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¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO DECIMOS “RECURSOS HUMANOS”?

Por el Lic. Julio Verde Fassa

Un buen lugar para el abordaje del tema sería la siguiente pregunta:

- ¿Estaría Ud. de acuerdo en afirmar que uno de los objetivos de todo buen gestor es
aprovechar al máximo los recursos humanos disponibles?

Seguramente la respuesta sería “sí”.

Pero permítame hacerle un ligero ajuste a la pregunta original

- ¿Estaría Ud. de acuerdo en afirmar que uno de los objetivos de todo buen gestor es utilizar al
máximo los recursos humanos disponibles?

Probablemente su respuesta continúe siendo “sí”, a pesar de que el nuevo verbo utilizado no le
cae tan bien como el anterior.

¿Y si me permite, una vez más, darle un nuevo ajuste a dicha frase?

- ¿Estaría Ud. de acuerdo en afirmar que uno de los objetivos de todo buen gestor es exprimir
al máximo los recursos humanos disponibles?

Ahora sí que me va a costar contar con su aprobación. Si la duda es a qué nos estamos refiriendo
con el verbo “exprimir”, le comento lo que dice el diccionario:

“Extraer el zumo o líquido de una cosa, apretándola o retorciéndola”

En otras palabras, tomar por los dos extremos y hacer un movimiento simultáneo e inverso de
torsión hasta haber extraído la última gota.

Me juego a que lo que obtendría entonces de su parte es un “NO” rotundo, acompañado con
comentarios del tipo “váyase a ver, eso de hacerle tanto mal a la gente”, “explotador” o epítetos
similares.
Estamos de acuerdo de ahora la cosa está mal.

Pero… ¿qué es lo que está mal?

¿La idea de que estemos proponiendo exprimir recursos humanos, o el hecho de que lo que
realmente está pasando es que estaríamos confundiendo a los recursos humanos con las
personas?

Porque está claro y todos debemos ponernos de acuerdo en ello:

LOS RECURSOS HUMANOS NO SON LAS PERSONAS

Por eso, al referirnos a que vamos a aprovecharlos, utilizarlos o incluso exprimirlos, no decimos
que nos aprovecharemos de la gente, la utilizaremos ni –menos aún- que vamos a “exprimirlas”.

No invitar a las personas a exprimir sus propios recursos humanos es rebajarlas,


obstaculizándole dar lo mejor de ellos. ¿No es eso lo que pedimos a nuestros compañeros
cuando jugamos un deporte de equipo. que den lo mejor que tienen la mayor parte del
tiempo, en la garantía de que esos recursos humanos no sólo son renovables, sino que también
mejoran cuanto más los usamos? ¿O no es eso lo que nos demuestran los deportistas en cada
Olimpíada?

Cuando gestionamos recursos humanos no gestionamos a la gente. Eso sería, ni más ni menos,
estar hablando de esclavitud, que por ejemplo en Argentina desde la Asamblea del año 1813 está
por lo menos prohibida y además es, a todas vistas, condenable y perseguible.

Una vez más: los recursos humanos no son las personas. Sino lo que ellas nos proveen: sus
capacidades, sus conocimientos, sus habilidades y su motivación, manifestados en sus conductas
que evidencian su dedicación y el tiempo asignado con el fin de obtener un objetivo.

¿Y si las personas no son los recursos humanos, qué son?: Sus proveedores. Y debemos tratarlas
como tales, lo que implica entre otras cosas respetarlas, recordar que no trabajan con nosotros
con la finalidad de satisfacer no sólo nuestras necesidades sino también las propias, siendo que
ayudarnos a lograr los objetivos de la organización se constituye claramente en un medio para
ellos, no un fin.
Ello nos permite afirmar sin lugar a dudas que, si queremos exprimir al máximo los recursos
humanos disponibles, lo primero que debemos hacer es no exprimir a las personas que los
proveen.

Desde este punto de vista, es triste ver cómo aún hoy, con tantos años de trabajo alrededor del
tema y contando ya con varias promociones de egresados en Licenciatura de Recursos Humanos,
esta confusión sigue vigente en muchos gestores, incluyendo lamentablemente a no pocos de
dichos especialistas egresados.

Aclarado el punto, el recurso humano es un recurso como cualquier otro, que hemos de
gestionar con la colaboración y a través de sus proveedores.

¿Dijimos como cualquier otro recurso? En realidad, casi, porque los recursos humanos tienen
algunas características diferenciales que vale la pena tener en cuenta, especialmente a la hora de
gestionarlos:

1. LOS RECURSOS HUMANOS SON SISTÉMICOS

Y como son sistémicos, les valen todas las características de un sistema (conjunto
interrelacionado de elementos cuya interrelación es igual o más importante que dichos
elementos), ya que el todo no es necesariamente igual a la suma de las partes.

Un ejemplo nos permitirá aprehender mejor lo que estamos diciendo: imaginemos que en una
organización educativa queremos averiguar cuántos cursos podemos brindar simultáneamente.
¿Será difícil dicho desafío? En realidad no, pues nos basta con contar cuántas aulas están
disponibles y en condiciones y ese todo (la cantidad total de aulas) es exactamente lo mismo que
la suma de las partes.

