Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Todo Me Lleva A Ti - D. G. Lanerose
Todo Me Lleva A Ti - D. G. Lanerose
Título/Autora
Legales
Dedicatoria
Prólogo - Olivia
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo
Sobre la autora
Editorial
D. G. Lanerose
Todo me lleva a ti / D. G. Lanerose. - 1a ed. - Godoy Cruz : Tinta de Luz, 2021.
Libro digital, EPUB
TODO ME LLEVA A TI
Autor/a: ©2021, D. G. Lanerose
Todos los derechos reservados
ISBN 978-987-8420-48-6
Primera edición
Mendoza, Argentina 2021
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en
cualquier formato o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el
permiso previo y escrito del Autor.
Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.
Para todo aquel que, como yo, ame perderse en un sinfín de historias de
amor.
Prólogo
Olivia
Un año atrás
Estacionando, frunzo el ceño al ver una patrulla de policías y un camión
de bomberos allí. Anonadada, observo a un bombero tras otro entrar
corriendo al edificio frente a mí: el lugar al que llamo mi hogar.
Pesadas nubes grises de humo salen sin parar de las ventanas delanteras
del tercer y cuarto piso. Mi corazón se acelera.
¡Billy!
Desesperada, bajo del coche y corro a través de la pequeña multitud de
gente empujando a algunos fuera de mi camino, directo a la puerta
principal. Antes de poder llegar, soy detenida por un brazo que rodea mi
cintura.
—¡Señorita, no puede entrar allí!
—¡Déjame ir! —grito, apartándome del extraño hombre— ¡Mi perro está
ahí dentro!
Él me deja a un lado y se para frente a mí impidiendo que avance.
—Hemos evacuado todo el edificio, no había ningún perro —dice
mirándome—. ¿Cuál es su apartamento?
—Tercero B.
Estoy sin aliento, mis ojos yendo de un lado a otro intentando ver qué
sucede.
Su rostro cae y una mala sensación se asienta en mi estómago enviando
escalofríos por todo mi cuerpo.
—¿Qué?
—Siento tener que decirle esto, pero creemos que fue en ese piso donde
comenzó el fuego, cuando llegamos… no logramos…
Oh no… no, no.
Tropiezo hacia atrás, como si él me hubiera abofeteado, y aterrizo sobre
mi trasero. A través de mi visión borrosa veo al hombre arrodillándose a mi
lado, está hablándome, pero no puedo escuchar lo que me dice.
Billy… Oh, Dios, esto no puede estar pasando.
Cuando mi respiración comienza a acelerarse, me desespero y llevo las
manos a mi pecho, intentando tomar grandes bocanadas de aire.
—¡Paramédico!
Otro hombre se acerca a nosotros y me ayuda a recostarme antes de
tomar mis signos vitales.
Yo solo lo dejo.
—Lo siento mucho —lo escucho susurrar mientras hace su trabajo.
Me siento entumecida, no sé cuánto tiempo me quedo allí observando a
estas personas lidiar con el caos que hay en el interior del edificio. Las
lágrimas caen sobre mis mejillas con el recuerdo del día en que mis padres
y Ben me sorprendieron con Billy, yo acababa de mudarme a este
apartamento. Ellos pensaron que sería una buena idea tener al pequeño
como compañía. Y cuánta razón tenían.
—¿Señorita?
Levanto mis ojos y encuentro allí al oficial que me ayudó antes.
—¿Tiene a alguien a quien llamar? —pregunta extendiendo un móvil
hacia mí.
Asiento limpiando mi rostro antes de tomarlo, él se mueve a un lado
dándome un poco de espacio. Con dedos temblorosos marco el número de
mi padre y lo llevo a mi oído.
— ¿Sí?
—¿Papá?
No necesito decir otra palabra, mi llamada lo alarma. Escucho un rápido
movimiento del otro lado, lo que me indica que él estaba descansando.
—¿Olivia?
Puedo decir por el tono preocupado de su voz que sabe que algo no va
bien.
—Pa, ¿puedes venir a buscarme? —lloro sorbiendo mi nariz.
Cuando termino la llamada, le devuelvo el móvil al oficial, quien me
mira con pena. Una vez que se va, cierro mis ojos y descanso mi cabeza
sobre mis rodillas.
¿Cómo diablos mi vida llegó a esto?
Capítulo 1
Ha pasado una semana desde el incidente y las cosas van muy bien, hace
unos días atrás recibí un mensaje de Sam preguntando cómo estaba, hemos
estado en contacto desde entonces y hoy quedamos para almorzar.
Le pedí que me enviara la dirección del restaurante, diciéndole que la
encontraría allí, por lo que después del trabajo fui hasta el apartamento, me
duché, cambié, maquillé y cuando estuve lista pedí un uber. Me decidí por
un vestido media pierna negro con detalles en la parte inferior y breteles
delgados, recogí mi pelo en un rodete desordenado. Completé el look con
sandalias negras y un pequeño bolso color rosa.
El día esta agradable, soleado y con una suave brisa. Al bajar del coche
sonrío, Sam eligió almorzar en Fire que es uno de los restaurantes más
conocidos de la ciudad. Con Abby solemos venir seguido, es nuestro lugar
favorito, definitivamente la tendré en cuenta para la próxima vez.
—Hola, Tara —saludo a la recepcionista, a quien veo cada semana.
—Hola Liv, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien, gracias. Tengo una reserva a nombre de Samantha B —digo
recordando el nombre que Sam me envió antes.
—Ya está esperando por ti —asiente guiándome hacia la mesa.
La sigo hasta la parte trasera del restaurante, donde hay una preciosa
terraza que permite disfrutar una vista alucinante de la ciudad de Nueva
York. Sam se encuentra sentada en una mesa para dos, está hablando con
alguien con su móvil, me acerco saludándola con una mano. Tomo asiento y
después de unos minutos termina la llamada con un “Adiós, idiota” que me
hace reír.
—Lo siento por eso —se disculpa poniéndose de pie y rodeando la mesa
para darme un abrazo—. ¡Luces esplendida, Liv! Me encanta tu vestido —
elogia echándose hacia atrás para verme mejor.
—Oh, gracias. Luces increíble también, me tienes que decir dónde
compraste esa chaqueta —digo señalando la prenda que tiene sobre sus
hombros.
—¡Yo la hice!
—¿En serio? —pregunto sorprendida—. ¡Es fabulosa! Me gusta la
combinación del jean con las distintas estampas.
—Fue una idea de último minuto —desestima con la mano—. Ven,
vamos a sentarnos, espero que no te moleste, pero ordené nuestras bebidas:
pedí mojitos.
—Fantástico.
Nos sentamos mientras el camarero trae nuestras bebidas y deja un
pequeño plato largo con aperitivos.
—Este lugar es asombroso —digo probando mi mojito.
Qué delicia
—Es uno de mis favoritos. ¿Has estado aquí antes?
—Sí, con mi amiga Abby solemos almorzar aquí.
—Eso es genial —bebe de su trago—. Estoy contenta de que lográramos
coincidir hoy. ¿Cómo estuvo la semana después de lo que ocurrió?
—Estuvo bien, mucho trabajo, pero me gusta cuando es así, realmente
disfruto de la cocina así que no lo hago de manera forzada.
—Desearía poder decir lo mismo, no puedo hacer ni siquiera una tostada
para salvar mi vida.
Ambas reímos
—Así que, la ropa, ¿es un pasatiempo? —pregunto curiosa.
—En realidad, es lo que hago —se encoje de hombros—. Tengo mi
propia y pequeña tienda en la 3ra Avenida, allí vendo todas mis creaciones.
—¿Tú las diseñas?
—Lo hago, todas ellas.
—Sam, ¡eso es sorprendente! —digo impresionada—. Definitivamente
tengo que ir a visitar esa tienda, estoy segura de que si las prendas son tan
bellas como esa chaqueta, la tienda debe estar explotando.
—Es algo nuevo, me tomó tiempo decidir hacerlo realidad. Mi hermano,
umm, no estaba convencido de que fuera una buena idea —me mira
nerviosa—, y yo solo quería que fuera algo mío y lograrlo por mis propios
medios.
Asiento:
—Eso es entendible y muy maduro de tu parte, estoy segura de que tu
familia está orgullosa de lo que has hecho, incluso tu hermano.
—Entonces, ¿qué te trajo a la ciudad, Liv?
Me muevo algo incómoda.
No sé qué hay en ella que me transmite confianza, pero decido contarle
como fue dejar Cold Spring y por qué vine aquí, claro, evitando los detalles
importantes, mi familia y Abby son los únicos que saben acerca de eso.
Conversamos por un buen rato, conociéndonos, hasta que en un momento
Sam se me queda mirando raro.
—¿Qué sucede?
—¡Mi hermano es Michael Butler! —suelta ella de repente.
—Umm, lo supuse, te oí llamarlo Mike el día que nos conocimos —digo
tomando uno de los aperitivos frente a mí.
—Lo sé, él es Mike, como Michael Butler —repite.
Debe notar mi cara de desorientada, porque me mira y frunce el ceño.
—¿No lo conoces?
Niego.
—¿Debería?
Parpadea sorprendida, con una expresión en su rostro que no logro
comprender, incomodándome un poco. Segundos después tira su cabeza
hacia atrás y comienza a reír, muy alto.
—Umm, ¿Sam? ¿Estás bien? —miro a nuestro alrededor con mis ojos
muy abiertos.
La gente debe pensar que está loca.
—¡ESTO ES INCREIBLE! —ella no puede parar de reír—. ¿Hace
cuánto vives en Nueva York?
—Unos siete meses —respondo aún sin entender nada de lo que está
sucediendo con esta chica.
—Increíble, se va a morir cuando sepa de esto —murmura limpiando su
ojo, antes de recobrar la compostura y hacerme un gesto con la mano—.
Solo olvídalo.
—Esto es raro.
—Lo sé, lo sé, olvídalo —dice llamando al mesero para pedir el
almuerzo.
Mientras esperábamos la comida, una Samantha mucho más emocionada,
comienza a contarme sobre su tienda de ropa, cómo inició, de dónde se
inspira, cómo su madre es quien la ayuda a confeccionar muchas de las
prendas que realiza. Puedo ver que es algo que disfruta hacer. Ella habla
con una emoción que me tiene sonriendo durante todo el rato.
El almuerzo, como siempre, estuvo exquisito. Al despedirme de ella
agendamos otro almuerzo para dentro de los próximos días y una visita para
conocer su tienda.
Capítulo 5
Miro el reloj y veo que son pasadas las 3 p. m., hoy ha estado muy
tranquilo, inusualmente tranquilo para un lunes, por lo que decido terminar
el día temprano.
Rápidamente calculo las sobras y comienzo a empaquetarlas. Los
pasteles y galletas de mi tienda son horneados y vendidos en el día por lo
que los restos son enviados a un hogar de beneficencia de la ciudad.
Voy hasta la puerta delantera para cerrarla, pero antes de que lo pueda
hacer esta se abre. Doy un paso atrás sorprendida cuando veo a Mike entrar.
—Oh, ¡Hola!
—Oye, ¿aún estoy a tiempo? He vuelto por otro de esos deliciosos
pastelitos tuyos.
Sonrío asintiendo y dando un paso atrás.
—Claro, pasa. ¿Quieres un café? —pregunto cerrando la puerta detrás de
él y apagando algunas de las luces del exterior.
—Solo si te unes a mí —dice dándome una sonrisa para morir.
Toma todo de mí no soltar un suspiro al verlo allí. Con su cabello corto
castaño oscuro, mandíbula definida y barba apenas crecida, él tiene que ser
el hombre más atractivo que he cruzado en mi vida.
Y esos ojos…
Toma asiento en una de las pequeñas mesas y casi me río, él es muy
grande para una de esas.
—Bien.
Puedo sentir su mirada sobre mí mientras preparo el café, lo que me pone
un poco nerviosa. Elijo una de las cajas empaquetadas que contienen
distintas variedades de cupcakes y galletas, tomo algunas servilletas y
endulzante. Rodeo el mostrador caminando hacia donde él se encuentra
sentado, dejo los dulces en la mesa antes de buscar las tazas de café.
