el profanador de textos

n
Alf Prøysen
La señora Pepperpot
en el Bosque Mágico
narrativa
en la hora
Y otras historias
principal
pedagogía Waldorf

[para otras
actividades]

Indice
índice
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico [spp301] 1
La señora Pepperpot y el espectáculo de títeres [spp302] 4
Víspera de la mitad del verano con los ogros [spp303] 8
La señora Pepperpot y el cuervo bebé [spp304] 12
La señora Pepperpot aprende a nadar [spp305] 14
La señora Pepperpot da una fiesta [spp306] 18
Sir Marcos el valiente [spp307] 22
(en traducción personal
de la versión en inglés)
La señora Pepperpot se convierte en detective [spp308] 24
La señora Pepperpot y la búsqueda del prendedor [spp309] 28
elprofanador
el profanador de
de textos
profanador, ra.
(Del lat. profanãtor, -ōris).
1. adj. Que profana. U. t. c. s.
profanar.
(Del lat. profanãre).
1. tr. Tratar algo sagrado sin
el debido respeto, o aplicarlo
a usos profanos.
2. tr. Deslucir, desdorar, des-
honrar, prostituir, hacer uso
indigno de cosas respetables.
Real Academia Española ©
Todos los derechos reservados
Alf Prøysen
textos primera pedeeficación:
Mayo 21, 2022
confesiones de invierno con respecto a este libro
(¡siempre charly garcía debe estar presente!) actualizaciones:
Título: ‘Mrs Peeperpot and the Magic Wood and other
quiero a los libros —esos seres impresos en árboles muertos stories‘
(o debería decir ‘asesinados’)— con ‘sagrado’ respeto, Autor: Alf Prøysen
pero resulta que muchas veces son inhallables… o hallables ISBN: 978-1-849-41803-4
a un precio inalcanzable.
Editorial: Editorial Red Fox/Hutchinson
por eso me convierto en ‘profanador’: ‘deshonro,’ ‘prostitu-
yo’ la belleza del papel y transfiero la sabiduría a este nuevo Fecha de impresión: 2012
ser electrónico.
es verdad: dejo sin pan a quien lo creó. pero completo su
más profundo deseo: difundir su conocimiento. para colaborar
(a mi tampoco me convencen estas ‘razones,’ son puro bla,
bla, bla.) Correcciones: para aportar correcciones a los textos, por favor, enviar un email a elprofa-
nadordetextos@yahoo.com, poniendo en el ‘Asunto:’ el nombre de la publicación y
en el cuerpo, el texto equivocado y el nuevo, con referencia de página. Gracias.
el diseño apaisado es para que sea fácil leerlo en el monitor
de la computadora o impreso en hoja A4, simple o doble faz. Dactilografiado: hay mucho material traducido en forma manuscrita que ‘desea’ ser public-
a fin de cuentas, millones de libros han sido leidos ‘fotoco- cado. Si quieren aportar el tiempo de datilografiado, por favor, enviar un email a elpro-
piados’ en ese formato. (en realidad, los más beneficiados fanadordetextos@yahoo.com, poniendo en el ‘Asunto: Tipear.’ Gracias.
son los que venden recargas truchas de cartuchos.)
GA / S- BM párrafos
Los libros escritos por Rudolf Los Boletines de Meto- Para facilitar las referencias
Steiner y las recopilaciones dología para los presentes y cruzadas, los párrafos son
de conferencias se catalogan futuros maestros Waldorf’ fueron identificados con un número (02)
según el ‘GA,’ ‘Gesamtaus- publicados por Juan Berlín desde o un número y una letra (02c) al
gabe’ [‘Edición Completa’]. México. inicio de los mismos.
Se ha intentado referir al GA Los artículos son identificados En todos los casos, el número
para evitar confusiones. La cita con el número de boletín y una indica el número de párrafo
‘[GAnnn:cc:pp]’ significa ‘párrafo letra según el orden de aparición correspondiente a la edición
pp’ de la ‘conferencia cc’ del GA en el mismo. La cita ‘[BM024c]’ alemana.
‘nnn.’ Hay más de 354 GAs. significa ‘el tercer artículo La letra representa una subdivi-
Cada conferencia se idenitica (letra c)’ del ‘boletín 24.’ sión de dicho párrafo, en caso
con la sigla ‘S-nnnn,’ ’Sch- En el caso de suplementos, se que ayude a la mejor identifica-
midt,’ apellido del autor del usa directamente la letra ‘s’: ción de los temas.
listado. Hay mas de 5.695. [bm011s].
ii La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
acerca de este proyecto
una nota de el profanador de textos
‘Intríngulis linguis’1: Cuando se enfrenta a la pala-
bra ‘Pepperpot’ —¡por alguna razón ha sido elegi-
da por el autor!— lo primero que viene a la mente
es ‘pepper pot’: ‘tarro de pimienta, pimentero.’
Pero resulta que en botánica se le llama así
al ‘ají pimiento’ (‘Ole Pepperpot’), con vainas
retorcidas que miden 10 centímetros de largo. Las
plantas crecen hasta un metro de altura.
¡Y eso es lo que le pasa a la protagonista!
Pero así como a William Shakespeare se le
ocurrió llamar ‘Hamlet’ a cierto personaje suyo
—¡vaya uno a saber por qué!— repetaremos la
voluntad del autor y llamaremos a la heroina de
estos cuentos… la señora Pepperpot.
1
Consultar con Hijitus y el Profesor Neurus. [n. del pr.]
Alf Prøysen
La señora Pepperpot en el
Bosque Mágico
[spp301]
La señora Pepperpot, como recuerdan, vive en la ladera
de una colina en Noruega.
Detrás de su casa hay una cerca antigua con un
portón en ella.
Si atraviesas ese portón, dice la señora Pepperpot,
entras de lleno en el Bosque Mágico.
Es un pequeño bosquecillo con alerces, abetos, y
abedules, pero en primavera el suelo está cubierto con
campanitas blancas —la alfombra más blanca que
hayas visto—, y alderredor de una enorme piedra
cubierta de musgo un parche de violetas pone un
brillante toque de color.
Los abedules se ven más plateados ahí, y las ramas
verde pálido de los alerces son más plumosas extendidas
sobre la corriente que desciende saltarina por la ladera.
Y aquí y allá en el alto pastizal la comadreja ha
creado un entramado de pequeños caminos ondulados.
Es muy bello.
Pero a la señora Pepperpot le gusta mucho más en
invierno cuando el Bosque Mágico tiene una gruesa
capa de nieve y de las ramas de los árboles cuelgan
trocitos de hielo que reflejan la luz solar.
Entonces, todo es silencio, excepto el ‘crunch,’
‘crunch’ de las botas de la señora Pepperpot a medida
que camina a través de la nieve.
Era un día antes de Navidad y la señora Pepperpot
le había pedido al señor Pepperpot que le cortara un
pequeño árbol de Navidad1 del Bosque Mágico.
1
En los países del hemisferio norte es habitual usar árboles vivos
como árboles de Navidad. [n. del pr.]
1 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
Pero él estaba tan ocupado en ese momento que no
tenía tiempo para hacerlo, así que la señora Pepperpot
decidió tomar el hacha e ir a cortarlo por sí misma.
Como la nieve estaba resbaladiza también tomó un
palo.
Pronto llegó a un pequeño abeto y, después de
marcar un círculo a su alrededor con su palo, levantó el
hacha para comenzar a cortarlo.
¡Luego ocurrió algo horrible!
Ya saben lo que le sucede a la señora Pepperpot en
los momentos más inconvenientes: se reduce hasta el
tamaño de un pimiento.
“Tendré que encontrar un palo más pequeño” —se
dijo— “me ayudará a abrir un camino a través de la
nievo.
”Ah, bien, podría estar un una situación peor,
supongo, y ya debería estar acostumbra a esto.”
“¡Hola!” —gritó una voz diminuta por encima de
ella.
“¿Qué fue eso?” —dijo la señora Pepperpot que casi
se había salido de su piel, tan sorprendida que estaba.
“¡Soy yo!” —dijo la pequeña voz.
Ahora, la señora Pepperpot pudo ver a un pequeño
niño, no más alto que ella, parado a su lado.
“¡Vamos, no te quedes ahí parada!
”Todos están dentro llorando a corazón partido
porque piensan que el ogro te ha comido.
”Debemos volver corriendo a casa y sorprenderlos.”
Sin esperar respuesta, el pequeño amigo se inclino
hacia un hoyo en la nieve y comenzó a gatear dentro de
l mismo.
“Bueno” —pensó la señora Pepperpot—“quizás
deba ir y ver de qué se trata todo esto; él parece
conocerme, aunque yo no lo conozco a él.”
el profanador de textos
Dejó el hacha y colocando el palo que había
encontrado bajo su brazo gateó bravamente detrás del
muchacho dentro del agujero.
Era un túnel muy largo que llegaba a una pequeña
puerta.
El muchacho golpeó, pero como de detrás de la
puerta provenía un ruido muy fuerte de llantos y
gemidos nadie respondió a su llamado.
Pero cuando el golpeó otra vez, el cerrojo se movió
y la puerta fue abierta por una niña joven con un
cucharón en la mano.
El cuarto estaba brillantemente iluminado por un
fuego sobre el que colgaba una olla humeante.
La señora Pepperpot, que estaba oculta detrás del
muchacho en el túnel oscuro, pudo ver a tres personas
dentro y se las veía muy abatidas mientras seguían
llorando.
El pequeño muchacho golpeó con su pié.
“¡Paren ese ruido!” —gritó.
“¿No ven que traje a Delia Dedal de regreso?” —y
diciendo eso tomó a la señora Pepperpot del brazo y la
arrastró hasta el medio del salón.
Por un momento todos fijaron su mirada en la
señora Pepperpot pero al rato ¡comenzaron los gemidos
otra vez!
“Meñiquito… ¿qué has hecho? Esta no es Delia
Dedal!” —dijo la niña con el cucharón.
Meñiquito se dió vuelta y le dió una concienzuda
mirada a la señora Pepperpot.
Entonces sacudió sus puños hacia ella y luego se tiró
al suelo en lo que sólo puede ser descripto como una
rabieta.
Pero la señora Pepperpot había tenido suficiente de
este sinsentido.
Alf Prøysen
“Cuando haya terminado con tus maullidos” —
dijo — “quizás alguien me podría explicar quién eres
tú y quien se supone que soy yo.
”Luego podría decirte quién soy yo realmente.”
“Es algo confuso” —dijo un pequeño hombre gordo,
que estaba sentado lo más cerda del fuego— “pensamos
que era uno de nosotros, ¿entiendes?”
“Comprendo… ¿pero quiénes son ustedes?”
La señora Pepperpot estaba perdiendo la paciencia.
“Déjame explicártelo” —dijo la niña con el
cucharón.
Y como nadie ni siquiera amagó detenerla,
prosiguió.
“Puedes no reconocernos ahora, pero cuando eras
pequeña nos conocías lo suficiente.
”¿No te acuerdas de tu madre poniéndote en su
regazo para cortarte las uñas alguna vez?
”Eso probablemente no te gustaba y ella tomaba tus
manos y contaba tus dedos uno por uno.”
“¡Eso es correcto!” —dijo la señora Pepperpot, y
luego entonó la pequeña rima que decía, más o menos
así:
Aquí está Pulgón, gordo y rechonchón,
Aquí está Lamedor, siempre sucio,
Les sigue Longilargo; que parece un
pararrayos,
Ahora Delia Dedal con su aguja,
y Meñiquito, que es sólo un bebé.
Todos aplaudieron al unísono.
“¡Ahí tienes!” —exclamó la niña— “no lo has
olvido.
”Y esto es lo que somos, la gente dedo que vive en el
Bosque Mágico.
”Este es Pulgón” —dijo ella, apuntando al pequeño
hombre gordo sentado muy cerca del fuego.
2 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
“Encantado de saludarla” —dijo Pulgón, mientras
la señora Pepperpot le daba la mano.
“Solía encontrarlo una persona muy confortable”
—dijo la señora Pepperpot sonriendo.
“Este es Longilargo como puede ver” —continuó la
niña, pero el señor delgado y alto era tan tímido que
escondió su pararrayos detrás de su espalda, y parecía
como si deseara desvanecerse de inmediato.
“Yo soy Lamedor. Hago la comida, como ves” —
dijo la niña.
Meñiquito ya había superado su desilusión.
Echándole otra mirada a la señora Pepperpot dijo:
“¡Eres tan parecida a Delia Dedal!”
“¿Qué le ha sucedido a Delia Dedal?” —preguntó
la señora Pepperpot.
De inmediato, todos comenzaron a hablar al
unísono:
“Era como ahora… estábamos afuera en el
bosque… siempre le deseamos a la Luna una Alegre2
Navidad… ¡fue una noche tan gloriosa!”
“¡De a uno por vez, por favor!” —dijo la señora
Pepperpot, tapándose los oídos.
Lamedor levantó su cucharón para poner orden:
“¡Callados ahora! Lo explicaré.
”Como ellos dicen salimos a dar una caminata para
saludar a la Luna.
”De repente aparecían un gran ogro por el camino
y tuvimos que apurarnos para meternos en el túnel para
salir de su paso.
Pero Delia Dedal tropezó con su aguja, y no lo
logró.
”El ogro la tomó con su gran mano y se la puso en
el bolsillo.
2
Por alguna razón la versión en inglés usa ‘Happy’ [alegre] en
lugar de ‘Merry’ [feliz]. [n. del pr.]
el profanador de textos
”Ahora estamos todos muy preocupados y Navidad
no será Navidad sin Delia Dedal!”
“¡Quizás el ogro se la comió!” —dijo Meñiquito, y
comenzó a llorar otra vez.
“¡Oh, los ogros no son tan malos como solían ser”
—dijo la señora Pepperpot para confortarlo—.
”Por otro lado, si ella era tan pequeña como soy yo
sabría cómo salir de situaciones difíciles.”
“Si tan solo pudiéramos saber dónde vive el
ogro entonces, quizás, podríamos rescatarla” —dijo
Lamedor.
“Estoy seguro que podremos, si todos tiramos juntos”
—dijo la señora Pepperpot.
“Creo que tengo una idea de dónde vive ese ogro.”
“¿Nos mostrarás el camino?” —preguntó Meñiquito
excitado, y se amontonaron alrededor de la señora
Pepperpot, tirando de su falda.
“No hay tiempo que perder” dijo e inmediatamente
comenzó a gatear de regreso a través del túnel.
Los demás la siguieron, pero cuando llegaron fuera
encontraron el camino bloqueado por una avalancha
de nieve enorme.
“¡Nunca podremos atravesarla!” —dijo Pulgón e
intentó rápidamente retroceder a su cálido fuego en el
interior.
Era un gran problema y la señora Pepperpot cerró
sus ojos para pensar mejor.
De repente recordó algo muy importante; ellos
estaban en el Bosque Mágico, donde los deseos se hacen
realidad si los deseas con suficiente intensidad.
“¡Todos quietos!
”¡Voy a hacer un deseo!” —dijo.
Mientras todos permanecían parados muy quietos,
ella tocón con su palo la avalancha de nieve y dijo en
voz alta:
Alf Prøysen
“Deseo que esta avalancha de nieve se convierta
en un oso polar… un oso polar amistoso… que pueda
cargarnos a todos nosotros en su espalda y nos lleve
hasta la casa del ogro.”
Tan pronto como terminó de hablar la avalancha
de nieve comenzó a elevarse desde debajo de ellos, y se
encontraron sentados en una mullida y cálida alfombra
blanca.
Entonces la alfombra comenzó a avanzar, y la
señora Pepperpot pudo ver dos osos delante de ella.
Ella ya había cabalgado en osos antes y sabía lo
que le gustaba más… que les hagan cosquillas entre las
orejas.
Cautelosamente gateó hasta las orejas y se acomodó
entre ellas.
“¡Sé muy cuidadosa!” —le alertó Lamedor, que se
aferraba con todas sus fuerzas al pelaje del oso.
Longilargo estaba tan aterrado que yacía en todo su
largo con la cara enterrada, pero Pulgón y Meñiquito
estaban comenzando a disfrutarlo.0 mirando todo a su
alrededor desde su sillón elevado.
Cuando el oso sintió el cosquilleo en sus orejas
ronroneó —o, más bien, murmuró— con satisfacción
y sin demora llevó a la señora Pepperpot y a la gente de
los dedos al borde del bosque donde había una cerca y
un portón en ella.
“¡Abre el portón con tu hocico!” —ordenó la señora
Pepperpot, y el gran oso polar hizo lo que ella le dijo, y
abrió el portón.
Luego fuero a una casa con una ventana
iluminada.
“Ahora quiero que te recuestes fuera de la puerta”
—dijo la señora Pepperpot— “y debes esperar aquí
hasta que estemos de regreso… ¿quedó claro?”
La gran criatura sólo asintió con la cabeza y
lentamente descendió hasta el umbral.
3 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
La señora Pepperpot se dirigió a la gente de los
dedos:
“Estoy bastante segura que encontraré al ogro
dentro de esta casa” —dijo.
“¿No deseas que te ayudemos a rescatar a Delia
Dedal?” —preguntó Meñiquito, que se estaba sintiendo
muy alegra ahora.
“No, gracias, creo que puedo resolver esto por mi
misma” —dijo la señora Pepperpot—.
”Sólo quiero que permanezcan aquí con el señor
Oso Polar.
”Si Delia Dedal está ahí adentro yo la traeré aquí
afuera para ustedes, y luego se podrán ir a casa.”
Todos le dieron un apretón de manos y le desearon
buena suerte.
“¡Confíen en mí!” —dijo la señora Pepperpot y puso
su pié sobre el escalón de la puerta.
Y en el preciso momento en que ella desaparecía en
el oscuro cuarto creció a su tamaño normal y caminó
hacia el comedor.
Allí estaba señor Pepperpot; le salían lágrimas por
las mejillas y su afilada nariz estaba muy roja debido
al llanto.
Sobre la mesa, de su lado yacía una pequeña cama
de muñecas que la señora Pepperpot había comprado
para dársela a una pequeña niña para Navidad, y
en la cama yacía Delia Dedal, ¡tratando con mucho
esfuerzo de parecer como una muñeca!
Había botellas de medicina sobre la mesa así como
una caja de pastillas de regaliz.La señora Pepperpot
puso sus manos en sus caderas y dijo:
“¿Por qué estás así?”
