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TOBIAS E. CARLISLE
Prólogo a cargo de LORENZO SERRATOSA y JOSÉ IVÁN GARCÍA
Fundadores de Zonavalue Club
DEEP
VALUE
Tácticas y estrategias para el inversor activo
ISBN: 978-84-17780-38-8
La vida es una especie de juego de ajedrez en el que la suerte posee todas las
fichas menos los peones. Nosotros podemos mover los peones y lo hacemos, de
un lugar a otro, pero quien decide la partida, quien dice dónde iremos o no, es
la suerte caprichosa, con sus movimientos aleatorios e inesperados.
Algunos afirman que el hijo del agricultor, educado en los mejores colegios
gracias a esta casualidad, se llamaba Alexander Fleming, estudió medicina y
descubrió la penicilina, y el pobre niño que se ahogaba en el barro era Winston
Churchill.
No sabemos si es verdad o no, pero ¿qué conclusión sacan de esta historia?
¿fue quizá la suerte moviendo sus fichas la que cambió el destino de estas
personas y de todos nosotros, o el destino ya estaba escrito de antemano? Y más
aún, ¿son las cosas que nos suceden fortuitamente las que más cambian
nuestras vidas, o son aquellas que decidimos racionalmente?
¿Es un movimiento de la suerte que usted tenga en sus manos este libro y se
disponga a leerlo? ¿Qué le ha traído a usted hasta el value investing? ¿Y por qué
el value investing se ha convertido en la filosofía de inversión más reconocida?
¿Ha sido la suerte, el destino, o un elaborado y certero pensar racional?
Las respuestas a estas preguntas no son fáciles. Es más, puede que sean
imposibles de responder. En todo caso, es la obligación del pensador indagar
en las posibles respuestas hasta llegar al abismo, al lugar en el que ya no
podemos dar un paso más. Indaguemos, pues, juntos por qué tiene usted un
libro en la mano, un libro de Value Investing, y a dónde puede llevarle este
hecho.
Lo primero que podemos afirmar es que si usted está leyendo este libro
conoce lo que es un libro y conoce el Value Investing. ¿O no? ¿Es la primera vez
que oye hablar de alguna de estas dos cosas: libro - Value Investing? No lo
creemos.
Dice C. S. Lewis que lo que vemos y lo que escuchamos depende totalmente
de dónde nos encontramos. Esto es obvio, nada va a llegar a nuestros oídos y a
nuestros ojos que no esté ya en nuestro entorno. Pero si vamos un paso más
allá de lo obvio, nos daremos cuenta de que nada va a llegar a nuestra mente, a
nuestras emociones, a nuestros deseos, si no está antes a nuestro alrededor, si
no nos hemos relacionado con ello. Nuestro entorno marcará nuestro destino.
Desearemos, como decía Hannibal Lecter en El silencio de los corderos, solo lo
que vemos, y seremos hijos de aquello que podemos concebir. En conclusión,
no leeremos nada si antes no se nos incitó a la lectura y si leer no está a nuestro
alcance. No nos atraerá nada que no nos haya influenciado antes o que alguien
no nos haya recomendado.
Sí. Las influencias pueden venir en forma de muchas cosas; por ejemplo, de
personas. Jim Rohn dice que somos la media de las cinco personas con las que
más tiempo pasamos, que esas personas conforman nuestra mayor influencia.
¿Cuáles son esas personas en su vida? ¿Son ellas las que le han llevado a leer este
libro?
Sea como fuere, estaremos de acuerdo entonces en que un niño criado en un
arrozal de Camboya y que nunca salió de allí no tendrá las mismas
posibilidades mentales que uno criado en Nueva York, y no hablamos solo de
posibilidades reales sino de posibilidades mentales, tremendamente necesarias
para poder poner en marcha la máquina del deseo y, por lo tanto, crear nuestro
futuro.
Para Gandhi aún existe una cosa más que debemos tener en cuenta, y que
sería decisiva en ese destino: nuestras creencias. Según él, ellas se convierten en
tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras
se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tus
hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en tu destino.
Deberemos pues coincidir en que lo normal es que la realidad que nos rodea
(el arrozal de Camboya), las relaciones que provee (un mundo cerrado de
agricultores camboyanos) y las creencias que nos graba en nuestra mente
marcarán con toda seguridad nuestro destino. Solo quedarán fuera de esta
realidad, como en la historia de Fleming y Churchill, los cambios fortuitos de
la caprichosa suerte, el movimiento del alfil que la fortuna realice a nuestro
favor sin sentido y sin porqué aparente.
Y por lo tanto, y dicho en forma contundente: no somos nada que no haya
sido previamente establecido por las influencias recibidas, en forma de cuerpo
de creencias, personas, aprendizajes o golpes de suerte. Las influencias que
recibamos de una u otra forma conformarán nuestra manera de pensar, y
crearán nuestra vida.
Es por esto que los libros, el que usted está leyendo y todos los buenos libros,
son claves para abrir nuestra mente a nuevas posibilidades, para construir
nuevos posibles futuros, para ampliar el universo de las influencias que entran
en nuestra vida. De otro modo todos esos mundos, sus personajes y hazañas,
sus deseos y formas de entender la vida, quedarán velados, ocultos para nuestra
mente, como las posibilidades de unos genes que nunca se hubieran activado, o
de un dado que nunca hubiera sido lanzado. Usted sabe esto, y por eso tiene
este libro en su mano.
Usted sabe que los libros nos permiten pasar tiempo con Virgilio, con
Sócrates o con Warren Buffett sin ni siquiera conocerlos, y nos dan la
posibilidad de que esas cinco personas que más nos van a influenciar sean
personas que admiramos, personas de las que deseamos aprender, personas que
elegimos para que aquello que creemos, aquello que somos, sea más amplio,
más perfecto, y podamos convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos,
desarrollar todo el potencial que encierra el mundo de las posibilidades
infinitas.
Los que aquí escribimos nunca sabremos por qué este libro llegó a sus
manos, solo usted lo sabe; pero sí sabemos que tiene, como todos los buenos
libros, el poder de obrar milagros, y esperamos que sus páginas obren ese
milagro en usted, el milagro de abrirle nuevas posibilidades en su mente,
nuevos mundos antes no explorados que, obviamente y en este caso, tendrán
relación con el Value Investing. Pero no solo con el Value Investing, sino
también, en una nueva jugada maestra del destino, con Inglaterra, con los
clásicos griegos, con Omaha y con el departamento de admisión de Harvard.
¿Por qué decimos que este libro tendrá relación con Inglaterra, los clásicos
griegos, Omaha y el departamento de admisión de Harvard? Veamos cómo la
suerte movió sus fichas.
El Value Investing se ha convertido en lo que es hoy, una estrategia de
inversión conocida en todo el mundo gracias a Warren Buffett que, aplicando
sus principios, se ha convertido en el hombre más rico del planeta. Él ha
difundido sus leyes, ha popularizado sus hallazgos y ha dejado muy claro que el
Value Investing bien aplicado sirve para responder adecuadamente a los retos
que presenta la inversión en empresas y que, por lo tanto, es la fórmula de
inversión que mejores resultados ofrece a largo plazo.
Pero, para que esto fuera así, un humanista nacido en Inglaterra y amante de
los clásicos debía unir su destino con un joven de Omaha enganchado a la
Pepsi Cola y las hamburguesas. Las posibilidades remotas de este encuentro
quedaron en manos del departamento de admisión de Harvard. Curioso,
¿verdad? Repasemos la historia.
Un joven estudiante obsesionado con las empresas, con la bolsa y con ganar
dinero, hijo de un broker de provincias convertido en congresista, pide su
admisión en Harvard y es rechazado. En sustitución se va estudiar a la
Columbia Business School y se produce el milagro, conoce a Benjamin
Graham y descubre las ideas sobre inversión que la experiencia y la inteligencia
de este gran pensador habían generado.
Graham había sido pobre y había vivido la Gran Depresión; de hecho, en
1932 había perdido un 70% del dinero que gestionaba y estaba casi en la
ruina, tanto que, cuando su libro Security Analysis salió en 1934, llevaba 4 años
trabajando como broker sin cobrar. Este ambiente, estas influencias y estos
movimientos de la suerte le llevaron a concebir una estrategia de inversión con
la que pudiera invertir de forma segura: el Value Investing.
En esos días, los ánimos estaban tan deprimidos que algunos analistas como
Gerald M. Loeb afirmaban que invertir en bolsa para obtener una ganancia era
imposible, que nadie podía saber si realmente había un valor en una acción y
que, finalmente, todo alrededor de la bolsa era especulación. Por lo tanto, lo
único importante era la psicología del mercado, y no si una empresa ganaba o
no dinero.
Sin embargo, Graham no respondió a las preguntas y a los retos de la Gran
Depresión de la misma manera. Su pregunta: ¿cómo puedo invertir en acciones
con seguridad? Tuvo otra respuesta. Para Graham, las empresas sí tenían un
valor, el valor intrínseco, que es independiente del mercado y que puede ser
obtenido y medido, ofreciéndonos la llave para realizar buenas inversiones.
Estas buenas inversiones las realizaremos cuando el precio de las acciones esté
muy por debajo del valor intrínseco de la empresa, una diferencia que se puede
medir y que se llamó «margen de seguridad».
La única pregunta que quedaba por resolver es si alguna vez estos dos valores
se encontrarían produciéndonos una ganancia. Benjamin Graham contestó así
a esta pregunta clave cuando un senador, en el transcurso de una investigación
pública sobre Wall Street, se la formuló:
«Si nos quedara mundo suficiente, y tiempo, estos remilgos, Señora, no serían
un crimen…»
–Andrew Marvel, A su dama remilgada (c. 1605)
Igual que hicieron con los fondos de inversión cerrados, Icahn y Kingsley se
propusieron controlar el destino de las empresas que cotizaban en bolsa. Su
impacto en las corporaciones estadounidenses iba a ser profundo.
Icahn fue al grano y comparó este problema con un portero que se niega a
permitir que el propietario venda el inmueble porque quizá lo dejan sin
trabajo.9 En su manifiesto proponía que los accionistas asumieran su posición
legítima ejerciendo sus derechos de propiedad. Si la dirección desatendía sus
llamamientos, trataban de lograr el control de la junta con una lucha de poder,
uno de los medios que tienen los accionistas para echar con su voto a la
directiva de turno y sustituirla por directores nuevos. En una lucha de poder,
los directores potenciales defienden por qué están más capacitados para dirigir
la empresa y aumentar el valor de las acciones. Si la lucha de poder no
funcionaba, podían hacer una oferta para comprar acciones o vender las suyas a
la empresa, una práctica llamada greenmail (o chantaje empresarial). Greenmail,
un neologismo que probablemente proviene de blackmail (chantaje) y
greenback (billete verde), es hoy en día una práctica ilícita en la que la directiva
de una empresa paga un rescate a un raider en la forma de un pago de sus
acciones con una prima sobre el precio de mercado. Warren Buffett, quien dijo
que el greenmail era «odioso y repugnante», describió la naturaleza de esta
transacción en su Carta del Presidente de 1984, con sus característicos
términos coloridos:10
En estas transacciones, dos partes obtienen sus objetivos personales por medio de
la explotación de una tercera parte inocente que no sabe nada del asunto. Los
jugadores son: (1) el «accionista» extorsionador que, antes de que la tinta de su
certificado de acciones se seque, envía el mensaje de «la bolsa o la vida» a los
directores; (2) los directores corporativos que quieren la paz a cualquier precio,
siempre que este precio lo paguen otros; y (3) los accionistas, cuyo dinero lo
utilizan (2) para que se vaya a (1). Cuando bajan las aguas, el accionista
atracador perora sobre la «empresa libre», la directiva atracada habla del «lo
mejor para la empresa» y el accionista inocente se queda pasmado mientras
financia el soborno.
Cuando tomamos nuestra posición en Tappan, todo el mundo estaba como loco
por Magic Chef, pero yo me dije: «Las cifras de Magic Chef son muy altas.
¿Cómo evolucionará a partir de aquí? Magic Chef está en el punto álgido de su
ciclo y Tappan está en el punto más bajo. Prefiero apostar por esta última».
Le expliqué que nuestra junta estaba limitada a nueve miembros —solo dos de
ellos representantes de la dirección—, algo que se estableció el año pasado o el
otro. También le hice un resumen del poder que creo que representa la junta y
le dije que de verdad me parece que tenemos un equipo eficiente:
independiente, muy capaz, que hace un buen trabajo… Y que yo,
personalmente, no veía necesidad o deseo de incorporar a un décimo miembro.
Escribo esta carta para pedirles que me elijan miembro de la Junta Directiva
en la Reunión Anual de Accionistas del 23 de abril de 1979. Como el mayor
accionista de Tappan, me gustaría que nuestra empresa fuera adquirida o
vendida por un precio cercano al valor contable del 31 de diciembre de 1978,
es decir, 20,18 dólares.
Tappan, durante los últimos cinco años, bajo la dirección actual, ha perdido
3.300.000 dólares en ventas de un total de 1.300 millones y, durante este
mismo periodo, [Dick] Tappan y [Donald] Blasius, el presidente y el director
general respectivamente, han recibido salarios y bonificaciones por valor de
1.213.710 dólares.
Aprovechándose de todas las dudas latentes que podrían tener los accionistas
sobre los motivos de la directiva, Icahn resucitó el espectro de la emisión de
acciones preferentes que habían retirado. Afirmando que la directiva había
admitido que una emisión de estas características «podría tener el efecto de
desalentar algún intento futuro de adquirir la empresa con una oferta de
compra en efectivo o de otra forma», Icahn sostuvo que, si lo elegían para la
junta, «bloquearía cualquier propuesta futura similar en su estado
embrionario».20
Tabla 1. 1. Circular de la sociedad de Icahn: «El precio de las acciones durante maniobras no
amistosas».
Warner Swasey 29 80
National Airlines 15 50
Wylain 13 28,5
Flintkote 30 55
Fairchild Camera 29 66
Tappan 8 18
EL PROTOACTIVISMO DE GRAHAM
¿Cómo llegó Icahn hasta Tappan? ¿Qué vio Kingsley que otros pasaron por
alto? Las acciones se habían desbaratado después de que reconociera las
primeras pérdidas en cuarenta años, la nueva línea de negocio parecía irse al
traste y era un actor menor en un mercado liderado por los gigantes General
Electric y Westinghouse. Para comprender Tappan y la estrategia perfilada por
Icahn y Kingsley en el Manifiesto Icahn que tuvo tan buen resultado, debemos
comenzar con el gran inversor en valor y filósofo de la inversión Benjamin
Graham. Icahn y Kingsley tenían una deuda intelectual con Graham, cuya
estrategia de inversión era bastante diferente que la que sugiere el sobrenombre
del Decano de Wall Street, dado que se parecía más a la ley de la selva que a un
comportamiento profesoral o académico. Graham abogaba de manera
contundente y elocuente por el uso del activismo de los accionistas para
fomentar un cambio en empresas profundamente infravaloradas. La primera
edición de su obra magna, Security Analysis, publicada en 1934, dedicaba un
capítulo entero a la relación entre los accionistas y la dirección, que Graham
describió como «uno de los fenómenos más extraños de las finanzas
estadounidenses».23 «¿Por qué —se preguntaba—, sin importar las malas
perspectivas que tenga una empresa, sus propietarios permiten que siga
operando hasta que haya agotado sus recursos?» Al responder a esta pregunta,
Graham escribió que era un «hecho notorio (…) que el típico accionista
estadounidense sea el animal más dócil y apático en cautividad»:24
Hace lo que le dice la junta directiva y rara vez piensa en afirmar sus derechos
individuales como dueño de la empresa y empleador de los directores. El
resultado es que el control efectivo de muchas, quizá la mayoría, de las
corporaciones estadounidenses no lo ejercen aquellos que, en conjunto, poseen
casi todas las acciones, sino un pequeño grupo conocido como «la directiva».
2. Spencer Jakab, «Fears of return to the 1970s are overdone,» Financial Times, 29 de abril de
2011. Disponible en http://www.ft.com/intl/cms/s/0/8f773248-727f-11e0-96bf-
00144feabdc0.html#axzz29bATsOYq.
3. Tom Lauricella, «Flashbacks of the 1970s for Stock-Market Vets.» The Wall Street Journal, 18 de
abril de 2009. Disponible en http://online.wsj.com/article/SB124001598168631027.html.
4. Stevens, 1993.
5. Íbid.
6. Adolf Augustus Berle y Gardiner Coit Means, The Modern Corporation and Private Property,
Transaction Publishers, New Brunswick, 1932.
7. Íbid.
8. Íbid.
9. Anon, «“If He Ruled the World”: Carl Icahn’s Take on Time Warner and Corporate America»,
Knowledge@Wharton, 22 de febrero de 2006, disponible en
http://knowledge.wharton.upenn.edu/article.cfm?articleid=1392.
10. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1984.
12. Íbid.
13. Íbid.
14. Íbid.
15. Íbid.
16. Íbid.
17. Íbid.
18. Íbid.
Í
19. Íbid.
20. Íbid.
21. Íbid.
22. Íbid.
23. Benjamin Graham y David Dodd, Security Analysis, McGraw Hill, Nueva York, 1934. [Hay
trad. cast.: Security Analysis, Ediciones Deusto, Barcelona, 2016.]
24. Íbid.
25. Íbid.
28. Íbid.
29. Íbid.
30. Íbid.
31. Íbid.
32. Benjamin Graham, «Inflated Treasuries and Deflated Stockholders.» Forbes,1932. Disponible
en http://www.forbes.com/forbes/1999/1227/6415400a.html.
33. Diana B. Henriques, The White Sharks of Wall Street: Thomas Mellon Evans and the Original
Corporate Raiders, Lisa Drew Books, Nueva York, 2000.
35. Íbid.
Si se pudieran comprar dólares de oro, sin que hubiera trampa alguna, por 50
céntimos, habría una gran publicidad y un montón de dinero se dedicaría a
aprovecharse de la ganga. Los dólares de oro corporativos están ahora
disponibles en grandes cantidades por 50 céntimos o menos, pero tienen alguna
trampa. Aunque pertenecen al accionista, no puede controlarlos. Es posible que
deba quedarse sentado mientras ve cómo merman y desaparecen a causa de las
pérdidas operativas. Por esta razón, los inversores rechazan incluso las reservas
de efectivo de las corporaciones incluso a su valor contable.
No obstante, aceptó que las acciones que si cotizaban con un descuento
respecto al valor de liquidación era porque «casi siempre tienen una tendencia
de beneficios insatisfactoria»:47
Si los beneficios han crecido de forma regular es obvio que las acciones no se
venderán a un precio bajo. El problema con comprarlas reside en la
probabilidad o, al menos, la posibilidad de que las ganancias caigan o
continúen las pérdidas, y los recursos se esquilmarán y el valor intrínseco
acabará siendo menor que el precio pagado.
Graham respondió a estas objeciones que, aunque esta situación era cierta en
casos individuales, había un potencial mucho mayor de que el resultado fuera
un precio de la acción más alto. La lista de Graham de las posibles evoluciones
se lee como una lista de exigencias de un inversor activista moderno, e incluía
lo siguiente:48
¿Es necesario, como sugiere Buffett, ser un liquidador para que la estrategia
sea rentable? La base teórica de la estrategia de Graham es que el derecho en
última instancia del accionista es finiquitar la empresa y recuperar su capital.
Comprar acciones por menos del valor de liquidación tal vez solo tenga sentido
porque existe un mecanismo legal para recuperar más efectivo del necesario
para poner en marcha este proceso. Para la mayoría de los inversores, no
obstante, su participación será demasiado pequeña para desencadenar el
mecanismo legal, de modo que sus derechos no son ejecutables. ¿Puede un
inversor que no sea un liquidador, o que no pueda desencadenar el mecanismo
legal, sacar provecho de una estrategia net-net? En Margin of Safety, Klarman
escribió que «la liquidación es, en cierto sentido, una de las pocas
interconexiones en las que se revela la esencia del mercado de valores»:65
¿Son las acciones trozos de papel que se compran y se venden, o son un interés
proporcional en un negocio subyacente? Una liquidación pone sobre la mesa
este debate, distribuye a los propietarios de trozos de papel los beneficios en
efectivo reales de la venta de los activos corporativos al mejor postor. Por lo
tanto, una liquidación actúa como un golpe de realidad para el mercado de
acciones, forzando que los precios de las acciones sobre o infravalorados se
ajusten a su valor subyacente real.