Cuando vuelvo, dejo salir una risita al ver que tiene un cupcake a medio
camino de su boca.
—¿Qué? Estas pequeñas cositas están deliciosas. ¿Cómo estuvo el día?
—pregunta tomando otro bocado.
—Estuvo bien, demasiado tranquilo para mi gusto, estaba a punto de ir a
casa cuando llegaste.
—Lo siento —hace una mueca.
—Oh, no lo dije para que lo lamentaras —me disculpo—. Me alegra que
vinieras.
Apenas las palabras salen de mi boca quiero traerlas de vuelta.
—¿Sí?
Siento mis mejillas calentarse y me miro las manos, de repente tímida. Él
ve eso.
—Tenía que conseguir una última dosis de estos —dice él estirándose por
otro cupcake de la caja, llamando mi atención.
—¿Última? ¿Por qué?
—Mi entrenador me mataría si descubre que estos dulces forman parte de
mi dieta mientras estoy entrenando. Hoy me he escapado, pero no se lo
digas, ¿ok? —me guiña un ojo, y yo me río.
—Estoy feliz de que llegaras a tiempo, entonces.
—Escuché que eres nueva aquí. ¿Qué tal te está tratando la gran ciudad
hasta el momento? —pregunta recostándose en el respaldo de su silla.
Sus músculos se flexionan con el movimiento y me obligo a apartar la
mirada de vuelta a su rostro antes de que él lo note.
—Este es un lugar muy bonito —agrega mirando la pastelería.
—Gracias, y me encanta aquí, es una ciudad hermosa. No fue fácil tomar
la decisión de mudarme, pero mi mejor amiga vive aquí por lo que no fue
extremadamente difícil adaptarme. Además, el trabajo me ha mantenido
muy ocupada estos últimos meses.
—Eso es bueno. Mi familia y yo hemos vivido aquí toda mi vida —toma
un sorbo de su café—. ¿De dónde eres?
—Cold Spring, no muy lejos.
—Lindo, ¿tu familia sigue allí?
—Sí, no los arrastraría conmigo a una de mis locas aventuras.
Sonríe levantando una ceja:
—Locas aventuras, ¿uh? ¿Estás pensando en volver pronto?
—No realmente, al menos por el momento, estoy disfrutando de mi vida
aq…
El sonido de su celular interrumpe, lo saca del bolsillo de su pantalón
ofreciéndome una mueca de disculpa antes de aceptar la llamada.
—¿Qué sucede? —contesta sin saludar—. No puedo, hazlo tú, estoy
ocupado. No es de tu inconveniencia—espera en silencio y rueda sus ojos
—. No te lo diré, Sam, nos vemos para la cena.
Puedo escuchar un pequeño grito del otro lado antes de que él termine la
llamada y se ponga de pie.
—Perdón por eso, la princesa de la casa exige mi presencia.
—No hay porque, ¿estaba ella enojada? —pregunto replicando su
movimiento y acompañándolo a la puerta.
—Ella es un dolor de trasero, es la menor de nosotros dos, está
acostumbrada a salirse con la suya —se encoge de hombros.
—Me gusta ella, es divertida.
Él me da una cálida sonrisa y se me queda mirando por unos segundos.
Cuando intenta alcanzar su billetera, lo detengo poniendo mi mano sobre la
suya haciendo que sus ojos encuentren los míos una vez más.
—Eso no es necesario, va por cuenta de la casa —digo caminando con él
a la salida—. Oh, espera —lo detengo y corro hacia la mesa en la que
estábamos sentados, tomo la caja de cupcakes que quedaron y vuelvo a su
lado—. Llévale estos a Sam, salúdala de mi parte.
—A ella le encantarán, gracias —dice tomando la caja de mis manos—.
Así que… —dice sin apartar sus ojos de los míos mientras una sonrisa se
asoma por la esquina de sus labios—. Te veré pronto, nena.
Nena.
Eso envía un pequeño cosquilleo por mi cuerpo haciéndome sonrojar y
mirar al piso.
—Adiós.
Cierro la puerta detrás de él y suspiro cerrando los ojos.
¿Qué es lo que tiene este hombre?
Claro, es atractivo, pero la forma en que reacciono a su alrededor es
nueva para mí, no me había sucedido antes. Esto se repite por los próximos
cuatro días, a los pocos minutos de cerrar la pastelería Mike entra, nos
sentamos, compartimos un café y simplemente conversamos.
Después del segundo día, me encuentro esperando la hora de cierre para
verlo. Soy la que habla. Él pregunta, pregunta mucho. No le gusta hablar de
sí mismo, lo que me indica que es un hombre reservado.
Hoy he quedado con Sam para conocer su tienda de ropa. Cuando ella
dijo “pequeña tienda” definitivamente no imaginé la tienda de dos plantas
que estamos recorriendo en este momento, mientras ella va comentando
acerca de los distintos detalles. La planta superior es donde se confeccionan
las prendas y se preparan los encargues, en la inferior está la tienda.
El lugar es precioso, pisos claros, paredes blancas, hermosas arañas
colgantes en cada piso, los colgadores y percheros negros haciendo al
diseño monocromático clásico. Sus prendas por otro lado, generan un
contraste fantástico, colores vibrantes, brillos, texturas. Es… Sam.
—¿Te gusta?
—¿Si me gusta? Sam, esto es bellísimo, has hecho un trabajo alucinante
aquí.
Ella salta sobre sus pies con mi halago y me río.
—Ven, quiero mostrarte la nueva colección en la que estamos trabajando
—me guía hacia un pequeño ascensor.
—Entonces, aquí es donde la magia sucede —dice cuando las puertas se
abren dejándonos entrar.
Sam me presenta a algunas personas que se encuentran trabajando en
distintas mesas de confección. La sigo hasta una pequeña oficina en la parte
de atrás, allí comienza a mostrarme sus nuevas ideas, las cuales me tienen
fascinada. Me encanta ver y escuchar la pasión y el amor con las que las
personas realizan sus trabajos y creaciones, eso las hace mucho más
especiales.
Estamos sentadas en el piso viendo los diseños y los tipos de telas con los
que ella está pensando trabajar.
—Hola, cariño, no sabía que te encontraría hoy aquí —saluda una dulce
voz.
Me giro para encontrar a una pequeña mujer rubia de pie en la puerta de
la oficina sosteniendo tres vasos de café en sus manos.
—Hola, mamá —Sam va hasta su madre a darle un pequeño abrazo—.
Ella es Liv, ¿recuerdas? He venido a mostrarle la tienda.
Me pongo de pie hasta estar a su lado y le sonrío a la mujer frente a mí.
—Hola, señora Butler, es un gusto conocerla —saludo extendiendo mi
mano en su dirección.
—Oh, nada de eso, ven aquí —da uno unos pasos hacia mí tomándome
en un abrazo—. Mis hijos me han hablado tanto de ti.
Le doy a Sam una mirada curiosa por encima de su hombro, ella solo se
encoje de hombros con una sonrisa en sus labios.
—Lis me avisó que estaban aquí, les traje café —dice ella colocando el
café sobra la mesa.
—Eso es agradable de su parte.
Se nota que es una madre cariñosa y atenta, justo como mi madre.
—No fue nada, cariño.
—¿Yo no obtengo un abrazo? —pregunta otra voz desde la puerta, una
voz que hace que sienta un pequeño cosquilleo en mi estómago.
Por Dios, Olivia.
—Mike, ¿qué haces aquí?
Sam suena irritada. Los ojos de Mike no se despegan de mí.
—Hola, nena.
Ante eso, mis ojos se abren como platos. Claro, él me ha llamado de esa
forma unas pocas veces antes, pero nunca delante de otras personas.
Definitivamente no delante de su madre y su hermana.
—Umm —me sonrojo.
—¿Nena? ¿Qué carajos, Mike? —una Sam enojada se coloca delante de
él—. Ya hemos hablado de esto.
—¿Qué sucede, niños? —interviene su madre, que hasta el momento
estaba en silencio—. Sam, por favor, cálmate y controla tu lenguaje, niña.
—Nada —Mike se encoje de hombros desafiando la paciencia de su
hermana pequeña.
—¿Quieres café, hijo?
—No, mamá, tómalo tú —dice apoyándose en el marco de la puerta,
observándome.
A mi lado, Sam aún está enojada. Continúa con sus ojos sobre él
esperando obtener una reacción, pero él parece no darle importancia alguna.
Aclaro mi garganta atrayendo su atención.
—Entonces, chicos, esta noche mi amiga Abby presenta sus obras de arte
en la galería Monroe —cambio de tema intentando aliviar la tensión en la
habitación—. Pensé que quizás querrían venir, ¿qué dicen?
—No —mis ojos se disparan a Mike sorprendida por el cambio abrupto
en el tono de su voz.
Él está serio, no lo recuerdo así desde el día en que lo conocí en la
pastelería.
—¡Niños! ¿Qué sucede con sus modales hoy? —se queja Mrs. Butler
cruzándose de brazos y mirando a sus dos hijos con el ceño fruncido.
—¡Genial! —chilla Sam, su malhumor de repente olvidado—. Es
viernes, también podríamos ir a tomar algunos tragos a un bar cuando
finalice la exposición y quizás conocer a algunos chicos.
Esa sugerencia hace que Mike se queje por lo bajo, pero no me volteo a
verlo, sin embargo puedo sentir sus ojos clavados en mi espalda.
—Shhh —dice su madre, mirándolo de reojo antes de acercarse a
nosotras—. Esa es una buena idea, chicas, suena tan divertido —luego me
mira—. Y, Olivia, me encantaría que pronto vinieras a cenar a casa, a mi
esposo le encantará conocerte.
Capítulo 6
—Sí, ya compré el pasaje —le digo a mi madre por enésima vez mientras
comienzo a llevar todas las fuentes sucias a la cocina.
—Bueno, cariño, tu hermano dijo que puede buscarte.
—Ma, eso no es necesario, sabes que Ben está ocupado con la escuela de
entrenamiento, además se supone que es el momento para que se relaje
antes de que comience la nueva temporada.
Mi hermano es un jugador profesional de baseball, juega para Los
Angeles Dodgers y es el mejor, realmente bueno. Pasé mi infancia y
adolescencia viendo sus partidos y alentándolo desde los estrados, él solía
avergonzarse con mis gritos, pero con el tiempo lo superó.
Gran parte del año se la pasa viajando, el resto del año vuelve a casa a
visitar a mis padres. Al poco tiempo de ser reclutado por los Dodgers lo
primero que hizo fue comprar la casa que está al lado de la casa de mis
padres en Cold Spring. Ahora Ben está trabajando en iniciar una escuela de
entrenamiento para jóvenes y yo no puedo estar más orgullosa de él.
—Está bien, le diré.
—Entonces… —ajusto mi voz y detengo lo que estoy haciendo,
apoyándome en el mostrador.
—¿Qué?
—Conocí a este chico… —digo casi balbuceando.
—¿Qué tu qué?
—¡Ma! Déjame hablar.
Suelo hablar acerca de todo con mi madre, no sé por qué contarle acerca
de Mike me pone nerviosa, quizás porque es muy pronto. Si he salido aquí
y allá con otros chicos, pero nunca le he presentado un novio a mi familia.
—Perdón, continúa
—La semana pasada fuimos a una cita —le cuento—. ¿Recuerdas que te
hablé de Sam?
—Mhm.
—Bueno, Mike es su hermano.
—Mike, ese es un bonito nombre. ¿Lo has besado? —pregunta, y puedo
imaginar su sonrisa del otro lado.
Juro, que amo a mi madre.
—¡MAMÁ!
—Solo estoy molestándote, cariño —bromea—. ¿Qué está sucediendo
con este muchacho?
Casi me río de la palabra “muchacho”, esa descripción no encaja para
nada con él.
—Solo nos estamos conociendo, viendo a dónde nos llevan las cosas,
ambos estamos demasiado ocupados, así que intentamos hacer tiempo para
vernos.
—¿Es lindo?
Sin poder evitarlo suelto una carcajada.
—Sí, ma, él es muy atractivo.
