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TUTOR
Héctor Julio Cortázar
Para nadie es un secreto que la historia de Colombia ha estado marcada por la violencia, la
voz de la guerra se ha escuchado en muchos tonos. En diferentes épocas lo conflictos bélicos
han perpetuado en el campo y en la ciudad el sufrimiento, por la muerte y la destrucción.
Sería muy alentador decir que en este momento en Colombia el conflicto es cosa del pasado,
lastimosamente, no es así. Y aunque las balas no son iguales, obviamente es la misma guerra,
es el mismo dolor, los estragos y las consecuencias nefastas que la guerra ha dejado y está
dejando son las mismas, aunque vividas de distintas formas. La guerra evidenciada y vivida
en Colombia por décadas obedece a un sin número de factores, que resumidos se pueden
plasmar como el resultado de la lucha de poderes, de la desigualdad y la ausencia de políticas
estatales que propendan por beneficiar a su población. Frente al tema de la guerra en
Colombia y del conflicto armado como ausencia de paz, muchos grupos han aunado
esfuerzos y claro que se han alcanzado algunos logros, pero no han sido suficientes, además
las consecuencias que han dejado años y años de combate son alarmantes y relevantes para
toda la población ya que implican fuertes sacudidas sociales, económicas, culturales y
educativas, se puede decir, que la guerra en Colombia ha salpicado a todos. Ahora bien, si ya
se tiene tanta información sobre la guerra y el conflicto armado, ¿cómo usar esa información
a favor en las escuelas? ¿Cómo hacer de la escuela ese espacio de mediación entre lo que el
estudiante vive en su entorno social, familiar y en ocasiones escolar y lo que realmente debe
o quiere vivir un estudiante como niño o adolescente?
En palabras de Zuleta, (Zuleta Estanislao 2000), “así como aprendimos a ser violentos
aprenderemos a ser pacíficos” (pág. 47) la escuela está en la obligación de conducir a sus
estudiantes a desaprender hábitos, comportamientos, costumbres y que mediante nuevas
prácticas consiga que estos adquieran hábitos y estrategias que lo acerquen al auto
conocimiento, respeto y valoración por sí mismo y por los demás llevándolo a aceptar y
respetar las diferencias en el otro y reestructurando así, su propio proyecto de vida desde el
contexto educativo. Las escuelas son esos espacios sociales por excelencia y es, por ende,
que en su interior se deben orientar procesos de resignificación, de re estructuración social,
de sanación, la tarea no es fácil, tejer, remendar, pegar emocionalidades quebradas, sufridas
aporreadas, es un proceso complejo, pero sin duda alguna participar de la reconstrucción
personal y social de niños y adolescentes es una tarea tan ardua como gratificante. “Las
habilidades sociales reducen comportamientos problemáticos en el aula y, además,
contribuyen a la autoestima, empatía y la solución de problemas interpersonales”
(Garaigordobil, 2014) pero no sólo se trata solamente de reducir problemas disciplinarios en
el aula de clase, sino de apropiarse de los dispositivos y habilidades adquiridas para aprender
a gestionar sus emociones de la manera más adecuada en cada espacio en el que tiene la
oportunidad de interactuar. Es por ello que se pretende entonces crear en la escuela espacios
en los que se aprenda, se potencie y se desarrolle en los estudiantes su inteligencia emocional,
teniendo en cuenta que solo a través de una adecuada gestión de las emociones se aportará
a la formación de individuos estables, auto regulados y con las competencias necesarias para
darle a los conflictos y experiencias de vida un enfoque resiliente que les permita trascender
y contribuir a la resignificación de su entorno y sociedad.
Para trabajar esa inteligencia emocional se considera adecuado el modelo de Pacheco (2002)
con cada uno de sus cuatro grandes componentes:
Regulación emocional: dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de
forma eficaz.
Uno de los propósitos de la escuela es formar seres humanos con valores éticos y morales, y
convertirlos así en la base de una sociedad saludable. Para lograrlo, deben primero enseñar a
sus estudiantes a desaprender la violencia, así como brindar herramientas sólidas que los
convierta en ciudadanos críticos, competentes emocionalmente y con las destrezas
suficientes para enfrentar y resolver las diferencias en forma no violenta. Pensar en terminar
de manera milagrosa y definitiva con los conflictos en Colombia puede ser una utopía, lo que
sí es factible es pensarse desde la escuela en estrategias que favorezcan alternativas de
solución pacífica, desde el aula de clases y a través de procesos de lectura y escritura literaria.
Cervera (1989) afirma que la literatura infantil estrecha los vínculos entre lo que se lee y lo
que el niño vive diariamente, relación que le permite la adquisición de saberes sociales para
su vida, le direcciona los modos de actuar frente a situaciones de la cotidianidad y le da
facultades para interpretarlas y así efectuar un modelamiento en su vida emocional. La
relevancia que tiene la literatura infantil y juvenil se evidencia por su poder para potenciar la
imaginación y la curiosidad, comprender mejor las experiencias vividas, y reconocer los
comportamientos humanos, las emociones y los dilemas de la vida y las formas de solucionar
los conflictos.
