Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nueva iconografía
La expansión territorial romana propició la difusión por todo el Imperio de ciertos cultos
orientales muy extendidos en sus lugares de origen. En este contexto se enmarca la propagación
del cristianismo. Tras la crisis del siglo III, el Imperio Romano comenzó a derrumbarse
económica y políticamente. Los malos tiempo y la inseguridad llevaron a la población a buscar
refugio y consuelo en estos nuevos cultos. El cristianismo, por su mensaje de igualdad y
salvación, fue bien recibido entre los sectores humildes de la sociedad romana. No obstante, su
negativa a rendir culto al emperador y rechazo a las instituciones les condujo a la clandestinidad
y las persecuciones (Nerón o Diocleciano). Sin embargo, en el siglo IV el cristianismo
experimentó un cambio radical: de la clandestinidad y persecución a la legalidad y protección
imperial. Sus causas fueron:
- El Edicto de Tolerancia (Galerio, 311): autorizaba todos los cultos religiosos.
- El Edicto de Milán (Constantino, 313): restitución de los bienes incautados.
- El Edicto de Tesalónica (Teodosio, 380): religión oficial del Imperio.
El paso de la clandestinidad a la legalidad acarreó profundos cambios en el arte
paleocristiano, que pasó de la pobreza y la ausencia al lujo y la ostentación. Algunas de sus
características generales son:
- Adoptó modelos, técnicas y estilos del arte tardorromano, con el que coincidió en el
tiempo.
- Careció de una arquitectura distintiva durante la etapa de la clandestinidad y, tras la
legalización, adaptó a sus propias necesidades de culto tipos arquitectónicos preexistentes en el
mundo romano.
- En las artes figurativas (escultura, pintura y mosaico) se interesó más por la clara
identificación y compresión de los temas que por la correcta representación de las imágenes: es
decir, más por el significado que por las formas.
- Se recurrió con frecuencia al repertorio de temas del mundo clásico pagano – en
especial durante la clandestinidad, para no delatarse –, pero asignándoles un nuevo significado
cristiano.
Durante la época de clandestinidad, los cristianos no disponían de una arquitectura
propia para su culto, por lo que se congregaron en casas de particulares o domus eclesia y
cementerios subterráneos o catacumbas (Roma, Nápoles, Sicilia y norte de África). No
obstante, tras los edictos de 311 y 313 todo cambió. Así, crearon una arquitectura propia que
permitiera satisfacer sus necesidades (lugar amplio y reservado para el culto): la basílica
cristiana, cuyo origen se remonta a los edificios romanos destinados a reuniones y audiencias.
Constantino mandó levantar las primeras basílicas (San Juan de Letrán o San Pedro del
Vaticano, ambas en Roma). Los elementos comunes de las basílicas paleocristianas, cuyo
ejemplo prototípico es la Basílica de Santa Sabina (Roma, 422-432), son:
- La planta es rectangular y está dividida en tres o cinco naves longitudinales, separadas
por columnas que soportan arcos o un entablamento.
- La nave central es más alta y ancha, con cubierta a dos aguas de madera; su diferencia
de altura con las laterales permite iluminar el interior.
- En la cabecera, la nave central se prolonga en un ábside semicircular con bóveda de
horno.
- Presencia de una nave transversal o transepto antes de la cabecera.
- Atrio porticado, que precede el acceso a la basílica, con un nártex en la entrada.
- El espacio interior está concebido como un espacio – camino hacia la salvación (este-
oeste).
- El exterior apenas preocupa, carente y ausente de decoración y ornato.
1
Aportaciones de primer arte cristiano. La basílica. Nueva iconografía