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Unidad 2

Estructura del pecado original y su relación con los pecados personales


El enemigo de la naturaleza humana tiene muchos nombre: Diablo, Satanás, Lucifer,
Demonio, Baal, entre otros, pero siempre hacemos referencia a un ángel, una creatura
espiritual, creada por Dios, valga la redundancia, caída por haber rechazado a Dios,
pecado que Dios no puede perdonarle porque lo comete en su presencia, a nosotros nos
perdonará todos los pecados, (si hay arrepentimiento) mientras estemos en este mundo,
porque nuestra visión sobre El es desde la fe, en las tinieblas, después de nuestra muerte,
cuando estemos “cara a cara” ya no hay chances de perdón.
Este Enemigo es el “gran tentador” y “el padre de la mentira”. Su campo de acción
predilecto es nuestra imaginación.
El tienta :
1. Tocando algún deseo legítimo
2. Proponiendo una satisfacción inadecuado respecto al modo o al momento de
concretarla
3. Nos hace entrar en diálogo con el
La Tradición de la Iglesia, fuente de la revelación para nosotros, dice respecto a él, que
algunas batallas se ganan huyendo.
Nunca debemos dialogar con él, porque:

 Es más astuto e inteligente que nosotros


 Es archienemigo de Dios y como con El no puede meterse, nos busca a nosotros
que somos lo que el Señor más ama. ( Fijense lo que valemos para Dios, que el
diablo nos busca herir para herirlo a El)
Nuestra naturaleza está herida por el pecado original, pero no anulada, a pesar de la
concupiscencia seguimos siendo libres. San Pablo dice al respecto “No hago el bien que
quiero y hago el mal que no deseo” Rom.7,19. El Señor tiene en cuenta nuestra debilidad
y por eso nuestro triunfo es más que meritorio.
El pecado original definió al primer ser humano en cuanto tal. Esto no aconteció
solamente en relación a aquel acto primero, este misterio se repite en cada uno de
nosotros y en cada acción específicamente humana y libre, por lo tanto:

 En cada acto me hago, me construyo a mí mismo


 En cada acto defino lo que soy: si miento soy un mentiroso
Acá se debe tener muy claro que:
 No se puede etiquetar a una persona por lo que hace
 Pero lo que hace, afecta lo que es
Por lo tanto no podemos licuar el acto libre, creyendo que no compromete nuestro ser.
Así el hombre recibiendo su ser y participando del ser de Dios (por ser imagen y semejanza
de El) más la gracia, posee en su libertad la capacidad de hacerse a sí mismo.

Modus operandi del Enemigo y su aplicación a la vida espiritual y moral: el discernimiento


de los espíritus en la Iglesia
Cómo procede el enemigo en una tentación:
1. Toma un deseo legítimo, un deseo incluso bueno que Dios puede haber puesto en
nuestro corazón.
2. Susurra al oído interno la legitimidad de ese deseo, es más, el derecho que
tenemos de concretar ese deseo.
3. Convence “si es legítimo el deseo, si tengo derecho a él, es legítimo también
alcanzarlo
4. Urge al cumplimiento de dicho deseo por el camino más corto, más fácil, aunque
esté alejado de la voluntad de Dios, que dicho sea de paso, se considera como
“opresora”.
Siempre lleva:
 A la confusión
 Al desengaño
 A la frustración

Entonces nos encontramos en esta encrucijada, por un lado el hombre es bueno,


comparte la bondad de lo creado, es imagen y semejanza de Dios, es un ser espiritual,
capaz del conocimiento del bien y del mal, del amor y la comunión, y del discernimiento,
es decir de diferenciarlos y elegirlos o rechazarlos. Y por otro lado ya no es tan bueno
como Dios lo creó, está herido e inclinado al mal (concupiscencia). Por esto debe discernir,
entonces debe:
 Ver la situación
 Juzgar qué debe hacer o elegir
 Actuar en base a lo que elige