Al sonido de su voz el señor Pepperpot levantó la
mirada.
¡No podía creer lo que veía!
el profanador de textos
“¿Eres tú? ¿Eres realmente tú, mi propia mujer?”
—dijo llorando, y la tomó por la pollera para estar
seguro que no era un fantasma.
“¡Pensé que te había perdido esta vez!
”Iba por el bosque buscándote, cuando vi…”
Se detuvo y miró fijamente a la pequeña anciana
en la cama de muñecas.
“Entonces ¿quién es ella?
”La tomé de la nieve y traje a casa, pensando que
eras tú que te habías reducido otra vez.”
“¡Hombre tono!
”Confundirme con una muñeca que alguien dejó
caer en el camino” —dijo la señora Pepperpot.
Luego, estando entre él y la cama de muñecas,
levantó cuidadosamente Delia Dedal, la limpió de la
medicina pegajosa y las píldoras de regaliz que su esposo
había tratado de administrarle.
Delia Dedal estaba a punto de agradecerle, pero la
señora Pepperpot le hizo una seña de que permanezca
callada y la llevó hasta la puerta delantera.
Pero el señor Pepperpot estaba tan miedoso de que
su mujer volviera a desvanecerse otra vez que la siguió,
agarrado a su tapado.
Cuando ella se asomó fuera de la puerta él le
preguntó:
“¿Para qué estás poniendo la muñeca en esa
avalancha de nieve?”
“Para enviarla a donde ella pertenece” —dijo la
señora Pepperpot.
“Ven ahora y toma tu cena.”
“¡Sólo un minuto!
”Quiero sacar esta avalancha de nieve de la entrada
primero” —dijo señor Pepperpot.
“¿Por qué? ¿Piensas que va a entrar en la casa?
”¡Ven pronto, tu cena está lista!”
Alf Prøysen
De manera que el señor Pepperpot entró en la
cocina a lavarse las manos y no escuchó a su esposa
murmurando a la avalancha de nieve:
“¡Den la vuelta, marchen velozmente, y vayan a
casa ”
lo más rápido que puedan!
Más tarde, mientras ella estaba lavando los platos,
la señora Pepperpot se sorprendió cantando la vieja
rima:
Aquí está Pulgón, gordo y rechonchón,
Aquí está Lamedor, siempre sucio,
Les sigue Longilargo; tiene su pararrayos,
Ahora Delia Dedal con su aguja,
y Meñiquito, que es sólo un bebé. ♣♣
4 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
La señora Pepperpot y el
espectáculo de títeres
[spp302]
Era un adorable día de verano, el día ideal para salir
de paseo.
El club de costura de la villa había sido invitado a
un programa de televisión en la ciudad más cercana y
allí iban en un transporte especial.
La señora Pepperpot iba también, y estaba muy
excitada, debido a que ella nunca antes había visto un
programa de televisión desde el estudio.
Y tampoco ninguna de las otras miembros,
llegado el caso, y todas se pusieron sus mejores vestidos
veraniegos y sombreros de paja con flores.
En el camino parlotearon, como hacen las mujeres,
y se preguntaban cómo sería.
Iban a ver un espectáculo de títeres, y Sara Sureño
estaba segura que todos en la villa los envidiarían.
Cuando llegaron a la ciudad, el ómnibus se detuvo
en la plaza del mercado, y todas salieron.
Entraron en el vestíbulo y Nora Norteño dijo:
“Algo no debemos hacer… sonreír a la cámara…
se ve tan tonto cuando estás viendo un programa de
televisión.”
“¡Especialmente si te faltan dientes!” —dijo la
señora Nora, que podía ser muy incisiva cuando
quería.
Se mostraron un poco tímidas cuando les asignaron
el fila del frente, pero pronto estuvieron sentadas
confortablemente, con pequeñas bolsitas de mentas para
masticar.
¡Todas excepto la señora Pepperpot!
¿Dónde estaba?
Ya sabemos que a la señora Pepperpot le gusta
meter las narices en cualquier lado, y mientras iban
el profanador de textos
caminado por el pasillo hacia sus asientos, la señora
Pepperpot oyó a alguien gimoteando y llorando en un
pequeño cuarto al lado del escenario.
“¡Esto es divertido!” —pensó, y espió a través de la
puerta.
Vio a un hombre adulto con una galera alta y
bigotes largos, sentado en una silla, llorando como un
bebé.
“Bueno, nunca…” —dijo la señora Pepperpot, pero
antes de que tuviera tiempo para seguir a las demás de
su grupo— ¡se achicó!
Y mientras ella estaba parada ahí, una pequeña
figura cerca de la puerta, en su brillante vestido
veraniego y su pequeño sombrero de paja… el titiritero
la descubrió.
Rápido como una flecha estiró su mano y la agarró.
“¡Acá estás!” —dijo, agarrándola firmemente entre
el la palma y el pulgar.
“¡Pensé que te había perdido!”
La señora Pepperpot estaba aterrorizada, pero
cuando el hombre le dirigió una mirada más detenida
dijo:
“¡Pero tú eres para nada mi títere de la Bella
Durmiente!”
“¡Por supuesto que no lo soy!” —dijo la señora
Pepperpot.
“¡Es lo mismo!” —dijo el titiritero— “como no
puedo encontrar a mi títere más importante tendrás
que actuar en su lugar.
”Te verás bien con una peluca rubia y una corona y
una velo, y maquillaré tu cara para que esté realmente
bella.”
“¡Déjame ir en este preciso momento!” —gritó la
señora Pepperpot, luchando para soltarse del agarre del
hombre.
Alf Prøysen
“¿Quién ha oído hablar de una mujer vieja
interpretando a la Bella Durmiente?”
“¡Sí, sí! Tienes talento… tú puedes actuar. ¡Estoy
seguro de ello!
”¡Y eso es mucho más de lo que puedo decir de
mis otras títeres, que tienen que ser manipuladas con
varillas e hilos!
”Tú puedes caminar y hablar por tí misma; es todo
lo que siempre soñé, y me traerás el éxito, y montones de
dinero… ¡ya lo verás!
“¡Sobre mi cadáver!” —dijo la señora Pepperpot
que todavía estaba furiosa—.
”¡Ni siquiera me acuerdo de la historia de la Bella
Durmiente!”
“Yo estaré contando la historia” —explicó el
titiritero— “y tú tienes que hacer las cosas que cuento.
”Pero como no apareces en el primer acto, podrás
estar parada al costado y ver a los otros títeres a través
de la abertura en el telón.
”Ahora es tiempo de que comience el espectáculo, así
que participa y quédate ahí… ¿te quedarás?”
“Puede que sí, puede que no” —dijo la señora
Pepperpot, de manera que él la colocó cuidadosamente
al costado de escenario del teatro de títeres, que estaba
colocado en el medio del escenario real del estudio de
televisión.
Entonces, las luces del estudio se apagaron, y se
prendieron las del pequeño escenario.
La señora Pepperpot espiaba a través del agujero en
el telón.
La escena sucedía en un magnífico salón de
mármoles y la señora Pepperpot podía ver as rey y a la
reina sentados en sus tronos, y a los cortesanos parados a
su alrededor.
Estaban mirando a una muñeca bebé en una cuna.
El hombre comenzó a hablar desde detrás
5 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
del escenario.
Había una vez un rey y una reina que
habían sido bendecidos con una princesita
bebé.
“¡Qué suerte que no quiso que yo estuviera en la
cuna!” —pensó la señora Pepperpot.
El hombre siguió hablando, contando cómo las
hadas buenas fueron invitadas al bautismo y como
cada una le dió un regalo a la pequeña princesa. Las
hadas pasaron una tras otra imponiendo sus manos
sobre la cuna.
“¡Qué tengas el don de la belleza!” —dijo una.
“¡Qué tengas el don de la paciencia” —dijo otra.
“¡Ciertamente me serviría ese don!” —se dijo a sí
misma la señora Pepperpot.
”Si hay algo que verdaderamente me falta es la
paciencia.”
Cuando todas la hadas menos una habían impuesto
sus manos sobre la cuna se oyó el terrible estallido de un
trueno, y el escenario se oscureció completamente por un
momento.
“¡Dios mío!” —gimió la señora Pepperpot—.
”Espero que no se hayan lastimado!”
Ahora se había comenzado a interesar en la obra.
Volvió la luz y el hada mala estaba inclinada sobre
la niña con su varita.
¡Ja, ja, ja…
—dijo el titiritero con una voz de bruja vieja.
Hoy están todos felices… pero este es mi don
para la princesa.
¡A sus quince años te pincharás un dedo en el
huso y morirás!
el profanador de textos
Y dicho esto, el hada mala desapareció con otro
estallido de un trueno, y se apagaron las luces.
“Bueno… si soy la Bella Durmiente… soy bastante
mayor que una quinceañera… ¡y todavía estoy sana y
fuerte!” —pensó la señora Pepperpot.
El titiritero hizo aparecer a otra hada buena
para decirle al rey y a la reina que su hija no moriría
realmente, sino que caería en un profundo sueño, un
sueño muy prolongado.
Un día, un príncipe vendrá y la despertará”
—dijo el hada.
Y este fue el final del primer acto.
El titiritero se alegró de ver a la señora Pepperpot
todavía parada al costado, pero no quiso arriesgarse y la
tomó poco antes de que ella pudiera protestar.
Sin importar cuánto se retorcía, la vistió como
princesa, con su peluca rubia con la corona encima, y
un velo que caía por su espalda.
La peor parte fue cuando la maquilló: ¡Ouch!
¡Sabía como cera de vela!
Pero cuando finalmente la dejó frente a un pequeño
espejo, tuvo que reconocer que ella se veía… ¡realmente
hermosa!
“Ahora escucha:” —dijo el titiritero— “no me
importa si haces tus propios diálogos pero debes seguir
la historia como yo la narro.
”Y una cosa más… ¡nada de propagandas!
”Están totalmente prohibidas en esta estación de
televisión.”
“¡Como sea!” —dijo la señora Pepperpot, que
todavía no le había perdonado por el rudo trato
recibido, ¡hasta le había tirado del pelo!
“Ya lo veremos” —murmuró ella.
Pero no había tiempo para discutir, puesto que el
titiritero estaba subiendo el telón otra vez.
Alf Prøysen
El escenario era el mismo pero vacío, sin gente,
mientras el titiritero leía la introducción a la segunda
parte de la historia.
El rey estaba tan ansioso por mantener a su
única hija segura de todo peligro que ordenó
que se quemaran todos los huso en el país, y
prohibió que se vendieran.
Mientras tanto, la princesa iba creciendo
con todos los dones que había recibido de las
hadas; era buena y bella, modesta y paciente,
y todos la amaban.
Entonces, un día, cuando ya tenía quince
años, el rey y la reina salieron, y ella estaba
completamente sola en el palacio.
Pensó que podía explorar un poco.
El titiritero detuvo la lectura y le susurró a la
señora Pepperpot:
“¡Aquí es donde apareces!
”Camina a través del salón de mármol y sube por la
escalera en caracol de la esquina.
”Encontrarás a la bruja en la parte de arriba,
hilando.”
Él le dió un pequeño empujoncito, y la señora
Pepperpot, con toda su finura principesca, entro en el
escenario, tan grandiosamente como pudo.
Se detuvo en el medio del salón de mármol y buscó
la escalera.
Cuando la descubrió, se giró hacia la audiencia, y
señalando los escalones, dijo:
Debo subir por ella; ¡espero que sea segura!
”Siempre compro escalones en Tablón, la maderera
de mi corazón.”
Y comenzó a subir tomando su larga falda como
una dama.
6 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
En la parte superior de la escalera vió a la bruja
títere sentada haciendo girar su huso en su mano.
¿Qué es lo que sea que estás haciendo con ese
cosa antigua?
—pregunto la señora Pepperpot.
Estoy hilando,
—dijo el títere en su voz de bruja.
¡Digo que es tonto…
—dijo la señora Pepperpot—
…cuando puedes comprar la mejor lana
hilada en la ciudad en la LanaLinda!
La audiencia se rió de esto, pero al titiritero no
estaba le pareció divertido.
Sin embargo, no la podía detener ahora, así que
continuó con la obra, diciendo con la voz de la vieja
bruja:
¿Quieres probar a hilar, mi niña?
No me importa si lo hago
—dijo la señora Pepperpot.
Mientras ella tomaba el huso de la las manos de
la bruja, el titiritero le susurró que pretendiera que se
había pinchado.
¡Ay… Ay…!
—gimió la señora Pepperpot, chupándose el dedo y
sacudiéndolo.
¡Necesito un apósito de la Farmacia Sana
Sana Colita de Rana!
La audiencia exploto en risas otra vez.
el profanador de textos
Otra vez, el titiritero le susurró que se echara en la
cama a dormir.
Ella preguntó si quería que roncara para que se
notara que estaba viva.
“¡Por supuesto que no!” —respondió enojado— “Y
tampoco quiero cualquier propaganda de pastillas para
dormir.”
“No serán necesarias” —dijo la señora Pepperpot
acomodándose confortablemente en la cama.
Luego, levantó la cabeza por un momento y le
habló a la audiencia con una voz cantarina:
En el momento que te acuestas
en un colchón de Noni Noni
Caerás en un sueño profundo
¡Es realmente divino!
Al titiritero se le hacía difícil hacerse oír por encima
de las risas que produjo este escandaloso poema.
Pero al final logró continuar con la historia, de
como la princesa durmió durante cien años, y todos en
el palacio también quedaron dormidos.
Cuando llegó a la parte respecto al cerco de rosas
creciendo más y más grueso alrededor de las paredes del
palacio, la señora Pepperpot levantó su cabeza otra vez
y dijo:
Rosas de crecimiento rápido
Se consiguen en la Maceta Loca.
Y luego volvió otra vez a pretende dormir.
Se estaba vengando del titiritero, y estaba
disfrutando realmente cada minuto.
El titiritero seguía luchando, pero ahora la
audiencia se reía de cada cosa que se decía, y comenzó a
preguntarse si debía detener la función.
Trató de seguir leyendo otra vez:
Alf Prøysen
Al final, el hijo de un rey llegó hasta la
estrecha escalera en la torre.
Subió hasta lo alto, abrió la puerta del
pequeño cuarto, y ahí se encontró con la
más bella visión que jamás tuvo: la Bella
Durmiente.
Mientras el tocadiscos hacía sonar una música
suave apropiada a la escena. el títere príncipe caminó y
atravesó la puerta.
La señora Pepperpot le guiñó el ojo a la audiencia
y dijo:
Tengo esta bella piel
A la Porque uso Leche de Cabra.
El títere príncipe caminó rígido hasta la cama, y se
inclinó rígidamente y le puso una mejilla de madera
sobre su mejilla.
Pero esto fue demasiado para la señora Pepperpot:
“¡No, no!” —chilló, saltó fuera de la cama haciendo
volar al príncipe, de tal manera que se cortaron todos
sus hilos y terminó como un montón desordenado al pie
de la escalera.
Y luego la misma señora Pepperpot bajó las
escaleras, saltando por encima de príncipe caído, cruzó
apurada el escenario y salió por el telón, mientras la
audiencia se revolcaba en sus asientos, y aplaudían y
gritaban para que regresara la princesa.
Pero ya segura en el vestidor, la señora Pepperpot
sólo tuvo tiempo para sacarse la peluca la corona y e
l velo antes de agrandarse otra vez a su tamaño normal.
Puso las pequeñas cosas en su bolso y atravesó la
puerta tan calma como quiso, sólo para encontrarse con
el pobre titiritero, que estaba refregando sus manos, y
llorando aún más que cuando lo había conocido.
“¿Qué le pasa?” —preguntó la señora Pepperpot.
“¡Mi espectáculo está destruido!” —se lamentaba.
7 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
“¡Ellos nunca lo pondrán otra vez en la televisión
después de tanta publicidad!”
La señora Pepperpot preguntó sorprendida:
“¿Todo eso no era parte de la obra?”
El titiritero no la estaba escuchando:
“¡Oh, querida, querida…!
”¿Qué pasará conmigo?
”¡Y ahora no tengo ninguna Bella Durmiente!”
“Debería tratar a sus títeres con más respeto” —dijo
la señora Pepperpot— “¡no les gusta ni que los empujen
ni que les tiren del pelo!”
Y diciendo esto lo dejó y salió a la plaza para
subirse al ómnibus.
Sus amigas habían estado muy ocupadas riendo y
discutiendo la obra para notar que la señora Pepperpot
no había estado con ellas.
Se sentó junto a Sara Sureño quien le preguntó si
había disfrutado el espectáculo.
“¡Oh, disfruté mucho!
”Quiero decir, todas lo disfrutamos!” — ­ dijo la
señora Pepperpot.
.  .  .
Unos días después, el titiritero estaba arreglando los
hilos del títere príncipe.
Se sentía mejor ahora porque todos los periódicos
decían que su forma de interpretar la Bella Durmiente
era nueva y original, y todos alabaron muy alto su
representación.
Golpearon a la puerta y el cartero le entregó un
pequeño paquete.
Se preguntaba qué podría ser, pero cuando lo abrió
y miró dentro se asombró: estaban la peluca de la
princesa, la corona, el velo, y también un carretel de
hilo negro, y una nota.
el profanador de textos
El titiritero la leyó en voz alta:
De regreso a usted le envío estas cosas
Puedo ser audaz y sugerirle
Si la próxima vez que repare su príncipe
Usa hilo Piolón… no se romperá.
¿Quién habrá mandado el paquete?
¿Y dónde se habrá ido ese pequeño títere que podía
caminar por sí mismo?
Si tan sólo lo supiera —suspiró el titiritero—. ♣♣
Alf Prøysen
Víspera de la mitad del
verano con los ogros
[spp303]
En Noruega todos festejan la Víspera de la Mitad del
Verano1 con hogueras y fuegos artificiales. y todo tipo de
diversiones.
Noruega está tan al norte2 que el sol difícilmente se
pone en Junio, y en la Víspera de la Mitad del Verano
hasta los niños están despiertos toda la noche, bailando
y cantando con los adultos.
Ahora bien, aunque Gabi3 Gro es un gran ogro, es
el muy parecido a un niño pequeño en lo que se refiere
a las fiestas, simplemente las ama; y Catalina Cuece y
Carlos Cortado, sus dos pequeños servidores humanos,
se esfuerzan por para hacerle todo agradable en la
víspera de la Mitad del Verano.