—Estoy feliz por ti, cariño, no puedo esperar a verte y escuchar todo
acerca de él.
—Sobre eso…
—¿Qué?
—Ni una palabra a papá, ¿está bien?
—Livi —comienza ella, pero la corto.
—Mamá, lo conoces, se volverá loco.
—No creo que él…
—Sabes que lo hará, y ni pensar en Ben, así que, por favor, solo…
guárdatelo.
—Está bien, está bien.
—Ahora, tengo que terminar de limpiar la pastelería e ir a casa. Te amo,
hablamos pronto.
—Adiós, cariño, te amo más.
Adoro a mi madre, ella es alegre y divertida. Pocas veces en mi vida he
visto a mi madre triste o angustiada, ella es de esas personas que
constantemente busca algo positivo en todo lo que sucede. Solía ser
maestra, pero dejó de ejercer hace pocos años atrás, ahora ayuda a mi padre.
Es una hermosa mujer, pequeña, rellenita, con sus ojos verdes idénticos a
los míos y cabello rubio largo. Mi padre ama su cabello, suele acariciarlo
todo el tiempo.
Mi padre, por otro lado, es un hombre serio, con cara de pocos amigos,
pero es solo el exterior, cuando lo conoces puede ser el hombre más dulce.
Él es alto, cabello castaño y ojos marrón claro. Tiene su propia
concesionaria de autos, la creó hace algunos años atrás y hasta el día de hoy
trabaja en ella.
Cuando termino de lavar todas las bandejas, las coloco en su lugar;
desato mi delantal y me lo quito para colgarlo en el perchero. Una vez que
está todo en orden, tomo mis cosas y me preparo para ir a casa. Antes de
que pueda llegar a la salida, la puerta se abre revelando a Mike. Tiene un
ramo de rosas rojas en una de sus manos, una bolsa en la otra y una sonrisa
grande y sexy en su rostro.
—Oye —digo en voz baja intentando esconder mi entusiasmo, coloco
una mano en mi abdomen sintiendo el habitual hormigueo que sucede cada
vez que veo a este hombre.
—Parece que llego a tiempo.
—Justo a tiempo.
—Traigo el almuerzo, espero que te guste la comida india —dice
levantando la bolsa que sostiene en su otra mano, colocándola en la mesa
más cercana antes de voltearse y mirarme—. Y estas son para ti —agrega
entregándome las rosas.
Las llevo a mi rostro, oliendo su distintivo aroma y le sonrío por encima
de ellas.
—Son bellísimas.
Da unos pasos hacia adelante hasta estar de pie justo frente a mí.
—Extrañé este hermoso rostro estos últimos días —susurra acercando su
rostro al mío, me levanto de puntillas haciendo que mis labios se encuentren
con los suyos.
Me encanta como su mano sostiene mi mejilla, manteniéndome cerca y
profundizando el beso. Llevo una de mis manos a la de él, sosteniéndolo
allí.
—Gracias por las flores —murmuro separándome y dando un paso atrás.
—¿Lista para el almuerzo? —señala la mesa en donde dejó la comida.
—Claro, déjame ir a buscar algunas servilletas.
En la cocina, me apoyo contra el mostrador, tomándome unos segundos
para calmarme antes de regresar. Él ya está sentado llenando nuestros
platos.
—Esto luce delicioso —digo entregándole una servilleta, y tomando
asiento frente a él.
El almuerzo es tranquilo, Mike me pregunta acerca de estos días en la
pastelería, cuando le pregunto cómo estuvo su semana solo contesta que fue
productiva sin darle demasiada importancia. Toda su atención está en mí.
No esperaba verlo hoy, pero estoy contenta de que esté aquí.
—Estoy muy llena —me río mirándolo—. Estaba riquísimo.
Él coincide conmigo con un asentimiento y devolviéndome la sonrisa.
—¿Cuáles son tus planes para mañana?
—Tengo que ir de compras —su rostro cae ante mi respuesta, no es lo
que él quería escuchar—. Pero, ¿qué piensas acerca de cenar mañana en mi
casa?
—Es una cita, nena.
Y con eso, mi sábado está planeado.
Capítulo 11
Unas horas más tarde Abby se fue, aún intrigada busco mi laptop y tipeo
el nombre de Mike. Según esto juega para los Gigantes de Nueva York en la
posición de mariscal de campo. Ellos lo llaman La Bestia debido a su
enorme tamaño y fuerza. Tiene dos premios acumulados como el mejor
jugador ofensivo de la NFL. La mayoría de las noticias están relacionadas a
su carrera en el football, que es impresionante considerando su edad. No
hay mucha información acerca de su vida personal lo que me indica cuan
serio que es acerca de mantener a su familia alejada de los medios.
No debe ser nada fácil. Cuando creo que vi suficiente cierro las páginas,
dejando la laptop a un lado y voy a tomar una ducha. Una vez lista, me
meto en la cama y decido encender el móvil, ignorando todos los mensajes
de texto, llamo a mi madre.
Contesta al primer tono.
—Señorita, tiene algunas explicaciones que dar.
—Lo sé.
—¿Quién es este chico? ¿Y por qué está por toda Internet?
—Él es Mike.
—¿El chico del que me hablaste? No me dijiste que era famoso.
Hago una mueca.
—En realidad no sabía a qué se dedicaba, me enteré de la noticia al
mismo tiempo que el resto.
—Pensé que estaban saliendo.
—Tuvimos un par de citas, ma —la corrijo—. No lo reconocí y él…
omitió esa parte.
—¿Por qué haría eso? —pregunta confundida.
—No lo sé, cuando explotó todo esta mañana me fui de allí enojada y no
he hablado con él aún.
—¿Te gusta él? ¿Livie? —insiste ante mi silencio.
—Me gusta mucho —admito cerrando mis ojos.
—Entonces ve y habla con él, cariño, escucha lo que tiene para decir —
dice antes de agregar—. Es muy guapo.
—¡MAMÁ! Estoy hablado en serio.
—Yo también, cariño —la escucho reír del otro lado—. Oh… tu hermano
llamó a tu padre cuando vio las noticias.
—Ellos simplemente tendrán que lidiar con ello.
—Espera un segundo, tu padre quiere hablar contigo.
—Genial —murmuro.
Me siento en la cama, poniéndome cómoda para lo que viene.
—Pequeña.
—Hola, papá.
—Dime que es solo un amigo —dice sin rodeos.
—Umm.
Él maldice por lo bajo y me encojo. Hablar de hombres con mi madre es
una cosa, pero compartir esa información con mi padre es otra cosa
totalmente diferente. Me pone nerviosa.
—Tu hermano dijo que es un mujeriego —afirma la voz dura de mi
padre.
—¿Qué? —pregunto sorprendida—. ¡Eso no es cierto! Ben solo está
molesto porque estoy viendo a alguien —respondo frunciendo el ceño—. Él
ha sido más que un caballero conmigo.
—¿Estás saliendo con él?
—Mira, pa, no sé lo que está pasando. Estoy confundida en este
momento y es complicado, hablaremos de esto cuando los visite la próxima
semana, ¿está bien?
—Pequeña…
—Solo llamé para hacerles saber que estoy bien, fue un día largo y solo
quiero ir a dormir.
Escucho su suspiro del otro lado.
—¿Cómo no sabías quien es “La Bestia” Butler? Vives en New York,
niña —pregunta mi padre y juro que puedo imaginar el ceño en su rostro.
—¡Ugh, no tú, papá!
—Está bien, está bien, ve a descansar, te queremos.
—Los quiero.
Cuando terminó la llamada, reviso los mensajes sin abrir. Contesto
algunos de ellos, principalmente los de mi hermano, diciéndole que lo
llamaré mañana por la tarde. El último es de Mike.
*Voy a esperar tanto como quieras, pero necesitamos hablar.*
*Solo… dame un par de días.*
Respondo su mensaje antes de dejar el móvil en la mesa de noche e
intentar dormir.
Capítulo 15
Después de ducharnos —lo que por cierto, fue todo un desafío con él
junto a mí—, Mike hizo el desayuno. Una vez que terminamos, nos
preparamos para el día, debía irse porque tenía una reunión con su equipo
para ver la grabación del juego de anoche.
Yo, por otro lado, estoy disfrutando de un día de chicas con mis amigas.
Tras recorrer la 5ta Avenida, con demasiadas bolsas en nuestras manos,
decidimos ir por algo de comer.
—Estás brillando hoy —dice Sam.
—Luces recién follada —agrega Abby, mirándome con ojos
entrecerrados.
Suelto una risilla.
—¿Qué? Suéltalo, perra —empuja con suavidad uno de mis hombros.
—Ayer, Mike fue a mi apartamento a mitad de la noche.
—¿Y…? —Sam me hace señas con su mano indicándome que continúe.
—Hablamos, él se explicó y lo entendí —digo sin más, queriendo dejar
ese tema—. Él pasó la noche conmigo.
—Bueno, no es de extrañar que estés radiante hoy —ríe Abby—. ¿Lo
hizo bien? ¿Qué tan grande es? —pregunta sin pelos en la lengua.
—¡Ugh, Abby! —se queja Sam.
—¿Qué?
—¡Él es mi hermano! —su expresión de disgusto me hace soltar una
risita—. No necesito escuchar acerca de sus partes.
—Un hermano caliente —Abby le guiña un ojo.
Sam niega con la cabeza, pero puedo ver que está intentando contener
una sonrisa. Llega por encima de la mesa tomando una de mis manos,
dándole un pequeño apretón.
—Estoy feliz de que lograran solucionar las cosas —sonríe—. Él está
completamente loco por ti, puedo decirlo.
—Y tú mereces eso y mucho más —mi otra amiga coincide con ella.
—Las quiero, chicas —digo agradecida con su apoyo—. Ahora,
suficiente de mí, ¿qué sucede con ustedes?
Sorprendiéndome, en lugar de responder, Abby levanta su mano
llamando la atención de un empleado.
—¡CAMARERO! TRÁIGAME OTRA RONDA! —grita agitando su
copa cuando el pobre hombre la mira—. ¡QUE SEA DOBLE!
—LO MISMO QUE ELLA DIJO —Sam repara.
Estallo a carcajadas escuchando a mis locas amigas, segundos después se
unen a mí.
Capítulo 18
Una vez que todo se tranquiliza, con gran parte del estadio vacío y luego
de lidiar con la prensa, Sam me lleva hacia el lobby frente a los vestuarios
para esperar a Mike. Sale acompañado de otros dos hombres, al verme se
acelera su paso caminando hacia mí, me toma en sus brazos inclinándose
para besarme. Cuando me deja ir, retrocede y saluda a su hermana con un
abrazo.
—Entonces, aquí está ella —exclama uno de los hombres, el rubio,
llamando mi atención.
—Preséntanos, hombre —añade el otro.
Mike rodea mi cintura acercándome a su lado antes de voltearse hacia sus
amigos.
—Chicos, ella es Liv —dice besando mi sien—. Nena, este es Adam
Pierce, mi receptor —señala al rubio—. Y Chris Hayes, mi centro —señala
al castaño de ojos azules.
—También conocidos como idiota uno e idiota dos —interviene Sam
haciendo reír a ambos.
—O sus mejores amigos —corrige Chris dando un paso en nuestra
dirección extendiendo su mano—. Un gusto, preciosa, hemos estado
esperando por conocer a la mujer que tiene atrapado a nuestro amigo.
—El gusto es mío, chicos —saludo a ambos estrechando sus manos—.
Buen juego —felicito.
—Gracias, dulzura —dice Adam y veo que Sam rueda los ojos en su
dirección, tendré que preguntarle qué es lo sucede allí—. Mi amigo aquí
mencionó que esta es la primera vez que asistes a un juego, espero que lo
hayas disfrutado.
—Lo hice.
Los chicos se ven realmente cansados y, luego de ver el juego, no sé
cómo no están arrastrándose por el piso, conversamos un rato más antes de
despedirnos de ellos. Estamos caminando en dirección al estacionamiento
cuando suena una bocina que hace que nos volteemos encontrando a ambos
hombres dentro de un Lexus rojo.
—¡QUIERO CUPCAKES LA PRÓXIMA VEZ! —grita Adam
haciéndome reír.
