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Estados emocionales básicos

Estados emocionales básicos

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Estados emocionales básicos

Las emociones: estados emocionales básicos

Hasta el momento hemos abordado nuestro caso como consultores en la empresa, desde la ontología del lenguaje y
desde el ser.

Ahora, analizaremos cómo influyen en el clima laboral las emociones de quienes integran la empresa y de cada uno
de los equipos que la conforman, las relaciones humanas, el crecimiento o no de sus integrantes y la influencia del
liderazgo. Para ello, ha sido necesario que nos introdujéramos en el concepto de las emociones. Realizamos un
trabajo de indagación acerca de las emociones de nuestra empresa e investigamos en sus estados de ánimo, los cuales
describimos a continuación:

¿Qué es la emoción?

Para comenzar, fue necesario distinguir entre estados de ánimo y emociones. A pesar de sonar parecidos, existe una
sutil distinción, a veces difícil de separar. Rafael Echeverría nos dice al respecto que “cada vez que experimentamos
una interrupción en la fluir de nuestras vidas, se producen las emociones”. (2008, p. 153).

Al momento de realizar nuestro diagnóstico organizacional, preguntamos a los trabajadores si sus líderes reconocían
el trabajo bien realizado y cuáles habían sido sus logros en el tiempo trabajado. Detectamos diferentes emociones
como orgullo, alegría, frustración, enojo, dados los diferentes casos y las distintas experiencias que cada trabajador
tenía en la empresa.
Cada vez que se producía un cambio en sus espacios de posibilidades, como por ejemplo el número de ventas en el
objetivo mensual, aparecían las emociones. Podemos entender este espacio de posibilidades a través de los siguientes
ejemplos: alcanzar el objetivo del equipo los inundaba de alegría, así como cuando no lo lograban, los invadía la
tristeza.

Las emociones son específicas y reactivas. Los acontecimientos las preceden. Al referirnos a las emociones, a
menudo estamos observando la forma en que la acción (o determinados eventos) modifica nuestro horizonte de
posibilidades. La emoción es, por lo tanto, una distinción, o una forma de decir, qué hacemos a través de nuestro
lenguaje para referirnos al cambio de nuestro espacio de posibilidades. Si tenemos buen desempeño, podremos seguir
en el puesto de trabajo.

A través de talleres con los líderes de la organización, trabajamos en la concientización y en el registro tanto de sus
emociones como las de sus equipos. Hicimos énfasis en la relación existente entre un acontecimiento y la emoción y
les planteamos trabajar más en proponer acontecimientos que expandieran las emociones positivas.

Durante la capacitación, al abordar el tema de la relación entre la singularidad de un acontecimiento y la emoción,


uno de los líderes nos contó una experiencia que tuvo mientras recorría la planta de producción en construcción.
Sánchez, el líder de producción, se imaginaba cómo iba a quedar la planta una vez terminada; mientras caminaba,
observaba las diferentes áreas, se detuvo en las maquinarias a escuchar el ruido de la construcción. A lo lejos,
escuchaba también el ruido de unos empleados que conversaban entre ellos.

Para completar el ejemplo, vamos a continuar en palabras de Echeverría:

A no mucho andar, en la transparencia del fluir de su recorrido, se pone a pensar en un posible


proyecto susceptible de ser emprendido en los próximos días. Se siente contento, optimista; el
proyecto lo excita; piensa que, al concluirlo, podrá contar con más espacio y recursos humanos
motivados. Sonríe. En eso, percibe una máquina que se desbalancea y comienza a perder piezas a
gran velocidad. Está asustado, el corazón le palpita más aceleradamente; se pregunta si tendrá
suficiente espacio y tiempo para ingresar al lugar, apagarla sin que nada le suceda. El espacio de
posibilidades en el que se encuentra ahora es otro. La emoción del miedo se apodero de él. (2008,
pp. 153-154).
En este sentido, podemos pensar en que si detectamos el acontecimiento que produce dicha emoción, podemos
pensar en cómo evitar la repetición de esa emoción en caso de que no la deseemos para nosotros. Se abre así una
posibilidad de diseñar modalidades de afrontamiento para determinadas situaciones y, por ende, para las emociones
que se manifiestan en ellas. A su vez, estas emociones hacen que reaccionemos de determinada forma, con lo cual,
detectando el motivo y la emoción desencadenante, podríamos pensar en la posibilidad de cambiar la acción
posterior.

En este punto, Echeverría subraya que “el reconocimiento, al hablar de emociones, entre la emoción y el
acontecimiento nos permite no solo una determinada interpretación de los fenómenos emotivos, sino también
posibilidades concretas de acción”. (Echeverría, 2008, p. 154).

