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With Me In Seattle

02 Fight With Me

Kristen Proby
El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia
aquellas regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las
publicaciones, cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin fines
de lucro, así que se le agradece a todas las colaboradoras que aportaron su
esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original para sacar
adelante este proyecto.
Staff
Moderadora de Traducción:
Edel

Grupo de Traducción:
Blanca20011893
Edel
Lizels
Sttefanye
Vecina

Moderadora de Corrección:
Leluli

Grupo de Corrección:
Francatemartu
Vickyra
Lsgab38
Leluli
Kelly frost
Pilar wesc
Angeles Rangel

Revisión Final:
Ivi04

Diseño:
Edel
Índice:

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Epilogo
Próximo Libro
Sobre la Autora
Sinopsis
Traducido por Edel

Corregido por Leluli

Jules Montgomery está muy ocupada y contenta con su vida como para
preocuparse con un hombre, especialmente uno como Nate McKenna.
Crecer con cuatro hermanos le enseño algunas cosas, ella sabe que debe
mantenerse alejada de hombres sexys con tatuajes y motocicletas. Eso vale
el doble si él es tu jefe. Durante una noche increíble que compartieron, el
violo la política de confraternización en el trabajo… entre otras cosas, y eso
no va a pasar nuevamente. Jules no va a arriesgar su carrera por causa de un
sexo alucinante, no importa lo mucho que su cuerpo y su maldito corazón
quieran discutirlo.

A Nate McKenna le importaba una mierda la política de no


confraternización. El quiere a Jules y va a tenerla. Las reglas pueden ser
seguidas o rotas. No es un hombre para ser tomado a la ligera, y Jules
Montgomery está a punto de descubrir exactamente como el reacciona al
ser dejado de lado después de la mejor noche de sexo que ha tenido. Ella
puede luchar todo lo quiera, mas ella estará en su cama en el final.
Prólogo
Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

Verano
Mi espalda golpea la pared con un ruido sordo, el rostro de Nate se entierra
en mi garganta, las manos en mi trasero, subiendo hasta mi cintura,
empujándome contra él, para que pueda empalar su erección, todavía
cubierta, en el centro de mis muslos. Saco el elástico, que agarra su espeso
cabello negro, pasando mis manos a través de los mechones, sosteniéndolo
firme. Nunca vi su cabello suelto antes, siempre lo usa amarrado a la altura
del cuello, y es muy sexy. Su cabello cae hasta un poco encima de los
hombros, enmarcando el rostro increíblemente hermoso, que me hace
retorcer por dentro y secar la boca cada vez que me mira. Pero él nunca me
miró de la manera que me está mirando ahora, en el pasillo a media luz, en
el medio de su apartamento, del lado de afuera de su cuarto. Sus ojos grises
queman, mientras frota su erección contra mi pelvis.

—Sabes cómo eres de hermosa, Julianne —murmura—. Necesito verte


desnuda. ¡AHORA!

Me levanta, las manos todavía apoyadas en mi trasero, y me acurruco


alrededor de él. Me lleva hacia el cuarto, y estoy de repente delante de él y
somos una maraña de brazos y manos codiciosas, sacando y agarrando
nuestras ropas, tirándolas por doquier a través del cuarto. No enciende las
luces, por eso no puedo verlo, pero, oh, aquellas manos. No sé cuántas
veces me senté en una reunión, viendo estas bellas manos grandes, y ahora
ellas están en mí. En todas partes. Su boca está en la mía, sus manos en mi
cabello rubio, y me está besando con un fervor que hace mis rodillas
flaquear. Besa muy bien. Excelente. Jodidamente increíble.
Me toma de nuevo, sujetándome por sus brazos, en este momento, y me
coloca en la cama. Las sábanas son suaves contra mi trasero desnudo, y me
gustaría verlo en toda su gloriosa desnudez. Estuve soñando con Nate
desnudo desde que se volvió mi jefe hace casi un año. Tengo la sensación
de que tiene un cuerpo excepcional, bien, bien escondido bajo todos eso
trajes profesionales. Nate me sigue en la cama, y pasó mis manos hasta su
estómago, sobre el pecho, y hasta los hombros.

¡Santa mierda! Está todo tonificado, su piel es caliente y suave y... guau.

Sus manos están sujetando mi rostro, besándome cariñosamente, mordiendo


y mordisqueando mis labios, y entonces se apoya en un codo al lado de mi
cabeza, y lleva la otra mano hasta mi seno, provocando el pezón con los
dedos, y más al sur, poco a poco encontrando su destino.

—Oh, Dios. —Levanto mi cuerpo de las suaves sábanas, mientras desliza


dos dedos en mi coño, y su pulgar acaricia suavemente mi clítoris.

—Oh, estás tan mojada. Y apretada para follar. Jesús, ¿hace cuánto tiempo
no lo haces, cariño?

¿En serio? ¿Quiere saber eso ahora?

—Más de lo que me gustaría pensar —respondo y levanto mis caderas


hacia su mano. ¡Oh, Dios, lo que este hombre puede hacer con esas manos!

—Mierda, te deseo. Te deseo desde que posé mis ojos en ti.

Sus labios encuentran los míos, exigiendo y sondando, lamiendo y


chupando, su lengua reflejando lo que sus dedos deliciosos están haciendo
abajo, y estoy completamente excitada. Lo quiero hace mucho tiempo.

—No debemos hacer esto —susurro de manera poco convincente.

—¿Por qué no? —susurra de vuelta.

—Porque... —Oh Dios, sí, bien ahí. Mis caderas están girando, y aprieto
mis manos en su trasero. Su duro, musculoso, y oh sexy trasero.
—¿Qué estabas diciendo? —susurra mordiendo mi cuello.

—Podemos ser despedidos. No hay política de fraternidad.

—No me importa la maldita política de nadie ahora. —Sus labios se cierran


sobre mi pezón, y pierdo todo pensamiento consciente. Nate lame y chupa
todo el camino hacia mi barriga, prestando atención a mi ombligo, antes de
bajar más al sur, besando mi recientemente depilada ¡gracias a Dios!
vagina, y finalmente, planta su lengua ahí.

—¡Joder! —Mis caderas saltan fuera de la cama, y lo siento sonreír,


mientras abre mis piernas, separando más mis muslos y me besa
profundamente, su lengua empujando y rodando por mis pliegues y en mi
interior. Llevo mis dedos a aquel cabello grueso, glorioso, seguro y firme, y
cuando creo que no aguanto más, lame mi clítoris y empuja un dedo dentro
de mí, haciendo un movimiento de ven aquí, y me deshago,
estremeciéndome y empujando mis talones en el colchón, empujando mi
coño contra la hábil boca de Nate.

Cuando vuelvo a la superficie del Planeta Tierra, escucho a Nate abrir un


paquete de aluminio, y está besando su camino de vuelta por mi cuerpo,
chupando cada pezón, y entonces me besa. Puedo probarme a mí misma en
sus labios y gimo, envolviendo mis piernas alrededor de sus caderas,
levantando mis caderas, levantando mi pelvis, lista para que me llene, pero
no hace nada todavía, sus manos encima de mí, su pene encajonado entre
mis muslos. Su respiración es irregular, y deseo con todas mis fuerzas que
encienda las luces, para poder ver sus ojos grises.

—Nate, te deseo.

—Lo sé.

—Ahora, joder.

—Eres tan caliente... —susurra y baja y posa sus labios en mi frente.

—Dentro de mí. —Llevo mi mano entre nosotros y agarro su erección.


Santo infierno, como está de duro. Pero no colocó el preservativo todavía.
Tiro de su longitud, hasta la punta, y...

—¿Joder, qué es eso?

Ríe, y se inclina suavemente para besarme.

—Es una apa —susurra.

Tiene un piercing de metal, con dos bolas pequeñas, una en la parte superior
y una en la parte inferior, al final de su pene, y estoy completamente
sorprendida. ¿Nate, mi jefe que usa traje, resistente y conservador, excepto
por la cuestión del cabello largo, tiene una peroración en el pene?

—¿Una A... qué? —Mis dedos siguen el objeto, y entonces paso mi dedo
índice alrededor de la punta y contiene la respiración a través de sus
dientes.

—Un apadravya. Un piercing específico para el pene.

—¿Por qué te colocaste eso? —pregunto inesperadamente excitada y


curiosa. ¡Me gustaría poder verlo!

—Estás a punto de descubrirlo —escucho la sonrisa en su voz, y enseguida


siento sus manos entre nosotros, cuando desenrolla el preservativo en su
impresionante longitud. Me besa otra vez, con más urgencia, y entierra sus
manos en mi cabello rubio.

Levanto mis caderas y siento la punta, y las bolas de metal en mi entrada, y


lentamente, oh tan poco a poco, entra en mí.

Oh. Mi. Dios.

Puedo sentir el metal contra las paredes de mi vagina, durante todo el


camino dentro de mí, y cuando se detiene, profundamente enterrado, su
boca cae sobre la mía.

—Joder, amo que estés tan apretada. —Sus palabras me hacen apretar mis
piernas alrededor de sus caderas, con las manos en su glorioso cabello.
Comienza a mover sus caderas, deslizándose hacia dentro y hacia afuera, y
la sensación es diferente de cualquier otra que conocí. Siento el metal, su
impresionante pene, y su boca está haciendo locuras en la mía, siento mi
cuerpo acelerarse, mientras una fina capa de sudor me cubre el cuerpo.
Toma el ritmo, y gira las caderas, solo lo suficiente para hacerme perder
completamente mi cabeza.

—Vamos cariño, déjate ir. —Y yo violentamente grito cuando Nate empuja


dentro de mí, más duro, una y otra vez, y entonces sucumbe su propia
liberación.

—¡Joder!

*****

Tuve sexo con mi jefe.

Nate aleja de mí y arranca el preservativo, enseguida, lo tira al suelo al lado


de la cama.

—¿Estás bien? —pregunta.

No.

—Sí.

—¿Necesitas algo? —Pasa los dedos por mi rostro, y yo que deseaba que
las luces estuvieran encendidas, agradezco ahora que no lo estén, porque me
siento tímida, y yo nunca me siento de esa manera. Su voz es distante, como
si ahora no supiera que hacer conmigo, y para ser honesta, yo tampoco no
sé qué hacer conmigo misma.

—No, gracias.

Oh, Dios, ¿qué hice? Solo acabo de tener el sexo más fantástico y
alucinante de mi vida, con el único hombre en el mundo que jamás podré
tener. Cuando me pidió acompañarlo por una bebida en su casa, después de
la cena con los colegas del trabajo, debería haber dicho no, pero no pude.
Quise poner mis manos en él desde el primer día, pero nuestra empresa
tiene una muy estricta política de no confraternizar, y tengo mi propia
política hace mucho tiempo: no tener sexo con colegas del trabajo. Y, sin
embargo, aquí estoy, feliz y satisfecha, y solo un poco avergonzada, en la
cama de mi sexy jefe, en su lujoso apartamento del piso 30.

Mierda.

—¿Quieres que encienda las luces? —pregunta y comienza a alejarse de mí,


pero toco su brazo, sujetándolo en el lugar.

—No. Está todo bien.

—No suenas así. ¿Estás segura de que está todo bien?

—Estoy bien. Cansada. Tal vez demasiado vino.

Definitivamente las dos copas que bebí no afectaron mi cabeza, pero es la


única excusa que tengo. Estamos actuando de forma extraña uno con el
otro, y odio eso. No sé lo que esperaba, no lo conozco muy bien. Siempre
fue profesional y educado, y hasta hoy, no tenía la menor idea de que me
encontraba atractiva.

Tiene una cara de poker muy convincente. Nate besa mi frente y jala las
sábanas sobre nosotros, entonces me arrima junto a él.

—Vamos a dormir. Hablaremos mañana por la mañana.

¿Hablar? ¿Hablar sobre qué?

No respondo, solo me quedo tranquila y espero hasta que su respiración se


equilibre, entonces, espero más de diez minutos para estar segura de que
está durmiendo. Cuidadosamente me deslizo fuera de su pesado brazo.
¡Guau, es musculoso! Esas ropas que usa engañan muy bien. Camino
lentamente, sujetando la pared y rezando para no tropezar y caer de culo,
despertándolo, y finalmente, llego hasta la puerta.

Enciendo la luz del pasillo, reúno rápidamente mis ropas y me visto, agarro
mi cartera, y salgo del hermoso apartamento de Nate.
Llamo un taxi, y espero en el imponente lobby del prestigioso condominio,
en el centro de Seattle, y hago mi viaje de vuelta hasta el garaje de nuestro
dormitorio, para poder tomar mi auto.

Cuando finalmente llego a la playa de Alki, donde vive mi mejor amiga


Natalie, veo un extraño convertible Lexus en el garaje y las luces
encendidas en la cocina.

—¿Natalie?

—¡En la cocina!

—¿Tienes compañía? —No tengo ganas de conocer el nuevo amigo de Nat.

—Sí —responde.

—Te veo mañana, me voy a la cama.

Subo las escaleras hacia mi cuarto, cerrando la puerta detrás de mí y tomo


un baño largo y caliente. Mi piel todavía está sensible por los juegos en la
cama con Nate, y su perfume pegado en mí, limpio, sexy y almizclado, y no
puedo evitar arrepentirme un poco de mi abrupta salida. Pero toda la
diversión durante la noche, podría complicarse con la conversación a la luz
del día.

No, gracias.

Realmente no necesito que Nate deletree todas las razones por que nuestra
noche fue solo una indiscreción. Sin duda no creo que pueda lidiar con la
molestia de la mañana siguiente. Es mejor fingir que nunca pasó, y volver a
los negocios como de costumbre. Saco una braguita rosa y una camiseta
blanca, y tomo el teléfono de mi cartera, mientras camino hasta la cama.

No hay recados o mensajes.

Probablemente está aliviado de que lo dejé, como lo estoy yo.

Me quedo despierta toda la noche, tratando de pensar en lo que le voy a


decir mañana, cuando llame al trabajo alegando alguna enfermedad.
Capítulo 1
Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

Finales de Primavera
Amo mi trabajo. Amo mi trabajo. Dios, a veces, odio mi trabajo. He leído el
mensaje conciso de mi jefe, Nathan McKenna más de una vez y trago en
seco.

Viernes, 26 de abril del 2013 13:56

De: Nathan McKenna

Para: Julianne Montgomery

Asunto: Trabajando hasta tarde

Julianne:

Esta noche necesito trabajar hasta tarde contigo, y posiblemente el fin de


semana. Por favor, reúne todos los archivos sobre la cuenta de Radcliffe y
encuéntrame en mi oficina a las 6:00 PM.

Nate.

¡Joder! Por ocho largos meses, conseguí estar lejos de mi jefe, y sé que tuve
mucha suerte de no haber necesitado trabajar a solas con él después del
horario de oficina, pero recientemente perdimos a otro empleado de nuestro
departamento, lo que nos deja solo a Nate y a mí.

Grandes y bestiales mariposas han tomado residencia en mi estómago.


Desde nuestra última noche, en verano, Nate y yo hemos mantenido un
nivel de profesionalismo del que estoy muy orgullosa, a pesar del hecho de
que siempre que lo veo siento una punción de electricidad que hace que mis
muslos se aprieten. Lo invité a una reunión doble con Nat y Lucas, ahora su
esposa, en la noche del estreno de la película producida por él, pero
conseguí mantener aquella noche completamente platónica.

Eso casi me mató.

Desde entonces, por el bien mayor de conservar el trabajo que amo, me


mantengo lejos del Sr. Sexo Maravilloso.

No es que él esté implorando por llevarme de vuelta a su cama. La mañana


siguiente del Mejor Sexo En La Historia De La Humanidad, después de que
escapé de su cama, él quedó trastornado. Llamó y mandó mensajes,
queriendo saber qué es lo que sucedió, y yo lo evité, como si fuera una
plaga, por unas dos semanas, haciendo teleconferencias desde casa y
disfrutando de unas vacaciones.

Entonces, él simplemente se detuvo. Toda la comunicación personal fue


interrumpida, y cuando estamos juntos durante el horario de atención, él es
el epítome de la tranquilidad profesional.

Hay días en que eso me irrita increíblemente.

Y ahora, porque el idiota que había estado en nuestro departamento no


podía soportar el exigente calendario de nuestro trabajo simplemente se fue
y tengo que trabajar sola con Nate.

¡Mierda!

Me siento en la silla y miro el reloj. 17:30hs. Arranco mis gafas y las tiro en
mi escritorio, sujetando mi cabeza con las manos. Así, descarto mi fin de
semana con un litro de helado y un buen libro.

Puedo hacer esto. Fuerza, Montgomery. Ya posé desnuda para una revista.
Tuve una cena con varios millonarios y fui al cine con una gran estrella.
Tengo cuatro hermanos mayores que me provocan incesantemente, y me
enseñaron como patear un trasero.
Puedo lidiar con el hombre más sexy que he visto en mi vida por unas
horas, sin rasgar mis ropas y arrojarme sobre él.

Creo.

Probablemente.

Me recupero, y confirmo si todas mis llamadas y correos están en mi


iPhone, y voy al baño para prepararme para esta noche.

Estoy feliz con lo que veo en el espejo. Mi largo cabello rubio brilla y
todavía tengo los rizos sueltos que me hice esta mañana. Mi maquillaje es
sutil y profesional, destacando mis ojos azules. Me paso una capa de brillo
en los labios, enderezo mi sencillo vestido rojo y echo un vistazo a mi
delgada figura.

Fui bendecida con una excelente genética. No soy sensualmente curvilínea,


como Natalie, pero fui bendecida con pechos decentes, un buen trasero, y
una impresión general que me permitió salir en las páginas de la revista
Playboy. Tres veces. Trabajo duro para mantenerme en forma.

Feliz con mi reflexión, camino rápidamente con mis Louboutins negros


hasta mi escritorio, para reunir los archivos que Nate solicitó, junto con mi
teléfono y camino por el pasillo hasta su escritorio. Su asistente personal, la
Sra. Glover, está sentada en su escritorio. Ella es una mujer mayor, con
cabellos grises y astutos ojos castaños. Su sonrisa es engañosa. Ella me
asusta con su afilada eficiencia y su loca capacidad de anticipar cada
movimiento de Nate.

—Hola, Srta. Montgomery, puedes entrar.

—Gracias —asiento y sonrío caminando hasta la puerta de la sala,


golpeando dos veces y, entonces, abro la puerta.

—Entra, Julianne. Gracias por quedarte. —Nate mira su computadora y


asiente con el rostro completamente impasible.

—Sin problemas.
El escritorio de Nate es amplio, con grandes muebles oscuros. El conjunto
de sillas frente a su escritorio son de cuero negro. Tiene estantes del suelo al
techo, con cientos de libros y archivos, ordenados meticulosamente, sin
duda, por la eficiente Sra. Glover. Detrás de su gran escritorio, las ventanas
tienen vista hacia el Space Needle y la Ensenada. Es hermoso. No estoy
segura de que Nate todavía le preste atención a esa vista. Me siento en el
borde de una de las sillas negras y apoyo los archivos sobre el escritorio de
Nate, esperando que vaya directo al grano.

—¿Cómo estás? —pregunta, su voz suave.

—Hum… bien, gracias. ¿Qué demonios?

—Siento mucho llamarte después de hora. —Se inclina hacia delante y


apoya sus codos sobre el escritorio, entrelazando los dedos, y manteniendo
el contacto visual. Dios, esos ojos grises distraen. Casi tan perturbador
como sus manos, y de la forma como delicio…

Suficiente.

—Es parte de mi trabajo. —Abro un archivo y trato de fingir que mi rostro


no está siendo minuciosamente observado—. Entonces, ¿qué hay con esta
cuenta?

—¿Cómo están Natalie y Lucas?

—Ellos están bien. —Me enderezo en la silla ahora y lo miro


especulativamente. ¿Por qué estamos teniendo una conversación personal?
—. Natalie va a tener un bebé de aquí a unas semanas.

—Eso es excelente, me alegro por ellos. —La sonrisa amplia y sexy de


Nate derrite mi braguita y me veo devolviéndole la sonrisa. Su cabello está
peinado hacia atrás, apartado de su rostro, como de costumbre. Se afeitó
recientemente, y está usando un traje negro con una camisa negra y corbata
azul. Nunca enrolla las mangas del traje, y me pregunto por qué, entonces,
recuerdo retomar la conversación.
—Sí, ellos están felices. Voy a hacer el baby shower el próximo fin de
semana.

—Prometo no hacerte trabajar la próxima semana. —Me guiña y casi me


caigo de la silla.

¿Quién es este hombre y que hizo con mi jefe?

—Entonces, ¿la cuenta? —pregunto cuando la Sra. Golver golpea la puerta.

—La cena está aquí, señor.

—Gracias, Jenny, tráelo. —Nate se levanta y agarra dos grandes bolsas de


las manos de la Sra. Glover—. Eso es todo por hoy. Te veo el lunes.

—Que tenga un buen fin de semana, señor. Srta. Montgomery —asiente a


ambos y entonces sale del escritorio, cerrando la puerta tras de sí.

—Pedí comida china. Sé que te gusta. —Sonríe y vuelve a su lugar


abriendo las bolsas. Él parece muy feliz esta noche, mucho más accesible y
amigable de lo que ha sido desde el último verano.

¿Cuál es su juego?

—Gracias —respondo notando que estoy muriendo de hambre. Llevo un


plato de arroz, pollo ajedrez y rollito primavera, comemos en silencio por
algunos minutos. Siento los ojos de Nate en mí, entonces decido
comportarme como una mujer adulta y profesional, y tomar la iniciativa.

—Entonces, ¿qué hay con esta cuenta? —pregunto nuevamente y le doy


una mordida a mi pollo.

—No tengo ni idea, sólo quería cenar contigo, y esa fue la única manera
que pensé de convencerte.

Santa mierda.

Paro de masticar, mis ojos abiertos de par en par, y solo miro hacia su rostro
perfectamente sincero.
—¿Disculpa?

—Me escuchaste.

Hago una mueca y coloco mi plato cuidadosamente en su escritorio.

—Entonces, ¿no vamos a trabajar esta cuenta?

—No.

—No entiendo.

Nate baja el plato, limpia la boca con una servilleta y se sienta recto en su
silla, mirándome con cuidado.

—Solo quería compartir la cena contigo, Julianne.

—¿Por qué?

¿Y por qué insiste en llamarme Julianne?

Frunce el ceño nuevamente.

—¿Lo tengo que deletrear?

—Creo que sí.

—Me gustas. Me gusta tu compañía. —Se encoge de hombros, la mirada


perdida y un poco insegura. No estoy acostumbrada a ver emociones
impresas en su hermoso rostro.

—Pero eres mi jefe.

—¿Y?

—Podemos ser despedidos.

—Es solo una cena, Julianne.


—No me estás mirando como si solo quisieras cenar, Nate.

Inclina la cabeza a un lado, y una sonrisa surge en sus labios.

—¿Cómo te estoy mirando?

—Cómo si quisieras follarme encima de ese escritorio. —¡Mierda! ¡Puta


que lo parió! ¿Acabo de decir eso?

La sonrisa de Nate desaparece y sus ojos se estrechan.

—Cuidado con la boca.

Trago en seco y parpadeo rápidamente.

—Hay muchos lugares en dónde me gustaría follarte, incluyendo este


escritorio, pero en este momento simplemente, quiero disfrutar de una
comida contigo.

—Cuidado con la boca —susurro y su sonrisa está de vuelta.

—¿Diciéndole al jefe qué hacer?

—De alguna manera, no creo que estemos teniendo una conversación con
un contexto de jefe-empleado. —Niego con la cabeza y miro al hombre
delante de mí—. ¿Qué es esto? ¿Por qué ahora?

—Come.

—De repente estoy sin hambre, gracias.

—Solo compláceme, Julianne.

—¿Por qué me llamas Julianne? —pregunto y tomo otro pegajoso pedazo


de pollo.

—Es tu nombre. —Sus ojos están sobre mi boca y me sonrío a mí misma,


mientras tomo un rollito y lo muerdo hasta el final.
—Todo el mundo me llama Jules.

—No soy todo el mundo.

—¿Por qué? —pregunto nuevamente.

—Porque Julianne combina contigo. —Encoge los hombros y le da una


mordida a su propia comida

—Pero prefiero Jules.

—Bien, Julianne. —Me guiña y sonríe ampliamente antes de tomar otro


pedazo de comida

—Apuesto a qué cuando eras pequeños, tu profesor le enviaba notas a tus


padres diciéndoles: No juega bien con los otros.

Nate ríe, y mi tripa se retuerce.

—Probablemente.

Me doy cuenta de que limpié mi plato, y juego con las sobras.

—Bueno, comí. Gracias por la cena. Ten un buen fin de semana. —Me
levanto para salir por la puerta, pero Nate se levanta y me sujeta.

—No te vayas todavía.

—¿Por qué no?

Lame los labios, y mete las manos en los bolsillos y se mece sobre los
talones.

—Quédate conmigo este fin de semana. En mi casa.

Creo que ingresé en un universo paralelo. O estoy en Punk’d[1]. Sí, es eso.


Punk’d. Estoy en una cámara oculta de la televisión. Empiezo a mirar
alrededor de la sala, atrás de mí, en las esquinas de la sala.
—¿Qué estás buscando? —pregunta mientras sigue mi mirada.

—Las cámaras.

—¿Qué cámaras?

—Probablemente estoy en un programa de cámara oculta, y estoy por ser


despedida.

Nate ríe, una risa baja que agrada mi corazón.

—¿Por qué dices eso?

—Porque no mostraste ninguna señal de atracción por mí en estos últimos


meses, lo que es bueno para mí, porque si me quedo contigo este fin de
semana, podríamos perder nuestros empleos.

Su sonrisa desaparece, y sus grandes ojos grises están helados.

—En primer lugar, no me importa la política de confraternización.


Cualquier relacionamiento que quiera tener, en cualquier condición que
escoja tener, no es asunto de la empresa. En segundo lugar… —Agarra mi
barbilla entre el pulgar y el índice y me atrae, deslizando sus labios sobre
los míos, besándome suavemente, persuadiendo mis labios a abrirlos y
recuerdo cuán bueno es este hombre para besar. Debe haber tomado clases
en algún momento de su vida. Me derrito contra él y llevo mis manos hasta
sus caderas. Sus dedos se enrollan en mi cabello, y profundiza el beso, mi
cuerpo se relaja contra él, sabiendo que todavía me encuentra atractiva, y la
lujuria pura no cambió.

—Definitivamente te encuentro atractiva, bebé —susurra las palabras


contra mis frente y me da un beso suave. Acaricia mi rostro con las yemas
de sus dedos y sus ojos grises son suaves—. Entonces, ¿qué dices? ¿Pasas
el fin de semana conmigo?
Capítulo 2
Traducido por vecina

Corregido por francatemartu

¿Qué diablos voy a decir? Los ojos grises de Nate están fijos en los míos y
veo una pizca de nerviosismo que nunca antes había visto en su rostro. Él es
siempre tan auto-suficiente, tan confiado. Es una de las cosas que más me
atrae de él. Me sentí atraída por él desde el primer día y no solo físicamente,
aunque es algo innegable. También es también el hombre más inteligente
que conocí, y hay algo entre nosotros, que no puedo negar.

Pero… siempre hay algo más… él es mi jefe. Y la última vez que estuve
con él en su casa, acabó en un desastre.

—No quiero poner las cosas difíciles para nosotros aquí —digo
quejándome.

—Las cosas ya están difíciles. Estamos luchando hace ocho meses para
fingir que no hay nada entre nosotros, y los dos sabemos que eso es una
mentira.

Se aleja de mí y lleva las manos para los bolsillos traseros, y sé que me está
dando un poco de espacio, dejándome decidir. Muevo la cabeza y miro mis
zapatos, plantando las manos en mis caderas.

—A menos que no estés interesada en mí, y si fuera el caso, sinceramente te


pido disculpas.

Levanto mi cabeza por el tono frío de su voz y encuentro sus ojos clavados
en mi rostro, mirando.

Dile que no estás interesada. Vamos, Jules.


Pero no puedo. Yo solo… no puedo. Y eso me irrita profundamente,
mientras me siento vulnerable y confusa.

—No sé qué hacer —susurro y cierro los ojos.

—No pienses tanto… —él susurra. Natalie tiene razón, el susurro es sexy
como el infierno—. Vamos a pasar dos días juntos, para conocernos mejor.
Si decidimos que no hay química, todo bien, seguimos como si nada, sin
resentimientos.

Él extiende su mano y pasa su dedo por mi rostro y su mirada está


nuevamente caliente y yo sé que me estoy hundiendo.

—Me gustaría pasar algunos días contigo, lejos de aquí.

Me aparto de él y camino hasta la ventana, mirando las brillantes luces de la


ciudad. Yo quiero eso. Dos días con Nate, sin preocuparme en hablar, hacer
o mirarlo de forma inadecuada, solo siendo yo misma. Tal vez me odie por
la mañana. Lo dudo.

Respiro hondo y me giro. Él está allí, con las manos aun en los bolsillos,
con aquella mirada sexy como el pecado, su rostro completamente
impasible, sus ojos buscando los míos, y yo sé que no me puedo resistir a lo
que él me está ofreciendo.

—Te encuentro en tu casa en dos horas.

Una leve sonrisa se dibuja en sus labios.

—Puedo buscarte.

—No, prefiero ir en mi auto. —Él frunce la frente y me explico mejor.

—Si me odias en la mañana, no quiero depender de ti para volver a mi casa.

—No voy a odiarte, Julianne, pero si tú lo quieres hacer de esa manera, así
será. Pero tengo una condición.

Levanto mis cejas.


—¿Cuál?

—No vas a huir de mí esta vez. Si decides que quieres marcharte, va a ser
después de discutir eso conmigo, no quiero despertarme nuevamente con
esa sorpresa.

—Ok… —murmuro—. ¿Herí tu frágil ego? —pregunto sarcásticamente.

—No, heriste mis sentimientos, lo que no sucede muchas veces. Prefiero no


revivirlo.

Oh.

Antes que pueda responder, camina hasta su mesa y agarra sus llaves,
billetera y las sobras de la comida para arrojar a la basura fuera de su sala,
bloquea el escritorio y coge un maletín.

—Vamos.

*****

Calzas de yoga, musculosas, Nikes. Bragas extras, sostén, jeans, remeras.


Jesús, Jules, solo vas a estar 48 horas, ¿cuál es el problema?
Probablemente estaremos completamente enfermos uno del otro para
mañana. Levanto mi pequeña maleta y luego agarro mi nuevo vestido
strapless gris, bolso y accesorios. Quizás él quiera hacer algo fuera.

Pongo algunos productos de higiene personal, joyas y maquillaje. Entonces


meto mi iPad en el bolso Louis Vuitton, que mi obsesivamente generoso
cuñado me regaló y cargo todo en mi pequeño auto rojo.

Mi Dios, ¿parece que me estoy mudando? Por el fin de semana, por lo


menos.

Antes que pueda acobardarme, cierro la casa y conduzco por la ciudad,


hasta el departamento de Nate, en el centro de Seattle. Él me envió un
mensaje con la dirección, pero yo recuerdo el camino. ¿Cómo podría
olvidarme?
Aparco en el garaje subterráneo, en el espacio extra que él posee, cojo mi
maleta, el bolso y entro en el elevador.

Dios querido, voy a vomitar.

Me quedo mirando los números arriba de la puerta del ascensor, hasta parar
en el trigésimo piso y, a cada paso, la expectativa y el nerviosismo
presionan mi pecho. No estoy convencida que esto sea una buena idea. Sin
embargo, aquí estoy. Respiro hondo y toco el timbre.

Él responde rápidamente, abre la puerta y me hace pasar. Se cambió de ropa


y ahora está con unos jeans desgastados y una remera blanca de manga
larga, su cabello suelto y lejos de su rostro, gritando para que mis dedos se
entierren en él, y estoy contenta de haberme cambiado de ropa, con unos
jeans y una simple remera negra.

—Tenía miedo que cambiaras de idea —murmura y sonríe para mí con sus
tibios ojos grises.

—No necesitas preocuparte, aquí estoy. —Él toma mi maleta y la coloca a


un lado cerrando la puerta, y entonces me empuja hacia él, rodeándome con
sus brazos por los hombros. Llevo mis manos hacia su cadera y nos
quedamos parados simplemente mirándonos uno al otro.

—Gracias —murmura.

—¿Por qué?

—Por aceptar pasar el fin de semana conmigo. —Se inclina y besa mi


frente y yo arrugo mi entrecejo. Este es un lado nuevo de Nate. Me gusta.
¿Qué otros lados de él voy a conocer este fin de semana?

—Bueno, siempre te encontré muy persuasivo. —Yo sonrío y veo la


diversión en su mirada.

—Estoy feliz de oír eso. —Él retrocede y enlaza mis dedos a los suyos.

—Vamos a dejar que te pongas cómoda.


Aun sujetando mi mano, arrastra mi maleta de rueditas atrás de nosotros y
me lleva por su departamento. Es realmente espectacular. El piso es todo en
madera color miel. La puerta de entrada se abre a una gran sala, con techo
alto y enormes ventanas, con una vista excelente de Seattle y de la bahía.
Los muebles son lujosos y acogedores, en tonos de marrón y rojo. La cocina
es para morirse, no puedo esperar llegar allí y cocinar.

Cocinar es mi gran pasión.

Esta cocina puede hacer que una chica tenga una erección. En verdad.

Una cocina a gas natural con seis bocas, horno con parrilla, dos lavabos,
una encimera de granito gigante, mucha luz natural y un refrigerador
enorme.

—¿Puedo cocinar para ti este fin de semana? —pregunto cuando pasamos


por la cocina.

—¿Tú cocinas? —pregunta mirándome con sorpresa.

—Adoro cocinar —sonrío—. ¿Y tú?

—Yo también. ¿Tal vez podamos cocinar juntos?

—Ok.

Se aleja de mí nuevamente, llevándome en dirección a los cuartos. Dios, es


delicioso mirarlo. Especialmente de jeans, como nunca antes lo vi. Sus
hombros son tan anchos, y su remera abraza los músculos en su espalda.
Sus jeans caen de sus caderas, de esa manera sexy que algunos hombres
consiguen, que hacen a las mujeres sentarse y babear.

Y yo no sé qué hay sobre un hombre sexy, descalzo con jeans, pero puta
madre.

¿Estamos realmente yendo hacia la cama? Nada sobre: Hey, ¿deseas beber
algo? O: ¿te gustaría mirar una película?

Solo directo: bienvenida a mi casa, ¿te acuestas en mi cama?


Nate me lleva por el corredor y se dirige al baño de huéspedes y un
escritorio. Luego, camina hacia la derecha, pasa por otro cuarto y se detiene
en una puerta al final del corredor. Abre la puerta y entra, lo sigo,
completamente confundida.

—Este es el cuarto de huéspedes. Estás invitada a usarlo mientras


permanezcas aquí. —Él coloca la maleta sobre el sillón ubicado a los pies
de la cama queen-size. La cabecera es de hierro negro y las sábanas y el
edredón son azules y verdes, combinando con la obra de arte de temas
náuticos en las paredes.

—¿No voy a dormir contigo en tu cuarto? —pregunto e inclino mi cabeza a


un lado, estudiándolo.

—Eres bienvenida a dormir en mi cuarto, si es eso lo que tú quieres, pero


no quiero obligarte a nada. Te dije que quiero pasar el fin de semana
contigo para conocerte mejor, y esa es la verdad. Si duermes conmigo, no
voy a ser capaz de mantener mis manos lejos de ti, y si no hay sexo este fin
de semana, estoy bien con eso.

Yo levanto una ceja.

—¿Tú estás bien sin sexo?

Es para morir, porque todo lo que yo pensaba sobre él, la mayor parte de
este último año, era ver su bello cuerpo desnudo, con la luz encendida esta
vez, para poder verlo, pero ahora él quiere darme un tiempo.

Camina de nuevo hacia mí, esos hermosos ojos grises en los míos, y corre
la punta del dedo por mi rostro.

—Eres tan linda, Julianne. Amo tu cabello rubio y tus ojos azules. Y puedo
disfrutar de tu inteligente boca.

¡Puta mierda!

Pero, entonces, mi lado sarcástico asoma su fea cabeza por un momento.


Nosotros hemos dormido juntos desde el último verano, y yo sé, solo con
mirarlo, que no faltarían ganas para que nuestros cuerpos se lanzaran uno
encima del otro, si él así lo quisiera.

Me lleva fuera del cuarto, de regreso a la sala de estar.

—¿Te gustaría beber algo?

—Agua, por favor.

Necesito mantener mi mente despejada mientras estoy procesando todo


esto. ¿Sin sexo? ¿Con Nate? ¿Por qué quedarme aquí, entonces?

—Tengo una pregunta. —Nate atraviesa el espacio para la cocina, toma el


agua y una cerveza del refrigerador y vuelve a mi encuentro.

—Pregunta. —Él me entrega el agua y nos sentamos en un sofá marrón


bien mullido. Me saco mis zapatos y me siento sobre mis pies, y lanzo la
pregunta que está martillando mi cabeza.

—Si tú no quieres tener sexo conmigo, ¿por qué debo quedarme aquí
durante la noche? Nos podríamos ver simplemente durante el día.

Su bella mirada gris se torna glacial y sé que dije alguna cosa errada.

—Yo no he dicho que no quiero tener sexo contigo. Dije que depende de ti.
Y te quiero aquí, 48 horas. No quiero que huyas de mí esta vez.

Abre su cerveza y me mira.

Ok.

—¿Alguna otra pregunta? —me dice con una ceja levantada.

—Una. ¿Cuántas mujeres te follaste desde que estuve aquí?


Capitulo 3
Traducido por vecina

Corregido por Vickyra

¡Puta mierda! ¿Por qué salió eso de mi boca?

Porque quiero saber. Los ojos de Nate se abren y luego quedan molestos.

—Julianne, si me hubieras prestado atención durante los últimos meses,


habrías notado que no estoy interesado en ninguna mujer, excepto tú.

Oh. ¿En verdad?

Él sube sus mangas hasta los antebrazos y pasa las manos por su cabello
con frustración, y mis ojos se clavan en sus brazos.

—¿Qué es eso? —me acerco a él y no consigo evitar pasar mis dedos por su
brazo.

—Un tatuaje. —Una sonrisa aparece en sus labios y yo también le sonrío.

—¿Recorre todo el camino hasta tu hombro?

—Si.

Oh mi Dios, es tan sexy. Parece tribal, y rodea su antebrazo, luego arriba de


su muñeca desapareciendo bajo su camisa.

—Entonces, bajo una apariencia conservadora y trajes, ¿mi jefe tiene un


tatuaje y un piercing en su pene? —pregunto con una sonrisa.

Nate ríe y da un trago a su cerveza.

—Sí. Pero no pareció que te importase mi piercing dentro de ti, si recuerdo


correctamente.
Y es así que mis bragas se empapan y estoy en llamas. No, no puedo
recordar eso.

—No, no me importa. —Sonrío—. No lo esperaba. ¿Hace cuánto tiempo


que lo tienes? —Paso mi dedo por su brazo nuevamente y Nate agarra mi
mano y la besa, luego entrelaza sus dedos con los míos y descansa nuestras
manos en su regazo.

—Desde mis veinte y algo de años.

—¿Eras un chico malo? —pregunto, provocándolo.

—Ah, creo que aun lo soy un poco. —Él está sonriendo, una amplia sonrisa
que me quita el aliento.

—Tú no sonríes a menudo —murmuro.

—¿Yo no sonrío?

—No, tienes una hermosa sonrisa.

—Gracias. ¿Quieres saber un secreto?

—Definitivamente.

Nate aún está sonriendo y tiene un mordaz brillo de chico malo en sus sexys
ojos grises. Levanta sus lindos pies sobre el sillón frente a él, cruzándolos
sobre el tobillo.

—La mayoría de mis dientes delanteros son falsos.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque se rompieron.

—¡Oh Dios! ¿Has tenido un accidente? —¿Qué diablos sucedió con él?

Nate ríe y estoy totalmente confundida.


—No, me los rompí luchando.

—¿Luchando con quién?

—Con otros chicos que se inscribieron para eso.

—Estoy confundida. —Y frunzo mi frente para él. ¿De qué diablos está
hablando?

—Solía ser un luchador de UFC[2], Julianne. —Él todavía está sonriendo,


feliz consigo mismo.

—¿Has luchado MMA[3]? —pregunto. No me debería sorprender, es


exactamente el tipo de cuerpo que ellos tienen.

—¿Conoces las artes marciales mixtas? —pregunta, las cejas levantadas


casi hasta la línea del cabello.

—Nate, tengo cuatro hermanos mayores y un padre. No solo todos me han


enseñado algunos golpes para defenderme, también me han hecho sentar y
mirar esa porquería o jugarla en la Xbox todo el maldito tiempo. Y para
consternación de todos, amo usar maquillaje y amo todo lo que es color
rosa.

—Entonces, ¿eres fuerte, Srta. Montgomery?

—Lo soy, Sr. McKenna.

—¿Quieres probar? —Él está sonriéndome de nuevo, encantado conmigo, y


yo le sonrío también. ¿Quién hubiera imaginado que sentarse y conversar
con Nate podría ser tan fácil? ¿Y quién podría imaginar que tenemos tanto
en común?

—¿Ahora?

—No, mañana. Ven conmigo al gimnasio.

—No sé. —Muevo mi cabeza—. Realmente podría lastimar ese hermoso


rostro que tienes.
—¿Crees que mi rostro es hermoso? —Besa mis dedos, uno a uno, luego se
inclina y besa mi mejilla.

—Tú sabes que tu cara es hermosa.

—Yo sé que tu rostro es hermoso.

—Es apenas un rostro —respondo y encojo los hombros—. Siempre recibí


mucha atención por causa de mi rostro y mi cuerpo. Solo es genética.

Nate estrecha los ojos hacia mí, con la boca formando una dura línea.

—Julianne, tu bonito rostro sirve para acompañar todo lo que está dentro
tuyo.

¿Qué mierda es esa? Nadie, ningún hombre, jamás, dijo nada sobre eso que
hay dentro de mí. A menos que estuviera refiriéndose a su polla.

Suspiro. Es por eso que me siento atraída por él. Él me deja completamente
fuera de mí.

—Bueno, ¿no eres encantador? —pregunto, intentando desesperadamente


relajar el ambiente.

Nate sonríe nuevamente.

—Entonces, ¿vienes conmigo o no?

—Si crees que puedes llevarme, claro, voy contigo.

—¿Has traído ropa deportiva?

—Si.

—Excelente.

—Entonces… —Miro alrededor de su departamento—. ¿Lo has decorado


tú?
Nate ríe y yo siento nudos que se aprietan dentro de mí. Amo su risa.

—No.

—Combina contigo.

—¿Lo crees? —Levanta una ceja y mira alrededor de su bella casa.

—Sí, es masculino, pero atractivo y confortable. Y la cocina es sexy como


el infierno.

—Sexy, combina conmigo, ¿no es así? —pregunta y besa mis dedos


nuevamente, haciendo estremecer mi espalda.

Me encojo de hombros y levanto una ceja.

—Tienes tus momentos.

—Bien, hablando de la sexy cocina… —Nate se levanta del sofá y me lleva


con él—. ¿Te gustaría un postre?

—¿Postre? —repito sin convicción. Observarlo caminar me está dejando


loca. Es tan elegante; claramente cuida su cuerpo. No puedo esperar para
ver lo que puede hacer en el gimnasio mañana.

—Tengo cheesecake de chocolate. —Sonríe para mí y yo suspiro.

—Es mi favorito.

—Lo sé.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque en todas las cenas de negocios, siempre pides ese postre.

Me indica un taburete en la mesada de la cocina para sentarme y saca el


cheesecake del refrigerador.

¿Él presta atención a lo que pido en la cena?


—Entonces, ¿ya contabas con mi presencia esta noche, no? —Inclino mi
cabeza y sonrío irónicamente y no puedo dejar de disfrutar verlo incómodo.

—No, nada de lo que tú hagas es predecible, Julianne, pero estaba


esperanzado, y preparado, por si acaso aceptabas.

Corta la torta y saca dos platos blancos de un muy bonito armario caoba
oscura. Se une a mí y comenzamos a comer.

—Oh, Jesús, está tan delicioso. —Lamo mi tenedor y cierro los ojos. Hundo
el tenedor de nuevo para una segunda mordida y noto que Nate no se
mueve.

—¿Qué hay de malo?

—Eres tan sexy. —Sus ojos están ardiendo de deseo y mi cuerpo comienza
a ceder bajo su caliente mirada.

—Amo el chocolate —murmuro y tomo otra porción—. Es mi vicio. No


bebo mucho, no soy muy adepta de la comida chatarra, pero el chocolate no
es seguro para mí. Si tú no escondes esa torta, voy a terminarla toda.

—No me importa, mientras pueda verte comerla.

Me río de él mientras doy otro bocado, él toma un pedazo de su plato y


lame sus labios.

Oh Dios, esos labios. Está tan bueno con esos labios.

—¿Realmente estoy sentada en tu cocina comiendo cheesecake de


chocolate? —pregunto. No puedo creer que esté aquí—. Si alguien me
hubiera dicho esta mañana que estaría aquí esta noche, los habría mandado
a urgencias médicas.

—¿Tan malo es? —pregunta y puedo oír el dolor en su voz.

¡Oh no! ¡No quiero herir sus sentimientos!


—No, es solo una sorpresa. Esto es la última cosa que yo esperaba que
sucediera.

—Estoy feliz de que estés aquí —murmura, mirando su plato, luego se gira
con esa ardiente mirada gris hacia mí.

—Yo también —respondo y tomo el último pedazo de torta—. Si me


alimentas con cheesecake como este y nunca voy a dejarte. —Me río y
recojo mi plato vacío y lo llevo hasta el fregadero, limpiándolo y
colocándolo en el lavavajillas. Nate se une a mí, trayendo su plato y se
inclina sobre la mesada observándome.

—A partir de ahora mi refrigerador siempre estará lleno de cheesecake de


chocolate. —Sonríe calurosamente y el calor se esparce a través de mí con
su declaración.

—No hagas promesas que no puedas cumplir —bromeo con su comentario,


balanceando los pies y mirándolo. Dios, es un espectáculo verlo. Adoro
mirar su cabello suelto y definitivamente quiero ver el resto de ese tatuaje.
Me pregunto si tiene alguno más… Paso la lengua por mis labios, con la
idea de explorar ese cuerpo caliente a la luz. Sí, sé donde voy a dormir esta
noche y no es en el cuarto de huéspedes.

—Esa es una promesa que puedo cumplir, cariño. No quiero que huyas
como la última vez. —Frunce la frente y cruza los brazos sobre su pecho—.
Hablando de eso, ¿por qué lo hiciste?

Oh. Vamos a tener esa conversación ahora.

—No podía hacer frente a la mañana siguiente después de los


arrepentimientos.

—¿Mañana siguiente, después de los arrepentimientos?

—Tú dijiste que querías hablar conmigo en la mañana y por supuesto,


asumí que eso significaba que tendríamos la charla “esto fue solo una vez,
sin presión” y para ser honesta, estaba ahorrándonos a los dos esa molesta
conversación. —Me muerdo el labio y cierro los ojos, sintiendo la
humillación de nuevo.

—No era eso de lo que quería hablarte, Julianne.

Mis ojos encuentran los suyos y me sujeto con mis manos en la lisa
encimera.

—¿No?

—No. —Mueve la cabeza, cierra los ojos y maldice bajo su respiración.

—Cuando me desperté y tú no estabas, me irritó muchísimo. Y no hablaste


conmigo en todo el día. Cuando finalmente me invitaste a salir contigo y tus
amigos, pensé que tendríamos otra oportunidad, pero después volviste a ser
la profesional. Yo sé que estabas dándome todas las señales de que no
estabas interesada, pero no consigo estar lejos de ti.

—Me gusta mi trabajo, Nate. Trabajé duro para conseguirlo. Y me gusta


trabajar para ti. Eres muy bueno en lo que haces y estoy aprendiendo mucho
contigo. No puedo arriesgar mi carrera porque mi jefe es sexy y me gusta.

Nate sonríe y luego pasa las manos por su cabello, lleno de frustración.

—No es asunto de nadie si nos vemos fuera de la oficina.

—Pero si alguien lo descubre, sería el final profesional para los dos.

—Tengo muy buenos abogados, Jules.

¿Jules? ¡Me llamó Jules!

Muevo la cabeza y miro mis pies balanceándose. Lo quiero y por algún


milagro, él también me quiere. ¿Podemos intentarlo, sea lo que fuera, y
mantenerlo lejos del trabajo?

—Hey… —murmura, me sienta sobre la mesada, encajándose entre mis


muslos. Me rodea con sus brazos y me aprieta. Es tan alto, sentada aquí
arriba, quedo apenas unos centímetros más alta que él—. No te preocupes
tanto por eso, cariño. Va a funcionar.

Miro sus ojos sinceros, mis ojos azules contra los grises de él, y paso mis
dedos por sus largos y suaves cabellos negros. Por primera vez, en ocho
meses, me siento bien. Quiero ver donde termina esto. Lo quiero a él. Me
inclino y paso suavemente mis labios por los suyos, mordisqueando el
contorno de su boca. Me inclino más para enterrar mi nariz en su cuello e
inhalar su aroma, y en contra de mi mejor juicio de mujer con una carrera
profesional, susurro:

—Voy a dormir contigo esta noche.

—Gracias a Dios —susurra él.


Capitulo 4
Traducido por blanca20011983

Corregido por Vickyra

Nate me estrecha contra él, agarra mi culo en sus manos y me levanta en


sus brazos. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, mis brazos
alrededor de su cuello y me aseguro firmemente.

—Te quiero. Ahora. Esto no es una solicitud.

Sus labios son cálidos en los míos, y yo rizo mis dedos en su glorioso pelo,
mientras él me lleva a través de su departamento a su dormitorio.

—Luces encendidas —murmuró contra su boca y sonríe.

—Maldita sea, claro.

Acciona un interruptor en la pared cuando pasamos por la puerta y las luces


se encienden. Ahora puedo ver su habitación, y es simplemente increíble.

Paredes grises, ropa de cama blanca, enormes muebles blancos. Es


masculino, elegante y claro.

Es tan Nate.

Se mete en la cama conmigo aún en sus brazos. Me encanta lo fuerte que es.
Yo descanso mis manos en sus brazos, disfrutando de la forma en que sus
músculos se flexionan y se mueven, mientras él me recuesta en las frescas
sabanas. Está inclinado sobre mí, sus manos apoyadas a ambos lados de los
hombros, sus caderas sobre las mías, y se inclina y mueve su boca
increíblemente talentosa sobre la mía.

¡Mierda! ¡Sabe cómo besar!


Paso mis manos por su espalda y levanto su camisa hasta el pecho. Le
quiero desnudo.

Ahora.

Él se sienta sobre los talones y saca su camisa sobre su cabeza y suspiro


mientras me apoyo en los codos. El tatuaje en su brazo derecho no sólo
llega hasta el hombro, sino hasta el lado derecho de su pecho. Con dedos
temblorosos, repaso el tatuaje de diseño tribal en el pecho, alrededor del
pezón, e incluso por encima de su hombro hasta el brazo.

—Es precioso —murmuro, y miro a sus ojos grises. Su mirada está


buscando la mía, una leve sonrisa se dibuja en sus labios, pacientemente
dejándome explorarle con los dedos.

Voy a explorar eso con mi boca antes de que termine la noche.

Me arrastro hasta el lado izquierdo, dejando su lado derecho y localizo otro


diseño tribal que se enrosca hacia abajo en su caja torácica, desapareciendo
en sus pantalones.

—Quítate los pantalones —murmuro y miro dentro de sus ojos.

—Prefiero verte a ti desnuda, bebé. —Me pone el pelo detrás de la oreja.

—Confía en mí, me verás, pero ahora estoy en búsqueda del tesoro. Esto es
mucho más divertido con las luces encendidas. —Sigo el hermoso dibujo
con mi dedo. Él me besa rápida y castamente, entonces se levanta y tira de
sus pantalones y calzoncillos, y él es el mejor ejemplar que he tenido
delante de mí.

Siento mi mandíbula caer, ya que mis ojos siguieron su cuerpo perfecto, de


arriba a abajo. Santo infierno. Tiene todos los músculos bronceados y
tonificados, y esta respirando rápidamente. Su tatuaje en el lado izquierdo
cae en la cadera y va a la parte superior del muslo. Es sexy como no sé qué
cosa, y estoy ansiosa por pasar mis dedos en él.
Y entonces mis ojos se posan en su impresionante erección, Madre
Santa, lo que eso me puede hacer, y suspiro al ver el metal de plata en la
punta. Se ve más grande de lo que recordaba, y yo ni siquiera quiero pensar
como llego ahí.

De repente me siento muy tapada, tiro mi camisa sobre la cabeza,


arrojándola al suelo. Nate está ahí, en el borde de la cama, con la mirada
caliente pegada a mí, y me levanto de nuevo y me preparo para bajar mis
pantalones vaqueros y arrojar el resto de la ropa. Me siento en la cama con
sólo mi sujetador rosa y bragas a juego y sonrío a Nate y hago un
movimiento con los dedos como diciéndole "ven aquí".

—Jesús, Julianne, eres tan hermosa —su voz es áspera por la emoción. He
oído esas palabras cientos de veces, otros hombres, fotógrafos, amigos, pero
nunca me hicieron sentir lo qué sus palabras provocan en mi. Con este
hombre.

—Te unirás a mí o ¿no?

—Eres muy exigente, ¿no? Voy a tener que hacer algo al respecto. —Sonríe
y se mete en la cama, escalando con las manos y las rodillas hasta parar
sobre mí, como antes, empieza a besarme más lento, de manera más suave.
No se trata sólo de besarme, le hace el amor a mí boca con su boca. Y, oh,
Dios mío, envía electricidad a través de mí.

Pongo mi pierna izquierda alrededor de su cadera y me agarra el culo y


acerca su polla contra mi centro cubierto por ropa interior, enviando chispas
por mi columna vertebral.

—Oh, Dios, Nate... —digo en voz baja, pasando mis uñas en su espalda.

Mis caderas se mueven a un ritmo delicioso en contra suyo, nuestra


respiración es alta e irregular.

—Bebé, puedo sentir lo mojada que estas a través de tus bragas. —Él está
besando mi barbilla, el cuello y chupa suavemente mi oreja.

—Te quiero —murmuro


—Dios, yo también te quiero. —Baja los tirantes de mi sujetador y empuja
el material hacia abajo, liberando mis pechos. Su boca deliciosa se cierra en
un pezón, succionando suavemente, sus dedos juegan con el otro pecho
mientras frota su polla en mi clítoris hacia delante y atrás en mis bragas,
estoy a punto de dejarme ir.

—Maldita sea, Nate, harás que me corra.

—Ese es el punto. Córrete para mí, hermosa. —Frota las caderas de nuevo,
y sus labios se cierran sobre mi otro pezón, y simplemente me desmorono
debajo de él, gritando, mientras mi cuerpo se estremece.

Cuando mi respiración se calma, y soy capaz de abrir los ojos de nuevo, veo
a Nate inclinado sobre mí, con los codos apoyados en la cama, al lado de mi
cabeza.

Él le acaricia mi pelo y sus ojos están ardientes.

—¿Usas algún método anticonceptivo? —me pregunta.

Esto podría arruinar el momento.

—Sí... —susurro.

—No quiero usar un condón contigo, bebé. Sé que suena irresponsable,


pero te juro que no hubo nadie, desde que tú y yo estuvimos juntos la última
vez.

Asiento. Quiero sentirlo. Sólo a él. Y confío plenamente en él, a pesar de


que esto es reciente, nos conocemos desde hace mucho tiempo, y yo lo
respeto.

—Yo tampoco.

—¿En serio? —Sus ojos se abren con sorpresa.

—No, nadie. ¿Pensaste que había alguien más?

—Sólo pensé... eres tan increíble... Gracias a Dios.


Lo empujo hacia atrás y lo monto. Él rasga, literalmente rasga, mis bragas
en dos pedazos y las tira al suelo.

—¿No te gustaban? —le pregunto con una sonrisa.

—Estaban en mi camino —dice y sonríe.

Levanto mis caderas y apoyándome en la mano, lentamente lo guío dentro


de mí.

Oh. Dios. Mío.

Tengo que besar a quien inventó el apadravya. Mucho. Me hace tener


sensaciones increíbles, tener esas dos pequeñas bolas masajeándome en las
paredes de mi vagina.

—Maldita sea, estás tan apretada. —Nate aprieta la mandíbula, sus manos
aprietan mi culo, me inclino y beso y descanso suavemente la frente en la
de él, que me sostiene en sus hombros.

Poco a poco me empiezo a mover hacia arriba y hacia abajo y la sensación


es sencillamente... tan buena.

—Oh, Nate —susurro contra su boca.

—Sí, cariño... —susurra de nuevo, y yo me siento y empiezo a cabalgar de


nuevo. Levanta las caderas, acompañando mi ritmo, estoy completamente
perdida.

Echo la cabeza hacia atrás y me deleito con la felicidad de sentir a Nate


dentro de mí, entonces empiezo a sentir mi cuerpo tenso, las piernas me
empiezan a temblar, y Nate de repente se pone de pie y envuelve sus brazos
alrededor de mi cintura y su boca alrededor de mi pezón, y me deshago,
disfrutando de nuevo.

Él agarra mis caderas y me tira firmemente contra él, duro, y grita mi


nombre cuando se vacía dentro de mí.
Nuestra respiración es irregular, mientras yo descanso en su regazo, sigue
estando dentro de mí, y muevo mis dedos por su suave pelo. Pongo mi
frente contra la suya y sonrió.

—Bueno, eso fue... WOW.

Se ríe y pasa la mano en mi espalda, mi cuello y mi culo.

—Esto es sin duda WOW. ¿Estás bien?

—Hmmm.

—¿Eso es un sí?

—Hmmm.

Se echa a reír y me tira encima de él, tumbándome en la cama. Apaga una


de las luces, tira las sabanas hacia arriba, nos metemos debajo de ella, y tira
de mí en contra de él. Estoy con mi cabeza en su pecho y uso mi dedo para
trazar el contorno de su tatuaje.

—No tienes ningún tatuaje —murmura.

—No, soy alérgica a las agujas.

—¿Eh? —Me aleja para poder ver mi cara, y me sonríe.

—Me cago de miedo con las agujas. Natalie tuvo que emborracharme por
completo en la universidad, sólo para perforar mis orejas. Así que si
prefieres chicas con arte por todo el cuerpo, no soy tu chica.

Se ríe y me besa en la frente.

—Eres mi tipo de chica, con o sin tatuajes en el cuerpo.

—Los tuyos son hermosos —murmuro.

—Gracias. ¿Quieres que apague la luz para que puedas dormir?


—Me gustan las luces encendidas, así puedo mirarte —susurro
tímidamente.

—Vete a dormir, cariño. —Él me abraza fuertemente, y cierro los ojos.

*****

No puedo dormir. Son las dos de la mañana y estoy despierta. Nate está
durmiendo tranquilamente a mi lado, frente a mí. La luz sigue encendida, y
no puedo dejar de admirarlo. Su rostro está relajado, sus oscuras pestañas
apoyadas en sus mejillas. Él es tan lindo.

Y estoy inquieta.

Me deslizo de la cama y salgo de la habitación, voy a la habitación de


invitados, donde están todavía mi maleta y la bolsa. Cojo un pijama de la
maleta, mi iPad y mi iPhone del bolso y me voy a la cocina.

Chocolate.

Me sirvo un trozo de cheesecake de chocolate y reviso mi iPhone.

No hay ningún mensaje. Bien. Cojo mi iPad y me siento en una silla,


mordisqueando la segunda cosa más deliciosa del mundo, clasificado por
debajo del delicioso Nate.

De repente suena mi teléfono con un mensaje. Es Natalie. ¿A las dos


mañana?

No puedo dormir. ¡Estoy incómoda! ¿Estás despierta?

Sonrío y me preparo para llamarla. Siempre siento la falta de ella a mi lado,


desde que se marchó de nuestra casa y se fue a la casa de Luke, a sólo una
calle de distancia de mí. No me gusta no encontrarla tan a menudo como
solía suceder.

—Entonces, ¿estás despierta? —me pregunta de nuevo, cuando la llamo.

—Sí, no puedo dormir. ¿Y tú? —Tomo otro bocado del pastel.


—Me siento muy incómoda. Este bebé tiene algo en contra de déjame
respirar en estos días. Y piensa que mi vejiga es un trampolín.

Puedo sentir su alegría y sonrío.

—No puedo esperar para conocerla, Nat

—Yo tampoco. Sólo unas semanas más, ¿puedes creerlo?

—No, todo fue muy rápido. ¿Estás emocionada por el baby shower del
próximo fin de semana? —pregunto.

—Estoy emocionada de reunirme con toda la familia, pero ya sabes que


odio cuando gastan dinero en mí, Jules. No necesitamos regalos, ya lo
sabes.

Ruedo los ojos. Nunca voy a ganar esta pelea con ella. Me vuelve loca

—Te amamos, a Luke y tu precioso bebé. Queremos mimarla. Entonces


cállate y estate agradecida.

—No seas perra —dice, haciéndome reír—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien. Pero tengo una confesión para hacer. —Tengo que decírselo.
Ella es mi mejor amiga.

—¿Qué?

-—Estoy en el apartamento de Nate.

—¿Qué? —grita.

Le explico sobre el email de la tarde y la cena en su oficina y cómo terminé


aquí. Se hace silencio en el teléfono y pensé que se había cortado.

—¿Nat?

—Estoy aquí. Maldita sea, Jules, ¿sabes lo que estás haciendo?


—Sé que me gusta Nat, no sé qué va a pasar, pero sinceramente, estoy tan
cansada de fingir que no me siento atraída por él. Es agotador.

Me muerdo el labio y alejo el cheesecake de mí.

—Espero que funcione de la manera deseada, cariño. Sólo se cuidadosa.


Esto podría terminar en un desastre para los dos.

—Confía en mí —contesto con sarcasmo— soy consciente.

Oigo la voz profunda de Luke en el fondo y la respuesta de Natalie.

—Estoy bien, mi amor, no puedo dormir. Jules, te voy a llamar este fin de
semana. Luke está despierto.

—Bueno, yo no quiero escuchar a los dos declarándose por el teléfono. —


Giro mis ojos y respiro profundo—. Te quiero niña.

—Yo también te quiero. Buenas noches.

Pongo mi teléfono sobre la mesa y descanso mi cabeza en mis manos. Le


dije la verdad, estoy cansada de fingir. No soy una gran actriz. Pero voy a
ser capaz de seguir actuando en el trabajo, como si nada hubiera pasado
entre nosotros. ¿Puedo hacerlo?

