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Platón
PLATÓN (427-347 A. C.)
1. Semblanza
Aristocles, apodado Platón a causa de sus grandes espaldas, nació en
Atenas en el 427 a C. De familia noble, emparentada con algunos
gobernantes de su ciudad, es lógico que viera en el ejercicio de la política su
propio ideal de vida: su nacimiento, aptitudes personales y su educación, le
empujaban en esa dirección. Sin embargo, la larga convivencia como
alumno de Sócrates y la injusta condena a muerte de su maestro cambiaron
el rumbo de su vida. Platón permaneció en Atenas dedicado a la
investigación filosófica y a la educación de los jóvenes, especialmente desde
la fundación de la Academia. En el 388 Platón viajó a Tarento y Sicilia,
donde hizo amistad con la familia del tirano de Siracusa, Dionisio I el viejo,
quien por diversas circunstancias acabó vendiéndolo como esclavo.
Comprado, y puesto en libertad por un amigo, regresó a Atenas donde
fundó en el 387 la Academia. A instancias de Dionisio el Joven, volvió
Platón nuevamente a Siracusa en el 366 hasta que fue nuevamente
desterrado. Sin embargo, regresó allí una vez más en el 361, acompañado
por otros miembros de la Academia. En el 360 Platón volvió a Atenas donde
permaneció hasta su muerte, el 347 a. C.
2.2.Diálogos de transición
En ellos se da un progresivo alejamiento de las doctrinas socráticas y se
va perfilando el propio pensamiento platónico. Son posteriores al 390, an-
tes de cumplir cuarenta años. En ellos aparecen alusiones a la doctrina de
las Ideas. A este periodo pertenecen: Menón, Crátilo; Gorgias, Eutidemo,
Hippias Mayor, Hippias Menor y Menexemo.
a)Las Ideas (como lo bueno, lo igual, lo bello) son realidades en sí. Son
verdaderas. No pueden ser percibidas por los sentidos, sino sólo por medio
de la intuición, casi divina, que Platón llama ‘erótica’.
b) Estas Ideas son únicas, permanentes y eternas, con propiedades
opuestas al mundo sensible. En su cúspide se encuentra la idea de Bien.
c) Teoría de la reminiscencia. Tales Ideas son realidades que la mente
humana ha contemplado antes de nuestro nacimiento y que las
rememoramos a lo largo de la vida.
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este modo salir de la cueva de lo sensible y pasar al mundo luminoso de
lo inteligible, mundo que también tiene dos grados distintos, aunque
iluminados ambos por la luz del Sol. Veámoslo separadamente.
4. Ontología
Se entiende por ontología es la rama de la filosofía que se dedica
a reflexionar sobre los modos esenciales de existencia de las
cosas. Por ejemplo, le es esencial a un triángulo para su existencia
el estar conformado por tres ángulos.
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Con las distintas alegorías propuestas lo que pretende Platón es dialogar
con su interlocutor para buscar siempre, como su maestro Sócrates, definir
la verdad de una realidad, según él, de una idea, la cual está vinculada con
el resto. En muchos diálogos Platón permite que Sócrates se pregunte qué
es la justicia, la belleza, el valor, etc., movido −frente a los sofistas− por su
afán por definir los conceptos. En varios dice, por ejemplo, que no busca
‘qué cosa es bella sino qué es la belleza’. En Hippias Mayor escribe: “si algo
es bello lo es porque existe algo por lo cual son bellas todas las cosas que
son”. Ese ‘algo’ es la forma, la esencia, la idea, aquello por lo que algo es lo
que es. Por su carácter universal e inmaterial, las formas no pueden cono-
cerse por los sentidos, sino por el pensamiento, que no es material, sino in-
material como las mismas ideas.
En este mundo terreno las cosas son ‘imitación’ (mímesis) o
‘participación’ (míthexis) de las realidades en sí. Reaparece aquí, de otro
modo, el dualismo de Parménides entre ser y no ser, entre realidad
verdadera y apariencia. El Ser único, eterno, inmutable, etc., de Parménides
ha sido sustituido en Platón por las Ideas, con las mismas cualidades o
atributos que aquél. Conocer qué son las cosas es levantar los ojos para
contemplar el arquetipo, el modelo, la forma, la Idea. “Levantar los ojos
hacia cierta forma conduce a contemplar lo bello en sí”. Banquete. La idea
no es ni el pensamiento ni lo pensado, sino el ser, lo verdaderamente real
(óntos on), aquello a lo que el pensamiento se dirige cuando piensa.
