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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD

AUTÓNOMA DE PUEBLA.

Luis Ángel Guzmán Vargas #14

CRIMINOLOGIA CRITICA Y CRITICA DEL DERECHO.


TEORÍAS PSICOANALÍTICAS.

Docente: Roberto Adrián Castellanos


Rodríguez.
LAS TEORÍAS PSICOANALÍTICAS DE LA CRIMINALIDAD Y DE LA
SOCIEDAD PUNITIVA. NEGACION DEL PRINCIPIO DE LEGITIMIDAD.

Las teorías inmunológicas de la reacción social y las que se comprenden en el


movimiento de la criminología crítica han desplazado el foco del análisis del
fenómeno criminal desde el sujeto criminalizado hacia el sistema penal y hacia los
procesos de criminalización que de él forman parte y, más en general, hacia todo
el sistema de la reacción social ante la desviación. Antes de profundizar en este
análisis se debe tomar en consideración una dirección de investigación sobre el
crimen y la pena que, ya en torno a los años contaba con un ángulo visual
completamente diverso, incluía la sociedad aun considerada históricamente dentro
del objeto del propio intento explicativo. Siendo así, hacemos referencia a las
teorías psicoanalíticas de la criminalidad, en cuyo ámbito, por otra parte, pueden
distinguirse al menos dos grandes filones de pensamiento, si bien estrechamente
ligados entre sí. Uno de los más importantes que se refiere a la explicación del
comportamiento criminal, es a partir de las teorías psicoanalíticas de Freud.
Estas teorías de psicoanálisis vienen a revaluar este tipo de explicaciones, para lo
cual presenta una nueva manera de investigar la personalidad y las características
de conducta del criminal, distinta a la identificación de rasgos de personalidad y la
construcción de tipologías de conductas, que ha sido la tendencia que la
psicología y psiquiatría criminal han desarrollado, inspiradas en la perspectiva de
la criminología. Estas teorías tienen sus raíces en el postulado freudiano de la
neurosis y en la aplicación que ha hecho de ella el mismo Freud para explicar
ciertas formas de comportamiento delictivo. Según Freud, la represión de los
instintos delictivos
a través de la acción del superyó no destruye estos instintos, sino que deja que se
sedimenten en el inconsciente. Ellos se ven, sin embargo, acompañados en el
mismo inconsciente por un sentimiento de culpa, una tendencia a confesar.
Precisamente con el comportamiento delictivo el individuo supera el sentimiento
de culpa y realiza la tendencia a confesar. Desde este punto de vista, la teoría
psicoanalítica del comportamiento criminal representa una radical negación del
tradicional concepto de culpabilidad y, por tanto, también de todo derecho penal
basado sobre el principio de culpabilidad. La teoría del psicoanálisis afirma que el
delincuente se identifica con la sociedad punitiva, con el mundo de los
delincuentes y con quienes administran el sistema penal, la pena es una
recompensa por la renuncia al sadismo, identificación que sugiere una disminución
de la cantidad de desviaciones, para que menos personas sean llamadas por el
espectáculo el juicio y por la pena capital a cometer conductas desviadas. El
Súper Yo se siente atraído para relucir en la sociedad punitiva (criminales y
procedimiento penal). El procedimiento penal llama la atención al delincuente. El
mecanismo de proyección es por medio del cual el sentimiento de culpa que se
produce por la represión del Súper Yo, se descarga no sobre el individuo, sino
hacia un tercero de quien cometió del delito o puede llegar a cometerlos, o de un
grupo marginal o de minoría.
La teoría psicoanalítica de la sociedad Punitiva afirma que la reacción penal al
comportamiento delictual es un mecanismo psicológico ante la desviación, la cual
es necesaria y existe en la sociedad, con lo cual la reacción penal no tiende a
eliminar la criminalidad, sino con un mecanismo para evitar que se cometan más
delitos. Por otra parte, las teorías psicoanalíticas de la sociedad punitiva, que
constituyen el segundo de los filones de pensamiento arriba individualizados,
ponen también en duda el principio de legitimidad y, con esto, la legitimación
misma del derecho penal. La función psicosocial que ellas asignan a la reacción
punitiva permite interpretar como mistificación racionalizante las pretendidas
funciones preventivas, defensivas y éticas sobre las cuales se sostiene la
ideología de la defensa social principio de legitimidad y en general toda ideología
penal, Según las teorías psicoanalíticas de la sociedad punitiva, la reacción penal
al comportamiento delictivo no tiene la función de eliminar o circunscribir la
criminalidad, sino que corresponde a mecanismos psicológicos ante los cuales la
desviación criminalizada aparece como necesaria e interminable para la sociedad.
Freud, después de haber desarrollado sus analogías muestra las diferencias entre
