Está en la página 1de 61

EL ESTUDIO DE LA ACTIVIDAD

PSICOLÓGICA
UNA ALTERNATIVA MONISTA

María Elena Colombo


INDICE

1. Introducción

2. La perspectiva vigotskyana

3. Las dimensiones de análisis genético ampliado para el

estudio de los Procesos Psicológicos Superiores –PPS-

4. Vigotsky: la fundación de la neuropsicología

5. Las bases neuropsicológicas de la actividad psicológica

según Alexander R. Luria

6. Las tres principales unidades funcionales del cerebro

según A. Luria

7. La co-evolución del cerebro y la cultura según M. Donald

8. Los desarrollos de Michael Cole y el Laboratorio de

Cognición Humana Comparada

9. Yrjö Engeström. Los desarrollos de la tradición

escandinava de la Teoría de la Actividad

10. El Embodied mind

11. Reflexiones finales


A Denise

La separación entre el aspecto intelectual de nuestra conciencia y su aspecto


afectivo, volitivo, constituye uno de los defectos básicos más graves de toda la
psicología tradicional.
(...)
... Quien separa desde un comienzo el pensamiento del afecto se cierra para
siempre la posibilidad de explicar las causas del pensamiento, porque un
análisis determinista presupone descubrir sus motivos, las necesidades e
intereses, los impulsos y tendencias que rigen el movimiento del pensamiento
en uno u otro sentido. Lev Vigotsky1.

El funcionamiento humano en un entorno cultural, mental y externo, toma su


forma de la caja de herramientas de los“recursos protéticos” de la cultura.
Somos una especie que usa herramientas y fabrica herramientas y
dependemos de ellas. Dada esa dependencia, parece absurdo estudiar los
procesos mentales humanos sin conexión con ellos, en un tanque de cristal, “in
vitro”. Cualquier cosa a la que recurramos como caso puro, libre de cultura e “in
vitro” para estudiar “lo básico” de un proceso mental siempre resultará ser una
elección dirigida por presupuestos teóricos” Jerome Bruner2.

1 Vigotsky, L. (1933/1934). Lenguaje y pensamiento. Su nombre es Liev Semiónovich Vuígotskij


que significa León Hijo-de-Simón Vuígotskij. El apellido ha sido traducido de diferentes formas
según las lenguas: Vigotski Vygotsky Vygotski Vigotsky.

2 Bruner, J. (1997). La educación, puerta de la cultura, p. 186. Madrid: Aprendizaje Visor.


1. Introducción

En este trabajo me propongo presentar algunas propuestas teóricas


recientes, y otras pioneras, que a través del trabajo de investigación científico,
enfrentaron, de diferentes maneras, uno de los problemas más resistentes de la
psicología: el dualismo ontológico de la actividad psicológica. La división mente-
cuerpo, heredada de la Modernidad, constituyó dos perspectivas irreductibles de
las ciencias: las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu, y penetró en
los inicios de la psicología generando debates acerca de la naturaleza de la mente
humana. También ella se manifiesta hoy no sólo en las ciencias sino en la vida
cotidiana, a tal punto que hemos naturalizado esta manera de concebir las
actividades psicológicas. Podemos apreciar esta escisión (Nuñez, 2008), por
ejemplo, en las pólizas de seguros que tratan de “enfermedades mentales” y
enfermedades somáticas” de manera diferente; también lo podemos observar en
la organización de los programas educativos y en las bibliotecas; en éstas
aparecen en un rincón las llamadas ciencias biológicas, y en otro, muchas veces a
gran distancia física, las ciencias humanas. Así olvidamos que esta división es una
producción histórica que hemos incorporado en el tejido mismo de nuestras
creencias.

El dualismo fue planteado por Descartes en el siglo XVII y determinó un


modo diferente para conocer el mundo y el cuerpo, por una parte, y el yo
pensante, por otra parte. El mundo extenso, y por lo tanto medible en sus
variaciones espacio-temporales, será estudiado por las ciencias naturales y la res
cogitans, pensante, quedará entrampada entre las ciencias naturales y las del
espíritu.

El debate se situaba entre estudiar el psiquismo humano con el marco


científico de la física y la biología, es decir, tratar a su objeto de estudio como un
objeto extenso al igual que los objetos de la naturaleza, buscar los mecanismos
que lo rigen y atribuir principios y leyes generales regidas por las leyes mecánicas,
desprovistas de intencionalidad, que dominan la naturaleza; o bien, alejarse de los
modelos hegemónicos, preservar las propiedades esenciales que hacen al
psiquismo humano, su intencionalidad y su subjetividad, y por lo tanto, correr el
riesgo de caer en un idealismo o en una psicología descriptiva.

Según Travieso García (2005) la explicación y abordaje de la escisión entre


las metodologías de las ciencias naturales y las de las ciencias sociales para el
estudio de los fenómenos mentales tuvo al menos tres aproximaciones: “el
reduccionismo fisicista que pretende la reducción del fenómeno humano a su base
física, la pansemiosis o redescripción de la ciencia desde la significación, y un
dualismo que considera que son disciplinas con objetos de estudio y métodos
diferentes, y que, por lo tanto, sitúa la psicología no ya al borde del precipicio sino
con un pie en cada lado mientras se abre la brecha” (p 3).

El desarrollo de las ciencias y tecnologías de la computación a mediados


del siglo XX brindó un modelo para la mente basado en un profundo dualismo
mente-cuerpo escindido del mundo. Sin embargo, para la década del setenta del
mismo siglo, científicos que trabajaban en áreas bien disímiles y aparentemente
desconectadas comenzaron a reunir evidencia empírica que respalda la idea de
psicólogos pioneros como Lev Vigotsky acerca de que la actividad psicológica
humana no puede estudiarse independientemente de sus relaciones con el cuerpo
y el mundo en su devenir histórico. En la actualidad, a través de un esfuerzo
multidisciplinario (Nuñez, 2008), se han podido obtener resultados que evidencian
la naturaleza social e histórica de la actividad mental humana; desde la
neurociencia y la psicología, hasta la antropología, la lingüística y la primatología
se quieren comprender las múltiples complejidades de las funciones psicológicas.

A continuación presentaré el enfoque pionero de la escuela histórico-


cultural; la fundación de la neuropsicología de Vigotsky y Luria, en tanto disciplina
psicológica dedicada a estudiar las relaciones entre las funciones del cerebro,
preservadas o alteradas, la cognición y el comportamiento; seguiré el desarrollo
del trabajo con el análisis que realiza Merlin Donald sobre la co-evolución del
cerebro y la cultura que permiten comprender las modificaciones funcionales del
cerebro en esa tensión evolutiva; continuaré con el análisis de la distribución
temporal, y no sólo espacial, de las funciones psicológicas siguiendo los aportes
de Michael Cole; también me detendré en la comprensión de los desarrollos de la
perspectiva de la Teoría de la Actividad tomando los trabajos de Yrjö Engeström
que sitúan el triángulo vigotskyano de la mediación en un modelo ampliado e
interrelacionado con otros sistemas de actividad; finalmente me referiré a los
últimos desarrollos de las ciencias cognitivas, el Embodied Mind o mente
encarnada, que se presenta como una alternativa integradora y superadora de los
reduccionismos en que se basaron los modelos del funcionamiento mental de las
primeras generaciones de investigadores cognitivos.
2. La perspectiva vigotskyana

Lev Vigotsky y su hija Gita

Lev Vigotsky (Orsha, Bielorrusia, 1896-1934) propone repensar las


confrontaciones estériles en que se encontraba la psicología de su época
denunciando la crisis de la psicología en 1927; advirtió que había que crear una
ciencia psicológica que se ocupara del estudio del hombre social y no del primate
superior, criticando las posturas que justificaban el abordaje fisiologista en
psicología a partir de la biología y la teoría de la evolución. Vigotsky aceptaba la
continuidad filogenética de nuestra especie pero destacaba la discontinuidad de
las formas superiores del psiquismo humano. Por ello afirmaba que las funciones
psicológicas superiores tienen un origen social basado en la mediación de
instrumentos culturales. Así, el ser humano no puede ser entendido si no
recurrimos, para su comprensión, al atravesamiento de su herencia filogenética
por su historia cultural en la ontogenia de su desarrollo. La importancia que otorga
Vigotsky a la conciencia humana, como forma superior del funcionamiento de la
materia, no puede comprenderse desde las psicologías reduccionistas; en la
siguiente cita de K. Marx3 que utiliza Vigotsky como epígrafe en una de sus obras
muestra la trascendencia de la mediación instrumental en la reorganización de las
funciones psicológicas superiores. Marx afirma:

“Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones de


un tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar,
por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero hay algo en que el
peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho
de que antes de ejecutar la construcción la proyecta en su cerebro. Al final
del proceso de trabajo brota un resultado que antes de comenzar el proceso
existía ya en la mente del obrero, es decir, un resultado que ya tenía
existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia
que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin,
fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al
que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no
constituye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando, además de
esforzar los órganos que trabajan, el obrero ha de aportar voluntad
consciente del fin que llamamos atención, atención que deberá ser tanto
mas reconcentrada cuanto menos atractivo sea el trabajo, por su carácter o
por su ejecución, para quien lo realiza, es decir, cuanto menos disfrute de él
el obrero como de un juego de sus fuerzas físicas y espirituales.

Los factores simples que intervienen en el proceso de trabajo son: la


actividad adecuada a un fin, o sea, el propio trabajo, su objeto y sus medios.

Marx, K., El capital

En el escrito donde pone esta cita, Vigotsky está interesado en mostrar la


importancia de integrar, en un enfoque convergente, el papel de la conciencia en
la psicología del comportamiento humano. Toda teoría psicológica que no dé
cuenta de la relevancia de la conciencia reflexiva en un abordaje monista es
incompleta señala Vigotsky. Reducir el estudio psicológico a sus expresiones
fisiológicas es hacer una psicología sin conciencia; la emergencia de la
conciencia es en la dialéctica materialista el salto cualitativo de la materia propio
de nuestra especie. Así, la psicología debe resolver el problema de la conciencia y
de lo inconsciente en la vida psíquica.

3 Nota de la autora: esta cita de Marx fue utilizada por Vigotsky como epígrafe en su escrito
(1925/1990): La conciencia como problema de la psicología del comportamiento. En Obras
escogidas. T. I. Madrid: Aprendizaje Visor.
Evolución biológica, historia cultural y desarrollo psicológico

Nuestra especie es la única que se constituye en una doble matriz:


biológica y cultural, a partir del particular entrelazamiento de la evolución biológica
y la historia cultural en la ontogenia de su desarrollo psicológico. Estas dos vías de
transmisión, la genética y la histórica, conforman su modo de vivir en la cultura
donde accede a su realización plena poniendo el problema del desarrollo de las
funciones psicológicas superiores en el centro de interés de toda psicología.

Sin embargo, el tratamiento del desarrollo no va a ser objeto de


investigación relevante en virtud del predominio de los principios universalistas,
ambientalistas, biologicistas no evolucionistas, y sobre todo, la particular idea
imperante acerca del concepto de infancia.

Para Vigotsky (1930/31) el problema fundamental del error de las


concepciones tradicionales del desarrollo de las funciones psicológicas radica en
el tratamiento unilateral del tema, en “la incapacidad de considerar los hechos del
desarrollo como hechos del desarrollo histórico [...] confundiendo lo natural y lo
cultural, lo natural y lo histórico, lo biológico y lo social” (p.12). Estudiar las
funciones psicológicas en su desarrollo implica comprender su “pre-historia
natural” como la “embriogénesis” de las formas superiores de la vida adulta. Afirma
Vigotsky (1930/31):

“el desconocimiento de la génesis de las funciones superiores conduce


inevitablemente a una concepción esencialmente metafísica: las formas de
la memoria, de la atención, del pensamiento, tanto superiores como
inferiores, coexisten entre sí, son independientes unas de otras, no guardan
ninguna relación genética, funcional o estructural, como si desde el principio
hubieran sido creadas en esa doble forma –opinión de los antecesores de
Charles Darwin sobre la existencia de las diversas especies animales-.
Semejante concepción cierra el paso a la investigación científica y a la
explicación de los procesos superiores, así como a la psicología general; en
la psicología contemporánea no sólo falta la historia del desarrollo, sino
también la teoría de la memoria lógica y la atención voluntaria.

El dualismo de lo inferior y lo superior, la división metafísica de la


psicología en dos niveles alcanza su cota máxima en la idea que divide la
psicología en dos ciencias separadas e independientes: psicología
fisiológica, de ciencias naturales, explicativa y causal, por una parte, y
comprensiva, descriptiva o teleológica, psicología del espíritu, como
fundamento de todas las ciencias humanas, por otra (p.19). 4”

Según Vigotsky (1930/31), el comportamiento adulto es el resultado de


dos procesos distintos del desarrollo psíquico; un proceso natural, “el
proceso biológico de evolución de las especies animales que condujo a la
aparición de la especie Homo Sapiens; y [...] un proceso de desarrollo
histórico gracias al cual el hombre primitivo se convierte en un ser
culturalizado. Ambos procesos, biológico y cultural, “están presentes por
separado en la filogénesis [...] En la ontogénesis aparecen unidos, forman,
de hecho, un proceso único, aunque complejo” (pp.29-30).

Vigotsky señala que la psicología de su época se ocupó de manera


separada, dividida, de estas dos líneas de desarrollo. Por este motivo considera
que debemos recurrir a la filogénesis, ésta no admite la unificación y la fusión de
ambas líneas; debemos recurrir a la filogénesis para desenredar el complejo nudo
que se ha formado en la psicología infantil. Quiere decir que comprender el
entrelazamiento particular que se realiza entre filogénesis y cultura, entre lo
natural y lo cultural en su devenir histórico, permitirá comprender el desarrollo de
las formas superiores de conducta en su desarrollo ontogenético.

De la ley biogenética a la teoría de la sociogénesis

Para Vigotsky el uso de los datos que aporta el estudio de la filogénesis no


implica su transferencia directa a la teoría de la ontogénesis aunque debemos
siempre tenerla en cuenta porque es un hecho central para distinguir con mayor
claridad ambas líneas por separado. Por ello Vigotsky 5 no estaba de acuerdo con
la Teoría de la recapitulación biológica -la teoría biogenética de Haeckel 6- ni las
versiones que penetraron en la psicología como la teoría de la selección de
Thordike o la teoría de la correspondencia de Claparède porque todas ellas no
discriminaban los ejes del desarrollo, biología y cultura, ni el papel de los medios
externos de regulación del comportamiento cultural.

En su escrito La ley biogenética en psicología y en pedagogía, publicado en


lengua rusa en 1927, Vigotsky afirma que según la ley biogenética de Haeckel la
ontogenia se entiende como repetición de la filogenia, como una recapitulación.

4 Nota de la autora: Vigotsky alude a los enfoques de Dilthey, Münsterberg, discípulo de


Wundt, y Husserl, principalmente.

5 Vigotsky, L. (1927/1991): La ley biogenética en psicología y en pedagogía, edición de 1927, vol


VI, Gran enciclopedia Soviética En Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.

