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33º domingo tiempo ordinario

Anotaciones textuales a Mt 25, 14-30

Esta parábola enlaza mediante la expresión “es también” (v. 14a), con el tema del Reino de
los Cielos de Mt 25, 1. Igualmente está en continuidad con la advertencia sobre la
vigilancia del v. 13. Por tanto, esta parábola es sobre el Reino. En sus formulaciones, a los
lectores, hace recordar relatos anteriores de Jesús: el deudor que no perdonó la deuda de su
hermano (Mt 18, 23-35) y sobre todo el relato del administrador fiel y prudente en Mt 24,
45-51, que sirve como interpretación de comparación.

La parábola consta de una explicación narrada concisamente, que refiere la entrega de


dinero (talento) que hace el señor antes del viaje (vv. 14-15). La parábola presupone la
identificación de los discípulos como siervos, y el hombre el hombre que se fue de viaje
como Jesús. El verbo “llamar” se relaciona con el encargo de Dios a Jesús de manifestar su
voluntad salvadora (1, 23.25; 2, 15). Empleado por Jesús con sus discípulos (4, 21; 5, 9)
indica el cumplimiento de esa misión y con el encargo, que, a su vez, él les ha hecho de ser
“pescadores de hombres” (4, 19), en el Reino de Dios.

La hacienda es dinero; de ahí riqueza como traducción alternativa. Un talento (18, 24)
consistía en seis mil denarios, y un denario representaba el salario por una jornada de
trabajo (2, 1-16). La riqueza encomendada, en la comunidad de Mateo, apunta a la
importancia del encargo de Jesús a sus discípulos. No se da a los siervos ninguna
instrucción sobre lo que tienen que hacer con los talentos. Pero, si están capacitados, saben
que les corresponde aumentar la riqueza de su Señor. Se les confía, pues, no solo dinero,
sino también una tarea.

Los vv. 16-18 describen lo que hacen los siervos con los talentos mientras regresa su señor.
Los primeros dos duplican el talento, no dice la cantidad, y el tercero lo entierra. Esta
práctica de enterrar dinero u objetos de valor está descrita en 13, 44, e indica que el tesoro
tiene gran valor (el Reino de los cielos). En este caso, aunque el talento queda así
protegido, no rinde nada. En este sentido, aunque el talento sea de gran valor, se trata que
este produzca. Enterrar el talento es no mostrar fidelidad a la encomienda de su señor,
quien le dijo que lo pusiera a producir.

Los vv. 19-30 representan la rendición de cuentas En esta escena final sorprende la gran
desigualdad en el tiempo dedicado a los tres esclavos: después de los dos diálogos
lacónicos del señor con los dos primeros esclavos (vv. 20-23), el diálogo con el tercer
esclavo ocupa el máximo espacio (vv. 24-30): dos quintas partes de toda la parábola. La
conclusión consiste, como en otras parábolas, en un discurso muy extenso del señor (vv.
26-30). El interés principal reside, pues, en este tercer esclavo y en lo que el señor le dice.
Veamos algunos detalles textuales de dicha rendición de cuentas.

El v. 19 indica que, tras una larga demora del señor, éste regresó a pedir cuentas de su
dinero. La preocupación del texto es qué hacer ante la demora del señor; sus siervos saben
qué vendrá. Los discípulos deben replantearse su misión. Dicha misión tiene que estar
acompañada de fidelidad a lo encomendado, menos de negligencia.

1
Los vv. 20-21 son el ajuste de cuentas del siervo que recibió cinco talentos. Este ha puesto
a producir lo que le entregaron. El señor lo elogia y le da los calificativos de bueno y fiel.
La designación “bueno” alude a que su actuación ha sido coherente con el encargo y su
corazón se ha adherido a lo mandado. Ello contrasta con las autoridades religiosas, quienes
hacen la voluntad divina (12, 34-39). El verbo “entrar” designa el carácter determinante de
que tenía para la comunidad de Mateo, dar cuentas de la encomienda del Reino de los
cielos hecho por Jesús a sus discípulos. Los vv. 22-23 presentan el resultado del siervo que
recibió dos talentos. Esta repite lo sucedido con el que recibió cinco, y también es
calificado de bueno y fiel. Este servidor también ha mostrado lealtad llevando a cabo lo que
se le encomendó.

Los vv. 24-30 son la rendición de cuentas del siervo que recibió un talento y la reacción de
su señor ante tal resultado. Él siervo respetuosamente le dice a su señor que es una persona
dura, que quiere tener resultado sin esfuerzo, y, decidió enterrar en la tierra el talento. Este
siervo no ha mostrado fidelidad y obediencia al cumplir sus responsabilidades (vv. 24-25).
Su señor le replica calificándolo de malo, en contraste con bueno, y holgazán. La
designación “malo” vincula al siervo con quienes se oponen a los planes de Dios y su
Reino: la élite política que abusa de su poder (5, 39); el diablo (6, 13; 13, 19); los dirigentes
religiosos y esta generación (12, 33-42; 16, 4). El siervo es condenado por no haber dado
los resultados que su señor esperaba1. La vigilancia para la venida del señor no consiste en
pasividad, sino en servicio activo y constante a la encomienda de Jesús (vv. 26-27).

El señor dio la orden que le quiten el talento, no dice a quién ordena, y se lo den al que
tiene diez. Y razona: porque el que tienen fidelidad para cumplir la tarea encomendada por
el señor, más responsabilidad se le dará y le sobrará; pero al que no tiene qué mostrar de los
talentos recibidos por no haberlo utilizado con fidelidad, aun lo que tiene le será quitado
por (Dios) su señor (vv. 28-29).

La sentencia es grave para el que no ha sabido fomentar los intereses de su señor:


“arrójenlo a las tinieblas, al lugar del llanto y rechinar de dientes”. Las metáforas tinieblas y
rechinar de dientes eran castigos reales con los siervos. Mateo utilizó estas figuras para
concientizar a su comunidad sobre la importancia que tiene la fidelidad a la misión del
reino de los cielos. El tesoro, el Reino, debe ponerse a producir con fidelidad. El siervo
sobrepuso sus interese a los de su Señor. Después de morir, nadie irá las tinieblas, ni al
rechinar, Dios es misericordia; pero hay que tomarse en serio la fidelidad al Reino de Dios
en esta tierra. Poner a producir el Reino de los cielos aquí y ahora.

1
Advertencia: En esta parábola el señor se comporta de un modo tiránico que imita los valores dominantes
del imperio romano (vv. 26-30). Identificar a Jesús con el señor supone un problema similar al de la
identificación de Dios con el rey en Mt 18, 28-35. Esta presentación contradice sus enseñanzas en el resto de
la obra de Mateo. El señor premia la riqueza acumulada (vv. 20-23), cuando en 5, 3-12 se ha situado del lado
de los pobres y en 19, 16-22 pidió a un joven rico que se desprendiera de sus bienes y los diera a los pobres.
Tal adopción de estos valores dominantes dice, por una parte, que el texto es hijo de su época, y por otra, que
es retórico, puesto que con la adopción de estos valores dominantes y hasta contrarios a la enseñanza
evangélica, pretende despertar en los discípulos la conciencia del auténtico discipulado de Jesús: el bueno, fiel
y prudente, ratificado en dos ocasiones en el texto (vv. 21. 23).

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