—Idiota —mi amiga murmura por lo bajo, levanto una ceja en su
dirección, pero ella solo niega.
—Tortolitos, vayan a casa —dice dándome un abrazo, hace lo mismo con
su hermano y sube a su coche.
Más tarde, al llegar a mi apartamento, Mike va directo a tomar una ducha
mientras yo pido la cena y voy a terminar de armar las maletas para el fin
de semana. Estoy guardando las últimas cosas cuando mi madre me llama.
—Hola, ma —contesto sosteniendo mi móvil entre mi oreja y mi hombro
mientras intento cerrar la pequeña maleta.
—Cariño —saluda—. ¿Ya tienes todo preparado?
—Estoy en eso.
—Bien, entonces, ¿lo traerás contigo? —pregunta esperanzada.
—Mamá —suspiro sentándome en la cama—. Ya hablamos de esto.
En ese momento, Mike sale del cuarto de baño envolviendo una toalla
alrededor de su cintura, su cabello está mojado y su cuerpo aún se ve un
poco tenso a causa del día que tuvo.
Este hombre es el sueño húmedo de toda mujer.
Esta vista me tiene babeando, con los ojos clavados en el increíble
hombre.
—Olivia, ¿aún estás ahí? —escucho a mi madre del otro lado.
—Umm —miro a Mike de pie frente a mí que ahora está sonriendo,
divertido con la situación—. Sí, ma, me tengo que ir, nos vemos mañana, te
amo.
Con una sonrisa me recuesto en la cama apoyándome en mis antebrazos.
—¿Disfrutando la vista, nena? —pregunta dando unos pasos hacia la
cama, se sube sobre mí.
—No te das una idea.
Llevo mis manos a sus brazos acariciándolo y desplazándolas sobre sus
definidos hombros antes de enredar mis dedos en su suave cabello húmedo.
Baja sus labios a mi mejilla dejando un camino de pequeños besos hasta mi
cuello, allí succiona suavemente mi piel causando escalofríos en mi cuerpo.
—Dios, voy a echarte de menos los próximos días —retrocede
encontrando mis ojos.
Mi corazón se encoge.
—También te echaré de menos, nene.
Es la primera vez que lo llamo así, una enorme sonrisa llena su rostro, mi
estómago se aprieta un poco más. Toma mis labios en un duro beso, su
cuerpo presionándose sobre el mío. En un rápido movimiento nos voltea,
posicionándome sobre él.
Capítulo 20
Más tarde esa noche, después de una maravillosa cena preparada por mi
madre, estoy en mi habitación desempacando cuando mi móvil suena
haciéndome saber que llego un mensaje de texto. Es de Mike.
*Déjame saber si llegaste bien.*
Decido llamarlo, él contesta al segundo tono.
—Nena —saluda—. ¿Llegaste bien?
—Llegué muy bien —lo tranquilizo—. Acabo de ver tu mensaje, fue un
día largo.
—¿Cómo está todo por allá? ¿Tu familia? —pregunta y lo escucho
moverse.
—Todos están bien, contentos. Es bueno verlos, los he echado de menos.
—Lo sé.
Por los próximos minutos me escucha hablarle acerca del día con mi
familia.
—¿Qué hay de ti? ¿Entrenaron hoy? —pregunto apartando mi maleta y
metiéndome bajo las sábanas, el cansancio golpeándome.
—Lo hicimos, el coach fue duro hoy, tenemos un juego esta semana —
comenta—. En Dallas.
—¿Cuándo se van?
—El domingo, no volveremos hasta el jueves o el viernes —el tono su
voz me dice que eso no le gusta nada—. Quería esperar por ti cuando
volvieras de casa de tus padres.
Oh.
—Bueno, esperaré yo por ti cuando regreses —digo con una sonrisa.
—Me gusta cómo suena eso.
—Ahora, te dejaré descansar, debes de estar cansado, hablamos mañana
¿sí?
Cuando cuelgo, reviso los mensajes pendientes; la mayoría de ellos
provienen de pedidos de pastelería. Una vez que termino, lo dejo a un lado
y me acomodo para dormir. Apenas mi cabeza toca la almohada, dejo que el
sueño se apodere de mí.
Capítulo 21
Al día siguiente, el viaje a casa de sus padres no es muy largo. Desde que
subimos al coche estoy intentando calmar los nervios, pero es imposible y
él lo nota.
Estaciona frente a un portón similar al de su apartamento, pero más
grande e introduce el código, ingresa a la propiedad, y espera a que se
cierre. Cuando lo hace, apaga el motor y se gira enfrentándome.
—¿Por qué estás tan nerviosa?
Me muevo en mi asiento jugando con mis dedos.
—Yo… —tartamudeo un poco—. Estoy siendo una tonta, solo no me
hagas caso.
Nunca conocí a la familia de un novio, y eso está jodiendo conmigo. Se
cuán cercano es Mike a su familia, no quiero pensar lo que sería si no les
agrado.
—Tú ya conoces a mi madre, y a Sam, ¿qué sucede?
—Conocerla es una palabra grande, la vi algunas veces. Esto es diferente,
estás a punto de presentarme como tu novia —muerdo mi labio.
—Oye —dice tomando mis manos y llevándolas a sus labios—. Ellos te
adorarán.
—Espero que tengas razón —suspiro.
Toma mi rostro en sus manos y me besa.
—Además, no es por nada, pero trajiste pastelitos —se encoje de
hombros—. Nadie hornea aquí, excepto mi madre, tienes puntos extras
asegurados —me guiña inclinándose para besar mi frente.
Una vez que se asegura de que estoy tranquila, enciende el motor
avanzando por el sendero hasta llegar a la casa. Baja del auto y abre mi
puerta.
—Guau —digo mirando a mi alrededor—. Es bellísimo.
La propiedad es grande y el exterior de la casa es encantador. Al menos
dos pisos, paredes color beige, techos tejados y grandes ventanas. Mientras
aprecio la casa, la puerta principal se abre y su madre sale acercándose a
nosotros.
—Estoy tan contenta de que estés aquí, Olivia —viene directo a mí
envolviéndome en sus brazos—. Mira lo preciosa que te ves hoy —dice ella
antes de dar un paso atrás para observarme.
Estamos a inicios de noviembre, por lo que el frío comienza a sentirse en
la ciudad, estoy usando un vestido verde oscuro estampado con falda y
mangas largas, lo combiné con unas botas taco medio y un bolso negro.
—Gracias, señora Butler —sonrío comenzando a sentirme más relajada
con su bienvenida.
—Cariño, por favor, solo llámame Cassy, o mamá, como más te guste.
—Mierda, ma, la vas a espantar —se ríe Mike detrás de mí acercándose a
su madre y dándole un abrazo.
—Tú, tonto —lo golpea en el brazo cariñosamente—. Por favor, entren
—señala la puerta.
Mike coloca su mano en mi cintura y me guía al interior de la casa, en
donde es mucho más bella. Mientras caminamos a través de la sala veo
muchas fotos familiares, lo que hace al hogar aún más acogedor. Cuando
entramos al comedor, allí de pie, hay un hombre alto y de cabello castaño
esperando por nosotros.
—Bueno, al fin tengo el placer de conocer a la chica de la que mis hijos
no paran de hablar —sonríe él caminando hacia mí.
—Es un gusto, señor Butler.
—Ven aquí, niña —dice dándome un abrazo de oso, escucho a Mike y
Cassy reír detrás de mí—. Puedes llamarme Jim, bienvenida a la familia.
—Gracias —digo devolviéndole el abrazo.
El almuerzo ya está listo en la mesa y luce delicioso. Jim toma asiento en
la cabecera, Cassy a su derecha y Mike me guía hasta los dos lugares vacíos
a la izquierda de su padre.
—¿Dónde está Sam? —pregunto extrañada de no verla aquí.
—Ella llamó justo antes de que llegaran diciendo que no podría venir
hoy, no se sentía muy bien.
— Oh, no mencionó eso cuando hablé con ella más temprano —digo
sorprendida de que Sam no me dijera nada.
—¿Qué le sucede? —pregunta Mike frunciendo el ceño
—Ella está bien, cariño, solo no quería que ustedes se preocupen —
responde su madre con una sonrisa tranquilizadora.
Durante el almuerzo me hacen algunas preguntan acerca de mi familia y
de mi trabajo. Me preocupé tanto sin razón alguna, ellos son tan amables y
me hacen sentir cómoda y bienvenida en todo momento.
Cuando Cassy anuncia que es hora del postre, me ofrezco a ayudarla. La
sigo a la cocina y, mientras ella prepara el café, yo comienzo a colocar los
cupcakes que traje en una pequeña bandeja de porcelana.
—Estoy feliz de que vinieras hoy —dice ella de repente, y me giro para
mirarla, tiene una sonrisa en su rostro.
—Tengo que admitir que estaba un poco nerviosa.
Alza sus cejas sorprendida.
—¿Por qué es eso? ¿Luzco aterradora?
Suelto una risita negando con la cabeza.
—Para nada, es solo que esto es nuevo para mí, no sabía qué esperar.
Su expresión se suaviza, deja lo que está haciendo y se acerca a mí
tomando una de mis manos.
—Oh, cariño, no tendrías que haberte preocupado por eso, eres
bienvenida aquí. Puedo ver el cambio en mi hijo desde que te conoció, eres
buena para él y eso es suficiente para nosotros.
Y sus palabras terminan de quitar cualquier duda que pude tener acerca
de ellos.
—Gracias, Cassy —digo con la voz entrecortada, y ella sonríe.
Una vez que todo está listo tomo la bandeja de cupcakes y nos dirigimos
a la mesa en donde los hombres están hablando.
—¿Estás bien? —pregunta Mike cuando tomo asiento a su lado.
—Mejor que bien.
Sonríe antes de inclinarse y besar mi frente.
—Niña, estos son deliciosos —dice Jim tomando un bocado del pequeño
pastel.
Horas más tarde, luego de un hermoso día, nos despedimos de sus padres
con la promesa de visitarlos pronto.
Capítulo 27
Mike ha estado fuera de la ciudad hace ya trece días, y no hago más que
extrañarlo, sé que esto es parte de su trabajo y tengo que acostumbrarme a
ello, pero eso no hace que sea más fácil. El último partido no fue tan bueno
y, cuando conversamos anoche, pude escuchar en su voz como eso lo
afectaba. Decidí terminar la llamada temprano y dejarlo descansar.
Como casi todos los jueves estoy almorzando con Abby y Sam.
—Entonces, ¿qué está sucediendo con ustedes dos? —entrecierro mis
ojos—. ¿O piensan que soy tonta y no me he dado cuenta?
Se miran entre ellas.
—Tu primero, desembucha, Abby.
—Estoy teniendo sexo con Chris —suelta, y mis ojos se abren como
platos.
—¿QUÉ?
—¿QUÉ? ¿DESDE CUÁNDO?
Sam y yo hablamos al mismo tiempo.
—Shhh —dice ella mirando a nuestro alrededor.
—Nadie está mirando, perra, habla —tiro una papa frita en su dirección
haciéndola reír.
—Unos días después de la cena, no sé dónde consiguió mi número, pero
me envió un mensaje de texto —comenta—. Salimos a cenar a la noche
siguiente y nos hemos visto desde entonces.
—Guau.
—Sí, guau —ríe ella nerviosa.
—¿Qué hay de ti? ¿Qué está pasando? —me volteo hacia mi otra amiga.
Sam ha estado decaída estas últimas semanas, no hemos querido
presionarla a contarnos qué es lo que sucede ya que vemos como eso la
afecta.
—¡No nos digas! ¿El labial funcionó? —pregunta Abby.
La rubia se sonroja dándonos la respuesta que buscamos.
—¡Lo sabía! —digo riendo, pero me detengo cuando veo su expresión—.
¿Qué sucedió?
—Él no quiere nada serio, y yo no quiero seguir jugando sus juegos, pero
cada vez que vuelve es difícil.
—¿Se lo has dicho?
—Algo así, intento alejarme, pero luego lo veo y estoy perdida —
resopla.
