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Mito de la caverna de Platón

Ever Arrieta

Revisión técnica por Ever Arrieta • Filósofo, historiador y traductor

El mito de la caverna de Platón es una alegoría sobre la realidad de nuestro conocimiento. Platón
crea el mito de la caverna para mostrar en sentido figurativo que nos encontramos encadenados
dentro de una caverna, desde que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared
componen aquello que consideramos real.

Platón (428 a. de C.-347 a. de C.) también usa esta alegoría para explicar cómo es para el filósofo y
maestro guiar a las personas al conocimiento (educación), intentando liberarlas de las ataduras de
la realidad de la caverna. Según este filósofo, la gente llega a sentirse cómoda en su ignorancia y
puede oponerse, incluso violentamente, a quienes intentan ayudarles a cambiar.

El mito de la caverna se encuentra en el libro VII de la obra República de Platón, escrita hacia el
año 380 a. de C. La importancia general de la obra República radica en la exposición de conceptos
y teorías que nos llevan a los cuestionamientos sobre el origen del conocimiento, el problema de
la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad.

Resumen del mito de la caverna de Platón

En el mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón, en el que su maestro Sócrates y su


hermano Glaucón hablan sobre cómo afecta el conocimiento y la educación filosófica a la sociedad
y los individuos.

En este diálogo, Sócrates pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se encuentran
encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna. Allí, un fuego ilumina al
otro lado del muro, y los prisioneros ven las sombras proyectadas por objetos que se encuentran
sobre este muro, los cuales son manipulados por otras personas que pasan por detrás.

Sócrates dice a Glaucón que los prisioneros creen que aquello que observan es el mundo real, sin
darse cuenta de que son solo las apariencias de las sombras de esos objetos.

Más adelante, uno de los prisioneros consigue liberarse de sus cadenas y comienza a ascender.
Este observa la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y casi le hace volver a la
oscuridad.
Poco a poco, el hombre liberado se acostumbra a la luz del fuego y, con cierta dificultad, decide
avanzar. Sócrates propone que este es un primer paso en la adquisición de conocimiento.
Después, el hombre sale al exterior, en donde observa primero los reflejos y sombras de las cosas
y las personas, para luego verlas directamente.

Finalmente, el hombre observa a las estrellas, a la luna y al sol. Sócrates sugiere que el hombre
aquí razona de forma tal que concibe a ese mundo exterior (mundo de las ideas), como un mundo
superior. El hombre, entonces, regresa para compartir esto con los prisioneros en la caverna, ya
que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real.

Cuando regresa a la caverna por los otros prisioneros, el hombre no puede ver bien, porque se ha
acostumbrado a la luz exterior. Los prisioneros piensan que el viaje le ha dañado y no desean
acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que estos prisioneros harían lo posible por
evitar dicha travesía, llegando a matar incluso a quien se atreviera a intentar liberarlos.

Análisis del mito de la caverna de Platón

El mito de la caverna es una alegoría que abarca varios elementos que comporta la teoría de las
ideas de Platón y un análisis dividido en 3 dimensiones:

la dimensión antropológica (naturaleza humana),

la dimensión ontológica (del ser) y epistemológica (del conocimiento) y,

la dimensión moral (valorización de la sociedad) y política (forma de gobernar).

La teoría de las ideas de Platón se basa en dos conceptos contrapuestos:

El mundo sensible, cuya experiencia se vive mediante los sentidos. Son múltiples, corruptibles y
mutables.

El mundo inteligible o el mundo de las ideas, cuya experiencia es cosechada mediante el


conocimiento, la realidad y el sentido de la vida. Siendo únicas, eternas e inmutables.

Dimensión antropológica

En Platón, cuerpo y alma corresponden a dos dimensiones diferentes. Por un lado, el cuerpo está
inmerso en el mundo sensible, que es corruptible y cambiante, mientras que, por otro lado, el
alma está unida al mundo de las ideas, que es perfecto e inmutable.
En el mito de la caverna, la dimensión antropológica se refiere a la condición del ser humano, y su
forma de conocer. Es dimensión está representada en la naturaleza del prisionero y su cuerpo, su
relación con la caverna (mundo sensible), así como en el mundo exterior y la liberación de su alma
(mundo de las ideas).

