Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El devastador paisaje y ambiente que inundó a Europa tras la I y la II Guerra Mundial llevó a
varios hombres y mujeres a tratar de encontrar un modelo de integración europea que
dejase atrás la rivalidad y los conflictos entre las naciones europeas. Los conocidos
pioneros de la Unión Europea centraron todos sus esfuerzos en convencer a sus naciones
de la necesidad de comenzar un nuevo periodo de paz, que comenzaría por la
estructuración de Europa Occidental en torno a una nueva organización basada en los
intereses comunes de sus pueblos y naciones y consagrada por unos tratados que
garantizarían el Estado de Derecho y la igualdad de todos los países.
Uno de los primeros pasos que tuvieron lugar en 1951, fue la creación de la Comunidad
Europea del Carbón y del Acero (CECA), que consiguió unir a seis países (Alemania,
Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) en la gestión conjunta de estos
recursos clave para la industria. Además del existente interés económico, la puesta en
común de los recursos franceses y alemanes del carbón y del acero que eran
imprescindibles para la carrera armamentística de un país, suponía acabar con la tradicional
rivalidad franco-alemán. Ambas naciones se consideraron socias en igualdad de derechos y
esto hizo inviable una nueva guerra entre ambas. Esto sirvió de ayuda para sentar las bases
para una mayor cooperación entre los países europeos.
El Acta Única Europea (AUE) de 1987 amplió los objetivos comunitarios al establecer como
meta la realización de un Mercado Único para 1993: un espacio sin fronteras interiores que
garantizase la libre circulación de mercancías, capitales, personas y servicios. Con el
Tratado de Maastrich de 1992 nació la Unión Europea (UE) sobre la base de unas
La llegada del siglo XXI supuso un nuevo reto para los países miembros de la UE que
debían hacer frente de forma conjunta a los desafíos de la globalización. Por ello, en la
'Estrategia de Lisboa', adoptada por la Unión Europea en marzo de 2000, se fijó como
objetivo principal adaptar la economía europea a las nuevas condiciones y características
de la economía mundial.
El 1 de enero de 2007 dos países más de Europa Oriental, Bulgaria y Rumania, ingresaron
en la UE, que de este modo comenzó a contar ya con 27 Estados miembros. Croacia, la
Antigua República Yugoslava de Macedonia y Turquía eran también candidatos a la
adhesión.
Los Estados miembros no estaban en condiciones de afrontar en solitario todos los nuevos
retos, que no conocían fronteras. Sólo un esfuerzo colectivo a escala europea permitiría
hacerlo y responder a las preocupaciones de los ciudadanos. Pero, para ello, Europa
tendría que modernizarse. Necesitaba instrumentos eficaces y coherentes adaptados no
sólo al funcionamiento de una Unión recientemente ampliada de 15 a 27 miembros, sino
también a las rápidas transformaciones del mundo actual. Esto implicaba renovar las
normas establecidas en los Tratados. Este fue el objetivo del Tratado firmado en 2007.
Este Tratado entró en vigor el 1 de diciembre de 2009 y fue el fruto de negociaciones entre
los Estados miembros reunidos en la Conferencia Intergubernamental, en la que
participaron también la Comisión y el Parlamento Europeo. Fue aprobado por los 27
Estados miembros. Cada uno de ellos pudo elegir su propio método de aprobación, de
acuerdo con sus normas constitucionales.
Los impulsos hacia la unidad europea, tanto en términos de cooperación económica como
militar, han sido una característica importante en la historia de la Unión Europea (UE). Estos
impulsos han sido impulsados por una serie de factores, que van desde la seguridad y la
estabilidad económica hasta la influencia geopolítica y la búsqueda de una voz más fuerte
en los asuntos mundiales.
Los impulsos hacia la unidad económica y militar en Europa han sido motivados por una
serie de factores. En primer lugar, la Unión Europea ha buscado promover la seguridad y la
BASE JURÍDICA:
El Tratado constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) o Tratado
de París, firmado el 18 de abril de 1951, unió por primera vez a seis Estados europeos, los
cuales aceptaron seguir la vía de la integración. Dicho Tratado permitió establecer las
bases de la arquitectura comunitaria al crear un organismo ejecutivo conocido como «Alta
Autoridad», una Asamblea Parlamentaria, un Consejo de Ministros, un Tribunal de Justicia y
un Comité Consultivo. Se estableció una duración de unos 50 años, expirando así en 2002.
Todo el patrimonio que poseía el CECA en el momento de su expiración fue destinado a la
investigación en los sectores relacionados con la industria del carbón y del acero a través
de un fondo y de un programa de investigación en estos ámbitos.
Los seis países fundadores fueron Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los
Países Bajos.
OBJETIVOS:
La creación de la CECA según sus fundadores, era una primera etapa en la vía que les
conduciría a una “federación europea”.El mercado común del carbón y del acero debía
experimentar una fórmula que se pudiera extender progresivamente a otros ámbitos
económicos y que llevara en un último término a la construcción de una Europa política.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES:
La elección del carbón y del acero era, en esa época, altamente simbólica. En efecto, a
principios de los años 1950, el carbón y la siderurgia eran industrias fundamentales, base
de la potencia de un país. Además del evidente interés económico, la puesta en común de
los recursos franceses y alemanes complementarios debía señalar el final del antagonismo
entre estos dos países.
