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Dios fuerte

4/12/2022

 Algunos años atrás, se publicó en el periódico de cierta


ciudad la carta de un lector que decía: Señores, no sé
por qué la gente asiste a la iglesia. Llevó 30 años de
congregarme, y en ese tiempo he oído unos 3000
sermones. Pero por más que lo intente, no recuerdo
ninguno de ellos. Así que, me parece que los pastores
pierden el tiempo y nos hacen perder el tiempo con sus
mensajes.
 Esa carta lanzó una controversia en la sección de
cartas, hasta que un día alguien respondió con la
siguiente carta: Llevo 30 años de casado. En ese
tiempo mi esposa me ha preparado unas 32.000
comidas. Por más que lo intente, no recuerdo el menú
de ninguna de esas comidas. Pero esto sí lo sé. Todas
ellas me dieron las fuerzas que necesitaba para vivir y
trabajar. Si mi esposa no me hubiera dado esos
alimentos, mi cuerpo hoy estaría muerto. De la misma
manera, si no asistiera a la iglesia para recibir el
alimento espiritual, mi espíritu hoy estaría muerto.
 ¿Dónde encuentras las fuerzas para vivir? ¿Dónde
encuentras el poder para resistir la tentación, para
superar los problemas, para vivir en esperanza y para
ayudar a los demás? En realidad, sólo podemos
encontrar esas fuerzas en Dios, porque Dios es fuerte.
Es poderoso. Una de las cosas que Dios usa para
fortalecernos es la predicación de su Palabra.
 Dios siempre obra con poder en el mundo para que él
sea exaltado, para que su reino se extienda y para que
su pueblo fiel se levante. De hecho, uno de los títulos
proféticos de Jesús que fue revelado a través de Isaías
es precisamente este: Dios fuerte, o Dios
poderoso, o Dios invencible.
 Isaías 9:6 dice: Porque nos ha nacido un niño, se nos
ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus
hombros, y se le darán estos nombres: Consejero
admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
 Por medio de Isaías, Dios reveló que vendría a este
mundo un Rey perfecto. No sería como los gobernantes
humanos corruptos, insensatos y débiles. Más bien,
Dios reveló cuatro títulos que describen la realidad de
este gran Rey. La semana pasada vimos el
primero, Consejero admirable.
 Ahora veamos el segundo, Dios fuerte. ¡Qué irónico es
pensar que ese bebé acostado en el pesebre es el
mismo Dios fuerte! ¿Qué hay más indefenso que un
bebé? ¡Ni siquiera se alimenta solo! Pero cuando Jesús
nació de María, nació el mismo Dios fuerte que se hizo
hombre.
 Sin embargo, muchas veces no reconocemos su poder.
Una de las maneras en las que el pecado nos afecta a
nosotros como seres humanos es que nos hace ignorar
el poder de Dios. El pecado afecta nuestra percepción
del mundo. Pensamos que el bien es débil y que el mal
es poderoso.
 Vemos a un criminal con su metralleta y
pensamos: ¡Eso sí es poder! Vemos a un predicador
con su Biblia y pensamos: ¡Pobre ingenuo, tan
indefenso! Y por eso, nos dejamos llevar por el mal,
porque pensamos que representa el poder. Y si no nos
entregamos al mal, por lo menos nos desanimamos y
pensamos que no vale la pena luchar por el bien. Nos
creemos víctimas, como ratoncitos que se tienen que
esconder entre las paredes para que nadie los vea y les
haga daño.
 A veces, nuestra percepción de la debilidad de Dios
también tiene que ver con los cuadros típicos que
hemos visto de Jesús. Cuando nuestra fe se basa más
en imágenes que en la Palabra de Dios, podemos caer
en confusión. Vemos los cuadros de la Navidad y se
nos enseña que allí está Dios, acostado en el pesebre.
