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III.

DIMENSIÓN HISTÓRICA
III.1 El autor, lugar, fecha de composición y destinatarios

a. Autoría de la obra
El autor del ApJn no es un visionario extravagante o un adivino, sino un pensador. El
autor tiene una gran capacidad de análisis de la realidad económica, social y política de su
tiempo. A partir de este análisis él reconstruye históricamente la esperanza y las utopías. El
autor ciertamente habla con símbolos, visiones y mitos, pero a partir de un análisis profundo
y racional de la situación histórica en la cual vive.

El autor del libro se identifica simplemente con el nombre de "Juan" (1,1; 1,4; 21,2;
22,8). Era bien conocido por las iglesias de Asia, pues se auto-titulaba hermano, como quien
compartía con ellos la tribulación, el reino y la paciencia (l, 9). Surge entonces la pregunta:
¿quién es este Juan? A juzgar por el estilo del libro, es claro que era un cristiano hebreo,
saturado del Antiguo Testamento. La iglesia primitiva generalmente dio por sentado que se
trataba del apóstol de Jesucristo, autor del cuarto Evangelio. Esto fue confirmado claramente
por Justino Mártir en el año 150 d.C. y alrededor del 200 por Ireneo, quien había vivido
durante un tiempo en Asia. Los padres de la iglesia aceptaron plenamente esta condición
apostólica del autor. La misma es completamente posible, porque hay una sólida tradición
histórica de que Juan vivió hasta una edad muy avanzada en la ciudad de Efeso.

Sin embargo, debemos notar que Juan no se designa a sí mismo como un apóstol y
que en 21,14 menciona a los apóstoles como grupo, pero no indica que él deba ser incluido
en el círculo. Sin embargo, declara ser profeta (22,9) y da a su libro el título de profecía (l,
3; 22,7.10.18-19). Si el autor no fue el apóstol, entonces era un profeta bien conocido en las
iglesias de Asia el cual resulta desconocido para nosotros.

Debe reconocerse que hay serias dificultades para reconocer que el Apocalipsis y el
cuarto Evangelio provienen del mismo autor. Aunque hay muchas similitudes entre ambos
libros (v.g. sólo en el cuarto Evangelio y el Apocalipsis Jesús es llamado el Logos), el estilo
del griego es notoriamente distinto. El lenguaje del Evangelio es suave y fluido en un griego
simple y exacto; el lenguaje del Apocalipsis es duro y rudo, con muchas irregularidades
gramaticales y sintácticas. Por medio de varias referencias (cf. Rm 16,22), sabemos que el
uso de un amanuense o secretario era común en el mundo antiguo y puede que las diferencias

1
de estilo del Evangelio y el Apocalipsis se deban a lo distinto del tema y al uso de secretarios.
Posiblemente un discípulo de Juan escribió concretamente el Evangelio, mientras que el
Apocalipsis refleja lo rudo de su propio griego hebraico.

El nombre del autor del Apocalipsis nos es bien conocido: se trata de Juan (1,1.4.9;
22,8). Pero ¿de qué Juan se trata? ¿Del mismo Juan al que se atribuye tradicionalmente la
composición del cuarto evangelio? Y en ese caso, ¿puede llegar a decirse que se trata de
aquel galileo, hijo de Zebedeo, o también de aquel discípulo anónimo que el cuarto
evangelio designa como «el discípulo al que amaba Jesús»?

La cuestión no es tan simple como parece a primera vista. En primer lugar, porque el
texto mismo del Apocalipsis no se pronuncia sobre esta cuestión; además, la identidad del
autor del cuarto evangelio es también una cuestión muy compleja.

Lo que hemos de decir es que una tradición antigua, apoyándose en Justino (hacia el
año 160) e Ireneo de Lyón (hacia el año 180), ve aquí la obra de «uno de los apóstoles de
Cristo» (Justino, Diálogo con Trifón, n. 81). Esta tradición ha sido, con mucho, la
atestiguada más comúnmente en la Iglesia latina. Pero algunos autores como Gayo, Dionisio
de Alejandría y Eusebio de Cesárea no comparten esta opinión; y, tras ellos, la tradición
griega se ha mostrado más reticente sobre el origen apostólico de esta obra.