Los prisioneros son una metáfora de las personas que están atadas a sus percepciones y las
imágenes que se les presentan. Las sombras son el mundo físico que perciben y que creen es el
conocimiento verdadero. Sin embargo, aquello que observan dentro no es más que un
conocimiento subjetivo.

Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y sale de la caverna, este viaje representa
su ascensión al mundo inteligible, en donde adquiere el verdadero conocimiento.

Lo anterior implica una liberación moral e intelectual del alma de las ataduras y limitaciones
ofrecidas por el mundo sensible. Su ascenso desde el interior de la caverna es una metáfora de su
paso de la ignorancia al mundo de las ideas. Este paso, según Platón, se puede realizar con la
práctica del método dialéctico.

Además, esta ascensión al mundo de las ideas es una búsqueda del conocimiento de sí en el
mundo exterior (como se expresa en la frase "conócete a ti mismo").

Dimensión ontológica y epistemológica

La dimensión ontológica se refiere a la naturaleza del ser y la dimensión epistemológica se refiere


a la naturaleza, origen y validez del conocimiento.

Cada elemento del mito de la caverna simboliza un nivel del ser y del conocimiento, dentro del
dualismo ontológico y epistemológico de Platón. Precisamente, la alegoría de los hombres
apresados dentro de una caverna (nivel inferior) y del hombre liberado en el exterior (nivel
superior), funciona para explicar su concepción dualista del mundo.

Desde el nivel inferior al superior tenemos:

Dimensión epistemológica
Dimensión ontológica

Mundo sensible (interior de la caverna)

Opinión (doxa):

Conjetura (eikasía): son las sombras que los prisioneros observan.

Creencia (pistis): todo objeto, incluyendo a los prisioneros, dentro de la caverna.

Todo aquello percibido como “real” dentro de la caverna no es más que una imagen o reflejo:

El fuego es una representación del sol, y refleja las sombras.

Estatuas y otros objetos.

Mundo de las ideas (exterior de la caverna)

Conocimiento verdadero (episteme):

Conocimiento discursivo (dianoia): el prisionero liberado observa reflejos de las cosas en el


exterior.

Conocimiento intelectual real (noesis): el prisionero liberado observa directamente al sol y los
objetos exteriores.

Son todos los objetos que el prisionero liberado observa:

Sombras y reflejos en el exterior son como el pensamiento matemático.

El mundo natural y los hombres representan a las ideas.

El sol es el nivel más alto, la idea del Bien.

Aquí, el mito de la caverna de Platón nos muestra los niveles para la ascensión al mundo inteligible
o la ascensión del Ser.

Dimensión moral y política

Para Platón, el mundo de las ideas es donde el alma del hombre encuentra el conocimiento. Ya
que el prisionero liberado presencia el mundo ideal, al ascender y experimentar el exterior de la
caverna, este siente el deber de compartir lo vivido. Aquí el sol es una metáfora de la idea del
Bien, la cual es la idea más pura de todas.
La caverna es la prisión de la apariencia, de lo puramente sensible, de reflejos e imágenes,
mientras que el mundo ideal y la idea del Bien son el verdadero conocimiento. El preso liberado,
que ahora es como el filósofo, no puede continuar con un conocimiento basado en la opinión
(doxa) derivada de las percepciones.

El retorno del preso liberado es un ejemplo del filósofo que ayuda a los otros a alcanzar el
conocimiento real. Este ha visto directamente al sol (el Bien) y es como un político preparado para
ser quien gobierne con justicia. La democracia del pueblo, en Platón, es similar a lo que acontece
dentro de la caverna, ya que las personas habitan en un mundo sensible y deben ser guiadas por el
filósofo-político o filósofo-rey.

