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Qué son las cartas de Gervasio

Las "Cartas de Gervasio" son un conjunto de ocho cartas escritas por el psicólogo y educador
español José Antonio Marina, destinadas a fomentar la autorregulación del aprendizaje en
los estudiantes. Estas cartas son ficticias y están escritas en la voz de un estudiante llamado
Gervasio, que se dirige a su amigo imaginario llamado Gregorio (o conciencia).

Cada una de las cartas de Gervasio está diseñada para ayudar a los estudiantes a desarrollar
habilidades específicas de autorregulación del aprendizaje, como el establecimiento de
metas, la planificación, el seguimiento del progreso y la reflexión. Estas habilidades son
esenciales para el éxito académico y para el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad
en el aprendizaje.

Las cartas de Gervasio se han utilizado en muchos países y han demostrado ser un recurso
eficaz para ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades de autorregulación del
aprendizaje.

La descripción del contenido de cada una de las ocho cartas:

• Carta 1: "Mi gran objetivo": En esta carta, Gervasio se presenta y establece su


objetivo principal para el año escolar.
• Carta 2: "Mi plan de acción": Gervasio describe los pasos específicos que planea
tomar para alcanzar su objetivo y cómo planea medir su progreso.
• Carta 3: "Mi compañero de trabajo": Gervasio reflexiona sobre la importancia de
tener un compañero de trabajo y describe cómo trabajar en equipo puede ayudarle
a alcanzar su objetivo.
• Carta 4: "Mi desafío": Gervasio describe un desafío que ha enfrentado y cómo ha
superado esa dificultad.
• Carta 5: "Mi esquema mental": Gervasio reflexiona sobre cómo ha cambiado su
forma de pensar sobre el aprendizaje y cómo ha desarrollado un "esquema mental"
más efectivo para abordar sus tareas.
• Carta 6: "Mi autorregulación": Gervasio describe cómo se ha vuelto más consciente
y proactivo en su aprendizaje y cómo se ha vuelto más efectivo en el uso de
estrategias de autorregulación.
• Carta 7: "Mi camino": Gervasio reflexiona sobre su progreso hasta el momento y
describe cómo planea mantener su impulso y continuar avanzando hacia su
objetivo.
• Carta 8: "Mi balance final": Gervasio describe su logro final y reflexiona sobre su
experiencia de aprendizaje y el desarrollo de sus habilidades de autorregulación.
También comparte algunos consejos y lecciones aprendidas a lo largo del camino.
Las cartas de Gervasio
Historia de un estudiante novato en la universidad
Carta 0

"Si lees estas cartas con atención, podrás entender mi experiencia como novato en la
universidad y compartir conmigo estas vivencias". Buen viaje.

Hola a todos,

Soy Gervasio. Estudiante de nuevo ingreso... Tengo la ligera impresión de que este nuevo
estilo de estudio informático no me va a llevar lejos, pero, en fin, todos tenemos nuestras
debilidades... Lo cierto es que llegue a la universidad después de algunos años de intenso
trabajo y tortuosos exámenes que agotaron mis últimas fuerzas, que francamente, nunca
han sido muchas.

Cuando aterricé en mi realidad, con la inscripción de la universidad celebrada por la familia


con honores de fiesta, me sentí tan a gusto, pero ahora que estoy lejos de mis compañeros
de bachillerato, inmerso en un mundo que no conozco y que me sobrepasa, quizas sin quién
me escuche y sin norte (esto lo reconozco ahora) y he decidido volcar mis pensamientos,
alegrías y recelos en estas silenciosas hojas de papel.

En las páginas siguientes recojo algunas de las cartas que escribí a mi conciencia, el oído
más atento de mi vida, y también algunas de su bien intencionada. Todo esto puede parecer
un poco absurdo, pero, solo las experiencias de mí trayecto en el primer año de universidad
están escondidas en estas cartas que fui escribiendo a mi conciencia.

En ellas presento algunas cartas sueltas sobre mí adaptación a la universidad. Me di cuenta


que hay cosas que les ocurren a los alumnos, y también cosas ocurren por los alumnos.
No basta con asistir a clase, tener los materiales de estudios, escuchar a los profesores y
cumplir su mandato; va más allá. Es preciso colocar la bala donde el ojo apunta, pero es más
fácil decirlo que hacerlo. ¡Mucho más!

Estudiar es fundamental, pero también dormir, ¡y divertirse aún más! Ahora en serio, al
final de esta primera etapa de mi trayecto académico aprendí que, para el resultado final, lo
qu el alumno hace es mucho más importante que el papel desempeñado por el profesor.

Si lees estas cartas con atención, podrás entender los inconvenientes de mi experiencia
como Novato en la universidad, y compartir conmigo estas vivencias. En el fondo, muy en
el fondo, tal vez estas reflexiones no sean tan diferentes de las que tantos otros que están
por primera vez en la universidad, ¡puede que de las tuyas…!

Lee, ¡y disculpa por las molestias! Cuando llegues al final, no digas que no te avisé.

Buen viaje.

Un abrazo amigo. Gervasio.


Carta 1

(…) Por cierto, ¿qué es exactamente adaptarse bien a la universidad?

Hola conciencia:

Sí, soy yo, el nuevo estudiante, te comento que la vida en este mundo universitario, es
bastante extraña, muy diferente de mis anteriores experiencias. ¡Estoy más solo que antes!
Siempre me quedará el celular, que sirve para muchas cosas, incluso para llamar y compartir
con los demás amigos.

La verdad, la estructura académica de mi mundo cambió totalmente; ahora estoy inmerso


en enormes compromisos académicos, que sobrepasan los del bachillerato. En mis primeras
experiencias he evaluado cuidadosamente mi realidad, por lo que me pregunto ¿Conseguiré
integrarme bien?, ¿estudiarán mis compañeros mejor que yo?, ¿conseguiré llegar al final?,
¿tendré mucho éxito?, ¿los otros también pensarán en esto, o soy el único estudiante con
estos claustrofóbicos pensamientos?

Estas preguntas me dejan lleno de dudas. Me gustaría creer que todo va a ir bien en mi vida
universitaria, pero no estoy completamente convencido y la duda siempre causa
inseguridad y algo de nerviosismo.

No sé si me entiendes… estar atento a mis estudios, sin nadie que me indique cuándo
estudiar y cómo hacerlo, descubrir formas de cómo aprender mejor… Hacer todo esto con
poquísimo tiempo es muy mucho…, pero como diría el abuelo: “quien no arriesga no gana”.

Estoy en un grupo de clase con dos colegas. Al principio todo marchaba bien, pero las
dificultades no esperaron mucho en llamar a la puerta: problemas con la organización de
los horarios, incumplimiento de tareas… No sé cómo va a acabar esto, pero algunas cosas,
muchas en realidad, tienen que cambiar y rápido.

Empujado por ese vendaval emocional, sentí envidia de los alumnos que tienen maestros
en el aula asistiéndoles permanentemente, indicando cómo hacer sus tareas y
enseñándoles sus clases, cuán difícil es para mí este nuevo proceso.

La vida de un estudiante de nuevo ingreso a la universidad no es tan fácil como yo pensaba.


