Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ca
a.
Josep Lluís y Rodolf Sirera
m
ra
nd
la
El día
a
at
.c
w
murió
en Finlandia
Este texto está protegido por la ley de derechos de autor.
No está permitido ningún tipo de adaptación ni uso sin el permiso correspondiente.
El incumplimiento de esta prohibición y el uso del texto sin el permiso correspondiente
constituirán una violación de la ley de derechos de autor, o bien de los derechos
t
ca
relacionados con dicha ley, y comportarán responsabilidades civiles y penales.
En caso de estar interesado en utilizar este texto, deberá dirigirse a los representantes
a.
legales correspondientes.
Si está interesado en utilizar este texto le pedimos que contacte con la Sala Beckett
am
catalandrama@salabeckett.cat
dr
an
al
at
.c
w
w
w
Personajes
(por orden de aparición)
t
Bertolt BRECHT
ca
MIRJAMI Leino
a.
HOMBRE (los restantes personajes masculinos)
m
MUJER (los restantes personajes femeninos)
ra
nd
a la
at
Los hechos que se narran en El día en que Bertolt Brecht murió en Finlandia
son completamente imaginarios, aunque el marco histórico y geográfico
en el que se desarrollan guarda alguna relación con la realidad.
–1–
Huyendo de mis compatriotas
he llegado a Finlandia. Amigos
t
que ayer no conocía me ofrecen una cama
ca
en una habitación limpia. Por la radio
oigo las noticias sobre el triunfo de aquella escoria humana. Estudio
a.
con curiosidad el mapa de la Tierra. Arriba, por Laponia,
m
ra hacia el mar Ártico,
todavía vislumbro una pequeña puerta.
nd
Bertolt Brecht: 1941
a la
at
.c
w
w
w
–2–
El día en que Bertolt Brecht
murió en Finlandia
t
ca
a.
Escenario en negro. Dos atriles, a ambos lados y en primer
m
término, con sendos puntos de luz. Tras cada uno de ellos, un par de
ra
sillas. En el foro izquierda, un piano vertical. El centro de la escena,
en segundo término, ligeramente elevado en relación con el resto. El
nd
hablar.
w
w
–3–
convicción fue lo que llevó a muchos autores y directores a
la búsqueda de nuevos recursos artísticos.
Yo mismo, como ustedes saben muy bien, he hecho muchos
intentos de enfocar el mundo actual, la vida social de hoy, a
través de la lente del teatro.
Mientras escribo estas líneas estoy a un centenar de metros
de un gran teatro, que cuenta con buenos actores y toda la
maquinaria técnica necesaria. En este teatro puedo hacer
todo tipo de ensayos, secundado por numerosos
colaboradores –la mayor parte de ellos jóvenes–, con un
t
amplísimo material literario y gráfico de nuestros montajes,
ca
y con una minuciosa documentación sobre los diferentes
a.
problemes acaecidos y las soluciones aportadas en cada
caso. Tengo, pues, a mi alcance, todas las posibilidades: sin
m
embargo, no puedo afirmar que la dramaturgia, a la que por
ra
determinadas razones he calificado de no-aristotélica, y la
nd
correspondiente técnica interpretativa épica, representen la
solución. En cualquier caso, hay algo que se intuye con
la
transformable.1
.c
1
Bertolt Brecht: La dialéctica en el teatro.
–4–
BRECHT continua recogiendo sus papeles, como si no hubiera oído
nada. Pero realmente espía, por el rabillo del ojo, los movimientos y
los gestos del hombre.
t
cabeza.
ca
... no contrario a la ortodoxia.
a.
Mujer.- ¿Indiferente?
Hombre.- (Resolutivo) No contrario.
m
ra
Brecht.- (Al público. Recita) La cuerda cortada puede volver a unirse
nd
2
La cuerda cortada, poema de Brecht.
–5–
Llegamos por barco a Finlandia el diecisiete de abril de
1940. Tras nosotros quedaban los meses pasados en
Dinamarca y en Suecia. Mis amigos de aquellos países no lo
entendían: “¿Por qué te vas? ¿De qué tienes miedo? A Hitler
no le interesan sus hermanos arios del norte. Nosotros somos
neutrales…”
Quizá por eso mismo: porque me preocupen los tractados de
no agresión que firma Hitler. Recuerdo cómo jugó a tres
barajas cuando la guerra de España…
Mujer.- (Con menosprecio, le interrumpe) ¡La guerra de España! En
t
Madrid se quedaron esperándote. Y en Valencia. Tenías que
ca
haber ido con motivo del Congreso de Intelectuales en
a.
defensa de la cultura… Pero no hiciste el viaje: te dan miedo
las bombas.
Hombre.-
m
(Irónioc) La prudencia es una virtud de los buenos
ra
comunistas… Aunque el señor Brecht no haya tenido nunca
nd
carnet.
la
retrasarlo.
.c
Mujer.- ¿Seguro?
w
t
además de este pequeño despacho la casa tenía también una
ca
especie de recibidor con puerta acristalada y una cocina
a.
estrecha y muy larga. Helene Weigel acondicionó el
recibidor como habitación de los niños. A todo lo largo de la
m
cocina puso una cuerda y colgó de ella una cortina, de forma
ra
que de una habitación hizo dos. Una parte la destinó a cocina
nd
y lavadero, y la otra a dormitorio para ella.”3
Hombre.- (Divertido) Una casa muy cómoda… para usted.
la
3
Recuerdos de Ruth Berlau, pp. 99-100.
–7–
La MUJER asume ahora la personalidad de HELLA WUOLIJOKI y
avanza hacia donde está BRECHT. Se sienta en la otra silla.
t
bien... Quizá desde el punto de vista narrativo...
ca
Mujer/Hella.- Yo le hablaba de una obra de teatro. Un rico hacendado sin
a.
escrúpulos qu, cuando se emborracha, se convierte en una
m
excelente persona, amigo de sus criados, benefactor de todo
ra
el mundo, y que hace de su chófer su confidente… Pero que
cuando se le pasan los efectos del alcohol…
nd
parece?