—Deberías hablarlo con él —dice Abby—. Si no le gusta, su pérdida,
querida.
Sam asiente y me mira.
—¿Has hablado con mi hermano?
—Anoche, ¿por qué?
—Lo llamé esta mañana y su humor era espantoso, le colgué el teléfono.
—No lo escuché bien, sonaba cansado y sí, malhumorado, con los
resultados del último juego su cabeza no debe estar parando ni un segundo
—le digo—. Lo echo de menos.
—Deberías ir a verlo.
—Pensé en eso, pero ¿crees que es buena idea? —pregunto dudosa.
Se encoje de hombros.
—Sería una sorpresa, además él no se esperará para nada que tú estés allí.
—Creo que es una buena idea —agrega Abby.
Cuando luego llego a casa no lo pienso mucho más, compro un boleto de
avión para mañana por la tarde y comienzo a armar la valija. Esa noche
cuando Mike llama, intento disimular mi emoción para que no sospeche
nada.
Es tarde cuando llego a Chicago el viernes por la noche. Me tomo un taxi
del aeropuerto al hotel donde el equipo se está quedando. Ayer por la noche
le envié un mensaje a Adam y a Chris para que me ayudaran a conseguir
una copia de la llave de la habitación de Mike. Por supuesto, ellos lo
hicieron y me dieron todas las indicaciones.
Voy hasta la recepcionista, le digo lo que estoy buscando y ella me
entrega un pequeño sobre. Una vez en la puerta, abro el sobre y saco la
llave, la uso para entrar a la habitación. El lugar es grande y lujoso. Dejo mi
maleta cerca del vestidor, voy hasta la cama viendo que está vacía. Cuando
escucho la ducha correr, sonrío.
Hago un trabajo rápido, me quito mis zapatos y ropa antes de dirigirme a
donde está él. Casi me trago la lengua al ver el enorme baño, pisos
brillantes de mármol, en el centro hay una bañadera con grandes ventanas
con vista a la ciudad justo enfrente.
Deslumbrante.
A mi izquierda hay una gran ducha recubierta de cristal. Mi cuerpo
tiembla con anticipación cuando lo veo allí, han pasado días. Está de
espaldas a mí. Mis ojos recorren su cuerpo observando cómo se flexiona
con cada movimiento, arrugo mi frente cuando veo un moretón de
significante tamaño comenzando a formarse en la parte superior de sus
costillas.
Doy unos pasos dentro de la ducha, mi cuerpo empapándose en cuestión
de segundos, hasta estar a centímetros de él, extiendo mi mano acariciando
su espalda. Se voltea abruptamente con los ojos alarmados, pero se suavizan
apenas me ve.
—Hola, nene.
Sin una palabra envuelve sus brazos a mi alrededor tirándome hacia él,
enterrando su rostro en mi cuello. Rodeo sus hombros con mis brazos
sintiendo su mojado cuerpo pegado al mío.
—Sorpresa —susurro besando su piel.
Se aleja y toma mi rostro en sus manos.
—Dios, tú… —suspira negando con la cabeza antes de descender su
boca tomando mis labios con suavidad.
El agua cae sobre nosotros con fuerza, mis manos están por todas partes
acariciando su piel. Profundizo el beso metiendo mis manos entre sus
cabellos, parecería que no nos hemos visto en meses. Siento su erección
endurecerse haciendo que me presione aún más contra él. Él gruñe y
muerde mis labios, nuestras lenguas se entrelazan en un dulce baile.
—Te necesito —murmura mientras toma ambos globos de mi trasero
apretándolos en sus manos.
Lo próximo que sé es que me alza y mi espalda esta contra la fría pared,
mis piernas rodean su cintura. Me sostiene allí, entre su cuerpo y la pared,
frotándose contra mi centro húmedo y acariciando mi cuerpo con la mano
que tiene libre. Me toca como si necesitara asegurarse de que estoy aquí.
Aprieto mis piernas a su alrededor, sintiendo su dureza palpitar contra mí.
—Mike —gimo encontrando sus bellos ojos y levantando mi pelvis a su
encuentro.
Lleva su mano a mi nuca antes de inclinarse y tomar mi boca con
desesperación, su brazo abraza la parte baja de mi espalda sosteniéndome
con firmeza antes de hundirse en mi interior hasta tocar fondo.
—Ahhh —echo la cabeza hacia atrás.
—Sii —gime besando mi barbilla empujando sus caderas contra las mías.
El vapor nos envuelve mientras el agua se desliza sobre nuestros cuerpos,
su piel se siente suave y caliente debajo de mis manos. Entra en mí una y
otra vez, acelerando sus movimientos, cuando me contraigo a su alrededor,
él desacelera queriendo extender el momento, para luego empezar otra vez.
Lo hace por los próximos minutos, hasta que lo aprieto con más fuerza y
muerdo su hombro haciéndolo perder el control. Se mete en mi interior con
embestidas firmes hasta que sus caderas están temblando con movimientos
erráticos.
—Joder, nena —cierra los ojos.
Aprieto una vez más, él empuja con fuerza dentro de mí una última vez y
se derrama en mí. Permanecemos allí por unos minutos hasta que conmigo
aún en sus brazos nos saca de la ducha y va hacia la cama. Me acuesta antes
de subir a mi lado y envolverme en sus brazos.
—Eres increíble —susurra mirándome con cariño—. No puedo creer que
estés aquí.
Sonrío.
—No podía esperar a verte —digo acariciando su rostro.
Se inclina y besa mi frente.
Capítulo 28
—¡Ouch! —digo tapándome los ojos cuando Mike es derribado por dos
hombres.
El juego de hoy está muy parejo, vamos ganando por apenas unos puntos.
Los chicos están haciendo un trabajo excelente, pero el rival es fuerte
también.
—¡SÍ! —exclamo aplaudiendo cuando veo que Mike tiene la bola y se
echa a correr—. ¡Corre, corre!
Sigue corriendo hasta que traspasa la línea de la defensa y anota. Los
espectadores se vuelven locos festejando la última jugada.
—¡Touchdown, nene! —grito saltando de mi asiento y riendo.
Adam se acerca a él felicitándolo con un empujón en su hombro. En ese
momento él mira hacia el palco y me señala, ha estado haciéndolo durante
todo el juego cada vez que hace una anotación, cuando sus ojos me
encuentran lanzo un beso en su dirección. El vuelve a tomar su posición y
yo no puedo sacar la sonrisa de mi rostro.
—Esa fue una buena jugada —dice Mindy a mi lado.
La conocí hoy, ella es la hermana de uno de los compañeros de Mike. Él
insistió que hoy vea el juego desde el palco así que aquí estoy. Volvemos a
nuestros asientos, saco mi móvil y saco una foto antes de enviársela a Sam,
su respuesta llega inmediatamente.
*¡Chica con suerte! Abraza a mi hermano por mí.*
El juego termina pocos minutos después, nuevamente ganamos esta
noche y todos están más que contentos. Espero a que los familiares de los
jugadores salgan antes de tomar mi bolso y caminar a la salida.
—Tú debes de ser Olivia —dice una voz a detrás de mí, deteniéndome.
Me volteo para ver a una morocha de pie con los brazos cruzados. Es alta
y delgada con cabello largo color azabache.
—Soy Sara, la RR. PP. del equipo —se acerca extendiendo su mano y yo
la tomo.
—Oh, un gusto.
Asiente y sus ojos se clavan en el campo.
—Él es bueno —dice señalando a Mike que ahora está hablando con el
entrenador.
—El mejor —sonrío sintiéndome orgullosa de él.
—Definitivamente sabe cómo trabajar con esas manos —el comentario
hace que alce una ceja en su dirección—. Pero me imagino que tú ya debes
saber eso, ¿no? Siendo el nuevo sabor y todo…
—¿Discúlpame?
Estoy incrédula, sin palabras.
—Querida, muchas han pasado por esos brazos —se encoge de hombros
—. Nada personal, te acostumbrarás a ello.
Me da una sonrisa forzada saliendo por la puerta y dejándome parada allí
con la boca abierta. De repente, incómoda, tomo mis pertenencias y voy a
esperar a Mike. Aprovecho los minutos de espera y le envió un mensaje de
texto a Sam, contándole lo que acaba de suceder y está tan incrédula como
yo.
*Maldita Sara.*
Suelto una risita, y llega otro mensaje.
*Ni siquiera te molestes en darle un segundo de atención, conoces a mi
hermano.*
*Lo sé.*
Respondo y guardo el móvil cuando lo veo salir de los vestidores. Voy
hasta él y envuelve sus brazos a mi alrededor en un gran abrazo alzando mis
pies del suelo.
—Estuviste increíble —digo rodeando su cuello con mis brazos y
besándolo.
—Gracias, nena.
Me deja en el suelo y toma mi mano. Veo por el rabillo del ojo a la
morocha acercarse a nosotros y me tenso.
—¿Qu…?
—Buen juego, Michael —felicita ella apoyando su mano en su brazo
antes de inclinarse en él y besar su mejilla.
¿Qué demonios está mal con esta chica?
—Umm, gracias Sara —él suena confundido.
—Bueno, disfruta del resto del fin de semana —le sonríe ella acariciando
su brazo antes de alejarse sin dirigirme una palabra.
—Lo haremos —suelto sin pensarlo, enojada con el atrevimiento de la
mujer.
Eso fue tan incómodo que quiero que la tierra me trague en este
momento. No me doy cuenta de Chris hasta que está a nuestro lado.
—¿Qué fue esa mierda, hombre? —pregunta riendo.
Puedo sentir a Mike mirándome, pero no levanto mis ojos, avergonzada.
—Nos vemos esta noche para la cena, avísale a Adam —responde sin
más, tirando de mi mano y caminando a paso apresurado hacia el ascensor.
No digo una palabra en el camino a la habitación, cuando entro voy
directo a la cama y me siento allí.
—¿Qué fue eso allá abajo?
—¿Dormiste con ella? —pregunto en un susurro, me arrepiento al
instante no queriendo saber la respuesta.
—¿Qué? —pregunta asombrado.
—Pregunte si la…
—Escuché lo que preguntaste —me corta—. ¿Por qué preguntarías eso?
Suspiro y le cuento lo que sucedió más temprano en el palco.
—Mírame.
Niego con mi cabeza sintiéndome una tonta por siquiera permitir que esa
mujer me incomodara de esta manera.
—Nunca toqué a esa mujer, Olivia —su voz está tensa—. No por su falta
de intentos, pero no lo hice.
Lleva uno de sus dedos a mi barbilla levantándola, haciendo que
encuentre sus ojos. Cuando veo su expresión me siento peor aún.
—No fui un santo —suspira arrodillándose frente a mí y tomando mis
manos—. No voy a mentirte y decirte que no volverá a pasar algo similar, o
que la prensa nunca molestará, no puedo prometerte eso, son las cosas que
vienen con mi profesión. Pero necesito que confíes en mí, esto no
funcionará de otra forma, Liv.
Este hombre no ha hecho más que demostrarme una y otra vez cuanto le
importo, y aquí estoy yo dudando de él. Me deslizo de la cama hasta estar
de rodillas frente a él, tomo con mis manos ambos lados de su rostro y lo
miro directo a los ojos.
—Confío en ti —susurro.
—¿Lo haces? —pregunta agarrando mi cintura.
—Lo siento, solo estoy siendo una tonta.
—No…
Apoyo mi frente contra la suya y paso mi mano por su suave cabello.
—Confío en ti —repito, y confieso—: me estoy enamorando tanto de ti
—susurro dejando mis labios a centímetros de los suyos.
La sonrisa más grande atraviesa su rostro haciendo que pequeñas
mariposas revoloteen en mi estómago.
—Maldición, nena, espero que sea así, porque yo ya estoy allí —dice
antes de estrellar sus labios contra los míos.
Cuando profundizo el beso intentando acercarme a él, se separa de mí.
—Aunque… debo admitir que me gusta verte celosa —agrega
haciéndome reír antes de inclinarse y tomar mi boca una vez más en un
feroz beso.
