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40 Un Dios Sin Truenos
40 Un Dios Sin Truenos
Cuando los judíos llegaron al monte Sinaí para reunirse con su Dios y recibir la
revelación de sus leyes para el pueblo, encontraron un monte terrible, cubierto de
nubes y relámpagos, y oyeron la voz del trueno. Con voz solemne, con voz de
trueno, Dios hablaba a su pueblo. Ese pueblo se amedrentó, y pidió a Moisés que
él intercediera con Dios por ellos. No se atrevía a enfrentarse con Dios. Los truenos
intimidaban.
Nosotros hoy no somos tan diferentes. Simplemente hemos llegado a otro nivel de
complicación en nuestro alejamiento de Dios. La mayoría de nosotros no adoramos
a las imágenes de toros; pero no hemos dejado atrás la tentación de hacer un dios
a nuestra imagen.
El dios favorecido del mundo actual es un dios sin truenos. Es un dios inocuo y
gentil que se asemeja a un abuelito celestial, un dios hecho a nuestra imagen que
nos permite vivir la vida como mejor nos parezca - confiados de que alguien nos
está cuidando.
Lectura: Salmo 58
Nos suelen gustar los salmos como el 23, que dice: El Señor es mi Pastor, nada
me faltará. Cuando llegamos a salmos como el que acabamos de leer, en cambio,
tenemos ganas de brincarlos para llegar a otro salmo "bonito".
Los gobernantes que David menciona en el salmo que hemos leído se siguen
reencarnando en cada generación sucesiva. Como una serpiente venenosa que se
ensordece a la voz de su entrenador y muerde con veneno letal, los gobernantes
se ensordecen al clamor por la justicia y continúan con la rapiña.
Pero nace una pregunta: ¿será que Dios observa todo esto? Dios parece ser
demasiado tolerante, demasiado pasivo, y demasiado sentimental frente a tanto
abuso. No se ve que haga nada para liberar al oprimido.
La Biblia nos dice algo interesante. Nos enseña que esto es precisamente lo que
cree el malvado. Acerca del malo, dice el Salmo 10:11:Se dice a sí mismo, "Dios se
ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada." La persona malvada cree que no
habrá recompensa para sus acciones.
Nosotros sabemos, sin embargo, que esto no es cierto. Dios sí está observando.
Nos dice Proverbios 15:3: Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los
buenos y a los malos.
La verdad es que no quisiéramos pensar que quizás algunas de las personas que
tratamos a diario, aun miembros de nuestra familia, serán condenados a una
eternidad de castigo y de sufrimiento. Quisiéramos creer que eso se reserva sólo
para las personas como Bin Laden o Saddam Hussein.
La Biblia nos enseña algo muy distinto. Cualquier persona que no alcance la
perfección se expone al castigo eterno. No tenemos que buscar muy lejos para
encontrar a la persona injusta y malvada que se describe aquí: cada uno de
nosotros trae esa capacidad en nuestro corazón.
Jesús nos dijo lo siguiente: No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden
matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el
infierno. (Mateo 10:28) Tu alma depende de un hilo tenue que te separa de la
muerte eterna. Cuando se rompa ese hilo, descenderás a la eternidad - y ¿dónde
irás entonces?
Si tu alma no está preparada, sólo te espera un terrible juicio. En aquel lugar las
llamas no se apagan, ni llega la muerte para librar del tormento. Allí pagarás por
cada uno de tus pecados, y no habrá fin al castigo. Si nunca has aceptado a Cristo,
estás en peligro de caer en ese castigo en cualquier momento.
Pero hay buenas noticias. El Dios del trueno es también el Dios de la misericordia.
Vale la pena prepararse para ese día. Aquí está lo bueno: para ser justo, para estar
preparado para ese día, no es necesario que tu vida haya sido perfecta. De hecho,
sólo hay uno que ha vivido una vida perfecta.
Más bien, la justicia llega de otra manera. Dice la Biblia: en el evangelio se revela
la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está
escrito: "El justo vivirá por la fe." (Romanos 1:17)
Tú puedes ser uno de aquellos justos que gozarán en aquel día del triunfo de Dios.
Tú puedes estar preparado para el día del juicio y del castigo. En vez de colgar por
un hilo sobre una eternidad de sufrimiento, puedes encontrar seguridad y paz en
los brazos de Dios.
A fin de cuentas, tenemos dos opciones. Podemos aceptar las apariencias, y vivir
en este mundo como si no hubiera justicia real. O, podemos aceptar la realidad
invisible de la justicia de Dios, confiando en que él juzgará, y preparándonos
mediante la fe en Cristo para ser juzgados también.
Ahora dime: ¿seguirás con tu Dios sin truenos? ¿Te quedarás con la falsa
seguridad de tu abuelito celestial que no castiga a nadie - porque no existe? ¿O te
reconciliarás hoy mismo con el Dios real, el Dios de los truenos, el Dios que
también te ama y envió a su único Hijo al mundo a morir para que no tuvieras que
sufrir?
La decisión es tuya. Rompe desde ya ese ídolo que estás adorando y empieza a
vivir en la realidad.