Está en la página 1de 9

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS / UBA

HISTORIA ECONÓMICA Y SOCIAL GENERAL


PROF. CRISTINA MATEU
2019

Crisis feudal y transición del feudalismo al capitalismo

Alrededor del 1300, en la Europa feudal comenzaron a manifestarse signos de agotamiento


económico, la expansión agrícola se había detenido alrededor mediados del siglo XIII. Es necesario,
tener en cuenta que el propio sistema feudal surge de la crisis del sistema esclavista, producción
basada en la mano de obra esclava, que se ve reducida con el fin de las guerras de conquista del
Imperio Romano, una de las fuentes de provisión de esclavos. El agotamiento del sistema esclavista
impulsó el aumento del costo de mano de obra y las rebeliones esclavas fueron horadando el sistema.

De estas nuevas condiciones, sumado a la imposibilidad de los propietarios de tierra y amos de


esclavos de seguir alimentándolos y las dificultades para mantenerlos sometidos ante las frecuentes
rebeliones, surge el colonato en los inicios del sistema feudal. El colonato se basó en la entrega de
parcelas de tierra (en usufructo y no en propiedad) y en el uso de herramientas propias y precarias por
parte de los productores directores. Estos dedicaban una parte de las cosechas a la subsistencia
familiar entregando el resto de lo producido al terrateniente, quien garantizaba la protección frente a
amenazas externas. No significó un estatus de libertad para el colono (productor directo), solo eliminó
la sujeción forzada y la condición de “objeto” que tenían los esclavos, estableciendo una sujeción
(extraeconómica) a la tierra y al señor. Así, los terratenientes aumentaron sus ingresos mediante los
tributos que pagaban los productores directos/campesinos.

La quiebra del estado Imperial Romano –y las limitaciones crecientes de un sistema basado en la
explotación de esclavos– estuvo acompañada, también, por cambios en las formas jurídicas,
ideológicas, culturas, científicas. La esclavitud pierde su lugar como relación social fundamental en
la producción social. Lo que denominamos sistema feudal, está caracterizado como una relación
social de producción que –nacido en algunas procesos socioeconómicos con la caída del sistema
esclavista– impuso una nueva relación basada en la propiedad de la tierra y coerción extraeconómica
con diversas formas de servidumbre, desarrollando una economía rural de subsistencia.1

El sistema de producción feudal, además, tiene en el continente europeo otros componentes histórico
de suma importancia: dispersión política, fragmentación en reinos y principados en áreas no
unificadas por las monarquías absolutas, la consolidación de aristocracias y noblezas de sangre. En
el plano ideológico/cultural, el sistema feudal europeo obtuvo una forma religiosa que convalidó a la
Iglesia Católica, que no fue solamente una institución ideológica, sino una gran propietaria de tierra
cumpliendo el rol de gran señor feudal. Esto le confirió a Iglesia Católica un poder ideológico y
económico clave como unificadora de toda la Europa Occidental, rol que comienza a ser cuestionado
hacia mediados del siglo XIV con el cisma religioso y el surgimiento del protestantismo. Así como
también, la filosofía escolástica y la cultura medieval fueron revisadas con el gran cambio cultural
que abrió el fenómeno conocido como Renacimiento y Humanismo.

El feudalismo tuvo su inicio de expansión en el siglo IV y su apogeo hacia los siglos X a XI momento
en que se consolida el orden feudal europeo. Entre el siglo XI al XIV, la economía feudal alcanzó su
mayor expansión agrícola, con desmontes, ampliación de tierras cultivables, mayores roturaciones y
cultivos. Estableciendo relaciones sociales entre los señores feudales (con diversos grados de

1
En el sistema feudal, el propietario de la tierra recibe una renta feudal basada en una obligación (coerción
extraeconómica) basada en razones religiosas, de costumbre, militares, jurídicas, no puramente económicas.

1
propiedad sobre la tierra) con los productores directos, siervos de la gleba o campesinos (también con
distintas modalidades de vínculos y limitadas condiciones de usufructo sobre la tierra, de sus
beneficios y sobre su propia libertad personal). Estas relaciones basadas en la extracción de un
excedente producido por los campesinos a través de diversos y variados mecanismos de compulsión
extraeconómica para generar una renta: renta en trabajo (obligación de trabajar en las tierras del
señor), en especie (entrega de los bienes producidos al señor) y, ya con la crisis, el pago de la renta
en moneda.

