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Universidad del Valle.

Facultad de humanidades.
Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano.
Teoría Sociológica III.
María Paula Zamorano (2222568).

Reseña: El desafío de convertirse en un individuo (Robert Castel)

Robert Castel nació el 1 de agosto de 1933 en Brest, Francia y falleció el 12 de marzo de


2013 en Vincennes, Francia. Fue un sociólogo y filósofo reconocido por ser “el sociólogo que
diagnosticó el presente” (Varela, 2013). Gran amigo de Pierre Bourdieu, hablaba del retorno
de la cuestión social y consideraba que la sociología debería responder a las demandas
sociales. Autor del libro que será reseñado “El ascenso de las incertidumbres”, publicado
originalmente en 2009.

El autor escribe las conclusiones empezando por un contexto de lo que implica ser un
individuo en la sociedad actual. Citando a Norbert Elías, indica que nos encontramos en una
“sociedad de individuos”, donde es exaltada la capacidad que tienen las personas para
emprender, tomar riesgos, crear y demás; en mi interpretación, se trata de una exaltación del
individuo productivo dentro de una sociedad capitalista. Sin embargo, nos dice que la
sociedad determina la experiencia individual pues pone las reglas de cómo ser o no ser un
individuo exitoso, formas de ser que interiorizamos por medio de los procesos de
socialización. Plantea si realmente se es un sujeto libre y responsable, como lo desea la
sociedad, bajo estas condiciones; debido a que, como individuos, debemos responder a lo que
la sociedad espera de nosotros y a que hemos construido aquellas declaraciones que han
repercutido en que nos llamemos “sujetos libres” con derechos. Se pregunta entonces,
“¿sobre qué descansa su capacidad de convertirse en individuo?”, considerando que sus
principales características son la libertad y la responsabilidad que toma sobre sus actos.

Señala, citando a Danilo Martucelli, que existen “gramáticas del individuo” que dan respuesta
a esta pregunta desde diferentes saberes y disciplinas, referente a qué posibilidades se tienen
para desarrollarse. Castel (2010) problematiza el hecho de que “los individuos están
desigualmente equipados para ser individuos” y que los dotes que lo acompañan se han ido
transformando a lo largo de la historia. Se propone entonces dar respuesta a tres preguntas
que problematizan la afirmación de que el individuo moderno, al igual que sus soportes -
entendidos como lo que ponen las condiciones de su ser -, son una construcción histórica,
estas son: primero, ¿cuándo comienza la historia del individuo?; segundo, ¿cuáles son las
principales transformaciones que acompasan la historia del individuo?; y tercero, ¿cuáles
son las figuras actuales del individuo moderno, o hipermoderno?. El autor aclara que no
pretende dar amplia respuesta a estas preguntas, sino precisar un marco de análisis respecto a
esta problematización.
Para proponer este marco, Castel realiza un recorrido histórico por tres grandes momentos: la
prehistoria de la modernidad, el individuo moderno y el individuo hipermoderno, dividiendo
los dos últimos en dos fases cada uno.

El individuo prehistórico se caracterizó por ser valioso porque Dios lo creó y le dotó de
grandes características y, más importante, de su espíritu y de su misericordia. Su existencia
estuvo soportada por la idea de una vida fuera de este mundo, el reino de los cielos, en donde
no habría distinciones de ningún tipo pues todos somos iguales ante los ojos de Dios. “Existir
como individuo es dejar de estar completamente inmerso en esos sistemas de dependencia e
interdependencia colectivos que hacían que el individuo no pudiera ser valorizado por él
mismo” (Castel, 2010), pues, en el mundo terrenal, sí existen distinciones y relaciones de
dominación. El alma es considerada la esencia de la individualidad, pues la salvación es
individual y depende de lo que cada uno hace por ella; la realización del individuo se da por
vivir y morir por su fe, lo demás, lo esencial en el mundo terrenal, es proveído por Dios.

El individuo moderno, a diferencia del individuo prehistórico, experimenta la secularización