.c
–8–
No, mujer, es una broma. Te ha gustado la historia, ¿a que
sí?
t
insiste.
ca
Pero habla, mujer...
a.
Mirjami.- No me gusta como acaba.
m
ra
BRECHT la mira, boquiabierto. No está acostumbrado a recibir
críticas. La MUJER/HELLA, en segundo término, sigue el diálogo con
nd
mucho interés.
la
Silencio incómodo.
–9–
L’HOME avança ara cap a BRECHT i trau una carta de la
butxaca. La projecció finalitza.
t
resopla) No sé… Demasiado frío… Demasiado cerebral. Y
ca
el teatro no es eso… (Con un suspiro) Un hombre muy
a.
peculiar, pero un gran escritor. Lástima que las
m
circunstancias le hayan obligado a irse de Finlandia…
ra
BRECHT y el HOMBRE van hacia un lateral, se separan de la
nd
MUJER, que abandona su seu papel de HELLA Wuolijoki.
la
territorio seguro.
.c
– 10 –
como immigrante. (Pausa) Y, claro, no podemos dejarla
aquí… Se encuentra enferma…
Hombre.- En su estado, un viaje en barco desde Suecia a los Estados
Unidos no es nada recomendable.
Mujer.- Pero Bert tiene razón. Grete tiene que irse: en Finlandia los
nazis crecen como hongos. Y los peores no son los que
vienen de Alemania; los peores son los que tenemos en casa.
Brecht.- (Enérgico, al HOMBRE y a la MUJER) Ese es un buen
problema. Tenéis que resolverlo cuanto antes.
t
BRECHT se separa del HOMBRE y la MUJER, va al lateral
ca
contrario.
a.
Mujer.- (Al público) Finalmente conseguimos para Grete un visado
m
de turista… Después, ya veríamos.
ra
Brecht.- (Al público) Elegimos el corredor de Pecenga para tratar de
nd
salir de Finlandia. Pensamos que así ahorraríamos tiempo y
dinero, que no nos sobran. Partimos el día 13 de julio.
la
fiael...
w
w
– 11 –
Mirjami.- (Al público) Pero no pudimos llegar a Pecenga. Los nazis
controlaban la región. Nos encontrábamos prácticamente en
el círculo polar y aunque estábamos a mediados de julio el
frío era grande y el camino muy difícil: zonas medio
inundadas, desniveles abruptos…
Brecht.- (Al público) Por eso dimos la vuelta en dirección contraria
hacia el sur. Y dos días después atravesamos la frontera con
la Unión Soviética. Ja estábamos fuera de peligro.
t
ca
Mujer.- Fueron dos días de viaje, ¿no es eso?
a.
Brecht.- (Molesto) Aproximadamente, sí.
m
Hombre.- (Interesado) Serían momentos muy difíciles para la familia
ra
Brecht... (Sonríe, malicioso) Y los... (Corrigiéndose) quiero
nd
decir, las... acompañantes.
Brecht.- (Molesto) Sí, más o menos…
la
incidente?
.c
– 12 –
mí… Hace doce años que nos vimos y desde aquel catorce
de julio del cuarenta y uno no hemos vuelto a mantener
ningún contacto. Soy Mirjami, la mujer del guardabosques
Jöns Snellman…
Bien, la mujer ya no. Su viuda.
¿Me recuerda? En aquella época vivíamos cerca de la
frontera con Noruega i la Unión Soviética. Y usted y su
grupo trataban de llegarar a Pecenga.
Se habían perdido cerca del lago de Soulisjärvi. Usted
buscaba a alguien que los pudiera guiar…
t
ca
Hombre.- (A media voz) Qué remedio… Era el único hombre del
grupo. Tenía que dar ejemplo…
a.
Mirjami.- Cuando se despidió me dijo que podía pedirle lo que
m
quisiera. ra
Por eso le escribo ahora… Estoy sola, con mi pequeño
nd
Alvar. Y había pensado emigrar a la República
Democrática… Sempre he sido una buena y leal militante
la
comunista.
a
at
autoridades.
w
– 13 –
BRECHT va hacia el atril de su lado, toma de él un papel.
t
cierto, no sabe cuánto lamento que nos haya dejado– nos
ca
ayudaron a reencontrar el camino a la Unión Soviética, y que
a.
sin usted yo posiblemente hubiese muerto a la orilla de aquel
llago: de hecho usted misma me dijo que, cuando me
m
encontró, sin conocimiento, parecía talmente un cadáver. Y
ra
que, estoy seguro, habríamos caido en manos de los nazis sin
nd
su inestimable ayuda.
Déle muchos besos a su hijo… (Pausa. Con cierta
la
– 14 –
muchas ganas de conocer al gran escritor de quien tanto ha
oído habrar a su madre.
Siempre a tu disposición. Hasta muy pronto…
t
entrega el sobre.
ca
a.
Mujer.- (Lo toma y lee) Destinatario desconocido…
m
Va a donde está MIRJAMI y le da el sobre; MIRJAMI se queda muy
ra
afectada al ver lo que hay escrito en él.
nd
La MUJER coge algún elemento de atrezzo para caracterizarse
como LOTTE Lenya, mientras dice, admirada, al HOMBRE, que se ha
la
puesto a su lado:
a
at
Hombre.- (Lo dice con mucho cuidado) Es que a la larga uno acaba
w
viéndolo venir…
– 15 –
Lotte, yo me acuerdo muy bien de todo lo que te hizo. Y no
fue poco. Pues claro que quiere volver a colaborar contigo.
Es lo mejor que podría sucederle, colaborar contigo ahora
que Kurt Weill es un nombre prestigioso y respetado en
Broadway. Pero estoy tan convencida de que a los pocos
días estarías tan disgustado con él que podría describirte
ahora mismo lo que iba a pasar.4
Brecht.- (Enfadado, avanza hacia su atril. Lee)
Santa Mónica, veinte de mayo de 1943.