6 Haeckel, E.: 1934-1919, zoólogo alemán que introdujo innovaciones en la teoría de Darwin.
Muchos psicólogos genéticos como Stanley Hall, Baldwin, W. Stern 7, fueron
influidos por esta teoría. Señala Vigotsky que Stern, siguiendo esta ley, distingue
en la infancia seis fases que corresponden a seis épocas de la filogénesis: en el
primer año de vida el niño está en la etapa de los mamíferos inferiores (predominio
de reflejos, de funciones inferiores); en el segundo semestre alcanza el nivel de
desarrollo de los mamíferos superiores, el de los monos (prensión, imitación); a
partir del segundo año, entra el niño en la era de la historia propiamente humana
(marcha erecta, habla) que recorre según los niveles de la cultura primitiva. Los
cinco años siguientes son los del juego y el cuento; el nivel de la antigüedad
corresponde a los primeros años escolares; el nivel del cristianismo corresponde a
los años de la escuela media; finalmente el nivel de la contemporaneidad
corresponde a la maduración sexual.

Al referirse a Hall8 y sus discípulos, indica Vigotsky que ellos descubren


vínculos mucho más antiguos en el desarrollo del niño; el agua nos atrae porque
procedemos de animales acuáticos y a la vez tememos por el pasaje en la serie
evolutiva de los animales acuáticos a los terrestres. Los movimientos automáticos
de las manos del lactante serían un eco de los movimientos natatorios de nuestros
antepasados que vivían en el agua. Hall se vale de la analogía directa con la ley
biogenética de Haeckel y considera el desarrollo del niño como un proceso
condicionado por causas hereditarias, cuyo curso está determinado por la línea
fundamental del desarrollo evolutivo es decir, una teoría de la recapitulación.

La teoría que sostiene Thordike, teoría de la selección, explica la presencia


de analogías entre el desarrollo del individuo y el desarrollo de la especie no por
recapitulación automática sino por la ley de recapitulación y por la acción de
similares causas que determinan uno u otro proceso. Para Thordike en la
filogénesis actúan dos factores fundamentales: la variación casual y la selección
de lo más útil, estos factores determinan la adquisición de tal o cual rasgo en la
ontogénesis. La aparición de ese rasgo en uno u otro plazo está igualmente
regulada por estos mismos factores: variación y selección.

7 Stern, William (1871-1938) filósofo y psicólogo alemán que estudió aspectos de la psicología
infantil y diferencial. Fundó la escuela personalista. El personalismo filosófico había sido creado por
F. Schleiermacher para oponer la fe en un dios personal al panteísmo. El personalismo de Stern
distingue entre personas y cosas: “el hecho fundamental del mundo no es la existencia de lo físico
y lo psíquico, sino las personas reales”. Su teoría de la convergencia afirmaba que en el desarrollo
convergen lo hereditario y lo aprendido y de este modo emerge una nueva totalidad cualitativa.

8 Hall, Stanley (EEUU, 1844-1924) fue uno de los creadores de la psicología norteamericana y
fundador de la psicología evolutiva y educacional. Relacionó la psicología con las teorías
importantes de su tiempo como las de Darwin y Freud. Trabajó con Wundt y von Helmholtz. Fundó
la American Psychological Association y fue su primer presidente.
La teoría que sostiene Claparède (1873-1940, escuela de Ginebra) -teoría
de la correspondencia- junto con otros investigadores como Koffka, Blonski y
Pável, explica el paralelismo en la onto y filogenesis por la semejanza de ambas
series, en cuya base se encuentra en realidad un mismo proceso de desarrollo
orgánico. Es por ello que en ambas series se puede esperar de antemano la
manifestación de rasgos similares, comunes a ambas series e inherentes a todo
proceso de desarrollo en el que exista una sucesión regular de etapas, desde las
formas primitivas, y generalizadas, hasta las complejas, y diferenciadas. La
correspondencia de ambas series está condicionada por la lógica inmanente del
proceso del desarrollo.

Los psicólogos soviéticos Zalkind, Kornílov, y Pinkevich parten del


condicionamiento social de la biología humana. Entienden que el
condicionamiento social es el factor fundamental y determinante del desarrollo del
niño, por lo tanto niegan la vinculación automática con el pasado de la humanidad
y también niegan la aplicación de la ley biogenética a la psicología. La teoría que
los representa es la teoría de la sociogénesis; ésta parte de la diferencia radical
entre las variaciones de la especie que se miden por millones de años, y que
precisamente por ello se graban ampliamente en el organismo y se repiten en el
desarrollo embrionario, y las variaciones de los seres humanos que se miden en
milenios, siglos y décadas, razón por lo cual no se fijan en el desarrollo
extrauterino del niño.

Para Vigotsky las teorías más consistentes y más justificadas, con material
empírico, son las teorías de la Correspondencia de Claparède y la teoría de la
Sociogénesis que sería deseable tratar de integrar.

La génesis de las funciones psicológicas superiores

En su libro Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores,


Vigotsky (1930/31) explica sintéticamente el proceso de desarrollo como sigue:

“La idea evolucionista aplicada a la psicología, está bastante bien


asimilada y se ha introducido hasta tal punto en la conciencia general que
más que explicarla basta con recordarla. Junto con la evolución de las
especies animales ha evolucionado también la conducta [...] Todavía
desconocemos, ciertamente, muchos hechos en la esfera de la psicología
comparativa; la ciencia desconoce numerosos eslabones de la cadena
evolutiva, en particular, los más próximos al hombre han desaparecido
parcialmente, se han desprendido de la cadena y en parte no fueron
suficientemente estudiados para que pudiéramos hacernos una idea
exhaustiva de todo el panorama del desarrollo biológico de la conducta. Sin
embargo, lo comprendemos en sus rasgos generales y últimamente, gracias
a los estudios de la actividad nerviosa superior por el método de los reflejos
condicionados y al descubrimiento de rudimentos de inteligencia y la
utilización de herramientas por monos antropoides, las raíces biológicas de
la conducta humana y sus premisas genéticas aparecen bajo una nueva y
más clara luz.

Más complicada es la otra línea en el desarrollo del comportamiento


humano que comienza allí donde termina la evolución biológica: la línea del
desarrollo histórico o cultural de la conducta, línea que corresponde a todo el
camino histórico de la humanidad, desde el hombre primitivo, semisalvaje,
hasta la cultura contemporánea.

[...] La diferencia principal, determinante, entre ese proceso (histórico) y


el evolutivo es la circunstancia de que el desarrollo de las funciones
psíquicas superiores transcurre sin que se modifique el tipo biológico del
hombre, mientras que el cambio 9 del tipo biológico es la base del tipo
evolutivo del desarrollo. [...] En el hombre, cuya adaptación al medio se
modifica por completo, destaca en primer lugar el desarrollo de sus órganos
artificiales –las herramientas- y no el cambio de sus propios órganos ni la
estructura de su cuerpo” (pp.31-32).

Vigotsky señala que esta tesis original plantea un desafío para la psicología
porque deben averiguarse las relaciones de dependencia entre los procesos
psíquicos superiores y la estructura y las funciones del sistema nervioso y en qué
sentido se puede concebir la modificación de las primeras sin la modificación de
las segundas. La teoría del sistema nervioso central de la época no permitió a
Vigotsky aclarar muchas de estas cuestiones y fue una de las causas de su
interés tardío por estudiar medicina (Rivière, 1985). Continúa Vigotsky:

[...] Sabemos que cada especie animal posee un tipo de conducta propio
y distintivo que corresponde a su estructura orgánica y a sus funciones.
Sabemos, por otra parte, que cada paso decisivo en el desarrollo biológico
del comportamiento coincide con los cambios en la estructura y las funciones
del sistema nervioso. Sabemos que el desarrollo del cerebro se realizaba, en
general, mediante la edificación de nuevos niveles sobre los antiguos y que,
por consiguiente, el cerebro antiguo en todos los animales inferiores tiene la
misma construcción, que cada nueva fase en el desarrollo de las funciones
psíquicas superiores coincide con la edificación de un nivel nuevo en el
sistema nervioso central. […] Sin embargo, no descubrimos en el tipo
9 Nota de la autora: Vigotsky se refiere a los cambios biológicos por mutaciones en la
evolución.
biológico del hombre primitivo ninguna diferencia esencial a la cual
pudiéramos atribuir las enormes diferencias existentes en su
comportamiento. […] Todas las investigaciones confirman esta tesis y
demuestran la no existencia de diferencias esenciales en el tipo biológico del
hombre primitivo que puedan condicionar las diferencias entre la conducta
del hombre primitivo y la del hombre culto.

[…] Volvemos a encontrarnos ante la cuestión anterior: ¿qué es el


desarrollo de las funciones psíquicas superiores sin la modificación del tipo
biológico? […] Según uno de los más profundos investigadores del
pensamiento primitivo10/11, la idea de las funciones psíquicas superiores no
pueden ser comprendidas sin un estudio sociológico, es decir, que ellas son
producto del desarrollo social de la conducta y no del biológico.

[...] Conectándola al problema que nos interesa, esta tesis implica que el
desarrollo de las funciones psíquicas superiores es un aspecto
importantísimo del desarrollo cultural del comportamiento” (p.34).

Vigotsky ve plenamente confirmada por la psicología étnica su tesis acerca


de la segunda línea de desarrollo, el dominio de los medios externos de la
conducta cultural y del pensamiento, o del desarrollo del lenguaje, del cálculo, de
la escritura, de la pintura, etc. Por ello deduce que:

[...] “la cultura origina formas especiales de conducta, modifica la


actividad de las funciones psíquicas, edifica nuevos niveles en el sistema del
comportamiento humano en desarrollo. Es un hecho fundamental y cada
página de la psicología del hombre primitivo que estudia el desarrollo
psicológico cultural en su forma pura, aislada, nos convence de ello. En el
proceso del desarrollo histórico, el hombre social modifica los modos y
procedimientos de su conducta, transforma sus inclinaciones naturales y
funciones, elabora y crea nuevas formas de comportamiento
específicamente culturales” (p.34).

[...] “Es difícil suponer de antemano que la sociedad no cree formas


supraorgánicas de conducta. Resulta improbable que el empleo de
herramientas, que se distingue esencialmente de la adaptación orgánica, no
10 Nota de la edición de Obras escogidas: Vigotsky se refiere probablemente a Levy-
Bruhl.

11 Nota de la autora: Lucien Levy-Bruhl era estudiante de Emile Durkheim; ambos


sostuvieron la primacía de la vida social en la creación de formas específicamente
humanas de conciencia. Se centraron en la mediación por símbolos culturales
compartidos.
conduzca a la formación de funciones nuevas, a un comportamiento nuevo.
Pero ese comportamiento nuevo, que ha surgido en el período histórico de la
humanidad y al que denominamos convencionalmente conducta superior
para diferenciarlo de las formas que se han desarrollado biológicamente, ha
de tener forzosamente un proceso de desarrollo propio y diferenciado, vías
y raíces.

Volvamos, pues, a la ontogénesis. En el desarrollo del niño están


presentes (aunque no repetidos) ambos tipos de desarrollo psíquico que, de
un modo separado, hallamos en la filogénesis: el desarrollo del
comportamiento biológico y el histórico, o el natural y el cultural. En la
ontogénesis, ambos tienen sus análogos (pero no paralelos). Este hecho
central y básico es el punto de partida de nuestro estudio: la diferenciación
de las dos líneas de desarrollo psíquico del niño, que corresponde a las dos
líneas del desarrollo filogenético de la conducta.

[...] cuando hablamos de las dos líneas de desarrollo infantil como


análogas a las líneas de la filogénesis, no aplicamos, ni muchos menos,
nuestra analogía a la estructura y al contenido de uno y otro proceso. La
limitamos exclusivamente a un solo momento: la existencia tanto en la
filogénesis como en la ontogénesis de dos líneas de desarrollo” (p.36)

Para Vigotsky, las dos líneas del desarrollo infantil forman parte de un solo
“proceso biológico-social de la personalidad del niño” que se produce a la par que
acontecen cambios dinámicos de carácter biológico aunque no anatómicos pues
considera que el tipo biológico del Homo Sapiens Sapiens ha llegado a su
estabilidad evolutiva orgánica.

En la ontogenia, los procesos de crecimiento y maduración orgánicos son


afectados por su inserción en la historia cultural y el desarrollo cultural adquiere
una propiedad que no se puede comparar con ningún otro tipo de desarrollo. Toma
de H. Jennings el concepto de sistema de actividad, que lo utiliza para referirse a
los sistemas de comportamiento animal condicionados por sus órganos y
organización biológica.

Las características biológicas definen las posibilidades conductuales de los


animales pero en nuestra especie, el sistema de actividad se complejiza
ilimitadamente por la mediación de las herramientas. El primer año de vida
muestra, según Vigotsky, el logro mayor: la utilización de herramientas. En el
desarrollo inicial asistimos al desarrollo conjunto de ambos sistemas de actividad,
natural y cultural, pero lo peculiar es que el niño sobrepasa el sistema de actividad
natural cuando este se encuentra en su etapa inicial de desarrollo. Vigotsky
afirma:

“El cerebro y las manos del niño, toda el área de los movimientos
naturales a su alcance no están todavía maduros cuando el niño sobrepasa
los límites de esa área. Un bebé de 6 meses es más desvalido que un
polluelo; a los 10 meses aún no sabe andar ni alimentarse por sí sólo; sin
embargo, durante esos meses es cuando el bebé pasa por la “edad del
chimpancé”12 y maneja por primera vez la herramienta. Es éste un ejemplo
evidente que nos permite comprender hasta qué punto está embrollado en
su totalidad el orden del desarrollo filogenético en la ontogénesis.

Mientras que en la evolución biológica del hombre domina el sistema


orgánico de actividad y en el desarrollo histórico, el sistema instrumental, y
mientras que, por consiguiente, en la filogénesis ambos sistemas existen por
separado y se desarrollan independientemente el uno del otro, vemos que
en la ontogénesis se unifican ambos planos del desarrollo. [...]

Un niño de 10 meses juega con el uso cultural del objeto y no sólo con sus propiedades senso-motrices

El desarrollo cultural del niño no se acaba en el dominio de los medios


instrumentales para Vigotsky; aún estamos en el cautiverio biológico ya que
Vigotsky ve que en el dominio progresivo de la conducta instrumental emerge una
nueva función: la significación que posibilita el desdoblamiento de la actividad,
ahora sobre ella misma. La posibilidad de que aparezcan funciones nuevas que
repliquen sobre el propio sujeto viene dada por la discriminación que hace
Vigotsky entre herramientas y signos.

12 Nota de la autora: expresión de Köhler para referirse a la analogía entre el


comportamiento del chimpancé y del niño del primer año de vida.
Herramientas y signos

La similitud entre signo y herramienta se basa en su función psicológica de


mediación común a ambos; y desde el punto de vista lógico ambos son
integrantes de la categoría más general de actividad mediadora. Sin embargo, no
son iguales por su significación y su importancia, ni por la función que realizan que
se diferencia en la relación genética y funcional. La herramienta y el signo son dos
vías divergentes de adaptación de la actividad mediadora. Con la herramienta el
hombre influye sobre el objeto de su actividad; está dirigida hacia fuera y provoca
cambios en el objeto; es el medio de la actividad exterior del hombre orientado a
modificar la naturaleza. El signo está orientado hacia adentro, es el medio de que
se vale el hombre para influir psicológicamente sobre su propia conducta o la de
los demás; es un medio para la actividad interior dirigida a dominar
psicológicamente al propio ser humano. El dominio de la naturaleza por medio de
herramientas está recíprocamente relacionado porque la trasformación de la
naturaleza por el hombre implica la transformación de su propia naturaleza pero
en la conducta mediada por signos es el propio hombre el que crea los nuevos
nexos reestructurando el sistema de actividad y poniendo al signo en el foco de
todo el proceso de comportamiento. Así, la reestructuración del comportamiento
adquiere una nueva significación: representa la dominación del propio proceso del
comportamiento.