En el sistema feudal el productor directo, aunque sea un siervo de la gleba, produce y dispone de su
alimento, posee sus instrumentos de trabajo y un pedazo de tierra para su subsistencia y está obligado
a entregar en forma de especie, trabajo o moneda una renta al dueño de la tierra. La diferencia del
feudalismo con el sistema esclavista es que el amo (dueño/propietario del esclavo y la tierra) alimenta
al esclavo, éste no posee nada, es un objeto/instrumento de trabajo de su amo. En tanto que, en el
capitalismo el productor de los bienes, el obrero, –no tiene ni instrumentos ni tierra para procurarse
su propia subsistencia– recibe un salario del capitalista con el cual compra lo necesario para su
subsistencia y convirtiendo el propio trabajo en una mercancia dentro el mercado capitalista.

Desde el siglo XII, el crecimiento de la población, las nuevas necesidades de la producción rural van
a ir generando ciudades que, a diferencia de las antiguas, serán espacios en los que crece los
intercambios comerciales y la producción a través de los gremios de artesanos (organización que se
rige por las normas del régimen feudal: sujeción del artesano al maestro y prohibición para que el
artesano desarrolle, se apropie o comercialice las producciones propias).

La crisis del sistema feudal en la sociedad europea occidental se inicia en el siglo XIV, cuando la
productividad agraria no crece, los suelos se agotan, cambian las condiciones ambientales, las técnicas
no se renuevan, merma la calidad y cantidad de la producción, crecen las exigencias señoriales para
aumentar sus rentas; y no hay suficiente alimento, ni tierra para ocupar y expandir el sistema servil
que acompañen las necesidades del crecimiento demográfico. “La productividad del trabajo se
mantuvo muy baja en la economía señorial, a causa de los métodos empleados así como de la falta de
incentivos para el trabajo”.2 Se generan hambrunas y epidemias (la más conocida, La Peste Negra de
1348), se agudizan las guerras interfeudales (la guerra de las Dos Rosas en Inglaterra, en España la
que llevan a la consolidación de la monarquía de Castilla).

Esa crisis feudal desata gigantescas rebeliones campesinas de variada intensidad en las distintas
regiones de Europa: la "Jacquerie" francesa, el levantamiento del campesinado inglés que se extendió
a las ciudades y produjo la ocupación de Londres en 1381. Más tarde en Europa Central, las guerras
campesinas de Alemania. Simultáneamente, las nuevas ciudades luchan por el logro de libertades
urbanas, fortaleciéndose nuevos sectores sociales, no vinculados a la relación señor/campesino, pero
que han sido producto del desarrollo de la propia sociedad feudal, el burgués/comerciante.

“El siglo XV se presenta con un carácter bivalente. Si se consideran los elementos materiales,
cuantitativos de la vida agrícola, la crisis es innegable: hay contracción, hay retroceso. Pero en esta
descomposición se perfila también el comienzo del derrumbamiento del feudalismo; se derrumban las
relaciones feudales de producción. La servidumbre disminuye, y el señor debe encargarse,
eventualmente, de la explotación directa de sus propiedades, no ya valiéndose de mano de obra ligada a
él feudalmente, sino comprando trabajo. Mentalmente, intelectualmente, psicológicamente, el señor no
está hecho para adaptarse a esta profunda transformación. Ante los aumentos de salarios, su reacción es
brutalmente simple. Valiéndose de su poder político, hace promulgar ordenanzas que prescriben severas
reducciones salariales (así, por ejemplo, en Inglaterra, una ordenanza de 1350 dispone que los
trabajadores sean retribuidos con los salarios en curso en 1346). Pero todo es inútil, pues los mismos
feudatarios que imponen tales textos son los primeros en violarlos. Se ven obligados a violarlos, porque