Desde el punto de vista del texto, la cuestión sigue siendo difícil y hasta imposible de
resolver: las correspondencias y las diferencias verbales o temáticas entre el Apocalipsis y el
evangelio de Juan se valoran de formas diversas. Son numerosas las unas y las otras. Por un
lado, se puede invocar un número impresionante de correspondencias verbales o temáticas
entre el Apocalipsis y el evangelio de Juan: testigo, testimonio, vida, agua viva, maná,
vencer, Palabra, Cordero (el mismo tema con dos palabras diferentes), etc. Por otro lado, no
es posible minimizar las diferencias y hasta las divergencias: lengua, estilo, procedimientos
literarios, visiones y simbolismo, utilización de las cifras, escatología, etc. Por tanto, hay que
tener en cuenta esta doble realidad: correspondencias importantes, y diferencias no menos
importantes.

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De ahí la posición casi unánime de los comentaristas recientes: el Juan del Apocalipsis
no es necesariamente el mismo que el Juan a quien se atribuye el cuarto evangelio. Pero
pertenece al mismo ambiente o a la misma escuela: es también un escrito joánico.

En definitiva, uno se da cuenta de que, como ocurre con la gran mayoría de los libros
bíblicos, la identificación precisa del autor está lejos de ser determinante para la
interpretación del libro. Se puede hablar de nuevo de que el autor se borra en beneficio del
mensaje, y de que, sean cuales fueren el autor o los autores que han participado en la
redacción del Apocalipsis, la tarea más fascinante y la más fecunda no es la que conduce al
carnet de identidad del autor, sino la que abre a la comprensión global de su obra.

b. Fecha de Composición
Según Ireneo, la sitúa "hacia finales del reinado de Domiciano", esto es, entre los años
90 y 96. El autor nos dice que tuvo sus visiones mientras estaba en la isla de Patmos "a causa
de la palabra de Dios" (1, 9-10), esto es, en el destierro, compartiendo "la prueba y el
sufrimiento de sus hermanos". Pues bien, sabemos que Domiciano comenzó una persecución
terrible contra los cristianos que se negaban a rendir culto al emperador, que se había
declarado "señor".

Por otra parte, se comprende perfectamente entonces la insistencia del Apocalipsis


en reservar a Cristo este título. Hay un pasaje en el libro (17, 9-11), donde se alude claramente
a los emperadores romanos, que parece situar la redacción en el periodo que sigue a la
persecución de Nerón (hacia los años 65-70). Se puede admitir que se escribió entonces la
primera parte de la obra o, más sencillamente, que el autor se sitúa imaginariamente en
aquella época.

Algunas otras tradiciones han colocado al Apocalipsis en la última década del siglo
I cuando Domiciano era emperador en Roma (año 81-96 d.C.). Algunos eruditos han
argumentado en favor de una fecha anterior, pero es improbable. Debido a su situación
«física» en la Biblia cristiana, el Apocalipsis es llamado con frecuencia «el último libro de
la Biblia». ¿Significa esto que es el último libro que se escribió? No necesariamente, pero es
muy probable que así fuera. De hecho, el evangelio de Juan podría ser posterior. Pero lo
cierto es que nos las tenemos que ver con un período en torno a los años 90.

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Como para la mayor parte de los libros bíblicos, no hay ningún argumento interno
que obligue a aceptar una fecha concreta. Tradicionalmente se apela al testimonio de Ireneo
de Lyón, según el cual la composición del Apocalipsis habría tenido lugar «a finales del
reinado de Domiciano». Pues bien, Domiciano reinó entre los años 81 y 96; así, pues, el
último decenio del siglo I habría visto la redacción definitiva del texto del Apocalipsis.

Es la fecha tradicional, y la que hoy propone también la mayor parte de los exegetas.
Esto no impide reconocer que se trata de un texto que tiene una historia. Algunos hablarán
de dos y hasta de tres Apocalipsis, redactados en diferentes períodos y reunidos en un mismo
volumen a finales del siglo I. Lo seguro es que, en su estado definitivo, el Apocalipsis refleja
unos acontecimientos o unas situaciones más o menos recientes, y resulta ser un documento
sumamente precioso para conocer la Iglesia del siglo I.

c. Lugar de composición
No es fácil identificar con precisión el lugar donde se escribió el Apocalipsis de Juan.
De acuerdo con los datos internos (las siete ciudades del Asia Menor a las que se les dirige
las cartas, la isla de Patmos, ubicada a pocos kilómetros de Éfeso), se trataría de cualquier
lugar del extremo occidental de la península asiática.