Aquí aparece un tema que en época de Vigotsky consistía en recuperar los


interrogantes de la psicología descriptiva o idealista: la voluntad, la intención, el
interés. Vigotsky se pregunta cómo rebautizarlo, porque ese es el factor
fundamental para explicar como “reobran”13 los procesos psicológicos para devenir
en procesos autónomos y conscientes. Él afirma (1930/31) que junto al acto de la
intención o de la decisión es imprescindible promover a primer plano y con mucha
mayor energía el dominio de la conducta en relación con el problema dinámico-
causal de la voluntad dado que con el dominio de las propias funciones
psicológicas se pasa esencialmente al terreno de la psicología histórica humana.

La reorganización de las propias funciones opera modificando el propio tipo


y la orientación del desarrollo humano. Así el dominio de los procesos superiores
del desarrollo, como el pensamiento, la adquisición de conceptos, la memoria
lógica, las deducciones, etc., se deben considerar a partir de la intervención de la
voluntad y la conciencia.

Ley de doble formación de las funciones psicológicas superiores


13 Este verbo utilizado por Vigotsky muestra la profunda influencia del pensamiento de
Spinoza que a su vez lo toma de Hobbes. El término hace referencia al carácter activo y
sintetizador de la mens según Spinoza.
Todas las funciones psicológicas superiores que son sociales en su origen
tienen una doble formación, primero su dominio externo y luego el dominio del
propio proceso, ambos en los contextos sociales mediados por artefactos
culturales. Vigotsky denomina a esta tesis: La ley de la doble formación de los
procesos psicológicos superiores; él entendía que esta ley nunca podría haber
sido formulada por una psicología individualista, por una psicología que
desconociera la importancia estructurante de la historia en el desarrollo del
comportamiento humano.

Para Vigotsky (1930/31) no hay continuidad entre las funciones psíquicas


elementales (no mediadas por instrumentos) y las complejas operaciones
psicológicas mediadas por signos. Él entendía que en el desarrollo de la conducta
mediada se reorganizan las relaciones entre funciones psíquicas, haciendo
emerger, primero, el acto instrumental que no es continuación directa de las
formas de funcionamiento garantizadas por la biología, y luego la interiorización de
los actos que se han dominado en forma externa. Como consecuencia de este
proceso se domina de manera consciente y reflexiva la actividad psíquica.
Así la utilización de signos crea funciones nuevas aunque no crea nuevas
estructuras biológicas, nuevas anatomías cerebrales, y también modifica el curso y
dirección de los procesos psíquicos. Para estudiar este proceso es necesario
adoptar una metodología genética que dé cuenta de los cambios que se producen
en la construcción de esas funciones.

Para Vigotsky (1930/31) la nueva ciencia psicológica monista y materialista


dialéctica, debía construir una nueva unidad de análisis: las operaciones
psicofisiológicas. El estudio de estas operaciones permitiría dar cuenta de los
cambios en la regulación del comportamiento humano a partir de la mediación de
signos que crean nuevos nexos artificiales en el cerebro. En el proceso de
creación de estos nuevos nexos el ser humano pasa a transformar activamente no
sólo la naturaleza sino también su propio funcionamiento psíquico, pasa a
significar su comportamiento. La mediación con signos y con otros ser humanos
abre la posibilidad de que se creen estos nuevos nexos. En este punto Vigotsky
(1930/31) sitúa la emergencia del Principio de significación.

Las formas superiores de comportamiento humano son todas ellas


funciones sociales interiorizadas. Las contingencias del desarrollo están dadas por
la accesibilidad a distintos tipos de instrumentos culturales mediadores y las
condiciones históricas que propician o promueven formas culturales específicas.
3. Las dimensiones de análisis genético ampliado para el estudio de los
Procesos Psicológicos Superiores –PPS-

A continuación presentaré las dimensiones de análisis genético ampliado,


en continuidad con el pensamiento vigotskyano y en concordancia también con el
esquema ofrecido por Michael Cole (1996). M. Cole es un profundo conocedor de
la obra vigotskyana que ha realizado numerosas investigaciones y reelaborado
algunos tópicos de la teoría histórico-cultural.

Este modelo de análisis se considera genético ampliado porque plantea que


para estudiar los PPS es necesario recurrir a un enfoque que entienda que nuestra
biología (filogénesis) está particularmente modificada por nuestra historia cultural
de acuerdo con el pensamiento vigotskyano. La investigación psicológica debe
explicar el entrelazamiento de filogenia e historia cultural en la ontogenia del
desarrollo de los PPS y no sólo su descripción en el adulto, como tempranamente
lo señaló Vigotsky. Una psicología que quiera ser explicativa debe dar cuenta de la
construcción de los PPS y de las particulares vicisitudes que obran, y reobran
sobre el propio sujeto, según las formas de traccionamiento cultural y sus
mediaciones simbólicas.

Los desarrollos en la investigación psicológica han focalizado su trabajo en


diferentes dimensiones de análisis y no siempre se ha tenido en cuenta el papel
estructurante de la historia en el desarrollo de la propia especie. Así, no siempre
se han estudiado explícitamente los PPS considerando su doble matriz. Como
parte del legado dualista, aún no superado en la psicología, encontramos, en la
actualidad, cuerpos conceptuales convergentes y divergentes.

El enfoque genético ampliado para el estudio de los PPS considera cuatro


dimensiones interrelacionadas: la dimensión filogenética, la dimensión histórico-
cultural, la dimensión ontogenética y la dimensión microgenética.
DIMENSIONES DE ANÁLISIS GENÉTICO AMPLIADO
PARA EL ESTUDIO DE LOS PROCESOS PSICOLÓGICOS SUPERIORES

Dimensión filogenética

Dimensión histórico-cultural

Dimensión ontogenética

Dimensión microgenética

En los dominios microgenéticos encontramos un amplio desarrollo del


trabajo de los psicólogos cognitivos que, en el presente, se están alejando cada
vez más, en su mayoría aunque no todos, de los modelos mecanicistas del
procesamiento de la información para adoptar formas de interpretación de la
actividad psicológica de acuerdo con perspectivas más funcionales y sensibles a
los modelos culturales. Las investigaciones en este nivel permiten comprender
cómo se realizan los procesos psicológicos en la microgenia, es decir, en el mismo
momento en que ellos están siendo realizados. Nos permiten entender cómo se
realizan en dimensiones temporales que se miden en milisegundos.

La dimensión filogenética corresponde a la evolución de nuestra especie y


representa los rasgos seleccionados por dicha evolución por medio de mutaciones
que han fijado dichos cambios en nuestra biología. Las investigaciones en este
dominio son indirectas ya que se basan en estudios comparados con otras
especies y en el análisis de restos fósiles a partir de los cuales se pueden formular
hipótesis acerca de nuestra evolución. Los tiempos en que se basan estas
investigaciones trabajan en valores que se expresan en tiempos evolutivos de
millones de años.

La dimensión histórico-cultural opera por medio de la transmisión


generacional, es transmisión de la experiencia a través de la historia de la
humanidad. La experiencia de la humanidad se transmite no ya por experiencia
directa con las cosas, aunque puede incluirla, sino por la mediación con otros
seres humanos y/o los artefactos culturales. La herencia cultural humana se
caracteriza por ser un proceso de transmisión acumulativo (Tomasello, 2007). No
parece que exista ninguna otra especie que muestre evolución cultural
acumulativa. Imaginemos por un momento un desastre ecológico que llevara a la
desaparición de todos los adultos y sólo quedaran los niños. ¿Cómo sería su
cultura? ¿Quién les transmitiría los significados de los artefactos culturales?
Podemos suponer que ellos inventarían nuevas formas de cultura pero no habría
manera de recuperar la experiencia cultural de la historia de la humanidad.

M. Tomasello (2007) afirma que “Algunas tradiciones culturales acumulan las


modificaciones introducidas por diferentes individuos a lo largo del tiempo, con lo que se
vuelven más complejas y abarcan una gama más amplia de funciones adaptativas; a esto
se lo puede llamar evolución cultural acumulativa o efecto de trinquete” (pp. 53-54).
Tomasello realiza una descripción simplificada del modo en que actúa el efecto trinquete
para producir un artefacto con modificaciones acumulativas con el siguiente ejemplo (p.
54-55):

“[…] Los objetos que los seres humanos utilizan para martillar han
experimentado una importante evolución a través de la historia. Lo
demuestran, en el registro de artefactos, varias herramientas semejantes a
un martillo, las cuales fueron ampliando gradualmente su función al ser
modificadas una y otra vez para satisfacer nuevas exigencias, pasando de
simples piedras a una herramienta compuesta por una piedra atada a un
palo, y más tarde, a diversos tipos de martillos mecánicos […]. Aunque no
contamos con un registro detallado de artefactos comparable, es de
presumir que también algunas convenciones y rituales culturales (por
ejemplo, los lenguajes humanos y los rituales religiosos) se volvieron con el
tiempo más complejos, al ser modificados para satisfacer nuevas
necesidades comunicativas y sociales. Este proceso puede ser característico
de algunas culturas humanas más que de otras, o de algunos tipos de
actividades más que de otros, pero, al parecer, todas las culturas humanas
tienen al menos algunos artefactos producidos por el efecto de trinquete.
Aparentemente no hay conductas de otra especie animal, incluidos los
chimpancés, que muestren una evolución cultural acumulativa.”

Tomasello (2007) atribuye el hecho de acumular modificaciones a través del


tiempo a procesos de aprendizaje cultural especialmente eficaces; estos
aprendizajes son eficaces porque “se basan en una adaptación cognitiva
exclusivamente humana que permite a los seres humanos comprender que sus
semejantes son, como ellos, seres intencionales, lo cual crea formas de
aprendizaje social que actúan como un trinquete al preservar fielmente en el grupo
social las estrategias recientemente modificadas, hasta que otra innovación las
reemplace” (pp. 56-57). Un aprendizaje cultural inicial es la imitación, que
Tomasello diferencia de emulación. La imitación permite al niño capturar la
intencionalidad del movimiento del adulto, a diferencia de la emulación que sólo
reproduce el movimiento pero que no penetra en su intencionalidad. Estas formas
iniciales de aprendizaje cultural posibilitan el ingreso a las formas culturales de
interacción mediada con los adultos y los objetos y constituyen lo que Tomasello
(2007) denomina revolución copernicana del noveno mes.

De acuerdo con el modelo de análisis genético ampliado, la dimensión de


análisis filogenética y la historia cultural se entrelazan en la dimensión
ontogenética. Cada nuevo niño o niña, al nacer, se inserta en una historia cultural,
recibe un legado cultural de los padres o cuidadores, comienza a co-construir los
PPS en la interacción con los adultos y otros niños de acuerdo con la Ley de
Doble Formación de Vigotsky. Las investigaciones en esta dimensión trabajan en
tiempos que se miden en días, semanas, meses y años. Desde esta comprensión
de la ontogenia, el desarrollo humano es contingente de acuerdo con las
oportunidades sociales y culturales que se presenten. Podríamos pensar que si
bien compartimos una información genética la realización de la misma es diversa
en función de la variabilidad histórico-cultural.

4. Vigotsky: la fundación de la neuropsicología


Luria (el tercero de pie por la izquierda) y Vigotsky (el tercero de pie por la derecha)

La fundación de la neuropsicología clínica de Luria (Rusia, 1902-1977),


referente a la neuroanatomía funcional así como a la semiología de las lesiones y
disfunciones cerebrales que intenta explicar el funcionamiento de los procesos
psíquicos superiores, no puede comprenderse sin conocer las investigaciones que
realizaron de manera conjunta Vigotsky y Luria. Los tres principios en los que basa
Luria (1974) el funcionamiento del cerebro fueron elaborados de manera pionera
por Lev Vigotsky; ellos son: la génesis social de las funciones psicológicas
superiores, su estructura sistémica y su localización dinámica.

Vigotsky, en su escrito de 1925, La conciencia como problema de la


psicología del comportamiento14, asumía la correlación más fundamental de su
obra que fuera recuperada por Luria; la correlación entre sociogénesis y
biogénesis afirmando que la diferencia fundamental entre la conducta humana y el
comportamiento animal radica en la experiencia social e histórica y la duplicación
de la experiencia. Esta duplicación significa la posibilidad de imaginar
conscientemente (en la conciencia) el objetivo de la acción, actividad que fuera
destacada por Marx en El Capital y que Vigotsky cita como epígrafe al respecto de
la diferencia entre la actividad de una araña o abeja y un obrero.

Vigotsky dirige su atención al proceso de la palabra que de todos los


estímulos se diferencia su origen social que parte de la gente, se hacen muy
pronto reversibles para el sujeto y determinan su comportamiento de manera
distinta y me hacen iguales a los demás. Para Vigotsky la idea del doble era la
más cercana a la idea real de la conciencia: la dualidad de la conciencia. La base
del comportamiento social es la palabra hablada y oída. La conciencia del lenguaje
y la experiencia social aparecen a la vez y en forma paralela. El mecanismo de
conocimiento de uno mismo –autoconsciencia- y del otro es el mismo. Tenemos

14 Publicado en lengua española en 1991. Madrid: Aprendizaje Visor


conciencia de uno mismo porque la tenemos de los demás. Son una experiencia
duplicada.

Así entiende la conciencia, como una función compleja de la materia capaz


de un reflejo activo de lo real -el concepto de otrazenic de Lenin-, originada en una
actividad de transformación mediada de la materia, pero capaz de reorganizar a
un nivel superior todas las funciones dependientes.

Esta actividad doble, bidireccional, al mismo tiempo que construye la


actividad psíquica construye la cultura. Un proceso de interiorización y de
exteriorización articulado; reproducción cultural y producción de nuevas formas de
mediación cultural en el dominio de la propia actividad psicológica.

Después de haber llegado a la conclusión de que la conciencia es contacto


social con uno mismo, primera solución al problema del cerebro y la conciencia,
Vigotsky dirige su trabajo al papel del signo en la organización de la conducta
humana y a continuación siguió el estudio de la desintegración de las funciones
psicológicas (Akhutina, 2002). Vigotsky se interesó por el estudio de las lesiones
cerebrales e incluyó a Luria en este trabajo, abordando el estudio de las
alteraciones del lenguaje, afasias, y de los movimientos, enfermedad de
Parkinson, y otras alteraciones clínicas. Los resultados de estas investigaciones
se presentaron en su informe acerca de los Sistemas psicológicos15 presentado en
1930 en la Clínica de Enfermedades Mentales de la Primera Universidad Estatal
de Moscú.

En el informe mencionado Vigotsky presenta una sucesión de datos


experimentales concluyentes, que había preparado durante varios años, acerca de
las relaciones interfuncionales en el desarrollo y en particular en el desarrollo
histórico de la conducta afirmando que lo que cambia no son tanto las funciones
(que era lo que pensaban antes) sino las relaciones entre las funciones, con lo
cual aparecen nuevas relaciones que no existían antes. Por esto, cuando se pasa
de un nivel a otro del desarrollo, la diferencia esencial no es el cambio
intrafuncional sino el interfuncional. Llama sistema psicológico a la aparición de
estas nuevas y cambiantes relaciones en las que se sitúan las funciones.