Este año no habían invitado a nadie.
“Seamos sólo nosotros” —dijo Gabi Gro—
“podemos divertirnos juntos y… ¡habrá más para
comer!”
El ogro disfruta su comida.
Todos trabajaron duro para tener todo listo para la
noche; hasta Gabi Gro decidió hacer su limpieza anual
del establo mientras su única vaca estaba pastando en
los prados altos de la montaña.
Catalina estaba ocupada cocinando en la cocina;
ella hizo el pudin preferido de Gabi, con crema y la
1
Mitad del Verano (hemisferio norte): Es una celebración precris-
tiano, que se celebra cerca del solsticio de verano (junio 21). En
las iglesias cristianas se celebra en junio 24 como la fiesta de
san Juan Bautista, y la observancia comienza la noche anterior,
conocida como la Víspera de San Juan. [n. del pr.]
2
Para tener una idea, la parte más al sur de Noruega queda a la
altura del pasaje Drake, la zona que separa Tierra del Fuego de
la Antártida. [n. del pr.]
3
Gabriel: Nombre de varón de origen hebreo. Significa ‘Dios es
mi fortaleza.’ [n. del pr.]
8 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
mejor harina de trigo, con nueces y pasas flotando
dentro.
Cuando estuvo cocinado le espolvoreó cáscara de
limón rallada encima, y lo puso en la despensa.
Había cocinado una torta especial con cerveza
de malta y algo más que ella y Carlos mantenían en
secreto de Gabi Gro —iba a ser una sorpresa para él.
También había una gran fuente de frutillas recién
arrancadas de su propio jardín, y una densa crema
para acompañarlas.
Mientras tanto, Carlos estaba cortando ramas
verdes en el bosque cercano para decorar el exterior de
su pequeña casa.
Construyó el porche más imponente delante de la
puerta del frente, y puso hojas verdes alrededor de las
ventanas.
Cuando Catalina había terminado de cocinar,
salió a juntar flores e hizo bellas guirnaldas para colgar
en las puertas; una para la puerta del frente, una para
la puerta del establo, y todavía una más para la puerta
de la despensa, que estaba construida sobre pilotes4
detrás de la casa.
El lugar lucía hermoso para cuando habían
terminado, y esperaban mostrárselo a Gabi Gro cuando
regresara de ordeñar a la vaca.
“¡Merecemos una deliciosa bebida fresca después
de todo esto!” —dijo Catalina, y fue a la despensa a
buscar jugo de frutas.
Pero en un momento después llamó a Carlos:
“¡Ven rápido, Carlos!
”¡Alguien robó la comida de la despensa!”
Carlos corrió y vió que además del pudin de crema
y la torta de malta, también había desaparecido la muy
4
Esto se hacía tanto para mantener la comida alejada de la nieve
como de los animales salvajes. [n. del pr.]
el profanador de textos
alta vela que Carlos había hecho por sí mismo para la
Vigilia de la Mitad del Verano.
“¿Pero cómo pudo entrar alguien?” —preguntó—
“Tú siempre llevas la llave en tu cinturón, Catalina.”
“Sí, yo la tuve todo el tiempo” —contestó
Catalina— “pero quizás me olvidé de cerrar con llave
cuando salí a recoger las flores.”
“¿Qué irá a decir Gabi?” —comentó Carlos.
“No le digamos nada todavía.
”Para la víspera pensaré en algo que podamos hacer.
”¡Y todavía tenemos las frutillas y la crema!”
Así que cuando el ogro volvió a casa con la leche,
no le dijeron nada de lo que había sucedido.
Gabi admiró todas las decoraciones y luego se
refregó las manos y dijo:
“¡Oh, muchacho… oh, muchacho… oh,
muchacho…
”¡Estoy esperando ansioso que llegue la noche.”
Y todo lo que los dos niños pequeños pudieron hacer
fue sonreír y asentir con la cabeza.
Poco después, a la que vieron venir tropezando por
el camino no era a otra que la ogresa Paula Picarona y
su gata, Catita Ratonero.
“¿Qué será lo que quieren?” ——dijo Gabi Gro, y
su ánimo alegre desapareció de su cara.
Paula Picarona era muy fea y estúpida, pero a ella
le gustaba Gabi Gro como marido, y siempre estaba
usando a su astuto gato pensando en formas de lograr
que Gabi la visitara.
“No será nada bueno, y estaré obligado” ——dijo
Carlos oscuramente.
Pero Paula Picarona era toda sonrisas cuando llegó
junto a ellos y les saludó con un amable ‘Buenas tardes.’
Catita permaneció detrás de ella con una sonrisa
afectada y retorciéndose los bigotes.
Alf Prøysen
“Hace mucho desde que nos vimos, Gabi Gro” —
comenzó la ogresa—.
”Pensé que sería agradable que vinieras esta a mi
casa esta noche para festejar la Vigilia de la Mitad del
Verano.”
“Bueno, gracias, Paula Picarona” —dijo Gabi—.
”Es muy gentil de tu parte pedírmelo, pero…”
Catalina interrumpió y terminó la frase por él:
“Tendremos nuestra propia fiesta aquí así que él no
podrá ir.”
“¡No, no… no puedo dejar a los niños… no esta
noche!” —dijo Gabi Gro.
“Por supuesto que nosotros queremos que ellos
vayan también, ¿no es así, Catita?” —lloriqueó
Paula Picarona, pero mientras hablaba se dió maña
para poner su pesado zapato sobre el pie desnudo de
Catalina.
Catalina se mordió el labio, ella no iba a llorar.
“¡Y tenemos niños pequeños en nuestras fiestas!”
—dijo Catita, clavando secretamente sus garras en la
pierna de Carlos.
Sólo cerró sus ojos y no dijo nada.
“¡Correcto!” —dijo Paula Picarona—.
”Estamos de acuerdo… todos ustedes vienen a mi
casa esta noche a las siete en punto y tendremos una
adorable comida.”
Como Gabi Gro no pudo pensar en ninguna otra
buena razón para decir no, le agradeció a la ogresa,
y ella y Catita Ratonero bajaron bailoteando por el
camino.
Mientras se avanzaba la tarde, el ogro y los niños
se sentían más y más apesadumbrados de dejar su
adorable casa a la puesta del sol para ir caminando al
otro lado de la montaña donde estaba oscuro y triste.
9 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
“Ella posiblemente nos dará una de esas horribles
sopas que hace Catita” —dijo Gabi—, “con colas de
ratas dentro.”
“¡Mejor tener esa sopa que nada!” —dijo Carlos,
pero Catalina lo empujó con el codo, y dijo con voz
fuerte:
“¡Vamos! Debemos salir ahora” —y se pusieron en
camino hacia la casa de la ogresa.
Paula Picarona y su gato habían estado decorando
también.
Catita había arrastrado algunas ramas caídas de
abeto desde el bosque ella no podía usar ni un serrucho
ni un hacha con sus garras.
Las había desparramado en el camino fuera de
la casa mientras su dueña clavaba un loco arreglo de
palos sobre la puerta que se imaginaba que se vieran
artísticos.
Adentro, Catita había barrido el piso una vez, pero
dejó un montón de huesos de pescados y otras basuras en
las esquinas, y olían muy feo.
Paula Picarona estaba en la puerta de entrada para
recibir a Gabi Gro y dijo:
“Espero que a tus servidores importe darle una
mano a Catita.
”Veo que Carlos trajo su hacha así que quizás
pueda cortar alguna madera para el horno de la cocina.
”Y quizás Catalina pueda poner la mesa, ¿podrá
ser?”
“Oh, no… no podría” —dijo Catalina— “soy una
invitada.”
“Vamos, Catalina…” —dijo Carlos— “no me
molesta cortar algunos troncos, de manera que tú
también puedes dar una mano.”
Y después le dijo, susurrando:
“¡Nos dará la oportunidad de ver qué es lo que
están cocinando!”
el profanador de textos
Así que los niños fueron a la cocina con Catita,
mientras que Gabi se sentó en una mecedora en el
cuarto del frente, y Paula Picarona en la otra.
“Yo no sé que ves en esos estúpidos niños”
—comenzó.
“Ellos no son estúpidos” —replicó Gabi—.
”Catalina es una excelente cocinera, y siempre
tenemos mucha leña para el fogón con Carlos cerca.”
“Bueno… tengo una propuesta para hacerte” —
dijo Paula Picarona.
“¿Una propuesta? ¿Qué es?” —dijo Gabi, a quien
nunca le gustaron las frases largas.
“Déjame ponerlo de esta manera…” —dijo la
ogresa.
”¿Qué dirías si pudieras tener comida tan buena
como la de Catalina y que te trajeran toda la leña
suficiente para mantenerte caliente?
”¿Necesitarías a los niños?”
Gabi miró confundido.
“¡Pero no tengo a nadie más para hacer esas tareas!”
Ella le golpeó juguetonamente la mano.
“¡Vaya tonto!” —continuó ella— “¡estoy hablando
acerca de nosotros!
”Quiero decir… si yo te pudiera dar sabrosas
comidas y mantenerte abrigado también… ¿mandarías
a los niños a hacer las valijas?”
Y puso su cabeza de costado y sonrió en lo que
esperaba fuera un triunfo completo.
Pero Gabi Gro sólo miró hacia el otro lado y no
respondió, porque se daba cuenta que ella estaba
tratando de atraparlo otra vez.
“¡Qué irritante eres!” —gimió la ogresa—.
”Es muy rudo no aceptar lo que una dama
propone, y te perseguiré como a mi propia ovejita
mascota… ¡y lo haré!”
Alf Prøysen
“¡No soy ninguna ovejita mascota” —murmuró
Gabi, pero no muy alto porque estaba temeroso de
Paula Picarona.
“¿Estarás de acuerdo” —continuó ella— “en
mandar a los niños lejos si te gusta la comida que te he
preparado para esta noche?
”¡Di sí o no!”
Gabi asintió con la cabeza, más para terminar con
la discusión que para otra cosa.
Lo único que esperaba ahora era que la comida
fuera mala, de manera que no tuviera que hacer que se
alejaran Catalina y Carlos.
Finalmente, la comida estaba lista.
Primero, Carlos trajo una vela muy alta y la colocó
en el medio de la mesa, y la encendió.
Luego Catita trajo el primer plato, que era una
torta de malta con una curiosa joroba en el medio.
“¿Siempre horneas tu torta de malta con una
joroba en el medio?” —preguntó Catalina, mientras se
disponían a sentarse para comer.
“¿Una joroba?” —preguntó Paula Picarona,
notándola por primera vez—.
”¡Oh… sí… por supuesto, siempre lo hago así.
”Las tortas de malta deben tener una joroba.”
Ella luego sirvió las porciones y Gabi tuvo que
admitir que estaba deliciosa.
Pero enseguida escupió un enorme bocado.
“¡Mordí algo… duro!” —dijo, y justo allí, en el
medio del plato, yacía un pequeño caballo tallado en
madera.
“¡Qué extraño” —dijo Carlos Cortado—.
”Es exactamente igual al caballito que tallé y que
puse en muestra torta de malta cuando Catalina la
estaba horneando.
”Lo hice porque quería que fuera un regalo sorpresa
para Gabi.”
10
“Mi Catita también es muy bueno tallando” —dijo
la ogresa rápidamente, y él también puso el caballito en
la torta.
”¿No fue así, Catita?”
“¡Así fue!” —respondió la gata.
”Lo tallé con mi propia pata” —y levantó su pata
derecha que nunca había hecho ningún trabajo honesto
en su vida.
Los niños le dieron tal mirada que ella prefirió ir a
buscar el próximo plato.
Cuando regresó con una gran fuente de cremoso
pudin, Gabi miró sorprendido:
“¿Cómo sabías que este es mi pudin favorito?”
“Ah…” —dijo la ogresa— “un pajarito me lo
contó.”
“Voló hasta aquí, con la fuente y todo.” —
murmuró Carlos… pero Gabi no lo escuchó porque
estaba tragando el pudin.
“Es como el que hacemos en casa” —dijo algo
atragantado— “¡y tiene todas las cosas correctas
dentro!”
“¡Oh, sí…” —dijo Paula Picarona— “siempre le
pongo nueces y pasas dentro!”
“No me refería a eso” —dijo Gabi— “hablaba del
sabor secreto; fue muy inteligente de tu parte ponerlo.”
Paula Picarona no se podía imaginar a qué se
refería, así que se volvió hacia Catalina si ella había
puesto algo en el pudin antes de que lo trajeran.
“¡No en su cocina!” —dijo Catalina.
“Bueno, no importa” —dijo la ogresa, que parecía
que se estaba poniendo nerviosa—.
“Pienso que todos han comido lo suficiente. Ya
puedes limpiar, Catita.”
“¿Cuál es el apuro?” —dijo Gabi, que estaba
rasqueteando su plato—.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“En casa, Catalina me deja comer montones y
montones de mi pudin preferido.”
“¡Te has puesto demasiado gordo!” —dijo Paula
Picarona mientras Catita se llevaba la fuente de la
mesa.
“¡Mira quién está hablando!” —murmuró
Catalina a Carlos, porque la ogresa era casi tan ancha
como alta.
“¿Qué más hay?” —preguntó Gabi Gro—.
“Eso es todo” —dijo Paula Picarona—.
”Es suficiente para una buena fiesta, lo sabes.
”Ahora nos podemos sentar y ver la vela arder
mientras disfrutamos de algún juego de adivinanzas.”
Pero Gabi estaba todavía hambriento:
“Siempre tenemos frutillas y crema en casa en la
Vigilia de la Mitad del Verano.”
“No las pudimos traer… quiero decir, no podemos
hacer frutillas de este lado de la montaña” —dijo
Paula Picarona—.
”¿A qué vamos a jugar?”
“Adivinemos qué hay dentro de la vela” —sugirió
Carlos.
“¡Eso es fácil…” —gritó la ogresa— “las velas están
hechas de cera, por supuesto!”
“Y tiene un mecha en el medio” —agregó Catita.
“¡Gata inteligente!” —gimió Paula Picarona,
aplaudiendo.
“Bueno… adivino que hay algo hecho de plata en
la mitad del alto” —dijo Carlos Cortado.
“Chico tonto… ¿cómo puede ser que haya algo
dentro?” —dijo Gabi.
“Espera y lo verás” —dijo Carlos.
De modo que todos se quedaron mirando cómo
se consumía la vela, y cuando llegó a la mitad,
chisporroteó y expulsó un anillo de plata sobre la mesa.
“Bueno… ¡nunca lo había visto!” —dijo Gabi—.
Alf Prøysen
”¿Cómo lo sabías?” ”¡Tú y tus ideas locas!
“Porque yo lo puse ahí” —replicó Carlos—. ”¡Sal ahora mismo y tráeme suficiente leña para
”Era mi presente sorpresa para Catalina. hacer una fogata para asar!”
”¡Y ahora sé quién se robó mi vela!” Y arrojó a la gata por la puerta con un palo.
“¡Y la torta de malta y el pudin de crema” —chilló Catita corrió como nunca había corrido antes, y se
Catalina. escondió en el bosque por tres días y tres noches hasta
“¡No sé de qué están hablando!” —gritó la ogresa. que su dueña tuvo tiempo para calmar su furia.
“Tampoco yo” —acotó Gabi—. Cuando llegaron a casa, Gabi Gro y los niños
”¿Quién robó qué?” tuvieron un adorable festín con frutillas y crema.
“No queremos arruinarte la velada, Gabi” — Se sentaron bajo el porche de hojas verdes que había
explicó Catalina— “pero la comida de la fiesta fue hecho Carlos a lo largo de toda la noche, y cantando
robada de nuestra despensa hoy mientras estaba afuera canciones y contando historias.
recogiendo flores y Carlos estaba construyendo el Y no necesitaron la vela, porque nunca estuvo del
porche.” todo oscuro. ♣♣
“Ya veo…” —dijo Gabi, mirando duramente a
Paula Picarona, quien se había retirado, retrocediendo
hacia una esquina—.
”¡Por eso fue que el pudin de crema sabía tan bien!
”¡Era el de Catalina!
Estaba tan enojado que volcó la mesa, cayendo
todos los platos y vasos al suelo.
“¡No te enojes, Gabi!” —suplicó la ogresa, mientras
su gata se ocultaba detrás de ella.
“¡Era sólo una broma!
”Catita y yo queríamos divertirnos un poco en la
Vigilia de la Mitad del Verano… ¡eso fue todo!”
Pero Gabi Gro ni siquiera la miró.
Tomando a Catalina en una mano y a Carlos en la
otra los llevó fuera:
“Nos vamos a casa, niños” —dijo.
A medida que caminaban de regreso por la
montaña podían escuchar como la ogresa le tira ollas
y sartenes a Catita, y gritaba con toda la fuerza de su
voz:
“¡Tú, gato estúpido!
”¡Todo es tu culpa!
11 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
La señora Pepperpot y el
cuervo bebé
[spp304]
Un día de verano, cuando la señora Pepperpot volvía a
su casa después recoger arándanos en el bosque, cuando
de repente escuchó que algo se revolvía en el calentador.
“¡Mi dios…” —pensó— “espero que no sea una
víbora.”
Tomó un palo y caminó muy sigilosamente hacia el
ruido.
Pero no era una víbora sino un cuervo bebé que se
debía haber caído de su nido.
Estaba agitando sus alas tratando tan
esforzadamente de salir del suelo.
“¡Pobrecito!” ——dijo la señora Pepperpot—.
”¿Qué haremos contigo?”
Lo levantó muy cuidadosamente y pudo observar
que tenía lastimada una de las alas.
Así que lo puso en el bolsillo del delantal y lo llevó a
su casa con ella.
Cuando estuvo dentro encontró una pequeña cama
de muñecas que forró con una franela, y luego llevó al
cuervo bebé al ático, de manera que el señor Pepperpot
no supiera de él.
El señor Pepperpot se enfada mucho cada vez que
ella trae criaturas dentro.
Cada vez que su esposo salía de la casa la señora
Pepperpot se escapaba al ático con pequeñas golosinas
para el pájaro, y lo miraba dar vueltas a saltitos por el
piso.
Cuando se puso más fuerte podía volar de una viga
a la otra, y pronto llegó el día en que verdaderamente
podía volar.
