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(1914)
El término narcicismo, proviene de la descripción clínica y fue acogido por Nacke en 1899
para designar aquella conducta por la cual cada individuo da a su cuerpo propio un trato
parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, la mira con complacencia
sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena.
Según esta concepción el narcicismo es una forma de perversión.
Pero Freud hace del narcisismo un rasgo de conducta que aparece en muchas personas,
dentro del desarrollo sexual regular del hombre. Es una etapa intermedia entre el
autoerotismo y la elección de objeto. Hay una oposición entre la libido yoica y la libido de
objeto. Cuanto más gasta una, tanto más se empobrece la otra. Al comienzo en el estado de
narcicismo están juntas y luego se diferencian.
Incluso dice que los pueblos primitivos ya presentaban como rasgos los delirios de
grandeza, actitud análoga a la de los niños de hoy en día. Nos formamos así la imagen de
una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos;
Esto lo vemos en la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, reproducción del narcisismo
propio. La sobrestimación, marca inequívoca que apreciamos como estigma narcisista ya en
el caso de la elección de objeto, gobierna, como todos saben, este vínculo afectivo. Así
prevalece una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones y a encubrir y
olvidar todos sus defectos. El niño debe tener mejor suerte que sus padres; enfermedad,
muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia no han de tener vigencia para el
niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de cesar ante él, y realmente debe ser
de nuevo el centro y el núcleo de la creación. El niño debe cumplir los sueños, los
irrealizados deseos de sus padres; el varón será un grande hombre y un héroe en lugar del
padre, y la niña se casará con un príncipe como tardía recompensa para la madre.
El conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo
revivido de los padres.
El narcisismo del niño es la reproducción del narcisismo de los padres: ¿cómo podría
amarse el niño a sí mismo si antes no es amado por los padres? El narcisismo del niño es
nada más que una reproducción del narcisismo de los padres, la híper estimación afectiva,
la falta de toda imperfección y la voluntad de que el hijo sufra menos que los padres, que
no pasen por las mismas necesidades, convierten al niño en un nódulo narcisístico,
alimentado por el antiguo narcisismo de los padres que ahora resurge para depositarse en el
niño. Semejante situación coloca al niño en una posición de aislamiento con respecto a todo
aquello considerado negativo o malo por los padres. De ahí la frase de Freud de "su
majestad el bebé" pero luego, su majestad deberá realizar todos los anhelos no realizado por
los padres. Es por esto que todo el amor parental, tan conmovedor y tan infantil, no es más
que la resurrección del narcisismo de los padres, que revela su antigua naturaleza en ésta
transformación en amor objetal.
*Neurosis: el sujeto resigna el vínculo con la realidad, sin que se cancelen los vínculos
eróticos con las personas y las cosas, ya que este vínculo los neuróticos lo siguen
conservando en la fantasía; “vale decir: han sustituido los objetos reales por objetos
imaginarios de su recuerdo o los han mezclado con estos”, estado al cual Freud llama
INTROVERSION DE LA LIBIDO. La libido sustraída del mundo externo retorna a la
FANTASÍA.
Presentan 2 rasgos:
1. Delirio de grandeza.
2. Extrañamiento de su interés respecto del mundo exterior (personas y cosas)
Ahora bien, el delirio de grandeza no es una creación nueva, sino, como sabemos, la
amplificación y el despliegue de un estado que ya antes había existido.
Para aproximarse aún más al conocimiento del narcisismo, tomará tres caminos: la
enfermedad orgánica, la hipocondría y la vida amorosa de los sexos.
1. Enfermedad orgánica: la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones
penosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se relacionen con
su sufrimiento. La persona que sufre, retira de sus objetos de amor el interés libidinal, deja
de amar. La libido vuelve al yo.
2. La hipocondría se exterioriza, al igual que la enfermedad orgánica, “en sensaciones
corporales penosas y dolorosas, el hipocondríaco retira interés y libido –esta última de
manera particularmente nítida– de los objetos del mundo exterior y los concentra sobre el
órgano que le atarea” (También hay otra diferencia entre hipocondría y enfermedad
orgánica: las alteraciones son comprobables en los casos de enfermedad orgánica; en la
hipocondría, no. Libido sustraída de los objetos va hacia el órgano.
3. Vida amorosa de los sexos: todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos
para la elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Decimos que tiene dos objetos
sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crio.
Sobrestimación sexual del objeto, que sin duda proviene del narcisismo originario del
niño y, así, corresponde a la trasferencia de ese narcisismo, de esa libido puesta en el
yo sobre el objeto sexual. Empobrecimiento de la libido del yo en beneficio del
objeto.
Se ama:
1. Según el tipo narcisista:
a. A lo que uno mismo es (a sí mismo),
b. A lo que uno mismo fue,
c. A lo que uno querría ser, y
d. A la persona que fue una parte del sí-mismo, propio
2. Según el tipo del apuntalamiento: la mujer nutricia, y el hombre protector
Donde la satisfacción narcisista tropieza con impedimentos reales, el ideal sexual puede ser
usado como satisfacción sustitutiva. Entonces se ama, siguiendo el tipo de la elección
narcisista de objeto, lo que uno fue y ha perdido, o lo que posee los méritos que uno no
tiene. Se ama a lo que posee el mérito que falta al yo para alcanzar el ideal.
III:
Tenemos sabido que mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la
represión patógena cuando entran en conflicto con las representaciones culturales y
éticas del individuo. Cuando el ideal no coincide con el yo hay represión.
La sublimación describe algo que sucede con la pulsión, y la idealización algo que
sucede con el objeto. La formación del ideal aumenta las exigencias del yo y es el más
fuerte favorecedor de la represión. La sublimación en cambio, constituye aquella vía de
escape que permite cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión.
Hay una instancia psíquica particular, la conciencia moral, que se preocupa del
aseguramiento de la satisfacción narcisista proveniente del ideal del yo, y con ese propósito
observa de manera continua al yo actual midiéndolo con el ideal.; un poder así, que observa
todas nuestras intenciones, se entera de ellas y las critica, existe de hecho, y por cierto en
todos nosotros dentro de la vida normal.