Es importante anotar que existen innumerables ediciones de literatura infantil sobre las
emociones con el fin de que el niño pueda reconocerlas como parte de su desarrollo, obras
cuyo fin lejos de satanizar las emociones busca explicar de manera clara al niño que la
emociones no tienen matices de maldad o bondad, se originan como simples reacciones
inherentes al ser humano, siendo parte de su naturaleza, sentirlas, y un deber social regularlas
y canalizarlas para sostener la armonía dentro de las convivencias. Abocar a los estudiantes
a que identifiquen sus emociones puede llevar al niño o al adolescente a generar sentimientos
positivos para encontrar lo bueno desde un acontecimiento que genere reacciones es ahí
donde la literatura se vuelve determinante para ayudar en esa transformación, seleccionando
material u obras adecuadas desde relatos y cuentos infantiles cuyas historias al ser leídas
sumerjan al niño en su contenido produciendo picos de sensaciones, para al final
desencadenar un final feliz o cuando menos una lección de vida.
Trabajar en el aula la empatía como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de reconocer
y comprender sus emociones, cuáles son sus causas, que tipo de reacción o manifestación se
producen dentro de sí, le permitirá al niño o adolescente sentirse identificado con el otro
apenas perciba un tipo de conducta en común lo que le facilitará ser empático. Estableciendo
un puente solidario de ayuda para superar situaciones adversas. Desde literatura tenemos al
principito como una de las grandes obras, llevando al lector a cierto tipo de introspección
haciéndole reflexionar sobre la percepción que tiene sobre todo lo que lo rodea y las
conductas que adopta frente a las necesidades del otro. El ambiente escolar ofrece un sin
número de situaciones que enfrentan al estudiante a la tensión y a la ansiedad, así que la
forma de reaccionar cuando se siente bajo presión, definirá en gran parte en quien se está
convirtiendo, controlar las emociones es ir mucho más de identificarlas y callarlas, es
vivenciarlas pasándolas por el filtro del raciocinio para luego decidir de forma coherente que
hacer con la sensación generada desde la reflexión encaminada hacia la consecución del
objetivo que tenía antes que se generará dicha emoción. “las emociones de Nacho “es una
colección que brinda al docente y padre de familia varias posibilidades para ayudar al niño
asumir sensaciones y canalizarlas de la mejor forma.
El reto de la escuela es inmenso, así como lo es el camino que aún queda por recorrer en el
trabajo emocional de los niños y adolescentes de las instituciones educativas en Colombia.
El rol del docente de literatura es más que determinante en la tarea proporcionar a los
estudiantes desde su quehacer pedagógico herramientas que coadyuven en la adquisición y
formación de la inteligencia emocional de sus estudiantes como alternativa para la generación
de un entorno sano, en la construcción de narrativas imaginadas y pensadas desde las
habilidades lectoras y escritoras de sus alumnos.
TESIS
Las escuelas son esos espacios La relevancia que tiene la literatura “las emociones de Nacho “es una
sociales por excelencia y es, por infantil y juvenil se evidencia por su colección que brinda al docente y
ende, que en su interior se deben poder para potenciar la imaginación padre de familia varias
orientar procesos de y la curiosidad, comprender mejor las posibilidades para ayudar al niño
resignificación, de re experiencias vividas, y reconocer los asumir sensaciones y canalizarlas
estructuración social, de comportamientos humanos, las de la mejor forma.
sanación. emociones y los dilemas de la vida y
las formas de solucionar los
conflictos.
Reseña critica
Síntesis comentada del Este escrito tiene como finalidad resaltar el papel de la
contenido literatura como herramienta para el fortalecimiento de las
competencias emocionales, y como las instituciones
educativas a nivel nacional deben asumir el gran reto de
brindar una formación integral, en la cual el estudiante
pueda desde las diferentes disciplinas en este caso la
literatura fortalecer las competencias emocionales. Tiene
fundamentos teóricos que abordan concepto de IE desde
distintas miradas. Y una recopilación de diferentes
escritores y como sus emociones marcaron sus obras
Crítica La humanización de la lectura y escritura, permiten
entrelazar los procesos cognitivos con los socio-
emocionales, dando a la educación literaria el papel
protagónico que merece pero que a la vez lo impregna de
una gran responsabilidad social y cultural. Trabajar la
inteligencia emocional desde la escuela no solo es una
propuesta muy asertiva, sino que representa sin duda
alguna la base para hacer de nuestros niños y adolescentes
seres humanos sanos y equilibrados, que aporten a la
deconstrucción y reconstrucción de la sociedad.