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26 de septiembre de 202000:00
Rosendo Fraga
PARA LA NACION
El 20 de junio de 1820, hace 200 años, moría Belgrano en Buenos Aires. Ese
día, tres gobernadores se disputaban el poder: Alvear, Soler y el Cabildo de
Buenos Aires. Los tres se autodenominaban la autoridad política provincial. El 8
de agosto de 1820 no solo no había autoridad nacional, tampoco la había
definidamente en la provincia de Buenos Aires. El 8 de agosto San Martín
desembarca en Paracas, Perú. No tiene referencia nacional: es un líder
americano. En Salta, al inicio de ese año, Güemes manda dos delegados a Chile
para ofrecer a O'Higgins una operación militar del norte argentino a fin de
converger con San Martín.
Se cumplen este año dos siglos de ese fatídico año 20. Fue el momento en el que
estuvo más cerca de su "desaparición" lo que es la actual república Argentina. La
anarquía conduce a su opuesto: del caos provincial de Buenos Aires emergió por
primera vez Juan Manuel de Rosas con sus Colorados del norte como un factor
de orden. En la década siguiente el país no logra organizarse: la guerra con el
Brasil, una breve presidencia de Rivadavia y el fusilamiento de Dorrego lo
demuestran. Este anárquico período termina en 1829, con la llegada de Rosas al
poder y sus facultades extraordinarias, que mantendrá hasta 1852 (salvo un
breve interregno de 3 años).
El inicio formal de la crisis del año 1820 es la Batalla de Cepeda, en la cual las
tropas del Directorio son derrotadas por los caudillos Estanislao López, de Santa
Fe, y Francisco Ramírez, de Entre Ríos. Solo 1100 milicianos de caballería
fueron suficientes para terminar con el poder de Buenos Aires.
Pero hoy habría que reflexionar. En la anarquía, los líderes pierden la dirección
colectiva o nacional y se circunscriben a sus pequeños territorios e intereses.
Asimismo, esta situación genera un ansia de orden que por lo general lleva a un
ejercicio del poder autoritario.