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TEMA 1.

¿QUÉ ES
FILOSOFÍA?
Aparición y orígenes de la filosofía. Distinción del saber filosófico de
otros tipos de saber. Filosofía y ciencia.

1.- La aparición de la filosofía en Grecia: el paso del mito al logos.


1.1.- El concepto de “naturaleza”.
1.2.-Los primeros filósofos.

2.- Grados y funciones del saber. Distinción del saber filosófico de otros
tipos de saber.
2.1.- Grados y funciones del saber
2.2.- Distinción del saber filosófico de otros tipos de saber
2.2.1.- Características del saber filosófico
2.2.2.- Objetivos y funciones de la filosofía como saber

3.- Filosofía y ciencia: dos modos de conocer la realidad.


3.1.- Historia de un desencuentro: evolución de las relaciones entre
filosofía y ciencia.
3.2.- Diferencias entre el saber filosófico y el científico

4.- Y ahora, ¿qué pasa con la filosofía?


4.1.- La reflexión filosófica a partir de la ciencia
4.2.- Filosofía y experiencia humana
4.3.- Actualidad de la filosofía
5.- TEXTOS PARA COMENTARIO

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1.- La aparición de la filosofía en Grecia. El “paso del mito
al logos”. El concepto de “naturaleza”. Los primeros filósofos.

En todos los libros encontrarás que la historia cuenta cómo la


filosofía occidental nació en la península griega, a cuyos habitantes
cultos y creativos debemos gran parte de los conocimientos que nos
han llevado hasta la lavadoras y los computadores. Efectivamente, fue
en Grecia, aproximadamente en el siglo VI a.c. cuando los seres
humanos empezamos a pensar. Pero ¿en qué consiste pensar?
¿para qué pensamos?. Normalmente, el pensamiento aparece cuando
surge la necesidad de resolver algún problema, alguna duda que nos
acucia y para la cual no hallamos una solución inmediata. El
pensamiento sería, en principio, el esfuerzo que realizan los seres
humanos para resolver algún problema de supervivencia, existencial,
trascendental...
Las primeras preguntas que se plantean los seres humanos
se refieren, lógicamente, a lo que les rodea. Imaginaos que estáis en
cualquier lugar rodeados de una naturaleza salvaje, con fenómenos
que no tienen explicación alguna: la erupción de un volcán, una
tormenta con sus correspondientes rayos y truenos, el mar
embravecido, el sol que se apaga y muere cada noche para volver a
resucitar al amanecer, el hecho de que nacemos y no sabemos muy
bien para qué, la conciencia de que tenemos que morir... lo primero
que tendríamos que preguntarnos es ¿cuál es la razón de que se
produzcan todos estos fenómenos incomprensibles? ¿cómo
podríamos controlarlos? El mar furioso adquiere personalidad, el fuego
y la belleza se convierten en dioses y diosas que tienen forma y
defectos humanos, se inventan lugares donde habitan los muertos...
aparecen las primeras explicaciones: los mitos.
Los mitos son relatos imaginarios que narran acontecimientos
sucedidos en un pasado casi siempre remoto y a menudo impreciso y
que sirven para explicar el origen y la causa tanto de los fenómenos
naturales como de los acontecimientos humanos; narraciones cuyos
protagonistas son dioses o fuerzas naturales (el sol, la noche, el
trueno, etc.) divinizadas. Prácticamente todas las culturas han tenido
su tradición mítica, pero la más influyente en el ámbito occidental ha
sido la mitología griega. De un modo general, podemos decir que el
pensamiento mítico se caracteriza porque:

a) Se personifican y divinizan las fuerzas y fenómenos


naturales (el rayo lo envía Zeus encolerizado...) e incluso los

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sentimientos y características humanas, haciéndose
responsables a los dioses tanto del curso de los
acontecimientos naturales como del comportamiento y
destino de los seres humanos.
b) Como consecuencia de esto, se entiende que el acontecer
universal es en gran medida arbitrario, puesto que depende
de la voluntad caprichosa de los dioses y, en lo terrenal, se
halla en manos de oráculos u adivinos que hacen de
intermediarios entre los humanos y la divinidad.
c) Por último, la aceptación de las explicaciones mítico-
religiosas no se basa en que sean demostrables por medio
de argumentos racionales. La fuerza del mito se basa en la
autoridad de la tradición, autoridad que no se cuestiona, y
en su asentamiento social.

ACTIVIDAD
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Una vez leído detenidamente el siguiente relato, responded


a las siguientes preguntas:
1.- Haz una descripción de los personajes que
aparecen en el relato.
2.- ¿Cuál es el problema acerca de la naturaleza o el
ser humano que se resuelve con esta narración?
3.- ¿Cuáles son los símbolos que aparecen?
4.- ¿Recuerdas alguna expresión artística (poesía,
pintura, teatro, escultura..) en donde se reflejen algunos de estos
personajes o historias mitológicas. ¿Cuáles?. Descríbela.
Cuenta la mitología, que antes de la creación del mundo existía el Caos, el agua, la tierra y el
aire, o sea, los elementos que conforman al mundo estaban revueltos. Poco a poco estos
elementos se fueron separando y se formó la Tierra y el Cielo.