Muchos estudiosos consideran la literatura apocalíptica casi por definición! "tratados


para tiempos difíciles" y que han sido producidos por la persecución. Esto puede decirse de
los apocalipsis judíos. El problema que enfrentaban qué el pueblo era: ¿por qué el pueblo de
Dios estaba sufriendo esas persecuciones? ¿Dónde estaba la salvación de Dios? El mundo y
el tiempo eran un mal sin remedio, que habían caído bajo el poder de las potencias angelicales
demoníacas.

Dios estaba muy lejos en los cielos, pero pronto se levantaría en su trono, destruiría a
los poderes demoníacos y libraría a su pueblo. Siguiendo esta teoría, muchos estudiosos han
reconstruido el ambiente del Apocalipsis en términos de una inminente persecución mundial
de la iglesia por parte de Roma. La iglesia estaba a punto de enfrentar la aniquilación:

Juan escribió para fortalecer al pueblo de Dios ante sus tribulaciones, asegurándoles
que, aunque debieran experimentar sufrimiento, la venida del Señor estaba cerca para
derribar a Roma y librar a su iglesia.

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El problema· de esta teoría es que no hay evidencia de que durante la última década
del siglo I ocurriera alguna persecución abierta y sistemática contra la iglesia. En el
pensamiento cristiano popular, ha prevalecido la idea de que hubo diez grandes persecuciones
de la iglesia que fueron prácticamente universales en su alcance: 2 por Nerón (año 64 d.C.),
Domiciano (95), Trajano (112), Marco Aurelio (177), Septirnio Severo (al fin del siglo 11),
Maximino (235), Decio (250), Valerio (257), Aureliano y Diocleciano (303). Es cierto que
la persecución general fue promovida· por Decio, Valerio y Diocleciano, pero las
persecuciones anteriores fueron de carácter local o relativamente suaves en su ejecución.
Nerón ciertamente ordenó una persecución de los cristianos, vigorosa aunque breve, pero
sólo en Roma y en una única oportunidad. La presunta persecución por Domiciano de
ninguna manera tuvo alcance en todo el imperio, sino que se dirigió contra unas pocas
familias en Roma.

d. Destinatarios: La comunidad destinataria: crisis y resistencia

El contexto en el que nace el Apocalipsis con su simbólica nos sitúa ante un grupo de
creyentes del siglo I, primeros destinatarios del libro, los llamados cristianos joánicos. Según
la opinión tradicional, el ambiente socio-histórico que rodea las comunidades cristianas de
Asia Menor, que están vinculadas con la tradición joánica, presenta una situación de
tribulación a causa de la cruenta persecución cristiana llevada a cabo por Domiciano entre
los años 86‑95 d.C.

El Apocalipsis se dirige a comunidades cristianas que vivían en una enorme tensión


con el mundo que las rodeaba. La cultura dominante proponía a aquellos cristianos una
inserción en el mundo renunciando a lo central de su fe: el señorío de Jesucristo sobre sus
vidas. Quienes se negaban a pactar con el mundo tenían que enfrentarse de diversas formas
con la exclusión social, y en algunos casos hasta con la violencia física. El acoso era tal, que
la tentación de abandonar la fe se había hecho casi irresistible. Uno de los propósitos de este
libro fue ayudarles a mantenerse firmes en la fe, a no pactar con un mundo injusto y cruel,
y a seguir reconociendo el único señorío de Jesucristo, que libera al hombre de toda
esclavitud.

En medio de las tensiones que vivían, el Apocalipsis quiso ofrecerles un mensaje de


esperanza, afirmando el dominio de Dios sobre la historia y confesando a Jesucristo como

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Señor de los reyes de la tierra, Principio y Fin de todas las cosas. Esta visión de Dios como
señor de la historia es la que fundamenta la libertad del cristiano frente al mundo, la que le
convierte en instancia crítica frente a las injusticias, y la que le mueve a luchar contra todo
lo que esclaviza a los hombres y mujeres en este mundo. En tales situaciones, el Ap es un
mensaje a la comunidad cristiana para reconstruir su esperanza y su conciencia.