2
Dobb, Maurice. Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Sigloveintiuno. México, 1996. Pág. 62.

2
la mano de obra escasea. Es todo un mecanismo que se pone en movimiento. (…)
El sistema feudal abrigaba en sí mismo sus límites, sus contradicciones, sus gérmenes de corrosión.
En el sistema perfecto (y, por lo tanto, teórico) de explotación señorial, cada parcela de tierra está
destinada a producir sólo un determinado bien (en forma de producto agrícola, de producto artesanal o
de prestación). Esto permite lo que durante mucho tiempo (y con notable exageración) se llamó la
«autarquía» del sistema curtense. En el seno de este sistema, que cal menos en sus comienzos es
relativamente perfecto, fue posible la gran expansión agraria de Europa hasta el siglo XIII. Pero no se
ha prestado suficiente atención al hecho de que, en el sistema curtense, además de los siervos que
trabajaban directamente a las órdenes del señor, había otros que trabajaban, fuera de la corte central, sus
correspondientes y minúsculas parcelas de tierra.
En esta situación, el señor no reinvierte dinero en sus tierras, porque no quiere reinvertir; el
campesino-siervo no reinvierte, porque no puede, ya que la limitada superficie de tierra que cultiva no
se lo permite: de aquí –y hasta finales del siglo XIII– deriva la reducción de la productividad. Por el
momento, la situación no es dramática, pero precisamente esta reducción de productividad (que, para el
señor, significa una disminución de la renta) empuja al propietario a un recrudecimiento de las
condiciones que impone al siervo-campesino. Este recrudecimiento, inevitablemente, se traduce en un
mayor descenso de la productividad. En este mecanismo se insertan –como agentes acumulantes–
epidemias, carestías, abandonos de pueblos, retrocesos de cultivos y transformaciones de estructuras
agrarias en estructuras de pastoreo.”3

En la producción rural en el marco de esa crisis, se agudiza una diferenciación dentro del
campesinado, producto de las nuevas condiciones. El campesinado más pobre lucha por mantenerse
en la tierra, mientras es mayor el número de expulsados de los campos, convertidos en mendigos o
jornaleros; mientras que otros lograron obtener una diferencia en sus cosechas e incorporaron ciertos
cambios técnicos o laborales con los que pueden aumentar sus ingresos. Este proceso no es uniforme
ni se da simultáneamente en toda Europa. Algunas zonas se desarrollan hacia los cambios en la
propiedad de la tierra, la incorporación de tecnologías y la liberación de la servidumbre; en otras
zonas, como ocurrió en Alemania (franja oriental) y Polonia donde se impone una segunda
servidumbre, o en España, donde se expandió el sistema de propiedad feudal cuando recupera el
territorio peninsular ocupado durante siglos por los árabes. Los comerciantes urbanos que huyen de
los costos y reglamentaciones de los gremios de artesanos feudales y aprovechan las necesidades de
monetario de los campesinos pobres para pagar la renta feudal a través del trabajo domiciliario.

En este contexto de crisis del sistema feudal en la Europa Occidental, se generan nuevas prácticas e
ideas que ponen en cuestión el poder absoluto del orden feudal que lo afecta en su base, en todas sus
facetas: política, militar, filosófica, técnica-científica y religiosa. La lucha por la apropiación del
excedente en la clase dominante feudal, por el control de la tierra y por mantener sometida a la mano
de obra bajo relaciones de coerción extraeconómica se agrava porque las rebeliones campesinas y la
emergencia de un nuevo sector social urbano que cuestiona las bases del propio sistema coadyuvan y
obligan al cambio de la renta en trabajo, en especie y en moneda por trabajo pagado, lo que favorece
para que algunos campesinos puedan disponer de la propia producción y el acceso a un intercambio
más fluido en las ferias y mercados. En el plano ideológico-cultural, las nuevas concepciones que
cuestionan la religión y el principio de soberanía monárquica, pugnan por mayores grados de libertad
económica y política, difundiéndose las ideas sobre la libertad, la soberanía individual y el contrato

3
Romano, R; Tenenti, A. Los fundamentos del Mundo Moderno. Siglo XXI. Madrid, 1974. El sistema curtense está
referido a modalidad de la gran propiedad, dominio o curtis, que se divide dos tipos de tierras: la señorial y la de los
campesinos.

3
social que se convertirán en los emblemas de la burguesía en su lucha para derrotar a la nobleza feudal
para obtener el poder político iniciando lo que se conoce como la etapa de las revoluciones burguesas.

En algunas zonas de Europa, esas primeras rebeliones contra las clases dominantes feudales toman la
forma de herejías religiosas: de reivindicaciones de un cristianismo primitivo, del milenarismo o el
advenimiento del reino de Dios en la tierra. Pero también surgen doctrinas que se nutren del
cuestionamiento al absolutismo y proclaman al individualismo y la soberanía individual, y también,
cuestionan a la escolástica que clausuraba la experimentación científica. Estas formas crítica y de
resistencia al orden feudal van construyendo las bases de un programa político, económico e
ideológico que la burguesía concretará mediante procesos revolucionarios en Europa hasta mediados
del siglo XIX.