En esta época el mundo, estaba poblado por divinidades terribles: los titanes y los
cíclopes. Los titanes eran gigantes, con una extraordinaria fuerza, y los cíclopes eran seres
salvajes con un sólo ojo en medio de la frente. Sobre el universo reinaba Cronos o el Tiempo,
quien tomó por esposa a la reina Rhea, sobre su felicidad pesaba una amenaza, a Cronos le
habían predicho que sería destronado por uno de sus hijos y que este sería el dios soberano del
mundo, fue entonces que decidió comerse a sus propios hijos. Se apoderaba de ellos, apenas
nacidos y se los comía sin piedad alguna.

Un día nació el pequeño Zeus, jamás Rhea había tenido un hijo tan bello, acongojada
por el destino que le esperaba al pequeño decidió salvarlo. Cogió una pesada piedra y la
envolvió entre paños y meciéndola como si fuera un niño se la entrego a su esposo Cronos. Era
la hora de la cena y Cronos tenía mucha hambre, tomó el envoltorio de manos de Rhea y en la
penumbra de la noche se tragó la piedra y los paños.

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Rhea tomó a su hijo y huyó con él, protegida por las sombras de la noche. Llegó a la
isla de Creta donde ya había pensado refugiarse, ya que sus habitantes sentían hacia ella una
gran veneración.

Caminó hasta el centro de la isla y un espeso bosque se internó en una gruta profunda,
sus paredes estaban cubiertas de fresca hiedra.

-- Querida hiedra—suplicó la diosa

-- Extiende tus ramas y oculta la entrada—la hiedra empezó a crecer hasta ocultar la
entrada de la cueva.

Rhea llamó después a las ninfas del bosque y les confió a su hijo – cuiden de él – les
recomendó, besó la cabeza del niño y se marchó.

Las ninfas le prepararon una cuna de oro y acostaron al niño, después llamaron a
Amaltea, que era una cabra blanca, para que lo amamantara. Las abejas destilaron una dulce
miel para el recién nacido, las palomas le llevaron en su pico la ambrosía, el alimento de los
inmortales y un águila de alas inmensas, era la portadora del néctar, la bebida de los dioses.

Una de las ninfas, le fabricó al niño una pelota de oro, que al lanzarla al aire brillaba.
Cuando Zeus lloraba o gritaba, llamaban a los sacerdotes, los "coribantes", que danzaban a la
entrada de la cueva golpeando sus espadas contra sus grandes escudos de cobre, este ruido
hacía que Cronos no oyera los gritos del niño.

Así Zeus creció sano y fuerte, llegando a la edad adulta. Se hizo pasar por un sirviente
y le administró a su padre Cronos un poderoso medicamento mezclándoselo en el vino, esto hizo
que Cronos vomitara y así fue como los hermanos de Zeus salieron de nuevo al mundo, al igual
que la piedra: Poseidón, Hades, Vesta, Hera y Démeter.

Se unieron los tres hermanos: Zeus, Poseidón y Hades contra su padre Cronos y los
titanes. Zeus también llamó en su ayuda a los cíclopes, quienes tenían una fragua en el centro
de la tierra, donde trabajaban los metales, custodiados por tres enormes gigantes. Si le
ayudaban a derrotar a los titanes, al finalizar la guerra, los recompensarían librándolos de su
prisión subterránea.

Aceptaron los cíclopes y los gigantes, se armaron y salieron a la superficie de la tierra.


Los dos ejércitos enemigos lucharon furiosamente, mezclándose entre una tempestad de
piedras, lanzas, flechas y saetas, saliendo vencedores los cíclopes.

Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes
regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los
funerales y la muerte. A Poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a
Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del
Monte Olimpo.

El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia,
coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibia y la luz brilla con
toda su pureza.

El alimento de estos dioses era la ambrosía y la bebida era el néctar. Este alimento y
bebida recreaban los sentidos, embalsamaban los aires, daban la juventud y la dicha y
aseguraban la inmortalidad.

Desde su trono de marfil, Zeus gobernaba, cuando algún suceso lo contrariaba, el dios
montaba en cólera y una gran cantidad de nubes invadía el cielo, ocultando la cima del Olimpo,
lanzaba sobre la tierra descargas de lluvia, relámpagos y sonoros truenos.

Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina,
colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen
tiempo.

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Zeus manifestaba de esta manera a los hombres, su poder supremo y sabían que
debían temer la cólera y los castigos del dios. En el Olimpo, donde vivían los demás dioses, la
vida era tranquila y plácida. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una
hermosa luz se difundía por el cielo.

Los dioses se levantaban e iban a reunirse al salón del trono, encontraban una mesa
ricamente preparada donde comían la ambrosía y bebían el néctar. Hebe, la diosa de la juventud,
ofrecía la bebida a los dioses y todos los que la tocaban con sus labios no envejecían.

Zeus construyó aquí el palacio real, y formó el consejo de los dioses y desde entonces
se llamaron dioses olímpicos que estaban conformados por seis hombres y seis mujeres: Zeus,
es el rey, controla el trueno y los fenómenos atmosféricos; Poseidón, que tenía el dominio del
mar y sus criaturas era hermano de Zeus; Ares, dios de la guerra; Helios, dios del sol, la luz, la
música y las curaciones; Hermes, el mensajero; Hefestos, dios del fuego, el forjador de los
metales; Hera, esposa de Zeus; Atenea, diosa de la sabiduría, hija de Zeus; Afrodita, diosa del
amor y la belleza; Démeter, diosa de la agricultura; Artemisa, diosa de los bosques y la caza;
Hestia, dios del hogar doméstico y el fuego sagrado.

