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¿QUÉ ES
FILOSOFÍA?
Aparición y orígenes de la filosofía. Distinción del saber filosófico de
otros tipos de saber. Filosofía y ciencia.
2.- Grados y funciones del saber. Distinción del saber filosófico de otros
tipos de saber.
2.1.- Grados y funciones del saber
2.2.- Distinción del saber filosófico de otros tipos de saber
2.2.1.- Características del saber filosófico
2.2.2.- Objetivos y funciones de la filosofía como saber
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1.- La aparición de la filosofía en Grecia. El “paso del mito
al logos”. El concepto de “naturaleza”. Los primeros filósofos.
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sentimientos y características humanas, haciéndose
responsables a los dioses tanto del curso de los
acontecimientos naturales como del comportamiento y
destino de los seres humanos.
b) Como consecuencia de esto, se entiende que el acontecer
universal es en gran medida arbitrario, puesto que depende
de la voluntad caprichosa de los dioses y, en lo terrenal, se
halla en manos de oráculos u adivinos que hacen de
intermediarios entre los humanos y la divinidad.
c) Por último, la aceptación de las explicaciones mítico-
religiosas no se basa en que sean demostrables por medio
de argumentos racionales. La fuerza del mito se basa en la
autoridad de la tradición, autoridad que no se cuestiona, y
en su asentamiento social.
ACTIVIDAD
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En esta época el mundo, estaba poblado por divinidades terribles: los titanes y los
cíclopes. Los titanes eran gigantes, con una extraordinaria fuerza, y los cíclopes eran seres
salvajes con un sólo ojo en medio de la frente. Sobre el universo reinaba Cronos o el Tiempo,
quien tomó por esposa a la reina Rhea, sobre su felicidad pesaba una amenaza, a Cronos le
habían predicho que sería destronado por uno de sus hijos y que este sería el dios soberano del
mundo, fue entonces que decidió comerse a sus propios hijos. Se apoderaba de ellos, apenas
nacidos y se los comía sin piedad alguna.
Un día nació el pequeño Zeus, jamás Rhea había tenido un hijo tan bello, acongojada
por el destino que le esperaba al pequeño decidió salvarlo. Cogió una pesada piedra y la
envolvió entre paños y meciéndola como si fuera un niño se la entrego a su esposo Cronos. Era
la hora de la cena y Cronos tenía mucha hambre, tomó el envoltorio de manos de Rhea y en la
penumbra de la noche se tragó la piedra y los paños.
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Rhea tomó a su hijo y huyó con él, protegida por las sombras de la noche. Llegó a la
isla de Creta donde ya había pensado refugiarse, ya que sus habitantes sentían hacia ella una
gran veneración.
Caminó hasta el centro de la isla y un espeso bosque se internó en una gruta profunda,
sus paredes estaban cubiertas de fresca hiedra.
-- Extiende tus ramas y oculta la entrada—la hiedra empezó a crecer hasta ocultar la
entrada de la cueva.
Rhea llamó después a las ninfas del bosque y les confió a su hijo – cuiden de él – les
recomendó, besó la cabeza del niño y se marchó.
Las ninfas le prepararon una cuna de oro y acostaron al niño, después llamaron a
Amaltea, que era una cabra blanca, para que lo amamantara. Las abejas destilaron una dulce
miel para el recién nacido, las palomas le llevaron en su pico la ambrosía, el alimento de los
inmortales y un águila de alas inmensas, era la portadora del néctar, la bebida de los dioses.
Una de las ninfas, le fabricó al niño una pelota de oro, que al lanzarla al aire brillaba.
Cuando Zeus lloraba o gritaba, llamaban a los sacerdotes, los "coribantes", que danzaban a la
entrada de la cueva golpeando sus espadas contra sus grandes escudos de cobre, este ruido
hacía que Cronos no oyera los gritos del niño.
Así Zeus creció sano y fuerte, llegando a la edad adulta. Se hizo pasar por un sirviente
y le administró a su padre Cronos un poderoso medicamento mezclándoselo en el vino, esto hizo
que Cronos vomitara y así fue como los hermanos de Zeus salieron de nuevo al mundo, al igual
que la piedra: Poseidón, Hades, Vesta, Hera y Démeter.
