Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
V1: Nuestra condición actual: Dice el necio en su corazón, no hay Dios. Se han corrompido,
hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.
En el principio de la creación, cuando éramos perfectos se nos mandó a buscar a Dios, que
seamos perfectos y obedientes en todas las cosas. Se asume que cuando Dios te manda a
hacer algo, en realidad tienes la habilidad de hacerlo. Como seres humanos caídos no tenemos
la habilidad moral de vivir vidas perfectas. Antes de la caída podíamos hacerlo pero después de
la caída no tenemos la capacidad de hacer lo que Dios nos manda a hacer. Y aunque hayamos
caído en este estado de corrupción y perdido nuestra habilidad de obedecer los
mandamientos de Dios, eso no nos excusa, porque el mandamiento sigue allí.
Vivimos en una necesidad constante de aquello que fuimos creadas para ser, hacer y disfrutar.
Es como si nos pusiéramos una venda en los ojos y anduviéramos errantes diciendo Te estoy
buscando, te estoy buscando, cuando en realidad no lo hacemos. A pesar de que Dios está
frente a nosotros no podemos tomarle la mano. Es como tener sed, que haya un vaso de agua
delante de ti y no poder tomarlo, entonces miras a otro lado para distraerte y te sientes mal y
te lamentas porque aunque te niegues a beber, sigues teniendo sed. Así está nuestra alma.
Dice el necio en su corazón, no hay Dios Los hombres deciden vivir como si no existiera un Dios,
porque están huyendo de él, porque a su pecado no le conviene que haya un Dios justo. Y su
sed de Dios, que persiste aunque no puedan saciarla, los lleva a beber de aguas que no sacian,
es decir, el pecado. Se han corrompido, hacen obras abominables.
Dios no se esconde, es que no lo estamos buscando, estamos huyendo. Todos quieren paz,
libertad, amor verdadero, justicia, felicidad. Buscamos los beneficios de Dios, sin Dios. Estamos
llamados a hacer algo que nos hace bien pero que naturalmente no podemos hacer. No hay
quien haga el bien.
ser santos, justos, imágenes vivas del Dios vivo. Se nos mandó a permanecer en ÉL. Estas eran
cosas que podíamos cumplir. Sin embargo, la humanidad se rebeló contra Dios eligiendo seguir
sus propios preceptos. Aquí es cuando la humanidad sufrió la caída. Por causa del pecado,
hemos descendido y ahora. Esta es la condición de cada una de nosotras, el propósito de
nuestra existencia fue frustrado, necesitamos algo de lo que huimos. Como dice el video,
buscamos el amor de Dios en relaciones rotas, su compañía cuando para evitar la soledad
intentamos agradar al mundo, su consuelo cuando nos sentimos tristes y pasamos horas
distrayéndonos en internet, su aceptación cuando intentamos que las personas nos admiren,
su justicia cuando decidimos vengarnos de otros. Luego de la caída
en la maldad del mundo. estamos lejos de Dios. Ahora bien, que hayamos caído no significa
que Dios deba bajar el estándar de justicia y rectitud que instituyó en un inicio. Aún tenemos el
mandato de buscar de Dios, ser santos, perfectos y justos, pero estamos tan abajo que no
podemos alcanzar a cumplirlo. No podemos ver su luz ya no tenemos la capacidad de buscar a
Dios y hacer el bien.
Ahora, ¿Por qué parece que algunas personas que no han sido regeneradas por el Espíritu
Santo sí buscan de Dios? El hombre caído es un fugitivo. Creemos que
Punto 1. Ningún hombre tiene la capacidad de buscar a Dios, aunque este sea un mandato. Por
eso debemos orar a Dios para que nos dé esa capacidad.
Punto 2. Como ninguno tiene la capacidad, ningún hombre está buscando a Dios. El hombre
caído es un fugitivo de aquello que más necesita. Entendemos que todo ese tiempo que
vivimos en oscuridad antes de conocer a Dios, aunque huíamos de él, en realidad estábamos
profundamente necesitados de su presencia. El propósito de nuestra existencia fue frustrado,
de modo que vivimos en una necesidad constante de aquello que fuimos creados para ser,
hacer y disfrutar, pero que no tenemos. La sed desesperada de nuestra alma decadente es la
verdadera razón de porqué muchos buscábamos agradar a todo el mundo y obtener
aprobación, el por qué buscábamos amor y atención en relaciones rotas. Es una condición
deprimente. Pero luego de la caída, es como si nos pusiéramos una venda en los ojos y
anduviéramos errantes diciendo Te estoy buscando. De modo que terminamos aceptando al
pecado, que promete darnos los beneficios de estar en la presencia de Dios aunque es
mentira. Y vivimos en oscuridad porque no podemos ver a Dios, que es luz, y está delante de
nuestros ojos.