Es natural presumir que los sectores que han ido peor que la media están
«situados desfavorablemente» y que, por lo tanto, hay que evitarlos. Se colige lo
contrario, por lo tanto, de aquellos a los que les ha ido bien. Pero esta
conclusión, con frecuencia, está equivocada. Las condiciones anormalmente
buenas o anormalmente malas no duran siempre. Es algo que se cumple en
general, pero también en sectores particulares. Se suelen poner en marcha
fuerzas correctivas que tienden a restaurar los beneficios allí donde han
desaparecido, o a reducirlos cuando son excesivos en relación con el capital.
Graham pensaba que esto suponía «contar dos veces el mismo truco», y
escribió que era una causa frecuente de sobrevaloración. El factor cuantitativo
final del que advertía Graham era presumir una tendencia en los beneficios. En
lo que por entonces era una práctica reciente, y que hoy es más común, los
analistas proyectaban una tendencia del pasado —ya fueran beneficios, ventas
o cualquier otra medida fundamental— al futuro y la utilizaban como base
para evaluar un valor. El hecho de que este proceso incluyera cifras lo hacía
parecer «matemático» cuando, de hecho, era una «predicción definida de unos
resultados mejores o peores y, por lo tanto, debía estar bien o mal»:73
Esto es cierto porque no se puede fijar límite alguno respecto hasta qué punto
llegará la proyección de la tendencia; y, por ende, el proceso de evaluación,
aunque parezca matemático, es en realidad psicológico y bastante arbitrario.
41. Benjamin Graham, «Inflated Treasuries and Deflated Stockholders.» Forbes, 1932. Disponible
en http://www.forbes.com/forbes/1999/1227/6415400a.html.
42. Benjamin Graham, «Should Rich but Losing Corporations Be Liquidated?» Forbes, 1932.
Disponible en http://www.forbes.com/forbes/1999/1227/6415410a.html.
45. Íbid.
46. Benjamin Graham, «Should Rich but Losing Corporations Be Liquidated?» Forbes, 1932.
Disponible en http://www.forbes.com/forbes/1999/1227/6415410a.html.
48. Íbid.
49. Íbid.
50. Seth A. Klarman. Margin of Safety: Risk-Averse Value Investing Strategies for the Thoughtful
Investor, HarperCollins, Nueva York, 1991.
52. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc., Annual Report. 1989.
54. Henry R. Oppenheimer, «Ben Graham’s Net Current Asset Values: A Performance Update.»
Financial Analysts Journal, Vol. 42, No. 6 (1986), pp. 40–47.
55. Jeffrey Oxman, Sunil K. Mohanty, y Tobias Eric Carlisle, «Deep Value Investing and
Unexplained Returns.» (16 de septiembre de 2011) Midwest Finance Association 2012 Annual
Meetings Paper. Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=1928694 o
http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1928694.
56. John B. Bildersee, John J. Cheh y Ajay Zutshi, «The Performance of Japanese Common Stocks
in Relation to Their Net Current Asset Values.» Japan and the World Economy, Vol. 5, No. 3
(1993), pp. 197–215.
57. Ying Xiao y Glen Arnold, Testing Benjamin Graham’s Net Current Asset Value Strategy in
London. Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=966188 o
http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.966188.
58. James Montier, «Graham’s Net Nets: Outdated or Outstanding.» SG Equity Research. Societe
Generale, 30 de septiembre de 2008.
59. Íbid.
60. Íbid.
62. Íbid.
64. Íbid.
65. Íbid.
67. Íbid.
68. Íbid.
69. Íbid.
70. Íbid.
71. Íbid.
Í
72. Íbid.
73. Íbid.
74. Íbid.
75. Íbid.
76. Íbid.
77. Íbid.
78. Íbid.
3
Warren Buffet: de liquidador
a operador
Cómo el scuttlebutt de Charlie Munger y Phil Fisher llevó a
Buffet más allá de Graham
La primera vez que Warren Buffett oyó el nombre de Charlie Munger fue una
tarde de domingo de 1957. Estaba reunido en casa de dos inversores
potenciales para su sociedad de inversión, el doctor Edward «Eddie» Davis y su
mujer, Dorothy. Sentados en el salón, el joven Buffett —tenía veintiséis años,
pero, según Eddie, aparentaba dieciocho— estaba exponiendo los fundamentos
de una inversión en su sociedad. Durante más de una hora, Buffett describió su
filosofía de gestión y las condiciones inusuales de su propuesta de inversión:
Buffett tendría un control absoluto y no compartiría con sus socios cómo
invertiría. Recibirían un resumen anual de sus dividendos y solo podrían retirar
su dinero una vez al año, el 31 de diciembre. Mientras tanto, Eddie Davis
estaba sentado en un rincón, sin hacer nada y, según le pareció a Buffett, sin
prestarle atención. Cuando Buffett acabó su acelerado soliloquio, Dorothy, que
había estado escuchando sin perder detalle, se volvió a Eddie y dijo: «¿Qué te
parece?»79 Eddie respondió: «Démosle cien mil dólares». Educadamente,
Buffett contestó: «Doctor Davis, estoy encantado con que me confíe este
dinero, no hace falta decirlo. Pero usted no ha prestado mucha atención
mientras hablaba. Entonces, ¿por qué ha tomado esta decisión?» Eddie miró a
Buffett y dijo: «Bueno, me recuerdas a Charlie Munger». Buffett dijo: «Pues no
sé quién es este Charlie Munger, pero no cabe duda de que me gusta». Los
Davis invirtieron su dinero con Buffett, pero no conoció a Munger hasta dos
años después. Cuando se encontraron finalmente, el resultado fue una de las
sociedades empresariales más exitosas de Estados Unidos en toda su historia.
Buffet creó su primera sociedad el 1 de mayo de 1956, después de que su
profesor y mentor, Benjamin Graham, decidiera finiquitar la Graham-Newman
Corporation donde estaba empleado. Cuando Graham decidió jubilarse,
Buffett dirigió su sociedad tal y como lo había hecho en Graham-Newman,
hojeando los manuales de Standard and Poor’s y Moody’s, página tras página,
buscando las clásicas net-net de Graham. Aunque Buffett se consideraba a sí
mismo el heredero intelectual de Graham y dirigía su sociedad como lo hubiera
hecho Graham, desde el principio tuvo la intención de desarrollar su propio
estilo y, poco a poco, fue dejando atrás la aplicación estricta de los principios
de Graham. Mientras que a Graham le gustaba diversificar, y compraba
muchas posiciones modestas, a Buffett le gustaba concentrarse en sus mejores
ideas. Graham le había aconsejado que era fútil dedicar tiempo a analizar la
calidad de un cigar butt (colilla): el margen de seguridad estaba en el descuento
del valor de liquidación. Graham sabía que algunas colillas serían un fracaso,
pero también creía que, de media, la cartera sería beneficiosa. Buffett
aprovechó su capacidad prodigiosa para absorber números en los manuales de
Standard and Poor’s y Moody’s para cribar el universo de las net-net y
encontrar aquellas tan baratas que eran casi gratis. Buffett declaró a su biógrafa,
Alice Schroeder: «Estudiaba los volúmenes de empresas y encontraba una o dos
en las que podía invertir diez mil o quince mil dólares y que eran ridículamente
baratas».80 Mientras que a Graham no le gustaba visitar a la directiva —lo
llamaba «autoayuda»81 y creía que un inversor debía ser un agente externo que
se enfrentaba a la dirección en lugar de codearse con ella—, a Buffett le gustaba
tener una relación amistosa. Buffett esperaba que su encanto personal le
ayudara a influir en la empresa para que hiciera lo correcto. Aun así, no se
había distanciado mucho de la filosofía de inversión de Graham cuando,
finalmente, conoció a Charlie Munger.
Buffett y Munger se conocieron en un caluroso viernes de verano de 1959 en
el Omaha Club. Charles T. Munger, seis años mayor que Buffett, no sabía
mucho de aquel joven de veintiocho años. Muy pronto estaban hablando a la
vez y comprendiéndose el uno al otro a la perfección. Buffett hablaba de
Graham y del value investing. También le explicó que tenía una sociedad de
inversión y la rentabilidad que tenía hasta ese momento: un 10 por ciento en
positivo en 1957 por encima de un mercado que había perdido un 8 por
ciento; un 40 por ciento en 1958 por encima del mercado, que había generado
un 38,5; y en 1959 acabó con un 25,9, de nuevo por encima del Dow, que
había generado un 19,9 por ciento.82 Impresionado, Munger preguntó: «¿Crees
que yo podría hacer algo parecido en California?»83 Buffett contestó: «Sí, no me
cabe duda de que podrías hacerlo».84
En 1959, la posición más importante de Buffett —donde tenía más de un
tercio del capital de la sociedad— era Sanborn Map. Sanborn publicaba mapas
extremadamente detallados de líneas de electricidad, cañerías, carreteras,
ingeniería de construcción, tejados sintéticos y escaleras de emergencia de todas
las ciudades de Estados Unidos. Las aseguradoras contra incendios compraban
la mayoría de los mapas de Sanborn, y los utilizaban para llevar a cabo
evaluaciones de riesgos nacionales desde una oficina central. Durante setenta y
cinco años la empresa fue prácticamente un monopolio, generaba beneficios
cada año y no era necesario que dedicara muchos esfuerzos a las ventas. Buffett
explicó en la circular de 1961 que Sanborn era un tipo de acción clásica de
Graham: el negocio iba decayendo porque las compañías de seguros empezaron
a fusionarse —la rentabilidad pasó de estar por debajo de los 500.000 dólares
anuales en la década de 1930 a rozar los 100.000 dólares en 1958, con ventas
por valor de dos millones y medio—, pero poseía una cartera de inversión que
valía más de 7 millones o 65 dólares por acción.85 Las acciones cotizaban a 45
dólares. Buffett señaló que en 1938, cuando las acciones de Sanborn se vendían
a 110 dólares, la cartera de inversión valía 20 dólares por acción, lo cual
implicaba que el valor de la empresa en aquel momento era de 90 dólares por
acción. En 1958, casi veinte años después, el precio de la acción a 45 dólares
implicaba que la misma empresa de mapas tenía un valor negativo de 20
dólares por acción, o que la cartera de inversión valía 69 céntimos por dólar
con el negocio de los mapas regalado.
La Sociedad Buffett compró 46.000 participaciones de las 105.000 emitidas,
suficientes para que Buffett fuera incorporado a la junta directiva. Antes de que
entrara en ella, los dividendos se habían recortado cinco veces en ocho años,
pero Buffett señaló, con cierta sequedad, que «no halló en ninguna parte una
propuesta de recortar salarios o los honorarios del director o el comité».86 En la
primera reunión de la directiva en marzo de 1959, Buffett se enteró de por qué
las acciones estaban tan baratas. El resto de los miembros de la junta eran
representantes de las compañías de seguros, los clientes más importantes de
Sanborn, y entre ellos solo poseían unas simbólicas 46 acciones, una milésima
parte de lo que tenía Buffett. Buffett propuso liquidar la cartera de inversión y
repartir las ganancias entre los accionistas. El resto de los miembros de la junta
se opuso y descartó la idea de inmediato. Más tarde, Buffett planteó que la
empresa se deshiciera de todos los accionistas que aceptaran desvincularse con
los títulos de la cartera a un valor de mercado. La junta aceptó evitar una lucha
de poder, que sin duda habría ganado Buffett. Alrededor del 50 por ciento de
los 1.600 accionistas, que representaban un 72 por ciento de las
participaciones, aceptaron la oferta. Buffett escribió más tarde en la circular de
su sociedad que «estas situaciones de control» serían infrecuentes. El negocio
básico consistía en «comprar títulos infravalorados y venderlos cuando la
infravaloración se corrige junto con la inversión en “situaciones especiales”
donde el beneficio depende más de lo corporativo que de la acción del
mercado».87
Después de que volviera a California, Munger y Buffett se llamaban cada día
y charlaban durante una hora. En 1962, Buffet le planteó formar su primera
sociedad de inversión, Wheeler, Munger & Company. Dirigida desde un
diminuto entresuelo de Spring Street cerca de la sección de Skid Row de Los
Ángeles, Munger Wheeler recaudaba dinero prometiendo seguir de cerca los
preceptos de inversión de Graham. Aunque al principio era un seguidor
estricto —compraba colillas e invertía en situaciones especiales—, pronto las
diferencias con Graham serían evidentes. A Munger no le impresionaban tanto
como a Buffett los principios de Graham, y decía: «Ben Graham tiene puntos
ciegos. No llega a apreciar el hecho de que por algunas empresas merece la
pena pagar grandes primas».88 Munger acataba las enseñanzas más
fundamentales de Graham —valorar las acciones como lo haría un propietario
privado, y comprar y vender teniendo como referencia el valor intrínseco—,
pero no le interesaban las acciones colilla de Graham. Tampoco le interesaban
las gangas de por sí. Munger pensaba que «valía la pena pagar un poco por
algunas empresas para conseguir una ventaja a largo plazo».89 Al analizar una
inversión, Munger tenía en cuenta tanto la calidad como el precio. «El truco —
según Munger— es conseguir más calidad de la que pagamos por el precio. Es
tan sencillo como esto». Era sencillo, pero también era revolucionario.
Munger trató de persuadir a Buffett de que dejara de seguir la práctica de
Graham de considerar el margen de seguridad en términos puramente
cuantitativos, argumentando que una empresa de alta calidad proporciona más
margen de seguridad que un precio de compra con un descuento respecto al
valor de liquidación. Las acciones que cotizaban con un descuento respecto al
valor de liquidación normalmente pertenecían a empresas mediocres. Munger
tenía una visión muy clara de las empresas de baja calidad. Había aprendido lo
difícil que era reflotar una empresa en apuros como director de una franquicia
de International Harvester en Bakersfield, California. La franquicia, por muy
costoso que fuera administrarla, le sirvió para captar la diferencia entre una
empresa de alta calidad y una empresa de baja calidad. International Harvester
consumía capital. Había que comprar cada máquina antes de venderla, de
forma que quedaba capital inmovilizado. Munger quería una empresa que no
solo no creciera sin dilapidar capital, sino que lo produjera. ¿Qué cualidades
debería tener una empresa así?, se preguntó. Pidió opinión a los demás. «¿Cuál
es el mejor negocio del que has oído hablar?»90 Al profundizar en esta idea, se
percató de las limitaciones de la metodología de Graham. Según Munger, era
demasiado conservador. Veían un futuro «más lleno de riesgos que de
oportunidades»,91 lo cual contrastaba con el optimismo natural de Buffett.
Expuso a Buffett todas las virtudes de las empresas de alta calidad, pero
encontró resistencia por la estima que todavía tenía por su maestro. El punto
de inflexión para Buffett fue American Express.
SEE’S CANDIES
Los beneficios —un concepto central en la teoría del valor actual neto de
Williams— solo eran útiles en relación con el capital invertido. A pesar de
admirar la teoría de Williams, Buffett pudo demostrar que dos empresas con
beneficios idénticos podían tener valores intrínsecos muy dispares si diferentes
sumas de capital invertido generaban los beneficios. Más sorprendente fue la
observación de Buffett según la cual el crecimiento por sí mismo no era
necesariamente bueno y que, de hecho, podía destruir valor. Solo las empresas
que generaran un retorno al capital invertido que excediera la tasa requerida
por el mercado deberían crecer. Aquellas cuyos retornos se quedaban más
cortos convertían los dólares de las ganancias en céntimos de dólar en el valor
empresarial.
La valoración de una empresa siguiendo el método de Buffett es un proceso
subjetivo que se encuentra en algún lugar entre el arte y una ciencia inexacta.
Sin embargo, podemos extraer algunas líneas maestras generales. Hay que
considerar dos aspectos de una empresa —el cuantitativo y el cualitativo—, y
se conforman mutuamente. El pilar cuantitativo de una valoración teórica
empleando los estudios de Buffett es relativamente simple:115
Una empresa realmente buena debe tener un «foso» resistente que proteja la
rentabilidad excelente sobre el capital invertido. La dinámica del capitalismo
garantiza que los competidores asaltarán cualquier «castillo» empresarial que
obtenga una alta rentabilidad. Por lo tanto, una barrera formidable, como
que una empresa sea la productora con el coste más bajo (GEICO, Costco) o
que posea una marca potente a nivel mundial (Coca-Cola, Gillette, American
Express), es algo esencial para un éxito sostenible. La historia empresarial está
llena de «velas romanas», empresas cuyos fosos demostraron ser ilusorios y
pronto fueron cruzados.
La llamada franquicia económica es, por lo tanto, una empresa especial con
unas condiciones inusuales y naturales que le permiten tener una rentabilidad
alta sobre el capital durante el curso del ciclo empresarial y que es capaz de
mantener su rendimiento a pesar de la incursión de competidores. Cuando la
competencia provoca que las empresas normales —con una ventaja
competitiva débil, o sin ella— se vean afectadas por la reversión a la media, las
franquicias y las empresas de primera categoría se resisten a ella.
La mayoría de las empresas, durante un ciclo, no harán más que rentabilizar
lo que se espera de ellas. En años de grandes ganancias, parecerán ser buenas
empresas que generan más de lo esperado, pero entre estos años serán igual que
malas empresas que generan retornos normales. Mientras que una valoración
teórica podría sugerir que la decisión de retener las ganancias o pagar
dividendos en una empresa normal —la que, durante todo el ciclo, no gana
más de lo que se espera— no afectará al valor intrínseco, es una decisión de
importancia vital, y a menudo va contra toda lógica. La reinversión parecerá
algo más atractivo en los años buenos y una locura en los malos, pero lo
contrario suele ser lo correcto, porque los malos años suceden a los buenos, y
viceversa. El capital reinvertido en los años con grandes ganancias generará
retornos infranormales a medida que el ciclo empresarial se dirija hacia una fase
mala, y, por esta razón, normalmente será más valioso en manos de los
accionistas. El capital reinvertido en los años malos tiene la posibilidad de
generar retornos sobrenormales a medida que el ciclo se dirija hacia una fase
buena, pero con frecuencia solo se puede cobrar una parte ínfima porque las
ganancias estarán pasando por un bache. En otra cruel ironía, las empresas
encuentran abundante capital —tanto de las ganancias retenidas como de
inversores externos— cuando menos lo necesitan, y muy poco cuando más lo
necesitan. Los equipos directivos, por lo tanto, se pueden distinguir si
administran bien el capital durante el ciclo, anticipando la reversión a la media
tanto en las buenas como en las malas fases, y por esta razón Buffett insiste que
las empresas de primera categoría deben estar gestionadas por una directiva de
primera clase.
Los buenos jinetes lo harán bien con un buen caballo, pero no con un rocín
que no se aguante en pie.
(…)
Los directores en una empresa con buenos factores económicos obtendrán
buenos resultados. Pero no obtendrían nada de nada si la empresa tuviera pies
de barro.
Muchas veces he dicho que, cuando una directiva con una reputación
brillante toma las riendas de una empresa con mala reputación económica, es
la reputación de esta última la que queda intacta.
80. Íbid.
81. Íbid.
84. Íbid.
85. Warren Buffett, «Partnership Letter: 1960.» Buffett Associates Limited, 1961.
86. Íbid.
87. Íbid.
88. Janet Lowe, «Damn Right: Behind the Scenes with Berkshire Hathaway Billionaire Charlie
Munger», Wiley, Nueva York, 2003.
91. Íbid.
92. Íbid.