Se unieron los tres hermanos: Zeus, Poseidón y Hades contra su padre Cronos y los
titanes. Zeus también llamó en su ayuda a los cíclopes, quienes tenían una fragua en el centro
de la tierra, donde trabajaban los metales, custodiados por tres enormes gigantes. Si le
ayudaban a derrotar a los titanes, al finalizar la guerra, los recompensarían librándolos de su
prisión subterránea.
Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes
regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los
funerales y la muerte. A Poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a
Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del
Monte Olimpo.
El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia,
coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibia y la luz brilla con
toda su pureza.
El alimento de estos dioses era la ambrosía y la bebida era el néctar. Este alimento y
bebida recreaban los sentidos, embalsamaban los aires, daban la juventud y la dicha y
aseguraban la inmortalidad.
Desde su trono de marfil, Zeus gobernaba, cuando algún suceso lo contrariaba, el dios
montaba en cólera y una gran cantidad de nubes invadía el cielo, ocultando la cima del Olimpo,
lanzaba sobre la tierra descargas de lluvia, relámpagos y sonoros truenos.
Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina,
colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen
tiempo.
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Zeus manifestaba de esta manera a los hombres, su poder supremo y sabían que
debían temer la cólera y los castigos del dios. En el Olimpo, donde vivían los demás dioses, la
vida era tranquila y plácida. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una
hermosa luz se difundía por el cielo.
Los dioses se levantaban e iban a reunirse al salón del trono, encontraban una mesa
ricamente preparada donde comían la ambrosía y bebían el néctar. Hebe, la diosa de la juventud,
ofrecía la bebida a los dioses y todos los que la tocaban con sus labios no envejecían.
Zeus construyó aquí el palacio real, y formó el consejo de los dioses y desde entonces
se llamaron dioses olímpicos que estaban conformados por seis hombres y seis mujeres: Zeus,
es el rey, controla el trueno y los fenómenos atmosféricos; Poseidón, que tenía el dominio del
mar y sus criaturas era hermano de Zeus; Ares, dios de la guerra; Helios, dios del sol, la luz, la
música y las curaciones; Hermes, el mensajero; Hefestos, dios del fuego, el forjador de los
metales; Hera, esposa de Zeus; Atenea, diosa de la sabiduría, hija de Zeus; Afrodita, diosa del
amor y la belleza; Démeter, diosa de la agricultura; Artemisa, diosa de los bosques y la caza;
Hestia, dios del hogar doméstico y el fuego sagrado.
En otro palacio alejado del de Zeus, habitaban los ministros del Destino, llamados las
Moiras que eran tres: Cloto, Laquesis y Átropos. Este palacio era de bronce y en sus muros,
estaba grabado el destino de los hombres y el camino de los astros. Cloto era la Moira más joven
y sostenía la rueca en que se hilaban los destinos humanos, Laquesis, la segunda volteaba el
huso y Átropos, cortaba el hilo de la existencia con unas tijeras de oro. Tejían con hebras de lana
blanca, mezcladas con hilos dorados y negros y así hilaban la vida de los hombres: Los hilos
blancos y dorados indicaban días de felicidad y los negros señalaban una vida breve y de dolor.
Cuando la vida llegaba a su fin, la hebra se cortaba y alguien moría en la tierra.
Otro ministro del destino, aún más poderoso que las Moiras, es la Necesidad, diosa
absoluta, a la que el mismo Zeus obedecía, esta diosa tiene un huso de diamante, una de sus
puntas toca el suelo y la otra se pierde en el cielo. Los griegos la llamaron Ananké.
Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio.
Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su
acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de
ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre
animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa.
Se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales,
Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la
reina del Olimpo.
Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar
su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses.
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producidos también, por tanto, por la razón humana. Nos referimos
ahora a que las nuevas explicaciones son el resultado, como
decíamos antes, de una reflexión detenida, que se expone a la crítica
y es, a la vez, producto de ésta, que elabora argumentos y que está
contrastada de algún modo con la experiencia y la observación.