No basta con vestirse con aire académico intelectual para que todo vaya bien en el mundo
universitario; pero como dicen: “el camino es caminando…”

Después de los primeros momentos de incomodidad en la universidad, aunque también


otros de enorme felicidad, pude ver que, de una u otra, todos estamos viviendo un cambio.
No es posible prever quien se va a adaptar mejor a la vida universitaria. Tal vez la adaptación
sea un proceso continuo. Por cierto, ¿qué es exactamente exactamente adaptarse bien a la
universidad?
Estoy cansado, a veces debo evitar desesperadamente que los ojos se cierren después de
un largo día de clases, difícil ¿verdad? y tal vez lo peor o sea que sólo me quedan dos o tres
horas hasta entregar la tarea. ¿Cómo se puede vivir con tan poco tiempo de descanso?

Los docentes nos hacen pensar y trabajar mucho, tenemos que hacer informes, investigar,
presentar trabajos y discutir en el foro de los compañeros preparándonos con antelación;
lo que implica leer artículos y capítulos de Libros, llevar a cabo trabajos de campo, informes,
portafolios… Esto sólo por citarte algunos ejemplos de la compleja variedad… Tanto que es
difícil saber por dónde empezar a estudiar.

Conjugar todo lo que tengo que hacer es un gran desafío. Me pierdo entre el deber, mi
caprichoso querer, y las inapelables urgencias del día a día. Ayer empecé a elaborar un
horario personal incluyendo las clases y las demás actividades de mi vida, pero al rato se
me quitaron las ganas y no lo terminé. Me parece que no merece la pena, ¿no estás de
acuerdo conciencia?

Hay tantos imprevistos que cuando finalmente decido estudiar, mi atención se escapa por
cualquier ruido, pensamiento o llamamiento. ¿Cómo conseguirán sobrevivir con tantas
distracciones? ¿quién consigue estar concentrado y estudiar?

Estar constantemente luchando contra todo lo que me distrae es una tarea que consume
mis flacas fuerzas, obligándome a hacer prolongados descansos… Uno de estos días, asistía
una auténtica charla sobre la necesidad de establecernos horarios para “gobernarnos” la
vida. ¿Tendrán razón? La verdad es que no me imagino haciendo un horario para mi vida
tipo itinerario de todos mis compromisos… Pero, en fin, el camino puede ir por ahí la
necesidad de planificación ¿Entiendes?

Un abrazo buscando el norte.


Gervasio.
Carta 2

(…) ¿Qué objetivos tengo? ¿Qué es lo que verdaderamente me guía en mi conducta, en mi


estudio, en la universidad, en mis hobbies, en el deporte, en mis relaciones con los demás,
en mi pereza…?

Hola, conciencia.
Soy yo otra vez, Gervasio. Discúlpame por haber tardado tanto en volver a escribir, Pero el
ritmo que conlleva todo este proceso me trae muy ocupada, pues ya todo es clases, tareas,
y más tareas.

Ayer, una amiga de Andrés nos dijo que la profesora les contó una pequeña historia para
ilustrar la importancia de establecer objetivos en el estudio personal. La idea desarrollada
parecía simple: conocer en profundidad qué es y cómo se establece un objetivo, para tratar
de mejorar el rendimiento escolar. Si no me falla la memoria, la narración fue más o menos
así:

La oscuridad se apoderó de la tierra y una tortuga con su duro caparazón, escondiendo sus
pequeñas y descoordinadas patitas, paseaba distraída entre la frondosa hierba. El animal
avanzaba lentamente camino de su casa, donde la esperaba ansiosamente su familia, pero
como intentaba proteger su cabeza temerosa de los rayos que iluminaba en el cielo, su
rumbo incierto y sin dirección. Muerto de miedo, cayó sin remedio en una trampa para
animales distraídos. No se hizo daño, pero el agua del fondo y la acentuada inclinación del
hoyo la retuvieron allí.

Después de algunos esfuerzos, la patosa tortuga llegó a la conclusión de qué, sin ayuda, no
conseguiría cumplir su objetivo; así que decidió esperar con paciencia, puesto que
necesitaba ahorrar fuerzas.

Cerca de la trampa, un enorme y poderoso tigre sin prestar atención al camino, una de sus
patas resbaló, y cuando el tigre consiguió levantar la cabeza descubrió que estaba preso en
un enorme agujero. La tortuga asistió a la caída del peligroso depredador y rápidamente
empezó a pensar en un plan para conseguir su objetivo. Se mantuvo en silencio escuchando
las largas quejas del poderoso animal, mientras su corazón palpitaba inquieto. Cuando
descubrió una señal de miedo en la forma de respirar del enorme felino, le dijo con voz
fuerte:

- ¿quién te crees que eres para perturbar mi descanso entrando en mi guarida sin
permiso? El feroz tigre se asustó. Pensaba que estaba solo y contestó agresivamente.
- Espera, ahora mismo te vas a tragar tu arrogancia y golpeó el caparazón con una
patada tal que la lanzó fuera del agujero. Lo que permitió que la tortuga saliera del
agujero y retomar a su viaje.
Muy buena la moraleja de la historia; recuerdo haberles escuchado hablar de: establecer
un plan, diseñar estrategias, autorregulación del aprendizaje, monitorización de la tarea,
y no sé cuántas palabrotas técnicas más.
Discutieron mucho una idea que despertó mi curiosidad; parece que podemos mirar lo que
nos ocurre bien con lentes de desafío o bien con lentes de amenaza. Como resultado, lo
que hacemos en la vida depende bastante del cristal con el que se mire.

La tortuga de esta historia había encargado la complicada situación en la que se encontraba


como si se tratase de un desafío, lo que había valido una enorme patada pero logró salir del
agujero.

Según los expertos de la educación, un objetivo es aquello que los alumnos desean
concientemente alcanzar, y que, por ello, dirige su comportamiento. Es importante que
los objetivos estén orientados al aprendizaje, que por lo visto quiere decir desarrollar
competencias y mejorar el trabajo y el aprendizaje en referencia a uno mismo. Los
ejemplos se referían a aquellos alumnos que quieran aprender, y se esfuerzan para ser
siempre más y mejor.

Pero los objetivos también pueden estar orientados a los resultados, lo que significa estar
centrado en la exhibición pública de los éxitos por comparación con los demás. Los
objetivos pueden ser “a largo plazo” y “a corto plazo”. Los a largo plazo han de ser
desmenuzados en objetivos más concretos y próximos, es decir, en objetivos a corto plazo,
con el fin de resolver las tareas con éxito.

“Tengo que estar más atento en clase” dije en voz baja, intentando cambiar un poco el
rumbo de la conversación. “Sí, porque roncar en plena clase no favorece mucho la
concentración”, me contestó alguien desde la otra punta de la mesa con ironía. Después de
algunas bromas fáciles, me comentaron que estar más atento en clase no era un objetivo
porque no cumplía los requisitos CREVA. “¡¿CREVA?!” pregunté “Claro”. Por lo visto, los
objetivos deben respetar esta regla: siendo concretos, realistas y evaluables. Los objetivos
deben ser un desafío y al mismo tiempo concretizables.

En las clases, como sabes, me distraigo habitualmente con pensamientos que me


transportan lejos… Sé que debo combatir ferozmente los distractores internos y externos,
que, como me explicaron mis colegas, es todo aquello que desvía mi atención de las tareas
académicas. ¡¿Combatir?!

