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“¿Qué Espera Dios de mí?” - Mensaje del Apóstol Dr.

Miguel Bogaert Portela


Publicado el6 marzo, 2017

Uno de los conflictos que más afecta a los creyentes es no detenernos para saber qué
quiere Dios de nosotros. Caminamos buscando a Dios, pero no sabemos que está
esperando Dios de nosotros ni cuál es Su voluntad para nuestra vida.

Entramos a una dimensión y nos sentimos seguros y acomodados y llega un momento


en que te sientes seguro de estar haciendo lo que tienes que hacer. Muchas veces
estamos buscando de Dios y estamos haciendo las cosas mal, y lo estamos buscando
mal.

Es por esto que lo que el hombre llama derecho, Dios lo llama torcido, o lo contrario,
que lo que Dios llama torcido, el hombre lo llama derecho.

Uno de nuestros grandes problemas es no detenernos a saber lo que Dios quiere de


nosotros. Cuando nos hacemos esta pregunta, tenemos muchas posibilidades de estar
confundidos. A veces, nosotros los pastores, creemos que lo que Dios quiere de
nosotros, es que prediquemos la Palabra. Y yo les digo que predicar la Palabra, es el
resultado de hacer lo que Dios quiere de nosotros.

A veces creemos que servir a Dios en la Iglesia es lo que Dios quiere; y no es así. El
servir a Dios es el resultado de hacer lo que Dios quiere, pero eso no es lo que Él quiere.
Muchas veces pensamos que el limpiar los baños o servir como ujier es lo que Dios
quiere, y servir es solamente el resultado de lo que realmente Dios quiere de nosotros.

Cuando tú entiendes lo que Dios quiere de ti, te dará como resultado el servir en Su
casa. Por ejemplo, no puedes servirle a Dios, si no tienes la identidad de quién eres en
Dios. Porque el servicios que le vas a dar no es el que Él está esperando.
Estamos sirviendo en la casa de Dios, creemos que estamos bien porque eso es lo que
Dios quiere de nosotros, y no es así. Quizá Dios lo primero que quiere de ti y de mí es
que tengamos clara nuestra identidad de hijos de Él. Dios quiere que reclames que eres
Su hijo legítimo, porque si no entiendes que eres hijo legítimo de Dios, todo lo que
hagas para Dios, lo harás en función de ti, y todo lo que hagas para Dios, debes hacerlo
para agradarlo a Él y no para satisfacerte a ti mismo.

Lo que haces para Dios te va a doler, te va a molestar y tendrás que hacer un


sacrificio, pero Dios se va a gozar con ello.

Uno de nuestros mayores problemas es el no conocer cuál es la voluntad de Dios para


nuestras vidas, y por eso es que siempre cometemos errores. Los errores en Dios
siempre afectarán a aquellos que nos rodean.

¿Crees tú que Dios en toda su soberanía, que creó al universo para que éste te sirviera a
ti, te va a hacer a ti sin un propósito para Él? Dios hizo todas las cosas, desde los árboles
y el sol para que a ti te sirvieran.

Antes de hacer cualquier cosa para Dios tienes que tener claro cuál es tu identidad
en Dios. Lo segundo que Dios quiere que tú sepas es que eres su representante aquí
en la tierra.

Cuando tú sabes que eres hijo de Dios, te debe venir por revelación que tienes el ADN
de Dios, que hay algo de Dios dentro de ti. Dios nos amó a nosotros primero, porque Él
sabe que tenemos algo de Él dentro de nosotros.

Nuestra vida empieza a cambiar y entramos a otro sistema cuando entendemos que
cargamos con algo de Dios.

Por ejemplo, si Dios es mi representante, Él sabe cómo pienso y cuáles son mis
actitudes, Él sabe cómo tomo mis decisiones. Cuando Dios nos representa, todo lo que
hace, es como si estuviera haciéndolo yo.

Dios puso una genética y un ADN suyo dentro de nosotros que nos hace sus
representantes aquí en la tierra. Cuando entendemos esto, nuestra escala de valores y
estilo de vida tienen que cambiar. Porque somos malos representantes de Dios, es que
nuestra familia no ha venido a los pies de Cristo y tu esposo no visita la iglesia. Por ser
un mal representante de Dios aquí en la tierra es que en el trabajo no te creen cuando
dices que eres cristiano.

Tenemos que entender que somos hijos legítimos de Dios y Sus representantes. Si
no entendemos esto, vamos a actuar, a decidir y a pensar conforme a nosotros
mismos y no conforme a Él.