Capítulo 29
Más tarde esa noche cenamos con Adam y Chris en la terraza que hay en
la habitación, me gusta pasar tiempo con ellos, son tan divertidos. En un
momento, cuando nombré a Sam, pude notar como Adam se removió
incómodo en su asiento, por lo que supuse que las cosas seguían
complicadas. Ella no ha hablado mucho acerca del tema.
En este momento estoy recostada en el regazo de Mike dormitando
mientras él acaricia mi cabello y conversa con sus amigos. Por momentos lo
pillé observándome, la comisura de su boca ligeramente inclinada hacia
arriba en una media sonrisa. Estoy más dormida que despierta cuando,
momentos más tarde, Mike se pone de pie conmigo en sus brazos.
—La voy a llevar a dormir, pueden encontrar la salida —dice en voz baja
y sus amigos ríen.
No me molesto en abrir mis ojos, entierro mi rostro en su cuello sintiendo
el calor de su piel. Quita la ropa de mi cuerpo y me coloca en el centro de la
cama antes de prepararse para ir a dormir. Cuando la cama se hunde un
poco, abro levemente los ojos para verlo sentado en el borde, desnudo y de
espaldas a mí. El feo moretón formándose en su piel hace que me encoja.
Intentando no hacer ruido saco las sábanas que cubren mi cuerpo y voy
hasta él. Me inclino presionando mis labios sobre su piel dañada y él
suspira.
—Nena.
—No me gusta esto — digo con la voz un poco ronca, y él ríe bajo.
—No es nada, solo un pequeño golpe.
Levanto mis ojos, y él me está mirando por encima de su hombro.
—Ven aquí —musito.
Gira su cuerpo acomodándose, aprovecho ese momento para sentarme a
horcajadas sobre su regazo, está a punto de decir algo, pero me inclino
silenciándolo con mis labios. Siento su ya firme miembro contra mis
pliegues y mis caderas comienzan a balancearse por voluntad propia,
anhelando ese contacto.
—Pensé que estabas cansada —gime llevando sus manos a mis caderas y
acompañando mis movimientos.
—No de ti.
Veo sus ojos empañarse de deseo. Metiendo mi mano entre nuestros
cuerpos tomo su erección y la coloco en mi entrada para luego descender
lentamente sobre él.
—Ahh —jadeo cuando ya no queda un centímetro afuera, él es tan
grande.
Con mis ojos en los suyos, comienzo a moverme encima de él
balanceando mis caderas de adelante hacia atrás, mis manos acarician los
músculos de su prominente pecho y él me deja hacer. Se siente tan bien.
Con una mano en mi cintura, lleva la otra a mi espalda, atrayéndome hacia
él para tomar mi pezón en su boca, segundos después lo deja ir y hace lo
mismo con el otro. Mi respiración se acelera y me contraigo a su alrededor
sacando otro gemido de él.
—Tan caliente —jadea—. Tan malditamente caliente.
Su halago me enciende aún más. Aferrándome a sus hombros, con mis
piernas firmes a cada lado, empiezo a moverme de arriba a abajo con
movimientos bruscos. Me inclino y muerdo su oreja haciéndolo temblar en
mi interior. Sonrío y lo vuelvo a hacer.
—¡Joder!
Y lo que sucede después me deja viendo estrellas. Mike toma mi trasero
en sus manos y lo aprieta antes de embestir dentro de mí. Me sube y me
baja sobre él con una fuerza descomunal, cada vez más rápido.
—Oh, Dios.
Gruñe jalando de mí cada vez más fuerte y con el sonido de nuestros
cuerpos chocando, nuestra respiración jadeante y su boca en mí, enterrando
mi rostro en su cuello me dejo ir.
—Ahh.
Suelta mi pezón con un sonido húmedo y ahora sus labios envuelven los
míos. Sus manos sostienen con fuerza mi trasero, después de tres
embestidas más, tiemblo a su alrededor sintiéndolo explotar en mí.
—Pequeña provocadora —murmura contra mis labios antes de llevarme
a la cama y acostarse a mi lado.
Una hora más tarde él está fuera, viéndolo dormir tan tranquilo
aferrándose a mí hace que mi corazón se hinche. Paso mis dedos por su
cabello y él suspira. Estoy tan cautivada por este hombre, que no voy a
pretender que no lo amo, estaría mintiendo.
Incluso si es pronto.
Capítulo 30
Es un hermoso día.
Mi padre y los chicos se fueron después del desayuno a ver el campo de
baseball en el que Ben está trabajando. Mi madre y yo decidimos quedarnos
en casa, horneamos, le conté acerca de los padres de Mike y cuan amables
ellos son conmigo, ella no puede esperar a conocerlos.
En este momento estamos pasando el tiempo en su precioso jardín de
invierno y disfrutando de una buena copa de vino. Este lugar es uno de mis
favoritos en la casa de mis padres, solía pasar horas aquí con mi madre,
tomando el té, ayudándola con sus plantas y flores. El verano pasado
remodelaron el espacio para prepararlo para el invierno y quedó precioso,
es como estar dentro de una habitación de cristal.
—Entonces… —dice ella tomando un sorbo de vino—. Iba a esperar
para contártelo, pero no puedo —se ríe.
—¿Que sucede?
—Nada malo —deja su copa a un lado y me mira—. Con tu padre hemos
estado pensando en mudarnos a la ciudad.
—¿Qué? —pregunto sorprendida.
Ella levanta la mano antes de que pueda decir algo más.
—Nos gusta aquí, pero sin ustedes no es lo mismo. Tu hermano pasa más
tiempo viajando que en casa y tú ahora estás en la ciudad. Con tu pastelería
en su mejor momento y la relación con Mike, no creo que tengas planes de
volver a casa, ¿me equivoco?
Sacudo mi cabeza, negando. Ella me conoce muy bien.
—Tu padre puede trabajar desde cualquier lugar, por lo que eso no es un
problema, él fue quien lo sugirió.
—Ma, no tienen que hacer eso —digo intentando sonar convincente y
ocultar mi emoción, nada me podría emocionar más que tener a mis padres
cerca.
—Esa es la cosa, nosotros queremos hacerlo —me da una pequeña
sonrisa—. A Ben le gustó la idea, irá a la ciudad tan seguido como viene
aquí, volverá a Cold Spring lo necesario para ver cómo van las cosas con el
proyecto, es perfecto.
Me levanto de la silla en la que estoy sentada y voy hacia ella
abrazándola fuerte, aún sin poder procesar por completo la noticia.
—Tu padre ya encontró una casa que le gusta —ríe cuando levanto una
ceja—. Sip, se ha tomado todo muy en serio.
—¿Cuándo se mudarán?
—Tenemos algunas cosas que solucionar aquí primero, pero quizás para
inicios del próximo año ya estaremos allí.
Sonrío y la abrazo una vez más, nos quedamos allí por varios minutos
hasta que escuchamos a los chicos llegar a casa.
—¡Trajimos comida! —grita mi hermano.
—¡Gracias a Dios! Estaba muriendo de hambre —resopla mi madre
haciéndome reír—. Vamos, cariño —dice tomando mi mano y caminando a
la casa.
—¿Se divirtieron chicos? —pregunta ella cuando entramos yendo
directamente hacia mi padre y abrazándolo.
Sonrío mirándolos con cariño, desde que tengo uso de razón soy testigo
del amor que ellos se tienen el uno al otro, mi madre me ha contado
millones de recuerdos acerca de su historia de amor. He estado deseando un
amor como este durante mucho tiempo y no pensé que llegaría, hasta él.
—Estuvo bien —responde Ben sentándose en la mesa.
Miro a Mike y él me está observando.
—¿Ya te han vuelto loco, nene? —sonrío.
—Ellos no son tan malos —se encoje de hombros acercándose a mí antes
de inclinarse y dejar un beso en la comisura de mi boca.
Mi hermano resopla.
—No tan malos —murmura señalando a mi hombre—. No te
acostumbres, Butler.
—No asustas —me burlo sacando mi lengua, y él frunce el ceño.
Mis padres se ríen de nosotros. Al día siguiente, luego de un maravilloso
fin de semana, nos despedimos de mi familia con la promesa de vernos
pronto y regresamos a Nueva York.
Capítulo 32
Abro mis ojos y los vuelvo a cerrar por la intensidad de la luz que me
golpea. Intento abrirlos otra vez, lentamente hasta acostumbrarme. Estoy en
una cama con algunos cables sobre mi cuerpo y una pequeña máquina a mi
lado que no para de sonar, lo que intensifica mi dolor de cabeza. Miro a un
costando y veo a Mike dormido, sentado en una silla pegado a la cama
sosteniendo mi mano.
Mi cuerpo se relaja al verlo allí. Es increíble la paz y tranquilidad que
este hombre me da, estiro mi mano y la paso por su desordenado cabello,
eso lo despierta. Su cabeza se levanta de golpe con una expresión alarmada.
—Oye —mi voz suena ronca.
Sus ojos se suavizan cuando me ven.
—Dios, nena, me diste un susto de muerte —susurra acercándose y
besando mi frente.
Cierro los ojos aferrándome a su camisa y dejo salir las lágrimas una vez
más.
—Lo siento.
—Me estás matando —me abraza sentándose a mi lado a mi lado y
llevando mi rostro a su pecho—. Lo voy a matar.
—Fue él, ¿verdad? —pregunto en un susurro.
Su cuerpo se tensa respondiendo a mi pregunta, se aleja y saca un
mechón de cabello de mi rostro, está a punto de hablar cuando se escuchan
voces fuera de la habitación.
—¿DÓNDE ESTÁ ELLA?
De inmediato reconozco la voz de mi hermano.
—¿DÓNDE ESTÁ MI HERMANA?
—¿Lo has llamado?
Él solo asiente. La puerta se abre y Ben aparece allí de pie, mis padres
están detrás. Sus ojos se clavan en mí, está enfurecido. Se acerca a mí en
tres largos pasos hasta estar a mi lado. Mike se aleja dándonos espacio, pero
sin soltar mi mano.
—Estoy bien —musito sin encontrar su mirada.
No es una completa mentira, estoy bien físicamente.
—No me mientas, Olivia, no estás malditamente bien.
—Y tú —dice apuntando a Mike—. ¿Dónde demonios estabas? Se
supone que tenías que protegerla.
—Ben… —mi madre interviene.
—No es su culpa —lo defiendo, sé que mi hermano me ama y se
preocupa, pero no está siendo justo.
Mike respira profundo intentando controlarse.
—La estoy protegiendo.
—Bueno, terrible trabajo el que has hecho hasta ahora, mira dónde está
ella —me señala.
Y ellos no se detienen.
—No pensé que ese bastardo estuviera en la ciudad —su voz se eleva.
—Esa es la cosa, no pensaste —resopla mi hermano negando con la
cabeza—. Ella no puede quedarse aquí.
Eso es todo, Mike rodea la cama en la que estoy hasta pararse frente a
Ben, mis padres se ponen de pie, mi padre listo para intervenir mientras mi
madre viene a mi lado y toma mi lado.
—Escúchame, y escúchame bien: amo a esta mujer más que a nada —
dice con su voz dura—. Y la voy a proteger con todo lo que tengo. Ella se
quedará aquí, conmigo. Me agradas, pero no vuelvas a amenazarme con
alejarla de mí, no voy a tolerarlo.
Ben abre la boca, dispuesto a continuar discutiendo, pero mi llanto los
detiene. Ambos se giran mirándome.
—Chicos, creo que es suficiente —dice mi padre alcanzando mi otra
mano y dándole un apretón.
Ellos me dan unos minutos, hasta que me detengo, el dolor de cabeza
comienza a intensificarse una vez más.
—Necesita dormir —mi madre besa mi mejilla y se pone de pie
caminando hacia mi padre—. Te veremos mañana, cariño, ¿está bien? —
cuando asiento, ella se voltea enfrentando a mi hermano—. Vamos.
Ben resopla y sale se la habitación sin una palabra más. Ella se dirige
hacia la puerta con mi padre a su lado y se detiene al lado de Mike, le dice
algo en voz baja que no logro escuchar, él asiente inclinándose para
abrazarla, saluda a mi padre y ellos se retiran.
—Lo siento por eso —Mike vuelve a mi lado, toma mi mano y la lleva a
su boca, dejando un beso allí.