93. Philip Fisher, Common Stocks and Uncommon Profits, Wiley Investment, Nueva York, 1996.
98. Warren Buffett, «Partnership Letter: 1967.» Buffett Associates Limited, 9 de octubre de 1967.
Í
99. Íbid.
100. «The Money Men: How Omaha Beats Wall Street.» Forbes Magazine, 1 de noviembre de
1969.
101. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 2013.
104. Íbid.
107. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1983.
109. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 2007.
110. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1989.
111. Íbid.
112. J. B. Williams, The Theory of Investment Value, Fraser Publishing Co., Burlington, Vermont,
1997.
113. Joseph A. Schumpeter, From Capitalism, Socialism and Democracy, Harper, Nueva York, 1975.
114. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1992.
115. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1981.
116. Warren Buffett y Carol Loomis, «Mr. Buffett on the Stock Market.» Forbes Magazine, 22 de
noviembre de 1999. Disponible en
http://money.cnn.com/magazines/fortune/fortune_archive/1999/11/22/269071/.
117. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1995.
118. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 2007.
119. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 2012.
120. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1991.
121. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1985.
122. Íbid.
123. Íbid.
124. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1989.
125. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1988.
Más de veinte años después de su prueba sobre el valor del activo neto
corriente (NCAV) de Graham, y después de una trayectoria excelente como
cogestor de carteras en Gotham Capital en la que obtuvo un retorno del 50 por
ciento anual,133 Greenblatt prestó atención a Buffett. Si, como había afirmado
en 1981, había muchas más acciones infravaloradas que no se vendían por
debajo del valor de liquidación, ¿quién mejor que Buffett para ayudarle a
identificarlas?
Greenblatt propuso poner a prueba la estrategia de Buffett de una empresa
maravillosa a un precio justo, pero el análisis suponía muchas más dificultades
que el que había emprendido con Graham. La estrategia de Buffett no se había
diseñado para aplicarla algorítmicamente para seleccionar una cartera, como en
el caso de Graham, sino que parecía sostenerse en la capacidad extraordinaria
de Buffett como analista empresarial. ¿Cómo se podía codificar la estrategia de
Buffett, y cómo interacciona una aplicación sistemática de estos elementos
cuantitativos con los conocimientos superiores de Buffett sobre los elementos
cualitativos de las empresas (directiva de primera clase y empresa de primera
clase, que significan un foso resistente y unas buenas condiciones económicas)?
Greenblatt leyó las Cartas del Presidente de Berkshire Hathaway para analizar
la estrategia en sus componentes básicos —una empresa maravillosa, y a un
precio justo— y encontrar una definición cuantificable.
La clasificación de Buffett de una empresa maravillosa, en particular, parecía
resistirse a la cuantificación. ¿Cómo se podía identificar una empresa de
primera clase con una directiva de primera clase? En su Carta del Presidente de
1977, Buffett mostró el camino:134
Excepto en los casos especiales (por ejemplo, empresas con ratios deuda-acciones
inusuales o aquellas con activos importantes con valores en el balance
irrealistas), creemos que una medida del rendimiento económico es la
rentabilidad sobre el capital social.
El uso del EBIT para los beneficios operativos antes de impuestos hace que la
ratio de la rentabilidad sobre el capital sea comparable entre diferentes
estructuras de capital. Esto es significativo, porque la mezcla particular de
deuda y capital en una empresa afecta al pago de intereses y a la tasa
impositiva, y, por lo tanto, a los beneficios declarados. (Greenblatt hace la
presunción simplificadora de que los gastos para el mantenimiento del capital
son iguales a la depreciación y la amortización, de modo que se puede excluir
del cálculo de los beneficios operativos.) El EBIT nos permite comparar
manzanas con manzanas. Para el capital tangible, Greenblatt utiliza los Activos
Circulantes + los Activos Fijos Netos, en lugar de los activos totales, para
determinar la cantidad de capital que necesita cada empresa para funcionar. La
ratio de Greenblatt del Activo Circulante, por lo tanto, no castiga a una
empresa que tiene un exceso de efectivo (un efectivo mayor del que se necesita
para financiar los impagos y el inventario). Los Activos Fijos Netos —el coste
devaluado de los activos fijos de una empresa— se incluyen en el cálculo del
capital tangible porque una empresa también debe financiar la comprar de sus
bienes inmuebles, de la fábrica o del equipo. La ratio que surge del cálculo es
fácil de interpretar: cuanto mejor gestione la empresa y la directiva el capital
tangible anejo a la empresa, más altos serán los beneficios operativos en
relación con el capital tangible. En otras palabras, cuanto más alta sea la
rentabilidad sobre el capital, más maravillosa será la empresa.
Para determinar un precio justo, Greenblatt utiliza la rentabilidad de los
beneficios, que define de la siguiente manera:
La Fórmula Mágica lograba este 3,3 por ciento anual de más con
aproximadamente el mismo nivel de riesgo (si utilizamos la definición
académica de desviación típica, el 16,5 por ciento de la Fórmula Mágica frente
al 15,2 del mercado). 330 puntos base —3,3 por ciento anual— quizá no
parezca mucho, pero, acumulado en todo el periodo, significa que la Fórmula
Mágica generó casi seis veces más rentabilidad que el mercado. 10.000 dólares
invertidos en la Fórmula Mágica se convirtieron en 12,2 millones, mientras
que la misma cantidad en el mercado generó solo 2,1 millones. La rentabilidad
de la Fórmula Mágica, además, fue bastante segura durante todo el periodo,
batió al mercado en el 85 por ciento de los periodos de cinco años y en el 97
por ciento de los periodos de diez años. Concluimos que, aunque los resultados
no eran tan impresionantes como los resultados ponderados por igual que
afirmaba Greenblatt, en las acciones con una gran capitalización en que
pusimos a prueba la Fórmula Mágica con capitalización ponderada del
mercado batía de forma sustancial y regular el índice S&P 500 durante todo el
periodo, y corriendo un riesgo comparable al del mercado. En resumen,
coincidimos con la afirmación de Greenblatt de que la Fórmula Mágica era,
para citar a Graham, «bastante satisfactoria».
Otros estudios que analizan la rentabilidad de la Fórmula Mágica fuera de
Estados Unidos han mostrado resultados similares por encima del mercado. En
2006, James Montier puso a prueba la rentabilidad de la Fórmula Mágica en
Europa, Reino Unido y Japón empleando datos entre 1993 y 2005.139 Limitó
las acciones a aquellas que aparecían en los índices FTSE y MSCI, que
contienen acciones con una gran capitalización. Igualmente, Montier ponderó
las acciones, lo cual tuvo el efecto de disparar la rentabilidad, pero lo controló
comparando los resultados con una versión igualmente ponderada de los
índices. Montier demostró que la Fórmula Mágica mejoraba el rendimiento del
mercado en un 8,8 por ciento en Europa (sin contar con Reino Unido), en un
7,3 por ciento en Reino Unido y en un 10,8 por ciento en Japón, y todo ello
corriendo menos riesgos que el mercado. Concluyó que estos «resultados sin
duda confirman las ideas que se proponen en el Libro pequeño. En todas las
regiones, esta estrategia mejoró sustancialmente el rendimiento del mercado y
con menos riesgos».140 Las pruebas fuera de la muestra confirman que la
Fórmula Mágica bate de forma regular al mercado, y con un riesgo comparable
o menor. Ya analicemos acciones de diferentes tamaños según la capitalización
de mercado, o diferentes mercados geográfica y temporalmente, la Fórmula
Mágica da un mejor rendimiento. Pero ¿qué es lo que genera la rentabilidad de
la Fórmula Mágica? ¿De verdad está imitando la estrategia de Buffett de
empresas maravillosas a un precio justo, de manera que encuentra empresas de
primera clase con directivas de primera clase, o influyen otros factores? Con la
intención de saberlo, descompusimos la Fórmula Mágica en sus partes
elementales —rentabilidad del capital y rentabilidad de los beneficios— y las
pusimos a prueba durante todo el periodo. Los resultados fueron, para decirlo
suavemente, un poco sorprendentes.
En Estados Unidos, durante el periodo de 1974 a 2011, la Fórmula Mágica
generó una tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) del 13,94 por
ciento, superando la del mercado, del 10,46 por ciento.141 No obstante, solo la
rentabilidad de los beneficios supuso un 15,95 por ciento anual, mientras que la
rentabilidad del capital supuso solamente un 10,37 por ciento anual. Lo hemos
leído bien. La rentabilidad de los beneficios superó a la Fórmula Mágica y la
medición de la rentabilidad del capital quedó por debajo del mercado, de forma
que mermó la capacidad de la Fórmula Mágica. En la Figura 4. 2. se puede
observar un gráfico logarítmico de la Fórmula Mágica ponderada según el
mercado, la rentabilidad sobre los beneficios considerada por sí misma, la
medición de la rentabilidad del capital y el índice de Rentabilidad Total del
S&P 500.
Figura 4. 2. Gráfico logarítmico de la Fórmula Mágica (ponderada con el mercado), la rentabilidad
de los beneficios, la rentabilidad del capital y el rendimiento total del S&P 500 (de 1974 a 2011).
Fuente: Eyquem Investment Management LLC.
Fuente de los datos: Wesley Gray y Tobias Carlisle. Quantitative Value: A Practitioner’s Guide to Automating Intelligent
Investment and Eliminating Behavioral Errors (Wiley Finance, Hoboken, 2012).
TCAC
Fuente de los datos: James Montier, «The Little Note that Beats the Market». DrKW Macro Research, 9 de marzo de 2006.
EL MÚLTIPLO DE LA EMPRESA
Tabla 4. 3. Tasas de crecimiento anual compuesto de todas las ratios históricas precio-valor (de
1964 a 2011).
Múltiplo Empresarial
RT
S&P 9,5%
500
Prima
de 6,2% 7,5% 4,7% 2,6% 6,1% 4,5%
Valor
Fuente de los datos: Wesley Gray y Tobias Carlisle. Quantitative Value: A Practitioner’s Guide to Automating Intelligent
Investment and Eliminating Bahvioral Errors (Wiley Finance, Hoboken, 2012).
Tabla 4. 4. Volatilidad relativa y rentabilidad ajustada a la volatilidad para el decil de valor de cada
ratio histórica precio-valor (de 1964 a 2011).
Múltiplo Empresarial
Desviación típica en
relación con la RT 1,14 1,13 1,16 1,08 1,21 1,14
de S&P 500
Desviación a la baja
en relación con la 1,08 1,06 1,14 1,03 1,,21 1,04
RT de S&P 500
Ratio de Sortino
0,82 0,89 0,68 0,68 0,73 0,80
(MAR = 5%)
Fuente de los datos: Wesley Gray y Tobias Carlisle. Quantitative Value: A Practitioner’s Guide to Automating Intelligent
Investment and Eliminating Behavioral Errors (Wiley Finance, Hoboken, 2012).
dos variaciones del múltiplo empresarial, una con EBIT y otra con
EBITDA;
precio-beneficios
precio-valor contable
valor empresarial-flujo de caja libre, donde «flujo de caja libre» se
define como ingresos netos + depreciación y amortización – variación
del capital circulante – inversiones en bienes de capital;
valor empresarial-beneficios brutos, donde «beneficios brutos» se
calcula como ingresos – coste de los bienes vendidos; y
precio-estimaciones de beneficios futuros, donde las estimaciones de
beneficios futuros se definen por la previsión de beneficios de EPS
para el año fiscal del Institutional Broker’s Estimate System (IBES)
(disponible solo de 1982 a 2010).
Figura 4. 3. Cambio en la media de la Rentabilidad sobre el Capital por quintilo (de 2000 a 2010).
Fuente: Michael J. Mauboussin, La ecuación del éxito: descubre la proporción que existe entre habilidad y suerte, tanto en los
negocios y las inversiones como en los deportes. Empresa Activa, Barcelona, 2013.
La idea básica es que una actuación excelente combina una habilidad eficaz
con la buena suerte. La actuación pésima, en comparación, refleja una
habilidad débil y mala suerte. Aunque la habilidad persista en periodos
subsiguientes, la suerte igualará a los participantes, haciendo que los resultados
se acerquen más a la media. Así que no se trata de que la desviación típica de
toda la muestra se esté achicando; más bien se trata de que el papel de la suerte
disminuye con el tiempo.
Separar las contribuciones relativas de la habilidad y la suerte no es tarea
fácil. Naturalmente, el tamaño de la muestra es esencial porque la habilidad
solo aflora con un número amplio de observaciones. Por ejemplo, el estadístico
Jim Albert estima que la media de golpes de un bateador durante una
temporada es una combinación al cincuenta por ciento entre la habilidad y la
suerte. Las marcas de un 100 por cien de golpes, en comparación, son un 80
por ciento de suerte.
Aunque hay algunas pruebas sobre la persistencia de las ventas, no hay muchas
sobre la persistencia del crecimiento. Como han resumido hace poco unos
investigadores: «En conjunto, las pruebas que sugieren que la probabilidad de
que un inversor descubra la nueva acción de crecimiento prodigioso son más o
menos las mismas que las de adivinar de qué lado caerá una moneda».
Es natural presumir que los sectores que se han comportado peor que la media
tienen una «situación desfavorable» y que se deberían evitar. Lo contrario
también se podría presumir, desde luego, sobre aquellos que se han comportado
bien. Pero esta conclusión, con demasiada frecuencia, demuestra ser errónea.
Por último, Mauboussin sugirió que el modelo empresarial que adoptara una
empresa estaba correlacionado con una rentabilidad sostenible. Quizá se trate
de la variable más útil e interesante considerada por Mauboussin. Iguala dos
fuentes de ventaja competitiva del experto en estrategia Michael Porter —
diferenciación y producción a bajo coste— a la rentabilidad sobre el capital
invertido al descomponerlo en sus dos elementos principales: el margen del
Beneficio Operativo Neto después de Impuestos (NOPAT, por sus siglas en inglés)
y la rotación del capital invertido. (El margen del NOPAT es igual al NOPAT
dividido entre las ventas, y la rotación del capital invertido es igual a las ventas
divididas por el capital invertido. La rentabilidad sobre el capital invertido es el
producto entre el margen del NOPAT y la rotación del capital invertido.)
Mauboussin descubrió que empresas diferenciadas con una ventaja de
consumo —las que generan una alta rentabilidad con unos altos márgenes del
NOPAT, en lugar de una alta facturación del capital invertido— estaban
sobrerrepresentadas entre aquellas que tenían una alta rentabilidad sobre el
capital durante el periodo examinado. Como ejemplo de este tipo de empresas
pone a la «exitosa joyería que genera grandes beneficios por cada unidad
vendida (márgenes altos), pero que no tienen un gran volumen de ventas (baja
facturación)». Otro ejemplo es See’s Candies, que utiliza materias primas
baratas —azúcar, cacao y leche— y las convierte en un bien de consumo
diferenciado con un precio alto, con lo que obtiene amplios márgenes. Otro
tipo de modelo —una empresa de bajo coste con una ventaja de producción,
que gana márgenes NOPAT bajos de una alta rotación del capital invertido—
estaba infrarrepresentado. Da como ejemplo de este modelo empresarial «la
clásica tienda de ropa con descuento, que no gana mucho por unidad vendida
(márgenes bajos), pero el inventario es muy dinámico (alta rotación)».154
La investigación de Mauboussin sobre las causas de una rentabilidad alta y
sostenible sobre el capital fue exhaustiva, pero no nos da mucha información
para predecir qué empresas tendrán una rentabilidad persistente en el futuro.
Todo lo que sabemos es que, aunque algunas empresas generan una
rentabilidad persistente, alta o baja, sobre el capital invertido, la mayoría de las
empresas se ven profundamente afectadas por la reversión a la media. Un buen
sector y una ventaja de consumo decantan la probabilidad hacía la
sostenibilidad, pero no es conclusivo. Citando a Michael Potter, Mauboussin
observa:155
Es imposible inferir la causa de la persistencia en el rendimiento del hecho de
que haya persistencia. La persistencia se puede deber a recursos fijos, una
estructura del sector sólida, anomalías financieras, control de precios o
cualquier otro factor que perdure (…) En suma, las inferencias fiables sobre la
causa de la persistencia no surgirán a partir de análisis que solo documenten si
ha habido o no persistencia.
Una empresa con una gran actuación fundamental ganará una tasa de
mercado de rentabilidad si el precio de la acción ya refleja los factores
fundamentales. No nos pagan por escoger a los ganadores; nos pagan por
aflorar precios desajustados. La incapacidad de distinguir entre lo fundamental
y las expectativas es común en el sector de la inversión.
Tanto las empresas como las inversiones son sistemas cuyos resultados están
determinados por una mezcla de habilidades y suerte; por lo tanto, esperamos
que ambas reflejen el efecto de la reversión a la media con el paso del tiempo.
Los inversores en valor anticipan la reversión a la media en el precio de los
títulos, pero, si solo buscamos las «empresas maravillosas» de Buffett, estaremos
ignorando o subestimando el impacto de la reversión a la media a nivel
empresarial. De la misma forma que algunas caras botellas de vino que se
guardan en las bodegas resultan ser vinagre, algunas acciones aparentemente de
alta calidad nos decepcionan. Anticipar la reversión a la media en los resultados
financieros es el principal punto de diferencia entre el método deep value y el
de Buffett. En su esencia, este tipo de estrategia de inversión es una apuesta a
que la empresa no revertirá a la media, sino que seguirá generando una
rentabilidad superior sobre el capital. Como teorizó Graham, y como ha
demostrado Mauboussin, es rara la empresa que no vuelve al rebaño. En la
mayoría de los casos, la competencia y otras fuerzas correctivas compelen a que
la rentabilidad se estabilice. La mejor apuesta es la que va contra toda lógica:
una infravaloración profunda que anticipe la reversión a la media. No tanto la
inversión de Warren Buffett en See’s Candies, sino en American Express. Tener
en cuenta la reversión a la media es esencial para el value investment. En el
siguiente capítulo analizaremos la leyenda sobre la relación entre la suerte, la
habilidad y la reversión a la media, y las investigaciones sobre la reversión a la
media en el ámbito de los títulos.
127. Steven Friedman, «Joel Greenblatt and Robert Goldstein of Gotham Asset Management,
LLC.» Santangel’s Review, marzo de 2011.
128. Benjamin Graham, «A Conversation with Benjamin Graham.» Financial Analysts Journal, Vol.
32, No. 5 (1976), pp. 20–23.
129. Íbid.
130. Íbid.
131. J. Greenblatt, R. Pzena y B. Newberg, «How the small investor can beat the market.» The
Journal of Portfolio Management, Verano de 1981, 48–52.
132. Íbid.
133. Joel Greenblatt, You Can Be A Stock Market Genius, Fireside, Nueva York, 1997.
134. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1977.
135. Joel Greenblatt. The Little Book that Beats the Market, Wiley, Hoboken, 2006. [Hay trad.
cast.: El pequeño libro que bate al mercado, Empresa Activa, Barcelona, 2007.]
136. Íbid.
137. Íbid.
138. Wesley Gray y Tobias Carlisle, Quantitative Value: A Practitioner’s Guide to Automating
Intelligent Investment and Eliminating Behavioral Errors, Wiley Finance, Hoboken, 2012.
139. James Montier. «The Little Note that Beats the Market.» DrKW Macro Research, 9 de marzo
de 2006.
140. Íbid.
142. Montier.
143. Íbid.
144. Eugene Fama y Kenneth French, «Q&A: Why Use Book Value To Sort Stocks?» Dimensional
Fama/French Forum, 2011. Disponible en http://www.dimensional.com/famafrench/2011/06/qa-
why-use-book-value-to-sort-stocks.html.
145. Aswath Damodaran, Damodaran on Valuation: Security Analysis for Investment and Corporate
Finance, John Wiley & Sons, Nueva York, 2006.
146. Tim Loughran y Jay W. Wellman, «New Evidence on the Relation Between the Enterprise
Multiple and Average Stock Returns (5 de septiembre de 2010).» Disponible en SSRN:
http://ssrn.com/abstract=1481279 o http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1481279.
147. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1992.
149. Michael J. Mauboussin, The Success Equation: Untangling Skill and Luck in Business, Sports
and Investing, Harvard Business Review Press, Boston, 2012. [Hay trad. cast.: La ecuación del éxito,
Empresa Activa, Barcelona, 2013.]
151. Maboussin.
152. Íbid.
154. Maboussin.
155. Íbid.
156. Janet Lowe. The Rediscovered Benjamin Graham: Selected Writings of the Wall Street Legend.
(Nueva York: John Wiley & Sons) 1999.
157. Mauboussin.
5
Un mercado que funciona
como un reloj
La reversión a la media y la rueda de la fortuna
Los antiguos romanos atribuyeron la excepcional buena suerte del rey Servio
Tulio a su relación con la Diosa Fortuna.158 Nacido como esclavo, llegó a ser el
sexto rey de la Antigua Roma y gobernó durante 44 años, del 578 al 535 aC.
Los romanos relacionaban la buena suerte con el favor divino, y consideraron
que Servio fue el rey más afortunado. Una noche, su madre —una virgen vestal
responsable de cuidar la llama sagrada del palacio real— tomó las ofrendas
sacrificiales de la mesa real y, como era habitual, las arrojó al fuego. Cuando las
llamas remitieron, apareció un falo. Asustada, corrió a decírselo a Tanaquil, la
señora del hogar. Creyendo que la aparición se debía al lar de la casa, una
deidad que protegía el hogar, o al dios Vulcano, Tanaquil la vistió con los
atuendos de novia y la cerró en una habitación. La buena suerte de Servio
empezó cuando nació engendrado por una divinidad en el palacio real.
El historiador romano Plutarco escribió que, de todos los antiguos reyes
romanos, Servio era, naturalmente, el menos indicado para la monarquía y
quien menos deseaba el trono. Llegó a ser rey solo gracias al favor de la
Fortuna. Siendo niño, su cabeza resplandeció como un relámpago. Se dijo que
era «una señal de que había nacido del fuego», y un buen augurio de que en el
futuro ascendería al poder. Cuando el viejo rey, en su lecho de muerte, nombró
repentinamente a Servio como sucesor, Tanaquil gritó la noticia desde una
ventana del palacio conocida como Porta Fenestella. Él quiso rechazarlo, pero
Tanaquil le hizo prometer que se mantendría en el poder. Por esta razón, dice
Plutarco, Servio debe su reinado inesperado a la Fortuna, y tuvo que conservar
la corona en contra de su voluntad. En contrapartida, Servio construyó los
primeros santuarios y templos en su honor, y creó el culto romano a la
Fortuna. Por esta devoción, se dice que la diosa lo visitó en su dormitorio
entrando por la Porta Fenestella, la misma ventana por la que Tanaquil lo había
proclamado rey. No cabe duda de que Servio gozaba del favor divino.
Plutarco afirma que Servio sabía que «la fortuna es determinante o, más bien,
es esencial en los asuntos humanos» porque fue gracias a ella que pasó de ser un
esclavo a ser un rey.159 En la mitología romana, la Fortuna era la diosa del
destino y la personificación de la suerte. Daba vueltas a la Rota Fortunae —la
Rueda de la Fortuna— que dictaba los destinos de los humanos. La rueda tenía
cuatro fases —Regnabo, Regno, Regnavi, Sum sine regno (reinaré, reino, reiné,
estoy sin reino)—160 y giraba constantemente, moviendo a los hombres de una
fase a otra. La «indómita rueda» de la Fortuna, según Shakespeare, «nos
transmite su moral porque rueda, es inconstante, mutable y varía».161 También
se consideraba que la Fortuna era caprichosa y cruel porque no distinguía entre
lo que valía y lo que no valía. Séneca lo advirtió en su obra Agamenón:162
Oh Fortuna, que otorgas la bendición del trono con una mano burlona, al más
exaltado lo llenas de dudas y peligros. Los cetros nunca han dado la paz o el
ejercicio sopesado, las atenciones son una carga, y tormentas siempre nuevas
azotan sus almas.
(…)
Siempre que alza algo, luego lo deja caer. Una condición más modesta
favorece una vida larga. Feliz aquel que, satisfecho con la vida corriente,
acaricia la orilla con una suave brisa y, temiendo zarpar al mar abierto, rema
sin ambiciones siempre cerca de la costa.
Figura 5. 3. Cambios en los beneficios medios por acción de las carteras Infravaloradas y
Sobrevaloradas (de 1926 a 1983).
Fuente: Eyquem Investmente Management LLC, utilizando datos de Werner F. M. De Bondt y Richard H. Thaler, «Further
Evidence on Investors Overreaction and Stock Market Seasonality?», Journal of Finance, 42 (3), 1987, pp. 557-581.
Esto se debe a que las tasas de rentabilidad que los inversores necesitan de
cualquier tipo de inversión están directamente ligadas con el tipo de interés
libre de riesgos que pueden obtener de los títulos del gobierno. De modo que, si
la tasa del gobierno aumenta, los precios de todas las inversiones se deberán
ajustar a la baja, a un nivel que mantenga las tasas de rentabilidad esperadas.
Por el contrario, si los tipos del interés del gobierno caen, los precios de las
inversiones se ajustan al alza. La proposición básica es la siguiente: lo que un
inversor debe pagar hoy para obtener un dólar mañana solo se puede
determinar teniendo en cuenta el tipo de interés libre de riesgo.
De 1964 a 1981, los tipos de los bonos del gobierno a largo plazo pasaron
del 4,2 por ciento a finales de 1964 al 13,65 por ciento a finales de 1981. La
triplicación de los tipos mermó el valor del mercado de acciones hasta el punto
de que el crecimiento empresarial subyacente extraordinario del país fue nulo.
En el segundo periodo de 17 años, los tipos cayeron del 13,65 por ciento en
1981 al 5,09 en 1998, y el mercado de acciones se multiplicó por diez.
Muchos inversores profesionales, economistas y periodistas financieros
presumen que la economía —medida por la tasa de crecimiento del PNB o del
PIB— lidera la tasa de beneficios del mercado de acciones. Cuanto más rápido
el crecimiento, más favorable es el clima de inversión y, por lo tanto, más
grandes deberían ser los beneficios que pueden esperar los inversores. El sólido
crecimiento económico, dice el saber popular, es igual a una rentabilidad
sólida; el crecimiento débil implica rentabilidad baja; y la recesión equivale a
un hundimiento del mercado. Para la mayoría de las personas, esta observación
es obvia hasta el punto de ser manida: la actuación del mercado de acciones
está ligada con la economía subyacente. Pero, si esto es así, ¿por qué en los
primeros diecisiete años identificados por Buffett la actuación del mercado fue
mediocre mientras que la economía subyacente fue boyante, y en el segundo
periodo la economía subyacente se ralentizó pero el mercado de acciones
explosionó? ¿Por qué divergieron tanto el mercado y la economía de 1964 a
1998?
La razón es que la valoración, en vez del crecimiento económico, determina
la rentabilidad de las inversiones a nivel de mercado y de país. Los estudios de
Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton, de la London Business School,
señalan que la búsqueda de economías en crecimiento es similar a la búsqueda
de acciones sobrevaloradas, y genera unos resultados igualmente
decepcionantes.171 En un estudio de 17 mercados de acciones de diferentes
países que se remontaba hasta 1900, Dimson, Marsh y Staunton descubrieron
que había una relación negativa entre la rentabilidad de las inversiones y el
crecimiento del PIB per cápita. En otras palabras, un mayor crecimiento del
PIB conlleva menos rentabilidad del mercado de acciones. En una segunda
prueba, tomaron las tasas de crecimiento de cinco años de estas economías y las
dividieron en quintilos o quintos. Los mercados de acciones de las economías
con las tasas de crecimiento más altas generaron retornos del 6 por ciento
durante el siguiente año. Aquellas en la parte baja generaron retornos del 12
por ciento, el doble que las primeras. En una tercera prueba, Dimson, Marsh y
Staunton no hallaron ninguna relación estadística entre la tasa de crecimiento
del PIB de un año y la rentabilidad de las inversiones del año siguiente. En
cada país, los retornos no tenían relación alguna con el crecimiento a corto
plazo del PIB, o tenían una relación inversa, lo cual significa que un alto
crecimiento predecía unos retornos bajos y viceversa.
Quizá se trate de un fenómeno que se limita a las economías desarrolladas y a
sus mercados de acciones, en las que las tasas de crecimiento se han estancado
en comparación con los mercados emergentes. Quizá, pero no es así. Otra
investigación que extiende los hallazgos de Dimson, Marsh y Staunton a
mercados emergentes, donde presumiblemente las tasas de crecimiento son
muy altas, pone de relieve la misma relación. Paul Marson, el director de
inversiones de Lombard Odier, uno de los bancos privados independientes más
grandes de Suiza, analizó las causas de la rentabilidad en países en desarrollo
entre 1976 y 2005, y no halló correlación alguna entre el crecimiento del PIB y
los retornos del mercado de acciones.172 Al comentar el estudio de Marson en
su columna Buttonwood, The Economist identificó China como el ejemplo
clásico de este fenómeno. El crecimiento nominal medio del PIB entre 1993 y
2009 fue del 15,6 por ciento, y el retorno acumulado del mercado de acciones
durante el mismo periodo fue del 3,3 por ciento negativo. Buttonwood
comparó el rendimiento de China con la «pesada y vieja Inglaterra», que tuvo
un crecimiento nominal medio del PIB de solo el 4,9 por ciento, pero unos
retornos anuales del mercado del 6,1 por ciento, que superó en nueve puntos
porcentuales a la explosiva China. En la página web Efficient Frontier, el autor y
teórico financiero estadounidense William J. Bernstein observó que «no hace
falta dejarse los ojos con análisis de regresión para convencerse; unas pocas
anécdotas ya dan cuenta de la historia»:173
Figura 5. 5. Rentabilidad media anual de los mercados globales durante cinco años para todas las
ratios de precio (de 1980 a 2013).
Fuente: Eyquem Investment Management LLC.
Hay mucha información en la Tabla 5. 1., así que analicemos qué significa.
La tabla muestra que el quintilo de glamur (en la columna 1) genera los
retornos más bajos con la peor ratio de Sharpe, y el quintilo de valor genera los
retornos más altos con la mejor ratio de Sharpe. Los quintilos también se
comportan inversamente a la clasificación, casi de forma perfecta, de glamur a
valor (la columna 5 rinde más que la 4 y así sucesivamente). El valor no solo
mejora al glamur en términos de retornos anuales, sino que también lo hace en
una base de riesgo ajustado.
Tabla 5. 1. Estadísticas de rendimiento anual medio en cinco años por la capitalización de los
quintilos precio-valor contable (de 1980 a 2013).
1 2 3 4 5 (5-1)
Capitalización Alta Retornos anuales 9,85% 11,62% 11,78% 11,65% 13,36% 3,51%
Capitalización Baja Retornos anuales 8,23% 10,46% 11,22% 12,14% 13,41% 5,18%
Estos son los retornos medios durante todo el periodo. No hay garantía de
que la prima de valor sea positiva en periodos de tiempo más cortos. La prima
de valor aparece y desaparece, y el valor, en ocasiones, rinde menos que el
glamur. En la Figura 5. 7., analizamos la prima de valor (o descuento) en un
periodo de cinco años para acciones con alta y baja capitalización.
La Figura 5. 7. muestra que la prima de valor varía según el periodo y,
ocasionalmente, es negativa, momento en que se ve superada por el glamur. El
peor periodo de rendimiento bajo fue el más reciente, de 2010 a 2013.
Respecto al periodo corto de datos disponibles, este nivel de infrarrendimiento
es inusualmente largo. Podría estar relacionado con el notable e impresionante
rendimiento de 2000 a 2005, cuando el valor generó unos rendimientos
superiores y sostenidos sobre el glamur. Este periodo, no obstante, también se
podría atribuir al periodo de rendimiento bajo de las acciones de valor durante
la burbuja de las punto.com a finales de la década de 1990. La prima de valor,
al parecer, también se revierte. Si es así, lo más probable es que observemos un
rendimiento superior y sostenido del quintilo de valor después del último breve
periodo de rendimiento inferior.
Figura 5. 7. Mejora del rendimiento anual valor Premium en un periodo de cinco años para los
quintilos precio-valor contable (de 1980 a 2013).
Fuente: Eyquem Investment Management LLC.
159. Íbid.
163. F. Galton, «Regression Towards Mediocrity in Hereditary Stature.» The Journal of the
Anthropological Institute of Great Britain and Ireland.15: 246–263, 1886.
164. J. M. Keynes, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE, México, 2005.
165. Werner F. M. De Bondt y Richard H. Thaler, «Does the Stock Market Overreact?» Journal of
Finance 40 (3) (1985): 793–805.
166. W. De Bondt y R. Thaler, «Further Evidence on Investor Overreaction and Stock Market
Seasonality,» Journal of Finance, Julio, 42 (3) (1987), pp. 557–581.
167. Warren Buffett y Carol Loomis, «Mr. Buffett on the Stock Market.» Fortune Magazine,
noviembre de 1999. Disponible en
http://money.cnn.com/magazines/fortune/fortune_archive/1999/11/22/269071.
168. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1987.
170. Íbid.
171. Elroy Dimson, Paul Marsh, y Mike Staunton, The Triumph of the Optimists: 101 Years of
Global Investment Returns, Princeton University Press, Princeton, 2002.
172. Buttonwood, «Buttonwood’s Notebook: The Growth Illusion.» The Economist. 28 de agosto
de 2009. Disponible en
http://www.economist.com/blogs/buttonwood/2009/08/the_growth_illusion.
175. Íbid.
176. Warren Buffett. «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1985.
177. Sebastian Brant, The Ship of Fools, William Paterson, Edimburgo, 1874. Disponible en
http://www.gutenberg.org/files/20179/20179-h/images/t311.png.
178. Daniel Kahneman. «Daniel Kahneman—Autobiographical.» The Nobel Prizes 2002, Editor
Tore Frängsmyr, Nobel Foundation, Estocolmo, 2003. Disponible en
http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economic-sciences/laureates/2002/kahneman-bio.html.
179. J. Lakonishok, A. Shleifer y R.W. Vishny, «Contrarian Investments, Extrapolation, and Risk.»
Journal of Finance, Vol. XLIX, No. 5, (1994) pp. 1541–1578.
180. Sugerido por Value vs. Glamour: A Global Phenomenon (diciembre de 2012). The Brandes
Institute, 2012. Disponible en http://www.brandes.com/Institute/Documents/White%20Paper-
Value%20Vs.%20Glamour%202012.pdf.
ergot, nombre:
Un hongo (Claviceps purpurea) que infecta el centeno y otras plantas cereales
con las que se alimenta al ganado. Su ingestión produce convulsiones y
alucinaciones. Podría ser la responsable de los brotes de histeria masiva de la
Europa medieval.
–Proviene del francés, de la voz del francés antiguo argot, la espuela de un
gallo, sugerido por la forma del hongo.182
OSTENTACIÓN Y GLAMUR
Poco después de que Graham publicara Security Analysis en 1934, John Burr
Williams publicó en 1938 su obra maestra The Theory of Investment Value.225 La
teoría del valor intrínseco del descuento del cash flow de Williams es el
fundamento de las valoraciones modernas y conforma la base intelectual para
una gran variedad de modelos de valoración, entre ellos, por ejemplo, el
modelo de crecimiento de Gordon, que hemos analizado anteriormente. Los
modelos requieren una estimación de futuros flujos de caja, beneficios o
dividendos que permiten cualquier tipo de crecimiento a perpetuidad. El
dinero tiene un valor temporal —un dólar hoy vale más que un dólar dentro
de un año—, de modo que debemos descontar hoy los futuros flujos de caja
según una tasa de descuento determinada. Aunque la teoría es correcta, del
dicho al hecho hay un trecho. Las tres variables —flujos de caja futuros, la tasa
de crecimiento y la tasa de descuento— son fuentes de errores de previsión.
Los modelos del descuento del cash flow son extremadamente sensibles a las tasas
de descuento, lo cual puede comportar errores de bulto, pero el problema real
reside en que el modelo presume que tenemos alguna manera de predecir el
flujo de caja futuro y las tasas de crecimiento que implica. Una y otra vez se ha
demostrado que nuestras predicciones son erróneas, y preferimos extrapolar la
tendencia actual en lugar de presumir la reversión a la media. Kahneman y
Tversky lo denominaron la «falacia de la regresión», y es algo que aparece una y
otra vez en el mundo de las inversiones.
Los estudios de las previsiones de beneficios de los analistas financieros, por
ejemplo, han descubierto que no incorporan a las previsiones una expectativa
de la reversión a la media cuando es lo más probable y, por lo tanto, obtienen
unos resultados que no son mejores que la pura suerte. En 2007, Roy Batchelor
analizó los registros de analistas financieros entre 1990 y 2005 y constató que
estaban regularmente equivocados, que eran persistentemente optimistas
porque extrapolaban una tendencia existente sin tener en cuenta la reversión a
la media. La Figura 6. 2. es un gráfico que muestra los descubrimientos de
Batchelor sobre el excesivo optimismo de los analistas.226
El gráfico muestra que las previsiones de beneficios rara vez son correctas y
suelen replicar los beneficios actuales. Batchelor descubrió que este sesgo
demasiado optimista es sistemático. El tamaño del error de previsión
disminuye cuando se acelera el crecimiento económico y aumenta cuando se
ralentiza el crecimiento. En la investigación de Batchelor, los beneficios reales
solo mejoran las previsiones en dos ocasiones en 25 años, en ambos casos en
periodos de recuperación después de una recesión. Cuando las previsiones
acertaron se debió a que el crecimiento económico subyacente fue
especialmente fuerte, lo cual quiere decir que la previsión acertó porque las
presunciones habituales de la predicción estaban equivocadas. Los analistas no
acertaron ni un solo vaivén del mercado o la economía. Como los inversores
que extrapolan ingenuamente, no dieron cuenta de las posibilidades de la
reversión a la media, cuando la reversión a la media es el resultado más
probable.
Figura 6. 2. Los analistas son excesivamente optimistas por sistema.
Fuente: Roy Batchelor, 2007, «Bias in Macroeconomic Forecasts», International Journal of Forecasting, 23 (2), pp. 189-203, abril-
junio de 2007.
183. Robert Sobel, The Rise and Fall of the Conglomerate Kings, Stein and Day, Nueva York, 1984.
184. Íbid.
185. David Bird, «Charles B. Thornton Dead at 68; Was a Litton Industries Founder.» The New
York Times, 26 de noviembre de 1981.
187. Íbid.
188. Íbid.
189. Íbid.
190. Íbid.
191. Íbid.
192. Íbid.
193. Íbid.
194. Íbid.
197. Warren Buffett, «Shareholder Letter,» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1982.
198. John Train, The Money Masters, Harper & Row, Nueva York, 1980.
200. Íbid.
201. Íbid.
Í
202. Íbid.
203. Íbid.
204. Anónimo, «Lehman Brothers Collection: Litton Industries, Inc. Company History». Harvard
Business School Baker Library Historical Collection, 1960. Disponible en
http://www.library.hbs.edu/hc/lehman/company.html?company=litton_industries_inc.
206. Íbid.
208. Íbid.
209. Íbid.
211. Íbid.
213. Íbid.
214. Edward Chancellor. Devil Take the Hindmost: A History of Financial Speculation, Penguin
Group, Nueva York, 2000.
215. Íbid.
216. Íbid.
217. Íbid.
219. Íbid.
220. Justin Fox, The Myth of the Rational Market: A History of Risk, Reward, and Delusion on Wall
Street, HarperCollins, Nueva York, 2009.
221. John. C. Bogle, «Statement of John C. Bogle to the United States Senate Governmental
Affairs Subcommittee,» 3 de noviembre de 2003. Disponible en
http://www.vanguard.com/bogle_site/sp20031103.html.