Señalemos a continuación algunas apreciaciones particulares del mismo autor:

Haremos uso de las distinciones que acabamos de desarrollar para examinar cuatro estados de
ánimo, estrechamente relacionados entre sí, y que consideramos fundamentales en la vida de todo
ser humano. Nos referimos a los estados de ánimo del resentimiento, de la aceptación o la paz, de
la resignación y de la ambición. (Echeverría, 2008, p. 182).

¿Qué es el resentimiento?

Cuando realizamos nuestro diagnóstico de clima, el 15% de los trabajadores consideró que no fue promovido a otros
puestos y que no estaba de acuerdo con ello ya que consideraba que tienen las competencias para hacerlo, que fue
una decisión injusta y que las personas ascendidas lo fueron por ser allegados a los jefes.

En esta reconstrucción lingüística de nuestro caso, emitimos el juicio de que alguien se interpuso impidiéndonos
alcanzar lo que creíamos que merecíamos, quitándonos el derecho que considerábamos que teníamos; por lo tanto,
nuestra interpretación nos lleva a emitir el juicio de que ello es injusto, hasta el punto de culpar a la persona, jefe,
padre, madre, hermano, etcétera.

Pero el resentimiento nos lleva a construcciones más profundas en conversaciones que sostenemos con nosotros
mismos al punto de prometernos que esta injusticia, tarde o temprano, pagará. Podrá tomar tiempo, nosotros o
alguien (divino) nos vengará.

El resentimiento se nutre de dos fuentes: de las promesas y de las expectativas que no son cumplidas. Ambas nos
llevan a considerarlas un derecho y aparece el resentimiento como un agente de justicia frente a lo injusto.

Guardamos resentimientos contra alguien que nos humilla por abuso de poder, emitiendo el juicio de que, si le
reclamáramos, seríamos blanco de humillaciones peores.

El estado de ánimo del resentimiento es extremadamente corrosivo para la convivencia; la persona que opera desde el
resentimiento está atrapada en una tela de araña de sufrimiento, penetrante y permanente, que restringe sus
posibilidades de acción.

El resentimiento nos arrebata la libertad, nos hace esclavos. Según dijo Nietzsche, es como una tarántula que espera
paciente para descargar su veneno (s/d). Y el único que puede rescatarnos es el perdón.

¿Qué es la aceptación?

Por el contrario, la aceptación y la paz son estados de ánimo opuestos al resentimiento y, por lo tanto, cuentan con
una paleta de emociones diametralmente diferente que resulta de una misma situación, lo que marca profundamente
la diferencia de la aceptación es la expresión de reconciliación.

El 60% de los entrevistados, afirmó estar satisfecho con su puesto, aceptando en armonía su trabajo, sintiéndose en
paz.
La aceptación hace referencia, claramente, al hecho concreto de aceptar que no podemos cambiar lo ya ocurrido y,
por lo tanto, lo declaramos tema cerrado.

¿Qué es la resignación?

El 30% de los entrevistados se mostró en un estado de resignación ya que, cuando se le preguntó si se ve creciendo
en la empresa en los próximos tres años, dijo que no. En este caso, estos trabajadores no ven el futuro como un
espacio de intervención, en el cual las acciones que esa persona haga, le permitirán modificar o transformar el
presente. El futuro, sin embargo, se caracteriza por ofrecernos un espacio de indeterminación, un espacio sujeto a
nuestra capacidad de acción. El futuro puede ser diferente del presente. Y puede ser diferente tanto en razón de las
acciones de otros como también en razón de nuestras propias acciones. Aparece, como notarán, la idea de futuro,
aunque no se pueda ver, y la de hacer algo hacia delante para cambiar una realidad.

¿Qué es la ambición?

El 10% de nuestros entrevistados se vieron creciendo en la empresa, deseando tener puestos de liderazgo y mayor
jerarquía. En este espacio, la resignación se coloca en la vereda opuesta. Mientras la resignación se ve clausurada por
las posibilidades futuras, la ambición se destaca por identificar amplios espacios de intervención que conllevan la
transformación.

¿Cómo se denomina el estado de ánimo que tiene un trabajador que no ve oportunidades


de crecimiento en la empresa?

Resignación, dado que no ve el futuro como un campo de intervención.


Aceptación, dado que se encuentra satisfecho en su situación actual.

Enojo, dado que no está de acuerdo con las oportunidades que brinda la empresa.

Ambición, dado que quiere crecer dentro de la organización.

Resentimiento, dado que considera injusta la política de crecimiento de la empresa.

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Referencias

Echeverría, R. (2009). Ontología del lenguaje (5ta. Ed.). Buenos Aires, Argentina: Granica.

Nietzsche (s/d).

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