Alf Prøysen
Pero para ese entonces la señora Pepperpot se había
encariñado tanto de la desprolija bola negra de pelusa
que ella no tenía el valor para dejarlo ir.
El tiempo pasó hasta que un lunes la señora
Pepperpot se despertó y se dijo a sí misma:
“Hoy es el día.
”¡Tengo que dejar salir al pájaro!”
Pero luego el tiempo se puso horrible así que pensó
que sería mejor esperar hasta el siguiente día.
El martes por la mañana brillaba el sol; de hecho
estaba muy cálido.
“¡Oh, querido!” —dijo la señora Pepperpot— “estoy
segura que habrá una tormenta de truenos.
”La pobre pequeña ave estará asustada de muerte.
”¡Mejor esperemos hasta mañana!”
El miércoles la señora Pepperpot no podía encontrar
al gato, y estaba temerosa que estuviera al acecho
en algún lugar afuera de la casa, esperando para
abalanzarse sobre el cuervo bebé.
De manera que decidió esperar hasta el jueves.
El jueves ella encontró al gato y lo encerró en el
cobertizo.
El pequeño cuervo estaba volando de una viga a
otra, y era claro que quería salir fuera.
Cuando la señora Pepperpot subió al ático, el ave
voló hasta su hombro, y tiró de su pelo con el pico, como
si dijera:
“¡Vamos, abre la ventana!”
Pero la señora Pepperpot ya había imaginado otra
excusa:
“Mira, mi mascota” —dijo, acariciando el lomo
del pequeño cuervo— “cuando la gente h estado
enferma debe descansar un poco más… se lo llama
convalecencia… antes de que puedan salir fuera.
”Pienso que tú tienes que descansar un poco más.”
12
“¡Craw, craw!” —graznó el ave, y voló a una
esquina del ático, quedó todo el día malhumorado.
El viernes la señora Pepperpot pasó mucho tiempo
en el ático.
Encontró todo tipo de cosas para hacer ahí arriba,
ordenando las cajas de ropa vieja, y desempolvando
innecesariamente los estantes.
Entremedio, ella miraba y resoplaba, y para cuando
su esposo regresó a la casa, ella había estado haciendo
tantas cosas que se había olvidado de cocinar algo para
la cena.
“¿Cuál es la idea?” —dijo el señor Pepperpot—.
”¿Un hombre no merece una comida cuando regresa
a su casa después de un duro día de trabajo?
“¡Comer! ¡Eso es lo único en que piensas!” —
protestó la señora Pepperpot—.
”Puedes regresar en media hora.”
Y ella le dió la espalda, e hizo mucho ruido con
la sartén de la salsa de manera que él no notara que
estaba llorando.
“¡Bien!” —dijo el señor Pepperpot— “no sé lo que
pasa contigo, pero parece que has perdido el resto de tu
genio.”
Y diciendo esto se apuró a salir por la puerta, en
caso de que su mujer le tira un plato por la cabeza.
Pero la señora Pepperpot estaba demasiado alterada
para arrojar platos; estaba parada junto a la cocina
llorando porque no podía dejar ir al pequeño cuervo.
Cuando ella se fue a la cama se estaba sintiendo
muy sensible, y se dijo a sí misma que lo haría
mañana.
Y después recordó que era sábado:
“Mucha gente sale a cazar los sábados, y podrían
cazar a mi bebé por error o pensar que es rengo y
acaben con su miseria… como dicen ellos.”
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
De manera que al otro día fue al ático, y cuando
el pequeño cuervo la vió voló hasta ella; la señora
Pepperpot lo tomó cuidadosamente, y le habló con
dulzura.
“Debes ser paciente un poco más. Mañana es
domingo y hay tantos paseantes que te pueden atrapar y
poner en una jaula.
”¿Tú no querrías que pase eso, mi mascota, no es
así?
”Esperemos mejor hasta el comienzo de la semana
cuando todo vuelva a la tranquilidad.”
El pájaro pareció entender lo que ella le estaba
diciendo, porque saltó directo de su mano y ¡le picoteó
la nariz!
“¡Tranquilo, tranquilo!” —dijo la señora
Pepperpot, y no pasó cerca del ático en el resto del día.
El domingo sólo tuvo un poco de tiempo para
llevarle algo de comida y agua al pájaro por la
mañana, porque ella esta esperando visitas y, además, el
señor Pepperpot estaría en casa durante todo el día.
El lunes a la mañana la señora Pepperpot llevó
unos aros de panceta que llevó arriba como un
tratamiento especial.
“Aquí tienes, mi pequeño pato, algo realmente lindo
para vos” —dijo ella—.
Pero el pequeño cuervo sólo la miró desde la viga
más alta y no descendió.
Había una abeja zumbando cerca de la ventana, y
como la señora Pepperpot tenía miedo de que pudiera
picar a su precioso pájaro, abrió la ventana y la dejó
salir.
Y en ese preciso momento, ella… ¡se achicó!
“¡Craw… craw…! ¡Al fin!” —graznó el ave.
Y antes que ella tuviera tiempo para ponerse de pie,
la señora Pepperpot se sintió que se era levantada en el
Alf Prøysen
aire por su falda, y ¡salió por la ventana junto con el
pequeño cuervo!
Mientras volaban juntos sobre techos y árboles se les
unió una bandada completa de grandes cuervos, todos
graznando juntos.
“¡Craw… craw…! ¡Bienvenido de regreso!” —
graznaron los demás.
Un gran cuervo voló al lado del joven cuervo.
Con una profunda voz cavernosa le dijo:
“¡Bien hecho, jovencito.
”¡Tráela ante el consejo!
”Estaremos todos allí.
”¡Craw… craw…!”
“¡Oh, no otra vez!” —dijo la señora Pepperpot,
porque recordaba cuando tuvo que cantar en el Festival
de Cuervos, y ¡ellos le robaron todas las ropas!—.
Pero no había nada que ella pudiera hacer,
colgando indefensa, como lo estaba, del pico del ave.
Todos los cuervos estaban yendo en la misma
dirección, y pronto descendieron, y aterrizaron en un
claro en el bosque.
El pequeño cuerpo bajó a la señora Pepperpot justo
en el centro, y todos los cuervos se pararon en un gran
círculo alrededor de ella.
De hecho se sentía atemorizada.
El gran cuervo habló primero:
“Tú tienes que comenzar, jovencito.
”¡Cuéntanos lo que ha sucedido!”
Así que el pequeño cuervo les contó cómo la señora
Pepperpot lo había encontrado luego de haber caído del
nido, y cómo lo había llevado a su casa.
“¿Estuviste atemorizado?” —preguntó el gran
cuervo.
“Supongo que al principio estaba tan atemorizado
como ella lo está ahora” —dijo el pequeño cuervo
mirando a la señora Pepperpot que estaba temblando.
13
“¿Qué te hizo el monstruo?” —preguntó otro
cuervo.
“¡No soy un monstruo!” —gimió la señora
Pepperpot—.
”¡No hice nada malo!
”Sólo lo mantuve en mi lindo y cálido ático hasta
que pudo volar.”
“Todo lo que dijo es cierto” —comentó el pequeño
cuervo—.
”Ella se compadeció de mí porque me había herido
el ala.”
“Pero después de que tu ala sanara…” —dijo el
gran cuervo— “¿te retuvo encerrado en su ático contra
tu voluntad?”
“Así lo hizo” —dijo el pequeño cuervo.
“¡Es una burda mentira!” —gritó la señora
Pepperpot—.
”Sabías que te iba a dejar salir, pero quería estar
tranquila de que ibas a estar seguro.
”El primer día que pudiste volar estaba lloviendo a
cántaros.”
El gran cuervo miró hacia arriba, al cielo:
“Hmmm… Parece como si se fuera a largar a llover
en cualquier momento.
Mejor dejemos esta pequeña cosa aquí porque, si
no, ella se ahogue camino a casa.”
“¡Yo no soy una cosa” —dijo la señora Pepperpot.
“¡Usted me llamó pato” —dijo el pequeño cuervo.
=“Debo regresar a casa hoy mismo” —dijo la
señora Pepperpot—, “tengo que poner las lentejas en
remojo para la sopa de mañana.”
“Y nosotros no te podremos dejar ir mañana
tampoco” —dijo el cuervo grande— “porque es el día
en que tenemos una visita de Master Fox, y él puede
confundirla con una comadreja.”
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“Cosas sin sentido, tonterías” —dijo la señora
Pepperpot.
“¡Eso es lo que yo pensé” —dijo el pequeño
cuervo— “cuando me habló del gato!”
“Quizás la podríamos dejar ir el miércoles” —
comentó una mamá cuervo.
“¿Miércoles?” —lloriqueó la señora Pepperpot—.
”Ciertamente debería estar en casa para entonces,
porque es el día en que llama el de la pescadería, y le
he encargado dos kilos de arenque” —dijo la señora
Pepperpot.
El gran cuervo sacudió la cabeza:
“Pienso que la camioneta de la pescadería es muy
peligrosa.
”La podría atropellar.
”Se podrá ir el jueves.”
“¡Jueves! Debo estar ahí para entonces.
”Recibiremos la gran cuchilla del afilador ese día, y
tengo que ayudar a mi marido a cortar leños.”
“¡Tut… tut…! A una cosa pequeña como tú no se
le puede permitir cortar leños” —dijo el gran cuervo.
Miró a los otros:
“¿No les parece que sería más seguro mantenerla
aquí hasta el viernes?”
“¡Sí! ¡Sí! ¡Craw! ¡Craw!” —graznaron toda la
bandada.
“El viernes es mi gran día de limpieza” —dijo la
señora Pepperpot— “y si no me dejan ir hasta entonces
tendré que hacer también todo el lavado.
”¡No es justo!” —y pateó con su pié y agitó sus
puños a la bandada.
“¡Tranquila! ¡Tranquila!
”El vienes es un día de mala suerte, ¡todo el mundo
lo dice!
”El sábado será mejor.”
Pero esto fue demasiado para la señora Pepperpot.
Alf Prøysen
Se sentó y hundió su cabeza en su delantal y sollozó
y sollozó.
¡Pensó que nunca volvería a su hogar!
“¡Sólo lo hice por ser amable!” —dijo
entrecortadamente—.
”¡Me había encariñado con el pequeño cuervo!”
Y en ese preciso momento ella creció a su tamaño
normal, y cuando miró a su alrededor toda la bandada
se había dispersado, daban vueltas por encima de los
árboles, y graznaban fuerte.
La señora Pepperpot secó sus lágrimas y estiró su
pelo.
Luego comenzó a caminar hacia su casa.
Mientras caminaba pensó en las cosas que los
cuervos le habían dicho.
“Quizás ellos tengan razón.
”No es divertido estar prisionero día tras día,”
Pero espera a escuchar la cosa más extraña.
Desde ese día, cada vez que la señora Pepperpot va
al ático y abre la ventana… ¡ese pequeño cuervo vuela
hasta ella y se posa en su hombro!
Le picotea la nariz o le tira del cabello.
Y la señora Pepperpot siempre tiene golosinas para
él en el bolsillo del delantal. ♣♣
14
La señora Pepperpot aprende
a nadar
[spp305]
Como ya sabemos, la señora Pepperpot puede hacer casi
cualquier cosa, pero hasta el último verano había una
cosa que no que no podía hacer.
¡No sabía nadar!
Ahora les contaré cómo aprendió.
En el tiempo caluroso, la señora Pepperpot tomaba
un atajo a través del bosque cuando iba de compras.
En el medio del bosque hay un gran estanque que
los niños de la aldea usan.
Allí los niños juegan y chapotean.
Los más grandes, que saben nadar, se zambullen
desde una roca y corren carreras entre ellos de ida y
vuelta.
Ellos también les enseñan a los más pequeños a
nadar, dado que ningún adulto aparece.
Afortunadamente, el estanque sólo es profundo
cerca de la gran roca, y los que saben nadar pueden
estar en la parte baja.
Pero como tienen mucho interés en aprender,
practican apoyados sobres sus barrigas encima del tocón
de un árbol, contando uno-dos-tres-cuatro mientras
estiran y recogen sus brazos y piernas.
La señora Pepperpot siempre se detiene a verlos, y
luego suspira para sí misma, y piensa:
“¡Sí aunque sólo pudiera hacer eso!”
Porque nadie le había enseñado a nadar cuando
era una niña.
Alguno de los mayores hacía el movimiento y los
más pequeños lo copiaban, batiendo el agua con sus
pies, y girando sus brazos como molinos de viento,
mientras aspiraban y bufaban.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Apuesto a que puedo aprender eso también! —
pensó la señora Pepperpot—.
”¿Pero dónde podría practicar?”
Un día, cuando volvió a su casa, decidió que
probaría hacer algunas brazadas en la cocina, pero tan
pronto como había apoyado la barriga en el taburete
de la cocina, su vecina llamó a la puerta pidiéndole
prestada una taza de harina.
Cuando lo intentó otra vez, al mover su brazo
hizo volar la cacerola de la sopa de sobre la estufa y su
marido no estuvo contento de tener que cenar mojando
el pan por todos lados.
Todas las noches soñaba con nadar.
Una noche tuvo un sueño maravilloso en que ella
podía hacer la brazada del estilo pecho hermosamente.
Mientras soñaba, ella estiraba sus brazos hacia
adelante, se dobló sobre sus rodillas, y entonces…
¡Plaf!
¡Un pié casi hace un agujero en la pared, y el otro
tiró al señor Pepperpot de la cama!
El señor Pepperpot se levantó:
“¿Qué te pasa?” —murmuró—
”¿Tuviste una pesadilla o algo así?”
“¡Oh, no…” —dijo la señora Pepperpot todavía
medio dormida— “estaba nadando y es el sentimiento
más maravilloso!”
“Bueno… no fue muy maravilloso para mí…
¡te lo puedo asegurar! —dijo el señor Pepperpot
malhumorado—.
”¡Para de soñar y déjame tener paz y tranquilidad.
Y se subió a la cama y se volvió a dormir.
¡Pero la señora Pepperpot no podía parar de soñar
estar nadando!
Alf Prøysen
Otra noche soñó que estaba haciendo el braceo, no
golpeteando y haciendo ruido como los pequeños, sino
en forma constante y fuerte como los mayores.
Y mientras una mano subía y barría las flores del
antepecho de la ventana la otra le daba un manotazo
en la nariz al señor Pepperpot.
Esto fue demasiado para el señor Pepperpot.
Se sentó en la cama, y sacudió a la señora Pepperpot
para que se despertara.
“¡Para con eso de una vez!” —gritó—.
´“Sólo estaba haciendo el braceo” —dijo la señora
Pepperpot con una vocecita lejana—.
“¡No me importa si estabas haciendo un clavado en
picada o un salto mortal!”
El señor Pepperpot estaba muy enojado ahora.
“Todo lo que sé es que necesitas agua para nadar…
¡no una cama!
”Si quieres nadar salta a la pileta, y consíguete un
profesor!”
“Pero es muy caro…” —gimió la señora Pepperpot,
que se había despertado—.
”Vi a los niños en el estanque en el bosque.
”Uno de estos días… cuando no esté ninguno… lo
intentaré por mí misma.”
“Te morirás de frío, sin duda” —masculló el señor
Pepperpot, y se quedó dormido de nuevo.
Pero poco tiempo después hubo un golpe terrible, el
señor Pepperpot casi se sale de su piel.
Ahí estaba la señora Pepperpot en el piso, frotándose
un gran bulto en el antebrazo,
¡Había tratado de zambullirse desde el costado de
la cama!
“Eres la mujer más tonta que nunca haya conocido”
—dijo el señor Pepperpot—.
”¡Y ya estoy cansado! Me voy a dormir al piso de la
cocina.”
15
Tomó la colcha de la cama, una almohada, y se fue
a la cocina dando un portazo.
La señora Pepperpot estaba un poco desconcertada.
“¡No puedo haberlo hecho bien!”
Pero decidió que ya era suficiente, se cubrió con
la única frazada que había quedado sobre la cama,
y se durmió por el resto de la noche sin soñar estar
nadando.
Entonces llegó un caluroso y brillante día en que
todos los niños de la aldea iban a un picnic en las
montañas.
“¡Esto es genial!” —pensó—.
”No habrá ningún niño en el estanque, y tendré mi
oportunidad de probar.”
De manera que cuando limpió y arregló la casa, y
le dió de comer al perro y al gato, caminó a través del
bosque hasta la estanque.
Ciertamente resultaba invitante, con el sol
brillando a través de las hojas y haciendo dibujos en las
aguas todavía calmas.
No había nadie más en los alrededores.
Se sentó en el pasto blando, se sacó los zapatos y las
medias.
Había llevado una toalla.
Ella nunca había tenido un traje de baño, pero
tampoco se le ocurrió sacarse la blusa y la falda.
Mirando desde el borde pudo ver que el agua no era
muy profunda justo ahí, de modo que se paró y se dijo
a sí misma:
“¡Bien, señora Pepperpot, este es el momento!” —y
saltó al agua—.
Y en ese preciso momento, ella… ¡se achicó!
¡Ella lo debería haber sabido!
Cayó, cayó… y ahora la estanque se veía como todo
un océano para la pequeña señora Pepperpot… ¡splash!
“¡Ayuda! ¡Ayuda!” —gritó—.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
”¡Me estoy ahogando!”
“¡Detente!” —dijo una voz profunda desde
abajo—.
”El rescate está en camino!”
Y una gran rana nadó suavemente hacia ella.
“¡Súbete a mi lomo!” —le dijo—.
La señora Pepperpot estaba dando manotazos
con ambos brazos, y se había enredado con su falda
también, pero peleó hasta lograr saltar a la rugosa
espalda de la rana.
“¡Gracias!” —dijo jadeando, mientras subían a la
superficie, y ella expulsaba un montón de agua por la
boca—.
La rana nadó rápidamente hasta la roca que
ahora parecía alta como una montaña para la señora
Pepperpot, pero encontró un lugar a su altura donde se
pudo sentar para recobrar el aliento.
La rana saltó a su costado.
“Ciertamente eres muy buena nadadora” —dijo la
señora Pepperpot—.
La rana se irguió dándose importancia:
“Soy el maestro de campeones de natación en esta
estanque” —dijo—.
“¿Crees que me podrías enseñar a nadar?” —
preguntó la señora Pepperpot—.
“¡Por supuesto! Empezaremos ahora mismo si lo
deseas.”