Querido Kurt:
t
ca
No entiendo cómo, después de todo lo que hemos trabajado
juntos, me respondes que te es imposible hacerlo ¡justo
a.
ahora cuando necessito im-pe-rio-sa-men-te ganarme la vida
m
en los Estados Unidos! ¡Yo, que tanto dinero he hecho que
ra
te embolsaras gracias a mis canciones…! Y eso que dices de
que el mundo de Broadway es muy diferente al del Berlín de
nd
Sonríe, pensativo.
Suspira.
4
Donald Spoto: Lotte Lenya, p. 157.
– 16 –
¡Éramos idealistas, hacía tan poco que habíamos comenzado
a vivir! A nuestro alrededor Alemania se encontraba en
ebullición...
Mujer/Lotte.- (Canta)
Meine Herren, heute sehen Sie mich Gläse abwaschen
Und ich mache das Bett für jeden.
Und Sie geben mir einen Penny, und ich bedanke mich
t
[schnell
ca
Und Sie sehen meine Lumpen und dies lumpige Hotel
a.
Und Sie wissen nicht, nit wem Sie reden.
m
Und Sie wissen nicht, nit wem Sie reden.5
ra
El HOMBRE, mientras tanto, va poniéndose los elementos de
nd
atrezzo que lo caracterizarán como Kurt WEILL. Va hacia el atril.
la
Brecht.- ... ¡cuánto añoro aquellos años en los que creíamos que tod
a
Lenya...
w
5
“Señores míos, ahora me veis fregar la vajilla / y hacer las camas para los huéspedes, / y
no dais una propina y yo os doy las gracias / y veis mis harapos en el hostal harapiento, / y
no sabéis, señores míos, con quien habláis...” Adaptado de L’òpera de tres rals, traducción
de Feliu Formosa.
– 17 –
de Kurt Weill. Cuando comienza la lectura de la carta siguiente, la
imagen de Weill se desvanece también.
Home/Weill.- (Lee)
Brook House (New City), New York, seis de noviembre de
1943.
Querido Bert:
Si pretendías herirme con tus comentarios, ciertamente lo
has conseguido. “Tus canciones”, dices. ¿Y mi música?
¿También la compusiste tú? Y, por lo que respecta al dinero,
t
tanto dinero me has hecho ganar tú a mí como yo a ti...
ca
Estamos, por lo tanto, en paz.
a.
m
La MUJER/LOTTE se vuelve hacia el atril ante el que está el
HOMBRE/WEILL, habla alternativamente a éste y al público.
ra
nd
Mujer/Lotte.- No, no lo estáis. El contrato que firmasteis poco antes del
estreno La ópera de perra gorda, la obra más conocida de
la
6
Donald Spoto: Lotte Lenya, p. 89.
– 18 –
Los guiones de cine, lo mismo que los musicales, tienen su
lógica. Una lógica empresarial, si prefieres, pero déjame que
te diga, amigo mía, que sin esta lógica ni tu admirado
Chaplin habría llegado donde ha llegado, ni decenas de
millones de espectadores de todo el mundo se
entusiasmarían ante un cine y una música que tú en el fondo
desprecias porque, como tantos europeos, te resistes a
aceptar que en el Nuevo Continente hay teatro, música y
cine de tanta calidad como la que podemos encontrar en
nuestra casa. Si no más.
t
Enfadado, va hacia donde está el piano y se sienta ante él. Levanta
ca
la tapa y, aún enfadado, prueba cómo suena.
a.
BRECHT que ha estado haciendo como que leía para sí mismo la
m
carta de Weill la rasga con rabia y se retira al fondo de la escena, al
ra
lado de donde se encuentra MIRJAMI. Toma asiento.
nd
Mujer/Lotte.- (Se acerca al HOMBRE/WEILL, lo abraza y lo besa,
admirada) Querido, cuando quieres hacer daño, sabe cómo
la
hacerlo…
a
at
(Canta)
w
7
“Señores míos, seguro que no reiréis más, / porque las paredes se vendrán abajo: / la
ciudad quedará tan plana como la palma de la mano, / sólo quedará en pie un hostal
destartalado, / y diréis: ¿es que vive ahí alguien especial?...” Adaptado de L’òpera de tres
rals, traducción de Feliu Formosa.
– 19 –
Sin solución de continuidad, la canción se transforma: sobre la voz
de la MUJER/LOTTE se escucha la del HOMBRE/WEILL que canta,
acompañándose al piano, el inicio de “September song”.
Hombre/Weill.- (Cantando)
When I was a young man courting the girls
I played me a waiting game.
If a maid refused me with tossing curls
I’d let the old earth take a couple of twirls
And I’d ply her with tears instead of pearls
And as time came around, she came my way
t
ca
As time came around, she came
a.
But it’s a long, long while from May to December
And the days grow short whwn you reach September.
m
The autumn weather turns the leaves to flame
ra
And I haven’t got the time for the waiting game.8
nd
Mirjami.- (Leyendo).
Supru, seis de noviembre de 1953.
8
“Cuando yo era joven y galanteaba a las muchachitas / acostumbraba a entretenerme con
el juego de la espera. / Si una chica me rechazaba sacudiendo sus rizos / yo esperaba a que
este viejo mundo girase un par de veces / para después importunarla con lágrimas en lugar
de perlas. / Y, llegado este momento, ella se me acercaba / llegado el tiempo, ella se me
acercaba. / Pero hay mucho, demasiado tiempo entre mayo y diciembre / y los días se
acortan cuando llega septiembre. / El otoño convierte las hojas en llamas / y yo ya no tengo
tiempo para el juego de la espera.” September song. Letra de Maxwell Anderson, música de
Kurt Weill.
– 20 –
Distinguido y admirado señor Brecht:
No entiendo qué ha podido pasar, ni siquiera sé si esta carta
llegarà a sus manos.
Aun así, le escribo porque necesito convencerme de que
todo es fruto de una confusión.
Porque si no… Porque si realmente usted la hubiese
rechazado… no podría soportarlo.
Me costó mucho superarlo cuando el cartero me devolvió mi
anterior carta. No había ningún error: la dirección era la
misma que figuraba en el sobre de la última suya. ¿Cómo es
t
ca
posible, pues, que pusiera “destinatario desconocido”?
a.
