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Peripecia vital
La FAMILIA JUDÍA acomodada de SZ (Viena, 1881) se aleja muy a propósito del
ambiente judío, ofreciendo a sus dos hijos una educación laica, sin enseñarles el
yiddish, ni asistir a la sinagoga, ni participar de sus tradiciones culturales, todo ello
con el fin de integrarse en la sociedad civil vienesa. A SZ, de hecho, no le gusta que
le recuerden que es judío.
Resulta paradójico por ello que es la misma pertenencia a esta religión la
que le lleva a la condena del régimen nazi y a tener que huir de su propio país. Las
quemas públicas de libros con el ascenso de Hitler al poder (1933) incluyeron los
de SZ, condenados y prohibidos. Se trasladó/exilió a Londres cuando su casa de
Salzburgo fue registrada por la policía austriaca (1934). Su modo de enfrentarse a
su preocupación por la evolución del fascismo fue centrándose en el estudio de sus
orígenes históricos y dedicando su trabajo literario a las primeras grandes
personalidades que lucharon por la libertad espiritual y que tuvieron que hacer
frente a situaciones injustas de las que supieron salir dignamente.
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SZ tuvo DOS MUJERES:
Friderike Maria von Winternitz fue su primera mujer. Se casaron en 1920,
después de que ella se divorciara de su primer marido, con quien tenía dos
hijas, y se instalaron en Salzburgo, aunque la conocía desde 1912. Mantuvo
contacto con ella, en los últimos años por correspondencia, hasta el final de
sus días. Parece que fueron bastante felices hasta 1938. Fueron hospitalarios
en su casa y también viajaron por todo el mundo y conocieron a Einstein,
Gorki, Tagore, Toscanini… Llamaba cariñosamente a SZ “mi corderito”.
Elisabeth Charlotte Altmann, Lotte, su secretaria. Veinticinco años más
joven que él, supuestamente fue la esposa fiel, admiradora incondicional
que no pudo plantearse otra cosa que no fuera la muerte al lado de su
hombre. Según Prochnik, Lotte no solo transcribía sus textos, sino que
también hacía sugerencias que los mejoraban.
Cuatro días después de su último viaje a Nueva York (1940) hizo cola en el
consulado británico para volver. No quedaba sitio en ningún avión durante meses
y la presencia de los submarinos alemanes hacía imposible cruzar el Atlántico en
una embarcación. Echaba de menos los cafés y se sentía acosado por los otros
refugiados, que no dejaban de llamarle para pedirle dinero, según Prochnik.
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Pero esta imagen objetiva y dulce de SZ no ha estado exenta de POLÉMICAS.
Veamos las principales:
En los primeros años de la I Guerra Mundial y siendo ya una persona
madura (33 años) pertenecía al Grupo Literario del Archivo de Guerra,
creado para ejercer el efectismo y desarrollar una tarea propagandística de
la guerra y de sus “héroes”. Los escritores, bien remunerados por el Imperio,
adornaban a los condecorados para atrapar la atención del lector.
Ha sido criticado por la añoranza de una seguridad en la que vivía la élite
pero de la que no disfrutaba la mayoría de la población, como evidencia El
mundo de ayer. Kakutani (periodista norteamericana ganadora de un
premio Pulitzer), escribe: “Había un sentimiento de seguridad durante esos
años para las clases media y media-alta”. Esta misma imagen transmite la
“biografía novelada” de Benjamín Jarnés, afeándole que en sus novelas solo
se reflejan ambientes burgueses (“Si algún personaje (…) resulta ser pobre,
no tarda en convertirse en cierta poderosa cortesana; para así dar a su novela
un primoroso escenario”) e incluso tratándole como persona caprichosa,
infantil, mimada…, de donde vendría su mitomanía y fetichismo.