En otro palacio alejado del de Zeus, habitaban los ministros del Destino, llamados las
Moiras que eran tres: Cloto, Laquesis y Átropos. Este palacio era de bronce y en sus muros,
estaba grabado el destino de los hombres y el camino de los astros. Cloto era la Moira más joven
y sostenía la rueca en que se hilaban los destinos humanos, Laquesis, la segunda volteaba el
huso y Átropos, cortaba el hilo de la existencia con unas tijeras de oro. Tejían con hebras de lana
blanca, mezcladas con hilos dorados y negros y así hilaban la vida de los hombres: Los hilos
blancos y dorados indicaban días de felicidad y los negros señalaban una vida breve y de dolor.
Cuando la vida llegaba a su fin, la hebra se cortaba y alguien moría en la tierra.

Otro ministro del destino, aún más poderoso que las Moiras, es la Necesidad, diosa
absoluta, a la que el mismo Zeus obedecía, esta diosa tiene un huso de diamante, una de sus
puntas toca el suelo y la otra se pierde en el cielo. Los griegos la llamaron Ananké.

Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio.
Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su
acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de
ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre
animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa.

Se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales,
Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la
reina del Olimpo.

Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar
su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses.

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 Busca en casa algún relato mitológico, ya sea


perteneciente a la cultura griega o a cualquier otra.
Responde a las mismas preguntas que en el anterior.

Pero en el siglo VII a..C. se producen una serie de cambios


sociales, políticos y económicos en la Grecia antigua que llevan al
inicio de una crisis de creencias y a una búsqueda de explicaciones
alternativas a los mitos que dieran respuesta a los problemas que
sobre la naturaleza y el ser humano se habían planteado. Eran las
mismas preguntas, pero las respuestas ya no iban a ser mero fruto de
imaginaciones más o menos hermosas o poéticas, sino del
pensamiento detenido, serio y argumentado: de la razón. No quiere
esto decir que los mitos no fueran, en cierto modo, “lógicos”,

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producidos también, por tanto, por la razón humana. Nos referimos
ahora a que las nuevas explicaciones son el resultado, como
decíamos antes, de una reflexión detenida, que se expone a la crítica
y es, a la vez, producto de ésta, que elabora argumentos y que está
contrastada de algún modo con la experiencia y la observación.
Tanto la explicación mitológica como la racional provienen de
una actitud que es propiamente humana: la admiración. El ser
humano se admira ante lo desconocido y esta admiración es, en sí
misma, un reconocimiento de su ignorancia. Nos admiramos ante lo
que nos sorprende y lo que nos sorprende nos resulta, por algún
motivo, inquietante. Necesitamos entonces hallar algún tipo de
explicación. El mito es una respuesta. La filosofía, otra. Pero la
principal diferencia entre ambas es que el mito, como hemos expuesto
anteriormente, no se interroga acerca de sí mismo, es decir, no se
cuestiona su propia validez o error. Simplemente, se asume por
tradición, es una cuestión de fe, de asimilación, de creencia, no de
reflexión. La filosofía o saber racional, por el contrario, además de la
admiración mantiene otra actitud que será fundamental a lo largo de
toda la historia del conocimiento, hasta tal punto que éste sería
imposible sin ella: la actitud crítica. Criticar significa, sobre todo,
poner en cuestión y ello supone no dar nada por sabido, no creer en
nada que no haya pasado previamente por el tamiz de la propia
razón. Surge así, en principio, como el fruto de la reflexión de una
serie de individuos que llevados por la curiosidad y la necesidad de
saber se ponen a pensar por sí mismos.
El saber racional o filosófico entonces, se caracteriza por:
a) No recurre a fuerzas sobrenaturales sino que interpreta los
acontecimientos y fenómenos del universo como meros
fenómenos naturales.
b) Como consecuencia de esto, los acontecimientos del
universo dejan de interpretarse como algo arbitrario. Suceden
conforme a ciertas leyes que necesariamente se cumplen. La
palabra griega “logos” significa también “ley”, de modo que
podemos decir: la tarea del logos, de la razón, consiste en
conocer el “logos”, la ley o leyes que rigen el universo.
c) La aceptabilidad de las explicaciones racionales no se basa,
en fin, en la autoridad de la tradición ni en su vigencia social
sino en argumentos y razones. Una explicación será mejor
no porque la crea más gente, sino porque se sustente en
razones más sólidas y mejores.
Este paso del mito a la razón, de la explicación con relación a
fuerzas sobrenaturales a explicar las cosas en función de la propia
naturaleza es lo que se ha llamado tradicionalmente el paso del mito
al logos.