¿Te parece bien que sea entre mis objetivos en este combate?, tal vez sea importante,
sobretodo si es verdad que los objetivos dirigen mis esfuerzos en la dirección de la tarea,
apartando estratégicamente lo que entorpece mi marcha. “Los objetivos tienen un enorme
poder como motor del comportamiento, por eso están importante que sean concretos,
realistas y evaluables”.
Toda esta conversación me hizo pensar en mis propios objetivos. Nunca había pensado
en ellos así, nunca los había puesto al desnudo. ¿Qué objetivos tengo?, ¿qué es lo que
verdaderamente me guía en mi conducta, en mi estudio, en la universidad, en mis
hobbies, en el deporte, en mis relaciones con los demás, en mi pereza?… Si mis objetivos
hablasen, ¿qué dirían?

“¿Por qué no siempre estudiamos cómo debemos?”; ¿qué qué es lo que se esconde detrás
de un no querer?”; “¿por qué un mismo equipo si está perdiendo unas veces corre y lucha
hasta el final del partido y otras no?”; “¿Qué unas veces apretamos los dientes y estudiamos
como unos desalmados y otras nos quedamos sólo con la idea? Surgió la idea de lo que nos
mueve verdaderamente actuar es aquello que creemos que podemos hacer. Llamaron a
esta idea expectativas de autoeficacia y pusieron un ejemplo: cuando se nos meten la
cabeza que no somos capaces de hacer algo, el fracaso está casi asegurado, pero si
apostamos a que se puede lograr, el éxito es seguro, “sí, Es verdad. Si un alumno cree que
tiene posibilidad de lograr una buena nota, aprieta los dientes y estudia”.

Conciencia, imagina mi estado de desesperación que hasta resumí en un cuadro los pasos
a seguir para la planificación de un objetivo, tal como ellos lo describieron:

Afortunadamente, me dicen que hay tiempo para ir a clase, estudiar, ser voluntario, hacer
deporte, relacionarme y tener buenas notas, ¡hummm! aún no he descubierto muy bien,,
pero de ser posible, por lo menos quiero creer que lo puedo lograr…

Concluyendo, los objetivos y empuje nuestros comportamientos, pero no basta con esto,
es necesario que la voluntad ayude, que la voluntad quiera.

Bueno lo cierto es que sigo creyendo que lo lograré. Sé que tengo un largo camino por
recorrer, ¡menos mal que todavía estoy en primero!

Un abrazo

Gervasio.
Carta 3

(…) ¿Gervasio, sabes cómo vencer la “procrastinación” de las tareas?

Hola, conciencia

Te escribo porque no sé muy bien qué hacer. La verdad es que estoy agobiado, imagínate
cuánto, que decidí volver escribirte. Tengo que presentar un trabajo de cinco páginas del
lunes, y como sabes, sólo me quedan tres días. Sospecho que no voy a conseguirlo y las
consecuencias serán trágicas.

Las indicaciones de las profesoras fueron mínimas. Para dificultar aún más mi vida, el tema
sugerido es difuso y amplísimo. No sé por dónde empezar. Sí, si ya sé que debería haber
empezado antes, pero por mucho que no me creas lo intenté.

- Querido, siento interrumpir tus lloriqueos y típicas quejas admiración ¡y hasta tus
bromitas! pero es que no puedo contener más…

- ¿Conciencia?

- Noto tu desconcierto y tu incomodidad, pero lloriqueando no vamos a llegar a


ningún sitio. Como sabes, “las verdades que menos nos gusta escuchar son las que
más falta nos hace”, por eso, discúlpame, pero no te voy a compadecer. Estoy
preocupado por ti, aquí va la primera regla de cualquier estudiante (sobre todo de
un estudiante universitario que estudia a distancia): necesitas asumir con honradez
y valor tu responsabilidad en tu comportamiento académico.

- Está claro que no siempre vas a tener los mejores profesores, y las mejores
condiciones para estudiar. Esta carrera puede no haber sido tu primera opción, y tu
vida puede no ser un camino de rosas, pero si continúas responsabilizando a los
profesores de tus fracasos, a los conductores de autobuses de tus sucesivos
retrasos…; vamos a pasar siempre de largo los problemas.

- Atribuir siempre las causas de todo lo que no te sale bien a alguien o algo puede ser
bueno para tu ego, pero disminuye tu responsabilidad. ¿Puede ser que, alguna vez
lo que te pasa sea consecuencia de tu comportamiento, de tu desorganización, de
tu poco empeño?, quizás cambiaría algo si asumieron la responsabilidad de tus
actos… ¿No te parece?

- ¡¿Y yo qué quieres que haga?! No sabía que tenía que ser tan responsable con mis
estudios.

- ¿No sabía que tenía que ser tan responsable con mis estudios? Bienvenido al mundo
de los mortales. La cuestión es que estudiar es como todo en la vida, no siempre
queremos hacer lo que debemos. El reto está en la capacidad de movilizar nuestra
voluntad, el querer, al servicio del deber.

- ¿Qué puedo hacer?

- “El vacío de un día perdido nunca será recuperado”, por eso es importante que
reflexiones bien sobre la forma de aprovechar el tiempo. Dicen los entendidos que
la gestión del tiempo es uno de los factores más importantes en el éxito académico
de los universitarios.

- ¿El qué? ¿Hacer horarios por ejemplo?

- Organización, eso es lo necesario. Pero ser organizado no es necesariamente


sinónimo de colgar un horario en la nevera o despegar post-it de colores y tamaños
diversos por todos los rincones, hasta en la nevera. “Un día vale por tres para quien
hace las cosas a tiempo”.

- Un día de estos, oí hablar en la Universidad de la importancia de la gestión del


tiempo, de las listas COPHA (lista de cosas por hacer) y de la necesidad de priorizar
las actividades para aumentar la eficacia y disminuir la pérdida del tiempo, pero no
presté demasiada atención…

- Sí, gervasio, esa es sólo una de las diferentes estrategias de gestión del tiempo. Es
fundamental saber lo que tenemos que hacer (conocimiento de la tarea) para poder
organizarnos y priorizar nuestras actividades. Para simplificar, las tareas más
complejas deben ser divididas en sus componentes; cualquier filete se puede comer
entero, pero partirlo en pequeños pedazos facilita la masticación, sobre todo si la
carne es tan dura como para doblar el cuchillo.

- OK, OK, déjate de sermones, y dime, ¿qué hago con este trabajo?

- Antes de abordar la tarea, tienes que establecer un plan, y dividir el objetivo general
y distante en objetivos más próximos. Establecer el tema, poner fechas para
conseguir cada etapa, recoger información, buscar ayuda de compañeros,
profesores, realizar un primer esbozo y tener en cuenta el tiempo para revisarlo y
corregirlo. Para realizar todas estas tareas es necesario organizar el lugar adecuado
de estudio, ordenar la inmensa pila de papeles que amenaza con sepultarte e
intentar controlar un poco los distractores más comunes.

- ¡¿Hum?!

- Recuerda que los distractores pueden ser internos, tales como la preocupación
exagerada, la imaginación desenfrenada, soñar despierto, el aburrimiento…; o
externos, tal es como el ruido, el desorden del material de estudio, el frío…
- Sí, sí, los distractores y yo somos íntimos amigos; pero para controlarlos, ¿qué debo
hacer?

- Tener lugar, Gervasio, puedes establecer objetivos que sean concretos y realistas,
pero también motivantes, desafiantes, estimulantes. Objetivos que dirijan tus
esfuerzos hacia la tarea. Después, debes gestionar el tiempo de modo que consigas
realizar la tarea sin prisas ni atropellamientos. Organización es el apellido del éxito.