El Apocalipsis representa un movimiento importante en los orígenes del


cristianismo, que hunde sus raíces en la historia del pueblo de Israel y en el movimiento
profético-apocalíptico en el cual nace el movimiento de Jesús y las primeras comunidades
cristianas. El ApJn recoge y transforma las tradiciones apocalípticas judías y judeo-
cristianas, y cumple en la Iglesia apostólica una función crítica y de resistencia frente a la
helenización extrema del cristianismo y también frente a su institucionalización autoritaria y
patriarcal.

Sin embargo, los estudios más recientes, analizando el contexto sociocultural en que
fue escrita la obra, han puesto en evidencia que su situación vital le procuraba la
confrontación con poderes políticos injustos y con poderes religiosos corruptos. Basta
acercarse, por ejemplo, en las cartas a las siete iglesias (caps. 2‑3) para descubrir esta
realidad. Roma y el mundo judío aparecen como fuerzas hostiles que asfixian a las
comunidades nacientes. El simbolismo empleado por el autor, por tanto, es vehículo de
comunicación de la realidad crítica de un grupo de comunidades que sufren, se
desesperan, se desilusionan; de cristianos audaces que entregan sus vidas y de cristianos que
«pactan» con modelos opresores.

Recuperar el Ap es recuperar la dimensión profética y martirial propia del


movimiento de Jesús y de los orígenes del cristianismo. El Apocalipsis no es un libro aislado,
propio de una minoría sectaria o desesperada, sino un libro histórico de toda la Iglesia, que
urge a una reforma radical de la misma y a una nueva manera de ser cristiano en el mundo.

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IV. DIMENSIÓN TEOLÓGICA
IV.1 Mensajes Proféticos a las 7 iglesias: 2,1-3,22

En cada carta tenemos un cuadro realista de cada Iglesia. Nos describe la situación
histórica de 7 Iglesias hacia fines del siglo segundo en Asia.

a) Éfeso: 2,1-7

La Iglesia de Éfeso, después de la de Jerusalén (destruida el año 70 d.C.) y antes que


la de Roma, fue la más importante en los pe- ríodos apostólico y sub-apostólico. Iglesia
fundada por Pablo, donde éste ejerció un importante ministerio entre diciembre del 52 y
marzo del 55 (2 años y 3 meses). En Ap 2,1 se retoman dos elementos de la visión inaugural,
que hacen referencia a la totalidad de las Iglesias: Esto dice el que sujeta las 7 estrellas en su
mano derecha, el que camina entre los 7 candeleros de oro. Las 7 estrellas simbolizan los 7
ángeles de las 7 Iglesias, que son posiblemente los 7 profetas encargados de cada una de
ellas. Los 7 candeleros son las 7 Iglesias.

La vida de la comunidad de Éfeso, que Jesús dice conocer, se resume en obras, trabajo
duro y resistencia. Se insiste en la resistencia: has sufrido por mi nombre sin desfallecer. La
resistencia se da en el testimonio, y es lo que caracteriza al testigo en su lucha contra las
Bestias (Imperio) y contra los oponentes externos e internos. La comunidad de Éfeso no
soporta a los malvados, puso a prueba a los falsos apóstoles y detesta el proceder de los
Nicolaítas1. Aquí se refiere a diferentes prácticas de un mismo oponente interno de la
comunidad, designados simbólicamente como Nicolaítas: herejía pre-gnóstica que busca
espiritualizar el cristianismo para hacerlo compatible con el Imperio. Contradice
radicalmente la ética y la teología del ApJn, donde la vida de los cristianos y de la comunidad
debe ser un continuo testimonio contra la opresión y la idolatría de Babilonia y sus Bestias
(Imperio romano).

La presencia escatológica de Jesús en la comunidad no sólo discierne lo bueno de


ella, sino que también juzga lo negativo: «tengo contra ti que has perdido tu amor de antes».
La comunidad abandonó su primer ágape. El ágape es el amor fraterno o la solidaridad que

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Posiblemente los Nicolaítas eran cristianos ricos que participaban activamente en las estructuras económicas,
sociales, culturales y, necesariamente, religiosas de la ciudad; buscaban, pues, una doctrina que hiciera
compatible el cristianismo con dicha integración.