223. Amos Tversky y Daniel Kahneman, «Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases.»
Science, New Series, Vol. 185, No. 4157 (27 de septiembre de 1974), pp. 1124–
1131.http://www.jstor.org/pss/1738360.
224. Leonard Mlodinow. The Drunkard’s Walk: How Randomness Rules Our Lives, Pantheon Books,
Nueva York, 2009.
225. John B. Williams. The Theory of Investment Value, Fraser Publishing Co., 1997.
227. William A. Sherden, The Fortune Sellers: The Big Business of Buying and Selling Predictions,
John Wiley & Sons, Nueva York, 1999.
228. Chris Leithner, Leithner Letter No. 163–166 26, July–26 October 2013. Leithner &
Company Pty. Ltd. Brisbane, 2013. Agradezco a Chris que haya resaltado estos artículos en su
carta.
229. Jon E. Hilsenrath, «Economists’ Forecasts Are Worst When They Might Be Most Useful.» The
Wall Street Journal, 1 de julio de 2002.
231. Meena Krishnamsetty y Jake Mann, «Apple is the hedge fund king once again.» The Wall
Street Journal MarketWatch. 16 de mayo de 2013. Disponible en
http://www.marketwatch.com/story/apple-is-the-hedge-fund-king-once-again-2013-05-16.
7
Coger un cuchillo que cae
La anatomía de la estrategia de valor contrario
Ronald Alfred Brierley lanzó el New Zealand Stocks and Shares —«el diario
líder de inversiones», como se describía a sí mismo— en 1956 a los diecinueve
años.232 Había decidido poner un anuncio para vender la idea. Si nadie se
suscribía, abandonaría el proyecto y lo único que se gastaría sería el coste del
anuncio. Era una época en que toda la capitalización del mercado de acciones
de Nueva Zelanda era de solo 300 millones de libras neozelandesas233 —
alrededor de 12.000 millones de dólares estadounidenses de 2014234— y el
diario relegaba las noticias financieras a media página embutida entre los
resultados del golf y las carreras de caballos, de modo que no podía esperar una
gran respuesta. Por suerte, recibió cinco cheques de 1 libra con 10 chelines, por
un total de 7 libras y 10 chelines (unos 400 dólares estadounidenses), que era
suficiente para producir la primera edición. Brierley fue el autor de cada una de
las seis páginas de «informes expertos», dobló el producto final, los metió en
sobres y los cerró personalmente. En la primera edición, había un consejo bajo
la cabecera de «Comprar por debajo de par puede ser provechoso», siendo el
par una especie de acción de valor arcaica por debajo de la cual la empresa se
comprometía a no emitir acciones, que decía que «cuando los valores de las
acciones caen, el precio de algunas acciones caen mucho más de lo que
justifican las circunstancias y, en estos casos, puede abrirse una buena
oportunidad para una inversión rentable».235 Proporcionaba una lista de 33
acciones diferentes por debajo del par, y recomendaba a la «Hauraki Whaling
Company».236 Aunque el New Zealand Stocks and Shares solo tenía cinco
subscriptores, Brierley decidió imprimir mil copias. Pensó que cualquier
compañía de Nueva Zelanda que cotizara en bolsa querría una copia, y seis
meses después, cuando, sin ninguna duda, se habrían habituado a la
publicación, les facturaría las copias enviadas. A Brierly le pagaron uno de cada
cuatro. Escribió a los que no le habían pagado señalando que «National
Investments» —el nombre grandilocuente con el que firmaba la publicación—
estaba «decepcionado» porque habían decidido no pagar, y pedía la cantidad
total por los números anteriores. Los que se volvieron a negar recibieron otra
carta del joven de diecinueve años que comenzaba: «Nos entristece mucho la
perspectiva de escribir un artículo sobre su organización».237 Pocos se
resistieron.
En la década de 1960, el New Zealand Stocks and Shares ya no era una
publicación de seis páginas de un aficionado con cinco subscriptores, sino una
revista bien conocida, aunque algo extravagante.238 Brierley defendía a capa y
espada cualquier sentido de la propiedad, y con frecuencia criticaba ferozmente
a las directivas con un tono sarcástico para que devolvieran el capital a los
accionistas. Dijo: «Era consciente del hecho de que si alguien escribe mentiras
ofensivas me podían demandar por grandes cantidades de dinero, así que
intenté escribir verdades ofensivas. Realmente, lo que parecía ofensivo entonces
es hoy inocuo». Aun así, era algo que no se había oído nunca en los círculos
empresariales de Nueva Zelanda. Un gracioso dijo que la publicación era
menos Stocks and Shares y más «Shocks and Stares» (sacudir y mirar mal).239 Al
investigar a las empresas que cotizaban en bolsa en Nueva Zelanda, Brierley se
sorprendió de cuántas estaban dominadas por miembros de juntas directivas
viejos y atrincherados que conservaban activos de bajo rendimiento y que no
soltaban los beneficios, además de negarse a pagar dividendos. Muchos de los
negocios ya habían superado su vida útil, pero las empresas que los poseían
tenían un exceso de capital y unos accionistas pasivos que dejaban que fueran a
la deriva. Brierley se imaginaba a «directores envejecidos, distantes o
dormitando en sus salas de reuniones forradas con madera, recuperándose de
una comilona en el club. Dios sabe que no había razón alguna para que
estuvieran alerta. Era su juego y, en general, nadie los retaba».240 Decidió
tambalearlos un poco.
Brierley ya tenía alguna experiencia en ello. En Stocks and Shares había
publicado una serie de artículos escritos son su habitual tono sardónico sobre
una oferta por Wellington Loan and Investment Company Limited. Cuando
apareció una segunda oferta que hizo subir los precios, un periódico local
atribuyó a Brierley el incremento. Aprovechó la publicidad para lanzar R. A.
Brierley Invesments Limited y puso algunos anuncios en los periódicos locales
prometiendo «aventuras reales en el mercado de acciones»:241
VALOR CONTRARIO
Tabla 7. 1. Rentabilidad acumulada media a cinco años de las carteras de Glamur y de Valor
Contrario.
Crecimiento del
precio-valor
84,2 161,8 77,6
contable y de las
ventas
Crecimiento del
precio-flujo de caja 71,2 171,1 99,9
y de las ventas
Crecimiento del
precio-ganancias y 67,4 171,6 104,2
de las ventas
Tabla 7. 2. Crecimiento acumulado medio a cinco años de las variables fundamentales de las
acciones antes de la selección de las carteras de Valor Contrario y de Glamur (de 1963 a 1990).
Tabla 7. 3. Características de valoración de las carteras de Valor Contrario y de Glamur (de 1963 a
1990).
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-beneficios y las ventas
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-valor contable y las
ventas
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-flujo de caja y las
ventas
Tabla 7. 4. Rentabilidad acumulada media a cinco años de las carteras de Valor de Alto
Crecimiento y las carteras de Valor Contrario (de 1963 a 1990).
Crecimiento del
precio-valor
117,1 161,8 44,7
contable y
ventas
Crecimiento del
precio-flujo de 116,3 171,1 54,8
caja y ventas
Crecimiento del
precio-
136,5 171,6 35,1
beneficios y
ventas
Tabla 7. 5. Crecimiento medio a cinco años de las carteras de Valor Contrario y Valor de Alto
Crecimiento (de 1963 a 1990).
En todas las categorías, las carteras de Valor de Alto Crecimiento son más
atractivas que las de Valor Contrario. La tabla 7. 6. muestra los múltiplos de los
beneficios, del flujo de caja, de las ventas y de los beneficios operativos que se
pagan por las carteras de Valor de Alto Crecimiento y de Valor Contrario.
Cabe señalar que los múltiplos son comparables.
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-beneficios y las ventas
Valor de Alto Crecimiento Valor Contrario
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-valor contable y las
ventas
Características de las carteras formadas según el crecimiento del precio-flujo de caja y las ventas
Tabla 7. 7. Retornos anuales medios de carteras de valor activo neto corriente rentables y con
pérdidas.
De 1970
33,1 36,2 3,1
a 1983
De 1983
26,2 49,0 12,8
a 2010
Tabla 7. 8. Retornos anuales medios de carteras de valor activo neto corriente que pagan y no
pagan dividendos (de 1970 a 2010).
De
1970 a 27,0 40,6 13,6
1983
De
1983 a 19,3 33,2 13,9
2010
Tabla 7. 9. Características del rendimiento medio en un periodo de cinco años de las compañías
Excelentes de Peters y de las No Excelentes de Clayman (de 1976 a 1980).
Excelentes No Excelentes
Bannister descubrió que las carteras mediocres rindieron más que las
excelentes en la mayoría de los años (67 por ciento) del experimento de cuatro
décadas. La ventaja de las carteras mediocres persistió incluso después de
ajustar la volatilidad. Es más, aunque podríamos presumir que las carteras de
acciones excelentes proporcionan características «defensivas», solo mejoraron el
rendimiento de las carteras mediocres en 11 de 22, o en el 50 por ciento de los
periodos de «dificultades económicas globales», que Bannister definió como el
crecimiento real y global del PIB menor a la media de todo el periodo. En
cambio, las carteras mediocres mejoraron el rendimiento en 15 de 17 (o el 88
por ciento) de los periodos que no tuvieron dificultades económicas globales.
La Figura 7. 2. muestra el rendimiento relativo de las carteras mediocres y
excelentes durante los periodos de crecimiento económico global por debajo de
la media.
Figura 7. 2. Rendimiento relativo de carteras de acciones mediocres y excelentes (Seguimiento de
los retornos anualizados a tres años entre 1972 y 2013).
Fuente: Stifel Financial Corp. y Eyquem Investment Management LLC.
Figura 7. 3. Comparación entre las puntuaciones de las acciones de Standard and Poor’s y los
retornos (de 1986 a 1994).
Fuente: Eyquem Investment Management LLC y Aswath Damodaran, Value Investing: Investing for Grown Ups? (14 de abril de
2012).
Supongamos que tenemos una fórmula actuarial que predice cuántas veces va
un individuo al cine. Si sabemos que el sujeto tiene una pierna rota, sería
inteligente descartar la fórmula actuarial.
Lo que se necesita, en primer lugar, es una regla definida para comprar que
indique a priori que estamos adquiriendo acciones por menos de lo que valen.
En segundo lugar, debemos operar con un número suficientemente grande de
acciones para que la estrategia sea efectiva. Y, por último, necesitamos unas
líneas maestras bien definidas para vender.
233. Íbid.
234. Todas las conversiones de los datos del Reserve Bank of New Zealand «Inflation Calculator»
extraídas en noviembre de 2013. Disponibles en
http://www.rbnz.govt.nz/monetary_policy/inflation_calculator.
236. Íbid.
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8
El arte del asalto corporativo
Una historia de violencia corporativa
Defenestración, nombre:
Arrojo de una persona por una ventana
Proviene del latín de + fenestra, «ventana».
Thomas Boone Pickens Jr. creció en el negocio del petróleo. Su padre era un
landman: un comerciante que negocia derechos minerales con los propietarios
de tierra y luego los vende a otros prospectores minerales. Estudió geología en
la universidad. Al graduarse en 1951, empezó a trabajar como geólogo para
Phillips Petroleum. Fundada en 1917 por Frank Phillips, uno de los wildcatters
originales —prospectores que perforan en busca de petróleo en tierras que no
son conocidas por sus reservas—, Phillips Petroleum era una de las veinte
corporaciones más importantes de Estados Unidos cuando llegó Pickens, y era
extremadamente burocrática. Comenzó como geólogo de campo, pero
rápidamente lo promocionaron para que explorara en los pozos. Cansado de la
burocracia de una corporación tan ingente, Pickens tomó su propio camino en
1954. Actuando como su propio landman, buscó oportunidades en las que un
arrendatario subarrendara sus tierras para que una tercera parte perforara
pozos. Pickens le propuso a su antiguo empleador, Phillips, perforar una tierra
en la que el contrato estaba a punto de expirar y en la que no tenía interés.
Phillips estuvo de acuerdo y Pickens le ofreció el contrato a un petrolero
independiente que le pagó 2.500 dólares por las gestiones.
Después de foguearse con este primer contrato, siguió negociando con
pequeñas empresas petroleras —consultoría geológica, exploración y desarrollo,
estructuración y trabajo con los pozos— hasta que se le ocurrió la idea de
recaudar fondos externos para perforar sus propios pozos a través de sociedades
limitadas. La sociedad petrolera llevó la empresa de Pickens al siguiente nivel.
A principios de 1964, fue capaz de convertir su sociedad limitada en una
empresa que cotizaba en bolsa llamada Mesa Petroleum y la vendió a los
inversores diciéndoles que las acciones de la empresa con un interés en cada
pozo proporcionarían más diversificación y liquidez que una sociedad limitada
con interés en un solo pozo. Mesa Petroleum comenzó su andadura el 30 de
abril de 1964, como una diminuta empresa en bolsa; tan pequeña, de hecho,
que vendía sus acciones en la ventanilla de los bancos, como solían hacerlo las
empresas muy pequeñas. Con solo 239 accionistas, Pickens, como presidente y
CEO, también era el responsable de proporcionar un servicio de correduría
poniendo en contacto a los compradores y los vendedores. Las acciones
cambiaron de manos por una media de 6 dólares. Generó solo 1,5 millones de
dólares de ingresos en su primer año como empresa en bolsa. En 1968, Mesa
ganaba 1,5 millones sobre 6,8 millones de ingresos, y las acciones, que ya
cotizaban en la Bolsa estadounidense, se vendían por 35 dólares. Pickens
decidió utilizar las atractivas acciones de Mesa para llevar a cabo su primera
adquisición.
A principios de 1968, empezó a analizar Hugoton Production Company,
que le llamó la atención porque había abortado varios intentos de fusión con
otras compañías. Lo que atrajo a Pickens a Hugoton fueron sus enormes
reservas de gas —1,7 billones de pies cúbicos frente a los 62.000 millones de
Mesa—, que parecía que la dirección estaba dilapidando lentamente a un
precio por debajo de mercado. El problema era que Hugoton estaba dirigida
por una firma de inversión —The Clarke Estates— más interesada en liquidar
la empresa que en maximizar su potencial. Pickens creía que una dirección más
agresiva podría rentabilizar mejor los activos, así que invitó al presidente, Mike
Nicolais, a comer y le habló de la fusión. Nicolais fue elusivo y una semana
después llamó para rechazar la oferta. Pero Pickens no era fácil de desanimar.
Aunque Hugoton era mucho más grande que Mesa, y Mesa no tenía recursos
para comprar Hugoton, Pickens pensó que las acciones de Mesa podían ser
atractivas para los accionistas de Hugoton. Mesa ofreció una acción de una
emisión preferente recién creada por cada acción común de Hugoton. Las
acciones preferentes se convertirían en 1,8 acciones de Mesa en cinco años y,
mientras tanto, pagarían un dividendo de 2,5 dólares con 50 céntimos por
encima que los 2 dólares que pagaba Hugoton por las suyas. Pickens planeaba
utilizar el dividendo de Hugoton para financiar gran parte del dividendo de las
acciones preferentes de Mesa, y Mesa asumiría la diferencia. Pickens apostó a
que una mejora en los contratos y la venta de gas significaría que Mesa no
debería tener que pagar el dividendo de las preferentes durante mucho tiempo
porque la mayoría de los accionistas preferentes se pasarían a las acciones
comunes cuando subiera el precio. Mesa envió la compleja oferta de
intercambio a finales de setiembre, y a mediados de octubre había acumulado
un 17 por ciento de las acciones comunes de Hugoton, lo cual no era suficiente
para ejercer el control, pero era suficiente para ser «irritante», como dijo
Pickens. La directiva de Hugoton recibió el mensaje y, a finales de octubre
anunció una fusión con un caballero blanco de Los Ángeles, Reserve Oil &
Gas.
El reglamento de Hugoton estipulaba que se requerían dos tercios de
accionistas para aprobar una fusión. Con el 17 por ciento, Mesa necesitaba
otro 17 por ciento para llegar al 34 por ciento con el que podría bloquear los
planes de fusión de Reserve. Pickens se puso en marcha para convencer a los
accionistas de Hugonot de que era la mejor opción de fusión. Cuando expiró el
tiempo de la oferta, Mesa controlaba el 28 por ciento de Hugoton. Pickens
tenía un problema. Mesa podía pedir dinero prestado para comprar más
acciones de Hugoton, pero no podía permitirse una deuda durante demasiado
tiempo. Contactó con Nicolais y le dijo que estaba pensando alargar el tiempo
de la oferta. Nicolais respondió que «ojalá lo hicieras».319 Le pidió un tiempo
para pensar y luego lo llamó: «Ven a Nueva York, estamos listos para hablar de
condiciones».320 Nicolais le conminó a subir la oferta —de 1,8 acciones
comunes de Mesa a 1,875— y Pickens bajó el dividendo de la preferente de
2,5 dólares a 2,2. En abril de 1969, Mesa y Hugoton se fusionaron, y Mesa
sobrevivió. El trato fue un punto de inflexión para Pickens. Catapultó a Mesa a
primera división, con activos y un balance financiero suficiente para
expandirse, lo cual le dio a Pickens una experiencia que necesitaba. Fue una
señal de lo que estaba por venir, porque Pickens se decidió a llevar a cabo
adquisiciones como una parte esencial de la estrategia de crecimiento de Mesa.
Justo ocho meses después de la fusión de Hugoton, Pickens descubrió su
segundo objetivo, la Southland Royal Company. Southland tenía un interés
mayoritario en los derechos minerales de Waddell Ranch en West Texas, un
gran campo petrolífero. Gulf Oil había comprado un contrato por 50 años
para producir petróleo en el Waddell Ranch en 1925. Southland cobraba las
regalías y no explotaba mucho el campo. En cambio, invertía las regalías
diversificándolas en empresas extravagantes, como una empresa de caramelos,
lo cual hizo que su presidente, Bob Cain, recibiera el nombre de «Candy»
Cain. A finales de la década de 1960, el contrato estaba a punto de expirar. Los
pozos de Waddell Ranch seguían produciendo y, con más de 100 millones de
barriles, lo más probable es que siguiera haciéndolo después del fin del
contrato. Cuando expirara, los derechos minerales volverían a Southland, lo
cual la convertiría en una de las empresas petrolíferas independientes más
importantes del sector.
La estrategia de Gulf había consistido en enfrentarse a Southland en los
tribunales. Aunque Southland tenía una posición legal más fuerte, era una
empresa mucho más pequeña, y Gulf estaba presionando mucho para que se
sentaran a negociar en una mesa. Gulf se hizo con el 12 por ciento de las
acciones de Southland el mismo día en que interpuso una demanda para enviar
el mensaje de que, si Southland no negociaba, Gulf la absorbería. Pickens se
dio cuenta de que Southland estaba en una «situación de infravaloración» y que
sería «sería un buen negocio aunque perdiera contra Gulf»,321 así que contactó
con Gulf para hablar de Southland. Después de comprar el 12 por ciento de
Southland, Gulf se dio cuenta de que era algo que le podía perjudicar en la
demanda, de modo que estaba interesado en vender. De hecho, estaba tan
interesado que le ofreció a crédito las acciones a Pickens, que él aceptó de
inmediato. Con un pie en la puerta, Mesa informó a la SEC el día después de
Navidad de 1969. La oferta —una oferta de intercambio como la de Hugoton
— se topó con problemas de inmediato. Pickens había pasado por alto la gran
porción de acciones que controlaba la gente de Southland, y estaba dispuesto a
emprender una batalla legal. Se hicieron con los servicios del afamado abogado
que defendía de las adquisiciones, Joe Flom, que se centró en las revelaciones
de Mesa en la oferta de intercambio. Un juzgado de Delaware le dio la razón a
Flom, lo cual retrasó la oferta. Pickens se dio cuenta de que la oferta de Mesa
tenía pocas probabilidades de éxito, así que la retiró cuatro meses después de
lanzarla. Vendió las acciones en el mercado, con un ligero beneficio y varias
lecciones valiosas. En primer lugar, las ofertas de intercambio suponían varias
dificultades prácticas. Y, en segundo lugar, incluso las ofertas fallidas podían ser
rentables.
