Está en la página 1de 2

COBIOGRAFÍA

Benditos sean tus labios gruesos y morenos mamá, aquellos que con solo 22 años recorridos me
besaban la frente con tanto amor a pesar de los dolores del parto, los malos tratos del cuerpo médico
y miedo incesante de recibir en un mundo tan caótico a tu primer bebe. Alabados sean tus pequeños
senos que me dieron vida durante mis primeros meses de fragilidad, de llantos matutinos y sueños
profundos nocturnos con la capacidad de quitarte toda la calma. Eternas sean tus delgadas y
morenas manos con las que me acariciabas tiernamente al bañarme y vestirme, con las que me
alzabas fuertemente para evitar cualquier caída, con las que me peinabas alegremente haciéndome
“palmeras” cuando tan solo tenía unos cuantos centímetros de cabello, aquellas manos trabajadoras
forjadas desde su infancia que se vieron obligadas a parar su productividad para proteger a un
amasijo pequeñito de carne y hueso que las condenaron a depender económicamente por muchos
años de ese hombre enemigo por días y compañero por minutos. Admiradas sean tus piernas
estilizadas, delgadas pero regordetas que caminaron conmigo tantos días hacia el jardín donde
bailaba y cantaba, tantos días hacía el colegio donde de a poquitos me fui volviendo más
independiente, donde seguí creciendo como esa niña dulce y juiciosa a quien criaste con música
para planchar, novelas colombianas, choco cono dominguero y cenas de rellena con papitas.
Sagrados sean tus oídos pacientes y amorosos madre mía, con los cuales me has escuchado sin
importar la hora por los últimos 10 largos y tumultuosos años en los que la vida se ha vuelto difícil
de andar, sagrados sean por escuchar las quejas de esa preadolescente en crecimiento que anhelaba
un busto más grande, ser más delgada y eliminar sus granos a quien nunca dejaste de hacer sentir
hermosa. Sagrados sean por aguantar a esa adolescente hiriente que le hablaba a mamá con
cuchillos en los dientes haciéndola sentir inferior y errónea en cada acto o cada palabra, por
escuchar con tanta fuerza y amor los reclamos que una adolescente insensata le hacía por no trabajar
y “aportar económicamente” en la casa desconociendo que era esa madre quien le había armado,
sostenido y cuidado el mundo donde crecía. Sagrados sean mamá por ser pacientes a pesar del dolor
que les causaba escuchar como la niña de sus ojos lloraba pidiéndole a un Dios de origen
desconocido que la matara. Cuidado sea hasta en tu tumba ese corazón valiente que se enorgullece
de mi trayectoria, mis pasos, mi vida, mis sentires, aunque los tropiezos te hagan dudar por instantes
de ese éxito que tanto deseas para mí.
Hoy tengo casi 22, la misma edad que tú mi bendición al tenerme, he viajado lo que nunca alcancé a
soñar, me he enamorado catastróficamente 2 o 3 veces, he llorado mares enteros pero sonreído hasta
las galaxias que aún no conocemos, he hecho cuanta cosa se me pasa por la mente y mis tropiezos
no han sido tan dolorosos, amo intensamente cada día y niego lo mucho que odio al mundo, he
tenido rachas buenas y malas, pero nunca he dejado de ser todo lo que quiero. Hoy me veo al espejo
con orgullo y amor, veo mi cara morenita como herencia de las tierras cálidas donde tu naciste, mis
manos delgadas aún no alcanza la mitad de trabajo que has realizado por mí y por ti en toda tu vida,
mis pies alargados que me han sostenido sin desfallecer calzan lo mismo que los tuyos desde los 11
años, nuestro busto pequeño de vida sagrada nunca le ha funcionado a los demás como ofensa a
nuestro físico, nuestras piernas con estrías por tiempos regordetas y otros muy delgadas han
marcado la ruta que ha forjado dos corazones nobles pero fuertes, amorosos pero selectivos, alegres
pero trajinados, inocentes para tanto mal que no rodea.
Esta biografía no podía ser solo mía, debía ser doble, debía ser nuestra, debía contener el amor, la
gratitud y la ternura hacía el ser más valiente de esta galaxia, hacia la mejor compañera que nunca
nadie podrá superar.
Por: Liseth Juliana Rodriguez Aguirre
Para: El amor que hasta ahora estoy aprendiendo a valorar

También podría gustarte