“Noté que los niños hacen primero la brazada de
pecho primero” —dijo ella—.
“¡Eso es correcto!… y las ranas somos muy buenas
en ello.
”Súbete a mi espalda y mira como lo hago” —dijo
la rana mientras se zambullía.
Resultó algo difícil salir de la roca para subirse a la
espalda de la rana.
Alf Prøysen
Pero la rana se mantuvo en el agua con mucha
habilidad.
Pronto la señora Pepperpot estuvo parada sobre la
espalda y pudo observar cómo la rana movía sus brazos
y patas con ritmo.
Luego de un tiempo la rana encontró un pequeño
trozo de madera flotando y le dijo que se agarra a la
madera mientras se empujaba con las piernas.
Estuvo haciéndolo muy bien hasta que de repente
perdió el agarre del trozo de madera y se encontró
nadando sola por sí misma.
“¡Bravo!” —gritó excitada.
Pero la rana, que había estado todo el tiempo
nadando a su lado, de repente aparecieron desde abajo
y la levanto sobre su espalda.
“Es suficiente por el momento” —dijo la rana, y la
llevó de regreso a la roca para que descansara—.
”Has captado la idea muy bien, para una
principiante.”
La señora Pepperpot se sentía tan feliz consigo
misma que quería seguir y aprender a nadar estilo
crawl y de espaldas, y todo lo demás.
Pero la rana le dijo:
“No tan rápido, mi querida.
”Has aprendido a mantenerte a flote hoy.
”Pero tienes que aprender la brazada de pecho antes
de aprender los otros estilos.”
Pero cuando la vió decepcionada le dijo:
“Llamaré a mis renacuajos para que te den un
espectáculo de acrobacia acuática.
”¿Qué te parece?
”Métete en el agua y nada conmigo hasta la parte
baja.”
”Ahí es donde ellos tienen su circo acuático.”
Salieron juntos, la rana haciendo círculos alrededor
de la señora Pepperpot mientras ella avanzaba
16
lentamente través del estanque, tratando de recordar
mantener sus brazos juntos y de que sus piernas no
patearan en cualquier dirección.
Finalmente llegaron a la parte baja, donde había
cañas creciendo del fondo arenoso, y dentro y fuera de
ellas cientos de renacuajos1 se estaban moviendo.
Los había de todos los tamaños, desde más pequeños
que una abeja hasta otros muy grandes, algunos ya con
sus patas delanteras e incluso otros con sus patas traseras
ya desarrolladas y que sólo le faltaba despojarse de sus
colas.
La rana encontró una piedra plana para que la
señora Pepperpot se sentara, y luego reunió a todos los
renacuajos su alrededor, y les dijo:
“¡Vamos, niños!
”Quiero que le muestren a esta dama sus mejores
trucos.
”Muéstrenle qué es lo que saben hacer, y recuerden
lo les he enseñado.”
Todos los renacuajos se pusieron inmediatamente en
línea, los más grandes al comienzo, y los más pequeños
al final, de manera que parecían una larga serpiente
enrollada.
Parecían jugar a ‘seguir al líder.’
Cualquier cosa que hacía el renacuajo de la cabeza,
lo imitaba todo el resto de la fila, tan exactamente
que se podía pensar que estaban todos unidos con una
cuerda.
Primero subieron a la superficie del agua, luego
se sumergieron hasta el fondo, luego se entrelazaron
entrando y saliendo de entre las cañas en un bello
diseño.
1
renacuajo: Etapa larvaria en el ciclo de vida de un anfibio.
Sufren una metamorfosis antes de alcanzar la edad adulta, en
la que pierden las branquias, la línea lateral y, en los anuros, la
cola, su alimentación se modifica y dejan de respirar el oxígeno
del agua. [n. del pr.]
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
Luego, como aviones haciendo acrobacia aérea,
dieron vueltas y vueltas, hicieron rizos, nadaron para
atrás, siempre manteniéndose tan precios en la línea
como un regimiento de soldados.
La señora Pepperpot estaba muy impresionada, y
la rana se había inflado tanto que estaba a punto de
reventar de orgullo.
Cuando el espectáculo había concluido, la señora
Pepperpot miró suplicante y dijo:
“¿No me mostrarías cómo te zambulles?
”Quisiera probar eso.”
“Bueno…” —dijo— “encontrarás que no es muy
fácil de hacer, pero no te harás daño de probar en este
extremo, supongo.
”Primero te haré una demostración.”
Y dicho eso ejecutó una zambullida perfecta desde
la piedra.
Cuando volvió del fondo, le dijo a la señora
Pepperpot que apuntara sus brazos juntos directamente
hacia arriba, y luego inclinarse ella misma hasta que
apuntaran directamente al agua.
“Cierra los ojos mientras entras al agua” —le
advirtió—.
La señora Pepperpot se paró en el borde de la
piedra.
“Se ve algo profundo” —dijo.
Se estaba sintiendo bastante atemorizad.
“Tiene que ser así” —dijo la rana— “o te golpearás
la cabeza contra el fondo.
”Salta ahora, que estoy aquí para salvarte.”
La señora Pepperpot apuntó sus brazos al aire,
contuvo su respiración, cerró sus ojos, y se dejó caer
hacia adelante.
Pero en lugar de hacer la bella zambullida en el
agua y retornar a la superficie que esperaba hacer se
Alf Prøysen
encontró revolcándose en lo que parecía más un gran
pudin que una pileta: ¡había crecido!
Mientras se levantaba y salía del agua no pudo ver
a la rana por ningún lado, ni tampoco a los renacuajos.
Tenía las ropas pegadas al cuerpo, y aunque trató
de secar sus brazos y piernas, no tenía sentido ponerse
ni las medias ni los zapatos, así que se apuró a volver a
su casa descalza, dejando tras de sí una larga línea de
gotas de agua.
Tan pronto como llegó a su casas se acordó de lo que
había dicho su marido:
“Te morirás de frío, sin duda…”
Así que se cambió la ropa por otra seca, y escondió
las mojadas en el ático.
Luego se apresuró a prepararle a su marido su pastel
de carne y papa preferido para la cena.
.  .  .
Pasó bastante tiempo hasta que la señora Pepperpot
pudo volver al estanqué pero siempre se preguntaba si
había podido aprender a nadar realmente.
De manera que cuando escuchó a los niños
volviendo por el sendero del bosque, una cálida tarde,
se escabulló de la casa, caminó hacia la estanque tan
rápido como pudo.
Esta vez se veía muy rara porque estaba usando
un antiguo traje de baño muy largo de su marido
que había encontrado en el ático, y encima llevaba su
tapado de invierno.
Sólo esperaba que nadie la viera.
Cuando llegó al estanque todo estaba en silencio.
No se atrevió a zambullirse pero se deslizó dentro
del agua desde la gran piedra.
Y antes de que se diera cuenta… ¡estaba nadando!
17
No nadaba tan estilizadamente como la rana, sino
más bien como el chapuceo de un perro.
Pero aún así… ¡ estaba nadando!
La señora Pepperpot estaba muy orgullosa.
Cuando dió la vuelta para regresar a la roca notó
que la estaban siguiendo.
Era la rana, manteniendo el ritmo de la señora
Pepperpot, y detrás de la rana todos los renacuajos como
un grupo apretado, desde los más grandes hasta los más
pequeños que una abeja.
Por un momento, la rana sacó la cabeza del agua y
dió un fuerte croar.
“¡Gracias, señora Rana” —dijo la señora
Pepperpot— “eres la mejor maestra de natación del
mundo!”
Con un elegante impulso de sus patas, la rana se
hundió en las profundidades del estanque, y todos los
renacuajos la siguieron.
Y la señora Pepperpot no los volvió a ver nunca
más.
Ahora ya sabemos cómo aprendió a nadar la señora
Pepperpot. ♣♣
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
La señora Pepperpot da una
fiesta
[spp306]
A la señora Pepperpot le gustan todos los animales,
como ya sabemos, pero hasta hace muy poco al señor
Pepperpot no estaba tan interesado; en efecto, no le
gustaban los cachorros para nada.
“Complican las cosas” —solía decir— “siempre
metiéndose en el camino y haciendo demasiado ruido.”
“Está bien para vos” —dijo la señora Pepperpot—
“que estás viendo gente a lo largo de todo el día.
”Pero yo me quedo aquí sola, y quiero tener
pequeñas criaturas alrededor mío para compañía.”
Como no había respuesta para ello, el señor
Pepperpot se marchó a su trabajo, murmurando:
“¡Sólo mantéenlos lejos de mi camino, eso es todo!”
Un día, cuando una gatita perdida se acercó a
la puerta maullando para poder entrar, la señora
Pepperpot la tomó en sus manos y la llevó dentro de la
casa.
Entonces notó que había perdido un pedacito se su
cola, y aunque estaba sanando, todavía le dolía.
“¡Oh, cosita espumosa! —dijo la señora Pepperpot
abrazando al gatito, que estaba temblando de frío y
hambre.
“Te pondré en la caja bajo la cocina, que es
agradable y cálido, y tendrás algo de pan y leche.”
Pronto la gatita se quedó dormida acurrucada en la
caja, y era tan silenciosa que el señor Pepperpot nunca
notó que estuviera allí cuando él regresaba del trabajo.
Unos días más tarde, cuando la señora Pepperpot volvía
con las compras desde la aldea, pasó por el chiquero
del señor Pezuña, donde la cerda había tenido doce
cerditos.
Alf Prøysen
Los vió correteando y notó que uno de ellos estaba
cojeando.
Era el más pequeño de la camada, y los demás
cerditos lo empujaban y apartaban, de manera que ni
siquiera podía llegar hasta la madre para mamar.
“La estás pasando muy mal, Peque” —dijo la
señora Pepperpot, mientras se estiraba por encima del
cerco y tomó el cerdito, que ahora estaba chillando muy
fuerte—.
Justo en ese momento llegó el granjero a alimentar a
la cerda, y la señora Pepperpot, mostrándole el cerdito,
le dijo:
“¡Mire, señor Pezuña, este cerdito tiene una pata
rota!”
“Sí, la tiene, ¿y qué?” —dijo el granjero—.
”Tendremos que asar este cerdo para la cena del
domingo.”
Él se estiró para tomar el cerdito de sus manos, pero
la señora Pepperpot dijo:
“¡Oh, no, eso sería una vergüenza!” —y continuó
cargando al cerdito que ahora ronroneaba suavemente.
“¿Qué más puedo hacer? Los otros lo matarán si lo
dejo en el chiquero” —dijo el señor Pezuña—.
“Se lo compraré y lo criaré a mano” —dijo la
señora Pepperpot que se preguntaba cómo iba a pagar
por él—.
“Se lo daré, y me alegrará cualquier cosa que pueda
hacer con él” —dijo el señor Pezuña—.
Así que la señora Pepperpot le agradeció y se fue a
su casa con el cerdito en sus brazos.
Ya en la casa puso un trozo de madera en la pata
rota del cerdito, le dió una buena comida de leche y
papilla, y lo metió en la caja bajo la cocina junto a la
gatita.
18
Cuando el señor Pepperpot llegó a casa estuvo un
poco asustado al escuchar gruñidos de debajo de la
cocina.
Pero la señora Pepperpot rápidamente le explicó que
era un regalo del señor Pezuña.
“No nos costará mucho alimentarlo” —prosiguió—
“tenemos muchas cáscaras de papa y residuos.
”Y cuando crezca lo suficiente lo podemos vender.”
Esta idea le gustó al señor Pepperpot que le gustaba
ganar algún poco más de dinero, de modo que dejó de
quejarse.
Espumosa, la gatita, y Regordete, el cerdito, se
llevaron muy bien juntos, y la señora Pepperpot tuvo
mucha diversión viéndolos.
“La cosas buenas vienen de a tres.” —se dijo a sí
misma— “Me pregunto cuál será mi tercer cachorro.”
No tuvo que esperar mucho tiempo porque la
siguiente vez que estuvo en el almacén de la aldea
estaba allí un hombre con una bolsa en su espalda.
Ella notó que algo se estaba moviendo dentro de la
bolsa y cuando ambos salieron de la tienda, la señora
Pepperpot no pudo resistir la tentación de preguntar
qué era lo que se movía.
“¡Oh, es un perrito que voy a ahogar!” —dijo el
hombre, que tenía una mirada desagradable—.
“¿Un perrito? —exclamó la señora Pepperpot—.
”¿Qué es lo que ha hecho la pequeña criatura para
que tenga que ahogarla?”
“Fue el más feo de la camada” —dijo el hombre—
“y como tampoco es de raza pura, nadie lo quiere.”
“¿No es de raza pura?” —la señora Pepperpot se
estaba poniendo algo furiosa—.
”¿Es feo?… Bueno, ¡usted tampoco ganaría un
premio en un concurso de belleza, señor!”
”Si no quiere al cachorro me lo puede dar a mí.
”Yo veré de que tenga un buen hogar.”
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Está bien! ¡Está bien! ¡Quédese tranquila!” —dijo
el hombre—.
Bajó la bolsa de su espalda, la abrió con cuidado,
y sacó un perrito negro y blanco, con una nariz chata y
una mancha sobre uno de sus ojos.
“¡Es todo suyo! ¡Libre y sin tener que pagarlo!”
Le dió el perrito a la señora Pepperpot y se alejó
rápidamente, para no darle tiempo a arrepentirse.
La señora Pepperpot tomó al asustado perrito, que
gemía, y lo abrazó:
“Bueno, Feucho, no sé que va a decir el señor
Pepperpot cuando sepa que hay otro bebé en la casa,
pero no podía dejar que te ahogaran.”
Cuando llegó a la casa lo puso junto con las otras
mascotas, Feucho agitó la cola y enseguida se amigó con
la gatita y el cerdito, sin ningún problema.
La señora Pepperpot decidió decirle al señor
Pepperpot que el perrito sólo estaría hasta que
encontrara un nuevo hogar para él, pero no tuvo que
hacerlo pues su esposo ni siquiera se dió cuenta del
agregado en la familia cuando regresó del trabajo.
Se sentó a la mesa y sus ojos tenían una mirada
como lejana mientras decía:
“¿Sabes mujer… estuve pensando…?”
“¿Qué estuviste pensado?” —le preguntó su mujer.
“Hay algo que nunca he sido y que realmente me
gustaría ser” —dijo el señor Pepperpot—.
“¿Qué podría querer ser?” ——se preguntó,
pensando en todas las cosas que el señor Pepperpot
nunca había sido.
“Presidente de un club o sociedad” —dijo él—.
“¡Vaya!” —exclamó la señora Pepperpot, que nunca
hubiera pensado que fuera a decir eso—.
”¿En qué tipo de club o sociedad estuviste
pensando?”
Alf Prøysen
“No lo sé… pero Eduardo Esteño me dijo que el
Club Deportivo está buscando un nuevo presidente…
”Y el viejo Achaque, el presidente del Club del
Ahorro, murió la semana pasada…
”Y también está la Sociedad Cooperativa de
Productores de Huevos…”
19
La señora Pepperpot pensó por un momento y dijo:
“Creo que lo mejor sería dar una fiesta.”
“¿Qué quieres decir con… dar una fiesta?” —
preguntó el señor Pepperpot a quien nunca le gustó
invitar gente a su casa por miedo a que la señora
Pepperpot se achicara—.
“Oh, no hablo de dar una gran fiesta.
”Sólo digo de invitar a los Esteño y a los Oesteño —
ya sabes, él es el secretario del Club del Ahorro— para
que vengan a tomar un café con tortas una tarde.
”A ver… a ver… déjame pensar… ¿a quién
invitar de la cooperativa?
”Sí, ya sé, el esposo de Sara Sureño, también los
invitaremos.
”¿Qué te parece el próximo sábado?”
La señora Pepperpot estaba muy emocionada con
dar una fiesta, pero su esposo se veía muy dudoso.
Sacudió la cabeza y dijo:
“No, a menos que tú prometas no achicarte.”
“¡No seas tonto! Sabes que no puedo prometerte eso.
”Pero sí te prometo que saldré del medio si me
achico.”
“Eso está muy bien…”—dijo el señor Pepperpot—
“…pero ¿cómo sabré dónde estás?”
“Cuando escuches el chirrido de un ratón tres veces
sabrás que soy yo” —dijo la señora Pepperpot—.
Y mientras el señor Pepperpot seguí dudando, ella le
dió un plato de su tarta de macarrones favorita.
“¡No te preocupes, todo saldrá bien!
”¡Dios mío! Invitaremos a los Esteño, a los Oesteño,
y a los Sureños… ¡debemos también invitar a los
Norteño!”
“¿Por qué? Nicolás Norteño no esta en ninguna
sociedad que yo conozca” —gruñó el señor
Pepperpot—.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
Comenzaba a desear nunca haber comenzado con
esta idea.
“¡Da lo mismo! Hemos estado en su casa y esta es
una buena oportunidad para devolver la gentileza.
”Déjame ver… serán ocho invitados… tendré que
hacer dos tortas horneadas y montones de pequeños
bocadillos.”
“Algo que sé” —dijo el señor Pepperpot— “todos
esos animales callejeros tuyos tendrán que ir al cobertizo
esa noche.”
“¡Por supuesto que no!” —gimió la señora
Pepperpot—.
”Se morirían de frío!
”Se comportan muy bien y se quedarán
exactamente donde están, debajo de la cocina.”
De manera que quedó fijada la fecha y todos los
invitados acordaron concurrir.
La señora Pepperpot se pasó todo el día limpiando
la casa, cocinando las galletas, y preparando los
bocadillos.
Luego se puso su mejor vestido de domingo, y esperó
en la puerta para recibir y estrecharle la mano a los
invitados.
“Pasen, pasen… pónganse cómodos, siéntanse como
en casa” —dijo la señora Pepperpot muy afable—.
A su marido, que la estaba mirando indefenso
desde una esquina, le dijo:
“¿Podrías mantener a todos contentos, mientras voy
a calentar el café?”
Y luego desapareció en la cocina.
Pobre señor Pepperpot, estaba tan poco
acostumbrado a estar con compañía que ni siquiera
sabía por dónde empezar sólo se quedó ahí parado,
arrastrando sus píes y rascándose la cabeza.
Hasta que afortunadamente el señor Esteño le hizo
una pregunta:
Alf Prøysen
“¿Irás a la competencia de esquí este año?”