Algunos de sus colegas criticaron sus exitosas novelas cortas llamándolas
“lecturas de tren” de manera despectiva. Jarnés no considera sus libros
“sesudos monumentos de erudición” y le reprocha la excesiva influencia de
“esas teorías vienesas que todo lo manchan”, además de acusarle de
retroalimentar mutuamente su vida y la de sus biografiados, hasta en el
episodio de su propio suicidio.
Hannah Arendt lo criticó por no declarar su oposición al nazismo
abiertamente. En algunos de sus artículos lo definió como un mal judío y lo
acusó de estar interesado solo en su arte. “Nunca hablaría contra Alemania”,
dijo Zweig durante en su estancia en Nueva York en 1935: “El artista que cree
en la justicia nunca puede fascinar a las masas ni darles eslóganes. El
intelectual debe permanecer cerca de sus libros. Ningún intelectual ha
estado preparado para lo que requiere el liderazgo popular”. También Jarnés
es muy crítico con su postura pacifista y cosmopolita, pues, si ya antes de la
guerra declaraba no pertenecer a ninguna parte, “poco podrían importarle
estas o aquellas invasiones o atropellos”: “La paz solo se consigue luchando.
La exterior y la interior”, no aislándose en Suiza viviendo en un ambiente
despreocupado.
Si de algo disfrutaba, era de la escritura de cartas, pero al comparar las que se
intercambiaba con amigos e intelectuales y las que se escribía con su primera
mujer descubrimos dos aspectos algo controvertidos de su personalidad: las
primeras muestran una clara vocación de posteridad, pues a su propia mujer
le encarga la organización de la correspondencia con personajes conocidos
para su publicación. Las segundas desvelan una imagen vanidosa, machista,
exigente, despreciativa…: se regodea en su fama, la considera una mera
taquígrafa, la abandona durante largas temporadas, llegando al colmo
cuando, con la excusa de buscar información sobre María Estuardo, se
traslada a Londres y ella tiene que hacer frente no solo al mantenimiento de
la casa y su posterior venta, sino al régimen nazi (que interviene algunos de
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sus bienes) pisándole los talones y sin apenas dinero para mantenerse.
Friderike siguió manifestándose siempre sumisa.
Si había otra cosa de la que también disfrutaba era de sus numerosas
amantes: en medio de su fogosa relación epistolar con Fiderike, mantiene
otra con Marcelle en París y no se lo oculta a ninguna. Ellas lo encontraban
muy atractivo, según su propio testimonio: “Me insinúo a una dama, una
escultora, y en un santiamén está conmigo en la cama”. “Debo evitar que
todo se reduzca a sexo, peligro que de verdad nos amenaza”, anota en los
días del cortejo inicial con Friderike. Y, sin embargo, también se ha dicho o
insinuado que era homosexual, entre otros Jarnés: “¿Por qué tantos de los
jóvene que aparecen en las novelas de SZ son tan bellos como Apolo” y
“ninguna de ‘sus’ mujeres mereció los honores de una descripción digna de
su técnica”.
En El ardiente secreto de Stefan Zweig, Ulrich Weinzierl asegura que fue un
exhibicionista, si bien otros biógrafos no dan mucho crédito a esta
afirmación. El escritor se mostraba desnudo compulsivamente ante otras
personas, especialmente en los parques. Así lo atestiguaba Thomas Mann
en una carta. Benno Geiger, marchante de arte y amigo de SZ, hace mención
de este asunto en sus memorias y señala que sus lugares predilectos eran los
senderos del parque de Schönbrunn.
Vertiente artística
Comenzó publicando poesía, pero en su obra están representados todos los
géneros (predominan relatos, novelas y biografías), incluidos los diarios, los
géneros periodísticos, el epistolar, los libretos de ópera, las traducciones, etc., y
además de PROLÍFICO, fue un ESCRITOR DE ÉXITO en toda la primera mitad del siglo
XX (sobremanera entre 1916 y 1933) y en casi todo lo que hacía.
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sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias
inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo.