Comienza a escucharse un murmullo lejano, que va creciendo, com
m
si se acercara un gran genío. BRECHT lo oye, levanta la cabeza,
ra
patece ponerse en guardia.
nd
Como tenía unos ahorros, me acerqué a Rovaniemi. En la
Biblioteca reciben prensa alemana y no encontré ninguna
la
camaradas...
at
– 21 –
Brecht.- (Solemne) Quiero expresar en este momento mi solidaridad
al Partido Socialista Unificado de la República Democrática
Alemana.
t
ca
Hombre.- (A MIRJAMI, disculpándose) Perdone. Continúe.
a.
Mirjami.- (Después de una pausa, continúa leyendo. Con miedo)
m
Entonces, señor Brecht, ¿por qué no me responde?
ra
No quisiera pensar que se ha sentido molesto porque en mi
nd
anterior carta me atreví tutearlo. Ahora comprendo que fue
una ligereza imperdonable y le pido disculpas.
la
Mujer.- (Canta)
Esclavo, ¿quién te dará la libertad?
– 22 –
Los que están en la sima más honda,
ellos te verán, compañero,
te oirán gritar.
Son los esclavos quienes te liberarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Un hombre solo no puede salvarse.
O fusiles o cadenas
O todos o ninguno. O todo o nada.9
La canción pasa a segundo término.
t
ca
Mi hijo ha aprendido alemán con sus poemas.
a.
Igual que yo.
m
A mi marido era algo que no le hacía ninguna gracia. Me
ra
decía que lo que tenía que hacer era aprender rus, que esa sí
que es la lengua del futuro.
nd
ante un libro?”
w
9
O todos o ninguno, poema de Brecht.
– 23 –
“En cambio, a los escritores… se les va toda la fuerza por la
boca.”
Y él, él, te hizo callar.
¿Te acuerdas? Aquellas palabras que apenas entendías
hablaban también de la miseria, de tu padre y de tu abuelo,
que murieron sin tener nada que fuera suyo, nada fuera del
hambre y los sufrimientos.
Llorabas. A pesar de tus esfuerzos, lloraste.
Saliste corriendo de la cabaña, avergonzado.
t
No habías llorado ni cuando murió tu madre. Y aquel
ca
hombre que despreciabas te había hecho llorar con unas
a.
palabras pronunciadas en una lengua extraña.
m
No volviste hasta bien entrada la noche. De tanta vergüenza
com pasaste.
ra
Habías dejado al guía en el refugio donde te esperaba él, con
nd
dejar de mirarla.
w
w
– 24 –
BRECHT, todavía impresionado, toma un libro que hay sobre el
atril, busca una página.
t
Vosotros, que un día surgiréis de la confusión
ca
en la que todos nosotros nos hemos hundido,
a.
cuando hebléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
m
de los que habéis conseguido escapar.
ra
Recita mientras pasea por delante de los atriles. Los demás
nd
visiblemente emotiva.
at
[zapatos
w
– 25 –
con indulgencia.10
t
ca
Cara de perplejidad del HOMBRE/BENNO.
a.
¿Pero por qué os empeñáis todos en hacer que mi teatro
m
sea… no, no, mejor dicho: que “parezca” terriblemente
aburrido? (Con un suspiro) ¡Y tengo que oír esto del que
ra
consideraba uno de mis mejores colaboradores! (Mueve la
nd
cabeza. Como para él) Sólo Egon Monk me entendía…
Lástima que haya decidido irse a la otra Alemania. Tenía
la
10
A los hombres futuros, poema de Bertolt Brecht, párrafo tercero.
– 26 –
Hombre/Benno.- No, de Graham Greene. O de Orson Welles… no lo sé
exactamente.
Brecht.- (Decepcionado) Ja me parecía a mí… (Retoma el hilo)
Volviendo a lo que te decía antes: ¿cómo puede ser La
buena persona de Sezuan una obra aburrida? Es una historia
llena de emoción… Las emociones son como los vinos:
algunos provocan dolor de cabeza, otros enturbian la
mente… Pero las buenas, las emociones “gran reserva”, por
decirlo de alguna manera, esas te permiten entender mejor lo
que está pasando a nuestro alrededor, lo que nos está
pasando a nosotros mismos… Te tonifican como una buena
t
ca
sauna… (Concluyente) ¡No matemos las emociones; si acaso
depurémoslas!
a.
Hombre/Benno.- Ahora lo entiendo… Hacías teatro.
Brecht.- ¿Qué?
m
ra
Hombre/Benno.- (Guiñándole un ojo) A mí no me engañas: a ti siempre te ha
nd
Comencemos, pues.
(Dictando) Berlín, veintidós de noviembre de 1953.
Querida Mirjami:
No sé qué ha podido pasar con su anterior carta. Ignoro qué
tipo de ataque de locura transitoria sufrió mi secretaria...
– 27 –
... para devolver su carta. Quizá interpretó de forma abusiva
mis órdenes de no pasarme ninguna carta de carácter
profesional mientras me encuentro en los trabajos
preparatorios del montaje de El círculo de tiza…
Usted no puede figurarse qué inoportunos llegan a ser todos
esos directores jóvenes… ¡Y los actores! Me llegan a
decenas con mi Pequeño Organon bajo el brazo, esperando
que interprete cada una de las palabras que escribí… hace ya
cuatro años!
¿Y qué decir de todos aquellos que me vienen aún con el
t
cuadro de las diferencias entre el teatro aristotélico y el
ca
teatro épico? ¿Que sabía yo, hace casi un cuarto de siglo, del
a.
auténtico teatro épico?
m
Cuatro años, un cuarto de siglo… Da lo mismo…
Demasiado tiempo en la vida de un hombre… Todos
ra
cambiamos, la vida nos hace cambiar… Y si no, mal
nd
vamos…
la
11
Bertolt Brecht: El reencuentro. De las Historias del señor Keuner. Incluídas en el libro
Historias de calendario.