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mantiene desde sus inicios unida a la comunidad. Ella ha perdido esta solidaridad, quizás por
influjo de los Nicolaítas.

Por eso Jesús da tres órdenes a la comunidad: recuerda de dónde has caído;
arrepiéntete y practica las primeras obras. Lo primero es la memoria de los inicios, luego la
conversión como un cambio de vida. Si la comunidad no cambia, Jesús anuncia: iré donde ti.
Ya vimos que esta venida de Jesús no es la segunda venida al fin de los tiempos, antes del
juicio final, sino que, por el contrario, se trata de la venida de Jesús a la comunidad en el
tiempo presente.

b) Esmirna: 2,8-11

La ciudad de Esmirna es un puerto próspero, rival de Éfeso. Tenía una especial lealtad
a Roma. En el 195 a.C. construye un templo a la diosa Roma, y el 26 d.C. un templo al
emperador Tiberio. Fue una Iglesia cristiana fundada posiblemente por Pablo (Hch 19,10).
La Iglesia de Esmirna es una comunidad a la que Jesús no recrimina nada. Es una Iglesia que
sufre tribulación, pobreza y las calumnias de los judíos, aliados al Imperio, colaboracionistas
que llevan la marca de la Bestia.

Todo el mensaje profético a la comunidad de Esmirna está marcado por la oposición


muerte-vida. De Jesús, que escribe el mensaje, se dice que estuvo muerto y revivió. La
exhortación tiene la misma clave: Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.

También se promete al vencedor que no sufrirá daño de la muerte segunda. De esta


muerte segunda se habla en la última parte del Apocalipsis, y se refiere a la muerte definitiva
(el aniquilamiento total y para siempre).

c) Pérgamo: 2,12-17

La ciudad es desde el 133 a.C. la capital de la provincia romana de Asia. Fue el centro
del culto imperial para toda la región. Por eso Juan dice que ahí está el trono de Satanás, y
ahí también habita Satanás.

Satanás es el símbolo de la fuerza «sobrenatural» de la Bestia. La ciudad está llena de


esta idolatría de la Bestia. Sobre la ciudad domina una gran acrópolis, donde había muchos
templos. En medio de la acrópolis había un altar a Zeus. Es la primera ciudad de Asia en

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tener un templo dedicado a Augusto y a Roma (año 29 a.C.). También se veneraba en
Pérgamo a Asclepio, dios de la salud, que tenía mucha popularidad.

La comunidad ha sufrido una persecución y ya tiene un mártir llamado Antipas. Por


eso Jesús alaba su fidelidad y el no haber renegado de la fe. La comunidad, sin embargo,
tiene el pecado de tolerar a los oponentes del Apocalipsis: los que mantienen la doctrina de
Balaam y de los Nicolaítas. La práctica de estos oponentes es la idolatría, expresada aquí por
la comida de carne sacrificada a los ídolos y por la inmoralidad sexual. Estas prácticas son
idolátricas, porque era la práctica común que se daba en las instituciones oficiales de la
ciudad. Juan llama a no participar, a rechazar toda práctica idolátrica que comprometiera a
las Iglesias con el Imperio.

Jesús llama a la comunidad a la conversión. Si ésta no se produce, Jesús dice: iré


pronto donde ti. Al igual que en la comunidad de Éfeso, también aquí se refiere a la venida
de Jesús en el tiempo presente de la comunidad. Jesús es presentado en este mensaje con el
poder de su Palabra: el que tiene la espada aguda de dos filos, y el que lucha contra los
idólatras de la comunidad con la espada de su boca.

Al vencedor se le promete algo misterioso: maná escondido y una piedrecita blanca,


con un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe. El maná escondido es la comida
de vida de la comunidad, antagónica a la comida de muerte de la carne sacrificada a los ídolos
de la que participan los Nicolaítas. La piedrecita blanca bien pudo ser una señal distintiva de
los cristianos.

d. Tiatira: 2,18-29
La ciudad no tiene importancia ni administrativa ni militar; es más bien una ciudad
de comerciantes y artesanos, organizados en gremios y asociaciones. La comunidad tiene una
práctica de solidaridad, de fe, de servicio y de resistencia. Las obras últimas son mejores que
las primeras (al revés de la comunidad de Éfeso). La práctica del grupo oponente, conducido
por Jezabel, es la misma de los nicolaítas y balaamitas2. A la profetisa que corrompe a la