De esta manera, Vigotsky formula uno de los principios fundamentales de la


neuropsicología (Akhutina, 2002): el principio de la organización sistémica de las
funciones psicológicas superiores. Y en este trabajo también discute el segundo
principio que es la génesis social de las funciones psicológicas superiores y el

15 Publicado en lengua rusa en 1982. Moscú: Padagóguika. Publicado en lengua española en


1991. Madrid: Aprendizaje Visor
papel de la interiorización. Estudiando el desarrollo de las funciones superiores en
los niños, Vigotsky llegó a la conclusión que cada forma superior de conducta, en
su desarrollo, aparece dos veces en escena, inicialmente como una forma
colectiva del comportamiento, como una función interpsicológica, y después como
una función intrapsicológica. Esta comprensión permitió descubrir los mecanismos
psicológicos concretos de la génesis social de las funciones psicológicas y
considerar sus consecuencias para el problema de la localización (Akhutina,
2002).

La reflexión sobre la idea de Piaget acerca de que la discusión externa


anticipa el diálogo interno lleva a Vigotsky a deducir que toda función psicológica
superior primero es un proceso psicológico compartido; un proceso se da en un
cerebro y otro proceso se da en el cerebro del otro con quien se discute . Con el
desarrollo del pensamiento conceptual las relaciones interfuncionales cambian y
Vigotsky se interroga sobre cuáles serían las bases fisiológicas de dichos cambios
en el cerebro intuyendo que corresponden a la participación compleja de todo el
aparato cerebral. A partir de los conocidos experimentos de reorganización de
movimientos en pacientes con enfermedad de Parkinson con ayuda de signos
externos (pisar hojas de papel para poder caminar), Vigotsky formula la hipótesis
de que el paciente establece la relación entre uno y otro punto del cerebro
actuando sobre sí mismo desde la parte periférica destacando el papel de las
formaciones extracerebrales en el desarrollo humano para la formación de los
sistemas psicológicos.

Así la formación de los sistemas psicológicos pasa por tres etapas, la


primera es la etapa interpsicológica, yo mando y usted ejecuta; la segunda es yo
comienzo a hablarme a mí mismo, y finalmente en la tercera etapa dos puntos del
cerebro que se excitan desde afuera obtienen la tendencia a actuar dentro de un
sistema único y se transforman en un punto intracortical. La primera etapa es
común al animal y al hombre y se corresponde al entrenamiento, la segunda etapa
ya corresponde al hombre y corresponde a esa experiencia duplicada de la que
hablaba Vigotsky; esta experiencia ahora ideativa, separada ya de las condiciones
reactivas inmediatas, se puede transformar, reconstruirse y reprogramarse, lo cual
sucede en la tercera etapa (Akhutina, 2002).

Según Akhutina (2002), en el escrito de Vigotsky sobre los sistemas


psicológicos encontramos formulados los dos primeros principios
neuropsicológicos que serán el fundamento de la neuropsicología de Luria, la
génesis social y la estructura sistémica de las funciones psicológicas superiores;
también se pueden encontrar indicios del principio de la localización dinámica de
las funciones cuando se refiere al área de desarrollo de las relaciones entre el
pensamiento y el habla que entiende que no hay una fórmula constante que
determine las relaciones entre ellos que sea útil para todas las fases del desarrollo
y formas de desintegración. En el capítulo siete de Pensamiento y Habla (1933/34)
plantea la idea de que los significados se desarrollan no sólo en la filogenia y la
ontogenia sino en la génesis actual, cuando los mismos pasan del habla externa a
la interna y viceversa, de la palabra al pensamiento y del pensamiento a la
palabra. Según Akhutina (2002), es en la zona de desarrollo próximo donde se
encuentra la formulación del principio de organización y localización dinámica de
las funciones psicológicas superiores

.En su último informe 193416, El problema del desarrollo y la desintegración


de las funciones psicológicas superiores, Vigotsky formuló el principio de la
localización cronogénica en el cual compara las consecuencias de un mismo
defecto funcional de agnosia visual o ceguera central en adultos y niños. De
acuerdo con sus estudios, Vigotsky sostiene que en el caso del adulto el defecto
conduce a alteraciones poco significativas y que sólo se limitan a la esfera visual
mientras que para el caso de los niños el defecto conduce a un desarrollo
insuficiente de todas las funciones psicológicas.

Respecto de las discusiones acerca del carácter innato de las funciones


psicológicas superiores (Akhutina, 2002), se puede apreciar que, de acuerdo con
las ideas planteadas por Vigotsky, las funciones específicamente humanas que se
adquieren en la experiencia social durante el proceso de su formación cambian su
estructura funcional, y, simultáneamente, cambian su dependencia de los
mecanismos biológicos innatos, determinándolos más tarde a ellos. Vigotsky
entiende que en el proceso de maduración del niño se cambia el tipo de relación
entre desarrollo y la enseñanza-aprendizaje. En el inicio el desarrollo determina la
enseñanza-aprendizaje, más tarde será a la inversa; la enseñanza-aprendizaje
determina los nuevos tipos específicos de actividad, las nuevas relaciones
funcionales y las nuevas operaciones.

Así, señala Vigotsky que la función específica de cada sistema psicológico


o interfuncional consiste en garantizar la realización de una forma productiva
nueva de actividad consciente, y en su tesis sobre la localización destaca que lo
básico en la función específica de cada centro superior es un modus operandi
nuevo de la conciencia.

16 Según Akhutina (2000) este informe se realizó el 28 de abril de 1934 en el Instituto de


Medicina Experimental al que fuera invitado a trabajar Vigotsky y su equipo por el Prof.
Graschnkov. En este mismo lugar el 9 de mayo comenzó una hemorragia que al mes
siguiente llevaría a Vigotsky a su muerte.
5. Las bases neuropsicológicas de la actividad psicológica según
Alexander R. Luria

Alexander Luria frente al Kremlin

Luria toma como problema principal la aplicación de los conocimientos


aportados por Vigotsky para la comprensión de la localización de las funciones
psicológicas superiores que sabe que implica enfrentar el problema de las
relaciones de las unidades funcionales y estructurales del cerebro. La
aproximación al problema siguió los principios formulados por Vigotsky, la génesis
social de las funciones psicológicas superiores, su estructura sistémica y su
localización dinámica; asimismo se dirigió a los estudios sobre evolución del
cerebro, y en particular la corteza cerebral.

Luria (1974) señala que el comportamiento humano tiene un carácter activo;


este no está determinado sólo por la experiencia pasada sino, y lo que es muy
importante, por los planes y deseos que representan el futuro. Así, el cerebro
humano es un instrumento poderoso que no sólo crea modelos de futuro sino que
también subordina la acción a ellos. Es por esto que el cerebro humano se
entiende como un sistema funcional altamente complejo y de construcción única.

La comprensión de las bases neuropsicológicas de la actividad psicológica


lo llevaron a replantear los conceptos de función, localización y de pérdida de
función o síntoma. Esta revisión fue necesaria para despejar problemas en la
historia misma de la investigación neurológica de corte predominantemente
localizacionista.

La segunda definición del concepto de función según Luria:


Tradicionalmente fue entendido como función de un tejido particular, así la
secreción de bilis es una función del hígado y la secreción de insulina es una
función del páncreas. Sin embargo para Luria esta definición no cubre todos los
usos del término función ya que cuando el término se utiliza como función
digestiva, respiratoria o de movimiento, esta actividad no remite a una simple
función de un tejido particular sino que da cuenta de un sistema funcional
completo que abarca muchos componentes de diferentes niveles; el concepto de
función como un completo sistema funcional es una segunda definición del término
función que es muy diferente de la primera que se entiende como funcionamiento
de un tejido particular. De acuerdo con Luria (1974) es “la presencia de una tarea
constante (invariable) ejecutada por mecanismos variables (variantes), que llevan
el proceso a un resultado constante (invariable) es una de las características
básicas que distinguen el trabajo de todo sistema funcional” La segunda
característica distintiva es la composición compleja del sistema funcional, que
incluye siempre una serie de impulsos aferentes (de ajuste) y eferentes
(efectores). (p.28). Luria (1974) considera que así como “los más complejos
procesos somáticos y autónomos están organizados como sistemas funcionales
de este tipo, este concepto puede ser aplicado con muchas más razón a
funciones complejas de la conducta (p.28). Ilustra esta idea con la función del
movimiento o locomoción expresando: “los movimientos de una persona
conducentes a cambiar su posición en el espacio, a golpear en un cierto punto, o a
ejecutar cierta acción nunca pueden tener lugar simplemente por medio de
impulsos eferentes, motores. Dado que el aparato locomotor con sus
articulaciones móviles por regla general tiene un número muy elevado de grados
de libertad y este número se multiplica a causa de los distintos grupos de
articulaciones que participan en el movimiento y cada estadio del movimiento
cambia el tono inicial de los músculos, el movimiento es en principio incontrolable
simplemente por los impulsos eferentes. Para que ocurra un movimiento debe
haber una constante corrección del movimiento inicial mediante impulsos
aferentes que dan información sobre la posición del miembro que se desplaza en
el espacio y del cambio del tono muscular, para que durante su transcurso pueda
efectuarse cualquier corrección necesaria. Sólo una estructura tan compleja del
proceso de locomoción puede satisfacer la condición fundamental del
mantenimiento del trabajo invariable, su ejecución por medios variables, y la
consecución resultante de un resultado constante en virtud de estos medios
dinámicos variables” (p.28).

La organización sistémica es propia de todos los actos conductuales,


señala Luria, tanto de los simples como de los complejos. “Todos los procesos
mentales tales como percepción, memorización, gnosis y praxis, lenguaje y
pensamiento, escritura, lectura y aritmética, no pueden ser considerados como
ʹfacultadesʹ aisladas ni tampoco indivisibles, que se pueden suponer ʹfunción ʹ
directa de limitados grupos de células o estar ʹlocalizadas ʹ en áreas particulares
del cerebro”. (p.29).

Asimismo, Luria considera que “dado el hecho de que todos esos procesos
psicológicos mencionados se formaron en un largo desarrollo histórico, que son
sociales en su origen y complejos y jerárquicos en su estructura, y que están todos
basados en un sistema complejo de métodos y medios, como lo ha demostrado el
trabajo del eminente psicólogo Vygotsky, […] implica que las formas
fundamentales de actividad consciente deben ser consideradas como sistemas
funcionales complejos; consecuentemente, el acercamiento básico a su
ʹlocalizaciónʹ en el cortex cerebral debe cambiar radicalmente” (p.29).

La localización dinámica de los procesos mentales superiores

La propuesta de Luria es entender que las funciones psicológicas


superiores no están localizadas en áreas limitadas del cerebro y con la
recuperación del concepto de Vigotsky acerca de la “organización extracortical de
las funciones mentales complejas” afirma que: “las formas superiores de los
procesos mentales […] se establecen a lo largo de la ontogenia. Inicialmente
consisten en una serie completa y extensa de movimientos manipulativos que
gradualmente se han condensado y han adquirido el carácter de ʹacciones
mentalesʹ internas (Vigotsky)” (p.30).

Continua destacando: “estas formas están basadas en una serie de


dispositivos externos, tales como el lenguaje, el sistema mediante cifras de contar,
formados en el proceso de la historia social, son mediatizas por ellos, y, en
general, no pueden concebirse sin su participación (Vigotsky); están siempre
conectadas con imágenes del mundo exterior en completa actividad, y su
concepción pierde todo su significado si se considera separada de este hecho.
Esta es la razón por la cual las funciones mentales, como sistemas funcionales
complejos, no pueden localizarse en zonas restringidas del cortex […] sino que
deben estar organizadas en sistemas de zonas que trabajan concertadamente,
cada una de las cuales ejerce su papel dentro del sistema funcional complejo, y
que pueden estar situadas en áreas completamente diferentes, y, a menudo, muy
distantes del cerebro” (p30)

Luria diferencia dos características de las formas de trabajo de las


funciones mentales complejas respecto de las más elementales basadas en ese
concepto sistémico de la localización en el cortex de dichas funciones; ellas son:
a) Las formas superiores de actividad consciente están basadas en ciertos
mecanismos externos, o artificiales, al cerebro (como el nudo de un pañuelo o la
escritura de palabras o frases para poder recordar; la utilización de tablas de
multiplicar para operaciones aritméticas) formados históricamente; y Luria destaca
que estos dispositivos externos “son elementos esenciales en el establecimiento
de conexiones funcionales entre partes individuales del cerebro, y que, gracias a
su ayuda, áreas del cerebro que antes eran independientes se vuelven
componentes de un sistema funcional único” (p.31). Continua diciendo: “las
medidas formadas históricamente para la organización del comportamiento
humano atan nuevos nudos en la actividad del cerebro humano, y es esta
presencia de nudos funcionales, […] lo que constituye una de las características
más importantes que distinguen la organización funcional del cerebro humano de
la del cerebro animal” (p.31).

b) “La segunda característica propia de la ʹlocalización ʹ de los procesos


superiores del cortex humano es que nunca permanece constante o estática, sino
que cambia esencialmente durante el desarrollo del niño y en los subsiguientes
períodos de aprendizaje” (Luria, 1974, p.31).

Para entender este cambio, Luria brinda como ejemplo la escritura que en
sus etapas iniciales, señala, depende de la memorización de la forma gráfica de
cada letra; con la práctica de esta actividad advierte que: “la estructura de este
proceso cambia radicalmente y la escritura se convierte en una única ʹmelodía
cinéticaʹ que ya nunca necesitará la memorización de la forma visual de cada letra
aislada ni de impulsos motores individuales para hacer cada letra” (1974, p.32).

c) Otra característica que señala Luria en total acuerdo con el trabajo de


investigación vigotskyano es que “durante la ontogenia no sólo cambia la
estructura de los procesos mentales superiores, sino también sus relaciones entre
sí, o, en otras palabras, su ʹorganización interfuncional ʹ. Mientras que en las
primeras etapas del desarrollo, una actividad mental compleja descansa sobre una
base más elemental y depende de una función ʹbasal ʹ, en periodos subsiguientes
del desarrollo, no sólo adquiere una estructura más compleja, sino que también
empieza a realizarse con la estrecha participación de formas de actividad
estructuralmente superiores” (1974, p.32).

Para comprender esta característica, Luria comenta, siguiendo la teoría de


la “localización dinámica” propuesta por Vigotsky, que el niño piensa en términos
de formas visuales de percepción y memoria, o, en otras palabras, piensa por
recopilación. Ya en la adolescencia y en la adultez, con la colaboración de
funciones de abstracción y generalización, los procesos psicológicos se convierten
en formas complejas de análisis lógico y síntesis, incluso procesos como la
percepción y la memoria, por lo cual la persona percibe o bien recopila mediante
la reflexión. Estos cambios de relaciones en la ontogenia guían los cambios de la
relación entre los sistemas del cortex. Por este motivo, aclara Luria que una lesión
cortical a edad temprana invariablemente producirá un desarrollo imperfecto de las
estructuras superpuestas a dicha zona afectada; mientras que en un adulto la
lesión en áreas inferiores no es tan importante y también señala que
“recíprocamente, una lesión de las áreas superiores conduce a la desintegración
de las funciones más elementales que ahora han adquirido una estructura
compleja y han empezado a depender íntimamente de las formas más altamente
organizadas de actividad” (1974, p.33).

De acuerdo con Luria, la teoría de la localización dinámica de las funciones


mentales superiores es uno de los aportes fundamentales de la ciencia psicológica
soviética; la misma fue formulada como una ley por Lev Vigotsky “que establece
que una lesión de una zona particular del cerebro en los primeros pasos de la
niñez tiene un efecto sistémico sobre las áreas corticales superiores superpuestas
a dicha zona, mientras que una lesión de la región en la vida adulta afecta a las
zonas inferiores del cortex, que ahora comienzan a depender de ellas.

