Está en la página 1de 4

INTRODUCCION:

La "Canasta Roja" es un concepto fundamental en la gestión de procesos de negocio que se enfoca


en la eficiencia y su relación con el presente. La eficiencia, definida como la relación entre los
recursos invertidos en un proceso y los logros alcanzados, constituye el núcleo de esta canasta.
Esta perspectiva se centra en el aquí y ahora, en el corto plazo, y se convierte en una necesidad
imperante para todos, ya sea para nuestra supervivencia diaria o para el desempeño continuo de
tareas que hemos dominado con el tiempo. La Canasta Roja nos invita a optimizar y sacar el
máximo provecho de nuestros procesos de negocio actuales. A lo largo de la historia, la búsqueda
de eficiencia ha sido una constante en la humanidad, impulsada quizás por instintos de
supervivencia. Incluso las neurociencias explican este anhelo de eficiencia, ya que nuestro cerebro
tiende a buscar la rutina y los automatismos para conservar energía. No obstante, la evolución del
mundo y la ausencia de peligros constantes han alterado el significado de la eficiencia en la
sociedad actual.

La preservación de negocios y empleos actuales se vuelve esencial en un mundo en constante


cambio. Para lograrlo, los procesos que los sustentan deben someterse a un sistema de
"aseguramiento continuo" de calidad. Esto aplica a todas las facetas de la vida y tiene como
objetivo principal mantener el presente en su curso y satisfacer las expectativas básicas de los
clientes. La filosofía subyacente es el "control" de las variaciones, que son una parte inherente de
nuestro mundo en constante transformación.

En cuanto al liderazgo, todas las teorías coinciden en la combinación de metas e influencia para
lograr resultados. Cuando el liderazgo se enfoca exclusivamente en la eficiencia, tiende a
vincularse con estructuras jerárquicas y, en ocasiones, burocráticas, donde la influencia se ejerce a
través de la autoridad y el uso de incentivos y sanciones. El pensamiento científico ha enriquecido
la teoría del liderazgo efectivo y la dirección de equipos de trabajo. La Teoría X de McGregor, por
ejemplo, destaca un alto nivel de control y supervisión como elementos clave de la dirección
efectiva. El control se logra mediante el uso de indicadores clave de rendimiento, como el EBITDA
y el EVA, que miden la rentabilidad y la eficiencia de una empresa.

No obstante, es esencial recordar que la eficiencia pura puede tener limitaciones. El mundo
empresarial está en constante transformación, y centrarse únicamente en la explotación eficiente
de productos y servicios actuales puede dejar a las organizaciones vulnerables a cambios
disruptivos en el mercado y la tecnología.
CONTENIDO:

La canasta roja: ser eficiente no te será suficiente

La canasta roja se refiere a los procesos de negocio existentes en el presente y su relación con la
eficiencia. La canasta roja es la canasta de la eficiencia. Podemos definir la eficiencia como la
relación entre los recursos utilizados en un proceso y los logros conseguidos con los mismos. Esta
canasta se relaciona con el presente, con el aquí y el ahora, con el corto plazo. Todos nos vemos
en la necesidad de gestionar el presente de la mejor manera posible, trátese de ganarnos la vida
diaria haciendo lo que sabemos hacer o lo que hemos venido haciendo durante mucho tiempo.
Esta canasta tiene que ver con explotar y sacarle provecho a nuestros procesos de negocio
actuales. Las organizaciones, las industrias y todas las profesiones y oficios están diseñadas para
ser motores de rendimiento. La eficiencia persigue que este motor de rendimiento no se detenga,
que siga rindiendo. La eficiencia se relaciona con administrar el presente y deriva de la
combinación de dos factores: resultados y recursos. La eficiencia tiene que ver con alcanzar
determinados objetivos minimizando el empleo de recursos (de tiempo, dinero o esfuerzo). En
resumen, se relaciona con conseguir buenos resultados echando mano de escasos recursos, con
convertir en resultados las metas que nos fijamos utilizando los menores recursos posibles.
También la eficiencia puede darse, cuando se logran mejores resultados que los planeados con los
mismos o menos recursos.

La humanidad, y las sociedades en general, persiguen la eficiencia desde siempre, tal vez por
cuestiones de sobrevivencia. Las neurociencias explican la razón de la búsqueda de la eficiencia
porque el cerebro busca la rutina y los automatismos para no correr riesgos de quedarse sin
energía. Y es que nuestro cerebro consume, según deducciones lógico-matemáticas que pueden
ser aceptables, en promedio, 20% de la energía que gastamos en total. Así que un adulto funciona
con unos 100 vatios y se gasta 20 vatios en pensar. Desde hace 100 000 años un cerebro que
obraba así era considerado eficiente. Pero hoy no. El mundo ha cambiado, ya no hay bestias
salvajes persiguiéndonos por todas partes.