 Fácilmente podemos pensar: Si ese bebé es Dios, es
muy débil. Me da ternura, pero no me da mucha
confianza de que me pueda rescatar. Por eso,
buscamos a otros personajes que parecen ser más
poderosos. Quizás hayamos visto alguna
representación de Jesús en los brazos de su madre, y
nos preguntamos: ¿Quién tiene más poder aquí? ¿El
bebecito, o su mamá? Ya sé a quién le voy a pedir.
 Siempre hay que recordar que, aunque los cuadros
representan cosas que sucedieron, ningún cuadro es
capaz de explicar su significado. El cuadro nos muestra
a Jesús como bebé, pero no nos explica quién es en
realidad. No nos muestra la gloria que él tenía en el
cielo con su Padre, en el Espíritu Santo, antes de
dejarlo todo y convertirse en hombre. Si sólo nos
basamos en el cuadro, nos quedamos con la idea
equivocada de un Dios débil. Por eso necesitamos
siempre la Palabra.
 Hace algunos meses, mi madre contrató a un hombre
para cambiar los pisos de su casa. Fui a visitarla para
ayudarle con el proceso de preparación. Tuvimos que
empacar casi todo lo que tenía en la casa, pero el
hombre le dijo que no teníamos que mover los muebles.
Él se encargaría de eso.
 Llegó el día, y el hombre se apareció tempranito por la
mañana para comenzar a trabajar. Era un poco más
bajo de estatura que yo y muy amable. Mientras él le
rascaba las orejas al perrito de mi madre, yo me
preguntaba dónde estaría su ayudante para mover los
muebles pesados. Me ofrecí para ayudarle a moverlos,
pero él me dijo que no era necesario.
 Me pregunté si los muebles saldrían raspados o
quebrados si él los movía solo. Cuando comenzó a
trabajar, sacó sus correas y trapos y carretillas. Sin
ayuda, movió todos los muebles de la casa sin dejar ni
un solo rasguño. Él tenía una capacidad que no me
imaginaba. Lo había subestimado.
 Esto es lo que hacemos con Dios, cuando nos lo
imaginamos solamente como un bebé tierno y débil.
Jesús nació como un bebé, así como hemos nacido
todos nosotros. Pero él es mucho más que un simple
bebé. Él es Dios fuerte, Dios poderoso, Dios invencible.
Dios fuerte no es sólo un nombre que le pusieron. Él
realmente es Dios.
 En Isaías 10:21, un capítulo después del verso que
hemos leído, el profeta declara: un remanente de Jacob
volverá al Dios Poderoso. Aquí se usa exactamente la
misma frase que se había aplicado antes a Jesús como
un título de Dios. Quienes dicen que Jesús no es Dios,
que simplemente lo llamaron así, ignoran lo que
claramente dice la Biblia.
 En esto vemos el gran misterio de la Trinidad. Dios, en
su esencia y ser, es espíritu. Como Dios, no tiene un
cuerpo. No es material. Es invisible, pero está en todas
partes. Además de esto, Dios siempre ha existido en
tres personas. ¿Cómo puede ser que un Dios exista en
tres personas? La respuesta más sencilla es que Dios
no es como nosotros. Cada uno de nosotros es un ser y
una persona, pero Dios es un ser en tres personas.
 Hace dos mil años, una de esas personas – Dios el Hijo
– dejó la gloria del cielo y entró en el vientre de una
mujer. Se convirtió en hombre. Sin dejar de ser Dios, se
hizo hombre y nació como un bebé. Es lo que
celebramos en la Navidad. Es la llegada de Dios a este
mundo en la forma de una criatura.
 Ese bebé se llama Jesús. Es el Dios hombre. Es el Dios
fuerte, poderoso, invencible, que vino para luchar por su
pueblo y conquistar a sus enemigos. Frente al error que
cometemos en pensar que el mal es más poderoso que
el bien, o que Dios realmente es un debilucho, la Biblia
nos dice la realidad. El bebé que nació en Belén hace
dos mil años es el Dios fuerte que nos vino a rescatar.
 Piensa en cómo serían las cosas si esto no fuera cierto.