La revisión radical de las ideas clásicas sobre la localización en el cortex


cerebral de los procesos psicológicos superiores en áreas limitadas del mismo da
paso a una concepción de la estructura sistémica de dichos procesos; este hecho
crea un nuevo programa de investigación dirigido a averiguar “qué grupos de
zonas de trabajo concertado del cerebro son responsables de la ejecución de la
actividad compleja; qué contribución aporta cada una de estas zonas al sistema
funcional complejo; y cómo cambia la relación entre estas partes de trabajo
concertado del cerebro en la realización de la actividad mental compleja, en las
distintas etapas del desarrollo” (1974, p.33).

Según Luria, esta manera de entender la organización cerebral de los


procesos psicológicos superiores, lleva a modificar la forma de trabajo práctico del
psicólogo pues este trabajo debe iniciarse con un estudio cuidadoso de la
estructura del proceso psicológico que se quiere investigar y la identificación de
aquellos componentes que puedan ser clasificados entre sistemas cerebrales
determinados.

Revisión del concepto de síntoma

En la concepción clásica de localización se entendió que una alteración o


pérdida de una función mental como el lenguaje, la escritura, la lectura, la praxis o
gnosis, u otros, se originaba en una parte cerebral. Con este supuesto, la
identificación del síntoma lleva a obtener información sobre la parte del cerebro
afectada.

Sin embargo, a partir de la concepción sistémica de localización y en el


entendimiento de la actividad mental como un sistema funcional complejo, que
comprende la participación de un grupo de áreas del cortex que trabajan
concertadamente, “una lesión de cada una de estas zonas puede conducir a la
desintegración de todo el sistema funcional, y de este modo el síntoma o pérdida
de una función particular no nos dice nada sobre su localización” (Luria, 1974,
p.34). […] Para poder progresar desde el establecimiento del síntoma hasta la
localización de la actividad mental correspondiente, queda mucho por hacer. Su
parte más importante es el detallado análisis psicológico de la estructura de la
enfermedad y la elucidación de las causas inmediatas del colapso del sistema
funcional, o, en otras palabras, una cualificación detallada del sistema observado”
(Luria, 1974, pp.34-35).
6. Las tres principales unidades funcionales del cerebro según A. Luria

Luria (1974) propone distinguir tres principales unidades funcionales del


cerebro que considera necesarias para toda actividad mental y en especial para su
actividad consciente; ellas son la unidad para regular el tono o la vigilia, la unidad
para obtener, procesar y almacenar la información que llega del mundo exterior, y
la unidad para programar, regular y verificar la actividad mental, ellas se
corresponden con tres zonas cerebrales que se disponen una sobre la otra: el
área primaria, que es de proyección, recibe impulsos de o los manda a la periferia;
la zona secundaria que es de proyección y asociación, donde la información que
se recibe es procesada o se preparan los programas; y la zona terciaria, de
superposición, que corresponden a los sistemas más nuevos filogenéticamente y
son responsables de las formas más elaboradas de actividad mental. Estas
unidades son de estructura jerárquica y trabajan concertadamente; sólo al estudiar
sus interacciones se puede obtener una comprensión de la naturaleza de los
mecanismos cerebrales de la actividad mental.

La primera unidad funcional incluye el sistema reticular (ubicado en el tallo


cerebral), ascendente y descendente, el diencéfalo y las regiones mediales del
cortex, desempeñando un papel importante en el control de la activación, sueño-
vigilia, y los mecanismos de arousal17; así las estructuras que mantienen regular el
tono cortical no se encuentran en el mismo cortex sino en el subcortex permitiendo
regular el mantenimiento de un nivel óptimo del tono cortical para la realización de
cualquier actividad organizada dirigida a una meta. Esta unidad, asegurando el
tono cortical óptimo, permite el funcionamiento regular del nivel de vigilia como
también la regulación de los procesos metabólicos que conducen al equilibrio
interno del organismo vinculado a los procesos digestivos y respiratorios. Otra
forma de activación es la alimenticia y sexual también llamada sistema conductual
innato o instintivo. Ésta es una primera forma de activación o activación vital. Otra
forma de activación corresponde al mantenimiento de un nivel de alerta
incrementado; en tanto que el entorno cambia constantemente, el cerebro recibe a
través de los sistemas sensoriales información de los estímulos que provienen del
mundo exterior. Pavlov llamaba reflejo de orientación a este mecanismo y Luria
destaca que este mecanismo está estrechamente unido a los mecanismos de
memoria y sólo por este vínculo la comparación de estímulos nuevos y viejos es
posible.

17 Arousal es una activación general fisiológica y psicológica del organismo, que varía en un
continuo que va desde el sueño profundo hasta la excitación intensa. Gould, D. & Krane, V. 1992.
The arousal-athletic performance relationship: Current status and future directions. En T.S. Horn
(Ed.), Advances in sport psychology (pp. 119-142). Champaign, IL: Human Kinetics.
La tercera fuente de activación, y la más interesante según Luria, proviene
no ya de un flujo directo de información del mundo exterior o de procesos
metabólicos, sino que proviene de las actividades humanas dirigidas a una meta.
Señala Luria que es erróneo entender la aparición de intenciones y elaboración de
metas como un acto puramente intelectual, y por lo tanto cortical sino que
participan en la actividad dirigida a una meta sistemas subcorticales de esta
unidad; en la actividad dirigida a un fin se evocan por intenciones y planes que se
forman durante la vida consciente del hombre con intervención del lenguaje y que
son sociales en su motivación, programas de acción conducentes a una cierta
meta. Cuando la meta es lograda desciende o se detiene la actividad. Concluye
Luria que los mecanismos responsables de la organización de las formas
superiores de la organización de la actividad responden al principio de
organización vertical de construcción de sistemas funcionales del cerebro y por lo
tanto los patrones de activación del cortex reciben su energía de la formación
reticular del subcortex.

De lo expuesto puede apreciarse que la principal función de esta unidad no


es en sí misma la comunicación con el mundo exterior ni la formación de
intenciones, metas, planes o programas de conducta complejos sino la regulación
del estado general, la modificación del tono y el control sobre la inclinaciones y
emociones (Luria, 1974). La lesión de estas zonas conduce a alteraciones
generales que corresponden a “un definido apagamiento del tono, tendencia hacia
un estado akinético y tendencia a fatigarse rápidamente” (Luria, 1974, p.61); a
diferencia de pacientes con lesiones en el lóbulo frontal, pacientes con lesiones en
esta unidad nunca presentan indiferencia emocional o euforia. Las alteraciones
específicas son las alteraciones de conciencia y los defectos de memoria.

La segunda unidad funcional es la de recepción, análisis y almacenamiento


de la información, la cual se localiza en las regiones laterales del neocortex
ocupando sus zonas posteriores que incluyen las zonas visuales (lóbulo occipital),
auditivas (lóbulo temporal) y sensorial general cenestésico (lóbulo parietal). Su
estructura histológica no consiste en una red neuronal continua que trabaja con el
principio de cambios graduales como la primera unidad, sino que ésta unidad
consiste en neuronas aisladas (con distintas características histológicas) que
trabajan con el principio de todo o nada, recibiendo impulsos discretos y
enviándolos a otros grupos de neuronas. Funcionalmente, los sistemas de esta
unidad están adaptados a la recepción de estímulos desde los receptores
periféricos hacia el cerebro, a su análisis y síntesis en sistemas funcionales
completos. De lo expresado se desprende que esta unidad posee una alta
especificidad modal, ya que sus partes componentes están adaptadas a recibir y
procesar información visual, auditiva, vestibular, olfativa, gustativa, o sensorial
general. También presenta células que poseen propiedades multimodales que
responden a varios tipos de estímulos y células que no responden a ningún tipo de
estímulo específico que intervienen en el mantenimiento del tono no específico en
proporción muy pequeña.

La actividad gnóstica de cualquier objeto es un proceso complejo; la


percepción nunca responde a una sola modalidad (visión, audición, tacto, etc.)
sino que es el resultado de una actividad polimodal y que por lo tanto debe
basarse en el trabajo concertado de una sistema completo de zonas corticales,
señala Luria (1974). Así la información proveniente de la periferia se procesa a
nivel simbólico en operaciones con significados verbales, en estructuras
gramaticales y lógicas complejas, con sistemas de números y relaciones
abstractas. De esta forma se convierte la percepción directa en pensamiento
abstracto y memoria de la experiencia organizada.

El trabajo de esta unidad, y también la tercera unidad, se organiza según


tres leyes básicas, la ley de la estructura jerárquica de las zonas corticales por lo
cual las zonas primarias, secundarias y terciarias que integran esta unidad
producen síntesis cada vez más complejas de la información que reciben. Las
relaciones entre estas tres áreas varían en la ontogenia.

La segunda ley es la de especificidad decreciente de las zonas corticales


jerárquicamente organizadas; esto se entiende pues las áreas primarias, visuales
y auditivas, son modales mientras que las áreas secundarias, superpuestas a
ellas, son menos modales y multimodales (más inespecíficas). Esta propiedad
modal es muy menor aún en las zonas terciarias. Luria señala que esta propiedad
decreciente de la modalidad sensorial de las zonas secundarias y terciarias
permite ejercer a las mismas un papel organizador e integrador de la información
que procesan.

La tercera y última ley es la de lateralización progresiva de funciones;


comienza a actuar a partir de las áreas secundarias, de asociación, y terciarias, de
codificación con ayuda del lenguaje. El hemisferio izquierdo, en personas diestras,
es dominante y es el que empieza a asumir las funciones del lenguaje. Esta
lateralización es una característica única del cerebro humano, no encontrándose
en el de los animales. Luria advierte que la dominancia hemisférica es sólo relativa
ya que se ha demostrado que sólo una cuarta parte de las personas son
completamente diestras.

La tercera unidad la constituye el bloque de programación, regulación y


verificación de la actividad mental para su actividad consciente. El ser humano no
reacciona pasivamente al medio sino que lo propio de la especie es la creación de
planes y programas de acciones, la regulación de su conducta para que cumpla
dichos planes y programas de acción, y su verificación consciente comparando los
efectos de sus acciones con las intenciones originales para poder corregir
cualquier desvío de las mismas (feedback). Ya en los simples actos reflejos
existen sistemas de retroalimentación pero son aún más necesarios en la actividad
consciente compleja por lo cual existen sistemas neuronales especiales que
conforman esta tercera unidad funcional del cerebro. (Luria 1974).

Las estructuras responsables están ubicadas en la parte anterior del


cerebro, por delante de la cisura central (de Rolando), los lóbulos frontales (en
especial las zonas prefrontales); estas últimas tienen un sistema muy rico de
conexiones con todas las partes del cerebro, en particular con el sistema límbico y
la primera unidad funcional (que cargan a esta zona con el tono energético
adecuado), y ejercen un papel decisivo en la elaboración de intenciones y
programas de acción, y en la regulación y verificación de las formas más
complejas de conducta humana. Las regiones prefrontales maduran muy
lentamente en la ontogenia y recién están preparadas para la acción entre los
cuatro y siete años, ocupando en el adulto la cuarta parte del cortex; ellas
constituyen, en palabras de Luria, una superestructura sobre todas las demás
partes del cortex cerebral.

El papel del cortex prefrontal es de fundamental importancia para la


organización de planes de acción respecto de estímulos presentes, también, para
la elaboración de una conducta activa dirigida hacia el futuro y finalmente, de
acuerdo con Anokhin (cit. en Luria, 1974, p.91) la función de regulación y
verificación de la conducta que opera como un proceso sobre el mismo cerebro, o
feedback, llamado anillo reflejo o círculo reflejo, que permite percatarse del efecto
de la acción realizada y ajustar o corregir cualquier cambio respecto del plan
inicial.

La regulación consciente de la actividad humana se realiza principalmente


por medio del lenguaje participando el cortex frontal en la generación de procesos
de activación que acompañan dichas actividades.

La actividad concertada de las tres unidades

Las tres unidades presentadas trabajan concertadamente, y según Luria,


sólo al estudiar sus interacciones, cuando cada unidad realiza su aporte
específico, se puede comprender la naturaleza de los mecanismos cerebrales de
la actividad mental.
Luria (1974) ejemplifica esta actividad concertada analizando la percepción
y el movimiento voluntario. En el primer caso, afirma Luria que sería un error
suponer que los procesos de sensación y percepción son procesos pasivos; en la
percepción de objetos intervienen grupos combinados de analizadores sensoriales
que incorporan componentes motores activos como es el caso de los movimientos
oculares en la percepción visual. El ojo estacionario no es capaz de la percepción
estable de objetos complejos, como lo demostrara Sechenov (cit. en Luria, 1974,
p.98), la percepción visual siempre implica el trabajo de los movimientos oculares
para la búsqueda activa de información en el ambiente. En este proceso la primera
unidad funcional aporta el tono necesario para la actividad, la segunda unidad
analiza y sintetiza la información recibida, y la tercera unidad realiza los
movimientos controlados de búsqueda que da a la percepción su carácter activo.

Lo mismo acontece para el caso del movimiento voluntario o acción pues


Bernstein (cit. en Luria, 1974, p.99) demostró que el movimiento no puede ser
controlado sólo por impulsos eferentes sino que requiere de una retroalimentación
que informa sobre el estado de los tendones y músculos.

Esta manera de entender el funcionamiento cerebral define el método de la


neuropsicología de Luria que marca sus diferencias con la neuropsicología
americana. Fiel al trabajo clínico, Luria prefirió en análisis exhaustivo de las
funciones perturbadas para así entender qué trastorno existe y qué zona funcional
está afectada. La utilización de pruebas diagnósticas sólo fueron medios auxiliares
que guiaron la comprensión de la afección o lesión, siempre acompañados del
examen minucioso del paciente; es por esto que la metodología clínica de Luria se
la entiende como un análisis cualitativo de las funciones psicológicas. Esta
modalidad de trabajo puede apreciarse en el estudio de sus pacientes que siguió
por muchos años y que dieron lugar a la publicación de varios libros en los que se
ocupaba de describir con gran detalle los rasgos personales de una única persona
desde un punto de vista psicológico, como el caso de un paciente, S. V.
Shereshevski, un hombre dotado de una gran memoria, pero que tuvo que
aprender a olvidar, publicado bajo el nombre El pequeño libro de una gran
memoria (1972); también cabe mencionar la publicación El hombre con su mundo
destrozado (1968) que refiere el trabajo con un paciente, Zasetsky (en la foto se
ve a Zasetsky y Luria), que fuera herido por una bala en su cerebro, el lóbulo
parietal izquierdo, y que Luria estudia por más de treinta años.
Luria prefirió la realización de estudios personalizados,
inspirado en las descripciones de los grandes médicos del
Siglo XIX como, Jacques Lordat, Armand Trousseau, Pierre
Marie, Jean Martin Charcot, Carl Wernicke, Serguei
Sergeevich Korsakov, Henry Head, Adolf Meyer, entre otros,
cuando no existían los métodos de laboratorio auxiliares;
también se interesó por S. Freud y C. Jung en su búsqueda
de una teoría unificada de la conducta, los conflictos
emocionales y la asociación libre. Luria confiesa en su
autobiografía que intentó seguir el método psicoanalítico en
la investigación clínica de sus pacientes y prueba de ello fueron sus descripciones
pormenorizadas, durante muchos años, de las afecciones y los tratamientos
aplicados para su alivio (Cole, 1997).