CITIES SERVICE
En mayo de 1982 Mesa tenía acciones de Cities por valor de 1.000 millones de
dólares. Pickens planeaba utilizarlo como garantía de un crédito de 1.300
millones más, que emplearía para financiar una oferta por el 51 por ciento de
las acciones comunes de Cities a 45 dólares por acción, lo cual representaba
una prima del 25 por ciento de los 36 dólares que eran el precio de mercado.
Se dio cuenta de que, incluso después de pagar una prima considerable, Cities
seguía siendo barata a 45 dólares por acción.322 Mesa estaría pagando menos de
5 dólares por barril de las reservas de crudo de Cities en una época en que el
petróleo se vendía a 30 dólares por barril. Pickens estaba perfilando los últimos
detalles del paquete de financiación de Mesa cuando Cities, que se enteró de la
oferta, anunció una oferta preventiva por Mesa. Pickens la describió como
«una broma, en algunos aspectos».323 Cities había ofrecido 17 dólares por
acción cuando el precio de mercado era de 16,75, una prima minúscula del 1,5
por ciento. Aun así, supuso una desventaja para Pickens en el ámbito temporal.
Las leyes de las ofertas por la compra de acciones requerían un periodo de 20
días antes de que el ofertante pudiera pagar por las acciones. Al comenzar
primero, Cities tendría la oportunidad de empezar a comprar acciones de Mesa
antes de que Mesa pudiera comprar acciones de Cities.
La solución de Pickens fue el abrazo del oso, una oferta «amistosa» hecha a
los miembros de la junta en lugar de a los accionistas, con la intención de
ponerles presión para que reaccionaran. La belleza de ello, en la mente de
Pickens, era que generaría una expectación en los medios, alertaría a los
accionistas del interés de Mesa en la empresa y le daría más tiempo para
pergeñar una oferta financiera. Pickens llamó al presidente de Cities, Charles
Waidelich, y le contó que Mesa ofrecía 50 dólares por cada acción de Cities. La
respuesta fue que no estaban interesados, y ni siquiera estuvo dispuesto a
transmitírselo al resto de la junta. No importaba. La llamada había cumplido
con el objetivo de Pickens, que era hacer una oferta a la junta de Cities que
pudiera servir para que los accionistas de Cities supieran que Mesa seguía
interesada.
Pickens y su equipo se esforzaron por reunir socios capitalistas y formas para
financiar la deuda. Su discurso era que Mesa y sus socios comprarían petróleo
por 5 dólares el barril cuando ya solo los «costes de hallazgo» de la industria
llegaban a los 15 dólares por barril. No se necesitaba dinero por adelantado.
Todos lo que los socios potenciales debían hacer era comprar las acciones
cuando se ofertaran, y el éxito de la adquisición estaría garantizado. Era un
discurso atractivo, pero, con la oferta de Cities colgando sobre sus cabezas, fue
un periodo duro para Pickens. Muchos socios estaban interesados, pero
ninguno estaba dispuesto a comprometerse. Después, el 17 de junio, un jueves,
Gulf Oil anunció una oferta de 63 dólares por todas las acciones comunes de
Cities, casi 20 dólares más que la oferta de Pickens, y casi el doble de lo que
ofrecía el mercado. El anuncio también incorporaba el importante detalle de
que la junta estaba de acuerdo en aceptar la oferta. Pickens estaba en éxtasis.
Mesa no podría hacerse con el control de Cities porque la oferta de Gulf,
sencillamente, era demasiado buena, pero obtendría un beneficio instantáneo
de 70 millones por las acciones de Cities que poseía. Su ánimo decayó, no
obstante, cuando se dio cuenta de que la oferta de Cities por Mesa seguía en
pie. Los abogados de Mesa contactaron con los de Cities para recibir las malas
noticias: Cities propuso retirar la oferta solo si Mesa vendía las acciones que
poseía de Cities al precio que le había costado, sin ningún margen de beneficio.
Pickens no se lo podía creer. Llamó al CEO de Gulf Oil, Jimmy Lee, para ver
qué sabía de la propuesta de Cities. Lee le dijo que no sabía nada de propuesta
alguna. También le dijo que Gulf se estaba forzando mucho para pagar los 63
dólares por acción de Cities, y que no tenían ningún interés en Mesa. Pickens
le dijo que intentaría desbaratar la oferta de Gulf por Cities si no se convencía
a esta última de que retirara la oferta por Mesa. Poco después de la
conversación, el abogado de Cities contactó de nuevo para ofrecer una compra
de las acciones de Mesa por 55 dólares, ocho menos que la oferta de Gulf. Al
saber que la oferta de Gulf era inestable, Pickens aceptó. Después de costes,
Mesa había obtenido 30 millones de la operación, es decir, un 25 por ciento de
rentabilidad. No fue el chollazo que esperaba Pickens, pero era un retorno
sólido por el tiempo que había transcurrido. Seis semanas después, Gulf retiró
la oferta por Cities y las acciones cayeron a 30 dólares, por debajo del precio de
mercado antes de la oferta y demostrando efectivamente el valor de la
competencia por el control.
Después de la oferta por Cities, Pickens hizo varias más por empresas
petroleras infravaloradas, y estuvo en los márgenes de muchas otras luchas de
poder. En todos los casos era, «simplemente, un inversor en busca de una
oportunidad para ganar dinero»,324 y aprovechó la restructuración del sector
para hacerlo. Todas estas transacciones menores fueron solo «calentamiento
(…) para el gran movimiento».325 El siguiente negocio de Pickens fue el más
publicitado de su carrera. Desde su punto de vista, «cambió toda la dinámica
de fusiones y se convirtió en un hito de la historia de las adquisiciones».326
También fue la primera vez que Pickens no trató de obtener el control por el
control, sino que quiso aumentar el precio de las acciones induciendo a la
empresa objetivo a restructurarse o a que otro adquiriente mejorara la oferta de
Mesa. La experiencia con Cities preparó a Mesa para algo extraordinario, y el
siguiente proyecto cumplió con las expectativas.
Gulf Oil
La operación de la pequeña Mesa Petroleum con la colosal Gulf Oil —que la
superaba veinte veces en tamaño— fue una lucha de adquisiciones
representativa de la década de 1980. Conllevaría la fusión corporativa más
importante hasta aquel momento, y demostraría que únicamente el tamaño no
era suficiente para proteger a una directiva ineficiente y atrincherada. Gulf
tenía activos por un valor de 20.000 millones, y ganaba 6.500 millones de
unos ingresos anuales de 30.000 millones. Con una capitalización de mercado
de 7.000 millones, cotizaba a un múltiplo precio-beneficios increíblemente
bajo, de poco más de 1. Estaba incluso más infravalorada que Cities. La visión
convencional era que no había peligro puesto que su enorme tamaño la
protegía de una OPA hostil. Los raiders corporativos no la amenazaban y, por
lo tanto, su precio de acción no suponía ninguna prima por adquisición. Los
analistas creían que Gulf era una proposición de alto riesgo, pero Pickens se dio
cuenta de que el enorme descuento limitaba sus riesgos negativos y suponía el
potencial de una alta rentabilidad. Como empresa profundamente
infravalorada en la bolsa, Gulf era menos arriesgado que «explorar en busca de
gas y petróleo en un tiempo de precios a la baja y un exceso de suministro».327
El problema era cómo lograr que el mercado reconociera el valor intrínseco
subyacente de una gran compañía petrolífera cuando las grandes compañías
habían estado «infravaloradas durante 50 años».328
El plan de Pickens, de hecho, no era adquirir Gulf, sino lograr que se
restructurara, ya fuera comprando acciones o reorganizándola como un royaltie
trust, una estructura más eficiente respecto a los impuestos que la forma
corporativa y que adoptaron la mayoría de las empresas de gas y petróleo, y que
pasaba los flujos de caja directamente a los accionistas. Morgan Stanley preparó
una presentación detallada para Mesa en la que demostraba que el royaltie trust
podía aumentar el valor de las grandes compañías petrolíferas en hasta un 50
por ciento. Pickens esperaba que, si se implementaba, el royaltie trust generaría
un valor sustancialmente más alto para los accionistas, y el precio de las
acciones seguiría el mismo camino. Creía que la necesidad de restructuración
de Gulf era evidente. Estaba generando unos flujos de caja considerables,
escribió en su autobiografía, pero las perspectivas de reinversión no eran
buenas. Era momento de encontrar una manera de retornar el exceso de capital
a los accionistas.
Pickens consideró muchas otras opciones, pero Gulf le siguió pareciendo la
mejor. Su exceso de capitalización y la baja rentabilidad de las inversiones eran
característicos de la industria. Algo importante es que estaba cotizando a una
fracción de su valor intrínseco; generaba un flujo de caja importante de 3.000
millones anuales y pagaba unos dividendos sustanciales. Tan sustanciales, de
hecho, que el coste de la posición de Mesa con toda probabilidad sería positivo,
de manera que podría mantenerla de forma indefinida si Gulf no cortaba los
dividendos. Pickens estimó que solo los activos subyacentes ya valían 100
dólares por acción. El precio máximo al que jamás habían llegado las acciones
era de 53 dólares, pero, a mediados de 1983, había languidecido hasta los 30
dólares con pocas perspectivas de mejora. Crucialmente, desde la perspectiva
de Pickens, la reputación de la directiva de Gulf era muy mala. Después de una
serie de escándalos y de meteduras de pata durante la década de 1970,
espantaron a otros muchos inversores al retirar su oferta por Cities Service en
1982, lo cual acabó con cualquier posibilidad de buena voluntad en la
comunidad profesional de inversores. A pesar de su enorme tamaño en
comparación con Mesa, era el paradigma de un objetivo de adquisición
profundamente infravalorado, puesto que tenía unos riesgos negativos
limitados y un gran potencial de beneficios.
En septiembre de 1983, Mesa se gastó 350 millones comprando 8,5 millones
de acciones, lo cual representaba el 4,9 por ciento de Gulf Oil, y estaba justo
por debajo del 5 por ciento que requería informar a la SEC y hacerlo público al
mercado.329 Cuando Mesa acabó informando a la SEC en octubre, ya tenía
14,5 millones de acciones, lo cual representaba casi el 9 por ciento, que
adquirió por el precio de 638 millones de dólares. Mesa mandó una
Notificación 13G que indicaba una inversión pasiva, pero su reputación como
adquiriente hostil provocó que en la directiva de Gulf cundiera el pánico. La
junta anunció una reunión de accionistas extraordinaria para diciembre. El
plan era que Gulf cambiara sus estatutos y reglamentos para suprimir varios
derechos de los accionistas y cambiar la sede de Pensilvania a Delaware, que era
más complaciente con los equipos de dirección. Pickens siguió comprando y, al
acabar octubre, ya tenía el 11 por ciento de Gulf. El 31 de octubre, Mesa
anunció que se proponía entablar una lucha de poder para evitar la nueva
constitución de la empresa.330
En los días anteriores a la reunión especial de los accionistas, Pickens alabó
los méritos del royaltie trust en la prensa y en las reuniones de los comités de los
importantes accionistas institucionales de Gulf. Argumentó que el royaltie trust
era la forma más eficiente de que Gulf compartiera sus enormes flujos de caja
con los accionistas, y que no tenía sentido suprimir los derechos de los
accionistas y reconstituir la empresa para impedir que un inversor activista
implementara esta idea. A muchos inversores les preocupaba que Mesa
estuviera detrás de un greenmail, así que Pickens organizó una conferencia de
prensa en noviembre para dejar claro que Mesa quería «participar en la mejora
de las acciones de Gulf en las mismas condiciones que el resto de los
accionistas».331 De ninguna forma tenía en mente un greenmail. A Pickens le
costó vender la idea del royaltie trust, que se malinterpretó como una forma de
liquidar la empresa. Pickens señaló que Gulf no había remplazado sus reservas
desde 1971, de modo que ya estaba en liquidación.332
Cuando tuvo lugar la reunión de los accionistas el 10 de diciembre, Mesa ya
tenía el 12 por ciento de Gulf. Desde el púlpito, el CEO de Gulf, Jimmy Leer,
abrió la reunión denunciando que Pickens era un «tiburón», diciendo que tenía
una «trayectoria de tácticas de atropello y fuga» y que el royaltie trust
«mancillaría la empresa y penalizaría severamente a la mayoría de los
accionistas».333 También dijo que Mesa debería cortar el dividendo de Gulf
para pagar por el royaltie trust. Cuando acabó, Pickens se vio obligado a hablar
desde la platea, pero lo convirtió en una ventaja desde el principio: «Aprecio
mucho que me den la oportunidad de hablar hoy al mismo nivel que los
empleados y los accionistas de Gulf. Francamente, es donde me siento más
cómodo».334 La frase suscitó un aplauso ensordecedor del público. A medida
que esperaba los resultados de la reunión —se necesitarían varias semanas para
contar a los representantes de los 400.000 accionistas de Gulf—, Mesa siguió
comprando acciones de Gulf, hasta los 21,7 millones, o alrededor de un 13 por
ciento. Cuando a finales de diciembre ya tuvieron los resultados, Gulf había
obtenido un 52 por ciento de los votos, una victoria, pero pírrica.
Pickens continuaba creyendo que Gulf debía restructurarse o venderse, de
modo que Mesa siguió presionando. En primer lugar, detalló los beneficios de
restructurar Gulf como royaltie trust en un documento de 57 páginas que se
envió a todos los miembros de la junta directiva de Gulf el 29 de diciembre de
1983. Gulf rechazó la idea con una respuesta de dos páginas. Para seguir con la
presión, Mesa empleó la misma táctica que había utilizado con Cities Service, y
anunció en enero de 1984 una oferta parcial por 13,5 millones de acciones de
Gulf a 65 dólares por acción. El precio de las acciones reaccionó, y subió de 37
a 62 dólares. En la tarde del 5 de marzo, Pickens finalmente recibió las noticias
que estaba esperando: Gulf anunció que había llegado a un acuerdo de fusión
con Social, lo cual proporcionaba una oferta de 80 dólares por acción, o
13.200 millones. Si la aprobaban los accionistas, Mesa podía obtener unos
beneficios de 760 millones de la posición de 21,7 millones de acciones de Gulf.
En una reunión especial el 15 de junio, los accionistas de Gulf aprobaron la
fusión con Social. Las acciones que había comprado Mesa, a una media de 45
dólares, con la compra de Social por 80 dólares por acción representaban una
rentabilidad del 80 por ciento en una inversión de casi 1.000 millones en
menos de doce meses, una rentabilidad increíble, se mire como se mire, por
una adquisición fallida. Por su parte, Pickens escribió en su autobiografía que
«esto es lo que en los negocios se llama un asalto»:335
Tal como lo veo, cuando inviertes 1.000 millones en acciones de una empresa
—como hicimos en Gulf—, no eres un tiburón, sino un accionista muy
importante. Deberías poseer todos los derechos de propiedad, entre ellos un
diálogo abierto con la directiva sobre los cambios que pueden beneficiar a todos
los accionistas. No pedíamos nada del otro mundo. Solo queríamos hablar.
Las compañías que acabaron siendo propietarias de los activos, incluyendo las
reservas de petróleo, debieron endeudarse mucho para financiar sus
adquisiciones, lo cual siempre requería cuantiosos pagos en efectivo a los
accionistas prexistentes que aumentaron su capital gracias al proceso de ofertas.
Estos pagos se financiaron liquidando las reservas, de manera que tuvieron la
misma función que un royaltie trust, el motivo subyacente del cual —la
canalización del flujo de caja libre hacia los accionistas— era el mismo que el
de la otra técnica para materializar el valor: la compra apalancada (LBO).
Por lo tanto, el royaltie trust de Pickens fue, como el LBO, otro mecanismo
para resolver lo que Michael C. Jensen —un economista que emprendió
investigaciones sobre el problema del agente-principal y profesor emérito de
Harvard— describió como «los costes de agente del flujo de caja libre».339
Jensen propuso que el exceso de flujo de caja libre creaba un conflicto de
intereses entre los accionistas y los directivos acerca de las políticas de pago. El
problema, según Jensen, consistía en cómo motivar a los directivos para
«devolver el efectivo en vez de invertirlo por debajo del coste del capital o
malgastarlo en ineficiencias organizativas»,340 un eufemismo para altos salarios
y otras bonificaciones. Las promesas de pagar más dividendos eran insuficientes
porque se podían incumplir después, escribió Jensen. En lugar de ello, la
solución era la deuda porque obligaba a los directivos a garantizar que pagarían
futuros flujos de caja y, por lo tanto, reducirían los costes de agente del flujo de
caja al reducir el flujo de caja disponible que los directivos podían gastar a
discreción. Jensen lo denominó las «hipótesis de control» de la deuda. La deuda
reduce los costes de agente del flujo de caja libre al limitar la discreción de la
directiva para distribuirlos porque se reparte desde el principio a los accionistas
de la empresa LBO para pagar la deuda.
Jensen también propuso que «la amenaza de fracaso para pagar la deuda es
una fuerza motivadora efectiva para que las organizaciones sean más
eficientes».341 Los directivos tienen el incentivo para «superar la resistencia
organizacional normal a los recortes con el pago del flujo de caja libre que suele
requerir».342 Buffett estaba menos convencido respecto del uso de la deuda
como ayuda motivacional. En su Carta del Presidente de 1990 escribió que las
grandes cargas de deuda provoca que los directivos «se centren en sus esfuerzos
como nunca antes, igual que una daga en el volante de un coche haría que el
conductor condujese con cuidado extremo»:343
Recocemos que este método hará que el conductor esté extremadamente alerta.
Pero una consecuencia cierta será un accidente mortal —e innecesario— si el
coche se topa con un bache o resbala sobre una capa de hielo. Las carreteras de
los negocios están llenas de baches. Un plan que exija esquivarlos todos es un
plan condenado al desastre.
La idea de Pickens del royaltie trust evitaba la daga en el volante de las LBO,
al mismo tiempo que descartaba la tentación de un exceso de flujo de caja.
Jensen, al argumentar a favor de los costes de agente del flujo de caja libre,
citaba dos estudios que habían descubierto que el sector del gas y el petróleo
había invertido en exceso en la exploración y el desarrollo a finales de la década
de 1970 y principios de la década de 1980. En el primer estudio, los
investigadores analizaron 658 compañías del sector y descubrieron que aquellas
que anunciaron incrementos en los gastos de exploración y desarrollo entre
1975 y 1981 vieron reducciones sistemáticas en el precio de las acciones, y
viceversa.344 Los resultados fueron sorprendentes, porque cuando otras
empresas industriales anunciaban incrementos comparables en los gastos de
investigación y desarrollo sus acciones experimentaban retornos positivos, y
viceversa. Un segundo estudio sobre los retornos reales de los gastos de
exploración y desarrollo de las 30 empresas petrolíferas más importantes
desveló que, de media, la industria ganaba menos del 10 por ciento antes de
impuestos de las inversiones entre 1982 y 1984.345 Jensen estimó que el valor
presente neto de futuros flujos de caja netos de inversiones en el sector del gas y
el petróleo iba desde los 60 céntimos por dólar en el peor caso y 90 céntimos
en el mejor. Era una deficiente distribución de capital a escala sectorial, pero
difícil de percibir para quienes estaban implicados en la industria,
acostumbrados como estaban a la rutina de la reinversión. Había llegado el
momento para la llegada de un intruso al estilo de Graham —recordemos que
Graham consideraba que codearse con las directivas era una especie de
«autoayuda», y creía que los inversores debían ser agentes externos que
cuestionaran a la directiva— para revitalizar las empresas del sector y señalar la
continua mala distribución del capital. Pickens y Mesa desempeñaron este
papel, y obtuvieron unos beneficios como caídos del celo. Fue un proceso que
acabaría replicándose en otros sectores por inversores que fueron los
precedentes de los actuales inversores activistas. Aunque Pickens fue el
abanderado de la locura de las adquisiciones de la década de 1980, no fue el
primero en darse cuenta del valor de aplicar adquisiciones parecidas de
empresas con exceso de capital como medio para catalizar a las directivas para
que siguieran los amigables consejos de los accionistas.