del mundo y ahora es un individuo que debe vivir en el mundo, no en contra de él; ahora es
“amo y poseedor de la naturaleza", domina al mundo y se gobierna a sí mismo. Este se
constituye como individuo en tanto es poseedor de sus propios medios para satisfacer sus
necesidades. “Dicho de otra manera, puede ser propietario de sí mismo, no estar bajo la
dependencia de otro o de la necesidad, porque puede apoyarse, tener como soporte la
propiedad, que es la condición de posibilidad necesaria de esta independencia” expresa Castel
(2010), de manera que era casi satanizado el necesitar de otros para vivir. Por otro lado, tener
propiedad representa un estatus social que condiciona su participación social, pues sólo
quienes son individuos libres (independientes) pueden ser ciudadanos; esto crearía grandes
desigualdades que, en la praxis, van en contra de los valores republicanos representativos de
la época: “libertad, igualdad, fraternidad”. Se propone entonces una salvación mediante la
propiedad, repartir la riqueza para que todas las personas puedan ser independientes y crear
más ciudadanos, pues se piensa en “¿cómo esos miserables entregados a una inseguridad
social total, privados de todo recurso, sean estos materiales, culturales, sociales, morales u
otros, podrían ser individuos?” (Castel, 2010).
Más adelante, este soporte del individuo provoca que el trabajo que suponía “brindar
libertad” se convirtiera en un sufrimiento pues las condiciones eran paupérrimas y el salario
no brindaba poder adquisitivo. Se transforma así la propiedad en la propiedad privada y la
propiedad social, se inventan nuevas instituciones que crean regulaciones de las relaciones de
dominación entre quien necesita vender su fuerza de trabajo y quien posee los medios y así
corregir dicha desigualdad. El Estado se convierte en un garante de derechos, se legitima su
intervención y, al institucionalizar la protección, el individuo ya no debe hacer todo en sus
fuerzas, convirtiéndose en salariado protegido. A mi juicio, vale la pena preguntarse cómo
esta posesión de la propiedad social condiciona la vida social e individual, quiénes tienen el
poder de decidir sobre quién merece la protección y la garantía del Estado, y a favor de quién
se crean las regulaciones.
A partir de aquí, Castel define dos tipos de individuos hipermodernos: el individuo por
exceso y el individuo por defecto. El individuo por exceso es un individuo que está totalmente
separado de la sociedad; no se caracteriza por falta de ganas de ser ciudadanos, por el
contrario, su vida se basa en el desarrollarse; Castel (2010) citando a Marce Gauchet dice que
"el individuo contemporáneo tendría la exclusividad de ser el primer individuo en vivir
ignorando que vive en sociedad, el primer individuo que puede permitirse, por la evolución
misma de la sociedad, ignorar que vive en sociedad". Se da un auge del trabajo en el
potencial del individuo desde el humanismo y las “terapias para los normales”, no desde el
psicoanálisis, se exaltan las aspiraciones individuales y desde estas es que se participa de la
sociedad, por lo cual, surge la cuestión de cómo cada individuo asume la libertad y la ejerce
sin casi ninguna regulación social - teniendo en cuenta la teoría de Durkheim sobre la
coacción social -. Es así que, para entonces, sus condiciones eran vivir con un vacío social y
una frustración por no poder anticipar un porvenir. No se tenían regulaciones ni aspiraciones
sociales, sintiendo que no pertenecen a ningún lugar y sin poder ejercer influencia sobre sus
semejantes, pero, al menos, era “autosuficiente”.
El individuo por defecto afronta las dificultades para ser el individuo que desea ser, agitado
por la frustración de no alcanzar sus metas. Castel (2010) plantea que “una de las
características esenciales del tipo de sociedad en la que vivimos es el hecho de que un gran
número de individuos que la componen tienen, por lo menos tendencialmente, la capacidad
de ser autosuficientes en sí mismos, o creen tener en sí mismos, los soportes necesarios para
garantizar su independencia social.” Esta idea de ser autosuficiente produjo gran
preocupación y malestar pues era imposible anticipar un futuro siendo difícil si quiera
asegurar el presente. No tenían la capacidad de ser individuos pues, aunque no escasearan los
deseos de consumir, ganar, ocupar un lugar y ser reconocidos, escaseaban los recursos y
existía una gran dependencia hacia el trabajo.

Es así como el desafío de convertirse en individuo está determinado por lo que la sociedad
define como individuo y por las condiciones que le permiten encajar en esa definición. Cada
soporte del individuo ha tenido que transformarse; al tener que ser individuos por propiedad y
no encajar en ello, se pasa a ser un individuo por propiedad de derechos sociales y, dada la
fisura del derecho social, se someten a sobrevivir al día sin poder planificar su futuro. Castel
termina planteando algo que, en mi opinión, es una gran tarea: transformar el Estado en
exceso burocrático que refuerza las capacidades individuales para adaptarse, por un Estado
con nuevas regulaciones más justo con cada individuo. Considero que, después de todo, se
trata también de aquello que le da un objetivo de vida a cada ser, lo que lo motiva a vivir y lo
que le da un camino a seguir; claro está que, como ya ha sido dicho, lo más importante es que
el individuo cuente con las condiciones óptimas para poder seguir ese camino.

Esta teoría, en trabajo social, nos brinda un marco de análisis en pro de las demandas
sociales. Considero que, aunque la mayoría de ellas surgen en el ámbito de lo social, es
menester estudiar y comprender cómo cada individuo tiene un nivel de sufrimiento por causa
de las condiciones y posibilidades que tiene para ser individuo. Sin embargo, a mi juicio, es
importante resaltar la problemática que plantea Robert Castel sobre el hiperindividuo y su
falta de aspiraciones sociales pues, como ya mencioné, las demandas sociales surgen cuando
las demandas individuales se expresan en lo colectivo, en espacios donde se comparten
experiencias y salen a relucir aquellas particularidades compartidas que requieren ser
atendidas. Vale la pena preguntarse qué es lo que la sociedad espera de los individuos y por
lo cual los presiona a actuar, cómo los individuos tienen la posibilidad de desarrollarse por sí
mismos pero también la posibilidad de vincularse socialmente y participar de espacios donde
hagan parte de la construcción de un tejido social. Como trabajadores sociales, en mi opinión,
nuestro deber es facilitar este desarrollo y estos espacios, guíar estas demandas de tal manera
que no nos encarguemos de reparar, sino de, precisamente como lo menciona Castel,
promover una transformación que cuide de todos los individuos y atienda a las expresiones de
la cuestión social, entendida esta como la expresión de todos estos malestares.

Referencias

Castel, Robert (2010) Conclusión. El desafío de convertirse en un individuo: bosquejo de una


genealogía del individuo moderno, en: El ascenso de las incertidumbres. Trabajo,
protecciones, estatuto del individuo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, PP 303-
338[1a ed. francés, 2009]

Varela, J. (2013). Robert Castel, el sociólogo que diagnosticó el presente - Viento Sur. Viento
Sur. https://vientosur.info/robert-castel-el-sociologo-que-diagnostico-el-presente/

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