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Un Dios sin truenos

Pastor Tony Hancock

Cuando los judíos llegaron al monte Sinaí para reunirse con su Dios y recibir la
revelación de sus leyes para el pueblo, encontraron un monte terrible, cubierto de
nubes y relámpagos, y oyeron la voz del trueno. Con voz solemne, con voz de
trueno, Dios hablaba a su pueblo. Ese pueblo se amedrentó, y pidió a Moisés que
él intercediera con Dios por ellos. No se atrevía a enfrentarse con Dios. Los truenos
intimidaban.

En esa misma ocasión, Dios prohibió categóricamente que se hicieran imágenes


con el fin de adorarlas. Antes de que Moisés pudiera bajar del monte con los
mandamientos, sin embargo, la gente ya había hecho un toro dorado, y estaban
haciendo fiesta alrededor de él.

Nosotros hoy no somos tan diferentes. Simplemente hemos llegado a otro nivel de
complicación en nuestro alejamiento de Dios. La mayoría de nosotros no adoramos
a las imágenes de toros; pero no hemos dejado atrás la tentación de hacer un dios
a nuestra imagen.

El dios favorecido del mundo actual es un dios sin truenos. Es un dios inocuo y
gentil que se asemeja a un abuelito celestial, un dios hecho a nuestra imagen que
nos permite vivir la vida como mejor nos parezca - confiados de que alguien nos
está cuidando.

Si ése es el dios que tú adoras, te aconsejo a no abrir la Biblia. Te puede dar un


fuerte susto darte cuenta de que el dios que tu veneras, el dios sin truenos, es un
espejismo. El Dios de la realidad es un Dios de truenos y un Dios de justicia.

Conozcamos a ese Dios en esta mañana.

Lectura: Salmo 58

58:1 Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de


los hombres?
58:2 Antes en el corazón maquináis iniquidades; Hacéis pesar la violencia de vuestras
manos en la tierra.
58:3 Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde
que nacieron.
58:4 Veneno tienen como veneno de serpiente; Son como el áspid sordo que cierra su
oído,
58:5 Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador sea.
58:6 Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; Quiebra, oh Jehová, las muelas de los
leoncillos.
58:7 Sean disipados como aguas que corren; Cuando disparen sus saetas, sean hechas
pedazos.
58:8 Pasen ellos como el caracol que se deslíe; Como el que nace muerto, no vean el
sol.
58:9 Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos, Así vivos, así airados, los
arrebatará él con tempestad.
58:10 Se alegrará el justo cuando viere la venganza; Sus pies lavará en la sangre del
impío.
58:11 Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo; Ciertamente hay
Dios que juzga en la tierra.

Nos suelen gustar los salmos como el 23, que dice: El Señor es mi Pastor, nada
me faltará. Cuando llegamos a salmos como el que acabamos de leer, en cambio,
tenemos ganas de brincarlos para llegar a otro salmo "bonito".

Si obedecemos este deseo, sin embargo, cometemos un grave error. Nos


quedamos entonces con una idea incompleta y errónea de quién es Dios. Nuestro
nuevo dios, tolerante, pasivo, y amable, resulta ser una quimera que no nos sirve
de nada, porque no existe.

Llegamos a ser como aquellos drogadictos, quienes bajo la influencia de los


alucinantes se lanzan de los balcones o los techos, confiados de que la ley de la
gravedad no se les aplica. Desgraciadamente, no es el caso; y su fin es terrible.

Dejemos los alucinantes, y reflejemos sobre el Dios que existe en realidad.


Veamos lo que este salmo nos dice acerca de él.

I. El Dios de los truenos observa la injusticia que prevalece en la tierra

De mi niñez, recuerdo ver en las ferreterías el anuncio de las pinturas Sherwin-


Williams. Su eslogan era "las pinturas Sherwin-Williams cubren la tierra", y el
símbolo era un globo cubierto con pintura roja chorreada encima. No estoy seguro
de las pinturas Sherwin-Williams, pero sí estoy seguro de que la injusticia cubre la
tierra. En todas partes, aun en los países conocidos por su sistema legal, la
injusticia abunda. Sobran casos de jueces sobornados, de policías corruptos, de
presidentes que se enriquecen a costo de su pueblo. Está por demás mencionar
casos específicos, ya que todos los conocemos.

Los gobernantes que David menciona en el salmo que hemos leído se siguen
reencarnando en cada generación sucesiva. Como una serpiente venenosa que se
ensordece a la voz de su entrenador y muerde con veneno letal, los gobernantes
se ensordecen al clamor por la justicia y continúan con la rapiña.

Pero nace una pregunta: ¿será que Dios observa todo esto? Dios parece ser
demasiado tolerante, demasiado pasivo, y demasiado sentimental frente a tanto
abuso. No se ve que haga nada para liberar al oprimido.
La Biblia nos dice algo interesante. Nos enseña que esto es precisamente lo que
cree el malvado. Acerca del malo, dice el Salmo 10:11:Se dice a sí mismo, "Dios se
ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada." La persona malvada cree que no
habrá recompensa para sus acciones.