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1.1.- Aparición del concepto de “naturaleza”

Una de las primeras elaboraciones conceptuales que marcaron


este paso fue la aparición de la idea o el concepto de “naturaleza”. El
término griego que lo designa es physis y para llegar a él los primeros
pensadores –que también eran científicos- tuvieron que realizar un
gran esfuerzo mental. Hasta este momento, como decíamos, todo
dependía de la voluntad caprichosa de los dioses, no había ninguna
ley que rigiese los cambios, ninguna regularidad que fuese
cognoscible por los humanos. Pues bien, la aparición del concepto de
naturaleza es tan importante porque da paso a la posibilidad de
entrever, más allá de los cambios aparentemente caóticos, una ley
(logos), una regularidad, que, si llegamos a establecerla, nos ayuda
a predecir lo que va a ocurrir y a explicar los hechos que percibimos.
Al conocimiento de esta ley se llega por medio de la razón,
evidentemente, puesto que los sentidos nos muestran una sucesión
de cambios aparentemente sin relación alguna. Es por esto que
también en este momento aparece la importante distinción entre
conocimiento sensible y conocimiento racional.
El concepto de naturaleza supone la relación de todas las cosas:
la semilla y el árbol, el padre y el hijo, el crecimiento y la desaparición.
Si todo está relacionado con todo, de alguna manera todo ha tenido
que tener un origen común. A este origen los griegos lo denominaron
arjé. La primera pregunta a la que habrá de responder la filosofía será
entonces la misma a la que ya habían intentado responder los mitos:
¿cuál es el origen de todas las cosas? O, lo que es lo mismo: ¿cuál
es el arjé a partir del cuál surgió todo lo demás? Esta es la pregunta
fundamental a la que se enfrentan los primeros filósofos. Sus
respuestas constituyen el origen de la filosofía.

1.2.- Los primeros filósofos

La aparición de la explicación racional, de la filosofía, vino de la


mano de una serie de personas, curiosas, inteligentes, valientes
también por querer enfrentarse a las explicaciones heredadas,
viajeras, cultas. Ha quedado establecido que el primer hombre al que
con propiedad podemos llamar filósofo fue Tales. Tales nació en una
región costera de Grecia llamada Mileto, por eso ha pasado a la
historia con el nombre de Tales de Mileto. Él inaugura un modelo de
pensamiento, denominado, por el mismo motivo, milesio. Este modelo
se caracteriza por asignar un origen –arjé- material y único. Un solo
elemento a partir del cuál se deriva todo lo demás que existe en la

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naturaleza. Es por esto que también se denominan monistas a los
filósofos pertenecientes a este grupo.
Tales estableció como origen o arjé de todas las cosas el agua.
Anaximandro, otro filósofo de Mileto, el ápeiron. Anaxímenes el aire
y Heráclito el fuego. Más tarde, Empédocles diría que el origen se
halla en los cuatro elementos o raíces que componen todas las
cosas: agua, aire, tierra y fuego y Anaxágoras que en las
homeomerías, pequeñas partículas que se encontraban en todas las
cosas en distintas proporciones. Debido a que estos filósofos
establecieron como principio varios elementos de la naturaleza
constituyen lo que se ha llamado el modelo pluralista.
Si os dais cuenta, todos ellos pensaron que el origen de todos
los fenómenos naturales se hallaba en la naturaleza misma, no en
algo más allá de ella. El origen era natural, no sobre-natural. Por eso
son considerados filósofos, porque hicieron el esfuerzo de concebir
una explicación razonable y distinta a las conocidas y porque fueron
capaces de establecer un concepto nuevo que abriría más adelante el
camino a la existencia del conocimiento científico.

2.- Grados y funciones del saber.


Distinción del saber filosófico de otros tipos de saber
En primer lugar, tendremos que definir claramente en qué
consiste eso que denominamos “saber”. Este concepto aparecerá
también en la antigua Grecia. Ya sabemos que, etimológicamente, la
palabra filosofía significa “amor a la sabiduría” o “amor al saber”.
Pero, ¿qué es el saber?. Partiendo de la idea de que el valor de una
explicación depende de las razones que la apoyan, los pensadores
griegos concibieron el saber como algo opuesto, no solamente al mito
sino, en general, a las meras opiniones infundadas. Los mitos son,
desde luego, opiniones infundadas. Pero, además de los mitos,
existen multitud de opiniones y creencias carentes de fundamento
sólido y que, sin embargo, pueden formar parte de las bases
ideológicas de una sociedad. Así, el saber se concibe como el
conocimiento fundado racionalmente mientras que la opinión no está
fundada en razones sólidas.

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Los griegos identificaban el saber con la ciencia, a la que
denominaban “episteme”. Este vocablo tenía el significado de
“conocimiento cierto”, basado en argumentos y demostraciones, pero
en Grecia estas demostraciones eran de tipo racional. Todavía
quedaba mucho para la aparición de la ciencia experimental. Los
griegos concebían el saber como la capacidad de demostrar: puesto
que el saber es conocimiento que se basa en razones, el que sabe
puede exhibir las razones que tiene y puede, por tanto, demostrar. En
este sentido, el mito no constituye saber, aunque sí un tipo de
explicación.

2.1.- Grados y funciones del saber:

La combinación de los planos subjetivo y objetivo da lugar, al


menos, a tres grados de saber: opinión, creencia y saber en sentido
estricto.