- Yo intento estudiar, el problema es que aplazo sucesivamente esa buena intención.


Las salidas hasta tarde con los amigos, las conversaciones interminables por el
WhatsApp, el uso de las redes sociales, las vueltas por casa sin destino… a veces
intento estudiar, pero los ojos se resbalan por las hojas sin fijarse demasiado en las
palabras… Las ganas no es que abunden, y muchas veces, dejó el trabajo para
después…

- ¡Procrastinación! ¡Ayayay Gervasio, Gervasio! Procrastinación significa aplazar


sucesivamente las tareas. Podemos evitar las tareas porque sospechamos que
podemos fallar, porque somos perfeccionistas y nunca estamos satisfechos con lo
que hacemos, por falta de hábitos de trabajo, por desorganización, por…, por…

- Voy a ignorar la provocación… ¿Sabes cómo vencer la procrastinación de las tareas?

- Estableciendo metas a corto plazo, controlando la realización de las tareas


intermedias, escogiendo las horas más favorables del día para trabajar, dándote
alguna pequeña recompensa, modificando las condiciones del lugar de estudio para
hacerlo más agradable… En fin, trabajando en pequeñas etapas y domando la fuerza
de voluntad. Por ejemplo, es obvio que no deberías estudiar en la cama, el nivel de
concentración que alcanzas está demasiado cerca del sueño; no sé si me entiendes…

El compromiso con la tarea es uno de los principales factores de motivación para


desarrollar; pero las grandes amistades no se hacen a primera vista, si no después
de conocerse a fondo. Resumiendo, pienso que, respecto a este trabajo concreto,
es importante definir el tema lo más concretamente posible, pero también el
propósito final: ¿un resumen?, ¿una crítica?, ¿un comentario personal?; también la
extensión pretendida: es diferente escribir un trabajo de tres páginas que de 20; Y
por último, las indicaciones específicas: tipo de letra, espaciado, fechas de entrega,
lugar… Y como te digo, Gervasio, en este trabajo debes hacer lo mismo que en tu
estudio personal. Para cada tarea hay siempre un antes, durante y un después, que
es lo mismo que decir: planificar, ejecutar y evaluar. Tener claro cuál es el tema,
dónde y cuándo recoger informaciones relevantes, tener claras las ideas claves a
incluir, planificar lo que vas a hacer, cómo lo vas a hacer, cuál es el plazo y el horario,
de qué recursos dispones…
En fin, sigamos… Después hay que enfrentarse a la tarea, combatir los distractores,
concentrarte en el trabajo, recoger información en la biblioteca, tomar notas,
organizarlas y escribir el primer esbozo; por último, revisar el trabajo, corregir los
errores ortográficos, agilizar las relaciones entre los conceptos, verificar la presencia
de todas las ideas claves planeadas…

- A pesar de ser aburrido, parece fácil, lo peor es que…

- Gervasio, tienes que convencerte de que eres capaz. No estás solo. Después de todo,
puedes contar con el apoyo de compañeros y docentes…

- Claro, como puede ser que no haya pensado en esa enorme ventaja… Menos mal
que me avisaste, ya me siento mucho mejor. Bien, lo qué tengo que hacer es
aumentar mi dosis de motivación, ¡y rápidamente!

A pesar de todo, un abrazo sin resentimientos.

Gervasio.
Carta 4

(…) ¿Cómo puedo tomar mejores apuntes?

Hola conciencia,

Hace unos días en este interminable semestre de integración en la universidad, fuimos


invitados a participar en una charla de promoción de competencias de estudio organizadas
por los alumnos de último curso de psicología.

La sala estaba llena de las más variadas carreras. No esperaba encontrar tanta gente, por lo
visto no todos los alumnos están convencidos, como yo, de que lo saben todo respecto a
“cómo estudiar”. Tal vez reconocer que no se sabe todo y estar receptivo para recibir ayuda
sea un buen comienzo, ¿no? ¡Espero que sí!

Bueno, volvamos a lo que te contaba. Cuatro alumnas de último curso de psicología, sin
perder tiempo, después de los saludos, proyectaron una diapositiva sobre la importancia
de la toma de apuntes en el éxito académico. Por lo visto, la investigación en esta área
sugiere que los alumnos que toman más y mejores apuntes obtienen mejores resultados
que otros. “Otros” donde yo me incluyo, ¡claro!

Nos explicaron que tomar apuntes nos empuja estar en las clases con más atención,
haciendo un esfuerzo para mantener el hilo conductor de la exposición, y que también
contribuye a almacenar la información para la construcción del conocimiento. Si ellas lo
dicen…

“Tomar apuntes es una toma de decisiones; es fundamental decidir lo que es más relevante,
seleccionar, y por último confirmarlo. Los apuntes también ayudan en la organización del
estudio, sobre todo si se completan con notas suplementarias tomadas de libros o
manuales”.

¿Cómo puedo tomar mejores apuntes?

¡Eso me gustaría a mí saber!, dijo alguien despertando la risa de los demás. Las casi
psicólogas organizaron la respuesta distinguiendo los tres momentos de la toma de
apuntes: antes, durante y, por último, después de la clase, de la lectura de un libro o de la
visualización de un video.
La lectura anticipada de los textos y capítulos recomendados favorece la atención en clase
y la comprensión de los contenidos. Esta dieta académica facilita la identificación de las
ideas principales y de los nexos entre las diferentes materias y teorías. Las psicólogas
enumeraron algunos aspectos relativos a la toma de apuntes; por ejemplo, revisar las notas
tomadas en la clase anterior y completarlas con datos e informaciones extra de otros libros
o de Internet, es una estrategia fundamental para darse cuenta de lo que no se comprende.
Tener un cuaderno con hojas específicas para cada asignatura facilita la toma de apuntes y
evita la confusión, también se deben enumerar las hojas y hacer un índice. Parecen cosas
obvias, pero… Las casi psicólogas, defendiendo aquellos que llamaron el “valor instructivo
del error”, nos animaron a hacer preguntas siempre que nos asalten dudas. Adicionalmente,
una de ellas sostuvo que era mejor tomar las notas a mano que en un computador, ya que
se facilita el uso de códigos, símbolos propios, y lo anotado a mano se fija mejor en la
memoria.

Es importante identificar la priorización de las ideas y sus ideas en la argumentación del


profesor o del autor de los textos consultados. Para ilustrar la idea, nos presentaron una
diapositiva sobre buenas prácticas de lectura:

Por último, las inquietas casi psicólogas desarrollaron el tema de la toma de apuntes
después de las clases. Insistieron, sobre todo, en la idea de qué los apuntes, después de
corregidas las lagunas y frases sin significado, deben ser completados con nuevos datos que
amplían su sentido. Las mismas indicaron algunas sugerencias.

Sugerencias para tomar apuntes:

Antes de clase:
1. Revisa los apuntes que tomaste en la última clase.
2. Prepárate, realizando los ejercicios y lecturas sugeridas.
3. Reúne el material necesario: hojas, libretas, libros, etc.
4. Llega antes de qué empiecen la clase de manera que puedas escoger un lugar desde
donde ver bien la pizarra y escuchar al profesor sin dificultad.

