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INTRODUCCION:

En 1968, la débil democracia de Perú fue interrumpida por las Fuerzas Armadas bajo el
liderazgo del general Juan Velasco Alvarado. Este nuevo gobierno, que recibió tanto apoyo
como críticas, llegó con la promesa de llevar a cabo un conjunto de reformas que habían sido
frustradas en Perú, pero que ya se estaban implementando en otros países de América Latina.
En este contexto, el 9 de junio de 1969 se inició el plan de redistribución más ambicioso en la
historia de la República Peruana: la Reforma Agraria.

Beneficios Políticos

En primer lugar, puede ayudar a promover la estabilidad social al abordar una fuente
importante de descontento entre la población. Al redistribuir la tierra de manera más
equitativa, se disminuye la probabilidad de conflictos y protestas campesinas, lo que
contribuye a la estabilidad política y social.

La Reforma Agraria puede disminuir la influencia política de los grandes terratenientes que
históricamente han tenido un peso desproporcionado en la toma de decisiones. Esto puede
conducir a un sistema político más equitativo, donde los intereses de una variedad de grupos
son considerados de manera más justa.

Beneficios Económicos:

Desde una perspectiva económica, la Reforma Agraria puede tener un impacto positivo. Al
distribuir tierras a pequeños agricultores y comunidades rurales, se promueve la producción
agrícola a pequeña escala. Esto puede aumentar la producción de alimentos y generar empleo
en las áreas rurales. Además, al diversificar la propiedad de la tierra, se reduce el riesgo de
monopolios y oligopolios en el sector agrícola, lo que puede llevar a una mayor competencia y
precios más justos para los consumidores.

La Reforma Agraria también puede mejorar la infraestructura rural al invertir en caminos, riego
y otras necesidades básicas. Estas inversiones pueden estimular el crecimiento económico en
las zonas rurales, reducir la migración a las ciudades y, en última instancia, promover un
desarrollo más equitativo en el país.

Beneficios Sociales:

Al distribuir tierras a comunidades rurales y pequeños agricultores, se empodera a estas


poblaciones y se les brinda la oportunidad de mejorar su calidad de vida. La propiedad de la
tierra les permite acceder a créditos y servicios financieros, lo que puede aumentar su
capacidad para invertir en sus tierras y mejorar la productividad agrícola. Además, al mejorar
las condiciones de vida en las áreas rurales, se reduce la migración a las ciudades, lo que a su
vez puede aliviar la presión sobre los servicios urbanos y promover un desarrollo más
equilibrado en el país.
Conclusiones:

En resumen, la Reforma Agraria puede generar beneficios sustanciales en términos políticos,


económicos y sociales. Al abordar la desigualdad en la tenencia de tierras, promueve la
estabilidad política, estimula el crecimiento económico y mejora la calidad de vida en las áreas
rurales. Sin embargo, es importante destacar que la implementación de la Reforma Agraria
debe ser cuidadosamente planificada y gestionada para maximizar estos beneficios y minimizar
cualquier impacto negativo en la producción agrícola y la inversión en el sector. La Reforma
Agraria no es una solución única para todos los problemas, pero cuando se ejecuta con
prudencia, puede ser una herramienta poderosa para promover un desarrollo más equitativo y
sostenible en un país como Perú.

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