Si Dios fuera poderoso pero malvado, solamente nos
esperaría la destrucción. Seríamos como ratones entre
las patas del gato, juguetes que sólo sirven para un rato
de diversión antes de morir. Pero Dios no es así. Dios
es bueno.
 ¿Cómo serían las cosas si Dios fuera bueno, pero
impotente? Así lo ven muchos. Dios es como un
abuelito allá en el cielo, tan bueno, pero sin muchas
fuerzas. Pero Dios no es así. Dios es fuerte. Es
poderoso. Él puede salvar, y también va a destruir a sus
enemigos.
 ¿Cómo serían las cosas si Jesús no fuera Dios? Si
fuera un simple hombre, con las mismas debilidades
que tenemos todos nosotros, quizás podríamos
respetarlo, pero jamás encomendarnos a él. No nos
podría salvar de nuestro pecado. No nos podría liberar
de Satanás. No sería digno de reinar sobre todo el
mundo.
 La gran noticia de la Navidad es que el niño que nació
en el pesebre es nuestro Dios fuerte. Él puede salvar.
Él ofrece el perdón de los pecados a todos los que se
entregan a él. Él puede transformar nuestras vidas. Él
responde a la oración. Él puede sanar nuestro corazón.
Él volverá para reinar.
 Hace años, un misionero llegó a un nuevo lugar de
servicio. Le asignaron un vehículo no muy nuevo que
no arrancaba sin ser empujado. Muy pronto buscó la
manera de lidiar con su carro problemático. Cuando
salía de la casa, les pedía a los estudiantes de un
colegio cercano que empujaran el carro para arrancarlo.
 Cuando llegaba a algún lugar, siempre se estacionaba
sobre una colina o dejaba el motor encendido para no
tener que arrancarlo. Durante dos años, así vivió hasta
que un día, él y su familia tuvieron que dejar su lugar de
servicio. Un nuevo misionero llegó para tomar su lugar.
 Le comenzó a explicar al nuevo misionero todos los
detalles del carro, cuando el hombre lo
interrumpió. Creo que el problema que tiene este carro
es que este cable está suelto. Ajustó el cable, se metió
a la cabina del carro, y el motor prendió al instante.
 Durante todo ese tiempo, el poder para encenderlo
había estado presente. Sólo faltaba la conexión. Del
mismo modo, el poder de Dios está presente en Jesús
para perdonar y para restaurarnos. Sólo tenemos que
hacer una conexión con él. ¿Cómo la hacemos? La
hacemos por medio de la fe.
 La primera conexión que tenemos que hacer con Dios,
la más importante, es la conexión de la salvación.
Hacemos esta conexión cuando reconocemos que
necesitamos que Jesús nos salve. Tenemos que
entender que hemos pecado, que somos culpables ante
Dios y que sólo el sacrificio de Jesús en la cruz puede
quitar la culpa de nuestro pecado. Entonces, nos
arrepentimos del pecado y nos entregamos a Jesús por
fe. Confiamos en lo que él hizo por nosotros y
decidimos seguirle.
 Si no has hecho esa conexión con Dios, puedes hacerla
hoy. Te invito a acercarte al final del culto para que
podamos hablar sobre esto. Pero si ya has hecho esa
conexión con Dios, no dejes de confiar en que su poder
también se puede manifestar en tu vida diaria. Él
responde a la oración. Pero tenemos que orar con fe y
paciencia. Dios no contesta las oraciones que no se
hacen.
 Él ya está obrando a tu alrededor. ¿Estás atento a lo
que Dios está haciendo para unirte a él en sus
proyectos? ¿Te estás alineando con sus fuerzas? ¿O
andas por allí haciendo lo tuyo, luchando con todas tus
fuerzas y dejando a un lado el poder de Dios? Aún
peor, ¿te opones al poder de Dios? Esa es la mejor
manera de salir perdiendo.
 En la Navidad, nació Jesús, el Dios fuerte y poderoso
que un día vendrá de nuevo a este mundo. ¿Estás
viviendo en conexión con su poder?

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