La opinión es un estado cognoscitivo en el que el sujeto de


conocimiento tiene algo por verdadero, pero no está muy seguro de
ello ni desde el punto de vista objetivo ni desde el subjetivo. Desde el
punto de vista objetivo no encuentra ninguna justificación que pueda
comunicar a las demás personas de modo que tengan que aceptarla;
una justificación vale objetivamente cuando tiene que aceptarla
cualquier ser racional que la examine. Desde el punto de vista
subjetivo, no se atreve a afirmar que está cierto de ello, por eso dice
sólo «opino que» y no «estoy convencido de que». Cuando el sujeto
está convencido de que lo que piensa es verdad, aunque no puede
aducir una justificación universalmente aceptable, entonces cree que
es verdadero y su modo de saber es el de la creencia. Por último,
el saber en sentido estricto es una opinión fundamentada tanto
subjetiva como objetivamente. Es decir que quien afirma «sé que P»,
está totalmente convencido de ello y además tiene razones como
para convencer objetivamente a los demás seres racionales.

El saber como tal, tendría las siguientes características:

a) Saber es discernir lo que es de lo que no es, el ser de


la apariencia, lo real de la mera ilusión.

b) Saber es definir, determinar qué son las cosas, qué es


cada una a diferencia con las demás.

c) Saber es entender por qué las cosas son tal como son,
descubrir su lógica interna, su funcionamiento y sus
manifestaciones. Este entender implica a su vez

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demostrar, es decir, poner de manifiesto las conexiones
internas de sus elementos.
2.2.- Distinción del saber filosófico de otros tipos de saber

Hemos visto en qué consistió la explicación mitológica y, frente a


ella, cuáles son las características de la explicación racional. Ambas
sirvieron para dar respuestas a los grandes interrogantes que se
plantea el ser humano. El conjunto de respuestas que componen la
explicación racional o filosófica constituyen un saber: la filosofía.
Veamos cuáles son sus características.

2.2.1.- Características del saber filosófico.

1. La filosofía constituye una empresa racional comprometida


a no admitir ningún supuesto o creencia de los cuales no se
dé una razón adecuada y pertinente.
2. La filosofía es un saber sustantivo y a ella corresponden
esencialmente las cuestiones de fundamentación última y
de orientación de la vida humana, tanto en el ámbito del
conocimiento teórico como en el ámbito del conocimiento
práctico.
3. Posee los rasgos de universalidad y ultimidad.: es
universal en la medida en que no le es ajeno ningún ámbito
de la realidad ni de la experiencia humana. Última o radical,
en la medida en que se ocupa de los problemas últimos de
orientación y fundamentación, poniendo al descubierto y
analizando críticamente todos los supuestos en los que se
basa nuestra actividad, ya sea científica, moral, política, etc.
2.2.2.- Objetivos y funciones de la filosofía
Aquí intentaremos responder a la gran pregunta. ¿Para qué
sirve la filosofía? ¿Tiene sentido seguir hablando de filosofía en un
mundo dominado por la técnica y la ciencia?

1. La filosofía tiene, como primera aspiración, la búsqueda de la


verdad a través de la razón. Pero hay que incidir, precisamente,
en la palabra búsqueda. No se trata tanto de encontrar verdades
como de ponerse en camino de hallarlas teniendo la verdad
como horizonte. Es una búsqueda racional, crítica, es como
bucear en las profundidades de la realidad yendo más allá de lo
que nos muestran las apariencias, de lo que se nos da por los
sentidos. Decía Platón, filósofo griego del siglo V a.de C., que la
verdad es aletheia, desvelamiento. Pero no se puede aspirar a

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encontrarla si no es poniendo en cuestión lo ya sabido, dudando
acerca de lo que creemos saber, reconociendo nuestra
ignorancia y, sobre todo, interrogándose acerca de la realidad.
Ortega, otro filósofo, esta vez español y del siglo XX, dijo que la
filosofía consiste más que nada en sus preguntas. Es filósofo ya
entonces el que, con honradez y curiosidad, se pregunta
insistentemente acerca de todo lo que le rodea, y busca las
respuestas que, al menos provisoriamente, le sitúen en el
mundo.
2. En relación con todo lo anterior la filosofía tendría también como
objetivo la búsqueda de la felicidad. A través de la reflexión
filosófica el ser humano se sitúa, como decíamos, vitalmente en
el mundo. Se da a sí mismo las coordenadas en función de las
cuáles le es posible vivir con mayor plenitud y profundidad, de
manera más gratificante. Así los interrogantes filosóficos
abarcan desde la manera cómo conocemos hasta los valores
que han de regir nuestras vidas desde el punto de vista ético,
estético o político.

ACTIVIDAD
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Lee atentamente el siguiente texto. Se trata del


famoso Mito de la Caverna de Platón.
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga
entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo largo de toda la caverna, y unos hombres
que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan
que estarse quietos y mirar únicamente hacia delante, pues las ligaduras les impiden
volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en un plano
superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del
cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan
entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus
maravillas.
-Ya lo veo- dijo.
-Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda
clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o
animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos
portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén
callados.
-¿Qué extraña escena describes –dijo- y qué extraños prisioneros?
-Iguales que nosotros –dije- porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han
visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino la sombra proyectada por el
fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
-¿Cómo –dijo- si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las
cabezas?
-¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

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-¿Qué otra cosa van a ver?
-Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose
a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
-Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada
vez que hablara alguno de los que pasaban creerían ellos que lo que hablaba era otra
cosa sino la sombra que veían pasar?
-No, ¡por Zeus! –dijo-
-Entonces no hay duda –dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa
más que las sombras de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso –dijo.
-Examina, pues –dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos
fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a
mirar a la luz, y cuando, al hace todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas,
no fuera capaz de ver aquellos objetos cuya sombra veía antes, ¿qué crees que
contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es
ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más
reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan
y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No
crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más
verdadero que lo que entonces se le mostraba?
-Mucho más –dijo.