Conocer esto es el principio que nos lleva, obligatoriamente, a llenarnos del amor de
Dios. Cada uno de nosotros carga con algo de Dios. Cuando vemos un violador, no
puedes solamente ver al violador, sino el ADN que tiene de Dios.

El haber sido hechos a imagen y semejanza de Dios nos hace tener un ADN especial.
Llevamos dentro un diamante que está encerrado en carbón y cuando un carbón es
encontrado en una mina, está sucio y tiene que ser limpiado, igual que un diamante
sucio de carbón, así nos encontramos nosotros cuando estamos en el mundo y cuando
llegamos a la Iglesia.

El diamante que llevamos dentro está arropado por el alma y el cuerpo. Un ejemplo lo
vemos en alguien que en el mundo, era un diamante arropado por su cuerpo, su carne y
su alma, atrapado de ira y de pecados. Pero como Dios lo persigue, lo lleva a un lugar
donde es limpiado. Pero también hay personas que llegan a iglesias donde nunca reciben
palabra revelada y su diamante permanece oculto sin poder brillar; y cuando viene la
palabra de revelación, empieza a limpiarse de todo pecado hasta que el diamante queda
descubierto para que empiece a brillar.

Todo dependerá de donde estés sentado y de cómo te enfrente con una palabra de
revelación porque es la palabra revelada que logrará el cambio en ti.

Satanás anda detrás de ti porque él anda detrás de todo lo que tiene algo de Dios. Dentro
de ti hay algo que si se empieza a limpiar, va a empezar a brillar. Cada vez que tu
diamante se va limpiando a través de la Palabra y de la unción y que empiezas a brillar,
la imagen de Dios va saliendo y Su semejanza se convierte en tu mejor compañero. Su
semejanza significa que harás lo mismo que hacía Dios, sanarás enfermos, liberarás
cautivos, el ciego verá, el sordo escuchará, es así que la semejanza se convierte en tu
mejor compañero. Mientras más imagen de Dios tengas, más semejanza de Dios
también vas a tener.

Lo tercero que Dios quiere que entiendas es que Jesucristo es el modelo a seguir.
Automáticamente empiezas a seguir a Jesús, el ADN de Dios que está en ti, empezará a
salir.

Dios también quiere que te llenes de Su amor y lo conozcas.

1 Juan 4:7 (RV1960)

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es
nacido de Dios, y conoce a Dios”.

Versículo 21 “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame
también a su hermano”.

¿Si el amor es de Dios, por qué no tenemos amor hacia el prójimo? Cuando criticamos a
nuestro hermano, no estamos mostrando amor.

1 Juan 4: 9-10 (RV1960)

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo
en propiciación por nuestros pecados”.

Si todo lo que hacemos, lo hacemos sin amor, no estamos haciendo lo que Dios quiere.
Antes de hacer algo para Dios, tenemos que conocerlo, conocer Su amor.
Cuando Dios te llena de Su amor, no necesitas que nadie te ame, no necesitas mendigar
amor porque el amor de Dios es tan grande, que no necesitas que te amen, pero sí
necesitas dar de ese amor. Cuando estás lleno de Su amor, nunca vas a decir que no te
llaman ni te buscan, lo que vas a decir es que vean todo lo que tienes porque quiere
darlo.

Hay mucha gente equivocada dentro de las iglesias buscando de Dios, sin nada de amor
y con intenciones equivocadas. Cuando Dios te llena de Su amor, entras en otro nivel,
cuando Dios te llena de Su amor, es cuando se cumple la Palabra de que Él no hace
acepción de personas.

Uno de los problemas en el matrimonio es que uno de los cónyuges exige amor; si ese
cónyuge que exige amor, se llenara del amor de Dios, nunca pidiera amor y todo el
tiempo estuviera dando, aunque no reciba. Porque tiene tanto para dar, que no necesita
recibir. Cuando estás lleno del amor de Dios, solamente quieres que el otro sea feliz, y
lo que tienes es suficiente para ser feliz.

Yo no pretendo que la pastora me ame, yo estoy tan lleno del amor de Dios que yo no
necesito su amor, yo la ahogo con el que tengo.

Si las hermanas solteras en vez de estar mendigando amor de hombres, se llenaran del
amor de Dios, no cometieran tantos errores.

Cuando entendemos esto, que todos tenemos el mismo valor para Dios, y que todos
somos Su creación, sin importar lo que hayamos hecho, entonces reconocemos que
tenemos algo de Dios. Amamos al prójimo porque tiene una esencia de Dios y por lo
que posee.

