0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
176 vistas6 páginas
Este documento resume las teorías psicoanalíticas sobre la criminalidad y la sociedad punitiva propuestas por Freud y otros teóricos. Según estas teorías, el comportamiento criminal surge de impulsos reprimidos en el inconsciente y la reacción punitiva de la sociedad sirve para satisfacer necesidades inconscientes de castigo tanto en el delincuente como en la sociedad. Estas teorías cuestionan los conceptos tradicionales de culpabilidad y legitimidad del derecho penal.
Este documento resume las teorías psicoanalíticas sobre la criminalidad y la sociedad punitiva propuestas por Freud y otros teóricos. Según estas teorías, el comportamiento criminal surge de impulsos reprimidos en el inconsciente y la reacción punitiva de la sociedad sirve para satisfacer necesidades inconscientes de castigo tanto en el delincuente como en la sociedad. Estas teorías cuestionan los conceptos tradicionales de culpabilidad y legitimidad del derecho penal.
Este documento resume las teorías psicoanalíticas sobre la criminalidad y la sociedad punitiva propuestas por Freud y otros teóricos. Según estas teorías, el comportamiento criminal surge de impulsos reprimidos en el inconsciente y la reacción punitiva de la sociedad sirve para satisfacer necesidades inconscientes de castigo tanto en el delincuente como en la sociedad. Estas teorías cuestionan los conceptos tradicionales de culpabilidad y legitimidad del derecho penal.
Rodríguez. LAS TEORÍAS PSICOANALÍTICAS DE LA CRIMINALIDAD Y DE LA SOCIEDAD PUNITIVA. NEGACION DEL PRINCIPIO DE LEGITIMIDAD.
Las teorías inmunológicas de la reacción social y las que se comprenden en el
movimiento de la criminología crítica han desplazado el foco del análisis del fenómeno criminal desde el sujeto criminalizado hacia el sistema penal y hacia los procesos de criminalización que de él forman parte y, más en general, hacia todo el sistema de la reacción social ante la desviación. Antes de profundizar en este análisis se debe tomar en consideración una dirección de investigación sobre el crimen y la pena que, ya en torno a los años contaba con un ángulo visual completamente diverso, incluía la sociedad aun considerada históricamente dentro del objeto del propio intento explicativo. Siendo así, hacemos referencia a las teorías psicoanalíticas de la criminalidad, en cuyo ámbito, por otra parte, pueden distinguirse al menos dos grandes filones de pensamiento, si bien estrechamente ligados entre sí. Uno de los más importantes que se refiere a la explicación del comportamiento criminal, es a partir de las teorías psicoanalíticas de Freud. Estas teorías de psicoanálisis vienen a revaluar este tipo de explicaciones, para lo cual presenta una nueva manera de investigar la personalidad y las características de conducta del criminal, distinta a la identificación de rasgos de personalidad y la construcción de tipologías de conductas, que ha sido la tendencia que la psicología y psiquiatría criminal han desarrollado, inspiradas en la perspectiva de la criminología. Estas teorías tienen sus raíces en el postulado freudiano de la neurosis y en la aplicación que ha hecho de ella el mismo Freud para explicar ciertas formas de comportamiento delictivo. Según Freud, la represión de los instintos delictivos a través de la acción del superyó no destruye estos instintos, sino que deja que se sedimenten en el inconsciente. Ellos se ven, sin embargo, acompañados en el mismo inconsciente por un sentimiento de culpa, una tendencia a confesar. Precisamente con el comportamiento delictivo el individuo supera el sentimiento de culpa y realiza la tendencia a confesar. Desde este punto de vista, la teoría psicoanalítica del comportamiento criminal representa una radical negación del tradicional concepto de culpabilidad y, por tanto, también de todo derecho penal basado sobre el principio de culpabilidad. La teoría del psicoanálisis afirma que el delincuente se identifica con la sociedad punitiva, con el mundo de los delincuentes y con quienes administran el sistema penal, la pena es una recompensa por la renuncia al sadismo, identificación que sugiere una disminución de la cantidad de desviaciones, para que menos personas sean llamadas por el espectáculo el juicio y por la pena capital a cometer conductas desviadas. El Súper Yo se siente atraído para relucir en la sociedad punitiva (criminales y procedimiento penal). El procedimiento penal llama la atención al delincuente. El mecanismo de proyección es por medio del cual el sentimiento de culpa que se produce por la represión del Súper Yo, se descarga no sobre el individuo, sino hacia un tercero de quien cometió del delito o puede llegar a cometerlos, o de un grupo marginal o de minoría. La teoría psicoanalítica de la sociedad Punitiva afirma que la reacción penal al comportamiento delictual es un mecanismo psicológico ante la desviación, la cual es necesaria y existe en la sociedad, con lo cual la reacción penal no tiende a eliminar la criminalidad, sino con un mecanismo para evitar que se cometan más delitos. Por otra parte, las teorías psicoanalíticas de la sociedad punitiva, que constituyen el segundo de los filones de pensamiento arriba individualizados, ponen también en duda el principio de legitimidad y, con esto, la legitimación misma del derecho penal. La función psicosocial que ellas