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Padre eterno

11/12/2022

 Alguien me preguntó una vez por qué no se casó Jesús.


¿Tiene algo de malo casarse? ¿Es pecado contraer
matrimonio con una mujer y tener hijos? Claro que no.
De hecho, fue Dios el que realizó la primera boda
cuando trajo a Eva y se la presentó a Adán. El
matrimonio es agradable a Dios, y los hijos son una
bendición.
 ¿Por qué, entonces, no se casó Jesús? ¿Habrá sido
porque no quería tener suegra? Algunos dicen que fue
por esa razón que Pedro lo negó – porque le sanó la
suegra. Creo, sin embargo, que Jesús habría sido el
yerno perfecto. No creo que haya sido por eso que se
mantuvo soltero.
 Jesús no se casó porque no tenía necesidad de
casarse. Él ya tiene una esposa, que es la iglesia. Él ya
tiene muchos hijos, que somos todos los que nos
hemos entregado a él. Por eso, entre los cuatro
nombres especiales que el profeta Isaías anunció que
Jesús tendría, uno de ellos es: Padre eterno.
 Durante estas semanas de preparación para la Navidad
estamos conociendo mejor a Jesús por medio de los
nombres o títulos que Dios reveló por medio del profeta
Isaías más de 700 años antes de su nacimiento. Hace
dos semanas descubrimos que Jesús es el Consejero
admirable. La semana pasada supimos que es el Dios
fuerte.
 Hoy vamos a ver este tercer título en Isaías 9:6. Dice
así: Porque nos ha nacido un niño, se nos ha
concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus
hombros, y se le darán estos nombres: Consejero
admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de
paz. ¿Te das cuenta de lo que dice este pasaje acerca
del niño? Dice que nació para nosotros.
 ¡Con cuánto orgullo los padres presentan a sus
criaturas al mundo diciendo, Este es nuestro hijo!
Cuando Jesús nació, él vino para nosotros. Si nos
hemos entregado a él, podemos decir: ¡Este es nuestro
Salvador! Dios nos lo ha concedido.
 Lo increíble es que este niño que nos fue concedido es
también nuestro Padre eterno. Nuestro Rey es un Hijo
que también es Padre. Es más, es Padre eterno.
Considera primero la segunda parte de la frase, Padre
eterno. Cuando el pueblo de Israel le pidió a Dios un
rey, lo hicieron porque querían ser como todas las
demás naciones. Estaban cansados de los jueces que
sólo gobernaban en ratos.
 Sin embargo, podríamos decir que brincaron de la olla
al comal. Dios les concedió su deseo, pero sus reyes
también fueron una mezcla. Algunos fueron buenos,
pero con defectos. Otros fueron malos, como el rey
Acab que gobernaba cuando Isaías dio esta profecía.
Creo que las cosas no han cambiado mucho. Los
gobiernos siguen siendo así.
 Pero Dios prometió que vendría un Rey que gobernaría
para siempre. Ese Rey es Jesús. Él hoy reina en las
vidas de todos los que se entregan de corazón a él. Un
día, él volverá para reinar sobre toda su creación. Su
reino no tendrá fin. Por eso, aunque vivamos por un
tiempo con las altas y bajas de los gobiernos humanos,
podemos estar seguros en las manos de nuestro Rey
eterno.
 Pero sería terrible tener un Rey eterno si ese Rey fuera
malvado y cruel. Por eso, Dios nos dice que el
gobernante que nos ha nacido es un Padre eterno. No
es un dictador ni un cruel tirano. No es uno de esos
gobernantes corruptos que acaparan fortunas a costa
del bienestar de su pueblo.
 Jesús nunca se casó ni tuvo hijos en la carne, porque él
es el Padre de todos los creyentes. Lo vemos en
Hebreos 2:10-13, que nos dice esto: En efecto, a fin de
llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios,
para quien y por medio de quien todo existe,
perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la
salvación de ellos. 11 Tanto el que santifica como los
que son santificados tienen un mismo origen, por lo
cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos,
12 cuando dice: «Proclamaré tu nombre a mis
hermanos; en medio de la congregación te alabaré». 13
En otra parte dice: «Yo confiaré en él». Y añade: «Aquí
me tienen, con los hijos que Dios me ha dado».
 Jesús, siendo el Hijo de Dios, es perfecto en su
naturaleza. Pero se convirtió en el Salvador perfecto
mediante el sufrimiento. Por lo que él sufrió en la cruz,
ahora es capaz de salvarnos perfectamente porque nos
hace santos por medio de su sangre. Su sangre se
aplica a nuestro corazón por la fe, y llegamos a ser
parte del pueblo santo de Dios.
 Por eso, a Jesús no le da pena llamarnos hermanos.
¡Qué cosa más maravillosa! También nos llama hijos,
como lo demuestra la última parte del pasaje. Es por él
que llegamos a tener vida espiritual, vida eterna, vida