Otro de los factores del éxito de Zweig es que presenta en sus novelas
individuos corrientes en situaciones corrientes, y que únicamente un suspense
interior los transforma en situaciones extraordinarias. Erika Tunner hace hincapié
en su fascinación por el alma humana y su sentido clínico del análisis para explorar
todos los aspectos del comportamiento pasional, escrutando los mecanismos de
los deseos contrarios, de las pulsiones reprimidas, de los fuegos y los altibajos del
amor. En muchas ocasiones las mujeres de quince a cuarenta años son las heroínas
de sus novelas y constituyen un estudio del corazón femenino. Fueron la psicología
y la síntesis de los destinos individuales los que le elevaron como novelista. Cómo
no, también aquí Jarnés pone la guinda: sus tipos de mujer predilectos son “la
cortesana, la adúltera, la mujer ‘fácil’…”, sus novelas están llenas de tristeza.
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Ensayos biográficos: La admiración que siente por determinadas personas
(hecho también muy criticado por Jarnés), como se ha visto en al abordar
sus relaciones intelectuales, se prolonga a vidas ajenas anteriores a la suya.
¿Qué tenían en común los personajes que retrataba entre sí? ¿Y, sobre todo,
qué tenían en común con él? Con la mayoría de ellos se sentía identificado,
bien por determinadas situaciones trágicas vividas (María Antonieta, María
Estuardo); por su condición de escritor (Balzac, Dickens, Dostoievski,
Verlaine, Hölderlin, Stendhal, Tolstoi); por sus vivencias, muchas
relacionadas con la capacidad de adaptación y la supervivencia (Fouché, el
genio tenebroso, 1929); por su lucha contra la injusticia: declara que Erasmo
y Castellio eran las personas que le hubiera gustado ser al haber mostrado
su oposición a políticos y religiosos sin escrúpulos con las armas del espíritu,
sabiendo de antemano que era una batalla perdida.
Otros ensayos / miscelánea: Momentos estelares de la humanidad (1927)
repasa catorce acontecimientos, en orden cronológico, que marcaron el
desarrollo de la humanidad: el descubrimiento del océano Pacífico, la
batalla de Waterloo, la primera expedición al Polo Sur o el viaje en tren de
Lenin de vuelta a Rusia para liderar la revolución contra el zar, un episodio
sobre Dostoievski. Trabajó en él durante veinte años. El mundo de ayer
(1942) es quizá el más conocido porque fue finalizado poco antes de su
suicidio; aborda la añoranza de un mundo seguro, de una época de progreso
y optimismo, de fe en la capacidad de mejora del ser humano, que ha sido
sustituido por un mundo inestable y peligroso, sin moral.
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Stefan Zweig: adiós a Europa, de Maria Schrader, de 2015, sobre sus años en
el exilio.
Gran Hotel Budapest, de 2014, y dirigida por Wes Anderson, está inspirada
en su persona y su obra de Stefan Zweig, pero no en ninguna obra en
concreto. La desaparición de la Europa de los primeros años del siglo XX,
sus días gloriosos, es la clave del guion.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer (1961), película de televisión
británica de Silvio Narizzano protagonizada por Ingrid Bergman.
Carta de una desconocida (1948), también llevada al cine por Max Ophüls,
protagonizada por Joan Fontaine.
María Antonieta, dirigida por W. S. Van Dyke y protagonizada por Norma
Shearer y Tyronne Power, de 1938.
Y no dejan de tener interés algunos libros:
Ostende (2014), del alemán Volker Weidermann, se centra en un episodio
de la vida de SZ junto a Joseph Roth en una aldea belga durante un verano.
El exilio imposible (2014), un acercamiento a la figura de SZ de George
Prochnik, es muestra de los últimos años y su segundo matrimonio.
Stefan Szweig, cumbre apagada, lo escribió Benjamín Jarnés en 1942, nada
más morir el autor, y también es un acercamiento a su vida y obra a través
de un texto dialogado.