Características de la transición del feudalismo al capitalismo

En entre el siglo XIV y XV se producen las condiciones de una transición del sistema feudal al sistema
capitalista que conducirán a las revoluciones burguesas del siglo XVII y XVIII. Ese proceso se
desarrolla bajo nuevas condiciones: la liberación de la servidumbre, la consolidación de la propiedad
individual, el fortalecimiento de una nueva clase social que necesita romper las reglas feudales para
consolidarse, la separación de los productores directos de sus medios de producción (expulsión de los
campesinos pobres de la tierra), nuevas técnicas, y también nuevas fuentes de recursos y mano de
obra, especialmente, las que generan el saqueo, conquista y colonización de América y la búsqueda
de mercados.

Así como la transición del feudalismo al capitalismo genera una clase social de trabajadores separados
de los medios de vida propios (la proletarización) generando una mano de obra barata, también se
produce una concentración de los medios de producción en una nueva clase: la burguesía. Ésta
convertida en la propietaria de capital y del trabajo, se queda con el plusvalor sobre lo producido.4 En
este período, como ya se señaló, la conquista de América y el consecuente saqueo de sus riquezas de
oro y plata aumentaron el caudal de los grandes banqueros generando una masa de monetario que
favoreció el crédito, préstamos, y el acrecentamiento y acumulación de algunos en perjuicio de otros.
El oro y la plata americano generaron en Europa un proceso inflacionario por la diferencia de precios
entre los productos europeos y el precio del metal (que resultaba barato por la explotación de una
mano de obra americana subyugada y por la cantidad que entró en circulación).

En este proceso de desarrollo se consolidó el capitalismo a lo largo de más de cuatro siglos,


favoreciendo que unos (los burgueses) acumularan riquezas más que otros, convirtiendo a una gran
mayoría de sujetos desprovistos de los medios de producción en desterrados, mendigos, ganando
libertad a costa de morir de hambre si no consiguían trabajo (proletarios). Marx denomina esta etapa
como la de la “acumulación originaria del capital”, momento en el que dentro del sistema feudal
basado en la coerción extraeconómica de la fuerza de trabajo, se abren las relaciones sociales
capitalistas, generando una masa de trabajadores libres de contratarse, libres de los medios para
generar su propia subsistencia, es decir, separados de los medios de producción (instrumentos de
trabajo y tierra) y obligados a contratarse para poder vivir.

“…El capital comercial empezó a ‘empeorar la situación de los productores directores… apropiándose
su trabajo sobrante a base del antiguo régimen de producción’.” (…) Bajo dos vías principales: “Un sector
de los productores mismo acumuló capital, se dedicó al comercio y, con el pasar del tiempo, empezó a
organizar la producción sobre una base capitalista, libre de las ataduras impuestas por los gremios al
trabajo manual”. (…) La segunda vía: “un sector de la clase mercantil existente empezó a ‘apoderarse

4
Marx, K. El Capital. Crítica de la economía política. Libro Primero, capítulo VII y VIII. Siglo XXI, Mèxico, 1991.

4
directamente de la producción’; con ello ‘influyó históricamente como transición’ pero, llegado el
momento, ‘este método se interpone en todas partes al verdadero régimen capitalista de producción y
desaparece al desarrollarse éste’.” (…) “el tipo de transición a que se refería Marx estaba se ya
produciendo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVI y que, hacia el advenimiento de Carlos I,
habían sobrevenido ciertos cambios significativos en el modo de producción, circunstancia esta que reviste
particular importancia con relación a los acontecimientos políticos de la Inglaterra del siglo XVII, los que
presentan todos los rasgos de la revolución burguesa clásica. Pero las líneas de desarrollo están lejos de
5
ser nítidas.”

Los factores que favorecen la acumulación originaria y el desarrollo del capitalismo dependieron
de las condiciones interna y no se dieron simultáneamente en todos los países de Europa. En
Inglaterra fue producto de un salto en la fabricación de paños (mientras que en Holanda donde
se inició ese proceso no pudo sostenerlo por la competencia inglesa), esa expansión de la
productividad inglesa debilitó el poder de la nobleza hasta la revolución inglesa (1640-1660).