Durante la clase:
1. Estáte atento, intentando identificar las ideas principales. Busca algún indicador -
inflexiones de voz, lenguaje no verbal…- que te sugiera la importancia de la
información.
2. Protege la atención de tus distractores favoritos: mensajes de móvil, conversaciones
con compañeros, soñar despierto…
3. Usa abreviaturas y no intentes escribir todo lo que el profesor dice: selección.
4. Señalan los cambios de tema con un epígrafe diferente.
5. Enumera y pon fecha a los apuntes referentes a cada clase.

Después de la clase:
1. Completa los apuntes con nuevas informaciones y ejemplos en cuanto puedas, para
que no te olvides de lo más importante.
2. Aclara, con el profesor o con los compañeros, alguna idea que esté incompleta o que
no tenga sentido.
3. Elabora preguntas a medida que estudias la materia.
4. Transforma y organiza la información recurriendo a estrategias de aprendizaje:
resumen, subrayado, esquemas, mapas conceptuales…
5. Responde a preguntas, las tuyas, pero también otras, por ejemplo, de exámenes
pasados.
Gracias por adelantado.

Un abrazo,

Gervasio.
Carta 5

(…) ¿Cómo se resuelven los problemas?

Hola conciencia, te comento qué en la universidad, nos pasamos la vida hablando de


resolución de problemas, y de la necesidad de estar preparados para enfrentar los desafíos
de cada carrera de forma divergente y creativa.

“¿Cómo se resuelven los problemas? Si tenemos dificultades es fundamental que los


reformularnos de tal modo que lo entendamos”. Rápidamente, fui a buscar más
información a Internet y en la biblioteca y descubrí que, para desarrollar el pensamiento
crítico, tenemos, lo primero de todo, que entender el problema. Bien, “hasta ahí llego”,
como diría mi abuelo. Después, debemos analizar los datos presentados, pero también los
admitidos. Por último, es importante considerar diferentes perspectivas sobre dicho
problema y generar múltiples alternativas. Algunas veces estamos tan obsesionados en una
determinada solución, que no consideramos otras alternativas y tropezamos en el mismo
sitio. En estos casos, aprendí que debemos comenzar de nuevo y tomar perspectiva. Las
diferentes ideas y los pasos recorridos deben ser registrados para evitar confusiones,
repeticiones y pérdidas de tiempo. Antes de la decisión final, debemos sopesar las
diferentes alternativas consideradas.

En mis intentos de resolverlo, busqué ayuda de un compañero que me explicó algo y me


animó hablar con una profesora especialista en resolución de problemas.

La conversación fue muy interesante. Aprendí algunas estrategias de resolución de


problemas, por ejemplo, la necesidad de dividir el problema en sus respectivas partes o
pasos. “Esta estrategia nos ayuda a clarificar las relaciones entre los diferentes elementos
del problema”. Por lo visto, conviene representar gráficamente los datos del problema, de
esta manera hay muchas cuestiones que desaparecen, y otras, que, por el contrario, sólo
toman sentido después de ver los datos representados.

“En la resolución de un problema de la vida cotidiana -la profesora comenzó así su abordaje-
no busques sólo la información que pueda confirmar nuestras hipótesis, sino al contrario,
buscar argumentos que la puedan invalidar”.

Todo lo que tengamos que decidir o resolver en nuestra vida es un problema, y para todos
hay un mapa que nos ayuda a llegar con mayor seguridad al tesoro… Comenzamos por el
principio, claro… Fue Bernardo el primero en leer:

- Primer paso en la resolución de problemas: identificar el problema.

Puedo ayudar preguntar, “¿cuál es el problema?”, el objetivo de esta frase es reconocer el


problema, clarificarlo. Esto significa ser capaz de percibir los diferentes aspectos implicados,
como, por ejemplo, el contexto donde ocurre, el tipo de respuesta requerida, la urgencia
de esta… puede ayudar a atribuir un nombre al problema. Se aconseja leer el enunciado
más de una vez e intentar parafrasear su contenido, o sea, reformular el problema con
nuestras propias palabras. Nunca se debe responder impulsivamente, sin pensar (…).

Avanzamos hasta la siguiente frase de la resolución de problemas. Esta vez, leí yo:

- Segundo paso para la resolución de problemas: identificación de posibles soluciones


para la resolución del problema. Esto significa pensar en diferentes posibilidades de
respuesta para el problema concreto. En esta etapa, debemos buscar diferentes
posibilidades de respuesta, cuantas más mejor, para poder considerar todos los
aspectos que están implicados en el problema.

Después de elaborar una lista con las diferentes posibilidades de resolución del problema,
debemos pensar en los aspectos positivos y negativos de cada una de ellas y en sus posibles
consecuencias. O lo que es lo mismo, pensar en lo que puede ocurrir si cada una de ellas
pues es la respuesta correcta el problema (…).

Bernardo leyó pausadamente:

- Tercer paso: elección de una respuesta. Después de analizar cada una de las
opciones listadas, pros, contras y consecuencias de escoger cada una de ellas, es
preciso tomar una decisión. Los diferentes pasos que llevan a la elección de una
respuesta deben ser justificados para garantizar en la medida de lo posible, que es
la respuesta a la que lleguemos segunda solución probable al problema.

Y pasamos a la última fase. Esta vez leí yo:

- Cuarto paso: evaluación de la decisión. En esta fase verificamos todos los pasos
dados y analizamos la respuesta escogida.

Definitivamente cuando estuve en primaria, nadie me enseñó estas cosas, tal vez mi vida
escolar hubiese sido diferente.

Un abrazo revuelto,

Gervasio.
Carta 6

(…) ¿Cómo consigues tener esta asignatura tan organizada? ¿Y prepararte para la
evaluación con tanta intensidad? Cuento contigo ante cualquier duda.

Hola, Conciencia,

Estamos en plena época de exámenes. Sí, ya lo sé…Como ya estoy harto de la vida gris de
los últimos días, digo semanas, decidí estudiar con unos amigos para animarme e intentar
no procastinar más en el estudio - ¿qué te parece?

Este grupo de amigos me desafió a una “noche de estudio”. El plan era simple: estamos en
silencio durante un período determinado de tiempo, por cierto, demasiado, y, de vez en
cuando, nos preguntamos unos a otros sobre los contenidos trabajados.

Son cuatro y acostumbran a estudiar juntos. Lucía y Ana son del último curso, Juan es de
primero, y de Víctor no sé nada. Después de unos saludos rápidos, iniciamos el estudio en
silencio, esparcí mi material sobre la mesa y seguí a los demás zambullendo mi cabeza en
los libros. El ambiente era tan organizado que no me lo imaginaba.

En un momento, fui invadido por una ligera incomodidad fruto de la intensidad y del ritmo
que inundaba aquel ambiente de trabajo. Mis colegas parecían atletas de alta competición
desafiando límites que yo no creía posibles; fijaban los ojos en hojas repletas de
resúmenes y apuntes profusamente anotados. De vez en cuando, no satisfechos,
buscaban informaciones extra en libros de apoyo o en una gruesa carpeta de artículos de
la asignatura. Realizaban todo sin la mínima vacilación, con la certeza de quien está muy
familiarizado con el camino al éxito.

Aquel escenario de perfección, en vez de ayudarme, me enfrentaba con mi realidad, me


desanimaba, pues habitualmente no me consigo concentrar cuando estudio. Creo que
nunca conseguiré estudiar con aquel ritmo e intensidad, y esa inseguridad me quitó la
energía para aquello que, a pesar de todo, dependía completamente de mí.

