Está en la página 1de 4

HACIENDO HUELLAS EN EL AGUA

El agua es un elemento
esencial de la naturaleza; a partir
del agua el hombre sacia una
necesidad vital; con el agua Dios
recibe a una persona para que sea
su hijo dentro un pueblo que es la
Iglesia.

El agua tiene muchas maneras de manifestarse: es serenidad en un lago,


es perseverancia en un río que durante siglos sigue su curso sin quebrarse ante
ningún obstáculo, es violencia y fuerza cuando las olas golpean las piedras que
encuentra, es inagotable cuando millones de litros provocan una catarata, es
fuente de vida cuando siempre esta pronta a calmar la sed, es misterio cuando
en la orilla del océano nos descubre el horizonte para que nuestros
pensamientos den rienda suelta a la imaginación.

Santa Fe fue testigo de esto; la ciudad experimentó en carne propia la


acción del agua, cada santafesino está llamado a descubrir este misterio con
horizontes nuevos, intentando encontrar - ¿se puede? - huellas en el agua, ese
agua que hace 20 años invadió multitud de casas, robando sueños y proyectos
de muchos.

Con esta reflexión intento encontrar una punta, una línea que nos ayude a
seguir caminando, avanzando y construyendo. Cada persona hereda una historia
familiar y social, marcada con acontecimientos alegres y tristes, buenos y malos,
agradables y desalentadores.

La inundación será parte de nuestra historia y de nuestros proyectos


futuros. El agua hizo descubrir la grandeza de muchos; la solidaridad de un país,
el coraje y la valentía de tantos santafesinos luchadores y la disponibilidad de
compatriotas que se acercaron a dar una mano.

Página 1 de 4
También el agua hizo descubrir las miserias humanas: no faltó el egoísta
que sólo acapara para sí, el orgulloso que niega una ayuda y el soberbio que mira
para otro lado.

Santa Fe necesita personas que se animen a ser protagonistas en medio


de tantas miserias y debilidades humanas.

Santa Fe necesita hombres y mujeres comprometidos con aquellos que


están más necesitados e indefensos.

Santa Fe necesita de personas santas, nos necesita a cada uno de los


bautizados, para que con nuestra santidad de vida renovemos lo destruido,
alentemos al decaído, acompañemos al que camina solo y animemos al que
perdió la esperanza.

Los que estuvieron cerca de Mons. Romero, dicen que sobre dos pilares él
apoyaba su esperanza: el conocimiento del pueblo, al que le atribuía una
capacidad inagotable para encontrar salidas a las dificultades más graves y su
persuasión de que Dios es un Dios de vida y no de muerte. A esta esperanza los
invito a confiar, encontrando en un pasaje del evangelio la oportunidad de
dejarnos invadir por esta esperanza que “hace huellas en el agua”. En el evangelio
de Mateo 14,22-33 se relata el miedo de los apóstoles que, en medio de una
tormenta donde la barca parece hundirse, ven caminando a alguien sobre el mar
y que los invita a caminar con él en el agua. Esa mano extendida de Jesús a Pedro
que se hunde por miedo, es la mano de tantos que se acercaron a Santa Fe para
dar “una mano” y hacer huellas de esperanza, en medio del agua que inundó los
hogares.

En honor a esas “manos” que hicieron “huellas en el agua”, doy gracias a


Dios por la cercanía que tuvieron y, como argentino, doy gracias por la solidaridad
de mi país, escribiendo estos párrafos al gran pueblo argentino.

En la escuela nos enseñaron que en San Lorenzo hay un convento con


recuerdos de una importante batalla del General San Martín por lograr la
independencia de la patria. Ahora, aparte de esto, sé que en San Lorenzo vive el
padre Juan, Marcelo y César que llegaron a Santa Fe para doblar ropa, armar
bolsones y dar aliento a muchas familias, además de hacer contacto para que

Página 2 de 4
Juan Pablo con su grupo de scouts de Rosario lleguen a Santa Fe con un camión
lleno de elementos de limpieza.

A Córdoba siempre se la mira como una opción para las vacaciones por
lo hermoso del paisaje y las sierras. Ahora sé que en Villa María está el Padre
Ariel que con un grupo de jóvenes misioneros, se acercaron a nuestros barrios y
caminaron sus calles dando una mano para limpiar la casa y ofreciendo la alegría
del canto y la oración para renovar la esperanza.

A la ciudad de Río Tercero se lo recuerda por las explosiones de hace


algunos años, sin embargo yo lo voy a recordar porque allí vive Juan José, que
inició una campaña en la escuela donde él es profesor para juntar libros y con
algunos alumnos los trajeron a Santa Fe para que la educación de los niños no
falte.

Poco se habla de Río Cuarto, por eso es bueno contar que allí vive
Eduardo, gran empresario que movilizó a varias escuelas cordobesas para que
ayuden a Santa Fe. También están los médicos de la Esperanza que, viajando
todo una noche no midieron sus fuerzas por vacunar, atender y asistir a muchos
personas durante todo un día, y cuando regresaron, mandaron a Roxana con su
marido y su hermano Víctor, que son enfermeros, para asistir a los más
necesitados durante varias semanas.

A Jujuy se la conoce por el carnavalito y la Quebrada de Humahuaca.


Nosotros también lo conocemos ahora porque Nanci y un grupo de chicos
viajaron durante largas horas para traernos su alegría y su manera tan especial
de vivir la fe.

A Mendoza se la conoce por los grandes viñedos y la altura del


Aconcagua, pero se lo conoce poco por la presencia de los padres Flecha, Rubén
y Hugo que junto a Mauricio recorrieron nuestros barrios alentándonos a no bajar
los brazos y a mantener viva la esperanza.

La historia Argentina siempre marcó la diferencia entre Buenos Aires y el


interior, pero siempre hay personas que se animan romper muros, saltar
obstáculos y superar barreras para estrechar lazos de comunión. Algunos de

Página 3 de 4
ellos son el padre Luis, Jorge y Lucas que, dejando la tranquilidad del seminario
de San Isidro, llegaron a Santa Fe para contagiar de alegría a chicos y grandes.

En el seminario me enseñaron a dar respuestas teológicas, bíblicas y


morales a personas ateas, indiferentes a lo religioso y de otros credos, sin
embargo ningún libro explica por qué hombres y mujeres que no creen en Dios o
viven al margen de lo religioso, regalaron horas para consolar, animar y ayudar al
necesitado.

Hace 6 años estaba en Santa Fe, acompañando y soportando el avance


de agua. Hoy estoy lejos, pero quiero hacer memoria de esos acontecimientos,
no para abrir una herida, sino para descubrir que la esperanza puede hacer cosas
imposibles como “hacer huellas en el agua”.

P. Marcelo Blanche

Página 4 de 4

También podría gustarte