El desarrollo del comercio no genera por si mismo capitalismo, la expansión del comercio
erosiona o debilita las relaciones propias del modo de producción feudal pero no genera
condiciones suficiente para establecer nuevas relaciones sociales de producción.6 Ello depende
de otros factores. En España en 1492, la reconquista del territorio ibérico, consolidó la monarquía
de Castilla y León, la conquista de América convirtió a España en la gran potencia colonial del
siglo XVI, fortaleciendo a la nobleza feudal y de sus socios: los grandes mercaderes
monopolistas. Con Carlos V (I de España), heredero de los Reyes Católicos y emperador de
Austria, (cuando ser reducía la hegemonía papal frente a las monarquías nacionales), endeuda a
España (con los prestamistas de Génova y Alemania, los Fugger). Crecen los ingresos de la
Corona española producto del saqueo americano y simultáneamente, mientras que favorecía a los
terratenientes la Mesta (asociación de terratenientes laneros que exporta a Holanda e Inglaterra
lana) ahogaba la incipiente producción manufacturera de las distintas regiones urbanas y
artesanas (del actual País Vasco y Cataluña), pagando deudas con la importación de tejidos y
otros bienes. Aunque en este período en los reinos nacionales absolutos predominan las políticas
mercantilistas (acumulación de oro en el tesoro real mediante la exportación e importación), en
España el oro y plata americano, por contrabando, por piratería y por su economía precapitalista,
terminaba pagando las deudas con los prestamistas. En 1640-1660, cuando la extracción de plata
y oro declina, el Imperio español con relaciones de producción antigua, feudales, con una
economía rural que no puede proveerse, inicia su crisis.

Lo contrario de lo que estaba sucediendo en Inglaterra que tras el levantamiento del campesinado
del siglo XIV; el debilitamiento de la gran nobleza durante la Guerra de las Dos Rosas, la
consolidación del poder real con la dinastía de los Tudor, creció una clase de agricultores ricos
en el seno de la propia sociedad feudal pero allí el comercio y la demanda de lana llevó a la
expulsión de campesinos en un proceso que duró siglos, de fines del XV al XVII hasta el triunfo
de la burguesía inglesa con la revolución Inglesa y el Protectorado de Cromwell. Con la
restauración monárquica inglesa en 1660, Carlos II, mantiene los cambios del período Cromwell:
propiedad absoluta sobre la tierra, la hegemonía mercantil, financiera y manufacturera sobre la
nación, el acta de navegación que garantiza que todo el comercio de Inglaterra se realizara a
través de comerciantes y naves. Proteccionismo a ultranza de su propia producción y de su
expansión naval y mercantil. Los intentos de restaurar los viejos privilegios de la nobleza inglesa
generan la Revolución “Gloriosa” que establece un acuerdo entre la burguesía con la nobleza

5
Dobb, Maurice: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Bs. As. 1975. Capítulo: “El surgimiento del capital
industrial”. Fragmentos de las páginas 155 a 175.
6
Dobb, M. Op. Cit. “Capitalismo”, páginas 15 a 25.

5
asegurando un equilibrio de poderes a través de la monarquía parlamentaria pero sin anular los
cambios estructurales logrados por la burguesía. También hay cambios ideológicos y culturales
que permiten el desarrollo científico, que liberan del religioso a la investigación científica
favoreciendo la aplicación de nuevas tecnológica a implementar en la producción. El siglo XVIII,
con la Ilustración, preparará un nuevo estadio de las revoluciones burguesas.

La revolución inglesa se produjo cien años antes de la llamada Revolución Industrial (mediados
del siglo XVIII). Grandes cambios técnicos, económicos y sociales que generó el capitalismo
pero con la burguesía inglesa ya en el poder con intereses para impulsar cambios. Dice Pierre
Vilar, “no pudieron triunfar más que cuando ya se habían librado de los inconvenientes y las
trabas que las instituciones de tipo feudal les oponían necesariamente. Es la historia de las
revoluciones burguesas”.7

Características y modalidades del desarrollo capitalista

El capitalismo en su desarrollo requirió destruir el viejo sistema basado en la producción servil,


liberando a la servidumbre, dando origen a la clase obrera (desposeída de todo medio de
producción), provocando la enajenación de los bienes de producción a los productores directos e
imponiendo nuevas reglas económicas, políticas y culturales. En esas condiciones y con la
implementación de nuevas tecnologías que caracterizaron la revolución industrial, aumentó la
producción y con ello las ganancias de los propietarios de los nuevos medios de producción. La
aplicación de las nuevas tecnologías, la creación de mercados, la constitución de los estados
nacionales modernos que se instalan con las revoluciones burguesas se destruyen las trabas que
el sistema feudal imponía al desarrollo de la nueva clase.