– 28 –
Querida Mirjami, perdone que la moleste con mis problemas
profesionales, pero ya se habrá dado cuenta de que casi no
me dejan vivir. ¡Hay tanto que hacer! Reconstruir el teatro,
que en mi patria los nazis habían llevado a unos extremos de
abyección inimaginable. Y construir, al mismo tiempo, el
teatro que necesita nostra era, en una sociedad en proceso de
transformación hacia el socialismo…
¡Y hacer, todo eso, con unos recursos claramente escasos, y
que siempre nos son regateados!
t
chaqueta oscura con corbata, estilo apparatchik años cincuenta.
ca
a.
Hombre/Burócrata.- (Hace un gesto de impotencia) No es usted el único, señor
m
Brecht… Tenemos que satisfacer muchas demandas, cubrir
muchos frentes de la lucha cultural. Nuestros recursos son
ra
limitados, lo sabe… (Pausa. Con intención) Quizá si usted
nd
hubiese solicitado su ingreso en el Partido… O si no hubiera
optado por la nacionalidad austríaca y hubiera aceptado la de
la
– 29 –
El tono, que hasta ahora había sido estrictamente profesional,
adopta un aire de confesión íntima. Mientras BRECHT continua
hablando, la MUJER cierra la libreta, se levanta y, arrastrando su
silla, va hacia el foro, donde ha permanecido MIRJAMI todo el
tiempo. Saca una carta del bolsillo. Se la da. MIRJAMI rasga el sobre
con excitación y comienza a leer la carta en voz baja, para ella.
t
jornada sabemos que tendremos queso en el plato y cerveza
ca
en la jarra…
a.
Le pido, pues, disculpas por no haber podido leer su carta
m
hasya ayer. ra
Y le pido también, te pido, mejor dicho, que me tutees.
nd
nada que hacer, y va hacia donde está el piano, se sienta ante él.
.c
w
– 30 –
una plataforma móvil, entra en escena una cama pequeña y sencilla.
Por los laterales de la escena, se ve caer la nieve.
t
ca
de encontrarnos de nuevo, este ejemplar del Señor Puntila,
que tanto éxito tuvo con motivo de su estreno en Suiza. Me
a.
gustaría que su lectura te hiciera revivir aquella discusión
m
que tuvimos acerca de la obra.
ra
Durante su parlamento, BRECHT va también a la cama, se quita la
nd
ropa y se acuesta.
la
MUJER cantan, a dos voces, el estribillo del song “En el lecho en que
estamos estaremos”:
.c
w
12
“Porque, según como haces la cama, así te acuestas / no habrá nadie que te venga a
arropar / y si hay alguien que deba ganar, seré yo / y si hay alguien que deba ser pisoteado,
– 31 –
BRECHT y MIRJAMI se incorporan, quedan sentados en la cama.
BRECHT enciende un puro.
t
El caso es que vuelve a ser bueno. (Ríe) Incluso aconseja a
ca
los hijos de Surkkala el Rojo, un trabajador de su hacienda al
a.
que quiere despedir: (Actuando) “¡Hurtad, robad, haceos
comunistas, pero no seáis nunca más unos enanos mentales!”
Mirjami.-
m
(Tratando de entender) Y, eso, ¿por qué?
ra
Brecht.- Porque, cuando Puntila está borracho, se transforma en un
nd
radical anti-Puntila.
la
como a un igual.
w
serás tú.” Wie man sich bettet, de la ópera Ascenso y decadencia de la ciudad de
Mahagonny, libreto de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill.
– 32 –
Mirjami.- Ja le dije que yo no leo mucho. Tenemos mucho trabajo,
Jöns y yo. (Después de una pausa. A pesar de todo,
interesada) ¿Cómo ha dicho que se llamaba?
Brecht.- No lo he dicho. Hella Wuolijoki.
t
Demasiado cerebral. Y el teatro no es eso…
ca
Hombre.- He consultado con un compañero de la asociación de
a.
escritores finlandeses, y me ha recomendado que le plantees
m
en serio la cuestión de los derechos. Y piensa también que
ra
Brecht ha sido increiblemente mezquino en el
reconocimiento de la autoría.
nd
coautora.
w
suelo.
t
primer término, ahora convertidos en MATTI y LAINA.
ca
... Matti sale de casa con una maleta. Laina, la cocinera, lo
a.
sigue con un paquete de comida.
m
Mujer/Laina.- Tenga, llévese estas provisiones. No comprendo por qué se
ra
va. Espere por lo menos a que se levante el señor Puntila.
nd
Hombre/Matti.- Prefiero no arriesgarme a que se despierte. Ayer por la noche
cogió una pítima tan grande, que hoy, de madrugada, me ha
la
llama a la pasma.
.c
buena.
w
– 34 –
La hora de marchar es muy tranquila,
que tengas mucha suerte, herr Puntila.
No eres el tipo peor que he conocido,
pareces casi humano... si has bebido.
Pero nuestra amistad no es muy estable:
cuando despierto estás no eres amable.
Y es bien sabido, y no hay que lamentar,
que aceite y agua no se pueden mezclar.
De qué sirve añorar hechos pasados
si ahora te dan la espalda tus criados.
Sólo tendrá buen amo quien porfía
t
y se atreve a gritar: “¡La tierra es mía!”13
ca
a.
El HOMBRE y la MUJER quedan unos segundos inmóviles.
m
Después, abandonan sus personajes y van de nuevo al foro.
La proyección cambia, vuelve a representar el interior de la cabaña
ra
finlandesa.
nd
Brecht.- Sí.
a
at
13
Bertolt Brecht: El señor Puntila y su criado Matti, escena 14.
– 35 –
¿Qué pasa? Quizá no has comprendido el problema...
Mirjami.- No, sí que lo he comprendido. Pero pienso que...
Brecht.- Habla, sin miedo. (Pausa. Animándola) Di: tú ¿qué piensas?
Mirjami.- (Sorprendida) ¿Yo?