El cumplimiento del destino de liberar necesita de la dialéctica o de la filosofía, pero crea un


conflicto en relación con la moralidad sobre esta situación. El riesgo que corre el preso liberado es
como el trágico fin de Sócrates, al ser sentenciado a muerte por el tribunal ateniense, por insurgir
a la juventud ateniense y no respetar los dioses tradicionales. ¿Es viable morir por el deber?

Teoría del conocimiento y el mito de la caverna

En la República, en los capítulos VI y VII (con la analogía o símil de la línea y la alegoría de la


caverna) Platón señala que el origen del conocimiento real se desprende de las ideas.

Sin embargo, el mundo físico, visible o sensible, es un mundo de conocimiento limitado, de


opinión. El mito de la caverna expresa la dualidad yacente entre el conocimiento aparente
(interior de la caverna) y el conocimiento puro y real (exterior de la caverna).

Ello se traduce en un dualismo epistemológico y otro ontológico:

Por un lado, el conocimiento del mundo de las ideas, compuesto por el conocimiento intelectual y
el conocimiento discursivo.

Por otro lado, el conocimiento del mundo sensible, basado en la opinión, y que está compuesto
por la conjetura y la creencia.

La epistemología de Platón (su concepción sobre el conocimiento) va de la mano con su ontología


(el ser real de las cosas), siendo que todo aquello que se encuentra en el mundo físico es una copia
de una idea inmaterial, que se encuentra en el mundo de las ideas

El conocimiento verdadero
El mundo de las ideas es un mundo de absolutos que son inmutables y que son las esencias de las
cosas del mundo físico y es a través de la razón que se puede acceder a este conocimiento.

El conocimiento que compete al mundo de las ideas es un conocimiento verdadero y científico


(episteme), sobre lo que es real, y se compone del conocimiento discursivo o dianoia, y el
conocimiento propiamente intelectual o noesis:

El conocimiento discursivo (dianoia): se relaciona con el razonamiento lógico y matemático,


representándose en los objetos (por ejemplo, figuras geométricas).

El conocimiento intelectual (noesis): se refiere a la razón, siendo sus objetos las ideas, de una
naturaleza inmutable y no es posible encontrarlo en el mundo sensible. Este conocimiento tiene
como objeto máximo la idea del Bien.

Fuera de la caverna, el preso liberado observa los reflejos de las cosas, lo que Platón utiliza como
una metáfora del conocimiento matemático o discursivo.

El conocimiento propiamente dicho, que es de las ideas, con la idea del Bien como la más
importante, se obtiene a través del uso de la razón. El alma tiene acceso a este a través del
recuerdo, ya que alguna vez formó parte de este mundo de las ideas.

El conocimiento sensible

En cuanto al mundo sensible, este es un mundo que está en cambio constante. Ello hace imposible
que este pueda ser origen de conocimiento en un sentido universal.

El mundo sensible ofrece un tipo de conocimiento que está basado en los objetos físicos y en las
imágenes y apariencias. Esto hace que no sea más que un conocimiento individual, en el que los
objetos visibles no ofrecen más que un entendimiento de la realidad basado en la opinión o doxa,
por lo que se trata de un conocimiento subjetivo.

Platón considera que este tipo de conocimiento se divide en dos partes: la conjetura o eikasía y la
creencia o pistis.

La conjetura (eikasía) se basa en la imaginación y suposición, siendo sus objetos las imágenes con
una calidad fugaz, y se encuentra presente en la realidad visible.
Por ejemplo, en el mito de la caverna, Platón sugiere que los reflejos y las sombras, y otro tipo de
imágenes, ofrecen un conocimiento inmediato que da forma a nuestra perspectiva y convicciones
sobre el mundo. Pero dicho conocimiento, es fugaz y no sobre las esencias de las cosas.

En el caso de la creencia (pistis), esta se basa en la observación, siendo sus objetos aquellas cosas
materiales que se encuentran en la realidad visible. Además, su naturaleza es transitoria (sus
objetos son cambiantes y corruptibles), aunque no tan fugaz como en el caso de la conjetura.

Aquí, los objetos que se experimentan, como el propio cuerpo, son objetos físicos y corruptibles.

Vea también Todo sobre Platón: biografía, aportaciones y obras del filósofo griego.