Necesitamos estar llenos de Su amor para poder servir. Es por esto que dice la Palabra
que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir, porque el objetivo del amor
es que tú y nos convirtamos en servidores.

Un líder lleno de amor por Dios dará el mejor servicio de todos. Por sus frutos, los
conocerás, y ese fruto es el amor. Cristo sirvió por amor, ¿y tú, por qué lo haces?

Muchos de los que crecemos en Dios, tenemos una gran deficiencia y es que carecemos
por completo del amor al prójimo.

1 Juan 4:20 (RV1960)

“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no
ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”

Tu hermano no solamente es el que está en la Iglesia, también es el que está afuera que
necesita tu ayuda para que sea revelado la genérica de Dios en ellos. Lo que nosotros
tenemos es lo mismo que los de fuera tienen: Un ADN de Dios, y esto es lo que
tenemos en común con ellos, por eso debemos amarlos. Si no amamos al prójimo, y
decimos que amamos a Dios, somos mentirosos.
Dios es sabio usando el amor, porque solamente por amor, podremos rescatar un alma.
Puedo predicar en este púlpito porque estoy lleno del amor de Dios y porque sé que
aunque viniste a este lugar por primera vez, tienes una genética de Dios y Él me está
usando a mí para llegar a ti.

Cuando estás allá fuera, Dios está esperando algo de ti y es que el amor que Él te ha
dado, lo derrames con la gente de afuera para rescatarlos, porque estas personas no han
encontrado a alguien que los ayude a sacar el brillo de la imagen de Dios, y si tú no vas
y lo haces, estas personas se van a perder y van a terminar en el infierno. Hay personas
que hoy no están siendo bendecidas por Dios, porque no están haciendo lo que Dios
quiere que hagan.

El que está sentado a tu lado mientras vas en el bus, no es un desconocido, es una


persona con un diamante en bruto que todavía no lo sabe, pero que a Dios le importa y
te está usando a ti para que lo alcances para Su reino, para que le hables y le digas que
Cristo está detrás de él. Si no sabes esto, entonces no sabes lo que Dios quiere para tu
vida.

Muchos no están siendo bendecidos porque no están haciendo la voluntad de Dios en el


momento que Él quiere. Quizás estás mal en tu trabajo, pero Dios tiene una expectativa
contigo por alguien que hay en tu ambiente y que Él quiere, pero no estás haciendo lo
que Dios quiere de ti. Puede que estés ofrendando y diezmando pero no estás siendo
bendecido porque no estás haciendo lo que Dios quiere que hagas en ese preciso
momento; estás más preocupado en hacer lo que a ti te satisface y no lo que agrada a
Dios.

En otras palabras, Dios te llena de amor para que llenes a otros de Su amor y empieces a
quitar el carbón de sus diamantes.

Juan 3:16 (RV1960) dice:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

La palabra mundo, en el original, significa hombre, así que leemos que de tal manera
amó Dios al hombre que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree,
no se pierda. ¿Si usted no ama al prójimo, cómo puede servirle? Tienes que amar
primero, para luego servir.

Antes de servir, tenemos que amar la visión y lo que hay en la casa. Si no amamos la
visión, nuestro servicio es mediocre.

Miren el ejemplo de un novio enamorado, siempre habla bonito, siempre inspirado y


siempre poético; le abre la puerta del carro a su amada, un enamorado siempre tiene una
historia donde él es el héroe, le da buenos regalos y se perfuma. Todo esto lo hacen
porque están enamorados y quieren hacen sentir bien a su enamorada. Son serviciales,
se sacrifican y la ayudan en todo. Se sacrifican hasta por la suegra, y porque están
enamorados hasta se enamoran de ella. Igual debemos ser nosotros en la casa de Dios.

Apocalipsis 2:2-4 (RV1960)


“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los
malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por
amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu
primer amor”.

Ese novio que vimos como solía ser, desde que adquiere confianza, jamás le abre la
puerta a su amada, ya no te busca al trabajo ni se perfuma, y lo que perdió fue el primer
amor. Nosotros debemos estar llenos de amor para poder hacer lo que Dios quiere que
hagamos. ¿Qué está esperando Dios de ti? Que ames a las almas y las traigas a Él.

Por eso nadie de tu trabajo viene a la iglesia, porque te falta amor por ellos.

Dios también está esperando que padezcas como Él.

1 Pedro 4:1 (RV1960)

“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del
mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado”.