La participación es la peculiar causalidad que las Ideas ejercen sobre el
mundo de las sombras, sensible, múltiple y cambiante. Pero las ideas
también son múltiples, y su multiplicidad quedaría sin explicar si no
hubiera entre ellas una jerarquía y vinculación. En la República la cumbre
de todas ellas es el Bien, fuente de la verdad y del ser de todas las demás.
Pero no explica la relación que existe entre ellas, ni su dependencia de la
primera. En el Sofista modifica su propia doctrina presentando los géneros
supre- mos de las Ideas: el ser, el reposo y el movimiento; éste ‘es’ por
participar del ser, pero se distingue de él y, por consiguiente, de algún modo
no es. De esta forma, sosteniendo que el ‘no−ser’ es, Platón deja de lado la
inmovilidad y la unicidad del ser de Parménides, al mismo tiempo que, por
la noción de participación, salva la no−realidad del devenir de Heráclito.
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2º) Para que los razonamientos científicos sean universales y necesarios,
deben estar apoyados en objetos igualmente universales y necesarios
(Timeo, 29 b-51 d). La cosmología de Platón está principalmente en el
Timeo. En la cima de todo está el Bien en sí, que es lo bueno, lo verdadero y
lo que realmente es. Debajo de él, está un agente ordenador, el Demiurgo.
Por impulso del Bien el Demiurgo, dios artífice e inteligente, ordena la
materia eterna, caótica imitando lo que ve en el mundo de las Ideas. Lo que
resulta de su acción ordenadora, el mundo, tendrá alma, porque ha sido
producido a imitación de lo inteligible. El alma del mundo es el cielo. Hay
así un modelo, las Ideas; una copia, el mundo sensible; y un artífice, el
Demiurgo, que realiza la copia sensible sirviéndose del modelo inteligible y
de la materia.
De lo que precede deriva un dualismo ontológico: la separación entre
lo sensible, inmanente, imperfecto y mudable, y lo suprasensible,
transcendente, perfecto e inmutable. Con este dualismo Platón pretende
sintetizar a Heráclito y Parménides. Ni sólo lo sensible, ni sólo lo inteligible.
Ambos caminos por separado conducen a una perplejidad paralizante.
Entre los dos ámbitos existe una relación que Platón trata de explicar
mediante la participación y la imitación. El ámbito suprasensible es por
esencia, no participado, y sirve de modelo para que el Demiurgo, dios
hacedor, plasme las Ideas en lo sensible, cuya esencia no consistirá sino en
ser meras imágenes, copias, sombras e imitaciones de la verdadera realidad.
El Demiurgo es postulado para explicar el origen del movimiento. Este
dualismo ontológico
alimenta toda la filosofía de Platón. Aplicándolo al hombre, resulta que en
él se puede distinguir una parte suprasensible, el alma, y otra sensible, el
cuerpo. El alma es lo perfecto, llamada a lo suprasensible, mientras que el
cuerpo es imperfecto e impide el vuelo del alma hacia la región celeste. Si el
alma no logra desasirse de las cadenas (cuerpo) que le sujetan al mundo de
las sombras, no alcanzará el verdadero conocimiento, sino sólo meras opi-
niones. Sólo un gran esfuerzo puede librar al alma de las tinieblas y
permitirle contemplar las Ideas.
5. Antropología y Etica
4.1.El hombre es su alma. Es un alma ‘encerrada’ en un cuerpo como en
una cárcel; es la idea pitagórica del cuerpo (soma) como tumba (sema).
Para explicarlo, Platón recurre al mito del carro alado (Fedro): el hombre
es como un carro de dos caballos dirigidos por el auriga, el intelecto.
Hubo una “caída”, y ahora el alma tiene que vivir en el mundo sensible.