La verdad es que pierdo un montón de tiempo limpiando el polvo de la mesa, en los


inteligentísimos juegos en el computador o chateando, o durmiendo hasta la hora de la
comida para descansar de las intensas noches…

Todos tenían, al menos aparentemente, bastante menos tiempo para estudiar que yo, y a
pesar de todo, conseguían mejores resultados académicos. Definitivamente, yo podía hacer
más y mejor, tal vez esta conciencia me había corroído las entrañas del alma, aplastando mi
paz interior.
Se suele decir que “más tiempo es sinónimo de más desperdicio”; ¿será verdad? Estos
pensamientos, y otros similares, fueron creciendo y en la primera oportunidad descargué
todo lo que tenía dentro, preguntando en un tono algo contrariado:

- ¿Cómo consigues tener esta asignatura tan organizada?, cómo consigues preparar
los exámenes con tanta intensidad?

Ana abrió los ojos y me respondió atolondrada:

- Perdona, no entiendo lo que quieres decir…

- Respondí, - Yo asisto a algunas clases y tomo algunos apuntes en hojas sueltas, y


para que no me falte información hago fotocopias de los apuntes de otros
compañeros. A pesar de todo esto, me quedan siempre algunas lagunas, y cuando
estudio, siempre hay muchas cosas a las que no encuentro sentido. No consigo
conectar algunas ideas y no las comprendo; mi voluntad para estudiar ya no es
mucha, y si las cosas empiezan a ir mal…- concluí, arrodillando la voz al final.

Ana respondió:

- En las hojas hago una raya vertical a unos cuatro centímetros del margen derecho;

- Sí, pero, ¿para qué sirve esa raya?

- En ese espacio puedes escribir las dudas que te surjan durante el estudio, ¿sabes?,
yo también anoto las cuestiones que quiero aclarar con la profesora o con los
compañeros, o sea, uso aquel espacio como si fuese una agenda especial de esa
asignatura, pero eso soy yo…en tu caso puedes identificar otra forma.

- Yo no quiero ser un moralista – intervino Víctor con voz grave -, pero lo fundamental
es tomar apuntes, con o sin raya vertical.

- Sí, pero a veces no es fácil. – En esos casos es preciso escoger lo más importante y
apuntar sólo eso. Después, en casa hay que completar lo que falta con
informaciones de compañeros o de otros textos. Además, cuando leo y completo
los apuntes todo tiene más sentido, controlo la materia, entiendo mejor las clases
siguientes y consigo pensar en más preguntas y responder.

- A propósito de preguntas, oí en una de esas sesiones para alumnos de primer curso


que, en el estudio, lo más importante es hacer preguntas.

- Yo voy pensando en preguntas a medida que estudio, e intento hacer esquemas que
organicen la información para responderlas, creo que hacer preguntas me ayuda porque
estoy más activa y me distraigo menos, ¿sabes? Cuando leo sin hacer preguntas, los ojos
resbalan por el texto sin fijarse, O sea, tener como objetivo elaborar preguntas sobre lo que
estoy estudiando disciplina mi atención, obligándome a estar más concentrada, a mí me
ayuda mucho.

- Yo no hago tantas preguntas. Organizo resúmenes de la materia y después hago


esquemas o mapas conceptuales para evaluar la relación entre los conceptos. Creo
que me ayudaría anticipar preguntas que pueden salir en los exámenes porque no
me sorprendería tanto al hacerlos.

- Vamos, que el problema es saber lo que es comprender – dejó escapar Lucía como
si pensase en voz alta.

- Víctor contestó, creo que sólo podemos decir que comprendemos cuando
articulamos con flexibilidad los conocimientos.

- Sí, de hecho, cuando aprendemos de memoria un concepto cualquiera, sin


conseguir explicarlo o aplicarlo a casos concretos, no podemos decir que lo
comprendemos. O sea, tiene sentido – concluyó Ana.

- Expresé que la forma en que yo estudiaba en secundaria, ahora no está funcionando.


Ahora siento que estoy siempre corriendo, y aun así, no tengo tiempo para nada…
Me acuesto más tarde, duermo menos, estoy más cansado, y me siento un poco
perdido en las asignaturas. No sé muy bien por qué…

- Yo también sentí lo mismo, dijo Ana al principio; en nuestro primer año de


universidad intentaron ayudar en cuestiones de integración a la universidad,
también en competencias de estudio, pero le di poca importancia a aquellas ayudas,
pero estoy arrepentida de no haber aprovechado aquellas enseñanzas sobre el
estudio y la autorregulación del aprendizaje. O sea, creo que no siempre estamos
preparados para aprovechar lo que nos ofrecen – Ana hablaba como si se pidiese
disculpas a sí misma.

- ¿El qué, por ejemplo? – pregunté sin disfrazar mi curiosidad.

- Escribir, - interrumpió bruscamente Víctor. – En mi primer año estaba disponible


para “los novatos” un seminario de redacción. La idea era entrenar la escritura,
corrigiendo errores típicos y no funcionó por ausencia de inscritos, yo incluído…- dijo
Víctor bajando la voz.

- Pero también el sentido crítico- continuó Lucía. En la universidad, por el contrario,


la mera reproducción de hechos y acontecimientos es muchas veces penalizada.
Se nos pide que pensemos, que elaboremos, que seamos críticos, que
presentemos ejemplos y soluciones…, entiende y responde estrictamente a lo que
te pedimos, no sé si me entiendes…
- Aquí en la universidad una profesora nos pidió un resumen de tres páginas de
cualquier artículo de la bibliografía. Uno de mis compañeros decidió cambiar el texto
escogido porque no estaba muy de acuerdo con la aproximación del autor y tenía
tanto miedo de sacar una mala nota… La profesora le asignó la mayor puntuación.

- Pienso que lo más difícil ha sido el asumir radicalmente las responsabilidades … pero
ahora me doy cuenta de que asistir a las clases es solamente el punto de partida, no
de llegada. Siempre me dijeron que para tener buenas notas bastaba con estar
atenta en las clases; esta idea no es que sea un engaño, ¡es que es una mentira
gordísima!! Tardé mucho en darme cuenta, y sobre todo en aceptar interiormente
que lo más importante, lo que verdaderamente marca la diferencia en el resultado
final, es el trabajo personal.

- Ana, Lucía, cuéntales aquella anécdota del examen.

- El semestre pasado – uno de los profesores nos contó que dos alumnos llegaron muy
tarde a su examen, explicando vagamente que se le había pinchado una goma y
pidieron que se lo repitieran la semana siguiente. Inesperadamente, y para su
asombro, el profesor, que tenía fama de intransigente, accedió a su petición. En la
fecha marcada fueron acogidos con una gran sonrisa, y recibieron, uno en cada
punta de la sala de examen, una única pregunta: ¿en qué rueda fue el pinchazo? –
concluyó Lucía, poniendo por punto final una gran risotada.

- Yo no debería decir esto, pero ese profesor tenía razón – corroboré. Aquel año, este
episodio fue famoso. Durante algún tiempo “¿en qué rueda?” fue usado como
sinónimo de “cuentista tramposo”.

- No es por nada – interrumpió Lucía-, la conversación está interesantísima, pero creo


que deberíamos seguir estudiando, los exámenes están a la vuelta de la esquina.