Brecht.- Claro. Imagínate que eres el criado y que yo soy Puntila…
t
ca
¿Te ha gustado la historia, a que sí?
a.
m
MIRJAMI baja la mirada, calla. BRECHT, sorprendido, pregunta.
ra
¿Se puede saber qué te pasa?
nd
Mirjami.- Quizá pensará usted de mí que soy una tonta...
Brecht.- ¿Por qué tenía que pensarlo?
a la
insiste.
.c
– 36 –
Se da cuenta de la cara poco amistosa de BRECHT y trata de
arreglarlo como puede.
t
ca
Brecht.- Pero nadie puede ser bueno en este mundo. Cuan los dioses
a.
bajaron a Sezuan, no encontraron allí a ninguna persona
buena... Excepto Shen Te, claro. (Le acaricia el rostro)
m
Quizá tú seas mi Shen Te...
ra
Mirjami.- ¿Quién es Shen Te?
nd
Brecht.- El personaje de una obra que tengo entre manos. (Sonríe, sin
la
[qué
.c
manera imprecisa.
w
t
señor Brecht?
ca
Brecht.- Porque mis textos teatrales no son momias, ni artículos de
a.
culto. No son seres muertos, sino vivos y bien vivos. Y
m
como son vivos, evolucionan.
ra
Hombre/Censor.- Ya. De repente, doce años después de escribir la obra,
llevada a escena mil veces, quiere usted cambiar el final. ¿Se
nd
t
ca
Encomiable. Sí, sinceramente, lo digo de veras. (Como
a.
buscando en la memoria) ¿Cuál sería la palabra? Humanista.
Evangélico, incluso. (Pausa) Pero la cuestión es: ¿dónde
m
queda todo aquello de la lucha de clases? ¿Qué se ha hecho
ra
de aquellos versos que entusiasmaban al Comité Central?
nd
(Recita, histriónico)
la
Hombre/Censor.- ¿Y?
Brecht.- Pues que no hace falta explicar a nuestros conciudadanos
coses que ya saben ni es necesario movilizarlos para una
lucha inexistente. Al contrario, en una sociedad sin clases, lo
que antes era reflexión sobre la lucha entre ellas, debería ser
sustituido ahora por una mayor atención a los conflictos de
las personas, sus sentimientos, sus contradicciones como
seres humanos: nadie es plenamente bueno ni plenamente
malo. Las personas pueden cambiar, las contradicciones
personales pueden también ser superadas.
– 39 –
Hombre/Censor.- (Esforzándose por parecer amable) Señor Brecht, sabe
cuánto admira el partido su trabajo, y reconoce todo lo que
ha hecho por el triunfo del socialismo, y no sólo en nuestro
país. Por eso mismo, permítame que le recuerde que su
teatro, sus libros, no son únicamente patrimonio de la
República Democrática Alemana, sino de toda la
humanidad. Y es bien sabido que una parte importante de la
humanidad vive aún en una sociedad en la que una clase, la
de los que poseen los medios de producción, explota a los
que no los poseen, y se apodera de las plusvalías que su
trabajo genera.
t
ca
Brecht.- Sí. Pero no comprendo...
a.
Hombre/Censor.- Su teatro, sus libros, son, y aún han de serlo más en el
futuro, una herramienta... No, mejor, un arma. Un arma de
m
lucha en los países capitalistas, donde deben servir para
ra
explicar a los miembros de las clases menos favorecidas la
nd
triste condición en que viven, y lo que han de hacer para
salir de ella. Y sabe usted muy bien que, para eso, sólo hay
la
un camino
a
Brecht.- Nada...
w
– 40 –
BRECHT no dice nada. Calla, agacha la cabeza. Va hacia su atril y
habla com si estuviera pronunciando una conferencia.
t
cuando la obra fue escrita; pero hace pocos días, nos informó
ca
la delegación de que ahora se está aplicando allí. También se
a.
ha construido la carretera que une el pueblo con el resto del
m
mundo, y que juega un papel en la obra. Y los ciudadanos
invitaron al Berliner Ensemble para que representara la obra
ra
en el Edificio Cultural acabado de edificar. Cuento todo esto
nd
porque me parece un ejemplo muy divertido de colaboración
entre teatro y pueblo. Entre paréntesis, pese a haber sido
la
15
Bertolt Brecht: La dialéctica en el teatro.
– 41 –
Mirjami.- (Cantando muy suave, sobre el oscuro)
Mi bien, una vez más la noche acaba
mira el sol tras las altas montañas
que ya quiere asomar
y refleja en el lago
dorada luz que llena de esperanza.
t
alcanzamos a distinguirla con claridad, otra plataforma, sobre la que
ca
hay una cocina, una mesa y un par de sillas.
a.
MIRJAMI, entre las sombras, continúa su canción.
m
Contigo o sin tu ayuda. Queriendo o no
ra
la noche ha de volver a nuestros bosques
nd
cuando el sol agonice.
Contigo o sin tu ayuda. Queriendo o no.16
a la
16
La música para esta canción de cuna ha de ser la misma que la que se emplee para el
poema “O todos o ninguno” (v. nota 9).
– 42 –
Cuando se encontraba dedicado a analizar los aspectos más
negros de su situación presente, casi sin darse cuenta, perdió
el equilibrio y su cuerpo resbaló, de forma imparable, hacia
el lago. La superficie de hielo no era demasiado gruesa, y el
peso del cuerpo la rompió en mil pedazos. En unos
segundos, Brecht se encontró sumergido en el agua, un agua
tan terriblemente helada que le hizo perder el conocimiento.
Afortunadamente, el cuerpo se enredó en las raíces de un
árbol que, aunque el escritor se había desmayado, ayudaron
a mantener su cabeza fuera del agua.
La hipotermia provocó en Brecht un estado de extraña
t
ca
beatitud. En algún lugar de su cerebro tomó forma una idea
rudimentaria: se estaba muriendo, era consciente de ello,
a.
pero no sentía ninguna inquietud, no tenía miedo,
m
únicamente estaba molesto porque no había podido acabar la
ra
redacció definitiva de La buena persona de Sezuan. Y
tampoco sintió ningún disgusto por el hecho de encontrarse
nd
t
ca
Brecht.- (Después de beber un largo trago) Soy alemán, sí; pero los
nazis no son de los míos.
a.
