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Zimmerman
Desde los comienzos de la escuela pública en los Estados Unidos. Los educadores han
luchado con la presencia de diferencias individuales sustanciales entre estilos de
aprendizaje y capacidad de los estudiantes. Algunos estudiantes adquieren conceptos
importantes rápidamente y se observan altamente motivados por el estudio, mientras que
otros luchan para entender y retener la información y a menudo parecen desinteresados.
En el siglo XIX, aprender era visto como una disciplina formal, y los errores de los
estudiantes atribuidos principalmente a limitaciones de inteligencia y de disposición o
esmero por aprender. Se esperaba que los estudiantes remontaran sus limitaciones para
alcanzar el perfil esperado para el curriculum escolar. Las concepciones sobre desarrollo
auto-regulado se reducían en aquel tiempo a la adquisición de hábitos personales
deseables, tales como correcta dicción y escritura.
A principios del siglo XX, la psicología emerge como una ciencia, y el tópico de las
diferencias individuales en la función educativa atrajo bastante interés. Diversos
reformadores educacionales, como John Dewey, E.L. Thorndike, María Montessori, y los
educadores progresistas, sugirieron varios modos de modificar el curriculum para ajustar
las diferencias individuales de los estudiantes, como agrupar a los estudiantes de manera
homogénea de acuerdo con su edad o habilidad, incluir tareas de aprendizaje perceptual-
motoras, y adaptar el trabajo del curso para incluir el aprendizaje de habilidades
prácticas. Posteriores reformistas ajustaron el tratamiento instruccional a las
calificaciones de los estudiantes en test de aptitud o actitud (Cronbach, 1957). A pesar de
estos notables esfuerzos, las críticas se decían que el curriculum de las escuelas
americanas permanecía demasiado estrecho e inflexible como para ajustarse a las
necesidades psicológicas de todos los estudiantes. Muchos psicólogos y educadores
discutieron los efectos adversos de un curriculum rígido sobre la autoimagen de los
estudiantes (ASCD Yearbook, 1962).
Durante los últimos años de la década de los 70´s y principios de los 80´s, comenzó a
surgir una nueva perspectiva sobre diferencias individuales entre estudiantes desde la
perspectiva de investigadores en metacognición y cognición social. La metacognición es
definida como la conciencia de y el conocimiento al respecto de los propios
pensamientos. Las deficiencias en el aprendizaje de los estudiantes se atribuyeron a la
falta de conciencia metacognitiva de limitaciones personales y una inhabilidad para
compensarlas. Los investigadores social-cognitivos se interesaron en la influencia social
sobre el desarrollo de los niños de la auto-regulación, y se enfocaron a estudiar tópicos
tales como el efecto de la modelación de los profesores y la instrucción sobre el
establecimiento de metas por los estudiantes y automonitoreo (Schunk, 1989;
Zimmerman, 1989). A los estudiantes se les pedía que establecieran tipos particulares de
metas para ellos mismos, como completar cierto número de problemas matemáticos en
casa, y auto- registrar su efectividad en el logro de sus metas. Los estudiantes que
establecían metas cercanas y especificas para ellos mismos desplegaban un logro superior
y percibían una mayor eficacia personal. Interesante es el hecho de que con solo pedir a
los estudiantes que registraran algunos aspectos de su aprendizaje, como completar
asignaciones, a menudo llevaba a un mejoramiento “espontaneo” en el funcionamiento
(Shapiro, 1984). A este efecto se le conoce como reactividad en la literatura científica,
implica que la conciencia metacognitiva del estudiante de aspectos particulares de su
funcionamiento podría incrementar su autocontrol. Claro está que la autoconciencia es a
menudo insuficiente cuando los aprendices carecen de habilidades fundamentales, pero
puede producir una disposición que es esencial para el cambio personal (Zimmerman,
2001).
Esto y resultados relacionados llevan a los investigadores a atribuir las diferencias
individuales en el aprendizaje a la carencia de los estudiantes de auto-regulación. Esta
perspectiva se centra en lo que los estudiantes necesitan saber al respecto de ellos mismos
para poder manejar sus limitaciones durante el esfuerzo por aprender; por ejemplo, los
estudiantes disléxicos que saben usar una estrategia particular para leer. Aunque los
maestros además necesitan saber las fortalezas y limitaciones de un estudiante, su meta
debería ser empoderar al estudiante para que llegue a ser autoconsciente de estas
diferencias. Si un estudiante falla en el entendimiento de algún aspecto de la lección en
clase, debe poseer autoconciencia y conocimiento estratégico para implementar acciones
correctivas. Aun si fuera posible para los maestros ajustarse a todas las limitaciones de
los estudiantes en cualquier punto durante el día escolar, su asistencia podría minar los
aspectos más importantes de este aprendizaje que un estudiante desarrolla de una
capacidad autorregulatoria.