El silencio volvió a la sala. Nos zambullimos en los libros y sólo paramos una hora y media
después. De camino a casa, muchas de las ideas discutidas me rondaban por la cabeza, pues
tenía que pensar en algunas de las cosas que había escuchado. Con el fin de organizar un
poco más mis pensamientos y practicar o aprendido, decidí resumir la información en un
cuadro:

Estrategias de preparación para el Estrategias de revisión de la información


examen (mucho antes) para el examen (poco antes)

• Establecer objetivos (CREVA) • Revisar la información.


• Definir un plan de estudio.
• Hacer una primera lectura • Explicar los mapas conceptuales,
superficial (en diagonal) de la valorando la calidad de la relación
materia, de los índices, títulos, entre los conocimientos.
temas principales para quedarse • Construir mapas conceptuales,
con una idea general de la resúmenes, esquemas…
organización de los contenidos de recurriendo sólo a la memoria de
la materia y evocación.
sus relaciones. • Responder a las preguntas
• Tomar apuntes. elaboradas durante el estudio.
• Completar apuntes en casa. • Responder a preguntas de los
• Hacer búsquedas, en la biblioteca, textos de apoyo o de exámenes
en la red. anteriores.
• Subrayar las ideas principales. • Resolver problemas, ejercicios,
• Hacer resúmenes. intentando agilizar las rutinas.
• Controlar/monitorizar el • Explicar la materia en voz alta a
cumplimiento del plan de estudio. otros compañeros o para una
• Elaborar preguntas. grabadora.
• Plantear dudas a los profesores,
compañeros, familiares…
• Resolver problemas, ejercicios…
• Recopilar exámenes anteriores.

Debido a lo tarde que era, y a la poca práctica, puede que me haya olvidado de algún
aspecto importante. Si tienes dificultad no dudes en buscar mi ayuda ¿Te parece?

Un abrazo adormilado.

Gervasio-
Carta 7

(…) ¿La forma de estudiar debe ser diferente a lo que se quiere evaluar?

Haber vuelto a la casa de mis compañeros es un hecho muy relevante, sobre todo porque
algunas de mis experiencias de trabajo en grupo, no siempre fueron las mejores. Pues
discutir las ideas sin atacar a las personas, cumplir las tareas en los plazos acordados para
no perjudicar el trabajo de los demás, respetar los horarios marcados para los encuentros,
negociar acuerdos en cuanto a las opiniones son desafíos muy complicados.

En una ocasión, recuerdo que había quedado con dos colegas después de comer para
empezar a hacer un trabajo. Esperé por ellos hasta no poder más, los dos tenían el móvil
estratégicamente apagado, y acabaron por no aparecer sin dar explicación alguna. Sí, ya lo
sé, que no debo precipitarme juzgando el comportamiento de los demás… Bueno, ya sabes.

También es cierto que ya viví buenas experiencias de trabajo en grupo, en las que fueron
respetadas diferentes ideas y contribuciones y donde todos aportamos algo al resultado
final. En estos trabajos aprendí mucho: a veces a contenerme, intentando ser asertivo; otras
veces a ser más tolerante, o incluso a valorar las opiniones de los demás con ingeniosas
formas de resolver los problemas que escapaban a mi iluminado cerebro…

En el trabajo en grupo debe haber otros caminos más allá del “salir ganando” o enojarse,
… Trabajar en grupo exige llevar a cabo un proyecto conjuntamente siguiendo todos los
pasos.

Bien, volvamos a la noche de estudio. Para las siguientes sesiones llevé preparadas algunas
preguntas y dudas sobre mi forma de estudiar, y la verdad es que aproveché la experiencia
de aquellos tres “compañeros”. Era cada vez más evidente la importancia vital del
aprendizaje fuera de las clases buscando ayuda de los demás…

Les comento que en el examen que he tomado tipo test (de elección múltiple me quedé
paralizado sin saber qué hacer en muchas de las preguntas, pues entendía que, en caso de
duda profunda ¿debo optar por la C, asumiendo que habitualmente en el medio está la
virtud? Si no sé una respuesta, ¿es mejor responder o no responder?

La conversación fue animada, me fueron explicando que los profesores cogen las preguntas
de los test al azar, y que el orden de las respuestas no sigue ninguna regla, sino todo lo
contrario. A veces para examinar a los “copiadores”, los profesores barajan las respuestas
en el examen, en fin…

Conseguir justificar interiormente nuestras elecciones, eliminando las demás candidatas,


no por criterios sensitivos del tipo “no me suena”, sino con base en argumentos lógicos,
parece ser lo más importante. La elección debe recaer sobre la respuesta y después
descarta las demás.
“¿La forma de estudiar debe ser diferente en función del tipo de examen?”- Ana, lanzó esta
pregunta al aire. En los exámenes con preguntas de respuesta corta o de desarrollo no es
suficiente conseguir reconocer los conceptos, es preciso conseguir explicarlos con nuestras
propias palabras, y si es posible, presentado ejemplos. Para estas respuestas la memoria
tiene que conseguir evocar la información, organizándola solamente a partir del enunciado
de la pregunta.

En estos exámenes, por lo visto, deberíamos hacer un esquema de la respuesta antes de


comenzar a escribir; es importante aplicar los conceptos estudiados a una situación
particular, organizando el discurso, y si es posible generar ejemplos, mejor.

En las respuestas largas, alguien dijo que “un profesor detecta fácilmente si los alumnos
han conseguido integrar la información, demostrando algo más que una relación superficial
entre los conceptos. Por eso, organizar la materia en esquemas o mapas conceptuales
facilita la tarea y evita el caos”.

Ya ves Conciencia, soy todo un experto en teoría de los exámenes, ahora sólo me falta
practicar.

A propósito, Juan, aquel que también es de primer curso, me dio una tabla que descubrió
en un libro sobre los verbos de arranque de las preguntas de examen, ¿qué te parece?
Si nos piden… Debemos hacer lo siguiente
Comparar Escribir las diferencias, las semejanzas, los puntos en común y las
distancias entre las ideas o hechos.
Probar Presentar datos que apoyen la veracidad de la información.
Interpretar Explicar, con nuestras propias palabras, los posibles significados
en un/de un determinado mensaje.
Enumerar Ordenar, de acuerdo con un criterio u orden, un conjunto de
hechos o datos.
Justificar Escribir algunas ideas y razones que puedan apoyar las
afirmaciones.
Explicar En un texto claro y simple: exponer razones y causas.
Relacionar Presentar las relaciones entre los conceptos y las respectivas
implicaciones.
Verificar Confirmar la verdad de las afirmaciones con datos y ejemplos.
Sintetizar Combinar partes de una idea, situación o acontecimiento.
Resumir Condensar los puntos principales en el menor número de
palabras.

En los repasos, según mis compañeros, el objetivo es conseguir organizar el pensamiento


explicando los diferentes contenidos con nuestras propias palabras. Para conseguirlo,
Lucía hace un índice de la materia, el cual le orienta para estudiar y para los repasos
generales. En mi caso quizás no funcionaría, pero en el estudio, como en todo, “cada uno
es cada uno”.

Volvimos a hablar de la estrategia de anticipar preguntas para evaluar el dominio de la


materia, aumentar la confianza, y, como consecuencia, rebajar la ansiedad ante los
exámenes. Definitivamente, tengo que intentar esto cuando estudie para el próximo
examen.