311. George P. Baker y George David Smith, The New Financial Capitalists: Kohlberg Kravis Roberts
and the Creation of Corporate Value, Cambridge University Press, 1998.
313. Íbid.
314. Íbid.
315. Íbid.
316. Michael C. Jensen, «Agency Costs of Free Cash Flow, Corporate Finance, and Takeovers.»
American Economic Review, Mayo 1986, Vol. 76, No. 2, pp. 323–329.
317. Íbid.
318. Íbid.
320. Íbid.
321. Íbid.
322. Íbid.
323. Íbid.
324. Íbid.
325. Íbid.
326. Íbid.
327. Íbid.
328. Íbid.
329. Íbid.
Í
330. Íbid.
331. Íbid.
332. Íbid.
333. Íbid.
334. Íbid.
335. Íbid.
336. Íbid.
337. Íbid.
340. Íbid.
341. Íbid.
342. Íbid.
343. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1990.
344. John J. McConnell y Chris J. Muscarella, «Corporate Capital Expenditure Decisions and the
Market Value of the Firm.» Journal of Financial Economics. Volume 14, Issue 3, septiembre de
1985, pp. 399–422.
345. Bernard Picchi, «Structure of the U.S. Oil Industry: Past and Future.» Salomon Brothers. Julio
de 1985.
347. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1994.
349. Íbid.
Í
350. Íbid.
351. Íbid.
352. Íbid.
353. Íbid.
354. Íbid.
355. Íbid.
356. Íbid.
357. Íbid.
358. Warren Buffett, «Chairman’s Letter.» Berkshire Hathaway, Inc. Annual Report, 1985.
359. Íbid.
360. Íbid.
9
Cómo se beneficia Aníbal
de sus victorias
El retorno de la inversión activista
«Vinse Hannibal, et non seppe usar’ poi Ben la vittoriosa sua ventura»
[Aníbal ganó batallas, pero nunca supo aprovechar sus victorias.]
–Petrarca, Soneto 82 (83), citado por Montaigne en sus Ensayos
Genzyme tenía una gallina de los huevos de oro. Todo lo que debían hacer era
darle un poco de grano por la mañana, pero ni siquiera hacían esto.
Por su parte, Termeer declaró a Forbes que la diversificación era esencial para
sobrevivir y crecer. «Estos productos eran altamente rentables. Quizá [Icahn] no
puede verlo [en el estado financiero], pero sus suposiciones están equivocadas».384
Cuando Denner describió la situación de Genzyme, Icahn lo ametralló con
preguntas: «¿Hasta qué punto está hundida la fabricación? ¿La FDA está tan
enfadada que puede complicarle la vida a Genzyme todavía durante unos años?
Con la reforma de la sanidad en el aire, ¿el congreso podría limitar los precios de
los fármacos que mejor se venden?385 Satisfecho con las respuestas, Icahn concluyó
que el precio de las acciones de Genzyme había bajado «por las razones
equivocadas».386 Los problemas de fabricación habían espantado a los inversores a
corto plazo, dijo, «pero creía que a largo plazo no habría muchos problemas.
Además, Genzyme tenía una gran línea de producción a la que nadie le estaba
dando valor».387 Icahn decidió tomar una posición. «Le dije a Alex: Es una gran
oportunidad, muy buena, para nosotros. Compra todo lo que puedas comprar.»388
A finales de septiembre de 2009, se había gastado 73 millones en 1,5 millones de
acciones de Genzyme a un precio medio de 50,47 dólares. Constituían el 0,5 por
ciento de la empresa. Icahn siguió comprando. A finales de 2009 alcanzó 4,8
millones de acciones, o el 2 por ciento, y era todavía demasiado pequeño para
enviar una Notificación 13D, pero ya había puesto el pie en la puerta.
UN OBJETIVO ARQUETÍPICO
Icahn, junto con Withworth, vio la posibilidad de una adquisición y actuó para
convertir en realidad lo inevitable. Fue una campaña exitosa para Icahn: en 18
meses obtuvo una rentabilidad del 40 por ciento de 600 millones.
En los cuarenta años que han pasado desde que Kingsley e Icahn redactaran el
Manifiesto Icahn, ni su filosofía ni su estrategia han cambiado mucho. El nombre
de su método ha pasado del asalto corporativo a la inversión activista, y los
objetivos han aumentado tanto como su capital, pero sigue buscando «tomar
posiciones importantes en acciones infravaloradas» e intenta «controlar el
destino», igual que hizo en la década de 1970. Estuvo activo durante toda la
década de los noventa, cuando muchos de sus contemporáneos de los ochenta se
quedaron en la cuneta, y siguió dando que hablar en el mundo empresarial
durante la década del 2000. Su estilo de activismo siempre ha tenido algo más
que mero oportunismo. Detecta crisis que bajan los precios por debajo del valor, y
luego aprovecha la frustración del accionista para tomar el control.
La estrategia ha funcionado. Icahn se puede reivindicar como uno de los más
grandes inversores en valor. La rentabilidad que consigue, medida desde que envía
la Notificación 13D hasta que sale de la empresa, es extraordinaria: un 29 por
ciento anual hasta el 30 de junio de 2013, comparado con el 6,9 del índice S&P
500, según el 13D Monitor, un servicio de investigación.414 Sigue activo, en busca
de nuevas crisis, no por sí mismas, sino porque crean la urgencia y la
oportunidad. Cuanto peor pinta tiene, mejor. En mayo de 2012 compró otra
empresa biotecnológica, Forest Laboratories, dos meses después de que a su
fármaco estrella, el antidepresivo Lexapro, le expirara la patente. Compró de
nuevo participaciones de Chesapeake Energy en mayo de 2012, cuando los
precios del gas natural se hundían y parecía que la empresa iba a sucumbir debido
a la deuda. Después de que las acciones se desplomaran un 55 por ciento respecto
al mayor registro en 52 semanas, Icahn señaló en una carta a la junta que envió
junto con la Notificación 13D que creía que Chesapeake había reunido «algunos
de los activos en gas y petróleo más importantes del mundo», pero «el bajo precio
de las acciones de hoy no refleja el valor de estos activos; al contrario, el precio se
resiente porque se relaciona con el enorme riesgo que supone una estrategia
empresarial cambiante, un ingente vacío de financiación, una gobernanza
defectuosa y unos riesgos sin control».415 Icahn, como siempre, abogó por el
compromiso de los accionistas, y aprovechó la oportunidad para señalar algunos
de sus triunfos:416
Figura 9. 2. A corto plazo, las inversiones activistas superan a las inversiones pasivas.
Fuente: Benjamin S. Solarz, «Stock Pricing in Disguise? New Evidence the Hedge Fund Activism Adds Value», Editorial Objective
1001 (2010): 101.
En la Figura 9. 3. se muestra la rentabilidad de las acciones activistas y pasivas a
largo plazo (un periodo de 25 meses).
Brav y sus colegas también analizaron esta cuestión, y hallaron varios
indicativos de que el activismo mejora el rendimiento de las acciones. En primer
lugar, descubrieron que un activismo hostil, agresivo o polémico —campañas con
luchas de poder, demandas, OPA hostiles, amenazas con promover una lucha de
poder o una demanda, o campañas públicas para criticar o incluso sustituir a la
directiva— generaron una rentabilidad más alta que las estrategias relativamente
amistosas (11,8 por ciento en comparación con el 5,3 por ciento). También
descubrieron que el mercado reacciona mucho más positivamente al anuncio de
un activista con planes específicos para la empresa —un cambio en la estrategia
empresarial o una venta— que a la declaración del activista de que cree que las
acciones están infravaloradas. Probablemente, esto se debe, descubrió Solarz, a
que los activistas venden empresas objetivo con más frecuencia, y por un precio
más alto que empresas comparables. Si los activistas se dedicaran solo a escoger
acciones infravaloradas, entonces no esperaríamos que un anuncio de este tipo
supusiera una mayor rentabilidad. Las acciones en las que se fijan los activistas
ostentan un precio que rinde mejor incluso después de controlar las ventas de la
empresa. La Figura 9. 4. muestra que el activismo mejora el rendimiento del
precio de las acciones más allá de la venta de la empresa, pero las ventas generan
una rentabilidad muy alta.
Figura 9. 3. A largo plazo, las inversiones activistas rinden más que las pasivas.
Fuente: Benjamin S. Solarz, «Stock Pricing in Disguise? New Evidence the Hedge Fund Activism Adds Value», Editorial Objective
1001 (2010): 101.
Supongamos que a todos los altos ejecutivos, en conjunto, se les paga entre 4 y 5
millones de dólares menos al año debido al activismo, y que este valor va a parar
a los accionistas (sin tener en cuenta los impuestos); entonces, el valor presente de
una fuente de ingresos similar está en un orden de magnitud de 50 millones de
dólares, que es una porción significativa de la capitalización de mercado de una
típica empresa objetivo (la capitalización de mercado media de la muestra de
empresas es de 706 millones de dólares).
362. Íbid.
363. Adam Feuerstein, «Genzyme’s Termeer: Worst Biotech CEO of «09.» TheStreet.com, 17 de
noviembre de 2009. Disponible en http://www.thestreet.com/story/10627877/1/genzymes-termeer-
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365. Jim Edwards, «Bring Me the Head of Genzyme CEO Henri Termeer!» CBS News MoneyWatch,
17 de noviembre de 2009. Disponible en http://www.cbsnews.com/8301-505123_162-
42843493/bring-me-the-head-of-genzyme-ceo-henritermeer/?tag=bnetdomain.
366. Íbid.
367. Robert Weisman, «More contamination troubles for Genzyme.» The Boston Globe, 14 de
noviembre de 2009.
370. Íbid.
371. Íbid.
372. Íbid.
373. Íbid.
374. Andrew Pollack, «After Genzyme’s Stumbles, a Struggle for Control.» The New York Times, 22 de
febrero de 2010. Disponible en http://www.nytimes.com/2010/02/23/business/23genzyme.html?
pagewanted=all.
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381. Steven Bertoni, «The Raider’s Radar» Forbes, 9 de marzo de 2011. Disponible en
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382. Íbid.
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390. Andrew Pollack. «Icahn Seeking U.S. Approval for Big Stake in ImClone.» The New York Times,
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391. Íbid.
393. Jacob Goldstein, «Bristol-Myers’s Sweetened ImClone Bid Turns Tables on Icahn.» The Wall Street
Journal Health Blog, 23 de septiembre de 2008. Disponible en
http://blogs.wsj.com/health/2008/09/23/bristol-myerss-sweetened-imclone-bidturns-tables-on-icahn.
394. Íbid.
395. Íbid.
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junio de 2010. Disponible en http://dealbook.nytimes.com/2010/06/03/another-view-can-biotech-
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http://www.boston.com/bostonglobe/editorial_opinion/oped/articles/2010/06/02/carl_icahns_battle_
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412. Nina Sovich y Noelle Mennella, «Sanofi to buy Genzyme for more than $20 billion.» Reuters, 16
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413. Robert Weisman, «Genzyme agrees to $20.1b sale to drug giant.» The Boston Globe, 16 de febrero
de 2011.
414. Íbid.
415. «Activist Profile: Carl Icahn.» 13D Monitor.com, 30 de junio de 2013. Disponible en
http://icomm-net.com/ActivistProfile.aspx?investor_id=32.
417. Íbid.
418. Nicole M. Boyson y Robert M. Mooradian, «Corporate Governance and Hedge Fund Activism
(1 de junio de 2010).» Review of Derivatives Research, Vol. 14, No. 2, 2011. Available at SSRN:
http://ssrn.com/abstract=992739.
419. April Klein y Emanuel Zur, «Entrepreneurial Shareholder Activism: Hedge Funds and Other
Private Investors (Septiembre de 2006).» AAA 2007 Financial Accounting & Reporting Section (FARS)
Meeting disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=913362 o
http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.913362.
420. Alon P. Brav, Wei Jiang, Randall S. Thomas y Frank Partnoy, «Hedge Fund Activism, Corporate
Governance, and Firm Performance (Mayo de 2008).» Journal of Finance, Vol. 63, pp. 1729, 2008.
421. Íbid.
422. Benjamin S. Solarz, «Stock Picking in Disguise? New Evidence that Hedge Fund Activism Adds
Value.» Editorial Objective 1001 (2010): 101.
423. Íbid.
426. Íbid.
«Todas las familias felices se parecen; pero cada familia infeliz lo es de una
forma particular.»
–León Tolstói, Anna Karenina (1877)
Lo que hago hoy en día es más o menos la misma idea. Compro acciones de una
empresa que es barata y me fijo en el valor activo de las empresas en las que
compro acciones y se vuelve un poco más complejo. Básicamente, busco la razón
por la que son tan baratas, y la razón principal suele ser una dirección mediocre.
En cierto sentido, es como un arbitraje. Entro; compro muchas acciones; y luego
trato de introducir cambios.
David Einhorn fundó Greenlight Capital en 1996 con solo 900.000 dólares.
Pronto tuvo éxito con las acciones de una net-net de Graham, C. R. Anthony,
una empresa vendedora al por menor que acababa de salir de la bancarrota.
Incluida en el Nasdaq, la pequeña C. R. Anthony cotizaba por la mitad de sus
36 millones en valor activo neto corriente. Einhorn invirtió el 15 por ciento de
sus fondos en C. R. Anthony —unos 135.000 dólares— a finales de mayo de
1996, el primer mes de operaciones de Greenlight. La fortuna le sonrió cuando
Stage Stores Inc. tanteó la empresa para comprarla poco después de que Einhorn
tomara su posición. A finales de año, C. R. Anthony había rendido un 500 por
ciento sobre el 15 por ciento de Einhorn, y Greenlight, que generó una
rentabilidad del 37 por ciento aquel año, se embolsó 13 millones de dólares.433
Aunque la rentabilidad de Einhorn con C. R. Anthony fue excepcional, la
rentabilidad de las acciones que cumplen con los criterios del valor activo neto
corriente de Graham suele ser muy alta. Recordemos que en el Capítulo 2
Graham estimó que su estrategia net-net había generado una rentabilidad media
anual del 20 por ciento durante los treinta años de vida de Graham-Newman, lo
que convierte una inversión de 10.000 dólares en 2.374.000 dólares. La Figura
10. 1. muestra la rentabilidad de los criterios de valor activo neto corriente entre
diciembre de 1970 y diciembre de 2013.
Figura 10. 1. Rentabilidad de la regla del valor activo neto corriente de Graham y del Índice Small
Firms (de 1970 a 2013).
Con una tasa compuesta de crecimiento anual del 38,7 por ciento, la
estrategia del valor activo neto corriente convierte 10.000 dólares en unos
increíbles 12.700 millones en 44 años, mientras que el índice comparable de
Small Firm, con una tasa compuesta del 19,7 por ciento, solo llega a los 22,4
millones. La rentabilidad compuesta de la estrategia del valor activo neto
corriente es increíble, tanto en el sentido de que es astronómica como de que es
inalcanzable. El problema con esta estrategia es que está, en palabras de Graham,
«severamente limitada en su aplicación» porque las acciones de valor activo neto
corriente son muy pequeñas e ilíquidas, y con frecuencia, no están disponibles.
Suelen desparecer en un mercado que sea alcista de forma continua, y solo están
disponibles en cantidad cuando el mercado está a la baja. Dado que no necesita
comprar realmente las acciones, la simulación de la Figura 10. 1. sobrestima de
forma sustancial el capital que se puede invertir en la práctica en la estrategia. Si
presumimos que la cantidad de capital invertido en cada oportunidad de valor
activo neto corriente es la misma, sería muy difícil invertir más que un millón en
2014. La posición de 135.000 dólares de Einhorn probablemente representaba
gran parte del volumen disponible en C. R. Anthony en mayo de 1996, que no
era mucho. Independientemente de ello, para inversores individuales que
gestionan cuentas personales, la estrategia net-net sigue siendo válida, como
Graham explicó en 1976: «un método infalible de inversión sistemática: de
nuevo, no sobre la base de la rentabilidad individual, sino en términos del
resultado esperado como grupo». También es uno de los métodos de valoración
preferidos de los inversores activistas. Las net-net clásicas de Graham, aunque
pequeñas y con frecuencia no disponibles, cumplen muchos de los criterios que
buscan los activistas. La intención de Graham con esta regla era que fuera una
variable aproximada del valor de liquidación, de forma que se pueda argumentar
sólidamente que una acción que cotice con un amplio descuento respecto a su
valor está profundamente infravalorada. Puesto que gran parte del valor
intrínseco que sopesa esta medición se encuentra, por definición, en los activos
corrientes —que incluyen el efectivo y otros activos que se pueden convertir en
efectivo: inventarios y deudas—, también son acciones con balances líquidos y
bajas ratios de pago. Estos atributos, junto con una base de accionistas que
probablemente esté descontenta con la dirección, hacen que las net-net sean
atractivas para los activistas.
Las acciones que cotizan con un descuento respecto al valor de liquidación
son, en palabras de Graham, acciones que el mercado ha determinado que valen
más muertas que vivas. Las acciones de las net-net, por lo tanto, implícita o
explícitamente, expresan su insatisfacción extrema con la continua operación de
la empresa. El medio más directo con el que un activista puede diferenciar el
precio de descuento del mercado es con la liquidación de la compañía, aunque
normalmente sea un resultado poco común, y solo se da en una de cada veinte
net-net. Un método ligeramente más indirecto es la liquidación parcial, que
tiene el efecto de mejorar la ratio de pago. Las investigaciones demuestran que
los inversores que tienen como objetivo net-net con bajas ratios de pago tendrán
una mejor rentabilidad que aquellas que tiene una alta ratio de pagos. Aunque
Graham recomendaba decantarse por net-net con beneficios que pagaran
dividendos, como hemos visto, son de hecho las net-net con pérdidas y que no
pagan dividendos las que suelen tener una rentabilidad más alta. El problema
principal con las net-net es que son escasas y pequeñas. Son difíciles de
encontrar y, cuando aparecen, suelen ser demasiado pequeñas para absorber
mucho capital. La segunda estrategia —el múltiplo empresarial o del adquiriente
— se funda en la misma filosofía subyacente de las net-net de Graham —
comprar acciones con balances líquidos que coticen con un descuento
significativo respecto al valor intrínseco—, pero tiene el beneficio de escalar con
más rapidez, e identifica empresas infravaloradas con una gran capitalización.
Ú
ACTIVISMO Y EL MÚLTIPLO DEL ADQUIRIENTE
Daniel Loeb lanzó Third Point Management en 1995 con solo 3,3 millones de
dólares en activos. Desde entonces han aumentado hasta 14.000 millones en
2013, con un extraordinario crecimiento anual del 17,8 por ciento.434 A Loeb se
lo conoce por un método que creó otro activista, Robert Chapman Jr., y que se
origina en las campañas mediáticas de Icahn: adjuntar en la Notificación 13D
cartas abiertas a la dirección. Escritas con un lenguaje vívido y empleando un
tono sarcástico y punzante, las cartas tienen el objetivo de generar publicidad
para la campaña. Lo han descrito como «el Hunter S. Thompson de las cartas
activistas», una referencia al periodista y escritor estadounidense que fundó el
estilo «Gonzo» de periodismo experimental. El Gonzo emplea «una inventiva
salvaje y una retórica más salvaje»435, como lo describió Tom Wolfe, para divertir
y entretener al tiempo que hace mordaces observaciones sociales. Como
Thompson, Loeb emplea su escritura cáustica para arrojar luz sobre cualquier
conducta o situación que le parece cuestionable. Dice que solo se decanta por las
cartas cargadas de veneno cuando le cierran otras opciones legales:436
Las empresas que han erigido barreras artificiales como poison pills o juntas
que se niegan a convocar reuniones especiales no nos dejan más alternativa que
favorecer la presión social, y es un fenómeno que se debe únicamente a ellas.