las neurosis y el tabú. La primera es una enfermedad individual, el segundo es una
formación social. El primitivo teme atraer sobre sí, violando el tabú, una pena
grave, una enfermedad seria o la muerte. El enfermo, en cambio, asocia a la
prohibición el temor de una pena no para sí, sino para un pariente o para una
persona que le es próxima. En el caso de la violación de un tabú, el castigo se
presenta de modo espontaneo; solo es una forma secundaria de pena la que se
realiza con la intervención del grupo social.
La intervención punitiva del grupo se verifica solamente en función subsidiaria del
castigo espontáneo, puesto que todos los componentes del grupo se sienten
seriamente amenazados por la violación del tabú y por esto se apresuran a
castigar al violador. Este primitivo mecanismo de solidaridad es explicado por
Freud mediante la tentación de imitar a quien ha violado el tabú, liberando de tal
modo, como este lo ha hecho, instintos que de otra manera permanecerían
reprimidos. Esta tentación mimética corresponde a la representación de la
capacidad contaminadora del tabú, representación que explica las formas de
aislamiento y de cuarentena a que queda sometido quien haya violado un tabú. La
reacción punitiva presupone, pues, la presencia, entre los miembros del grupo, de
impulsos idénticos a los prohibidos.
Siguiendo con el enfoque de la aludida teoría freudiana del delito por sentimiento
de culpa, Theodor Reik, funda una teoría psicoanalítica del derecho penal basada
en la doble función de la pena, que nos dice que, la pena sirve a la satisfacción de
la necesidad inconsciente de castigo que impulsa a una acción prohibida y que la
pena satisface también la necesidad de castigo de la sociedad mediante su
inconsciente identificación con el delincuente. El efecto catártico de la pena y el
proceso de identificación de la sociedad con el delincuente son los dos aspectos
de una teoría psicológica del derecho penal según la cual las dos concepciones
fundamentales de la pena, la concepción retributiva y la preventiva, no son sino
racionalizaciones de fenómenos que hunden sus raíces en el inconsciente de la
psiquis humana.
De la hipótesis según la cual el efecto disuasivo de la pena se basa en la identidad
de los impulsos prohibidos en el delincuente y en la sociedad punitiva, en fin, Reik
concluye que la tendencia de desarrollo del derecho penal es la de la superación
de la pena: "Tal vez llegará un tiempo en que la necesidad de castigo será menor
que la de nuestro presente y en que los medios que se hallen para evitar el delito
serán a la pena como el arcoíris es al tremendo temporal que lo ha precedido.
La teoría psicoanalítica del fin de la pena ha sido desarrollada ulteriormente por
Franz Alexander y Hugo Staub, quienes ponen de relieve el mecanismo socio
psicológico a través del cual la pena infligida a quien delinque viene a
contrabalancear la presión de los impulsos reprimidos, los cuales con el ejemplo
de su liberación en el delincuente se fortalecen. La punición representa de tal
modo una defensa y un reforzamiento del super yo.
Staub y Alexander enriquecen la teoría psicoanalítica de la sociedad punitiva con
análisis que, a la par de aquellos examinados hasta ahora, subsistirán como
centrales en la literatura psicoanalítica posterior. Uno de estos análisis es el
principio freudiano de la identidad de los impulsos que mueven al delincuente y a
la sociedad en su reacción punitiva. Este principio es transportado ahora a las
características psicológicas generales del mundo de los delincuentes y de las
personas que encarnan los organismos del sistema penal. Hay entre estas
personas unas afinidades que en general se explica con la presencia de fuertes
tendencias asociales no suficientemente reprimidas, las cuales impulsan a las
personas pertenecientes al segundo grupo a un diligente ejercicio de la función
punitiva.
Con este análisis, el ámbito de aplicación de la teoría de la sociedad punitiva se
desplaza, en cierto sentido, de la sociedad en general, es decir de la reacción no
institucional, a la institucional y se individualiza en las personas que se encuentran
a su servicio (jueces, policías, verdugos, agentes de custodia). Para las teorías
psicoanalíticas, la motivación del acto criminal es de carácter inconsciente, tiene
que ver con la manera como se organiza el deseo y el goce en la vida psíquica de
cada sujeto. Para el psicoanálisis no tienen sentido ni los portazgos ni los
exámenes psicológicos o psiquiátricos, que buscan establecer la responsabilidad
objetiva del delincuente frente al acto delictivo, pues esta es del orden de lo
subjetivo, la cual escapa de las pretensiones de estandarización y universalidad
de la mirada positiva.

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