Está en la página 1de 4

1° de Teología / Cuarto encuentro comunitario

La oración contemplativa y el discernimiento vocacional


Nicolás Matiz – Uriel Mejia

Meta: El alumno profundiza en el valor de la oración contemplativa y en proceso de


maduración que implica y continua profundizando en la imagen del pastor en el Antiguo
Testamento.

Oración inicial: Jer 23, 1.4. El texto para la oración, pertenece, al estudio que se hará
en este encuentro sobre la imagen del pastor en el Antiguo Testamento.

Contenido.
A. La oración contemplativa y el discernimiento vocacional.

Existen diversos tipos de contemplación, que se van sucediendo gradualmente y marcan


un verdadero camino espiritual. Se puede decir que el método es el mismo. Pero va
variando la profundidad. En la etapa filosófica se presentó el método, ahora queremos
profundizar en las etapas de la contemplación:

Primera etapa: contemplación externa. Se llama así porque se trata de mirar desde
Fuera, atendiendo a los personajes, a los acontecimientos. Este suele ser el primer paso
porque es más superficial. Se parece a la actitud con la cual vemos el cine o
participamos en una función de teatro. Ves algo que te impacta, puede llegar a
conmoverte, pero no te involucra. Puede ser intenso en el momento, pero después queda
en el plano de los recuerdos, como algo del pasado y, sobre todo, como algo que queda
allá, en la pantalla o en el escenario. Las escenas se suceden rápidamente, y pasan.
Seguramente los discípulos pasaron por este primer tipo de contemplación. Miraron a
Jesús, escucharon su voz. Les habrá impresionado, sobre todo por su personalidad. Pero
sólo como desde fuera. Habrán comentado con sus parientes y amigos que conocieron al
Maestro de Nazaret, como quien conoce a un personaje famoso. El discípulo en este
momento está entre la multitud. No se acerca. Aún no se da a conocer personalmente.

Segunda etapa: contemplación profunda. Es profunda porque la persona se involucra en


lo que contempla. Aquí ya existe un vínculo personal. Miras haciéndote parte de los
acontecimientos que son ya importantes para ti. Se parece a lo que nos ocurre cuando
una persona querida, por ejemplo, tu amigo, viene de visita después de un tiempo largo
de no verle. Ya no es un mirar superficial, sino profundo en el sentido de que
verdaderamente te afecta. Ocurre también cuando hay desastres naturales. No miras con
superficialidad los restos de lo que habías construido con esfuerzo.

Los discípulos nos reportan el momento en el cual entraron en esta contemplación más
profunda del maestro. Cuando se vieron involucrados y empujados a irse con él, porque
comenzó a ser una presencia trascendente en su vida. Se da en el momento en que Pedro
vislumbra la divinidad de Jesús y exclama: apártate de mí, que soy un pecador (Lc 5, 8).
En el relato de Juan se expresa así: Se fueron con él, vieron donde vivía y pasaron aquél
día con él. Eran como las cuatro de la tarde (Jn1,39). Muchas veces habrán quedado
profundamente impactados por las actitudes y las palabras de Jesús, que se
transformaron en recuerdos imborrables en su memoria.
Tercera etapa: contemplación interior. Llega un momento en que la actitud
contemplativa penetra en la interioridad de la persona que es contemplada: sus
sentimientos, sus intenciones, sus motivaciones. Ya no se trata de mirar desde fuera,
sino desde dentro, para intentar comprenderla. Por eso se le puede llamar contemplación
interior. Aquí se hace más lenta, morosa, afectiva. Adquiere un sentido sagrado,
religioso. Es más o menos lo que ocurre cuando contemplas el sufrimiento de una
persona amada. Quisieras meterte en su corazón y solidarizarte con ella. Adivinas lo que
necesita y te pones a su servicio. Haces un esfuerzo por compartir su vida afectiva en la
medida en que esto es posible. También ocurre ante las grandes energías vitales que se
ponen en juego en el amor, en el compro-miso social, en el arte.

Según fueron profundizando en el conocimiento de Jesús, los discípulos comenzaron a


imaginar su mundo interior, pues lo que compartían con él era intenso y profundo. Esta
contemplación se hizo más honda según se acercaban a Jerusalén, sobre todo porque los
iba instruyendo en torno a su propio fin. Llega a su cumbre en los momentos de la
pasión: la cena, con ese conjunto de sentimientos encontrados; la oración en el huerto,
los diferentes momentos de juicio, las acusaciones de la multitud, el camino de la cruz.
Basta imaginar el impacto que habrá tenido en ellos esa manifestación de Jesús: me
muero de tristeza (Mc14,34). Se nos describe abundantemente cómo experimentaron los
discípulos una tristeza similar.

Cuarta etapa: contemplación global. Es esa mirada que tendemos sobre los
acontecimientos más importantes de nuestra vida. Intentas hacer una síntesis de lo
ocurrido y sacas las consecuencias prácticas para el futuro. Nos ocurre cuando ha
pasado una fiesta, o un encuentro con personas queridas, o después de un viaje, o
después de una muerte. Aquí ya no son los detalles los que ocupan tu atención sino el
sentido de lo ocurrido en su conjunto. Vuelves sobre las imágenes y los recuerdos, pero
ahora los interpretas. No es raro que surjan en ti sentimientos como la gratitud, y el
deseo de un compromiso futuro.