Nosotros optaríamos por votar inmediatamente.
Las cartas tienen dos propósitos. En primer lugar, son como un folleto de
márquetin que llama la atención de otros inversores sobre la infravaloración de
la compañía, y perfilan varias opciones para eliminar el descuento de valoración,
ya sea con una restructuración o con un retorno de capital. El otro propósito de
la carta es avergonzar a la dirección para que se tome la medicina prescrita por
Loeb.
La primera carta con la Notificación 13D de Loeb, enviada en septiembre de
2000 a William Stiritz, el CEO de Agribands International, es un ejemplo de su
arte. Agribands consintió en fusionarse con otra empresa, Ralcorp. Según las
condiciones, los accionistas de Agribands iban a recibir tres acciones por cada
acción de la nueva compañía que representaría la combinación, y los accionistas
de Ralcorp recibirían una acción. Los accionistas de Agribands también podían
optar por cobrar 39 dólares por acción en efectivo, y los de Ralcorp, 15 por
acción, lo cual implicaba que el precio de adquisición de Agribands era de 420
millones de dólares. Con 160 millones en efectivo en su balance y unos
beneficios de 90 millones anuales en EBIDTA, la adquisición valoraba
Agribands por menos de un tercio del EBIDTA, una oferta muy baja. Además,
Loeb creía que la transacción no tenía ninguna razón estratégica.
En la carta, Loeb argumentó que el precio de fusión propuesto no reflejaba el
valor total y justo de Agribands, lo cual se demostraba por el bajo múltiplo
empresarial y la ratio precio-beneficios:437
No somos los únicos que se oponen a la fusión con Ralcorp. Según las
conversaciones que hemos tenido con otros accionistas importantes que también
se siente frustrados, creemos que es improbable que consiga la mayoría requerida
de 2/3 para aprobar la transacción… Por lo tanto, le invitamos a que rechace la
tarifa de ruptura de 5 millones de dólares y que ponga la compañía oficialmente
en venta y considere otras alternativas, como una LBO o una recapitalización
para maximizar el valor de las acciones.
[La ratio de los beneficios brutos-activos totales] tiene, más o menos, el mismo
poder prediciendo la diversidad de rentabilidad esperada que el valor contable-
valor comercial.
Cuanto más bajamos por el estado de resultados, más pulidas están las
mediciones de rentabilidad, y menos relacionadas con la verdadera rentabilidad
económica. Por ejemplo, una empresa que tenga unos bajos costes de producción
y unas ventas más altas que las de sus competidores será claramente más
rentable. Aun así, fácilmente puede tener unos beneficios menores que sus
competidores. Si la empresa está aumentando rápidamente las ventas gracias a
una publicidad agresiva, o dando comisiones a sus vendedores, estas acciones,
aunque sean positivas, pueden reducir sus ingresos por debajo de los competidores
menos rentables. De forma parecida, si la empresa gasta en investigación y
desarrollo para aumentar su ventaja de producción, o invierte en capital
organizativo que le ayudará a conservar su ventaja competitiva, tendrá como
resultado unos beneficios corrientes menores. Además, los gastos de capital que
incrementan directamente la escala de las operaciones de la empresa reducirán
todavía más el flujo de caja libre en comparación con los competidores. Estos
hechos sugieren que es mejor construir la variable empírica de la productividad
utilizando los beneficios brutos.
Figura 10. 3. Rendimiento de todas las acciones de valor comparando acciones de valor de alta
calidad, de baja calidad y todas las acciones, ponderación por capitalización de mercado (de 1951 a
2013).
No obstante, hay varios problemas con esta conclusión. En primer lugar, las
carteras de acciones de valor de alta calidad no siempre dan mejor rentabilidad
que las de baja calidad. La Figura 10. 3. muestra que rindieron ligeramente por
debajo hasta 1982, toda la primera parte del periodo analizado. La rentabilidad
excelente de las carteras de valor de alta calidad tiene lugar en la segunda parte
de los datos. Es más, las carteras de valor de alta calidad tienen un rendimiento
peor que las de baja calidad en 27 de los 63 años, lo cual significa que eran una
mejor apuesta el 43 por ciento de las veces. Sorprendentemente, en la segunda
parte de los datos —cuando las carteras de alta calidad rindieron más que las de
baja calidad sobre una base compuesta—, las carteras de alta calidad tuvieron
una rentabilidad menor que las de baja calidad en 17 de los 32 años, o más de la
mitad de los años. También la rentabilidad fue menor en el 31 por ciento de los
periodos de cinco años. La falta de regularidad no inspira confianza en su mejor
rentabilidad. El segundo problema con el rendimiento de la métrica de la alta
calidad es que no ha sido replicable en mercados de acciones internacionales.
Esto apunta a la posibilidad de que la relación entre la calidad y la rentabilidad
se deba a una cuestión aleatoria. Si analizamos suficientes métricas, esperamos
ver varios falsos positivos —métricas que parecen predecir rentabilidad, pero que
se deben a la suerte— que no se confirmarán fuera de los datos examinados. Es
posible que se trate de una correlación espuria. Aunque hay buenas razones para
que la medición de los beneficios brutos-activos totales deba identificar las
acciones de alto valor, no existen suficientes pruebas para concluir
definitivamente que esa medición servirá para optar por las acciones de valor de
alta calidad en el futuro.
Tabla 10. 1. Estadísticas de rendimiento de Todas las Acciones de Valor, Acciones Deep Value y
Acciones de Valor Glamur.
Figura 10. 4. Rendimiento de todas las acciones de valor comparado con las acciones Deep Value,
Valor Glamur y todas las acciones, ponderación por capitalización de mercado (de 1951 a 2013).
Tabla 10. 2. Estadísticas de rendimiento en cada década de Todas las Acciones de Valor, acciones
Deep Value y acciones de Valor Glamur (de 1951 a 2013).
1951-1959
Rentabilidad media
15,82% 14,34% 15,82%
aritmética
Desviación típica 20,40% 23,63% 21,47%
1960-1969
Rentabilidad media
18,16% 4,65% 11,40%
aritmética
1970-1979
Rentabilidad media
9,44% 11,12% 10,28%
aritmética
1980-1989
Rentabilidad media
15,21% 13,14% 14,18%
aritmética
1990-1999
Rentabilidad media
22,91% 5,09% 14,00%
aritmética
2000-2013
Rentabilidad media
14,92% 9,73% 12,32%
aritmética
Figura 10. 5. Rendimiento compuesto en cada década de todas las acciones de valor comparado con
las acciones Deep Value y las acciones de Valor Glamur, ponderación por capitalización de mercado
(de 1951 a 2013).
La Tabla 10. 2. y la Figura 10. 5. muestran que las carteras Deep Value
mejoraron consistentemente el rendimiento de las carteras de Valor Glamur y de
Todas las Acciones de Valor. Únicamente entre 1970 y 1979 las carteras Deep
Value rindieron menos.
Podemos determinar los múltiplos empresariales medios de cada cartera en
cada año para comprender mejor qué genera el rendimiento. La Figura 10. 6.
muestra el múltiplo empresarial medio de las carteras de Valor Glamur y de
Deep Value en cada año del estudio.
La Figura 10. 6. muestra con claridad por qué las carteras Deep Value tienen
un mejor rendimiento total que las carteras de Valor Glamur. En cada año, las
carteras Deep Value fueron de media considerablemente más baratas según el
múltiplo empresarial que las carteras de Valor Glamur. De media, las carteras de
Valor Glamur tuvieron acciones con un múltiplo empresarial del 8,2, mientras
que en las de Deep Value fue menos de la mitad, 3,91. Este gráfico también
explica el menor rendimiento de la cartera Deep Value en la década 1970-1979.
Ambas carteras estaban en los puntos más bajos de valoración —solo fueron más
bajos en la década de 1950—, y la diferencia entre sus múltiplos empresariales
era mínima. Comparemos la década de 1970 con la de 1990. En esta última, la
diferencia entre los múltiplos empresariales fue la más acentuada, y las carteras
Deep Value tuvieron su mejor rendimiento.
Figura 10. 6. Múltiplo empresarial medio de las acciones Deep Value y de Valor Glamur (de 1951 a
2013).
Figura 10. 7. Ratio de beneficios brutos medios-activos totales de las acciones Deep Value y Valor
Glamur (de 1951 a 2013).
Figura 10. 8. Comparación del rendimiento de las acciones Deep Value (según el múltiplo
empresarial) y de todas las acciones con capitalización de mercado ponderada y con ponderación
igual (de 1951 a 2013).
La naturaleza de las exigencias que suelen tener los activistas respalda la visión de
que buscan compañías infravaloradas con balances altamente líquidos donde un
incremento de las ratios de pago mejorará el valor intrínseco y ajustará el
descuento de precio de mercado. Mientras que los activistas no se centran
únicamente en un solo defecto, e utilizan la «dirección mediocre» como variable
para un conjunto de pecados, Brav y sus colegas descubrieron que el objetivo
declarado principal de las campañas de los activistas solía ser una de siete
categorías. Cada una de ellas se focaliza en un error distintivo que se puede
remediar para mejorar el valor intrínseco y ajustar el descuento del precio de
mercado. Los objetivos no son mutuamente excluyentes, lo cual significa que
una sola campaña de activistas se puede dirigir a varios problemas. A
continuación los enumeramos de más común a menos común:
Aun peor, la rentabilidad está muy por debajo del coste de capital. Para las
empresas con un balance que solo consiste en acciones*, los costes del capital son
particularmente altos porque el capital social caro respalda tanto el efectivo de la
empresa como el externo*.
La teoría de las finanzas apunta que un balance de efectivo neto o sin deuda
debería verse recompensado por unos múltiplos P/B más altos. En la práctica, el
mercado asigna un descuento a este nivel de gestión de capital a largo plazo
extremadamente conservador.
El efectivo no solo tiene una rentabilidad por debajo de coste del capital, sino
que los beneficios futuros probablemente también se reinvertirán con una
rentabilidad baja. A consecuencia de esto, el mercado no solo descuenta el
efectivo del balance, sino que también disminuye el múltiplo P/B debido a la
tasa de reinversión subóptima anticipada para los futuros flujos de caja.
Cuando nos reunimos, usted estuvo de acuerdo con nosotros en que las acciones
estaban infravaloradas. Desde nuestra perspectiva, una infravaloración
irracional tan espectacular como esta a menudo es una anomalía a corto plazo.
Hay tiempo para una recompra, pero esta oportunidad no durará siempre.
Aunque las acciones de la junta hasta la fecha (una recompra de acciones de
60.000 millones en tres años) pueden parecer considerables, sencillamente no son
suficientes porque Apple, en la actualidad, tiene 147.000 millones de efectivo en
su balance, y que generarán 51.000 millones de EBIT el próximo año (previsión
consensuada de Wall Street).
(…)
Con este enorme desajuste de valoración y la gran cantidad de efectivo en el
balance, no entendemos muy bien por qué la junta no actúa de forma más
agresiva y recompra acciones anunciando de inmediato una oferta de 150.000
millones de dólares (financiada con deuda o con una combinación de deuda y
efectivo del balance).
Icahn creía que, si Apple decidía pedir prestado 150.000 millones con un 3
por ciento de interés para realizar una oferta de 525 dólares por acción, el
resultado sería un incremento inmediato del 33 por ciento en los beneficios por
acción y, presumiendo que no hubiera una expansión múltiple, un aumento
proporcional del 33 por ciento en el valor de las acciones. Icahn consideró que
las acciones se revalorizarían, en los tres años siguientes, de 525 a 1.250 dólares,
asumiendo un crecimiento anual sostenido del 7,5 por ciento del EBIT de
Apple y un múltiplo EBIT del 11 en comparación con el 7 de 2013. En su
presentación, Einhorn también defendió una recompra de Apple, aunque era de
la mitad del tamaño de Icahn y no requería que la empresa se endeudara. ¿Por
qué Einhorn e Icahn querían que Apple reconociera sus fondos de efectivo?
Un ejemplo demuestra que la sobrecapitalización puede afectar al valor
intrínseco y, a la vez, expone la utilidad del múltiplo empresarial. Digamos que
existe una empresa, Orange, con una capitalización de mercado de 500 millones
y beneficios de 37 millones anuales y que genera 50 millones de EBIT
(asumamos también que los gastos de capital se ajustan a la depreciación y a la
amortización, de modo que el EBIT sea igual al flujo de caja operativo y los
beneficios representan el flujo de caja libre). En la hoja de balance ostenta 150
millones en efectivo neto y equivalentes. Digamos también que el bono a largo
plazo genera un 3 por ciento. La Tabla 10. 3. resume el estado financiero, las
estadísticas y las ratios de Orange.
La ratio precio-beneficios de esta empresa es 14 (500 millones ÷ 37 millones).
Esto supone una rentabilidad de los beneficios del 7,4 por ciento (37 millones ÷
500 millones), lo cual no es caro porque es más del doble de lo que ofrece el
bono a largo plazo, aunque sin correr los riesgos particulares de esta empresa y
su negocio. Los beneficios brutos sobre los activos totales son poco más del 31
por ciento (37 millones ÷ 225 millones, siendo estos 225 los 150 millones del
efectivo neto y equivalentes y los 75 millones de los otros activos, lo cual es
excelente porque, de nuevo, es más de diez veces lo que ofrece el bono a largo
plazo. Es incluso más interesante desde el punto de vista del múltiplo
empresarial. Tiene un múltiplo empresarial de 7 (350 millones ÷ 50 millones).
Dada la alta cantidad de efectivo en la hoja de balance y la generación
sobresaliente de flujo de caja, la empresa puede devolver con comodidad gran
parte o todo el capital a los accionistas.
Tabla 10. 3. Resumen del estado financiero, estadísticas y ratios de Orange
EBIT 50 millones
Múltiplo empresarial 7x
Einhorn señala que, para saber cuánto valor se puede liberar, debemos
averiguar cuánto crédito da el mercado por el efectivo de la empresa. Si el
mercado no da crédito, y sí lo da la restructuración a partir de la devolución de
todo el efectivo, entonces el efectivo devuelto es valioso, lo cual significa que el
dividendo liberará los 150 millones enteros. Esto puede ocurrir si la rentabilidad
sobre los activos supera el 93 por ciento (70 millones 75 ÷ millones), lo cual con
toda probabilidad justifica un múltiplo precio-beneficios de 14 o más, que
significa que la capitalización de mercado sigue en 500 millones. Los accionistas
reciben 150 millones y conservan las acciones con la misma capitalización de
mercado. Aunque se debe tener en cuenta que, si el mercado ya da algo de
crédito por el efectivo, la cantidad que se libere será menor:447
No hay forma de saber cuánto crédito da el mercado, así que no hay forma de
saber cuánto valor se liberará. Pero el abanico va de no menos que cero y no más
que el valor del efectivo distribuido.
La cuestión es que, si esto llevara a Apple a adoptar una política mejor de
distribución de capital para que el efectivo presente y el del futuro no se quede
atrapado indefinidamente, el mercado podría darle a Apple una ratio P/B más
alta.
Einhorn argumenta que este análisis es más útil para aquellas compañías que
están capitalizadas inapropiadamente porque el concepto de valor intrínseco
«presume que los flujos de caja generados por la empresa están óptimamente
financiados para minimizar el coste de capital de la empresa». En la práctica, la
mayoría de las empresas que cotizan en bolsa están apropiadamente capitalizadas
y, por lo tanto, cotizan con valoraciones de mercado proporcionales a su valor
intrínseco. Esta idea, entonces, no mejora el valor intrínseco de la mayoría de las
empresas. No obstante, cuando la compañía no está apropiadamente
capitalizada, cuando no está minimizando el coste de su capital, el valor
intrínseco se puede mejorar reduciendo el exceso de efectivo. Al hacerlo, es muy
posible que se suprima el descuento del precio de mercado y que la empresa
cotice más acordemente con su valor intrínseco. La utilidad del múltiplo
empresarial es que identifica precisamente este tipo de empresa, infravalorada y
con un valor intrínseco no explotado. Si no aparece un activista para mejorar el
valor, serán otras fuerzas correctivas las que actúen sobre el precio de mercado
para generar unos retornos excelentes.
La conclusión de que las campañas de Einhorn e Icahn presionaran a Apple
para pagar los 150 millones de exceso de capital demuestra claramente el poder
de esta idea. Después de espolear a Apple durante seis meses, escribiendo cartas
y reuniéndose con el CEO de Apple, Tim Cook, la empresa inició una recompra
de acciones en 2013. En febrero de 2014 había comprado acciones por valor de
40.000 millones, el récord de recompra hecho en tan solo doce meses.448 Poco
después, Icahn retiró su plan de que la empresa hiciera una recompra mayor, y
escribió en una carta abierta a los accionistas de Apple: «No vemos razón para
continuar con nuestra propuesta no vinculante, sobre todo cuando la empresa ya
está tan cerca de cumplir con nuestra petición.»449 Después de que Icahn retirara
su plan, Apple anunció en abril que devolvería 130.000 millones en capital con
una recompra más importante y un incremento del dividendo. El precio de las
acciones, que ya había empezado a moverse, dio un salto. Después de cotizar a
unos bajos 388 dólares en mayo de 2013, el anuncio de abril de 2014 impulsó
las acciones hasta los 604 dólares, un aumento del 56 por ciento en una de las
empresas más importantes del mercado de acciones en poco menos de un año.
The Wall Street Journal dijo en un artículo: «Carl Icahn ha demostrado una vez
más que incluso cuando lo derrotan sabe sacar un beneficio».450
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449. Steven Russolillo. «Carl Icahn: “Agree Completely” With Apple’s Bigger Buyback.» The Wall
Street Journal, 23 de abril de 2014.
«Hay muy poco altruismo en las finanzas. Las guerras contra las directivas
corporativas requieren tiempo, energía y dinero. No se puede esperar que los
individuos se dediquen a ello tanto solo para hacer lo correcto. En estas
cuestiones, los movimientos más impresionantes y dignos de crédito los hace un
grupo de accionistas importantes, que tienen algo que proteger y, por lo tanto,
actúan en interés del conjunto de los accionistas. Las operaciones de este tipo,
en cualquier cuestión en la que el interés de los directivos y de los propietarios
sea opuesto, deberían ser consideradas con más respeto por parte de los
accionistas de lo que han sido en la mayoría de los casos.»
–Benjamin Graham, Security Analysis, 1934.
Si los beneficios han aumentado de forma constante, es obvio que las acciones
no tendrán un precio bajo. La objeción con comprar estas acciones es la
probabilidad o, al menos, la posibilidad de que los beneficios declinen o las
pérdidas continúen, y que los recursos se desvanezcan, y que el valor intrínseco,
al final, llegue a ser menos que el precio pagado.
Comprará en el peor momento posible, cuando no hay razón alguna para que
empiece a brillar el sol y nadie esté de acuerdo con él.
Como tantas veces antes, Icahn de nuevo reconoció la deuda intelectual del
Manifiesto Icahn con el Security Analysis de Benjamin Graham y David Dodd,
y reveló que su variante de activismo deep value es tan antigua como el mismo
value investing.
451. Graham y Dodd, 1934.
454. Íbid.
455. Shawn Tully, «The Hottest Investor in America.» Fortune Magazine, 30 de mayo de 2007.
Disponible en
http://money.cnn.com/magazines/fortune/fortune_archive/2007/06/11/100060832/index.htm.
456. Íbid.
457. Andrew Feinberg, «Carl Icahn: Better Investor Than Buffett.» Kiplinger, Febrero de 2013.
Disponible en http://www.kiplinger.com/article/investing/T052-c100-S002-carl-icahn-better-
investor-than-buffett.html.
459. Íbid.
460. Scott Wapner, «Icahn: Really would love to own Dell.» CNBC, 17 de julio de 2013.
Disponible en at http://video.cnbc.com/gallery/?video=3000183755.