“Sí… quizás” —respondió el señor Pepperpot,
sentándose relajado en una silla cerca del señor
Norteño—.
“Solía muy bueno cuando era joven, pero ahora
evidentemente estoy fuera de estado.”
“No te tomaría mucho tiempo volver a estar en
forma” —aseguró el señor Norteño—.
Y pronto el señor Pepperpot dejó de lado su timidez,
y comenzó a hablar de las competencias que había
ganado, y las caídas que había sufrido, mientras todos
los demás participante le prestaban atención.
No fue sino hasta que se quedó sin nada más que
decir que notó que su mujer no había regresado de la
cocina.
“Permítanme un momento…” —dijo, y salió
apurado, temiendo que hubiera pasado lo peor—.
Pero ahí estaba la señora Pepperpot parada, tan
grande como era, poniendo los ultimos toques a las
tortas.
“¿Pasa algo?” —preguntó ella—.
“¡Gracias a dios que todavía estás aquí!” —dijo el
señora Pepperpot—.
“¡Por supuesto que estoy!
”Todo está listo, así que mantén la puerta mientras
llevo la bandeja.”
Ellos podían escuchar a las visitas riendo en el
salón, y cuando entraron vieron que el cerdito se había
escabullido, y estaba tratando de correr alrededor de la
mesa.
“¿Alguna vez vieron a un cerdito con una pata
entablillada de aspecto más tonto?” —dijo la señora
Pepperpot alzándolo—.
“Lo llamo Regordete, pero a mi esposo le gustan
tanto los cerdos que nunca me dejaría deshacerme de
él.”
20
El señor Pepperpot estaba tan sorprendido de
escuchar a su mujer decir esto, que tomó al cerdito de
sus manos y lo abrazó, murmurando:
“Así es, amo a los cerditos.”
Y luego se lo pasó a la señora Norteño que lo quería
tener en sus rodillas.
Todo anduvo bien mientras se sentaban a la mesa,
disfrutaban del café, y de los deliciosos bocdillos y
tortas.
Mientras todos charlaban la señora Pepperpot
inteligentemente fue llevando l conversación hacia el
tema de los ahorros.
Le dijo al señor Oesteño:
“Mi marido es tan buen administrador; siempre
sabe exactamente qué dinero tenemos y en qué
gastarlo.”
Lo cuál era aproximadamente cierto porque él sólo
decía ‘no’ cada vez que ella pedía plata para gastar en
algo que no fuera comida.
El señor Oesteño dijo:
“¡Es así!”
Y comenzó a hacerle al señor Pepperpot algunas
preguntas.
Pronto estuvieron hablando de todo tipo de asustos
de dinero, de manera que el señor Pepperpot no notó
que su esposa estaba abandonando el salón otra vez.
Cuando levantó la mirada y se dió cuenta que no
estaba, se excusó y rápidamente se dirigió a buscarla.
¡No estaba en la cocina!
Frenético, la llamó:
“¡Querida! ¿Dónde estás?”
“¡Aquí estoy!” —respondió ella, tan tranquila como
si nada—.
Había ido al dormitorio a buscar una almohada
para la espalda de la señora Esteño.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Oh, querida! No sabes cómo me pongo cuando
sigues desapareciendo así!” —dijo el señor Pepperpot—.
“Quisiera que dejaras de escaparte y atendieras a las
visitas” —dijo la señora Pepperpot—.
Y en ese preciso momento escucharon un estallido
de risas, chirridos y ladridos.
Y cuando abrieron la puerta del salón estaban los
señores Norteño y Esteño con las manos y las rodillas
en el suelo, mientras el cerdito Regordete y el cachorro
Feucho se estaban persiguiendo uno al otro dando
vueltas alrededor de los dos hombres.
Todos los demás estaban riendo, aplaudiendo, y
animándolos.
“¡Ustedes saben de verdad cómo divertir a sus
invitados!” —dijo el señor Oesteño, que era demasiado
gordo como para unirse a la diversión en el piso—.
“Mi marido realmente ama tener animales a su
alrededor” —dijo la señora Pepperpot—.
”¡Nunca sé lo próximo que va a traer a casa.”
Ella le dió un buen codazo a su marido para que
dijera algo lindo, pero el señor Pepperpot estaba tan
superado por las cosas que estaban sucediendo que sólo
dijo:
“Mm… Ah…”
y espantó al cachorro y al cerdito hacia la cocina.
Ahora, la señora Pepperpot pensó que era oportuno
hablar de gallinas, ya que su esposo había dicho que
quería ser presidente de la Sociedad Cooperativa de
Productores de Huevos.
De modo que ella les contó a las visitas cuán bien
se ocupaba de sus gallinas, y qué huevos maravillosos
ponían.
Incluso les contó que siempre sabía qué hacer si una
se enfermaba.
El señor Pepperpot miraba asombrado porque sabía
muy bien que era la señora Pepperpot la que se ocupaba
Alf Prøysen
de las gallinas, y él difícilmente las veía alguna vez, ”¡Y, de hecho bien, creo que lo hice muy bien!
pero no la podía detener ahora, de manera que la dejó ”Mientras bajaban por el camino escuché al señor
hablar hasta que las visitas se levantaron y dijeron que Norteño decir a su señora que serías el presidente
era hora de volver a sus casas. perfecto para la Sociedad Protectora de Animales
“Tuvimos una velada tan agradable” —dijo Nora Indefensos.”
Norteño mientras le daba la mano en la puerta—. “¡Sería una gran sorpresa!” —dijo el señor
Y todos los demás dijeron más o menos lo mismo, Pepperpot—.
mientras el señor Pepperpot iluminaba con una “¡Me alegra que te guste!” —dijo la señora
linterna para que vieran el camino. Pepperpot—.
Luego que todos se hubieran ido seguros, él regresó ”Di lo mejor de mí.
a la casa, sacó su pañuelo manchado, se limpió la cara, ”¡Y ahora, te diré buenas noches!”
y dijo: Y se acurrucó con Espumosa, la gatita, Regordete, el
“¡Estoy contento que todo esto haya terminado! cerdito, Feucho el cachorro.
”No creo que ninguno me haga presidente de Y respecto al señor Pepperpot, consiguió su deseo.
ninguna de sus sociedades.” Le pidieron que fuera presidente de la Sociedad
Y una vocecita chillona respondió: Protectora de Animales Indefensos.
“¡Espera y verás!” Y de ahí en más tuvo que ser gentil con todos los
Sorprendido, el señor Pepperpot miró a su animales, le gustaran o no. ♣♣
alrededor.
“¿Quién dijo eso?” —preguntó—.
“¡Pip, pip, pip!” —dijo la vocecita—.
Y entonces recordó que esta era la señal que
su mujer le había dado en caso que ella se hiciera
pequeña.
“¿Dónde te estás ocultando ahora?” —preguntó—.
Pero ella deseaba bromear con él, así que lo hizo
buscar por toda la casa antes de decírselo.
“¡Aquí estoy!” —la señora Pepperpot dijo desde el
cajón debajo de la cocina—.
”Decidí dormir con tus mascotas esta noche.”
“¿Mis mascotas?” —gruñó el señor Pepperpot—.
”¿Qué te pasó?
”Nunca te había oído decir tantas mentiras en
todos los años que llevamos casados.”
“Sólo estaba tratando de ayudar” —dijo la señor
Pepperpot en su vocecita—.
21 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
Sir Marcos el valiente
[spp307]
Hubo una vez un niño pequeño llamado Marcos1 que
tuvo que permanecer en cama porque tenía un ataque
de tosferina.2
Sus amigos no podían visitar para evitar
contagiarse, pero no le preocupaba porque tenía algo
muy especial con que jugar.
Eso muy especial era un castillo que estaba sobre la
mesa cerca de la cama de Marcos.
Tenía una torre y murallas, y un foso con un puente
levadizo para cruzarlo, y parecía haber sido hecho hace
mucho, mucho tiempo.
En realidad, había sido hecho en una fábrica
moderna, y el padre de Marcos lo había comprado muy
barato en una liquidación.
Pero Marcos odiaba cuando su madre contaba que
había sido comprado barato; él pensaba que era tan
grandioso y bello que debía haber costado montones y
montones de dinero.
Marcos tenía una bandera que colocó en la torre, y
un caballero muy apuesto, vestido de blanco y montado
en un caballo blanco con la crín y la cola largas.
Llamaba al caballero Sir Guy,3 y lo había puesto
sobre la muralla para que vigilara por si aparecían
enemigos.
El caballo tenía la cabeza doblada como si
estuviera mirando por si venían enemigos para atacar
el castillo por detrás.
1
Marcos: Nombre de varón de origen latino, ‘Mart-kos.’ Significa
‘consagrado al dios Marte,’ dios de la guerra. [n. del pr.]
2
tosferina, tos ferina: 1. f. Med. Enfermedad infecciosa, caracte-
rizada por un estado catarral del árbol respiratorio, con accesos
de tos convulsiva muy intensos. Diccionario RAEL [n. del pr.]
3
Guy: Nombre de varón de origen francés, ‘guide.’ Significa
‘guía,’ ‘líder.’ [n. del pr.]
Alf Prøysen
Había muchas ventanas en el castillo; en la torre,
que tenía una escalera en caracol adentro, había varia
rendijas, y en la parte superior de la torre, una única
ventana con barrotes.
“Ahí es donde Sir Guy pone a sus prisioneros” —le
había contado Marcos a su mamá.
El niño jugaba durante todo el día con el castillo,
y a la noche cuando su mamá lo volvía a poner sobre
la mesa, él yacía mirándolo hasta que se quedaba
dormido.
Algunas veces la tos era tan fuerte que le
lagrimeaban los ojos, y veía todo como a través de la
bruma.
Entonces, el castillo parecía reluciente con luces
desde cada ventana… excepto la ventana con barrotes
que siempre estaba a oscuras.
“Sir Guy pondrá luz ahí cuando encierre a los
prisioneros” —se decía Marcos—.
Una noche estuvo tosiendo y gritando tanto que su
padre y su madre se sentaron con él, uno sosteniendo su
pobre cabeza y el otro, su mano.
Al final, todo paró y pudo volver a respirar más
confortablemente.
Entonces su madre le dió la medicina, y su padre
lo arropó, le dieron las buenas noches, y se fueron a la
cama.
Marcos estaba muy cansado; estaba acostado
frotándose los ojos, y entonces miró hacia el castillo.
Se veía tan bello con todas las luces reluciendo en
cada ventana.
¿En cada ventana?
Marcos se sentó en la cama; ¡también la ventana
con barras en la torre estaba ilumina esa noche!
¿Y qué era eso?
¿Estaba seguro que Sir Guy se estaba moviendo?
22
¡Si, su cabeza se movía de lado a lado, y levantó su
mano para proteger sus ojos como si estuviera buscando
algo en la distancia.
Y ahora el caballo movió su cabeza también, y
pateó el suelo con su pata delantera derecha.
¡De repente, Sir Guy clavó sus espuelas, galopó sobre
el puente levadizo, y dirigió su caballo derecho por
sobre el cubrecama hacia el pecho de Marcos!
¡Parecía como si estuviera cabalgando por una
llanura florida, y las crín y la cola flotaran en el viento!
Justo cuando estaba por llegar a al mentón de
Marcos, el caballero tiró de las riendas, de manera que
se alzó sobre sus patas traseras.
“¡A la batalla! ¡A la batalla!” —gritó Sir Guy,
sacando su espada, agitándola sobre su cabeza—.
”¡Únanse a mí, mis compañeros!”
El caballo relinchó con fuerza, se alzó otra vez
sobre sus patas traseras, y movió sus cascos de las pata
delanteras tan cerca de la cara de Marcos, que él pensó
que le iban a golpear.
Pero Marcos se mantuvo quieto, porque no quería
asustarlos y que se alejaran.
“¿Dónde están mis hombres?” —gritó Sir Guy—.
”¡Me han abandonado en la hora de mayor
necesidad!”
”¿Quién me seguirá ahora?” —dijo—.
Y luego apuntó su espada a Marcos:
“¿Serías mi escudero y pelearías a mi lado?”
“¡Me gustaría!” —dijo Marcos—.
”¿Pero quién es el enemigo?”
“¿No lo has escuchado?” —dijo el caballero—.
”¿No has visto la luz en la ventana de la prisión?
”Estoy listo para capturar a Sir Hugh.4
4
Hugh: Nombre de varón de origen inglés, variante del alemán
‘Hugo’ o ‘Uwe.’ Significa ‘alma,’ ‘mente,’ e ‘intelecto.’ [n. del pr.]
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
”Luego lo encerraré en la torre por el resto de su
vida.”
“¿Cómo lo encontrarás?” —preguntó Marcos—.
“Me llegó un mensaje de que estaba viniendo.
”Pero ahora mis hombres, vaya, han volado, y no
hay quien pueda ayudarme excepto tú.”
“¡Haré mi mejor esfuerzo!” —prometió Marcos—
“¿Pero quién es Sir Hugh?”
“Él es el más temible caballero de todo el condado;
a cualquier lado que va deja el terror detrás, castillos
quemados y gente asesinada.
”Nunca ha sido vencido en batalla, y se sabe que
sólo le tiene miedo a una cosa.”
“¿Qué es esa cosa?” —preguntó Marcos—.
“¡Ajá!” ——bramó el caballero.
”¡Si supiera cuál es esa cosa, la tarea sería muy fácil!
”Pero él lo mantiene muy en secreto.
”¡Nadie sabe a qué le teme!”
“Bueno…” —dijo Marcos— “¡Tendría que ser
muy grande para atemorizarme!”
Y en ese momento escuchó una carcajada hueca que
parecía provenir de detrás de la botella de medicina
que estaba sobre la mesa al costado de su cama.
“¿Así que no me tienes miedo, eh?”
Sonó más como un gruñido que como una voz.
Y antes de que pudiera responder, un caballero
de reluciente armadura roja de la cabeza a los pies se
apresuró al borde de la mesa, y dió un gran salto…
¡directo hacia la cama!
Sir Guy se movió un poco más cerca del mentón de
Marcos.
“¡Escuché que me estaba buscando, Sir Guy!”
—gritó Sir Hugh, revoleando su espada sobre su
cabeza—.
”Bueno… ¡aquí estoy!
”Y te desafío a luchar conmigo en esta planicie.”
Alf Prøysen
Y apuntó con su espada hacia la zona del
cubrecama que tapaba el pecho de Marcos.
Sir Guy había recobrado su coraje, saltó de su
caballo, el cuál trotó hasta quedar detrás de él.
Corrió descendiendo por el pecho de Marcos
gritando:
“¡A tí, Sir Hugh, en el nombre del rey!”
Los dos caballeros se enfrentaron en un gran choque
de espadas.
Uno y otro se golpeaban en sus cascos, armaduras, y
corazas.
Marcos miraba hechizado esperando ver quién caía
primero.
De reprente, la espada de Sir Hugh derrumbó a Sir
Guy, Sir Hugh lo tomó y se lo puso bajo un brazo, y al
caballo bajo el otro.
“¡Ahá!” —bramó Sir Hugh— “¡Te tengo a mi
merced!”
Y luego giró hacia Marcos y le gritó:
“¡Te desafía a ti, Paliducho, que vengas en su
ayuda.”
Y justo en ese momento Marcos comenzó a toser.
Tosió, y tosió, y tosió, y todas la c ama se movió
como en un terremoto.
Sir Hugh soltó a Sir Guy y a su caballo, y todos
corrieron de aquí para allá, tratando de encontrar un
lugar donde el suelo no estuviera agitándose bajo sus
pies.
Cuando al final Marcos paró de toser y todo volvió
a estar tranquilo otra vez, vió a ambos caballeros
pararse y caminar hacia su cara.
Sir Hugh estaba al frente y llegó tan cerca como se
atrevió.
Luego dijo:
“Dime, Paliducho, ¿qué hizo que la tierra
temblara?
23
”¿Eres tú un mago?”
“Oh, no, sir” —respondió Marcos— “sólo estoy
enfermo de tosferina.”
Sir Hugh lo miró con horror en sus ojos:
“¿Has dicho tosferina?”
“Así es” —dijo Marcos—.
”Hace una semana que la tengo.”
“¿Quién te contó de mi único miedo en la vida?”
—tronó Sir Hugh, blandiendo sus puños delante de
Marcos, su cara casi tan roja como su armadura.
“Nadie, sir” —dijo Marcos— “pero es una
enfermedad muy contagiosa, y temo que los gérmenes lo
atacarán a usted en cualquier momento.”
“¡Oh, no…!” —gritó Sir Hugh mientras corría
hasta los pies de la cama—.
”¡Déjame huir de aquí!”
“Si yo fuera usted, sir…” —dijo Marcos— “me
encerraría en un cuarto hasta que pase el peligro de
infección.”
“¡Lo haré! ¡Lo haré” —gimió Sir Hugh, cuyas
rodillas estaban golpeteando dentro de su armadura
para entonces, de tan atemorizado que estaba—.
“”“¿Pero a dónde podré ir?”
“Bueno…” —dijo Marcos— “le sugeriría que
cruce ese puente levadizo, abra la puerta en la base de
la torre, suba por la escalera de caracol hasta la parte
más alta.
”Encontrará un pequeño cuarto con barras en las
ventanas, y si cierra la puerta con llave estará bien
seguro.”
¡Antes de decir ‘voy’ el caballero se había cruzado
por el puente levadizo, y se había escurrido por la
puerta de la torre!
¡Poco después Marcos pudo ver su rostro espiando
por los barrotes de la ventana!
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Hurra!” —gritó Sir Guy, que había estado parado
cerca de la cara de Marcos, observando—.
”¡Ese fue un golpe maestro!
”¡Has derrotado al peor enemigo del rey, y por
esta buena acción Su Majestad te recompensará
adecuadamente.”
Mirando a Marcos y elevando su espada en la
mano derecha,Sir Guy dijo entonces:
“¡Desde lo profundo de mi corazón te agradezco y te
saludo, Sir Marcos el valiente!”
“Es muy gentil de su parte” —dijo Marcos— “pero
yo sólo le conté acerca de mi tosferina”
Pero Sir Guy no le prestó atención.
Estaba corriendo por el cubrecama hasta donde
estaba su caballo.
El caballo relinchó mientras el caballero se subía
a la montura, y luego trotó tranquilamente hacia el
puente levadizo.