asignan a la reacción punitiva permite interpretar como mistificación racionalizante las pretendidas funciones preventivas, defensivas y éticas sobre las cuales se sostiene la ideología de la defensa social principio de legitimidad y en general toda ideología penal, Según las teorías psicoanalíticas de la sociedad punitiva, la reacción penal al comportamiento delictivo no tiene la función de eliminar o circunscribir la criminalidad, sino que corresponde a mecanismos psicológicos ante los cuales la desviación criminalizada aparece como necesaria e interminable para la sociedad. Freud, después de haber desarrollado sus analogías muestra las diferencias entre las neurosis y el tabú. La primera es una enfermedad individual, el segundo es una formación social. El primitivo teme atraer sobre sí, violando el tabú, una pena grave, una enfermedad seria o la muerte. El enfermo, en cambio, asocia a la prohibición el temor de una pena no para sí, sino para un pariente o para una persona que le es próxima. En el caso de la violación de un tabú, el castigo se presenta de modo espontaneo; solo es una forma secundaria de pena la que se realiza con la intervención del grupo social. La intervención punitiva del grupo se verifica solamente en función subsidiaria del castigo espontáneo, puesto que todos los componentes del grupo se sienten seriamente amenazados por la violación del tabú y por esto se apresuran a castigar al violador. Este primitivo mecanismo de solidaridad es explicado por Freud mediante la tentación de imitar a quien ha violado el tabú, liberando de tal modo, como este lo ha hecho, instintos que de otra manera permanecerían reprimidos. Esta tentación mimética corresponde a la representación de la capacidad contaminadora del tabú, representación que explica las formas de aislamiento y de cuarentena a que queda sometido quien haya violado un tabú. La reacción punitiva presupone, pues, la presencia, entre los miembros del grupo, de impulsos idénticos a los prohibidos. Siguiendo con el enfoque de la aludida teoría freudiana del delito por sentimiento de culpa, Theodor Reik, funda una teoría psicoanalítica del derecho penal basada en la doble función de la pena, que nos dice que, la pena sirve a la satisfacción de la necesidad inconsciente de castigo que impulsa a una acción prohibida y que la pena satisface también la necesidad de castigo de la sociedad mediante su inconsciente identificación con el delincuente. El efecto catártico de la pena y el proceso de identificación de la sociedad con el delincuente son los dos aspectos de una teoría psicológica del derecho penal según la cual las dos concepciones fundamentales de la pena, la concepción retributiva y la preventiva, no son sino racionalizaciones de fenómenos que hunden sus raíces en el inconsciente de la psiquis humana. De la hipótesis según la cual el efecto disuasivo de la pena se basa en la identidad de los impulsos prohibidos en el delincuente y en la sociedad punitiva, en fin, Reik concluye que la tendencia de desarrollo del derecho penal es la de la superación de la pena: "Tal vez llegará un tiempo en que la necesidad de castigo será menor que la de nuestro presente y en que los medios que se hallen para evitar el delito serán a la pena como el arcoíris es al tremendo temporal que lo ha precedido. La teoría psicoanalítica del fin de la pena ha sido desarrollada ulteriormente por Franz Alexander y Hugo Staub, quienes ponen de relieve el mecanismo socio psicológico a través del cual la pena infligida a quien delinque viene a contrabalancear la presión de los impulsos reprimidos, los cuales con el ejemplo de su liberación en el delincuente se fortalecen. La punición representa de tal modo una defensa y un reforzamiento del super yo. Staub y Alexander enriquecen la teoría psicoanalítica de la sociedad punitiva con análisis que, a la par de aquellos examinados hasta ahora, subsistirán como centrales en la literatura psicoanalítica posterior. Uno de estos análisis es el principio freudiano de la identidad de los impulsos que mueven al delincuente y a la sociedad en su reacción punitiva. Este principio es transportado ahora a las características psicológicas generales del mundo de los delincuentes y de las personas que encarnan los organismos del sistema penal. Hay entre estas personas unas afinidades que en general se explica con la presencia de fuertes tendencias asociales no suficientemente reprimidas, las cuales impulsan a las personas pertenecientes al segundo grupo a un diligente ejercicio de la función punitiva. Con este análisis, el ámbito de aplicación de la teoría de la sociedad punitiva se desplaza, en cierto sentido, de la sociedad en general, es decir de la reacción no institucional, a la institucional y se individualiza en las personas que se encuentran a su servicio (jueces, policías, verdugos, agentes de custodia). Para las teorías psicoanalíticas, la motivación del acto criminal es de carácter inconsciente, tiene que ver con la manera como se organiza el deseo y el goce en la vida psíquica de cada sujeto. Para el psicoanálisis no tienen sentido ni los portazgos ni los exámenes psicológicos o psiquiátricos, que buscan establecer la responsabilidad objetiva del delincuente frente al acto delictivo, pues esta es del orden de lo subjetivo, la cual escapa de las pretensiones de estandarización y universalidad de la mirada positiva.