Dios no se esconde.
Los beneficios de buscar a Dios son maravillosos; la Biblia nos dice que “los que buscan a
Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Salmo 34:10). Pero no seremos llevados por inercia,
de manera accidental a una relación significativa con Él; el secreto para desarrollar intimidad
con Dios es actuar decididamente teniendo ese fin en mente. Como dice en 1 Crónicas 22:19:
“Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios”.
¿Cómo podemos, entonces, buscar con tesón conocerle mejor?
Por la Biblia: La Biblia es la relación escrita de los atributos de Dios y de la manera como Él
actúa. Muchos cristianos leen uno o dos pasajes cada mañana, pero buscar al Señor exige
mucho más que eso. Cuando abra la Palabra de Dios, dígale al Señor: “Quiero conocerte mejor.
Háblame, Señor, y muéstrame la verdad sobre Ti”. Usted puede tener la seguridad de que
“muéstrame la verdad” es una oración que Dios siempre responderá.
De manera parecida, si usted quiere buscar a Dios, abra su Biblia con el propósito de hallar
respuestas a las siguientes preguntas: ¿Quién es este Dios? ¿Quién es este Cristo? ¿Quién es
este Espíritu Santo que mora dentro de mí y que expresa la vida de Jesús a través de mi ser?
Por la oración: Todos nosotros tenemos una lista de oración. En realidad, la mía tiene
centenares de asuntos, pero nada de lo que hay en esa lista abarca mi objetivo supremo
cuando oro, que es conocer más a Dios. Hace algún tiempo aprendí esta verdad en el libro En
pos de lo supremo, de Oswald Chambers. Lo más importante en mi vida no es mi servicio,
ganar personas para Cristo, predicar sermones, o ser un pastor. Lo más importante en mi vida
es desarrollar mi relación con Cristo. Por tanto, cuando usted se acerque a Él en oración,
dígale: “Señor, abre mi corazón a Ti y háblame; muéstrate a mí, y ayúdame a entender Tus
caminos”.
¿Qué anhela su corazón? Al despertar cada mañana, ¿en qué piensa y qué desea en la vida? Si
es capaz de responder: “A Jesucristo”, eso es evidencia de que usted está buscando
verdaderamente al Señor.
Los resultados de buscar al Señor
La Biblia nos dice que cuando nuestra prioridad máxima es conocer a Dios, podemos esperar
una serie de beneficios, además de la gran bendición de tener intimidad con Él:
1) No tendremos falta de ningún bien. El salmo 37:4 dice que si Dios es lo primero en nuestro
amor e interés, Él nos concederá los deseos de nuestro corazón. Como nuestro Creador
omnisciente, el Señor nos conoce mejor que lo que nos conocemos a nosotros mismos; Él está
muy consciente de nuestros anhelos más profundos, incluso de algunos de los que no nos
hemos dado cuenta. Aun más, al buscarle aprendemos como piensa Él, nuestros pensamientos
comienzan a alinearse con los Suyos, y desearemos solamente lo que Él desea. De esa manera,
las bendiciones que Dios decide amorosamente para nosotros, satisfarán verdaderamente los
deseos de nuestro corazón.
2) Tendremos éxito en la vida. Segundo de Crónicas 31:21 nos ofrece el ejemplo de Zacarías:
“En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los
mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado”. Igualmente, el
Señor le dijo a Josué que obedeciera el libro de la ley para que pudiera prosperar y tener éxito
en todas sus empresas (Josué 1:7, 8). El principio es que, al meditar en la Palabra de Dios,
llegamos a entender Sus caminos y Su voluntad, y nuestra relación con Él se profundizará. Si
conocemos más a Dios, haremos decisiones correctas en número cada vez mayor, y eso lleva al
éxito.
Ahí es donde ocurre el milagro. Cuando un pecador, anhela la justicia del señor.
Como decía el gran Teólogo Agustín: “Nos creaste para ti, Señor, y nuestro corazón andará
siempre inquieto mientras no descanse en ti”. No hay nada en la tierra, ni siquiera aquello que
Dios nos da, que pueda satisfacer nuestras almas como aquello que Dios es.
¿Será casualidad que los girasoles, que siempre buscan el rostro del sol, parezcan pequeñas
imitaciones de él?