Nosotros sabemos, sin embargo, que esto no es cierto. Dios sí está observando.
Nos dice Proverbios 15:3: Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los
buenos y a los malos.

Podemos estar seguros de que a Dios no se le escapa la injusticia que vemos a


nuestro alrededor, y la injusticia que sufrimos personalmente. El está al tanto de
todo eso. El no se quedará inactivo; no simplemente está registrando todo, sino
que él actuará.

II. El Dios de los truenos castigará a los injustos con furia

El deseo que se expresa tan poéticamente en los versos 6 al 9 se cumplirá. Los


malos llegarán a un mal fin. Se ve claramente en 2 Tesalonicenses 1:8 y 9, donde
se anuncia que el Señor Jesús se manifestará desde el cielo entre llamas de
fuego, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de
nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la
presencia del Señor y de la majestad de su poder.

La verdad es que no quisiéramos pensar que quizás algunas de las personas que
tratamos a diario, aun miembros de nuestra familia, serán condenados a una
eternidad de castigo y de sufrimiento. Quisiéramos creer que eso se reserva sólo
para las personas como Bin Laden o Saddam Hussein.

La Biblia nos enseña algo muy distinto. Cualquier persona que no alcance la
perfección se expone al castigo eterno. No tenemos que buscar muy lejos para
encontrar a la persona injusta y malvada que se describe aquí: cada uno de
nosotros trae esa capacidad en nuestro corazón.

Dios castigará muy severamente a sus enemigos. Debemos de asegurarnos,


entonces, de que los enemigos de Dios sean nuestros enemigos también. La razón
que el salmista puede expresar tal odio contra los malvados es que él odia lo que
Dios odia. Su corazón se ha unido a la Dios.

En otras palabras, estos versos no son simplemente una expresión de frustración


personal contra las situaciones de injusticia que el salmista enfrenta. Más bien, son
una condenación de toda persona y toda institución que se eleve contra Dios. El
salmista no está enojado por lo que él ha sufrido; está enojado con los que
rechazan a Dios.
Espero que tú no te encuentres entre los que serán castigados en ese día. A nadie
le gusta hablar de esta realidad. Quisiéramos creer que todos, más o menos,
vamos al cielo, y simplemente tomamos diferentes rumbos.

Pero me encuentro obligado a decirte lo que la Biblia dice. Sería irresponsable si


no compartiera lo que Dios nos ha revelado en su Palabra. Esa revelación nos
muestra un Dios de truenos - un Dios de castigo - un Dios de justicia.

Jesús nos dijo lo siguiente: No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden
matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el
infierno. (Mateo 10:28) Tu alma depende de un hilo tenue que te separa de la
muerte eterna. Cuando se rompa ese hilo, descenderás a la eternidad - y ¿dónde
irás entonces?

Si tu alma no está preparada, sólo te espera un terrible juicio. En aquel lugar las
llamas no se apagan, ni llega la muerte para librar del tormento. Allí pagarás por
cada uno de tus pecados, y no habrá fin al castigo. Si nunca has aceptado a Cristo,
estás en peligro de caer en ese castigo en cualquier momento.

Pero hay buenas noticias. El Dios del trueno es también el Dios de la misericordia.

III. El Dios de los truenos recompensará a los justos cuando juzgue

"Pero, espera" -dirás,- "¿no mencionaste algo acerca de la misericordia?"


Precisamente. Nos dicen los versos 10 y 11 que los justos se alegrarán en aquel
día de juicio. Finalmente verán triunfar la justicia.

Este mundo, con su apariencia de injusticia y de atropello, no es la realidad final.


Esa realidad está escondida, pero un día llegará con furor junto con el Señor
Jesucristo y todos sus ángeles.

Vale la pena prepararse para ese día. Aquí está lo bueno: para ser justo, para estar
preparado para ese día, no es necesario que tu vida haya sido perfecta. De hecho,
sólo hay uno que ha vivido una vida perfecta.

Más bien, la justicia llega de otra manera. Dice la Biblia: en el evangelio se revela
la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está
escrito: "El justo vivirá por la fe." (Romanos 1:17)

Tú puedes ser uno de aquellos justos que gozarán en aquel día del triunfo de Dios.
Tú puedes estar preparado para el día del juicio y del castigo. En vez de colgar por
un hilo sobre una eternidad de sufrimiento, puedes encontrar seguridad y paz en
los brazos de Dios.
A fin de cuentas, tenemos dos opciones. Podemos aceptar las apariencias, y vivir
en este mundo como si no hubiera justicia real. O, podemos aceptar la realidad
invisible de la justicia de Dios, confiando en que él juzgará, y preparándonos
mediante la fe en Cristo para ser juzgados también.

Ahora dime: ¿seguirás con tu Dios sin truenos? ¿Te quedarás con la falsa
seguridad de tu abuelito celestial que no castiga a nadie - porque no existe? ¿O te
reconciliarás hoy mismo con el Dios real, el Dios de los truenos, el Dios que
también te ama y envió a su único Hijo al mundo a morir para que no tuvieras que
sufrir?

La decisión es tuya. Rompe desde ya ese ídolo que estás adorando y empieza a
vivir en la realidad.

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