Los discípulos vivieron esta cuarta etapa en torno a las apariciones de Jesús resucitado.
su mismo cuerpo era una especie de síntesis viva de los acontecimientos: aparece con
las marcas de la cruz. No eran los detalles físicos, sino la contemplación interior, en la
cual brotan los sentimientos aún con mayor profundidad. La alegría incontenible, el
gozo desprendido por el bien del amado, la gratitud profunda, la certeza de hallarse ante
el misterio, el amor incondicional a su persona. Es el momento en que comienzan a ser
apóstoles.

La contemplación, con el proceso que se ha descrito, marca también los caminos del
discernimiento vocacional. Existe un primer discernimiento que tiene que ver con el
seguimiento "externo" de Jesús, muy impregnado de emociones pero con un
conocimiento superficial del Maestro. Es lo que quizá ocurrió en el momento de tu
ingreso al seminario. Hay un segundo discernimiento, en el que descubres con más
precisión los comportamientos de Jesús y con ellos caminos más concretos para su
seguimiento. En un tercer momento te identificas con la interioridad de Jesús y
descubres la importancia de buscar una transformación interior. Al final estableces una
unión definitiva con él, en la cual ya todo lo tuyo le pertenece, como Pedro en su
segunda llamada.

B. La imagen del pastor en el A.T. (II).


Se continúa con el estudio de textos sobre la imagen del pastor. Se recuerdan las pautas
de análisis: a) Situaciones a las cuales alude el texto. b) Causa de estas situaciones. c)
Términos que expresan la función propia de los pastores. d) ¿De qué manera se propone
un nuevo pastoreo?

Para esta ocasión se han reservado textos del profeta Jeremías: Jer 2, 8-9. Jer 3,
14-17. Jer I0, 17-22. Jer 23, 1-4. Jer 25, 34-37. Jer 31, 10-11.

Después del estudio personal y de la puesta en común, se explican las siguientes ideas.
Tienen que ver más con el "ser" del pastor. Para poder ejercer la función de pastor es
necesario cultivar una identidad.

Contenido simbólico-personal de la imagen del pastor. En el símbolo-persona del


pastor encontramos el aspecto de misterio de gracia. Pastor es alguien-persona que es
dado, enviado, entregado. Un don de Dios para el pueblo. Expresiones como les daré
pastores; les enviaré un pastor, nos hacen ver cómo el don es una persona, no un objeto,
no una actividad, no una simple función. Es la persona que ha llegado a ser signo de la
presencia amorosa de Dios, de la actitud del Señor, que amorosamente reúne a su
rebaño. El sujeto de esta donación, quien da y envía en su nombre, por su iniciativa, de
su parte, es Dios. Y lo hace desde su voluntad salvífica, movido por el amor a su
pueblo, desde la fidelidad de él a la alianza que ha establecido.

Aparece un conjunto de situaciones del pueblo a las cuales Dios responde con la
promesa de enviar pastores, y que subrayan la centralidad y globalidad de este enviar
destinar personas. El envío de verdaderos pastores está rodeado de una gravedad grande
en los textos. Está en juego:

 La causa de Dios. Su proyecto en relación con el hombre y con el pueblo, su


fidelidad, su alianza. El enviar pastores compromete la continuidad de la alianza
y la relación íntima de Dios con el pueblo (mis ovejas, mi pueblo); la relación de
servicio filial y de señorío (Hijos apostatas de Ji 3,14; su dueño, la consigna de
no servir más a otros dioses). De modo que el verdadero pastor es una especie de
revelación del Dios de Israel, de garante de su causa justa.
 La causa del pueblo. Primera y básicamente del pueblo en cuanto pueblo: su
dispersión, su división, su destierro, su esclavitud. Pero también en cuanto
pueblo de Dios: la ruptura de la alianza, la infidelidad de los pastores que
dominan y dilaceran al pueblo contraviniendo la voluntad de Dios. Y en cuanto
pueblo desorientado, perdido, esclavizado: ovejas fuertes y débiles, pueblo que
sigue su corazón obstinado, que genera un dinamismo de opresión y de
esclavitud.
 La causa del hombre. Como persona, imagen de Dios, llamado a ser dueño de su
destino y de su vida. Se muestra con imágenes concretas al hombre afectado y
disminuido en su dignidad: ovejas débiles, lánguidas y flacas, perseguidas,
perdidas, descarriadas, presa del temor y el amedrentamiento. Dios quiere ovejas
conocidas por su nombre, protegidas por el amor.

Participar del ministerio pastoral significa, pese a todas las debilidades, identificar la
propia existencia y darle unidad desde los sentimientos-opciones del irrenunciable amor
de Dios por su pueblo. El don que Dios promete: les daré pastores según mi corazón, se
concreta en la mediación sacramental de pastores que él acredita y que con un corazón
semejante al suyo, es decir, que comparte la identidad amorosa de Dios que se revela
así, como amor irrenunciable, son el signo elocuente de su fidelidad. El signo es la
persona con sus opciones, sus actitudes profundas, y sólo secundariamente con su
actividad. Estas personas enviadas se erigen como garantía de la fidelidad de Dios a su
pueblo.

Consignas.
Continuar haciendo oración con los textos de la imagen del pastor en el A.T. Escuchar
la voz de los sencillos, ya sea en el apostolado, en la familia o en otro grupo: ¿Qué
esperan del sacerdote? ¿Qué actitudes desearían ver en él?

También podría gustarte