Mirjami.- Ah… Yo creía que… (Pausa) Me alegro: no me caen
m
demasiado simpáticos los nazis.
ra
Brecht.- ¿Por alguna razón en particular?
nd
t
ca
Brecht.- ¿E ibas al teatro a Helsingfors, o en Lübeck?
a.
Mirjami.- A veces. A mí me gustan mucho las obras divertidas, con
m
música y todo eso… Que me hagan pasar el rato… (Se le ha
despertado la curiosidad) ¿Escribe usted obras de estas?
ra
Brecht.- Más o menos… Quizá te suene mi nombre: Bertolt Brecht.
nd
“Mackie…”) Es de la obra.
at
Mirjami.- ¡Claro que sí! (Tararea la misma melodía) Pero creía que el
.c
t
ca
de su mano. Y tiene amigos en todas partes.
a.
Brecht.- ¿Y cuando volverá tu Jöns? (Mira por la ventana y calcula)
A ver: salí cuando rompía el alba y ahora deben ser las
m
primeras horas de la tarde… Si me doy prisa puedo volver al
ra
refugio antes de que se haga de noche.
nd
Mirjami.- Es que ya es de noche… (Didáctica) En estas latitudes, y
durante el verano, el sol casi no se pone…
la
alguna desgracia!
.c
rápidamente.
w
t
eres una chica muy guapa?
ca
a.
BRECHT insinúa un movimiento afectuoso de aproximación hacia
m
MIRJAMI. El HOMBRE, que ha adoptado ahora la personalidad de
Jöns SNELLMAN, el marido de MIRJAMI, mima la acción de abrir la
ra
puerta de la cabaña. Al verlo entrar, BRECHT se queda parado en
nd
una posición algo forzada.
la
ropa.
w
MIRJAMI vuelve del foro. Lleva en la mano unas ropas, que le pasa
t
a BRECHT.
ca
a.
Mirjami.- Pensaba refugiarse en la Unión Soviética. ¿No es eso, señor
m
Brecht?
ra
BRECHT maniobra con dificultades tras la manta para vestirse.
nd
Brecht.- En efecto.
la
– 48 –
cantar amores desgraciados. Allí todos son obreros, o
soldados.
Brecht.- (Involuntariamente interesado y como aceptando el reto) Yo
no soy de esos.
Hombre/Snellman.- ¿Ah, no? ¿Y qué sabes hacer? ¿Sabes también trabajar con
tus manos…? ¿Eres herrero? ¿Carpintero? ¿Sastre?
¿Carnicero? (Triunfal, sarcástico) ¿O quizá eres ebanista?
¿Eh, di?
Mirjami.- Miu Jöns no solo es guardabosques: le gusta trabajar la
madera. Todos los muebles de la casa los ha hecho él.
t
(Orgullosa) Él los proyectó, los dibujó, taló los árboles,
ca
cepilló la madera… Y también los encoló…
a.
Brecht.- (Se acerca disimuladamente a uno de los muebles) ¿De
m
veras? ra
Lo sacude con alguna violencia. Desencantado, al ver que no se
nd
rompe.
la
– 49 –
Brecht.- No es sólo eso: les hablo de la necesaria solidaridad entre
todos los oprimidos; les explico que este estado de cosas no
es eterno… Que lo podemos cambiar…
Hombre/Snellman.- Eso ya lo hacen los agitadores comunistas… No hace falta
adornar esas explicaciones con historietas…
Mirjami.- Sus historias también sirven para distraerenos, Jöns.
Acuérdate de la obra que vimos. Cómo te reías…
Hombre/Snellman.- (A BRECHT, interesado ahora) ¿Quizá tú eres uno de esos
que hacen reír? ¿Un… payaso…?
Brecht.- A mí me gusta que la gente ría con mis obras… Es cierto.
t
ca
Hombre/Snellman.- No tienes cara de ser muy divertido, tú.
a.
Brecht.- Eso depende…
m
BRECHT canta ahora un fragmento de la Moritat de Mackie
ra
Messer, en el estilo vocal que le ha hecho famoso, pero con una
nd
interpretación más propia de un actor de variedades.
la
(Canta)
a
17
“Si el tiburón quiere devorarte / le verás todos los dientes, / pero si es Mac quien te ataca,
/ el cuchillo no verás. / Al tiburón se le tiñen / las aletas de rojo. / En los guantes que Mac
se pone / no se ve ni una mancha.” La ópera de perra gorda, traducción de Feliu Formosa.
– 50 –
Hombre/Snellman.- Bien, sí… Si actúas así en las ferias, no te morirás de
hambre. Eres un buen payaso, no hay duda.
Brecht.- No soy sólo un payaso. Ya te lo he dicho: también puedo
hacer pensar con mis obras.
Mirjami- (Explicándole a su marido) Cuando en Lübeck fui a ver La
ópera de perra gorra –es una obra suya, de allí es lo que ha
cantado– a mí me pasó eso, Jöns: que no me podía quitar la
música de la cabeza...
t
... ni tampoco la historia de Mackie y de Jenny, sobre todo la
ca
de Jenny, pobre chica...
a.
Hombre/Snellman.- (Molesto) No me interesa lo que hacías o dejabas de hacer
m
cuando yo aún no te conocía. Creía que eso ya lo habíamos
ra
dejado claro. (A BRECHT) A las mujeres es posible que la
gente com tú les impresione: todas son como Mirjami, con la
nd
Brecht.- Yo escribo para todos los seres humanos… Pero sobre todo
at
para los que son como vosotros… Porque sus vidas están
.c
respuesta…
t
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
ca
¿Sobre quién triunfaron los Césares? En la tan cantada
a.
[Bizancio,
¿todos sus habitantes vivían en palacios? Incluso en la
m
ra [fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la trabaga, los habitantes clamaban
nd
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
la
¿Él solo?
a
at
– 52 –
Una pregunta para cada historia.18
t
ca
Brecht.- Está también mi familia y unas colaboradoras; me esperan
en el bosque. En el refugio que hay cerca del lago.
a.