Tanto la explicación mitológica como la racional provienen de
una actitud que es propiamente humana: la admiración. El ser
humano se admira ante lo desconocido y esta admiración es, en sí
misma, un reconocimiento de su ignorancia. Nos admiramos ante lo
que nos sorprende y lo que nos sorprende nos resulta, por algún
motivo, inquietante. Necesitamos entonces hallar algún tipo de
explicación. El mito es una respuesta. La filosofía, otra. Pero la
principal diferencia entre ambas es que el mito, como hemos expuesto
anteriormente, no se interroga acerca de sí mismo, es decir, no se
cuestiona su propia validez o error. Simplemente, se asume por
tradición, es una cuestión de fe, de asimilación, de creencia, no de
reflexión. La filosofía o saber racional, por el contrario, además de la
admiración mantiene otra actitud que será fundamental a lo largo de
toda la historia del conocimiento, hasta tal punto que éste sería
imposible sin ella: la actitud crítica. Criticar significa, sobre todo,
poner en cuestión y ello supone no dar nada por sabido, no creer en
nada que no haya pasado previamente por el tamiz de la propia
razón. Surge así, en principio, como el fruto de la reflexión de una
serie de individuos que llevados por la curiosidad y la necesidad de
saber se ponen a pensar por sí mismos.
El saber racional o filosófico entonces, se caracteriza por:
a) No recurre a fuerzas sobrenaturales sino que interpreta los
acontecimientos y fenómenos del universo como meros
fenómenos naturales.
b) Como consecuencia de esto, los acontecimientos del
universo dejan de interpretarse como algo arbitrario. Suceden
conforme a ciertas leyes que necesariamente se cumplen. La
palabra griega “logos” significa también “ley”, de modo que
podemos decir: la tarea del logos, de la razón, consiste en
conocer el “logos”, la ley o leyes que rigen el universo.
c) La aceptabilidad de las explicaciones racionales no se basa,
en fin, en la autoridad de la tradición ni en su vigencia social
sino en argumentos y razones. Una explicación será mejor
no porque la crea más gente, sino porque se sustente en
razones más sólidas y mejores.
Este paso del mito a la razón, de la explicación con relación a
fuerzas sobrenaturales a explicar las cosas en función de la propia
naturaleza es lo que se ha llamado tradicionalmente el paso del mito
al logos.
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1.1.- Aparición del concepto de “naturaleza”
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naturaleza. Es por esto que también se denominan monistas a los
filósofos pertenecientes a este grupo.
Tales estableció como origen o arjé de todas las cosas el agua.
Anaximandro, otro filósofo de Mileto, el ápeiron. Anaxímenes el aire
y Heráclito el fuego. Más tarde, Empédocles diría que el origen se
halla en los cuatro elementos o raíces que componen todas las
cosas: agua, aire, tierra y fuego y Anaxágoras que en las
homeomerías, pequeñas partículas que se encontraban en todas las
cosas en distintas proporciones. Debido a que estos filósofos
establecieron como principio varios elementos de la naturaleza
constituyen lo que se ha llamado el modelo pluralista.
Si os dais cuenta, todos ellos pensaron que el origen de todos
los fenómenos naturales se hallaba en la naturaleza misma, no en
algo más allá de ella. El origen era natural, no sobre-natural. Por eso
son considerados filósofos, porque hicieron el esfuerzo de concebir
una explicación razonable y distinta a las conocidas y porque fueron
capaces de establecer un concepto nuevo que abriría más adelante el
camino a la existencia del conocimiento científico.
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Los griegos identificaban el saber con la ciencia, a la que
denominaban “episteme”. Este vocablo tenía el significado de
“conocimiento cierto”, basado en argumentos y demostraciones, pero
en Grecia estas demostraciones eran de tipo racional. Todavía
quedaba mucho para la aparición de la ciencia experimental. Los
griegos concebían el saber como la capacidad de demostrar: puesto
que el saber es conocimiento que se basa en razones, el que sabe
puede exhibir las razones que tiene y puede, por tanto, demostrar. En
este sentido, el mito no constituye saber, aunque sí un tipo de
explicación.
c) Saber es entender por qué las cosas son tal como son,
descubrir su lógica interna, su funcionamiento y sus
manifestaciones. Este entender implica a su vez
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demostrar, es decir, poner de manifiesto las conexiones
internas de sus elementos.
2.2.- Distinción del saber filosófico de otros tipos de saber
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encontrarla si no es poniendo en cuestión lo ya sabido, dudando
acerca de lo que creemos saber, reconociendo nuestra
ignorancia y, sobre todo, interrogándose acerca de la realidad.
Ortega, otro filósofo, esta vez español y del siglo XX, dijo que la
filosofía consiste más que nada en sus preguntas. Es filósofo ya
entonces el que, con honradez y curiosidad, se pregunta
insistentemente acerca de todo lo que le rodea, y busca las
respuestas que, al menos provisoriamente, le sitúen en el
mundo.