—No me gusta que peleen.
—Lo siento —repite mirándome.
Me levanto un poco para poder llegar a sus labios y besarlo.
—Te amo.
—También te amo —dice limpiando las lágrimas de mi rostro—. Me
estás matando aquí. Por favor, ya no llores.
—No me puedes decir que no llore —casi grito empujándolo.
Él intenta ocultar su sonrisa y niega con la cabeza.
Más tarde ese día me dan el alta y puedo ir a casa, con la condición de
controlar mi presión. También me recetan unas pastillas para el dolor de
cabeza en caso de que se vuelva muy fuerte. Cuando llegamos al
apartamento de Mike, le envío un mensaje de texto a mi madre, mientras
Mike prepara la bañera. Me quito toda la ropa, la dejo en el lavadero y voy
a buscarlo. Lo encuentro en el baño solo en un par de pantalones, extiende
su mano hacia mí.
—Ven, está lista.
Me ayuda a entrar en el agua tibia, antes de meterse él junto a mí, se
apoya en un extremo y me lleva sobre él. Cierro los ojos y me relajo, mi
cuerpo poco a poco comienza a liberar toda la tensión del día.
Capítulo 34
—Si alguien me hubiera dicho hace un año que estarías viviendo con un
hombre, me hubiese reído en su cara —dice Abby mirándome y mordiendo
su cupcake.
—Tampoco lo hubiese creído —resoplo.
Estas últimas dos semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos,
empezamos la mudanza el día después de que Mike me pidiera ir a vivir
con él. No había mucho que rescatar en mi departamento más que mi ropa y
otras cosas, así que fue un trabajo rápido. Ese mismo día rescindí del
contrato, hemos estado viviendo juntos desde entonces.
Debo admitir que estaba un poco asustada al principio, pero no podía
estar más equivocada. A esta altura del año los dos estamos ocupados con
nuestros trabajos lo que a veces hace difícil encontrar tiempo, pero
procuramos ir a dormir todas las noches juntos.
Él pasa horas entrenando y yo en la pastelería, todas las mañanas lo dejo
durmiendo en nuestra cama antes de ir al trabajo. Apenas ha cambiado mi
horario, solo debo despertarme unos minutos antes. Cuando le conté la
noticia a mi familia, mi padre se aseguró de enviar mi auto a la ciudad, y es
el que uso para ir a mi trabajo.
Sam ríe.
—¿Pero eres feliz?
—Él me hace feliz —asiento con una sonrisa.
Estamos en la pastelería disfrutando de mi nuevo producto estrella:
chocolate caliente con malvaviscos.
—Pensé que Manda se quedaría.
—La niñera llamó más temprano, Holly no se sentía bien y tuvo que
volver a casa —digo pensando en la pequeña niña.
—Pobre bebé, espero que esté bien.
Desde mi fiesta de cumpleaños, Manda ha estado pasando mucho tiempo
con nosotras. Todos nos hemos encariñado con ella y Holly.
—¿Qué hay de ti, señorita? —pregunto mirando a Sam y levantando una
ceja—. ¿Qué sucede con Adam?
Ella suspira, una pequeña sonrisa se asoma en sus labios.
—Lo estamos intentando.
—¿Y…? —mi otra amiga le hace señas indicándole que continúe.
La rubia mira sus manos.
—Es difícil, pero nos estamos tomando un día a la vez, solo… no pude
evitarlo.
Estiro mi mano y acaricio su brazo sonriéndole.
—Bueno, mientras sea lo que quieres no veo problema, no pierden nada
intentándolo.
—Lo sé.
—No puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo, navidad está a la
vuelta de la equina —dice Abby estirándose por otro dulce—. ¿Cuáles son
sus planes?
—Mis padres vendrán a la ciudad. Mamá y Cassy lo han estado
planificando, como ese día también es el cumpleaños de Mike, están
planificando algo grande.
—Eso suena divertido.
—Amo navidad, y este año seremos más de cuatro celebrándola, estoy
emocionada —suspira Sam mirándome—. ¿Has pensado en el regalo?
—Lo hice, pero es una sorpresa, solo quedan unos pocos detalles por ver.
—Chris quiere que conozca a su familia —suelta Abby haciendo una
mueca.
Arrugo mi frente en su dirección.
—Pensé que tú querías conocerlos.
—Quiero hacerlo —responde sorbiendo de su taza.
—Pero…
—Su hermana es una perra.
Sam y yo abrimos los ojos como platos antes de echarnos a reír.
No ha sucedido mucho más, además de la mudanza. En cuanto al asalto
de mi antiguo apartamento, aún no han logrado recopilar la información
suficiente. Debido a que el video de las cámaras de seguridad no es claro no
ha sido posible hacer alguna denuncia contra Luke, aunque yo estoy segura
de que él tiene algo que ver con todo esto. Cuando interrogaron al portero
de esa noche, el que lo dejó entrar al edificio, solo recordaba que el hombre
podría tener cabello claro. Tampoco ha sido posible dar con el paradero de
Luke para hacerle las preguntas pertinentes, por lo que en este momento
estamos en un callejón sin salida. He intentado dejar de pensar en el tema,
pero hay días que es no puedo evitarlo y Mike nota eso, lo que lo enfada
aún más.
Estoy peinando mi cabello cuando escucho el sonido del ascensor
abriéndose, seguido de murmullos.
—¿Nene? —llamo en voz alta.
Me detengo cuando escucho un lloriqueo.
—Shhh —susurra.
Frunzo el ceño y camino hasta la sala.
—Mike, ¿estás ahí?
—No vengas aquí —grita, pero yo ya estoy allí.
Él esta arrodillado detrás de la barra de desayuno, susurrando cosas que
no alcanzo a escuchar.
—¿No crees que estás grande para jugar a las escondidas? —pregunto
apoyando una mano en mi cadera y mirándolo.
Se ríe negando con la cabeza.
—Ve y espera en el sofá.
—¿Qué estás haciendo? —doy un paso hacia adelante intentando
acercarme, pero otro lloriqueo me detiene.
De repente, una pequeña bola de cuatro patas sale corriendo con rapidez.
Mike maldice riéndose, sus ojos pegados al pequeño animal antes de
sentarse en el piso y mirarme.
—OH, DIOS MÍO —grito sorprendida llevándome la mano a la boca.
—Sorpresa.
Despego mis ojos del pequeño perro y corro hacia el hombre allí sentado
abalanzándome sobre él y empujándolo sobre su espalda, gruñe rodeando
mi cintura con su brazo.
—¿Qué piensas?
—¿Es nuestro? —pregunto emocionada sosteniendo su rostro en mis
manos.
Cuando asiente dejo salir un pequeño grito antes de abrazarlo y besarlo
con fuerza.
El cachorro deja escapar el ladrido más adorable llamando nuestra
atención. Me pongo de pie, voy hasta él y no puedo evitarlo: lo levanto y lo
abrazo contra mi cuerpo, acariciando su liso y suave pelaje azulado. Mike
se para detrás de mí, estirando su mano rasca la oreja del pequeño.
—Es un bulldog francés.
—Lo amo —murmuro acercando mi rostro al del cachorro, río cuando su
lengua conecta con mi mejilla.
Me giro enfrentando al hombre de ojos verdes que me tiene tan
enamorada.
—No puedo creer que consiguieras un perro —digo abrazándolo y
enterrando mi rostro en su pecho—. Gracias.
Su brazo rodea mis hombros acercándome a él.
—De nada, nena —se inclina y me besa—. Te amo.
Suspiro contra sus labios, jamás me voy cansar de escucharlo decir esas
palabras.
—Te amo.
El pequeño inquieto en mis brazos intenta meterse en nuestro beso. Mike
da un paso atrás frunciendo el ceño, y yo solo río.
—¿Cómo se llama?
—Estaba esperando por ti para elegir un nombre —se encoje de
hombros.
—Umm.
Pienso mientras estiro mis brazos para sostener el cachorro frente a mí, lo
observo: es adorable.
—Bueno, Blueberry, bienvenido a casa.
Sonrío abrazando al pequeño animal, y Mike se ríe a mi lado.
Capítulo 36
Abro mis ojos sintiendo la fresca brisa sobre mi cuerpo desnudo y el sol
en mi rostro. Mike está durmiendo de costado con su brazo rodeando mi
cintura. Me encanta observarlo dormir, se ve tan tranquilo.
Estos días han sido maravillosos, nos hemos relajado por completo, no
quiero dejar este lugar, es como estar en un constante sueño. Ayer, luego de
un día de spa, sorprendí a Mike con una cena romántica en la terraza del
bungaló. Nos quedamos allí toda la noche, lo último que recuerdo es
quedarme dormida en sus brazos con él acariciando mi cabello, supongo
que en algún momento nos trajo a la cama.
Hoy es nuestro último día en este bello paraíso. Lentamente me levanto
de la cama procurando no despertarlo, preparo el pequeño bolso con las
cosas que necesitaremos y me visto. Aún está durmiendo cuando termino,
me acerco a él sentándome a su lado, sus ojos se abren al sentir mi mano en
su rostro.
—Buen día —susurro inclinándome y besando su pecho.
Se retuerce un poco antes de envolver mi cintura con su brazo y enterrar
su rostro en mi abdomen. Paso mis manos por su cabello, y él suspira
—Ven a la cama.
—Tenemos que estar en un lugar, esperaré por ti en la terraza —beso sus
labios y salgo de su agarre.
Afuera el yate que contraté ya está esperando por nosotros, voy hasta allí
para saludar al capitán que está de pie en el pequeño muelle.
—¿Estamos listos? —pregunta el hombre mirando detrás de mí.
Me volteo para ver a Mike caminando hacia nosotros.
—Lo estamos —sonrío.
El capitán asiente y camina hacia el pequeño barco. Doy unos pasos para
seguirlo, pero Mike me detiene tomando mi mano y jalándome hacia él.
—Quiero mi beso de buenos días —dice descendiendo su rostro sobre el
mío.
Y me derrito contra su cuerpo, sus labios de mueven con firmeza hasta
que se aparta dejándome un poco tonta.
—Eso está mejor.
Subimos al yate y vamos a la enorme cubierta exterior, suspiro
apreciando la vista.
—No me canso de verlo —camino hasta la barandilla cautivada con el
océano que nos rodea.
—La mejor vista de todas —dice él detrás de mí, está parado con sus
manos en los bolsillos observándome.
Le sonrío. Nos quedamos allí hasta que una joven se acerca informando
que la mesa esta lista. Tomamos asientos en el sofá y a los minutos
comienzan a traer el desayuno, me aseguré de pedir una variedad de comida
y nuestros favoritos: huevos, tostadas, frutas.
Volver al mundo real no es tan malo como pensé que sería. Luego de
nuestra pequeña escapada a Maldivas volvimos a casa y nos sumergimos en
una cómoda rutina, Mike con sus entrenamientos y yo con mi trabajo.
—¡Blueberry, ven aquí! —grito siguiendo a la pequeña bola que corre a
la cocina.
Son las 6 de la mañana exactamente, y el cachorro ya está con toda su
energía corriendo por la casa. Él es muy gracioso y adorable, hace las cosas
más traviesas, le encanta dormir casi tanto como le gusta morder y arruinar
las medias, no importa cuántos juguetes le compre. Ninguno parecía
gustarle hasta que hace unos días atrás Mike llego a casa con un juguete
masticable en forma de zanahoria.
—¡Blueberry! —repito, esta vez un poco más fuerte.
Su pequeña cabeza se asoma detrás de la isla, no puedo evitarlo y me río.
Está todo agitado, jadeando con su lengua afuera y todo.
—Vamos chico, ven aquí —me siento sobre mis talones estirando mis
brazos.
Suelta un ladrido.
—Shhh —intento acercarme a él, pero piensa que estoy jugando y se
echa a correr una vez más—. ¡Mierda! —río rodeando la barra y yendo
detrás de él.
No llega muy lejos. Mike, ahora de pie en el pasillo, bloquea su paso
antes de agacharse y tomarlo en brazos. Mi hombre viste solo un par de
pantalones, su cabello desordenado por el sueño.