Más aún: ¿podemos calcular cuántas personas podemos admitir en cada curso? La respuesta
será nuevamente no-sistémica y fácil de averiguar: contemos cuantos pares de mesas y sillas
entran en cada aula y ese todo volverá a ser lo mismo que la suma de las partes.

Por el contrario, si intentamos lo mismo con los recursos humanos, veremos que la fórmula de la
suma aquí no funciona. Un grupo no es la suma de sus individuos, así como lo que consiga
tampoco es la suma de lo que pueda aportar cada uno.
En recursos humanos, 2 + 2 es… depende.

Depende de qué puedan aportar los primeros dos y también los segundos. De qué capacidad
tengan para trabajar en equipo y de la calidad de su interacción.

Pensemos por ejemplo en un coro ¿podemos definirlo como una suma de voces, como un
número de personas que cantan simultáneamente la misma canción? Si el coro está
correctamente gestionado, lo que va a caracterizarlo es la interacción y armonía producidas
entre las voces individuales, logrando un todo claramente mejor que la suma de dichas voces. Y
si no lo está, sólo basta imaginarnos por un segundo a varias personas juntas, simplemente
cantando simultáneamente la misma canción. Podemos imaginar nuestra propia cara de
insatisfacción al percibir que, más que aportando, varias de dichas personas -incluso si cantan
bien- en realidad están saboteando una producción colectiva, al punto de que en cierto
momento puede ocurrírsenos que el mejor aporte que podrían realizar es ¡mantenerse callados!

De la misma manera, en los deportes colectivos (fútbol, rugby, básquet u otro), cualquier
aficionado sabe con sólo asistir a varios partidos que la magia del equipo no se encuentra en
ninguno de sus protagonistas sino entre ellos, al punto de que un equipo de estrellas
individualistas difícilmente logre vencer a otro que, sin contar con talentos individuales similares,
sepa y pueda jugar en equipo.

Y por último, sin ir más lejos y por encontrar un ejemplo del menor número de integrantes
posibles, tenemos el caso de las parejas. Todos sabemos por experiencia que la pareja no está en
ninguno de los dos integrantes sino entre ambos, y que no alcanza con el amor para que dos
puedan compartir un proyecto juntos.

2. LOS RECURSOS HUMANOS SON INTANGIBLES, PERO SUS MANIFESTACIONES NO LO SON

Se evidencian en conductas que responden a buenas prácticas y, mediante ellas, en los


resultados obtenidos.

3. LOS RECURSOS HUMANOS SON INDIVISIBLES DE SU PROVEEDOR

Volvamos al ejemplo de las aulas:

Imaginemos que a la hora tomar la decisión acerca de la compra de pupitres y sillas para las
aulas, un potencial proveedor nos resulta altamente convincente tanto por los productos
ofrecidos como por las condiciones de venta, entrega y otros. Lo escogemos entonces de entre el
resto de los demás oferentes y la compra se realiza exitosamente. Quedamos totalmente
conformes con el grado en que dichos muebles satisfacen lo que necesitábamos y esperábamos
de ellos, y tiempo después de realizada la operación aparecen algunas circunstancias
desagradables con relación a lo económico: un cheque que trajo problemas, un reclamo del
proveedor de que los precios no eran lo que creímos haber convenido u otro. La relación se
tensa al punto de que se convierte en asunto judicial, luego del cual por supuesto el vínculo
claramente se ha roto y ninguna de las partes volvería a hacer negocios con la otra. Ahora bien: si
como clientes el litigio se ha resuelto a nuestro favor al punto de que todos los muebles
comprados quedan en nuestro poder ¿se ha producido algún cambio en ellos, por mínimo que
éste sea? La respuesta obvia es que no: el recurso obtenido de este proveedor se mantiene en
las mismas condiciones que cuando ambos creíamos que nuestra relación comercial era
mutuamente beneficiosa y que muy probablemente continuaría en circunstancias similares.

En una situación similar, pero en donde no se tratase de un proveedor de muebles sino de


recursos humanos (profesor, asesor, no docente u otro) ¿las cosas seguirían igual? Cualquiera
puede darse cuenta que la respuesta es un contundente NO; y que incluso si cualquier situación
suficientemente ríspida se produjese aún sin llegar a convertirse en judicial, dichos recursos
humanos seguramente jamás volverán a ser los mismos. Decididamente habrán de deteriorarse
al punto de que hasta el proveedor podría irse llevándose consigo lo más valioso de su recurso
humano. O hasta podría pasar algo que –según cómo se vea- podría ser hasta peor: que el
recurso humano más valioso se vaya ¡pero la persona no!, convirtiéndose de aquí en adelante en
una especie de ausente de cuerpo presente: viene y se va a horario, cumple con su trabajo… pero
lo qué aportó desde que llegó hasta que se fue es una triste sombra de lo que fue cuando nos
llevábamos bien.

¿Hay algo peor que eso? Desgraciadamente sí: que ahora utilice todos sus recursos, movidos por
una motivación negativa, para boicotear a la organización a la que antes aportaba.

En síntesis, y aunque quizás los ejemplos puedan resultar hasta discutibles, lo que sí nos queda
evidente que, a diferencia de los recursos tradicionales tangibles, veremos que los recursos
humanos siguen manteniendo un importante vínculo con su proveedor y son -conscientemente o
no- dosificados en cantidad y calidad por él, de acuerdo con el vínculo que tenga con su
destinatario.

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