Hombre/Snellman.- Conozco a un guía. Un buen hombre… Os llevará por una
m
senda escondida hasta la carretera que va hacia el sur. Una
ra
vez allí, estaréis fuera de peligro.
nd
Brecht.- ¿Es de confianza?
la
Se vuelve a MIRJAMI.
w
18
Del libro Historias de calendario.
– 53 –
El HOMBRE/SNELLMAN le da un beso a MIRJAMI que,
afectuosamente, le enjuga el ojo humedecido.
Habla de nuevo a BRECHT, però ahora con una voz por vez
primera sin agresividad.
t
de salir de la casa. Después, se retira al foro. La MUJER permanece
ca
en su lateral, desde donde seguirá la acción con interés.
a.
MIRJAMI y BRECHT se quedan solos. Se miran. BRECHT
m
comienza a tararear de nuevo, muy bajito, como para él, el tema de
ra
Mackie. Se acerca a MIRJAMI.
nd
horas…
w
t
ca
Hombre.- Después, hablaron mucho rato. Él le explicó historias que
había escrito, y otras que estaba escribiendo, y ella lo
a.
escuchó con mucha atención, e inclusó se atrevió s discrepar
m
con él. Aquella fue una mañana especial, pero, como todas
ra
las cosas buenas, no duró demasiado. Un par de horas
después de haberse metido en la cama, Bertolt Brecht se
nd
nunca más.
.c
19
“Porque, según como haces la cama, te acuestas / no habrá nadie que te venga a arropar /
y si hay alguien que deba ganar, seré yo / y si hay alguien que deba ser pisoteado, serás tú.”
Wie man sich bettet, de la ópera Ascenso y decadencia de la ciudad de Mahagonny, libreto
de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill.
– 55 –
Oscuro.
Pausa.
t
Brecht.- (Leei de forma dubitativa) El amor es producción. Me-Ti
ca
decía… Decía que… No… Ésta no es...
a.
Arruga una hoja y la tira al suelo.
m
Quizá ésta… (Lee) Lai Tu tenía una pobre opinión de sí
ra
misma porque no había producido ninguna obra
nd
importante… Que hubiera inspirado poemas y que por su
influencia la buena gente se hubiese comportado mejor que
la
O quiza sí. (Llee una tercera hoja, ahora con decisión) Los
hombres no somos perfectos. Pero no debemos perder el
tiempo tratando de superar nuestra debilidad, porque
debemos dedicar todas nuestras energías a luchar por un
mundo mejor. Y debemos hacerlo partiendo, precisamente,
de nuestras propias flaquezas.
20
Bertolt Brecht: Me-Ti. El libro de las mutaciones.
– 56 –
No tiene ningún sentido que tratemos de cambiar nuestro
carácter o que nos sometamos a terribles penitencias como si
nos odiáramos. El socialismo no es ninguna nueva religión
que reclame ascetismos o sacrificios personales llenos de
hipocresía… (Deja de leer) Mirjami… (Con añoranza)
Quién sabe. La memoria humana es tan extranya. Quizá, sin
que yo me haya dado cuenta, hayas sido tú quien realmente
ha estado detrás de mis obras de todos estos años. Tú, y ese
hijo que desconocía…
t
ca
Mujer.- Otra carta.
a.
Hombre.- (Sonriendo, con malevolencia) De Finlandia...
m
Brecht.- (Con la carta en la mano, esperanzado) Finlandia... La
ra
respuesta, por fin.
nd
BRECHT desgarra el sobre y comienza a leer en voz baja.
la
salga de escena.
.c
El HOMBRE avanza hacia el atril del otro lado, coge un papel que
w
hay sobre el atril y lee en voz alta. A medida que lee, parece como si el
w
t
Tanto el señor Snellman, como quien suscribe, en mi
ca
condición de director médico del asilo, queremos
a.
agradecerle muy sinceramente la comprensión que ha
mostrado hacia la infortunada señora Snellman, a pesar de
m
sus múltiples y muy importantes ocupaciones. Sus cartas
ra
significaron para nuestra paciente un rayo de luz en medio
nd
de la oscuridad en que vivía y gracias a ellas habíaa
experimentado una sensible mejoría durante estos últimos
la
– 58 –
Le dije qué canciones iba a a interpretar para la Columbia en
Hamburgo. Por aquellos tiempos, él sólo hablaba de teatro
épico y de alienación. Pero yo decidí enviarlo al diablo y
cantar las canciones como siempre había hecho. Brecht se
sentó y se puso a escuchar, y yo me paraba y le decía: ¿te
parece que no es bastante épico? ¿Quizá no te gusta? Él, con
mucha gentileza, se me acercó y me acarició el rostro y
respondió: Querida Lenya, para mí todo lo que tú haces
siempre es bastante épico.
Y, entones, sin más explicaciones, aquel hombre al que yo
conocía tantos años, y del que tan próxima y a la vez tan
t
ca
lejana me había sentido, aquel hombre cínico, que huía de
las emociones como de la peste, aquel hombre que antes se
a.
dejaría matar que exteriorizar sus sentimientos, rompió a
m
llorar.21 ra
Hombre.- No podemos construir nuestra vida sobre dogmas.
nd
Aceptar nuestras contradicciones es la mejor manera que
tenemos, quizá la única, de comprender a los demás y
la
21
Adaptado de Donald Spoto: Lotte Lenya, p. 209.
– 59 –
Sobre el telón del foro se proyecta una fotografía de Bertolt Brecht,
mientras comienza a escucharse el Moritat de Mackie Messer de “La
ópera de perra gorda”, cantado por el propio autor.22
València y La Canyada
octubre-noviembre 2003
t
ca
a.
m
ra
nd
a la
at
.c
w
w
w
22
The collector’s Three Penny Opera Weill-Brecht. Producción de 1990 de Julian Rice.
Mastersound Profile Series, núm, DFCDi-110.
– 60 –