Fase previsión
Imágenes/metáforas
Auto-instrucción
Enfoque de atención
Estrategias de tarea
Auto-observación
Self. Recording
(Auto-registro)
Auto-experimentación
Fase de previsión
Fase de auto-reflexión
Análisis de tarea
Auto-enjuiciamiento
Establecimiento de metas
Planeación de estrategia Auto-evaluación
(Planificación estratégica)
Atribución causal
Creencias auto-motivacionales
Auto-reacción
Auto-eficacia
Expectativas de resultados Auto-satisfacción/afecto
Interés/valor intrínseco
Orientación de metas de aprendizaje Adaptativo/defensivo
Figura 1. Figura 1. Fases y sub-procesos de autorregulación. De B.J. Zimmerman y M.
Fase de desarrollo
Fase de auto-reflexión
Hay dos clases principales de proceso en la fase de auto-reflexión: el auto-enjuiciamiento
y la auto-reacción. Una forma de auto-enjuiciamiento, la autoevaluación, se refiere a la
comparación del desarrollo auto-observado contra un estándar tal como el propio
desarrollo previo, el desarrollo de otra persona o un parámetro absoluto de desarrollo.
Otra forma de auto-enjuiciamiento involucra la atribución causal, la cual se refiere a las
creencias al respecto de las causas de los propios errores o éxitos, por ejemplo, una
calificación en un examen de matemáticas. Atribuir una pobre calificación a limitaciones
en la habilidad podría ser muy dañino motivacionalmente, porque implica que los
esfuerzos para mejorar en pruebas futuras no serán efectivos. En contraste, atribuir una
calificación pobre en matemáticas a procesos controlables como son el uso de estrategias
de solución equivocas, sostendrán la motivación porque implica que una estrategia
diferente puede conducir al éxito.
El perfil auto-regulatorio de los novatos es muy distinto que el de los expertos. Los
novatos fallan en comprometerse en la planeación de alta calidad y en cambio intentan
auto-regularse de manera reactiva. Esto es, ellos fallan al establecer metas específicas o
en el automonitoreo sistemático, y como resultado, tienden a depender de comparaciones
con el desarrollo de otros para juzgar su eficacia en el aprendizaje. Debido a que
típicamente otros aprendices están además progresando, su desarrollo representa un
criterio que de éxito que aumenta constantemente que es muy difícil de superar. Más aún,
los aprendices que hacen autoevaluaciones comparativas tienden a atribuir las causas a
deficiencias de habilidad (las cuales son normativas en su naturaleza), y éstos producirán
satisfacción personal más baja y provocarán reacciones defensivas. En contraste, el perfil
auto-regulatorio de los expertos revela que ellos despliegan altos niveles de
automotivación y establecen metas jerárquicas para sí mismos con metas en el proceso
guiando sucesivamente los resultados de las metas, tal como dividir un ensayo formal en
una introducción, un cuerpo y una conclusión. Los expertos planean los esfuerzos de
aprendizaje usando estrategias poderosas y auto-observando sus procesos, tal como un
organizador visual para completar información clave (Zimmerman & Risemberg, 1997).
Ellos autoevalúan su desarrollo en contraste con sus metas personales en lugar de con el
desarrollo de otros aprendices, y desarrollan atribuciones de estrategias (o métodos) en
lugar de atribuciones de habilidad. Esto lleva a mayor satisfacción personal con su
progreso en el aprendizaje y a esfuerzos posteriores para mejorar su desarrollo. Juntas
estas auto-reacciones mejoran varias creencias auto-motivacionales de los expertos, como
son el caso de la autoeficacia, las expectativas de resultados, la orientación de metas de
aprendizaje, y el interés intrínseco.
Conocer las diferencias en la estructura y función del proceso auto-regulatorio entre
expertos y novatos ha permitido a los investigadores formular programas de intervención
para niños que muestran bajos niveles de desarrollo autorregulatorio en las escuelas
(Schunk & Zimmerman, 1998).
NOTA:
Referencias