Y de Miedo en concreto tenemos, además de La paura (1954), de Roberto
Rossellini e interpretada por Ingrid Bergman, parece ser que con cierta
modificación en el argumento, Oviedo Express (2007): Gonzalo Suárez hizo una
adaptación libre de este relato con el trasfondo, también, de La Regenta.
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Kierkegaard, casi coetáneos de SZ, pero ya fue utilizado en el Romanticismo
(Schelling). En este sentido, es paradigmática la obra de Kafka.
Carmen Gómez García (“La angustia como manifestación de lo unheimlich
en el decenio expresionista: Kafka & co. a vueltas con Kierkegaard”) explica que en
SZ se manifiesta en una relación triangular conformada por el miedo, pecado/culpa
y sexualidad (“sintió la voluptuosidad que esconde el miedo” se dice en la novela).
Miedo lo aborda desde la perspectiva de la mujer y el adulterio. Dejamos la cita
para el debate (Irene “teme a su marido, patriarca y educador, quien, en último
término, detenta el poder de desclasar a su esposa y excluirla del ámbito de
seguridad que había ido tejiendo a su alrededor”).
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Analiza y descubre aspectos de su marido en los que nunca había reparado:
en ocasiones le merece respeto y admiración, le parece tierno; otras detesta
su mirada y hasta le asustan sus anchos hombros.
Se hace consciente no solo de la dependencia económica de su marido, sino
de (lo que es más importante) la social, porque puede quedar condenada al
ostracismo. Precisamente son estas consecuencias las que la conducen del
sentimiento de culpa al merecido perdón, justificado además en el derecho,
en los mismos argumentos expresados por su marido en algunos casos en
los que ha actuado como abogado defensor: ¿se merece un castigo? ¿Es ella
la misma persona que ha cometido el delito o, al haberse arrepentido, está
exenta de él?
El miedo también trae consecuencias positivas: abandona la frivolidad y
comienza a apreciar lo que de verdad es importante, como sus hijos.
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El lenguaje: no lo he examinado en profundidad, pero hay algunos términos
lingüísticos, expresiones, comparaciones… relacionados con el miedo no tan
evidentes como todos sus sinónimos: “muertos, fantasmas, cadáveres”.
Explosión de lágrimas y convulsiones: Freud, histeria, machismo.
El final, sobre el que se pasa de puntillas, velado como está tras el peso (o el
alivio) del episodio de la farmacia, es una humillación para la protagonista.
Con ese anillo en su dedo, se termina de manifestar un Eduard siempre por
encima, siempre tomando las decisiones. Por muy magnánimo que pueda
llegar a ser con ella, su total dependencia de él se aparece aquí de forma
muy evidente. Pero además el narrador da por hecho el paternalismo y el
castigo implícito como algo natural: “Dolor prometedor, ardiente y dulce a
la vez, el mismo ardor que producen las heridas antes de cicatrizar para
siempre”.
El espacio: relación con los estados de ánimo de la protagonista.
Igual que SZ, he intentado depurar y reducir, como una salsa, hasta quedarme con
lo imprescindible, aunque es evidente que no lo he conseguido del todo.
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Iconografía
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En la puerta de su casa de Salzburgo, junto a Friderike (1922)
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Con Máximo Gorki (Sorrento, 1930). 1931.
Con Romain Rolland (Villeneuve, Con Joseph Roth (Ostende, Bélgica, 1936)
Suiza, 1933)
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Cruzando el Atlántico en su primer viaje a Brasil, 1936.
Con Friderike y otros en Henry and Grete Joske’s (Vence, Francia, 1937).
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Con Lotte, en las cuatro imágenes
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Con su editor estadounidense, Ben W. Huebsch.
Hacia 1940.
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Ossining, Nueva York, verano de 1941
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Uno de sus diarios. Nota en francés a uno de sus
amigos parisinos.
Carta de suicidio.
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Primer libro de poemas, Restos de Amok, quemado durante el nazismo.
Cuerdas de plata (1901).