Pronto el caballero estuvo de vuelta en la muralla,
mirando al frente a la distancia, mientras que su
caballo volteaba la cabeza para ver si venían enemigos
por detrás.
.  .  .
Por la mañana, Marcos se despertó sintiéndose
mejor.
¡Qué sueño extraño había tenido!
Miró hacia el castillo a ver si podía ver a Sir
Hugh espiando a través de las barrotes de la ventana
iluminada de la prisión.
A un lado estaba el caballo blanco con Sir Guy
montado en él como en la noche anterior, pero no
había luz en ninguna de las ventanas.
En ese momento llegó la mamá de Marcos con el
desayuno.
Alf Prøysen
“¡Buen día, Marcos” —dijo, y luego lo miró más de
cerca—.
”Te ves mucho mejor hoy.
”La tosferina ya casi ha pasado.”
“Sí…” —dijo Marcos— “tuvimos una batalla ayer
noche… ¡y yo gané!
”Ahora soy Sir Marcos el valiente, y mi castillo se
llama ‘Castillo Valeroso.’”
Su madre sonrió y le dijo que debe haber estado
soñando, pero Marcos pensó que había sido todo muy
real como para ser un sueño. ♣♣
24
La señora Pepperpot se
convierte en detective
[spp308]
La señora Pepperpot ha probado suerte en muchos
trabajos, pero esta vez ha intentado algo diferente: se
convirtió en detective.
De todas las estaciones, el otoño es la que la señora
Pepperpot prefiere.
Cuando alguien se queja de que es oscuro y triste,
ella siempre responde que es el mejor tiempo del año,
porque entonces recibimos la recompensa por el arduo
trabajo que hemos realizado en la primavera con
nuestro cavar, sembrar, y plantar.
“Pero los días se vuelven tan cortos, y las noches tan
largas” —replican los demás—.
“Esto hace todo más acogedor en el interior de la
casa” —dice la señora Pepperpot— “y piensa en toda la
diversión que tienen los niños jugando a los detectives
con linternas en la oscuridad.”
“Está bien… ¿pero qué me dices de los ladrones y
gente como esa?”
”Ellos tienen muchas mejores oportunidades para
robar en esta época del año.”
Y los argumentos seguía así, pero la señora
Pepperpot no dijo nada más, porque, saben, alguien le
estuvo robando a ella, y tenía muchos deseos de hacer
de detective ella misma.
¿Y qué piensan que le habían robado a la señora
Pepperpot?
¡Sus papas,1 de entre todas sus cosas!
1
La papa, alimento de origen americano, al ser llevada a Europa
permitió producir un mayor número de calorías por hectárea,
abarató el costo de la tierra, y disminuyó el afán guerrero por
acapararla. Los campesinos y granjeros, también aumentaron
sus ingresos. [n. del pr.]
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
Aún desde Septiembre, cuando ella empezó a querer
sacar las papas, descubrió que había plantas sin el
tubérculo debajo.
Habían cavado, sacado el tubérculo, y luego
colocado la planta de nuevo en su lugar para que
pareciera que todavía estaban creciendo.
¡Había sido un truco muy astuto!
La señora Pepperpot no lograba pensar quién
podría haber sido.
¡Si tan sólo ella fuera un detective verdadero!
Entonces… ella podría rastrear las marcas de los
pasos en el barro, o las huellas dactilares en las hojas de
las plantas.
Podría construir un lugar de observación secreto y
atrapar al ladrón con las manos en la masa.
Y le diría:
“¡Manos arriba!”
Una noche, durante la cena, estaba pensando tan
continuamente en ser detective que dijo:
“¡Manos arriba!”
mientras le estaba pasando una fuente de estofado
caliente a su marido que, asustado, la dejó caer sobre el
limpio mantel de la mesa.
Pero esta vez, no pudo regañarlo.
Después de la cena recordó que había dejado su
cesto de papas casi lleno de papas.
Ella pensó:
“Mejor lo entro, o el ladrón quizás se las quiera
llevar todas.”
Se abrigó con la bufanda, y tomó la linterna,
porque era una noche muy oscura.
Se dirigió al campo y justo cuando se estaba
agachando para tomar el cesto, escuchó a alguien
trepando por el borde.
Alf Prøysen
Rápidamente dejó de lado la linterna, e hincó de
rodillas detrás del cesto, de manera que no pudiera ser
vista.
“¡Esta vez lo atraparé!” —se dijo a sí misma—.
¡Su corazón latía con fuerza por la excitación!
Y en ese preciso momento, ella… ¡se achicó!
Y se encontró caída sobre las papas en el cesto.
No tenía sentido tratar de salir del cesto… pues
¿cómo haría para poder atravesar todo ese barro hasta
la casa mientras era pequeña?
25
¡Y quería tanto atrapar al ladrón!
Así que no podía hacer otra cosa que quedarse
tirada donde estaba dentro del cesto, y mirar cómo era
el ladrón.
Primero, escuchó con mucha atención; alguien
estaba subiendo por el seto, eso era cierto.
¿Pero qué era?
Parecía que estaban viniendo dos personas más,
y no se preocupaban por ser demasiado silenciosas
tampoco.
Ahora los podía escuchar murmurando uno al otro:
“¡Cuidado con cómo vas!”
Ésta fue una voz de niño.
“¡Tuve que tirar de él a través del seto!” —respondió
una voz de niña—.”
“¡Ella me lastima!” —gimió una voz más joven—.
“¡Shh…!” —murmuró el niño mayor— “o nos
iremos directo a casa.
”¡Y no tendré mis papas esta noche!”
La señora Pepperpot pudo escucharlos acercarse por
una hilera con una pala.
También tenían un cesto que chirriaba.
Los pasos se detuvieron; ahora, ella podía oir la
pala cavando la tierra.
“Mira, hermana…” —dijo la voz del niño
mayor—.
”¡Estas son papas geniales!
”Sostén el cesto.”
Los pasos del niño más pequeño comenzaron a
acercarse en la dirección de la señora Pepperpot, y
pronto encontró el cesto de ella.
“¡Ven aquí, ven aquí!” —clamó en una voz
chillona de bebé, olvidándose de que había prometido
guardar silencio—.
“¿Qué haces?” —susurró el niño mayor—.
”¡No grites!”
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Montones de papas en un cesto” —anunció—.
“Yo te voy a dar a vos muchas papas en un cesto”
—se dijo a sí misma la señora Pepperpot—.
”””Los haré arrestar a los tres cuando regrese a mi
tamaño habitual.”
Luego, tan silenciosa como pudo, se escondió debajo
de la capa superior de papas, de modo que los niños no
la pudieran ver.
Lo logró justo cuando el niño mayor y la niña
llegaron para ver, y estaban tan felices con lo que había
encontrado el hermano menor que el niño lo levantó el
cesto y lo pasó por el seto.
“Lleva el otro cesto” —le murmuró el hermano
mayor al menor— “no es muy pesado.”
“La daré… lo daré…” —dijo el pequeño que no
podía pronunciar muy bien—.
”¡Encondré mutas apas!”
Y se apuró detrás de los otros arrastrando el cesto
más liviano detrás de él.
“Es una suerte que esté tan oscuro” —dijo el mayor
mientras atravesaba el seto hacia el camino— “nadie
nos puede ver aquí.”
La niña estaba un poco estremecida; dijo;
“¡Me siento como un ladrón real en una historia de
detectives!”
“He robado…” —gimió el pequeño—.
“¡Normalmente, los ladrones no llevan detectives
con ellos en los cestos!” —se dijo a sí misma la señora
Pepperpot—.
”¡Sólo esperen, mis amigos!”
Finalmente, los niños se detuvieron frente a una
puerta.
Golpearon y llamaron:
“¡Abre la puerta, madre, y mira lo que te trajimos!”
La señora Pepperpot escuchó una voz de mujer:
Alf Prøysen
“¡Qué maravilloso cesto de papas!
”Los podré tener bien alimentados por días.
”¡Pondré la olla al fuego para calentar el agua
ahora mismo!”
“Yo tendgo otraz apas” —gritó el pequeño
mostrando las grandes papas que tenía en su cesto—.
“¿Dos cestos? —preguntó intrigada la madre—.
”¡Eso significa que han tomado uno que no nos
pertenece!
”Uno de ellos tendrá que se devuelto después de que
hayan comido.”
“¡Pero, madre!” —dijo el niño mayor—.
“No hay pero que valga” —dijo su madre con
firmeza—.
”Podremos ser tan pobres que tengamos que tomar
algunas patas aquí o allá, pero espero poder pagarle al
dueño de ese campo dentro de poco.
”¡El cesto debe ir de regreso inmediatamente!”
A la señora Pepperpot le resultaba difícil creer lo
que oía: había una familia justo cerca de su puerta,
por así decirlo, y ella no se había percatado que estaban
pasando hambre.
Deben ser nuevos en el vecindario, sino seguro que
alguien los hubiera ayudado.
Bueno, seguro que ella les dejará tomar todas las
papas que necesiten, no tenía dudas sobre eso.
Casi se había olvidado que era una detective y una
del tamaño de una muñeca, cuando la madre comenzó
a sacar las papas del cesto y colocarlas en la olla, que
estaba hirviendo sobre la cocina.
¡Pobre señora Pepperpot! ¿Qué debería hacer?
“¡Hagamos algo!” —se dijo a sí misma mientras
se hundía más y más profundamente en el cesto para
esconderse—.
26
”Acá estoy sintiendo lástima por ellos por ser pobres
cuando debería estar sintiendo lástima por mí misma,
que voy a ser hervida viva en cualquier momento.”
Al final, todas las papas estuvieron en la olla, pero
ahora la señora Pepperpot estaba tan cubierta de tierra
que la madre no se dió cuenta de ella.
¡Pero el niño pequeño se dió cuenta!
Puso su mano en el cesto y sacó a la señora
Pepperpot.
“¡Esto se acabó!” —pensó la señora Pepperpot y
cerró sus ojos—.
“¡Qué lida papa chiqueta” —dijo el pequeño—
“me la quedo.”
Y corrió con ella a la despensa, y se escondió detrás
de la puerta.
El resto de la familia estaba tan ocupado
preparando la comida que no se percató de dónde había
ido él.
Sentado sobre una caja sostenía a la señora
Pepperpot muy cuidadosamente sobre su rodilla.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¿Edes mi ’apa?”
La señora Pepperpot asintió con la cabeza:
“¡Correcto, soy tu papa!”
El pequeño abrió grande los ojos con asombro:
“¿Me esdas hablando a mi, ’apa?” —preguntó—.
“¡Correcto…” —dijo otra vez la señora
Pepperpot— “…soy una papa que habla!”
“¿Pedo comerte?” —preguntó, mirándola
detenidamente—.
La señora Pepperpot se estremeció un poco pero
habló muy calmadamente:
“Yo no lo pienso que lo haría, si fuera tu, hijo.
”Te caería muy mal.”
Justo en ese momento, su madre lo llamó a comer
su cena, de modo que puso a la señora Pepperpot en la
caja, y dijo:
“Tendo que ir a comed ahora.
”Tú eres mi ’apa que habla.
”Quédate aquí, que prondo volvo a jugar contigo.”
“Bueno, hijo”—dijo la señora Pepperpot— “quizás
tenga que irme.
“Pero volveré mañana y te traeré un regalo, ¿qué te
parece?”
“¡Trae otra ’apa que hable!” —dijo y salió corriendo
a donde su madre, que estaba poniendo una abundante
porción de puré de papas en su plato—.
La señora Pepperpot se preguntaba qué sería lo
siguiente que tenía que hacer.
Si se subía de nuevo al cesto y esperaba hasta que
la llevaran en él al devolverlo podían pasar muchas
horas, y para entonces el señor Pepperpot estaría muy
atemorizado por ella.
Justo en ese momento escuchó un pequeño ruido de
rasgado detrás de la caja, y apareció un ratón.
“Hulla” —dijo la señora Pepperpot en el idioma de
los ratones—.
Alf Prøysen
El ratón salió para mirarla, y la señora Pepperpot ¿Trajo el niño el cesto de regreso?
nunca había visto una criatura tan flaca. ¿Hizo la señora Pepperpot que arrestaran a los
“Si me ayudas a salir de aquí” —dijo ella— “tengo niños?
un buen pedazo de jamón para tí en mi casa que ¿Y qué pasó con la papa que hablaba del niño
podrás comer.” pequeño?
El ratón abrió más sus orejas. Bueno, todo eso es parte de otra historia. ♣♣
“¿Dijo jamón?
”¡No hemos visto jamón en esta casa desde hace
mucho tiempo.”
“¿Por qué permaneces aquí si hay tan poco para
comer?” —preguntó la señora Pepperpot mientras se
subía al lomo del ratón—.
“Bueno…” —dijo el ratón saliendo por un
agujero en la pared— “…he estado con la familia
toda mi vida, sabes, y no quiero dejarlos porque estén
en las malas, entiendes, ¿qué diría la gente su si no
encuentran suficiente comida como para alimentar un
ratón?”
Cuando llegaron al pie de la colina que iba a su
casa, la señora Pepperpot le agradeció al ratón, y le
prometió poner un trozo de jamón detrás de la caja en
la despensa al día siguiente.
Luego, muy apropiadamente creció y se apuró hacia
su casa.
El señor Pepperpot estaba en la puerta de entrada,
ansioso, mirando hacia la oscuridad.
“¿Dónde has estado todo este tiempo?”
—preguntó—.
“Buscando mi cesto de papas” —dijo la señora
Pepperpot—.
”¿No ves cuán sucia estoy?
”Estuve buscándolo gateando pero no lo pude
encontrar.”
.  .  .
27 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
La señora Pepperpot y la
búsqueda del prendedor
[spp309]
Recordarán que la última vez que la señora Pepperpot
quiso trabajar de detective casi terminó como puré de
papas.
Pero ella continúa con su deseo secreto de ser como
uno de esos detectives inteligentes que vemos en las
películas, esos que resuelven todo tan fácil como pensar.
Mientras tanto, había decidido no hacer arrestar a
los ladrones de papas.
En cambio, va a visitar a la familia casi cada día,
y conoce los nombres.
Está la señora Grises, la madre, que trata de
mantener el hogar unido.
Es muy difícil para ella porque su esposo ha estado
desempleado por muchos meses, y ahora se ha ido a la
costa a tratar de conseguir un trabajo en un barco.
Está Pedro, que tiene diez años y es un niño
sensible; Beatriz, que tiene ocho; y el pequeño
Robertito, que tiene sólo tres.
Él continúa preguntando por la papa que habla,
y aunque los otros niños no saben a qué se refiere, la
señora Pepperpot lo sabe, de manera que le ha traído
una rana mecánica para que juegue con ella.
Cada vez que visita a los Grises le lleva algunas
papas, y tampoco se ha olvidado del ratón hambriento
al que deja un trocito de jamón detrás de la puerta de
la despensa.
Cuando regresa a casa, los chicos caminan con ella
por un trecho, hablando de todo tipo de cosas.
Una vez comentó que se le había perdido un
prendedor de plata, que le habían dado como regalo del
bautismo.
Alf Prøysen
“¡Odio haberlo perdido!” —le dijo a los niños—
“porque lo tuve toda mi vida y era una cosa pequeña
muy linda.”
“¿Por qué no nos permites ser detectives y ayudarte
a encontrarlo?” —preguntó Pedro—.
“¡Sí, sí!” —exclamó Bea aplaudiendo—.
”¡Será muy divertido!”
“Quedo zer deteteve también” ——gritó Tito,
saltando de un lado a otro—.
“Oh, no vale la pena hacer tanto alboroto” —dijo
la señora Pepperpot, aunque secretamente le gustó
mucho la idea—.
“Vamos, señora Pepperpot…” —dijo Pedro
poniendo voz de detective adulto— “…díganos dónde
fue que recuerda haberlo visto por última vez.”
La señora Pepperpot sonrió.
“Déjame ver…
”Creo que la última vez que lo usé fue en lo de
Nora Norteño cuando tuvimos una reunión del club el
mes pasado.”
Pedro tomó una hoja de papel y un lápiz, y anotó
eso.
“Correcto…” —dijo— “¿cuándo podemos
comenzar la investigación?”
“Bueno…” —dijo la señora Pepperpot— “hoy
estoy muy ocupada, mañana tengo que lavar, pero nos
podemos encontrar a las cuatro de la tarde.
“Y quizás recuerde de algún otro lugar donde lo
puedo haber olvidado.”
“¡Y podremos podemos definir un plan de trabajo”
—dijo Pedro, dándole al tema mucha importancia—.
Así que los niños prometieron encontrarse con la
señora Pepperpot cerca de un abeto en el camino entre
su casa y la de ella, al día siguiente a las cuatro de la
tarde.
28
Y los niños estaban muy excitados respecto a esto,
especialmente el pequeño Tito, que seguía hablando de
ser deteteve hasta que su madre lo puso en la cama.
El día siguiente a las cuatro en punto se
encontraron todos en el árbol.
La señora Pepperpot había traído una linterna
porque oscurecía muy temprano.
“Primero caminaremos por el prado hasta la granja
de Nora Norteño” —dijo ella—.
”Tengo la idea de que puede estar bajo el sofá.
”Ella no es una persona muy ordenada, pero no
quiero ofenderla sugiriendo que no haya limpiado el
cuarto adecuadamente.
”Por eso quiero que tú, Pedro, ilumines con la
linterna debajo del sofá mientras entretengo a Nora
conversando.
”Debes hacerlo en secreto, pienso, así ella no se dé
cuenta.”
“¿Y qué haremos Tito y yo?” —preguntó Beatríz—.
“Tendrán que estar vigilando afuera” —dijo la
señora Pepperpot—.
Así que se pusieron en marcha por el prado,
uno detrás del otro por el angosto camino, la señora
Pepperpot al frente iluminando con la linterna.
¡De reprente, la linterna voló por el aire, y la señora
Pepperpot desapareció!
Al menos esto es lo que los niños pensaron, por
supuesto, pues nosotros sabemos que ella… ¡se achicó
otra vez!
La linterna seguía prendida cuando cayó al suelo,
pero la señora Pepperpot se había enredado en el pasto
alto, y fue Robertito quien la encontró, y la levantó
tomada de una pierna.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
“¡Aquí está mi papa que habla” —gritó Robertito
zarandeando a la señora Pepperpot colgada de una
pierna boca abajo—.
