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Carlos Adrian Encarnación Arias 2do Tolerancia

HOMBRES DE MAIZ
La historia en Hombres de Maíz está fraccionada en dos etapas. En la primera parte de la novela
Gaspar Ilom afronta a los maiceros que incendian el monte y explotan la tierra cruelmente. Según
los nativos de Guatemala, los originales hombres en ser creados, sus antepasados, fueron hechos
de maíz. Por eso, este grano es santificado; puede comerse pero nunca explotarse, comerse pero
nunca comerciar con él. Los maiceros, no obstante, elegían las riquezas que las tradiciones, una
actitud inversa a la de los campesinos tanto moral como éticamente.

Es por esto que Gaspar y sus tropas aborígenes se rebelan contra ellos y permanecen triunfantes
hasta que los maiceros llaman a “la juntada”. Con la asistencia de un traidor aborigen, Machojón, y
principalmente su esposa, “Vaca Manuela”, el jefe de la juntada lleva a Gaspar y a sus tropas a una
fiesta. En la celebración, Vaca Manuela traiciona a Gaspar para que consuma veneno, pero Gaspar
se mete al río y consigue “extinguir la sed del veneno en sus entrañas”.

Vuelve luego del amanecer, solo para ver que sus hombres habían sido arruinados por la juntada.
Gaspar se tira al río de nuevo, y los maiceros vuelven a las montañas de Ilom, sin notar que les ha
caído una maldición. Los hechiceros de liebres amarillas que escoltaron a Gaspar castigan a todos
los causantes de la matanza con la muerte antes de que pasen siete años. Cada uno de ellos, en los
capítulos siguientes, son sancionados. Machojón y su esposa fallecen en el incendio de sus
maizales.

Su hijo desaparece clandestinamente en un nubarrón de luciérnagas cuando iba a pedir a su


pareja. El hombre que ofreció el veneno que le proporcionaron a Gaspar fue degollado junto a
toda su familia y posteriormente el coronel Godoy y sus soldados fueron extinguidos por llamas en
forma de manos bañadas en sangre, que se teñían en las paredes del aire. La segunda parte de la
novela narra los acontecimientos de tres hombres cuyas vidas se enlazan. El primero, Goyo Yic, un
vagabundo ciego, cuya esposa, María, lo deja porque han tenido numerosos hijos.

Goyo no logra vivir sin ella y busca la ayuda de un botánico que hace que vuelva a ver. No
obstante, el nunca ha visto a María. Por eso, se vuelve mercader de baratijas y viaja de exhibición
en exhibición brindando sus productos a las mujeres para percibir sus voces y un día, el con
esperanza, reconozca así a su esposa perdida. Goyo solicita a Tatacuatzin, santo patrón de los
mercaderes, para que lo guíe en su búsqueda, pero sin triunfo. Una noche, el ve su sombra a la luz
de la luna, y dijo que era como ver la sombra de una tacuatzina.

La luz de la luna lo convierte de hombre en animal. Se introduce tanto en el bosque como prófugo
que su pellejo se pone negro. Un día es cautivado por las luces y las risas de la gran exhibición de
Santa Cruz de las Cruces. Entonces vuelve al mundo de los hombres y se junta con un tal Domingo
Revolorio y empiezan una venta de licor. Adquieren un garrafón y se alternan para llevarlo en el
lomo a una exhibición lejana. Es un día ardiente y se cansan rápido.

Comienzan a venderse tragos entre sí, hasta que los dos pierden su autorización y los meten a la
prisión por ofrecer licor sin aprobación. Pasa el tiempo y la gente repite y resguarda la leyenda del
Carlos Adrian Encarnación Arias 2do Tolerancia

ciego y su mujer fugitiva, María Tecún, glorificándola al referirse como “tecunas” a todas las
mujeres que se van abandonando. Un día la señora de Nicho Aquino, el repartidor del pueblito de
San Miguel de Acatán, desaparece inesperadamente. Nicho esta desconsolado y se embriaga para
olvidarla.

En su siguiente marcha a la capital, con su bolsa a la espalda, conoce a un anciano muy viejo con
manos negras que le promete decirle dónde está su mujer. Nicho lo sigue hasta unas cavernas
donde el viejo le da vida a la leyenda de la creación de los mayas. Le cuenta a Nicho por qué el
maíz es santificado y le expone la importancia del fallecimiento de Gaspar Ilóm y el ciclo de
gratificación que tiene como resultado.

Nicho aprende y luego de revelar sus orígenes, vuelve en sí. Por un instante se convierte en
coyote, su nahual, o animal guardián. Mientras tanto, en San Miguel, la gente de pueblo se alarma
por el cartero y principalmente por sus cartas, que tal vez nunca logren su destino. Entonces
ordenan al arriero, Hilario Sacayón, a buscar a Nicho y orientarlo. Hilario busca por todos lados y
en el camino recapacita sobre la divergencia entre la realidad y la ficción, pero nunca halla a Nicho.

Aquel cartero acaba quemando las cartas y huyendo a la costa, donde se vuelve empleado de la
dueña de un hotel. Uno de sus trabajos era trasladar a la gente al Castillo del Puerto, preparado
como prisión, donde Goyo Yic está efectuando condena por ofrecer licor sin permiso. Otra vez han
transcurrido varios años. El hijo de Goyo igualmente cumple una condena en esa cárcel y un día su
madre, María Tecún, llega a visitarlo. Nicho la lleva al lugar y se asombra de que la mujer que
conoce como mito realmente existe.

Los miembros de la familia Yic se reúnen, y cuando el hombre sale libre, todos vuelven a sembrar
la milpa en el Pisigüilito, donde todo empezó. Esta es la culminación de la historia. El hombre,
ciego por un tiempo a las prácticas antiguas que lo atan a la tierra, vuelve a cultivar la sustancia
venerable de la que está hecho. Si se logra entender el vínculo de las relaciones entre el humano y
el ambiente se puede recrear el mundo. La muerte de Gaspar no es en vano si ha conseguido
acabar con los bárbaros (los maiceros) que imposibilitan a los hombres de maíz llevar a cabo sus
trabajos más esenciales. (ver articulo: El Lazarillo de Tornes.)

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