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Títulos publicados, por géneros literarios y en orden cronológico
Teatro
Thersite, 1907
Les Guirlandes précoces, 1907
Jeremias, 1916
La casa al borde del mar, 1911
Poemas
(Silberne Saiten) Cuerdas de plata, 1901
(Die frühen Kränze) Las primeras coronas, 1906
Ficción
Sueños olvidados, 1900, cuento
Primavera en el Prater, 1900, cuento
En la nieve, 1901, cuento
La estrella sobre el bosque, 1904, cuento
Los prodigios de la vida, 1904
El amor de Erika Ewald, 1904, cuento
La marcha o La caminata, 1904
La cruz, 1906, cuento
Escarlatina, 1908
Ardiente secreto, 1911, novela
Historia en la penumbra o Una historia Crepuscular, 1911
La institutriz, 1911
Novelita de verano, 1911
La leyenda de la tercera paloma, 1916
Episodio en el lago Léman, 1919
Miedo, 1920, cuento
Carta de una desconocida, 1922, novela
Amok o el loco de Malasia, 1922, novela
Los ojos del hermano eterno, 1922, novela
La mujer y el paisaje, 1922
Noche fantástica, 1922, novela
La calle del claro de luna, 1922
La colección invisible, 1925, cuento
Conocimiento casual de un oficio, 1925
La confusión de los sentimientos, 1927, novela
Veinticuatro horas en la vida de una mujer, 1927, novela
Una boda en Lyon, 1927
Raquel habla con Dios, 1928
Buchmendel, 1929, cuento
Viaje al pasado, 1929
Un vago
¿Fue él?
Dos solitarios
Leporella, 1935, cuento
Las hermanas, 1936
Caleidoscopio, 1936, conjunto de relatos breves que incluye entre otros: Leporella,
Miedo, Ardiente secreto, Buchmendel, La colección invisible, Noche fantástica.
El candelabro enterrado, 1937, novela
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La impaciencia del corazón, 1937
La piedad peligrosa, 1939, novela
Novela de ajedrez, 1941 (Schachnovelle)
Un ser humano inolvidable, 1948 (póstuma)
El pago de la deuda atrasada, 1951 (póstuma)
Clarissa, 1981 (póstuma)
La embriaguez de la metamorfosis, novela escrita y reescrita entre 1931 y 1942, publicada
póstumamente en 1982
Biografías
Émile Verhaeren, 1910
Fouché, el genio tenebroso, 1929
La curación por el Espíritu, 1931 (en alemán: Heilung durch den Geist, 1931; en inglés,
Mental Healers). Es un corto trabajo en el que relaciona, y a la vez trata en forma
individual, las biografías de Franz Mesmer, hipnotista del siglo XVIII, Mary Baker Eddy,
fundadora de la Ciencia Cristiana, y Sigmund Freud, padre del psicoanálisis.
Americo Vespucio. La historia de un error histórico, 1931
María Antonieta, 1932
María Estuardo, 1934
Erasmo de Rotterdam, 1934
Conquistador de los mares: la historia de Magallanes, 1938
Romain Rolland: el hombre y su obra, 1921
Paul Verlaine
Balzac: La novela de una vida, 1920, publicado en forma individual o incluido en el libro
en tres partes Tres Maestros: Balzac, Dickens, Dostoievski.
Castellio contra Calvino, Conciencia contra Violencia
Confusión: The Private Papers of Privy Councillor R. Von D
Momentos estelares de la humanidad, 1927
La lucha contra el demonio, Hölderlin, Kleist, Nietzsche
Montaigne, libro póstumo inconcluso previo al suicidio.
Tres poetas de su vida: Casanova, Stendhal, Tolstoi
Autobiografía
El mundo de ayer, publicado tras su muerte.
No ficción
Brasil: Un país de futuro
Momentos estelares de la humanidad
Tiempo y mundo. Impresiones y ensayos (1904-1940)
El misterio de la creación artística
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