2. En relación con todo lo anterior la filosofía tendría también como
objetivo la búsqueda de la felicidad. A través de la reflexión
filosófica el ser humano se sitúa, como decíamos, vitalmente en
el mundo. Se da a sí mismo las coordenadas en función de las
cuáles le es posible vivir con mayor plenitud y profundidad, de
manera más gratificante. Así los interrogantes filosóficos
abarcan desde la manera cómo conocemos hasta los valores
que han de regir nuestras vidas desde el punto de vista ético,
estético o político.
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-¿Qué otra cosa van a ver?
-Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose
a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
-Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada
vez que hablara alguno de los que pasaban creerían ellos que lo que hablaba era otra
cosa sino la sombra que veían pasar?
-No, ¡por Zeus! –dijo-
-Entonces no hay duda –dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa
más que las sombras de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso –dijo.
-Examina, pues –dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos
fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a
mirar a la luz, y cuando, al hace todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas,
no fuera capaz de ver aquellos objetos cuya sombra veía antes, ¿qué crees que
contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es
ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más
reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan
y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No
crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más
verdadero que lo que entonces se le mostraba?
-Mucho más –dijo.
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entendiendo por “ciencia” un saber riguroso que es capaz de
ofrecernos la estructura fundamental de la realidad.
Sin embargo, la idea de «ciencia»de estos autores no es la que
solemos tener hoy en día. Para nosotros los enunciados científicos no
solo han de formar parte de un saber riguroso, sino que, de algún
modo, han de poder verificarse o falsarse empíricamente, cosa que no
ocurre con los enunciados filosóficos. Lo cual no significa que la
filosofía no sea un saber racional y riguroso, sino que no es una
ciencia tal como hoy la entendemos. «Saber» y «ciencia» no se
identifican: hay formas racionales de saber que no son ciencia, como
es el caso de la filosofía..
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- o bien se constituye en sabiduría “buscada”. La temática
será ahora la problemática humana (el sentido de la
existencia, la ética...) y la cultura.
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decir, en el análisis controlado de los procesos naturales a
través de los experimentos.
b) Matematización: utilización del lenguaje matemático para
expresar cuantitativamente sus leyes y teorías.
c) Practicidad: como decíamos anteriormente, el saber
científico se interpreta como un medio para dominar la
naturaleza poniéndola al servicio del ser humano. Estas
características del saber científico dan lugar a un rigor y una
exactitud superiores a las exigidas, en general, por el
pensamiento griego. Elevan, podríamos decir, el nivel de
exigencia que ha de satisfacer un conocimiento para que
pueda ser calificado y reconocido como científico. Y en la
medida en que no se acomodan a estas exigencias, las
doctrinas filosóficas no podrán ser consideradas como saber
científico en el sentido moderno de la palabra.
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sociedad tienen en relación con las consecuencias que puedan
derivarse de las actuaciones y avances proporcionados por la
ciencia..
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experiencia humana. Esta cuestión, a su vez, se halla
vinculada a las cuestiones últimas sobre la realidad y la
verdad.
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conceptos como las experiencias a las que éstos se
refieren.
Práctica: aunque en muchos casos presenta una alto
grado de abstracción su interés es, casi siempre,
orientarnos en la vida. Por eso se ha dicho que la
filosofía es un arte de vivir y que, si no sirve para la vida,
no sirve para nada. Como todos queremos acertar en
nuestra manera de vivir, y evitar así el sinsentido y la
desgracia, necesitamos un saber que no admita nada
por supuesto y que nos pueda orientar y conducir a
tierra firme.
RECLAMOS AL CREADOR
¿Cuánto tiempo
después de la luz?
¿Cuánto tiempo después del cielo y la tierra?
¿Cuánto tiempo después de todo cuanto pudo existir
existió la conciencia?
¿Te la sacaste de pronto de la manga
como asombroso prestidigitador?
¿Miraste cuanto habías creado
y en la ronda errante tus ojos se posaron sobre
nosotros
y decidiste experimentar?
¿Así me supe yo?
¿Así te intuí sin nunca poder tener la certeza?
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¿Así supe que tendría fin
puesto que había tenido principio?
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Por primera vez me di cuenta
que estaba sola; mi mente confinada a un solo cuerpo.
Mi mente sabiéndose sola.
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GIOCONDA BELLI
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