¿No tengo otra opción?

—¡Julianne! ¡Maldita sea, Julianne!

Capítulo 5
Traducido por Sttefanye

Corregido por Vickyra


Mi corazón llega a mi garganta cuando me vuelvo hacia los gritos de pánico
de Nate en su cuarto. Lo escucho saltar de la cama y sus pies golpean el
duro piso, mientras entra corriendo en la sala. Se detiene abruptamente,
cuando me ve sentada en el banco, sus ojos están feroces, y está de pie,
gloriosamente desnudo, con la respiración jadeante.

Planta las manos en las caderas desnudas y respira profundo.

—Pensé que me habías dejado —murmura.

Santa mierda.

—Estoy aquí, simplemente no podía dormir. —Atravieso la sala hasta él, y


mis brazos rodean su cintura, uniendo los dedos en la espalda, y apoyando
mi mejilla en su pecho—. No creí que fuera gran cosa si me levantaba por
un tiempo, estabas durmiendo tan tranquilamente.

Siento sus labios que se mueven contra mi cabello, creo que lo escucho
susurrar:

—No tienes idea, ¿no? —Pero cuando me inclino hacia atrás para mirar sus
ojos grises, su rostro está calmado—. ¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy bien. Invadí tu refrigerador y ataqué el cheesecake, y después hablé


con Natalie por un minuto. El bebé está intentado matarla.

Mis manos están corriendo hacia arriba y hacia abajo en sus brazos fuerte,
calmándolo.

—¿Intentó matarla? —Levanta una ceja, y estoy aliviada al ver la diversión


en sus ojos.

—Ella tiene cuarenta y siete meses de embarazo. No puede respirar o


sentarse, y tiene que hacer pipi cada tres minutos. Me mandó un mensaje y
me preguntó si estaba despierta, entonces la llamé. —Me inclino y beso su
pecho, y él besa la parte superior de mi cabeza. Esto, estar aquí con él, es
tan bueno.

—¿Cuarenta y siete meses? —pregunta con una ceja levantada.


—Está embarazada hace siglos —respondo defensivamente—. Me hace
falta. —Respiro profundo y me encojo de hombros, mirándolo de nuevo—.
Ya no puedo verla tantas veces.

—La encontraras la próxima semana.

—Sí, va a ser divertido. A partir de esta semana estoy de guardia 24 horas.


—Le sonrío.

—¿Por qué? —Inclina la cabeza hacia un lado y coloca un mechón de mi


cabello detrás de mi oreja.

—Porque tengo que estar allí cuando el bebé nazca. Alguien tiene que
mantener a Luke calmado. Pobre. —Brinco un poco y aplaudo, sonriendo
—. No puedo esperar.

Ríe, una verdadera carcajada, no puedo evitar unirme a él.

—Entonces, este es un aviso oficial, de trabajo, tal vez tenga que pedir
licencia en cualquier momento, por si recibes mi petitorio.

—No hay problema, si no estoy disponible, solo avisa a Jenny, que ella me
pasa el mensaje.

—Bien, gracias. —Beso su pecho nuevamente, pongo mis brazos en su


cintura y lo abrazo fuerte.

—Eres un jefe agradable.

—Me alegra que pienses así —dice seco, haciéndome reír.

—¿Tienes frío? —pregunto, frotando su pecho con mi nariz.

—No necesariamente, pero mi cama estaba fría cuando desperté sin ti. —Él
está pasando los dedos por mi cabello. Humm…

—Lo siento. No quería despertarte, y no tenía sueño, por eso me levanté.


No me voy a ir de nuevo, Nate. —Inclino mi cabeza hacia atrás y miro sus
hermosos ojos. Su cabello desordenado hacia atrás, y una sombra oscura
cubre su barbilla.

Santa mierda, es hermoso.

—Está bien, gracias. —Se inclina y toma mi rostro con sus grandes manos
y estrella los labios en los míos, suavemente, cariñosamente. Lame mis
labios antes de profundizar el beso, como si su vida dependiera de eso,
como si nunca fuera a hacerlo de nuevo.

—Vuelve a la cama, cariño. Déjame hacer el amor contigo.

Me levanta fácilmente en su brazos y camina hacia su cuarto, todavía


besándome con ternura. Me coloca sobre las sábanas frescas y cubre mi
cuerpo con el suyo, y entonces hace el amor conmigo, lenta y dulcemente,
sin perderme, y llevándome con él.

*****

Siento el olor de café. Y tocino. ¿Natalie está cocinando? ¿Será que el


infierno se congeló? Ruedo en la cama y me estiro, abriendo mis ojos.

Este no es mi cuarto.

Entonces recuerdo. El correo, la cena, llegando al apartamento de Nate, el


cheesecake, el sexo… ah, el sexo.

Me siento y me estremezco. Estoy un poco adolorida, pero eso era de


esperar. No tenía sexo hace casi un año, y Nate… bueno, Nate es grande.
Me sonrío a mi misma y salgo de la cama vistiendo mi pijama descartado la
noche anterior, y camino hasta la sala.

Nate está en la cocina de espaldas a mí, y me detengo un momento para


admirar su belleza. Está usando pantalones de pijama que caen bajo sus
caderas y sin camisa, su cabello está amarrado hacia atrás, lejos de su
rostro. Sus tatuajes son una distracción, y le dan una apariencia de chico
malo que no estaba esperando. ¿Quién imaginaría que debajo de los
conservadores trajes, tenía un rudo luchador, tatuado, y con piercing?
Es muy bueno.

Se está moviendo por su cocina con gracia, con una confianza tranquila.

No recuerdo la última vez que alguien cocinó para mí, además de mi madre
cuando era una niña, o Luke, cuando él y Nat me invitaron a cenar el mes
pasado. Pero eso no cuenta. Ellos son familia.

Daughtry[4] está cantando en la radio de Nate, su voz es ronca y sexy, y es


prefecta para describir al hombre en la cocina.

Entro a la cocina y mis brazos rodean la cintura de Nate, y entonces entierro


mi nariz en su espalda, entre los omoplatos. Dios, huele bien.

Jabón, sexo y su aroma natural. Es una combinación explosiva.

—Buenos días, hermosa. —Se voltea y toma mi rostro en sus manos,


besándome de la manera que solo él sabe hacerlo.

—Buen día, chico caliente. —Le sonrío, y corro mis dedos por su rostro.

—¿Café? —pregunta.

—Dios, sí. Por favor. —Ríe y me sirve una taza, añadiendo la cantidad
correcta de crema y azúcar, y mis cejas se levantan hasta la línea de mi
cabello.

—¿Cómo sabes cómo tomo mi café?

—Presto atención. —Se encoge de hombros, me entrega la taza y se voltea


hacia la estufa.

¿Qué más sabe?

—¿Puedo ayudar? —pregunto y tomo un sorbo de café. Mmm… perfecto.


Podría acostumbrarme a esto.

—Está casi listo. ¿Tortilla de huevo está bien para ti? —pregunta.
—Perfecto. Vas a perder todo ese tocino en el gimnasio, cuando patee tu
trasero hoy. —Pongo mi mejor sonrisa petulante en el rostro y me recuesto
en el balcón, bebiendo mi café.

—Estoy esperándolo ansiosamente, bebé. —Sonríe y me guiña. Estamos


sentados en el balcón y nos servimos la comida.

—Mmm… bueno —murmuro con la comida en la boca.

Me sonríe y ataca su propio plato. Comemos sumidos en un confortable


silencio, entonces me retiro y limpio nuestros platos sucios, colocándolos
en el lavaplatos. Me volteo y Nate me está mirando, la barbilla apoyada en
la palma de su mano.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—Yo podría haber hecho eso.

—Cocinaste. No me importa. —Me encojo de hombros.

—Luces hermosa en mi cocina.

—Es una cocina muy sexy —murmuro y sonrío.

—Entonces, hace poco le dije eso a una mujer muy sexy.

¡Oh, coquetear! Adoro eso de Nate.

—¿De verdad? ¿La conozco?

—Creo que sí. Ella tiene hermoso cabello rubio, los ojos más azules que he
visto, y un cuerpo para matar. —Sus ojos se suavizan en los míos y
continúa—: Y es tan inteligente, agradecida como el infierno, y es una
amiga muy leal. Ah, y su ética de trabajo es irritantemente firme.

Guau. ¿Qué demonios quiere decir con esto? Le guiño y abro mi boca,
cerrándola nuevamente. Cruzo los brazos sobre el pecho y miro hacia abajo.
—Mírame —susurra, y levanto mis ojos hacia él—. Creas o no, Julianne,
eres una mujer muy especial, y estoy agradecido de que estés aquí.

—Creo que eres muy especial —murmuro y le ofrezco una sonrisa.

—Vamos. —Se levanta de su silla y toma su mano en la mía—. Vayamos al


gimnasio, antes de arrancar nuestras ropas y que pases el día entero en mi
cama.

*****

—¿Tienes una chaqueta de cuero? —me pregunta Nate, mientras bajamos


del ascensor hasta su garaje.

—No —respondo.

—Vamos a tener que comprar una. —El ascensor se detiene y salimos. ¿Por
qué? Estoy usando calzas negras, un top deportivo y camiseta negra, y una
chaqueta de jeans, porque todavía es primavera y está fresco en Seattle.
Nate está con pantalones de chándal, una camiseta negra sin mangas y una
chaqueta de cuero negra. Tiene una bandana negra alrededor de su cabeza,
manteniendo el cabello fuera del rostro. Veo su Mercedes negro brillante y
mi pequeño Lexus rojo.

—¿Quieres ir en mi auto o en el tuyo? —pregunto.

—Ninguno de los dos —responde y continúa caminando. Se para al lado de


una elegante moto negra. Es grande, con llantas cromadas.

—¿Es tuya? —pregunto, con los ojos abiertos de par en par.

—Sí. —Me da una sonrisa depredadora—. Vas a necesitar una chaqueta de


cuero, para que podamos andar en ella muchas veces.

—No es verano todavía —respondo, dando un paso hacia atrás.

—No está lloviendo hoy. Vamos a estar bien. —Me mira y ve mi


aprehensión—. Si quieres, podemos ir en mi auto.
Parece tan esperanzado, ¿cómo puedo decir no?

—No, está todo bien. Nunca me monté en una antes.

—Bueno, estoy feliz en ser el primero de proporcionarte esto, Señorita


Montgomery. —Mueve una pierna sobre el asiento y se acomoda, tirando la
moto en posición vertical y encendiendo el motor con un puntapié. Ofrece
su mano para ayudarme.

—¿Y mi bolso? —pregunto.

—Oh, aquí. —Abre una bolsa del lado y deslizo mi bolso ahí, entonces,
subo detrás de él. El asiento es sorprendentemente cómodo. Me pasa un
casco negro y me ayuda a colocarlo, antes de colocarse el suyo.

—Sujétate firme de mí, de mi cintura. —Me inclino para hacer eso—.


Simplemente siéntate tranquilamente y aprecia la vista, Julianne. Yo te
cuido. —Me besa rápidamente, y mi estómago se aprieta.

Santa mierda, él es sexy. Todos estos nuevos aspectos suyos que estoy
conociendo son tan divertidos. ¡Es tan inesperado!

Aumenta la velocidad del motor y nos lleva fuera del estacionamiento y,


entonces estamos volando fuera del garaje y en la Sexta Avenida. Aprieto
mis brazos alrededor de él con fuerza, sonriendo ampliamente. ¡La
adrenalina es alucinante! Siento el rugido de su risa contra mi mejilla, lo
abrazo y miro las gente que marcha por la acera. El viento está frío, pero es
bueno contra mi rostro.

Nate entra en un estacionamiento, no muy lejos de su apartamento, y no


puedo dejar de estar decepcionada que el paseo haya sido tan corto.
Estaciona y bajo de la moto, sonriéndole.

—¿Cómo fue? —pregunta, sacando el casco.

—¡Muy divertido! —respondo y quito mi propio casco, entregándoselo,


entonces suelto mi cola de caballo—. Voy a comprar una chaqueta de cuero
esta semana.
Ríe y salta de la moto, recuperando mi bolso, y se inclina para besarme.

—Estoy feliz de que te haya gustado. Vamos, si no me falla la memoria,


crees que puedes patear mi trasero. —Me lleva hacia un edificio sin anuncio
aparente. Parece muy nuevo, pero no hay signo de ello, un transeúnte solo
asumiría que es una especie de almacén.

—¿Dónde estamos? —pregunto.

—Mi gimnasio. —Me abre la puerta y me lleva hacia adentro.

Santa mierda, esto no parece como ningún gimnasio que conocí. Es una sala
enorme, con un loft arriba. Hay cintas de correr y elípticos en el loft.
Alrededor del salón principal hay sacos de arena suspendidos del techo,
colchonetas para abdominales y flexiones, pesas, pelotas para ejercicios y
también hay barras de metal suspendidas en el techo para ejercicios de
brazos.

A un lado, hay grandes neumáticos de tamaño tractor, y los hombres saltan


al agujero, suben sobre ellos, y luego lo mueven de un tirón.

Mierda, esto no es solo hacer ejercicio, esto es un deporte.

En el centro del lugar hay un cuadrilátero de boxeo. Dos hombres están en


el interior con protectores y cinta blanca alrededor de sus puños, peleando.

—Jesús, Nate, nunca vi nada como esto.

—Este es el lugar donde siempre entrené.

—¿Cuándo luchabas? —pregunto. Sonríe maliciosamente y me guiña.

—Sí, todavía entreno aquí.

—¿Cuántas veces?

—Cinco días por semana, cuando puedo. —Toma mi mano y me empuja


hacia la gran sala, y noto que soy la única mujer aquí.
—Bueno, ¡mira quién está aquí! ¡Hey, hijo!

Un alto y bien constituido hombre mayor, camina hacia Nate y lo coge en


un abrazo de hombres dándole palmadas en la espalda y da un paso atrás
sonriendo abiertamente. Su rostro es apuesto, su nariz ha sido obviamente
rota varias veces. Tiene el cabello oscuro, y músculos sólidos.

—Hey, papá, quiero que conozcas a Julianne.


Capítulo 6
Traducido por blanca20011983

Corregido por lsgab38

¿Papá? ¿El acaba de decir papá?

Pongo una sonrisa en mi cara y tomo su mano.

—Encantada de conocerle, señor.

—Llámame Rich, todo el mundo me llama así. —Me guiña el ojo y veo de
inmediato el parecido entre ellos.

—Por favor, llámame Jules. Todo el mundo me llama así, a excepción del
terco de su hijo.

Una mirada pasa entre los dos, no lo entiendo, pero Rich rápidamente
recupera su sonrisa para su hijo.

—¿Qué van a hacer?

—Voy a patearle el culo —respondo antes de que Nate pueda hablar, y que
ambos se miran, me miran sorprendidos, y luego ríen de nuevo.

—Creo que me va a patear el culo, papá.

—Buena suerte con eso. —Rich me hace un guiño, y luego se vuelve hacia
al ring, gritando órdenes a los combatientes.

—Podrías haberme advertido que iba a conocer a tu padre —murmuro,


mientras Nate toma mi bolso y el abrigo y lo cuelga en un área cerca de la
puerta, junto con los suyos.
—Sí, pero entonces no habrías venido. —Se vuelve hacia mí, con las manos
en las caderas, listo para una pelea. Y de repente estoy dispuesta a darle
una.

Tal vez sea toda esta testosterona que me rodea.

—No me gustan las medias verdades, Nate

—Mira, lo siento. Quería venir aquí contigo hoy. Será divertido. Mi padre
es el dueño del lugar, fue mi entrenador y mi manager cuando peleé, por lo
que aquí es donde me entreno. —Se encoge de hombros y mira alrededor
del gimnasio.

Lo miro por un momento, disfrutando de la vista.

—¿Por dónde quieres empezar? —le pregunto.

—¿Todavía quieres entrenar?

—Sí, estamos aquí. Vamos.

—Ok, vamos a entrar en calor con las cuerdas, y ver lo que puedes hacer.

Él sonríe y me lleva donde hay cuerdas y me da una. ¿Debo decirle que mi


hermano me hizo entrenar con él durante la temporada de fútbol?

Definitivamente no.

Nate conecta el temporizador en dos minutos, y salto con facilidad,


utilizando la técnica que mi hermano me enseñó. Nate me observa, también
salta con facilidad. Ni siquiera estoy sin aliento cuando los dos minutos se
acaban, y en mi interior estoy vanidosa. Pero mantengo una mirada aburrida
en mi cara.

—¿Siguiente? —digo

—Ya lo has hecho antes —murmura.

Me encojo de hombros y suelto la cuerda en la cinta.


—¿Y ahora qué?

—¿Consigues hacer la barra de suspensión? —me pregunta, con las cejas


levantadas.

—Puedo hacer uno o dos —respondo y sonrío. Tengo que llamar a mi


hermano más tarde y agradecerle profundamente por ser un dolor en el culo
y exigir tanto de mí. Gracias a él, el ejercicio es fácil para mí, y mi cuerpo
está en excelente forma. Me encanta sudar.

Nate me lleva hasta las barras de metal.

—¿Necesitas un impulso? —pregunta.

Miro la barra. Esta probablemente a unos siete metros del suelo.

—Creo que sí — respondo.

—Las damas primero. —Me hace señas para que empiece. Me froto las
manos en los pantalones, y luego salto, sosteniendo la barra. Encuentro el
espacio ideal entre mis manos, y me pongo a hacer la flexión, con un estilo
que él me enseñó y aprendí en el Crossfit. Cuando desciendo, voy a una
cierta distancia de la barra, luego giro hacia arriba, tirando de la barra
debajo de mi barbilla.

¡Dios, esto es fantástico! Hago 20 flexiones de brazos, y luego caigo en la


alfombra, agitando los brazos y jadeando.

—Tu turno. —Planto mis manos en mis caderas y miro a Nate, que me está
mirando con una gran sonrisa plasmada en su hermoso rostro.

—¿Qué pasa? —pregunto, pero sé que lo dejé pasmado. Miro a un lado y


veo a todos los hombres en el gimnasio que me miran con la boca abierta.

—¿Quién te entrenó? —pregunta.

—Mi hermano. —Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa—. Tu


turno, As.
—Cierto. —Él sigue sonriendo mientras salta y fácilmente empieza a hacer
flexiones, subiendo y bajando ese cuerpo sexy. Sus brazos, Santo Dios, los
brazos flexibles rebotan con cada repetición. Me gustaría que se quitara la
camisa para poder ver su pecho. Realiza 40 flexiones de brazos, y luego
salta a la lona.

—No ha estado mal. —Sonrío y salto, sosteniendo la barra de nuevo.


Empiezo a empujar y tirar de nuevo, amando como queman mis músculos,
moviendo brazos, hombros y espalda. Después de 20 flexiones de brazos,
bajo de la barra sin hablar, Nate salta y completa 40 flexiones.

—¿Fin del calentamiento? —pregunta, jadeando y sudando y sólo quiero


lamerle.

—Sí

—Te quiero en el ring.

Levanto una ceja. —Hay público aquí, si no lo has notado, Nate.

Se ríe y me coge la mano en la suya, tirando de mí hacia el ring.

—Eso también, pero por ahora, sólo quiero entrenar contigo.

Rich está en el ring y me da el equipo, ayudándome a preparar mi lugar,


mientras que Nate se ocupa del suyo.

—Tienes fuerza para hacerlo, chica. —Rich me sonríe y puedo ver las
preguntas mudas que atraviesan su hermosa cabeza.

—Mi hermano juega para los Seahawks. Me hizo entrenar con él. —Le
sonrío mientras me envuelve cintas blancas en las manos.

—Espera. —Interrumpe Nate—. Tu hermano es Will Montgomery, ¿el


jugador de fútbol?

—Sí —le sonrío, muy orgullosa de mi hermano mayor—. Es un muy buen


compañero de entrenamiento, pero es brutal.
—No sabía eso. —Nate está parado, mirándome boquiabierto.

—No lo sabes todo, As. ¿Te vas a quedar ahí con la boca abierta todo el día,
o luchas como un hombre y asumes cuando te patee el culo?

Todo el gimnasio estalla en risas, Nate me agarra los hombros y se detiene


en un beso duro, luego me empuja lejos y terminar de separarse.

—Buena suerte, hijo. Haz que me sienta orgulloso. —Rich se ríe y se aleja
del ring, inclinado sobre la plataforma, listo para ver el espectáculo.

Gracias a mis hermanos, por hacerme entrenar duras lecciones de artes


marciales y de autodefensa, y una patada en el culo, por cada momento que
no entrené. La formación que me dieron, estaba a punto de ser llevada a
juicio.

Nate y yo entramos en el círculo, con los ojos llenos de diversión. Él cree


que me va a derrumbar fácilmente. Claro, es más grande, más fuerte y bien
formado, pero tengo un par de trucos bajo la manga y voy a dar algunas
buenas patadas y puñetazos antes de que me derribe.

Lo dejopasar primero, sabiendo que no va a golpearme. Cuándo se me


acerca, agarro su brazo, giro y piso su pie, mi codo perforando su estómago
y ambos caemos al suelo, cayendo sobre él, me deshago de él rápidamente y
estoy de pie. Los chicos se aglomeran alrededor del ring sonriendo mientras
Nate se levanta con gracia, sonriendo.

—Una buena.

—Gracias. —Sonrío de vuelta.

Los siguientes minutos fueron iguales, uso todos los trucos que mis
hermanos y maestros me enseñaron y me defiendo de él. No nos damos
golpes, estamos luchando, es muy sexy y divertido.

Finalmente, después de unos minutos, Nate me levanta y me empuja contra


la esquina del ring. Sus ojos grises están brillando, me mira con lujuria y
emoción, si no me equivoco, con admiración.
—Eres tan sexy —susurró, jadeando con fuerza, por lo que sólo yo puedo
escucharlo.

—¡Vamos, Mackenna! —grita un calvo negro y musculoso—. Detenla en la


esquina y tratar de atraparla y darle una patada en el culo

Le doy una sonrisa y paso mis brazos y piernas alrededor de Nate.

—Sí, Mackenna —le susurro.

Rápidamente se gira, de repente, estamos luchando en el suelo. Intento


retorcerme bajo él rápidamente, pero me abraza de nuevo, levantando mis
caderas y las piernas en el suelo, y yo sé que he perdido.

—Mierda —murmuro, cuando alguien golpea la campana y se detiene el


juego. Nate me recoge y me tira en sus brazos y me besa con fuerza.

Salto fuera del ring y Rich me encuentra una vez más para ayudarme a salir
y cortar la cinta de mis manos.

—No estuvo mal, muñeca.

—Tengo cuatro hermanos mayores. Tuve que aprender a defenderme de


ellos. Mi madre no siempre puede estar ahí para ayudarme. —Sonrío a
Rich. Me gusta.

La multitud se dispersa otra vez, todos los chicos regresan a sus


entrenamientos y Nate se nos une.

—¿Lista para irnos?

—Claro.

—Debes volver en cualquier momento, chica. —Rich me abraza, ¡me


abraza!, y Nate sonríe—. Tú también puedes venir, si es necesario.

—Vaya, gracias, papá.

*****
El viaje de regreso a la casa no es menos emocionante que el viaje al
gimnasio. Mi cuerpo aún está sensible de nuestro riguroso entrenamiento y
el zumbido de la motocicleta entre mis muslos hace cosas deliciosas en mi
interior. Me hundo en Nate, mis pezones presionando contra su cuerpo, y
aprieto los muslos contra él.

Él inhala fuertemente y maldice, sonrío.

—Gracias a Dios que este viaje es corto.

Se detiene en su plaza de aparcamiento. Esta muy oscuro aquí, la única luz


que proviene es la de las lámparas fluorescentes. Y está vacío.

Me bajo y tiro de mi casco, por lo que antes de que pueda bajar de la moto,
me subo al revés, sentada en su regazo.

—Hey. —Sus ojos se abren y me agarra el culo para sujetarme.

—Hey. —Me inclino y lo beso, mis manos en su cara, y me tira más


cómodamente contra él, frotándome contra su erección que sigue escondida
en sus pantalones.

—Te deseo —murmuro contra sus labios.

—¿Aquí? —pregunta.

—A la mierda, sí.

—Jesús, nunca dejas de sorprenderme, nena. —Soporta la pesada moto, y a


nosotros, con sus fuertes piernas apoyadas en cada lado. Introduce su mano
entre nuestros cuerpos y rasga mis pantalones de yoga por la costura de mi
entrepierna.

¡Mierda! Mi ropa interior es lo siguiente, y antes de darme cuenta, baja sus


pantalones y me está llenando.

—Oh, Dios, sí. —Me inclino hacia atrás y tomo con mis manos el manillar,
envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, y me él guía a su pene, sus
manos sosteniendo mi culo.
—Maldita sea, nena. —Sus dientes se aprietan. Pone una mano en mi
clítoris, presionando con el dedo pulgar, y exploto, y él encuentra su propia
liberación, gritando mi nombre. Oigo los gritos resonando en el garaje, y
sonrío con suficiencia, en busca de sus cálidos ojos grises.

—Nunca antes he tenido relaciones sexuales en una moto. —Me inclino,


mis brazos alrededor de su cuello y lo beso. Todavía está dentro de mí.

—Yo tampoco —se ríe contra mis labios, alejándose y subiendo sus
pantalones. Yo estoy al lado de la moto y me pongo su chaqueta alrededor
de mis caderas, atada alrededor de mi cintura. Eso debería mantenerse hasta
subir.

—Voy a tener que ir de compras esta semana. Has rasgado toda mi ropa. —
Sonrío mientras caminamos hacia el ascensor y Nate me tira en sus brazos,
ciñéndome fuerte.

—Voy a reemplazarlos. —Me besa en la frente y me sonríe.

—No es necesario. No me importa.

—¿Trajiste un vestido? —pregunta.

—Sí, ¿por qué?

—Me gustaría salir contigo esta noche —lleva su mano arriba y abajo por
mi espalda y siento mi cuerpo ronronear.

—Ok.

—Bueno, vamos a tomar un baño.


Capítulo 7
Traducido por blanca20011983

Corregido por lsgab38

Me miro en el espejo y sonrío. Levo mi rubio cabello recogido en un moño


suelto detrás de la oreja izquierda. El maquillaje de mis ojos es ahumado y
sexy; destaca mis ojos azules, y un brillo de color rosa suave cubre mis
labios.

Probablemente seré besada antes de salir del apartamento. Mi vestido es sin


tirantes y de color gris claro, con un profundo escote con suaves volantes
que caen justo por encima de las rodillas. Uso un par de aretes de diamantes
de color rosa, un regalo de cumpleaños del año pasado de Natalie, un
brazalete de color rosa en la muñeca derecha y tacones Louboutin de color
rosa.

Agarrando mi pequeño bolso gris, guardo mi teléfono, brillo labial, dinero,


tarjeta de débito y licencia de conducir.

Hora de encontrar a Nate. Está sonando Coldplay, The Scientist.

Nate no está en la habitación o en la cocina, y sé que no está en su


dormitorio o cuarto de baño, porque acabo de salir de allí.

Eh. ¿Dónde está?

Camino por el pasillo y veo la luz en su oficina.

Apoyada en el marco de la puerta, lo veo trabajando. Me encanta su cara


concentrada. Su ceño está fruncido, mirando la pantalla del ordenador, y
rápidamente teclea, probablemente enviando un correo electrónico.
Es absolutamente delicioso con vaqueros negros y una camisa azul con las
mangas enrolladas hasta justo por debajo de los codos. Me encanta ver el
tatuaje en su brazo derecho. Su cabello está suelto, porque le pedí dejarlo
así, mientras nos frotábamos en la ducha. Un baño que duró cerca de cuatro
veces más de lo que debería, porque no podíamos mantener nuestras manos
fuera del otro.

Cuando está desnudo es como si fuese mi cumpleaños y Navidad juntos, y


él parece sentir lo mismo por mí.

—¿Estoy interrumpiendo tu trabajo este fin de semana? —pregunto


sonriéndole. Levanta la cabeza y sus ojos grises se ensanchan mientras me
come con los ojos de la cabeza a los pies.

—No, nada importante. —Se levanta de su escritorio y camina en mi


dirección, con los ojos grises fijos en los míos—. Estás increíble.

—Gracias. Tú estás impresionante. —Paso los dedos por el pelo y no me


importa estar con una sonrisa tonta en la cara—. Me gusta tu pelo suelto.

—¿Te gusta? —Él se inclina y besa suavemente mi cuello, justo debajo de


la oreja—. Me dejas sin aliento, Julianne.

—Me alegro. —Beso su barbilla y enderezo uno de los botones de su


camisa.

—¿Dónde vamos hoy?

—Hay un lugar que ofrece un buen marisco en la zona ribereña.

—Me parece bien. —Me besa, barriendo sus labios en los míos, y luego
pone su frente en la mía.

—Vamos.

****

La cena ha sido deliciosa y esclarecedora. Hemos hablado como si


fuéramos viejos amigos, y eh aprendido más sobre la infancia de Nate,
creció como hijo único, criado sólo por su padre. Evitamos hablar de
trabajo, pero decidimos abordar el tema.

—Entonces, ¿qué va a pasar el lunes? —pregunto, y tomo un sorbo de vino


mientras esperamos el postre.

—Supongo que vamos a trabajar —dice, y me mira con aprensión.

—Sabes lo que quiero decir.

—Bueno, vamos a aclarar algunas cosas. —Agarra mi mano y me acaricia


con la punta de los dedos—. ¿Esto es cosa de sólo un fin de semana para ti?
¿Quieres volver a una relación puramente profesional a partir de la
medianoche de mañana?

¡No! ¿Eso es lo que él quiere?

La idea me pone enferma. He aprendido mucho de él estas últimas 24 horas


que estuvimos juntos, conocí ese lado increíble y lleno de novedades. Me
gusta su estilo conservador en el trabajo, y no puedo conseguir suficiente
del chico malo que conocí hoy.

—No —susurro—. Eso no es lo que quiero.

Respira profundamente y me besa los dedos, el alivio es evidente en su


hermoso rostro.

—Yo tampoco.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Seguimos con una relación de amistad y profesional en el trabajo, y todo


lo que sucede fuera de la oficina es nuestro asunto. —Se encoge de
hombros, como si tuviera sentido. Como si fuera tan fácil.

—No soy una buena actriz.

—Oh, no lo sé, fuiste lo suficientemente buena en los últimos ocho meses.


—Él se sienta y toma un sorbo de vino, no suelta mi mano, sus ojos no
muestran nada.

No hay otra opción. Si damos alguna pista que estamos juntos en el trabajo,
vamos a ser despedidos. Si decidimos no vernos de nuevo, estaré devastada
y triste. Ninguna de las opciones es atractiva.

—De acuerdo. Negocios aparte.

—Disculpe. —El camarero se acerca a la mesa y le sonrío.

—¿Usted no es Jules M de Playboy?

Siento la sangre abandonar mi cara. Nunca fui reconocida, nunca. Han


pasado cinco años desde la última vez que posé para la revista, y tiene que
ser ahora, cuando estoy con Nate, que un chico me recuerda, probablemente
de la revista que su padre esconde debajo de la cama.

Pongo mi sonrisa falsa y parpadeo hacia él.

—Lo soy.

Nate me suelta la mano y me estremezco interiormente.

—Wow. —El camarero se ruboriza y me sonríe—. Pensé que te había


reconocido. No quiero molestarte, era sólo curiosidad. El postre debe estar
listo en un segundo.

—Gracias, Derrick —contesto tranquilamente, leyendo su placa. Él asiente


torpemente y se va.

Tomo una respiración profunda y miro a los ojos de Nate.

—Supongo que debería haber mencionado que posé para Playboy


anteriormente —murmuro.

—Creo que deberías haberlo hecho —responde. Su voz es fría y distante.

—No es algo que me avergüence. Fue hace mucho tiempo. —Me encojo de
hombros y veo que su expresión no cambia.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunta.

—Bueno, Natalie tomó varias fotos. Todavía lo hace. La mayor parte de su


negocio son fotos sexy y de parejas. Ella fue a la universidad, y yo era la
persona con la que más practicaba.

—Adelante —dice, después de que Derrick pone nuestros postres en la


mesa.

—Luego vino un cazatalentos a Seattle un fin de semana, y cogí algunas de


las fotos que ella me hizo y las llevé allí para ver lo que pensaban. Algunos
meses más tarde estaba en Los Ángeles en un estudio, posando para la
revista. —Me encojo de hombros otra vez—. No pagan muy bien, pero no
necesitaba el dinero de todos modos. Creo que me hizo sentir sexy y
femenina, que era importante para mí, porque siempre estaba rodeada con
mis hermanos, y fue muy divertido. El fotógrafo era muy profesional, al
igual que todos en el set. Tuve que quedarme en la Mansión Playboy varias
veces y salir con otras chicas y reunirnos con Heff, y otras celebridades.
Para una chica de 21 años, era fascinante y emocionante.

—¿Pero? —pregunta, instándome a continuar.

—Pero no me gustaban los chicos brutos que se me acercaban. Una vez


estaba con Nat, un chico me acorraló en un pasillo del baño en un bar, y
además, digamos que tenía un momento difícil y no aceptaba un no por
respuesta. —Tragué saliva y mire mis manos apretadas—. Le gané y lo dejé
en un charco de sangre.

Nat flexiona sus manos en un puño sobre la mesa y levanto mis ojos hacia
él.

—Literalmente, le envié al hospital.

—Bien —es su única respuesta.

—Decidí que las pocas veces que había posado para la revista fueron
suficientes. Es algo que siempre voy a tener, pero no es algo que necesito.
Me sorprende que este chico me haya reconocido. —Niego con la cabeza y
cierro los ojos, deseando que Nate me dé una pista de lo que estaba
pensando.

—Por favor, di algo —susurro, cuando pasan unos minutos sin una palabra
de él.

—No me gusta —su voz es tranquila y fresca, y mi estómago se aprieta con


el miedo.

—Eso es comprensible—murmuro, con la cabeza hacia abajo. Centro mi


mirada en el mantel, pasando los dedos sobre él, preparándome para sus
palabras. Este es el momento de ruptura, del fin de su atracción por mí.
Cree que soy una prostituta. He oído todo esto antes.

—Creo que eres increíble.

¿Qué? alzo mi cabeza, mis ojos buscan los suyos. Mi boca abierta en shock.

—¿Qué?

—Ya me has oído.

—¿No crees que soy una puta? —¿En serio?

Sus ojos son fríos.

—Nunca digas esa mierda otra vez.

—Lo siento, es que...

—¿Es que qué? —Se endereza.

—Ya he oído eso antes —susurro y miro hacia abajo de nuevo.

—Mírame —su voz es más suave, silencioso y le miro—. Eres una mujer
brillante y encantadora, Julianne. Tuviste tu momento de rebeldía en la
universidad. Esto es algo que puedo entender. —Levanta una ceja y una
sonrisa sube en la comisura de sus labios—. El problema que tengo —
continúa— es saber que otros hombres vieron tu hermoso cuerpo.
—No era virgen cuando te conocí —le recuerdo.

—No, no lo eras, y puedo manejarlo, aunque reconozco que saber que


estuviste con otros hombres me vuelve un poco loco. Pero de saber que
otros hombres te miran y fantasean contigo, me dan ganas de poner a todos
y cada uno de ellos en el hospital, comenzando con nuestro joven camarero.

Oh, no sé por qué eso me toca, y me da vergüenza sentir arder las lágrimas
en mis ojos. Parpadeo rápido y trato de encontrar mi equilibrio. Nunca deja
de sorprenderme.

—Así que —trago y agarro su mano en la mía— así que, ¿aún quieres
verme?

—Por supuesto. —Frunce el ceño, como si estuviera ante una pregunta


absurda.

Asiento y miro mi pastel de chocolate.

—¿Podemos pedir que los guarden para el viaje e irnos?

—Buena idea. —Señala al camarero y pide que envuelvan nuestro el postre


para viajar y que traigan la cuenta.

Está tranquilo en el viaje de regreso a su apartamento, pero mantiene su


mano en mi muslo, como si simplemente no pudiese dejar de tocarme, y
dejó escapar un suspiro de alivio.

¡Todavía me quiere!

Miro su sexy moto cuando salgo de su auto y sonrío, me recuerda esta


tarde. Me sonríe y me besa la mano.

—Estoy ansioso por volver a hacerlo —murmura.

Oh, ¡yo también!

—¿Quieres postre? —pregunta Nate cuando entramos en el apartamento.


—Sí —le contesto y sonrío, pasando mis dedos en su suave pelo negro.

—Voy por los platos. —Comienza a alejarse, pero agarro su camisa y lo


empujo hacia mí.

—Ese no es el postre que quise decir —murmuro. Esos hermosos ojos


grises se oscurecen y mira mis labios mientras agarro mi labio inferior con
los dientes.

—¿No? —susurra y pasa los dedos por mi mejilla. Sacudo la cabeza y cojo
la bolsa que contiene el postre de su mano. Camino a la nevera, mis zapatos
de color rosa haciendo click en la madera, y mi vestido gris flotando sobre
mis muslos, poniendo mi piel de gallina. Guardo el envase y regreso, solo
para encontrar a Nate de pie detrás de mí.

—¡Oh! —Me quedo sin aliento, sorprendida.

—El postre se debe comer en la cocina —murmura, acorralándome en la


nevera de acero inoxidable, mordisqueando mi boca.

—¿Se debe?

—Sí, la comida no está permitida en la habitación. —Sonrío e inclino mi


cabeza hacia un lado mientras desliza sus labios por mi oreja y en el cuello.

Paso mis manos por su espalda y saco la camisa fuera del pantalón,
deslizando mis manos por su suave y cálida piel.

—Me haces sentir tan bien —le susurro.

Él gime y me alza, poniéndome en el mostrador, y colocándose entre mis


muslos. Mis dedos van a su cabello y lo miro con una sonrisa en los labios.

—Eres tan hermoso.

Sonríe tímidamente y asiento y se inclina y me muerde el hombro desnudo.

—Hmmm. —Oh, eso se siente bien. Empuja sus manos bajo el dobladillo
de mi vestido y sube por mis muslos desnudas, hacia mis caderas.
—¿No llevas bragas? —Sus ojos se agrandan, mientras mira los míos y
sonríe lobunamente.

—Pensé, “¿cuál es el problema?” Las rompes de todos modos. —Río


nerviosamente y cae de rodillas, tirando de mis piernas sobre sus hombros.

¡Wow!

Él me desliza hasta el borde de la mesa y tengo que sostenerme para no


caer.

—Me voy a caer —suspiro

—No, no, bebé. —Sube la falda hasta mis caderas y mis muslos abiertos—.
Jesús es un placer verte.

—Nate. —Me retuerzo y sonríe.

—Creo que te voy a comer de postre, Julianne.

Y con eso se agacha y pasa la lengua por los labios y el clítoris, luego de
regreso a mi centro, hundiendo su lengua profundamente, con aquellos
labios talentosos y volviendo a mis labios, más cerca, su lengua trabaja
dentro y fuera, a un ritmo perfecto. Agarro firmemente su pelo con mis
dedos y echo hacia atrás la cabeza, disfrutando de la forma en que su boca
trabaja.

¡Dios, eche en falta que me hiciera eso, y sólo lo había hecho una vez
antes!

Siento el pulgar sobre mi clítoris y empujo mi pelvis contra su boca


mientras la electricidad se dispara a través de mí.

—Oh, mierda, Nate.

Él chupa mis labios con la boca, aprieta mi clítoris más duro, y me deshago
por completo. Da besos suaves en mis muslos, y de repente está de pie
delante de mí, con los pantalones abajo y la polla muy dura y lista para mí.
Me levanto y muevo mi dedo en la cabeza de su pene y en las bolas de plata
a las que empecé a tomarles mucho cariño.

Realmente, realmente me gusta.

Él aspira a través de sus dientes, me aparto para descender del mostrador


todavía con la ropa puesta. Lo empujo contra la nevera y me arrodillo,
tomando su polla en la mano y empujando hacia arriba y hacia abajo,
amando lo suave y duro que es.

—Oh, Dios, Jules, no es necesario que hagas esto. —Miro hacia arriba a su
expresión ardiente.

—Me has llamado Jules. —Me da una sonrisa arrogante y se encoge de


hombros, voy a recompensarlo.

Sigo masajeando la impresionante polla y hundo mi lengua en el borde,


luego sobre toda su longitud, saboreando una pequeña gota de rocío. Me
gusta la forma en que se siente el piercing contra mi lengua. Miro el rostro
de Nate, encantada con la cruda lujuria en sus ojos, y empiezo a lamer su
miembro desde el escroto hasta la punta, y luego hundo mi boca en él.

—Joder.

Me tomo un momento para acostumbrarme al piercing, pero tomo el ritmo,


arriba y abajo, presionando mis labios sobre él, ocultando los dientes para
no hacerle daño.

La meto profundamente en mi boca, hasta que siento las bolas de plata en la


parte posterior de la garganta y, gracias a Dios, no tengo reflejo nauseoso.
Tiro hacia atrás, envuelvo mi lengua alrededor del eje, en la cabeza, para
luego sumergirme profundamente en ella. Repito esto varias veces, hasta
que el aliento de Nate esta jadeante e irregular, y me siento muy sexy.

Por último, siento la tensión y me muevo un poco más rápido.

—Basta, bebé, me voy correr.

¡A la mierda!
—Por el amor de Dios, Jules, para. —Me tira en sus brazos y me besa
vorazmente. Puedo saborearme a mí y a él y en nuestros labios, suelto un
gemido.

—Dentro de mí. Ahora —murmuro, y me da la vuelta, dejándome de frente


al refrigerador, levanta sus manos sosteniendo mi culo y entra muy dentro
de mí.

—Oh, Dios, amor. —Su cara está enterrada en mi cuello y envuelve sus
brazos alrededor de mis hombros.

—Sí... —susurro.

Establece un ritmo rápido, moviéndose dentro y fuera de mí, y sé que no


vamos a durar mucho tiempo. Mis músculos se contraen y se aprietan a su
alrededor, y mis muslos se aprietan con fuerza, corriéndome. Me embiste,
duro, dos veces, y lo siento estallar dentro de mí.

—¡Maldita sea! —habla en voz baja y apoya su frente en la mía.

—Wow —respondo.

—Jesús, tienes una boca increíble. —Todavía esta jadeando, y yo paso los
dedos por su pelo y le ofrezco una sonrisa de gato satisfecho.

—Tú, también eres un As. Me vuelves loca.


Capítulo 8
Traducido por Edel

Corregido por lsgab38

—¿Estás segura que tienes que irte a tu casa? —pregunta Nate, apoyado en
la puerta del cuarto de huéspedes, mirando mi maleta. Envuelvo mis
Louboutins rosa en una prenda mientras los guardo en la maleta.

—Sí, lo necesito. Tengo ropa que lavar y tengo que prepararme


psicológicamente para el trabajo esta semana.

Le sonrío y me quedo nuevamente sorprendida al ver lo lindo que es.


Todavía me estoy acostumbrando a verlo vestido casualmente. Esta con una
camiseta gris suave, mostrando los músculos de los brazos y el
impresionante pecho. Dios, amo ese tatuaje en el brazo derecho. Sus jeans
desabotonados, cayendo por sus caderas. Está descalzo y su cabello esta
suelto.

Encuentro su mirada y una sonrisa lenta aparece en su sensual boca. Sabe


que aprecio lo que veo.

Hombre, yo también.

—¿Cuándo te voy a ver de nuevo? —me pregunta

—En casi 12 horas. —Sonrío, mientras meto las últimas cosas en mi maleta
y la cierro.

—Sabes lo que quiero decir, listilla.

—¿Cenamos mañana por la noche? —pregunto.

—Tengo una reunión de negocios hasta tarde mañana. —Pasa la mano por
su cabello con una mueca—. ¿Tienes planes para tu cumpleaños?
Mi mirada sorprendida regresa a él.

—¿Cómo sabes cuándo es mi cumpleaños?

—Jules, trabajamos en la misma oficina. Además una tarjeta de cumpleaños


estuvo circulando la semana pasada. Sin mencionar que tengo acceso a tu
archivo personal.

—Bien, eso es simplemente… espeluznante.

—¿Las tarjetas de cumpleaños son espeluznantes? —Sus ojos grises están


riéndose de mí y no puedo dejar de reír.

—No, que leas mi archivo personal es escalofriante.

—Amo tu risa.

—No vengas con esa conversación para distraerme. —Coloco mis manos
en las caderas y trato de mostrar mi mejor mirada severa. Nate se aleja de la
puerta y camina en mi dirección. Sostiene mi rostro en sus grandes manos y
tiernamente besa mi frente.

—Solo quiero saber más sobre ti, Julianne.

Oh.

—¿Entonces, tienes planes para tu cumpleaños? —pregunta nuevamente.

—No.

—Genial. Me gustaría estar contigo en tu cumpleaños. —Descanso mis


manos en sus caderas e inclino la frente en su pecho. Sus manos
moviéndose de mi rostro a mi cabello, y nos quedamos así por un largo
momento, ninguno de los dos queriendo que me vaya.

—Me gustaría pasar ese día contigo. Gracias —murmuro.

Lo siento sonreír contra mi cabeza, y me enderezo para mirarlo.


—¿Te gustaría venir a mi casa, la noche del martes para mi cumpleaños?
Podemos quedarnos en casa y ver una película, o lo que quieras.

Él arruga la frente y pasa su pulgar por todo mi labio inferior, enviando


rayos de electricidad por mi cuerpo.

—¿Quieres quedarte en casa?

—Sí. Sólo quiero pasar el día contigo. No necesito de más nada.

Nate se inclina y besa mis labios suavemente, entonces descansa su frente


en la mía.

—Si eso es lo que quieres, nena, está bien para mí, llevo la cena.

Le sonrío.

—Ok.

—¿Estás segura que tienes que irte? —pregunta de nuevo al pasar sus dedos
por mi cabello desordenado.

—Estoy segura. Nos vemos mañana.

Arruga la frente y mira mis labios, enseguida, regresa a mis ojos. Me falta
el aire y veo la vulnerabilidad en el acto.

—¿Qué pasa?

—Solo que mañana va a ser diferente en el trabajo. Gracias por concederme


este fin de semana, Julianne. Desee esto por un largo tiempo. No quiero que
termine.

Paso mis dedos por su rostro sin afeitar.

—Gracias, Nate. Por todo. Fueron lindos momentos.

Me acerco más a él, pasando mis brazos alrededor del pecho y descansando
mi barriga contra su pelvis. Inclino la cabeza, mirando su rostro serio.
Continúa pasando aquella increíble mano por mi cabello, sus dedos
empujando los mechones. Mira mis ojos por un largo tiempo, una amplia
gama de emociones pasando por su rostro, y estoy fascinada con él.

Finalmente, bajo la cabeza y beso su pecho de nuevo, descansando mi


mejilla contra él, y lo abrazo con fuerza.

—Conduce con cuidado —murmura, haciéndome sonreír.

—Lo haré. —Me alejo y me inclino para recoger mi maleta, pero Nate me
aleja y la coge del suelo. Sostiene mi mano con la suya, mientras en la otra
lleva mi maleta, caminamos por todo el apartamento y vamos hasta mi auto.
Coloca la maleta en el asiento trasero y me besa castamente.

—Lámame cuando llegues a casa.

—Está bien. Hasta mañana. —Le guiño y sonrío, enciendo el auto, y con un
movimiento de mano me alejo.

El tráfico es tranquilo, por ser domingo por la noche, por eso no tardo
mucho en llegar a casa. Abro la maleta y coloco la ropa sucia en la
lavadora, después busco mi teléfono en mi bolso.

Hay un mensaje esperando.

*Pase un gran momento este fin de semana.

Sonrío y respondo.

*Yo también.

Después de un momento, responde.

*¿Estás en casa?

*Sí. Segura en casa. Acabo de colocar la ropa en la lavadora. ¿Qué estás


haciendo?
Entro en la cocina y tomo una manzana y una botella de agua,
después me siento en el sofá, encendiendo el TV para ver uno de mis
programas favoritos, un reality.

*Apenas trabajando un poco.

Sonrío cuando lo imagino sentado en su mesa, todo sexy con su camiseta y


jeans. Adoraría distraerlo mientras trabaja. Sí, lo voy a colocar en la lista
para hacer en un futuro no muy lejano.

*Trabajas mucho.

Envío el mensaje de texto y miro fascinada la TV, cuando una pelea


empieza entre dos irritantes amas de casa. No sé porque veo esa mierda.
Nunca le admití esto a alguien. Natalie es la única que conoce mi vicio
sobre amas de casa y eso porque ella comparte el gusto conmigo.

Me llevaré el secreto a la tumba. Mi teléfono suena nuevamente.

*No estaría trabajando, si estuvieras aquí.

Sonrío.

*¿No? ¿Qué estarías haciendo si estuviese allí?

Responde casi inmediatamente.

*Besando cada centímetro de tu increíble cuerpo.

Oh Dios. Mi rostro se parte en una larga sonrisa, y doblo las piernas,


mientras intercambio algunos mensajes calientes con mi hombre.

*Solo si puedo retribuir el favor. Me gustaría recorrer tus tatuajes con mi


boca.

¡Oh! Me siento tan tentada.

*A mí me gusta recorrer tu vagina con mi boca.


¡Puta Mierda!

*Mmmm… eres bueno con tu boca, as.

Las amas de casa ya no están gritándose la una con la otra, entonces apago
el TV. Mi teléfono suena de nuevo.

*Regresa aquí y te mostraré cuán bueno puedo ser con a boca.

*Pensé que tenías trabajo que hacer

*Eres más importante que el trabajo, cariño.

Joder, puede ser muy dulce.

Realmente no quiero dormir sin él, con o sin sexo, pero necesito un poco de
distancia. Esto es tan nuevo. No quiero que se canse de mí. Y tengo que
colocar mi cabeza en su lugar, para trabajar mañana.

*Ídem. Respondo. Y, en seguida: Voy temprano a la cama, para


recuperarme del sexo increíble de este fin semana, y para soñar contigo.
Te veo mañana.

*Buenas noches, linda. Duerme bien.

Pero no consigo dormir. Doy vueltas toda la noche, deseando estar con
Nate.

¡Joder! Esto va a ser complicado.

*****

Es lunes por la mañana. Los cinco kilómetros de distancia hasta el trabajo


no son suficientes para calmar mis nervios después de mi increíble fin de
semana con Nate.

Voy hasta mi ordenador, y mientras se enciende, voy por café para ver si
consigo despertarme un poco. Entro en la sala de directivos, de pie enfrente
de la cafetera, sirviéndose una taza, no es otro si no Nate. Fuego corre por
mí, y es un choque verlo de traje, con el cabello recogido.

Estoy agradecida de tener un momento para colocar una mirada neutra en


mi rostro, y me acerco como lo hubiese hecho hace 72 horas.

—Buenos días —digo, orgullosa de mi misma por mantener un tono


normal. Nate se gira para mirarme, y en un momento hay calor en aquellos
ojos grises y después están fríos. Él mueve su café, colocando en la basura
las pequeñas pajillas rojas y blancas, sin encontrar mis ojos.

—Julianne.

Y con eso, se va de regreso a su escritorio.

Enfrento la cafetera, de espalda a la sala, y cierro los ojos con fuerza.

Ok, eso dolió. Sé que tengo que acostúmbrame a esto. Nada puede cambiar
entre nosotros aquí adentro. Pero, viendo la frialdad en sus ojos, sabiendo
que no puedo tocarlo… Es una mierda.

Sirvo el café, y regreso a mi escritorio, donde encuentro un email de Nate


pidiéndome recopilar algunos datos sobre una cuenta y enviárselos lo más
pronto posible.

Entonces busco mi teléfono en mi cartera, para verificar cualquier mensaje,


y hay un texto de Nate, enviado hace dos minutos.

*Buenos días. Estás maravillosa en ese vestido negro. Quería follarte en


la mesa de la sala de descanso, pero creo que no sería aconsejable.

¡Oh, Dios mío! Sonrío y mis sentimientos heridos desaparecen


mágicamente.

*Estás delicioso esta mañana. Casi se me olvidó lo caliente que te ves en


traje. Claro está, eres sexy sin ellos también.

*Te extrañe anoche.


Suspiro con ese último mensaje.

*También te extrañe. ¿Dormiste bien?

Voy a Internet para iniciar el trabajo que me pidió Nate cuando suena mi
teléfono.

*No.

Oh.

*Siento mucho escuchar eso. ¿Tienes algún tiempo disponible en la hora


de almuerzo? Le preguntaría a la Sra. Glover, pero no sería una pregunta
profesional.

Busco lo que me pidió, y me doy cuenta que pasaron diez minutos desde mi
último mensaje. Arrugo la frente, preguntándome si va a responder, cuando
mi teléfono suena de nuevo con un mensaje.

*Solo tengo treinta minutos libres, a las 12:30. Le dije a Jenny que
necesito tener una reunión en el almuerzo contigo.

Mi teléfono suena.

—Jules Montgomery —respondo.

—Es la Sra. Glover, Jules. El Sr. McKenna necesita encontrarse contigo en


la hora de almuerzo a las 12:30. —Ella parece educada y rápida.

—Gracias, Sra. Glover. Estaré allí.

Ella termina la llamada y escribo en mi teléfono.

*Tenemos una cita.

*****

¿Podría existir una mañana más lenta que el carajo? Cada minuto es
insoportable, mientras me quedabosentada, mirando el reloj, deseando que
el tiempo pase.

Finalmente, son las 12:25, apago el ordenador, arreglo mi mesa, tomo mi


iPad y camino con firmeza hasta la oficina de Nate.

—Puedes entrar, Jules. —La Sra. Glover me sonríe y camino hasta el


escritorio de Nate, agradezco que no tenga ventanas con vistas al área de
recepción, y cierro la puerta detrás de mí. Silenciosamente.

—Entonces… —me giro hacia él, sonriendo, apreciando la vista de él


sentado detrás de la mesa. Sus ojos están calientes, mientras me observa
atravesar la sala en dirección a la mesa.

—Entonces… —responde.

—Solo para estar claros, no eres mi jefe ahora.

—Ok.

Camino alrededor de la mesa, mueve la silla para estar de frente,


mirándome. Aparece una sonrisa en la esquina de sus labios y no consigo
resistirme. Me inclino, colocando mis manos en los brazos de la silla y lo
beso, empujando mi lengua por sus labios, provocándole, y de repente pasa
los brazos alrededor de mi cuerpo y me empuja en su regazo.

Con un brazo en mi cintura y una mano en mi cabello, me empuja con


fuerza contra él y toma el control del beso. Me está besando como si lo
necesitara, como si estuviese muriendo de sed y yo fuera la primera fuente
de agua que ve en días. Es emociónate, embriagador, y enrollo mis brazos
alrededor de su cuello y me siento en sus piernas.

Después de unos minutos en los brazos de Nate, me recuerdo de cuál era el


plan original para esta reunión en el almuerzo, y me levanto.

—¿A dónde vas? —él toma mi mano, pero me alejo de su alcance, y me


arrodillo en el suelo, entre sus piernas.

—No muy lejos.


Sus ojos están abiertos.

—Julianne…

—Shu. —Presiono mi dedo contra sus labios para silenciarlo—. Solo tienes
que sentarte y disfrutar, bebé. Nada como una mamada para iluminar un
lunes.

Abro sus pantalones y saco su polla grande y dura de sus bóxers,


inmediatamente envuelvo mis labios alrededor de su cabeza, probando su
piercing con mi lengua, y las caderas de Nate saltan de la silla.

—¡Puta mierda, bebé! —Agarra mi cabello en sus manos, mientras me


muevo en su bella polla para arriba y para abajo, agarrándolo con mis
labios, chupando, y después tomándole profundamente, hasta que siento el
metal en la parte de atrás de mi garganta.

Continuo chupando su polla, mientras tomo su escroto con la otra mano.


Nunca me sentí más sexy, más poderosa, más en control, y lo adoro. Adoro
dejar a Nate loco de deseo por mí.

—Oh Dios, si Jules… Chupa más fuerte mi polla… Oh bebé. —Sus


palabras me hacen ir más rápido, más fuerte, hasta que de repente me está
agarrando por los hombros, curveándome, y de repente esta dentro de mí.

Él agarra mi cabello con una mano, empujándome para atrás, un dolor


sabroso, y aprieta mis caderas con fuerzas, mientras entra y sale de mí, más
y más, antes de gruñir con su corrida, llevándome con él.

Se desliza fuera de mi y da un paso para atrás, siento la humedad correr


para abajo entre mis piernas. Nate respira profundo.

—Eso fue la cosa más sexy, bebé.

Sonrió y me levanto, deslizando mi falda para abajo, y beso su barbilla,


mientras el cierra sus pantalones.

—¿Puedo usar tu baño, por favor?


—Claro que sí. —Señala la puerta que lleva a su baño privado, y entro para
limpiarme.

—Bien, parece que tenemos todavía diez minutos para terminar nuestra
reunión, Sr. McKenna. —Camino de regreso hasta la oficina y lo encuentro
en la ventana, de brazos cruzados, mirando la Ensenada y Space Needle.
Camino por detrás de él y lo abrazo, dándole un beso en la espalda.

Él cubre mis manos con las suyas, y nos quedamos allí por un largo
momento, hasta que finalmente pregunto.

—¿Qué está mal?

—Absolutamente nada. —Se gira y me da un beso suave en mi mejilla—.


Fue una agradable sorpresa.

—Si continúas sexy como hoy, te voy a hacer una sorpresa agradable todos
los días. —Le guiño, y me sonríe.

—¿Cómo fue tu día hasta ahora, bebé?

—Largo. ¿Y el tuyo?

—Igual. Ahora mejor, sin embargo. —Me besa y se sienta en la silla,


empujándome de regreso a su regazo. —Voy a estar en reuniones el resto
del día, por eso no te voy a ver hasta mañana.

Envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros y entierro mi rostro en su


cuello.

—Ok.

—Ven a mi casa después del trabajo. Te puedes quedar conmigo esta noche.
—Esta acariciando mi espalda y yo quiero ronronear.

—¿Tienes una reunión hasta tarde, recuerdas?

—Quiero regresar a casa y verte.


Me inclino hacia atrás y busco sus sinceros ojos. No quiero decirle que no.

Ayer por la noche fue horrible sin él.

—No quiero dormir sin ti… —susurra. ¿Cómo puedo resistirme?

—Ok… —susurro de regreso y entierro mi rostro en su cuello de nuevo,


disfrutando esos últimos minutos con él, antes de tener que regresar al
trabajo.

—Estaré allí.

Capítulo 9

Traducido por Edel

Correido por lsgab38

Hoy es mi cumpleaños.

Enciendo mi computador para comenzar a trabajar, cuando tocan en la


puerta de mi oficina.

—Entre.
La Sra. Glover entra toda eficiencia, cargando un gran ramo de flores
coloridas.

—Llegaron para ti, Jules.

—¡Oh, gracias! —Coloca el ramo en mi mesa y sale de mi oficina, cerrando


la puerta. Rápidamente tomo la pequeña tarjeta blanca y la abro, rezando
para que sea de Nate.

No lo son.

“Feliz cumpleaños, hermanita. Que tengas un buen día. Con amor, Will.”

Es tan dulce. Tal vez por ser el más próximo a mi edad. Cojo mi teléfono y
le envió un mensaje para agradecerle las flores, y después regreso al
trabajo.

Una hora más tarde, hay otro golpe en la puerta y la Sra. Glover entra en la
sala, cargando un enorme ramo de flores rosadas.

—Creo que debería dejar la puerta abierta hoy, Srta. Montgomery —su tono
de voz es seco, mas sus ojos están llenos de humor y rio.

—Buena idea.

Leo la tarjetita, sabiendo que estas son de Natalie. Ella siempre me envía
flores rosadas.

“Feliz Cumpleaños, mejor amiga. Te amamos, Nat, Luke y el bebe.”

Oh, eso me hace llorar. También los amo. Inhalo las lindas flores, y apoyo
el ramo en la esquina de la ventana detrás de mí.

Al medio día, tengo seis ramos de flores alrededor de mi oficina, con


maravillosas tarjetas escritas dulcemente por mi familia.

Ninguna de Nate.
Tal vez me lleva algo esta noche. Encojo los hombros. Apenas nos hemos
visto desde hace cuatro días. No está obligado a darme nada.

Son las 12:30 cuando Nate entra por mi puerta, miro cada centímetro del
hombre de negocios bien hecho, con su traje negro y corbata roja.
Mantengo mi sonrisa, cuando lo miro y él hace lo mismo.

—¿Tiene un momento, Srta. Montgomery?

—Claro. —Cierra la puerta detrás de él, y nunca he estado tan agradecida


porque mis ventanas no tengan vista a la parte interna del edificio.

—Hola —murmura y mira alrededor de mi oficina.

—Hola —respondo, pasando alrededor de mi mesa caminando hasta él.


Coloca sus brazos en mi cintura, y me besa profundamente, enseguida, se
aleja y pasa sus dedos por mi mejilla.

—¿Cómo está la cumpleañera? —pregunta.

—Estoy bien. Sintiéndome un poco mimada. —Doy un paso atrás, y señalo


todas las flores y sonríe.

—¿Todas de tus admiradores? —Levanta una ceja.

—Sí, mis hermanos, mis padres y Nat son mis mayores fans. —Sonrío para
él, y sus ojos están serios, mientras pasa la punta de su pulgar por mi labio
inferior.

—Te extraño —susurra.

—Oh —respondo, hipnotizada con la mirada en sus ojos.

—Tengo algo para ti. —Retrocede y saca un sobre del bolsillo de la


chaqueta. Mis cejas suben casi hasta la línea de mi cabello con la sorpresa.

—¿Por qué?
—Porque es tu cumpleaños, Julianne. —Me mira como si fuese estúpida y
me derrito de placer.

—Gracias.

—No lo abriste todavía. —Me pasa el sobre y lo abro. Hay una nota escrita
a mano dentro, con su letra, y le sonrío.

Julianne:

Estoy muy contento por tener el honor de compartir tu cumpleaños contigo.


Te voy a dar el resto del día libre, cree una cuenta en Neiman Marcus[5],
que no tiene límites. Ve a comprar. Substituye las ropas que arruine el fin
de semana, y asegúrate de encontrar una chaqueta de cuero, junto con
cualquier cosa que quieras.

Feliz Cumpleaños, Linda.

Tuyo,

Nate.

Wow.

Sonrió y miro a sus divertidos ojos grises.

—Ahora viene el momento obligatorio, en que respondes que no era


necesario, que no debería haberme molestado. —Le beso suavemente y
froto mi nariz con la suya.

—Y diré el obligatorio “pero quería hacerlo” —Él sonríe, feliz conmigo, y


lo abrazo fuertemente. Se convirtió en algo tan precioso para mí, en tan
poco tiempo. ¿O será que siempre lo fue, pero no lo había admitido para mí
misma?

—Muchas gracias —susurro.

—De nada. Quería enviarte flores, pero aquí no sería apropiado.


Ah, eso era obvio. Debería haberlo pensado.

—Entiendo. Este es un regalo muy generoso. —Acaricio su pecho y lo


abrazo nuevamente.

—Ganaras tus regalos esta noche —murmura y besa mi cabello.

—¿Qué? —Me alejo y lo miro—. Eso es demasiado, cariño.

—No seas ingrata. Si no me falla la memoria, odias esa cualidad en Natalie.

Oh. Maldito.

—No soy ingrata. Estoy… abrumada.

Sonríe calurosamente y me besa de nuevo.

—Tengo una reunión ahora. Ve a divertirte. Estoy hablando en serio,


compra lo que quieras.

Sonrío y salto para arriba y para abajo con la emoción.

—Ok, pero tú lo pediste.

Él ríe, da una carcajada abierta, me besa otra vez, y sale.

Libre del trabajo para ir de compras.

Puta mierda, entonces fue así como se sintió Natalie, cuando Luke nos dio
aquel día de compras para su cumpleaños. No, Natalie lo odió.

Voy amar este día.

*****

Abro la puerta de enfrente, y la cierro detrás de mí con el pie, mis brazos y


manos cargados de bolsas de Neiman, y subo las escaleras a mi cuarto,
lanzando las bolsas encima de la cama.
Hice bien.

Nate fue muy generoso.

Pero me controlé. Cambie la braga rota, y compre una extra, porque son tan
sexys que probablemente van a tener el mismo destino que las que use
cuando pase el fin de semana con él. Compre dos lindos y sexys camisones,
y también una chaqueta negra de cuero, zapatos y bolsos.

Ah, zapatos y bolsos.

Dos pares de Manolo Blanik y un par de Jimmy Choos que, francamente,


son de morir. Nate también me dio un bolso Gucci y otra para combinar.

Él realmente no debería haber hecho esto.

Me rio mientras saco las cosas de las bolsas, y las guardo en mi armario. La
bolsa más pequeña tiene una pequeña caja, atada con un lazo rojo, y yo
abrazo el regalo, animada por entregárselo a Nate.

Yo pague ese regalo, obviamente.

Escucho sonar el timbre, y corro por las escaleras, para saludar a mi


hombre.

—Hola. —Sonrío al ver su bonito rostro. Tiene el cabello suelto. Yumy. Está
sosteniendo un gran ramo de rosas rojas en una mano y en la otra una bolsa
blanca de plástico con comida.

—Hola, linda. Estas son para ti.

—Gracias. —Entierro mi nariz en las suaves flores, inhalando el aroma y


sonrío—. Entra, siéntete como en casa.

Doy un paso para atrás y lo llevo hasta la cocina para poder colocar mis
lindas rosas en agua.

—¿Platos? —pregunta, y señalo el armario en donde los guardo. Amo esta


casa, estoy agradecida con Natalie todos los días por permitir que viva aquí
sin pagar alquiler. Es linda, con una vista fantástica de La Ensenada Puget.
La cocina es una obra de arte, sin embargo no es tan sexy como la de Nate.

Organizo mis flores y las coloco sobre el balcón del desayuno, donde puedo
admirarlas.

—Son fantásticas, gracias.

—De nada. —Nate se inclina y besa mi mejilla, entonces sirve nuestros


platos con comida italiana. Nos acomodamos en la mesa, y nos sirvo una
copa de vino tinto.

—¿Entonces, te divertiste hoy? —Nate se sirve lasaña.

—Tuve una explosión de felicidad hoy, gracias de nuevo.

Sonríe, pareciendo extremamente orgulloso de sí mismo.

—De nada. ¿Qué compraste?

—Ah, ya sabes… lencería, zapatos, bolsos… cosas que las chicas aman. —
Sonrío y tomo un trago de mi vino.

—Me alegro. —Toma mi mano en la suya y besa mis dedos—. Adoraría ir


contigo la próxima vez. Puedes probarte la lencería, y podría atacarte en el
vestidor. —Sus ojos están brillando con humor y lujuria y aprieto mi
barriga.

—Tenemos una cita entonces. —Termino mi comida, y empujo mi plato—.


¿Cómo fue tu día?

—Sin complicaciones, lucrativo. —Me guiña y sonríe. Estoy segura que lo


fue. Es muy bueno en su trabajo.

—Eso suena como un buen día para mí.

—Mucho mejor, ahora que estoy aquí.


—Tan encantador. —Le guiño, tocando su pierna por debajo de la mesa,
haciéndole reír.

—Tengo algo para ti. —Limpio nuestros platos y los llevo para la cocina,
enseguida, coloco la pequeña caja sobre la isla de la cocina.

—¿Ah?

—Sí, aquí. —Señalo la caja encima de la mesa, y sonrío—. Eso no está en


tu cuenta de hoy.

Arruga la frente, y mira la caja.

—No tienes que darme nada. Es tu cumpleaños.

—Ni siempre tiene que ser una ocasión especial para comprar un regalo. —
Ruedo los ojos—. Quería darte un regalo.

Sus ojos se suavizan por un momento, y entonces queman de entusiasmo.


Puedo decir que está muriendo de ganas por ver lo que hay la caja.

—Ábrela.

—Está bien. —Tira del lazo y rompe el papel de regalo. Dentro tiene una
pequeña caja de joyas negra. La abre, y alineados en el satén crema, hay dos
gemelos de platino, con sus iniciales grabadas.

Su rostro es completamente impasible. No puedo saber que está pensando.


¿Lo odia? Apenas lo sé.

Entonces su rostro se transforma, y una gran sonrisa aparece en sus labios,


me jala hasta su regazo, acariciando mi cuello.

—Gracias, cariño. Lo ame.

—Me dejaste preocupada por un segundo. —Paso mis dedos por su cabello
y me hundo en sus brazos.

—No estoy acostumbrado a recibir regalos.


—Acostúmbrate a eso. —Beso su nariz, y después llevo mis labios hasta su
boca, besándole dulcemente.

—Bien, ya que estamos dando regalos… —Se mueve, empujándome para


un lado en su regazo, sacando una pequeña caja roja Cartier del bolsillo.

¡Puta Mierda!

—Nate, ya gastaste mucho dinero conmigo hoy.

—No comiences. —Coloca sus dedos sobre mi boca—. Espere mucho


tiempo para poder darte regalos, Julianne. No arruines mi placer.

Ah, es tan dulce.

Abro la caja, y en el interior hay un par de pendientes de diamante, modelo


princesa. Ellos brillan fuertemente, reflejando la luz, y simplemente me
quitan el aire. Tienen, fácilmente, un quilate cada uno.

Es muy caro. No debería aceptarlos. Pero cuando miro en sus ojos grises,
veo miedo, y sé que no puedo rechazar su regalo.

—Gracias —susurro, permitiendo que las lagrimas corran libremente por


mi rostro, y no me molesto en contenerlas.

—¿Hey, que está mal, cariño? —Limpia mis lágrimas con sus pulgares.

—Estoy tan… —Trago en eso, y lo miro con mis ojos llenos de lagrimas, sé
que estoy completamente enamorada de él. No por causa de sus regalos
caros, sino porque es gentil y generoso, por no mencionar lo sexy como el
pecado o que es el hombre más inteligente que conocí.

Pero es muy pronto para decírselo.

—Estoy agradecida, y tal vez un poco sobrecargada con tu generosidad.

Besa mi mejilla, y me enrollo en su regazo, apreciando la sensación de sus


brazos fuertes alrededor de mí, sosteniéndome junto a él.
—Acostúmbrate a eso, bebé.

Capítulo 10
Traducido por Sttefanye

Corregido por lsgab38

—Oh. —Me siento y beso a Nate rápidamente en la boca y salto de su


regazo.

—Tengo algo para mostrarte. Espera aquí.

Puedo escuchar la risa de Nate mientras corro por la escalera de vuelta a mi


cuarto, tirando mis ropas por el camino. Tiro mi falda, agradecida por estar
con mis medias negras, tiro mi sujetador y la camisa, agarro mi nueva
chaqueta de cuero negra. Pongo en mis pies mis nuevos tacones Jimmy
Choo y me doy una ojeada en el espejo. Hmm… el cabello no está bien.

Voy al baño y cepillo mi cabello vigorosamente, dándole un aspecto salvaje,


y retoco mi maquillaje, agregando lápiz labial.

Parezco una motociclista rockera y sexy. Me miro nuevamente, y estoy


totalmente diferente de lo normal.

Voy hasta abajo, rápidamente, con las medias negras y abro el cierre de la
chaqueta, y veo a Nate limpiando los platos. Está de espaldas a mí; se quitó
la chaqueta, y enrolló las mangas de su camisa blanca. Yum, ese tatuaje, y
su trasero está fantástico en esos jeans negros.

—¿Necesitas ayuda? —pregunto, llamando su atención y nada


decepcionada con la caída de su quijada, cuando se gira y me mira. Sus ojos
se agrandan y se dilatan, sonrío con aire de suficiencia, mis manos en mis
caderas.

—Veo que compraste una chaqueta de cuero —murmura, mientras camina


lentamente a mí alrededor.

—Recibí órdenes. —Me encojo de hombros—. Soy buena obedeciendo.

—Entonces, realmente lo eres. —Se detiene a un metro de distancia de mí y


disfruta de todo mi cuerpo, con aquellos cálidos ojos grises, desde mis
zapatos, hasta la parte superior de mi rubia cabeza, entonces me mira a los
ojos y toma una respiración profunda—. Joder, eres hermosa.

No puedo hablar. No me puedo mover. Solo puedo mirar esos ojos llenos de
lujuria, mi sangre corre hasta mi núcleo, parando entre mis muslos. Muerdo
mi labio inferior y me acerco, apretando su camisa en mi puño, mis ojos
todavía en los suyos, a un centímetro de su pecho. Sus manos todavía se
encuentran al lado del cuerpo, cerradas en puños, nuestros labios están a un
centímetro del otro, y no puedo para de mirar sus ojos.

—Nate… —susurro.

—Sí, cariño… —susurra de vuelta.

—Si me tocas, no seré responsable de mis acciones.

Sus labios se curvan en una media sonrisa y exhala, sus ojos moviéndose
hasta mis labios, entonces, vuelven a mis ojos. Sus dedos pasan levemente
por mi rostro, la punta de su pulgar en mi labio inferior, y muerdo mi labio,
sujetando su pulso en mi mano, y entonces, delicadamente comienzo a
chuparlo, balanceando mi lengua contra la suya. Sus ojos se cierran y los
dientes me muerden, y la próxima cosa que sé, es que él me está besando
como un loco y empujándome de vuelta hacia la sala de estar.
—Jesús, eres tan caliente. —Su rostro está en mi cuello, lamiendo y
mordiendo, y envía deliciosos escalofríos por mi espalda. Abre
completamente la parte delantera de mi chaqueta, exponiendo mis senos y
acaricia uno, rozando el pulgar hacia arriba y hacia atrás sobre mi pezón,
dejándolo erecto. Nate me coloca en el sofá, y cubre mi cuerpo con el suyo,
enrollando mi pierna derecha alrededor de su cadera y frota su erección
todavía cubierta contra mi centro.

—Oh Dios. —Sumerjo mis manos en su cabello, y lo aprieto contra mí,


frotándome contra él, sintiendo sus labios y dientes en mi cuello y es pura
felicidad.

—Nate.

—Sí, cariño. —Frota un poco más duro contra mí y me besa tiernamente, y


me desmorono debajo de él, meneándome y empujándome contra él.

Santa mierda.

Antes de que me pueda recuperar, Nate abre el cierre de su jean y siento la


punta de su glorioso pene, y esas magníficas bolas de metal en mi abertura,
y se entierra profundamente dentro de mí.

—¡Argh! —grito, irguiendo mis caderas contra él.

Se calma y levanta la cabeza, sus ojos grises se estrechan en mí.

—¿Te lastimé?

—No, por Dios, no, no pares.

Gruñe y la saca, casi toda la longitud, entonces, golpea de nuevo, más y


más. Siento mi cuerpo apretarse, y trato de sujetarlo, queriendo que dure.

—Eres tan malditamente ceñida —gruñe, su mandíbulas firmemente


cerradas—. Vamos, bebé.

—Todavía no —susurro de vuelta.


Muerde mi oreja y comienza golpear en mí, todavía más duro, agarrando mi
trasero en una mano y empujándome más firme contra él.

—Sí, ahora. Vamos, cariño.

No puedo parar más. El orgasmo llega con tal intensidad que no puedo
sentir mis dientes. Agarro su trasero en mis manos, y grita cuando golpea
una última vez y siento su erupción dentro de mí.

—Santo infierno, feliz cumpleaños para mí —murmuro y lo siento sonreír


contra mi cuello.

Se aleja hacia atrás y se levanta, tomándome en sus brazos, atrayéndome


contra su pecho y me lleva hasta las escaleras.

—¿A dónde vamos? —pregunto, pasando mis dedos por su cabello.

—No terminé todavía. Estamos yendo a la cama.

Santa mierda.

*****

Hay muchas cosas que amo de mi trabajo. Me hace pensar, es desafiador, y


estoy rodeada por personas increíblemente inteligentes. El lado negativo, es
que es altamente competitivo, y mis colegas pueden ser brutales.

En mi experiencia, las mujeres son especialmente maliciosas. Los hombres


con los que trabajé, normalmente no envuelven sus emociones en el trabajo.

Simplemente no hay tiempo para eso.

Pero las mujeres son una raza diferente. ¿Qué hay con las mujeres y el
drama?

No estoy aquí para hacer amigos, ya tengo amigos, pero es preferible tener
una relación amigable con mis colegas del trabajo. Esto no había sido un
desafío para mí, en la mayoría de las veces.
Hasta Carly Lennox.

Carly se unió a nuestra empresa el verano pasado y me odió desde el primer


día. Es realmente buena con sus expresiones, siempre con una sonrisa falsa
en el bonito rostro delante de los jefes, pero sus ojos siempre están
cortándome. Daría su teta derecha para tirarme debajo de un autobús. Puedo
ignorarla la mayor parte del tiempo, porque ella trabaja con un equipo
diferente, y estoy agradecida por eso.

Y hay días en que simplemente no puedo evitarla.

Entro en el baño a las 5 de la tarde del viernes. Es el final de la jornada


laboral, y Nate y yo vamos a vernos el fin de semana, una vez más.
Pasamos todas las noches juntos, desde el lunes, alternando entre su casa y
la mía. Salimos en autos separados y horarios diferentes, para no atraer la
atención de nadie.

Fingir que Nate es solo mi jefe, actuar profesionalmente, comienza a darme


nervios. No había notado antes, cuantas veces lo encuentro a lo largo del
día. Unos días fuera de la oficina, solo nosotros dos, será un alivio.

—Jules —dice Carly con ironía, cuando entro al baño.

—Carly —respondo, sonriendo dulcemente. Mi madre siempre dice,


mátalos con la bondad. Parece especialmente un trabajo difícil con esa vaca
de Carly.

—¿Algún plan para el fin de semana? —pregunta, mientras aplica brillo


labial rosa sobre sus carnosos labios. Realmente es impresionante, con el
cabello rojo natural y rizado, grandes ojos castaños y piel impecable. Pero
es súper delgada, no hay tono muscular y sin senos.

Eso es lo que pasa cuando eres una puta.

—Sí, tengo algunos —respondo, deliberadamente vaga—. ¿Y tú?

—Oh, tengo una reunión. —Sonríe y mira alrededor, como si estuviera a


punto de confiar un profundo secreto y quiere estar segura de que estamos
solas—. Con Nate.

¿Qué mierda es esa?

Mi cara no cambia. Aplico mi lápiz labial, suavizo con la lengua mis


dientes delanteros y le sonrío.

—Buena suerte con tú reunión.

Camino fuera del baño, mi mente girando. Obviamente está mintiendo. No


tengo ninguna duda de que Nate no irá a verla, él pasa casa minuto libre
conmigo.

Entonces, ¿cuál es su juego?

Me encojo de hombros, y camino en dirección a la oficina de Nate. Él


solicitó otra “reunión de trabajo”, para que podamos confirmar los planes
de esta noche. Y así me pueda ver.

Es bastante ridícula la adicción del uno por el otro. Pero es tan bueno.

Camino hasta su oficina, y veo que la Sra. Glover no está en su escritorio,


entonces solo camino hasta la puerta de su sala, golpeo una vez, y antes de
que pueda responder, abro la puerta y entro de una.

—Disculpa el retraso, Sr. McKenna… —las palabras se detienen y mi


mundo se inclina sobre su eje.

Nate está sentado en su escritorio, apoyándose en la silla, mirando a una


bella morena, sentada en el borde de su escritorio, las largas piernas
cruzadas, vestido negro apretado, balanceando los pies. Nate la mira
ceñudo.

Los dedos de ella están acariciando su rostro.

Quiero arrancar sus ojos de mierda hacia afuera. La mirada de Nate oscila
al verme entrar en la sala, y por un breve momento tiene una mirada de
sorpresa, tal vez de arrepentimiento, entonces vuelve a tener una expresión
calma y profesional.
La Sra. Glover se desliza en la sala, justo detrás de mí.

—Lo siento mucho, Sr. McKenna, no estaba en mi escritorio para pedirle a


la señorita Montgomery que esperara.

—Todo bien, Jenny, Audrey ya se iba. —Se levanta de su silla y rodea su


escritorio para ayudar a la chica. La morena baja con gracia de su escritorio,
y le sonríe con adoración, pero la ignora, sus ojos grises presos en los míos.

Aclaro mi garganta y le agradezco al niño Jesús, por ayudarme a mantener


una expresión neutra y profesional, consciente de que la Sra. Glover
continúa parada detrás de mí.

—Lo siento por interrumpir, voy a salir inmediatamente.

Me giro para salir, pero él me detiene.

—Un momento, por favor. —Se gira hacia Audrey y dice con firmeza—:
La respuesta es no. Como siempre no vuelvas.

Ella exhala con frustración, y parece una niña mimada a la que no le gusta
escuchar un no como respuesta.

—Está bien.

Ella lo mira y le da la espalda para salir de la sala, deteniéndose delante de


mí. Me da una sonrisa fría.

—No nos conocemos. —Ella me ofrece su mano y yo la tomo, antes de


oírla decir—: Soy la esposa de Nate, Audrey McKenna.
Capítulo 11
Traducido por Edel

Corregido por lsgab38


Siento la sangre huir de mi rostro, pero no dudo. Es la cosa más difícil que
hice en mi vida.

—Un placer —murmuro y aprieto su mano, entonces doy un paso atrás,


evitando mirar a Nate. Puedo sentir sus ojos en mí, en silencio, pidiéndome
que lo mire.

¡Que se joda!

—Chao, bebé. —Audrey se despide de Nate y se va de la sala, yo decido


hacer mi huida, mientras la Sra. Glover está aquí.

—Realmente tengo que irme. —Camino hasta la puerta—. Vamos a


posponer esta reunión para el lunes.

—Julianne —a lo lejos le escucho llamarme por mi nombre, pero lo ignoro,


y camino rápidamente, y con toda la dignidad que puedo reunir, salgo del
escritorio. Sé que no me va a seguir con la Sra. Glover y cualquier persona
que pueda verle en el trabajo.

Uso esa ventaja, rápidamente tomo mi bolso, mi chaqueta y salgo de la


oficina, entrando al ascensor.

¿Qué, en nombre de todo lo más sagrado, pasó?

¿Nate es casado? ¿Casado?

¿Cómo eso es posible?

Mis manos comienzan a temblar con la adrenalina, y solo necesito huir


como el infierno de aquí. Una vez en el auto, corro fuera del
estacionamiento subterráneo y lucho contra el tráfico del centro. Las
lágrimas comienzan a caer, y ellas me estorban, porque nunca lloro y él me
hizo llorar dos veces esta semana.

Escucho sonar mi iPhone en mi bolso y lo ignoro No puedo hablar con él.


No quiero escuchar sus disculpas.

Arriesgué mi carrera por él. Peor que eso, arriesgué mi corazón.


¡Hijo de Puta!

Mi teléfono continúa sonando. Sólo termina la llamada para comenzar


nuevamente. Finalmente, lo busco en mi bolso y lo apago. No quiero ir para
casa. Sólo va a entrar allí y no quiero verlo, voy para el único lugar en que
puedo pensar. Necesito a Natalie.

Guio mi pequeño Lexus rojo hasta la puerta de su linda y moderna casa


blanca. Toco el timbre, y hago una mueca. Espero no despertar a Nat de su
siesta. Está embarazada. Luke le pidió que dejara de trabajar hace algunas
semanas, para que estuviese más tranquila.

Natalie abre la puerta, ve mi rostro con lágrimas y da un paso atrás.

—¿Qué paso?

—No quiero hablar sobre eso. —Cierro la puerta detrás de mí, y ella
mantiene los brazos abiertos.

—¿Cómo hago para maniobrar alrededor de esta cosa? —pregunto y la


abrazo sobre su inmensa barriga.

—Donde hay voluntad, hay un camino, cree en mí. —Me abraza fuerte y
con su mano acaricia mi cabello—. ¿Qué está pasando, cariño?

Balanceo la cabeza, me alejo y acaricio su barriga.

—Ya casi está aquí.

Natalie me da una gran sonrisa, y cubre mi mano con la suya.

—Tengo tanto miedo que me está volviendo loca, joder.

—Vas a estar bien. Luke y yo vamos a estar allí. Voy a patearle el trasero al
médico, si alguna cosa le pasa a cualquiera de las dos.

—Es por eso que tengo a ti. Eres mi arma secreta en esta operación.
Nos reímos, y la acompaño desde la gran sala, hasta la cocina. Mirándola
por detrás, nunca se diría que está embarazada. Casi no gano peso,
principalmente debido a los horribles vómitos que tuvo. Natalie es la mujer
más linda que vi, y ya vi muchas mujeres bonitas. Ella tiene un cabello
castaño largo, ojos verdes, y su cuerpo está absolutamente lleno de curvas.

Pero su corazón es la parte más bonita de su cuerpo. Es amable y generosa.


Piensa que no sé qué ella pagó la hipoteca de mis padres el año pasado.
Claro que lo sé.

—¿Té? —pregunta, y coloca agua hervir en la cocina.

—Por favor. —Me siento en el taburete dela barra y sostengo mi cabeza


entre mis manos, mis pensamientos regresando a Nate.

—Hey, Jules. —Luke me sonríe cuando sale del escritorio. Me besa en la


mejilla, entonces se mueve por la cocina, y envuelve sus brazos alrededor
de Natalie, besándola profundamente, acariciando su barriga con las manos.

—Jesús, chicos, ¿de verdad? Estoy aquí.

Luke se aleja y me sonríe, y Natalie regresa a hacer el té. Él realmente es un


bello hijo de puta, con los cabellos rubios desordenados, y los ojos mas
azules que vi. Y trata a Nat como una diosa, entonces no puedo dejar de
amarlo.

—¿Qué pasa, Jules? No pareces estar bien. —Se inclina sobre la encimera y
cruza los brazos, arrugando la frente.

Encojo los hombros, y miro hacia la gran sala, llena de cosas para el bebé.

—Hay un exceso de rosa en este lugar.

Veo a Nat y Luke intercambiar una mirada preocupada, entonces ambos me


están mirando. Sé que no voy a conseguir salir de aquí sin derramar mi
lamento, pero no estoy prepara para eso todavía. Tal vez si no hablo sobre
eso, no sucede.

—Es una niña, Jules. —Natalie sonríe y acaricia su barriga.


—Lo sé. Gracias a Dios. Amo el rosa. —Sonrío y mis ojos se abren cuando
Natalie retrocede—. ¿Qué está pasando?

—Está pateando igual que una loca dentro de mí.

—¡Ah, quiero sentirlo! —Corro alrededor de la isla y me arrodillo delante


de ella. Guía mis manos, donde está el bebe, y coloco mi cara en su barriga,
escuchando.

—Eso sería mucho más divertido si estuvieran desnudas —observa Luke


ganándose una palmada de Nat.

—Cállate, pervertido —murmuro y acaricio la barriga de Nat, mientras ella


acaricia con los dedos mi cabello rubio. Ah, como los extrañaba.

De repente, cae en mi la enorme situación de lo sucedido en el


escritorio de Nate, y la soledad que siento sin mi mejor amiga me oprime, y
siento las lágrimas comenzar a caer de mi rostro.

—Hey —murmura Nat y continúa tratando de calmarme—. ¿Jules, que


paso? Nunca lloras.

Balanceo mi cabeza nuevamente y siento a la bebe patear en mi mano


derecha. Ah, no puedo esperar para conocerla.

—¿Quieres que me vaya? —pregunta Luke y se comienza a alejar del


balcón.

—No, quédate. —Suspiro y me siento en el suelo, todavía sosteniendo a


Natalie. Sé que ellos están confundidos y preocupados, me miran, con
cautela. Finalmente, sin mirar para arriba, susurro:

—Es casado.

—¿Disculpa? —Natalie se aleja y toma mi mano, jalándome para arriba.


Tanto ella, como Luke arrugan la frente.

—Nate es casado. —Me giro y regreso para mi taburete en el bar.


Ellos se miran de nuevo y después regresan a mí.

—¿Qué paso? —pregunta Luke en voz baja, y sé que está en modo súper
hermano protector. Estoy rodeada de exceso de protección masculina.

—Entré en el despacho esta tarde, y ella estaba allí, toda delgada, sexy y
perfecta, sentada en su mesa, con la mano en su rostro. —Tiemblo y aprieto
los ojos, con el recuerdo.

—¿Qué hizo Nate cuando entraste? —pregunta Nat.

—Nada. ¿Qué podía hacer? Ella se levanto para salir y se me presento


como su esposa. Su secretaria estaba presente, y para mantener un mínimo
de dignidad, salí y vine para acá. —Encojo los hombros y con gratitud
acepto el pañuelo de Luke.

—¿Te llamó? —pregunta Nat.

—Sí, apague mi teléfono.

—Hola, deja vú. —Natalie dice secamente.

—Cállate. Luke no estaba casado para que lloraras en medio de la noche—


respondo.

El hombre en cuestión se aclara la garganta.

—Estoy aquí, ¿saben? Jules, deberías apenas escuchar lo que tiene que
decir. Antes que le rompa la cara y él no pueda hablar.

—Acostumbra luchar en UFC. Pero gracias por la oferta —murmuro.

—¿Estás segura que ella dijo que era su esposa? —pregunta Natalie, su
mente trabajando.

—Sí, y se presentó como Audrey McKenna. —Encojo los hombros y


saboreo el té que Natalie coloca en frente de mí.
—Es difícil de creer que después que compartieron todo durante la semana
pasada, jamás la mencionara. Estuviste en su apartamento, Jules.

—Lo sé, no tiene sentido. Confía en mí, ninguna mujer vive allí. Es un
lugar completamente masculino. —Muevo los hombros nuevamente y
balanceo la cabeza. No lo entiendo.

—¿Tal vez están separados? —Nat hace una mueca, y acaricia su barriga
nuevamente.

—Si hubiese un “ex” antes de “mujer” no me importa donde ella viva —


murmuro—. Además de eso, si hubiese una “ex”, debería haberlo dicho.

De repente, el timbre suena y nos miramos, con los ojos abiertos.

—¿Cómo es que sabe que estoy aquí? —pregunto.

Luke limpio la garganta.

—Hum, Nate llamó poco antes de que salieras del despacho y preguntó si
estabas aquí, pensé haber escuchado tu voz, entonces le dije que sí, pero no
sabía lo que estaba pasando, Jules.

Lo miro.

—Dile que se vaya.

—No, no. —Natalie camina hasta mí y sostiene mi mano en la de ella—.


Solo escucha lo que tiene que decir, y se no te gusta, prometo que Luke y
yo le pateamos el trasero.

El timbre suena de nuevo, dos veces sin parar. Luke camina hasta la puerta
y abre. Murmura alguna cosa para Nate, y no puedo escuchar lo que están
diciendo.

Después de cerca de treinta segundos, Luke regresa acompañado de Nate.


Sus ojos me buscan por la sala, hasta que me encuentra, y se mueve
rápidamente, y de repente está frente a mí, sus brazos atrapándome,
apoyado en cada lado de la encimera, sin tocarme.
—¿Por qué corriste? —su voz es fría, combinando con sus fríos ojos grises.
Está sin aliento, y solo me mira… molesto.

—Bien, vamos a ver. —Me inclino y respondo irónicamente —: Me acaban


de presentar a la esposa de mi novio, después de encontrarla con sus manos
sobre él, en su escritorio. Y el hecho que estoy usando los términos novia y
esposa en la misma frase, realmente me joden.

—Ella es mi ex mujer, Julianne.

Oh.

—¿Realmente crees que iba a buscar tener una relación contigo, si estuviese
casado con otra mujer? ¿Realmente piensas tan mal de mí? Jesús, me
conoces mejor que eso.

Miro frenéticamente alrededor de la sala, pero Luke y Natalie se fueron.


Perfecto.

—Aparentemente no sé mucho. —Salto contra él—. Nunca me dijiste que


estuviste casado. Ella se presento a mí como tu esposa, Nate, ¡Joder!

—¿Qué podría hacer? Jenny estaba allí. Si tratase de explicarlo, estaría


confesando nuestra relación.

—No la corregiste.

—¡No me diste una oportunidad para hacerlo! —Se aleja con rabia de mí y
camina por la sala, frotándose la frente. Se quita la chaqueta, la lanza en una
silla, y continúa caminando.

—Estamos divorciados hace siete años. Estuvimos casados por apenas dos.
—Coloca las manos en los bolsillos y hace una mueca hacia mí.

—¿Tienes hijos con ella? —murmuro.

—¡Claro que no! —Balancea la cabeza, y miro para abajo, después regresa
a mí—. Estaba luchando en aquella época, y ella es lo que llamamos María
del Ring.
Bilis sube por mi garganta.

—No sé que es una María del Ring.

—Bien, tenía veinte años, y era estúpido, y ella quería un luchador en su


brazo. —Encoje los hombros—. Raramente hablo con ella.

—¿Por qué estaba allí hoy? —pregunto.

—Me busca cuando quiere dinero.

—¿La mantienes? —pregunto, incrédula y su mirada regresa a mis ojos, por


el tono de mi voz.

—No, no más.

—¿Qué significa eso?

—La ayude por un tiempo. —Arruga la frente y mira para bajo de nuevo,
claramente incomodo.

—¿Cuánto tiempo, es un tiempo?

¿Realmente quiero saber eso?

—Hasta que te conocí. —Sus ojos encuentran los míos nuevamente, y ellos
se suavizan, allí está en el hombre que conozco y amo.

—¿Por qué? —susurro.

—Porque, si le continuo dando dinero, nunca se va a ir, y no quiero el


esqueleto de mi pasado entre nosotros. —Toma una respiración profunda, y
me mira con cautela.

—¡Bien, aparentemente todavía te está buscando! —grito.

—Dije que no. Me escuchaste. Lo dije enfrente de ti por una razón.

—¿Dormías con ella, hasta conocerme? —pregunto.


—De vez en cuando.

Joder.

—Bebé, corte todos los lazos con ella cuando te conocí. Te lo dije, eres la
única mujer con la que estoy interesado en tener una relación.

—Tiene tu nombre —digo eso sin pensar. Eso me está matando.

—Nunca lo cambio. —Se encoje de hombros otra vez, con la mirada


perdida. Paro un momento para mirarle, es un hombre guapo, inteligente y
sexy. No quiero otra mujer con su nombre. Eso significa que ya le
pertenecía a ella legalmente, y eso me rompe por dentro.

—Jules. —Se frota la frente de nuevo y me mira con cautela—. Lamento


que te enteraras de ella así. Fue una mierda. Pero no es nada. No es nada
para mí, y ha sido así por mucho tiempo. Le ayudaba, porque me sentía
responsable por ella, y dormí con ella, porque era conveniente. No siento
por ella lo que siento por ti. Nunca sentí…

Observo su rostro, dentro de sus ojos, y mi estomago se comienza a calmar.


Está diciendo la verdad. Gracias a Dios.

—Pueden salir de su escondite. —Llamo a Luke y Natalie, que salen del


pasillo, cogidos de las manos. Sonrío para ellos.

—Hey, estaba seguro que no me ibas a necesitar para patear su trasero —


dice Luke con una sonrisa.

Nate ríe.

—Podías intentarlo.

—¿Estás bien? —pregunta Natalie en silencio y muevo la cabeza diciéndole


que sí.

—Entonces, el baby shower es mañana por la tarde en mi casa. —Camino


hasta Nate, y beso su cara, pasando mis dedos por su rostro, asegurándome
de que todo está bien de nuevo.
—¿Necesitas ayuda para organizarlo? —pregunta Natalie.

—No, estoy haciendo las cosas profesionalmente. Contrate un especialista.

—¿Para un baby shower? —pregunta Natalie, las cejas levantadas hasta la


línea del cabello.

—Tengo un trabajo exigente, Nat. Tiene que estar perfecto, entonces sí,
contrate a alguien. —Le sonrío y le hago un baile animado—. ¡Estoy
eufórica!

—Creo que puedo tener algún trabajo que hacer mañana. —Los ojos de
Luke están asustados, y el pasa la mano sobre el cabello.

—Ah, no, tienes que ir. —Lo señalo con mi dedo.

—Eso realmente es una cosa de chicas —dice Nate.

—¿De qué lado estas? —pregunto

—Luke —afirma con naturalidad—. Es una fiesta de chicas.

—Es el padre. —Coloco mis manos sobre mis caderas y mi mirada brilla
para esos hombres tercos, mientras Natalie ríe—. Tiene que ir. Además de
eso, mis hermanos y nuestros padres estarán allí, junto con toda la familia,
entonces es una fiesta con todos los hombres.

—¿Será rosa? —pregunta Nate.

—El bebé es una niña, claro que habrá rosa. —Le miro, como si estuviese
siendo ridículo.

—Fiesta de niñitas —se burla Nate.

—Una fiesta de niñas, a la que ahora vas a ir —interrumpe Luke.

Oh, no. Mis ojos en pánico van hasta Natalie, y ella me ofrece una pequeña
sonrisa.
—No sé si eso sea una buena idea… —Miro alrededor y después a Nate, y
me está arrugando la frente.

—¿Por qué?

—No sé si es pronto para presentarte a mi familia —susurro.

—¿Por qué? —pregunta nuevamente.

Me encojo los hombros.

—Es todo muy reciente.

—Me llamaste “tu novio” hace diez minutos.

—No sé qué voy decir cuando te presente. —Muevo los hombros y me giro
y entonces, me tira contra él, su mano en mi cabello, y la otra en mi
espalda, presionándome contra él, y su boca ¡oh, aquella boca! esta sobre la
mía, besándome con urgencia. Entonces, tan rápido como comenzó, me
libera y se aleja.

—Oh, Dios —murmura Natalie.

—Estate allí a las dos —dice Luke, con una sonrisa satisfecha en su rostro.
Capítulo 12
Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

Estuve tranquila durante toda la cena. Nate y yo pedimos una pizza,


después de regresar a mi casa luego de salir de la de Nat y Luke. Vimos una
película de acción, y nos sentamos en el sofá con nuestra deliciosa pizza de
queso, tomando cerveza.

Pero no puedo dejar de pensar en la escena en el despacho de hoy. ¿Si no


me contó sobre una ex esposa, que más está escondiendo?

Mientras Nate mira la película, limpio nuestros platos y guardo las sobras
en el refrigerador.

—Voy a tomar un baño —murmuro, mientras paso delante de él de camino


a mi cuarto.

—¿Qué está mal, Julianne? —sostiene mi muñeca y me empuja para abajo,


a su lado.

Encojo los hombros y muevo la cabeza.

—No sé lo que tengo.

—Mentira. Todavía estas molesta por lo de hoy. —Él arruga la frente,


mientras jalo mi mano y me alejo, sintiendo la necesidad de alejarme un
poco.

—No estoy exactamente molesta, sino confundida y decepcionada. ¿Por


qué no me dijiste que tenías una ex esposa? —Lo miro y él pasa los dedos
por aquel glorioso cabello negro, maldiciendo.
—Honestamente, no pensé mucho sobre eso.

—Mira, sé que ella ya no es más tu esposa, te creo cuando dices que ya no


dormiste con ella desde que me conociste, no te estoy acusando de nada de
eso, Nate. Pero no fue una sensación agradable entrar en tu despacho y ver
a una bella mujer con las manos encima de ti, no después de lo que
compartimos durante la semana. Entonces, sí, todavía me siento herida con
todo eso.

—Pero te pedí disculpas y te expliqué.

—Sí, lo hiciste. ¿Pero por qué más vas a tener que pedir disculpas y
explicarte, Nate? ¿Qué otros pequeños y sucios secretos estás escondiendo?

Me levanto del sofá con la necesidad de entrar en la ducha y estar alejada de


él por algunos minutos, pero me jala la mano nuevamente.

—No me jodas huyendo de mí de nuevo. No estoy escondiendo ningún


secreto. Ella no es un secreto, ella es apenas parte de mi pasado.

Miro para abajo, a sus ojos plateados, y suavizo mi expresión un poco. Su


rostro esta contraído de preocupación.

Retiro mi mano fuera de su alcance, y él arruga la frente para decir alguna


cosa, pero paso mis dedos por su rostro, sosteniendo su barbilla en mis
manos, y lo miro. Puedo sentir la guerra de palabras y emociones en mi
mente, apareciendo en mi rostro. Finalmente, Nate toma mi mano y me da
un beso en la palma, mirándome.

—Habla conmigo —susurra.

Me siento en su regazo, y él une mis dedos en los suyos. Su mirada fija en


mí, nuestras manos descansando entre nosotros.

—Hey —susurra de nuevo—. Habla conmigo Julianne.

Lo miro en los ojos y susurro:

—Creo que hoy me di cuenta finalmente, cuánto daño me puedes hacer.


—Oh, bebé. —Me acerca a su cuerpo, envolviendo sus brazos alrededor de
mi cuerpo, y entierro mi rostro en su cuello, respirando su perfume, sexy—.
Siento lo mismo. Verte salir del despacho hoy, sabiendo que te había
lastimado, sin saber dónde estabas… Eso me destrozó. Lo siento mucho. Lo
prometo, no habrá más secretos.

Él besa mi cabello y beso su cuello, su olor dejándome loca, y yo solo sé


que lo necesito, ahora.

Muerdo su oreja, empujando su lindo cabello fuera del camino. Su mano se


mueve de mi espalda hasta mi trasero, y me jala con fuerza contra él,
empujando su erección, todavía cubierta en sus pantalones, contra mi
centro.

—Te necesito —susurro en su oído y el fuego explota en mi, cuando gruñe


en respuesta. Pasando los brazos alrededor de su cuello, muerdo el camino
hasta su barbilla y lo beso, levemente al principio, apenas jugando con sus
labios. Mis ojos sobre los suyos, azul contra gris. Él lleva una mano a mi
cabello, inclinando mi cabeza tomando las riendas del beso, llevándolo más
profundo, mientras mueve la otra mano por mi espalda, presionándome más
fuerte contra él.

Me siento y me quito la camiseta por la cabeza y Nate arranca rápidamente


mi sujetador. Cuando mis senos están libres, él toma el pezón en su boca,
jalándolo suavemente, enseguida, da más atención al otro seno. No puedo
evitar inclinarme para atrás, presionando más mi centro contra su erección.

Por fin, se levanta y quita mis pantalones y bragas. Lo ayudo a quitarse la


camisa y el pantalón de trabajo, y entonces él me levanta, sus manos sobre
mi trasero. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, y continúo
besándolo con desesperado furor. No puedo tener lo suficiente de la boca de
este hombre. Es mágico.

Nate nos lleva hasta la pared y, cuando mi espalda está contra la fría
superficie, él me levanta un poco más, y descansa la cabeza de su pene
contra mi abertura.

—No puedo ir con calma esta vez, bebé. Te quiero mucho.


Aprieto mis piernas alrededor de su cadera, empujándolo dentro de mí, y él
acepta la invitación. Empuja duro, y la combinación de su gran palo, con
aquel increíble piercing son mi ruina.

—Joder, Nate —susurro y él sonríe contra mi boca, y después se inclina


para atrás, para mirarme a los ojos. Él se aleja más y me golpea de nuevo,
entonces me observa sin aliento. Estoy sin aire, mis mejillas están
ruborizadas con el deseo puro que veo en su expresión—. Si haces eso de
nuevo, me voy a correr —susurro.

Su sonrisa se agranda, y él se aleja, y enseguida golpea duro dentro de mí,


más duro, y gira las caderas, frotando su pene contra mi clítoris y me corro,
mi cuerpo temblando y apretando alrededor de él, mi sangre en llamas,
gritando su nombre.

—Lo necesitábamos —susurra y me da pequeños besos dulces en todo el


rostro, mi barbilla, y nariz.

—Hmm —respondo.

—Abre los ojos.

Encuentro sus ojos y esta sonriendo suavemente para mí, acariciando mi


cabello.

—¿Estas bien?

Beso sus labios suavemente.

—Estoy bien.

—Bueno, porque aún no terminé. —Él todavía está dentro mi, y me muestra
lo fuerte que es. Mis ojos se abren y aprieto mis brazos y piernas alrededor
de él, mientras nos empuja fuera de la pared y comienza a subir las
escaleras, sus manos en mi trasero.

—Dios, eres fuerte. —Corro mis manos por su cabello, amándolo por
llevarme tan fácilmente.
—Eres pequeña, bebé.

Me lleva para mi cuarto y jala el edredón. Sube a la cama conmigo todavía


en sus brazos y nos coloca sobre las frías sabanas, su cuerpo sobre el mío.

—Puedes quererlo duro, pero yo necesito esto. —Sostiene mis manos en la


suya y las coloca sobre mi cabeza, y se comienza a mover dentro de mí
nuevamente, lentamente, llevándome por el camino y empujando de nuevo,
en un ritmo lento y tranquilo.

Sus labios me están volviendo loca, mordiendo los lados de mi boca, mis
orejas, y enviando chispas por mi espalda.

—Rápido —susurro, y él apenas sonríe cariñosamente y balancea la cabeza.

—No, lo quiero así.

Está adorando mi cuerpo, mostrándome sin palabras lo que significo para


él. Levanto mis piernas hasta sus costados, y el las coloca sobre sus
hombros, y sin soltar mis manos, él se inclina más, empujando más
profundamente dentro de mí.

—Oh, Nate.

—Sí, cariño.

Este ritmo lento me está matando. Aprieto mis músculos internos alrededor
de él, y aprieta los ojos. En cada golpe, aprieto más, lo más duro posible,
hasta que finalmente él comienza a acelerar.

—Eres tan jodidamente estrecha… —Nuestras manos todavía esta unidas


sobre mi cabeza, mis piernas en sus hombros y él acelera, empujando cada
vez más rápido, el sudor corriendo por su rostro. Siento su cuerpo tensarse y
sé que él está pronto a rendirse al clímax.

—Córrete, mi amor —susurro y sus ojos se abren rápidamente. Me besa


duro, y grita cuando acaba, balanceando su cadera contra la mía, mientras
vacía su liberación.
—Oh, Dios, amor. —Él suelta mis manos, bajando mis piernas, y entierra
sus dedos en mi cabello. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y
paso mis manos por el sudor de su rostro. Él me besa suavemente, nuestra
respiración regresando lentamente a la normalidad. Él se aleja un poco para
atrás y centra sus ojos en los míos y dice—: Eres solo tú, Julianne. Siempre
serás tú.

*****

Nate está en el jardín, ayudando al equipo a montar la tienda para la fiesta


de hoy, y estoy un poco más que confundida. ¿Cómo paso esto? ¿Cómo es
que este increíble hombre musculoso entró en mi vida, y comenzó a
ayudarme a tratar con las cosas?

¿Es por eso que no me deja ni un poco asustada? Doy los toques finales en
mi maquillaje y apruebo mis pantalones grises, blusa blanca de botones y
un ancho cinturón negro, marcando mi cintura. Estoy usando mis Jimmy
Choos negros, y mi cabello está recogido en un moño suelto y el maquillaje
es simple. Los aretes de diamante que recibí en mi cumpleaños brillando en
mis orejas.

Dios, amo la moda.

Después de bajar, miro la cocina y sonrío. Siempre hay comida en las


fiestas de nuestra familia, y hoy no será la excepción, pero la cocina entera
y el comedor están decorados en tonos de rosa suave y gris. Globos rosados
están colgados en la mesa, combinando con el mantel. En la mesa hay
lindos cup cakes envueltos en papel de lunares rosa y un lindo pastel de 20
cm blanco, cubierto de delicadas flores rosadas.

Salgo hacia la tienda, que es ahora una extensión de la casa y estoy sin
aliento. Oh, está todo tan lindo.

La organizadora que contraté para preparar la fiesta trajo calentadores para


la tienda. A fin de cuentas, todavía es primavera en Seattle. Un suelo falso
fue colocado, así nadie tiene que caminar por la hierba húmeda. Hay mesas
y sillas alrededor de todo el ambiente, con manteles rosados y grises, largos
trozos de tela rosada, gris y blanca cubren cada esquina de la tienda.
Reunidos en el centro de la mesa, y suspendidas hay pompones de papel de
suaves colores. Ellos parecen una tela de luces de navidad, dándole al
espacio un brillo dulce.

Alecia, la organizadora de la fiesta va a recibir un bono, grande y gordo.

—¿Estas feliz? —pregunta Nate, mientras envuelve sus brazos alrededor


mío, besando mi cuello.

—Está lindo. Natalie lo va a adorar.

Él sonríe contra mi cuello.

—Eres linda.

Me volteo y lo miro, pasando mis dedos por su suave cabello negro. Está
usando una camiseta gris y pantalones negros.

Las mangas están subidas, dándome una vislumbre de su sexy tatuaje.


Quiero lamerlo entero.

—No estás tan mal, sabes. —Sonrío y beso sus labios rápidamente—. Ellos
estarán aquí un breve. ¿Estás listo para esto?

Su sonrisa desaparece cuando ve la duda en mis ojos.

—Sí.

—Les vas a gustar. Después te molestarán duramente.

Eso trae de regreso su sonrisa.

—¿Por qué se van a meter conmigo?

—Porque eres un hombre y tus manos están sobre mí, y ellos me aman. Y
creo que tiene algo que ver con que tienes pene. Hace a los hombres
mostrar una actitud dura. Estoy pensando en hacer una búsqueda sobre el
asunto. —Encojo los hombros, tratando de parecer indiferente, pero estoy
realmente nerviosa.
Realmente. Nerviosa.

—¿Ellos siempre hacen eso con tus novios? —pregunta.

—Nunca les di una oportunidad. —Encojo los hombros de nuevo—. No


traigo hombres a mi casa.

—¿Por qué no? —pasa los dedos por mi mejilla.

—Nadie nunca mereció conocer a mi familia.

Su mirada me quema y me aprieta.

—Julianne, yo…

—¡Ahí estas! —la voz de mi mamá sonando en la entrada de la tienda,


mientras ella entra con los brazos abiertos para mí.

Gail Montgomery es una mujer rubia pequeña, con un corazón grande y una
risa deliciosa. Ella está siempre feliz, y yo quiero ser igual a ella cuando
envejezca.

—¡Hola, mamá! —Salgo de los brazos de Nate y envuelvo a mi mamá en


un abrazo grande.

—Tu papá y yo llegamos al mismo tiempo que Will y Matt. Ellos vienen
atrás. —Ella balancea la cabeza y mira a Nate con una gran sonrisa.

—Mamá, este es Nate. —Le doy una sonrisa tranquilizadora a Nate, pero él
ya esta besando la mano de mi mamá dejándola encantada.

¿Por qué estoy sorprendida? Este hombre encanta personas con millones de
dólares todos los días. Él va a estar bien con mi familia.

—Sra. Montgomery, es un placer. —Mi mamá se derrite, y no puedo dejar


de sonreír.

—Bien, Hola Nate. Por favor, llámame Gail.


—¿Por qué esta todo tan jodidamente rosa aquí? —Will entra por la tienda,
y se para con las manos en las caderas, mirándome.

—Porque, idiota, Natalie va a tener una niña. —Lo golpeo en el brazo,


antes de besar su mejilla—. Te debo una —susurro.

Él me mira con una mueca.

—¿Eh?

—Te explico más tarde. Ahora te quiero presentar una persona, y quiero que
seas bueno con él.

No es con Will que me preocupo, de cualquier manera.

—Will, este es Nate McKenna. —Doy un paso atrás y muerdo mi labio. Mi


hermano es más alto que Nate, por lo menos unos 6 cm, tiene hombros
anchos, y es musculoso y fuerte. Él es un jugador de futbol, por amor de
Dios.

Y nosotros tenemos los mismos genes, entonces él es considerado sexy,


pero para mí es apenas un hermano grande y fuerte, pero las mujeres lo
quieren desesperadamente, y hacen cualquiera cosa para conseguirlo. Él es
muy querido en nuestra familia.

—Me gustó la última temporada. —Afirma Nate, mientras extiende la


mano para saludar a Will. Oh, él es bueno.

—¿De verdad? ¿Por qué? —pregunta, mientras se saludan.

—Bueno, les ganamos a aquellos idiotas de Green Bay, no te lastimaste, y


todavía me ayudaste a ganar mucho dinero durante las finales. La próxima
temporada parece prometedora — responde Nate.

—Se puede quedar — declara Will, y va para dentro de la casa buscando


comida.

Un hermano ya fue. Faltan tres. Y mi papá.


Necesito una bebida.

Nate me guiña el ojo y desliza su brazo alrededor de mi cintura.

—Deja de preocuparte —susurra.

—No estoy preocupada —miento.

Él ríe y nos lleva adentro para que pueda colocar un poco de música. Will
está comiendo un plato de espinacas, hundiendo los chips de maíz y
conversando con nuestro hermano, Matt. Él es el más tranquilo de mis
hermanos, sé que va a ser educado con Nate. Matt le hace un gesto a Nate
para que se una a ellos, y doy un suspiro de alivio, mientras enciendo mi
Ipod en el sistema de sonido, y abro la lista que prepare para hoy.

Adele comienza a cantar sobre encontrar a alguien, cuando me volteo y veo


a Nat y Luke caminando en mi dirección.

Bien, Nat viene balanceándose.

—Amo esa canción —dice ella, mientras le entrega la chaqueta a Luke, y


me da un abrazo apretado. Ella esta adorable con un vestido negro materno
y zapatillas negras.

Paso mis manos sobre su barriga y me río.

—Escuchas mucho a Adele para este bebé. Ella va a nacer amargada y


molesta con los hombres. Da a la pobre niña una oportunidad de conocerlos
mejor, Nat.

—Hey, Adele es brillante.

—Estoy de acuerdo, pero el bebé necesita escuchar algo más optimista.

—Está lindo aquí. —Natalie besa mi mejilla y sonrío.

—Lo sé. Obra de Alecia, mi nueva mejor amiga es brillante. Espera hasta
que veas fuera. —Miro a Nate, para estar segura de que nadie lo mato y
escondió el cuerpo, pero él esta bromeando y comiendo con Matt y Will, mi
papá y Luke se unieron a ellos, y mi papá parece relajado y tranquilo. Tal
vez esto no sea tan malo, al final.

—Nate parece estar pasándolo bien —murmura Natalie.

—Por el momento está todo ok. Caleb no ha llegado todavía.

—Oh —dice.

Si. Oh.

—Vamos. —Tomo su mano y la llevo afuera, en dirección de la tienda.

—Oh, Jules, esta apenas…—Ella para y mira todo el ambiente y la


decoración, y explota en lagrimas.

—Yo te amo tanto.

—Nat, no llores. No llores. —La abrazo y acaricio su barriga.

—No estoy triste, son las hormonas, lloro durante la publicidad de doritos.
—Ella respira hondo y se limpia las lágrimas de sus mejillas—. Esto está
realmente maravillo. También estoy amando a Alecia ahora.

—Yo también —río.

Entramos, y veo que mi hermano mayor, Isaac, su esposa Stacy y mi


sobrina Sophie están aquí. Sostengo al dulce bebé en mis brazos y le doy
varios besos en el cuello, haciéndola reír.

—¡Hey, Nate! —lo llamo del otro lado de la sala, él se disculpa con los
chicos y se acerca a mí, colocando una mano en mi espalda.

Isaac hace una mueca, y mira a Nate de arriba abajo, y ruedo los ojos.

—Nate, me gustaría presentarte a mi hermano mayor, Isaac, su esposa


Stacy, y mi linda sobrina, Sophie.
Sophie inmediatamente abre los brazos para que Nate la sostenga, y él
responde sin dudar, apoyándola en su antebrazo, colocando la otra mano
alrededor de ella, para sostenerla firme.

Oh Dios.

—Wow. —Stacy se ríe, acariciando su vientre redondo. Ella va a tener a su


segundo bebé en apenas algunos meses.

—Esta es la primera vez que hace eso. Soph está pasando por una fase que
se asusta con las personas extrañas. Ella no está acostumbrada a ir con
alguien que no conozca.

—Soy bueno con los niños. —Nate encoje los hombros y sonríe a Sophie
—. Hey, Linda. —Sophie se ríe y le toca la mejilla.

¿No hay ninguna mujer en el universo inmune al encanto de Nate?


Probablemente no.

—¿Dónde están Brynna y las niñas? —le pregunto a Stacy.

Su prima, Brynna, y sus gemelas de cinco años, recientemente salieron de


Chicago y regresaron a Seattle.

—Las niñas tienen gripe, entonces ella decidió quedarse en casa —


responde Stacy.

Isaac no habla nada, él apenas mira a Nate con su hija, finalmente me mira
y me da un pequeño movimiento de cabeza. Nate pasó la prueba con mis
tres hermanos y mi papá.

Tal vez Caleb no venga.

Los padres de Luke llegaron junto con su hermana Sam. Su hermano menor
Mark, está de viaje de pesca por el norte, entonces no se unirá con nosotros.
Hago las presentaciones, mientras Natalie se une a los chicos cerca de la
comida para conversar y comer algo.
Nate mantiene un control firme sobre Sophie, y ella ya colocó su pequeña y
dulce cabeza rubia en su hombro, mientras él aprieta la mano de todos.

—Es un placer conocerte, Nate —dice la mamá de Luke, Lucy, dice y me


guiña.

—Definitivamente es un gran placer conocerlo, Nate. —Sam está de


acuerdo y sonríe para mí, con una mirada que dice. Quiero-Todos-Los-
Detalles-Mas-Tarde.

—Es un placer conocerlos a todos.

—Julianne — dice Nate y besa la mejilla de Sophie, antes de entregarla de


regreso para Stacy—. ¿Deberíamos cambiar la fiesta para la tienda? Hay
más sitio fuera.

—Buena idea.

Él también se convirtió en el anfitrión de la fiesta. Oh Dios mío, somos una


pareja.

—Vamos a llevar algunos platos para la tienda, por favor, caminen para allá.
Esta caliente y hay suficientes lugares para sentarnos.

De alguna manera, la diosa Alecia consiguió llevar el sonido hasta la tienda,


y así, la música nos acompaña hasta afuera.

La mesa de los regalos está llena de cajas, bolsas y lazos, y Natalie me hace
una mueca. Apenas sonrío dulcemente y miro a lo lejos.

¡Voy a mimar este bebé, joder!

—Julianne — dice Will con una voz sarcástica y medio cantando—: ¿Me
puedes pasar una servilleta? —Él me guiña y quiero lanzarlo por la
cubierta. Nate está sentando cerca de mí, no se inmuta con la provocación
de mi hermano.

—Julianne. —La cara de Matt está perfectamente seria—: ¿Cómo está el


trabajo?
—Está bien. —Escupo con los dientes cerrados ante la risa de mis
hermanos.

—Entonces, Ju-li-anne. —Isaac extiende mi nombre, pronunciando cada


silaba, ganando un beso de Stacy. Quiero matarlos a todos. Ellos saben que
odio cuando las personas me llamen de Julianne.

Excepto Nate.

—¿Qué? —pregunto, cuando Nate sostiene mi mano en la suya apretada


debajo de la mesa. Sus ojos están riendo.

—No te preocupes con eso —murmura.

—Niños, dejen en paz a su hermana — les advierte mamá.

—Nosotros no estamos haciendo nada — murmura Will de mal humor y me


río a carcajadas. ¿Cuántos años tenemos? ¿Cinco?

Enfrente, del otro lado de la mesa, Luke está inclinado susurrando en la


oreja de Natalie, y ella esta sonriendo suavemente. Dios, ellos son
asquerosos en público. Pero están enamorados. Necesito parar de
preocuparme con Nate y mi familia. Ésta fiesta es para Luke, Nat y el bebé.

—¡Hora de abrir los regalos! —Salto para arriba y abajo en mi silla y bato
palmas.

—Jules. —Nat hace una mueca y trago en seco—. ¿Puedo apenas agradecer
a todos y abrir los regalos en casa?

—No. —Estoy malhumorada en el momento—. Esa es la parte divertida.

—Eso no es una mala idea — salta Luke en su auxilio—. Hay un montón


de regalos aquí. Vamos a demorar toda la tarde.

—No me importa que ella los abra en su casa — dice Stacy y algunas
personas están de acuerdo alrededor de la mesa.
—Bien, infierno —murmuro—: ¿Ok, pero puedes abrir el mío? Quiero ver
tu cara cuando lo veas.

—Está bien. —Natalie sonríe y bato las palmas de nuevo. Mi regalo no está
en la mesa con los otros, es muy grande.

—Ya vengo.

Corro por la casa y voy hasta el garaje, y gracias a Dios que tengo fuerza en
los brazos, como Nate menciono el último fin de semana, porque este
regalo es pesado.

Me vuelvo, para regresar a la tienda, y Nate corre para ayudarme cuando


me ve entrar por la puerta.

—¿Cristo, porque no me pediste ayuda?

—Ya lo conseguí.

—Jesús, Julianne, te vas a hacer daño. Dame eso. —Nate lucha para
arrancar la gran madera de mis manos, y noto las sonrisas delicadas en los
rostros de mi familia, mientras caminamos alrededor de la mesa, hasta
Natalie y Luke.

—Ok, gírala.

Natalie suspira, y su mano vuela a su boca, mientras ella lee las palabras
que pinté sobre la áspera madera. Sé que ella tiene una cosa con puertas
viejas de graneros, las cotas, así que decidí darle exactamente eso. Conseguí
una puerta antigua, la limé y pinté las palabras en gris oscuro y rosa, los
colores que Natalie eligió para el cuarto de su hija.

—Lee —murmuro.

—“Nadie nunca va a saber la fuerza de mi amor por ti. Después de todo,


eres la única que conoce el sonido de mi corazón por dentro.”

—¿Jules, de donde sacaste esto? — pregunta Luke.


—Lo hice yo. —Me encojo de hombros y sonrío.

—¿Lo hiciste? — pregunta Nate, sorprendido.

—Sí, puedo ser realmente una experta cuando lo necesito. —Miro a Natalie
y sonrío.

—¿Te gusta?

Ella comienza a llorar de nuevo, y espero que sea una buena señal.

—Oh, es perfecto. —Ella se levanta rápidamente, en la medida de lo


posible, lo que no es terriblemente rápido y camino hasta ella, para
abrazarla.

—Gracias.

—De nada. Te amo.

—Yo también te amo.

—¡Caleb! —Me volteo con la voz animada de mi mamá y encuentro a mi


hermano mirando a Nate desde la puerta.

—¿Quién diablos eres tú?


Capítulo 13
Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

—¡Caleb! —Me volteo para ir en su dirección, pero Nate me sostiene, sus


manos sobre mis hombros. Sus ojos están fijos en Caleb, fríos, pero su
rostro está completamente inexpresivo.

Si ésta es la forma como mira a los adversarios en el ring, estoy sorprendida


de que ellos no salieran corriendo, llorando por su mamá.

—Soy Nate McKenna. —Nate da un paso al frente, y extiende su mano


derecha. Caleb no la toma, él continúa mirándolo.

Frenéticamente miro alrededor de la sala, buscando ayuda, pero todo el


mundo apenas está mirando el espectáculo, preguntándose qué va a pasar
seguidamente.

—¿Por qué sus manos están sobre mi hermana? —Caleb no se mueve, su


rostro también inexpresivo.

¡Mierda! Estaba con miedo de esto. De todos mis hermanos, Caleb siempre
fue el más protector. Él es un SEAL de la Marina, puede matar a alguien y
hacer parecer que fue por causas naturales, y creo que si se busca en el
diccionario “testosterona” se encontrara una foto de su bonito rostro, en vez
de la definición. Él es de la misma altura que Nate, y tiene
aproximadamente el mismo cuerpo.

Él da miedo.

Y me ama.

No es una buena combinación.


—Caleb—intento de nuevo, pero Nate mueve la mano para hacerme parar y
arrugo la frente para él.

—Soy la cita de Julianne —afirma Nate simplemente.

Esa es una buena manera de colocarlo. Me gusta.

A Caleb no parece gustarle.

—Creo que debemos conversar afuera. —Caleb se voltea para la puerta, y


Nate lo sigue.

—Con placer.

—¡PAREN! — grito y los dos hombres paran y se vuelven hacia mí—. Esto
no es de tu incumbencia, Caleb. Deja de actuar como un imbécil. —Él
arruga la frente y comienza a gritarme, pero yo camino rápidamente hasta
él, y le beso le rostro, susurrando en su oído—: Para. Yo lo amo. Es un buen
hombre. Si él me hace daño, lo puedes matar.

Caleb da un paso atrás, y me mira a los ojos, entonces su rostro se suaviza y


responde suavemente en mi oído.

—Está bien. —Él mira hacia Nate, enseguida, hacia nuestros hermanos, que
parecen enviarle algún tipo de extraño mensaje subliminal, que nunca
conseguí entender, y después extiende la mano para Nate—. Caleb.

Nate sostiene su mano firmemente.

—Un placer.

Caleb ríe.

—Cierto. Disculpen el atraso. Yo traje un regalo.

—¿Dónde estabas? —pregunta Natalie, con lágrimas en los ojos. Jesús,


últimamente ella nunca deja de hacerlo ¿Eso es lo que hace el embarazo?
¿Hace de la persona un largo y emocional naufragio? Ugh.
—No te puedo decir eso. —Caleb sonríe a Natalie y la abraza, acariciando
su barriga con la mano. Él siempre tuvo un cariño especial por ella—. Creo
que no estaré aquí cuando esa pequeña llegue.

—Oh. —Natalie me mira y luego lo mira. Sé que ella se preocupa con todos
nosotros. Después de perder a sus padres de forma tan inesperada, hace
algunos años, ella siempre se preocupa—. Por favor, ten cuidado.

—Voy a estar bien. No te preocupes conmigo. Voy a estar motivado en


regresar a casa y conocer… ¿Cómo se va a llamar ella al final?

Natalie y Luke se miran y sonríen.

—No vamos a decirlo — responde Luke.

—Joder, no voy a ser capaz de ser localizado en por lo menos tres meses,
entonces me tienen que contar.

Nate y yo nos sentamos, y él besa mi mejilla, y yo acaricio su muslo debajo


de la mesa.

—¡Esa boca! —grita grita, y Caleb rueda los ojos para ella.

Él va a conseguir descubrirlo.

—Es una sorpresa. —Caleb hace una mueca para Nat, y todos reímos.

—¿Nadie tiene permiso de usar el teléfono y llamar a TMZ[6],


entendieron?

—Cualquiera que sea el nombre. Ahora hablen, como se va a llamar.

Natalie mira a Luke, él está de acuerdo y ella nos cuenta.

—Su nombre será Olivia Grace. Grace es un homenaje a mi mamá. —Ella


acaricia su barriga y sonríe, y siento mis lagrimas comenzar a caer.

—¿Hey, estas bien? —Nate pregunta y limpia mis lágrimas.


—Sí, estas hormonas de Natalie son contagiosas. —Sonrío y limpio mis
ojos con una servilleta, tomando cuidado para no borrar el maquillaje—. Es
un lindo nombre, cariño.

*****

—Entonces, Nate —dice mi papá, sentado en la mesa de al lado de la


nuestra, y Nate gira la silla para el frente de él—. ¿Qué haces en la vida?

Tiemblo por dentro. Está claro que esa pregunta iba a surgir.

Natalie y yo compartimos una mirada, antes que me gire hacia Nate, que
sonríe a mi papá.

—Trabajo con Julianne.

—¿Y qué haces allí? —pregunta mi papá.

—Soy un socio senior, señor.

Mi papá balancea la cabeza y aprieta los ojos para mí.

—¿Entonces eres el jefe?

—Sí — responde Nate sin dudar, sus ojos no dejan los de mi papá.

La sala está toda calma ahora, y todo el mundo está escuchando el cambio
de palabras entre Nate y mi papá. Todos sabemos que esta es la inquisición
oficial.

Nate une sus dedos con los míos y los aprieta suavemente,
tranquilizándome.

—¿Y qué, es exactamente, lo que está pasando contigo y mi hija,


muchacho? —Papá se inclina hacia atrás en su silla y cruza los brazos sobre
su pecho, su hermoso rostro neutral, pero con los ojos entrecerrados.

Sin perder el ritmo, Nate afirma con voz fuerte y segura


—Una relación mutuamente respetuosa y amorosa, señor.

Wow.

—Joder —murmura Matt, y miro alrededor de la sala para ver a las chicas
sonriendo y a los chicos mirando a Nate con respeto y siento una gran
sonrisa formándose en mis labios. Mi papá continúa mirando a Nate,
estudiando su rostro, y, finalmente, balancea la cabeza y toma su cerveza.

—Bien, entonces.

Él me guiña, yo le guiño de regreso, y todos regresamos a concentrarnos en


el almuerzo.

—Entonces, Jules, te puedo sorprender ahora. —Natalie se levanta con


dificultad de su silla, sonriendo para mí y miro alrededor de la sala,
confundida.

—¿Hum?

—Bien, ya que tu cumpleaños fue esta semana, y nosotros no conseguimos


hacer una fiesta para ti, vamos a celebrarla ahora. —Natalie me sonríe
presumidamente y camina hasta la casa, Luke y Will la siguen, y miro
alrededor de nuevo, para encontrarlos a todos sonriéndome.

—¿Sabían alguna cosa sobre esto? —pregunto.

—¿Querida, no pensaste que nos olvidaríamos de tu cumpleaños, verdad?


—Mi mamá sonríe, y arrugo la frente.

—Me enviaron flores, mensajes por teléfono y me llamaron.

—Pero no entregamos los regalos, niña, y eso es algo que se hace cuando
alguien cumple años — dice Will, mientras entra en la sala, cargado de
regalos.

Puta mierda.
—Esta es la fiesta de Nat y Luke —respondo con firmeza, y balanceo la
cabeza.

—Jules, cierra la boca —murmura Nat y se inclina para besarme en la


mejilla, antes de caminar a su silla.

Miro a Nate, que está sonriéndome alegremente.

—¿Sabías algo sobre esto?

Él encoje los hombros.

—Claro.

Bien, que infiernos.

Will coloca los regalos sobre la mesa y se sienta en su lugar.

—Ábrelos, niña.

—Deja de llamarme así —murmuro, mi respuesta habitual.

—No —responde con una sonrisa.

Hago una mueca y miro los regalos, miro a mi familia de nuevo, para
encontrar a todos mirándome. Finamente Nate ríe y me entrega una bolsa.

—Ábrelos, bebé.

Comienzo a abrir mis regalos, deleitándome con la pulsera de plata


que me ofrecieron Luke y Nat, un lindo pañuelo de Isaac y Stacey, y
numerosos regalos generosos de toda mi familia. En el momento que
termino, tengo lágrimas en los ojos y una gran sonrisa en la cara.

—Gracias, familia. Esto fue fantástico, e inesperado. —Coloco mi lindo


pañuelo alrededor de mi cuello y deslizo la pulsera en mi muñeca.

—Tenemos una cosa más —dice Natalie sonriendo.


—¿Qué? —pregunto.

—Un día entero en el spa, para ti y Natalie, después de que el bebé nazca
—dice Luke con una sonrisa.

—¡Buenísimo! Gracias, no rechazaría eso. —Sonrío a Natalie y ella me


sonríe de vuelta.

De repente, Nate coloca un pequeño regalo dorado en la mesa, delante de


mí. Miro sus lindos ojos.

—Ya me diste mi regalo de cumpleaños.

—Julianne, todos te están dando regalos hoy. ¿Creías que vendría de manos
vacías?

—Pero…

—Para —murmura y sostiene mi cara en sus manos, haciéndome mirarlo a


los ojos—. Ya te dije que me gusta darte regalos. Ábrelo.

Miro a sus ojos por un momento, entonces miro el lindo regalo dorado.
Dentro, hay una caja roja de Cartier.

—Nate…

—Solo tienes que abrir la caja, por favor.

Dentro hay un lindo brazalete de diamantes blancos y rosa.

—¡Oh, cielos! —murmuro.

—¡Puta mierda, eso es lindo! —exclama Samantha.

—Qué lindo —suspira mi mamá.

Nate lo saca de la caja y lo prende alrededor de mi muñeca, entonces besa


mi mano. Sostengo su rostro en mis manos y lo beso, cariñosamente, y sus
manos se deslizan desde mi espalda, hasta mi cintura.
—Cuidado con las manos, McKenna — advierte Caleb, haciéndonos reír.

—Gracias—susurro.

*****

Bien, nadie murió. Nadie fue mutilado todavía.

Todos los invitados salieron, solo quedaban tres autos para ayudar a llevar
los regalos de Olivia hasta la casa de Natalie y Luke, que se acaban de ir.

Cierro la puerta de enfrente y voy a buscar a Nate. La casa está hecha un


desastre, algo que esperaba, y es otra de las razones por la que estoy feliz de
haber encontrado a Alecia. Ella consiguió que un equipo de limpieza venga
mañana, se llevarán las mesas y las sillas.

Dios la bendiga.

Encuentro a Nate en la cocina, lanzando los platos de papel en la basura y


llevando la comida que sobra a la nevera.

—Vamos a comer sobras durante una semana —comento, mientras entro en


la cocina y lo ayudo a terminar de guardar el resto de la comida en envases
y llevarla al congelador.

—¿Te divertiste? —pregunta con una sonrisa.

—Después que te presenté a todos, sí. —Nate aparece detrás de mí,


envuelve sus brazos en mi cintura, besándome el cabello.

—Estuvo bien, bebé.

—Bueno, lo siento mucho por Caleb. —Oh, Dios, adoro cuando me besa el
cuello así.

—Caleb te estaba protegiendo. Yo haría lo mismo. No pasó nada malo.


Además de eso, él y yo tuvimos una larga conversación antes de irse, y nos
entendimos.
—¿De verdad? —Me coloco en frente de él, todavía en sus brazos y miro a
su bello rostro—. No me di cuenta de eso.

—Estabas haciendo cosas de mujeres—bromea y coloca sus labios en mi


frente—. Gracias por incluirme hoy.

—¿No tuve muchas opciones, no?

—Claro que tenías. —Arruga la frente y, de repente está preocupado—. Si


no me querías hoy aquí, deberías haberlo dicho.

—No. —Paso mis manos por su pecho y regreso hasta sus hombros,
amando como se sienten sus músculos en mis manos—. Estaba nerviosa.
Estoy feliz que conocieras a mi familia.

—Quiero conocer todo lo relacionado contigo, Julianne. —Pasa los dedos


por mi rostro, y mira profundamente en mis ojos—. Pretendo quedarme
contigo por un largo tiempo.

—Ah. — ¿Qué más puedo responder sobre eso? Él es mucho más de lo


jamás soñé. Es un hombre de negocios, controlado, y un inesperado chico
malo, y es tan… dulce.

Envuelvo mis dedos en su cabello suave y largo empujándolo para abajo,


besándolo suavemente. Sus manos recorren mi espalda, antes de sostener
mi trasero, empujándome con fuerza contra él. Gimo y me pego más a él,
mis senos presionando su pecho.

—Creo que ganaste un premio por buen comportamiento —susurro contra


su boca.

—¿En serio? —Él sonríe alegremente y se inclina para atrás, para mirarme
—. Creo que me gusta cómo suena eso.

—Oh, definitivamente te va a gustar. —Salgo de sus brazos y tomo su


mano, llevándolo por las escaleras. Cuando llegamos a mi cuarto, enciendo
las luces y me giro hacia él y, lentamente, comienzo a quitarme la ropa.
Primero el ancho cinturón negro, lo lanzo a un lado, seguido por los
pantalones.

Los ojos de Nate están en llamas, con los brazos cruzados sobre el pecho, él
está tocándose el labio inferior con el pulgar y el índice, mientras me
observa desvestirme. Desabotono mi camisa, pero la dejo abierta en frente,
mostrando mi sujetador y las altísimas sandalias.

Camino hasta él y deja sus brazos caer para los lados, no me toca, y está
bien.

Esto es para él.

Le jalo la camisa fuera de los pantalones y abro los botones, dejándola caer
por sus hombros hasta el suelo. Sigo con mis dedos el tatuaje en su brazo
derecho hasta el hombro, me inclino para besar la tinta oscura en su pecho,
sonriendo cuando él inhala rápidamente, cerrando los dientes.

Apenas estoy comenzando.

Mis manos se deslizan para abajo y rápidamente abro su cinturón y sus


pantalones, deslizándolo por sus caderas y las piernas hasta abajo. Él fue
tan fuerte hoy.

Puta mierda.

Doy un paso atrás y hago una fiesta interna, mirando aquel bonito cuerpo.
Su cabello esta suelto, sus ojos grises de acero en los míos. Su respiración
acelerada, y sus manos están en puños de cada lado de su cuerpo, y puedo
ver que está tomando todo su auto control para no atacarme.

Acostándome en la cama, hago un movimiento “ven aquí” con el dedo, y


señalo la cama.

—Acuéstate, por favor.

Una sonrisa suave toca sus labios, mientras camina hasta mí. Para
frente a mí y sostiene mi mejilla en la palma de su mano, llevando mis ojos
hasta los suyos, y después acaricia mi labio inferior con el pulgar.
—¿Cómo quieres que me acueste? —pregunta, su voz ronca por la lujuria.

—De mi lado, estómago para arriba.

El jala el edredón y se acuesta en el medio de la cama, apoyado en los


codos, mirándome. Dejo caer mi camisa en el suelo, y me quito el sujetador
y el tanga, y subo sobre él, mis rodillas entre sus piernas. Beso su abdomen,
pecho, y entonces sus labios, alejándome cuando trata de profundizar el
beso, entonces me inclino de nuevo provocándolo apenas con la punta de la
lengua.

—Me estas volviendo loco, bebé —murmura y sonrío.

—No viste nada, querido. —Pellizco su barbilla, paso mi lengua por su


cuello, y deslizo mi boca y manos por su pecho, sentándome sobre los
talones entre sus piernas. Su pene está lleno y duro, y yo trazo la punta con
el dedo, sobre las bolas de plata.

—Me gusta esto—murmuro, y él ríe.

—¿Te gusta?

—Hmmm.

—Me pone feliz.

Paso el dedo por todo su tamaño, hasta su escroto, y entonces regreso a la


punta.

—Jesús, bebé, eso es muy bueno.

Me inclino hacia abajo, y sigo el camino del dedo con la punta de mi


lengua, y la cama se balancea cuando se mueve, gruñendo.

—Joder, ver tu lengua rosada en mi polla es muy sexy.

Él está a punto de saber lo que es muy sexy.


Rodeo mi lengua alrededor de la punta y lo tomo completo, y de repente sus
manos fuertes están en mi cabello, me guía hacia arriba y abajo, me dirige
donde quiere que vaya, y es tan jodidamente caliente.

Sus caderas se están moviendo debajo de mí, empujando en mi boca más


profundamente, y cuando creo que esta pronto de dejarse ir, él agarra mis
hombros y de repente de lado, con Nate encima de mí, encarando mis
piernas bien abiertas, y empujando dentro de mí, duro.

—¡Oh, Dios! —Me jala contra él, sus labios encuentran mis pezones,
mientras me sostiene con sus brazos alrededor de mi cintura, empujando
fuerte dentro de mí, cada vez más.

Me levanta para montarlo, sus manos en mi trasero, levantándome y


bajándome sobre él, frotándose profundamente, su boca todavía en mi
pezón. Aprieto su erección dentro de mí, sintiendo sus bolas de plata en mi
núcleo, y me vengo, estremeciéndome cuando finalmente me corro.

—¡Joder, si! —grita y golpea una vez más dentro de mí, corriéndose
furiosamente.

*****

Estoy acostada, mirando el techo, Nate está enrollando en mí, su rostro


descansando en mi estómago y los brazos alrededor de mi cintura. Estamos
todavía sin aliento, calmándonos después de nuestros violentos orgasmos.

—Fue divertido. —Sonrío y paso mis dedos por su cabello—. Vamos a


hacerlo de nuevo.

—Jesús, Julianne, dame un momento para recuperarme.

—No seas cobarde[7]. —Río, cuando él me muerde la panza y sube por mi


cuerpo, descansando el codo a mi lado derecho. Acaricia mi cabello, y me
besa dulcemente la mejilla, después me muerde rápidamente en los labios.

—¡Ay!

—Tienes una boca sucia.


—Apenas llamo las cosas por su nombre. —Él muerde mi labio de nuevo,
más suavemente ahora, y suspiro contra su boca.

—¿Me ves como un cobarde? —pregunta, engañosamente suave.

—Humm… tal vez no.

Se inclina para atrás y levanta una ceja.

—¿Tal vez?

—Probablemente no.

—Te voy a mostrar lo cobarde que soy, bebé.

De repente está dentro de mí nuevamente, y estoy debajo de él, y… puta


mierda.
Capítulo 14
Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

Cocinar con Nate durante el fin de semana fue muy divertido. Normalmente
nos distraíamos y nos olvidábamos de la comida en el fuego, una noche
dejamos quemar una carne de cerdo, después de distraernos en la ducha,
pero es emocionante ser creativa con él en la cocina. Hasta esta noche,
siempre cocinamos juntos, pero hoy quiero cocinar para él.

Y lo hago.

Es domingo en la noche, y estamos de regreso a la casa de Nate para dormir


allí.

El equipo de limpieza de Alecia hizo un trabajo óptimo en casa, pero


decidimos regresar al apartamento de Nate, para que pueda adelantar algo
de trabajo en su despacho.

Como me gusta cocinar escuchando música, enciendo mi iPod en el sistema


de sonido, y la música comienza a tocar. Sí, mis gustos musicales en la
cocina son un poco… juveniles. Prefiero música pop para bailar por la
cocina, mientras preparo los platos.

Britney Spears. Lady Gaga. Comienzo con Carly Rae. Carly comienza a
cantar “Call me Maybe” por los altavoces escondidos por toda la sala, y
comienzo a mover mi trasero, mientras separo lo que voy a necesitar para la
cena.

Hmm… ¿Me pregunto si Nate haría lo mismo con sus jeans rasgados?
Puedo imaginar la escena.
Me sirvo una copa de vino blanco, tomo un trago y hago un nudo con mi
cabello. Todavía estoy usando calzas grises y un top negro desde nuestra ida
al gimnasio hoy. Dios, adoro ver a Nate trabajar. A los treinta años, su
cuerpo es increíble. Qué infierno, su cuerpo debía ser increíble desde los
veinte años.

Todavía no conseguí vencerlo en el ring, pero logré golpearlo dos veces en


el trasero, y eso cuenta como una victoria en mi libro.

Sonrío mientras corto las batatas para asar, dejándolas en agua fría, hasta
que el horno está caliente. El pollo que voy asar con limón y albahaca
también está esperando por el horno. Cuando suena la alarma, confirmo que
está lo suficientemente caliente y los coloco a cocinar. Voy a completar la
comida con espárragos asados con ajo.

Tengo tiempo para un baño, coloco el temporizador de la cocina por una


hora, tomo mi vino, y camino por el pasillo hasta el cuarto principal,
pasando por el escritorio de Nate. Su puerta está abierta, y él está en la mesa
con el teléfono encajado entre la oreja y el hombro, y está escribiendo
furiosamente en su teclado.

—No, jodas, ellos nunca van a aceptar esa oferta —dice, pero sus ojos se
suavizan cuando me ve en la puerta.

—La cena demorará un poco en estar lista. Voy a tomar un baño —susurro.

—Espere Parker. —Coloca el teléfono contra su hombro, para que Parker


no lo escuche—. Ok, bebé. ¿Qué es ese ruido saliendo de los altavoces?

—Música para cocinar. —Encojo los hombros inocentemente, le soplo un


beso y voy para el baño, quitándome la ropa mientras ajusto la temperatura
del agua en su increíble baño. El baño es lindo, es grande lo suficiente para
una pequeña orgia, con una ducha grande sobre nuestras cabezas. Es una
sensación increíble.

Felizmente, el sistema de sonido de Nate está conectado por todo el


apartamento, excepto en su despacho, entonces estoy moviendo las caderas
cantando junto con Pocketful Of Sunshine mientras me lavo el cabello.
Inclino mi cabeza para atrás y dejo el agua caliente fluir sobre mí, y enjuago
el cabello. La sensación de la espuma del jabón cayendo por mi espalda y
sobre mis senos y mis piernas es deliciosa, todavía sensible por el
entrenamiento de hoy, mis manos se deslizan sobre mis senos, mis pezones
se endurecen con el contacto.

Mmm… Es una pena que Nate tenga tanto trabajo hoy. Podría hacer un
buen uso de su presencia aquí. Él es muy creativo en el baño.

John Mayer comienza a cantar en los altavoces, haciendo maravillas con mi


cuerpo, y mis manos comienzan a deslizarse por todo mi pecho, vagando
cada vez más cerca de mi núcleo.

Apoyo un pie en el asiento en una esquina, y deslizo mi mano entre mis


piernas, empujando mis dedos entre mis labios, e imagino que son los dedos
de Nate volviéndome loca. Mi mano suelta mi pezón, de repente, siento a
Nate detrás de mí, su cuerpo presionando el mío, sus brazos alrededor de mí
y salto, asustada. Estaba tan absorbida en mi fantasía, que no lo escuché
entrar y unirse a mí.

—No pares — susurra en mi oído—. Continúa tocándote.

Balanceo mi cabeza, mi espalda contra su pecho, de repente tímida. Él


muerde mi cuello y agarra mi mano en la suya, guiándola de regreso para
abajo entre mis piernas.

—¿Quieres mi ayuda?

—Sí. —Suspiro y llevo mi espalda contra él, mientras empuja nuestros


dedos por mis labios de nuevo, frotando adelante y atrás sobre mi clítoris,
después de regreso para debajo de mis labios.

—Oh, Dios. —Suelto un gemido. Es tan bueno, es desobediente, trato de


alejar mi mano, para que él continúe solo, pero agarra firmemente mis
dedos de nuevo.

—No sabes lo que me haces al verte dándote placer a ti misma, Julianne. —


Sus palabras son suaves, hipnóticas y tan sexys, y solo puedo sentir su
erección en mi trasero. Nuestras manos continúan su caricia, y él sostiene la
palma de mi mano contra mi clítoris y muerde mi cuello atrás de mi oreja y
siento mi cuerpo comenzar a temblar. Me vengo con todo, balanceándome y
empujándome contra él, gritando su nombre.

—Necesito entrar en ti —gruñe y agarra mi trasero para levantarme—.


Enrolla tus piernas alrededor de mí, bebé —hago eso y entra en mí,
lentamente, su frente junto a la mía, sus ojos grises quemando con deseo y
necesidad. Agarro su cabello mojado en mis dedos y lo sostengo firme,
cuando él comienza a embestir fuerte dentro y fuera de mí, cada vez más y
más rápido, nuestra respiración es áspera y jadeante. Sus ojos nunca dejan
los míos, él empuja y jala cada vez más fuerte, más rápido, y siento mis
piernas apretar alrededor de él, cuando otro orgasmo se aproxima.

—Vamos, bebé, córrete para mí —susurra contra mis labios, y sus palabras
son mi perdición.

—¡Oh, Dios, Nate! —Tiemblo alrededor de él, ordeñando su pene y las


increíbles bolas de plata en mi coño, y en seguida él me muerde el labio
inferior, su cadera se frota contra la mía, sosteniendo mi trasero con tanta
fuerza que debe estar algo magullado, cuando explota dentro mío.

Me sostiene contra la pared por un largo minuto, los dos faltos de aire,
mirándonos el uno al otro. Paso mis dedos por su cabello y él coloca sus
labios suavemente sobre los míos, besándome dulcemente.

—Eres tan dulce —murmura—. ¿Eres mía, lo entiendes? No importa lo que


pase. Eres. Mía. —Sus ojos y su voz salvaje con la emoción, y siento las
lágrimas quemando en mis ojos.

Sí —susurro—. Soy tuya, Nate.

¿De dónde vino esto?

Él se estremece una vez más y se desliza fuera de mí, bajándome


suavemente, hasta que mis pies están en el suelo. Sostiene mi cara en sus
manos y pasa la nariz por ella, antes de besarme castamente y alejarse,
cerrando el agua, llevándome fuera, para secarme.
—¿En el nombre de Dios, qué es esta música? —pregunta con una mueca.
Fergie está cantando Glamorous.

—Hey, yo amo esa canción. —Le pego en el trasero, mientras paso al lado
de él para buscar la ropa en mi maleta.

—Tu gusto musical es una mierda, bebé. —Él se pone una camiseta negra
por encima de la cabeza, y después unos jeans desgarrados. Sin ropa
interior.

—Me gusta escuchar canciones alegres cuando cocino. —Explico


calmadamente.

—El rock es alegre. —Él coloca las manos en su cadera, mientras saco de
mi maleta un jean y una blusa azul…

—Esto también —encojo los hombros y paso por él hasta el baño, para
secar mi cabello y amarrarlo en una cola de caballo.

—¿Por qué me estas mirando? —pregunto.

—Me gusta mirarte —responde, inclinándose contra la moldura de la puerta


con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Terminaste de trabajar? —pregunto.

—No, todavía tengo que hacer algunas llamadas.

—¿Necesitas ayuda? —Me siento culpable. Estoy segura que hay alguna
cosa que pueda hacer para ayudarlo. Él es mi jefe, por el amor de Dios.

—No, yo lo resuelvo. Tengo algunas cosas para ti en el trabajo mañana.

—Ok. —Feliz con mi cabello, me volteo y me inclino contra el espejo para


mirarlo—. ¿Es extraño para ti?

Arruga la frente, perplejo.

—¿Qué es extraño?
—Nosotros, trabajando juntos, prácticamente viviendo juntos. —Mierda.
Ahora va a pensar que quiero vivir con él—. Quiero decir, nosotros
realmente no vivimos juntos, pero estamos juntos todo el tiempo.

—El trabajo no es extraño para mí. Solo nos encontramos algunas veces
durante el día. —Se aleja de la puerta y camina en mi dirección, colocando
las manos sobre mi cadera, sus ojos en el mismo nivel que los míos—.
Quiero quedarme contigo, tanto como es posible, fuera del trabajo. ¿Eso es
extraño para ti?

—No sé. —Encojo los hombros y miro su pecho, pero él captura mi barbilla
con los dedos y me hace encontrar su mirada.

—Mírame, y se honesta. No quiero que estés incomoda, Julianne. No sobre


nosotros.

—No estoy incomoda. No estaría aquí si no quisiera quedarme. Hay


momentos en el trabajo, que son extraños. No voy a negar eso. —Paso mis
manos por sus brazos fuertes y subo hasta sus hombros, para descansar en
su pecho musculoso—. Eres mi jefe. Si decides terminar con esto, también
puedes terminar con mi carrera. Y es un lugar precioso para mí.

Arruga la frente, los ojos serios.

—Sé que tienes que confiar en mí, Julianne. Tengo que confiar en ti
también. Esto funciona para los dos lados, lo sabes.

Eso no se me había ocurrido. Si yo escogiese acabar con eso, o si fuese una


de esas mujeres amargadas y despreciadas, podría arruinar su carrera en un
abrir y cerrar de ojos. No que yo fuese a hacer eso algún día. No es mi
estilo.

La confianza es de ambos lados, de igual forma.

Acaricio su rostro con la punta de los dedos y él cierra los ojos por un
instante, entonces me mira nuevamente con aquellos bellos ojos grises.

Si, confío en él.


—No te preocupes —susurra—. No estaba bromeando cuando dije que eras
mía. Te voy a proteger con todo lo que tengo, bebé.

—Ídem —susurro y veo sus ojos abiertos de sorpresa. Me acerca a su


cuerpo, envolviendo los brazos alrededor de mí, presionando mi cabeza en
su pecho, y yo me siento amada. Esto no es solo sexual, me siento
valorizada.

Finalmente, me alejo y le sonrío, queriendo aliviar el ambiente.

—No quiero quemar el pollo. Perdimos suficiente comida esta semana. Ve a


trabajar y yo voy a terminar la cena.

—Ok. —Besa mi nariz y los dos salimos del cuarto.

*****

—No voy a quedarme en el despacho esta semana. —Nate camina por la


cocina, su rostro tenso con la frustración.

—¿Qué paso? —pregunto, mientras arreglo los platos de nuestra cena.

—Tengo que ir a Nueva York. Parker cree que necesito presentar este
negocio personalmente. —Se junta conmigo en la mesa, sus manos cerradas
en puños.

—Probablemente está en lo cierto —respondo. Parker es uno de los socios


en la sede de Nueva York, y sabe lo que hace. El negocio que estamos
trabajando en las últimas dos semanas es un asunto delicado.

—No quiero hacer ese viaje. —Lo miro, y está arrugando la frente para su
plato.

—Hey —llevo mi mano hasta la suya, y aprieto sus dedos—. Eso es parte
del trabajo. No podrías tener una novia que entienda mejor eso, Nate. Sé
que es parte de nuestro trabajo.

—No puedo llevarte conmigo. No necesito tu ayuda para el trabajo, eso


levantaría sospechas.
—Lo sé. —Encojo los hombros y continúo comiendo, orgullosa de mi
misma al mantener una expresión calma en el rostro—. ¿Cuándo regresas?

—El jueves. Voy a viajar mañana por la mañana.

—Está bien. ¿Necesitas un aventón para el aeropuerto?

—Gracias. —Dios, él esta tan serio hoy.

—No te preocupes. —Lo pateo en broma por debajo de la mesa—. Voy a


estar aquí, cuando llegues a casa.
Capítulo 15
Traducido por Edel

Corregido por Leluli

Descubrí que el trabajo es más fácil sin Nate por aquí. Estoy apenas en la
mitad del día de trabajo y ya estoy más cómoda. No tengo que preocuparme
con que alguien se dé cuenta de la diferencia entre nosotros, una mirada o
una sonrisa. Le agradezco a Dios que nadie puede leer mi mente, porque si
no estaría siendo acompañada hasta la calle, con todas mis cosas en una
caja, en un abrir y cerrar de ojos.

Nate me envió una lista de cosas para hacer y devolverle de regreso por
email y fax para su presentación en Nueva York mañana. Va a estar en las
oficinas de Nueva York preparándose para la reunión durante todo el día.

Estaba realmente muy bonito esta mañana cuando lo deje en el aeropuerto.


Eso me dejo un poco tonta, que no quiera dejarme y que me va a extrañar.

También lo voy a extrañar.

Dormir sola en las próximas noches va a ser terrible. Tuve suerte con Nate,
no ronca o se agarra toda la cama, es tan lindo dormir abrazada.

¿Quién lo habría imaginado?

Pero en la oficina, me siento relajada con él fuera. Termino de escribir un


email muy seco y profesional a mi lindo hombre, con las solicitudes
concluidas que me envió esta mañana, con la expectativa de recibir un
email de regreso con revisiones y pedidos.

Mientras tanto, tomo mi iPhone y le envió un mensaje sexy, nada


profesional.
*Hey, bonito. ¿Llegaste bien? Adoraría jugar contigo en el baño del
avión.

Regreso mi atención al documento que estoy trabajando para él, cuando mi


teléfono suena en respuesta.

*Llegue bien, bebé. Quería que estuvieras aquí. Vamos a hacer un viaje
pronto. Te lo prometo.

Me gusta cómo suena eso.

*Tenemos una cita. Cuídate, hablamos en la noche. Besos.

Su respuesta es un simple:

*Besos.

¿Desde cuándo soy tan dependiente? Ya me hace falta.

Hay un golpe en mi puerta y Carly Lennox entra en mi oficina, dejando la


puerta abierta detrás de ella, gracias a Dios. Esta vestida con un traje negro,
una falda muy corta y una camisa blanca, con el botón abierto muy abajo
para mi gusto. Esto es un escritorio, no un club.

—Hola, Jules.

—Carly. ¿Qué puedo hacer por ti?

¿Qué mierda querrá esta puta?

—Bien, quería pedirte ayuda con una cuenta hoy. Estoy tratando de
terminar mi trabajo temprano, porque no quiero trabajar hasta tarde. Tengo
una cita, y pensé, que nosotras, como chicas, tenemos que estar unidas. —
Sonríe dulcemente, mas sus ojos son afilados.

No confío en esta mujer, pero estoy curiosa por saber cuál es su juego. Ella
me odia. Entonces decido entrar en su juego.
—¿Tienes una cita? Qué bueno. ¿Alguien que yo conozca? —Coloco una
sonrisa en mi rostro, una que utilizo cuando las personas me conocen de la
revista: audaz y completamente falso.

—Bien, no le digas a nadie. —Ella baja voz para un susurro y se inclina


para abajo, como si fuéramos viejas amigas compartiendo un secreto—.
Estoy viendo a Nate. Me va a llevar a cenar y bailar esta noche.

Quiero reír. Realmente lo necesito. Tengo que ganar un premio por mi


desempeño, arrugando la frente con falsa preocupación.

—Oh, Carly, se debió olvidar de avisarte esta mañana. Él está en Nueva


York por trabajo. Va a estar fuera por un tiempo.

Soy deliberadamente vaga con la línea del tiempo, interesada en su


reacción.

No me decepciona.

Ella se sonroja, mientras su sonrisa desaparece por apenas un segundo,


mientras procesa la información, entonces su sonrisa falsa está de regreso.

—Oh, no vi mis mensajes esta mañana. —Un sonido de mensajes suena en


su teléfono dentro del bolsillo de la chaqueta, ella lo saca para verificar el
mensaje de texto—. ¡Oh, llego su mensaje! Aquí está su pedido para que lo
encuentre en Nueva York. Creo que me voy a tener que unir a él. —Sonríe
dulcemente—. ¡Hasta luego!

Ella se despide y sale de mi oficina, y yo estoy muda. ¿Carly está yendo


para Nueva York? Ella ni es parte de su equipo. Si él necesita de ayuda, yo
debo ser la única en ir.

¿Sera que le mandó el mensaje a ella porque sabe que tengo que estar aquí,
en el caso de que Natalie entre en trabajo de parto?

¿Y qué diablos está pasando con Carly para querer que yo sepa que está
saliendo con Nate? No hay ninguna manera que ella pueda saber que nos
hemos estado viendo todos los días, desde hace una semana y media. Ella
conoce la política de no confraternización de aquí, eso es repetido
arduamente en la orientación. ¿Porque me lo contaría, a la única persona
que odia aquí adentro, que está saliendo con un compañero de trabajo,
cuando sabe que podría hacer que la despidan con esa información?

O ella es realmente estúpida, y yo sé que no lo es, o está preparándome


alguna cosa.

Busco el teléfono de la oficina para llamar a Nate y preguntarle sobre Carly,


cuando mi iPhone comienza a sonar en la mesa. Veo el nombre de Luke en
la pantalla.

—Hola, Luke.

—¡La bolsa de agua de mi mujer se rompió! —grita en el teléfono.

¡OH.DIOS.MIO!

—¿Quieres decir que tu mujer rompió aguas?

—¡Fue eso lo que dije, Jules! ¡Su bolsa se rompió! —Él está frenético.
Pobre, pobre Luke. Tomo mi cartera de la mesa y cierro la gaveta, recojo mi
chaqueta y recorro el camino fuera de la oficina. Voy a llamar a la Sra.
Glover desde el auto.

—Estoy a camino. Yo los encuentro en el hospital.

—Está bien. Ok. ¿Estás bien, querida? —puedo escuchar la respuesta calma
de Natalie en el fondo.

—Yo estoy bien. Cálmate.

—Estoy calmo. Estoy calmo.

Cristo, él continua repitiendo todo. Él no está calmo.

—Luke —hablo con la voz más suave que consigo—. Ella está bien. Y yo
voy a encontrarlos en el hospital.
Respira profundo, y su voz es normal cuando responde: —

Ok, estamos en camino.

Termino la llamada, tomo mi chaqueta, la cartera, el teléfono y mi carpeta y


voy directo al ascensor. Una vez en el auto, me doy cuando que no envié el
último documento a Nate, y me olvidé de apagar el computador. Llamo a la
Sra. Glover, pero cae la contestadora.

—Sra. Glover, es Jules. Tuve que salir rápidamente debido a una


emergencia familiar, pero me olvidé de enviar el documento a Nate por
email y él lo solicitó esta mañana. ¿Podría por favor enviarle el email desde
mi computador, y después apagarlo y enviarme un mensaje cuando lo haga?
Se lo agradecería.

Termino el mensaje, y lanzo el teléfono en la cartera, concentrándome en


ayudar a mi mejor amiga.

*****

—Solo respira. —Estoy del lado de Natalie, que está sosteniendo mi mano
con una fuerza que no sabía que tenía. ¿Jesús, ella trabaja en la construcción
o algo así?

Ella aprieta la mano en mi muñeca.

—Respira, querida —digo.

Ella tiembla, mientras respira con dolor. Las contracciones están llegando
más y más rápido, finalmente. Estamos aquí hace unas siete horas, y su
trabajo de parto se detuvo después de dos horas.

Luke está en sala de espera, actualizando a nuestros padres y hermanos


sobre el estado de Natalie.

—Ok, el dolor ya pasó —susurra y toma una respiración profunda.

—Estas yendo muy bien —digo de la manera más tranquila que consigo.
Me estoy muriendo de miedo.
—Esta mierda duele, Jules. No hagas esto contigo. En serio.

—Va a valer la pena cuando Olivia este aquí. —Peino su cabello oscuro,
limpiando su frente con un paño húmedo frio. Su bello rostro se transforma
con una gran sonrisa, al mencionar el nombre de su hija.

—Vamos a resistir, hasta que ella llegue. —Las dos volteamos la cabeza en
dirección al monitor que está controlando las contracciones de Nat. La línea
comienza a subir nuevamente y Natalie aprieta mi mano de nuevo y
comienza a respirar.

—Oh, Jesús, Jules.

—Respira, querida. —Comienzo a respirar con ella y ella ríe.

—Vas a hiperventilar.

—No, yo no. Respira conmigo.

¿Dónde diablos esta Luke?

—Hola, Sra. Williams. Soy Ashlynn, la enfermera nocturna. Y la voy a


cuidar esta noche. ¿Vamos a ver cómo va todo, ok?

La contracción de Natalie disminuye, y ella sonríe a la bonita enfermera.

—Ok.

Ashlynn coloca su mano en un guante, entonces mete la mano en la vagina


de Natalie. ¡Jesús!

—Generalmente antes preciso que alguien me pague la cena para que pueda
hacer eso conmigo —comento, tratando de mantener a Natalie relajada.

Ella sonríe para mí.

—¿Cierto?
—Bien, estas cerca de siete centímetros de dilatación, si continuas en ese
ritmo, no debe tardar mucho. Creo que estas pronta para la epidural. —
Ashlynn sonríe y da una golpecito en la pierna de Nat—. Voy a informarle a
la doctora, y llamar a un anestesiólogo.

—Gracias a Dios. —Natalie inclina la cabeza para atrás en la cama—.


Finalmente voy a recibir la maldita droga. Lo siento mucho, Jules, sé que
dije que quería un parto natural, pero no puedo.

—Querida, debes saber qué es lo mejor para ti. Esas contracciones son muy
fuertes, y mi mano no va a sobrevivir si vienen más de ellas. ¿Qué piensa
Luke sobre esto?

—Él dijo que tomara las drogas, si las necesitaba.

—Suena como un plan para mí. —Limpio mi frente con una toalla
nuevamente, cuando un hombre con un delantal blanco entra por la puerta.

—Escuché decir que esta pronta para algunos medicamentos, Sra. Williams.
—Es un hombre viejo, con ojos bondadosos. Y aguja en mano.

—Este es el momento en que debo irme —hablo rápidamente, pero Natalie


me jala de vuelta para abajo.

—¡No me puedes dejar aquí sola!

—Hum, Nat, él tiene agujas. Voy a buscar a Luke.

—Esto va a llevar un minuto —dice el médico, y Natalie me está mirando,


con sus ojos verdes suplicantes.

Oh, Dios mío.

Ok. Yo puedo hacer esto. Por Natalie, puedo hacer esto.

—Siéntese al borde de la cama, Sra. Williams, y abrace la almohada,


curvando la espalda para mí.
Natalie hace lo instruido, me arrodillo delante de ella, las agujas en mi
visión derecha, froto mis manos para encima y abajo en sus piernas
desnudas.

—Gracias —susurra, sus ojos asustados.

—No hay problema. —Encojo mis hombros como si no fuese gran cosa, y
tomo una respiración profunda.

Aquel medico hijo de puta tiene agujas, y está a punto de colocarlas en su


columna. Me voy a desmayar.

Natalie se encoge, cuando, supongo, el médico empuja la enorme y


gigantesca aguja en su carne, y luego después que termina.

—Listo —dice y guarda sus herramientas de tortura—. Acuéstate. Va a


hacer efecto en breve, y no serás capaz de sentir cualquier cosa de la cintura
para abajo.

—Gracias.

Ella es la mujer embarazada más educada que vi.

La ayudo a acostarse, y Luke entra por la puerta.

—Hey, ¿quién era ese hombre? —pregunta y se sienta al lado de Natalie, su


mano descansando en su barriga.

—El anestesiólogo. Tuve que tomar las drogas, bebé. Lo siento.

—Deja de disculparte. Nosotros hablamos sobre esto. —Besa su frente, y


después sus labios.

—¿Cómo están todos afuera? —pregunto.

—Esta animados y nerviosos. Habría regresado antes, pero Isaac y Stacy


llegaron, y después el resto de tus hermanos y Sam y Mark todos querían
escuchar las últimas informaciones de mí directamente, entonces me quede
en el teléfono con ellos por un tiempo. —Observa el monitor calculando la
próxima contracción. La aguja comienza a subir de nuevo, mas Natalie ni
siquiera pestañea.

—¿Ya no duele? —pregunto.

—Siento un poco de presión, pero no, el dolor ya se fue.

—Bueno —sonrío a los dos, y me doy cuenta que no he visto mi teléfono


en todo el día. Lo saco de mi cartera y lo enciendo, arrugando la frente
cuando veo ocho llamadas perdidas y cinco mensajes de texto.

Verifico primero los mensajes. La primera es de la Sra. Glover.

*El email fue enviado. Espero que su familia este bien.

Suelto un suspiro de alivio, sabiendo que Nate tiene a tempo los


documentos que necesita, enseguida, veo los mensajes de él.

*Hey bebé, interrumpo el almuerzo para hablar contigo, ¿tienes un


minuto para conversar?

*Voy para la reunión ahora, no estaré disponible por el resto de la tarde.

*¿Estás bien?

*Por favor, llámame.

Mierda. Está preocupado. Ni siquiera pensé en llamarlo desde que recibí la


llamada sobre Natalie. Debería haberlo llamado. Verifico mi correo de voz.

*Estoy preocupado. Jenny dice que saliste corriendo del escritorio esta
mañana por causa de una emergencia familia, y no hablo más contigo.
No consigo hablar contigo por el celular o el teléfono de casa. Por favor,
serias tan amable de llamarme para saber que estas bien. No puedo hacer
las maletas e ir para casa esta noche para ver si está todo bien contigo.
Llámame.

Termina el mensaje y miro mi teléfono. No me gusto su tono de voz.


—Hey, voy a encontrar un lugar tranquilo y llamar rápidamente a Nate. Ha
tratado de hablar conmigo en todo el día. No tengas a ese bebé sin mí.
Regreso bien rápido. —Le doy un beso en la mejilla a Natalie y camino por
el pasillo hasta una pequeña sala de espera vacía. Nuestra familia debe estar
en la mayor, cerca de la entrada del hospital.

Busco el nombre de Nate y presiono el botón para llamar.

—Julianne. —Él parece aliviado y molesto al mismo tiempo.

—¿Hey, puedes hablar?

—Sí, estoy en el hotel. ¿Dónde diablos estabas?

—No me grites. Estoy en el hospital.

—¿Qué está mal? ¿Estás lastimada? —su voz de repente está en pánico y
me siento una mierda.

—No —respondo, mi voz calma ahora—. Natalie entró en trabajo de parto,


Nate. Disculpa, que no te llame. Recibí la llamada esta mañana en la
oficina, después que te envié un mensaje, y corrí para aquí para ayudarlos, y
estoy aquí desde temprano. Está siendo un día largo. Nada del bebe todavía.

—¿Ella está bien? —pregunta.

—Sí, ella está yendo bien. Luke también, sorprendentemente. Ella no debe
demorar mucho más.

—Deberías haberme llamado. —Su voz es fría de nuevo, y estoy cansada, y


no necesito eso ahora.

—Ya me disculpé.

—Estaba preocupado. Además de eso, ¿qué diablos paso con el documento


que pedí que me enviaras?

—¿De qué estás hablando? Yo lo terminé y le pedí a Jenny si podía


enviártelo, porque me olvide de hacerlo antes de salir corriendo por la
oficina. Ella me envió un mensaje y dice que estaba hecho.

¿Qué infierno paso con mi documento?

—Lo recibí, pero estaba mal hecho. Eso no es típico en ti.

—Ese documento estaba perfecto, Nate. No sé de qué diablos estás


hablando. —Paso mi mano por mi cabello, frustrada.

—Cuando estoy solo y dependo de ti, necesito que seas capaz de hacer tu
trabajo en la oficina, Julianne.

—No estás solo. Pídele a Carly corregir el maldito documento, Nate. Ella
debe recibir su salario, mientras este contigo.

Ahora estoy jodidamente molesta.

Hay silencio en otro extremo de la línea, y, finalmente, Nate responde con


una voz engañosamente tranquila:

—¿De qué estás hablando? Carly no está en Nueva York.

—Pero le enviaste un mensaje.

—¿Por qué haría eso? —Su voz esta aumentado y tomo una respiración
profunda.

—Es evidentemente, un mal entendido —digo con toda la calma posible.

—Obviamente.

—Mira, Nate, lo siento mucho. Necesito regresar con Natalie. No tengo


tiempo para tu instinto protector y tus órdenes hoy.

—¿Eso es lo que piensas que estoy haciendo? —pregunta y me encojo con


el dolor en su voz.

—Eso es exactamente lo que estás haciendo.


—No, Julianne, no estoy siendo mandón o condescendiente. Me preocupo
con la mujer que me interesa, porque no conseguía encontrarla hoy.

Herí sus sentimientos.

—Nate. —Suspiro y froto mi frente. —¿Podemos conversar cuando llegues


a casa?

—¿Qué estás diciendo? —su voz esta calma.

—Necesito tratar con las cosas aquí ahora y tú necesitas concentrarte en tu


reunión allá. Voy para la oficina mañana, para ayudarte desde aquí, y voy a
limpiar el desastre de ese maldito documento, y lo voy a hacer lo más
pronto posible. Nosotros vamos a hablar sobre lo demás cuando llegues a
casa. No tengo tiempo para esas mierdas ahora.

—¿Eso es lo que nosotros estamos haciendo, Julianne? ¿Mierdas?

¡Joder! ¡No! ¡Entendió todo mal, necesito regresar con Natalie!

—Me tengo que ir.

—Si esa es la manera en que lo quieres, está bien, pero sé porque dijiste
todo esto, bebé, estas protegida por el teléfono, y yo estoy a cinco mil
malditos kilómetros de distancia y no puedo estar contigo ahora.

—Jesús, pareces un hombre de las cavernas, Nate.

—Envíame un mensaje más tarde, para avisarme como están las cosas por
allí. Hablamos mañana en la noche.

—¿Pensé que te ibas a quedar hasta el jueves?

—Cambie de idea. —Termina la llamada e inclino mi cabeza en la pared.


No debería haber sido tan ruda con él.

Regreso para el cuarto de Natalie y es un infierno.

—Solo estuve fuera por cinco minutos. ¿Qué diablos paso?


Los pies de Natalie están sobre el estribo, y el médico está sentando en un
banquito, entre sus piernas. Hay dos enfermeras agitadas caminando por el
cuarto, y una cuna de bebé, con una lámpara de calentamiento que fue
llevada para el cuarto.

—Ella está a punto de tener al bebé —dice Luke, sus ojos desesperados con
preocupación y miedo.

—Wow, esta epidural es milagrosa.

—Puta mierda, yo tengo que empujar. —Natalie se está moviéndose en la


cama, y si no fuese su mejor amiga, yo diría que ella está padeciendo de
algo salido de una película de terror.

—Ok, estamos listos, Natalie. Si te sientes pronta para empujar, hazlo.

—Está muy caliente aquí. —Ella jala la sabana de su cuerpo y la lanza en el


suelo, sin importarse en quedar desnuda en frente de todos.

Bien, ella está usando un sujetador negro, entonces apenas la mitad inferior
esta desnuda.

Miro para abajo, y siento mi barbilla caer. No es el hecho de que esté


mostrando su vagina, es lo que está encima que me hace parar.

—¡Jesús Cristo, Natalie, tienes un tatuaje en tu vagina!


Capítulo 16
Traducido por DarkLover

Corregido por Leluli

—¡3,059 Kg! —declara la enfermera Ashlynn orgullosamente a pesar de


que Olivia está llorando de rabia. Levanto la cámara de Nat y tomo varias
fotos, incluso capturando el peso, en el caso de que alguien tuviese la
audacia de olvidarlo.

Doy zoom en sus pies y en sus pequeños dedos y tomo más fotos, antes de
que envuelvan a Olivia en el cobertor del hospital.

Luke está a mi lado mirando a su hija de cabellos oscuros, con amor en sus
ojos, cuando el bebé nació y fue colocada en la barriga de Natalie, él y
Natalie estaban llorando mucho, y honestamente yo también.

—Gracias por dejarme participar del momento. —Sus ojos azueles se


deslizan sobre los míos y ella envuelve sus brazos alrededor de mis
hombros, empujándome hacia ella.

—Nosotros te amamos Jules, tenías que estar aquí.

Ah, bien. Eso me hizo llorar más.

—Dios, soy horrorosa llorando.

Luke se río de mí y agarra su pequeño paquete de la mano de la enfermera,


besando la pequeña cabeza de Olivia suavemente.

—Es tan linda —susurra él.

—¡Ey! ¿Puedo abrazarla? —pregunta Natalie desde la cama, ahora toda


cubierta, gracias a Dios.
Yo nunca voy a tener hijos. Mi cuerpo no conseguiría hacer eso.

Luke atraviesa la sala y coloca el bebé en los brazos de Nat y besa sus
labios. Él acaricia la mejilla del bebé con el dedo y mira amorosamente los
ojos de Nat.

—Gracias, cariño.

—Te amo —susurra Nat.

—Dios, yo también te amo.

Yo levanto la cámara y tomó más fotos, capturando el momento más bonito


que haya visto. Voy hasta la punta de la cama, aun tomando fotos de Luke y
Nat que miran hacia mí y sonríen mucho, con sonrisas un poco cansadas,
orgullosos de lo que hicieron.

—Ustedes son una linda familia —murmuro y Nat me mira feliz.

—Voy a hablar con nuestra familia y actualizarlos sobre el nacimiento. —Él


besa a Natalie apasionadamente, haciéndome voltear los ojos y besa a su
hija en la mejilla, acercándose a mí.

—Jules, ¿te vas a quedar?

—Sí, me voy a quedar con nuestras chicas hasta que vuelvas, entonces me
voy para darte un tiempo a solas con ellas.

—Gracias. —Él camina en mi dirección y me abraza fuerte, Luke es un


chico afectuoso, pero esto es diferente. Especial—. Gracias, dulce niña —
susurra en mi oído y enseguida sale para hablar con nuestras familias.

Bien, esto me hace bien.

—¡Ey! —Voy hasta el lado de la cama y tomo más fotos de Natalie y


Olivia, enseguida coloco la cámara a un lado y me siento al lado de la cama.

—Lo lograste, amiga. Felicitaciones.


—Gracias tú también. Gracias por recordarle a Luke que respirara, antes
que se desmayara.

Nos reímos y sé que este es un momento que nunca voy a olvidar.

—Es para eso que yo estoy aquí. —Coloco un mechón de cabello detrás de
la oreja de Nat y sonrió para el bebé.

—Ella es tan bonita, Nat, quiero decir, no tan bonita como los papás
babosos creen, pero absolutamente linda.

—También pienso así, ahora soy mamá Jules.

—Y yo soy tía nuevamente, oh Dios mío, eso es tan bueno. —Nos


sonreímos estúpidamente la una a la otra.

—Ok, entonces, ¿cuándo te hiciste aquel tatuaje en tu florecita?

Ella encoje los hombros y ajusta el cobertor alrededor de Olivia.

—Hace dos años, y no es mi florecita, que yo sepa no es una definición


medica oficial para esa parte de mi anatomía.

—¿Me quieres decir lo que dice?

—No.

—¿Nunca me vas a decir lo que cualquiera de ellos significa?

—Probablemente.

—Todo bien —ya hablamos suficiente del tatuaje—. ¿Puedo abrazarle por
un minuto antes de irme?

—¡Claro, ten! —Ella me entrega el pequeño capullo y se desliza más en la


cama para que podamos quedar juntas.

—¿Cómo te sientes? —pregunto.


—Cansada, pero el medicamento hace mucha diferencia, estoy ansiosa por
recuperar mi cuerpo.

—No tuviste ninguna estría, puta.

Sonríe satisfecha.

—Mucho aceite de Karité y yoga, acuérdate de eso.

—Yo no voy a tener bebés. —Niego firmemente—. De ninguna manera.

—Cierto, lo dice la mujer que está acurrucando a una bebé.

—Puedo acurrucar bebés, pero ellos no tienen que venir de mi cuerpo. —


Niego y sonrío cuando Olivia hace un movimiento de succión con los labios
—. Debe tener hambre.

—Yo tengo hambre —responde Nat—. ¿Puedes llamar a la enfermera?


Quiero papas con carne en salsa. Ahora.

—Muy buen pedido para conseguir tu cuerpo de vuelta. —Sonrío y aprieto


el botón para llamar a la enfermera.

—No seas boba, acabo de salir de un parto, puedo pedir lo que yo quiera.

******

Luke regresa con nuestros padres, mientras los hermanos aún están
esperando en la sala de espera para una vista rápida y yo decido que es un
buen momento para huir. Sé que mi mamá va a garantizar que todos se
queden el menor tiempo posible para que Luke y Nat consigan disfrutar
algún tiempo a solas con su hija y así Nat pueda descansar. Voy hasta la
pequeña sala vacía que encontré para Nat más temprano, y de repente me
inunda la emoción, no puedo parar las lágrimas que caen por mi rostro y
estoy llorando tanto que mis rodillas flaquean, me desplomo sobre una silla
y mantengo mis manos en el rostro, mis codos sobre mis rodillas y dejo
salir el flujo de lágrimas.
—¡Ey, que hay de malo frijol! —Suspiro y miro hacia arriba y veo a mi
hermano Matt en la puerta. Él me llamaba frijol cuando éramos niños.

No puedo hablar con él, ver su rostro calmado me hace llorar más y antes
que me diera cuenta, estaba arrodillado delante de mí, empujándome para
un gran abrazo, acariciando mi espalda.

—Todo está bien. Llora.

No soy de llorar, pero parece que eso es todo lo que he hecho en los últimos
días. No sé qué hacer con todas esas nuevas emociones que me atraviesan.
Finalmente, las lágrimas paran y Matt me entrega una caja de servilletas
que estaban en una mesa.

—¿Qué fue eso? —me pregunta tan pronto como limpio mi nariz, él se
sienta en la silla a mi lado.

—Me quede muy preocupada con Natalie y el bebé durante todo el día,
estoy exhausta, tuve una pésima conversación con Nate por teléfono, amo
mucho al bebé y odio llorar.

Matt ríe y acaricia mi espalda de nuevo.

—Ey, todo está bien, tener bebés es agotador, aun para quienes ayudan. Nat
y Olivia están bien, Nate va a superar eso y tú necesitas dormir.

—Sí, tienes razón. —Me repongo y miro hacia mi bello hermano. De todos
nosotros él es único con cabello oscuro, pero es tan alto como los demás y
así como ellos es muy fuerte. Es un policía de Seattle, y jode pero de una
forma calmada y controlada, él no es temperamental como Caleb ni tiene la
arrogancia de Will. Es tranquilo, pero te jode si es necesario.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto.

—Estoy yendo a ver al bebé y a felicitar a Nat y Luke. Y enseguida voy al


trabajo.

—¿Trabajas en el turno de la noche? —pregunto.


—Sí, tome algunos turnos extras. —Él se levanta y me ayuda a quedar de
pie.

—¿Te estás sintiendo mejor?

—Estoy bien ahora, gracias, voy a casa a dormir y a intentar mejorar este
humor extraño.

—Todo bien, conduce con cuidado, frijol.

—Tú también. —Beso su mejilla y regreso a casa.

*****

Mi cama esta deliciosa, y vacía. Me arreglo lista para dormir temprano y


agarro mi teléfono.

¿Debo llamar a Nate y pedir disculpas por haber sido una imbécil, o envío
un mensaje y hablo con él mañana?

Escojo enviar un mensaje, voy a pensar en una buena manera de pedir


disculpas personalmente cuando lo vea.

*Estoy en casa, el bebé y la mamá están saludables.

Me acuesto y comienzo a relajarme cuando suena un mensaje nuevo en el


teléfono.

*Ok.

¿Ok? ¿Solo eso? Arrugo la frente. Este no es el Nate que conozco y del que
me enamore, pero pensando directamente la forma como lo traté, no lo
culpo. Al final de cuentas él solo estaba preocupado por mí. Decido
llamarlo para pedirle disculpas, él responde en el segundo repique.

—Hola, Julianne. —No me gusta el tono frio de su voz.

—Hola —murmuro.
—Hola.

—Nate, siento mucho lo que aconteció más temprano, realmente lo siento.

Lo oigo suspirar y me siento aún más culpable, sabiendo lo mucho que se


estresó hoy en el trabajo, sé que lo deje aún más preocupado y aunque herí
sus sentimientos, yo lo amo y no quiero lastimarlo.

—Creo que necesitamos discutir mañana en la noche algunas cosas.

Mis disculpas no fueron aceptadas.

—Está bien —susurro y lo oigo suspirar de nuevo—. Te extraño.

—¿Me extrañas?

Dios, realmente me equivoque.

—Sí.

Silencio.

—Por favor dime algo.

—¿Qué quieres que te diga? —pregunto él.

—No sé. —Siento las lágrimas amenazando con caer de nuevo. Intento
mantenerlas lejos de mi voz—. Solo quiero que no estés molesto conmigo.

—No estoy molesto, estoy decepcionado y dolido, Julianne es la segunda


vez que hieres mis sentimientos.

—No quería herirte, Nate. Hoy fue difícil y no sabía cómo lidiar con eso.

—Como te dije, tenemos algunas cosas que conversar mañana, prefiero no


hablar por teléfono. Necesito ver tu rostro.

—¿Por qué?
—Porque eres muy buena intentando esconder lo que estas sintiendo, atrás
de una postura agresiva, pero tus ojos no mienten.

Puta Mierda.

—No estoy mintiéndote, Nate. Te extraño y siento mucho haber sido una
puta hoy.

—Nunca más te digas puta de nuevo.

¡Jesús, no consigo decir nada bueno!

—Voy a cortar, esto no nos está llevando a ningún lugar. ¿Necesitas un


aventón del aeropuerto mañana en la noche?

—No

—¿Vas a venir hasta mi casa?

—No, ven después del trabajo a mi casa.

—No tengo la llave.

—Si tienes.

¿Ah?

—¿Tengo?

—Sí, verifica en tu llavero, la coloqué el último fin de semana —su voz es


más suave ahora que estoy shockeada.

—Oh.

—Te veo mañana en la noche.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Julianne.


Capítulo 17
Traducido por DarkLover

Corregido por Leluli

Este día está siendo un infierno, llegue atrasada al trabajo porque no pude
dormir y me desperté asustada con la alarma. La Sra. Glover no estaba feliz
al verme en la mañana, pero cuando le explique lo que sucedió y le mostré
las fotos del bebé en mi celular, se calmó un poco y dijo que entendía.

Gracias a Dios.

No es que ella sea mi jefe, pero no la quiero como mi enemiga. Nate se ha


comunicado conmigo todo el día, enviando e-mails solicitando documentos
o búsquedas a ser hechas, pero nada personal.

Así que llegue a mi escritorio esta mañana, abrí el documento que le pedí a
Jenny enviase a Nate por e-mail ayer, y quede sorprendida al ver que tenía
razón. Estaba mal hecho y lleno de errores. No fue la versión que yo
terminé para enviar, así que anexo el e-mail con la versión correcta y se lo
envío.

No sé qué diablos sucedió, pero espero que el trabajo extra que hice esta
mañana ayude a arreglar el problemón.

Me siento mal por haberle hecho creer a Nate que nuestra relación no es
importante para mí. Está claro que lo es, pero hay momentos en que él es
tan...mandón. Yo sé que él es un hombre fuerte, inteligente y que quiere
protegerme y cuidar de mí, pero yo siempre fui tan ferozmente
independiente, que a veces olvido que ya no es más “yo” sino “nosotros”

Necesito hacer las paces con él. ¿Pero cómo?

Estoy pensando en eso cuando llega otro e-mail de Nate.


Miércoles 15 de mayo; 2013 14:28

De: Nathan McKenna

Para: Julianne Montgomery

Asunto: Saliendo

Julianne, estoy listo para embarcar en el avión de vuelta a Seattle. Después


de terminar los informes que pedí que fueran enviados por e-mail más
temprano, estas libre para irte.

Nate.

Es aun tan frio conmigo, aunque yo sé que en un mail del trabajo él no tiene
otra opción, pero pudo haberme enviado un mensaje por el móvil con algo
más personal y el hecho de que no haya hecho eso, me deja muy nerviosa.

¿La he jodido tanto ayer, que va a terminar todo conmigo?

Miércoles 15 de mayo; 2013 14:35

De: Julianne Montgomery

Para: Nathan McKenna

Asunto: Re: Saliendo

Nate,

—Que tenga un retorno seguro, le veo mañana en la oficina.

Julianne.
Pero él no va a escapar de esa tan fácil, agarro mi celular y le envió un
mensaje.

*Por favor, vente con cuidado, estoy emocionada por verte esta noche.

No hay ninguna respuesta

Mierda.

******

Llego a la casa de Nate más tarde de lo que realmente pretendía. Tuve que
parar en el hospital para ver a Natalie, a Luke y a Olivia, y no pude ir con
las manos vacías, entonces paré a comprar un regalo en el camino. Terminé
llegando allá con una jirafa enorme y súper suave y un body con un
pequeño corazón rosado en el pecho que decía: “Nací, Buen trabajo mami.”

No tengo idea si Nate ya llegó a casa porque no oí ni pio de él. Creo que eso
lo voy a saber solo cuando llegue allá.

Estaciono en mi lugar habitual, dejando mi maleta en el auto, en tal caso


que no sea bienvenida esta noche para quedarme aquí, entro al elevador del
sótano y tan pronto como sube, lo mismo pasa con mi nivel de ansiedad.

En base con las cosas que acontecieron en las últimas veinticuatro horas,
estoy inclinada a creer que las cosas pueden realmente haberse acabado
entre nosotros, este pensamiento me duele como nunca antes dolió.

Llego hasta la puerta y coloco mi nueva y brillante nueva en la cerradura.


Entro en el apartamento de Nate y puedo sentir inmediatamente que estoy
sola. Él aún no está en casa.

Adentro está frio, entonces enciendo el radiador para calentar el lugar y


enciendo algunas lámparas en la sala y la luz del fogón de la cocina.

¿Será que debo cocinar para él? Me pregunto si comió, estoy de pie en el
medio de la cocina pensando lo que debo hacer cuando la puerta se abre y él
camina hacia dentro empujando su pequeña maleta negra atrás de él. Él está
usando un traje oscuro y corbata, su cabello esta peinado para atrás.

Él todavía está en modo ejecutivo.

—Regresé —murmura y camina por la sala en dirección a su cuarto sin


darme una segunda mirada.

Tal vez debería sacarlo de esta situación desagradable yendo ahora mismo.
Sé que él está molesto y no estaba esperando la escena de un filme, donde
corremos en dirección al otro en cámara lenta y nos besamos
desesperadamente. Nos vimos ayer en la mañana por el amor de Dios, pero
yo estaba esperando algo un poco más ardiente que esto.

Mis tacones hacen eco sobre la madera, mientras voy al sofá y tomo mi
cartera y chaqueta y después camino hasta la puerta del frente, mi mano
está sobre el picaporte cuando oigo su dura voz haciendo eco por toda la
sala.

—Si pasas por esa puerta, que Dios me ayude, Julianne, voy amarrarte en
mi cama.

Bajo la cabeza y suspiro. Estoy tan confusa. ¿Él quiere que me quede?

—Mírame. —Esto no es una solicitud.

Me volteo y lo encaro. Él cambio su ropa y ahora está con una camiseta gris
suave, jean negro y su cabello esta suelto. Se quitó su ropa profesional y es
apenas un hombre delante de mí.

Un hombre muy enojado.

—¿Para donde ibas? —pregunta y cruza los brazos sobre su pecho.

—A mi casa.

—¿Por qué?
—No pareces muy feliz de verme —estoy orgullosa de mantener mi voz
firme a pesar de las lágrimas que me queman mis ojos.

Por amor de Dios, parezco una muchachita.

El arrepentimiento atraviesa sus ojos y pasa la mano por su cabello, no dice


nada por un largo momento, entiendo que eso significa que estoy en lo
correcto, cierro los ojos e inclino mi cabeza, preparándome para el adiós.

—Está bien, Nate. Entendí. Me voy. —Volteo hacia la puerta y antes de que
sepa lo que está pasando, Nate me voltea y aprieta mis hombros con sus
manos grandes y fuertes, teniéndome segura enfrente de él, su mirada feroz
fija en mí, está jadeando, muy, muy, enojado.

—No vas a huir de mí de nuevo.

—No me voy a quedar donde no me quieren.

—¿De qué estás hablando?

—Apenas tuve noticias tuyas la noche pasada, no quieres hablar conmigo,


estas frio y distante, no soy una idiota, Nate, se cuando alguien está
terminando una relación.

Él chasquea los dientes y cierra los ojos, enseguida me mira con tal
intensidad que mis rodillas tiemblan.

—No sé cómo lidiar con lo que siento por ti. Estaba hecho un nudo ayer
cuando no podía encontrarte. Nadie en la oficina sabía dónde estabas y no
me respondías, cuando finalmente me llamas, me dices que soy un ridículo
y que nuestra relación es una porquería.

—Pero no fue eso lo que yo...

—Pero eso fue lo que dijiste —me interrumpe y me aprieta más—. Nadie
nunca me hiere Julianne, nadie. No me importa una mierda lo que la gente
piense de mí. Eso es lo que me hace luchar y me llevó a donde estoy en la
vida. Y entonces entraste en mi vida y me sorprendes. Estoy tan
jodidamente atado a ti que no consigo ver lo que es, y aun así vienes a
decirme que soy un hombre de las cavernas por querer protegerte y que
nuestra relación es una porquería.

Lagrimas están corriendo por mi rostro, ver la desesperación y la perdida en


su rostro, mi Dios, no tenía ni idea de que sus sentimientos por mi fueran
tan fuertes, que él siente por mí lo mismo que yo siento por él.

Nunca estuve tan aliviada y devastada al mismo tiempo. ¿Cómo voy a


reparar esto?

—No sé cómo lidiar con esto tampoco, Nate. —Tomo su rostro en mis
manos—. Estaba tan segura que estabas terminando conmigo, que la mierda
que hice fue tan terrible que no tendría un chance ni siquiera de intentar
arreglarlo. No quise decir que nuestra relación era una porquería, realmente
no. —Insisto en ello y miro sus ojos impasibles, él me está observando,
escuchando, así que continúo —. Todo pasó tan rápido ayer. Estaba
completamente atrapada y nunca estoy así. Tú viajaste, Carly entro en mi
sala para presumir que estaba teniendo relaciones sexuales contigo y te iba
a encontrar en Nueva York. —Nate, palidece pero yo sigo hablando antes
de que me interrumpa—. Y entonces me llama Luke enloquecido porque
Nat rompió fuentes, entonces salí y fui para el hospital olvidando todo lo
demás. —Respiro profundo y limpio con mis dedos las lágrimas que
continúan cayendo por mi rostro—. Cuando Natalie accedió a tomar los
remedios, fui a revisar mi teléfono y vi que estabas tratando de hablar
conmigo y tenía tantas cosas en mi cabeza que dije algo equivocado y me
disculpo nuevamente.

—Jules, estoy seguro de que también podría tratar mejor con las cosas, así
que... —Él traga y me mira, escogiendo cuidadosamente sus palabras—.
Odio el hecho de tener esta necesidad primordial de protegerte. Nunca antes
sentí esto con nadie, y tú no me necesitas. Estoy orgulloso de que seas esta
mujer independiente, segura e inteligente, pero tú no me necesitas, y yo
quiero cuidar de ti, más de lo que te puedes imaginar.

Él libera mis hombros y pasa sus manos por mis brazos uniendo su mano
con la mía. Está equivocado, yo lo necesito.
Respiro profundo y me preparo para las palabras que estoy a punto de decir.
Aprieto sus dedos con los míos. Me doy cuenta que todavía estoy de pie en
la puerta, no quiero romper ese momento sugiriendo ir a sentarnos, entonces
miro en sus ojos otra vez y limpio mi alma.

—Estaba tan equivocada —susurro. Él frunce el ceño y me mira


preocupado de nuevo—. Una vez me dijiste que si te hubiese prestado
atención el año pasado, hubiese visto que soy la única mujer en la que estas
interesado. —Trago saliva y miro a su pecho.

—Mírame —susurra y yo obedezco, viendo esperanza en sus hermosos ojos


grises.

—Bueno, si realmente estuvieras prestándome atención, Nate, habrías visto


que estoy enamorada de ti mucho antes de cuando hicimos el amor en tu
apartamento por primera vez.

Sus ojos se abren con sorpresa y mi estómago se calma porque sé que esta
es la más pura verdad.

—Te necesito. Odio estar lejos de ti. Quería volver a casa ayer por la noche
y decirte todo sobre el bebé y lo que paso. Necesito tu fuerza, sí, soy fuerte,
pero hay momentos en que necesito que alguien me abrace, y no lo sabía
hasta que te encontré, hasta que hiciste que fuera sincera, lo que significa
que encontré a mi compañero.

—Julianne —su voz suena ronca por la emoción, inclina su frente contra la
mía, envolviendo sus brazos alrededor de mí y me abraza con fuerza—. Di
eso de nuevo.

—¿Qué parte? —pregunto con una sonrisa.

—La parte buena—susurra.

—Te necesito.

—La otra parte buena.


Paso los dedos por su mejilla suavemente, paso mis labios ligeramente por
los suyos, aspirando su aliento.

—Te amo.

—Oh, cariño, yo también te amo. —Nate me toma en sus brazos y me carga


hasta su cuarto, enciende la lámpara junto a la cama, colocándome
suavemente de pie, suelta mi cabello pasando sus dedos ligeramente sobre
él—. Adoro como es de suave tu cabello.

Toma mi sencillo vestido negro, dejando que se deslice por mis brazos y
caiga al suelo, mi sujetador y bragas siguen el mismo camino, él se retira
disfrutando de la vista.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunto sonriendo.

—Dios, eres tan sexy.

Oh, solo de que hable así, tengo mis bragas todas mojadas, solo quiero
lamerlo entero.

—Te quiero desnudo, Nate. —Me acerco a él y le quito su camiseta por la


cabeza. Él levanta los brazos por lo que es más fácil para mí. Abro sus jeans
y los deslizo junto con sus bóxers hasta sus pies, y los aleja.

Nate me levanta y me coloca en la cama, besa mi estómago, mis pechos, mi


vientre, mientras se arrastra a través de mi cuerpo, hasta acurrucar su polla
gruesa y grande contra mi núcleo. Paso mis manos por su espalda hasta su
polla y me da una mirada ardiente.

Me besa suavemente, pasando sus labios por los míos, haciendo que me
derrita. Levanto mis piernas y las envuelvo alrededor de sus caderas.
Cuando hago eso, siento su piercing rozar mi clítoris y suspiro.

Nate sonríe contra mis labios.

—¿Te gusta el piercing? —pregunta.

—Dios, sí.
—Si no te gusta, me lo quito. —Mis ojos se ensanchan y agarro su rostro en
mis manos.

—No tienes que hacerlo por mí.

—Yo haría cualquier cosa por ti.

Eso me hace soltar algunas lágrimas. Dios ¿Cuándo va a parar?

—Julianne, yo haría cualquier cosa, para hacerte feliz. —Me quita el


cabello del rostro, me mira con tanto amor que me roba el aliento.

—Me haces muy feliz. Mantén el piercing, me gusta —sonrío e inclino mis
caderas frotándome contra él mientras gimo nuevamente—. Me gusta
mucho.

Nate ríe y comienza a balancear sus caderas un poco más rápido, frotando
la pequeña esfera de metal contra mi clítoris en cada embestida.

—Dios, nunca te lo quites. —Llevo mis manos a su cabello negro y levanto


su rostro hasta el mío besándolo apasionadamente, mientras aquellas
pequeñas bolas de metal hacían cosas increíbles en mí—. Oh, cariño,
mierda...

—Sí, cariño, déjate ir. —Él golpea mi clítoris dos veces más, dando leves
mordidas a mi labio inferior. Deja caer su mano entre nosotros, guiándose
dentro de mí, estirando poco a poco mis músculos todavía sensibles,
apretando su polla.

—Maldita seas, no hagas eso. Voy a correrme muy rápido.

—No lo puedo evitar, me haces sentir muy bien.

Él agarra mi pecho en su mano y comienza a masajear el pezón, mientras se


mueve fuera y dentro de mí, en un ritmo lento y fácil, mirando mi rostro,
sonriéndome suavemente. —Eres increíble. Adoro ver tu lindo rostro
cuando estoy dentro de ti.

Dios, adoro cuando habla así.


—Más rápido, cariño —susurro, pero su sonrisa se alarga y mantiene el
mismo ritmo suave.

—No, esto va hacer lento y constate, cariño. —Su boca encuentra la mía, y
una vez más su lengua me provoca lentamente, haciendo el amor conmigo
con su polla, con su lengua en mi boca, amándome entera, oh, tan
lentamente.

—Te extrañé tanto —susurro contra sus labios

—Odiaba estar tan lejos de ti. —Sus caderas comienzan a moverse un


poquito más rápido y llevo mis uñas a su espalda, apretado fuerte su culo.

—Dios, me dejas loco.

Bien, siento temblar mi cuerpo, cuando otro orgasmo se aproxima y lo


sostengo envolviendo mis manos alrededor de su cuerpo. Me estremezco
cuando el orgasmo me alcanza y Nate cierra su mandíbula, descansando su
frente contra la mía y se entrega a su propio clímax, susurrando mi nombre.
Capítulo 18
Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

—¿Cómo conseguiste cheesecake de chocolate fresco en el refrigerador,


mientras estaba fuera? —Estamos sentados en la isla de la cocina, yo con su
camiseta gris y bragas, y Nat solo con sus jeans negros, el botón superior
abierto.

Se ve tan delicioso como este pastel.

—Le pedí a mi empleada prepararlo. —Sonríe, me ofrece una mordida del


pastel en su plato, y asiento alegremente.

—No sabía que tenías una empleada. Nunca la vi.

—Solo viene una vez por semana mientras estoy en el trabajo. No necesito
de alguien todos los días. —Pongo mi pie en su regazo y él comienza a
masajear.

—Bien, estoy en el cielo. Chocolate y un masaje en los pies. Los hombres


piensan que somos tan difíciles de entender, pero realmente todo se resume
a esto. —Cierro mis ojos y disfruto de su pulgar frotando hacia arriba y
hacia abajo en la planta de mi pie.

—Ya entendí. —Ríe y limpia nuestros platos—. Vamos.

Tomo la mano que me ofrece, y me lleva hasta el sofá. Se sienta en el medio


y asiente para que me siente en la punta. Jala mis piernas desnudas en su
regazo y me recuesto contra el brazo del sofá mientras él continua
masajeando mis pies.

Oh, lo amo.
—Entonces, cuéntame sobre ayer.

Suspiro de felicidad y le sonrío a mi sexy hombre.

—El bebé es increíble. Fue un trabajo bastante rápido, para ser el primer
bebé, y Nat estuvo maravillosa. Luke casi se desmayó cuando apareció la
cabeza de Olivia, pero se las arregló para mantener el ritmo.

Sonrío con el recuerdo.

—Natalie estuvo increíble. Fue tan fuerte. Nunca vi a alguien tan tranquila
con el primer parto. Pero voy a duplicar mis pastillas a partir de ahora. No
me importa si me convierto en una mutante por el exceso de hormonas.

—Querida, eres tan fuerte, el parto sería muy tranquilo para ti.

¿Por qué él está aquí sentando, tranquilamente hablando de tener bebés?

—El infierno que lo haré. —Niego vigorosamente—. Nada de bebés


saliendo de mi cuerpo.

Me mira de forma especulativa.

—¿Estás diciendo que no quieres tener hijos?

Hago una pausa. Él está muy serio.

—No lo sé. —Hago una mueca y miro hacia abajo, a su mano fuerte en mi
pie—. Nunca pensé sobre eso.

—Entonces piensa sobre eso —sugiere.

—Algún día —meneo los hombros.

—Me gustaría verlos mañana, después del trabajo —vuelve la conversación


hacia Natalie, empieza a frotar el otro pie, y suelto un gemido.

—Ellos adorarían eso.


—Vas conmigo. —Sus ojos grises encuentran los míos, y sonríe
suavemente.

—Está bien.

Él lleva su mano hacia arriba y hacia abajo en mi pierna desnuda, sus ojos
acompañan el movimiento de sus manos.

—Tienes una piel tan suave, bebé.

—Natalie tiene un tatuaje en su vagina —suelto de repente.

—¿Qué? —Nate me mira atónito y con la mandíbula caída.

—No tenía idea, pero lo vi con mis propios ojos. Está exactamente aquí. —
Apunto hacia abajo, a mis pelos recién depilados, cubiertos por mi braga.

—No sé si necesitaba saber eso. Si Luke supiera algo así sobre ti, le
patearía su trasero.

—Le tengo que contar eso a alguien, y eres el único al que le puedo decir.
—Río y entrelazo mis dedos en los de él.

—¿Y qué era? —pregunta.

—Eran unas palabras en una lengua extranjera. Todos sus tatuajes son así.
No va a decirme lo que significa. —Me encojo de hombros.

—¿Todos sus tatuajes? ¿Cuántos tiene? Nunca vi ninguno.

—No estoy segura de cuántos tiene. No sé si ya vi todos. Los hace donde


ninguno puede verlos cuando está vestida. Mi punto es: —Sigo el tatuaje de
tu antebrazo con mi dedo—. ¿Qué sucede con ustedes, dejando que pongan
agujas en sus partes íntimas?

—Pensé que te gustaba. —Me da una sonrisa depredadora y sonrío.

—Me encanta, ¿pero por qué harías eso, en primer lugar?


—Era un chico con 20 años de edad, que quería impresionar a las chicas. —
Se encoje de hombros y sonríe.

—¿Pero por qué todavía lo mantienes, después de todo este tiempo? —


pregunto.

—Porque pasé un infierno haciéndomelo. Duele como un hijo de puta.

—Pobre bebé. —Acaricio su rostro y empiezo a reír, cuando agarra mi


muñeca y muerde mi mano.

—Bien, entonces, ya que estamos hablando de bebés y agujas en lugares


sensibles, dime exactamente lo que Carly te dijo ayer. —Su rostro está
completamente serio, y sus ojos un poco enojados.

No debí dejar que eso se escapara.

—No fue nada, de verdad. Sé que está llena de mierda. —Tiro mis pies de
su regazo, pero él agarra mi pierna y me mantiene en el lugar.

—¿Qué dijo, Julianne?

Suspiro.

—Ya me dijo eso dos veces, que está enamorada de ti. Una vez fue ese día
en que tu ex estaba en tu oficina, y ayer nuevamente. Sé que es mentira,
encogí mis hombros la primera vez, pero ayer fue como si hubiera salido de
su camino, solo para contarme sobre ustedes dos, y hasta me pidió trabajar
en sus cuentas, para que pudiera salir temprano, porque tenía una reunión
pautada contigo.

Nate hace una mueca y cierra su quijada.

—Adelante.

—Parecía avergonzada cuando le dije que habías viajado fuera de la ciudad,


pero entonces el teléfono de ella sonó con un mensaje y, cuando miró hacia
la pantalla, dijo que eras tú con el itinerario para acompañarte a Nueva
York. No entiendo. Ella ha sido una bruja completa conmigo, desde el día
en que comencé a trabajar, pero no entiendo lo que está intentando creando
esta historia. —Miro las llamas de la chimenea y tiro mi labio inferior con
mis dedos.

—¿Qué quieres decir con que ha sido una bruja? —pregunta Nate, su voz
engañosamente calmada.

—Oh, ella me odia.

—Se ve bastante profesional en las reuniones.

Sonrío tristemente.

—Cariño, claro que es así en público. Es cuando estamos solas que sus
garras escapan.

—¿Por qué nunca me dijiste nada?

—¿Qué voy a decir? ‘¿Carly juega sucio y no me gusta?’ No es tan serio,


lidié con idiotas como ella toda mi vida. —Niego suavemente.

Sus ojos están abiertos de par en par y sujeta mi barbilla con la palma de su
mano.

—Tiene celos de ti.

—No veo el por qué. —Beso su mano y recuesto mi rostro contra ella—.
No sabe sobre nosotros, obviamente, y hace el mismo trabajo que el mío.

—Eres hermosa e inteligente y sabes comportarte con clase. Vas a crecer


dentro de nuestra empresa mucho más rápido que ella. Y sabe eso. —Frota
el pulgar en todo mi labio inferior, y beso su dedo.

—Bueno, va a ser interesante ver cuánto tiempo mantiene esa historia.

—Julianne, si ella dice algo así de nuevo, tienes que decirme. Si esparce ese
rumor por la empresa, eso significaría una investigación encima de mí, y
aun sabiendo que ellos no irían a encontrar cualquier falta de mi parte, es un
drama innecesario.
—Quiero patear ese trasero flaco.

—Ahora, eso es algo que me gustaría ver. —Nate suelta una carcajada y
palmeo su hombro.

—Eres un pervertido.

—Soy un hombre, mi niña.

—Entonces. —Me monto en su regazo y paso mis dedos por su cabello


suave y espeso. Sus manos se deslizan hasta mis piernas, para sujetar mi
trasero—. ¿Quieres verme desnuda con otras mujeres, eh?

—No dije eso. Dije que quería verte patear su trasero. ¿Si quieres hacer eso
desnuda, quién soy yo para reclamar?

Sonrío contra sus labios y muerdo la esquina de su boca. Aprieta mis


caderas, tira de mi pelvis más firmemente contra él, y puedo sentir su
erección a través de sus jeans.

—Te deseo —murmuro. Nate gruñe y de repente estoy acostada en el sofá y


él se cierne sobre mí.

—Nunca paro de desearte —responde. Me aleja lo suficiente para sacar mi


camiseta sobre mi cabeza, y estrellar besos mojados desde mi garganta
hasta mis senos.

Dios, sus labios son mágicos.

Él agarra y tira mis pezones con sus labios y sus dedos, y me estoy
meneando debajo de él. Paso mis dedos por su cabello y lo sujeto firme,
cuando se mueve más al sur, mordiendo levemente mi ombligo, y abre mis
piernas más lejos con sus hombros. Rasga mi braga y la tira en el suelo.

Oh. Mi. Dios.

—Tienes el coño rosa más bello, bebé. —Lame mi núcleo, a partir de mi


ano hasta mi clítoris y me levanta nuevamente en el sofá.
—¡Joder!

—Tranquila. —Sujeta mi trasero en sus manos y levanta mi pelvis en


dirección a su hermoso rostro. Pone un beso dulce y suave en mi clítoris y
otro en mis labios, y entonces empieza a besarme más profundamente,
ejecutando su lengua dentro de mí, chupándome gentilmente.

Es la cosa más deliciosa que he sentido.

—Oh, Dios, Nate. —Todavía estoy sujetando su cabello con mis dedos. Él
mueve su boca hasta mi clítoris y frota levemente su lengua contra él,
mientras mete dos dedos dentro de mí, empujando suavemente.

—Santo infierno. ¡Joder!

Lo siento reír contra mí, y estoy completamente perdida con las sensaciones
entre mis piernas. Una fina capa de sudor cubre mi piel y convulsiono
cuando el orgasmo me alcanza, dejándome destruida.

Nate me voltea, y tira mis caderas hacia atrás, levantando mi trasero en el


aire. Palmea mi trasero, mientras empuja su pene grueso y duro dentro de
mí, y grito con el choque.

¡Me palmeó! Espero que haga eso de nuevo.

Mantiene el control apretado sobre mis caderas, mientras golpea dentro de


mí, duro, más y una vez más.

—Dios, amo lo apretada que eres —gruñe y continua su ritmo fuerte y


agresivo. Está tan profundo dentro de mí, y su piercing está empujando
contra ese punto más sensible, y sé que un nuevo orgasmo me va a
consumir.

—Oh, bebé. —Siento mis músculos contrayéndose alrededor de él. Levanta


mi tronco, sus manos sobres mis senos, y entierras el rostro en mi cuello,
besándome.

—Cabálgame, bebé.
Me muevo hacia arriba y hacia abajo, mis caderas acompañando sus
movimientos. Me froto contra él, cuando estoy abrumada con mi clímax
intenso, y grita, convulsionando, cuando encuentra su propia liberación.

—¿Te lastimé? —Se retira y se acuesta de mi lado, sus brazos sujetándome


fuerte, empujado mi cabello del rostro.

—No, ¿por qué? —Los dos estamos todavía agitados.

—Te golpee. —Sus ojos grises están abiertos y arrepentidos, y si no lo


amara antes, me estaría enamorando en este momento.

—Me diste una palmada, cariño. Hay una diferencia.

—Lo siento, estaba preso en el momento. Sé que soy fuerte. Podía haberte
lastimado.

—Oye. —Tomo su rostro en mis manos y lo beso, calmándolo—. No me


lastimaste. Fue muy delicioso.

—¿Sí?

—Oh sí. Puedes palmearme en cualquier momento, es excitante.

—¿De verdad?

—Sí, por favor. —Muerdo mis labios y le sonrío, amando la manera como
él está corriendo sus manos hacia arriba y hacia abajo en mi espalda.

Me da un beso en la frente y respira profundo.

—Te quiero, Julianne.


Capítulo 19
Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

—¿Le compraste zapatos Christian Louboutin a Olivia? —pregunta Natalie


incrédula. Es viernes en la noche, y Nate y yo estamos en la casa de Luke y
Natalie para la cena. Tuvimos una semana muy ocupada en el trabajo, y no
pudimos visitarlos en el hospital, entonces Luke me llamó y nos invitó para
cenar esta noche.

Nate y Luke están en la cocina, preparando algo que huele deliciosamente


bien, y Natalie y yo estamos sentadas en el sofá con el bebé, viendo
nuestros hombres.

—Sí. —Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa, pero no puedo
mantener la enorme sonrisa en mi rostro, cuando miro hacia los pequeños
zapatos rojos con estampado de leopardo.

—Les van a quedar bien en pocos meses.

—Sí, como por una semana. Jules, estos zapatos son muy caros para que los
use por poco tiempo.

—Pero no puedes dejar de mirarlos, ¿verdad? Natalie, ella te tiene como


madre y a mí como tía, no tiene escapatoria, la bebé va a amar los zapatos.

—Dios me ayude —oigo murmurar a Luke en la cocina y río.

—Solo no luches contra eso, hombre —le murmura Nate de vuelta y estoy
distraída, con estos dos hombres increíblemente sexy, moviéndose sin
esfuerzo por la cocina.

—Hombres cocinando es tan excitante —susurro hacia Natalie y sonríe.


—Lo sé.

—Bien, me toca con el bebé. —Natalie me pasa a Olivia y abrazo su


cuerpecito, besando la cabeza de cabello oscuros—. Hola, pequeño pedacito
de amor. ¿Me extrañaste? —Beso su rostro y corro mis dedos por su cabello
fino y suave.

—Ya la estás consintiendo demasiado —murmura Natalie y me mira con


sus felices ojos verdes. Ella está fantástica, principalmente para quién tuvo
un bebé esa semana. Su cabello oscuro está sujeto en un moño suelto, y está
en jeans y una camiseta. No necesita más de sus ropas de embarazada.
Tengo que reconocer la eficacia del yoga.

—Nunca. Las chicas tenemos que estar unidas, ¿no es así, Livie? Oh mía,
eres tan hermosa.

Ésta bebé es hermosa. No podía ser de otra forma, Natalie es un espectáculo


de mirar, y Luke es una estrella de cine absolutamente sexy, de modo que el
conjunto genes en esta sala es fantástico.

—¿Puedo caminar con ella?

—Sí.

Camino con ella por la sala, vagando cerca de las ventanas, balanceándome
levemente hacia adelante y hacia tras, con esta dulce y amorosa bebé en mis
brazos.

—Eres maravillosa —le susurro—. Eres inteligente, fuerte y única. Te voy a


decir esto todos los días, para que no se te olvide nunca.

—La cena está lista —murmura Nate detrás de mí. Por el tono de su voz, sé
que me escuchó, pero no dice nada, me sonríe y mira al bebé, su rostro
suavizándose un poco.

—Tómala. —Le coloco al bebé en sus brazos y beso su cabecita.

—Joder, es tan pequeña.


—No digas malas palabras delante del bebé —advierto.

Nate ríe y camina hasta la mesa de la cocina.

—Cierto. Me acordare de eso, boca sucia.

Natalie toma al bebé y la coloca en una pequeña cuna al lado de la mesa.

—Entonces, ¿tienen planes para este fin de semana? —pregunta Natalie.

—No —respondo al mismo tiempo que Nate dice:

—Sí.

—¿Tenemos? —Lo miro con sorpresa, y sonríe satisfecho.

—Tenemos.

—¿Y cuáles son? —pregunto mientras Natalie me pasa el salmón. Mmm…


salmón escalfado con ajo, cilantro, salsa de crema agria, pequeñas batatas
rojas asadas y ensalada verde.

Nuestros hombres saben cocinar.

—Es una sorpresa —responde Nate y me da un pedazo de salmón de su


plato.

—No me gustan las sorpresas.

—Sí, te gusta.

Bien, me encantan.

Natalie ríe, y la miro.

—¿De qué te estás riendo?

—De ti.
—¿Por qué?

—Es divertido verte así. —Toma un sorbo de vino y me guiña, y no puedo


dejar de sonreír de vuelta. Sé lo que quiere decir. Nunca me vio con un
hombre de esa manera.

—Entonces, Luke —Nate cambia de tema tranquilamente—. ¿Cuándo sale


la nueva película con Hugh Jackman?

—En dos semanas —responde Luke y sonríe—. Va a ser una excelente


película. Mucha acción.

—¡Noche de cine! —Salto en mi asiento animada. Siempre vamos a la


noche de estreno, cuando salen las películas de Luke. No es más un actor,
pero todavía trabaja en la industria como productor, garantizando apoyo a
los estudios y seleccionado actores y directores. Y es increíble en este
trabajo.

—No sé si vamos a poder esta vez —dice Luke incierto, y mira a Olivia
durmiendo profundamente en su lugar.

—Ah, ella va a estar bien. Vamos a llevarla con nosotros. Va a dormir toda
la película —digo y Natalie asiente.

—Es un bebé que duerme bien, entonces, va estar tranquila. —Natalie


asiente conmigo—. O, podemos dejarla con tu madre, que seguro estará
feliz en quedarse con ella por unas horas. Después decidimos que es lo
mejor para ella.

—Bien, entonces tendremos nuestra noche de cine. —Luke sonríe como un


niño.

Miro a Nate, y froto su muslo con mi mano, debajo de la mesa.

—¿Está bien para ti?

—Es una cita.


—Bien. Ahora. —Miro a Luke, y le sonrío dulcemente, la que uso cuando
quiero algo—. ¿Cuándo vas a hacer una película para mujeres?

—Uh, eso no es realmente mi estilo, Jules.

—Quiero ver una película para chicas. —Hago pucheros—. Algo con Zac
Efron. ¿Lo has visto últimamente? —Miro a Nate y él me está mirando mal
—. ¿Cuál es el problema de preguntar? —Miro a Natalie—. ¿Lo has visto
últimamente?

—Él estaba hermoso en The Lucky One[8] —suspira y asiente. Vimos esa
película juntas en mi casa, el mes pasado.

—Queremos a Zac Efron. —Vuelvo hacia Luke y sonrío.

—Serás castigada cuando lleguemos a la casa —susurra Nate con la cabeza


baja en dirección a su plato, y mis muslos se aprietan.

Santa mierda.

Natalie estrecha los ojos hacia Nate, pero le niego con la cabeza,
silenciosamente diciéndole que realmente está todo bien.

—No te gustan esas mierdas románticas —observa Luke y me frunce el


ceño.

—No me gusta ver a mi mejor amigo haciendo toda esa mierda romántica.
Es asqueroso. —Señalo alrededor de la sala con las manos—. No es solo la
película. Me gusta ver a Zac Efron, Channing Tatum, y una serie de otros
actores calientes en esas, como dices, mierdas románticas. Tengo una
vagina.

—Estoy caliente —comenta Luke ganando una mirada afilada de Nate—.


Aunque, no de primera mano —añade rápidamente.

—Entonces —continúo—. Si pudieras trabajar en eso, te lo agradecería.

—Voy a ver lo que puedo hacer. —Luke sonríe y bebe su vino, y Natalie me
guiña. Olivia hace un ruido estridente y automáticamente me inclino para
llevar de vuelta su chupete en su pequeña boca.

—Está todo bien, muñeca.

Natalie me sonríe y la miro.

—¿Qué pasa?

—Ningún bebé, ¿eh? —murmura ella y los tres me miran, los ojos de Nate
están oscuros.

—No seas perra, Nat.

—Solo estoy diciendo.

*****

Nate y yo nos fuimos de la casa de Luke y Nate directo al trabajo, entonces


seguimos en autos separados. Me está guiando hasta su casa. Le dije que
nos deberíamos quedar en mi casa, porque es más cerca, pero él insistió en
volver a su casa, entonces nos detuvimos en mi casa, para que pudiera
tomar algunas ropas limpias e irnos hasta la suya.

Me estaciono en el lugar habitual en el garaje, y espero por él. Toma mi


maleta de mi mano y tomo su mano libre, entrelazando nuestros dedos,
mientras caminamos hacia el ascensor.

—¿Te divertiste? —pregunta.

—Sí. Siempre me divierto con ellos. ¿Y tú? —Cuando las puertas del
ascensor se cierran, me toma en sus brazos, y sujeta mi rostro en sus manos,
llevando sus labios hasta los míos.

—Siempre me divierto también, pero estoy muy feliz de tenerte solo para
mí.

—¿De verdad? ¿Y qué quieres hacer conmigo? —pregunto contra sus


labios.
—Voy a tomar un baño contigo, y entonces te voy a amarrar en mi cama y
follarte.

Santa mierda.

—¿Me vas a amarrar? —susurro mirando sus brillantes ojos grises,


sujetando sus brazos con mis manos. Él está sin la chaqueta, y su camisa
blanca está desabotonada hasta la parte superior de su pecho, y las mangas
están enrolladas hasta los codos. Él es tan sexy.

—Sí. —Muerde la esquina de mis labios, enviando escalofríos hasta mi


ingle y suelto un gemido—. Voy a amarrarte y tocarte en todos los lugares.
Besarte en todas partes—. Tú. —Beso—. Eres. —Beso—. Mía.

Respiro fuerte, temblado y suelto su cabello del elástico, pasando mis


dedos.

—Me encanta cuando hablas así conmigo.

—¿Te gusta? —pregunta cuando las puertas del ascensor se abren y me


lleva hacia afuera, por el pasillo y hasta su apartamento.

—Sabes que me gusta.

—Sé que estás sexy para follarte y no puedo tener lo suficiente de ti. Sé que
amo como eres de inteligente y sé que nunca voy a imaginarme lo que va a
salir de esa boca jodidamente deliciosa. —Cierra y tranca la puerta
delantera y deja mi maleta en el suelo, empujándome por la sala hasta el
cuarto.

Desabotono su camisa mientras camino, y la empujo fuera de sus hombros,


dejándola caer en el pasillo. Afloja mi falda y ella sigue el mismo camino.
Cuando cruzamos la puerta del cuarto, estamos desnudos, dejando un rastro
de ropa por el camino.

—Recógete el cabello —murmura contra mis labios y se aleja para abrir el


agua. Tomo un elástico en la gaveta y agarro mi cabello, para que no se
moje. Nate sale del baño, toma mi mano y me tira de vuelta con él.
Derrama mi gel de baño en sus manos, las frota para enjabonarlas, y
empieza a lavarme, primero por mi frente, mis senos, estómago, entre mis
piernas, pero rápidamente, entonces, mis axilas. Llevo mis manos hasta sus
caderas y miro su hermoso rostro, mientras sus ojos acompañan sus manos
pasando a través de mi cuerpo desnudo.

—Esto es bueno —murmuro.

—Mmm. —Asiente—. Voltéate, por favor.

Obedezco y lo escucho derramar más gel en sus manos, entonces está


frotando mi espalda, mis hombros y cuello, masajeándome.

—Oh, Dios, amor, eso es tan bueno.

Ríe detrás de mí.

—Estás un poco tensa, cariño.

—Tengo un trabajo estresante. Mi jefe es un tirano.

Le da una palmada a mi trasero con la mano enjabonada y grito de sorpresa


y, entonces, suelto un risita.

—Bien, él es un tirano sexy.

Nate comienza a masajear mi columna y apoyo mis manos en la pared de


azulejo. Dios, él es bueno con las manos.

Llega hasta mi trasero, y masajea mis nalgas, entonces, coloca una mano en
mi centro.

—Joder cariño, ya estás lista para mí.

—Déjame lavarte. —Deja caer su mano y me volteo, el agua lavando


el jabón de mi cuerpo, le devuelvo el masaje, trabajando primero en su
espalda. Cuando se voltea, hago espuma con el jabón y voy hasta su pecho
musculoso y su abdomen definido, después sigo hasta su lado izquierdo,
siguiendo su tatuaje, sobre su cadera y termino en su muslo. El tatuaje de su
brazo derecho también recibe atención especial, y sigo su rastro, sobre su
hombro y en el pecho, alrededor de su tetilla. Bajo y voy hasta su pene,
amando como queda en mis manos resbaladizas, y las muevo hacia arriba y
hacia abajo, observando las sensuales bolas de plata en la punta, mientras
crece todavía más en mi mano.

—Basta —su voz es baja e irregular. Rápidamente limpia el jabón que


estaba en su piel con el agua caliente, la apaga, y me lleva fuera de la
ducha, para secarnos. Está tan enfocado en mí esta noche, lavándome,
secándome, como si no pudiera parar de tocarme.

¡Por favor, nunca pares de tocarme!

—Vamos. —Toma mi mano, tira del cinturón de terciopelo blanco colgado


detrás de la puerta del baño, y me lleva hasta la cama. La cabecera blanca
tiene vetas, y sé que está a punto de amarrarme.

—Nunca antes fui amarrada—susurro.

—Mírame. —Levanta mi barbilla, para que pueda mirar profundamente mis


ojos—. Esto es nuevo para mí también, bebé. Vamos a intentarlo. Si no te
gusta, solo dime, y te desamarro. Te lo prometo, no te voy a lastimar.

—Nunca me lastimarías. —Estoy en la punta de mis pies, para poder


besarlo suavemente—. ¿Dónde me coloco?
Capítulo 20
Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

Nate envuelve sus brazos alrededor de mis hombros y me atrae con fuerza
contra él, nuestra carne desnuda presionada junta, y me besa suavemente.
Sus labios son suaves, solo tocando levemente los míos, y entonces
profundiza más el beso, provocando mi lengua con la suya. Envuelvo mis
brazos alrededor de su cintura y lo sujeto fuerte, disfrutando de su calor, y
excitada con su erección empujando duro contra mi estómago.

Me encanta saber que tengo el poder de dejarlo así.

Sus manos se deslizan desde mi espalda hasta mi trasero, y me levanta sin


esfuerzo en su pecho. Envuelvo mis piernas alrededor de él, mientras me
carga hasta la cama, un brazo alrededor de mi trasero, y con otra mano y sus
rodillas, sube hasta la cama.

—Me encanta lo fuerte que estás —susurro contra su boca.

—¿Por qué te sujeto con solo una mano?

—Hmmm —asiento.

—Es fácil cargarte con solo una mano, eres tan pequeña —murmura.

Me deja en las sábanas limpias y entrelaza mis manos juntas, levantándolas


sobre mi cabeza. Abro los ojos para encontrarlo mirándome, sus ojos grises
quemando los míos, su glorioso cabello oscuro cayendo alrededor de su
rostro.

—¿Estás bien? —pregunta.


Asiento y me sonríe, dándome un beso en mis labios, y sujetando mis
manos erguidas con la suya, mientras toma la cinta con la otra mano.

—Recuerda, si no te gusta esto, solo dime que pare.

—¿No necesitamos una palabra de seguridad? —pregunto sarcásticamente.

—No, cariño, no esta noche.

Oh. ¿Eso significa que tendremos en el futuro?

Antes de que pueda hacer la pregunta, Nate amarra una de las extremidades
de la cinta alrededor de mi muñeca, lo suficiente apretado para que no
pueda tirar mi mano, pero lo suficiente flojo para que me pueda mover. Tira
la cinta por la madera de la cabecera de la cama y amarra mi otra muñeca
de la misma manera, garantizando que no pueda tirar mis manos hacia
abajo, pasándolas por encima de mi cabeza.

—Dios, eres tan hermosa —murmura y se sienta en los talones entre mis
piernas. Me siento completamente expuesta, y un poco vulnerable. Esto es
todo nuevo para mí, y no estoy segura sobre el hecho de no ser capaz de
mover mis manos, pero la mirada caliente en los ojos de Nate me mantiene
donde estoy.

Acaricia mi brazo, sujeta mi rostro en la palma de la mano y frota el pulgar


en todo mi labio inferior. Muerdo la punta del pulgar, y sus ojos se abren de
par en par y se oscurecen con la lujuria.

—¿Lo quieres rudo, bebé? —pregunta.

—Pensé que era eso lo que estábamos haciendo —respondo con una
sonrisa.

—Oh, lo conseguiremos. Primero, voy a jugar un poco contigo. Quiero


tocar cada centímetro de ti, bebé.

Se inclina, una mano en cada lado de mi cuerpo, sin tocarme con su pecho,
tomando impulso para chupar mis pezones. Sus hombros y brazos se
flexionan con el movimiento, y miro fascinada su increíble cuerpo. Se
mantiene ahí, sin esfuerzo, besando y chupando mis senos, haciéndome
erguir fuera de la cama, intentando llegar más cerca de su pecho, pero él se
aleja y niega con la cabeza.

—No, cariño, yo voy a tocarte a ti.

—Quiero tocarte también —susurro.

—Ahora no.

—¿Nada, en lo absoluto? —oigo los pucheros en mi voz, pero no me


importa.

—No hasta que tenga me haya hartado de ti, así que quédate ahí.

Dios, me encanta cuando él tiene el control. No tenía idea que esto podría
ser tan sexy. Honestamente, no creo que nadie más pudiera hacerlo sexy.
Solo él.

Él arrastra esa increíble boca y la lengua sobre mi estómago, mi ombligo, y


suelta dulces besos húmedos, hacia arriba y hacia abajo en mis costillas,
haciéndome contraer. Sus manos están en mis caderas, sujetándome en el
lugar, mientras besa cada vez más hacia abajo. Pone dos besos castos en mi
pubis, entonces, presiona mis muslos todavía mis abiertos, y estoy
esperando a que comience a lamer mi coño, pero no lo hace. Sus labios
muerden levemente el ápice de mis muslos, fuera del alcance de mi centro,
dejándome todavía más caliente. Dios, quiero su boca en mí.

—Nate —me lamento.

—Sí, cariño —susurra.

—Necesito de ti.

—Me tienes, cariño. —Sus manos están masajeando mis muslos, sus labios
están haciendo cosas increíbles en el interior de mi pierna derecha, por
arriba de mi rodilla —¡Joder, es un punto sensible que no conocía!— y
hacia abajo en mi pie. Se sienta sobre los talones y dobla la rodilla de mi
pierna, jalando mi pie hasta sus labios. Besa la almohadilla de cada dedo del
pie, de mi arco y talón, y entonces comienza todo el proceso nuevamente,
empezando con el pie, en mi otra pierna, mordiendo y besando y
masajeando su camino de vuelta hasta el ápice de mis muslos, colocando
besos húmedos alrededor de mi centro, dejándome loca.

Mi cuerpo está en llamas. Soy solo sensaciones. Electricidad atraviesa cada


terminación nerviosa, y nunca me sentí tan… viva.

—Bebé, te necesito dentro de mí —imploro y siento su sonrisa contra mi


cadera, mientras trabaja todo su camino de vuelta, hasta mi pecho.

—Todavía no, amor.

—Por favor —imploro sin dudarlo. Lo necesito.

Necesito. De. Él.

—No, cariño, todavía no terminé. —Me voltea cruzando la tela por encima
de mi cabeza, sujetando mis piernas, para sujetarme en el lugar. Estoy
completamente a su merced.

Sí, amo lo fuerte que es. Amo que me pueda mover para donde quiera. Es
muy excitante.

Acaricia los mechones de mi cabello, que escaparon del moño en mi cuello,


mi espina dorsal, hasta palmear mi trasero.

—Tu espalda es increíble, Julianne. Me encanta lo fuerte que eres, y me


encanta ver tus músculos flexionados con los brazos sobre la cabeza como
ahora. —Sus manos se están deslizando hacia arriba y hacia abajo en mi
espalda, y en los lados de mi espina, y gimo de placer.

—Dios, eres tan bueno con las manos —mi voz es ronca y mi piel está
hormigueando debajo de sus manos profesionales.

—Me encanta tu firme trasero. —Besa cada nalga, mordiendo y chupando


mientras levanto mi trasero en el aire. Agarra mis caderas más firmemente
con sus fuertes manos y me mantiene firme—. Calma. Todavía no —su voz
es áspera e inmediatamente obedezco.
Por Dios.

Como hizo antes, pellizca y besa hacia abajo cada pierna, dándole especial
atención a la parte de atrás de mis rodillas, haciéndome gemir de placer.

Finalmente, está besando su camino de vuelta hacia arriba, y no puedo


esperar para saber lo que va a hacer a continuación.

De repente, con las piernas todavía ampliamente abiertas, acaricia mis


muslos, y abre mis nalgas, exponiendo mi ano y vagina, y presiona su rostro
allí, lamiendo mis pliegues, presionando su lengua profundamente dentro de
mí. Intento levantar mi trasero en el aire nuevamente, pero él me mantiene
firme en el lugar, sus manos sujetando fuerte mi trasero, su rostro plantado
belicosamente en mis pliegues, y llego duro y rápido, gritando su nombre.
Mis manos están agarrando la cinta, jalando en dirección a mi cabeza, pero
ellas sujetan mis brazos erguidos, y entierro mi rostro en la almohada.

Se detiene tan rápido como comenzó, y se desliza hacia arriba de mi cuerpo,


todavía abriendo mi trasero con las manos y sujetando mis caderas en el
lugar, y orienta su hermoso y gran pene grueso, dentro de mí.

—Ah, joder, Julianne, amo tu coño apretado. —Siento mis músculos


cerrarse con sus palabras sucias, y él comienza a moverse, dentro y fuera de
mí, empujando más duro en cada embestida de mis caderas, apoyándose en
mi trasero con los dedos cerrados con tanta fuerza que duele de una forma
deliciosa, no hay ninguna manera en el infierno que le pida parar.

Los empujes de Nate están llegando más y más rápido, y siento mi clímax
comenzar. Levanto las caderas, cerrando los puños y cada músculo de mi
cuerpo se flexiona, cuando lo escucho decir:

—Sí, cariño, córrete conmigo.

Sus palabras me empujan sobre el borde y exploto debajo de él, mientras él


también encuentra su liberación dentro de mí, gritando mi nombre, mientras
los dos nos contorneamos y estremecemos.
Cae sobre los codos a mi lado, saliendo de dentro de mí, finalmente
tocándome, su pecho contra mi trasero, y besa mi columna entre mis
hombros, antes de descansar su mejilla allí, recostando su cuerpo contra el
mío.

Después de que nuestra respiración se desacelera y nuestros cuerpos se


relajan, Nate se levanta sobre mí y desata mis muñecas, entonces me voltea
de frente hacia él, sacando el cabello de mi rostro, y me besa dulce y
suavemente.

—¿Estás bien? —pregunta apoyando su peso a mi lado y sujetándome en


sus brazos. Jala el edredón sobre nosotros.

—Hmm… —respondo.

—Necesito de un tipo de comunicación verbal, bebé. —Ríe—. Necesito


saber si estás bien.

—Estoy bien. —Abro los ojos y miro su rostro hermoso. Mi mano se


desliza en su brazo tatuado, voy hasta su hombro, y paso la punta de mis
dedos por su mejilla—. Más que bien —añado.

—No me dijiste que parara —murmura.

—Podría haberte matado si parabas.

—¿No te lastimé? —pregunta, sus ojos grises preocupados, buscando los


míos.

—Deja de preocuparte si me estás lastimando, As. No estoy hecha de


vidrio. No me lastimaste. —Lo beso suavemente, entonces, muerdo su labio
inferior, lamiéndolo con la punta de mi lengua—. Creo que tengo un nuevo
gusto, estar con mis manos amarradas. —Le sonrío tímidamente y ríe.

—Creo que me gusta amarrarte —responde con una encantadora sonrisa.

—¿Qué vamos hacer este fin de semana? —pregunto con un bostezo.

—Es una sorpresa.


—¿Me puedes dar una pista? —Joder, él acabó conmigo. No puedo ni
siquiera mantener mis ojos abiertos.

—No nos vamos a quedar aquí —responde y me arrima más firmemente


contra él.

—¿A dónde vamos? —susurro.

—Lo vas a descubrir mañana. Duerme, querida. —Besa mi frente y caigo


en un sueño reparador.

*****

—No necesitas traer toda esa mierda. —Nate y yo estamos de pie en su


cuarto, con mi maleta abierta sobre la cama.

—¿Me vas a decir para donde estamos yendo? —pregunto, mis manos en
las caderas.

—No.

—Entonces, necesito de toda esta mierda. —Lo miro, secretamente


encantada con su apariencia, y aprecio la vista. Recogió su cabello hacia
atrás, está usando una camiseta blanca debajo de un suéter negro y jeans
azul oscuro. Sus brazos están cruzados sobre el pecho, haciendo que sus
bíceps estén flexionados.

Yum.

—Julianne, vamos en la moto.

—Bien, dime a donde vamos y disminuyo la cantidad de cosas.

—No te voy a decir a dónde vamos.

—Entonces, ¿cómo voy a saber lo que necesito? Vámonos en auto,


entonces. Necesito de una ayuda, As.
Suspira, frota el rostro con las manos en desespero, y me mira, cuando ve
mi sonrisa.

—¿Por qué te estás riendo?

—Porque eres tan sexy cuando estás frustrado conmigo.

Nate ríe y niega.

—Está bien, trae toda esa mierda. Vamos a tomar el Mercedes.

—¿Ves? Eso no fue tan difícil. —Toco su mejilla jugando, mientras paso
por él hasta el baño para juntar mis productos de higiene personal.

—Espera, ¿todavía tienes más cosas por llevar?

—Sí —respondo por encima del hombro.

—Jesús —se queja y ríe.

—Bien. —Tiro todo en mi maleta y la cierro—. Estoy lista.

Nate toma su maleta, que es más pequeña y pesa mucho menos que la mía,
y después agarra la manija de mi maleta, llevando las dos con la mano,
mientras la otra mano toma la mía, mientras me lleva fuera del apartamento.

—Vamos.
Capítulo 21
Traducido por Sttefanye

Corregido por Kelly Frost

Nate entra con su brillante Mercedes SUV negro en el estacionamiento de


la academia de su padre, y detiene el auto.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto.

—Tengo que ir un segundo allí y hablar con mi padre. ¿Me puedes esperar
aquí?

—Bueno.

Se inclina y me besa rápidamente, entonces sale del auto, dejando el motor


encendido. Sigo su paso rápido, hasta entrar por la puerta delantera del
edificio, y me recuesto para esperar.

¿Para dónde me está llevando?

Por supuesto no vamos lejos, porque conducimos, y tenemos que trabajar el


lunes por la mañana. ¿Tal vez me está llevando a Portland para el fin de
semana? Eso es solo un viaje de tres horas. ¿O tal vez hasta la ciudad de
Leavenworth? ¿O hasta la Isla San Juan?

En cuanto termino de enviar el mensaje, Nate entra de nuevo en el auto.

—Bueno, ¿estás lista?

—Claro. ¿Todo bien? —pregunto.

—Sí, solo necesitaba verificar una cosa con mi padre por un minuto. —Me
sonríe, mientras arranca fuera del estacionamiento, y entra a la autopista.
—Bien, entonces, ¿me vas a decir para donde vamos? —Tomo su mano en
mi regazo y entrelazo nuestros dedos.

—A la playa.

—¿De verdad? —Siento la sonrisa expandirse por mi rostro—. ¡Me encanta


la playa!

—Genial. —Besa mi mano y la coloca nuevamente en mi regazo—. Tengo


una casa en la playa en una nueva ciudad bien pequeña, llamada Seabrook.
Es solo a media hora al norte de Ocean Shores.

—¿Eres el dueño de la casa? —pregunto.

—Sí, mi padre y yo. Él también la usa.

—Me gusta tu padre. —Realmente me gusta. Rich ha sido nada además que
dulce conmigo, desde la primera vez que Nate me llevó hasta su gimnasio.

—Le gustas también.

—¿Puedo hacer una pregunta? —Muerdo mi labio inferior, nerviosa con la


pregunta, y me mira, después al camino. El tráfico está bastante leve esta
mañana en la interestatal 5.

—Sí, cualquier cosa.

—¿Dónde está tu madre?

Nate da al intermitente y cambia de carril.

—Murió cuando yo tenía siete años.

—Lo siento —murmuro.

—No lo sientas. —Aprieta mi mano y me da una sonrisa tranquilizadora. —


Fue hace mucho tiempo. Tenía cáncer de mama. Hemos sido mi padre y yo
desde entonces.
—¿No se casó nuevamente?

—No. —Niega y frunce el ceño—. Sé que existen mujeres, pero nunca


desfiló con ellas alrededor de mí. Pensé que se casaría otra vez, después de
que crecí y me fui, pero él parece satisfecho con el gimnasio y enamorando
aquí y allá.

—¿Cuál era su nombre? —pregunto suavemente.

—Julie —responde Nate con suavidad y suspiro—. Mi padre la llamaba


Jules.

Me mira, los ojos brillantes.

—¿Es por eso que no me llamas Jules? —pregunto.

—En parte. —Se encoge de hombros y cambia de carril otra vez—. No


tengo una extraña fijación por su nombre o algo parecido, bebé. Me
distraigo y te llamo Jules algunas veces.

—Lo sé. —Eso me hace sonreír—. Pero me gusta que me llames Julianne.

—¿Te gusta? Pensé que lo odiabas.

—Odio cuando otras personas me llaman así, pero es diferente contigo.

—Honestamente, querida, creo que tu nombre es hermoso y combina


contigo. —Besa mis dedos nuevamente y me derrito.

Joder, a veces dice unas cosas realmente dulces.

—¿Te pones todo meloso por mí, As? —pregunto, tratando de aliviar el
humor.

—Nunca. Soy un hombre.

Sonrío y aprieto su mano.

—Eres mi hombre.
—Y solamente tuyo, bebé.

*****

—¡Esto es increíble! —Salgo del auto y estoy de frente hacia la bella casa
azul claro, de dos pisos, con muchas ventanas grandes y un balcón que
rodea toda la casa. Hay pinos altos alrededor, y puedo oír las olas
rompiendo en la playa del otro lado—. Estaba esperando una pequeña
cabaña en la playa. —Me vuelvo hacia Nate y sonrío mientras él toma
nuestros bolsos en la puerta del la maletero del Mercedes.

—Sé que es mayor de lo que yo, probablemente necesitaría, pero entró a la


venta el último año, y me lancé. Esta es una nueva comunidad, y el sector
inmobiliario es una buena inversión.

Lo sigo hasta la puerta delantera. Tiene hermosos muebles en el balcón, y la


puerta es de madera, con una pequeña ventana oval de vidrio esmerilado,
que tiene grabado una escena de la playa.

—También contrato una empresa de arrendamiento y eventualmente la


alquilo, y el dinero lo doy a donación para algunas organizaciones de
caridad.

Abre la puerta y entra delante de mí.

—Siéntete en tu casa.

—Guau. —El espacio es grande y abierto, y fue claramente decorado por


un profesional con un tema marino, pero de forma sutil, no molesta. Los
muebles u obras de arte son en tonos blancos, azul y gris. Hay una
magnifica chimenea de piedra en el centro de la sala, llena de troncos, y
esta lista para ser usada. La cocina y el comedor están en la parte de atrás de
la casa, frente a la increíble vista del océano. El día está nublado, pero no
demasiado, y el agua está de un azul — gris profundo, golpeando la orilla.
No puedo esperar para ir allí afuera.

—Vamos, me gustaría mostrarte rápidamente la casa.


—¿Qué hay contigo y estas cocinas sexys? —pregunto, apuntando hacia la
cocina realmente sexy. Tiene todos los gabinetes blancos, encimeras de
granito negro, y acero inoxidable, y en primera línea, electrodomésticos. El
espacio es grande, con una gran terraza. El comedor adyacente, tiene una
bella mesa negra, con capacidad para 10 personas.

—Necesito buenos espacios para cocinar. —Se encoge de hombros y le


sonrío—. Vamos a subir.

Hay tres cuartos de buen tamaño, con un baño en cada cuarto, en el desván
hay una mesa de billar, la suite principal me encantó inmediatamente.

—Oh, esto es espectacular. —Voy directo hasta las puertas francesas que
van hacia el balcón cubierto y salgo, respirando el aire salado y mirando
hacia el agua. Hay una vista de 180 grados—. Esta es mi parte favorita.

Nate camina detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo y


besa mi cuello.

—Esto fue lo que me hizo comprar la casa. Había un cristal para cerrar este
espacio, pero me gusta oír el agua y sentir la brisa.

—Oh, mejor que no lo hayas dejado cerrado. Es perfecto. —Sonríe contra


mi cuello y agarro sus brazos, abrazándolo fuerte—. Me encantó.

—Te amo —responde y levanta mi barbilla hacia arriba para encontrar mi


mirada—. Te amo —repite, con la voz y los ojos salvajes, y siento las
lágrimas bajar por las esquinas de mis ojos.

—También te amo.

Nate me besa, moviendo los labios suavemente sobre los míos, y mordiendo
las esquinas de mi boca. Finalmente se aleja y besa mi nariz y mi frente.

—Déjame mostrarte la suite principal, antes de hacer el amor contigo en


este balcón.

—¿Más tarde? —pregunto, mientras mi estómago se aprieta con el


pensamiento de hacer el amor con Nate en este increíble balcón.
—Vamos a ver lo que podemos hacer. —Sonríe y toma mi mano,
llevándome de vuelta hacia adentro. El cuarto es hermoso, con una cama
del tamaño king, con los mismos colores blanco, gris y azul que tiene toda
la casa.

El baño principal es simplemente deslumbrante.

—Oh, voy a vivir aquí —murmuro, sin notar la mirada sorprendida en el


rostro de Nate, mientras camino por el espacio—. Me encantó este baño.

La bañera está en un nicho de cristal, con la misma visión del balcón.

—Amo la forma en cómo hicieron esta hermosa vista parte de la decoración


de la casa —digo y me volteo, para encontrar a Nate recostado en la pared,
mirándome—. ¿Qué pasa? —pregunto.

—¿Qué dijiste cuando entraste aquí? —Su rostro es serio, y los brazos están
cruzados.

—Hum, ¿qué amo este baño? —Estoy completamente confundida.

—Antes de eso.

—No sé. —Niego y frunzo el ceño, y entonces recuerdo, y mis mejillas se


encienden—. Oh.

—¿Qué dijiste? —pregunta nuevamente.

—Dije que me voy a mudar para acá. —Sonrío tímidamente, entonces me


estremezco—. Es solo una reacción femenina instintiva a este baño, Nate.

Niega y mira hacia abajo, apretando los ojos cerrados. ¿Cuál es el


problema?

—Oye, discúlpame si dije algo malo. —Voy hasta él y tomo su rostro en


mis manos.

—No dijiste nada malo. —Traga en seco, y envuelve sus brazos alrededor
de mí, atrayéndome contra él, mientras se recuesta en la pared.
—¿Qué pasa?

—Vive conmigo.

—¿Aquí? —Mi voz es estridente con el choque, y sé que mis ojos están
amplios.

—No, en el apartamento. En casa.

—Nate… —Miro hacia abajo a su pecho, intentando organizar mis


pensamientos. Mi estómago de repente se tuerce, y no puedo respirar.

Es demasiado pronto.

—Mírame —susurra y obedezco.

—Es muy rápido, ¿no crees?

—Me importa una mierda.

—Vamos a aprovechar el fin de semana, y hablar sobre eso cuando


volvamos. —Necesito tiempo para procesar esto, pero sé que dije la cosa
incorrecta, cuando su rostro se ensombrece y sus ojos se vuelven helados.

—Discúlpame, no debería haber dicho eso. —Empieza a alejarme de sus


brazos, pero lo sujeto firme.

—Detén eso —mi voz es dura, sorprendiéndonos—. No dije que no, Nate.
Dije, vamos a hablar un poco más sobre esto. Quiero estar contigo.
Apreciemos esta hermosa casa y relajémonos, solo nosotros, con más nada
de qué preocuparnos, por las próximas treinta y seis horas.

Su rostro se relaja en una sonrisa y me abraza, sujetando mi barbilla.

—Relájate cariño, ya hablaremos sobre eso.

Solo sonrío y lo agarro firmemente.

—Vamos a hacer una carrera hasta la playa.


—¿Una carrera? —pregunta Nate, mientras salgo de sus brazos y camino
hacia el cuarto, para abrir mi maleta.

—Es que no he entrenado mucho esta semana. —Sé que Nate va al


gimnasio todas las mañanas, antes de ir a la oficina—. Necesito una carrera.

—Está bien.

Agarramos nuestras ropas de gimnasio, tenis, y abrigos con capucha, y


después nos cambiamos, bajamos por las escalares hasta el balcón de la
parte trasera.

—Guau. —El balcón, que realmente circula toda la casa, es más ancho en la
parte trasera, llevando directamente hasta la arena de abajo. Hay un área
gourmet al aire libre, y muebles tapizados en el espacio cubierto. La
barandilla está hecha de troncos gruesos y bien rústicos, y hay una larga
escalera que lleva hasta la playa.

En la mitad del camino que baja hasta la playa, las escaleras dan acceso a
un gran mirador, con muebles más lujosos y una chimenea. Sería un gran
lugar para sentarse en la noche, con una copa de vino, asando algunos
malvaviscos y viendo la puesta de sol.

Nate me lleva todo el camino hasta la arena.

—Bueno, la subida de regreso será también un entrenamiento infernal —


observo secamente.

Se ríe de mí.

—¿Por qué crees que coloqué el mirador en la mitad del camino? No


necesito a nadie teniendo un ataque cardíaco en mi propiedad.

Bajamos hacia la playa, donde la arena es firme, y silenciosamente


comenzamos a correr, manteniendo el mismo ritmo constante, escuchando
el agua, los pájaros, y nuestros pies, mientras rítmicamente golpean la
arena.
Nos desviamos de la madera, pasamos por varias conchas, y hasta incluso
encontramos el cadáver de un león marino, probablemente traído a la orilla
por la marea.

—Si quieres correr delante de mí, está bien —digo, rompiendo el silencio
—. Sé que tu piernas son más largas que las mías.

—Estoy bien.

Lo miro, y él agarra mi codo, tirando de mí hacia la derecha.

—Cuidado.

Me guía alrededor de un tronco deteriorado por el mar.

—Gracias.

Después de alrededor de veinte minutos, decidimos volver. Hicimos un


largo camino hasta llegar a la playa, lo que significa que tenemos que hacer
este mismo camino de regreso.

Desacelero en una caminata ligera, cuando paso el león marino muerto.

—¿Julianne? —Nate está sin aliento.

—Estoy bien, es hora de caminar. —También estoy sin aliento, mientras


caminamos de regreso a la casa.

—Me encanta estar aquí. —Los ojos de Nate están fijos en las olas que
rompen delante de nosotros—. Parece que cuando estoy aquí, nada más
importa.

Me encanta la playa, y sé exactamente lo que quiere decir.

—Estar en la playa me hace concentrar en mí misma. Me olvido de mis


preocupaciones. —Frunzo el ceño, cuando miro hacia el agua, tratando de
articular mis pensamientos—. Creo que es mi lugar feliz.

—Tú eres mi lugar feliz, bebé.


Mi cabeza vibra por encontrar su mirada tan rápido, por la forma suave con
la que dijo esas palabras. Él solo sonríe y toma mi mano en la suya,
mientras continuamos a lo largo de la orilla.

—Vamos, vamos a preparar nuestro almuerzo.


Capítulo 22
Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost

—Eso está bien.

Nate está pasando los dedos por mi cabello. Estamos descansando en el sofá
de felpa verde en la sala de estar. Él encendió fuego en la chimenea de
piedra, y esta cálido y confortable. Después de nuestra carrera en la playa,
tomé un baño mientras él preparaba el almuerzo, luego se reunió conmigo.

—¿Cómo es que abasteces tu cocina? —pregunto y cierro mis ojos, amando


el modo en cómo sus dedos acarician mi cabello.

—Hice algunas llamadas —murmura.

—Debe ser bueno tener tantos ayudantes.

Él ríe y juguetonamente tira de mi cabello.

—No tengo ayudantes. Tengo millones.

Oigo la diversión en su voz, pero mantengo mis ojos cerrados. No quiero


saber cuánto dinero tiene. Sé que es excelente en su trabajo, y es claramente
rico.

—Nada que sea de mi interés—murmuro.

—No vas a dormir encima de mí.

—Te gusta cuando duermo contigo —Hmm…él todavía está jugando con
mi cabello, y el fuego deja la sala calentita—. No recuerdo la última vez
que estuve tan relajada. Tenemos que venir aquí muchas veces.
—Podemos venir aquí cuantas veces quieras, bebé.

Nate encendió la radio por satélite, mientras está preparando el almuerzo, la


música está fluyendo por toda la casa a través del sistema de sonido. I will
not give up de Jason Mraz[9] está sonando, haciéndome sonreír.

—Amo esa música.

—¿La amas? —Lo siento sacar el control remoto y aumentar el volumen.

Abro los ojos y miro a su rostro. ¿Cómo es que tengo tanta suerte?

—Me consientes demasiado, lo sabes.

—Espero que sí. Ese es el objetivo. —Frota el pulgar por mi mejilla.

—No es necesario. Estoy feliz solo con estar contigo.

—Este soy yo, bebé.

Me siento y tomo su rostro en mis manos. Su cabello todavía estaba atado,


y mis dedos están picando por pasar por ellos.

—¿Puedo dejar tu cabello suelto? —pregunto. Sus ojos brillan.

—Puedes hacer lo que quieras.

Saco el elástico fuera de su cabello y paso mis dedos por las hebras gruesas,
pero suaves.

—Nunca lo cortes.

—Está bien —Sus brazos están alrededor de mí, y sus ojos están viajando
por mi rostro, observándome pacientemente, mientras toco su cabello, su
rostro, sus hombros.

—Eres tan hermoso —susurro.


Nate se inclina y coloca sus labios sobre los míos, solo descansando allí,
respirando. Nunca supe como un leve toque podría ser tan íntimo.
Finalmente, me besa suavemente y se aleja hacia atrás.

—Tengo algo para ti —susurra y sonrío.

—Ya era hora, As. —Rápidamente muevo mis piernas, y me siento sobre él,
mi ingle contra su centro—. Esta mañana, parece que fueran días.

Nata ríe para mí, mientras sostiene mi trasero con sus manos y me tira más
cerca.

—Bien, no era exactamente eso de lo que estaba hablando, pero amo la


manera en que piensas, bebé.

—Oh —beso su mejilla y muerdo a lo largo de su oreja—. ¿Qué tienes para


mí? —susurro.

—Pensándolo bien… —Envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo y


antes que me dé cuenta, estoy acostada en el medio del sofá, debajo de él—.
Esta es una excelente idea.

—Siempre tengo buenas ideas, ¿no? —pregunto con una sonrisa petulante y
él sonríe alegremente hacia mí, sus ojos grises brillando de felicidad.

—Oh, bebé, las tienes. —Pasa los dientes a lo largo de mi barbilla, con las
manos en mi cabello, sosteniéndome y me devora con un beso que me deja
tonta. Mis manos se deslizan por abajo a la cintura de sus pantalones y sus
bóxer, y tomo su pene, apretándolo suavemente en mis manos.

—Nate —murmuro contra sus labios.

—Sí, linda.

—Dentro. —Besos.— De. —Besos. —Mi —Besos. —¡Ahora!

Él se aleja para atrás para mirarme, sus ojos ardientes, combinándose con
los míos, y agarro sus pantalones. Mis dedos están agitados, y necesito de
algún tanteo, hasta que finalmente conseguir bajar su cremallera, y empujar
sus pantalones y bóxer lo suficiente, para sostener su pene, ya duro, y pasar
mi pulgar sobre la punta, y atrás sobre su longitud.

—Mierda —gruñe. Él arranca las calzas que me puse después de bañarme


rompiéndolos por la entrepierna, en lugar de que tomarse el tiempo de
bajarlos, él mete dos dedos dentro de mi—. Dios, cariño, estás tan mojada.

—Ahora. Eso es lo que necesito de ti ahora.

—Esto va ser rápido Jules.

—Sí, rápido —Guío su erección a través de la abertura de mis labios, y él se


desliza rápidamente, todo el camino hasta el final. Esta tan profundo, tan
grande, y sé que eso no va a durar mucho tiempo, para cualquiera de los
dos.

Jesús, dos minutos atrás ¡estaba a punto de quedarme dormida en su


regazo!

—Tan bonita. —Sus caderas se están moviendo rápidamente, golpeando en


mí duramente, y él pone mi pierna sobre sus hombros, entrando todavía más
profundamente.

—Mierda, cariño. —Me sostengo en sus brazos con fuerza, mientras


empuja en mí rápido y duro, y oh tan profundo. Sus manos agarran mi
cabello y descansa su frente contra la mía, cuando siento mi orgasmo
aproximarse.

—Conmigo —susurra, y me lleva hasta el borde, y disfruto junto a él.

—Guau —susurro y beso su nariz.

—Dios, Julianne, nunca voy a dejar de quererte. —Se sale de mí e invierte


nuestra posición, ahora estoy acostada encima de él, mi cabeza en su pecho.

Sus pantalones todavía están abajo, y los míos son en un desastre


rasgado, pero ninguna de esas cosas nos preocupa.
—Siento lo mismo, As. Eres tan hermoso, por dentro y por fuera. —Coloco
mi mano sobre su corazón y sonrío suavemente—. Hablando de eso,
gracias.

—No necesitas agradecerme por eso, bebé. Es un placer.

Suelto una carcajada y sostengo mi cuerpo con mis manos para mirarlo a su
rostro.

—No por eso, tonto. Gracias por este fin de semana. Necesitábamos de un
momento así.

Él mete mi cabello detrás de la oreja y suspira.

—Sí, lo necesitábamos.

Bostezo y resuelvo acostarme de nuevo en su pecho, escuchando sus


constantes latidos cardíacos y disfrutando el rítmico vaivén de cada
respiración que toma.

—Vamos a dormir —susurra y besa mi cabello.

*****

Me despierto sola. Madera nueva fue puesta en el fuego, siento un olor


delicioso que viene de la cocina, y la radio todavía está encendida. No
reconozco la música que está sonando.

Me siento, estirando mi cuerpo. No hay señal de Nate, entonces me levanto


y corro hasta el piso de arriba, para quitarme mis calzas arruinadas y
ponerme unos jeans. Saco mi Iphone y lo enciendo, mientras desciendo por
la escalera.

Hmm… ¿Para donde fue Nate?

Me siento en el sofá y froto las manos sobre mi rostro, intentando


despertarme. Estas siestas siempre me dejan groggy.
Mi teléfono comienza a sonar en la almohada a mi lado. No reconozco el
número.

—¿Hola?

—¿Jules? —pregunta una mujer.

—Sí.

—Hola, soy Marie Desmond de la revista Playboy. Siento incomodarla un


sábado.

—No hay problema, ¿Qué pasa? —Frunzo el ceño y camino por la sala,
mientras hablo. ¿Qué podrían querer ellos?

—Bien, estoy llamando porque estamos dispuestos a hacer una sesión de


cumpleaños para la edición de Julio, y estamos trayendo de vuelta a las
chicas más populares. ¿Tiene fotos recientes de usted?

—Sí, tengo algunas fotos recientes, Marie, pero ninguna desnuda.

¡Mierda!

—Está bien, me encantaría que enviaras por email algunas para mí.

—No estoy segura si estoy interesada en posar para esta edición de


cumpleaños. —Paro de caminar al frente de la ventana, y observo el mar
golpear la arena.

—Bien, ellos están pagando 50 mil dólares, Jules.

—¿Cincuenta mil dólares? Mierda, Marie, eso es el doble de lo que recibí


para ser la pagina central del mes. ¿Por qué tanto?

—Fuimos autorizados a ofrecer eso para las chicas veteranas, para esta
edición especial.

—No lo sé, Marie. Esa parte de mi vida pasó hace mucho tiempo, no estoy
segura si el corazón de mi padre sobrevivirá conmigo posando desnuda de
nuevo —digo, con una risa, y oigo la risa de Marie, al otro lado.

—Entiendo. Piensa sobre eso el fin de semana y llámame el lunes.

—Está bien. Gracias por la oferta, Marie.

—De nada. Me pondré en contacto con usted pronto.

Cuelgo el teléfono e inclino mi cabeza contra el vidrio de la ventana.

Mierda.

—¡Claro que no!

Me giro con la voz enojada de Nate y lo veo de pie al lado del sofá,
inclinando sus caderas contra él, con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Lo oíste?

—De ninguna manera, Julianne.

—No dije que fuera a aceptar.

—Pero tampoco dijiste que no. —Su mirada es glacial, su quijada cerrada, y
está muy enojado.

—Ella me ofreció 50 mil. Eso es el doble de lo que pagan por las páginas
centrales. Esto no es por el dinero. No necesito de eso. ¡Pero es un estimulo
para mi ego, saber que ellos todavía me quieren!

—Voy a depositar cien mil en tu cuenta cuando lleguemos a casa. La


respuesta es no —su voz es tan calma, pero está irradiando ira, y eso
realmente me irrita.

—No te estoy pidiendo permiso —respondo con una mueca.

—Julianne…
—Para. —Levanto mi mano y aprieto mi cabeza—. No soy tu hija, ni soy tu
mujer. Esta es una decisión mía, Nate.

Veo su quijada contraerse, y sus ojos se estrechan en los míos.

—Entonces, lo que me estás diciendo es que, cuando mi novia, de la cual


estoy enamorado, es llamada a la revista Playboy para posar desnuda, ¿no
tengo ningún derecho a opinar sobre el asunto?

—No me estás dando tu opinión. Estas poniendo el pie en el suelo y


afirmando que no puedo. Tengo veintiséis años. Voy a hacer lo que quiera.
—Cruzo los brazos sobre mi pecho y lo miro de vuelta.

—¿Sin hablarlo? —pregunta él en voz baja.

Suspiro profundamente y miro mis pies descalzos. Sé que estoy siento


obstinada y estúpida, pero mierda, ¡no soy su propiedad!

—Nate…

Él atraviesa la habitación rápidamente y aprieta mis brazos con sus manos,


sosteniéndome en el lugar.

—No puedo soportar la idea de eso, Julianne. Ningún otro hombre nunca va
a verte desnuda nuevamente, ¿me entiendes? —su voz es salvaje, sus ojos
fijos en los míos, y mi cerebro simplemente para.

—Nate… —Lo intento de nuevo, pero él me interrumpe otra vez.

—No. —Sacude la cabeza negando—. Quiero construir una vida contigo.


Esto no es solo una broma para mí. Recibes una llamada de alguien para
posar desnuda en una revista nacional, ¿y no puedo opinar sobre tu
decisión? ¿Cómo crees que me hace sentir?

Mierda.

—Nate… —ruego y quita las manos de mi, pero su rostro esta duro, sus
ojos suplicando, y respiro profundamente y envuelvo mis brazos alrededor
de su cintura, presionando mi rostro contra su pecho y aferrándome.
—Para, cariño.

Sus brazos se doblan sobre mis hombros y me abraza.

Acaricio su espalda de forma tranquilizadora, beso su pecho y me alejo un


poco, todavía dentro del círculo de sus brazos. Miro su rostro cansado, y mi
enojo desaparece. Él me ama. Me quiere proteger.

—Nunca iría a aceptar su dinero, Nate.

—¿Por qué no negaste inmediatamente la propuesta de la revista? —


pregunta él en voz baja.

—Por dos razones: primero, porque la oferta era muy buena, y segundo,
porque irónicamente, no había hablado sobre eso contigo. Sabes que no
estoy interesada. Pero es muy halagador que ellos piensen en mí, con tantas
chicas que podrían escoger. —Me encojo de hombros y miro para su pecho
—. Esperaba que estuvieras orgulloso de mí.

—Oh, bebé, lo estoy. —Él besa mi frente y siento la tensión desaparecer—.


Estoy tan orgulloso de ti. Pero no puedo lidiar con la idea de que poses
nuevamente. Por favor, solo recházalo.

—Como dije, no iba a aceptar la oferta. Pero Nate, no puedes solo


ordenarme lo que puedo o no hacer. No soy el tipo de chica que solo va a
obedecer tus ordenes.

—Lo sé, pero mierda, eso me irritó. No vas a hacerlo, ¿cierto? —pregunta,
inclinando mi cabeza hacia atrás con sus dedos en mi barbilla,
sosteniéndome con su mirada gris.

—No. —Paso mis dedos por su suave rostro—. Además de eso, mis
hermanos y mi padre enloquecerían.

—Ellos no están solos. —Besa mi frente otra vez y suelta mis brazos,
tomando mi mano y llevándome hasta la cocina—. Ven, tengo algo para ti.

—Espero que sea comida, estoy muriéndome de hambre. —Él me sonríe.


—Ya lo vas a ver.

—Entonces, estoy teniendo muchas sorpresas este fin de semana, Sr.


McKenna.

—Me gusta sorprenderte. Vamos para afuera. —Miro mis pies descalzos.

—¿Puedo sacar unos zapatos y una chaqueta?

—No, vas a estar lo suficiente cálida. Aquí. —Fácilmente me levanta en sus


brazos y me aprieta contra su pecho. Envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello y beso su rostro, aspirando su olor.

—Hueles bien. Me gusta cuando me cargas. —Él me sonríe, abre la puerta


corrediza y sale para la cubierta. El sol está poniéndose sobre el agua,
dejando el cielo anaranjado, rojo y púrpura. Es impresionante. Él camina
hasta la escalera que llevan hasta la playa y comienza a descender por ellas.

—No tienes por qué cargarme por todos esos escalones.

—Eres liviana —responde y fácilmente se mueve por la escalera.

Llegamos al mirador y suspiro.

—Sorpresa.

Capítulo 23
Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost


Nate me pone de pie, y quedo frente a él, con sus manos descansando sobre
mis hombros, paralizada. El mirador fue transformado en un refugio
encantador y romántico. La chimenea en el centro del espacio rústico esta
en llamas, hay una mesa preparada al lado, con vajillas cubiertas y una
botella de champagne en una cubitera de plata. Una otomana[10] roja fue
empujada al lado de un sofá para dos personas, y hay almohadas coloridas y
mantas apoyadas sobre ella.

Luces blancas de navidad fueron dispersadas por todo el espacio, tanto en el


techo, como en la red, añadiendo un suave brillo.

Añadiendo a eso, el increíble sol naranja, descendiendo hasta el océano azul


profundo, y nunca vi nada tan bonito en mi vida.

—Dime alguna cosa —susurró Nate.

—Guau —murmuro.

Nate me gira, entonces estoy frente a él, sus hermosos ojos grises bailando
con humor.

—¿Qué crees?

—Eres tan romántico conmigo. —Sostengo su mejilla en mi mano.

—Luke puede ser romántico en la pantalla, pero es mi trabajo darte eso en


la vida real, bebé. Acostúmbrate a eso. —Él se inclina para abajo y
suavemente aplasta sus labios en los míos, besándome de aquella única
manera que Nate puede, y suspiro.

—Vamos a alimentarte —Nos encaminamos hasta la mesa, y Nate levanta


la cúpula de plata de los platos. Hay alimentos que son sorprendentes y muy
ricos.

—Ok —dice Nate, señalando cada plato—. Tenemos chorizo relleno con
champiñones, con ensalada Caprese y Crostine —me sonríe— lo que
significa queso, tomate y albahaca en pan tostado, bolos de champiñones y
filetes con tocino.

—Mierda, eso parece delicioso —Nate me entrega un plato y comenzamos


a servirnos. Él sirve una copa de champagne para cada uno, y nos lleva
hasta el sofá. Estamos sentados lado a lado, en posición de indio[11], los
platos en nuestro regazo, de frente hacia el océano.

—Un brindis —Nate levanta su copa y lo acompaño en su movimiento—.


Por ti, Julianne. Por hacerme sentir vivo y feliz, no importa donde estemos.

Sonrío hacia mi hombre, todavía sorprendida por este increíble gesto


romántico. Nunca fui cortejada así.

—Gracias —susurro.

—El placer es mío.

Brindamos y saboreamos el delicioso champagne rosado, después


comenzamos a comer.

—¿Cómo haces eso? —pregunto, con un pedazo de filete en la boca.

—Con mis millones de ayudantes —responde con un encogimiento de


hombros y doy una carcajada.

—¿En serio, cuando? Esto no estaba aquí cuando llegamos esta mañana.

—Organicé todo esta tarde, mientras dormías.

Tomo una mordida de mi crostine, y lo observo, mientras mastico. Su


cabello esta suelto, está usando una camiseta negra, mostrando su bello
tatuaje, y sus jeans que se adaptan perfectamente a su cuerpo. Nate me
mira, y sus ojos se suavizan. Él limpia una migaja de mi boca y pasa su
pulgar sobre mi labio inferior.

—¿Qué pasa? —pregunto.


—Estas linda, con la luz del fuego bailando en tu piel, y tus bellos ojos
azules felices.

Oh. Si, él está en modo super romántico esta noche.

—Gracias —susurro, completamente envuelta por él.

Tomo otro trago del delicioso champagne y termino la comida de mi plato.

—Esto estuvo delicioso.

—Mmm —responde al mismo tiempo que toma su último bocado. Saca mi


plato y servilleta, y los coloca a su lado en el suelo, y se gira hacia mí,
abriendo los brazos. Me deslizo fácilmente entre sus piernas, apoyando la
cabeza en su pecho, para apreciar su vista.

—Es muy bonito aquí, As.

—Estoy feliz de que te guste —Él besa mi cabello y envuelve sus brazos
alrededor de mis hombros, abrazándome contra él.

—Si no tuviera trabajo, nunca querría salir de aquí.

—Como dije anteriormente, podemos venir aquí cuanto quisiéramos.

—Debemos intentar venir por lo menos una vez al mes. Y traer a Nat y
Luke y el bebé. A ellos les encantaría esto también.

—Eso suena bien para mí. —Él besa mi cabello de nuevo y sonrío. Él es tan
amable, y adoro que les guste a mis amigos.

El sol está ahora deslizándose en el agua, dejando reflejos naranja en toda la


superficie. El cielo esta púrpura oscuro, y en la distancia puedo ver algunas
nubes oscuras surgiendo.

—Podemos tener suerte y conseguir una noche de tormenta —froto sus


brazos que descansan en mi pecho.

—Me gusta la playa. Es fantástica.


—¿Te gustaría un postre?

—Siempre, siempre tengo espacio para el postre, cariño.

Nate ríe, mientras se levanta y camina hasta la mesa, y regresa con dos
porciones individuales de cheesecakes de chocolate.

—Oh, Dios mío. Incluso aquí puedes alimentarme con cheesecake de


chocolate.

—Claro. Es tu favorito.

—¿Cuál es tu favorito? —pregunto y llevo un pedazo de postre hasta mi


boca—. Oh dulce Jesús, esto es tan bueno.

—Tú —responde, con los ojos en llamas, mientras me mira lamer el


chocolate que escapó de mis labios.

—Estás romántico esta noche. —Tomo otra mordida y suelto un gemido.

—¿Esto te incomoda? —pregunta con una sonrisa.

—No. Lo adoro. Pero no le digas a Natalie.

Nate ríe y me ofrece un pedazo de cheesecake de su propio plato, que yo


acepto y le ofrezco un poco del mío.

Terminamos nuestros postres de esta forma, alimentándonos uno al otro, y


después nos tiramos contra las almohadas, bebiendo nuestra copa de
champagne.

—Tengo algo para ti. Estuve intentando dártelo durante todo el día, pero
siempre me distraías. —Él me sonríe con tristeza y mete la mano en el
bolsillo de sus jeans.

—No tienes que darme nada, Nate. Este fin de semana fue increíble.

—Bien, esto es especial para mí, y quiero que lo tengas. Es por eso que nos
paramos donde mi padre esta mañana. —Él saca la mano del bolsillo, pero
sostiene lo que quiere que sea en su puño.

—Ok —murmuro, alentándolo a continuar hablando.

—Ya te dije que mi madre falleció cuando era muy joven. No me acuerdo
mucho de ella, me acuerdo principalmente lo que mi padre me dijo, que era
muy bonita, y muy cariñosa.

—Estoy segura que era linda, Nate. Un vistazo hacia ti, y nadie podrá
dudarlo.

Él sonríe hacia mí y pasa el dorso de los dedos por mi rostro.

—El año que mi madre falleció, le di esto en su cumpleaños, que sería hoy.
—Él abre el puño, y en el interior hay un collar de plata, con un bonito
colgante de plata en forma de corazón.

Me mira, todavía sonriendo.

—Me gustaría dártelo a ti.

Siento mi quijada caer, y veo cuando él lleva el corazón en sus dedos con
una mano, y abre la mía con la otra, colocando el cálido metal en mi palma.

—Nate…

—Ella te hubiera amado —continua—. Me hubiera gustado que te hubiera


conocido. Quiero que te quedes con esto.

Mis ojos están buscando los suyos, y estoy muy emocionada. Él está
dándome algo de su madre. Si eso no grita compromiso, no sé que es.

—Gira el colgante —susurra.

Grabado en el reverso dice:

“Con Amor, Nate.”


Las lágrimas queman en mis ojos, mientras froto las dulces palabras con la
punta de mi dedo. Estoy llevada por la emoción.

—Sé que no son diamantes, o muy caro…

Antes de que él pudiera terminar las palabras, subo a su regazo y envuelvo


mis brazos alrededor de sus hombros, enterrando mi rostro en su cuello, y
manteniéndome allí firmemente, dejando las lágrimas descender.

—Hey, bebé, está todo bien. —Sus manos se están moviendo de arriba
abajo por mi espalda, calmándolo.

—Muchas gracias —susurro en su cuello, incapaz de mirarlo a los ojos y


dejarlo ver mis lágrimas—. Este es el presente más bello que alguien me ha
dado.

—Hey. —Él me aleja hacia atrás, entonces tengo que mirarlo y él me


sonríe, mientras limpia las lágrimas de mi rostro con sus pulgares—.
¿Puedo colocártelo?

—Si, por favor. —Le ofrezco una sonrisa mojada, levantando mi cabello de
mi cuello, y espero pacientemente que cierre el collar. Cae pocos
centímetros debajo de mi clavícula, y brilla en la suave luz del fuego.

—Es lindo, Nate, gracias.

—De nada.

De repente los truenos estallan a lo lejos, y miramos hacia el agua, mientras


rayos atraviesan las nubes oscuras que se nos acercan.

—Parece que conseguimos una tormenta —murmuro.

—Bien, tanto como quería hacer el amor contigo aquí, mirando cómo está
el tiempo, creo que tendré que usar mi plan B. —Nate se levanta y extiende
su mano, para ayudarme a levantar. Me entrega nuestras copas de
champagne y la botella, luego me coge en brazos y sube la escalera.

—En serio, Nate, puedo caminar.


—No vas a caminar a ningún lado.

Él no está respirando con dificultad, incluso con el esfuerzo.

Mierda.

—¿Y la comida y la chimenea encendida? —pregunto.

—La empresa que contraté regresara en algunas horas para limpiar.

—Oh.

Él me coloca en la parte superior de la escalera y besa mi mejilla, tomando


las copas y la botella de mis manos, y me lleva para dentro por la escalera,
hasta la suite principal. Entramos en el baño y Nate abre el agua para llenar
la bañera, y enciende algunas velas por todo el espacioso baño, enseguida,
apaga las luces para que el espacio sea bañado solo por la suave luz de las
velas.

Saca el control remoto del bolsillo de atrás. ¡No sabía que él tenía eso! Y
enciende el sistema de sonido, y la música de Jason Mraz, canta otra vez
por los altavoces.

—¿Hiciste eso a propósito? —pregunto.

—No, es solo una coincidencia —murmura él.

Él baja nuestras copas y el champagne al suelo al lado de la bañera, y como


todo esta listo, él se gira hacia mí, caminando lentamente en mi dirección, y
en el ritmo de la música, Nate comienza a cantar, suavemente:

— No voy a desistir de nosotros, incluso si los cielos están difíciles, te di


todo mi amor, todavía estoy mirando para arriba…

Y me tira contra él, un brazo alrededor de mi cintura y su otra mano toma la


mía, y comienza a balancearse con la música, bailando conmigo en el baño,
con el ambiente iluminado solo por la luz de las velas, mientras el cielo
explota allá fuera con los truenos. Él baja el rostro al lado del mío, y apenas
me toca con su mejilla, girando su rostro, y tocando ligeramente su mejilla
con mi nariz, provocando escalofríos en mi espalda, que corren por mis
brazos y piernas.

—No voy a desistir de nosotros —susurra en mi oído y siento las lágrimas


descender por mi rostro nuevamente. ¿Donde fue que encontré este bello
hombre? ¿Y cómo me he resistido a él por tanto tiempo?

Cuando la música termina, Nate comienza a cantar sobre “esto no es ser un


amor común”, y se aleja, los ojos brillando con amor, y suavemente acaricia
mi cabello.

—Te amo, bebé.

—Te amo, Nate.

*****

El agua esta cálida y huele a lavanda. Nate está sentado al final de la


bañera, conmigo entre sus piernas, descansando en su pecho. Afuera, el
cielo está bailando con la llegada de las nubes negras, reflejándose sobre la
agitada agua. Amo que la bañera quede frente a una ventana para que
podamos ver el espectáculo.

—¿Dónde aprendiste a bailar así? —pregunto. Nate coloca mi gel de baño


en sus manos y lo frota, hasta formar espuma.

—Siéntate un poco hacia el frente.

Me inclino hacia el frente y comienza a frotar mi espalda y hombros,


masajeando mis músculos, y me derrito contra él.

—Mierda, As, eres bueno con las manos.

Él ríe detrás de mí y continúa con el delicioso masaje.

—Nunca he tenido una clase de baile. Pienso que las artes marciales me
enseñaran el ritmo. —Sus manos se deslizan debajo de la línea del agua y
frota mi parte inferior en círculos lentos y relajantes.
—Mmm…amo la manera en cómo te estás moviendo —murmuro.

—¿Lo amas? —Oigo la sonrisa en su voz.

—Mmm hmm…podría verte mover todos los días. —Él besa mi cuello y
me tira de vuelta contra él nuevamente, sus manos moviéndose por mis
senos.

—Amo tus senos —susurra.

—Pensé en colocarme silicona cuando era joven y posaba para la revista,


pero ahora estoy feliz de no haberlo hecho.

—No necesitas aumentarlos, bebé. Son perfectos de esta manera.

Acaricia mis pezones con sus pulgares, poniéndolos duros, y llevo mis
manos hasta sus muslos, y arqueo mi espalda, empujando mis senos en sus
manos.

Su mano izquierda se desliza por mi tronco, entre mis piernas, y él mueve


su dedo suavemente sobre mi clítoris.

—Dios, cariño.

—Shh, te atrapé —susurra en mi oído. Puedo sentir su erección contra mi


espalda, sus manos están causando estragos en mi sensible piel, junto al
agua caliente y perfumada. Afuera, los árboles se balancean con el viento, y
ahora la lluvia está golpeando la ventana, reflejando los rayos que surgen
con la tormenta en el cielo.

Me sostengo en los brazos de Nate y me aferro a sus caderas. Lo beso,


primero suavemente, mis manos en su cabello, y después profundizo el
beso, enredando nuestras lenguas. Sus manos levantan mi trasero y me tira
de vuelta, sus ojos en los míos, su boca abierta, jadeante.

—Necesito estar dentro de ti, bebé.

Llevo mi mano entre nosotros y envuelvo con ella su pene, tirando de arriba
hacia abajo, enseguida, lo llevo hasta mis pliegues, descendiendo sobre él.
—Mierda, eres tan pequeña —gruñe, él.

—Mierda, eres tan grande —respondo y sonrío, mi frente descansando


sobre la de él. Él sonríe como un depredador, y comienza a levantarse y
bajar rítmicamente, ignorando el agua que se escurre por los lados, y
entramos en un remolino de lujuria. No puedo tener suficiente de él. Estoy
apretando alrededor de su longitud, la longitud rozando a lo largo del punto
más sensible, y siento el apretón familiar de mis músculos alrededor de él.

—Voy a correrme —susurro.

Él agarra mis caderas y me tira contra él, frotándose en mí, sus salvajes ojos
grises en los míos, y gruñe:

—Córrete.

Y me corro.
Capítulo 24
Traducido por lizels

Corregido por Kelly Frost

Me despierto temprano antes que Nate, porque quiero nadar. Estamos


desnudos, envueltos en suaves sábanas blancas. Nate está de espaldas, una
mano puesta sobre su cabeza, cubierto de la cintura para abajo, y recuesto la
cabeza en mi codo, admirando la vista, sus increíbles tatuajes, su cabello
largo, y la barbilla oscura por el crecimiento de su barba. Sus brazos, pecho
y estomago son deliciosamente definidos, incluso durmiendo.

Mierda, él es una fiesta para los ojos.

Me siento y bostezo, mirando hacia fuera. La tormenta pasó, dejando la


playa sólo un poco desordenada con los escombros. Me levanto para
responder a la llamada de la naturaleza. Vestida con unos jeans y una
camiseta, me recojo el cabello en un moño, saco mis zapatillas y desciendo
hasta el mar.

Pienso si debería avisar a Nate que voy a salir, pero él esta tan cansado, que
decido dejarlo dormir y hacer nuestro café de la mañana cuando regrese.

Cuando llego al mirador, quedo sorprendida al descubrir que el proveedor


realmente volvió y lo dejó todo limpio. El lugar está en su estado original.
Increíble, ni siquiera los oí.

Llego al final de la escalera y me quito las zapatillas, balanceando mis pies


descalzos en la arena y tomando una respiración profunda. El aire es salado
y esta sólo un poco húmedo por la tormenta. Las gaviotas están volando
alrededor, buscando en la arena por su alimento, el agua golpeando al final
de la playa, formando nubes blancas.
No puedo esperar para poner mis pies en ella.

Camino hasta el borde del agua y quedo parada, esperando al agua para que
vuelva hacia el frente y trague mis pies y tobillos. ¡Oh Dios mío, está tan
fría! Río y bailo un poco en el agua, golpeando mis pies, intentando
acostumbrarme al frío, mirando hacia mis dedos.

Necesito de una pedicura. Tal vez llame a Nat y vea si quiere venir
conmigo, después del trabajo de esta semana. Trabajar. No estoy lista para
volver.

—Ahí estas.

Oigo a Nate llamarme y me giro para sonreírle. Esta con unos pantalones
jeans y una camiseta, pero no está sonriendo. Está molesto.

Mierda.

—¿Qué va mal? —pregunto y camino hacia él.

—Te fuiste cuando aún no había despertado, de nuevo.

—Uh, estabas durmiendo, Nate. Sólo vine a la playa. ¿A dónde más iría?

—Odio despertar y no encontrarte. Malos recuerdos. —Él me abraza y besa


mi cabello—. Lo siento mucho.

—Está bien. Voy a recordarlo la próxima vez. —Me suelto de sus brazos,
pero entrelazo mis dedos con los suyos—. Tira los zapatos. Sólo quería
disfrutar un poco del agua.

—Esta fría. —Él frunce el ceño hacia mí—. No quiero que te resfríes.

—Oh, basta, no voy a resfriarme. Vamos, es divertido.

Nate remueve sus zapatos, enrolla sus pantalones hasta las rodillas y camina
por el agua.
—No estoy lista para irme—murmuro y respiro profundamente el aire
salado.

—No tenemos que regresar hasta la noche, si quieres. —Él besa mis dedos
y sonríe.

—Lo sé. Creo que no estaré lista para regresar al trabajo mañana tampoco.
—Encojo mis hombros—. Probablemente no es algo que debería admitir
ante mi jefe, lo sé, pero es así.

—¿Qué no me estás diciendo? —pregunta él.

—Oh, nada —señalo despreocupadamente con la mano—. No hay drama.


Sólo que no soy buena actriz, y toda esa cosa “eres mi novia en casa, pero
soy tu jefe en el trabajo” es agotador. Hacia el final de la semana estoy
exhausta de tanto miedo a decir o a hacer alguna cosa inapropiada.

—Sabes, bebé, si decides que no quieres, no tienes que trabajar.

Río y lanzo agua, salpicando.

—En serio. Tengo que trabajar, Nate.

Él me jala, deteniendo mis movimientos y me mira, con una mirada grave.

—No, no lo necesitas.

—Sí, lo necesito. —Sacudo mi cabeza y froto mi frente—. Me gusta mi


trabajo. Soy buena en lo que hago. Y si, he sido inteligente y cuido mi
economía incluso tengo algo de mi herencia, pero tengo que trabajar, bebé.

—Puedo cuidar de ti —susurra él.

Oh, te amo.

—Pero no debes hacer eso. —Comienzo a caminar nuevamente por el agua


y Nate me sigue—. Además de eso, ¿Qué haría si no trabajo? Me volvería
loca. No soy habilidosa. Odio la TV. Necesito hacer cosas.
—Eres muy hábil. ¿Qué tal realizar más trabajos como los que hiciste para
Natalie en el cuarto de los niños?

—Oh no —le sonrío y sacudo la cabeza—. Eso fue una cosa única. Fue
divertido, pero no soy artista.

—Creo que quedó encantador. —Él me lanza agua, salpicando en mis


piernas, y doy una risita.

—Bien, pero no es una carrera.

—¿Y si tuvieras hijos? —pregunta e inmediatamente me apago por dentro.


No quiero tener esa conversación. No estoy lista.

—No vayas por ahí.

—Es una cuestión valida.

—Los niños no están incluidos en mi radar, Nate.

—¿Qué está en tu radar, Julianne? —Nos estamos mirando el uno al otro,


estamos apenas de pie dentro del agua, agarrados de la mano, observando
las ondas y los pájaros.

—Tú. Trabajo. Familia. —Me encojo de hombros—. Eso es todo por ahora.

—Está bien, mientras sea parte de la lista, bebé.

—Actualmente estas en la cima, As. —Le doy una sonrisa insolente, e


intento mejorar su humor—. En realidad, me gustas cuando estás en la
cima.

Él ríe, una carcajada completa, y lanza agua en mis piernas nuevamente

—Ok, chica graciosa.

*****

*¿Pedicura esta noche después del trabajo?


Envío el mensaje a Natalie y retomo la lectura de un informe en mi mesa.
¡Tengo tantas cosas que hacer! Tres informes para escribir, Nate me mandó
una lista de artículos que necesita que sea investigado, y tenemos una
reunión en apenas algunos minutos.

Mi teléfono suena con la respuesta de Natalie.

*¡Claro! Voy a llevar a Liv. Ella va a dormir.

*¡Perfecto! No puedo esperar para verlas a las dos. Te llamo cuando este
en camino para buscarlas.

Sonrío, y tomo mi café, mientras reúno las cosas que necesito para la
reunión. Estoy tan emocionada de ver a Nat y su bebé. Es exactamente lo
que necesito.

Estamos todos en la sala de conferencias, y nos sentamos en nuestros


lugares habituales. No tenemos lugares marcados, pero somos personas de
hábitos, y siempre nos sentamos en las mismas sillas. Hay seis de nosotros
en la sala, Nate y yo, la Sra. Glover tomando notas, y otro socio, el Sr. Luis
y su equipo, Carly y Ben. El Sr. Luis esta alrededor de los cuarenta y tantos
años, canoso y barrigón. Es un astuto hombre de negocios, y no es muy
amigable en el trabajo. Es estrictamente, un hombre de negocios.

Ben es muy bien parecido. Es de mi edad, no mucho más alto que yo,
delgado y usa gafas. Es apuesto y muy inteligente. Él no quiere ser grosero,
simplemente nos relacionamos sólo en los negocios, lo que respeto y hasta
incluso admiro.

No tengo ni idea si cualquiera de ellos es casado o en qué consisten sus


vidas privadas, y eso para mí es bueno.

Carly está sentada en la mesa, exactamente frente a mí, lleva un vestido


verde, su cabello rojo peinado hacia atrás en un moño. Mira hacia mí y me
ofrece una frágil sonrisa falsa.

No se la devuelvo.
Miro casualmente hacia Nate, y él está viendo nuestro intercambio,
pasándose el dedo sobre el labio inferior, pensando.

Mis dedos inconscientemente tocan el corazón de plata en mi cuello. Los


pendientes de diamantes que recibí en mi cumpleaños, están en mis orejas y
llevo también la pulsera que me obsequió él. Estoy envuelta en las cosas
que recibí de mi hombre, y él está sentado a un metro de mí, y no puedo
tocarlo.

Es un poco extraño.

Cuando todo el mundo está sentado, el Sr. Luis comienza la reunión,


actualizándonos sobre el estado de la cuenta, lo que necesita ser trabajado y
lo que no está funcionando, luego le da la palabra a Nate.

Él nos pasa algunos de los informes que preparé esta mañana, para cada uno
de nosotros.

—La Srta. Montgomery preparo esos informes esta mañana. Me gustaría


pasárselos a ustedes ahora, ya que estoy con todos aquí.

Mientras él se explica metódicamente utilizando los informes, me encuentro


capaz de concentrarme en el trabajo, y eso hace que mi estomago se calme.
Estaba preocupada de que hubiera arruinado todo esto para mi, que sería
siempre una batalla, y estoy aliviada, pues consigo responder sus pregunta
de forma adecuada y profesional, y nadie podría imaginar que somos algo
más que colegas.

Cuando todos comenzamos a salir, después del final de la reunión, Nate se


vuelve hacia mí.

—Srta. Montgomery, me gustaría verla en mi escritorio en diez minutos,


por favor.

Huh.

—Iré a encontrarlo, entonces —Asiento y vuelvo para mi oficina, cerrando


la puerta, y soltando una profunda respiración. Otra reunión realizada sin
dañar las cosas.

Gané.

*****

—Puede entrar, Srta. Montgomery. —La Sra. Glover me sonríe


cálidamente, mientras yo paso por su escritorio, en dirección al escritorio de
Nate.

—Gracias. —Golpeo una vez, y entro en su escritorio—. ¿Me quería ver?

Cierro la puerta detrás de mí, y sonrío hacia mi sexy novio ejecutivo. Él


está con uno de sus trajes oscuros, una camisa blanca y corbata gris, el
cabello esta peinado hacia atrás.

Es tan jodidamente caliente.

Él sale de detrás del escritorio y camina en mi dirección, y de repente, soy


aplastada contra su pecho, en un gran abrazo. Huele fantástico, suavizante
de ropa, café y Nate.

Él llega detrás de mí y atranca la puerta silenciosamente y miro dentro de


sus ojos.

—¿Qué está mal?

—Nada, solo te extrañé esta mañana.

—Salimos juntos por el corredor de tu casa. —Sonrío y beso su barbilla.

—Lo sé, no es lo mismo. Los lunes siempre son jodidos, actualmente,


por más de una razón.

—Sé exactamente de lo que quieres decir. Tuvimos todo el fin de semana


juntos, el día entero, y ahora estamos de vuelta a donde tenemos que fingir.

—Oye, antes de que se me olvide, hice planes con Natalie para después del
trabajo. Vamos a la pedicura. Entonces no voy a estar en tu casa cuando
llegues.

—Está bien. ¿Vas para allá después de terminar? —pregunta él.

—Creo que voy a regresar a casa, Nate. Tengo un montón de ropa que lavar,
y no pude estar allá las últimas semanas. Una noche solos no nos va a
matar, lo sabes.

Él frunce el ceño, y pasa los dedos por mi rostro.

—Voy para tu casa esta noche.

—No tienes…

—No quiero dormir sin ti, Julianne.

Oh. Okay.

—Ok, voy a encontrarte en mi casa, entonces. Necesito hacer una llave para
ti.

—No hay necesidad —me sonríe—. Te voy a convencer, y pronto, vas a


vivir en mi apartamento conmigo.

—Tienes mucha confianza en ti mismo, ¿no es así, As?

—Sí, estoy seguro —susurra y me besa suavemente.

Sí, estoy segura también.

*****

—Oh, eso es tan bueno.

Natalie y yo estamos en nuestro spa de uñas favorito, cerca de Alki Beach.


Frecuentamos este lugar desde hace años. Estoy con Olivia en mi pecho,
durmiendo, mis pies están en el agua caliente, y mi mejor amiga a mi
derecha. La vida es muy buena.
—Necesitamos regresar a nuestra rutina de pedicura —Natalie observa y
suspira, cuando sumerge sus pies en el agua caliente y perfumada.

—Definitivamente. —Beso la cabeza de Olivia y acaricio su cabecita.

—Ella es tan dulce, Nat.

—Lo sé —Nat sonríe hacia nosotras—. Aquí, dame el teléfono, voy a sacar
una foto.

—¡Ah, buena idea! —Le entrego mi teléfono y sonrío, mientras ella toma
nuestra foto, y después me regresa el teléfono—. Oh, mira a las dos, Livie.
Estamos hermosas —sin vacilar, le envío la foto por mensaje de texto a
Nate.

—¿También podemos pintar los dedos de Olivia? —pregunto a Nat y ella


ríe.

—Claro. Vamos a pintarlas de rosa.

La profesional encuentra el más pequeño pincel que tiene, y lo usa para


pintar de rosa cada dedito de la mano de Olivia. Ella duerme sin inmutarse
durante todo el proceso.

—Adorable.

Mi teléfono suena, y leo el mensaje de Nate.

*Hermosas chicas. Bésala por mí.

Suspiro y le muestro a Nat.

—Él es muy dulce. Estoy sorprendida.

—Lo sé. Puede parecer tosco, con su moto, por haber sido luchador, y
también con sus tatuajes. No tenía idea. Pero en el trabajo, es exactamente
lo contrario, todo un hombre profesional de negocios y rico. —Beso la
cabeza de Olivia y siento el olor a bebé—. Y este fin de semana él fue
increíblemente romántico y dulce.
—Entonces, alguien está enamorada —Natalie me sonríe.

—Sí, no puedo negarlo.

—Estoy tan feliz por ti.

—Pero es tan complicado, Nat. —Ella frunce el ceño e inclina la cabeza y


continúo—. No podemos decirle a nadie en el trabajo. Jamás. Los dos
perderíamos nuestros empleos. No es fácil fingir.

—No finjas, se sólo tú. Siempre te desenvolviste bien con él en el trabajo,


sólo continua haciendo eso.

—Es fácil para ti decirlo. No eres la única que quiere lamerlo entero, cada
vez que lo ves.

—Bien, no, Luke podría tener problemas con eso. —Nos reímos, y después
ella se pone seria de nuevo—. Basta ser quien eres, Jules. Aprovecha. El
resto va a suceder naturalmente.

—Espero que estés en lo cierto. —Mi teléfono suena de nuevo y verifico el


mensaje.

*Hey bebé, voy a estar aquí hasta tarde hoy en la noche. Teleconferencia
inesperada.

Hago una mueca, pero entonces encojo los hombros.

*Okay. ¿Todavía vendrás, cuando termines?

*Estaré allá.

*Ok, te veo más tarde. Besos.

—Nate va a trabajar hasta más tarde —murmuro y guardo mi teléfono de


regreso a mi bolsillo—. ¿Estamos citadas el viernes, para la noche de cine?
—pregunto, cambiando el asunto.
—Sí. La mamá de Luke, Lucy va a estar con el bebé en nuestra casa. Estoy
un poco nerviosa por dejarla sola por primera vez, pero ella va a estar en
buenas manos.

—Estoy tan emocionada. Una noche es exactamente lo que todos nosotros


necesitamos. Vamos para ese nuevo bar después del cine, que tiene una
banda en vivo los viernes. Nosotras podemos bailar, y los tíos pueden jugar
billar —Olivia empieza a retorcerse, y le doy su chupón.

—Suena bien para mí. Te aviso, sin embargo, que voy a mandar mensajes a
Lucy toda la noche para saber cómo están las cosas.

—No hay problema. —Sonrío sobre la suave cabeza de Olivia—. Estoy


emocionada que ya no estés embarazada, podemos tomar una margarita.

—O tres. —Ella sonríe.

—Sabes, el cumpleaños de Nate será de aquí a unos pocos meses. Y pensé


en un regalo diferente. Como él está trabajando hasta tarde hoy, ¿por qué no
pasamos algún tiempo en tu estudio, después de salir de aquí?

—¡Oh, eso sería fantástico! Estoy ansiosa por regresar al estudio.

—Entonces tenemos un plan. —Nos sonreímos la una a la otra, y suspiro


cuando la profesional comienza a frotar la planta de mis pies.

*****

—Olvide cuan divertido es esto contigo —murmura Natalie y presiona el


disparador delante de mí. Luke nos encontró en casa y se llevó a Olivia, por
eso estamos solo Nat y yo, como los buenos y viejos tiempos, jugando con
bastante maquillaje, lencería y su cámara.

Una música para bailar sexy esta retumbando por los altavoces del sistema
de sonido, no puedo evitar mover mi cuerpo junto con ella.

—Eres tan buena en esto, Nat. Estoy tan orgullosa de ti.


—Ok, nada de ninguna mierda esta noche. Piensa en cosas sexy —dice
Natalie. Estoy en su cama King-size, con sabanas de satén blanco, en medio
del estudio. Como está oscuro allá fuera, ella dejo las luces encendidas.

Mi largo cabello rubio esta suelto y ondulado alrededor de mi rostro, de


aquella manera que los hombres piensan que es tan sexy.

—Acuéstate de espaldas con la cabeza de frente hacia mí y deja tu cuerpo


levemente arqueado, colocando las piernas en el aire y abrazando tus
rodillas.

Obedezco, verificando que mi corazón de plata está situado seductoramente


en mi escote, y cruzo mis tobillos, piernas estiradas hacia el aire. Estoy
vestida con una lencería blanca, panty medias y liguero en mis muslos.

—Relájate, Jules, quédate en esa posición. Coloca tu mano al lado de tu


rostro.

—Bien —el disparador hace clic y cierro los ojos, imaginando que Nate
está mirándome, que él es la persona detrás de la cámara, y comienzo a
moverme. Natalie viene cerca de la cama, tomando fotos en diferente
ángulos, entonces giro con el estomago hacia arriba, y coqueteo con la
cámara un poco más.

—Tira del sostén ahora, pero vuelve enseguida, y mantén el tronco recto
contra la cama.

—Sí, señora —Las sabanas están frescas y suaves contra mis senos y siento
mis pezones endurecerse.

—¿Quieres algunas fotos desnuda también?

—Infierno que sí, es su cumpleaños —sonrío maliciosamente y ella


presiona el disparador.

—Va a enloquecer cuando vea esa sonrisa —dice Natalie y sonrío.

—Vamos.
Me siento al lado de la cama y retiro las medias, el liguero, las bragas,
Natalie tomando fotos todo el tiempo. Sé que, cuando ella edite las fotos, va
a hacerme parecer increíblemente seductora. Una mujer que tiró su ropa
para su hombre.

—Ok, chica desnuda, de espaldas de nuevo.

Me acuesto y arqueo mi espalda, mirando de lado a la cámara, sosteniendo


mis senos en mis manos, y doblando mis rodillas, reafirmándome con los
dedos de los pies.

—Dios, Jules, si yo jugara en ese equipo, y no estuviera casada con el


hombre más caliente del mundo, estaría loca por ti.

Me río de Natalie, completamente a gusto con ella, y nos movemos por la


cama y por la habitación en poses diferentes, experimentando diferentes
combinaciones de lencería y joyas.

El estudio de Natalie es un lugar de diversión para una chica como yo.

Cuando terminamos y cerramos el estudio, veo las luces que vienen de la


casa principal.

—Nate está aquí, es mejor entrar para que no descubra lo que hicimos.

Natalie sonríe.

—Eso fue divertido. Deberíamos hacerlo más seguido.

—Lo sé, lo extrañe. La Playboy me llamó este fin de semana. Quieren que
pose para una edición de cumpleaños.

—¿Qué has dicho? —pregunta Natalie, mientras caminamos por la puerta


trasera y entramos por la cocina.

—Les dije que iba a pensar en el asunto, pero después llamé esta mañana y
lo rechacé. —Nate entra en la sala, claramente en mi busca, y sonríe
ampliamente hacia mí, antes de jalarme a sus brazos, besándome
profundamente.
—Bien, hola cosa caliente.

—Hola, ¿Oí que dijiste que lo rechazaste?

—Sí, esta mañana.

—Bueno. Hola, Nat.

—Hey —Natalie toma su cámara, bolso y la chaqueta y besa a Nate en el


rostro, mientras pasa.

—¿Qué estuvieron haciendo las dos? —pregunta Nate, mirando hacia la


cámara de Natalie—. ¿Y dónde está el bebé?

—Luke vino y la tomo, para que Natalie y yo pudiéramos hacer cosas sólo
de chicas —sonrío dulcemente hacia él, y bato mis pestañas, pero siento sus
ojos ver a través de mi.

—Uh, huh —responde él.

—Bien, hablando de Liv, es mejor que me vaya. Los veo el viernes. —Ella
señala para los dos y enseguida, desaparece.

—¿Qué estaban haciendo realmente? —pregunta él.

—No puedo decirte.

—¿Por qué? —Él besa mi mejilla y después mi oreja, y me inclino hacia él,
con un suspiro.

—Porque lo vas a descubrir pronto. No estás autorizado a hacer preguntas


como esas, de aquí a tres meses, en tu cumpleaños.

—¿Qué? —Él se aleja hacia atrás y me sonríe—. ¿Qué quieres decir?

—Sin preguntas tan cerca de tu cumpleaños, As. Confía en mí, nosotras


estábamos divirtiéndonos, y yo estaba pensando en ti.
—Bien, eso es todo lo que puedo pedir, bebé. —Él besa mi frente y se aleja
de mis brazos, tirando la chaqueta y enrollando las mangas, exponiendo el
tatuaje sexy.

—¿Tienes hambre? —pregunto.

—Estoy muriendo de hambre. Ven, voy a hacer la cena y puedes contarme


sobre tu día. —Él va hacia la cocina y sonrío. Observar a Nate cocinar es
una visión deliciosa.

—Ya conoces lo que sucedió en la mayor parte de mi día —Me siento en el


bar y acepto agradecida una copa de vino blanco de Nate.

—¿Tú y Natalie se divertían mientras arreglaban sus pies? —pregunta él.

—Definitivamente. Fue un buen tratamiento, tanto que pedí para hacerle al


bebé.

—Ella está creciendo mucho —Nate comenta y saca dos filetes para
colocarlos sobre la palillera— la foto que me enviaste estaba hermosa.

—Ella es increíble —murmuro.

—Gracias por rechazar a Playboy, Julianne —dice Nate suavemente y mi


mirada regresa a sus ardientes ojos grises. Él está cortando papas, y su
rostro esta serio.

—Dije que haría eso.

—Lo sé —Él suspira y sacude la cabeza, como si se librara de un peso en


los hombros, y entonces me lanza una sonrisa sexy—. ¿Cómo quieres tu
filete, bebé?

—Lo más rápido posible, para que pueda tenerte desnudo.

Nate ríe.

—Puedo hacer eso.


Capítulo 25
Traducido por lizels

Corregido por Kelly Frost

Nate golpea mi trasero, haciéndome saltar.

—¿Qué he dicho?

—Deja de hablar de esos tipos sexys —gruñe y yo río. Acabamos de salir


del cine, después de ver la nueva película de Luke, Rendirse nunca, con
Hugh Jackman. Estamos caminando por la acera en dirección al bar.

—¿Cuál es el gran problema? Si me dices que crees que el trasero de


Scarlett Johanson es increíble, estaría de acuerdo contigo. —Coloco mi
brazo en el suyo, e inclino mi cabeza en su hombro, mientras caminamos.
Natalie y Luke están caminando delante, con las manos agarradas.

—Además de eso, eres el único tío caliente que quiero, As.

—Vaya, estoy tan feliz de oír eso —murmura él secamente, haciéndome reír
nuevamente.

—Entonces, Nat, ¿Lucy todavía no ha colgado el teléfono? —le pregunto


irónicamente. Le mando mensajes a la pobre mujer unas diez veces.

—No, idiota. Pero me envió la más linda foto de Liv y Sam durmiendo en
el sofá. —Ella me muestra y las dos soltamos varios ooh y ahh sobre la
dulce foto.

—Necesito una cerveza —dice Luke—. Nate, ¿puedo comprar una cerveza
para ti?
—Si, por favor. También la necesito.

—Sabes que adoras cuando miro al bebé —sonrío.

—Sí, pero somos hombres, Jules. Mantenemos nuestros sentimientos para


nosotros mismos.

Luke acaricia el cuello de Natalie, y yo hago un sonido ahogado en mi


garganta.

—Mantén tus manos para ti mismo, amigo, y vamos a estar bien. Jesús,
¿por qué salí con ustedes?

—Porque piensas que soy tranquilo, hermoso e inteligente.

—Y modesto —bromeo, y todos reímos.

Me gustan los lugares concurridos, Oasis, el bar que estamos yendo hoy en
la noche, es bastante concurrido, débilmente iluminado, y toca rock a todo
volumen. La banda de covers[12] está tocando en este momento música de
Maroon5, y está haciendo un buen trabajo, lo que es una buena señal para
nosotros, ya que Natalie y yo somos fans de Maroon5. Encontramos una
mesa vacía y nos sentamos.

—Eso es tan divertido —digo, mientras miro alrededor del concurrido bar.
La pista de baile es de buen tamaño y está llena de bailarines en varios
estados de intoxicación.

Hay dos mesas de billar en la esquina opuesta al escenario, ambas están


siendo usadas ahora. La barra del bar es larga y grande, con tres barmans
corriendo para el frente y atrás, tomando los pedidos.

Una camarera en una camisa blanca apretada y una falda negra corta con
delantal negro, se aproxima a nuestra mesa para tomar nuestros pedidos.

—Hola, señoras y señores, ¿qué puedo servirles?

Luke pide cerveza para él y Nate y margarita para Natalie y para mí. Ellos
saben que nos gusta.
—¡La música es buena! —digo, mientras Natalie y yo hacemos unos
movimientos de baile, y después sonrío tímidamente hacia Nate.

—Estás hermosa esta noche con ese vestido rojo —murmura él en mi oído.
Nosotros siempre nos vestimos formal en las noches de estreno. Es
tradición.

Llevo un vestido rojo de gasa al frente, que fluye hasta mis rodillas. La
parte de atrás expone mis hombros, pero es discreto. Mi cabello está
recogido, usé un maquillaje un poco más dramático para el evento nocturno
y estoy usando tacones negros Louboutin.

Estoy hermosa con esta ropa.

Natalie también está linda, con un vestido de un solo hombro, negro,


también de gasa, que fluye hasta sus rodillas. Ella está usando sus perlas y
Louboutin rojos.

Luke en una verdadera estrella de cine, con sus pantalones negros y la


camisa blanca con el botón abierto hasta el pecho, y una chaqueta negra, y
Nate está simplemente delicioso con pantalones y camisa negra con las
mangas enrolladas. Trazo su tatuaje con mi dedo y sonrío hacia a él a través
de mis pestañas.

—Estás increíble con esa ropa.

Nate se acerca más a mí, con una sonrisa y susurra:

—No puedo esperar para arrancarte la ropa y follarte la noche entera.

Mis muslos se aprietan con sus palabras, y me inclino para susurrar en su


oído.

—No hay necesidad de quitar nada, As, ya estoy sin bragas.

Me inclino hacia atrás y sonrío, mientras él aprieta sus ojos y susurra:

—Mierda.
Río, mientras la camarera regresa trayendo nuestras bebidas, y comenzamos
a discutir sobre la película.

—Ok, entonces ya vimos que Hugh es sexy —Nate estrecha sus ojos hacia
mí y sonrío inocentemente, tomando un trago de mi bebida—. ¿Pero qué
piensas de la película?

—Acción, sexo, sangre, cosas explotando…estuvo fantástica —Nate brinda


su cerveza con Luke, y toma un trago, mientras todos nos reímos.

—Me gustó mucho, estoy de acuerdo. Estoy acostumbrándome a la sangre,


pero no estoy segura si eso es una buena cosa, la escena del sexo fue
caliente, como Hugh.

Nate me hace cosquillas en mis costillas y doy una carcajada.

—¡Es simplemente muy fácil provocarlo!

—Pienso que quien la produjo es de una genialidad absurda. —Natalie


añade—: Obviamente el hombre que produjo esta película debe ser
inteligente, sexy e increíblemente hermoso.

—Bien, eso no es necesario decirlo, bebé. —Luke besa el cuello de Nat, y


yo ruedo mis ojos.

—Bésame el culo.

—¿Estás diciendo que no soy sexy? —me pregunta Luke con una ceja
levantada—. Si bien recuerdo, tu opinión fue muy diferente la primera vez
que me conociste.

—Bien, pero ahora que ya tuviste tus manos, y otras cosas que no quiero
decir porque me hacen vomitar, en mi mejor amiga, nunca vas a ser sexy
para mi nuevamente. Además de eso, eras la estrella de la película Luke.
Ahora solo eres Luke, mi hermoso y serio cuñado.

—Esa es la cosa más dulce que me has dicho. —Él limpia una lágrima
imaginaria de la esquina de su ojo y le lanzo un cubito de hielo.
La camarera regresa con nuestras bebidas, y Luke cambia de asunto.

—Entonces, escuché decir que tienes una bella casa en la playa, Nate.

—La tengo. —Nate entrelaza sus dedos con los míos, y besa mis dedos,
descansando seguidamente nuestras manos sobre su pierna—. A Julianne y
a mí nos encantaría que ustedes tres se unieran a nosotros, al final del
próximo mes.

Sonrío encantada con él, y él besa mi frente.

—¡Amo esa idea! Amo la playa. —Natalie asiente con entusiasmo.—Voy a


llevar mi cámara, y sacar algunas fotos de ustedes también.

—Tranquila. —Le sonrío—. Tal vez debamos pactar una fecha contigo en
el estudio.

Los ojos de Natalie se ensanchan, y luego una sonrisa perezosa se extiende


por todo su rostro.

—A cualquier hora, cariño.

—Uh —Luke me frunce el ceño—. ¿Es una buena idea?

—¿De qué están hablando? —pregunta Nate, y yo comienzo a reírme.

—¿Le has dicho a Nate el tipo de fotos que hago, Jules? —pregunta Nat
despreocupadamente, dando un trago a su bebida, sin dar ninguna
indicación de lo que estábamos haciendo en el estudio esta semana.

Sacudo mi cabeza hacia ella y guiño.

—¿Bien? —pregunta Nate.

—¿Puedo mostrarle? —le pregunto a Natalie.

—Claro. —Ella encoge sus hombros y sonríe hacia Luke, mientras saco mi
Iphone y busco por las fotos, hasta llegar a las fotos que capturé, colgadas
en su estudio, específicamente las escenas de las parejas desnudas, en varias
posiciones sexuales, y le muestro a Nate.

Sus ojos se estrechan, y luego el pasa con su pulgar cada una de ellas, y
después me devuelve el móvil.

Él toma un trago de su cerveza, sin mirar a cualquiera de nosotros a los


ojos. Estamos todos mirándolo, sonriendo, y, finalmente, él mira hacia
Natalie y dice:

—Si no estuviera tan enamorado de mi novia y no respetara a tu marido,


como lo respeto, te atacaría aquí en esta mesa. Las fotos son muy calientes.

Todos nosotros nos morimos de la risa, Luke más alto que todos, y Natalie
levemente ruborizada.

—Sin embargo —continúa Nate—: No creo que estuviese cómodo con


cualquiera, pero especialmente contigo, Natalie, sacando fotos de nosotros
dos haciendo el amor. Vamos a mantener eso sólo en la habitación, gracias.

—Bien —añado—: No sólo en la habitación…

— Que asco —Natalie arruga la nariz y sonrío presuntuosamente hacia ella.

—No es tan bonito cuando otro lo hace, ¿eh amiga? Ok, entonces, sin fotos
de sexo. Pero me vendría bien un poco de tiempo en el estudio.

—Adoro esa idea, ¿cuándo lo quieres? —pregunta Nat y guiña,


divirtiéndose con nuestra broma de engañar a Nate, enseguida, miro hacia
los fríos ojos de él.

—¿Qué?

—¿Por qué quieres eso?

Aprieto nuestros dedos, y me inclino para susurrar en su oído:

—Tu cumpleaños está llegando, As.


—¿La próxima semana está bien para ti? —Le pregunta a Natalie,
haciéndonos reír de nuevo y quedo aliviada al saber que a él le va a
encantar su regalo de cumpleaños. De repente, la banda entra con otra
canción caliente de Maroon5, y Natalie y yo sonreímos una a la otra.

—¿Vamos?

—Claro —responde ella.

Los chicos se levantan para dejarnos salir de la mesa, y tomo a Natalie por
la mano, mientras caminamos hasta la pista de baile. Nos unimos al mar de
cuerpos y comenzamos a movernos. El cuerpo de Natalie es lindo,
curvilíneo, naturalmente elegante, y baila fácilmente con sus tacones.
Quedo agradecida por los varios años en las clases de artes marciales, que
me dieron equilibrio y un ritmo natural, y balanceo mis caderas y brazos
con la música. Cierro los ojos y giro en un círculo apretado, perdiéndome
en la música.

Cuando abro mis ojos nuevamente, los chicos se han unido a nosotras, Luke
abraza a Natalie y se mueve contra ella, bailando de forma sexy y natural, y
de repente, Nate está presionando mi espalda, con las manos sobre mis
caderas, su rostro en mi cuello.

—Eres tan jodidamente sexy, bebé —gruñe contra mi oreja.

Le sonrío de regreso, y me lleva el resto de la música, presionando su


cuerpo contra el mío, enviando chispas por mi cuerpo.

Finalmente, la banda cambia hacia una canción lenta, y Nate me envuelve


en sus brazos, balanceándome hacia adelante y atrás, con las manos en mi
cadera. Besa mi frente, y me acuesto en su pecho, apreciando la música
lenta y estar en los brazos de mi hombre.

Cuando la música termina, Natalie y yo decidimos que necesitamos


descansar nuestros pies un poco, y los hombres deciden intentar suerte en el
billar. Ellos nos llevan de regreso a la mesa y, enseguida, salen para tomar
una mesa de billar vacía.
—Mierda —murmuro, mientras tomo un trago de mi bebida y veo a Nate
inclinarse para golpear una bola. Su trasero llena muy bien ese pantalón.

—Nuestros hombres son calientes —comenta Natalie con una sonrisa.

—Muy calientes —concuerdo y doy una carcajada—. Estoy tan feliz que
hayamos conseguido salir hoy. Te he echado de menos.

—Yo también. ¿Quién diría un año atrás, que nuestras vidas serian tan
diferentes?

—¿Verdad? Sé que todo esto fue maravilloso, y estoy tan feliz, pero siento
tu falta.

—Bien, tendremos que hacer un esfuerzo para vernos más —Natalie


verifica su teléfono y le sonrío.

—¿Por qué todavía no has llamado? —pregunto.

—Estoy segura de que están bien —responde Natalie, cuando su teléfono


suena con un nuevo mensaje.

—¡Oh! Ella me ha mandado un mensaje. Si, están bien. —Sonríe


ampliamente.

Miro hacia la mesa de billar y encuentro los ojos de Nate en mí. Le sonrío,
y la esquina de su boca sube en una sonrisa perezosa, y siento el calor ir
directo hasta mi centro.

Jesús, él me vuelve loca.

—Bueno, hola, linda.

Giro la cabeza y veo a DJ, un hombre con el que estuve brevemente hace
dos años atrás, de pie en nuestra mesa. Estaba tan distraída con Nate, que ni
siquiera lo noté.

—Hola, DJ —respondo sin entusiasmo.


—Nat. —Él guiña hacia Natalie y ella lo mira.

Las cosas no terminaron bien entre DJ y yo.

—¿Entonces, como estas, Jules? —pregunta él, con una sonrisa arrogante
en su lindo rostro. DJ es apuesto; alto, musculoso y de cabello oscuro. Él
trabaja en la academia en la que yo entrenaba antes, y fue mi entrenador por
un tiempo.

—Estoy bien, DJ.

—Estoy feliz de oír eso. Y me agrada ver que continúas manteniendo ese
cuerpo espectacular. —Él me guiña y mi estomago se revuelve. Es un
idiota. Sólo quiero que se vaya ahora, y rezo para que Nate esté muy
ocupado con su juego para percibir su presencia en la mesa—. Gracias por
venir a vernos, pero Natalie y yo estamos aprovechando nuestras bebidas,
DJ. Ten una buena noche.

—¿Te mporta si me uno a ti?

Jesús, nadie podría acusarlo de ser inteligente.

—Sí, nos importa. Adiós, DJ.

—Ah, vamos, no seas así. —Él pasa los dedos por mi rostro, y agarro su
muñeca con mi mano y lo alejo de mi.

—No me toques. Solo vete ahora.

—¿O qué, Jules?

—O voy a tener que golpear tu trasero —murmura Nate, suavemente detrás


de él.
Capítulo 26
Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost

¡Mierda!

Miro y Nate y Luke están de pie detrás de DJ, Luke mirando con los brazos
cruzados sobre el pecho, y Nate mirando detrás de la cabeza del DJ, sus
duros ojos grises y entrecerrados.

DJ gira y le ofrece a Nate una sonrisa arrogante, lo que él cree que es


encantador y le guiña un ojo.

—Oye, amigo, yo llegué primero. Me la tiré hace algunos años, y si juego


bien mis cartas, espero repetir esta noche.

Escucho el suspiro de Natalie, y entonces todo sucede en cámara lenta.

Nate descubre sus dientes y agarra a DJ por la camisa, arrastrándolo de


nuestra mesa, pasando por el bar, y a la derecha por la puerta del frente, con
Luke detrás de él.

Natalie y yo nos miramos la una a la otra por un instante, después nos


arrastramos de la mesa, para conseguir levantarnos y correr detrás de ellos.

Nate está acorralando a DJ contra la pared del edificio, a un centímetro del


rostro de este, y está furioso.

—¿Quién diablos fue el que te enseñó buenas maneras, imbécil?

—Jódete —escupió DJ y le dio una patada en la espinilla a Nate.


Nate soltó un gruñido, pero no la camisa de DJ. Sus brazos están
flexionados y apretados con rabia. DJ miró por encima del hombro de Nate
hacia mí y sonrió.

—Hey, bebé, ¿lo extrañaste? —toma su pene a través de sus jeans y ríe de
su propia broma.

—No tienes idea de con quién te estás metiendo —murmuro.

Nate no mueve un músculo. Él mira a DJ, respirando con dificultad, pero


está completamente controlado, y, obviamente no está golpeando al otro
hombre, aunque este fuera capaz de hacer gestos groseros hacia mí. DJ mira
a Nate de arriba abajo y sonríe nuevamente.

—¿Qué quieres que haga, Julianne? —pregunta Nate suavemente.

Dj suelta una sonrisa afectada.

—¿Tienes que pedir permiso a tu novia?

—Patea su trasero, Nate.

—Pensé que nunca ibas a decir eso, bebé.

Nate dio un paso hacia atrás, liberando a DJ, giró de espaldas hacia él, y sé
cuál es su estrategia; dejar que DJ dé el primer golpe. Nate no queda
decepcionado.

DJ agarra el hombro de Nate y lo jala para enfrentarlo, y luego le da un


puñetazo en la mandíbula, salpicando sangre desde la esquina de la boca de
Nate.

—¿Qué piensas decir ahora, idiota? —se burla DJ.

—Pienso que tienes un gancho de derecha patético, imbécil.

Nate golpea a Dj dos veces, una vez en la nariz, y la otra en el estómago,


enviándolo al suelo, pero el otro es demasiado estúpido y se levanta,
balanceándose.
Nate se echa hacia atrás y toma impulso con otro gancho de derecha en la
barbilla de DJ, y entonces lo agarra por los hombros, lleva su rodilla directo
a su intestino, tirándolo al suelo.

—Quédate ahí —gruñe Nate.

—¡Vete a la mierda! —DJ se levanta de nuevo, todavía más inestable esta


vez, y frota su estomago. Se lanza contra Nate de nuevo, los puños volando,
pero Nate se agacha y agarra a DJ, levantándolo y golpeándolo contra la
pared con el hombro, Dj cae al suelo nuevamente.

¡Puta mierda! Sabía que Nate era fuerte, pero verlo en acción, como ahora,
es simplemente increíble. No solo podría lastimar a alguien, podría matar a
alguien.

—Si sabes lo que es bueno para ti, te quedaras en el suelo, hijo de puta.

DJ silba y tose, estremeciéndose de dolor. Estoy segura que sus costillas


están bien lastimadas, si no están rotas. Se levanta de rodillas, y Luke habla
por primera vez.

—¿De verdad quieres salir lastimado, amigo? Quédate en el maldito suelo,


antes de él te mande al hospital.

DJ está claramente avergonzado cuando cae sobre el trasero al suelo, y se


estremece de nuevo. Una pequeña multitud se ha reunido para ver el
espectáculo, murmurando y riéndose de DJ. Él me mira y sus ojos brillan.

—Debí darte una paliza, cuando tuve la oportunidad. No eres nada, solo una
puta de mierda. —Nate da un paso hacia atrás, para golpear la cara de DJ,
pero yo grito.

—¡No!

Él para y se gira en mi dirección, sus ojos ardiendo por la furia.

—¿Qué?
Sacudo la cabeza y voy en dirección a DJ, caminado elegantemente. Doy
una dulce, y falsa sonrisa, y me agacho en mis talones, estoy delante de él.

—Intentaste golpearme, ¿recuerdas, DJ? Te di una paliza que te dejo


sangrando. Estoy segura de que esta preciosa cicatriz de tu ojo izquierdo es
gracias a mí.

Me levanto y me alejo de él, y lo oigo insultarme.

—Puta, perra.

—Hazlo —murmuro a Nate, mientras paso por su lado, y oigo a DJ gruñir


suavemente, después de golpearse la cabeza en el suelo, cuando Nate le da
un último puñetazo en el rostro, noqueándolo.

*****

—Bien, una cosa que puedo decir de nuestras noches, es que nunca son
aburridas —dice Natalie, mirando desde el asiento del pasajero del
Mercedes.

—No, nunca es aburrido —murmuro y beso la herida de Nate y los nudillos


de los dedos hinchados de sus manos.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Estoy bien —refunfuña. No me mira a la cara, y a pesar de no parar de


tocarlo, él prácticamente no me toca. Luke estaciona en mi entrada y Nate y
yo salimos del asiento de atrás. Me apoyo en la ventana de Nat y beso su
mejilla—. Besa a Livie de mi parte. Te llamo mañana.

—Está bien. Adiós. Nate, hoy golpeaste un trasero. —Ella le guiña un ojo,
Luke se despide de ambos, y ellos arrancan con el auto.

—Vamos a entrar. —Camino en dirección al balcón del frente, pero Nate


pasa la mano por su cabello y se queda parado.

—Tal vez deba volver a mi apartamento esta noche.


—¿Qué? —giro hacia él, confusa y un poco asustada—. ¿Por qué?

Él sacude la cabeza y mira sus pies.

—Tú misma dijiste que una noche separados no iría a matarnos.

Estoy completamente conmocionada. Este hombre frío y distante no es mi


Nate.

—No quiero dormir sin ti —susurro y mi estomago se revuelve cuando él se


retira y se aleja de mí—. Mira, Nate, lo siento mucho por DJ… —Nate me
mira, y sus ojos grises están tensos y enojados.

—No me vas a pedir disculpas por ese hijo de puta, Julianne.

—Está bien —Doy un paso hacia atrás, y doblo mis brazos sobre mi pecho.
—No sé qué decir. No sé qué es lo que está mal.

—No hiciste nada malo.

—Ok. —Comienzo a lamerme los labios nerviosamente—. ¿Entonces por


qué me estas castigando? —pregunto en voz baja.

Nate baja la cabeza, coloca sus manos en las caderas y toma una profunda
respiración.

—No es eso lo que estoy intentando hacer.

—Habla conmigo, Nate.

—Estoy jodidamente molesto, Jules. Mucho más allá que molesto. Quería
seguir golpeándolo, más y más, hasta que fuera una pasta de sangre. Tengo
mucha adrenalina y rabia pasando por mí ahora mismo, como para confiar
en mí mismo en no lastimarte. Nunca te lastimaría intencionalmente, pero
no me estoy sintiendo gentil. —Lleva los dedos por los cabellos y se aleja
unos pasos frustrado.

—No te alejes de mi —uso sus palabras contra él. Él gira el cuerpo en mi


dirección, sus ojos abajo en el camino oscuro—. No me vas a dejar atrás y
simplemente correr hacia tu casa, As. Si estas molesto, está bien. Si estás
frustrado, está bien. Pero vas a discutir eso conmigo, y no lejos de mí.

Quedamos parados, para mí por largos minutos, pero podían ser solo
algunos segundos.

Finalmente, oigo su voz baja.

—¿Por qué saliste con un idiota como ese?

—Mierda —murmuro y froto mi frente.

—En serio, Julianne, no lo entiendo. —Él gira y me mira, sus ojos


impasibles.

—Nate, fue hace años. Años.

—¿Y? —Él levanta una ceja.

—Yo acostumbraba frecuentar el gimnasio donde él trabajaba. Él era…


probablemente todavía es entrenador personal. Yo era joven y estúpida, lo
suficiente para pensar que él era atractivo. Solo salimos dos veces, Nate,
tuve relaciones sexuales con él una vez, y estuvo persiguiéndome como un
loco. Le dije que no estaba interesada en verlo de nuevo, él levanto un puño
hacia mí, y yo le golpeé y le rompí dos dientes.

Camino hasta Nate e intento tocarlo, pero él se aleja de mí.

—Para con eso —susurro.

—No entiendes. Eso me vuelve loco, saber que te tocó.

Él pasa las manos por su cabello nuevamente y mira hacia el cielo y


después de vuelta a mí.

—Sé que no eras inocente cuando te conocí, pero no necesitaba conocer a


alguien que ya estuvo dentro de ti, incluso si no hubiera sido un idiota,
todavía querría golpear su trasero.
—Nate, él significa menos que nada para mí. Tú viste qué te respondí
cuando me preguntaste. Te dije que le dieras una patada en el culo.

—Sí, lo que es nuevo para mí. Nunca antes tuve que pedir permiso para
proteger a alguien.

Entonces es eso de lo que se trata.

—¿Sabes lo que eso significa para mi, el cuidado que tuviste conmigo,
antes de tirarte encima de él? —él frunce el ceño hacia mí y yo sigo
hablando—. Tú nunca me lastimarías, bebé—. Respiro hondo antes de
continuar—: Además de eso, estuve cara a cara con la mujer que todavía
tiene tu apellido, Nate. Quería arrancarle el corazón por el trasero, pero
mantuve la compostura. No sé si conseguiría mantener la calma si eso
sucediera de nuevo.

—Te dije que no tengo nada que ver con ella.

Sólo inclino mi cabeza a un lado y lo miro, impasible, hasta que él suspira


profundamente y sacude la cabeza.

—Tienes un punto.

—Si yo me quedara pensando en el hecho de ya estuviste casado, en las


mujeres que ya estuvieron contigo, eso me mataría. Me rehúso a pensar en
eso. Estoy contigo ahora, y sé que soy la única mujer en tu vida en este
momento, y eso es todo lo que me importa. —Me aproximo a él
nuevamente, y tomo su rostro con mi mano, pasando mis dedos por su
cabello con la otra, y él no se aleja, pero tampoco me toca —. Gracias por
esta noche, por protegerme y hacerme sentir tan amada.

—Te amo —susurra y sonrío hacia él, encantada.

—Lo sé —susurro, y los brazos de Nate finalmente me abrazan fuerte. Él se


inclina, su rostro debajo de mi barbilla, y me aferro a él, mientras me mece
adelante y atrás, besando mi cabello.
—Entonces, hum, ¿eso significa que vas a quedarte? —pregunto y mi
estomago se calma, cuando lo siento sonreír contra mi mejilla.

—Sí, me voy a quedar, bebé. —Besa mi cabello más de una vez, y lo abrazo
de vuelta.

Nate aprieta mi barbilla con los dedos e inclina mi cabeza.

—Eres mía.

Una lenta sonrisa se expande por mi rostro.

—Igualmente.

—Jesús, eres linda.

De repente estoy en el regazo de Nate, y él está luchando con las llaves,


abriendo la puerta del frente, y llevándome adentro. Me coloca de pie en el
pasillo de la entrada, cierra y atranca la puerta, y gira su rostro en mi
dirección lentamente, mientras lo estoy esperando en las escaleras.

—¿Sabes lo que haces conmigo? —pregunta, con voz baja y áspera, sus
ojos estrechándose y sus manos en puños a los lados.

—¿Qué? —pregunto sin aliento.

—Me haces querer cosas que nunca antes quise. Me haces quererte. Me
haces poner malditamente duro.

Mis talones golpean los escalones, y subo las escaleras despacio, de


espaldas, incapaz de parar de mirarlo. Doy cerca de cinco pasos, cuando él
murmura:

—Para.

Él desabotona su camisa mientras sube los escalones debajo de mí, y


balancea sus hombros, dejándola caer en el suelo. Alcanza el cuarto
escalón, y sus ojos están en el mismo nivel que los míos. Estoy
agarrándome del pasamanos para equilibrarme, hipnotizada por sus bellos
ojos grises. Todavía no está tocándome, y mi piel está zumbando en
anticipación.

—Tócame —susurro.

Él se inclina y roza levemente sus labios con los míos, y se aleja


nuevamente, sólo mirándome.

—Por favor, tócame —susurro de nuevo.

Sus ojos viajan por mi cabello, mi rostro; desde mi vestido hasta mis
sandalias, y de vuelta a mi rostro de nuevo.

—Siéntate en las escaleras — me ordena.

Arrugo la frente, y él cierra sus ojos.

—Siéntate.
Capítulo 27
Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

Me siento en la escalera y miro su rostro, imaginando qué diablos va hacer


a continuación. Él suelta su cinturón y abre su pantalón, y cuando pienso
que va a liberar su pene para que yo pueda trabajar con él, él se arrodilla
frente a mí.

Siento mis ojos ensancharse y recorrer al hombre hermoso y enojado que


esta arrodillado frente a mí, todavía sin tocarme.

—Apóyate hacia atrás con tus codos —susurra, y yo obedezco—. Sube tu


vestido hasta las caderas —nuevamente, obedezco, y siento mi respiración
acelerarse. Me siento completamente expuesta, porque estoy desnuda de la
cintura para abajo. No estaba mintiendo cuando dije que no estaba usando
bragas.

Los ojos de Nate se dilatan, y toma una profunda respiración. Sus ojos se
estrechan en mi vagina, y él dobla sus puños, abriendo y cerrando las
manos, y sé que se está muriendo de ganas por tocarme.

—Tócame, bebé —susurro.

Sus ojos grises están estrechos cuando encuentran los míos, y lleva una
mano hasta mi cabello, metiendo un mechón detrás de mi oreja,
causándome escalofríos.

—Eres tan bonita, Julianne.

—¡Tócame! —susurro alto y él cierra sus ojos por un latido del corazón, y
mira mi cuerpo de nuevo—. Nate—. Desvió su atención con la fuerza de mi
voz—. No me vas a herir, mi amor.
Él gruñe y planta sus puños sobre mis caderas, aproximándose rápidamente
y besándome, deslizando su lengua en mi boca. Ese beso es urgente y
necesitado. Envuelvo su cabello en mis dedos para asegurarlo cerca de mí,
pero él se aleja, sin aliento, con los ojos en llamas, y dice:

—Codos sobre la escalera.

—Oh.

Finalmente. ¡FINALMENTE! Él desliza sus grandes manos por mis muslos


y después a mis caderas, y me jala para al frente hasta el borde del escalón,
y baja la cabeza. Sopla en mi centro, erizando mi piel entera. Separando mis
muslos abiertos, separando mis labios en el proceso y me lame, de mi ano
hasta mi clítoris y abajo nuevamente.

—¡Puta mierda! —Mi cabeza cae para atrás cuando mis caderas se irguen
en las escaleras.

Nate asegura mis caderas firmemente, mete su rostro en mi vagina y me


besa, sumergiendo su lengua talentosa y suave dentro de mí, y girando,
apretando su nariz contra mi clítoris.

La electricidad corre a través de mi centro, a mi columna, y mis miembros.


Lo miro y su ardiente mirada gris esta fija en mi rostro, llena de lujuria.

—Oh, Dios, amor, voy… —No puedo terminar la frase. Él mueve su lengua
a lo largo de mis labios, presionando mi clítoris y empujando dos dedos
dentro de mí, presionando fuerte, y disfruto, mis músculos pulsando
mientras sus dedos me toman, mi clítoris pulsando contra su lengua.

Él besa y da mordidas en el interior de mis muslos y mi pubis, y después


saca sus dedos de dentro de mí y los coloca en su boca, saboreándome.

—Eres belicosa —susurra. Se aproxima y abre mi sostén, exponiendo mis


senos—. Jesús.

Nate se inclina y traza un pezón con la nariz. Mi respiración todavía es


errática a causa del asombroso orgasmo que solo él puede darme, y su nariz
en mi pezón envía llamas directo a mi centro, y gimo su nombre.

Envuelve sus labios alrededor del pezón, mientras sus dedos juegan con el
otro. Llevo una mano hasta su cabello, y él me mira.

—Codos sobre la escalera —repite.

—No, quiero tocarte.

—Voy a amarrarte si es necesario. Codos en la escalera.

Mierda.

Obedezco, completamente excitada con su necesidad de controlar el


momento.

Su boca cubre el otro seno, y comienza a chuparlo, dejándome


completamente loca, retorciéndome debajo de él.

De repente, se aleja, agarra mis caderas y me gira por las rodillas.

—Te necesito —gruñe, y lo oigo bajar sus pantalones hasta sus caderas—.
Ahora.

Él golpea mi trasero, y se empuja brutalmente dentro de mí, y grito de


sorpresa y solo un poco de dolor.

Siento la penetración aún más de lo habitual, presionando dentro de mi


centro.

—Jesús, cariño, estas tan mojada y apretada. —Se mueve hacia fuera y,
entra duro de nuevo, suelto un gemido.

—Si —susurro.

—Eso va ser duro, bebé.

—Bien —respondo.
—Me avisas si es mucho.

—Solo hazlo, bebé. Fóllame.

Golpea mi trasero, y aprieta mis caderas, comenzando a golpear dentro y


fuera de mí en un ritmo rápido, desesperado. Golpea en mi trasero de
nuevo, dos veces, y gimo con el placer de la palmada, amando que él esté
loco del deseo por mí, que soy yo quien le hace perder el control.

—Joder, bebé —aumenta la presión de sus manos en mis caderas, y golpea


otra vez dentro de mí, corriéndose duro y llevándome con él.

Él está temblando y jadeando detrás de mí. No salió de dentro de mí. Se


inclina y besa entre mis hombros y apoya el rostro allí, las manos plantadas
en la escalera al lado de mis codos.

—¿Estás bien? —susurra, haciéndome reír.

—Estoy fantástica. ¿Y tú?

—¿Te lastimé?

—No, cariño. —Beso sus bíceps—. Sacudiste jodidamente mi mundo. —Él


ríe y salw de mí interior, haciéndome suspirar, haciéndome sentir la
penetración a lo largo de las paredes de mi vagina—. Jesús, me alegro que
no le tengas miedo a las agujas. —Me siento en el fondo del escalón, y
observo sus brillantes ojos grises. Está relajado ahora, la ira y frustración
aparentemente apagadas con sexo violento y un orgasmo caliente.

—Quedarías increíble con un tatuaje —murmura.

Estrecho mis ojos hacia él.

—Estabas dentro de mí hace menos de treinta segundos atrás, y ahora estas


siendo cruel.

—No estoy siendo cruel, estoy hablando en serio.


Inclino mi cabeza y poso los ojos sobre sus sexys tatuajes, y por primera
vez en mi vida, pongo en consideración esa idea. Son muy excitantes.

—Conozco un excelente artista si cambias de idea. —Sus ojos están cálidos


y llenos de lujuria, los labios en una media sonrisa, mirándome, y algo
cambia dentro mío.

—Vamos a hablar con él mañana.

La mandíbula de Nate cae y sus ojos se ensanchan.

—¿En serio?

—En serio. Voy a considerarlo. —Me encojo de hombro, intentando no


mostrar como estoy de nerviosa, con el pensamiento de alguien viniendo en
mi dirección, con un arma con aguja, pero él ve a través de mi.

Siempre ve a través de mí.

—No tienes que hacer eso por mí —murmura.

Sacudo mi cabeza.

—Añadir un tatuaje permanente en mi cuerpo, y someterme a una tortura


con una aguja, no es algo que haría por ningún hombre. Tal vez sea hora de
enfrentar algunos de mis miedos.

Él ríe y me levanta, poniéndome encima del hombro, golpea mi trasero, y


entonces sube la escalera.

—Baño —dice con una sonrisa en la voz.

—Buena idea.

*****

—¿Estás segura de eso? —pregunta Nate.

—No.
—¿Quieres salir? —agarra mi mano con más fuerza y besa mi cabeza.

—No.

—¿Qué diablos, McKenna? —El hombre cubierto de tatuajes sonríe hacia


Nate y gentilmente hacía mí. Él es el rostro del propietario de armas de
destrucción masiva.

—Vas a estar bien, mi amor. El tatuaje es pequeño, y solo va a llevar diez


minutos, máximo.

—No puedo creer que estoy haciendo esto. —Cierro mis ojos e inclino mi
cabeza de vuelta al sillón para hacerme el tatuaje. El tatuador inclina la silla
para atrás, así que estoy completamente inclinada.

—Ok, baja los pantalones.

—Mierda, tío, ¿en serio? —Nate lo mira, y eso me hace reír.

—Solo es un privilegio del trabajo, tío —él sonríe y se encoge de hombros,


y me relajo hasta verlo sacar una cosa con un inyector, y venir en mi
dirección.

—Espere. —Él se detiene con las cejas levantadas. Paso la lengua por mis
labios—. ¿Cuántos tatuajes has hecho?

—Miles —contesta.

—¿Eres bueno con esa cosa parecida a un arma? —pregunto, y él me mira.

—Esto no es un arma. Es una máquina.

Oh.

—¿Es bueno con su máquina? —pregunto, y una sonrisa de predador se


expande por su hermoso rostro y Nate maldice suavemente de nuevo.

—Cariño, no tienes idea.


—Estoy hablando en serio.

—Esta bien —Él se sienta, sus codos sobre las rodillas, y me mira a los ojos
—. Vengo haciendo esto desde hace casi veinte años. Me formé en arte en
la Universidad, por lo que soy muy bueno. Nunca tuve un cliente
insatisfecho. Viste mi portafolio más temprano.

Asiento y tomo una profunda respiración. Más allá de eso, él tiene razón, el
que escogí es súper pequeño.

—Cariño, no estaríamos aquí si no pensara que él es el mejor.

Nate aprieta mi mano de forma tranquilizadora de nuevo, y me relajo un


poco.

—Esta bien —desbotono mis jeans y me sacudo hasta que está a la altura de
mi cadera izquierda, con el hueso expuesto. Apunto en donde quiero—.
Aquí.

—No hay problema, solo debes sentarte y tomar algunas respiraciones


profundas—dice el tatuador.

Con mi terrible pánico olvidé su nombre real. Él frota la plantilla en mi piel,


vierte la pintura de minúsculos frascos de plástico, y toma su máquina.

Cuando él se gira hacia mí con aquello en la mano, siento mis ojos


ensancharse.

—Esa cosa no puede matarme, ¿cierto?

—No —él ríe mucho y sacude la cabeza—. Va a pasar realmente rápido.

—Mírame —dice Nate, su voz llena de humor. Miro para sus suaves ojos
grises y aprieto su mano más firme, cuando siento al tatuador colocar la
mano en mi cadera.

—Solo concéntrate en mí, bebé. ¿Qué quieres hacer cuando salgamos de


aquí? —Él saca mi cabello de mi rostro y sonríe hacia mí. La maquina se
inicia y me retiro.
—Hum, no sé.

—¿Vamos a dar un paseo con la moto? —susurra en mi oído y aprieto mis


ojos con el tono de su voz.

—Eso es apropiado. Tatuajes y motos —susurro de vuelta. Él ríe


suavemente y besa mi mejilla.

—Aquí vamos —dice el tatuador, y siento una leve picada en mi cadera.


Aprieto mis ojos con fuerza, y de repente Nate esta besándome,
suavemente, pasando los labios suavemente sobre los míos, pellizcando los
lados de mi boca, y enseguida, profundizando el beso. Todavía esta
asegurando mi mano derecha con fuerza, y su otra mano esta asegurando mi
rostro, en su dirección.

La picada es persistente, pero no es tan malo. Los labios de Nate son la


distracción perfecta.

—Estas siendo maravillosa —susurra en mis labios y abro mis ojos para
mirarlo—. Ya casi ha terminado, Jules.

—¿Cómo lo sabes? —susurro de vuelta.

Él sonríe y me besa otra vez, con más fervor, hasta que, finalmente, oigo a
alguien aclarándose la garganta.

—Creo que ya acabó —susurro contra los labios de Nate y él sonríe para
mí.

—Todo bien —anuncia el tatuador y me siento en la silla—. Echa un


vistazo, antes de que lo cubra.

Él me entrega un espejo de mano y miro hacia mi nuevo tatuaje en mi


cadera izquierda. Es discreto, por lo que un bikini debe cubrirlo. Solo yo
sabré que está ahí.

—Entonces, ¿qué significa eso para ti? —pregunta el tipo.


—Es un As de copas —murmuro—. Es un pequeño corazón rojo con una A
encima y en la izquierda del diseño, como en el juego de cartas—. Es Nate.

Miro para arriba y encuentro a Nate mirando para mi cadera, con los ojos
dilatados, su respiración es irregular y mi respiración queda sin aliento.
Jesús, él parece tan…primitivo.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Todo bien.

—¿No te gustó?

Sin mirarme, él le dice a su amigo:

—Cubre el tatuaje, para que podamos salir de aquí.

Mierda, no le gusto.

Quería algo que me recordara a Nate, sin tener realmente su nombre tatuado
en mi cuerpo. El as de copas tenía sentido, lo llamo as todo el tiempo, y él
tiene mi corazón, así como uso su corazón alrededor de mi cuello todos los
días.

Después de que mi nuevo tatuaje está cubierto, recibo todas las


instrucciones sobre cómo cuidar de él hasta que se cure. Nate le paga a su
amigo y caminamos hasta su moto.

—¿Dónde quieres pasear? —pregunto, y saco mi casco, pero Nate me


detiene, tomando mi mano y empujándome contra él.

—Jules, yo…

—¿Qué está mal? —Me inclino, y lo miro—. Siento mucho si no te gusto el


tatuaje, Nate…

—Lo amé. Es sexy como la mierda, y adoro ver una parte de mí en ti. Solo
estoy sorprendido de que lo escogieras. —Él me mira con el ceño fruncido,
pareciendo un poco confuso, y mi estomago se anuda. Tal vez lo encuentra
presuntuoso de mi parte, hacer un tatuaje especial para él, ¿con nuestra
relación tan reciente?

—Debería haber hablado contigo sobre eso primero. —Cierro mis ojos y
bajo la cabeza—. Parecía lo correcto a hacer. —Me encojo de hombros y
sonrío—. Y lo adoro. Creo que es sexy. Natalie va a enloquecer cuando vea
eso.

—Es una especie de compromiso —murmura y trago en seco—. Como irse


a vivir juntos.

Mierda.

Él levanta mi barbilla con los dedos, haciéndome mirar sus ojos y me calmo
con su expresión amorosa y feliz. Tiene razón. Hice un tatuaje en mi
cuerpo, para acordarme siempre de él. ¿Por qué estoy luchando con la idea
de vivir con él?

—Está bien —susurro.

—¿Está bien qué? —pregunta, mirando fijamente mis ojos, como si


estuviera intentando leer mi mente. Sus manos aprietan mi espalda y sonrío
tímidamente.

—Ok, vamos a vivir juntos.

—¿En serio? —Él todavía sigue mirando mis ojos, una expresión de
esperanza y amor en su rostro, nunca estuve tan segura de nada en mi vida.

—Sí, en serio. Vamos a comenzar la mudanza esta semana.

De repente, el rostro de Nate se divide, con la mayor sonrisa que vi en él, y


me levanta, con un sonoro:

—¡Infiernos, si!

Los dos estamos riendo, cuando me coloca de vuelta sobre mis pies. Acuna
mi rostro en sus manos y me besa suavemente, profundamente, y me derrito
contra él.
—Gracias —murmura—. Vámonos, vamos a dar ese paseo. —Él me
entrega el casco y arrugo la frente hacia él.

—¿No puedo andar sin eso? Me gusta el viento sobre mi cabello.

—Claro que no. Seguridad en primer lugar. —Él mantiene el casco en mi


cabeza y, enseguida, coloca el suyo, y subimos en la moto. Me acomodo
detrás de él, mis brazos alrededor de su estómago e inclino mi rostro en su
espalda, entre sus hombros—. ¿Dónde quieres ir, bebé? —me pregunta.

Tomo una profunda respiración, contenta y sonrío.

—No me importa, bebé.

Y él hace eso, salimos del estacionamiento, conduciendo rápidamente por la


entrada, pero no de forma imprudente. Sé que él es más cuidadoso cuando
estoy con él, y eso me hace sentir segura. Entra en la autopista norte, pero
sale después de unos cinco kilómetros, y nos lleva en un viaje alrededor del
Lago Washington, por pequeñas entradas que ni sabía que estaban ahí. La
vista es increíble, y miro los hermosos barcos sobre el agua, y se me ocurre
que ya estamos casi a finales de mayo, y luego estará más caliente.

La moto zumba alto, amortiguando el ruido que parece rodearnos


constantemente, y solo me recuesto en mi hombre, y disfruto del viento, del
paisaje, y la sensación de él contra mí.

Unas horas más tarde, paramos en el estacionamiento de Nate, y él me


ayuda a bajar de la moto.

—¿Qué piensas del paseo, Srta. Montgomery?

—Maravilloso. Fue una manera impresionante de pasar el día. Gracias. —


Me pongo de puntillas y beso sus labios—. Ahora, déjame alimentarte.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta él.

—Voy a buscar en tu cocina y llegaremos a alguna cosa. —Él me lleva para


el ascensor, y me empuja contra él, envolviendo los brazos alrededor de mí,
mientras el ascensor sube hasta el piso treinta.
—Puedes comenzar a hacer las listas para la mucama. Ella va a conseguir lo
que quieras.

—Eso es un poco…extraño. —Arrugo la nariz y lo miro.

—¿Por qué?

Me encojo de hombros

—No sé. No me importa hacer las compras.

—Julianne, la compra de provisiones es parte del trabajo de ella. Está todo


bien. Más allá de eso, si vas a venir a vivir conmigo, necesitas
acostumbrarte a eso.

Lo miro nuevamente y busco en su rostro. Él sonríe y me besa suavemente.

—No puedo esperar a tenerte aquí de forma permanente.

Le sonrío. Ningún nerviosismo, o miedo, por la perspectiva de vivir con


Nate se instala en mi estomago. En vez de eso, estoy animada y feliz
cuando pienso que estaremos juntos.

—Esta noche haré una lista.

Capítulo 28
Traducido por Sttefanye

Corregido por Pilar wesc

—¿Qué quieres hacer mañana? —pregunto, disfrutando de la felicidad post


orgasmo. Estamos anidados en la cama, las mantas envolviéndonos, mi
cabeza en su pecho. Los dedos de Nate están acariciando mi espalda desde
arriba hasta abajo.

Folló mis sesos en la ducha, y después me enloqueció de nuevo cuando


llegamos a la cama.

No me estoy quejando.

—¿Qué opinas de bajar al centro, e ir al Mercado Pike? Me gustaría


comprar algunos productos frescos, y cocinar para ti mañana en la noche.

—Claro, suena divertido. Me encanta el centro.

—Y vivirás conmigo —susurra y sonrío.

—Sí.

—Mañana —dice simplemente.

Me río y beso su mejilla.

—Creo que tengo algunas llamadas por hacer, algunas maletas por embalar,
y tú y yo necesitamos conversar sobre la logística.

—Estoy listo para tener tus cosas mezcladas con las mías. Tu ropa en mi
armario, y tú, en nuestra casa, todos los días.

—Dios, me dices las cosas más dulces y cursis, amor.

—Estoy hablando en serio.

—Así como yo. Esto es nuevo para mí. —Corro mis dedos por su cabello
negro, increíblemente suave y suspiro—. Parece que vamos tan rápido.

—No, Jules, estábamos jugando al escondite. Quería estar contigo desde el


año pasado. Me cagué el verano pasado. No voy a dejarte ir de nuevo.

—No te estoy pidiendo que me dejes ir. No quiero que me dejes ir. —Beso
su barbilla otra vez—. Te quiero muchísimo. Parece muy rápido, pero me
estoy sintiendo bien con esto. Yo también quiero todo esto.

Suspiro y entierro mi rostro en su cuello y siento su olor. Él envuelve sus


brazos alrededor de mí, y me abraza fuerte, y sé, sin duda, que este es el
lugar donde quiero estar, en sus brazos, por el resto de mi vida.

—Duerme —susurra y besa mi cabello.

*****

—¿Lista? —pregunta Nate, sonriéndome. Solo pasamos la calle de su


edificio, que está solo a unas manzanas del mercado y del borde. Vamos a
caminar.

Está delicioso con sus jeans descoloridos, y una camisa blanca de manga
larga, con las mangas enrolladas hasta sus antebrazos. El clima finalmente
está mejorando, con la temprana llegada del sol de verano, y disfrutaremos
del día.

—Lista —confirmo y él entrelaza nuestros dedos, mientras caminamos


tranquilamente hacia el centro.

—Estás hermosa hoy —murmura y besa mi mano. Yo también estoy con


jeans, zapatillas negras, y una blusa roja, con una fina correa negra en la
cintura.

—Gracias. Tú también. —Inclino la cabeza en su hombro musculoso,


entonces, le doy un beso, mientras esperamos en el paso de peatones.

—Entonces, ¿qué vamos a comprar hoy? —pregunto.

—Hojas verdes y vegetales para una ensalada y langosta fresca. —Lleva


nuestras manos agarradas hasta mi espalda, y me lleva por la calle, mirando
hacia los locos conductores. Adoro como me protege, y me cuida, mientras
todavía me hace sentir que somos socios.

—Suena delicioso.

—¿Quieres comer algo, mientras estamos aquí? —pregunta.


—Mini donas y Starbucks. —El Mercado Pike cuenta con el primer café de
Starbucks ya construido, del otro lado de la calle de los vendedores, ahí
también tienen un stand que sirve platos deliciosos y donas pequeñas al
horno que se derriten en la boca. Son mis preferidos, cuando vengo aquí.

—Vamos allí primero. —La mano de Nate aprieta la mía, mientras bajamos
la colina empinada que va hasta el mercado.

Cuando llegamos a la calle empedrada, respiro profundo y miro alrededor.


Este es el corazón de Seattle. Hombres de negocios con sus cuellos azules,
familias y parejas, personas de todas las formas y tamaños y colores. Hay
músicos en la acera, cantando y tocando instrumentos para animar a los
asiduos, y son increíbles, atrayendo la multitud. Amo la vista, los sonidos y
los olores.

—Estoy tan feliz de que hayas sugerido esto. —Le sonrío a mi hombre—.
No vengo aquí hace años, me encanta este lugar.

—A mí también. —Nate besa mi frente, y me lleva hasta Starbucks.


Pedimos nuestras bebidas y paseamos por el mercado, desde el extremo,
con mis pequeñas donas, así podemos masticar aquella maravilla, caliente y
suave, mientras caminamos por el lugar.

—¡SALMÓN! —grita alguien, y un gran salmón atraviesa el aire delante de


nosotros. Un hombre de pantalones naranjas, con tirantes marrones, agarra
el pez y lo lanza de vuelta hacia un chico con la misma ropa, detrás del
contador de peces.

Nate y yo nos sonreímos, y miramos el pequeño espectáculo con el pez


durante algunos minutos, bebiendo nuestro café y comiendo nuestras
pequeñas donas, observando Seattle.

Más peces vuelan en el aire, mientras los hombres gritan, haciendo un


espectáculo divertido de ver. Nate y yo escogemos dos langostas grandes, y
ellas son envueltas en una caja con un mango, para facilitar el transporte.

Con las manos llenas con las langostas y el café, le llevo un pedazo de dona
a su boca, y continuamos caminando por el mercado, serpenteando a través
de un mar de personas. Es imposible hacer compras en el mercado Pike con
apuro. Hay muchas personas, especialmente en un fin de semana.

Nate y yo escogemos vegetales y hojas para nuestra ensalada, y me compra


un hermoso ramo de tulipanes frescos y margaritas.

—Gracias, cariño. Son hermosas. —Entierro mi rostro en ellas, y aspiro su


dulce fragancia, y le sonrío.

—Como tú. —Besa mi nariz, tira su vaso de café vacío en un cubo de


basura, y presiona la mano en mi espalda, llevándome fuera del mercado y
hacia la calle.

Miro hacia arriba y me congelo.

¡Mierda!

—¿Qué pasa? —pregunta Nate, y sigue mi mirada—. Mierda —susurra.

Ni a siete metros de distancia de nosotros, está Carly, de nuestra oficina.


Está con el rostro alejado de nosotros, mirando una bufanda hecha a mano.
Le paga al vendedor, y gira la cabeza en nuestra dirección, y sus ojos cruzan
los míos.

Aguanto la respiración, solo esperando que diga algo, pero ella no dice
nada. Sin cambiar la expresión del rostro, nos mira como si fuéramos
extraños. Agarra sus bolsas de compras y camina en dirección opuesta
nosotros, sin mirar atrás.

—Nos vio —susurro.

Él besa mi frente y roza mi oreja con su nariz.

—No te preocupes —susurra.

De repente un niño se detiene frente a Nate, con cabello castaño, aparenta


tener tres años, llorando y mirándolo.

—¿Papá?
—Oye, amigo. —Nate coloca la langosta en el suelo y se arrodilla a los pies
del niño, que está obviamente perdido—. ¿Estás buscando a tu papá?

El niño asiente y continúa llorando. Nate le da una palmada tranquilizadora


en su hombro, y sonríe suavemente.

—¿Cuál es tu nombre?

—Brian.

—¿Brian?

Asiente nuevamente.

—Bien, Brian, vamos a encontrar a tu papá.

Nate me entrega la caja de la langosta y toma la manito de Brian en la suya,


y mira alrededor. No tiene que mirar muy lejos, cuando un hombre con el
rostro en pánico viene corriendo hasta nosotros.

—¡Brian! ¡No puedes alejarte de mí! —Tira del niño en sus brazos, besa su
rostro, y le sonríe tristemente a Nate—. Gracias. Te juro, le di la espalda por
un segundo…

—No hay problema. —Nate le sonríe de vuelta—. Estoy feliz por haberlo
encontrado.

Miro toda la escena con un poco de temor. Nate es tan bueno con los niños.
Ellos parecen confiar en él. Y por primera vez en mi vida, el pensamiento
de tener hijos no asusta la mierda fuera de mí. Nate nos amaría, nos
protegería, y sería solo…

Nate.

¿Podría ser una esposa y madre a tiempo completo, sin ser consumida con
este trabajo?

Tal vez.
Nate se voltea y sonríe, toma la caja de langosta de mi mano, y entrelaza
nuestros dedos con su mano libre.

—¿Lista para ir a la casa?

Oh. Dios. Mío.

Sí. Definitivamente podría tener una familia con este hombre. Y esto me
deja muda.

—¿Bebé? —Frunce el ceño, cuando me quedo parada en el lugar, solo


mirándolo.

Me libero de mi trance y sonrío.

—Sí, estoy lista. Vamos a la casa.


Capítulo 29
Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

—Despierta, bebé. —Estoy acostada boca abajo, mis brazos sobre la


almohada, sosteniendo mi cabeza. Nate saca el cabello de mi rostro y besa
mi mejilla.

—¿Qué hora es? —murmuro.

—Las seis —murmura y besa mi hombro. Mmmm…eso es tan bueno.

No estoy lista para el lunes.

—No quiero levantarme. —Mantengo mis ojos cerrados.

—Lo sé —susurra y pasa su mano por mi columna hasta mi trasero y de


vuelta nuevamente, suelto un gemido. Nate besa mi mejilla y muerde mi
oreja, y mi cuerpo va despertando—. Sostén la almohada, bebé.

Sostengo la almohada con mis puños cerrados y abro un ojo, suspirando al


ver mi sexy hombre, con su largo cabello negro y el tatuaje tribal en el
brazo derecho, y el otro del lado izquierdo, miro todo eso con sueño, y
pienso que es todo mío.

—Eres sexy —murmuro.

—Te quiero —susurra.

—Estoy bien aquí, As.

Él planta un beso mojado en mi hombro y susurra en mi oído.


—No sueltes la almohada.

Una de sus manos se desliza hacia atrás a mi columna hasta mi trasero y


lanza la sabana al final de la cama. Se mueve entre mis piernas, poniéndolas
abiertas con sus rodillas, se agacha encima de mí con sus puños a cada lado
de mi pecho, y besa todo el camino hasta mi trasero.

—Nate —susurro.

—Sí, cariño. —Él lame y pellizca cada una de mis mejillas y desliza la
mano por el centro de mi muslo, encontrándome mojada y esperando por él
—. Mierda, Julianne, estas tan mojada.

—Te necesito dentro de mí, amor.

—Me vas a tener. Puedes soltar la almohada ahora.

Él me gira, acostándome de espalda en el colchón, y después me cubre


nuevamente con su cuerpo musculoso, besándome profundamente y
apasionadamente, como si no pudiera estar un minuto más sin sus labios
tocando los míos.

Envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas, las plantas de mis pies
descansando en sus muslos y llevo mis dedos hasta su cabello.

—Agarra la almohada de nuevo —susurra contra mi boca, pero niego con


mi cabeza.

—Nate, necesito tocarte. Necesito…

No consigo explicar porque, solo necesito tener mis manos en él.

Él se aleja un poco, para poder ver mi rostro, sus brillantes ojos grises
buscando en los míos.

—¿Cuál es el problema? —pregunta.

—No sé, solo necesito sentirte.


—Ok, bebé, tócame cuanto quieras. Adoro cuando me tocas. —Él me besa
de nuevo, mas suavemente, esta vez, trabajando más su boca talentosa en la
mía. Baja el pecho, dejándome sentir su peso—. Estoy aquí —susurra.

Envuelvo mis brazos alrededor de él, paso mis manos arriba y debajo de su
espalda, de su trasero, en su cabello largo y grueso y nuevamente para
abajo, mientras froto sus muslos con las plantas de los pies. No consigo
parar de tocarlo, frotándome contra él.

—Me haces sentir tan bien.

—Déjame hacer el amor contigo, nena. —Él muerde mis labios, a lo largo
de mi barbilla, acompañando la línea hasta la oreja izquierda. Inclino mi
cabeza, dándole acceso más fácil a ese punto sensible, y él lame abajo del
oído, donde sabe que quedo loca—. Adoro la forma en cómo hueles,
Julianne. Tan suave, limpia y dulce.

Él aprieta los dientes suavemente sobre mi oreja y me retuerzo sobre él.

—Eres tan linda, cariño. Toda lisa, firme y pequeña.

Sus palabras son embriagantes, hace completamente el amor conmigo, tanto


con sus palabras, como con su cuerpo, y siento mi latido cardiaco
acelerarse.

—Nate… —susurro.

—Nunca me canso de ti. —Sus caderas comenzaron a moverse lentamente


en un círculo, frotando su pene duro, grueso, a lo largo de mis pliegues, la
bola de plata de su piercing masajeando mi clítoris, y levanto mi espalda,
empujándome contra él.

—Nate, te necesito. —Agarro su trasero firme en mis manos y tiro de él


contra mí, casi derrumbándome con la sensación de su sexo largo frotando
mis labios inferiores y la cabeza de su pene, junto con el piercing haciendo
pulsar a mi clítoris, un orgasmo aproximándose.
—Tan bonita —susurra contra mi cuello y empuja sus antebrazos sobre mis
hombros, sosteniéndome, sus manos apoyadas en mi cuello, mientras sus
dedos sostienen mi cabello. Él me sostiene firme y se frota contra mi centro
—. Amo hacerte disfrutar.

—Oh Dios —susurro. Nuestras voces están suaves y estamos jadeantes,


haciendo el amor casi reverente. Siento las lágrimas descender, y cierro mis
ojos, las lágrimas cayendo por mi rostro.

—Shh, nena, no llores. —Él aplasta sus labios en los míos nuevamente,
acariciándome y besándome dulcemente, suavemente—. Córrete para mi,
cariño.

Y disfruto, silenciosamente, mi cuerpo tremendo y convulsionando contra


él. Él profundiza el beso y lleva sus caderas para abajo, encontrando mi
abertura con la punta de su erección, la empuja dentro de mí, tan, tan,
lentamente, dejándome sentir como se desliza contra las paredes de mi
centro, y me llena completamente.

Se hunde en mí hasta la raíz de su pene increíble y para.

—Abre los ojos.

Sus ojos grises están ardiendo, mirándome con tanto amor, y siento más
lágrimas descender por mis ojos.

—Tus ojos son el azul más brillante que he visto, y se ponen más azules
cuando estoy dentro de ti. Adoro cuando me ves así.

—¿Cómo te estoy mirando? —susurro y llevo mis dedos hasta su cabello


espeso, amando sentir que mi cabeza y hombros están siendo sostenidos en
sus brazos, mientras su cuerpo cubre el mío, su erección dentro de mí.

—Como si fuera tu mundo —susurra para mí.

Paso los dedos por su rostro y atrapo sus mejillas en mis manos, mirándolo
directamente a los ojos, ignorando las lágrimas que descienden de mi rostro.

—Eres mi mundo.
Él gruñe suavemente y me besa desesperadamente, sus caderas comenzando
a moverse, empujando lentamente dentro y fuera de mí. Agarro su trasero
en mis manos de nuevo y siento el orgasmo construyéndose en mí una vez
más. Él debió sentir eso también, porque se mueve más rápido, y empuja un
poco más duro a cada impulso.

—Córrete, Julianne —murmura.

—Hazlo conmigo —susurro.

Deja de besarme, y suelta un gemido, enfrentándome con sus ojos grises, su


boca entreabierta, mientras empuja dentro de mi dos veces, tres veces, y
enseguida, frota su pubis contra mi clítoris, mientras se corre en mí, y me
corro también, mi cuerpo estremeciéndose alrededor de él.

—Oh mi Dios —susurro, cuando mi cuerpo se calma.

Él cae encima de mí y entierra el rostro en mi cuello.

—Hey. —Él levanta la cabeza con mi voz. Beso su mejilla—. Te amo, Nate.

—Dios, te amo, Julianne.

*****

El trabajo hoy está siendo… bien, extraño. La Sra. Glover continúa


mirándome especulativamente cada vez que paso por su mesa, lo que me
deja nerviosa y curiosa, queriendo saber lo que está pensando. Nate no me
mandó ningún email hasta ahora.

Llegué primero al escritorio, mientras él iba al gimnasio y llegaba una hora


después, de acuerdo a nuestro calendario habitual. Pero él no me envió
ningún pedido de trabajo, ni oí a cualquiera de mis colegas.

Entonces, estuve en mi oficina la mayor parte del día, trabajando con algún
informe que necesitaba rehacer, y haciendo alguna búsqueda sobre un
cliente que sé que Nate quería discutir más adelante.

Después de dos horas, hay un golpe en la puerta.


—Entre —digo.

La Sra. Glover asoma la cabeza en la puerta.

—La llaman a una reunión en la sala de conferencias, Srta. Montgomery.

—Ok, gracias. ¿Alguna idea de que se trata? —pregunto, mientras saco mi


iPad, y camino en dirección a la puerta.

—No, pero ellos han estados reunidos todo el día.

—¿Ellos?

—Sí, los dos socios, el director ejecutivo y el jefe de recursos humanos.

Mi estómago cae a mis pies.

¡Joder!

Sigo a la Sra. Glover hasta la sala de conferencias. Ella golpea la puerta, y


da un paso para dentro.

—La Srta. Montgomery —anuncia y sale de la sala.

Nate y el Sr. Luis están sentados del mismo lado de la larga mesa de
conferencia, del otro lado de la mesa, esta nuestro director ejecutivo, el Sr.
Vincent, y una mujer en un traje negro, presumiblemente de Recursos
Humanos.

Nate no me mira cuando entro en la sala.

—Srta. Montgomery, por favor, siéntese. —La señora del RH señala hacia
la silla en frente de la mesa.

Genial, tengo que sentarme sola, enfrente de todos ellos.

Mierda.
Me siento en mi lugar y coloco el iPad en la mesa delante de mí, entonces
enlazo mis manos en mi regazo, mirando a cada persona delante de mí. Sus
rostros están completamente impasibles, no dando cualquier indicación del
porque fui llamada aquí, pero yo lo sé.

Carly debe haber hablado.

—Srta Montgomery. —El Sr. Vincent comienza. Solo lo vi una vez antes,
pero él parece ser un buen hombre. Es más viejo, de cabello gris y ojos
amables. Sus ojos todavía están amables cuando me mira, con las manos
cruzadas sobre la mesa, inclinándose en mi dirección—. Tengo una
pregunta para ti.

—Sí, señor —respondo, orgullosa de mi misma por sonar confiada y


profesional.

—¿Cuánto tiempo has estado en mi empresa?

Arrugo un poco la frente, y miro a la señora del RH. ¿Ciertamente tienen


esa información?

—Tres años, Sr. Vincent —respondo.

—En todo ese tiempo, ¿ha recibido informaciones sobre nuestras políticas y
procedimientos? —preguntó.

—Claro.

—Muy bien. —Él sacude la cabeza y mira a los papeles dispersos delante
de él—. Entonces, eres consciente de que esta empresa tiene una política de
no confraternización.

—Lo estoy. —No me voy a marchitar y desintegrarme delante de estas


personas. Sabía que eso podría suceder, y corrí el riesgo. Siento los cuatro
pares de ojos en mí ahora, y miro a cada uno de ellos, dejando a Nate de
último. Su rostro esta frío, sus ojos mirando hacia mí sin emoción.

Es la manera que me miro durante los ocho meses, después de la primera


vez que hicimos el amor en su apartamento y hasta el momento que él me
llamo para estar en su apartamento y el fin de semana entero, antes de mi
cumpleaños.

—Recibimos informaciones que usted se involucro con otro miembro de la


empresa —continua el Sr. Vincent.

—Debió haber recibido un comunicado de Carly esta mañana —respondo


fríamente, no rompiendo el contacto visual. Los ojos del Sr. Vincent se
ensanchan, y entonces frunce el ceño y mira a sus colegas.

—En verdad, no. ¿Por qué supuso que fue ella? —preguntó.

Hago una mueca, e inmediatamente me odio por mi gran boca.

—Fue solo una suposición.

—¿Entonces usted no niega eso? —pregunta él.

—No, señor.

El Sr. Vincent suspira y se recuesta en la silla.

—Srta. Montgomery, usted tiene un excelente registro de trabajo aquí. Ha


hecho muy bien su trabajo en estos tres años.

—Gracias, señor.

—Pero, la política es la política.

Miro hacia Nate pero su comportamiento no cambió. ¿No va a decir nada?

—Sabemos que usted y el Sr. McKenna se han encontrado hace algún


tiempo. Como socio, el Sr. McKenna es un activo importante de nuestra
empresa, para perderlo. Desgraciadamente, no puedo romper las reglas de la
empresa y mantenerla aquí, Srta. Montgomery.

Él para de hablar, y todas las miradas se fijan en mí. La única persona que
habló, desde que entre a la sala fue el Sr. Vincent. Todos ellos están
impasibles, calmos. Fríos.
Especialmente Nate.

Lo miro de nuevo, y él me devuelve mi mirada por un largo minuto. No


vacila. No me va a defender, u ofrecerse para salir. Y eso duele más que el
hecho de que estoy perdiendo mi empleo.

—Elaboramos su pago final, y calculamos sus vacaciones y la licencia


médica, el Sr. Vincent aprobó una indemnización de tres meses. Usted va a
recibir todas las informaciones sobre cómo será hecho su pago a través de
su e-mail personal. —La señora del RH habla por primera vez, y me entrega
la carta de despido.

—Tiene quince minutos para recoger sus cosas.

¿En serio? Mis ojos no dejaron los ojos de Nate mientras ella hablaba. Me
levanto y giro para irme, pero la voz del Sr. Vincent me detiene, y giro
hacia la mesa.

—Srta. Montgomery, usted fue realmente un triunfo para esta empresa. Yo


personalmente escribiré con placer una carta de referencia, en caso de que
necesite una.

Asiento hacia él.

—Gracias.

Camino con las piernas dormidas hasta mi sala, y cierro la puerta. Puta
mierda. ¿Qué fue eso que acaba de suceder?, ¿acabo de ser despedida y mi
novio no hace nada?, ¿solo quedó allá, mirándome, como si fuera una
extraña?

¿Cómo si no hubiera estado dentro de mí hace menos de seis horas atrás?

Nunca mantuve muchos artículos personales en mi escritorio, así que saco


mi bolso, meto mi iPad y teléfono dentro, un brillo de labios que dejaba en
mi gaveta, junto con mi taza de café, y salgo de mi escritorio, mentalmente
felicitándome por mantenerme extremadamente firme y tranquila.
—Srta. Montgomery. —Me giro hacia el sonido de la voz de la Sra. Glover,
y veo a Nate de pie en su mesa, mirándome. Su mandíbula está cerrada,
pero esa es la única emoción en su rostro—. Buena suerte, cariño.

Y eso es todo lo que necesito para traer las lágrimas a mis ojos. No
respondo, solo camino en línea recta hasta los ascensores, y empujo mi
mano hasta el botón de llamada. Carly aparece a mi lado.

—Oh mi Dios. Acabo de oír la noticia. ¿Estás bien?

Ella tenía que estar detrás de esto, ella le contó a RH lo que vio,
probablemente a primera hora de la mañana, mientras Nate estaba
haciéndome el amor.

No la miro. Solo miro a los números encima de las puertas del ascensor.
Siento los ojos de Nate en mi espalda.

Que se joda.

Que se jodan todos ellos.

—Jules, ¿estás bien? — pregunta Carly nuevamente, con su voz


engañosamente dulce. El ascensor avisa que llegó y abre las puertas. Entro
en él y giro, mis ojos encontrando los de Nate y le respondo a Carly, sin
mirarla.

—Jódete.

Capítulo 30
Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

—¿Hola?
—Will, es Jules. —Me aclaro la garganta y giro en la flecha, haciendo el
camino hasta mi casa.

—Hey, ¿qué pasa?

—Necesito quedarme contigo por un tiempo.

Silencio.

—¿Qué está pasando? —la voz feliz e irreverente, habitual en Will, bajó, y
sé que él está dispuesto a golpear algún trasero por mí.

—Acabo de ser despedida, y perdí a mi novio en el proceso. Necesito salir


y poner mi cabeza en su lugar. ¿Puedo contar contigo?

—Voy a colocar sabanas limpias en la habitación de huéspedes. ¿Estás bien


para conducir?

—Sí, creo que todavía estoy en shock. Voy a colapsar cuando llegue a tu
casa.

—También voy a separar los pañuelos de papel. Te amo, chica.

—También te amo.

Cuelgo y llamo a Natalie. Necesito hacer estas llamadas ahora, antes de que
las lágrimas comiencen. Porque una vez que comiencen, no sé si voy a ser
capaz de detenerlas.

—¿Jules? —Nat atiende al primer tono—. ¿Por qué no estás en el trabajo?

—Fui despedida.

—¿Algún hijo de puta lo descubrió?

—Sí. —Me paro en mi entrada, apago el motor, y entro rápidamente a la


casa y voy hasta mi habitación.

—Pareces calmada.
—Estoy enojada como el infierno, especialmente con Nate. Él no renuncio
y cuando estuve enfrente de él y los otros miembros del pelotón de
fusilamiento, él no hizo nada para defenderme.

Oigo a Olivia agitarse en el fondo.

—¿Me necesitas para alguna cosa? —pregunta Nat.

—No, ya me organicé. Necesito alejarme por un tiempo.

—Ven para aquí —ofrece Natalie, pero sé que esta no es una opción.

—Gracias, pero voy a quedarme con Will. Realmente necesito quedarme


fuera del radar por un tiempo, y descubrir lo que voy a hacer.

—Está bien, pero si necesitas alguna cosa, sabes dónde encontrarme.

—Gracias, Nat. —Siento las lágrimas arder por descender, pero me las
trago y me concentro en poner mis ropas en mi gran maleta. Estoy llevando
todo, porque no se cuanto tiempo estaré afuera.

Estoy lanzando los productos de higiene personal en una pequeña maleta,


cuando oigo la puerta del frente abrirse y pasos rápidos y pesados subiendo
la escalera. De dos escalones cada vez. De repente, Nate está en mi puerta,
jadeante, su cabello suelto, un botón abierto de su camisa blanca. Mira
hacia mis maletas abiertas y estrecha sus ojos grises.

—¿A dónde vas? —pregunta.

—No es de tu incumbencia. —Me dirijo de vuelta al baño, pero él me


alcanza y agarra mis codos.

—Vamos a conversar sobre eso, Julianne.

Me alejo de su alcance y envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, estoy


pálida, herida y muy confusa.

—No me toques. No hay nada de qué hablar, Nate. Me lanzaste a los


leones.
Él da un paso en mi dirección nuevamente, pero me alejo y él planta las
manos sobre sus caderas.

—No fue eso lo que sucedió.

—Te quedaste sentado en la sala, y dejaste que ellos me despidieran sin


decir una palabra en mi defensa.

—No estuviste en la sala durante toda la mañana, cuando fue exactamente


lo que yo hice. Me ofrecí irme si ellos te dejaban quedar.

—Pero no los amenazaste con renunciar si ellos me despedían.

Su mandíbula se apretó, y pasó la mano por su cabello.

—Fue lo que imaginé —murmuro y entro en el baño, reuniendo mi


shampoo, gel de baño, y los vuelco en mi maleta, junto con mi bolsa de
maquillaje.

—Julianne, no nos haría ningún bien quedáramos los dos desempleados.

—¡Jódete! Nate, supe que eso podía suceder desde que puse el pie en tu
apartamento por primera vez. Sabía en qué me estaba metiendo. ¿Y sabes
qué? Te elegí. ¡TE ELEGÍ A TI! —Golpeo mi dedo en su pecho y camino
alrededor de la habitación. Estoy ardiendo de ira—. Si esas personas me
hubieran preguntado, les hubiera dicho que te amaba y que podían besar mi
trasero si no les gustaba. No mentí cuando él me pregunto sobre nuestra
relación. ¡Pero tú te sentaste a seis metros de distancia de mí, y ni siquiera
mostraste cualquier maldita emoción!

—Jules…

—No —lo interrumpo y camino de vuelta hasta él—. Me importa un


comino ese trabajo ahora. Conseguiré otro. Lo que me interesa es que no te
reconozca. El hombre que me defendió con todas las fibras de su ser el
viernes en la noche, no estaba ahí. El hombre que me hizo sentir segura de
no ser alcanzada por los autos en el centro de Seatle, ¡no estaba
malditamente allá!
—Mierda, Jules, ¿qué debo decir?

—Oh, no sé, tal vez algo como: “¿se necesita dos para bailar el tango?” O
“¿si la despiden, yo también estoy fuera?”. —Lanzo mis bragas y zapatos
en mi bolsa, sin tener cuidado de ver cuáles son exactamente y cierro las
maletas.

—Si te calmas, te voy a contar lo que sucedió antes de que entraras a esa
sala de mierda, Julianne.

Respiro profundo e inclino mi cabeza, frotando mi frente con mi mano. Lo


amo mucho, y me siento atraída por él. Pero sé que no puedo estar cerca
suyo ahora mismo.

—Tengo un lugar donde necesito ir. —Saco las asas de mis maletas,
empujándolas detrás de mí.

—¿A dónde vas? —pregunta nuevamente, cruzando los brazos sobre el


pecho.

—No te preocupes por eso, Nate. Solo olvídame. —Comienzo a moverme,


para pasar por él, pero él se pone al frente, bloqueándome el camino hasta
la puerta.

—No me voy a olvidar de ti. —Sus ojos estaban salvajes, con el rostro
tenso de dolor, y me duele mirarlo. Me duele todo. Cierro mis ojos y siento
una lágrima escapar por mi mejilla—. Bebé, no llores.

Nate se inclina y me besa suavemente, y lo dejo, sabiendo que ahora somos


pasado. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo empujo en mi
dirección, colocando todo en este beso. Paso mis manos por su cabello y,
finalmente, me alejo, pasando mis dedos por su rostro, memorizando todo
sobre él.

—Tú y yo, probablemente, nunca tendríamos que haber sucedido —


susurro, mirando sus bellos ojos grises— pero amé cada segundo que pasé
contigo.
Salgo de sus brazos, mientras él traga en seco, y coloco la palma de su
mano en el corazón de plata que me dio en la playa. Saco mis maletas y
salgo por la puerta, descendiendo la escalera en dirección a mi auto.

—Julianne, espera.

—Solo traba la puerta cuando salgas, Nate.

—¡Mierda, espera!

Empujo mis maletas en el asiento de atrás de mi auto, y abro la puerta del


lado del conductor¸ y de repente Nate está a mi lado.

—Mírame.

Levanto mis ojos llenos de lágrimas a los suyos, y trago en seco. Su mirada
se detiene sobre mi rostro, sus ojos tan tristes, y comienza a decir algo, pero
se calla. Finalmente, besa suavemente mi frente y susurra.

—Te amo.

No respondo mientras me siento detrás del volante, y me alejo.

*****

Will abre la puerta de delante y me empuja en sus brazos, abrazándome


apretadamente. Todos mis hermanos son altos y musculosos, vinimos de la
misma fuente, y tenemos una buena genética. Will tiene el cabello rubio
oscuro y ojos azul zafiro, y es solo dos años mayor que yo. Él y yo siempre
fuimos muy cercanos.

Respiro profundo y dejo que me abrace en su puerta, mi rostro acurrucado


en su camisa suave, y la enormidad de los eventos de esta tarde me alcanzan
finalmente. Siento las lágrimas, y juro por Dios, mi temperamento fuerte
aparece, y siento que voy a tener una crisis nerviosa, luego doy un paso
para atrás y murmuro:

—Habitación.
—Por aquí. —Él me lleva a través de su bonita casa en Seattle, pero
realmente no presto atención a los ambientes. Él camina al frente. Lo sigo
hasta una puerta, él la abre y dice:

—Ésta es tu habitación, chica, durante el tiempo que necesites. Estoy en la


sala, en caso de que me necesites.

Asiento y entro en la bella habitación. La cama fue hecha recientemente.

—Olvidé sacar mis maletas.

—Voy a buscarlas.

—Creo que voy a llorar, Will.

—¿Quieres que me quede o me vaya?

—No sé. —Sacudo mi cabeza y me siento en el borde de la cama. Dios, me


gustaría tener aquella sensación adormecida de vuelta. Era mucho mejor
que el dolor penetrante que me está atravesando.

—Voy a sacar tus maletas y darte un minuto, y luego regreso, ¿ok?

Asiento y miro ciegamente a mi hermano. Parece preocupado y un poco


enojado.

—¿Tienes rabia por mí?

—No, chica, estoy preocupado. Nunca antes te vi así.

—No creo que hubiera pasado por esto. —Toco con mis dedos mis labios y
me acuerdo de mi beso de adiós con Nate hace quince minutos, y las
lágrimas comienzan a salir. Acuno mi cabeza en mis manos y el dolor me
aplasta. Comienzo a balancearme para adelante y atrás, los sollozos
escapando fuertemente por mi cuerpo. Nunca lloré tan fuerte. Nunca estuve
tan devastada.

Oigo mi propia voz, lamentándome y murmurando. Estoy con una jodida


confusión, y no puedo parar. Mi cuerpo asumió el mando, exorcizando el
dolor a través de las lágrimas y los sollozos.

Will regresa a la habitación empujando mis maletas detrás de él. Saca


algunos pañuelos de la caja de al lado de la cama y me entrega un paquete
para limpiar el desastre en mi rostro, y se queda delante de mí, con las
manos en las caderas.

—¿Puedes hablar?

Niego con la cabeza.

—¿Quieres matar a alguien? —pregunta en voz baja.

Sacudo mi cabeza, negando de nuevo, entonces pienso dos veces sobre eso
y me encojo de hombros. Una sonrisa se asoma en las esquinas de los labios
de Will.

—¿Qué necesitas que haga, Jules?

Dios, amo a este hombre. Estoy tan contenta por haber venido para aquí.

—No le cuentes a nadie, solo a la familia que estoy aquí. Si Nate llama, no
me viste.

Él levanta una ceja y cruza los brazos sobre su pecho.

—¿Él realmente jodió todo?

—Sí, lo jodió.

—¿Otra mujer?

—No. —Eso trajo más lágrimas, y quedo devastada nuevamente.

—Ok, no vamos a hablar sobre eso hoy en la noche.

—¿Arruiné algún plan que tenías para hoy? —pregunto a través de mis
lágrimas.
—No, pero sabes que cambiaría cualquier plan que tuviera por ti, chica.

Solo asiento, y él sacude sus pies descalzos, y finalmente, camina hasta el


otro lado de la cama, sube en ella, se sienta contra la cabecera, y dice:

—Ven aquí.

Él me coloca en su regazo y me enrollo en una bola y lloro. Largo y alto,


los sollozos me atraviesan. Will se queda entregándome pañuelos, frotando
mi espalda suavemente y me abraza, dejándome llorar.

—¿No es repugnante estar sosteniendo a tu hermana? —pregunto.

—No cuando estás herida —responde, y tiene razón.

Estoy herida.

Herida de miedo, rabia, tristeza, traición y deseo.

*****

—Despierta, Jules.

Alguien está empujando mi hombro y balanceando mi cabeza


incesantemente con este movimiento.

Intento abrir mis ojos, pero la luz es muy brillante.

—Vete.

—Es casi medio día.

Me quejo y giro para el otro lado. Mi cuerpo esta adolorido por estrés y la
tristeza. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, y mi cabeza esta
matándome.

—Aquí. —Will me entrega un vaso de agua y algunas pastillas—. Toma


estas pastillas y entra en la ducha.
—Creo que me quedaré en la cama. —Hago una mueca y miro alrededor.
Todavía estoy con mis ropas de trabajo de ayer, y no me acuerdo la hora
que conseguí finalmente dormir. Me acuerdo de llorar, hasta tarde por
noche, con Will sosteniéndome.

—No, lo harás.

—Voy a hacer lo que quiera —respondo en tono desafiante.

—No te vas a enterrar en la cama por días, Jules. Eres más fuerte que eso.

—No, no lo soy —susurro, con los acontecimientos de ayer pasando por mi


cabeza. Quiero llorar más, pero estoy agotada.

—Sí, lo eres. Vamos, levántate. Toma un baño, come alguna cosa, y


entonces puedes ir al gimnasio conmigo, sacar esa mierda para fuera con
algunas patadas.

Sacar la mierda para fuera es algo que suena muy bien. Tomo las pastillas
que él me está sosteniendo y me levanto lentamente de la cama.

—Bajo en quince minutos.


Capítulo 31
Traducido por Lizels

Corregido por Angeles Rangel

¯Entonces déjame ver si lo entiendo ¯dice Will, mientras corre a mi lado en


una cinta de correr¯. ¿Ellos te llevaron hasta una sala, el director ejecutivo
te confrontó con toda esa mierda de salir con tu jefe, golpearon el martillo
con tu despedida y Nate no dijo una palabra en su defensa en todo ese
tiempo?

Estábamos en su gimnasio, cerca de Seattle, un centro de entrenamiento


exclusivo para los jugadores de Futbol de Seattle Seahawks. Como era
fuera de temporada, muchos de sus colegas dejaron Seattle hacia sus
ciudades de origen, pero hay algunos hombres entrenando en la exclusiva
instalación.

¯Eso fue exactamente lo que sucedió ¯confirmo y acelero la velocidad en


mi cinta de correr¯. Entonces él vino para mi casa, mientras estaba
empacando mis cosas.

¯¿Qué dijo?

¯Me dijo que me calmara, que me contaría lo que sucedió antes de que ellos
me llamaran para la sala.

¯¿Y? ¯me pregunta Will, mientras toma un trago de su agua.

¯Y nada, no lo dejé hablar. ¯Siento los ojos de Will en mí y cuando


encontré su mirada, sus cejas estaban erguidas.

¯¿Qué?

¯¿Por qué no lo dejaste hablar?


¯Porque no quiero oír nada, Will. Eso no cambia la forma de cómo actuó,
mientras estaba sentado en aquella silla, permitiendo que ellos me
despidieran, sin decir una palabra sobre mí. No tenía ninguna emoción en
su rostro. Era como si fuera una extraña, que estaba siendo despedida por
acoso sexual.

¯¿Intentó llamarte? ¯pregunta Will.

¯No sé, no he mirado mi móvil desde que salí de casa ayer.

¯Tal vez debas oírlo.

¯Tal vez no ¯sacudo la cabeza y aumento mi velocidad nuevamente¯. No


quiero estar con alguien que me ataca por la espalda.

¯Tal vez…

¯Tal vez, no, Will. ¡Cállate! ¯Lo miro feo, acabando la conversación y él
rueda los ojos hacia mí.

¯Está bien, mocosa. Eres muy testaruda. Pero si quieres que lo mate, estoy
seguro que conozco a alguien, que conoce a alguien ¯me sonríe y me veo
sonriendo de vuelta.

¯Voy a tenerlo en mente. Pero por el resto del día, sólo quiero sacar eso de
mi cabeza.

¯Está bien. Qué tal si golpeo tu trasero en la piscina y después te llevo a


cenar y ver una película.

¯Esa es la mejor oferta que he tenido durante todo el día.

Disminuimos la velocidad de las cintas de correr hasta una caminata y,


finalmente, salimos de ellas.

Después de cambiar mis ropas por el traje de baño, salgo para el área de la
piscina.
¯Oye, Williams, ¿quién es esta dulzura? ¯Un hombre muy alto, muy
musculoso, con la piel color chocolate y largas trenzas se acerca a nosotros,
mirándome de arriba abajo en mi bikini.

¯Es mi hermana, tío. ¯Will hace una mueca hacia él y doy una carcajada.

¯Soy Jules.

¯Terrence Miller. ¯Aprieto su mano. Cualquier otro día hubiera quedado


halagada con la atención y ciertamente habría flirteado con la bonita estrella
de futbol, pero no puedo dejar de pensar en cómo estaría lastimado Nate, si
me viera aquí, con bikini siendo codiciada por este hombre y eso me deja
tiste.

Maldito Nate.

¯Un placer conocerte. ¿Vamos? ¯le pregunto a Will y nos sumergimos,


nadando hacia al frente y atrás por el largo camino. Me canso antes que
Will, entonces impulso mi cuerpo al borde de la piscina, y balanceo los pies
en la cálida agua, moviendo los dedos de los pies, disfrutando de la
sensación.

Me pregunto si Nate intentó llamarme o mandar un mensaje. Lo extraño.


No ha pasado un día entero y ya lo extraño.

Es desagradable.

Finalmente, Will sale del agua y se sienta a mi lado y nos quedamos allí por
un tiempo, balanceando los pies, mientras Will recupera el aliento.

¯¿Cuándo te hiciste el tatuaje?

Suspiro y miro para abajo, percibiendo que la parte inferior de mi bikini


descendió un poco, exponiendo mi tatuaje.

¯El sábado.

¯No deberías nadar hasta que esté cicatrizado, lo sabes.


¯Ah. ¯ No había pensado en eso ¯. Bien, no voy a nadar de nuevo,
entonces.

¯¿Qué significa? ¯pregunta Will y me mira. Evito sus ojos y sacudo la


cabeza, sin querer responder. No me arrepiento del tatuaje, pero es un poco
sensible para mí, literal y figuradamente.

¯¿Nunca vas a hablar con él de nuevo? ¯pregunta Will.

Oh Dios. El pensamiento de nunca hablarle a Nate, hace que mi sangre se


congele. ¿Es esta la decisión que tomé? Le dije adiós ayer. Le devolví el
collar de su madre. Es el fin.

¯Mierda ¯susurro.

¯Lo siento mucho, chica. Toma algunos días y cálmate. Tal vez le des algún
chance para explicar las cosas. Si no te gusta lo que tiene para decir, que se
joda. Tal vez sea capaz de darte algunas explicaciones. ¯Will encoge los
hombros y mira sus pies¯. Probablemente no debería decirte esto…

¯¿Qué es? ¯Mis ojos parpadean hasta los suyos y él frunce el ceño,
sacudiendo la cabeza.

¯Él te dejo un mensaje la noche pasada.

¯¿Qué? ¿A qué hora? Estuviste conmigo toda la noche.

¯No, no estuve. Cuando te dormiste, te acosté y te cubrí, como el buen y


maravilloso hermano que soy. Él dejo un mensaje al comienzo de la noche.

No respondo. No sé si quiero saber lo que Nate dijo. No sé si puedo


aguantar. Lo echo mucho de menos y estoy comenzando a sentirme débil en
mi resolución y no me gusta esa nueva cualidad en mi personalidad.

¯¿No quieres saber lo que él dijo?

¯No.

¯Jules ¯Will ríe y me mira con humor¯. Eres tan jodidamente obstinada.
¯Aprendí eso contigo, mi querido hermano mayor.

¯¿Realmente no quieres saber?

¯No.

¯Sólo déjame decir esto, chica. Y está viniendo de mí, tu gran hermano, que
mataría por ti. Toma los días necesarios para curar tus heridas y estar
enojada. Tienes derecho a ellos. Pero, entonces, dale una oportunidad para
explicarse.

¯Vamos a almorzar. ¯Comienzo a levantarme, pero Will me sostiene, la


mano en mi brazo.

¯Jules…

¯Te oí. Pensare sobre eso. ¯Beso su mejilla y me alejo¯. Estoy hambrienta.

¯Entonces vamos.

*****

Will me lleva a una de nuestras cafeterías favoritas al norte de Seattle,


llamado Molino Rojo. No es nada sofisticado, pero la comida es para morir.

Hacemos nuestro pedido, y encontramos un banco, esperando que me


llamen, para tomar nuestra comida.

¯No estuve aquí en años. ¯Miro alrededor del restaurante y de vuelta a Will
y sonrío, cuando lo veo empujar su gorra de béisbol más para abajo en su
rostro¯. ¿Realmente crees que eso sirve como un disfraz? Amigo, mides
como un metro noventa, todo construido, y tu cara fea está en una valla
publicitaria en el centro de Seattle. La gente va a reconocerte.

¯Cállate ¯murmura, haciéndome reír de nuevo.

¯¿Jules? ¯Miro hacia mi izquierda y veo a una mujer linda y delicada


sonriendo hacia mí, con ojos castaños lindos y largos cabellos pelirrojos con
mechas rubias.
¯¡Meg! ¯Rápidamente me levanto y la agarro en un gran abrazo.

¯¡Oh mi Dios, no te veo desde hace años! ¿Cómo estás?

Meg da un paso para atrás y me sonríe, entonces mira nerviosamente a Will.

¯Me está yendo muy bien, gracias. Es agradable verte.

¯Will, esta es Megan McBride, una amiga mía de la facultad. Meg, este es
mi hermano, Will.

Will se levanta y ofrece su mano. El rostro de Meg se ruboriza, pero ella


sacude la mano educadamente.

¯Sé quién eres.

Él solo sacude la cabeza y se sienta nuevamente.

¯¿Qué has hecho? ¯le pregunto.

¯Soy enfermera, jefe en el hospital infantil de Seattle, en la unidad de


cancerología.

Meg sonríe tímidamente, su hoyuelo en la mejilla izquierda parpadeando


hacia mí, y le sonrío de vuelta.

¯¡Eso es increíble! Bien por ti, chica. ¿Todavía cantas?

¯Uh, no. ¯Ella sacude la cabeza y se ruboriza, mirando para la mesa¯. No,
desde la facultad.

¯¿Cantas? ¯pregunta Will.

¯Tiene una voz fantástica ¯respondo y sonrío de forma alentadora hacia


Meg.

¯Gracias, pero sabes cómo es la vida, nos ocupa con otras cosas y acabamos
dejando algunas de lado.
Ella encoge los hombros y sonríe nuevamente. Will me llama la atención y
levanta una ceja.

Si, ella es sexy, idiota.

¯¿Te casaste? ¯le pregunto.

Ella ríe casi cínicamente.

¯Claro que no.

¯¿Puedo tener su teléfono? ¯pregunta Will, demasiado directo y arrugo la


frente hacia él.

Meg me mira conmocionada por un momento, pero después lo mira.

¯Claro que no ¯responde con frialdad.

Wow, ¿Will acaba de tener una patada en el culo?

La quijada de Will cae y entonces sonríe y sacude la cabeza.

¯¿Discúlpame?

¯Creo que oíste ¯responde Meg, enseguida, coloca la mano en mi hombro y


sonríe hacia mí¯. Fue bueno verte. Cuídate, chica.

¯Tú también, Meg.

¯¿Qué diablos fue eso? ¯pregunta Will, perplejo.

¯No lo sé. ¯Me encojo de hombros y le sonrío¯. Tal vez te olvidaste de la


forma cortes de tratar a las mujeres.

¯Cállate la boca, chica.

*****
Es miércoles, pero la familia entera está en la casa de mis padres para cenar,
a pesar de ser mitad de semana. Y sé que es porque quieren estar seguros de
que estoy bien, y eso me hace sentir amada y segura, sabiendo que a ellos
les importo lo suficiente, para querer confirmarlo personalmente.

Pero mi corazón no está aquí. Ya pasaron dos días, desde que vi a Nate por
última vez y eso me está matando.

¯Jules, cariño, ¿te gustaría postre? ¯pregunta mi madre, sonriéndome. Estoy


completamente satisfecha, con su delicioso pollo frito y puré de papa, que
me hará ganar otra sesión asesina en el gimnasio, pero siempre tengo
espacio para el postre.

¯¿Qué tienes? ¯pregunto.

¯Hice tu favorita ¯dice ella con un guiño¯. Cheesecake de chocolate.

Y, así, con esas palabras, mi mundo se desmorona de nuevo. No comienzo,


todo lo que puedo hacer es mirarla, mientras siento las lágrimas llenando
mis ojos y la próxima cosa que sé, es que estoy saltando de mi silla
precipitadamente y salgo corriendo en dirección al patio. Las lágrimas están
cayendo sin parar y apenas puedo controlar los escalofríos que atraviesan
mi cuerpo.

De repente, brazos fuertes envuelven mi cuerpo y soy sostenida por los


brazos de mi padre. Él me balancea adelante y atrás, su gran mano
sosteniéndome firmemente.

¯Shh, cariño, está todo bien.

¯No, no está todo bien ¯lloro y lloro cada vez más, sosteniéndome en su
camisa con mis puños.

¯¿Supongo que Nate te dio cheesecake de chocolate? ¯murmura con humor


en su voz.

Asiento.

¯Parece que le gusta mimarte.


¯No puedo hablar sobre eso ¯murmuro a través de mis lágrimas¯. Ni
siquiera sé por qué estoy tan triste.

¯Porque lo amas y él te decepcionó, cariño.

Me inclino hacia atrás y miro a mi padre.

¯Pensé que lo conocía.

¯¿Qué fue lo que sucedió exactamente, cariño?

Sacudo la cabeza y me alejo de sus brazos, pero él me lleva hasta un banco


cerca y me hace sentar.

¯¿Qué sucedió? ¯pregunta nuevamente.

Entonces le explico lo que sucedió el lunes y mientras narro mi versión de


los acontecimientos, mi padre me escucha, sus ojos estrechándose,
asintiendo, exhalando alto y cuando termino, me mira con una cara
sombría.

¯Julianne Rose Montgomery, estoy decepcionado con ustedes dos.

¯¿Qué?

¯Necesitas dejarlo que se explique.

Comienzo a negar, pero él me coloca su mano en mi brazo, teniendo mi


atención.

¯Las personas se equivocan, Jules. Él tiene algunas explicaciones que darte,


pero no lo dejas hablar. Deja hablar al hombre.

¯Tú y Will son harinas del mismo costal.

Nos levantamos y caminamos de vuelta para la casa. Está calmo en el


interior. Todo el mundo parece tan sombrío, esperándonos.

¯¿Estás bien? ¯pregunta Isaac suavemente.


¯Lo voy a estar ¯respondo.

Natalie coloca a Olivia para eructar y extiendo mis manos.

¯Dame al bebé.

Natalie sonríe y me extiende a Olivia. Abrazo a Olivia y le sonrío a Nat.

¯Gracias.

¯Entonces, nada de cheesecake. ¿Qué tal una torta de manzana? ¯Mamá me


guiña y todo el mundo comienza a conversar a mi regreso nuevamente.
Beso la cabeza de Olivia, y miro a Luke, que sonríe y toma un trago de
cerveza.

*****

¯Entonces, ¿por qué tengo que llamar a Will para hablar contigo? ¯pregunta
Natalie desde la cama a mi lado. Nos decidimos a gastar mi regalo de
aniversario, un día de spa. Nuestras cabezas están envueltas en toallas
blancas, nuestros cuerpos envueltos en cálidas sábanas blancas, y las dos
estamos con mascarillas de barro en nuestro rostro, con pepinos sobre
nuestros parpados.

Estoy en el cielo.

¯Porque no reviso mi teléfono desde hace cuatro días ¯murmuro.

¯¿Por qué? ¯pregunta nuevamente.

¯Porque no quiero saber si Nate llamó o dejó algún mensaje ¯respondo y


suspiro cuando la profesional comienza a masajear mis manos.

¯Pero… ¿Por qué?

¯Estoy intentando relajarme aquí, Nat. No me estás ayudando.

¯Lo siento mucho, estoy intentando entender.


¯Si él me llama ¯digo con paciencia¯ no estoy segura de si quiero oír su
voz o sus disculpas. Si no me llama, va a doler.

¯Está bien. ¯No parece estar segura, pero se calla y las dos nos quedamos
calladas, disfrutando de nuestros deliciosos tratamientos faciales.

Decidimos tener el tratamiento de princesa completo hoy y disfrutamos de


una hora de masajes, manicura, pedicura y también depilación.

¯Eso fue fantástico. ¯Sostengo el brazo de Natalie, mientras dejamos el spa


y tomo una profunda respiraron del aire de verano, que llegó temprano.

¯Agradece a Luke por mí. Es tan bueno tener un cuñado tan obscenamente
rico, que ama mimar a su hermosa mujer y, por consecuencia, también a la
mejor amiga de ella.

¯Le diré ¯Natalie ríe y me lleva por la calle, hasta nuestro café favorito para
almorzar. Miro a mi amiga y sonrío. Esta hermosa, con el rostro tratado y
sus cabellos castaños para atrás, en una cola de caballo flojo.

Pedimos nuestra sopa y sándwiches de costumbre y encontramos una mesa.

¯Entonces, creo que debes revisar tu teléfono, amiga ¯dice Natalie con una
ceja levantada. Saca su bufanda verde y la coloca sobre la silla al lado de
ella.

¯No. ¯Tomo un trago de mi Coca de dieta.

¯Te desafío. ¯Los labios de ella suben en una suave sonrisa y yo la enfrento.

¯No seas una perra, Nat.

¯No seas una cobarde, Jules.

Mierda.

Odio como me conoce. Sabe que no puedo resistir a un desafío. Tengo


cuatro hermanos mayores, que me causaron un montón de problemas con
mi madre, desafiándome.
¯Mierda, Natalie ¯murmuro y saco mi iPhone de mi bolsa Gucci¯. Revísalo
tú.

Le paso mi teléfono y ella revisa observando la pantalla y enrollando un


mechón de su cabello con los dedos.

¯¿Es en serio que ese pedazo de mierda tarda tanto tiempo en conectarse?
¯pregunto.

¯Si ¯ella ríe hacia mí y continúa observando la pantalla¯. Parece que tienes
diez correos de voz y veintidós mensajes.

¯Mierda. No conozco a tantas personas.

¯Aquí. ¯Ella intenta entregarme el teléfono, pero me niego.

¯No. Míralos tú.

¯No, Jules. Jesús, crece un poco y revisa tus mensajes.

Respiro profundamente y continuo mirando fijamente hacia mi mejor


amiga. Dios, la odio ahora.

¯Ok, dámelo.

Ella me lo entrega, reviso el correo de voz en primer lugar. Los seis


primeros mensajes son de mi familia, queriendo saber si estoy bien. El
séptimo y octavo son de Natalie queriendo encontrarme para un día de spa y
amenazando con llamar a Will.

El noveno es de la Sra. Glover diciéndome que olvidé un artículo personal


en mi sala y que me lo va a enviar.

El décimo es de Nate. Fue dejado esta mañana.

¯Julianne ¯ suspira y hace una pausa y aprieto el teléfono, presionándolo


más duro contra mi oído, como si pudiera escuchar su voz más clara de esta
manera¯. Espero que cuatro días sean suficientes. No puedo estar otro día
sin escuchar tu voz. Por favor, bebé, llámame. Habla conmigo. Te amo.
¯Hace otra larga pausa y, enseguida, el mensaje termina.

Estoy mirando a Natalie, con lágrimas deslizándose por mi rostro. No estoy


sollozando o haciendo una escena, pero las lágrimas comenzaron a salir
cuando él dijo mi nombre. Presiono replay y paso el teléfono a Natalie, para
que pueda oír.

Ella escucha ávidamente, sus bellos ojos verdes en los míos. Sus ojos
también están con lágrimas cuando me entrega el teléfono.

¯Wow, Jules.

¯Maldito ¯murmuro.

¯¿Qué vas a hacer? ¯pregunta.

¯Deseo responder el mensaje ¯respondo y limpio mi rostro.

¯¿En serio? ¯ella sonríe.

¯Oh, ¿piensas que estoy bromeando? Probablemente voy a llamarlo más


tarde. ¯La camarera coloca nuestros almuerzos al frente y comenzamos a
comer.

¯Él me ha llamado, sabes.

¯Jesús, él está llamando a todos ustedes. Will dijo que lo llamó y mi madre
dijo que ayer en la noche la llamó.

¯Él no ha podido encontrarte, Jules. Eso lo está dejando loco.

¯Bien.

¯Mi mejor amiga me dio una vez un buen consejo, cuando estaba enojada
con mi marido. Ella dijo: No juegues con él. ¯Natalie hace una mueca hacia
mí y yo me retuerzo.

¯No estoy jugando.


¯Sí, lo estás. ¯Ella encoge sus hombros y toma su sopa¯ entiendo, sin
embargo. Él fue un idiota el lunes. Pero entiendo por qué lo fue.

¯¿Entiendes? ¯pregunto incrédula.

¯Sí, todos nosotros entendemos. Todos hablamos con él, idiota.

Me siento recta en mi silla y la miro, mi boca abierta y mis ojos


ensanchados.

¯¿Todos hablaron con él?

Ella sacude la cabeza y pone mi mano en la de ella.

¯Habla con él, Jules. Odio verte herida cuando no necesitas estarlo.

¯No estabas allá…

¯No, no estaba. Y tienes todo el derecho de estar enojada. ¿Pero él no tiene


derecho a explicarse?

¯Sólo… ¯Sacudo la cabeza y miro para abajo, sacando las lágrimas de mis
ojos¯. Sólo continuo viéndome sentada en la silla, con él mirándome
impasible, mientras ellos me sacaban de mi trabajo. Un trabajo en donde era
buena y que me dedique por conseguir. Y Nate lo sabía, Natalie. Él sabía
cuánto amaba mi trabajo.

¯Vas a encontrar otro empleo, Jules.

¯Lo sé, pero mientras ellos tomaron tan a la ligera mi trabajo, el hombre
que amo y declaraba amarme de la misma forma, se quedó sentado en su
silla, sólo mirándome como si no me conociera. No había emoción en su
rostro. Sus ojos. Estaban solo…en blanco. Y eso fue lo que más me lastimó.

Saco mi mano de la de ella y me inclino para atrás de nuevo, sacudiendo la


cabeza.

¯Estabas allí el viernes en la noche, Nat. Viste lo que él hizo con DJ. Sabes
cómo es de protector conmigo, pero estoy diciendo que ese hombre no
estaba sentado en la sala de conferencia el lunes. Y eso rompió mi corazón.

Natalie hace una mueca y mira hacia el plato y después de vuelta a mí.
Parece querer decir alguna cosa, pero no lo consigue.

¯¿Qué? ¯pregunto.

¯Jules, tal vez él no tenía una elección.

¯¿Qué quieres decir?

Ella sacude la cabeza lentamente y mira hacia fuera por la ventana, mirando
los autos que pasaban.

¯Nat, ¿qué sabes? ¯Oigo la desesperación en mi voz, pero no me importa.

¯Honestamente, no sé nada sobre esa reunión. Nate no dijo nada sobre eso.
Pero lo que estás describiendo… es sólo… ¯Ella frunce el ceño nuevamente
y me mira¯. Cariño, no creo que él tuviera elección.

¿Qué? Nos miramos la una a la otra, por un largo minuto, mi cerebro


trabajando.

¯¿Crees que…? ¯balbuceo.

¯No sé. Es suficiente hacer lo que él está pidiendo, cariño. Llámalo.


Capítulo 32
Traducido por IzarGrim

Corregido por Angeles Rangel

Después de que Natalie y yo nos despedimos, me dirijo de vuelta a casa de


Will a empacar las maletas. Era hora de volver a casa.

—¿Te estás yendo temprano? —pregunta Will secamente, apoyado en el


marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Es hora de ir a casa a resolver las cosas.

—Buena suerte, nena —me sonríe, pero sus ojos todavía están preocupados.

—Voy a estar bien, tranquilízate.

—No lo dudo. Pero si necesitas cualquier cosa, estoy aquí. Todos lo


estamos.

—Lo sé. —Meto mis últimas cosas en la maleta y la cierro—. Gracias Will,
en serio.

—He tenido mis momentos, sabes. Sólo no dejes que los periodistas lo
descubran. —Me guiña y camino hacia él y él abre sus brazos para darme
un fuerte abrazo.

—¿Lo vas a llamar?

—Sí, cuando llegue a casa.

—Perfecto. —Besa mi cabeza y se aparta—. Ven a cenar conmigo la


próxima semana. Yo cocino.
—¿Estás tomándome el pelo? —Ruedo los ojos—. Yo cocino. Tú me
envenenarías.

Will me sonríe, coge mis maletas y me acompaña hasta mi auto.

*****

No había vuelto a casa por cuatro días y es bueno estar aquí. Tomo una
botella agua del refrigerador y desempaco mis cosas, sabiendo que lo estoy
posponiendo. Quiero llamar a Nate. Quiero oír su voz sexy. Pero no sé qué
decir. Finalmente, cuando las ropas ya están lavadas, no tengo más nada
que hacer, tomo mi iPhone y me siento en el sofá, buscándole.

Voy hasta el número de Nate en marcación rápida con el pulgar encima del
botón verde, pero después decido en contra y dejo el teléfono.

Necesito hacerlo personalmente.

Subo las escaleras a mi cuarto y elijo cuidadosamente mi ropa, unos jeans


oscuros, y una blusa azul, exactamente del color de mis ojos y un cinturón
negro, apretando la blusa en mi cintura. Me coloco mis pendientes de
diamantes que me regalaron para mi aniversario y zapatos de tacón negros
Louboutin.

Me maquilo levemente, apenas acentuando mis ojos y labios y enrollo mi


cabello en ondas sueltas que enmarcan mi rostro.

Me dirijo hasta la casa de Nate sin pensar mucho en el camino, para no


actuar como una cobarde y volver a casa. Su auto y moto están en sus
aparcamientos y eso me dice que él está en casa.

Bueno.

Aparco en mi lugar habitual y cojo el ascensor hasta su piso.

Hago una pausa en su puerta, mi estómago de repente está lleno de


mariposas de nuevo. Dios, ¿y si él ha decidido que no me quiere volver a
ver?
En vez de tocar el timbre, uso la llave que Nate me dio algunas semanas
atrás y abro la puerta de enfrente, dando un paso adentro. Las luces están
encendidas en la cocina y en las áreas de estar y hay una chimenea
encendida. Hay varios ramos de rosas en todo el lugar, en la mesa de café,
en la mesa de la sala de estar, al lado del sofá.

Pero nada sobre Nate.

Entonces escucho voces.

Camino en dirección a los cuartos, las voces se escuchan más altas. Ellas
vienen del escritorio de Nate. Me paro, fuera de su vista y escucho.

—Lo es, Audrey. Esta es la última vez.

—Claro —ella bufa— tú no serás capaz de ausentarte mucho tiempo, bebé.

—Te he dicho, quiero que te quites mi apellido.

—¿Quitarme tu apellido? —pregunta ella incrédula—. ¿Qué chorrada es


esa?

—No quiero que lo uses más. Voy a preparar los papeles; sólo tienes que
firmarlos.

¡Él estaba quitándole su apellido a ella!

—¿Eso es por causa de aquella rubia vagabunda que te estás follando?

Y… es eso.

Doy un paso más adentro, para poder mirar algo en la sala y soy
transportada al escritorio de Nate el mes pasado. Audrey está sentada en su
mesa, él la está mirando molesto y ella está a punto de pasar su mano
perfectamente cuidada por su rostro.

—Tócalo, y vas a ver lo rápido que te lanzo al suelo —le advierto en voz
baja.
Ambos giran sus cabezas en mi dirección, sorpresa estampada en el rostro
de Nate, y después registro esperanza, shock y, enseguida, cautela, cuando
percibe que yo he hablado.

Audrey sonríe y permite que la palma de su mano haga contacto con la cara
de Nate.

Yo sonrió de vuelta. Nate se aparta del toque de Audrey rápidamente.

—Joder, Audrey…

—Te avisé —murmuro en cuanto me dirijo en su dirección. Ella se baja de


encima de la mesa y me enfrenta, sus ojos castaños fijos en los míos.

—No te tengo miedo.

Sonrió e inclino la cabeza para un lado.

—Deberías tenerlo.

Sus ojos se estrechan por un momento y ella me mira de nuevo.

—Nate no te quiere. ¿Te fuiste, recuerdas?

Deslizo mis ojos a Nate y él pone sus manos en dos puños cerrados, sus
ojos grises estrechándose en mí y lo sé.

—Audrey, joder, calla la mierda de tu boca…

Me vuelvo sobre mis talones antes de que pueda terminar la frase y camino
rápidamente hasta la sala de estar.

Él me grita:

—¡Julianne! —Nate está en pánico mientras corre detrás de mí, pero yo lo


ignoro. Oigo los tacones de Audrey sonando en la madera, en cuanto ella
sigue a Nate.
Entro en la cocina y abro el frigorífico. Dentro hay cheesecake de chocolate
y langosta, junto a mi champan favorito. Huelo alrededor y observo la sala,
las flores, la chimenea encendida y miro los ojos grises de Nate por un largo
momento.

Audrey está furiosa, su mirada tirándome flechas, después mirando a Nate


ansiosamente, yo casi siento pena por ella.

—Entiendo —le digo a ella con calma— yo entiendo lo fácil que es amarlo,
Audrey.

Nate lanza una maldición baja, pasa la mano por su cabello.

Los labios de Audrey se estremecen.

—Pero nada de esto —señalo la sala con mi mano— es para ti. Él no es


tuyo. Te sugiero que aceptes todo lo que él te ofreció y corras de aquí,
porque es todo lo que vas a conseguir.

Sus ojos se estrechan y sonríe maliciosamente.

—Él me ofreció su polla, como siempre.

—¡Que mierda es esa Audrey!

Camino casualmente hacia ella, y miro directamente sus ojos.

—Si vuelves a tocarlo de nuevo, voy a arrancar tu lengua de esa cabeza de


mierda.

Audrey mira a Nate.

—¿Esto es lo que quieres?

—Con cada respiración. Ahora sal de nuestra casa Audrey.

Estoy mirándolo sin aliento. ¿Nuestra casa? Él me encara, su mandíbula


apretada, sus ojos grises quemando con necesidad y amor.
Audrey nos mira y se burla de mí.

—Por lo menos he conseguido que te despidieran.

—¡Sal ahora Audrey! —grita Nate y ella salta. Agarra su bolsa y chaqueta y
camina melancólicamente hacia la puerta, batiéndola detrás de ella.

No me puedo mover. No consigo dejar de admirar a Nate. Él está con jeans


y camiseta prieta, mostrando su lindo tatuaje. Su cabello esta suelto. Sus
manos en puños a su lado y todos los músculos de su lindo cuerpo
contraídos.

—¿Eealmente estás aquí? —susurra.

—Estoy aquí —le susurro de vuelta.

—¿Por qué?

¿Por qué?

Camino en dirección a él, de repente me siento calmada. Aquí es donde


tengo que estar. Pero todavía tengo que dar algunas explicaciones.

—Porque me canse de huir.

—Jules, lo que pasó en la reunión…

—Ya llegaremos a eso. Tengo una pregunta primero.

Sus ojos se estrechan en los míos.

—¿Y cuál es?

—¿Me puedes dar mi collar de vuelta, por favor?

El cuerpo entero de Nate se relaja cuando suspira y cierra los ojos. Coloca
la mano en su bolsillo y tira del collar.

— Lo llevo encima desde hace cuatro días.


Me lo entrega, pero balanceo la cabeza y me doy la vuelta.

—¿Me lo puedes colocar, por favor?

Levanto mi cabello y él me pone el encantador collar de plata, con el


colgante de corazón en el cuello, pero no me toca.

Todavía no.

Eso es bueno, porque una vez que él empiece, no voy a dejarlo parar y
pienso escuchar qué paso en la reunión.

—Vamos a sentarnos.

Me lleva al sofá y nos sentamos. Me quito los zapatos y apoyo las piernas
debajo de mí y me doy la vuelta para encararlo. Él cruza una pierna por
encima de la almohada y me enfrenta también. Nos quedamos así por un
minuto, sólo mirándonos el uno al otro, hasta que siento las lágrimas
agruparse en mis ojos.

—No llores —susurra—. No soporto cuando lloras.

Agacho la cabeza y miro mis manos, enseguida, tomo una respiración


profunda y le miro nuevamente, las lágrimas bajo control.

—Estoy escuchando.

—¿Dónde estabas? —pregunta con la voz baja y ojos feroces.

—Estaba en la casa de Will.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy en eso —respondo.

—Huiste, Julianne. —Aprieta los ojos cerrados por un momento y,


enseguida, mira hacia mí de nuevo, los ojos tristes y llenos de anhelo.

—No lo puedo soportar, cuando huyes de mí.


—Nate, en el lunes fue…

—Yo sé exactamente lo que fue el lunes y tú también sabrías, si me


hubieses escuchado.

—Duele —susurro—. Yo te necesitaba aquella tarde del lunes como nunca


necesité de nadie, y tú no estabas allí para mí. Tú no luchaste por mí, por
nosotros. Eso me hizo sentir como si todo fuese insignificante y que lo que
teníamos no era nada.

—Lo sé, cariño —su voz se suaviza y levanta una mano para pasarla por mi
rostro, pero me aparto de su alcance y él se retira—. Jules.

—Dime lo que paso.

—¿No me vas a dejar tocarte? ¿Eso significa que sólo quieres una
explicación, para que puedas continuar con tu vida?

Trago en seco y miro sus bonitas manos y niego lentamente, pero no puedo
hablar. Todavía no.

—El lunes fue un día infernalmente jodido, Julianne. —Pasa su mano por
su rostro y de repente parece muy cansado—. Fui llamado a la oficina de
Vincent, en el momento que llegué al trabajar. Me dijo que había recibido
una llamada anónima, diciendo que yo estaba teniendo una relación
contigo. Me dijo que no tenía cualquier prueba, al principio lo negué.

—Audrey —afirmo y él concuerda.

—Fue Audrey. Ella nos vio en el mercado, el domingo.

—¿Cómo sabía ella de la política de no confraternización? —pregunto,


confusa.

Nate suspira y balancea la cabeza.

—No lo sé. Tengo la sensación de que ella probablemente procuró descubrir


todo lo que pudo sobre mis negocios. Es una mujer extremadamente
introvertida.
—¿Entonces no fue Carly? —Estoy tan confusa.

—No, ella fue el tictac de la bomba. Después de que la citaste en una


reunión, Vincent solicitó algunos test en tu ordenador y en los ordenadores
de la oficina. Ella tenía extensas notas sobre ti, Jules. Me envió un relato
incompleto en Nueva York. Jenny admitió que le había pedido a ella, si le
podía enviar un documento de su ordenador, después de que tú llamaste
aquel día, y Carly mandó ese documento. Ella estaba buscando una manera
para que te despidieran.

—¿Por qué? —pregunto.

—¿Quién sabe? —Se encoge de hombros y balancea la cabeza—. Para


subir por la empresa más rápido, tal vez no le gustas, las posibilidades son
interminables. Cuando la confronté, ella lo negó, pero teníamos pruebas
suficientes para despedirla.

—¿Entonces Carly fue despedida también?

—Si —exhala profundamente.

—¿Qué pasó aquella mañana? —pregunto.

—Vincent te despediría, independientemente de si se confirmaba o no.


Decía que no necesitaba pruebas, que era verdad. Estaba considerando una
dimisión por romper el contrato. Él podía despedir a cualquiera, por
cualquier motivo. Así que llamó al sector de RH, para tener un
representante presente y les conté que sí, que tú y yo estábamos en una
relación —traga y mueve la cabeza—. Entonces, Vincent me dijo que te
dejaría quedarte, si yo rompía contigo y después te transferiría a la oficina
de Nueva York.

Suspiro.

—Le dije que se podía ir al infierno, que me quedaría en la empresa si te


ofrecía un paquete de despido, considerando la licencia médica y tus
vacaciones.
—Nate, esto no era sobre dinero…

—No he acabado, Julianne.

Ah, ahora sí, este es Nate.

—Está bien.

—Entonces salí de su oficina y me dirigí hacia la mía y empecé a hacer


algunas llamadas. Al mediodía, fui convocado para ir a la sala de
conferencia, de modo que Vincent podía discutir algunas cosas con Luis y
hablar sobre cómo lidiaríamos con las cuentas con que trabajabas. —Él me
mira a los ojos—. Eso me estaba matando. El pensamiento de tener que
despedirte, el planear cómo llevaría la división de las cuentas que llevabas,
me estaba matando.

—Tú parecías estar muy bien en la reunión, Nate.

—Sí, bien, las apariencias engañan. Cuando ellos te llevaron a la sala, yo


quería abrazarte y protegerte. Pero tenía un plan y no podía demostrar
cualquier emoción. Sabía que tú serías fuerte y que dirías la verdad y no me
decepcionaste, bebé.

—No tenía ningún motivo para mentir. Sabía lo que estaba haciendo cuando
empezamos la relación, Nate.

—Lo sé. Los dos lo sabíamos. Pero tú no te tienes que preocuparte por eso.

—No, nosotros no lo necesitamos, sólo yo.

—Quiero decir, no los precisamos más —sonríe para mí, una sonrisa larga y
bonita como si él tuviese un regalo para mí—. Después que saliste del
edificio, hice algunas llamadas más y después corrí detrás de ti. Tú sabes
que paso después.

—Sí —susurro.

—Bien, el día siguiente, entregué mi despido —suspira nuevamente y mira


su rostro. Parece feliz. En paz.
—Nate, Dios, no tenías que…

—Sí, yo lo pedí, Jules. Pero aquí está la mejor parte. Tú sabes que yo
siempre trabajé bien en este negocio. Fui inteligente. Soy un hombre muy,
muy rico, querida.

—Todo bien. —Estrecho mis ojos en su rostro, no sabiendo a dónde quiere


llegar con esta conversación.

—Bien, a partir de esta mañana, estás mirando al director ejecutivo de


McKenna Enterprises, LLC. Tenemos varios clientes y la Sra. Glover va a
trabajar con nosotros también.

—¿Nosotros? —pregunto, en estado de shock.

—Claro que nosotros. Vamos a tener un año bien ocupado por delante, pero
sé que tú no le temesun poco de trabajo duro.

Oh, mi Dios.

—¿Me estás ofreciendo un empleo? —pregunto, no entiendo bien lo que él


está hablando.

—No, mi amor, te estoy ofreciendo ser mi socia. Esta será nuestra empresa.

—Puta mierda.

—¿Es tu manera de aceptar el puesto? —pregunta con una sonrisa.

—¿Política de no confraternización? —pregunto.

—No voy a mandar en el amor entre las personas —responde.

—¿Harías eso por mí? —susurro, con reverencia.

—Haría cualquier cosa por ti, bebé. ¿Cuándo es que vas a entender eso? —
Su rostro está tan serio, tan firme.
—Oh, Nate. —Me lanzo en sus brazos y él me estrecha, enterrando su
rostro en mi pelo y manteniéndome firme.

—Te amo tanto, Julianne. No me dejes de nuevo. Por favor.

Corro los dedos por los pelos de sus brazos y me aparto de su calor.

—Estoy aquí.

Se aparta y me mira, pasando sus dedos de abajo y arriba de mi mejilla a mi


frente.

—Tu piel es tan suave.

—Natalie y yo hicimos tratamientos de spa que me dieron por mi


cumpleaños.

—Te lo merecías —murmura.

—¿Nate?

—Sí, cariño.

Llevo mis dedos por su rostro, tan apasionada por este dulce hombre.

—¿Cuándo puedo comenzar?

—Voy a hacer algunas llamadas mañana.


Epílogo
POV[13] Natan

Traducido por Sttefanye

Corregido por Angeles Rangel

—¿Todos los arreglos están listos? —le pregunto a mi asistente.

—Sí señor, está todo listo. —Jenny me guiña y le sonrío de vuelta. Traerla a
ella y a Julianne a la nueva compañía, fue una de las mejores decisiones que
tomé.

—Gracias. Ya puedes irte a la casa y disfrutar del fin de semana.

—Bien, lo haré. Feliz cumpleaños, Sr. McKenna.

—Gracias, Jenny.

Jenny agarra la cartera de su escritorio, por lo que Julianne sale de su


oficina, jodidamente increíble en su vestido rojo y tacones negros, cabello
suelto alrededor de su hermoso rostro.

Dios, la amo.

—¿Te vas, Jenny? —pregunta ella, en su voz dulce y suave.

—Sí, Srta. Montgomery, ¿a menos de que necesite otra cosa?

—Oh, no. Está todo bien. Ten un buen fin de semana. —Le sonríe a Jenny y
entonces, camina para recibirme, una sonrisa en sus labios—. Creo que
estoy lista para dejar el día, así como el Sr. McKenna.

—Me leíste la mente, bebé. —La sujeto en mis brazos y descanso mis
labios en su frente suave, respirando profundo. Siempre huele a sol y
vainilla—. Tengo una sorpresa para ti.

Me mira con los ojos amplios y, entonces, frunce el ceño.

—Pero es tu cumpleaños. Yo tengo una sorpresa para ti.

—¿Quieres hacer un viaje? —pregunto y froto mis manos arriba y abajo en


su espalda.

Frunce los labios y sus ojos se amplían en una pequeña sorpresa y entonces
dice:

—Sí, creo que sí.

—Genial. Toma tus cosas y vámonos.

—¿Vamos a pasar por la casa primero? —pregunta. Amo cuando ella habla
así de la casa. Es nuestra casa ahora y ha sido así desde hace dos meses,
pero todavía suena nuevo cuando sale de esa dulce lengua.

—No, no tenemos tiempo.

—Pero no traje nada para un viaje de fin de semana.

—Ya está todo listo, Julianne. Confía en mí.

Recoge sus cosas y cierra la oficina, entonces tomo su mano, entrelazando


sus dedos en los míos y bajamos en ascensor hasta el garaje.

—¿A dónde vamos? —pregunta, sus grandes ojos azules mirándome


expectativamente.

—Pronto lo sabrás. —Muerde el labio inferior en un puchero y me río y me


inclino para morder y besar sus labios—. Tienes buen sabor —susurro.
—Comí una barra de chocolate antes de salir —susurra de vuelta. Me río,
mientras el elevador se abre y caminamos hasta el Mercedes. Realmente me
gustaría viajar con la moto este fin de semana, pero tenemos muchas cosas
por llevar.

Después de guardar nuestras cosas, tomamos rápidamente la carretera


rumbo al sur de Seattle. Julianne pasa la punta de los dedos hacia arriba y
abajo en mi muslo, enviando escalofríos por mi cuerpo y haciendo que se
me contraiga la polla. Tomo su mano y beso la punta de los dedos y,
entonces, descanso nuestras manos en mi regazo. Ella sonríe
petulantemente.

—Más tarde —murmuro.

—Bien, pronto. ¿A dónde vamos?

—A la casa de la playa.

—¡Ah qué bueno! No vamos para allá hace algún tiempo. —Me sonríe y le
sonrío de vuelta.

—Lo sé, estábamos muy ocupados construyendo nuestro negocio. Nos


merecemos este fin de semana. —Beso su mano otra vez y ella se inclina
para besarme.

—Sí, nos lo merecemos.

*****

—Oye, bebé, llegamos. —Paso levemente mi mano en el suave rostro de


Jules, despertándola de su siesta. Se durmió a los 30 minutos de viaje y la
dejé dormir. Parece un ángel cuando duerme y trabajamos alrededor de 60 u
80 horas en las últimas semanas, es desgastante para los dos.

—¿Ya llegamos? —pregunta soñolienta y se sienta para estirarse,


empujando sus senos contra el vestido sexy, e inmediatamente mi polla
cobra vida.
No sabía, hasta detenerme en el garaje, cuán nervioso estoy esta noche.
Decir que le tengo una sorpresa fue el eufemismo del año. Esta puede ser
una de las noches más importantes de nuestras vidas y solo le ruego a Dios
no cagarla.

Jules toma su bolsa y tomo la gran maleta del asiento de atrás, que contiene
nuestras ropas para el fin de semana, después me acerco a ella en el balcón,
abro la puerta, y voy con ella hacia adentro. La empresa que contrato para
cuidar de la casa en nuestra ausencia ya estuvo aquí, como pedí, y doy una
rápida mirada alrededor. El fuego está ardiendo en la chimenea, los troncos
quemándose demasiado bajos, diciéndome que salieron de aquí
recientemente.

Perfecto.

La mesa del comedor está lista para sentarnos y hay Rechauds sobre el
mesón, manteniendo la comida caliente.

Jules suelta la bolsa en el sofá y se voltea para mirarme, sus hermosos ojos
amplios y su boca abierta.

—¿Qué es esto? —pregunta.

—Sabía que no querías cocinar hoy. —Me encojo de hombros, fingiendo


que no es la gran cosa.

—¿Más de tus ayudantes? —pregunta, haciéndome reír.

—Sí, cientos de ellos.

Dejo la maleta al pie de la escalera, planeando llevarla para el cuarto más


tarde y prendo el sistema de sonido, satisfecho cuando John Legend
comienza a sonar en los altos parlantes. Jules camina hasta la chimenea,
mirando las llamas, sus brazos cruzados sobre su pecho. La luz descansa en
su hermoso cabello rubio y piel pálida, y no puedo resistirme a ella.
Envuelvo mis brazos a su alrededor, por detrás y entierro mi nariz en su
cuello, sintiendo su olor.
—Eres tan sexy, Julianne.

—Hmm —murmura—. Tú tampoco estás mal, As.

Sonrío por su tonto apodo para mí, entonces beso su suave cuello.

—Ven, vamos a comer.

Nos servimos de la deliciosa pasta con salsa blanca, ensalada y pan y abro
una botella de su champagne favorito.

—Guau, vas con todo.

—Espera hasta ver qué hay de postre —respondo.

—¿Cheesecake de chocolate? —pregunta con una sonrisa.

—Adivinaste —respondo.

Pero no pienses que es sólo eso, bebé.

Joder, estoy nervioso. Estoy agradecido de que mis manos están firmes,
mientras sirvo el champagne rosa en las copas y nos sentamos en la mesa a
comer.

—Por ti. —Mantengo mi copa en el aire y ella sigue el ejemplo—. La mujer


más hermosa del mundo.

—Voy a brindar por eso. —Me guiña y bebe el champagne y no puedo


evitar reírme con ella.

Cuando terminamos la cena, Jules se levanta y me besa en la boca y antes


de que pueda agarrarla y tirarla en mi regazo, se aleja, me guiña con esa
sonrisa sexy y dice:

—Espera aquí. Ya vuelvo.

Sale por la puerta del frente con las llaves en la mano, y vuelve en menos de
treinta segundos después con una gran caja negra en sus brazos.
—¿Qué diablos es eso? —pregunto.

—Tu regalo de cumpleaños —responde con una sonrisa.

—Bebé, no tenías que darme nada.

Sólo por favor no digas no. Ese es el único regalo que necesito.

—Uh, tonto. Hoy es tu cumpleaños. Es obvio que tengo un regalo para ti.
—Aleja nuestros platos de la cena y coloca la caja sobre la mesa delante de
mí.

—Ábrelo.

Levanto la tapa y alejo el papel plateado, para encontrar una foto enmarcada
descansando en un álbum de fotos.

Saco el marco y miro con admiración la foto. Jesús Cristo, es ella. Es


Julianne, pero no está usando nada de ropa. Está en una cama, acostada con
el estómago hacia arriba, sonriéndome como lo hace cuando sabe que estoy
excitado por ella.

Joder, estoy excitado ahora mismo.

—Di algo, As.

Miro sus ojos inciertos y sonrío.

—Eres tan malditamente hermosa.

Sonríe dulcemente con alivio y me inclino para besarla, envolviendo una


mano en su largo y suave cabello. Se aleja y susurra:

—Abre el álbum.

Hay páginas y páginas de ella, con las lencerías más sexy que he visto
en la vida, envuelta en una sábana, completamente desnuda, todas en poses
diferentes. Todas calientes como el infierno.
Cierro el álbum y alejo la silla hacia atrás y tiro de ella hacia mis brazos, su
trasero descansando en mi regazo y la beso como un loco. Paso mis dedos
por su rostro, y sobre su pecho, sintiendo el pezón endurecerse, mientras
juego con ellos entre mis dedos. Con un suave gemido se levanta, se recoge
la falda hasta sus caderas y se sienta sobre mí nuevamente.

—En este momento, lo quiero rápido y duro, As. —Sus ojos azules están en
llamas con la lujuria, ¿y quién diablos soy yo para decir no? Ella es mi
fantasía completa. Rasgo su braga en dos pedazos y la lanzo al suelo,
mientras sonríe.

—Te voy a comprar más la próxima semana.

—Sí, lo harás.

Baja mis jeans hasta los muslos y de repente está de rodillas, mi polla en
sus dulces manos y su boca color rosa alrededor de él, chupando fuerte.

—Joder, bebé. —Suavemente tiro de su cabello y lo levanto, mientras


continua acariciando mi polla hacia arriba y hacia abajo con su mano. Mis
bolas se aprietan y antes de que pueda besarme con esa boca caliente, la tiro
por los hombros y se sienta sobre él, guiándome hacia adentro de ella y todo
el pensamiento se evapora. Todo lo que puedo pensar es golpear hacia
adentro y fuera de este dulce coño.

—Oh, Nate, sí. —Tira la cabeza hacia atrás y beso su cuello, mientras me
monta, empujándose en su mojada suavidad.

—Cristo, estás tan húmeda, cariño.

—Mmm… —gime y sus músculos se tensan alrededor de mi polla y puedo


sentir mi orgasmo aproximándose. Se va a correr conmigo, comienzo a
moverme más rápido, sujetando su trasero en mis manos y golpeo dentro de
ella con más fuerza.

—Oh, Nate, me voy a correr, querido.


Dios, mi amor, escucharla decir mi nombre así, cuando estoy dentro de ella.
Miro hacia abajo, para vernos y mirar su tatuaje rojo y estoy todavía más
excitado.

—Córrete para mí, mi amor —le susurro y miro con admiración cuando ella
muerde el labio inferior, aprieta los ojos y jala mi cabello, cuando explota
conmigo dentro, frotándose con tanta fuerza en mí que casi duele y siento
mi propio clímax llegar y continuo empujando dentro de su calor y
finalmente me vengo dentro de ella.

Cae encima de mí, sus brazos alrededor de mis hombros, su rostro enterrado
en mi cuello, respirando con dificultad.

—Feliz cumpleaños —murmura y sonrío.

—Dios, cariño, eres increíble.

Ella es tan jodidamente increíble.

—Pienso que te gustaron las fotos —se inclina hacia atrás y me sonríe.

—Las amé. ¿Natalie las tomó?

—Sí, fue Nat.

—Recuérdame agradecerle a ella también.

—Espero que estés pensando enviarle una tarjeta de agradecimiento o algo


por el estilo, en vez de agradecerle de esta forma.

—Hum, sí, eso suena como un buen plan. —Acaricio su cabello y tomo su
rostro, para otro beso—. Tengo una cosa para ti —susurro contra sus labios.

—¿Sí?

—Sí, vamos. —La levanto de encima de mí y meto mi polla de nuevo en mi


jean, mientras se pone su camisa y entonces abro la puerta de atrás.

—No estoy usando zapatos.


—Aquí. —La levanto con facilidad y envuelve sus brazos alrededor de mi
cuello, besando mi mejilla.

—Gracias.

—Siempre.

Cuando llegamos hasta al mirador, asiento, satisfecho. Está decorado


exactamente de la misma manera cuando la traje la primera vez, cuando le
di el collar de mi madre.

—Oh, Nate, es hermoso.

—Estoy feliz de que te guste. —Sirvo otra copa de champagne, coloco la


botella en el suelo y la dejo sentada sobre el sofá—. Julianne. —Tomo su
mano y estoy nervioso de nuevo. Santa mierda. Tomo un sorbo de
champagne. Me está mirando con curiosidad, su cabeza inclinada hacia un
lado.

—Nate, está todo bien. —Mis ojos vuelven a ella y mi estómago


inmediatamente se calma. La música que ella ama, de Jason Mraz,
comienza a sonar en los parlantes, y lo sé. Este es el momento.

Aclaro mi garganta y miro hacia abajo, hacia nuestras manos agarradas y


después de nuevo a sus ojos perfectamente azules, buscando las palabras
que estuve practicando todos los días en mi cabeza en estos últimos dos
meses.

—Te amo, Julianne. Te amé por un largo tiempo. Tú y yo somos un equipo,


en todos los sentidos. Me sorprendes con tu fuerza, con tu bondad y el amor
que le muestras a todas las personas a tu alrededor, inclusive a mí.

Lágrimas comienzan a bajar por las esquinas de sus ojos y me acerco más
para tomarlas con mis dedos.

—No llores, bebé —susurro. No soporto cuando llora—. Jules, estábamos


destinados a estar juntos. Supe eso desde el momento en que te vi por
primera vez.
Me arrodillo delante de ella, tomo la caja roja Cartier de mi bolsillo y la
abro, para que pueda ver el anillo de compromiso de diamantes estilo
vintage que escogí para ella hace un mes. Más lágrimas caen de sus ojos
amplios, mientras mira hacia abajo, y después de vuelta a mí con
admiración, sorpresa y amor y no necesito buscar más palabras.

—Cásate conmigo, Julianne. Comparte mi vida conmigo. Se mía por el


resto de mi vida. —Sus labios tiemblan, antes de soltar una larga sonrisa y
se lanza en mis brazos, sujetándome firmemente alrededor del cuello, su
rostro enterrado contra mí.

—Cariño, necesito oír las palabras —murmuro con una risa.

—Sí. —Se aleja y toma mi rostro en sus manos, mirando profundamente


mis ojos—. Sí, Nate, me voy a casar contigo.

Descanso mi frente en la de ella y suelto un largo suspiro de alivio.

—Gracias —susurro—. ¿Te puedo colocar esto ahora?

—Claro que sí, As. —Ríe y limpia las lágrimas, mientras deslizo el anillo
en su pequeño dedo. Lo tiene y lo admira—. Escogiste bien, bebé.

—Estoy tan feliz de que lo apruebes —respondo.

—Lo apruebo. —Me sonríe dulcemente y mi estómago se aprieta con amor


y lujuria y entonces me abraza con fuerza otra vez—. Te amo Nate.

—También te amo, Julianne.

—¿Dijiste algo sobre cheesecake de chocolate?

Fin
Próximo Libro
Serie With Me In Seattle

3 - Play With Me
Will Montgomery es un jugador de futbol profesional con éxito y
aparentemente, tiene todo en la vida. Él no está acostumbrado a escuchar un
no, y ciertamente no aceptara un no como respuesta. Entonces, cuando
lanza todos su encantos en la sensual amiga de su hermana, Meg, una
muchacha de espíritu libre, que no apenas rechaza sus avanzos, más lo
recibe con una hostilidad abierta, que despierta su curiosidad y deseo. Él
está determinando a mostrarle que no es el atleta arrogante que ella piensa,
y la llevara a su cama.

Megan McBride no está impresionada con Will Montgomery, su


contrato millonario, auto de lujo, o su imagen pública arrogante. Ella no
tiene tiempo para una relación, y si aprendió alguna cosa en la vida, es que
amar significa perder, entonces ella guarda su corazón ferozmente. Mas no
puede negar la atracción irresistible que siente por el sexy y tatuado atleta, y
cuando Will comienza a romper sus defensas y agarrar su corazón, ¿ella
será capaz de admitir sus sentimientos por él, o será que su pasado
perturbado hará que pierda al primero hombre que ha amado de verdad?

Sobre la Autora
Kristen es autora de la Amazonia y EE.UU. Hoy tiene superventas en la
serie Seattle. Ella tiene una pasión por una buena historia de amor y
personajes fuertes que aman el humor y tienen un fuerte sentido de la
lealtad y la familia. Sus hombres son del tipo alfa, ferozmente protector y
un poco mandón, y sus damas son divertidas, fuertes, y no tienen miedo de
ponerse de pie por sí mismas.

Kristen pasa sus días con su musa en el noroeste del Pacífico. A ella le
gusta el café, el chocolate y el sol. Y las siestas.
Traducido, corregido y diseñado en...
http://thefallenangels.activoforo.com/forum

¡Esperamos nos visites!


[1] Punk'd es un programa de televisión emitido por MTV desde el año
2003 y protagonizado por Ashton Kutcher.

[2] La Ultimate Fighting Championship (UFC) es la mayor empresa de


artes marciales mixtas en el mundo, que alberga la mayor parte de los
mejores peleadores del ranking en el deporte y produce eventos por todo el
mundo

[3] Artes marciales mixtas (conocidas frecuentemente por sus siglas en


inglés, MMA o Mixed Martial Arts) son un deporte de combate de pleno
contacto que incorpora golpes y técnicas de una gran variedad de otras
disciplinas de combate.

[4] Daughtry, es una banda que fue formada por el finalista de la quinta
temporada de American Idol, en Estados Unidos, Chris Daughtry.

[5] Neiman Marcus es una lujosa tienda por departamentos, operada por
Neiman Marcus Group en los Estados Unidos.

[6] TMZ.com es un sitio web estadounidense dedicado a las noticias sobre


celebridades.

[7] En el original lo llama pussy que puede traducirse como cobarde,


marica, coño, por eso luego le dice que tiene una boca sucia.

[8] The Lucky One, titulada “Cuando te encuentre” en España e


Hispanoamérica es una película dramática dirigida por Scott Hicks, escrita
por Will Fetters y protagonizada por Zac Efron y Taylor Schilling.

[9] Cantautor estadounidense cuyo estilo está influido por el reggae, el pop,
el rock, el folk, el jazz y el hip hop.

[10] Tipo de sofá alargado usado para tumbarse o sentarse. Parecido a los
que usan los árabes o turcos.

[11] Postura sentada con las piernas cruzadas.

[12] Una banda de covers interpreta exclusivamente versiones otros artista


rconocidos.

[13] POV: abreviatura en ingles de: punto de vista.

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