El mal afecta la inteligencia obnubilándola, podemos confundir la voz de Dios con la del
Enemigo, y la voluntad debilitándola, podemos no tener la fortaleza necesaria para
resistir o para ejecutar, según. Por eso es tan importante cultivar las virtudes, para
fortalecer la voluntad.
El Enemigo jamás se presenta revelando su verdadera identidad, sus propuestas siempre
son bajo apariencia de bien, porque sabe que el hombre está herido pero NO es malo y
que con una propuesta malvada, sería rechazado de una.
El cristiano tiene que saber discernir, es decir, debe conocer la voz del buen espíritu o
Espíritu Santo, Espíritu de Dios, de los espíritus malos que pueden ser:
 Carnales: deseos, ansias desmedidas, pasiones, rencores, ira, lujuria.
 Diabólicos: deseamos el mal a otros o somos instrumentos del enemigo para que
otros caigan.
San Pablo en 1 Tes. 5,21 nos dice: “Examínenlo todo y quédense con lo bueno”
San Ignacio de Loyola, maestro del discernimiento espiritual identifica el obrar del
enemigo con estos tres ejemplos:
1. Como mujer mala: que agrede a su marido, si éste se “achica” ella se agranda,
pero si el la enfrenta, ella se achica. (Época machista la de Ignacio). Aquí vale
reconocer que si le tememos el gana, hay que enfrentarlo para que
desaparezca, pero ese enfrentamiento no tiene que ser dialogando con él o
con nuestras propias fuerzas, hay que pedir auxilio a Jesús o a María, dicen que
a quien más teme es a María, porque ella también es una criatura y es tanto
más poderosa que él, hay que ponerse a rezar un Avemaría o alguna jaculatoria
a Jesús o a la Virgen.
2. Como amante vano: es como un mal hombre que seduce a la esposa o a la hija
de un amigo, le dice que no diga nada, que guarde el secreto, que no lo
exponga ni lo confiese a nadie. Cuando el sentimiento que poseemos proviene
del Enemigo, no queremos decírselo a nadie, no nos atrevemos a
“blanquearlo”, nos avergüenza o nos atemoriza, y cuando logramos decírselo a
alguna persona de confianza, desaparece automáticamente la tentación.
3. Como un buen caudillo: que antes de atacar un castillo, lo rodea e investiga
cuál es su muralla más débil, para acometer el ataque por ese lado. Es bueno
para descubrir cuáles son nuestras “flaquezas”, sabiendo que es por ese lado
por donde seremos “atacados”. Cuando descubramos ese flanco débil es
bueno trabajar la virtud que corresponda para “reforzar”.

Finalmente, podemos también tener como criterio de discernimiento, los sentimientos


que genera:
 Antes de caer en la tentación minimiza la gravedad del asunto: “no es tan grave”,
“no es tan malo”, “todos lo hacen”, “me lo merezco”.
 Después de caer en la tentación aumenta y agudiza la culpa, nos desesperanza,
nos lleva a la desolación, nos hace pensar que no nos cabe el perdón de Dios.
Dios en cambio:
 Antes nos advierte “si comen morirán” Gn.3,3
 Después nos busca, nos llama “¿dónde están?” Gn. 3, 9
Tanto Dios como el Enemigo se pueden valer de instrumentos o de mensajeros: personas,
escritos, los medios de comunicación, etc, a veces conscientes y otras inconscientes.
Finalmente, Dios siempre respeta nuestra libertad y nunca nos miente, porque nos ama, el
Diablo no, si bien no puede meterse con nuestra libertad, porque esta es un don de Dios,
puede disminuirla con información falsa o disminuyendo nuestra propia voluntad. De
todos modos, siempre es la persona el último responsable de sus actos, con la ayuda o la
gracia de Dios que siempre nos acompaña.
El Protoevangelio y la expectativa salvífica. Gn. 3,15
Este relato nos cuenta como el hombre pierde los dones preternaturales:
 Don de Integridad: que le daba equilibrio, rectitud, dominio de sus pasiones.
 Don de Inmortalidad: le daba la vida, no estaba creado para morir, iba a vivir
siempre con Dios.
 Don de Impasibilidad: le daba la ausencia de padecimientos exteriores.
 Don de Ciencia: le daba la capacidad de conocer lo necesario para la vida eterna y
terrenal.
 Don de Dominio: le daba la capacidad de dominar toda la creación, sin necesidad
de esfuerzo alguno.
No obstante Dios lo busca, lo llama, y si bien es justo y deben abandonar el paraíso, el
Señor, como padre amoroso, le teje unas túnicas para que se cubran antes de partir.
En el V. 15 dice a la serpiente: “pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu linaje y el
suyo, El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Satanás ha apartado al hombre
de Dios, instaurando el caos en el cosmos, porque todo se ve afectado por esta
desobediencia del inicio.
Ahora el hombre herido por el pecado, inclinado al mal, de alguna manera “esclavo o
acechado por Satanás”, debe hacerse cargo de su decisión, quiso conocer el bien y el mal,
( y eso no es lo malo), lo quiso conocer sin Dios, a sus espaldas, por su propia cuenta, ( y
eso sí es malo).
Entonces Dios se dirige a la serpiente y le anuncia la derrota: “ella te aplastará la cabeza”
(es el modo en que se garantiza la muerte de una serpiente). También vemos el respeto
profundo y absoluto de Dios hacia la libertad humana, y finalmente El mismo se hace de
nuestra naturaleza ( en Jesús) para vencer al enemigo. “Del mismo modo en que en Adán
todos los hombres mueren, en Cristo todos revivirán”. Dios no pelea con ventajas,
enfrentó al enemigo asumiendo la propia debilidad del mismo ser al que el demonio
venció en la primera batalla.
“Acechar el talón” significa que el enemigo siempre acechará por lo más bajo, en lo oculto,
donde no se lo puede ver bien, su objetivo será trabar, impedir, confundir, hacernos caer.
Los Santos Padres de la Iglesia dicen que Jesús aplasta la cabeza del Diablo cargando el
pecado de todos los hombres y pagando en su carne la falta de todos, semejante acto de
amor, de generosidad, de libertad de un hombre, en tal grado de humildad, es una herida
mortal, es aplastarle la cabeza al malvado, al egoísta, al soberbio enemigo.

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