La década de los 60 es un buen momento para la economía, favorecido, entre otras cosas,
por el hecho de que los países de la CEE dejan de cobrar derechos de aduana por las
transacciones comerciales entre sí. También acuerdan un control conjunto de la producción
de alimentos, de modo que todo el mundo tenga comida suficiente
El 30 de julio de 1962 se crea la primera política agrícola común otorga a los países de la
CEE un control conjunto de la producción de alimentos. Hay suficientes alimentos para
todos y los agricultores tienen buenos ingresos. El efecto secundario no deseado es la
sobreproducción, con grandes cantidades de excedentes.
El 20 de julio de 1963 la CEE firmó su primer gran acuerdo internacional. Los seis países
miembros firmaron el Convenio de Yaundé para promover la cooperación y el comercio con
dieciocho antiguas colonias en África.
El 1 de julio de 1968 se inició la Unión Aduanera los seis países miembros de la CEE
eliminan los derechos de aduana sobre los productos importados entre sí, permitiendo el
libre intercambio transfronterizo por primera vez. También aplican los mismos derechos a
sus importaciones de terceros países. El comercio entre estos seis países y con el resto del
mundo crece rápidamente.
Para conseguir los objetivos que marcaron los países de la CEE, los Tratados de París y de
Roma establecieron las bases de una arquitectura comunitaria. En un principio lo hicieron
de forma parcialmente independiente, pero el 8 de abril de 1965 se firmó en Bruselas el
Tratado de fusión de los Ejecutivos que entró en vigor el 1 de enero de 1967, por el que se
constituía un Consejo único y una Comisión única para las tres Comunidades.
Los positivos efectos que la creación de las Comunidades Europeas tuvo para la economía
de los Estados miembros, llevaron a otros países europeos a solicitar la adhesión.
Paralelamente a las ampliaciones de las Comunidades Europeas, se producían avances en
materia política, económica y social. Todo ello ha exigido profundas reformas en los
sistemas jurídicos e institucionales, con el fin de adaptar las estructuras originarias a las
necesidades que iban surgiendo.
El mercado común, principal objetivo del Tratado de Roma, fue establecido a través de la
unión aduanera de 1968, la eliminación de las cuotas, la libre circulación de ciudadanos y
trabajadores, y cierta armonización fiscal mediante la introducción generalizada del
impuesto sobre el valor añadido en 1970. No obstante, el libre comercio de mercancías y
servicios y la libertad de establecimiento seguían estando limitados debido a la persistencia
de prácticas anticompetitivas impuestas por las autoridades públicas
La falta de avances en la consecución del mercado común se atribuyó en gran medida a la
elección de un método de armonización legislativa demasiado minucioso y a la imposición
de la regla de la unanimidad en la toma de decisiones del Consejo. Esto cambió con las
sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en los asuntos Dassonville y Cassis
de Dijon en la década de 1970, que declararon ilegales las restricciones a la importación de
efecto equivalente a las restricciones cuantitativas, con lo que se introdujo el principio de
reconocimiento mutuo. A raíz de dichas sentencias, a mediados de los años ochenta el
debate político sobre el comercio intercomunitario recobró impulso y llevó a la Comunidad
Económica Europea a considerar un enfoque más riguroso en relación con el objetivo de
suprimir las barreras comerciales: el mercado interior.
El Acta Única Europea, que entró en vigor el 1 de julio de 1987, fijó un plazo concreto para
la realización del mercado interior, a saber, el 31 de diciembre de 1992. Asimismo, reforzó
los mecanismos de toma de decisiones para el mercado interior introduciendo la votación
por mayoría cualificada en ámbitos como el arancel aduanero común, la libre prestación de
servicios, la libre circulación de capitales y la aproximación de las legislaciones nacionales.
Cuando se cumplió el plazo previsto, más del 90 % de los actos legislativos enumerados en
el Libro Blanco de 1985 ya habían sido aprobados, principalmente por mayoría cualificada.
El Tratado de Maastricht, también llamado Tratado de la Unión Europea (TUE) es uno de los
tratados fundamentales para la constitución de la Unión Europea. Fue firmado el 7 de
febrero del año 1992 en la ciudad de Maastricht (Países Bajos), entrando en vigor un año y
medio más tarde, concretamente el 1 de noviembre de 1993.
El objetivo de este tratado fue integrar, en la formación de la Unión Europea, una visión
política y jurídica, que se incorporase en conjunto a los tratados ya vigentes. Marcó los
caminos para establecer la política monetaria y exterior de la unión, así como la
consideración de políticas de defensa, medio ambiente y ciudadanía, además de sentar las
bases para la constitución del Banco Central Europeo.
Otro de los objetivos importantes de este tratado consistió en sentar las bases de una
moneda única que sería utilizada por los países miembros. Una de las bazas para ello fue la
ya mencionada intención de crear el Banco Central Europeo y el Sistema Europeo de
Bancos Centrales, entidades que se encargarían de mantener el valor del euro y controlarlo
durante el tiempo.
La idea de crear una moneda común ya había sido propuesta décadas atrás, pero corrían
tiempos de inestabilidad económica y nunca se llegó a materializar el proyecto hasta casi
finales del siglo pasado. En 1989 se llegó a un acuerdo para establecer la transición hacia el
euro, que se dividió en tres fases recogidas por el Tratado de Maastricht: