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En 1916 accedió al gobierno Hipólito Yrigoyen, en las primeras elecciones celebradas

según la Ley Sáenz Peña, que estableció el sistema de voto secreto y obligatorio para
todos los ciudadanos varones, garantizando elecciones libres y democráticas por
primera vez en la historia argentina. Seis años más tarde, Yrigoyen sería sucedido por
Marcelo T. de Alvear, también radical. En 1928 volvió Yrigoyen a la presidencia para
un nuevo mandato de seis años, pero fue derrocado en 1930.

Durante los primeros años del período radical hubo recesión y pronunciada reducción
del salario real, seguido de un extenso período de crecimiento económico hasta los
últimos dos años, en los que la Gran Depresión puso fin al modelo agroexportador. La
situación política se vio enrarecida por los conflictos entre el radicalismo y los
conservadores, y entre los radicales oficialistas y los antipersonalistas, contrarios a la
línea de Yrigoyen. El período se caracterizó por el avance de la democracia en la vida
política argentina, la sanción de medidas tendientes a favorecer a los sectores obreros
como también la regulación de los ferrocarriles operados por capitales extranjeros. Se
creó la petrolera estatal YPF con el fin de combatir a los trusts extranjeros. El
gobierno apoyó el movimiento reformista estudiantil sancionando medidas a favor del
estudiantado. Varios de estos avances se vieron truncados luego del golpe de Estado
de 1930. El periodo fue también testigo de las mayores masacres obreras de la historia
argentina y el único pogrom registrado en América, con miles de personas asesinadas,
detenidas y torturadas.

El triunfo electoral significó la llegada a la conducción de diferentes ámbitos


estatales, de un amplio sector social que hasta ese momento estaba excluido de los
puestos públicos de dirección. Se trataba de sectores medios, sin grandes recursos
económicos, ni conexiones con las clases altas.[5] La presencia de funcionarios "sin
apellido" fue uno de los temas preferidos para bromas de la prensa conservadora. A lo
largo de su gobierno, tuvo que manejarse con decretos, puesto que muchas de sus
iniciativas que eran mandadas al Congreso no prosperaron.[26] Recién con las
elecciones legislativas de 1918 el radicalismo obtuvo la mayoría en la cámara baja.
[27] Pero anteriormente el gobierno había presentado una serie de proyectos que no
llegaron a aprobarse. Uno de ellos fue la expropiación de los buques de ultramar de
matrícula nacional, también había mandado una iniciativa con la finalidad de construir
un astillero y otra iniciativa proyectaba reconstruir los canales de acceso a los puertos
fluviales de Rosario y Buenos Aires.[22]

Las elecciones presidenciales de 1916 fueron las primeras en la historia argentina


realizadas mediante el voto secreto y obligatorio solo para varones, establecido por la
Ley Sáenz Peña de 1912. Se utilizó el sistema de elección indirecta que establecía la
Constitución, mediante colegios electorales provinciales y de la Capital Federal, no
pudiendo votar los habitantes de los territorios nacionales. La Unión Cívica Radical
ganó en seis de los quince distritos existentes en ese entonces (Capital Federal,
Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán); diferentes partidos
conservadores ganaron cinco provincias (Buenos Aires, Catamarca, San Juan, San
Luis y La Rioja); el Partido Demócrata Progresista ganó dos provincias (Corrientes y
Salta); y la Unión Cívica Radical Disidente ganó en Santa Fe. Con ese resultado la
UCR no tenía mayoría propia en los colegios electorales y dependía del apoyo de los
electores radicales disidentes de Santa Fe, con los que ganaba por un solo voto.
Durante varios días el resultado se mantuvo incierto, hasta que finalmente la UCR
disidente decidió apoyar la fórmula Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna.[28]
Durante su gobierno, Yrigoyen impulsó una serie de políticas que en conjunto
implicaban una tendencia transformadora. Durante el periodo de 1916-1930 se
registró una expansión promedio anual del 4,34% del PBI.