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Uno de los caballos es “bello y bueno”; el otro, lo contrario. Igualmente,
en el alma que anima al cuerpo hay tres “partes”: la racional (logos),
alojada en la ca- beza; la irascible (el valor), en el pecho; y la
concupiscible (el deseo) en el vientre. De ahí que la conducción resulte
dificultosa. El intelecto debe ser- virse del valor para dominar los deseos y
conducir al alma hacia su verda- dero mundo: el de las Ideas.
4.2.El alma racional es inmortal, simple, sin partes; y puede conocer lo
simple, lo inmutable, las Ideas. Las almas concupiscible e irascible
mueren con el cuerpo al cual están esencialmente ligadas. Sólo el alma
racional experimenta ‘post mortem’ un juicio y un premio y un castigo,
en conformidad con la vida en esta tierra, y consecuentemente, un
proceso posterior de purificación, consistente en la transmigración,
reencarnación. Platón dejó en diversos diálogos las siguientes 4 pruebas
de la inmortalidad del alma, que no son argumentos rigurosos, sino
convicciones profundas:
5.Política y Educación
5.1.Política
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La clave de la política platónica, formulada sobre todo en la República,
se basa en dos nociones: la polis y los ‘tipos sociales’.
a) La polis. La felicidad, según Platón, sólo se puede lograr en sociedad.
En el seno de la ciudad estado –polis– el ciudadano logrará la armoniza-
ción de su personalidad con las exigencias de la convivencia con sus seme-
jantes.
b) Los tipos sociales. Para él, así como el alma humana es tripartita –
racional, irascible y concupiscible–, asimismo lo es la sociedad. En ella los
filósofos son los que desempeñan la función de gobierno, desarrollando la
sabiduría práctica –prudencia–, como virtud propia de la parte racional
del alma. Los guardianes deben ocuparse de la custodia, como reflejo que
son del valor del alma irascible. Son los artesanos y labradores los que
deben mantener la ciudad, pues son el espejo del alma templada en su
parte concupiscible, ya que se encargan de procurar y distribuir los bienes
materiales.
5.2.Educación
Para Platón una educación correcta puede eliminar los obstáculos que
impiden al hombre disfrutar de la contemplación de la belleza. Por eso hay
que mostrar a los niños las cosas bellas, pues son éstas las más capaces
para despertar el amor en ellos (Fedro, 250). Sin embargo, todo esto
depende del tipo de gobernante que dirija la sociedad, pues para que
exista una buena sociedad se precisa:
a)Que el gobernante sea virtuoso y buen educador. Sólo se logrará una
sociedad justa y bella si disponemos de una clase dirigente educada en la
idea de bien que haya adquirido las ‘virtudes del alma’ “por medio de la
costumbre y del ejercicio” (República 518 e). Esto supone que la tarea de
los gobernantes ha de ser educadora mediante el convencimiento o la
persuasión, las leyes y, en último extremo, la fuerza de los castigos, por
este mismo orden de importancia. Por esto es tan importante que los
gobernantes dispongan de virtud, pues son ellos, con su ejemplo, los que
han de ayudar a los demás ciudadanos, incapaces de acceder a la verdad
por la dialéctica, a formarse una recta opinión.
b)Que existan leyes justas. La debilidad de la naturaleza humana nece-
sita de ellas. La finalidad del gobernante es la consecución de la justicia en
el interior de la caverna, donde sólo tenemos “sombras de lo justo”, esto
es: las interpretaciones sobre la justicia de “los que jamás han visto la
justicia en sí”. República 517 d. El prisionero liberado, a su regreso, tiene
forzosa- mente que discutir con ellos con el fin de mostrarles esta
necesidad.
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6.Balance
En la filosofía de Platón se pueden corregir, al menos, las siguientes tesis
fundamentales:
6.1.Ideas innatas. El error básico de la teoría del conocimiento de Pla-
tón radica en postular su existencia. Y esa fue la radical crítica que recibió
de Aristóteles. ‘Las formas, o bien se dan en la realidad física informando
las materias (y entonces se dan como causas formales), o bien se dan en
el nous’ cuando éste las piensa, ni antes ni después, sino al pensarlas,
porque las ideas dependen del acto de pensar que las presenta. No cabe
acto de pensar sin ideas pensadas ni ideas pensadas sin acto de pensar. El
error platónico respecto del innatismo de las ideas se repetirá en la
modernidad amanos de Descartes.
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Comentario de texto:
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