2
Una secta que proviene de Nicolás prosélito de Antioquía, uno de los siete diáconos de Jerusalén (Hechos 6,
5), quien apostató de la verdad y se convirtió en el fundador de la secta gnóstica del Antinomianismo ['En contra
de La ley de Dios]. Parecen haberse caracterizado por la sensualidad, seduciendo a los cristianos a participar en
las fiestas paganas a los ídolos y a la inmoralidad sexual. Por lo tanto, se les señala con los nombres de Balaam
y Jezabel, los dos representantes principales de la contaminación moral en el AT.

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comunidad, Juan le da el nombre simbólico de Jezabel, tomado de la figura del AT (2 Re
9,22). Esta Jezabel histórica guía a los profetas de Baal, contra los cuales combate Elías. Juan
es ahora el nuevo Elías que combate a esta falsa profetisa y a sus seguidores. Jezabel arrastra
a la comunidad a participar de las prácticas idolátricas de los opresores, utiliza una teología
que se pretende profunda, elevada y espiritual, pero que Juan califica como las profundidades
de Satanás.

e) Sardes: 3,1-6

La ciudad tenía un gran esplendor en el pasado, pero ahora es una ciudad decadente.
La Iglesia, como la ciudad, está muerta. La vida es sólo aparente. Hay solamente unos pocos
que no han manchado sus vestidos, lo que es una clara alusión a su conducta no contaminada
con la idolatría del Imperio. Podemos suponer que lo que mató a la Iglesia fue la idolatría,
propagada por los nicolaítas, los balaamitas y los grupos gnósticos. Jesús remece a la
comunidad con cinco imperativos: sé vigilante... consolida lo poco que tienes y que está a
punto de morir... recuerda cómo recibiste y oíste mi Palabra...guárdala y arrepiéntete.

f) Filadelfia: 3,7-13

La Iglesia de Filadelfia tiene mucho en común con la de Esmirna. Contra las dos Jesús
no tiene ningún reproche. La comunidad de Esmirna es pobre, la de Filadelfia no tiene poder.
Las dos tienen problemas con la «Sinagoga de Satanás». Es una comunidad con una gran
fidelidad al proyecto de Jesús, que encuentra su única fuerza en guardar la Palabra.

La Sinagoga de Satanás es la sinagoga de los judíos integrados al Imperio romano.


No es una designación anti-judía (anti-semita), sino anti-Imperio: todos los que siguen al
Imperio son de Satanás, pues es Satanás el que da el poder al Imperio. Esta sinagoga le cierra
las puertas a los cristianos apocalípticos, que se oponen al Imperio; sin embargo, Jesús, dueño
de las llaves del Reino de Dios, les abre una puerta para entrar en él.

Jesús le anuncia a la comunidad que sobre toda la tierra habitada vendrá una hora de
prueba. La tierra habitada (oikoumene) no es toda la tierra, sino el mundo organizado y
dominado por el Imperio romano. El resto era el mundo de los bárbaros. La prueba es para
los habitantes de la tierra. Los que van a ser probados son los seguidores de la bestia; es la
crisis o juicio del Imperio, provocada ahora en el tiempo presente por la venida de Jesús y el

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testimonio de los cristianos. En esa hora los cristianos serán perseguidos y oprimidos por
causa de su testimonio, no obstante Jesús promete que la comunidad estará a salvo, porque
ha guardado la Palabra de la resistencia de Jesús. En esa hora los cristianos deben mantener
con fuerza lo que tienen, para que nadie les arrebate la corona.

g) Laodicea: 3,14-22

La ciudad era la más rica de Frigia. Era conocida por sus bancos, su industria de lino
y algodón, y su escuela médica con sus farmacias. Como en los otros mensajes, Juan describe
la comunidad utilizando los elementos característicos de la ciudad. La comunidad de
Laodicea es toda negativa. Es una comunidad que no es ni fría ni caliente, sino tibia, por eso
Jesús la vomita de su boca. Los cristianos de Laodicea quieren vivir a la vez como romanos
y como cristianos, y finalmente no son ni lo uno ni lo otro. Buscan vivir su cristianismo al
interior de las estructuras opresoras del Imperio, y terminan siendo ni seguidores verdaderos
de la Bestia, ni seguidores verdaderos de Jesús. Son tibios, y Jesús los vomita de su boca.

