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Una vez, en un pequeño pueblo rodeado de majestuosas montañas, vivía un niño llamado

Lucas. Lucas era un soñador empedernido y su imaginación no conocía límites. Pasaba


horas en su habitación creando historias fantásticas y mundos mágicos en los que podía
sumergirse.
Un día, mientras Lucas caminaba por el bosque, descubrió una antigua caja de madera
cubierta de polvo. Curioso, decidió abrirla y, para su asombro, encontró un viejo libro con
tapas de cuero. Sin pensarlo dos veces, comenzó a hojearlo y se dio cuenta de que era un
libro de cuentos.
Pero este no era un libro de cuentos ordinario. Cada página que pasaba cobraba vida frente
a sus ojos. Los personajes saltaban de las páginas y se movían por el aire. Lucas quedó
fascinado y decidió entrar en el libro para explorar aquellos mundos mágicos por sí mismo.
De repente, se encontró en un bosque encantado, rodeado de árboles luminosos y criaturas
mágicas. Lucas se hizo amigo de un simpático duende llamado Puck, quien lo guió a través
de un sinfín de aventuras emocionantes. Juntos, volaron en el lomo de un dragón,
exploraron cuevas ocultas y se sumergieron en aguas cristalinas repletas de sirenas.
Pero pronto, Lucas se dio cuenta de que debía regresar a casa. Puck lo llevó de regreso al
libro y le explicó que solo podía quedarse por un tiempo limitado en aquel mundo de
fantasía. Aunque Lucas estaba triste por dejar atrás aquel lugar mágico, sabía que siempre
tendría su imaginación para crear nuevas historias y viajar a través de ellas.
Desde ese día, Lucas se convirtió en un narrador empedernido. Escribía sus propias
historias y compartía su imaginación con el mundo. Sus cuentos eran tan envolventes y
llenos de vida que las personas se sumergían en ellos y viajaban a través de las palabras.
Así, Lucas demostró que la narración es un poderoso arte capaz de transportarnos a
mundos inimaginables. Nos enseñó que a través de las historias podemos explorar nuevas
realidades, experimentar emociones intensas y conectar con los demás de una manera
única. Y, sobre todo, nos recordó que la magia de la narración está en nuestra propia
capacidad para soñar y crear.

María vivía en un pequeño pueblo donde las oportunidades escaseaban y el horizonte


parecía estar siempre limitado. Desde muy joven, soñaba con una vida diferente, llena de
emociones y posibilidades. Anhelaba un escape de la rutina monótona que la envolvía.
Un día, mientras paseaba por el bosque que rodeaba el pueblo, María descubrió una
antigua cabaña abandonada. La cabaña estaba cubierta de musgo y sus paredes de
madera mostraban el paso implacable del tiempo. Intrigada, decidió adentrarse en ella.
Dentro de la cabaña, María encontró un cuaderno lleno de páginas en blanco. En un
arranque de inspiración, decidió que ese cuaderno sería su refugio, su espacio para
plasmar sus sueños y anhelos más profundos. Cada noche, después de un largo día de
trabajo, se sumergía en aquel mundo de papel y tinta, creando historias de vidas que nunca
había vivido y lugares que nunca había visitado.
En aquellas páginas, María encontró la libertad que tanto ansiaba. Escribió sobre viajes
exóticos, amores apasionados y aventuras emocionantes. Aunque su vida seguía siendo la
misma en el exterior, en su interior se sentía viva y llena de esperanza.

Lentamente, Alonso avanzaba entre las sombras del monte de las ánimas. El viento soplaba
frío y el crujido de las hojas secas bajo sus pies resonaba como un eco macabro. A medida
que se adentraba más en la oscuridad, la atmósfera se volvía más opresiva, como si el aire
mismo estuviera impregnado de una presencia malévola.
El joven intentaba mantener la calma, recordándose a sí mismo que todo era solo una
leyenda, una historia para asustar a los incautos. Sin embargo, los latidos de su corazón
traicionaban su intento de valentía. Los susurros de las ramas y el crepitar del monte
parecían burlarse de él, recordándole que no estaba solo en aquel lugar maldito.
De repente, un grito agudo rompió el silencio de la noche. Era un lamento fantasmal que
heló la sangre de Alonso. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda y se paralizó por un
instante, preguntándose si debería dar marcha atrás. Pero su curiosidad y su deseo de
enfrentar el miedo lo empujaron a continuar.

Avanzó cautelosamente hacia el origen del sonido, su linterna iluminando el camino con un
haz tembloroso de luz. Los árboles parecían moverse, sus ramas alargándose y
retorciéndose como dedos esqueléticos que buscaban atraparlo. Sintió una presencia
siniestra acechándolo, observándolo desde las sombras.

Finalmente, entre los árboles, vio una figura desvanecida. Era una dama pálida envuelta en
un vestido blanco, su rostro cubierto por un velo que apenas dejaba entrever sus ojos.
Parecía flotar en el aire, sin peso, como un espíritu atormentado.

Alonso, temblando de terror, se atrevió a pronunciar su nombre. Pero en lugar de una


respuesta, la dama pálida soltó una risa escalofriante y desapareció entre la niebla del
monte de las ánimas. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral y supo que había
desafiado fuerzas más allá de su comprensión.

1- Leer atentamente los textos y contestar


¿Cuáles son los elementos de la narración y que definición puedes dar sobre cada uno de
estos? Identificar tiempo, espacio, personajes, argumento y tipo de narrador de los 3
cuentos.

2- El segundo texto es un cuento realista ¿Por qué? ¿Cuáles son las características del
cuento realista que aparecen aquí?
¿Que intentan reflejar los cuentos realistas?

3- El último texto es un cuento de terror. Justifica porqué teniendo en cuenta las


características dadas en clases
¿Cómo es el lugar donde transcurre la historia?
¿Cuáles son los personajes?
Identifica al menos 15 palabras que compongan el campo semántico del terror. Ej:
escalofriante.

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