Mediante estas aproximaciones, considerada por él como una ciencia


romántica por huir de la reducción de los hechos concretos a meros conceptos
abstractos ignorando el todo vivo, pretendía recuperar la importancia de la
observación y la descripción clínica. Así afirmó: “No pretendo negar ni
menospreciar el papel de las ayudas instrumentales en medicina. Pero tiendo a
rechazar intensamente la situación en la que todos estos medios auxiliares se
convierten en decisivos, invirtiéndose el papel de servidores del pensamiento
clínico, de modo que éste sigue los datos instrumentales como un esclavo a su
amo” (Luria, 1979, p.155). En su libro de 1979, Mirando hacia atrás, expresa su
deseo de escribir más libros con este enfoque romántico, destacando la dificultad
de encontrar personas con rasgos tan distintivos y por el hecho de requerir un
seguimiento de éstos durante un largo periodo de tiempo.
Su muerte en 1977 le impidió cumplir su deseo.
7. La co-evolución del cerebro y la cultura según Merlin Donald

El psicólogo evolutivo M. Donald 18 ha publicado un trabajo, Origins of the


Modern Mind: Three Stages in the Evolution of Culture and Cognition (1999) en el
cual realiza un estudio acerca de la evolución filogenética de los sistemas
cognitivos y las formas culturales. La idea de la filogénesis cultural la construye
bajo el modelo de las capas superpuestas del desarrollo del cerebro, como capas
geológicas, que se han ido adicionando y entrelazando con las formaciones más
nuevas, de modo que en la actualidad esta evolución se haya presente en los
complejos sistemas sociales formando una trama de “conocimientos” distribuidos.

Donald se plantea el siguiente interrogante, al igual que lo hizo Vigotsky en


sus comienzos, [...] “si los seres humanos actuales pueden hacer aeronaves,
refinerías de petróleo, armas nucleares, rascacielos, filosofías complejas y
sistemas de leyes, y dado el hecho de que nosotros somos las mismas criaturas
que habitaron las cuevas y vivieron en pequeños grupos, en la pobreza absoluta,
no hace muchos años atrás, (para la filogenia) es un misterio cómo hemos llegado
a ser y hacer lo que somos y hacemos. [...] No hay razón para pensar que
nosotros somos más sabios, desde el punto de vista de la capacidad cerebral, que
hace cincuenta mil años. Pero de algún modo nuestra simbiosis de cerebro y
cultura ha ganado un ímpetu propio, y nosotros hemos llegado a ser más sabios,
no como individuos, pero sí como una colectividad. La respuesta que propone

18 Merlin Donald es Profesor en el Departamento de Psicología de la Facultad de


Educación, Universidad de Queen Kingston, Ontario, Canadá. Es un neurocientífico
cognitivo.
Donald es que diversos factores han convergido formando sistemas cognitivos
distribuidos; éstos se han ido incrustando en las costumbres y tradiciones
distribuyéndose en la sociedad.

Donald explica este complejo proceso en tres transiciones sucesivas e


inclusivas que evolucionaron en la dirección de una adaptación para la cultura, y
en las cuales los procesos simbólicos emergieron de la relación entre cerebros. La
primera transición es la mimesis; consistió en el primer paso que tomaron los
homínidos para evolucionar hacia comunidades cognitivas. Si bien nuestros
ancestros carecían de lengua y de símbolos externos, ellos se organizaron en
comunidades comunicándose por medio de la mímica, gestos, dramatización, e
imitación. A pesar de carecer de pensamiento formal, pudieron desarrollar mini-
industrias para la fabricación de herramientas; poseían una organización social
muy estable, como lo demuestra el hecho de tener lugares estables para vivir y el
mantenimiento del fuego. Para Donald la mimesis permitió el surgimiento de las
comunidades cognitivas humanas, dando lugar al desarrollo de habilidades más
refinadas y la aparición de redes informales de conocimiento. En la actualidad, la
mimesis es el reino dominado por el actor corporativo, el líder tribal natural quien
puede usar imagen y gesto para conducir. Este tipo de producción cultural está
marcada por expresiones directas de emoción, así como también el control y la
supresión de la emoción. En las ingeniosas exhibiciones públicas predominan los
sentimientos colectivos. Esta etapa cultural ha posibilitado el compromiso estrecho
entre las personas.

Según Donald (1991), los homínidos eran muy hábiles para percibir y
recordar las variaciones estimulares del ambiente. Sin embargo, no ejercían un
control voluntario sobre su memoria como para poder recuperar sus experiencias
fácilmente; al no funcionar aún la memoria episódica, que permite la
reorganización de la experiencia almacenada en tramas secuenciales y
narrativas, sólo disponían de los sistemas de memoria biológicos. El avance clave
en la evolución de la línea homo lo constituyó la posibilidad de desarrollar la
capacidad para despegarse de los estímulos externos, y por lo tanto modificar las
conductas reactivas; el primer nivel de evolución que diferenció al homo sapiens
de las otras variedades homo fue el surgimiento de los sistemas simbólicos, el
lenguaje y la capacidad de recuperar voluntariamente las entradas de memoria.

Así, la siguiente transición que se articula con la anterior es la cultura


mítica oral cuya jerarquía evolutiva consiste en la tradición oral generada a partir
del lenguaje, creada entre setenta y cinco mil y cien mil años. Permitió la
emergencia de la memoria cultural narrativa -leyendas, mitos, relatos y cuentos-
por acumulación compartida de las historias contadas sobre el pasado; esta forma
de historia, contada, es la principal fuerza de constitución de las instituciones
teoréticas como las religiones. Estas instituciones proveen significaciones para la
organización de la identidad, los principios morales, los criterios de autoridad y la
identificación de los grupos humanos; el poder institucionalizador de estos
sistemas religiosos e ideológicos fue potenciando el surgimiento de los grandes
imperios como los del Islam, India, y China; a los que agrega Donald los del
Londres moderno y Nueva York. Las tradiciones narrativas proveen roles,
modelos, héroes, e ideales sociales, para dirigir las mentes, no solamente de
poetas y artistas, sino también de emperadores y soldados. Así las historias
contadas son todavía las únicas formas universales accesibles de pensamiento
humano que movilizan a las personas a emprender proyectos e intentar casi
cualquier cosa, afirma Donald.

En esta transición nuestros antepasados sapiens pudieron controlar su


actividad cognitiva, recuperar voluntariamente la experiencia almacenada e
independizarse de las claves estimulares del ambiente, haciendo uso de un
lenguaje verbal que les permitió organizar la experiencia en relatos orales y mitos.

En nuestra evolución hemos sufrido un profundo proceso de enculturación y


a través de él hemos accedido a formas complejas de cognición y cultura que son
los dos lados de un mismo proceso, por una parte se refleja la organización de la
cognición individual y por la otra parte se refleja la cognición cultural distribuida.

La explotación exitosa de las capacidades simbólicas se acumuló en un


periodo de miles de años dando lugar a la tercera transición que corresponde a la
cultura teorética o tecnología simbólica externa. La característica más destacada
de esta etapa es que se basa en una estructura institucional que demanda un
nivel muy alto de alfabetización simbólica, que, en su definición más amplia,
incluye todas las habilidades mentales pertinentes al uso efectivo de sistemas
simbólicos formales como disciplinas científicas y sistemas filosóficos que se
conservan en forma permanente en diversos medios externos de memoria.

La invención de símbolos externos, como la escritura y el álgebra, implicó


una modificación radical del modelo de cognición prehistórico al permitir que las
ideas existan independientemente del cerebro superando las limitaciones
impuestas por la biología, el tiempo, y el espacio. El poder de las tecnologías
simbólicas posibilitó examinar las ideas fuera del contexto de producción de las
mismas y de sus creadores cambiando así los modelos colectivos de la cognición
humana. Esta fue una de las innovaciones más importantes en la historia humana
que hizo surgir industrias enteras, como un almacén cultural -libros, museos,
instrumentos de medición, calendarios y computadoras- diseñados
específicamente para ayudarnos a pensar, recordar y representar la realidad.
Estos dispositivos externos se han ido desarrollando durante miles de años
entretejiéndose con las habilidades de pensamiento letrado cambiando de este
modo la organización funcional de los sistemas cognitivos que ahora se
desempeña como un sistema de cognición distribuida.

Donald sostiene que la mera invención de símbolos permanentes externos


no es suficiente para producir cambios a nivel social masivo como se puede
apreciar, por ejemplo, con la escritura que fue inventada hace seis mil años y, sin
embargo, su poder como tecnología simbólica externa comenzó con la cultura
letrada. Para que se produzca una transformación masiva es necesario, según
Donald, que la mediación sea un fenómeno colectivo y que la sociedad cuente con
las habilidades cognitivas adecuadas para poder usar esos dispositivos o bien se
instruya en esa dirección.

La creación de sistemas simbólicos de almacenamiento externo y su


recuperación voluntaria permitió al homo sapiens ampliar su memoria de trabajo
mediante invenciones viso-simbólicas como la pintura y la escritura dando lugar a
una nueva arquitectura de los sistemas de memoria. Según Donald, las funciones
de la memoria de trabajo han cambiado debido al uso masivo de dispositivos
externos de memoria. Desde el punto de vista de la evolución, la memoria oral y
las imágenes visuales han sido objeto de un proceso de trueque con los
dispositivos de memoria externos, tales como la escritura alfabética entre otros.
8. Los desarrollos de Michael Cole y el Laboratorio de Cognición
Humana Comparada

Michael Cole (1938-, EE.UU.) estudió psicología en la Universidad de


California doctorándose en 1962. En este mismo año viajó a Moscú para estudiar
psicología fundando el Laboratorio de Cognición Humana Comparada en 1978 en
la Universidad de California, San Diego 19. Un mes después de haber obtenido su
título de doctorado en teoría del aprendizaje matemático se dirige a Moscú para
realizar estudios post-doctorales; el interés por este viaje se inició a partir de la
lectura de un artículo de A. Luria y O. S. Vinogradova sobre reflejos semánticos.
Como Cole mismo señala (1997), nunca había oído hablar de la psicología
histórico-cultural ni del análisis de la crisis de la psicología que realizaron tanto
Vigotsky como Luria pero este encuentro cambió totalmente sus pensamientos
acerca de la psicología, aunque su comprensión de dicha psicología se fue dando
muy lentamente. A su regreso de Moscú, Cole se convirtió en traductor y editor de
publicaciones de psicología soviética por iniciativa de A. Luria.

El acontecimiento que implicó un compromiso serio con los principios de la


escuela de psicología soviética y en especial con Luria, su maestro, se dio cuando

19 Los miembros de este laboratorio se proponen investigar qué factores llevan a las diferencias
entre los seres humanos como punto de partida para la comprensión de sus procesos mentales.
Utilizan un enfoque ecológico, renuentes a las técnicas psicométricas, estudiando los sistemas de
mediación en una amplia gama de actividades sociales y países, a partir de diversas metodologías,
como la observación participante, la etnografía, la experimentación y el análisis del discurso.
fue enviado a investigar las dificultades en el aprendizaje de las matemáticas en la
escuela de los niños liberianos en las zonas rurales de Liberia en 1963. En este
trabajo de investigación intercultural, Cole (1997) asumió como fundamento de
partida que las personas desarrollan habilidades cognitivas de alto nivel en
ámbitos de la vida que exigen que lo hagan. Por este motivo, Cole adoptó un
enfoque metodológico interdisciplinario para tratar de identificar las actividades
cotidianas locales mediadas por las matemáticas y averiguar cómo ellas fueron
modeladas en la historia social de la comunidad. De este modo buscó cumplir el
objetivo del trabajo que fue el de reorganizar la enseñanza de las matemáticas
pero teniendo en cuenta el conocimiento local.

Un descubrimiento importante obtuvo Cole (1997) y su equipo de este


trabajo; comprendieron que las pruebas que aplicaban en un comienzo a los niños
respondían a parámetros de evaluación con criterios escolares y por ello los niños
obtenían bajos puntajes. Sin embargo, a partir de la nueva metodología que
aplicaron después advirtieron que los niños eran muy inteligentes en la resolución
de los problemas vinculados con las matemáticas en la vida cotidiana. Los datos
de las pruebas psicológicas estaban en contradicción con los estudios de las
interacciones cotidianas mediadas por instrumentos matemáticos. Además
descubrieron que cuando modificaban los procedimientos experimentales, también
se modificaba el rendimiento de la gente en las pruebas.

Así comprendieron que muchas conclusiones de estudios transculturales


acerca de diferencias de habilidades entre distintas culturas sólo revelaba la
limitación de los instrumentos de evaluación. A partir de la experiencia recogida en
Liberia volvió a Moscú en 1966 para que A. Luria le explicara la investigación que
hizo con Vigotsky en Asia Central en 1930-1931. Se interiorizó no sólo de la
investigación sino, y esto fue lo más importante, de sus fundamentos teóricos que
le permitieron reiniciar la investigación de Liberia en 1970 como una segunda
versión de lo que fue la de Vigotsky-Luria en Asia Central (Cole, 1997). El libro de
Luria, Cognitive Development: Its Social and Cultural Foundations 20, que reunía los
resultados de esas investigaciones, publicado en lengua inglesa en 1976, fue muy
poco comprendido en la época de su publicación, como también la obra de
Vigotsky, debido al paradigma cognitivista dominante, y sólo lentamente fueron
asimilándose sus premisas.

Fruto de muchos años de investigación y estudio permitió a Cole (1996)


elaborar un texto que resumiera la dirección que había tomado su pensamiento;
Psicología Cultural, una disciplina del pasado y del futuro, presenta el

20 En castellano, Desarrollo histórico de los procesos cognitivos, Madrid:


Akal/Universitaria, 1987.
conocimiento acumulado, a través de un enfoque interdisciplinario, acerca de las
actividades cotidianas de las personas como el fundamento del trabajo sobre la
cultura en la mente. El esfuerzo que realizó para crear un enfoque cultural del
desarrollo humano se vio multiplicado por la formación del Laboratorio de
Cognición Humana Comparada dado que dicho enfoque, como lo expresa Cole
(1996, p. 12) “requería la cooperación a largo plazo de un grupo diverso de
investigadores que trabajaran sobre un conjunto de proyectos de investigación con
intereses teóricos y metodológicos solapados. El programa incluía formación en
investigación interdisciplinar para especialistas que representaban diferentes
procedencias étnicas y profesionales. […] La composición del LCHC y proyectos
particulares que sirvieron como sitios para la investigación han continuado
cambiando para encajar las cuestiones intelectuales a las que nos enfrentamos, la
experiencia y los intereses de los miembros individuales del laboratorio y las
oportunidades de financiación. Pero se ha mantenido constante una preocupación
por la mediación cultural del desarrollo en el contexto”.

Fundamentos para una psicología cultural

Según Cole (1996), el enfoque de una psicología que pone a la cultura en el


centro para estudiar el desarrollo humano se basa, en primer lugar, en considerar
a los artefactos como los constituyentes fundamentales de la cultura, siendo ellos
tanto ideales como materiales, y en este sentido puede decirse que los artefactos
son cogniciones cosificadas. Cole destaca este doble aspecto de los artefactos
con la intención de superar el posible equívoco que puede atribuirse a Vigotsky
respecto de la diferenciación entre la materialidad de las herramientas por
oposición a los signos en tanto ideales. Este sentido no puede atribuirse a
Vigotsky aunque sí puede atribuirse a las lecturas que han hecho algunos
investigadores occidentales.