Veamos lo que dice el cristiano de esta comunidad tibia: Soy rico, me he enriquecido
y no tengo necesidad de nada. Jesús lo recrimina con cinco adjetivos: eres desgraciado,
miserable, pobre, ciego y desnudo. Luego le dice: Te aconsejo que me compres oro acrisolado
para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras y colirio para ungir tus ojos y
veas. Lo que Jesús exige realmente a la Iglesia de Laodicea es que deje de ser rica a la manera
de los romanos, que son idólatras y opresores, y que no siga siendo orgullosa y auto-
suficiente.

En el v. 19 Jesús muestra misericordia y ternura con la comunidad: a cuantos yo amo,


a esos yo reprendo y corrijo. En el v. 20 Jesús les ofrece una última oportunidad: «...mira que
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo».

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Una visión panorámica del mensaje destinado a las 7 Iglesias:

EFESO ESMIRNA PERGAMO TIATIRA SARDES FILADELF1A LAODICEA


(2,1-7) (2,8-11) (2,12-17) (2,18-19) (3,1-6) (3,7-13) (3,14-22)

DIRECCIÓN Escribe al Escribe al Escribe al Escribe al ángel Escribe al ángel Escribe al ángel Escribe al ángel
ángel ángel ángel de la Iglesia de la Iglesia de la Iglesia de la Iglesia
de la Iglesia de la Iglesia de la Iglesia de Tiatira de Sardes de Filadelfia de Laodicea
de Efeso de Esmirna de Pérgamo

CRISTO tiene en su el Primero y tiene la el Hijo de tiene los siete el Santo, el el Amén, el
mano derecha el cortante Dios, sus ojos espíritus de Veraz, tiene la Testigo fiel y
las siete Ultimo, espada son como Dios y las siete llave de David veraz, el origen
estrellas y estuvo de dos filos llamas estrellas de la
pasea muerto y de fuego creación de
en medio retornó a la y los pies Dios
de los siete vida semejantes
candelabros al
de oro bronce
JUICIO + trabajos + prueba + firmeza en + amor, fe, + fidelidad de + fidelidad a - tibieza
+ constancia + pobreza la fe abnegación, algunos la palabra y - riqueza ( =
+ rechazo de (= + martirio de constancia - vida = al nombre de pobreza)
los nicolaítas riqueza) Antipas - (tolerancia muerte Cristo
- ha perdido - doctrina de de Jezabel)
el amor de Balaán y de
antes los nicolaítas
CONVERSIÓN Arrepiéntete No temas; Arrepiéntete (pide el Arrepiéntete Mantente firme Arrepiéntete
(2 veces) sé arrepentimiento
fiel de Jezabel)
ESCUCHA El que tenga El que tenga El que tenga El que tenga El que tenga El que tenga El que tenga
oídos, que oídos, que oídos, que oídos, que oídos, que oídos, que oídos, que escuche
escuche escuche escuche escuche escuche escuche lo que
lo que lo que lo que lo que lo que lo que el Espíritu dice
el Espíritu el Espíritu el Espíritu el Espíritu dice el Espíritu dice el Espíritu dice a las Iglesias
dice dice dice a las Iglesias a las Iglesias a las Iglesias
a las Iglesias a las a las Iglesias
Iglesias
PROMESA Comer del Corona de Maná oculto Poder sobre Vestido blanco Columna del Cena con
árbol vida piedra las naciones Nombre en el templo. Nombre Cristo
de la vida Liberación blanca Lucero de la libro de la vida de Dios. Sentarse con
en el paraíso de Nombre mañana Jerusalén Cristo en su
de Dios la segunda nuevo nueva. Nombre trono
muerte nuevo

12
ACTIVIDAD 1
Nombre de la TÍTULO QUE ASPECTOS ASPECTOS ADVERTENCI RECOMENSA O PREMIO
Comunidad SE DA A JESÚS POSITIVOS NEGATIVOS A O AVISO

ÉFESO

ESMIRNA

PÉRGAMO

TIATIRA

SARDES

FILADELFIA

LAODICEA

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