ropas y su piel no se quemaban, solo se levantaron para que los demas compro- baran la mansa calidez que irradiaba aquel elemento ma- gico. Intentaron, de inmediato, replicarlo con otras antorchas, pero resultaron vanos los in- tentos. Tampoco hubo maldicion, trampa o muerte –una facili- dad muy extrana para ellos, acostumbrados a los riesgos – que arruinara su traslado a la capital. Sin mirar atras, salieron de la aldea roja y llegaron a una ciudad cercana. Una vez ahí, demostraron la cualidad magi- ca de aquel fuego y quisieron compararla con el fuego ordi- nario. De esto ultimo, los ex- pectantes miraron a los explo- radores con lastima, porque ellos ya conocían ese fuego y al parecer los exploradores no se habían percatado de la realidad. Los exploradores no pudieron encender el fuego por cuenta propia, como si el fuego ordinario hubiera des- parecido de su mundo. Sospe- charon que el fuego que ha- bían descubierto tenía toda la culpa. __Regresen a la tumba donde
encontraron el fuego –dijo
uno de los expectantes. Los exploradores renegaron del fuego descubierto. Lo lle- naron de vituperios. Creyeron que si, aquel fuego intimidaba al ordinario, debía de tratarse de un fuego maldito, por lo tanto, debía ¿devolverse al lu- gar donde pertenecía. Cuando los exploradores lle- garon a la tumba de piedra, se percataron de que la tumba no estaba vacía. Varios cada- veres, sus propios cadaveres, incinerados la habitaban des- de hacía tiempo. Solo así comprendieron lo que los expectantes ya habían comprendido: ellos nunca ha- bían trasladado al fuego, sino que el fuego los había trasla- dado a ellos. Venganza sin alas
La herida en el ala alejaba al
pajaro de su hogar. Trato de esconderse inutil- mente. Un tronco seco, un agujero en la tierra o las ra- mas en el suelo le negaban la proteccion. Al mirarse el ala y cercio- rarse de la sangre, el dolor aumentaba. Una voz parecía decirle que se aproximaba la muerte. Se trataba del res- ponsable de la agonía del pa- jaro, Christopher, un nino ca- zador. __¡Lo he encontrado! __bramo –. ¡Ven pronto!
Christopher vio al mago, le
pidio que curara al pajaro, pues quería ser el observador de un hecho magico. El mago se acerco de inmediato al ave. Al comprobar lo que Cristop- her había hecho, se le ocurrio el castigo perfecto. El mago convirtio al nino en pajaro y realizo el proceso magico a la inversa con la criatura herida, es decir, convirtio al pajaro en nino. «Ahora sabras lo que se siente», dijo el mago. Como si Cristopher intenta- ra escapar, sus alas de pajaro se agitaban, asustadas, entre los arboles, mientras el mago le entregaba al nuevo nino una piedra que ya conocía. Fugacidad del triunfo
Un joven, a punto de morir,
llego a una casa en el bosque. Parte del camino lo había hecho tambaleandose de un lado a otro, y los ultimos mo- mentos, arrastrandose. Se desangraba raudamente sin darle opciones a la vida. Toco la puerta con la escasa fuerza que le quedaba. Logro que una vieja mujer vestida de negro saliera. «¡Quien llama a mi puerta!», exclamo. Al reconocerla, el jo- ven logro sonreír con osadía, pues acababa de ganarle una carrera a la muerte. Sobre el autor
Adolfo Alexander Flores Fa-
cundo (1992) Egresado de Lengua y Litera- tura por la Universidad Nacio- nal de Piura. Ha ocupado el Primer puesto en el Concurso de poesía y cuen- to José María Arguedas organi- zado por la Facultad de Educa- cion de la Universidad Nacional de Piura el ano 2014 en la cate- goría poesía; y, al ano siguiente, obtuvo en la misma categoría, el segundo puesto. Textos suyos aparecen en la antología Metáfora: la expresión literaria de la Universidad Nacio- nal de Piura (Lengash, 2014) y en revistas como “Septimo ensa- yo”, “Lazos de arte que unen” (Asociacion artística de Paita), “Casta Mec Nom” y “Hueso Duro” (2019). Es autor del poemario De- rrumbe de un aleteo (Lengash, 2016). Actualmente, es docente en el Colegio Proyecto. Comenta el libro en