Con todo y lo anterior, el uso eficiente de los recursos ha sido durante mucho tiempo la forma más
común de abordar la eficiencia y ha venido dominando el modo en el que la gran mayoría de las
empresas, de distintas industrias y sectores, han sido organizadas, controladas y gestionadas. La
eficiencia requiere que las cosas se hagan bien y para ello necesita del cumplimiento estricto de
los requisitos, las normas y los estándares establecidos, de la ejecución exacta de las
especificaciones de calidad, de un desempeño libre de fallas. Lo anterior debe llevarnos a una
satisfacción de las expectativas de nuestros clientes. Ellos saben que van a recibir lo esperado.
Ellos esperan que seamos eficientes. Y, al interior de la empresa, esta eficiencia se traduce en
hacer mucho más con mucho menos para disminuir los costos y maximizar las ganancias.

Si el negocio o el trabajo que actualmente tienes sigue siendo bueno para ti es importante que lo
conserves. Para ello es fundamental que los procesos que lo soportan, que hacen posible los
resultados que requieres, estén sometidos a un sistema de “aseguramiento continuo” de la
calidad. Esto aplica al 100% de todo lo que haces y es solo para que el presente no se te venga
abajo y para que satisfagas las expectativas de tus clientes en un nivel básico. La filosofía que
subyace detrás de todo es el “control” de las variaciones que son parte importante del mundo en
que vivimos. Lo quieras o no, te guste o no, el mundo está en un cambio continuo. Todas las
certificaciones y acreditaciones que obtenga una empresa por parte de organizaciones nacionales
o internacionales solo significan que esa empresa es considerada como “eficiente” en ese
momento presente. Y deben servir, además de herramientas de marketing, como feedback para
ajustar o controlar lo que esté fuera de norma.

Todas las teorías de liderazgo tienen como común denominador la combinación de dos variables
para conseguir resultados: metas e influencia. Cuando el liderazgo se ejerce exclusivamente al
servicio de la eficiencia se le vincula con estructuras jerárquicas, más o menos burocráticas, en la
que la influencia se ejerce en base a la autoridad y las herramientas de recompensas y castigos. El
pensamiento científico ha aportado una riqueza teórica en torno al liderazgo efectivo y la
dirección de equipos de trabajo. De acuerdo a la Teoría X de McGregor, en términos generales, la
dirección efectiva implica altos niveles de control y seguimiento. La dirección efectiva se basa en
las políticas y las reglas, y se controla, es decir, se asegura que se haga lo que se dijo que se haría.
Para controlar, entonces, se requiere el uso de indicadores clave de rendimiento (KPI, por sus
siglas en inglés), por ejemplo, el EBITDA y el EVA.

El EBITDA es un indicador financiero que evalúa la rentabilidad de un proceso de negocio sin tener
en cuenta los impuestos, los intereses, la depreciación y la amortización. En otras palabras, mide la
capacidad de una empresa para generar ingresos operativos. El EVA, por otro lado, mide la
diferencia entre el beneficio neto después de impuestos de una empresa y el costo de su capital
invertido. Esto puede ser una indicación más amplia de la eficiencia de una empresa, ya que
considera no solo los aspectos operativos, sino también el costo del capital que la empresa utiliza.

CONCLUSION:

En conclusión, la canasta roja representa un enfoque crucial en la gestión de procesos de


negocio, donde la eficiencia en el presente es el objetivo primordial. La eficiencia, que
implica obtener buenos resultados con recursos limitados, ha sido una búsqueda
constante de la humanidad, impulsada por la necesidad de sobrevivir. Sin embargo, en un
mundo en constante cambio, la eficiencia tradicional basada en la optimización de los
recursos no es suficiente para mantener una ventaja competitiva a largo plazo.

A pesar de su importancia, enfocarse únicamente en la eficiencia puede tener sus


limitaciones, ya que los procesos de negocio que se centran exclusivamente en la
explotación eficiente de productos y servicios actuales pueden quedar rezagados ante los
cambios disruptivos en el mercado y la tecnología. Para seguir siendo competitivos, las
organizaciones y profesionales deben considerar la diversificación y la adaptación como
elementos esenciales para un crecimiento sostenible.

Por ultimo la canasta roja proporciona estabilidad en el presente, pero la innovación y la


adaptación son claves para enfrentar los desafíos futuros en un mundo empresarial en
constante evolución. La búsqueda de eficiencia sigue siendo fundamental, pero debe ir de
la mano de una visión a largo plazo que incluya la capacidad de adaptarse y evolucionar
con los cambios del entorno empresarial.

También podría gustarte