Nos interesa analizar no solo por qué pudo desarrollarse un nuevo sistema de producción, sino
también estudiar dónde se dieron determinadas condiciones favorables, cuáles fueron los factores
que resultaron esenciales y reconocer sus particularidades en cada uno. Los temas referidos a la
transición del feudalismo al capitalismo y la etapa inicial del capitalismo, que muchos autores
llaman el take-off, fueron y siguen siendo parte de un debate intenso.

Uno de los factores esenciales que permitieron el avance del capitalismo y su forma de
producción industrial son los cambios que se produjeron en el corazón de sistema feudal, es decir,
en la producción rural y en la distribución de la tierra. Teniendo en cuenta esos cambios se
reconocen tres casos, muy estudiados y debatidos, cuyas condiciones políticas, sociales y
características productivas fueron diferentes: pero que tienen algunos aspectos comunes que
favorecieron la consolidación de la burguesía, el capitalismo y la producción industrial. El
primero es el que se inicia en Inglaterra con la Revolución Gloriosa; otro con rasgos diferentes
es el de Alemania luego de la derrota en Jena por parte de las tropas napoleónicas; y, por último,
el caso norteamericano después de la revolución contra el colonialismo inglés que lleva a la
independencia de Estados Unidos.

En el Inglaterra el desarrollo del capitalismo, que se denominó “clásico”, tuvo como


característica, tras el proceso de los cercamientos, la emergencia de una burguesía arrendataria,
con terratenientes feudales devenidos en rentistas como propietarios absolutas de la tierra y una

7
Vilar, P. “La transición del feudalismo al capitalismo”. En Parain, Vilar, Globot y otros. El modo de producción feudal. Discusión
sobre la transición al capitalismo. Madrid, Ediciones de Ambos mundos, 1972. Ponencia 3.

6
masa de productores directos, campesinos con distintos niveles de acceso a la tierra y a los
recursos, de los cuales muchos fueron expulsados de la tierra y que, en un largo proceso, se
proletarizaron.8

La otra forma o vía de desarrollo del capitalismo fue la que se produjo en Alemania, conocida
como la vía prusiana. En donde las necesidades sociopolíticas de la clase terratenientes feudal
bajo una monarquía autocrática, tras derrota del ejército prusiano, impulsa una transformación
tecnológica y una modernización y reforma del estado impulsando la emancipación de los siervos
(a finales del siglo XVIII), permitiéndoles a los campesinos acceder a la compra de su propia
tierra (sólo una quinta parte del área total) mientras que otros se proletarizan o migran.
Simultáneamente, se mantuvieron las prerrogativas de los grandes terrantenientes prusianos, los
junkers. La emancipación de la servidumbre alemana quedó por detrás de la reforma agraria de
la Francia revolucionaria. Los Junkers, de cuyo apoyo militar y político dependía la monarquía,
son terratenientes que utilizan mano de obra asalariada, como grandes propietarios obtenien una
renta del suelo y, a la vez, como capitalistas extraen plusvalía, llevando a cabo una
industrialización pesada impulsada un desde arriba para sostener intereses políticos
monárquicos.9

Mientras que el caso norteamericano, se caracterizó por un desarrollo del capitalismo y un


proceso de industrialización cuya base fue un tratamiento particular de la propiedad de la tierra
y de la producción agraria. Desde antes de la ocupación inglesa y hasta la Guerra de Secesión, el
territorio norteamericano se desplegó desde sus inicios por una apropiación libre de la tierra, sin
trabas tributarias feudales ni normativas o exigencias legales, lo que favoreció una producción
agraria conocida como “farmer”, pequeñas parcelas para pequeños productores con mano de obra
familiar que estuvieron en condiciones de acumular, ahorrar e invertir en la mejora de
herramientas y tecnologías, con creciente rentabilidad, ampliando la producción agro-ganadera e
impulsando con ello a la producción manufacturera.10

Estudiar estos procesos nos permiten identificar algunos de los factores que favorecen y limitan
la estructura económica y, a su vez, nos permiten entender como operan en relación dialéctica
con las condiciones sociales y políticas en los diferentes tiempos y lugares que pretendemos
conocer.

8
Dobb, M. Op. Cit.
9
Kemp, Tom. La revolución industrial europea del siglo XIX. Editorial Cel, Barcelona, España 1979.
10
Adams, W. P. Los Estados Unidos de América. Siglo XXI. Madrid, 1977.

7
Comparación cronológica de algunos procesos históricos

8
9

También podría gustarte