Otro fundamento es que los artefactos no tienen una existencia aislada


como elementos de la cultura sino que los mismos se coordinan con los seres
humanos y el mundo en relaciones heterárquicas generando modelos culturales
construidos para vivir en él. Estos modelos culturales generados tienen una doble
realidad pues al mismo tiempo que crean un mundo alternativo, crean la mente.

Además los artefactos, en tanto no tienen existencia aislada, deben


entenderse anclados en las situaciones, contextos y actividades en los que se
encuentran entrelazados. Por este motivo la actividad mediada, afirma Cole
(1996), “tiene consecuencias multidireccionales, pues modifica simultáneamente al
sujeto en relación con los otros y al nexo sujeto/otro en relación con la situación
como un todo, lo mismo que al médium en el que el yo y el otro interactúan”
(p.136).
Finalmente Cole considera que la mediación cultural implica, siguiendo a
Tomasello (1999), un modo de cambio evolutivo en el que las actividades de
generaciones anteriores se acumulan en el presente como la parte
específicamente humana del ambiente; y es esta propiedad la que hace que
nuestro mundo social tenga una importancia especial en nuestro desarrollo, pues
sólo otros seres humanos pueden crear las condiciones necesarias para que ese
desarrollo se realice.

La distribución temporal de los procesos psicológicos

En Psicología Cultural, Cole (1996, p. 167) destaca que “un hecho básico
sobre la naturaleza humana derivado del carácter simbólico de la mediación
cultural es que, cuando los neonatos vienen al mundo, ya son objeto de
interpretación adulta condicionada culturalmente”.

En la figura se pueden apreciar dos planos ontogenéticos; estos


corresponden, de acuerdo con Cole (1996), al sistema de actividad de la madre y
del niño. Debemos entender que las dimensiones temporales de ambos son
diferentes pues el recorrido ontogenético de la madre se inicia antes que el del
niño. La elipsis marca el acontecimiento del nacimiento del niño y su interacción
con la madre.
M. Cole expresa que en el sistema de interacción que conforman la madre y
el niño se hallan distribuidos temporalmente los procesos psicológicos en un
movimiento que permite, sobre la ontogenia de la madre, recuperar el pasado,
recordar su propia experiencia, social e históricamente condicionadas,
-analepsis21-; esta recuperación posibilita a la madre proyectar imaginativamente
una representación de su hijo en el futuro -prolepsis-; y esta proyección determina
su comportamiento en el presente. De este modo, los procesos psicológicos se
hallan distribuidos en los tres tiempos y quedan enhebrados en el sistema de
actividad que conforman la madre y el niño. Sólo una especie como la nuestra,
que utiliza la cultura, puede distribuir su experiencia en las tres dimensiones
temporales, afirma M. Cole (1996).

De acuerdo con Cole (1996, p.168) “dos rasgos de un sistema de


transformaciones son necesarios para comprender la contribución de la cultura en
la constitución del desarrollo. En primer lugar, e indudablemente, vemos un
ejemplo de prolepsis. Los padres representan el futuro en el presente. En segundo
lugar, aunque de manera menos obvia, el recuerdo de los padres (puramente
ideal) de su pasado y la imaginación del futuro de su hijo se convierten en una
restricción materializada fundamental sobre las experiencias vitales del niño en el
presente. […] los adultos crean literalmente diferentes formas materiales de
interacción basadas en concepciones del mundo proporcionadas por su
experiencia cultural”.

La analepsis y la prolepsis, distribución en el tiempo de la actividad


psicológica mediada culturalmente, expresan la idea vigotskyana acerca de las
diferentes consecuencias de la mediación del signo respecto de la herramienta.
Para Vigotsky (1991), con la herramienta estamos en los límites de la biología ya
que nuestra herencia primate muestra que compartimos la conducta instrumental
con otras especies; pero la mediación del signo abre el camino del autodominio de
la propia función psicológica y sus relaciones interfuncionales a partir de la
relación con los otros. Según Cole, 1996, p170) “la prolepsis es un rasgo ubicuo
del pensamiento mediado culturalmente”.

21 Nota de la autora: Término utilizado por J. Bruner (1997) para referirse al proceso de
recuperación de la experiencia pasada.
9. Yrjö Engeström. Los desarrollos de la tradición escandinava de la
Teoría de la Actividad

Y. Engeström (1999) afirma que las ciencias sociales y de la conducta han


sostenido a lo largo de su historia una división del trabajo que separa el estudio de
las estructuras socioeconómicas, del estudio de la conducta individual y del
agenciamiento humano. Así el individuo puede ser visto como un sujeto activo
pero sus acciones no parecen tener ningún impacto sobre el contexto en que se
halla. Este dualismo no nos ha ayudando a comprender las profundas
transformaciones sociales y sus relaciones con el desarrollo humano. Según
Engeström (1999) se impone la necesidad de crear un enfoque que pueda unir
dialécticamente la estructura individual con la social. Reconoce el esfuerzo que ha
significado la línea histórico-cultural de la actividad en la superación de esa
dicotomía.

La teoría de la actividad tiene sus orígenes históricos, de acuerdo con


Engeström, en la filosofía alemana clásica, desde Kant a Hegel, en los escritos de
Marx y Engels, y en la psicología histórico-cultural de Vigotsky, Leontiev y Luria.
En la actualidad la teoría de la actividad está trascendiendo sus propios orígenes
convirtiéndose en una perspectiva multidisciplinaria a nivel internacional. Este
proceso ha implicado el desarrollo de nuevos enfoques a la par que su vinculación
con los antiguos, en el marco de discusiones con colegas y aliados, como expresa
Engeström, desde el pragmatismo americano y Wittgenstein, hasta la
etnometodología y las teorías de los sistemas auto-organizantes.

Las tres generaciones de la Teoría de la actividad

La primera generación corresponde al concepto vigotskyano sobre


mediación y representa la forma en que Vigotsky reunió a los bienes culturales con
las acciones humanas con el fin de superar el dualismo entre el individuo y la
sociedad. Durante este período, según Engeström (1987, 1999), los estudios
tendieron a centrarse en los individuos.
En La segunda generación Engeström (1987, 1999) realiza un estudio de
los componentes de artefactos como parte integral e inseparable del
funcionamiento humano pero siempre considerando que ellos están integrados
dentro de un sistema de actividad. Con el fin de avanzar en el desarrollo de la
teoría de la actividad, Engeström (1987, 1999) amplió la representación original
del triangulo de la actividad humana vigotskyano para poder examinar los
sistemas de actividad en el plano macro, colectivo y de la comunidad, en lugar de
sólo concentrarse en el nivel micro, el actor individual o agente operativo de
herramientas. Esta ampliación de la base del triángulo vigotskyano tiene como
objetivo representar los elementos sociales/colectivos en un sistema de actividad,
a través de la adición de los elementos de la comunidad, las reglas y la división del
trabajo, a la par que destaca la importancia del análisis de sus interacciones con
los demás componentes.
En la figura se representa en el objeto un óvalo que quiere indicar que las
acciones humanas están siempre orientadas a objetos y se caracterizan, implícita
o explícitamente, por la ambigüedad, la sorpresa y la interpretación que le dan
sentido y posibilidades de cambio. Engeström (1987, 1999) enfatiza que el motor
del cambio, y por lo tanto el desarrollo, en los sistemas de actividad son las
contradicciones o tensiones entre sus componentes.

En la tercera generación Engeström (1987, 1999) toma como unidad de


análisis las actividades conjuntas de prácticas sociales y no ya las actividades
individuales, pues él está interesado en investigar los procesos de
transformaciones sociales teniendo en cuenta la naturaleza conflictiva de las
prácticas sociales. Engeström (1999, p.9) entiende que la inestabilidad (tensiones
internas dentro de los sistemas) y la contradicción son “las fuerzas motrices del
cambio y del desarrollo, y las transiciones y las reorganizaciones dentro y entre los
sistemas de actividad modifican el contexto a través de la actividad de mediación”.
También considera que la forma de salir de las contradicciones internas se
produce por la apropiación reflexiva de modelos avanzados de mediación que
generan nuevos sistemas de actividad.

En la figura se ofrece una representación mínima de dos sistemas de


actividad en interacción de lo que podrían ser innumerables sistemas que
muestran pautas de contradicción y tensión. Según Engeström (1999) el objeto
pasa de un estado inicial de “material bruto” dado por la situación y que no ha sido
tema de reflexión (objeto 1) a ser objeto colectivamente significativo construido por
el sistema de actividad (objeto 2) hasta convertirse en un objeto potencialmente
compartido o construido conjuntamente (objeto 3). Así el objeto de la actividad es,
señala Engeström, un blanco en movimiento que no es reducible a objetivos
conscientes a corto plazo.

La tercera generación de la teoría de la actividad se propone desarrollar


herramientas conceptuales para comprender los diálogos, las múltiples
perspectivas y las redes de interacción entre los sistemas de actividad. Se basa en
ideas como dialogicidad y multivocidad para ampliar el marco de la segunda
generación como también el análisis del poder y el control dentro de las redes
sociales.

Engeström (1999) brinda cinco principios que se presentan como manifiesto


del estado actual de la teoría de la actividad. El primer principio consiste en definir
su unidad de análisis como un sistema colectivo mediado por artefactos y
orientado hacia objetos considerado en el contexto de sus relaciones con otros
sistemas de actividad. Las acciones individuales y grupales, así como las
operaciones automáticas, son unidades relativamente independientes pero
subordinadas que sólo se pueden llegar a comprender cuando se interpretan en
relación con sistemas de actividad enteros. Los sistemas de actividad se realizan y
se reproducen a sí mismos generando acciones específicas y operaciones
mediadas por artefactos.

El segundo principio es la multivocidad de los sistemas de actividad. Un


sistema de actividad es siempre una comunidad de múltiples puntos de vista,
tradiciones e intereses. La división del trabajo en una actividad crea distintas
posiciones para los participantes, cada participante trae consigo su propia historia
y el propio sistema de actividad contiene múltiples capas y líneas de historia
grabadas en sus artefactos, sus reglas y sus convenciones. La multivocidad se
multiplica en redes de sistemas de actividad en interacción. Es una fuente de
problemas y una fuente de innovación que exige acciones de traducción y
negociación.

El tercer principio es la historicidad. Los sistemas de actividad toman forma


y se transforman durante largos periodos de tiempo. Sus problemas y
potencialidades sólo pueden entenderse en relación con su propia historia. Se
debe estudiar la historia local de la actividad y sus objetos como la historia de las
ideas teóricas y los artefactos que han dado forma a la actividad.
El cuarto principio corresponde al papel central de las contradicciones
como fuente de cambio y desarrollo. Las contradicciones no son lo mismo que los
problemas y conflictos; son tensiones estructurales acumuladas históricamente
dentro de los sistemas de actividad y entre ellos. La contradicción principal de las
actividades en el capitalismo se da entre el valor de uso y el valor de cambio de
las mercancías. Esta contradicción esencial impregna todos los componentes de
nuestros sistemas de actividad. Las actividades son sistemas abiertos. Cuando un
sistema de actividad adopta un nuevo elemento del exterior (por ejemplo una
nueva tecnología o un nuevo objeto) suele conducir a una contradicción
secundaria que agrava contradicciones primarias ya existentes en alguno de los
componentes o entre ellos (por ejemplo, la división del trabajo o las reglas)
chocando el elemento nuevo con el antiguo. Estas contradicciones generan
problemas y conflictos pero también intentos innovadores de cambiar la actividad.

El quinto principio establece la posibilidad de transformaciones expansivas


en los sistemas de actividad. Los sistemas de actividad se mueven a través de
ciclos relativamente largos de transformaciones cualitativas. A medida que las
contradicciones de un sistema se van agravando, algunos participantes,
individualmente, comienzan a cuestionar las normas y a apartarse de ellas. En
algunos casos, esto se transforma en un objetivo colectivo y en un esfuerzo
deliberado y colectivo por producir el cambio. Una transformación expansiva se
logra cuando el objeto y el motivo de la actividad es reconceptualizado adoptando
un horizonte radicalmente más amplio de posibilidades que en el modo anterior de
la actividad. Un ciclo completo de transformación expansiva se puede concebir
como un viaje colectivo a través de la zona de desarrollo próximo de la actividad.
10. El Embodied mind

El enfoque de la mente encarnada o Embodied mind fue postulado por los


biólogos y epistemólogos chilenos H. Maturana (1928- 1998) y F. Varela (1946-
2001), inspirada en la teoría del conocimiento del filósofo Merleau-Ponty; ellos
proponen que la mente está inherentemente encarnada y este hecho forma la
base sobre la cual las personas modelan su percepción, su pensamiento y su
acción (Rodriguez et al, 2005).

Esta postura surge como un desarrollo de las ciencias cognitivas que se


inició con el computacionismo, luego el conexionismo y finalmente con el
paradigma corpóreo (Varela, Thompson & Rosch, 1992). Los pioneros de las
ciencias cognitivas, según Varela (1990), anhelaban expresar los procesos que
subyacían a los fenómenos mentales en mecanismos explícitos y formalismos
matemáticos. En sus primeras etapas el cognitivismo abordó el estudio de los
fenómenos mentales con modelos cibernéticos entendiendo la cognición como la
computación de representaciones simbólicas, siendo un cómputo una operación
realizada mediante símbolos discretos. El cognitivismo entiende que el único modo
de dar cuenta de la mente es formular hipótesis de que la cognición consiste en
actuar sobre la base de representaciones que adquieren realidad física en el
cerebro. El punto que preocupa a Varela (1990), que se define como un
investigador del cerebro y de las bases biológicas del conocimiento, es que en el
cognitivismo se afirma, desde un realismo ingenuo, que el cerebro procesa
información del mundo exterior dado que los símbolos son representantes de él y
si representan bien darán una respuesta satisfactoria.

Las limitaciones del modelo llevaron a recuperar, a partir de 1970, el


concepto de autoorganización que se había abandonado con los modelos
computacionales. Varela (1990) entendía que los cerebros reales operan a partir
de interconexiones masivas, de forma distribuida, de modo que las conexiones
entre neuronas cambian como resultado de la experiencia. Entonces ya no era
necesario partir de modelos que explicaran los procesos de cómputos por lo que el
concepto de símbolo no va a desempeñar ningún papel en el nuevo enfoque. Lo
mismo ocurrirá con el concepto de representación que Varela quiere destronar y
así propone entender la cognición no como la representación de un mundo pre-
dado por una mente pre-dada sino más bien la cognición es la puesta en obra de
un mundo y una mente a partir de una variedad de acciones que un ser realiza en
el mundo. Este nuevo concepto lo llama enacción, que significa poner en
ejecución.

Varela et al (1992) sostienen que la cognición depende de los tipos de


experiencias que provienen de tener un cuerpo con habilidades sensorio-motrices,
y a su vez, estas habilidades individuales se alojan en un contexto biológico y
cultural más amplio. Por ello, la percepción y la acción son inseparables de la
cognición vivida.

En el año 2000 Varela dio una conferencia en la II Media Bienal, en


Hanover donde presenta los cuatro puntos clave de la evolución de las ciencias
del cerebro y de la cognición; ellos representan más de cincuenta años de
investigación en el dominio y también configuran una nueva epistemología para el
estudio de la cognición humana en oposición al objetivismo de las ciencias
cognitivas.

El primer punto clave es la encarnación. A diferencia de la metáfora


computacional que entiende la mente como un software y al cerebro como su
hardware, Varela entiende que para que haya mente tiene que haber manipulación
e interacción activa con el mundo; cualquier cosa que denominemos objeto
depende totalmente de esta constante manipulación sensomotriz. El objeto surge
como fruto de nuestra actividad y, por lo tanto, el objeto y la persona están co-
emergiendo. Así, la capacidad mental surge como una evidencia inmediata
esencialmente ligada al cuerpo que es activo y al mundo en el que se mueve y con
el que interactúa.