El mito de la caverna y la educación

En el mito de la caverna permite explorar la visión que Platón tiene tanto del conocimiento como
de la educación.

Ya que el conocimiento real es diferente del conocimiento del mundo aparente, y que también la
ascensión al mundo de las ideas permite al filósofo ver lo verdadero, Platón asume que la
educación de quienes permanecen en la caverna es responsabilidad de este.

En el mito de la caverna, el prisionero que asciende al mundo exterior, pasa de la oscuridad a la


luz, de la ignorancia al conocimiento. Los prisioneros que permanecen dentro son una metáfora de
la condición de las personas en la sociedad.

Esto es clave en Platón y esta alegoría, el hecho de que las personas comienzan la vida en la
caverna, como símbolo de un mundo de apariencias. La educación, para este filósofo, no se trata
de descubrir o brindar conocimiento, sino de un viaje hacía este. El aprendizaje es difícil, ya que se
ha de abandonar los presupuestos que antes se tenían, al habitar en las sombras de la caverna,
para poder tener pensamiento crítico.

Aquí, la alegoría de la caverna es una forma de entender lo que el maestro-filósofo hace, de la


misma forma que en la dimensión moral y política, como un llamado a guiar a aquellos que
permanecen presos del mundo de la apariencia.
Para el prisionero liberado, su papel como filósofo y maestro es complicado. Ayudar a los otros
presos a transitar hacia el mundo exterior (educar) se dificulta, porque no es fácil abandonar la
forma en que estos observan el mundo de los sentidos, dentro de la caverna.

La educación implica acción y transformación, el estudiante no es pasivo, así como el prisionero


lucha por llegar al exterior y posteriormente intenta guiar a los otros prisioneros. El conocimiento
no se deposita dentro del discípulo, sino que se ayuda a este a descubrirlo dentro de su propia
alma.

Conocimiento y aprendizaje

En Platón, el conocer está ligado al acceso al mundo de las ideas. El alma ya conoce, pues no hay
conocimiento que parta de la nada, y lo que pasa es que esta simplemente no lo recuerda. Según
él, existen varias formas de adquirir conocimiento.

En primer lugar, a través de la reminiscencia (recordando) las vidas pasadas. Para Platón, el alma
del ser humano trasciende, desde el mundo de las ideas al mundo físico. Las almas transmigran, y
el alma del ser humano ya conoce lo que estaba en el mundo de las ideas.

En segundo lugar, el método propiamente dicho para acceder al conocimiento es el de la


dialéctica. Ya que el conocimiento es un conocimiento de las esencias, a través de la dialéctica se
puede acceder a lo que ya se sabía (reminiscencia) y que proviene del mundo de las ideas.

Sócrates, como es expuesto en los diálogos de Platón (por ejemplo, en el Teeteto), utiliza la ironía
y la mayéutica como ejercicios para ayudar a una persona a alcanzar el conocimiento.

La ironía es el ejercicio de realizar preguntas para exponer la falta de conocimiento de una


persona, quien cree que ya sabe algo sobre un asunto determinado, solo para darse cuenta luego
de que ello no es así. Esto puede verse resumido en la famosa expresión "Solo sé que no sé nada".

La mayéutica consiste en la práctica de ayudar a dar a luz, como lo haría una comadrona. Sin
embargo, en Sócrates, esta se trata de ayudar a que un discípulo pueda alcanzar el conocimiento
que ya tiene dentro de sí. Ya que el alma es inmortal y posee conocimiento, el recordar es una
forma de conocer.
La forma en que la ironía y la mayéutica eran utilizadas por Sócrates era una forma de dialéctica
basada en preguntas. Se cuestionaba a una persona sobre un asunto, se debatía su respuesta, se
realizaban nuevas preguntas y se alcanzaba una definición más clara sobre dicho asunto.

El tema del mito de la caverna en literatura y cine

El tema del autoengaño ha sido explorado en diversas obras literarias y cinematográficas a través
de la historia, particularmente en las últimas décadas. Aquí, algunos ejemplos:

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