PLATÓN, República, libro VII

1.- Enumera todos los elementos simbólicos que


aparecen y di que puede significar cada uno de ellos.
2.- Señala en una representación gráfica –puede
ser un dibujo- los distintos niveles de realidad que
aparecen.

3.- Filosofía y ciencia: dos modos de conocer la


realidad
Muchos filósofos a lo largo de la historia (Aristóteles, Descartes,
Husserl...) han defendido la idea de que la filosofía es ciencia,

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entendiendo por “ciencia” un saber riguroso que es capaz de
ofrecernos la estructura fundamental de la realidad.
Sin embargo, la idea de «ciencia»de estos autores no es la que
solemos tener hoy en día. Para nosotros los enunciados científicos no
solo han de formar parte de un saber riguroso, sino que, de algún
modo, han de poder verificarse o falsarse empíricamente, cosa que no
ocurre con los enunciados filosóficos. Lo cual no significa que la
filosofía no sea un saber racional y riguroso, sino que no es una
ciencia tal como hoy la entendemos. «Saber» y «ciencia» no se
identifican: hay formas racionales de saber que no son ciencia, como
es el caso de la filosofía..

3.1.- Historia de un desencuentro: evolución de las relaciones entre


filosofía y ciencia.
La filosofía y la ciencia nacen a una . Ambas constituyen el
pensamiento racional en Grecia y casi todos los primeros filósofos
fueron también los primeros científicos (teorema de Tales, teorema de
Pitágoras, sistema astronómico de Aristóteles...) pero esto irá
cambiando a lo largo de la historia. El proceso de separación entre
ambos tipos de saber se puede estructurar de la siguiente manera:

1.- La filosofía engloba todo conocimiento: no hay


ciencia independiente. La filosofía aparece como “sabiduría
conquistada”. Es la época de los “sistemas filosóficos”. El tema
es la totalidad, es decir, Dios-mundo-ser humano. Aunque
algunas ciencias comienzan a desgajarse, este proceso no es
todavía suficientemente significativo.
2.- Las ciencias de la naturaleza se desgajan
definitivamente de la filosofía: estamos en los comienzos de la
Edad Moderna. Persiste el
tipo de filosofía de la época anterior pero fuertemente
influenciada por los ideales científicos. Al mismo tiempo surge
una filosofía crítica (empiristas, Kant...): crítica del conocimiento,
intento de fundamentar el valor de la ciencia, que ha triunfado
plenamente sobre todo en matemáticas y física. La temática de
la filosofía se centra cada vez más en los problemas del ser
humano (sobre todo a partir de la época de la Ilustración, siglo
XVIII).
3.- La filosofía ve reducida notablemente su
temática: surgen las ciencias humanas (historia, psicología,
sociología...) Siglo XIX-XX. Entonces la filosofía:
- o bien se pone al servicio de la ciencia: filosofía de la
ciencia, filosofía del lenguaje, intentos de una filosofía
científica...

13
- o bien se constituye en sabiduría “buscada”. La temática
será ahora la problemática humana (el sentido de la
existencia, la ética...) y la cultura.

ACTIVIDAD
3____________________________

 Busca toda la información científica que encuentres


acerca del origen del Universo. ¿Cuál es la teoría que,
de momento, da respuesta a este problema?. ¿Por qué
crees que los científicos están de acuerdo en su
validez? Compara esta explicación con las anteriores:
la mitológica y la filosófica. ¿Cuáles son las
diferencias entre ellas?.

 ¿En qué consiste la respuesta religiosa a la pregunta


por el origen del universo? Explícala. ¿Con qué tipo de
explicación de las anteriores podría compararse? ¿Por
qué?.

3.2.- Diferencias entre el saber filosófico y el científico.

El saber racional –científico, filosófico – quiere conocer la


realidad, pero ciencia positiva y filosofía conforman dos
actitudes distintas, porque están regidas por dos intereses
racionales distintos, tienen objetos distintos y métodos
también diferentes:

La actitud científico-positiva se interesa por lo que pasa en


el mundo porque le interesa intervenir en la realidad y
dominarla, que es a lo que llamamos “interés de dominio”. Entre
los rasgos que caracterizan a la ciencia moderna y que la
diferencia sustancialmente de la filosofía como saber, se
encuentran los siguientes:

a) Experimentalidad: la ciencia busca la confirmación de sus


hipótesis, de sus observaciones, en la experimentación, es

14
decir, en el análisis controlado de los procesos naturales a
través de los experimentos.
b) Matematización: utilización del lenguaje matemático para
expresar cuantitativamente sus leyes y teorías.
c) Practicidad: como decíamos anteriormente, el saber
científico se interpreta como un medio para dominar la
naturaleza poniéndola al servicio del ser humano. Estas
características del saber científico dan lugar a un rigor y una
exactitud superiores a las exigidas, en general, por el
pensamiento griego. Elevan, podríamos decir, el nivel de
exigencia que ha de satisfacer un conocimiento para que
pueda ser calificado y reconocido como científico. Y en la
medida en que no se acomodan a estas exigencias, las
doctrinas filosóficas no podrán ser consideradas como saber
científico en el sentido moderno de la palabra.