real. Por eso, somos sus hijos.
 Jesús refleja su amor paternal hacia nosotros en su
trato. Por ejemplo, en una ocasión, Jesús encontró en
su pueblo a un hombre paralítico. Mateo 9:2 nos dice
qué le dijo: ¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan
perdonados! Era un hombre marginado por la sociedad,
pero Jesús le dice, Hijo.
 Recuerdo una vez que le hablaba a una niña de la
congregación y le dije, Hija. Ella me miró y me dijo: ¡Yo
no soy su hija! ¡Es cierto! Usé la palabra como una
simple expresión de cariño. Pero Jesús no lo usa así.
Cuando él nos llama hijos, es porque hemos sido
adoptados en su familia y tenemos todos los derechos
de hijos.
 En otra ocasión, Jesús iba caminando entre una gran
multitud cuando una mujer que sufría de hemorragias
se le acercó y, con fe, tocó el borde de su manto. En
ese momento, ella fue sanada. Jesús sabía lo que
había pasado, y preguntó quién lo había tocado.
Cuando la mujer se le acercó, temblando de miedo,
Jesús le dijo esto: —¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo
Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu
aflicción. (Marcos 5:34)
 En Jesús tenemos el Padre perfecto que nos llama hijos
e hijas. ¿Te das cuenta de su cariño? Quizás tu padre
humano te falló. Jesús nunca te fallará. Quizás no
sepas cómo ser un buen padre para tus propios hijos.
Puedes aprender del ejemplo de Jesús cómo ser un
padre amoroso, fiel y justo.
 Un buen padre se sacrifica por el bienestar de sus hijos.
Él no dice: A ver cómo se las arreglan; yo tengo que
vivir mi vida y buscar mi felicidad. Su felicidad está en
que sus hijos sobresalgan. Por eso, en lugar de
dejarnos abandonados en el fango del pecado, Jesús
mismo vino y tomó sobre sí nuestro pecado para que
pudiéramos ser libres. Su cruz revela perfectamente el
corazón paterno de Dios.
 Hay un punto que nos puede confundir. Sabemos que
la Trinidad consiste en Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres
personas en un solo Dios. Si Jesús es Dios el Hijo,
¿cómo es que aquí se le llama Padre? ¿Será que el
Padre y el Hijo son lo mismo? ¿Cómo debemos
entender este pasaje?
 Dentro de la Trinidad, Jesús es Dios el Hijo. Su relación
con Dios el Padre es una relación como la de padre e
hijo, aunque siendo Dios, él nunca tuvo comienzo. En
cambio, hacia nosotros, Jesús es como un padre. Es
Hijo en relación con Dios Padre, pero es padre en
relación con nosotros.
 Además de esto, también llegamos a ser hijos de Dios
Padre. Quizás un dibujo nos ayude un poco. Las
flechas representan relaciones paternas.
 Todo esto nos lleva a entender que el bebé cuyo
nacimiento celebramos en la Navidad es un Padre
eterno para nosotros, un Rey paterno en quien
podemos confiar. Jesús es un Padre que se ocupa de
nosotros. El Salmo 68:5 dice esto: Padre de los
huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su
morada santa. Si necesitas ayuda, puedes buscarla en
Jesús.
 Además de esto, Jesús es un Padre que nos tiene
compasión. El Salmo 103:13 dice esto: Tan compasivo
es el Señor con los que le temen como lo es un padre
con sus hijos. Jesús nos comprende, y cuánto más
porque ha vivido en este mundo en carne humana.
Nunca pienses que Jesús no entiende lo que estás
viviendo.
 Como Padre, Jesús
también disciplina a sus
hijos. Proverbios 3:12 dice
esto: Porque el Señor
disciplina a los que ama,
como corrige un padre a su
hijo querido. La disciplina
no se trata de gritos y
golpes, sino de corrección
con amor. Es difícil aceptar la corrección de un padre
que no pasa tiempo con sus hijos ni muestra interés en
sus vidas.
 Pero Jesús no es esa clase de padre. Él siempre está
con nosotros. Él se interesa por lo que vivimos. Por eso,
cuando él nos corrige, debemos prestarle atención.
Debemos comprender que sus reglas son las mejores y
esforzarnos por obedecerlas. Debemos someternos a
su voluntad y aceptar su corrección, porque él es un
Padre amoroso.
 Cuando vemos a ese Niño acostado en el pesebre,
recordemos que él nació para ser nuestro Padre. Ese
Hijo que nos fue dado es el Padre eterno, el Rey que
necesitamos. ¿Reina él en tu vida? ¿Reina en tu
familia? ¿Te has propuesto ser un padre como él?
 Se cuenta la historia de un niño que quería una ropa
nueva, así que fue a pedírsela a su madre. Su madre le
dijo que se la fuera a pedir a su padre. A eso, el niño
contestó: Es que no lo conozco muy bien. No seamos
como ese niño. Tengamos la confianza de acercarnos a
Jesús. Busquemos en él compasión y cuidado, y
hagamos su voluntad. Él es nuestro Padre eterno.

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