Hipólito Yrigoyen pensaba que la Argentina debía manejar su propia moneda, su


propio crédito y la comercialización de su producción, como la explotación y
distribución de energía y transportes. Para ello proyectó un Banco Central Estatal,
para así nacionalizar el comercio exterior, manejado por las exportadoras de cereales,
fundó YPF y dictó controles a las concesiones de empresas extranjeras que manejaban
los ferrocarriles. En materia ferroviaria se dictaron rigurosos controles a los
ferrocarriles en manos de los británicos, sobre todo en lo que respecta a tarifas y
fijación de cuentas capitales, además se dio impulso a la obra de Ferrocarriles del
Estado, buscando la salida al Pacífico para facilitar el transporte de las producciones
del noroeste y sur oeste -centro- del país para llegar a Perú, Chile y Bolivia.[26]

El historiador del radicalismo Gabriel del Mazo, dice que el gobierno de Yrigoyen se
caracterizó por su "Plan de Tierra y Petróleo", en el que el Estado se reservaba un rol
de intervención decisivo.[32] El radicalismo mostró una tendencia económica que se
apartaba del liberalismo clásico, a partir de la idea de intervención del Estado en la
economía, considerada como antecedente del New Deal que Roosevelt llevaría
adelante en Estados Unidos casi dos década después.[33][34] El nacionalismo
económico de Yrigoyen resulta claramente expuesto en los fundamentos al veto de la
ley ferroviaria que la oposición conservadora logró sancionar en 1920, donde dice:
La política del Poder Ejecutivo es mantener en poder del Estado la explotación de
fuentes naturales de riqueza, cuyos productos son elementos vitales del desarrollo del
país... El Estado debe adquirir una posición cada día más preponderante en las
actividades industriales que respondan principalmente a la realización de servicios
públicos.
Hipólito Yrigoyen
Sin embargo, Yrigoyen debió enfrentar en la Argentina los problemas derivados de la
Primera Guerra Mundial. Su política fue mantener la neutralidad, que implicaba en
términos económicos continuar con el abastecimiento de los aliados, clientes
tradicionales.[36] Las naciones en guerra demandaban alimentos baratos, como
algunos artículos industriales tales como frazadas y carne enlatada, cuyas
exportaciones se triplicaron durante el periodo 1914 a 1920. Se estancaron, en cambio
las exportaciones de maíz y carne refrigerada (de mejor calidad que la enlatada). A su
vez se frenaron las importaciones de manufacturas industriales que antes se producían
en Europa, ya que los países participantes de la contienda centraron sus recursos en la
industria bélica. Este hecho produjo que empezaran a surgir industrias para producir
aquellos productos que antes eran importados. Entre 1914 y 1921 creció el comercio
con Estados Unidos, ya que Inglaterra y los demás países europeos no tenían que
ofrecer a la Argentina.[37]

Cuando comenzó la guerra, el presidente Victorino de la Plaza ordenó la suspensión


de entrega de oro a cambio de billetes que realizaba la Caja de Conversión, como
paliativo del "pánico bancario" y para evitar una fuga de capitales. Esto permitió que
la moneda argentina mantuviera un respaldo fijo con respecto del oro. Catorce
millones de pesos en oro fueron repatriados, su origen provenía de legaciones en París
y Londres donde había quedado depositado como pago que los comerciantes europeos
entregaban a nombre de los exportadores argentinos. Gracias a ello el peso argentino
llegó a tener un 80 % de respaldo de oro para fines del primer gobierno de Yrigoyen.
El gobierno intento sin éxito crear el Banco de la República en 1917, una entidad
financiera cuyo objetivo sería regular la economía y las finanzas nacionales. Durante
el lustro no se emitieron títulos de deuda, y la deuda externa se redujo a 225 000 000
de pesos, para ello se dejaron vacante varios empleos públicos para reducir el gasto
público. El Congreso no llegó a sancionar el impuesto a los réditos, cuya sanción
pidió el gobierno en 1919. En el citado año se remitió al Congreso una
reglamentación sobre conciliación y arbitraje de los conflictos obreros, el cual
establecía una junta presidida por el titular del Departamento Nacional del Trabajo
(también estaría integrada por integrada por un representante de cada parte en
conflicto), para someter tanto a trabajadores como patrones para llegar a un
entendimiento viable. También en 1919 se llevó al Congreso una ley que
reglamentaba el trabajo en obrajes y yerbatales, ya que las condiciones de los obreros
eran inhumanas, así la ley 11 728 fue aprobada durante la siguiente administración
radical en 1925. Pero sería vetada por Marcelo T. de Alvear por insistencia del
Congreso.[22]

ley que reglamentaba el trabajo en obrajes y yerbatales, ya que las condiciones de los
obreros eran inhumanas, así la ley 11 728 fue aprobada durante la siguiente
administración radical en 1925. Pero sería vetada por Marcelo T. de Alvear por
insistencia del Congreso.[22]

Los precios del mercado internacional comenzaron a descender muy lentamente a


partir de 1914, mientras que los productos manufacturados que Argentina importaba,
empezaron a costar más caros en relación con el precio de los cereales. Así se fue
creando una situación cada vez más difícil que condujo a una crisis general de la
economía, cuyo mayor exponente fue el año 1929, al compás de la crisis
internacional. Con una industria con poco desarrollo que se había creado durante la
Primera Guerra Mundial, pero que comprimió después, una organización fiscal que
obtenía casi todos sus recursos a través de derechos aduaneros, y un presupuesto casi
normalmente deficitario caracterizaron junto a otros aspectos la economía argentina
durante el periodo radical de 1916 a 1930.[38]

Así fue como en el rubro metalúrgico surgieron las empresas Tamet y La Cantábrica,
la primera nació como un pequeño taller y siguió creciendo hasta convertirse en la
mayor empresa metalúrgica de América del Sur en la década de 1920. En estos
momentos el parque automotor era de 48 000 unidades, un promedio de 187
habitantes por automóvil.[39] También se destacaban la fábrica de sanitarios
(existente hoy en día) Ferrum, tres fábricas de bolsas de arpillera y la Compañía
General de Fósforos. La empresa CATE (de capitales alemanes), dominó el mercado
de generación de energía eléctrica de la ciudad de Buenos Aires en pocos años.

La decisión más destacada del gobierno radical fue la creación de la empresa Estatal
petrolera Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 1922, cerca del final del primer
mandato de Hipólito Yrigoyen. Abrió toda una línea de políticas económicas
nacionalistas y anti-monopolio. En el futuro YPF sería la empresa más grande del país
y llegaría a emplear 50 000 trabajadores. El nuevo presidente radical Marcelo T. de
Alvear nombró al general e ingeniero Enrique Mosconi al frente de la misma, e
intentó impulsar una serie de medidas para nacionalizar el petróleo. Desde entonces el
radicalismo haría de YPF una bandera ideológica.

Dos meses después de asumir la presidencia el gobierno presentó pidió autorización


del Congreso para realizar un empréstito de 100 000 000 de pesos destinado a varias
medidas, entre ellas, fomentar la explotación de YPF. En 1919 el Presidente mandó al
Congreso un proyecto de trece capítulos donde detallaba el régimen legal, técnico,
económico y financiero del petróleo. El proyecto tenía como finalidad el principio del
dominio estatal de los yacimientos. Días más tarde se implementó a este proyecto uno
más que declaraba de utilidad pública a todos los elementos necesarios para la
explotación del petróleo. Pero estas iniciativas quedarían trabadas por un tiempo en el
Congreso. En 1921 el Poder Ejecutivo mandó un mensaje al Congreso insistiendo por
la sanción de los proyectos mencionados anteriormente, pero el mensaje no dio
resultado. Ante esto, Yrigoyen dictó un decreto organizando la Dirección General de
YPF en dependencia del Ministerio de Agricultura.[22] Pese a las importantes obras
petroleras, Yrigoyen no logró la nacionalización de los hidrocarburos, sin embargo
dejó las bases para evitar convenios contra la independencia económica local.[40]

Mosconi con apoyo y financiamiento del Estado impulsó el crecimiento de YPF con
el objetivo de alcanzar el autoabastecimiento de petróleo, vital para el desarrollo
autónomo del país, y promovió medidas tendientes a disminuir la competencia entre
YPF y las empresas extranjeras. Logró la construcción de una destilería en La Plata,
lo que independizo al país de la compra de naftas. Pocos meses después de su
habilitación comenzó la producción de nafta para aviones. Esta planta industrial fue la
décima destilería más grande del mundo.[41]

Carlos Madariaga, vocal del directorio de YPF solventó con dinero de su propia
fortuna algunas obras para YPF. Gracias a ello la producción de naftas que en 1922
era inexistente, logró en 1928 que YPF vendiese 100 000 000 de litros de ese
combustible, además de 25 000 000 de litros de queroseno. Por otro lado la Standard
Oil logró en 1925 obtener concesiones por parte del conservadurismo en Salta, pero el
gobernador yrigoyenista Julio Cornejo las anuló en 1928.

. GOBIERNO DE ALVEAR 1922-1928


Los comicios se realizaron el 2 de abril de 1922. Marcelo T. de Alvear, por la UCR,
obtuvo el triunfo con 450 000 votos; la Concentración Nacional (alianza electoral
conservadora) obtuvo 200 000 votos; el Partido Socialista obtuvo 75 000 votos; y el
Partido Demócrata Progresista obtuvo 75 000 votos. El Vicepresidente fue Elpidio
González.

Marcelo T. de Alvear desarrolló una presidencia marcadamente diferente, en estilo y


contenido a la de Hipólito Yrigoyen.

En primer lugar, el radicalismo durante su mandato, manifestó una clara vocación de


diálogo y alianzas con otras fuerzas políticas, en particular con los socialistas y
demócratas progresistas. La presencia de militantes radicales en el gabinete fue
reducida y los ministros y secretarios gozaron de mayor autonomía. El ministro José
Nicolás Matienzo desempeñó un rol de coordinación del gabinete. Dos ministros del
gabinete de Alvear serían durante la Década Infame presidentes de la Nación: Agustín
P. Justo y Roberto M. Ortiz.
En segundo lugar, ciertas políticas de transformación económica, política y social que
había delineado el gobierno de Yrigoyen resultaron atenuadas, cuando no
directamente revertidas, durante el gobierno de Alvear. El caso más extremo fue con
la Reforma Universitaria. Ello no impidió, sin embargo, que fuera el gobierno de
Alvear el que enviara al Congreso el proyecto de ley de nacionalización del petróleo,
aunque nunca logró que fuera aprobado.[49]

No obstante, aunque en menor medida que su antecesor, el nuevo radical adoptó


varias medidas de previsión social, como la ley n.º 11.289 en 1923; aunque significó
un avance hacia la jubilación universal y obligatoria, más tarde en 1926, la Unión
Industrial consiguió anularla por medio de la nueva ley 11.35, argumentando que sería
muy costoso mantenerla. El movimiento obrero también se quejó de ella, ya que no
querían que se descontara de sus salarios el 5% correspondiente a los aportes obreros.
La ley n.º 11.317 sancionada en 1924 prohibió el trabajo de mujeres y menores en
Capital Federal y en los territorios nacionales, Pablo Troncoso destacó que el artículo
23 de dicha ley faculta a las sociedades gremiales a denunciar y acusar criminalmente
cualquier infracción a sus disposiciones.[44][101][102][26] En 1926 una comisión
encabezada por el socialista Mario Bravo logró elaborar y sancionar la ley n.º 11.388
llamada "Régimen Legal de las Sociedades Cooperativas", cuyo segundo artículo
expresaba los principios de asociación libre y voluntaria, fomento de la educación y
eludir privilegios para los fundadores de las mismas. Casi paralelamente se promulgó
la ley n.º 11.380 llamada de "fomento cooperativo", la cual autorizaba al Banco de la
Nación Argentina como al Hipotecario a gestionar créditos a las entidades
cooperativas, además de liberar a estas sociedades de aquellos impuestos nacionales
de papel sellado, como también del valor de los edificios e instalaciones y de patentes.
[103]

También se sancionaron leyes previsionales: la jubilación para los bancarios ley n.º
11.232 y 11.575, y maestros primarios ley n.º 11.312, además se creó por ley n.º
11.289 la Caja de Previsión Social para jubilaciones a empleados y obreros, la ley n.º
11.275 de identificación de mercancías de industria argentina, y con la ley n.º 11.278
se reglamentó el pago de sueldos en moneda nacional (para evitar el uso de vales de
cambio), gracias a la ley n.º 11.287 se establecieron impuestos a la herencia que esta
vez produjo una mayor redistribución, que sirvió para reforzar la educación popular.
[104][44] En el año 1924 se aumentó la jubilación de los maestros, antes la misma era
muy baja.[105] Sin embargo el gobierno prácticamente atenuó el proceso de la
reforma universitaria, cuando intervino la Casa de Altos Estudios de La Plata y la del
Litoral, además de sancionar un estatuto antirreformista para la Casa de Buenos Aires.
[106]Durante su presidencia y con motivo de la finalización de la guerra se reactivó el
flujo de inmigración hacia la Argentina. Desde 1924 a 1929 entraron al país casi dos
millones de personas, de las cuales quedaron radicados en el país 650 000.
LA UCR ANTIPERSONALISTA
Alvear había sido propuesto como candidato por Yrigoyen, quizá porque creía que su
simpatía por los detractores del personalismo de su predecesor, combinada con su
lealtad personal, evitaría la ruptura dentro del radicalismo.

Los sectores de oposición interna se alinearon rápidamente tras la figura de Alvear,


formando un sector diferenciado, conocido como Unión Cívica Radical
Antipersonalista. Por el momento no hubo ruptura, porque los antipersonalistas
aparentemente tenían la intención de desplazar a los partidarios de Yrigoyen de todos
sus puestos, inclusive en el partido. Lograron varios gobiernos provinciales y
ocuparon casi todos los ministerios; su principal oponente era el vicepresidente
Elpidio González, abiertamente yrigoyenista. Según Félix Luna en su libro Yrigoyen,
Alvear no había alentado la creación de la facción antipersonalista, pero su
alejamiento del caudillo basto para que los sectores más conservadores dentro del
radicalismo se enemistaran con los "personalistas".[22]

Pero la división del partido radical, se fue volviendo inevitable en 1923: nueve
senadores radicales se declararon "antipersonalistas", es decir, contrarios al
"personalismo" de Hipólito Yrigoyen, y brindaron su apoyo al presidente Marcelo
Torcuato de Alvear, también hubo roces entre este y su vicepresidente Elpidio
González. De hecho la división comenzó cuando los senadores comenzaron a
hostilizar al vicepresidente González. El yrigoyenismo tomaba a los antipersonalistas
como conservadores. Por otra parte los antipersonalistas decían que Yrigoyen violaba
las reglas del juego político. Estas disputas siguieron, y lo que fue peor, se trasladaron
al Congreso, en donde los diputados fieles a Yrigoyen solían obstaculizar las
iniciativas del Poder Ejecutivo, ya fuese a través de discusiones o bien retirándose del
recinto para evitar dar cuórum. En este contexto, el presidente Alvear clausuró por
decreto las sesiones extraordinarias, en vista de que la actividad legislativa era casi
nula.[101]

El líder del radicalismo antipersonalista fue Leopoldo Melo; con él estaban, entre
otros, Vicente Gallo, Tomás Le Breton, José P. Tamborini, Enrique Mosca, José C.
Crotto y Roberto M. Ortiz.

Varios grupos provinciales se alinearon también con el antipersponalismo, pero desde


un punto de vista completamente opuesto: el lencinismo de Mendoza y el bloquismo
de San Juan tenían tendencias claramente populistas. En cambio, los radicales
principistas de Entre Ríos, con Miguel Laurencena a la cabeza, eran de tendencia
conservadora.

En 1924 la UCR de la Ciudad de Buenos Aires se dividió: se constituyeron dos


Comités paralelos y apareció oficialmente la Unión Cívica Radical Antipersonalista
liderada por Leopoldo Melo y Enrique Mosca.

En 1925, la Unión Cívica Radical Antipersonalista constituyó su propio Comité


Nacional. En las elecciones parlamentarias de 1926 concurrió con candidatos propios
y se ubicó como segunda fuerza nacional con 218 000 votos detrás de la UCR que
obtuvo 338 000 votos. Debido a que los conservadores se habían ubicado terceros con
160 000 votos, la posibilidad de una alianza entre conservadores y antipersonalistas
era cada vez más probable para obtener la victoria en las elecciones presidenciales de
1928.
Regreso del yrigoyenismo
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Los radicales yrigoyenistas como Horacio Oyhanarte, el vicepresidente Elpidio
González, Délfor del Valle, el gobernador de Buenos Aires José Luis Cantilo, y un
grupo de jóvenes liderados por Diego Luis Molinari, defendían ardorosamente el
fuerte liderazgo de Yrigoyen.
En 1927, la Unión Cívica Radical Antipersonalista eligió como candidato a presidente
a Leopoldo Melo, acompañado por Vicente Gallo para vicepresidente, que sería
inmediatamente apoyado por la Confederación de las Derechas, unificadora de todo el
espectro conservador.[130]

A comienzos de 1928 el yrigoyenismo ganó en Tucumán, Santa Fe y sobre todo la


gobernación de Córdoba, hasta ese momento en manos de los demócratas
(Confederación de las Derechas). La vuelta de Yrigoyen al poder comenzó a
visualizarse como un alud. En la campaña yrigoyenista participó Ignacio Corsini, un
famoso cantor de tangos, quien cantó por todo país el tango de Enrique P. Maroni
"Yrigoyen Presidente".[131] En marzo Yrigoyen fue elegido candidato a presidente,
acompañado por Francisco Beiró.

El 1 de abril se realizaron las elecciones. Los dos candidatos con posibilidades eran
radicales. Triunfó Yrigoyen por una diferencia aplastante: 840 000 votos contra 440
000 de Melo-Gallo. Los socialistas quedaron terceros con 65 000 votos. La asunción
fue el 12 de octubre.

En 1910 negoció con el presidente Roque Sáenz Peña la ley de sufragio secreto y
obligatorio masculino, bajo cuyas reglas fue elegido presidente de la Nación en 1916.

Su presidencia puso fin a una hegemonía conservadora de más de 40 años. Sancionó


reglamentaciones para proteger a los campesinos y creó cajas jubilatorias para
empleados públicos. Dictó medidas para que la Argentina controlara sus transportes,
yacimientos energéticos y su propia moneda. Reguló las tarifas de los ferrocarriles
operados por capitales británicos, a la vez que se creaban líneas férreas estatales. En
1922 fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa estatal destinada a
explotar las riquezas petroleras del país. El estallido en 1918 del movimiento
estudiantil de Reforma Universitaria fue apoyado por su gobierno, tomando una serie
de medidas a favor de los reformistas. Pese a las iniciativas que favorecieron a
sectores obreros y medios, su mandato se vio manchado por las mayores masacres
obreras en la historia argentina: la Semana Trágica, la Masacre de La Forestal y la
Patagonia rebelde, con miles de obreros asesinados por las fuerzas de seguridad a las
cuales les impartió la orden de reprimir y grupos parapoliciales de extrema derecha
entre cuyos dirigentes había miembros del partido gobernante, contra los cuales el
gobierno no tomó medidas para detenerlos. En materia de política internacional,
Yrigoyen mantuvo una posición neutral ante la Primera Guerra Mundial y, finalizada
ésta, abogó por la igualdad entre naciones vencedoras y vencidas, a la vez que
defendía el principio de no intervención.

Yrigoyen fue cuestionado por integrantes de su propio partido por ejercer un liderazgo
«personalista». Fue sucedido en la presidencia por el también radical Marcelo T. de
Alvear, durante cuyo mandato se produjo el quiebre de la UCR en dos partidos,
agrupando uno a los yrigoyenistas y el otro a los antipersonalistas. La elección
presidencial de 1928 se polarizó entre dos partidos radicales: por un lado la Unión
Cívica Radical con Yrigoyen a la cabeza y por el otro la Unión Cívica Radical
Antipersonalista (una facción más conservadora de la misma) con la candidatura de
Leopoldo Melo. Yrigoyen ganó por segunda vez con amplia mayoría en unas
elecciones que fueron conocidas como «el plebiscito». Durante su segundo mandato
ocurrió el Crack del 29, la crisis financiera mundial más grave hasta ese momento. El
gobierno no pudo reaccionar ante la crisis y fue perdiendo apoyo. El 6 de septiembre
de 1930 fue derrocado por un golpe de Estado liderado por el general José Félix
Uriburu. Poco antes de su derrocamiento, su gobierno estuvo cerca de lograr la
nacionalización del petróleo, un hecho que se considera una de las causas del golpe de
Estado

SEGUNDA PRESIDENCIA DE IRIGOYEN


Yrigoyen fue elegido presidente nuevamente en 1928, para un período que debió ser
1928-1934, tras derrotar a una coalición de conservadores y radicales
antipersonalistas.

Yrigoyen tenía varios planes para su segunda presidencia que no fueron tratados en el
senado por la férrea oposición de conservadores y radicales antipersonalistas. Entre
ellos estaban, entre otros, el proyecto de nacionalizar el petróleo, el desarrollo vial, la
Marina Mercante, la creación del Banco de la República y las leyes laborales.
El 24 de diciembre de 1929 a las 11:30, ocurrió un atentado anarquista contra
Yrigoyen al salir de su residencia para dirigirse a la Casa Rosada. El autor del ataque
fue un anarquista italiano llamado Gualterio Marinelli, que estaba en el zaguán de un
hotel, irrumpió a la vereda y disparó cinco disparos contra el automóvil en el que
viajaba el presidente, impactando en el coche pero sin dar en el blanco, el atacante
terminó abatido por la custodia presidencial. El presidente ordenó detenerse y
descendió a media cuadra para ver el lugar del atentado, pero el público curioso y los
agentes de investigaciones se lo impidieron, por lo que tuvo que regresar a su
vehículo.[160] La opinión pública comenzó a ver negativamente la nueva gestión de
Yrigoyen, quien tiempo atrás transitaba por las calles sin custodia, mientras que ahora
sus guardias habían matado a una persona.[161]

El año 1930 comenzó con el asesinato de un opositor en una provincia intervenida por
el gobierno, el abogado bloquista Manuel Ignacio Castellano. El 2 de marzo se
llevaron a cabo las elecciones parlamentarias, en las que la Unión Cívica Radical
perdió estrepitosamente en la Ciudad de Buenos Aires: frente a los 100 000 votos
obtenidos por el Partido Socialista Independiente, seguidos del Partido Socialista
original, con 84 000, los radicales obtuvieron solo 83 000 votos. En todo el país, la
UCR retrocedió en su caudal electoral y obtuvo solo 655 000 votos, mientras que la
oposición alcanzó 695 000.[146] En el citado año Yrigoyen firmó el indulto al
anarquista Simón Radowitzky, hecho que había prometido en su primera presidencia.
Sin embargo, el gobierno lo deportó al Uruguay.
Yrigoyen intentó implementar una política que asegurara al Estado la gestión
petrolera, pero esto fue mal visto por las oligarquías feudales que aún gobernaban
algunas provincias. A ello se sumaron los intereses extranjeros, que inclusive llegaban
al Senado y que impidieron que se sancionase la ley de nacionalización del petróleo.
El 1 de agosto de 1930 la empresa petrolera estatal YPF decidió intervenir en el
mercado petrolero para fijar el precio y romper los trust, pero el golpe de Estado de
1930 terminó truncando toda posibilidad de nacionalizar el recurso. Uno de los
motivos de aquella conspiración fue la decisión por parte del gobierno radical de
nacionalizar los hidrocarburos.

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