La Palabra dice que nos armemos del pensamiento de que si Cristo padeció por
nosotros, nosotros también habremos de padecer por Él. Cada padecimiento que
sufrimos no es porque Dios quiere que suframos, sino más bien porque hay un choque
en nosotros cuando escuchamos la palabra revelada, un choque entre la luz y las
tinieblas que hay en nosotros; esto pasa cuando la Palabra te dice que tienes que morir a
tu yo, a tu voluntad y a tus deseos porque simplemente, te va a complicar la vida.

Lo que estás padeciendo es el resultado de no estar haciendo lo que Dios dice que debes
hacer. ¿Estás teniendo problemas financieros? No estás haciendo lo que Dios dice que
debes hacer. Tu padecimiento no es más que el choque entre la luz y el carbón que tiene
cubierto tu diamante.

La intención de Dios no es que sufras. El sufrimiento bíblico es el que padecemos por


venir a los pies de Cristo, y cuando lo padecemos, debemos hacerlo con gozo. Tu
sufrimiento es por no hacerlo con gozo, lo que provoca que nos alejemos; por esto
necesitamos un espíritu de lucha. El ataque de Satanás viene porque él no quiere que lo
que tenemos de Dios brille en nosotros.

En Cristo, mientras más avanzas, peor se pone el camino. No le pidas a Dios que te
quite el padecimiento, más bien, pídele fuerzas para atravesarlo.

Cuando lo haces con gozo, tienes la revelación de que la obra no puede pararse a
esperar por ti. Tienes que levantarte y hacerlo aunque estés solo. Un ataque de Satanás
es un enfrentamiento con lo que te gusta. Cuando la Palabra te dice que no puedes
fornicar, eso traerá un enfrentamiento y te van a venir conflictos y reacciones, y estas
reacciones no son porque Satanás quiere, sino porque no sabes cuál es la voluntad de
Dios.

Tienes que gozarte el viaje, no estás padeciendo porque Dios quiere, sino porque no
haces la voluntad del Padre. Padecer es dejar el pecado y decir que no a lo que te gusta.
Padecer es negar tu voluntad. Padecer es un cambio de actitud.

Apocalipsis 2:10 (RV10960)

“No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de
vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé
fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

Padecer es dejar de vivir para ti y empezar a vivir para Dios. La palabra de Dios dice
toma tu cruz y sígueme.

El padecimiento es limitado cuando la disposición de soportarlo es ilimitado.

Apocalipsis 12:11 (RV1960)

“Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”.

Despreciar la vida hasta la muerte es despreciar su carne. Si sientes que Dios te llamó, te
tengo una buena noticia, y es que vengas a poner tu vida aquí sobre el altar, no tu propio
altar, sino el de Dios.

Conforme la medida que conozcamos la voluntad de Dios para nuestras vidas, así será
la amplitud espiritual que tengamos y el nivel de bendición que recibiremos.

Oración: Señor Dios, estoy dispuesto a dar todo de mi de aquí en lo adelante, que nada
sea un obstáculo para caminar contigo, y para servirte en la vida y en la muerte, en el
gozo o en la tristeza, siempre estaré a tu lado, siempre estaré a tu lado. No importa cómo
me sienta, ni lo que esté padeciendo, siempre mantendré mi gozo en lo que esté
haciendo porque cuando entiendo que lo que padezco, lo hago con gozo, y eso me une a
la cruz del calvario porque Tú moriste en gozo para que yo fuese salvo y tuviese vida
eterna. Gracias porque a partir de hoy, aunque el horno esté a 2,000 grados, yo lo
resistiré con gozo, porque sé que en el padecimiento, Tu imagen, ADN y semejanza
brillarán en mí y caminarán conmigo. Gracias Señor, en esta noche hago un pacto
contigo de amar a mi prójimo como a mí mismo, porque si lo amo a él como a mí
mismo, te estoy amando a ti mi Jesús.

¿Qué está esperando Dios de ti?

1. Que sepas que eres hijo legítimo de Él.


2. Que eres Su representante aquí en la tierra.
3. Que Jesucristo es el modelo a seguir
4. Que estés lleno de Su amor.
5. Que todo lo que padezcas, lo hagas con gozo.

Si tienes estas 5 cosas, estarás haciendo la voluntad de Dios, y Su voluntad siempre te


traerá recompensa de bendición. Cuando veas a un hombre que está siendo bendecido,
no lo juzgues ni lo cuestiones, es que ese hombre está haciendo la voluntad de Dios.

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