Aquellas noches de estudio en grupo fueron de gran ayuda. Estudiar me costó menos y me
ayudó más. Me convencí de que el aprendizaje fuera de clase y en grupo es muy
provechoso.

Nunca pensé que eso fuese posible, pero como ya te dije, después de todo, todavía estoy
en primero…

Un abrazo, repasando.

Gervasio-
Carta 8

(…) ¿Quién gobierna tu aprendizaje? ¿sabes cómo se distinguen los alumnos que tienen
éxito académico de los demás?

Hola Gervasio,

Disculpa que te vuelva escribir sin esperar tu respuesta, pero leyendo atentamente tus
primeras cartas me quedé realmente preocupado. Estás harto de saber lo que debes hacer,
como dices varias veces, sabes el camino correcto, el problema está en recorrerlo.

La autorregulación del aprendizaje es una guía que nos ayuda orientar nuestras acciones.
Nos sugiere que debemos asumir el gobierno de nuestros actos, la responsabilidad última
de todo lo que hacemos en los estudios y en la vida. No es posible aprender sin que
queramos, y el esfuerzo y la lucha forman parte de este proceso. Esta guía para nuestro
aprendizaje, con dos caras (la voluntad y la competencia), nos empuja pensar antes para
poder sonreír después.

Gervasio, ¿Quién gobierna tu aprendizaje?, ¿Sabes cómo se distinguen los alumnos que
tienen éxito académico de los demás? ¿No? Pues te comento que no son necesariamente
los más inteligentes.

Bien, como te estaba diciendo, los alumnos eficientes, en primer lugar, establecen objetivos
a largo plazo y los dividen en objetivos a corto plazo que dirigen de forma eficaz su
comportamiento, manteniendo los niveles motivacionales.

La segunda diferencia está relacionada con la forma en que planifican y organizan su


estudio. No aplazan la realización de las tareas para el último día, y las hacen a tiempo,
dejando lugar para las diferentes tareas de estudio: buscar, leer, revisar trabajos, realizar
proyectos… Así siempre tienen tiempo para trabajar, pero también para los demás aspectos
de su vida. Es importante hacer deporte, estar con los amigos, ser voluntario… Hay tiempo
para todo, menos para desperdiciar.

Por último, estos alumnos se diferencian de sus compañeros en la forma en que se preparan
y realizan los exámenes. No esperan a que les digan que hacer: asumen la responsabilidad
y el gobierno de su aprendizaje. Elaboran un plan para su estudio teniendo en cuenta sus
recursos, la dificultad de la tarea y el tiempo disponible. Al final de esta fase, establecen
objetivos claros que orientan su actuación. Después, se dedican a proteger su trabajo de los
distractores que los desvían de su tarea. Escogen lugares para trabajar y estudiar, y si es
necesario los alteran, apagando la música, el celular, eligiendo el ambiente…

Cuando estudian, intentan identificar las ideas principales de los textos. Para ello, recurren
a la elaboración de preguntas, al subrayado y a la realización de pequeños resúmenes que
ayudan en la concentración de la atención, y también a los repasos finales. En cualquiera de
estas etapas, recurren a la ayuda de los demás (maestros y compañeros) para resolver sus
dudas.

Ser buen alumno no es algo genético, las personas no nacen buenos alumnos, aprenden a
hacerlo, lo conquistan mediante la técnica de la estrategia de aprendizaje, el camino arduo
y duro de la autorregulación de los aprendizajes.

Un escrito famoso, llamado “General Regulator”, presenta al estudiante autorregulado


como un guerrero. Para el General, el estudio era como un combate y el estudiante como
un guerrero que no teme tomar acción en la batalla. Espero que estas profundas reflexiones
estimulen tu pensamiento y te ayuden a cambiar:

El código del verdadero estratega, el código de autorregulación, implica que nosotros


asumamos el control de la realización de cada tarea: planificar lo que se va a hacer,
ejecutarlo y evaluar el producto de nuestra acción.

Todo el trayecto debe ser realizado ayudado por y ayudando a los demás. Autorregulación
no es sinónimo de trabajo solitario, sino de labor acompañada.

Son tres los momentos que integran el ciclo continuo. Tres etapas, pero un único
movimiento.

Primer paso: Planificar

“Pensar antes, ayuda en el después”, es el principal aliado de los verdaderos estrategas.


Además, es importante conocerse, así mismo, los puntos fuertes que pueden servir de
apoyo en el ataque cualquier tarea, pero también las fragilidades de uno mismo; por
ejemplo, el desorden, la distracción, la lentitud, el perfeccionismo… esta reflexión ayuda a
identificar los enemigos personales más temidos -los distractores preferidos-, pero también
a anticipar cómo y por donde pueden atacarnos, reduciendo nuestro estudio y trabajo.

Primer paso: Ejecución


El plan de ataque o una tarea debe ser ejecutable, tiene que ser realista y evaluable.

La ejecución de un plan es importante, pero un ejército en desorden facilita la victoria del


enemigo, así como el estudio desatento conduce al fracaso.

No te limites a leer, memorizar o imitar, más bien hacer un esfuerzo para comprender y
aplicar este y los demás contenidos a vuestra vida.

Protégete de los distractores externos; de aquello que, viniendo de fuera, te aleja de las
tareas -conversaciones superficiales, salidas extras, ruidos-, pero también de los
distractores internos; de aquellos que, viniendo de dentro, te retrasa -imaginación
desenfrenada, miedos, inseguridad, entre otros-.
En la guerra, como en el estudio, quien no cree verdaderamente que pueda ganar, está a
un paso de fracasar.

Un “no lo consigo” debe ser desterrado y sustituido por “todavía no lo consigo”. Aquellos
que tienen pena de sí mismos, que justifican sus propios errores con los comportamientos
incorrectos de los demás, que descargan en los demás la responsabilidad del cambio…
Todos estos raramente alcanzan el final del camino.

La anticipación de los movimientos y de los posibles obstáculos ayuda en la conquista del


objetivo. Si un distractor es más fuerte que tú, elimínalo, y apártate de él.

Monitorizar nuestros pasos, saber si estamos ejecutando lo previsto y en el tiempo


previsto, no se evita sorpresas desagradables.

Querer es importante, pero la acción tiene que seguir a la voluntad para que el final pueda
sonreír.

Tercer paso: Autoevaluación

La evaluación es el último paso del proceso autorregulatorio. Debes evaluar, no solamente


el producto final expresado en la nota de un examen, o en la evaluación de un trabajo, si
no, sobretodo, el proceso, analizando detalladamente cada uno de los pasos que te
condujeron al resultado. El plan final debe ser evaluado en relación a cada una de sus
partes y componentes.

En la etapa de ejecución, el plan de ataque de la tarea debe ser estudiado, interiorizado y


aplicado. La monitorización de cada uno de sus pasos debe asegurarse. El éxito del plan
de estudio depende de una adecuada priorización de cada una de sus etapas y también
de la colaboración con los demás.

Un día arruinado no nos da otra oportunidad. Autorregular es asumir deliberadamente el


gobierno de nuestra conducta. Debes practicar constantemente para alcanzar la maestría
del comportamiento estratégico.

Es importante evaluar y extraer consecuencias. Encubrir el error es errar de nuevo.

He dicho.

Siempre tuyo.

Tu conciencia.

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