Varela (2000) brinda un ejemplo para comprender esta idea que realizaron
sus colegas Held y Hein. Ellos hicieron un experimento clásico con dos gatitos,
ciegos al nacer; cada gatito fue colocado dentro de una canasta y cada día eran
paseados durante algunas horas dentro de ésta; es decir, ambos gatitos fueron
expuestos al mismo ambiente. A uno de los gatitos se le permitió que mantuviera
las patas fuera de la canasta y que caminara, al otro se lo mantuvo arropado
dentro de ésta. Dos meses después los gatitos fueron puestos en libertad. El gatito
al que se le había permitido caminar se comportó como un gato normal. El otro no
reconocía los objetos, se caía por las escaleras y chocaba contra las sillas.
Prácticamente, se comportaba como si estuviera ciego, aunque sus ojos estaban
intactos. La conclusión que hay que sacar es que el espacio surge como producto
del movimiento; el espacio que parece absolutamente objetivo, es totalmente
inseparable del hecho que tenemos que manipularlo a través de una conducta
sensorio-motriz.

Así la cognición está enactivamente encarnada, no está en la cabeza,


producimos cognición al manipular de manera activa el mundo; lo que parece
estar afuera y lo que parece estar adentro se co-determinan. Además la mente es
inseparable del organismo como un todo que se co-determina con el ambiente.

El siguiente punto clave de este enfoque es la emergencia. Cada vez hay


más evidencia que permite entender las funciones cognitivas del cerebro a partir
de la interacción local de elementos que hace surgir procesos globales que no son
reducibles a dichas interacciones locales ni son independientes de ellas. Se trata
de la emergencia de un nivel global a partir de reglas locales que tiene un estatus
ontológico diferente pues crea un individuo. Cuando se realiza alguna actividad,
como conducir un auto, la acción resulta en un todo coherente y no, una
yuxtaposición de elementos como movimiento, percepción, recuerdo.

La noción de emergencia como principio general, señala Varela (2000), ha


impregnado todas las ciencias en los últimos veinte años revelando la importancia
fundamental de concebir un nuevo modo de existencia de una cosa. Es un modo
de existencia que no se corresponde con una propiedad sustancial alojada en
alguna parte del cerebro sino que es fruto de los acoplamientos dinámicos que
incluyen todas las interacciones locales pero que no puede reducirse a ninguna
interacción en particular pues su existencia emerge de esas interacciones pero no
son ellas. Las entidades emergentes son la base de entidades complejas típicas
de los ámbitos de la vida y de la mente, sumamente efectivas como modo de
acción y modo de presencia en el mundo.

Por lo expuesto debemos entender que la cognición no sólo está


enactivamente encarnada sino que también es enactivamente emergente. Este
término puede aparecer como auto-organización, complejidad o dinámica no
lineal. El principio de base es el mismo: el tránsito de lo local a lo global; es una
co-determinación entre elementos neurales y un sujeto cognitivo global. El sujeto
cognitivo global pertenece a ese nivel emergente y a ese modo de existencia.

Varela (2000) señala que si articulamos los conceptos de encarnación y


emergencia resulta que la mente es un asunto de imaginación y fantasía pues la
mente es una producción constante de una realidad coherente que constituye el
mundo en el modo de funcionamiento que va desde las interacciones locales a los
procesos globales; por esto la percepción es imaginación y viceversa. Pero hay
algo que no es la mente y esto es que la mente no es la representación de un
estado de cosas del mundo como lo entendían los psicólogos cognitivos del
modelo computacional. Otro aspecto que resulta de la articulación señalada es
que no hay nada en la mente que podamos separar en elementos discretos como
memoria por una parte, percepción o emoción por otra.

Como consecuencia de lo expuesto, Varela (2000) entiende que uno de los


descubrimientos más impactantes de los últimos años es que la emoción está en
el origen de lo que hacemos todos los días en nuestra interacción con el mundo.
La razón es lo que surge en el último estadio de la emergencia de la mente.
Fundamentalmente la mente es algo que emerge de la tonalidad afectiva que está
anclada en el cuerpo. Por ello la emoción es ya intrínsecamente cognitiva.

El siguiente punto clave es la intersubjetividad. Varela (2000) considera que


hay suficiente evidencia empírica, con primates y niños pequeños, que sostiene
que no hay oposición entre individualidad e intersubjetividad; más bien se debe
entender que ser “yo” y constituir un “tu” son efectos concomitantes en el marco de
un fenómeno afectivo-empático. Los afectos son una dinámica pre-reflexiva que
permite la constitución del self; el afecto es primordial en el sentido de que soy
afectado o conmovido antes de que surja un yo que conoce. Esta cualidad de los
afectos la vuelve inseparable de la presencia de los otros pues los correlatos del
afecto no sólo aparecen en la conducta externa sino también como sentida por
nuestro cuerpo vivido. Este aspecto del cuerpo siendo vivido desempeña un papel
decisivo en la forma en que aprehendo al otro humano, no como cosa sino como
una subjetividad semejante a la mía. Esta doble dimensión del cuerpo, orgánico y
vivido, es un aspecto esencial de la empatía, y el camino real para acceder a la
vida social consciente.

El último punto clave es la conciencia es un asunto público. De acuerdo con


Varela (2000) las ciencias cognitivas sólo han abordado este problema desde una
perspectiva en tercera persona, es decir, cómo un tercero que observa lo que
ocurre en otra persona; pero no han abordado la dimensión vivencial de la propia
experiencia que es irreductible en sí misma. Este nuevo enfoque implica una
dimensión epistemológica de cuestionamiento a partir del enfrentamiento entre las
perspectivas en primera persona, que se entienden como la capacidad de que el
individuo informe su propia experiencia, y en tercera persona, el individuo siendo
observado.

Varela (1992, 1999, 2000) plantea en un análisis científico no dual


insistiendo en que es posible un estudio de la mente en su co-determinación, una
circulación que evite los extremos del neuro-reduccionismo y esa inefabilidad de la
conciencia; considera que este es el actual desafío de las ciencias cognitivas;
sostiene esta crítica epistemológica en contra del realismo ingenuo imperante en
las investigaciones cognitivas inspirado en la fenomenología de Husserl.
Como resultado de sus elaboraciones teóricas y empíricas, Varela (1992,
1999, 2000) propone su neurofenomenología, que entiende como una
neurociencia experimental que no reduce la complejidad y que rescata la intuición
de la experiencia cotidiana en el propio acto de examinarla. La tarea sería
transformar la reducción fenomenológica de Husserl 22 en una metodología
concreta basada en estudios de casos y no en estudios generales.

La propuesta de la Neurofenomenología articula los principios de los


avances en neurociencia, psicología, lingüística, y ciencias cognitivas e implica un
nuevo posicionamiento para el estudio de la experiencia consciente. Lo que
reconoce más difícil en el estado actual de las ciencias es que los investigadores
realicen cambios en sus posiciones paradigmáticas aunque se está apreciando ya
la elaboración de nuevos programas de investigación en este sentido; estos
programas buscan dar cuenta que la experiencia humana es una sola y que la
diferencia establecida en ciencias cognitivas entre conocer, experimentar y
aprender es ilusoria. Los caminos para el estudio de la conciencia ya están dados:
estudios con registros de las imágenes funcionales del cerebro han permitido
distinguir qué campos pertenecen a la conducta consciente e inconsciente del
sujeto; otro campo es el estudio de las correlaciones entre tiempo presente y
vivencial; el tercer campo es el estudio de la sensación del dolor y del sufrimiento;
finalmente el cuarto campo en psicología es el estudio de la apreciación cognitiva
de la relación interno/externo en el reporte de la experiencia como consciente o
inconsciente.

22 Procedimiento metodológico propuesto por el filósofo E. Husserl (1859-1938),


fundador del movimiento fenomenológico, que permite acceder a la esencia de los
fenómenos y situarlos en el ámbito de la conciencia trascendental.
11. Reflexiones finales

En este trabajo ha sido mi intención plantear el difícil problema que ha


heredado la psicología como disciplina científica para un estudio no reduccionista
de la actividad psicológica propiamente humana y, también, considerar los
enfoques que, a los largo del siglo XX y en los comienzos de lo que va de este
siglo, vienen realizando un esfuerzo para cambiar radicalmente la forma de
abordaje de la actividad psicológica desde una nueva perspectiva que resuelva las
falsas dicotomías que empantanaron el trabajo de investigación desde una
psicología propiamente humana o como afirmara Vigotsky “del hombre social y no
del primate superior”.

Si bien no he realizado un análisis exhaustivo de las múltiples y actuales


propuestas convergentes en la dirección de un enfoque monista y sistémico para
el estudio de las funciones psicológicas propiamente humanas, considero que los
tópicos que he tratado son suficientemente convincentes respecto de la
importancia de considerar el papel estructurante de la historia social, y la relación
indisoluble entre el mundo, el cuerpo (y el cerebro que es parte de él) y la
actividad psicológica en su devenir para la constitución de las funciones psíquicas.
Bibliografía

Akhutina, T. (2002). L.S. Vigotsky y A. R. Luria: la formación de la neuropsicología.


En Revista Española de Neuropsicología 4, 2-3: 108-129 (2002)
Belinchon, M., Igoa, J. M. /&Rivière, A. (1992). Psicología del lenguaje.
Investigación y teoría. Madrid: Trotta.
Bruner, J. (1997). La educación, puerta de la cultura. Madrid: Aprendizaje Visor.
Cole, M. (1996/1999). Psicología Cultural. Madrid: Morata.
Cole, M. (Agosto, 1997). Alexander Luria, Cultural Psychology and The resolution
of the crisis in Psychology. Laboratory of Comparative Human Cognition.
Communication Department, University of California, San Diego. EE. UU.
Extraído 11 de enero 2012, de http://lchc.ucsd.edu/People/MCole/luria.html
Cole, M. & Engeström, Y. (1993/2001) Enfoque histórico-cultural de la cognición
distribuida. En G. Salomon (Comp.), Cogniciones distribuidas. Buenos
Aires: Amorrortu.
Colombo, M. E. (2003). El desarrollo cognoscitivo desde el marco de la Psicología
genética. En Escritos de Psicología General. Buenos Aires: EUDEBA.
Colombo, M. E. (2003). La emergencia de las funciones psicológicas superiores en
la perspectiva de la Escuela Histórico-cultural. En Escritos de Psicología
General. Buenos Aires: EUDEBA.
Colombo, M. E. (2006). Dualismos en Psicología. En Escritos de Psicología.
Buenos Aires: Proyecto Editorial.
Colombo, M. E. (2008). El estudio de la actividad psicológica. En Estudiar la
Actividad Psicológica. Buenos Aires: Proyecto Editorial.
Colombo, M. E. (2008). Sujeto y subjetividad en la perspectiva histórico-cultural.
En Estudiar la Actividad Psicológica. Buenos Aires: Proyecto Editorial.
Donald, M. (1991). Origins of the Modern Mind: Three Stages in the Evolution of
Culture and Cognition. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Engeström, Y. (1987). Learning by expanding; An activity theoretical approach to
developmental research, Helsinki: Orienta-Konsultit.
Engeström, Y. (1999) Innovative learning in work teams: analysing cycles of
knowledge creation in practice. En Y. Engeström et al (Eds.) Perspectives
on Activity Theory, (Cambridge, Cambridge University Press), 377-406.
Jahoda, G. (1995). Völkerpsychologie y Kultur de Wundt. En Encrucijadas entre la
cultura y la mente. Madrid: Aprendizaje Visor.
Luria, A.R. (1974/1979). El cerebro en acción. Barcelona: Fontanella.
Luria, A.R. (1979/2002). Lenguaje y conciencia. Madrid: Aprendizaje Visor.
Nuñez, R. (2008). Mente-cuerpo: una vieja falacia. En Gaceta de Psiquiatría
Universitaria, Año 4, vol. 4, n° 4, pp. 462-467, diciembre de 2008. Facultad
de Medicina. Universidad de Chile.
Ojeda, C. (2001). Francisco Varela y las ciencias cognitivas. Revista Chilena de
Neuropsiquiatría. 2001; 39: 286-95
Pozo, I. (2001). Humana mente. Madrid: Morata.
Rivière, A. (1985). La psicología de Vygotski. Madrid: Aprendizaje Visor.
Rivière, A. (1999/2002): Desarrollo y educación: el papel de la educación en el
“diseño” del desarrollo humano. Conferencia impartida en abril de 1999,
como seminario “Contribuciones de las teorías del desarrollo” de la Maestría
en Psicología Educacional de la Facultad de Psicología de UBA. En Obras
escogidas. Madrid: Visor.
Rodriguez, W.; St. Clair, R. & Joshua, I. (2005). Esquemas fisiológicos, creación
cognitiva y el teatro de la mente. En Círculo de lingüística aplicada a la
comunicación. Número 21, 2005.
Salomon, G. (Comp.) (1993/2001). Cogniciones distribuidas. Buenos Aires:
Amorrortu.
Travieso García, D. El realismo operacional y su descripción por medio de la teoría
de los sistemas dinámicos para una teoría psicológica monista. En Revista
de Antropología Iberoamericana. Número Especial. Noviembre-Diciembre
2005. Madrid: Antropólogos Iberoamericanos en Red. Extraído el 19
setiembre 2009 de www.aibr.org
Tomasello, M. (1999/2007). Los orígenes culturales de la cognición humana.
Buenos Aires: Amorrortu.
Varela, F. (1990). Conocer. Barcelona: Gedisa.
Varela, F. (2000). Four batons for the future of cognitive science, in Envissioning
Knowledge, B.Wiens (Ed.), Dumont Cologne, 1999. Este trabajo es una
versión condensada del artículo de F. Varela (1999). Steps to a science of
Interbeing: Unfolding the Dharma implicit in modern cognitive science, en S.
Bachelor. G, Claxton y G. Watson (eds.), The Psychology of Awakening,
Rider/Random House, Nueva York.). Extraído el 14 enero 2012 de
http://www.educacionemocional.cl/documentos/cuerpo04.pdf
Varela, F.; Thompson, E. & Rosch, E. (1992) De cuerpo presente. Barcelona:
Gedisa.
Varela (1999) The Embodied Mind: Cognitive Science and Human Experience.
Berkely University.
Vigotsky, L (1928/1998). El desarrollo cultural del niño y otros textos inéditos.
Buenos Aires: Almagesto.
Vigotsky, L (1930/1991). Sobre los sistemas psicológicos. En Obras Escogidas.
Tomo I. Madrid: Aprendizaje.
Vigotsky, L. (1924/1990). Metodología de la investigación en reflexología y
psicología. Conferencia en II Congreso nacional de Psiconeurología en
Leningrado el 6/01/1924. En Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1925/1990). La conciencia como problema de la psicología del
comportamiento. En Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1927/1990).El significado histórico de la crisis de la psicología. En
Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1927/1991). La ley biogenética en psicología y en pedagogía. En
Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1930/1990). El método instrumental en psicología. En Obras
escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1930-31/1995). Historia del desarrollo de las funciones psíquicas
superiores. En Obras escogidas. Madrid: Aprendizaje Visor.
Vigotsky, L. (1933-34/2001). Pensamiento y Lenguaje. En Obras escogidas. T. IV.
Madrid: Aprendizaje Visor.

También podría gustarte