—¿Te está dando problemas? —pregunta con una sonrisa somnolienta en
su rostro rascando detrás de las orejas del pequeño.
Suspiro caminando hacia él.
—Lo siento, no quería despertarte.
Se ríe inclinándose para besarme mientras yo deslizo mi mano alrededor
de su cintura sintiendo el calor de su piel.
—Mmm.
—Estoy llegando tarde —murmuro contra sus labios y me alejo
observándolos—. Gracias a este pequeño travieso —bromeo haciéndole
cosquillas a Blueberry en su pancita.
El cachorro se mueve como loco en los brazos de Mike haciéndonos reír,
listo para seguir jugando. Le doy un último beso, tomo mi bolso y me dirijo
al ascensor.
—Oh —me detengo, girándome para mirarlo—. Cenaremos con tus
padres esta noche, tu madre quiere ver las fotos de nuestras vacaciones.
—Suena bien, llevaré al pequeño.
Asiento y le tiro un beso antes de irme.
Llego tarde al trabajo. Gracias a Dios Manda tiene una llave y comenzó
sin mí. Como es habitual la mañana es agitada. Para pasado el mediodía
estamos desechas y aún hay cosas que hacer. Nos tomamos unos minutos
para almorzar antes de comenzar a limpiar. Cuando termino de ordenar las
mesas y los mostradores me uno a Manda en la cocina, que está
colocándose su abrigo.
—Liv, me tengo que ir, ¿estás segura de que puedes terminar aquí?
—Claro que sí, ve —limpio mis manos—. Gracias de nuevo por esta
mañana.
Ella sonríe.
—No fue nada. Holly aún está esperando por la cita de juego con
Blueberry, quiere uno.
—Imagina eso —me río abrazándola—. Bésala por mí, la visitaré pronto.
La acompaño hasta la puerta de atrás antes de comenzar a apilar las
bandejas en su lugar, segundos después oigo que la otra puerta se abre y se
azota con fuerza asustándome. Frunzo el ceño y voy hacia el frente, me
quedo petrificada al ver a un hombre de pie en el centro del lugar.
El terror y la adrenalina se apoderan de mi cuerpo al verlo allí.
—Es bueno verte otra vez, Olivia —dice Luke dando unos pasos hacia
adelante, haciéndome retroceder hasta que choco con el mostrador detrás de
mí.
—N… no… no puedes estar a… aquí —balbuceo sin poder controlar la
forma en que mi voz tiembla.
Alarmada observo a mi alrededor buscando mi móvil. Tengo que llamar a
la policía. Parece como si lo hubiera pedido porque en ese momento
comienza a sonar con una llamada entrante.
Retrocedo despacio con mis ojos clavados en el hombre frente a mí y ahí
es cuando lo veo. Sus ojos se vuelven completamente negros enviando
escalofríos por mi espalda. Todo el miedo que he sentido durante las
últimas semanas se intensifica al ver su expresión, está perdido y la sangre
se drena de mi cuerpo cuando se abalanza hacia mí. Dejo salir un grito
ensordecedor y corro a la cocina, pero no me da tiempo a nada, él es mucho
más ágil.
—No lo creo, perra.
Agarra mi brazo para detenerme y me desespero. Grito intentando
apartarme empujándolo con mi cuerpo. El forcejeo hace que yo pierda el
equilibrio y me resbale sobre las baldosas, cayendo sobre mi trasero.
—¿Olivia? —la voz de Amanda llama desde la puerta trasera, mis ojos se
abren como platos.
—¡AMANDA!
—¡Maldita, perra! —Luke gruñe enojado antes de inclinarse para
tomarme por la camiseta y golpearme contra la pared con fuerza sacando el
aire de mis pulmones.
Lloro del dolor al sentir mi cabeza pulsando por el golpe, lo veo reírse de
mí a través de mi visión borrosa. Las lágrimas se filtran por las comisuras
de mis ojos mientras lucho por respirar. Se acerca hasta tener su boca a la
altura de mi oído y susurra.
—Te dije que te arrepentirías.
Esto no puede estar pasando.
Cuando su boca toma contacto con mi piel, algo dentro de mí explota y
me vuelvo loca. Grito asqueada e indignada, furiosa comienzo a golpearlo y
patearlo repetidas veces, escuchando sus gruñidos de dolor. No es
suficiente. Él es más fuerte que yo, me aparta de la pared arrojándome al
suelo, sube a horcajadas sobre mí inmovilizando mis piernas para evitar que
lo golpee. Estoy llorando con fuerza ahora.
—¡OLIVIA! —alguien grita golpeando la puerta.
¿Mike? No puede ser.
Ambos nos quedamos inmóviles al escuchar la voz masculina, un muy
pequeño alivio me llena al oírlo. Luke cubre mi boca con su mano evitando
que grite y sus ojos se fijan en mí.
Sus fosas nasales se abren y se cierran, observándome con desprecio, no
tengo idea de lo que está pasando por la cabeza de este hombre, lo que sí sé
es que de pronto aparta su mano de mi boca cerrándola en un puño y lo
levanta por encima de su cabeza. Mi corazón cae anticipando lo que está
por venir.
—¡NOO! —grito llevando mis manos a mi rostro protegiéndome, pero de
nada sirve.
Los primeros dos golpes son los peores, mi cabeza retumba y mi visión
se nubla. Me encojo con cada uno de sus golpes hasta que ya no los siento,
por los próximos minutos estoy dentro y fuera de la consciencia. Pesados
golpes suenan en la puerta.
—¡MALDITA SEA! ¡OLIVIA!
Pero eso tampoco lo detiene, continua asaltando mi cuerpo con sus
puños, apenas puedo mantener abiertos mis ojos. De repente escucho la
puerta ser removida con un estruendo, y segundos después lo apartan de mí.
—¡OH, DIOS MÍO! —la voz de Manda se quiebra, la siento acariciar mi
pierna con sus manos temblorosas—. Liv, oh, Dios.
Mis ojos revolotean mientras trato de concentrarme en lo que sucede a mi
alrededor, pero de repente me siento pesada, muy cansada.
—¡MIKE DETENTE!
Cierro mis ojos lentamente y dejo que la oscuridad venga a mí.
Mike
Marco el número de Olivia cuando estoy llegando a la pastelería, pero va
al buzón de voz. Una vez allí apago el motor y me volteo hacia el cachorro
que está en el asiento trasero, Olivia le compró un asiento para el coche en
el que puede viajar.
—Iré a buscar a tu mami, ¿está bien? No demoraremos mucho.
Él inclina su pequeña cabeza a un lado con la lengua afuera y me río
negando con la cabeza. Bajo del coche y voy hasta la puerta delantera,
frunzo el ceño al intentar abrirla notando que está cerrada con traba. Me
acerco y veo a través del vidrio que la luz de la cocina está encendida.
Esto es raro, ella nunca cierra la puerta hasta que es hora de irse, negando
doy la vuelta y camino a la puerta trasera encontrando allí a una Manda
histérica con el móvil en su oído.
—Oye, ¿estás bien?
Mi voz la sobresalta y se voltea alarmada.
—¡OH, DIOS, MIKE! ¡Gracias a Dios que estás aquí!
—¿Qué sucede?
Antes de que ella pueda responder se escucha un grito desde el interior de
la cocina de la pastelería.
—¿Qué carajos? —corro hasta la puerta y Manda me sigue.
—No tengo la llave, no sé qué está sucediendo —dice con la voz
temblorosa—. Ella gritó mi nombre cuando me escuchó, Mike.
Un escalofrío sube por mi espalda al escuchar eso.
—¡OLIVIA! —golpeo la puerta con mi puño.
El picaporte de esta puerta solo está en el interior por lo que es difícil
abrirla desde el exterior sin la llave.
—¡NOO!
Mis ojos se abren como platos al escuchar su grito ensordecedor,
desesperado comienzo a golpear mi hombro con fuerza contra el duro
material.
—¡MALDITA SEA! ¡OLIVIA!
La puerta cede debajo de mí y con un último empujón vuela abierta.
Nada me hubiera preparado para esto, mi mundo cae a mis pies al ver a la
mujer que amo más que a nada tendida en el suelo inmóvil siendo golpeada
repetidas veces. Veo rojo.
Con un gruñido me lanzo sobre el bastardo quitándolo de encima de ella.
Él deja salir un grito ahogado cuando su espalda golpea el suelo, pero no
me detengo, me aferro a su camiseta y golpeo con el puño sobre su patético
rostro una y otra vez liberando toda mi ira en él. Ira por el infierno que le
hizo pasar a ella y a su familia, por cuanto los hizo sufrir, solo porque el
pedazo de mierda tenía su orgullo herido.
—¡MIKE DETENTE! —los brazos de Manda se aferran a mí desde atrás
intentando detenerme—. Para, ella te necesita.
Eso me trae de vuelta a la tierra, dejándolo ir me pongo de pie y corro
hacia mi chica. Las lágrimas nublan mi visión al verla allí, muerdo mis
nudillos y cierro los ojos intentando controlarme antes de acariciar su
cabello. Su rostro está hinchado, muy hinchado, y tiene los ojos cerrados.
También tiene marcas y moretones en sus brazos y cuello. Mis manos
forman puños con la necesidad de tocarla, pero sé que no puedo, no
sabemos qué tan grande es el daño.
—La ambulancia está en camino —llora Manda sentada a mi lado.
Olivia
Un mes después.
Más tarde esa noche, estoy recostada sobre el costado de Mike con
Blueberry entre nosotros mientras miramos una película. Lo siento
observándome cada pocos minutos.
Mike no ha llevado nada bien las semanas siguientes al ataque, él no
puede mantenerme fuera de su vista por mucho tiempo y lo amo aún más
por eso, pero puedo notar lo angustiado que está. Tampoco ha hablado
mucho acerca de lo que pasó y eso me preocupa.
—¿Estás bien? —pregunto besando su brazo.
Él solo asiente.
—Mike… tenemos que hablar de eso.
Cuando no contesta, tomo al pequeño y lo muevo a un lado antes de ir
hasta mi terco hombre y subir a su regazo. Sus brazos me rodean
inmediatamente llevándome a su pecho, sintiéndome cerca.
—Estoy bien, nene, necesitamos olvidar lo que pasó y seguir adelante.
—¿Cómo puedo olvidar lo que sucedió viéndote así? —señala mis
brazos, donde aún quedan rastros de las marcas.
—Mike…
—Pude haberte perdido ese día.
La expresión de dolor en su rostro me mata. Abrazándolo con fuerza, mis
ojos se llenan de lágrimas al escuchar su voz destrozada.
—No puedo pasar por eso de nuevo, nena, no puedo —dice enterrando su
rostro en mi cuello, su cuerpo temblando debajo de mí.
—Shhh —lo tranquilizo acariciando su espalda de arriba a abajo una y
otra vez.
—Eres mi vida, sabes eso, ¿no?
Y eso me rompe. Asiento en su hombro sin poder contener las lágrimas
que ahora caen por mis mejillas.
—No puedo evitarlo, nunca voy a dejar de preocuparme por ti. Verte ese
día allí tendida… no lo lograría sin ti, tú eres todo.
—No digas eso, no tendrás que hacerlo, estoy aquí contigo, nene.
Quiero seguir adelante, pero esto no ha sido fácil para él tampoco y sé
que tengo que darle tiempo para que pueda lidiar con ello. Me alejo y apoyo
mi frente en la suya mientras paso mis manos por su suave cabello. Tomo
su rostro entre mis manos haciéndolo mirarme. Inclinándome, beso sus
labios.
—Todo estará bien, te daré todo el tiempo que necesites.
Otro beso.
—Te amo.
Sus ojos se cierran por un segundo escuchando esas palabras y cuando se
abren están brillando con emoción.
—Te amo, más que a nada.
Y escuchar eso me hace la mujer más feliz, ni siquiera puedo seguir
lamentando algo de lo que sucedió, porque todo eso me ha llevado hasta él.
Epílogo
Instagram: @authordglanerose
Editorial
www.tintadeluz.com.ar
+54 9 261 3014073
info@tintadeluz.com.ar
Mendoza, Argentina.