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Facultad de humanidades.
Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano.
Teoría Sociológica III.
María Paula Zamorano (2222568).
El autor escribe las conclusiones empezando por un contexto de lo que implica ser un
individuo en la sociedad actual. Citando a Norbert Elías, indica que nos encontramos en una
“sociedad de individuos”, donde es exaltada la capacidad que tienen las personas para
emprender, tomar riesgos, crear y demás; en mi interpretación, se trata de una exaltación del
individuo productivo dentro de una sociedad capitalista. Sin embargo, nos dice que la
sociedad determina la experiencia individual pues pone las reglas de cómo ser o no ser un
individuo exitoso, formas de ser que interiorizamos por medio de los procesos de
socialización. Plantea si realmente se es un sujeto libre y responsable, como lo desea la
sociedad, bajo estas condiciones; debido a que, como individuos, debemos responder a lo que
la sociedad espera de nosotros y a que hemos construido aquellas declaraciones que han
repercutido en que nos llamemos “sujetos libres” con derechos. Se pregunta entonces,
“¿sobre qué descansa su capacidad de convertirse en individuo?”, considerando que sus
principales características son la libertad y la responsabilidad que toma sobre sus actos.
Señala, citando a Danilo Martucelli, que existen “gramáticas del individuo” que dan respuesta
a esta pregunta desde diferentes saberes y disciplinas, referente a qué posibilidades se tienen
para desarrollarse. Castel (2010) problematiza el hecho de que “los individuos están
desigualmente equipados para ser individuos” y que los dotes que lo acompañan se han ido
transformando a lo largo de la historia. Se propone entonces dar respuesta a tres preguntas
que problematizan la afirmación de que el individuo moderno, al igual que sus soportes -
entendidos como lo que ponen las condiciones de su ser -, son una construcción histórica,
estas son: primero, ¿cuándo comienza la historia del individuo?; segundo, ¿cuáles son las
principales transformaciones que acompasan la historia del individuo?; y tercero, ¿cuáles
son las figuras actuales del individuo moderno, o hipermoderno?. El autor aclara que no
pretende dar amplia respuesta a estas preguntas, sino precisar un marco de análisis respecto a
esta problematización.
Para proponer este marco, Castel realiza un recorrido histórico por tres grandes momentos: la
prehistoria de la modernidad, el individuo moderno y el individuo hipermoderno, dividiendo
los dos últimos en dos fases cada uno.
El individuo prehistórico se caracterizó por ser valioso porque Dios lo creó y le dotó de
grandes características y, más importante, de su espíritu y de su misericordia. Su existencia
estuvo soportada por la idea de una vida fuera de este mundo, el reino de los cielos, en donde
no habría distinciones de ningún tipo pues todos somos iguales ante los ojos de Dios. “Existir
como individuo es dejar de estar completamente inmerso en esos sistemas de dependencia e
interdependencia colectivos que hacían que el individuo no pudiera ser valorizado por él
mismo” (Castel, 2010), pues, en el mundo terrenal, sí existen distinciones y relaciones de
dominación. El alma es considerada la esencia de la individualidad, pues la salvación es
individual y depende de lo que cada uno hace por ella; la realización del individuo se da por
vivir y morir por su fe, lo demás, lo esencial en el mundo terrenal, es proveído por Dios.
Es así como el desafío de convertirse en individuo está determinado por lo que la sociedad
define como individuo y por las condiciones que le permiten encajar en esa definición. Cada
soporte del individuo ha tenido que transformarse; al tener que ser individuos por propiedad y
no encajar en ello, se pasa a ser un individuo por propiedad de derechos sociales y, dada la
fisura del derecho social, se someten a sobrevivir al día sin poder planificar su futuro. Castel
termina planteando algo que, en mi opinión, es una gran tarea: transformar el Estado en
exceso burocrático que refuerza las capacidades individuales para adaptarse, por un Estado
con nuevas regulaciones más justo con cada individuo. Considero que, después de todo, se
trata también de aquello que le da un objetivo de vida a cada ser, lo que lo motiva a vivir y lo
que le da un camino a seguir; claro está que, como ya ha sido dicho, lo más importante es que
el individuo cuente con las condiciones óptimas para poder seguir ese camino.
Esta teoría, en trabajo social, nos brinda un marco de análisis en pro de las demandas
sociales. Considero que, aunque la mayoría de ellas surgen en el ámbito de lo social, es
menester estudiar y comprender cómo cada individuo tiene un nivel de sufrimiento por causa
de las condiciones y posibilidades que tiene para ser individuo. Sin embargo, a mi juicio, es
importante resaltar la problemática que plantea Robert Castel sobre el hiperindividuo y su
falta de aspiraciones sociales pues, como ya mencioné, las demandas sociales surgen cuando
las demandas individuales se expresan en lo colectivo, en espacios donde se comparten
experiencias y salen a relucir aquellas particularidades compartidas que requieren ser
atendidas. Vale la pena preguntarse qué es lo que la sociedad espera de los individuos y por
lo cual los presiona a actuar, cómo los individuos tienen la posibilidad de desarrollarse por sí
mismos pero también la posibilidad de vincularse socialmente y participar de espacios donde
hagan parte de la construcción de un tejido social. Como trabajadores sociales, en mi opinión,
nuestro deber es facilitar este desarrollo y estos espacios, guíar estas demandas de tal manera
que no nos encarguemos de reparar, sino de, precisamente como lo menciona Castel,
promover una transformación que cuide de todos los individuos y atienda a las expresiones de
la cuestión social, entendida esta como la expresión de todos estos malestares.
Referencias
Varela, J. (2013). Robert Castel, el sociólogo que diagnosticó el presente - Viento Sur. Viento
Sur. https://vientosur.info/robert-castel-el-sociologo-que-diagnostico-el-presente/