4.- Y ahora , ¿qué pasa con la filosofía?

4.1.- La reflexión filosófica a partir de la ciencia


La ciencia, en cuanto poderoso factor social que incide sobre
la vida y el porvenir de la humanidad, plantea inevitablemente
problemas de carácter filosófico, especialmente de tipo moral y
político: ¿hacia dónde orientar la investigación, hacia el desarrollo
armamentístico o hacia la sanidad y la nutrición?, ¿qué
consecuencias acarrean las manipulaciones genéticas para la
libertad y la persona?, etc. Multitud de cuestiones de este tipo, tan
actuales como acuciantes, nos asaltan al reflexionar sobre la
ciencia y el desarrollo tecnológico. Esta clase de cuestiones,
además, no se plantean desde dentro de la ciencia misma: el
método y las reglas de la ciencia son las mismas e igualmente
válidas tanto si se aplican a mejorar las condiciones de la vida
humana como si se aplican a desarrollar fuerzas y técnicas
destructivas. No son, pues, cuestiones planteadas a partir de la
ciencia, sino cuestiones acerca de la ciencia planteadas a partir de
las necesidades y aspiraciones de la humanidad. Cabe entonces
que nos preguntemos: ¿lleva por sí misma la ciencia a problemas
de carácter filosófico?. Pensamos que si, sobre todo desde el punto
de vista ético, es decir de la responsabilidad que tanto los miembros
de la comunidad científica, los que los financian y el resto de la

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sociedad tienen en relación con las consecuencias que puedan
derivarse de las actuaciones y avances proporcionados por la
ciencia..

4.2.- Filosofía y experiencia humana


El conocimiento científico abre, sin duda, un espacio
importante para la reflexión filosófica, pero no es el objeto o punto
de partida único para la filosofía. En la medida en que pretende ser
universal, la filosofía ha de aplicarse irremediablemente a todos los
ámbitos de la experiencia humana. Algunas dimensiones de la
experiencia humana especialmente significativas para la filosofía
son:

a) La experiencia de la sociedad: los seres humanos no


vivimos aislados sino insertos en la sociedad. Los filósofos
se han preguntado siempre por la naturaleza y origen de
esta sociedad y del estado, así como por las ideas de
derecho y de justicia, esencialmente vinculadas con este
último.
b) La experiencia moral: la moral constituye un ámbito
fundamental de la experiencia humana. No solo a través de
las normas y prohibiciones internas que nos impone la
sociedad, sino también a través de la necesidad que
experimentamos de decidir acerca de nuestra conducta.
Con la experiencia moral se halla vinculada la experiencia
de la libertad y también cuestiones como la búsqueda de la
felicidad.
c) La experiencia estética y religiosa: la experiencia
estética (de la belleza, del arte en todas sus modalidades)
constituye una de las fuerzas más radicales de vivir la
existencia humana. Igualmente importante es la
experiencia religiosa, tanto desde el punto de vista de los
pueblos y las culturas como desde el punto de vista de la
existencia individual. Aun cuando individualmente pueda
uno carecer de experiencia religiosa personal, la religión
como acontecimiento histórico y social constituye un ámbito
de reflexión imprescindible para la filosofía.
d) La experiencia general del sentido: la religión es una de
las fuentes en la que los seres humanos, tanto individual
como colectivamente, han tratado de encontrar el sentido
de su existencia. También el arte y la moral son ámbitos de
la experiencia relacionados con el sentido último de la

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experiencia humana. Esta cuestión, a su vez, se halla
vinculada a las cuestiones últimas sobre la realidad y la
verdad.

4.3.- Actualidad de la filosofía


Podemos pensar que en un mundo dominado por la ciencia y
la tecnología, en donde parece que ya están dadas todas las
respuestas y donde las actividades que se promueven se dirigen
más que nada a la distracción de los problemas e interrogantes que
podamos plantearnos, la filosofía carece de utilidad y de sentido
pero, a pesar de todo esto, parece que, de alguna manera al ser
humano filosofar le resulta inevitable. Aparece por tanto, incluso en
nuestros días, la actitud filosófica que, como decíamos, nace de la
admiración y el asombro, y se caracteriza por ser:

 Problematizadora: aunque el pensamiento filosófico ha


ido variando a lo largo del tiempo, siempre se ha
caracterizado por ser una manera peculiar de abordar
los problemas, más que de resolverlos. Precisamente, el
valor de la filosofía no reside en las respuestas que
proporciona, sino en las preguntas que formula.
 Universalista e interdisciplinaria: no se limita a un
cierto ámbito, sino que intenta abarcar toda la realidad.
La filosofía sirve, además, para establecer uniones entre
las distintas ciencias, entre la ciencia y la vida cotidiana,
entre la ciencia y la ética, entre ésta y el arte... El
norteameticano R. Rorty considera el filósofo es un
«intelectual de uso múltiple» porque no tiene problemas
que sean exclusivos de su disciplina. Ya hemos visto
que la filosofía trata de cuestiones relacionadas con
otros ámbitos, como la biología, la psicología, la física, la
sociología...
 Crítica: supone una investigación radical pues ataca los
temas de raíz sin dar nada por supuesto. La filosofía
cuestiona todo lo que tiene alguna pretensión de
conocimiento. Intenta descubrir todo aquello que sean
errores, falacias, manipulaciones. También se enfrenta
al pensamiento dogmático, teniendo como objetivo la
emancipación intelectual del género humano.
 Clarificadora: muchos problemas morales, políticos o
científicos se deben a confusiones. La filosofía se
propone como tarea clarificar tanto nuestras ideas y

17
conceptos como las experiencias a las que éstos se
refieren.
 Práctica: aunque en muchos casos presenta una alto
grado de abstracción su interés es, casi siempre,
orientarnos en la vida. Por eso se ha dicho que la
filosofía es un arte de vivir y que, si no sirve para la vida,
no sirve para nada. Como todos queremos acertar en
nuestra manera de vivir, y evitar así el sinsentido y la
desgracia, necesitamos un saber que no admita nada
por supuesto y que nos pueda orientar y conducir a
tierra firme.

Por todo ello, la filosofía sigue teniendo el mismo valor y


actualidad que tuvo en la cultura griega. Por mucho que
cambie el contexto histórico y cultural, por muchos avances
científicos y tecnológicos que se den, siempre que las
personas se sientan asombradas y confusas ante la realidad,
la filosofía será necesaria, por no decir imprescindible.

Y para terminar, un poema donde la escritora


expresa literariamente en este caso, lo que significó para ella
la aparición de la conciencia y con la conciencia todas las
preguntas que, inevitablemente, nos planteamos los seres
humanos:

RECLAMOS AL CREADOR

¿Cuánto tiempo
después de la luz?
¿Cuánto tiempo después del cielo y la tierra?
¿Cuánto tiempo después de todo cuanto pudo existir
existió la conciencia?
¿Te la sacaste de pronto de la manga
como asombroso prestidigitador?
¿Miraste cuanto habías creado
y en la ronda errante tus ojos se posaron sobre
nosotros
y decidiste experimentar?
¿Así me supe yo?
¿Así te intuí sin nunca poder tener la certeza?

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¿Así supe que tendría fin
puesto que había tenido principio?

Pudo haber sido en el bus del colegio,


O en el automóvil yendo con mi madre y mi padre,
-viajaba en un vehículo, lo recuerdo claramente-
cuando, no sé por qué, empecé a pensar
que el hecho de ser yo era irreversible.
No. No me podía cambiar por Berta o Carmen.
No podía vivir en sus vidas, tener sus padres,
vivir en sus casas.
Yo era un ente particular. Y nadie podía vivir en mi
vida;
sentir por mí, intercambiarse conmigo.
Yo existía sola dentro de mi uniforme de colegio,
dentro de mis rodillas con cascarones.

Llegué a mi cuarto y me acosté en la cama


con la cabeza colgando
-me gustaba imaginar el mundo patas arriba,
un mundo al revés donde la boca estaba en la frente
y los ojos a la altura de la boca:
Mi padre al revés.
Mi madre al revés.
La habitación al revés.
Y yo, sola, sobre la cama,
Habitando un cuerpo mío para siempre;
Un cuerpo y una mente que no podía sustituir
Y donde nadie más que yo podía habitar.

Para mi fue el ser y después la conciencia.


El colegio de La Asunción, el bus,
Ser una colegiala,
la segunda en la lista elaborada en orden alfabético.
La primera era mi amiga Marisa Álvarez.
Mi amiga aparte de mí. Su vida, otra. Otros sus
padres.
Otra su casa.

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Por primera vez me di cuenta
que estaba sola; mi mente confinada a un solo cuerpo.
Mi mente sabiéndose sola.

Los científicos te buscan.


Te buscan los telescopios danzando minúsculos entre
los
astros.
¿Dónde estás? ¿dónde estás vos, el Origen?
¿Desde dónde salen las ondas de radio
que guardan el eco distante del primer momento?
¿Quién nos puede informar? ¿Cómo nos informamos?
Fue como si en un viaje
Nos abandonaras en un asteroide azul
y te olvidaras de dejarnos la bitácora
las cartas de navegación
el nombre del lugar de destino.
Sí, decimos, planeta hermoso es, sin duda, esta Tierra
Pero después, qué hay después de la Tierra?

¿Hacia dónde conduce la muerte?


¿Por qué darnos conciencia de la incertidumbre?
¿Por qué la habilidad para conocernos finitos
y rebelarnos?
Podrías, cuando nos creaste, haber incorporado la
aceptación;
-un mecanismo sutil en el ADN-
que nos hiciera la muerte menos incomprensible,
que nos relevara del misterio y de la angustia.
No esta simple conciencia de saber que nada
sabemos.

Y todavía nos atrevemos a creernos


Hechos a tu imagen y semejanza.
Los hijos ignorantes, ciegos, del Omnisciente.

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GIOCONDA BELLI

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