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Es el método que se aplica en la Catequesis de Iniciación a la vida cristiana, para definirlo se clasifica
entres pasos, que vemos a continuación.
Este primer paso del método también es conocido con el término “ver” o también simplemente como
“La experiencia humana”. Aunque tiene en cuenta las ciencias sociales, la política, la estadística, entre
otras, se trata es de una mirada del discípulo, con el lente de la fe.
Este proceso implica conocer para amar. Conocer el aquí y el ahora del grupo de catequizando; en
nuestro caso, los niños, los adolescentes y adultos. Es decir, conocer sus valores, sus normas, su
psicología, sus manifestaciones, su historia, su contexto familiar y social, su sexualidad, su religiosidad,
sus formas de expresarse, su lenguaje propio, sus preocupaciones fundamentales; en una palabra, sus
interrogantes vitales.
Se trata de mirar la vida. Esto implica atender a la dimensión antropológica presente en el catequizando.
Dicho de otra manera, conocer el cuestionamiento vital que moviliza todo su ser y lo coloca en tensión
hacia lo absoluto. El catequista debe ayudar al catequizando a que profundice su propia situación, que la
relacione con lo que también le pasa a los otros y que se lance a la búsqueda en común, a la búsqueda
existencial, condición indispensable para poder esperar algo de Dios.
Es indispensable un diálogo sincero y profundo, una auscultación atenta y lo más realista posible, con el
grupo de adultos, adolescentes y niños sobre cuáles son realmente sus preocupaciones y aspiraciones
esenciales. Debemos prestar mucha atención a la situación, al aquí y ahora en que se encuentran los
adultos, adolescentes y niños con los cuales trabajamos.
memoria actual.
PROFUNDIZACIÓN: (profundizamos con las preguntas) Los elementos que están detrás o alrededor del
acontecimiento (analizar)
GENERALIZACIÓN: (profundizamos con las preguntas) Descubrir que esos acontecimientos se repiten en
las personas, a todos nos pasa lo mismo.
SEGUNDO PASO: Discernir con "la iluminación de la Palabra" de Dios
Sin Palabra de Dios no hay catequesis, ya que ella es el eje de la educación de la fe. Ella es la "fuente
viva" de la catequesis. La Palabra de Dios es el contenido mismo de la catequesis, ya que: “La Palabra se
hizo carne y plantó su tienda entre nosotros” (Cfr. Jn 1,14).
Por ello, decimos y hablamos de la Dimensión cristocéntrica de la catequesis. Jesús es fuente, contenido
y mediador de la Palabra, él mismo es el contenido fundamental y unificante de toda la catequesis.
Un catequista que no lee, reflexiona, estudia ni ora la Palabra de Dios, pronto no hará más que
anunciarse a sí mismo.
El catequista debe ser un gran "escuchador" de la Palabra, ya que él es el portador de un mensaje, que
él mismo recibió a su vez y debe releerlo continuamente para mantenerlo vivo en su corazón.
ENCUENTRO: (Nos abrimos al mensaje cristiano) Descubrir en la Palabra que Jesús y sus discípulos
también vivieron esos acontecimientos.
CONVERSIÓN: (Nos abrimos al mensaje cristiano) Vale la pena vivir e imitar las actitudes que Jesús y sus
discípulos tuvieron frente a los acontecimientos.
INTERIORIZACIÓN: (Nos abrimos al mensaje cristiano) ¿Qué tendría que decirle a Dios? ¡Habla Señor que
tu siervo escucha!
La Palabra de Dios se dirige al hombre para que escuche su invitación y responda a su amor. La tercera
etapa, en todo proceso catequístico, es la respuesta personal. "Experiencia de Fe o Compromiso"
encuentro con el Dios viviente (con su Palabra) provoca, pide y exige una respuesta personal. La
respuesta debe ser una respuesta libre y debe conducir al hombre a una libertad cada vez mayor.
El hombre responde libremente a la llamada de amor de Dios por medio de un cambio de vida, que se
expresa en la búsqueda y conversión diaria a la voluntad de Dios en nuestras vidas. Este cambio, esta
respuesta se manifiesta especialmente en comunidad.
Sin comunidad no hay catequesis. El anuncio del Evangelio no es individualista, muy por el contrario, es
un anuncio comunitario. De allí que podemos hablar de la dimensión eclesial de la catequesis. La vida de
fe se manifiesta exteriormente en un modo de vida, en un comportamiento nuevo, en conductas
renovadas. Como dice el apóstol Santiago: "La fe se demuestra con obras." (St 2,14). De todos modos, el
compromiso de vida surge más profunda y auténticamente con la maduración de la fe en los años
posteriores.
CELEBRACIÓN: (Celebramos la vida y la fe) La fe auténtica se celebra. ¡Esto hay que celebrarlo!
RESUMEN: (Respondemos con nuestra vida) Ahora empiezo a ver los acontecimientos y la realidad de
otra manera