“¡Deja eso en el suelo, Tito,” —dijo Bea— “te
puede morder!”
“¡No!” —dijo Tito— “que ahora había puesto a la
señora Pepperpot en su mano.
”¡Es mi papa que habla!”
La señora Pepperpot había recuperado el aliento, y
tan tranquilamente como pudo dijo:
“Es cierto, niños, Tito me ha visto en esta forma
antes.”
“¡Mira, es la señora Pepperpot!” —gritaron juntos
Bea y Pedro—.
”¿Cómo se ha hecho tan pequeña?”
“Eso me llevaría mucho tiempo explicarlo” —dijo
la señora Pepperpot— “pero me sucede de tiempo en
tiempo.
”Y la última vez, Tito me encontró en el fondo del
cesto de las papas, y por eso es que él piensa que soy una
papa que habla.”
“Permíteme agarrarte” —dijo Bea— “seré muy
cuidadosa.”
“Pienso que estaré más segura” —exclamó la señora
Pepperpot, ya que Tito la zarandeaba de un lado a otro
en su excitación, mareándola—.
“¿Qué va a pasar con nuestra búsqueda? —
preguntó Pedro—.
”¿Tendremos que cancelarla?”
La señora Pepperpot no quería decepcionar a Pedro,
aunque ya lo había hecho.
”Ya pensé en un muevo plan” —dijo—.
”Pero antes me tienen que prometer a que nunca le
dirán a nadie que me hago pequeña.
Alf Prøysen
”Tienen que levantar la mano derecha, como en
las películas y jurar que nunca se lo dirán a un alma
viviente.”
Pedro y Beatriz levantaron sus manos derecha y
repitieron las palabras de la señora Pepperpot, pero a
Robertito le dijeron que le darían un fuerte golpe si
volvía a comentar de la papa que habla.
“Veamos…” —dijo la señora Pepperpot— “en
lugar de yo ira a hablar con Nora Norteño irá Pedro.
”Deseo que Pedro vaya y golpee en la puerta,
y cuando ella abra le dirás que estás haciendo una
colecta… a ver… digamos… una casa para neumáticos
usados.
”Si lo dices rápido, ella no me notará, y cuando
vaya a la cocina por algo de dinero, prendes la linterna
y alumbras debajo del sofá en la habitación del frene.
”Y si ves un objeto resplandeciente, lo traes.
”Tito, Bea, y yo te estaremos esperando detrás de ese
árbol.”
Para entonces, ya habían llegado al camino en
frente de la granja de los Norteño, y la señora Pepperpot
señaló con su pequeña mano un árbol cerca de la
entrada.
“¡Ahá!” —dijo Pedro, y caminó con aplomo hacia
la puerta, escondiendo la linterna en su bolsillo—.
Los otros esperaron en la oscuridad hasta que él
regresó.
No tomó mucho tiempo pero Pedro estaba excitado
cuando caminaba hacia ellos, y él tenía algo en sus
manos.
“¡Déjame ver!” —dijo la señora Pepperpot que
estaba parada en la mano de Beatriz—.
Pedro pudo el objeto a su lado, y prendió la
linterna apuntándola al mismo.
“¡Oh, querido, me parece que has tomado el objeto
equivocado.
29
”Éste es un anillo de plata que le mandó a Nora
Norteño su tío de Norteamérica.
”El día de la reunión comentó que lo había
perdido.”
Pedro puso una cara muy triste.
“¿Y qué hacemos ahora?”
“No puedes volver, sería muy difícil de explicar —
dijo la señora Pepperpot—.
”Ponlo en tu bolsillo mientras vamos a la casa de
Sara Sureño, justo aquí bajando por el camino.
”Ese es otro lugar donde pienso que se me puede
haber caído el prendedor cuando estuve para la fiesta de
las bodas de plata.”
Así que caminaron hasta la casa de Sara Sureño, la
señora Pepperpot viajando en el bolsillo de Bea, y Tito
poniendo constantemente sus dedos para estar seguro
que seguí ahí.
Sara no conocía a Pedro, y estaba un poco sorda,
de modo que no entendió muy bien para qué estaba
recolectado contribuciones.
Pero se veía como un buen niño, así que ella fue a
buscar dinero de la cocina.
Mientras estaba fuera del cuarto, Pedro tuvo la
oportunidad de iluminar con su linterna debajo de los
muebles, y hasta detrás del reloj del abuelo.
Ahí vió algo reluciendo, así que lo tomó y se lo puso
en el bolsillo.
Cuando Sara regresó, él le agradeció muy cortés
mente por el dinero, y corrió hacia los otros que estaban
escondidos fuera.
“¿Lo encontraste?” —susurró Bea—.
“Así creo” —dijo Pedro, tomando el pequeño objeto
de su bolsillo—.
Pero cuando lo vió, la señora Pepperpot negó con su
cabeza.
“Lo siento, Pedro, me temo que no es este tampoco.
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
”Es un medallón que el esposo de Sara le dió para
sus bodas de plata.
”Él se enfadó mucho cuando descubrió que se le
había caído ese día.”
Pedro parecía muy desanimado.
“Esta me parece una gran idea, después de todo”
—dijo—.
”Quizás mejor lo dejamos.”
“¿Esa es la forma de proceder Sargento Detective
Pedro Grises?” —reclamó la señora Pepperpot, que
estaba realmente disfrutando de la búsqueda, aunque
era verdad que ella no estaba haciendo el trabajo
duro—.
”¡Intentémoslo en la granja de los Sureños!
”El señor Pepperpot y yo estuvimos ahí justo después
de Navidad para el bautismo del hijo.
”Y quizás que el prendedor se cayó cundo estaba
poniendo al bebé en su cuna.”
“¿Puedo llevar ahora mi papa que habla?” —
preguntó Robertito, que se había portado muy bien y
tranquilo por un largo tiempo—.
“¡Muy bien, pero no me dejes caer” —dijo la señora
Pepperpot, cuya ropa y pelo estaban muy revueltos con
todo este pasar de mano en mano—.
Cuando llegaron a la granja de los Esteño, sólo el
señor Esteño estaba allí, cuidando al bebé.
Era un hombre amable y nunca negaba darle
dinero a los niños.
De modo que dejó el diario sobre la mesa, y fue a
buscar el dinero a su saco.
El bebé estaba acostado en la cuna, jugando con los
dedos de sus pies.
Pedro recordaba lo que la señora Pepperpot había
dicho sobre haber puesto el bebé en la cuna, de manera
que cuando vió una pequeña campanita de plata al
Alf Prøysen
costado del bebé, rápidamente la tomó, y la guardó en
su bolsillo.
Volvió el señor Esteño, y le dió el dinero, y Pedro se
agradeció cortésmente, y corrió fuera a ver a los otros.
“¡Espero haber encontrado el objeto correcto esta
vez!” —dijo mientras tintineaba la campanita al
sacarla de tu bolsillo—.
“¡Oh, niño tonto!” —exclamó la señora
Pepperpot—.
”¿Cómo piensas que ese puede ser mi prendedor?
”¡Pertenece al sonajero que le di como regalo de
bautismo!”
Pedro se veía muy avergonzado.
“Bueno, la verdad es que… ¡yo no sé cómo es un
prendedor!”
“¿Y por qué no lo dijiste antes?”
La señora Pepperpot comenzaba a estar enfadada.
“¡Un detective necesita conocer qué es lo que está
buscando!”
“Yo sé lo que es un prendedor” —dijo Beatriz—.
”Tiene un alfiler que entra en un gancho, y se
coloca en un chal.”
“Eso es correcto” —dijo la señora Pepperpot, que
estaba haciendo un esfuerzo por pensar dónde más
podían buscar—.
”Ya recuerdo, estoy segura que lo usé para la
confirmación de Pablo Oesteño.
”Ese día estaba lloviendo a cántaros, y llevé mi
paraguas.
”Apuesto que se cayó dentro del paragüero en la
granja de los Oesteño.
”Vamos, niños, les prometo que si no está ahí
volvemos todos a casa.”
De manera que dieron la vuelta y caminaron por
una pequeña senda hasta la granja de los Osteño.
30
Pedro golpeó la puerta, como antes, pero esta vez
nadie respondió, de manera que tomó la manija, y la
puerta se abrió.
Ahí nomás estaba el paragüero del que la señora
Pepperpot había hablado.
Rápidamente apuntó la linterna directo al fondo,
y… ¡Gracia Divina!…
Ahí abajo pudo ver un pequeño alfiler con lo que
parecía ser una letra ‘P.’
¡Seguro que debía ser lo que buscaba, pensó Pedro,
y se estiró para alcanzarlo.
Luego, salió corriendo hacia los demás esperando
que nadie lo haya escuchado.
Esta vez estaban detrás de un cobertizo, y Pedro se
aseguró de estar fuera de la vista de la casa, antes de
abrir su mano.
“Aquí está…” —dijo— “¡Lo conseguí!”
“¡Muéstramelo!” —dijo la señora Pepperpot—.
Pero luego ella casi gimió:
“¡Ese no es mi prendedor, es una traba de corbata!”
“Pero tiene una ‘P’ en él” por lo que pensé que
quería decir ‘Pepperpot’”­­—tartamudeó el pobre
Pedro—.
“¡Yo no fui bautizada Pepperpot, sólo me casé con
él!
”La ‘P’ es de Pablo, que fue confirmado ese día.
”¡Dios mío! Cuán descuidada es la gente con lo que
le pertenece.”
Ya no había nada más que hacer, por ahora.
Debían abandonar y volver a sus casas.
Lo que ahora preocupaba a la señora Pepperpot
era cómo devolver todos esos objetos a sus verdaderos
dueños.
Por una vez, no había sido muy lista.
Los tres niños estaban cansados, y caminaban
despacio a lo largo del camino, Beatriz llevando a la
La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
el profanador de textos
señora Pepperpot, cuando oyeron de repente pasos de
alguien corriendo en su dirección.
“¡Los están buscando!” —se estremeció la señora
Pepperpot—.
”¡Corran, niños, corran!”
En su apuro, los niños se atropellaron entre sí, y la
pobre señora Pepperpot cayó en la zanja al costado del
camino.
Los pasos se sentían más cercanos.
“¡Deténganse, ladrones!” —gritó alguien—.
Era Nora Norteño.
“¡Los puedo ver…!”
“¡Ahí está el niño!” —gritó Sara Sureño, que la
seguía—.
El señor Esteño estaba esforzándose más atrás, con
la gorda señora Oesteño.
“¡Ven aquí, niño!” —gritó— “¡Bien podrías
rendirte!”
Los niños estaban llorando ahora, y Robertito había
tropezado con una piedra y se había caído.
En ese momento, una voz pequeña pero con fuerza
se oyó en el aire.
“¡Manos arriba, o disparo!” —resonó—.
Parecía que no provenía de ningún lado. y todos se
quedaron quietos.
Luego, resonó otra vez:
“Este es un mensaje de la policía secreta para
las siguientes personas: la señora Norteño, la señora
Sureño, el señor Esteño, y la señora Osteño.
”¡Pónganse de pié!
”¿Me escuchan?”
Estaban tan sorprendidos al ser llamados por sus
propios nombres, que dócilmente respondieron:
“¡Yes!”
Alf Prøysen
“Correcto” —continuó la voz— “Van a recibir una Cuando abrió su buzón de correos encontró un
sorpresa mañana por la mañana en el buzón de sus paquete pequeño, y dentro estaba su prendedor.
casas. Y también había una nota de Pedro, que decía:
”Pero con una condición… ¡que se vayan
Querida señora Pepperpot:
inmediatamente a sus casas y dejen a los niños solos!”
Después de las claves que nos dió anoche,
Los niños habían dejado de correr también,
sus detectives fueron capaces de resolver el
y observaron asombrados cómo, uno a uno, Nora
misterio.
Norteño, Sara Sureño, el señor Esteño, y la gorda
Hemos vuelto a poner su cesto de papas de
señora Osteño, se daban la vuelta, y se retiraban, sin la
regreso en el sembradío de papas.
mínima mirada hacia atrás.
Gracias.
“¡Uf…!” —dijo una voz justo al lado de los
Sinceramente,
niños—.
Sargento Detective P. Grises
Ahí estaba parada la señora Pepperpot en todo su
tamaño natural. “¡Por supuesto!” —se dijo la señora Pepperpot a sí
Tenía una hoja de árbol enrollada como un cono misma—.
grande en su mano. ”Estaba usando el prendedor la noche en que
“¿Para qué es eso?” —preguntó Tito, que se había aparecieron los ladrones de papas.
levantado solo, y estaba muy contento de ver a su amiga ”¡Y se me debe haber caído en el cesto!” ♣♣
la señora Pepperpot otra vez—.
“¡La policía secreta siempre lleva altavoces!” —
respondió, sonriéndole a los niños.
Luego todos fueron a la casa de la señora Pepperpot,
y tuvieron una rica taza de chocolate caliente y
panqueques con dulce de leche.
.  .  .
A la mañana siguiente, cuando Nora Norteño
abrió su buzón de correos encontró el anillo de plata
que había perdido; Sara Sureño encontró su medallón
de plata; el señor Esteño encontró la campanita de
plata del sonajero del bebé; y la señor Oesteño encontró
la traba de la corbata de su hijo.
¡Y todos ellos estuvieron muy sorprendidos!
Pero la más sorprendida fue la señora Pepperpot.
31 La señora Pepperpot en el Bosque Mágico
notas

L a esencia de la consciencia —en el sentido

espiritual, no la de vigilia— es dar.
Este trabajo está dado para que los ‘presentes
y futuros maestros Waldorf ’1 tengan de donde
abrevar de la fuente.
Si alguno se siente beneficiado por recibir este
material y tiene deseos de dar, por favor done a la
filial de su país de UNICEF.2
Me hará feliz que lo hagan, pero
recordemos…
“3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no
sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4
así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará.” [Mt 6:3-4]

con cariño
el profanador de textos

1
Sea esta cita un recuerdo y agradecimiento a la enorme ta-
rea realizada por Juan Berlín (Johannes Berlin Neubart) como
editor de los ‘Boletines de Metodología para los presentes y
futuros maestros Waldofr.’ [n. del pr.]
2
UNICEF (1946): Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia, encargado de ayudar a los niños y proteger sus
derechos. Originalmente United Nations International
Children’s Emergency Fund [‘Fondo Internacional de las
Naciones Unidad pra los Niños en Emergencia’]. [n. del pr.]

solicite el enlace de descarga a: elprofnadordetextos@yahoo.com

el profanador de textos
primera edición completa en castellano
confesiones de invierno
(¡siempre charly garcía debe estar presente!) de la obra pedagógica de Rudolf Steiner
H ace más o menos tres años escribí, en un ‘acer-
ca de este proyecto’…
GA
i [a+i]
GA293
Título
El estudio del hombre como base de
la pedagogía
GA
xiv [i]
GA304a
Título
La antropología y la pedagogía
antroposófica
A casi 100 años de la inauguración de la
primera Escuela Libre en Stuttgart en 1919 y más ii [a] Metodología y didáctica xv [i] Las fuerzas fundamentales anímico-
GA294 GA305 espirituales del arte de educar. Valores
de 75 años de educación Waldorf en Argentina, espirituales en la educación y en la
iii [a+i] Coloquios pedagógicos y conferencias
me llama mucho la atención que no esté traducida GA295 curriculares vida social
todas las conferencias sobre pedagogía de Rudolf iv [a] La educación como problema social xvi [i] La práctica pedagógica desde el punto
Steiner. GA296 GA306 de vista del conocimiento científico-
Antes que tratar de averiguar los motivos —el uni- v [i] Idea y práctica de la Educación espiritual del hombre.
verso me los dirá, si necesito saberlos—, creo que GA297 Waldorf xvii [a] La educación y la vida espiritual de
es mejor uso de mi tiempo proveer —o, al menos, v* [i] Educación para la vida, autoeduca- GA307 nuestra época
intentar— alguna solución. GA297a ción y práctica educativa xviii [a] La metodología de la enseñanza y las
Y esta es mi ‘solución’… vi [i] Rudolf Steiner en la Escuela Waldorf GA308 condiciones vitales de la educación
Dedicatoria: GA298 xix [i] La pedagogía antroposófica y sus
vii [i] El genio del lenguaje. Con­si­de­ra­cio­ GA309 condiciones previas
Este trabajo fue realizado en agradecimiento a GA299 nes científico-espirituales sobre el xx [i] El valor pedagógico del conocimiento
Úrsula Vallendor, quien me enseño a amar la peda- habla GA310 del hombre y el valor cultural de la
gogía Waldorf y a apreciar la obra de Rudolf Steiner. viii [i] Juntas con maestros. Escuela libre pedagogía
gracias. el profanador de textos GA300 Waldorf 1919 a 1924 xxi [a] La educación basada en la naturaleza
ix [i] Renovación del arte GA311 humana
(Aunque ella reniega —con razón— de mi nom- GA301 pedagógico-didáctico xxii [i] La educación del niño y conferencias
bre, la sigo queriendo.) x [a] La estructuración de la enseñanza GA034:23++ tempranas en educación
GA302 basada en el conocimiento del ser xxiii [a] Curso de pedagogía especial.
Y quiero agradecer especialmente a Perejil y a humano. Curso de ampliación GA317 Pedagogía curativa
Rúcula, sin cuya compañía, colaboración, entusias- xi [a+i] Educación y enseñanza desde el cono- xxiv [i] Curso de luz, color, sonido.
GA302a cimiento del hombre GA320
mo y motivación y por qué no decir profundo amor
xii [a] El saludable desarrollo físico-somático xxv [i] Curso de calor.
y amistad nada de esto existiría. GA321
(Los nombres han sido cambiados para pro- GA303 como fundamento del libre desplie-
gue de lo anímico-espiritual xxvi [a] Curso de astronomía
teger a los culpables; Úrsula es Úrsula porque es GA323
xiii [i] Métodos educativos y docentes en
inocente.) GA304 base a la Antroposofía xxvii [a] Curso de pedagogía para jóvenes
[a] por otros del alemán; [i] personal del inglés GA217
solicite el enlace de descarga a: elprofnadordetextos@yahoo.com
el profanador de textos

“Sólo aquello que por medio de mi

trabajo se transforma en mí mismo,
sana, nutre y libera al niño.”
Rudolf Steiner